tag:blogger.com,1999:blog-74573891663669014832023-11-17T03:00:22.017+08:00Historia de FilipinasTextos pocos conocidos en español sobre la Historia de FilipinasRafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.comBlogger22125tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-88154935168961629502015-05-01T22:05:00.000+08:002015-05-01T22:05:03.969+08:00El archipiélago filipino - Colección de datos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://archive.org/details/afj2108.0001.001.umich.edu" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtfOkDHtosW1nLzkflPEYtxKq3yqUw8AZmE72GbDwjXO_Vg-NKysEvZ-TzrblSAgHPMlfTeYcYGeo6F-esiPO-QFmFj7MxSNNT_BSTvrjpKR6i_C4q2m0cA3Mqqo4CjEQ9Z5UO9v2it_U/s640/El+archipi%C3%A9lago+filipino+-+Colecci%C3%B3n+de+datos.jpg" width="628" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<b>EL ARCHIPIÉLAGO FILIPINO.</b></div>
<div style="text-align: center;">
<b>COLECCIÓN DE DATOS GEOGRÁFICOS, ESTADÍSTICOS, CRONOLÓGICOS Y CIENTÍFICOS, RELATIVOS AL MISMO, ENTRESACADOS DE ANTERIORES OBRAS Ü OBTENIDOS CON LA PROPIA OBSERVACIÓN Y ESTUDIO</b></div>
<div style="text-align: center;">
<b>POR ALGUNOS PADRES DE LA MISIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN ESTAS ISLAS.</b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b>TOMO I</b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b>1900</b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><a href="https://archive.org/details/afj2108.0001.001.umich.edu">https://archive.org/details/afj2108.0001.001.umich.edu</a></b>
</div>
<br />
<br />
PRÓLOGO GENERAL.<br />
<br />
<br />
Apenas cesó en Filipinas la dominación española, concebimos, por insinuación de nuestro R. P. Superior Pío Pi, cuya fué la primera idea, el proyecto de escribir este libro y de publicarlo juntamente con el nuevo Atlas del Archipiélago, que, desde algunos meses antes, se estaba preparando en el Observatorio de Manila.<br />
Moviónos á ello, ante todo, el amor que tenemos al país, y el consiguiente deseo de que el mismo sea más y más conocido, por lo que entendemos vale. Indújonos, además, nuestro amor á España, que, como la Historia atestigua, y algunos verán más claro otro día, ha dispensado al país muchísimo bien, que asimismo deseamos se conozca, aunque ello haya ido mezclado con desaciertos, que no queremos disculpar, ni querríamos extinguiesen todo agradecimiento. Y por fin, influyó no poco en nuestra resolución la mayor facilidad, que, para llevar á cabo este trabajo, nos ofrecía el hallarnos, por razón de las circunstancias, reunidos en Manila casi todos los misioneros jesuítas de Filipinas y el deseo de hacer algo que, siendo de pública utilidad al país, fuese á la vez una especie de obsequio al nuevo Gobierno, que, desde su instalación en Manila, ha tenido á bien dispensar su benevolencia á la Misión de la Compañía de Jesús, concediendo á los establecimientos que ésta tiene abiertos en la capital, no menores consideración y subvención que el Gobierno de España les otorgaba.<br />
Bien quisiéramos haber hecho una obra perfecta; pero por dos razones, principalmente, no lo será, aparte de la de ser obra humana. Es la una el corto espacio de tiempo, durante el cual se ha debido componer esta obra, que resulta tan abultada, y aun dentro del cual se ha debido reunir gran parte de los copiosos datos que acumulamos en ella, tan heterogéneos además, bien que alguna parte de los mismos estuviese ya reunida. Y nos duele más la que podríamos llamar falta de madurez del libro, en lo que atañe á algunas cuestiones de apreciación, que hubieran requerido algún mayor estudio que, sin embargo, hemos procurado suplir con consultas.<br />
La segunda razón es ser el libro parto, no de uno, sino de varios ingenios. Y aunque esto no haya tal vez perjudicado tanto la unidad del criterio, que es de desear, y aun en puntos muy opinables suele haber entre los distintos miembros del instituto religioso, á que pertenecemos los autores, todos residentes de bastante tiempo en el país, por la facilidad que hemos tenido para consultarnos unos á otros; todavía puede que haya afectado algo á la unidad de plan y método y producido alguna desigualdad en la extensión de las distintas materias, aun análogas ó hermanas, y algunas repeticiones ú omisiones, que de otra suerte se habrían evitado.<br />
Mas, aun teniendo en cuenta estos y otros defectos, que ni siquiera sabemos ver ahora, y que al público pedimos tenga á bien disimular en gracia de nuestra buena intención, creemos poder asegurar, sin inmodestia, que hoy por hoy no existía una tan copiosa, variada y técnicamente presentada compilación de datos, ya publicados,ya completamente inéditos, pertenecientes al Archipiélago Filipino.<br />
Sea, por fin, este trabajo, como todos los nuestros, á la mayor gloria de Dios.<br />
<br />
Manila, 25 de Diciembre de 1899,<br />
<br />
<br />
TABLA DE MATERIAS.<br />
<br />
<br />
Página.<br />
Tratado I — Corografía 1-148<br />
Tratado II— Etnografía 149-288<br />
Tratado III— Estado de cultura 239-872<br />
Tratado IV — Notas histórico-cronológicas 373-414<br />
Tratado V — Orografía 415-442<br />
Tratado VI— Hidrografía 443-532<br />
Tratado Vil— Geognosia 533-572<br />
Tratado VIII— Fitografía 573-654<br />
Tratado IX— Zoografía 655-708<br />
<br />
<br />
INDICE.<br />
<br />
TRATADO I.— Corografía.<br />
<br />
<br />
................. 3<br />
<br />
<br />
INTRODUCCIÓN.<br />
Situación y límites del Archipiélago Filipino. — Islas que forman el Archipiélago. — Extensión superficial, ])OHÍción geográfica, división territorial, número de habitantes y densidad de población por provincias. — Advertencia acerca del número de habitantes. — Comandancias nuevas. — Plan que nos proponemos. — Organización gubernamental. — Distribución gubernamental. — Administración de justicia. — Administración economía en general. — Dirección General de Administración Civil. — Organización militar. — Fuerzas navales. — Organización eclesiástica<br />
................. 5<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Isla de Luzón cu general.<br />
Situación geográfica. — Configuración de la isla. — superficie total y población. — División territorial. — Islas próximas y adyacentes. — Advertencia<br />
................. 21<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Norte de Luzón.<br />
Provincia de Cagayán. — Límites y condiciones generales del terreno. — Superficie y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria y comercio. — Isla Palaui<br />
................. 26<br />
Comandancias de Apayaos, Cabaoaoan é Itaves. — Apayaos. — Cabagaoan. — Itaves<br />
................. 28<br />
Provincia dp Ilocos Norte. — Límites y condiciones generales del terreno. — Superficie y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Agricultura, industria, comercio y vías de comunicación<br />
................. 29<br />
Provincia de Ilocos Sur. — Límites y condiciones generales del terreno. — Superficie total y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, agricultura, industria, comercio y vías de comunicación. — Islas próximas<br />
................. 31<br />
Comandancias de Tiagán y Amburayan. — Tiagán. — Amburayan<br />
................. 33<br />
Provincia de Abra. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión superficial y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria y cojneríúo<br />
................. 33<br />
Comandancia de Bontoc. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones y comercio<br />
................. 35<br />
Provincia de la Isabela. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, agricultura, industria, comercio y vías de comunicación<br />
................. 36<br />
Comandancias de Saltan y Llavac. — Saltan. — Llavac<br />
................. 37<br />
Comandancia de Lepanto. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y ImhitanteH. — Pueblos. — Idiomas. — Productos, industria y comercio<br />
................. 87<br />
Comandancia de QuiANgÁN. — Límites. — Pueblos<br />
................. 38<br />
Provincia de la Unión. — Límites y (condiciones generales del terreno.— Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, agricultura, industria y comercio<br />
................. 38<br />
Comandancia de Benguet. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación<br />
................. 39<br />
Provincia de Nueva Vizcaya. — Límites y condiciones generales del terreno.— Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, agricultura, industria, comercio y vías de comunicación<br />
................. 40<br />
Comandancias de Cayapa v Binatangan. — ('ayapa. — Binatangan<br />
................. 41<br />
Distrito ó comandancia del Príncipe. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, comercio y vías de comunicación. — Islas ó islotes próximos<br />
................. 42<br />
<br />
CAPÍTULO III. — Centro de Luzón {A).<br />
Provincia de Zamba les. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria y vías de comunicación — Islas é islotes próximos<br />
................. 44<br />
Provincia de Pangasinán. — Límites y condiciones generales del terreno. ^ — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación<br />
................. 46<br />
Provincia de Nueva Eciia. — Límites y condiciones generales del terreno. ^ — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación<br />
................. 48<br />
Provincia de Tárlac. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación<br />
................. 50<br />
Provincia de la Pampanga. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación<br />
................. 51<br />
Provincia de Bulacán. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idioma. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación<br />
................. 53<br />
Comandancia de la Infanta. — Límites y condiciones generales del terreno.- — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria y vías de comunicación<br />
................. 54<br />
Isla de Polillo y adyacentes. — Situación y disposición de Polillo. — Pueblo y habitantes. — Comercio. — Islas adyacentes<br />
................. 56<br />
<br />
CAPÍTULO IV. — Centro de Luzón (B).<br />
Provincia de Bataán. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria y vías de comunicación. — Islas próximas<br />
................. 57<br />
Provincia de Manila. — Capital. — Pueblos. — Productos. — Comercio é industria. — Puerto y vías de comunicación<br />
................. 58<br />
Provincia de Cavite. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación<br />
................. 62<br />
Provincia ó distrito del Corregidor. — Límites y condiciones generales del terreno. — Idioma^!. — Islas próximas<br />
................. 63<br />
Provincia ó DISTRITO DE MóRONíí. — Límites y condiciones jrenerales <lel terreno, — Extensión y habitantes. — Pneblos. — Idiomas. — Prodncciones, comercio y vías de comunicación. — Isla de Talim<br />
................. 65<br />
Provincia de i. a Laíjcna. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria, comercie» y vías de comunicación<br />
................. 67<br />
Provincia de Batanoas. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación<br />
................. 68<br />
<br />
CAPÍTULO IV. — Sur de Luzón.<br />
Provincia de Tayabas. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación. — Islas próximas<br />
................. 71<br />
Provincia de Ambos Camarines. — Límites y condicáones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — IVoducciones, in(histria, comercio y vías de comunicación. — Islas próximas<br />
................. 73<br />
Provincia de Alba y. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación. — Islas próximas<br />
................. 76<br />
Isla de Catanduanes. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idioma. — Producciones y vías de comunicación. — Islas próximas<br />
................. 77<br />
Provincia de Sorsogón. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idioma. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación. — Islas próximas<br />
................. 78<br />
<br />
CAPÍTULO YI. — Isla.s' adyaeoiies á Luzón.<br />
Archipiélagos de Batanes y Babuyanes, — Batanes. — Babuyanes. — Idiomas. —<br />
Producciones, comercio, industria y vías de comunicación 81<br />
Isla de ]Mini)oko y adyacentes. — Límites y condiciones generales de Mindoro. — Extensión y habitantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación. — Islas adyacentes 84<br />
Isla de Burias. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y<br />
habitantes. — Pueblo. — Productos, industria y comercio 88<br />
Masba TE Y TicAo. — Límites y condiciones generales del terreno. — Extensión y ha])itantes. — Pueblos. — Idiomas. — Producciones, industria y comercio. — Islas próximas 88<br />
Archipiélagos de Calamianes y Cuyos. — Límites. — Extensión y habitantes. — Islas del grupo Calamianes. — Islas del grupo Cuyos. — Idiomas. — Producciones 90<br />
<br />
CAPÍTULO VII — Bisayas Occidentales.<br />
Archipiélago de Romblón. — Límites y condiciones generales del grupo. — Extensión y habitantes. — Islas y pueblos. — Idiomas. — Producciones 94<br />
Isla de Panay y adyacentes. — Situación, límites y condiciones generales de Panay. — Extensión y habitantes. — División civil de la isla en provincias ó distritos. — Producciones. — Islas adyacentes 97 .<br />
Provincia ó distrito de Antique. — Límites. — Extenfiión y habitantes. — Idioina. — Pueblos, visitas y parroquias. — Producciones, industria, comercio y vías de comunicación 100<br />
Provincia ó distrito de Cápiz. — Extensión y superñcie. — Aspecto general del (iistrito. — Número de habitantes. — Produ(;ciones, industria, comercio y vías de comunicación. —Pueblos, visitas y parroquias 101<br />
Provincia ó distrito de Iloílo. — Límites y aspe(;to general del distrito. — Superficie y habitantes. — Idioma. — Pueblos, visitas y [)arroquias. — Producciones é industria 102<br />
Distrito ó comandancia de Concepción. — Extensión y límites. — Número de<br />
habitantes. — Pueblos, visitas y parroquias. — Productos é industria 105<br />
<br />
CAPÍTULO VIII. — Bisayas Centrales.<br />
Isla de Negros. — Límites y condiciones generales del terreno. — Aspecto. — Extensión y habitantes. — Idiomas. — Productos. — División en provincias 106<br />
Negros Occidental. — Límites. — Aspecto. — Extensión y habitantes. — Pueblos. 107<br />
Negros Oriental. — Límites. — Extensión y habitantes. — Productos é industria. — Pueblos. — Islas próximas 108<br />
Isla de Cebú y adyacentes. — Situación, límites y condiciones generales de Cebú. — p]xtensión. — Población. — Idioma. — Pueblos. — Producciones, industria y comercio. — Lslas adyacentes 1 08<br />
Isla de Bohol y adyacentes. — Límites de Bohol. — Aspecto general de la isla. — Extensión. — Población. — Idioma. — Pueblos. — Producciones, industria y vías de comunicación. — Islas próxima*^ 112<br />
<br />
CAPÍTULO IX. — Bisayas Orientales.<br />
Isla de Samar y adyacentes. — Límites y aspecto general de Samar. — Extensión y habitantes-. — Pueblos. — Producciones. — Islas próximas 115<br />
Isla de Leyte y adyacentes. — Límites y aspecto general de Leyte. — Extensión y habitantes. — Idioma. — Pueblos. — Producciones, industria y vías de comunicación. — Islas próximas 120<br />
<br />
CAPÍTULO X. — Isla de Míndanao // adi/acerdes.<br />
Isla de Míndanao e:n general. — Límites y superficie. — Número de habitantes. — Idiomas.— Distritos ó provincias. — Productos más importantes 124<br />
Primer distrito ó provincia de Zamboanga. — Límites y superficie. — Número<br />
de habitantes.— Idiomas. — Pueblos, visitas y barrios 126<br />
Segundo distrito ó provincia de Misamis. — Límites y superficie. — Número de habitantes.— Idiomas.— Pueblos, visitas y barrios.— Comandancia de Dapitan 127<br />
Tercer distrito ó provincia de Surigao.— Límites y superficie.— Número de<br />
habitantes.— Idiomas.— Pueblos, visitas y barrios.— Comandancia de Butúan 128<br />
Cuarto distrito ó provincia de Dávao.— Límites y superficie. — Número de<br />
habitantes.— Idiomas.— Pueblos, visitas y barrios.— Comandancia de ^Nlati. . 130<br />
Quinto distrito ó provincia de Cotabato. — Límites y superficie. — Numen»<br />
de habitantes.— Idiomas. — Pueblos, visitas y barrios 131<br />
Sexto distrito ó provincia de Basilan.— Límites y superficie.— Número de<br />
habitantes. — Idiomas. — Pueblos, visitas y barrios 132<br />
Séptimo distrito ó provincia de La nao. — Límites.— Número de habitantes.— Idioma. — Pueblos, visitas y barrios 1^^<br />
Islas adyacentes á Míndanao y Basilan. — Adyacentes á Mindanao. — Adyacentes á Basilan l^'^<br />
<br />
CAPÍTULO XI. — Archipiélago de Jólo (' islas de la Paragua, Balábac y Cacjayáu de<br />
JoliK<br />
Páginas.<br />
Archipiélago de Joló. — Límites y extensión. — División en grupos. — Puertos principales. — Número de habitantes. — Idiomas. — Pueblos, visitas y parroquias. — Producciones más importantes 138<br />
Isla de la Paragua y adyacentes. — Límites y suj>erficie. — Habitantes. — Idiomas. — Pueblos, visitas y barrios. — Puertos, montes y ríos. — Producciones más importantes. — Islas adyacentes 141<br />
Isla de Balábac y adyacentes. — Límites y superficie. — Idioma. — Número de habitantes. — Número de pueblos, visitas y parroquias. — Producciones. — Islas adyacentes 146<br />
Cagayán de Joló 147<br />
<br />
TRATADO II.— ETNOGRAFÍA. Prólogo 151<br />
<br />
Parte Primera. — Etnogenia.<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Primeros pobladores de las Islas Filipinas.<br />
Los negritos ó aetas. — Su origen mediato 6 inmediato. — Su suerte y estado presente 1 53<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Transmigración de los indios á este .irrhipiéhtgo.<br />
Nuevos pobladores. — General origen de los indios. — Indígenas de Mindanao.—<br />
Razón «conñrmativa 1 56<br />
<br />
CAPÍTULO III. — Otras naciones que se han connaturalizado .en estas Islafi.<br />
Los moros. — Época de su venida. — Su establecimiento en esta tierra. — Cruzamiento de las razas. — Los chinos y japoneses. — Los naturales de Borneo. — Casos varios de otras gentes. — Origen de otros pueblos. — Observación. — Teoría geognosio-etnográfica. — Mestizos europeos. — Colonia europea 159<br />
<br />
CAPÍTULO IV. — Razas á que pueden reducirse los varios pueblos filipinos.<br />
Consideraciones preliminares. — Varias divisiones etnológicas. — Clasiíií'ación que adoptamos. — Observaciones 1 65<br />
<br />
Parte Segunda. — Etnología.<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Caracteres físicos de la raza negrita y distribución de la misma por el<br />
Archipiélago.<br />
Caracteres generales. — Paralelo con los papuas. — Refutación de los contrarios. — División de la raza. — Mamanuas. — Negritos mestizos de Albay. — Otras muchas clases. — Cuadro etnológico 169<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Descripción de los indonesianos y regiones que ocupan.<br />
Caracteres comunes. — Tribus indonesianas. — Sámales. — Bagobos. — Guiangas. — Atas. — Tagacaolos. — Tagabauas. — Manobos. — Mandayas. — Bilanes. — Manguangas. — Dulanganes. — Tagabelíes. — Monteses ó buquidnones. — Subanos. — Tirurayes. — Caláganes 174<br />
<br />
CAPÍTULO III. — CarfwfnrK de h( raza rnalat/ft y distrlhiirláti de hi iulsmff ffor el<br />
Archipiélago.<br />
I'Aginas. Caracteres principales. — División de la raza. — Primera subraza: Malayo-negritos (irayas, itetapanes, jíaddanes, ilonj^otes, bahigas, dunianíras, i))ila()s 6 italones, manguianes, isinayes, guinaanes, allabanes, apayaos, catatangis, adaugtas, abiinlones, calañas, (inianganes, calingas, bnquiles, aripas, igorrotes, tagbannas, tandolanos, tinitianos, bnlalacaunos, bnri(iues, busaos). — Cuadro etnológico 180<br />
<br />
CAPÍTULO IV — Pvímguc Ut (k¡<rrij)e}ón de hi raz(t malaya ¡^cgni} ,sr halla en FHijñná.^.<br />
Segunda subraza: Malayo-sinense. — Caracteres de bícoles y tagalos. — Los bisayas. — Otros caracteres y otras tribus (panipangos, pangasinanes é ilocanos, cimarrones, tinguianes, ifugaos, catalanganes, manguianes). — Tercera subraza: Malayo-mora, (moros de Joló, moros del río Grande, laguna de Lanao y bahía Illana, moros del seno de l)áva(j y otras tribus). — Cuadro etnológico. . 185<br />
<br />
Parte Tercera . — V/To LO( ; í a .<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Usos y costumbres de los negritos que f<e hallan en Filipinas.<br />
Costumbres nías comunes. — Costumbres de los attas. — Los negritos del Norte de Camarines. — Negritos de la isla de Negros 193<br />
<br />
CAPÍTULO II. — T w.s' // Costumbres de las frlha.^ hidonesianaí^.<br />
Observación. — Breve noticia de los monteses ó buquidnones de Mindanao. — Costumbres de los mandayas. — Los manobos. — Los bagobos. — Los sámales 197<br />
<br />
CAPÍTULO III. — (ieiilo y roí^tionbres de /o.s* moros.<br />
Observación. — Moros de Joló (su "régimen político, su genio y género de vida en general, traje, creencias, prácticas, jerarquía religiosa y supersticiones, armas y marina). — Los moros del río ÍTrande y laguna de Lanao (carácter, traje, armas más comunes y manera de gobierno). — Sámales Laút (traje, costumbres y observancias religiosas) 204<br />
<br />
CAPÍTULO IV. — Descripción general y condiciones morales de los indios civilizados.<br />
Observación. — Carácter de los indios. — Su habilidad. — Su manera de vida general y más propia. — Ocupaciones más nobles. — Varias de sus costumbres. — Conclusión 212<br />
<br />
Parte Cuarta. — Idiomografía.<br />
<br />
CAPÍTULO I. — De la antigua escritura de los pueblos filipinos.<br />
Observación. — La escritura primitiva. — Alfabeto único. — Comparación con otros alfabetos. — Ortografía del alfabeto filipino. — Reforma de la escritura tagala. — Dirección en que se trazaba la escritura. — La escritura moderna 221<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Relación que guardan entre si y con el malayo los diversos idiomas filipinos.<br />
Observación. — El idioma de los negritos. — Lenguas primitivas. ^Conexión entre estas lenguas y la mayala. — Refutación de los contrarios. — Vicisitudes del malayo 228<br />
<br />
CAPÍTULO III. — JlanHoíún (h las nti.'iíiKts hiHjtias cmmtn á lux funiHtit (jrdinaticahs.<br />
Páginas. Observación. — Partículas. — Estructura del nombre. — Forma del verbo. — Construcción de oraciones. — Cuadro comprativo de las mismas. — Oontirmación. — Conclusión 2.S4<br />
<br />
TRATADO II I. —ESTADO DK CULTURA. PuÓLOíio 241<br />
Pahtk Pkimkka. — Rkluiión.<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Introducción del O-Ixtiauimno cu Filipinas.<br />
Derecho que asistía á España para introducir el Evangelio en Filipinas. — Ex])edición de Magallanes. — Muerte de Magallanes y expedición de Villalobos. — Primeros ministerios apostólicos. — Expedición de Legazpi, conquista del Ari'hipiélago y primeros misioneros 248<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Propagucióu del Catolicismo en Filipinas.<br />
Dificultad de la empresa por las supersticiones y bárbaras costumbres de los indios. — Extiéndense por el Archipiélago los misioneros agustinos, franciscanos, jesuítas, dominicos y recoletos. — establecimiento de la jerarquía eclesiástica. — Fundación de las diversas diócesis. — Llegan á las Islas l(js Padres de la Congregación de San Vicente de Paúl, los capuchinos y los benedictinos. — Admirable transformación de Filipinas 247<br />
<br />
CAPÍTULO III. — Estado actual de la Religión Católica en Filipinas.<br />
Aumento progresivo de los católicos en Filipinas hasta 1898. — Estado actual del arzobispado de Manila y de los obispados de Cebú, Jaro, Nueva Cáceres y Nueva Segovia. — Estado de las corporaciones religiosas. — Espíritu religioso del país. — Esto supuesto ¿sería conveniente en Filipinas la libertad de cultos? . 258<br />
<br />
Parte Segunda. — Agricultura. Introducción. — Aspecto general. — División 269<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Camas del retraso agrícola en Filipinas.<br />
Poca población. — Poca actividad de la raza indígena. — Falta de vías de comunicación. — No aprovechar el agua de los ríos. — Imperfección de los aparatos agrícolas. — Falta de capitales. — El empirismo. — Consecuencias. — Inútiles esfuerzos de la Real Compañía de Filipinas. — Datos estadísticos 270<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Estado actiud de la agricultura.<br />
Observación. — Granja-modelo y estaciones agronómicas. — Agricultura y ganadería. — Principales productos del Archipiélago Filipino (arroz, abacá, algodón, azúcar, tabaco, añil, cacao, café, cocotero). — Ganadería (ganado caballar, ganado caraballar, ganado vacuno, ganado lanar, ganado cabrío y ganado de cerda) . — Aves de corral (gallinas, pavos y patos) 273<br />
<br />
CAPÍTULO III. — Medios para el buen desarrollo de la agricultura.<br />
Conocimientos necesarios. — Protección de parte de los gobernantes. — Vías de comunicación. — Combatir el empirismo. — Introducción y propagación de nuevos cultivos. — Atenciones especiales 283<br />
<br />
<br />
Parte Tercera. — Industria.<br />
Páginas.<br />
Introducción. — Idea gentíral. — I )i visión 287<br />
<br />
CAPÍTULO I . — Industrias Agrícolas.<br />
Principales industrias. — Industria tabacalera. — Industria del azúcar. — Industria del abacá. — Industria del añil. — Industrias alcohólicas. — Industrias de aceite. — Pilanderías de arroz. — Industria jabonera. — Industrias de harinas y féculas. — Fabricación de papel. — Fabricación de quesos. — Fabricación de curtidos. — Sericicultura. — Industria de la cochinilla 288<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Industrias manufactureras.<br />
Definición. — Fábricas de tejidos de abacá, pifia, seda y algodón. — Varios tejidos<br />
de Luzón, Panay y Cebú. — Industria de esteras, petates, sombreros y petacas. 294<br />
<br />
CAPÍTULO III. — Industrias mecánicas.<br />
Idea general. — Industria del carbón. — Industria del hierro. — Industria del oro. — Industria del cobre entre los igorrotes. — Cerámica. — Cordelería. — Muebles. — Serrerías. — Carrocería. — Otras varias industrias 297<br />
<br />
<br />
Parte Cuarta. — Comercio.<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Comercio exterior.<br />
Introducción. — Comercio general de importación y exportación en 1894 y promedio de 1889 á 1894. — Comercio general de importación y exportación en 1895.— Aduanas.— Carabineros.— Comercio de 1896 y 1897 803<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Comercio interior.<br />
Generalidades. — Datos estadísticos. — Estado actual 316<br />
<br />
CAPÍTULO III. — Instituciones más relacionadas con el comercio.<br />
Junta General de Agricultura, Industria y Comercio. — Cámara de Comercio. — Bolsa-lonja oficial de comercio. — Bancos 317<br />
Parte Quinta. — Obras v Servicios de Utilidad Pública.<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Vías de comunicación y servicio de transportes y correos.<br />
Vías de comunicación terrestres. — Carreteras. — Ferrocarril de Manila á Dagupan. — Ferrocarriles en proyecto. — Tranvías 321<br />
Servicio terrestre de correos. — Generalidades. — Línea del Noroeste de Luzón. — Línea del Nordeste de Luzón. — Línea del Sur de Luzón. — Línea del Este de Luzón 326<br />
VÍAS de comunicación y servicio de transportes y correos marítimos. — Vapores trasatlánticos con servicio de correos. — Vapores interinsulares con servicio de correos. — Vapores correos á Marianas y Carolinas. — Vapores sin servicio oficial de orreos 328<br />
Otras vías de comunicación. — Red telegráfica. — Cables submarinos. — Red telefónica. — Comunicaciones telegráficas postales 331<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Edificios públicos // otras construcciones.<br />
Páginas. Variar clases de edificios sepriin los materiales de construcción. — Inconvenientes en unos y otros materiales. — Edificios públicos. — Indicaciones. — Algunas apreciaciones. — Fortificaciones. — Puentes. — Construcciones en puertos de mar. — Otras construcciones marítimas de menor importancia. — Obras de canalización y conducción de aguas. — Aguas potables de Carrieilo 363<br />
<br />
CAPÍTULO III. — Instrucción pública.<br />
Enseñanza primaria. — Escuelas primarias de primera clase. — Escuelas primarias de segunda clase. — Escuelas primarias de tercera clase. — Junta administrativa. — Resultados obtenidos 341<br />
Secunda enseñanza de estudios (Generales y de aplicación. — Real Colegio de Santo Tomás. — Colegio de San Juan de Letrán. — Ateneo Municipal. — Seminarios conciliares. — Colegios privados. — Escuelas privadas de segunda enseñanza 342<br />
Enseñanza superior. — Universidad de Santo Tomás. — Antigua UniTersidad de San Ignacio. — Antiguo Colegio de San Josí'^ 345<br />
Escuelas profesionales y prácticas. — Escuela Normal de Maestros. — Escuelas prácticas y profesionales de Artes y Oficios. — Escuela Profesional de Náutica. — Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado. — Colegio de niños tiples 347<br />
Colegios para educación de niñas. — Escuela Normal de Maestras de Nueva Cáceres. — Escuela Normal Superior de Maestras de Manila. — Escuela Municipal de Manila. — Colegio de Santa Isabel. — Colegio de Santa Catalina. — Colegio de Santa Rosa. — Colegio de la Inmaculada Concepción ó de la Concordia. — Otros colegios de niñas 350<br />
Otras instituciones análogas. — Museo-biblioteca de Filipinas. — Sociedad<br />
Musical Filipina de Santa Cecilia. — Observatorio de Manila 353<br />
Algunas apreciaciones generales. — Profusión de la instrucción en Filipinas. — Resultados obtenidos. — Varias opiniones sobre la instrucción del pueblo filipino. — Capacidad intelectual de los filipinos. — Perversión moral atribuida á la supuesta excesiva profusión de la enseñanza. — Nuestro modo de pensar concreto sobre este particular 354<br />
<br />
CAPÍTULO IV. — Beneficencia.<br />
Hospitales. — Hospital de San Juan de Dios. — Hospital de San Lázaro. — Hospital de San José en Cavite. — Hospital de lazarinos en Cebú. — Hospital de lazarinos de Palestina en Ambos Camarines 358<br />
Hospicio y asilos. — Real Hospicio de San José. — Asilos de huérfanos de Tambóbong y de huérfanas de Mandaloyan. — Asilo de San Vicente de Paúl 361<br />
Otras instituciones benéficas análogas. — Casa de caridad de Cebú. — Real Casa déla Misericordia. — Centros de instrucción y beneficencia. — Asociaciones piadosas. — Establecimiento agrícola de niños rescatados en Tamontaca. — Monte de Piedad y Caja de Ahorros. — Conferencias de San Vicente de Paúl. . 362<br />
<br />
CAPÍTULO V. — Sanidad, higiene, policía y orden públicos.<br />
Sanidad é higiene. — Inspección general. — Médicos titulares y mediquillos. — Sanidad marítima. — Balnearios. — Lazareto. — Matronas. — Vacunadoree. — Colegio de farmacéuticos 365<br />
Policía y orden públicos. — Varios institutos. — Veterana. — Guardia municipal. — Servicio provincial de policía. — Policía secreta. — Guardia civil. — Tercios civiles de Mindanao. — Cuadrilleros. — Cuerpo de bomberos. — Alumbrado público 367<br />
<br />
<br />
Apéndice. — Expoí^inonrs fílipin(tí<.<br />
lYijíiiias.<br />
Exposición General de las Islas Filipinas en Madrid. — Exposición Regional de Filipina» M\<br />
<br />
TRATADO IV.— NOTAS IIISTÓRICO-CRONOLÓGICAS<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Primer período.<br />
Desde la expedición de Magallanes (1519) hasta el combate naval de Playa<br />
Honda (1617) :i75<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Segundo periodo.<br />
Desde el combate naval de Playa Honda (1617) hasta la destitución del gobernador Zabálburu (1709) . . . .\ 381<br />
<br />
CAPÍTULO III. — Tercer periodo.<br />
Desde la destitución del gobernador Zabálburu (1709) hasta la toma de Manila por los ingleses (1762 ) '^89<br />
Capítulo IV. — Cuarto periodo.<br />
Desde la toma de Manila por los ingleses (1762) hasta la sedición de Tayabas<br />
(1841 ) 394<br />
<br />
CAPÍTULO V. — Quinto periodo.<br />
Desde la sedición de Tayabas (1841) hasta el gobierno de D. Diego de los Ríos, último gobernador general español en las Islas Filipinas (1899) 401<br />
<br />
TRATADO V.— OROGRAFÍA.<br />
Prólogo -1^17<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Frincipale.^ .s'/.s-Zí^í/vr/.v (h' )iiO)itañaf^.<br />
Sistema de los Caraballos en la isla de Luzón —Núcleo del sistema.— Caraballos Occidentales.— Sierra Madre.— Cordillera del Este y del Sudeste.— Montes más notables -119<br />
Sistema de la isla de Mindoro.— Vértice del sistema.— Cordillera Septentrional. — Cordillera Oriental. — Cordillera Occidental 422<br />
Sistemas de Negros y Pana y en las islas Bisayas. — Cadena orográfica de Negros.— Cordillera principal de Panay.— Ramificaciones.— Picos más notables "^-^^<br />
Sistema de la isla de Mindanao. — Idea general del sistema. — Cordillera Oriental.— Cordillera Centro-Oriental.— Cordillera Centro-Occidental.— Cordillera Occidental. — Montes más encumbrados 425<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Cordíllerai^ de .'segundo // de tercer orden.<br />
Isla de Luzón.— Cordillera de Zambales.— Cordilleras de Tagaytay y Maquíling 429 Islas adyacentes á Luzón.— Batanes y Babuyanes. — Burias. — Masbate.—<br />
Ticao. — Polillo. — Catanduanes -^30<br />
Islas adyacentes á Mindoro.— Marinduque. — Calamianes 431<br />
Islas Bisayas.— Samar.— Leyte.—Biliran.— Cebú.— Bohol.—Siquijor.— (iui<br />
marás.— Tablas. — Romblón.— Sibuyán 432<br />
Islas adyacentes á Mindanao y demás (jrupos del Sur. — Dinágat. — Siargao. —<br />
Camiguín.— Basilan. — Joló.— Tawi-tawi.— Paragua.— Balábac 434<br />
<br />
CAPÍTULO III. — ]'(>l('(im:^.<br />
Sistemas dk voiaanks. — Influencia volcánica en la estructura del suelo íilipino. — Sistema volcánico del Taul. — Sistema volcánico del Mayón. — Sentencia unitaria. — Número y división de los volcanes íilipinos 4.*i7<br />
Voix ANKs ACTIVOS. — ^ravóii, — Taul. — Racón. — Bulusan. — Babuyán. — Camiguíii de Babuyanes. — Didica. — Canlaón ó Malaspina. — Camiguín del Sur. — Apo. — ^lacaturín 4.S8<br />
Volcanes a pagados. — Cana. — Aráyat. — ^laíjuíling. — Banajao. — Isarog. — Triga y Masaraga. — Amandiuing, — ]\Iagaso. — Diuata. — Calayo. — Matútum.^ — Butulan. — Sarangani 441<br />
<br />
TRATADO VI.— HIDRCHfRAFÍA. Prólogo 445<br />
Parte Primera. — Hidroíírafía ^Marítima.<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Isla de Luzón y (tdijacentcK,<br />
Ista de Luzón. — Golfo. — Bahías. — Senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. — Cabos y puntas 447<br />
Archipiélagos de Batanes y Baruyanes é islas de Polillo y Catandua<br />
NES. — Bahías. — Ensenadas. — Puntas 460<br />
Isla de Mindoro y adyacentes. — Senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. — Cabos y puntas 461<br />
Islas de Burias, Masbate y Ticao. — Senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. — Puntas 4t)5<br />
<br />
CAPÍTULO II. — /.s'/rr.s' B'miii<ix.<br />
Archipiélago de Romblón. — Islas princi|)ales del grupo. — Senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. — Puntas 466<br />
Isla de Pana y y adyacentes. — Senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. —<br />
Puntas 468<br />
Isla de Negros. — Senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. — Puntas 470<br />
Isla de Cebú. — Senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. — Puntas 471<br />
Isla de Bohol y adyacentes. — Senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. — Puntas 473<br />
Isla de Samar y adyacentes. — Bahías, senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. — Cabos y puntas 475<br />
Isla de Leyte y adyacentes.— Bahías, senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. — Puntas 477<br />
<br />
CAPÍTULO III. — Isla de Mindayiao y adyacentes.<br />
MiNDANAO. — Bahías. — Senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. — Cabos y<br />
puntas 480<br />
Islas adyacentes. — Bahías. — Puertos y fondeaderos. — Puntas 486<br />
<br />
CAPÍTULO IV. — Ardiipiélago de loló é islas de la Paragua y Balál^ac.<br />
Archipiélago de Joló. — Senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. — Puntas. 487 Isla de la Paragua. — Bahías, senos y ensenadas. — Puertos y fondeaderos. —<br />
Cabos y puntas. 489<br />
Isla de Balábac. — Bahías y senos. — Fondeaderos. — Cabos 492<br />
22823 II<br />
<br />
CAPÍTULO V. — Marei^, (•<(nales, fstreclios, jxa^os ij s¡l(in(j<ti<.<br />
Páginas. Observación. — Mares. — ( 'anales. — Kstre(*h()s. — Pascas. — Silangas 493<br />
<br />
}*AKTK Skíu'Nda. — Hii)H()(;hafía Tkhkestke.<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Ríos y Imjimas.<br />
LuzÓN. — Cuatro ríos ])rin('¡pales. — Cuenca del río (Irande (\i\ Ca^rayán. — Cuenca del Agno CJrande. — ('uenca del Abra. — Cuenca del río Grande de la Pampanga. — Los ríos (Vuiit, Pásig, Bícol é Innis. — Ríos menos importantes. — Lagunas de Hay y de Bombón. — Otras lagunas notables 497<br />
Islas ai)yacentp:s á Luzón. — Mindoro. — Masbate. — (yatanduanes. — Polillo 503<br />
Islas Bisa y as. — Panay. — Isla de Negros. — Isla de CeVni. — Isla de Samar. —<br />
Leyte. — Bohol. — Sibuyán 503<br />
MiNDANAo. — Cuenca del río Grande ó Pulangui. — Cuen(;adel Agusan. — Los ríos<br />
Tagoloan y Cagayán. — Ríos menos importantes. — Lagunas 508<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Aguas in'mrro-)ned¡cinales.<br />
Idea general de los manantiales filipinos. — Existencia de manantiales.— Estudios practicados. — Tabla de los manantiales analizados. — Manantiales de constitución desconocida. — Nota termo-mineral 514<br />
Propiedades terapéuticas de algunos manantiales. — Aguas acídulas, carbónicas, ferruginosas y bicarbonatadas. — Aguas alcalino-bicarbonatadas. — Aguas sulfuroso-sulfhídricas. — Aguas bicarbonatadas mixtas. — Aguas sulfatado-sódicas. — Aguas cloruro-sódicas. — Aguas cloruradas, sódico-cálcicas. — Aguas cloruradas, sódicas, bicarbonatadas y calcicas. — Aguas sulfatadas, calcicas, cloruradas y sódicas 520<br />
Apéndice.<br />
Observación. — Alumbrado marítimo. — Faros de costa en servicio el día V. de Enero de 1898. — Situación de las luces locales de estas Islas el día 1". de Enero de 1898. — Servicio semafórico 525<br />
<br />
TRATADO VIL— GEOGNOSIA. Prólogo '. 535<br />
Parte Primera. — Mineralografía.<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Elementos de las rocas fundamentales.<br />
Elementos silicatados de las rocas acidas. — Familia Cuarzosas (cuarzo y ópalo).— Familia Feldespáticas (feldespato ortosa, obsidiana, piedra pómez y andesita). — Familia Micas (mica) 537<br />
Elementos silicatados de las rocas básicas. — Familia Amfibólicas (amfíboles,<br />
piroxenos y eustatita). — Familia Peridoto (olivino) 540<br />
Silicatos de metamorfismo. — Observación. — Familia de los silicatos de alúmina hidratada. — Familia de los silicatos hidratados de alúmina y otras bases . 541<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Elementos de yacimientos minerales.<br />
División — Nitratos (nitro ó salitre). — Carbonatos (calcita y aragonito). — Sulfates (barita, alumbre, yeso, epsomita y anhidrita ó karnstenita). — Cloruros (cloruro sódico) 543<br />
<br />
(\\i'ÍTri.o 1 II. — Mijicnilts init<'i/ic(ts.<br />
MlNEKALIZADOKES. — Aziifiv. — KstibiiiH 547<br />
^Ietales i'HoiMAMENTE DICHOS. — ()l)ser\ ucióii. — MiiuM*íiU's (U» Int^rro (pirita, magnetita, oligisto, limonita y siderosa). — Zinc (blenda y oalamina).— Plomo (galena y eroeoísa). — Minerales de cobre (cobre nativo, calcosina, filipsita, calcoj)irita, panabasa, fenantita, cuprita, malaquita, azurita y cianosa). — Mercurio nativo. — Plata. — Oro. — Criaderos de oro 548<br />
('a rÍTCLo I V. — Minerales ronihvxdhlcs.<br />
División. — Carbón (lignito). — Carburos (i)etróleo, asfalto y resinas). — Islas (pie contienen criaderos minerales 557<br />
Parte Secunda. — Petroííkakía.<br />
CAPÍTrLo I. — Conipimdón de l<t corteza (erresfre.<br />
Rocas J)e orkíen interno. — Observación. — Rocas antiguas. — Rocas modernas. 5()1 Rocas J)EL terreno primitivo. — Idea general del terreno j)riniitivo. — (ineis y<br />
pizarras 5()4<br />
<br />
CAPÍTULO II. — J\()('<is <íe ori</eii e.rlenio ó de tf(trinnentu.<br />
Rocas terciarias. — Luzón. — Cebú. — Panay 5()5<br />
Rocas sedimentarias modernas. — Luzón. — Cebú. — Panay. — Mindanao 567<br />
<br />
CAPÍTULO III. — Resioneii de l<(i< formaciouex (/eo/óginií^ Jil¡pÍ7taf<.<br />
Clasificación de la rocas. — Observación. — Luzón. — Cebú. — Panay 569<br />
Terrenos comprobados en el Archipiélaíío. — Observación acerca de las formaciones antiguas. — Terrenos terciarios. — Formación volcánica. — Terrenos arcillosos y coralíferos. — Origen del Archipiélago 570<br />
<br />
TRATADO VIII.—FITOGRAFÍA. Próloíío 575<br />
<br />
CAPÍTULO I. — Plantas grammeas.<br />
Principales especies. — Palay ó arroz. — Maíz. — Zacate. — Cogon. — Sorgo. ^ Bambú 577<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Legumbres, tubérculos, raíces i/ piar das de huerta.<br />
Legumbres. — Especies del género Fhaseolus. — Otras especies 581<br />
Tubérculos. — Definición. — Camote. — Patata 581<br />
Raíces. — Gabe y Badiang. — Otras especies 582<br />
Plantas de huerta. — Principales especies cultivadas en Filipinas 583<br />
<br />
CAPÍTULO III. — Plantas textiles.<br />
Idea general. — Abacá. — Algodonero. — Pina. — Ramio. — Pita. — Cabo-negro. — Bejuco. — Pandan, biri y nito 584<br />
<br />
CAPÍTULO IV. — Plantas oleaginosas. Idea general. — Cocíotero. — Sésamo. — Lumbán. — Ricino. — Maní 590<br />
<br />
CAPÍTULO V. — Plantas t'rntóreaH y frailan.<br />
I'áííiiias. Plantas tintóreas. — Idea «jjeneral. — Añil. — Sibucao. — Alazor. — Aguisip y l)an<br />
curo. — Bacauan. — Balantí y cunialón. — Salicsicaii y otras 595<br />
Féculas. — Idea general. — Yuea. — Sagú ó arrovv-root. — Burí. — l^agsang. —<br />
Lumbia. — Cauong. — Pagaban 59.S<br />
<br />
CAPÍTULO VI. — ]*lantas sacar imifi y (tlcohóliras.<br />
Plantas sacarinas. — Idea general. — Caña de azúcar. — Sorgo azucarado 602<br />
Plantas a lcoiiólicas. — Idea general. — Ñipa. — Cocotero. — Burí. — ('auong y<br />
pagaban. — Maíz y otras 604<br />
<br />
CAPÍTULO VII. — Plantas aromáticas.<br />
Tabaco. — Café. — Cacao. — Nuez moscada. — Canela. — Pimienta. — Betel ó itmó. —<br />
Buyo de anís 608<br />
<br />
CAPÍTULO VII. — Plantas medicinales.<br />
Observación. — Plantas para enfermedades de la cabeza (ricino, balocanad y dacdac). — Plantas para enfermedades del aparato digestivo (salibutbut, taguipasín, maisipaísi, bacao, bahay; maragaat, paetán, sambonga y tangulón). — Plantas para enfermedades del aparato circulatorio (sibucao, cumalibquib y balangón) — Plantas para enfermedades del aparato sensorial (tuyucan y haulig). — Plantas para enfermedades cutáneas (culasi, canumay, bagnoto, panjantolón, bauag, busalas y otras). — Plantas para enfermedades de parto (taraje y alagtayo). — Plantas contra venenos (manungal, palagnigan, calasusi y bagosabag). — Plantas febrífugas (tambalaguisa, macabuhay y dita). — Plantas diuréticas (polotan, palo-santo, naguini y languingui). — Plantas para varios usos (pilipog y pepita de San Ignacio) — Observación 618<br />
<br />
CAPÍTULO IX. — Arboles friitales.<br />
Familia Anacardiáceas (mangas y mam pon) . — Familia Anonáceas (anonas, ates, etc.). — Familia Ebenáceas (mabolo, sapote, pagapat, etc.). — Familia Geraniáceas (balimbing y camias). — Familia Gutíferas (mangostán). — Familia Meliáceas (lanzón y santol). — Familia Mirtáceas (macupa, tampoy, duhat y guayabo). — Familia Musáceas (plátano). — Familia Pasiflóreas (papaya). — Familia Kutáceas (naranjos y limonero). — Familia Sapotáceas (chicos). — Familia Urticáceas (nangca, higuera, etc. ). — Varias especies silvestres 625<br />
<br />
CAPÍTULO X. — Varios productos vegetales.<br />
Esencias. — Idea general. — ílang-ílang. — Sampaguita. — Champaca 530<br />
Resinas. — Idea general. — Árboles resiníferos. — Almácigas. — Gomo-resinas. — Gutapercha. — Cera vegetal 631<br />
<br />
CAPÍTULO XI. — Arboles maderables.<br />
Relación de las principales especies y sus propiedades 634<br />
<br />
CAPÍTULO XII. — Plantas y árboles de adorno. Relación de las principales especies - - - - - - 651<br />
<br />
<br />
CAPÍTULO I X.— Z( )( H i HA FÍA. Phó !>()(;() ^>57<br />
División. — Desdentados. — (Vtííceos. — Perisodííctilos. — Artiodáctilo!;^ (Paqnidernios. Rumiantes). — Roedores. — Inseetívoros. — Pinnipedos. — Fieras. — (Quirópteros. — Prosíniidos. — Primates H59<br />
<br />
CAPÍTULO II. — Atr.^.<br />
l*almíj)edas. — Zancudas. — Pájaros (Tenuirostros, Fisirostros, Dentirostros,(V)nirostros). — Trepadoras (Sindáctilas, Sijíodáctilas) . — Rapares. — Corredoras. — Prehensoras <><)(><br />
<br />
CAPÍTULO III. — B('/>(¡l('s V h(ffr((cl()s.<br />
Ofidios (Pitónidos, Coliibridos, Flá})idos, ViiH'ridos, l^seoleeófidos). — Saurios<br />
((iecónidos, Lacértidos, I^rujinidos). — Kmidosauros. — (¿uelonios. — Batracios. íwíi<br />
<br />
CAPÍTULO IV. — IWcs.<br />
División. — Selacios. — Teleósteos (Ple^to<rnatos, Lofobranquios, Fisóstomos,<br />
Anacííntidos, Acantój)teros ) (>78<br />
<br />
CAPÍTULO V. — Articula(l()í<.<br />
Artrópodos. — Idea general. — Crustáceos. — Arácnidos. — Miriápodos. — Hexápodos (Dípteros, Hemípteros, Lepidópteros, llimenópteros, Neurópteros, Ortópteros, Coleópteros) <)S1<br />
Gusanos. — Carácter general y división. — (insanos planos. — Cúsanos cilindricos. — Rotatorios. — Anélidos (Tubícolas, Dorsibranquios, Abrauíjuios) <)95<br />
<br />
CAPÍTULO VI. — Mohiscoi^.<br />
Idea general y división. — Lamelibranquios (Monomiarios, Dimiarios). — Gasterópodos (Pterópodos, Plátidos, Heterópodos). — Cefalópodos (Dibranquios, Tetrabranquios ) <)97<br />
<br />
CAPÍTULO VII — Radiadoi< y Protózooii.<br />
Radiados. — Caracteres generales. — Celentéreos ( F^spongiarios, Pólipos, Corales, Hidromedusas, F^ctenóforos). — F^quinodermos (Crinóideos, Asteróideos, Equinóideos, Holotúridos) 702<br />
Protozoos. — División. — Protistos. — Rizópodos. — Infusorios 707<br />
<br />
<br />
LÁMINAS..<br />
<br />
<br />
(^()K()(íKAFIA.<br />
LÁM1NA 1 . Atas Portada.<br />
1 1. Balsas de cañas 04<br />
I II. Rastreando 44<br />
IV. Plantando ])alay 4()<br />
V. Palay en sazón 48<br />
VI. Acarreando gavillas de })alay 50<br />
VIL Amontonando gavillas de })alay 52<br />
VIII. Cueva de Biacnabató 54<br />
IX. Manila 58<br />
X. Puente de España, Manila W<br />
XI. Puente de Ayala, ]\íanila (K)<br />
XII. Calle de la Escolta, .Alanila 60<br />
XIII. Barrio de Tondo, Manila 60<br />
XIV. Barrio de Paco, Manila ()0<br />
XV. Calle de Aviles inundada, Manila 60<br />
XVI. Calzada inundada, ^lanila 60<br />
XVIT. Trasladando zacate en canoas (estero de Manila) 62<br />
XVIII. Balsas de caña y bancas en la playa de Malabon 62<br />
XIX. Tagalos trasladando un piano 62<br />
XX. Salinas en la provincia de Cavile 62<br />
XXI. Instrumentos de pesca 64<br />
XXII. Pescando con salambao 64<br />
XXIII. Cascos y balsas 66<br />
XXIV. Isla de Talim 66<br />
XXV. Río Botocan 68<br />
XXVI. Cascada en el río Botocan (Majayjay ) 68<br />
XXVII. Río Botocan (cerca de la cascada) 68<br />
XXVIII. Parao con batangas 70<br />
XXIX. Serrando maderos para cascos 72<br />
XXX. Chinos serrando 72<br />
XXXI. Casco preparado para el calafateo 74<br />
XXXII. Reparando un casco 76<br />
XXXIII. Cascos del gobierno 78<br />
XXXIV. IsladeCuyo 92<br />
XXXV. Castillo de Cebú levantado por el P. Campión, S. J 110<br />
XXX VI. Castillo de Zamboanga 126<br />
XXXVII. Vista de Ayala 1 28<br />
XXXVIII. Puerto y pueblo de Nasipit (N. Mindanao) 130<br />
XXXIX. Alberique (Dávao) 130<br />
XL. Pantalán de Mati (Mindanao) 130<br />
XLI. Cotabato (Mindanao) 132<br />
XLII. Fuerte de Reina Regente y río Pulangui 132<br />
XLIII. Fuerte de Reina Regente 132<br />
IViv'iims.<br />
LÁMINA XLIV. Fuerte de Ixíbac \',>2<br />
XLV. Isabela de Hasilan 134<br />
XLVI. Hospital naval de Isabela de Basilaii \:\4<br />
XLVII. Calle de Joló 140<br />
XLVI 11. Casa principal de Joló 140<br />
XLIX. Semáforo de la Estación Naval de Bahtbac 14()<br />
<br />
ltn(x;kafía.<br />
LÁMINA I . Negritos 1 r)4<br />
IL Ranchería de inonts en el río Pulan<íni KU)<br />
III. Mestizos I ()4<br />
IV. Aetas de ^lariveles 1 70<br />
V. Taga(!aolos 1 7()<br />
VI. Dulanganes 1 78<br />
VIL Tirurayes I SO<br />
VIH. Mujeres nianguianes 1 82<br />
IX. Grupo de nianguianes 1 82<br />
X. Tipos malayo-sinense y malayo-negrito LS()<br />
XL Tinguianes 188<br />
XII. Manguianes cerca de su (;hoza 188<br />
XIII. Dato joloano con sus hijos 190<br />
XIV. Ranchería de moros en la islita de Bilanlnlan 190<br />
XV. Mozos moros 190<br />
XVI. Moros del interior 190<br />
XVII. Choza improvisada 194<br />
XVIII. Grupo de negritos 196<br />
XIX. Altar que usan los monteses y otros i úñeles 202<br />
XX. Bagobos de las faldas del Apo 202<br />
XXL Bagobo asesino 202<br />
XXII. Altar bagobo 202<br />
XXIII. Moro joloano montado 204<br />
XXIV. Morosde Joló 206<br />
XXV. IMoro joloano (;on bolo y cris 208<br />
XXVI. Datos moros del Pulangui 210<br />
XXVII. Dato moro de Basilan 210<br />
XXVIII. El dato Pedro Cuevas con su familia 212<br />
XXIX. Moros yacanes 212<br />
XXX. Vinta de moros 212<br />
XXXI. Modo de llevar los niños 214<br />
XXXII. Mujer filipina con sus hijos 214<br />
XXXIII. Elaborando cigarros 214<br />
XXXIV. Filipino preparando el techo de una casa 216<br />
XXXV. Armazón de una casa de indios 216<br />
XXXVI. Casa de indios en construcción 216<br />
XXX VIL Casa de indios con cubierta de cogon 216<br />
XXXVIII. Una casa y familia de indígenas 216<br />
XXXIX. Casas de moros 216<br />
XL. Cortijo de moros 216<br />
XLL Pescando en un estero 218<br />
XLII. Carretones de Manila 218<br />
XLIIL Calesa 218<br />
XLIV. Carruaje europeo tirado por haca filipina 218<br />
VAghuis.<br />
Lamina XLV. C'ocliero íilipino 21 S<br />
XLVI. (/aiToiimta 21S<br />
XLVII. ("arretón 218<br />
XLVIII. Cal)alleriza 218<br />
XLIX. Indias lavando 220<br />
L. Secando carne de carabao 220<br />
LI. Vendedora tajrala 220<br />
LII. Mnjer tagala 220<br />
LI II-LI V. Indios lecheros 220<br />
LV. Cama usada en Filipinas 220<br />
LVI. Armas filipinas 220<br />
<br />
ESTADO DE CULTURA.<br />
Lamina L Misionero catequizando indios 246<br />
11. Iglesia de Mati (Mindanao) en construcción 248<br />
I II. Iglesia de Santa María, Zamboanga 250<br />
IV. Casa-misión de Joló 252<br />
V. Iglesia de Joló 254<br />
VI. Procesión en el pueblo de Bólong, Zamboanga 250<br />
VIL Iglesia de Tetuán, Zand)oanga 258<br />
VIH. Panigayan 260<br />
IX. Bautismo de moros 26()<br />
X. Kastro filipino 270<br />
XI. Arado filipino 272<br />
XIL Ganadería 276<br />
XIII. Secando tabaco 288<br />
XIV. Secandí > a/Aicar 290<br />
XV. Secando abacá 290<br />
XVI. Secando pieles de carabao 294<br />
XVII. Horno de ladrillos 302<br />
XVIII. Iglesia de Zamboanga 334<br />
XIX . Iglesia de San Sebastián, Manila - 334<br />
XX. Iglesia de Mercedes, Zamboanga 336<br />
XXL Catedral de Manila 336<br />
XXII. Puente de Palo (Ley te) 338<br />
XXIII. Puente de España, Manila 340<br />
XXIV. Arrastrando un madero para construir la escuela de Mercedes<br />
(Zamboanga) 342<br />
XXV. Escuela de Mercedes en construcción 342<br />
XX VI. Niños y niñas yendo á la escuela (Tetuán) 342<br />
OROGRAFÍA.<br />
Lámina I. Montes notables de Filipinas 418<br />
II. Volcán Apo , 440<br />
<br />
HIDROGRAFÍA.<br />
LÁMINA I. Bahía de Manila 448<br />
II. Bahía de Manila 448<br />
III. Bahía de Pujaga (Mindanao) 480<br />
IV. Puerto de la Caldera, Zamboanga 482<br />
V. Punta Sipaca 486<br />
VI. Puerto Princesa 492<br />
Páginas.<br />
LÁMINA VII. RÍO Pinacanauán 498<br />
VIII. Río Grande de la Pampanga 500<br />
IX. Río Páfiig (cerca de Culi-culi) 502<br />
X. Río Pásig (cerca de la laguna de Bay) 502<br />
XI. Río Grande ó Pulangui ( Mindanao) 508<br />
XII. Desembocadura del río Agusan 510<br />
<br />
FITOGRAFÍA.<br />
LÁMINA I. Arando un campo de palay 578<br />
II. Plantando palay 578<br />
IIL Arrozales 578<br />
IV. Segando palay 578<br />
V. Transportando palay 578<br />
VI. Palay agavillado 578<br />
VIL Plantando zacate 580<br />
VI 1 1. Zacatal 580<br />
IX. Zacate en pinga 580<br />
X. Cañaveral 580<br />
XI. Cañas (cauáyang-totoó) 580<br />
XII. Transportando cañas 580<br />
XIII. Campos de hortalizas (Santa Ana) 582<br />
XIV. Niños tagalos llevando hortalizas á Manila 582<br />
XV. Bejucos 588<br />
XVI. Acarreando ñipa 604<br />
XVII. Plantación de tabaco y colonos de una hacienda 608<br />
XVIII. Chino llevando plátanos 628<br />
XIX. Palma bonga de Joló 632<br />
XX. Balete y sementera de tabaco 638<br />
<br />Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-57065224751153956222013-04-09T19:08:00.000+08:002013-10-14T11:07:07.364+08:00Filipinas dentro de cien años<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVmVq76YKAmLBZnpgeOgsAvI9bezGYTAIP9ItcaWKqrg6X0GDIoq6BwjvELiuOD_e2C8jPb4kqkY-LYs6YDHTc_ExqKtiR7QchFU18HDB6Yq3Lim0dU0J7r3xc5HuoV3fDaXBNbWNglnw/s1600/Filipinas-dentro-de-cien-a%C3%B1os.gif" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVmVq76YKAmLBZnpgeOgsAvI9bezGYTAIP9ItcaWKqrg6X0GDIoq6BwjvELiuOD_e2C8jPb4kqkY-LYs6YDHTc_ExqKtiR7QchFU18HDB6Yq3Lim0dU0J7r3xc5HuoV3fDaXBNbWNglnw/s1600/Filipinas-dentro-de-cien-a%C3%B1os.gif" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><b><i>Filipinas Dentro De Cien Años (Estudio Politico-Social)</i></b></td></tr>
</tbody></table>
<br />
<br />
Publicado en el quincenario «La Solidaridad»<br />
(Septiembre 1889 - Enero 1890.)<br />
Ahora reimpreso por primera vez.<br />
Año de 1905.<br />
<br />
<br />
<br />
I<br />
<br />
Siguiendo nuestra costumbre de abordar de frente las más árduas y delicadas cuestiones que se relacionan con Filipinas, sin importarnos nada las consecuencias que nuestra franqueza nos pudiera ocasionar, vamos en el presente artículo á tratar de su porvenir.<br />
<br />
Para leer en el destino de los pueblos, es menester abrir el libro de su pasado. El pasado de Filipinas se reduce en grandes rasgos á lo que sigue:<br />
<br />
Incorporadas apenas á la Corona Española, tuvieron que sostener con su sangre y con los esfuerzos de sus hijos las guerras y las ambiciones conquistadoras del pueblo español, y en estas luchas, en esa crisis terrible de los pueblos cuando cambian de gobierno, de leyes, de usos, costumbres, religión y creencias, las Filipinas se despoblaron, empobrecieron y atrasaron, sorprendidas en su metamorfosis, sin confianza ya en su pasado, sin fe aun en su presente y sin ninguna lisonjera esperanza en los venideros días. Los antiguos señores, que sólo habían tratado de conquistarse el temor y la sumisión de sus súbditos, por ellos acostumbrados á la servidumbre, cayeron como las hojas de un árbol seco, y el pueblo, que no les tenía ni amor ni conocía lo que era libertad, cambió fácilmente de amo, esperando tal vez ganar algo en la novedad.<br />
<br />
Comenzó entonces una nueva era para los Filipinos. Perdieron poco á poco sus antiguas tradiciones, sus recuerdos; olvidaron su escritura, sus cantos, sus poesías, sus leyes, para aprenderse de memoria otras doctrinas, que no comprendían, otra moral, otra estética, diferentes de las inspiradas á su raza por el clima y por su manera de sentir. Entonces rebajóse, degradándose ante sus mismos ojos, avergonzóse de lo que era suyo y nacional, para admirar y alabar cuanto era extraño é incomprensible; abatióse su espíritu y se doblegó.<br />
<br />
Y así pasaron años y pasaron siglos. Las pompas religiosas, los ritos que hablan á los ojos, los cantos, las luces, las imágenes vestidas de oro, un culto en un idioma misterioso, los cuentos, los milagros, y los sermones fueron hipnotizando el espíritu, supersticioso ya de por sí, del país, pero sin conseguir destruirlo por completo, á pesar de todo el sistema después desplegado y seguido con implacable tenacidad.<br />
<br />
Llegado á este estado el rebajamiento moral de los habitantes, el desaliento, el disgusto de sí mismo, se quiso dar entonces el último golpe de gracia, para reducir á la nada tantas voluntades y tantos cerebros adormecidos, para hacer de los individuos una especie de brazos, de brutos, de bestias de carga, así como una humanidad sin cerebro y sin corazón. Entonces díjose, dióse por admitido lo que se pretendía, se insultó á la raza, se trató de negarle toda virtud, toda cualidad humana, y hasta hubo escritores y sacerdotes que, llevando el golpe más adelante, quisieron negar á los hijos del país no sólo la capacidad para la virtud, sino también hasta la disposición para el vicio.<br />
<br />
Entonces esto que creyeron que iba á ser la muerte fué precisamente su salvación. Moribundos hay que vuelven á la salud merced á ciertos medicamentos fuertes.<br />
<br />
Tantos sufrimientos se colmaron con los insultos, y el aletargado espíritu volvió á la vida. La sensibilidad, la cualidad por excelencia del Indio, fué herida, y si paciencia tuvo para sufrir y morir al pie de una bandera extranjera, no la tuvo cuando aquel, por quien moría, le pagaba su sacrificio con insultos y sandeces. Entonces examinóse poco á poco, y conoció su desgracia. Los que no esperaban este resultado, cual los amos despóticos, consideraron como una injuria toda queja, toda protesta, y castigóse con la muerte, tratóse de ahogar en sangre todo grito de dolor, y faltas tras faltas se cometieron.<br />
<br />
El espíritu del pueblo no se dejó por esto intimidar, y si bien se había despertado en pocos corazones, su llama, sin embargo, se propagaba segura y voraz, gracias á los abusos y á los torpes manejos de ciertas clases para apagar sentimientos nobles y generosos. Así cuando una llama prende á un vestido, el temor y el azoramiento hacen que se propague más y más, y cada sacudida, cada golpe es un soplo de fuelle que la va á avivar.<br />
<br />
Indudablemente que durante todo este período ni faltaron generosos y nobles espíritus entre la raza dominante que trataran de luchar por los fueros de la justicia y de la humanidad, ni almas mezquinas y cobardes entre la raza dominada que ayudaran al envilecimiento de su propia patria. Pero unos y otros fueron excepciones y hablamos en términos generales.<br />
<br />
Esto ha sido el bosquejo de su pasado. Conocemos su presente. Y ahora, ¿cuál será su porvenir?<br />
<br />
¿Continuarán las Islas Filipinas como colonia española, y, en este caso, qué clase de colonia? ¿Llegarán á ser provincias españolas con ó sin autonomía? Y para llegar á este estado, ¿qué clase de sacrificios tendrá que hacer?<br />
<br />
¿Se separarán tal vez de la Madre patria para vivir independientes, para caer en manos de otras naciones ó para aliarse con otras potencias vecinas?<br />
<br />
Es imposible contestar á estas preguntas, pues á todas se puede responder con un sí y un no, según el tiempo que se quiera marcar. Si no hay un estado eterno en la naturaleza, ¡cuánto menos lo debe de haber en la vida de los pueblos, seres dotados de movilidad y movimiento! Así es que para responder á estas preguntas es necesario fijar un espacio ilimitado de tiempo, y con arreglo á él tratar de prever los futuros acontecimientos.<br />
<br />
La Solidaridad; núm. 16: Barcelona, 30 septiembre 1889.<br />
<br />
<br />
II<br />
<br />
¿Qué será de las Filipinas dentro de un siglo?<br />
<br />
¿Continuarán como colonia española?<br />
<br />
Si esta pregunta se hubiera hecho tres siglos atrás, cuando, á la muerte de Legazpi, los malayos filipinos empezaron poco á poco á desengañarse, y encontrando pesado el yugo intentaron vanamente sacudirlo, sin duda alguna que la respuesta hubiera sido fácil. Para un espíritu entusiasta de las libertades de su patria, para uno de aquellos indomables Kagayanes que alimentaban en sí el espíritu de los Magalats, para los descendientes de los heroicos Gat Pulintang y Gat Salakab de la provincia de Batangas, la independencia era segura, era solamente una cuestión de entenderse y de tentar un decidido esfuerzo. Empero, para el que, desengañado á fuerza de tristes experiencias, veía en todas partes desconcierto y desorden, apatía y embrutecimiento en las clases inferiores, desaliento y desunión en las elevadas, sólo se presentaba una respuesta y era: tender las manos á las cadenas, bajar el cuello para someterlo al yugo y aceptar el porvenir con la resignación de un enfermo que ve caer las hojas y presiente un largo invierno, entre cuyas nieves entrevé los bordes de su fosa. Entonces el desconcierto era la razón del pesimismo; pasaron tres siglos, el cuello fuése acostumbrando al yugo, y cada nueva generación, procreada entre las cadenas, se adaptó cada vez mejor al nuevo estado de las cosas.<br />
<br />
Ahora bien; ¿encuéntranse las Filipinas en las mismas circunstancias de hace tres siglos?<br />
<br />
Para los liberales Españoles el estado moral del pueblo continúa siendo el mismo, es decir, que los Indios filipinos no han adelantado; para los frailes y sus secuaces, el pueblo ha sido redimido de su salvajismo, esto es, ha progresado; para muchos Filipinos, la moral, el espíritu y las costumbres han decaído, como decaen todas las buenas cualidades de un pueblo que cae en la esclavitud, esto es, ha retrocedido.<br />
<br />
Dejando á un lado estas apreciaciones, para no alejarnos de nuestro objetivo, vamos á hacer un breve paralelo de la situación política de entonces con la del presente, para ver si lo que en aquel tiempo no ha sido posible, lo será ahora, ó viceversa.<br />
<br />
Descartémonos de la adhesión que pueden tener los Filipinos á España; supongamos por un momento con los escritores españoles que entre las dos razas sólo existen motivos de odio y recelo; admitamos las premisas cacareadas por muchos de que tres siglos de dominación no han sabido hacer germinar en el sensible corazón del Indio una semilla de afección ó de gratitud, y veamos si la causa española ha ganado ó no terreno en el Archipiélago.<br />
<br />
Antes sostenían el pabellón español ante los Indígenas un puñado de soldados, trescientos ó quinientos á lo más, muchos de los cuales se dedicaban al comercio y estaban diseminados, no sólo en el Archipiélago, sino también en las naciones vecinas, empeñados en largas guerras contra los Mahometanos del Sur, contra los Ingleses y Holandeses, é inquietados sin cesar por Japoneses, Chinos y alguna que otra provincia ó tribu en el interior. Entonces las comunicaciones con México y España eran lentas, raras y penosas; frecuentes y violentos los disturbios entre los poderes que regían el Archipiélago; exhausta casi siempre la Caja, dependiendo la vida de los colonizadores de una frágil nao, portadora del comercio de la China; entonces los mares de aquellas regiones estaban infestados de piratas, enemigos todos del nombre español, siendo la marina con que éste se defendía, una marina improvisada, tripulada las más de las veces por bisoños aventureros, si no por extranjeros y enemigos, como sucedió con la armada de Gómez Pérez Dasmariñas, frustrada y detenida por la rebelión de los bogadores Chinos que le asesinaron, destruyendo todos sus planes é intentos. Y sin embargo, á pesar de tan tristes circunstancias el pabellón español se ha sostenido por más de tres siglos, y su poder, si bien ha sido reducido, continúa sin embargo rigiendo los destinos del grupo de las Filipinas.<br />
<br />
En cambio la situación actual parece de oro y rosa, diríamos, una hermosa mañana comparada con la tempestuosa y agitada noche del pasado. Ahora, se han triplicado las fuerzas materiales con que cuenta la dominación española; la marina relativamente se ha mejorado; hay más organización tanto en lo civil como en lo militar; las comunicaciones con la Metrópoli son más rápidas y más seguras; ésta no tiene ya enemigos en el exterior; su posesión está asegurada, y el país dominado, tiene al parecer menos espíritu, menos aspiraciones á la independencia, nombre que para él casi es incomprensible; todo augura, pues, á primera vista otros tres siglos, cuando menos, de pacífica dominación y tranquilo señorío.<br />
<br />
Sin embargo por encima de estas consideraciones materiales se ciernen invisibles otras de carácter moral, mucho más trascendentales y poderosos.<br />
<br />
Los pueblos del Oriente en general y los Malayos en particular son pueblos de sensibilidad: en ellos predomina la delicadeza de sentimientos. Aun hoy, á pesar del contacto con las naciones occidentales que tienen ideales distintos del suyo, vemos al Malayo filipino sacrificar todo, libertad, comodidad, bienestar, nombre en aras de una aspiración, ó de una vanidad, ya sea religiosa, ya científica ó de otro carácter cualquiera, pero á la menor palabra que lastime su amor propio olvida todos sus sacrificios, el trabajo empleado y guarda en su memoria y nunca olvida la ofensa que creyó recibir.<br />
<br />
Así los pueblos Filipinos se han mantenido fieles durante tres siglos entregando su libertad y su independencia, ya alucinados por la esperanza del Cielo prometido, ya halagados por la amistad que les brindaba un pueblo noble y grande como el español, ya también obligados por la superioridad de las armas que desconocían y que para los espíritus apocados tenían un carácter misterioso, ó ya porque valiéndose de sus enemistades intestinas, el invasor extranjero se presentaba como tercero en discordia para después dominar á unos y otros y someterlos á su poderío.<br />
<br />
Una vez dentro la dominación española, mantúvose firme gracias á la adhesión de los pueblos, á sus enemistades entre sí, y á que el sensible amor propio del Indígena no se encontraba hasta entonces lastimado. Entonces el pueblo veía á sus nacionales en los grados superiores del ejército, á sus maeses de campo pelear al lado de los héroes de España, compartir sus laureles, no escatimándoseles nunca ni honores, ni honras ni consideraciones; entonces la fidelidad y adhesión á España, el amor á la Patria hacían del Indio, Encomendero y hasta General, como en la invasión inglesa; entonces no se habían inventado aún los nombres denigrantes y ridículos con que después han querido deshonrar los más trabajosos y penibles cargos de los jefes indígenas; entonces no se había hecho aún de moda insultar é injuriar en letras de molde, en periódicos, en libros con superior permiso ó con licencia de la autoridad eclesiástica, al pueblo que pagaba, combatía y derramaba su sangre por el nombre de España, ni se consideraba como hidalguía ni como gracejo ofender á una raza toda, á quien se le prohibe replicar ó defenderse; y si religiosos hubo hipocondríacos, que en los ocios de sus claustros se habían atrevido á escribir contra él, como el agustino Gaspar de San Agustín y el jesuíta Velarde, sus ofensivos partos no salían jamás á luz, y menos les daban por ello mitras ó les elevaban á altas dignidades. Verdad es que tampoco eran los Indios de entonces como somos los de ahora: tres siglos de embrutecimiento y oscurantismo, algo tenían que influir sobre nosotros; la más hermosa obra divina en manos de ciertos obreros puede al fin convertirse en caricatura.<br />
<br />
Los religiosos de entonces, queriendo fundar su dominio en el pueblo, se acercaban á él y con él formaban causa contra los encomenderos opresores. Naturalmente, el pueblo que los veía con mayor instrucción y cierto prestigio, depositaba en ellos su confianza, seguía sus consejos y los oía aun en los más amargos días. Si escribían, escribían abogando por los derechos de los Indios y hacían llegar el grito de sus miserias hasta las lejanas gradas del Trono. Y no pocos religiosos entre seglares y militares emprendían peligrosos viajes, como diputados del país, lo cual unido á las estrictas residencias que se formaban entonces ante los ojos del Archipiélago á todos los gobernantes, desde el Capitán general hasta el último, consolaban no poco y tranquilizaban los ánimos lastimados, satisfaciendo, aunque no fuese más que en la forma, á todos los descontentos.<br />
<br />
Todo esto ha desaparecido. Las carcajadas burlonas, penetran como veneno mortal en el corazón del Indio que paga y sufre, y son tanto más ofensivas cuanto más parapetadas están: las antiguas enemistades entre diferentes provincias las ha borrado una misma llaga, la afrenta general inferida á toda una raza. El pueblo ya no tiene confianza en los que un tiempo eran sus protectores, hoy sus explotadores y verdugos. Las máscaras han caído. Ha visto que aquel amor y aquella piedad del pasado se parecían al afecto de una nodriza, que incapaz de vivir en otra parte, deseara siempre la eterna niñez, la eterna debilidad del niño, para ir percibiendo su sueldo y alimentarse á su costa; ha visto que no sólo no le nutre para que crezca, sino que le emponzoña para frustrar su crecimiento, y que á su más leve protesta ¡ella se convierte en furia! El antiguo simulacro de justicia, la santa residencia ha desaparecido; principia el caos en la conciencia; el afecto que se demuestra por un Gobernador general, como La Torre, se convierte en crimen en el gobierno del sucesor, y basta para que el ciudadano pierda su libertad y su hogar; si se obedece lo que un jefe manda, como en la reciente cuestión de la entrada de los cadáveres en las iglesias, es suficiente para que después el obediente subdito sea vejado y perseguido por todos los medios posibles; los deberes, los impuestos y las contribuciones aumentan, sin que por eso los derechos, los privilegios y las libertades aumenten ó se aseguren los pocos existentes; un régimen de continuo terror y zozobra agita los ánimos, régimen peor que una era de disturbios, pues los temores que la imaginación crea suelen ser superiores á los de la realidad; el país está pobre; la crisis pecuniaria que atraviesa es grande, y todo el mundo señala con los dedos á las personas que causan el mal, ¡y nadie sin embargo se atreve á poner sobre ellas las manos!<br />
<br />
Es verdad que como una gota de bálsamo á tanta amargura ha salido el Código Penal; pero ¿de qué sirven todos los Códigos del mundo, si por informes reservados, por motivos fútiles, por anónimos traidores se extraña, se destierra sin formación de causa, sin proceso alguno á cualquier honrado vecino? ¿De qué sirve ese Código Penal, de qué sirve la vida si no se tiene seguridad en el hogar, fe en la justicia, y confianza en la tranquilidad de la conciencia? ¿De qué sirve todo ese andamiaje de nombres, todo ese cúmulo de artículos, si la cobarde acusación de un traidor ha de influir en los medrosos oídos del autócrata supremo, más que todos los gritos de la justicia?<br />
<br />
Si este estado de cosas continuase, ¿qué será de las Filipinas dentro de un siglo?<br />
<br />
Los acumuladores se van cargando poco á poco, y si la prudencia del Gobierno no da escape á las quejas que se concentran, puede que un día salte la chispa. No es ocasión esta de hablar sobre el éxito que pudiera tener conflicto tan desgraciado: depende de la suerte, de las armas y de un millón de circunstancias que el hombre no puede prever; pero aun cuando todas las ventajas estuviesen de parte del Gobierno y por consiguiente las probabilidades de la victoria, sería una victoria de Pirro, y un Gobierno no la debe desear.<br />
<br />
Si los que dirigen los destinos de Filipinas se obstinan, y en vez de dar reformas quieren hacer retroceder el estado del país, extremar sus rigores y las represiones contra las clases que sufren y piensan, van á conseguir que éstas se aventuren y pongan en juego las miserias de una vida intranquila, llena de privaciones y amarguras por la esperanza de conseguir algo incierto. ¿Qué se perdería en la lucha? Casi nada: la vida de las numerosas clases descontentas no ofrece gran aliciente para que se la prefiera á una muerte gloriosa. Bien se puede tentar un suicidio; pero ¿y después? ¿No quedaría un arroyo de sangre entre vencedores y vencidos, y no podrían éstos con el tiempo y con la experiencia igualar en fuerzas, ya que son superiores en número, á sus dominadores? ¿Quién dice que no? Todas las pequeñas insurrecciones que ha habido en Filipinas fueron obra de unos cuantos fanáticos ó descontentos militares que para conseguir sus fines tenían que engañar y embaucar ó valerse de la subordinación de sus inferiores. Así cayeron todos. Ninguna insurrección tuvo carácter popular ni se fundó en una necesidad de toda una raza, ni luchó por los fueros de la humanidad, ni de la justicia; así ni dejaron recuerdos indelebles en el pueblo, antes al contrario, viendo que había sido engañado, secándose las heridas, ¡aplaudió la caída de los que turbaron su paz! Pero y ¿si el movimiento nace del mismo pueblo y reconoce por causa sus miserias?<br />
<br />
Así, pues, si la prudencia y las sabias reformas de nuestros ministros no encuentran hábiles y decididos intérpretes entre los gobernantes de Ultramar, y fieles continuadores en los que las frecuentes crisis políticas llaman á desempeñar tan delicado puesto; si á las quejas y necesidades del pueblo filipino se ha de contestar con el eterno no há lugar, sugerido por las clases que encuentran su vida en el atraso de los súbditos; si se han de desatender las justas reclamaciones para interpretarlas como tendencias subversivas, negando al país su representación en las Cortes y la voz autorizada para clamar contra toda clase de abusos, que escapan al embrollo de las leyes; si se ha de continuar, en fin, con el sistema fecundo en resultados de enajenarse la voluntad de los Indígenas, espoleando su apático espíritu por medio de insultos é ingratitudes, podemos asegurar que dentro de algunos años, el actual estado de las cosas se habrá modificado por completo; pero inevitablemente. Hoy existe un factor que no había antes; se ha despertado el espíritu de la nación, y una misma desgracia y un mismo rebajamiento han unido á todos los habitantes de las Islas. Se cuenta con una numerosa clase ilustrada dentro y fuera del Archipiélago, clase creada y aumentada cada vez más y más por la torpezas de ciertos gobernantes, obligando á los habitantes á expatriarse, á ilustrarse en el extranjero, y se mantiene y lucha gracias á las excitaciones y al sistema de ojeo emprendido. Esta clase, cuyo número aumenta progresivamente, está en comunicación constante con el resto de las Islas, y si hoy no forma más que el cerebro del país, dentro de algunos años formará todo su sistema nervioso y manifestará su existencia en todos sus actos.<br />
<br />
Ahora bien; para atajar el camino al progreso de un pueblo, la política cuenta con varios medios: el embrutecimiento de las masas por medio de una casta adicta al Gobierno, aristocrática como en las colonias holandesas, ó teocrática como en Filipinas; el empobrecimiento del país; la destrucción paulatina de sus habitantes, y el fomento de las enemistades entre unas razas y otras.<br />
<br />
El embrutecimiento de los Malayos filipinos se ha demostrado ser imposible. A pesar de la negra plaga de frailes, en cuyas manos está la enseñanza de la juventud, que pierde años y años miserablemente en las aulas, saliendo de allí cansados, fatigados y disgustados de los libros; á pesar de la censura, que quiere cerrar todo paso al progreso; á pesar de todos los pulpitos, confesionarios, libros, novenas que inculcan odio á todo conocimiento no sólo científico, sino hasta el mismo de la lengua castellana; á pesar de todo ese sistema montado, perfeccionado y practicado con tenacidad por los que quieren mantener las Islas en una santa ignorancia, hay escritores, librepensadores, historiógrafos, filósofos, químicos, médicos, artistas, jurisconsultos, etc. La ilustración se extiende, y la persecución que sufre la aviva. No; la llama divina del pensamiento es inextinguible en el pueblo filipino, y de un modo ó de otro ha de brillar y darse á conocer. ¡No es posible embrutecer á los habitantes de Filipinas!<br />
<br />
¿Podrá la pobreza detener su desarrollo?<br />
<br />
Tal vez, pero es una medida muy peligrosa. La experiencia nos demuestra en todas partes, y sobre todo en Filipinas, que las clases más acomodadas han sido siempre las más amigas de la quietud y del orden, porque son las que viven mejor relativamente y podrían perder en los disturbios civiles. La riqueza trae consigo el refinamiento, el espíritu de conservación; mientras que la pobreza inspira ideas aventureras, deseos de cambiar las cosas, poco apego á la vida, etc. Machiavelo mismo encuentra peligroso este medio de sujetar á un pueblo, pues observa que la pérdida del bienestar suscita más tenaces enemigos que la pérdida de la vida. Además, cuando hay riqueza y abundancia hay menos descontentos, hay menos quejas, y el Gobierno, más rico, se encuentra también con más medios para sostenerse. En cambio en un país pobre sucede lo que en casa donde no hay harina; y además ¿de qué le sirviría á la Metrópoli una colonia macilenta y pobre?<br />
<br />
Tampoco es posible destruir paulatinamente á los habitantes. Las razas filipinas, como todas las malayas, no sucumben ante el extranjero, como las razas australianas, las polinésicas y las razas indias del Nuevo Continente. Pese á las numerosas guerras que los Filipinos han tenido que sostener, pese á las epidemias que los visitan periódicamente, su número se ha triplicado, al igual que los malayos de Java y de las Molucas. El Filipino acepta la civilización y vive y se mantiene en contacto con todos los pueblos y en la atmósfera de todos los climas. El aguardiente, ese veneno que extingue á los naturales de las islas del Pacífico, no tiene poderío en Filipinas; antes por el contrario, parece que los Filipinos se han vuelto más sobrios, á comparar su estado actual con el que nos pintan los antiguos historiadores. Las pequeñas guerras con los habitantes del Sur consumen solamente á los soldados, gente que por su fidelidad á la bandera española, lejos de ser un peligro, es precisamente uno de sus más sólidos sostenes.<br />
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Queda el fomento de las enemistades de las provincias entre sí.<br />
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Esto era posible antes, cuando las comunicaciones de unas islas con otras eran difíciles y raras, cuando no había vapores, ni telégrafos, cuando se formaban los regimientos según las diferentes provincias, se halagaba á unas concediéndoles privilegios y honores, y se sostenía á otras contra las más fuertes. Pero ahora en que desaparecieron los privilegios, en que por espíritu de desconfianza se han refundido los regimientos, en que los habitantes se extrañan de unas islas á otras, naturalmente las comunicaciones y el cambio de impresiones aumentan, y viéndose todos amenazados de un mismo peligro y heridos en unos mismos sentimientos, se dan las manos y se unen. Cierto que la unión no es todavía del todo completa, pero á ella van encaminadas las medidas de buen gobierno, las deportaciones, las vejaciones que los vecinos en sus pueblos sufren, la movilidad de los funcionarios, la escasez de los centros de enseñanza, que hace que la juventud de todas las islas se reúnan y aprendan á conocerse. Los viajes á Europa contribuyen también no poco á estrechar estas relaciones, pues en el extranjero sellan su sentimiento patrio los habitantes de las provincias más distantes, desde los marineros hasta los más ricos negociantes, y al espectáculo de las libertades modernas y al recuerdo de las desgracias del hogar, se abrazan y se llaman hermanos.<br />
<br />
En suma, pues, el adelanto y progreso moral de Filipinas es inevitable, es fatal.<br />
<br />
Las Islas no pueden continuar en el estado en que están, sin recabar de la Metrópoli más libertades. Mutatis, mutandis. A nuevos hombres, nuevo estado social.<br />
<br />
Querer que continúen en sus pañales, es exponerse á que el pretendido niño se vuelva contra su nodriza y huya desgarrando los viejos trapos que le ciñen.<br />
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Las Filipinas, pues, ó continuarán siendo del dominio español, pero con más derecho y más libertades, ó se declararán independientes, después de ensangrentarse y ensangrentar á la Madre patria.<br />
<br />
Como nadie debe desear ni esperar esta desgraciada ruptura, que sería un mal para todos y solamente el último argumento en el trance más desesperado, vamos á examinar al través de qué formas de evolución pacífica podrían las Islas continuar sometidas á la bandera de España, sin que los derechos, ni los intereses ni la dignidad de unas y otras se encontrasen en lo más mínimo lastimados.<br />
<br />
La Solaridad; núm. 18: Barcelona, 31 octubre 1889.<br />
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<br />
III.<br />
<br />
Las Filipinas, si han de continuar bajo el dominio de España, tienen por fuerza que tranformarse en sentido político, por exigirlo así la marcha de su historia y las necesidades de sus habitantes. Esto lo demostramos en el artículo anterior.<br />
<br />
Esta transformación, dijimos también, ha de ser violenta y fatal, si parte de las esferas del pueblo; pacífica y fecunda en resultados, si de las clases superiores.<br />
<br />
Algunos gobernantes han adivinado esta verdad, y llevados de su patriotismo, tratan de plantear reformas que necesitamos para prevenir los acontecimientos. Hasta el presente, no obstante cuantas se han dictado, han producido escasos resultados, tanto para el Gobierno como para el país, llegando á dañar en algunas ocasiones hasta aquellas que sólo prometían un éxito feliz. Y es que se edifica sobre terreno sin consistencia.<br />
<br />
Dijimos, y lo repetiremos una vez más, y lo repetiremos siempre: todas las reformas que tienen un carácter paliativo son, no solamente inútiles, sino hasta perjudiciales, cuando el Gobierno se encuentra enfrente de males que hay que remediar radicalmente. Y si nosotros no estuviéramos convencidos de la honradez y rectitud de ciertos gobernantes, estaríamos tentados de decir que todas esas reformas parciales eran sólo emplastos y pomadas de un médico que, no sabiendo curar un cáncer, ó no atreviéndose á hacer la extirpación, quiere de esa manera distraer los padecimientos del enfermo, ó contemporizar con la pusilanimidad de los timidos é ignorantes.<br />
<br />
Todas las reformas de nuestros ministros liberales fueron, eran, son y serán buenas ... si se llevasen á cabo.<br />
<br />
Cuando pensamos en ellas, se nos viene á la memoria el régimen dietético de Sancho Panza en la Ínsula Barataria. Sentábase ante una suntuosa y bien servida mesa «llena de frutas y mucha diversidad de platos de diversos manjares»; pero entre la boca del infeliz y cada plato interponía su varilla el médico Pedro Rezio, diciendo: absit!, y retiraban el manjar, dejándole á Sancho más hambriento que nunca. Verdad es que el despótico Pedro Rezio daba razones que no parece sino que Cervantes las escribió para los Gobiernos de Ultramar:—«No se ha de comer, señor Gobernador, sino como es uso y costumbre en las otras ínsulas donde hay gobernadores», etcétera—encontrando inconvenientes en todos los platos, unos por calientes, otros por húmedos, etcétera, enteramente como nuestros Pedros Rezios de allende y aquende los mares. ¡Maldito el bien que le hacía á Sancho el arte de su cocinero!<br />
<br />
En el caso de nuestro país, las reformas hacen el papel de los manjares; Filipinas el de Sancho, y el del médico charlatán lo desempeñan muchas personas, interesadas en que no se toque á los platos, para aprovecharse de ellos tal vez.<br />
<br />
Resulta que el pacienzudo Sancho, ó Filipinas, echa de menos su libertad, renegando de todos los gobiernos, y acaba por rebelarse contra su pretendido médico.<br />
<br />
De igual manera, mientras Filipinas no tenga prensa libre, no tenga voz en las Cámaras para hacer saber al Gobierno y á la Nación si se cumplen ó no debidamente sus decretos, si aprovechan ó no al país, todas las habilidades del ministro de Ultramar tendrán la suerte de los platos de la Ínsula Barataria.<br />
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El ministro, pues, que quiera que sus reformas sean reformas, debe principiar por declarar la prensa libre en Filipinas, y por crear diputados filipinos.<br />
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La prensa libre en Filipinas, porque las quejas de allá raras veces llegan á la Península, rarísimas veces, y si llegan, tan encubiertas, tan misteriosas, que no hay periódico que se atreva á reproducirlas; y si se reproducen, se reproducen tarde y mal.<br />
<br />
Un Gobierno que desde muy lejos administra un país, es el que más necesidad tiene de una prensa libre, más aun que el que Gobierna en la Metrópoli, si es que quiere hacerlo recta y decentemente. El Gobierno que gobierna en el país, puede todavía prescindir de la prensa (si es que puede), porque está en el terreno, porque tiene ojos y oídos, y porque observa de cerca lo que rige y administra. Pero el Gobierno que gobierna desde lejos, necesita absolutamente que la verdad y los hechos lleguen á su conocimiento por todas las vías posibles, para que pueda juzgarlos y apreciarlos mejor, y esta necesidad sube de punto cuando se trata de un país como Filipinas, cuyos habitantes hablan y se quejan en un idioma desconocido para las autoridades. Gobernar de otra manera se llamará también gobernar, puesto que es menester darle un nombre, pero es gobernar mal. Es juzgar oyendo sólo á una de las partes; es dirigir un buque sin tener en cuenta las condiciones de éste, el estado del mar, los escollos, los bajos, el curso del viento, las corrientes, etc. Es administrar una casa pensando sólo en darse lustre y pisto, sin ver lo que hay en la caja, sin pensar en los servidores y en la familia.<br />
<br />
Pero la rutina es una pendiente por donde andan muchos Gobiernos, y la rutina dice que la libertad de la prensa es un peligro. Veamos qué dice la Historia. Las sublevaciones y las revoluciones han tenido siempre lugar en los países tiranizados, en aquellos donde al pensamiento y al corazón humano se les ha obligado á callar.<br />
<br />
Si el gran Napoleón no hubiese tiranizado la prensa, acaso ella le hubiera advertido del peligro en que se precipitaba, y le hubiera dado á comprender que los pueblos estaban cansados y la tierra necesitaba paz; acaso su genio, en vez de gastarse en el engrandecimiento exterior, replegándose sobre sí mismo, hubiera trabajado por su consolidación y se hubiese consolidado. La misma España registra en su historia más revoluciones cuando la prensa estuvo amordazada. ¿Qué colonia se ha hecho independiente teniendo prensa libre, gozando de libertades? ¿Es preferible gobernar á tientas, ó gobernar con conocimiento de causa?<br />
<br />
Nos contestará alguno, alegando de que en las colonias con la prensa libre peligrara mucho el PRESTIGIO de los gobernantes, esa columna de los gobiernos falsos. Le contestaremos de que es preferible el prestigio de la Nación al de varios individuos. Una nación se conquista respeto no sosteniendo ni encubriendo abusos, sino castigándolos y reprobándolos. Además, le sucede á ese prestigio lo que decía Napoleón de los grandes hombres y sus ayudas de cámara. Nosotros, que sufrimos y sabemos todos los infundios y vejaciones de esos pretendidos dioses, no necesitamos la prensa libre para conocerlos; hace tiempo que están desprestigiados. La prensa libre la necesita el Gobierno, el Gobierno, que todavía sueña en el prestigio, que edifica sobre terreno minado.<br />
<br />
Lo mismo decimos respecto de los diputados filipinos.<br />
<br />
¿Qué peligros ve en ellos el Gobierno? Una de tres cosas: ó salen revoltosos, pasteleros, ó salen como deben ser.<br />
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Suponiendo que cayésemos en el pesimismo más absurdo y admitiésemos el insulto, grande para Filipinas, pero mayor aún para España, de que todos los diputados fuesen separatistas, y de que en todas sus proposiciones mantuviesen ideas filibusteras, ¿no está allí la mayoría, española y patriota, no está allí la claravidencia de los gobernantes para oponerse á sus fines y combatirlos? ¿Y no valdría esto más que el descontento que fermenta y cunde en el secreto del hogar, en las cabañas y en los campos? Cierto que el pueblo español no escatima nunca su sangre cuando de patriotismo se trata; pero ¿no sería más preferible la lucha de los principios en el Parlamento, que el cambio de balas en terrenos pantanosos, á 3.000 leguas de la patria, entre bosques impenetrables, bajo un ardiente sol ó entre lluvias torrenciales? Esas luchas pacíficas de las ideas, además de ser un termómetro para el Gobierno, tienen la ventaja de ser más baratas y gloriosas, porque el Parlamento español abunda precisamente en paladines de la palabra, invencibles en el terreno de los discursos. Además, dicen que los filipinos son indolentes y pacatos; ¿qué, pues, puede temer el Gobierno? ¿No influye en las elecciones? Francamente; es hacerles mucho honor á los filibusteros tenerles miedo en medio de las Cortes de la Nación.<br />
<br />
Si salen pasteleros, como es de esperar y probablemente han de ser, tanto mejor para el Gobierno, y tanto peor para sus electores. Son unos votos más á favor, y el Gobierno podrá reirse á sus anchas de los filibusteros, si los hay.<br />
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Si salen como deben ser, dignos, honrados y fieles á sus misiones, molestarán sin duda con sus preguntas al ministro ignorante ó incapaz, pero le ayudarán á gobernar y serán algunas personas honradas más entre los representantes de la Nación.<br />
<br />
Ahora bien; si el verdadero inconveniente de los diputados filipinos consiste en el olor á igorrotes que le ponía tan inquieto en pleno Senado, al aguerrido general Sr. Salamanca, el Sr. D. Sinibaldo de Mas, que ha visto de cerca á los igorrotes y ha querido vivir con ellos, puede afirmar de que olerán, cuando peor, como la pólvora, y el Sr. Salamanca, sin duda, no tiene miedo á ese olor. Y si no fuese más que esto, los filipinos, que allá en su país tienen la costumbre de bañarse todos los días, una vez que sean diputados, podrán dejar tan sucia costumbre, al menos durante el período legislativo, para no molestar con el olor del baño los delicados olfatos de los Salamancas.<br />
<br />
Inútil de refutar ciertos inconvenientes de algunos lindos escritores, sobre las pieles más ó menos morenas, y los rostros más ó menos narigudos. En cuestión de estética, cada raza tiene la suya la China, por ejemplo, que tiene 414 millones de habitantes y cuenta con una civilización muy antigua, encuentra feos á todos los europeos á quienes llama Fan-Kwai, ó sea diablos rojos. Su estética tiene 100 millones más de partidarios que la estética europea. Además, si de eso se ha de tratar, tendríamos que aceptar la inferioridad de los latinos, en especial la de los españoles, respecto de los sajones que son mucho más blancos.<br />
<br />
Y mientras no se diga que la Cámara española es una reunión de Adónises, Antínoos, boys y otros angelos parecidos; mientras se vaya allí para legislar y no para socratizar ó errar por hemisferios imaginarios, creemos que el Gobierno no se debe detener ante esos inconvenientes. El Derecho no tiene piel, ni la razón narices.<br />
<br />
No vemos, pues, ninguna causa seria para que Filipinas no tenga diputados. Con su creación se acallan muchos descontentos, y en vez de achacar el país sus males al Gobierno, como sucede ahora, los sobrellevará mejor, porque al menos puede quejarse, y porque, teniendo sus hijos entre sus legisladores, se hace en cierto modo solidario de sus actos.<br />
<br />
No sabemos si servimos bien los verdaderos intereses de nuestra patria pidiendo diputados. Sabemos que la falta de ilustración, el apocamiento, el egoísmo de muchos de nuestros compatriotas, y la audacia, la astucia y los poderosos medios de los que quieren allá el oscurantismo, pueden convertir la reforma en un nocivo instrumento. Pero queremos ser leales al Gobierno y le indicamos el camino que mejor nos parece para que sus esfuerzos no se malogren, para que desaparezcan los descontentos. Si después de planteada tan justa como necesaria medida, el pueblo filipino es tan necio y pusilánime, que haga traición á sus verdaderos intereses, entonces que recaigan sobre él las responsabilidades, que sufra todas las consecuencias. Cada país tiene la suerte que se merece, y el Gobierno podrá decir que ha cumplido con su deber.<br />
<br />
Estas son las dos reformas fundamentales que, bien interpretadas y aplicadas, podrán disipar todas las nubes, afirmar el cariño á España y hacer fructificar todas las posteriores. Estas son las reformas sine quibus non.<br />
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Es pueril el temor de que por ellas venga la independencia: la prensa libre le hará conocer al Gobierno los latidos de la opinión, y los diputados, si son los mejores de entre los hijos de Filipinas, como deben ser, serán sus rehenes. No habiendo motivo de descontento, ¿con qué se tratará de excitar las masas del pueblo?<br />
<br />
Es de igual modo inaceptable el inconveniente que alegan otros acerca de la defectuosa cultura de la mayoría de los habitantes. Además de que no es tan defectuosa como se pretende, no hay razón ninguna plausible para que al ignorante y al desvalido (por culpa propia ó ajena), se le niegue su representante que vele por él para que no le atropellen. Es quien precisamente más lo necesita. Nadie deja de ser hombre, nadie pierde sus derechos á la civilización sólo por ser más ó menos inculto, y puesto que se le considera al filipino como ciudadano capaz cuando se le pide su contribución y su sangre para defender la patria, ¿por qué se le ha de negar esa capacidad cuando de concederle un derecho se trata? Además, ¿por qué ha de ser responsable de su ignorancia, si está confesado por todos, amigos y enemigos, de que su afán de aprender es tan grande, que ya antes de que llegasen los españoles todos sabían leer y escribir, y que como vemos ahora, las más modestas familias hacen enormes sacrificios para que sus hijos puedan ilustrarse un poco, llegando el caso de servir como criados siquiera para aprender el castellano? ¿Cómo se ha de esperar que el país se ilustre en el estado actual, si vemos que cuantos decretos lanza el Gobierno en favor de la instrucción, se encuentran con Pedros Rezios que impiden su cumplimiento, porque tienen en sus manos lo que llaman enseñanza? Si el filipino, pues, es bastante inteligente para que contribuya, debe serlo también para elegir y tener quien vele por él y por sus intereses, con el producto de los cuales sirve al Gobierno de su Nación. Raciocinar de otra manera, es raciocinar como un embudo.<br />
<br />
Vigiladas las leyes y los actos de las autoridades, la palabra Justicia puede comenzar á dejar de ser una ironía colonial. Lo que más hace respetables á los ingleses en sus posesiones, es su estricta y expeditiva justicia, de tal manera, que los habitantes depositan en los jueces toda su confianza. La Justicia es la virtud primera de las razas civilizadoras. Ella somete las naciones más bárbaras; la injusticia subleva á las más débiles.<br />
<br />
Los puestos y los cargos debían darse por oposición, publicándose los trabajos y los juicios á fin de que haya estímulo y no surjan descontentos. Así si el Indio no sacude su indolencia, no podrá murmurar si todos los cargos los ve desempeñados por castilas.<br />
<br />
Suponemos de que no serán los Españoles los que teman entrar en esta lid: así podrán probar su superioridad por la superioridad de su inteligencia. Y aunque esto no se acostumbra en la Metrópoli, debe practicarse en las colonias, por cuanto hay que buscar el verdadero prestigio por medio de las dotes morales, porque los colonizadores deben ser ó parecer, cuando menos, justos, inteligentes é íntegros, como el hombre aparenta virtudes cuando está en contacto con personas extrañas. Los puestos y cargos así ganados rechazan naturalmente la arbitraria cesantía y crean empleados y gobernantes aptos y conocedores de sus deberes. Los puestos que desempeñen los Indios, en vez de poner en peligro la dominación española, sólo servirían para afianzarla; pues ¿qué interés tendrían en cambiar lo seguro y estable contra lo incierto y problemático? El indio, además, es muy amante de la quietud y prefiere un modesto presente á un brillante porvenir. Díganlo esos varios funcionarios filipinos que se encuentran aún en las oficinas: son los más inertes conservadores.<br />
<br />
Otras reformas de detalle podríamos añadir tocantes al comercio, á la agricultura, á la seguridad del individuo, de la propiedad, á la enseñanza, etc.; pero estas son cuestiones que trataremos por separado en otros artículos. Por ahora nos contentamos con los esquemas, no vaya alguno á decir que pedimos demasiado.<br />
<br />
No faltarán espíritus que nos tachen de utópicos: mas ¿qué es la utopia? Utopia era un país que imaginó Thomas More, en donde había sufragio universal, tolerancia religiosa, abolición, casi completa, de la pena de muerte, etc. Cuando la novelita se publicó, consideráronse estas cosas como ensueños, imposibles, esto es, utópicos. Y, sin embargo, la civilización ha dejado muy atrás el país de la Utopia: la voluntad y la conciencia humana han realizado más milagros, han suprimido los esclavos, y la pena de muerte para el adulterio ¡cosas imposibles aun para la misma Utopia!<br />
<br />
Las colonias francesas tienen sus representantes; en las Cámaras inglesas se ha tratado también de dar representación á las colonias de la Corona (Crown colonies), pues las otras ya gozan de una cierta autonomía; la prensa, allí, es también libre; sólo en España, que en el siglo XVI fué la nación modelo en la colonización, se queda muy postergada. Cuba y Puerto Rico, cuyos habitantes no llegan á la tercera parte de los de Filipinas, y que no han hecho por España los sacrificios que ésta, cuentan con numerosos diputados. Filipinas tuvo desde sus primeros días los suyos, que trataban con los Reyes y el Papa de las necesidades del país; los tuvo en los momentos críticos de España, cuando ésta gemía bajo el yugo napoleónico, y no se aprovecharon de la desgracia de la Metrópoli como otras colonias, sino que estrecharon más los vínculos que las unían á la Nación, dando pruebas de su lealtad; continuaron hasta muchos años después ... ¿Qué crimen han cometido las Islas para que así se las prive de sus derechos.<br />
<br />
En suma: las Filipinas continuarán siendo españolas, si entran en la vía de la vida legal y civilizada, si se respetan los derechos de sus habitantes, si se les conceden los otros que se les deben, si la política liberal de los Gobiernos se lleva á cabo sin trabas ni mezquindades, sin subterfugios ni falsas interpretaciones.<br />
<br />
De otra manera, si se quiere ver en las Islas un filón por explotar, un recurso para contentar ambiciones, para librar de impuestos la Metrópoli, apurando la gallina de los huevos de oro y cerrando los oídos á todos los gritos de la razón, entonces, por grande que sea la fidelidad de los filipinos, no podrán impedir que se cumplan las leyes fatales de la Historia. Las colonias fundadas para servir la política ó el comercio de una metrópoli, concluyen todas por hacerse independientes, decía Bachelet; antes que Bachelet lo dijera, ya lo habían dicho todas las colonias fenicias, cartaginesas, griegas, romanas, inglesas, portuguesas y españolas.<br />
<br />
Estrechos sin duda alguna son los vínculos que nos unen á España; no viven dos pueblos tres siglos en continuo contacto, participando de una misma suerte, vertiendo su sangre en los mismos campos, creyendo las mismas creencias, adorando al mismo Dios, comunicándose los mismos pensamientos, sin que nazcan entre ellos lazos más fuertes que los que imponen las armas ó el temor: sacrificios y beneficios por parte de uno y otro han hecho nacer afecciones; Machiavelo, el gran conocedor del corazón humano, decía: la natura degli huomini, é cosí obligarsi per li beneficii che essi fanno, come per quelli che essi ricevono (condición humana es ligarse tanto por los beneficios que se hacen como por los que se reciben); todo esto y aun más es cierto; pero es sentimentalismo puro, y en el amargo campo de la política la dura necesidad y los intereses se imponen. Por mucho que los filipinos deban á España, no se les puede exigir que renuncien á su redención, que los liberales é ilustrados vaguen como desterrados del patrio suelo, que se ahoguen en su atmósfera las aspiraciones más groseras, que el pacífico habitante viva en continua zozobra, dependiendo la suerte de los pueblos de los caprichos de un solo hombre; la España no puede pretender, ni en el nombre del mismo Dios, que seis millones de hombres se embrutezcan, se les explote y oprima, se les niegue la luz, los derechos innatos en el ser humano, y después se les colme de desprecio é insultos; no, no hay gratitud que pueda excusar, no hay pólvora suficiente en el mundo que pueda justificar los atentados contra la libertad del individuo, contra el sagrado del hogar, contra las leyes, contra la paz y el honor; atentados que allá se cometen cada día; no hay Divinidad que pueda proclamar el sacrificio de nuestras más caras afecciones, el de la familia, los sacrilegios y violaciones que se cometen por los que tienen el nombre de Dios en los labios; nadie puede exigir del pueblo filipino un imposible; el noble pueblo español, tan amante de sus libertades y derechos, no puede decirle que renuncie á los suyos; el pueblo que se complace en las glorias de su pasado no puede pedir de otro, educado por él, acepte la abyección y deshonre su nombre!<br />
<br />
Los que hoy luchamos en el terreno legal y pacífico de las discusiones, lo comprendemos así, y con la mirada fija en nuestros ideales, no cesaremos de abogar por nuestra causa, sin salir de los límites de lo legal; pero si antes la violencia nos hace callar ó tenemos la desgracia de caer (lo cual es posible, pues no somos inmortales), entonces no sabemos qué camino tomarán los retoños numerosos y de mejor savia que se precipitarán para ocupar los puestos que dejemos vacíos.<br />
<br />
Si lo que deseamos no se realiza ...<br />
<br />
Ante la eventualidad desgraciada, menester es que el horror no nos arredre, que en vez de cerrar los ojos, miremos cara á cara lo que pueda traer el porvenir. Y á ese fin, después de arrojar el puñado de tierra que se tributa á los Cancerberos, entremos francamente en el abismo para sondear sus terribles misterios.<br />
<br />
la Solidaridad; núm. 21: Madrid, 15 diciembre 1889.<br />
<br />
<br />
IV.<br />
<br />
La historia no registra en sus anales ninguna dominación duradera ejercida por un pueblo sobre otro, de razas diferentes, de usos y costumbres extrañas, y de ideales opuestos ó divergentes.<br />
<br />
Uno de los dos ha tenido que ceder y sucumbir; ó el extranjero fué arrojado como les sucedió á los cartagineses, los árabes y los franceses en España, ó el pueblo indígena tuvo que sucumbir, ó retirarse como fué el caso de los habitantes del nuevo Continente, de Australia, Nueva Zelanda, etc.<br />
<br />
Una de las más largas dominaciones fué la de los árabes en España, que duró siete siglos. Pero, á pesar de vivir el pueblo conquistador en medio del país conquistado; á pesar del fraccionamiento de los pequeños estados de la Península que surgían poco á poco, como pequeñas islas en medio de la gran inundación sarracena; á pesar del espíritu caballeresco, de la bizarría y de la tolerancia religiosa de los califas, fueron echados al fin tras de sangrientas y tenaces luchas que formaron la Patria española y crearon la España de los siglos XV y XVI.<br />
<br />
Es contra todas las leyes naturales y morales la existencia de un cuerpo extraño dentro de otro dotado de fuerza y actividad. La ciencia nos enseña, ó que se asimila, destruye el organismo, se elimina ó se enquista.<br />
<br />
El enquistamiento de un pueblo conquistador es imposible, toda vez que significa aislamiento completo, inercia absoluta, adinamia del elemento vencedor. El enquistamiento significa aquí la tumba del invasor extranjero.<br />
<br />
Pues bien: aplicando estas consideraciones á Filipinas, tenemos por fuerza que concluir, como deducción de todo lo que venimos diciendo, que si no se asimila su población á la patria española, si los dominadores no se apropian el espíritu de sus habitantes, si leyes equitativas y reformas francas y liberales no les hacen olvidar á los unos y á los otros de que son de razas diferentes, ó si ambos pueblos no se funden para constituir una masa social y políticamente homogénea que no esté trabajada por opuestas tendencias y antagónicos pensamientos é intereses, las Filipinas se han de declarar un día fatal é infaliblemente independientes. Contra esta ley del destino no podrán oponerse ni el patriotismo español, ni el clamoreo de todos los tiranuelos de Ultramar, ni el amor á España de todos los filipinos, ni el dudoso porvenir de la desmembración y las luchas intestinas de las islas entre sí. La necesidad es la divinidad más fuerte que el mundo conoce, y la necesidad es el resultado de las leyes físicas puestas en movimiento por las fuerzas morales.<br />
<br />
Dijimos, y la estadística lo prueba, que es imposible destruir la raza filipina. Y aun cuando fuese posible, ¿qué interés tendría España en la destrucción de los habitantes de un suelo que ella no puede poblar ni cultivar, cuyo clima le es hasta cierto punto funesto? ¿De qué le servirían las Filipinas sin los filipinos? Sí, precisamente, dado su sistema de colonización y el carácter transitorio de los peninsulares que pasan á Ultramar, una colonia le es tanto más útil y productiva cuanto más habitantes y riquezas posee. Además, que para destruir á los seis millones de malayos, aun suponiéndoles que están en la infancia y que nunca han de aprender á luchar y defenderse, se necesita cuando menos que España sacrifique una cuarta parte de su población. Esto se lo recordamos á los partidarios de la explotación colonial. Pero nada de esto puede suceder. Lo inminente es que, si la instrucción y las libertades necesarias á la vida humana España se las niega á los filipinos, éstos buscarán su instrucción en el extranjero, á espaldas de la Madre patria, y se procurarán de un modo ó de otro ciertas comodidades en su país. Resultado: que la resistencia de los políticos miopes y raquíticos no sólo es inútil, sino perjudicial, pues lo que pudo ser motivo de gratitud y amor, se convierte en resentimiento y odio.<br />
<br />
Odio y resentimiento por una parte, suspicacia é ira por otra, acabarán por fin en un choque violento y terrible; máxime cuando hay elementos interesados en que se perturbe el orden para pescar algo en turbio, para demostrar su valioso poder, para lanzar lamentaciones, recriminar ó activar medidas violentas, etc. De esperar es que el Gobierno salga triunfante, y generalmente (y es la costumbre) se extrema en el castigo, ya sea para dar un terrible escarmiento para hacer alarde de severidad, ó también para vengar en el vencido los momentos de terror y zozobra que el peligro le hizo pasar. Inevitable accesorio de estas catástrofes es el cúmulo de injusticias que se cometen en inocentes ó pacíficos habitantes. Las venganzas privadas, las delaciones, las acusaciones infames, los resentimientos, la codicia del bien ajeno, el momento oportuno para una calumnia, la prisa y los procedimientos expeditivos de los tribunales militares, el pretexto de la integridad de la Patria y de la razón de Estado que todo lo cubre y abona, aun para las conciencias escrupulosas, que son ya por desgracia raras, y sobre todo el temor cerval, la cobardía que se ceba en el vencido, todas estas cosas aumentan los rigores y el número de las víctimas. Resulta que un arroyo de sangre se interpone ahora entre los dos pueblos; que los heridos y resentidos, en vez de disminuirse se aumentan, pues á las familias y amigos de los culpables, que siempre creen excesivo el castigo é injusto el juez, hay que agregar las familias y amigos de los inocentes que no ven ninguna ventaja en vivir y obrar sumisa y pacíficamente. Considérese además que si las medidas de rigor son ya peligrosas en medio de una nación constituída por una población homogénea, el peligro se centuplica cuando el Gobierno forma raza diferente de la de los gobernados. En la primera, una injusticia todavía se puede atribuir á un solo hombre, al gobernante movido por pasiones privadas, y muerto el tirano, el ofendido se reconcilia con el Gobierno de su nación. Pero en países dominados por una raza extranjera, el acto de severidad más justo se interpreta por injusticia y opresión, por aquello de que lo dicta una persona extraña que no tiene simpatías ó que es enemigo del país; y la ofensa no sólo ofende al ofendido, sino á toda su raza, porque no se suele considerar personal, y el resentimiento, naturalmente, se extiende á toda la raza gobernante y no muere con el ofensor.<br />
<br />
De aquí la inmensa prudencia y exquisito tacto que deben adornar á los países colonizadores; y el hecho de considerar el Gobierno de las colonias en general, y nuestro Ministerio de Ultramar en particular, como escuelas de aprendizaje, contribuye notablemente á que se cumpla la gran ley de que las colonias se declaran independientes más ó menos tarde.<br />
<br />
Así, por esa pendiente, se despeñan los pueblos; á medida que se bañan en sangre y se empapan en hiel y lágrimas, la colonia, si tiene vitalidad, aprende á luchar y á perfeccionarse en el combate, mientras que la Madre patria, cuya vida en la colonia depende de la paz y de la sumisión de los súbditos, se debilita cada vez, y aunque haga heroicos esfuerzos, al fin, como su número es menor, y sólo tiene una vida ficticia, acaba por morir. Es como un rico sibarita que, acostumbrado á ser servido por numerosos criados, que trabajan y siembran para él, el día en que sus esclavos le nieguen la obediencia, como no vive de por sí, tiene que morir.<br />
<br />
Las venganzas, las injusticias y la suspicacia de un lado, y por otro el sentimiento de la patria y de la libertad que se despertará en estas luchas continuas, insurrecciones y levantamientos, acabarán de generalizar el movimiento y uno de los dos pueblos tiene que sucumbir. La laxitud será corta, puesto que equivaldrá á una esclavitud mucho más cruel que la muerte para el pueblo, y á un desprestigio deshonroso para el dominador. Uno de los pueblos tiene que sucumbir.<br />
<br />
España, por el número de sus habitantes, por el estado de su ejército y marina, por la distancia á que se encuentran las islas, por los pocos conocimientos que de ellas tiene, y por luchar contra una población cuyo amor y voluntad se ha enajenado, tendrá por fuerza que ceder, si es que no quiere arriesgar, no sólo sus otras posesiones y su porvenir en África, sino también su misma independencia en Europa. Todo esto á costa de mucha sangre, muchos crímenes, después de mortales luchas, asesinatos, incendios, fusilamientos, hambres, miseria, etc., etc. El español es bravo y patriota, y lo sacrifica todo, en favorables momentos, al bien de la Patria: tiene el arrojo y la decisión de su toro; el filipino no ama menos la suya, y aunque es más tranquilo, pacífico y difícilmente se le excita, una vez que se lanza, no se detiene, y para él toda lucha significa la muerte de uno de dos combatientes; conserva toda la mansedumbre y toda la tenacidad y la furia de su karabaw. El clima influye de igual manera en los animales bípedos que en los cuadrúpedos.<br />
<br />
Las terribles lecciones y las duras enseñanzas que estas luchas hayan dado á los filipinos, habrán servido para mejorar su moral y robustecerlos. La España del siglo XV no era la del siglo VIII. Con la severa experiencia, en vez de entrar en luchas intestinas de unas islas con otras, como generalmente se teme, se tenderán mutuamente los brazos, como los náufragos cuando arriban á una isla después de una espantosa noche de tormenta. No vayan á decir que nos ha de pasar lo que á las pequeñas repúblicas americanas. Estas se conquistaron fácilmente su independencia, y sus habitantes están animados de un espíritu diferente del de los filipinos. Además, el peligro de caer otra vez en otras manos, de ingleses ó alemanes, por ejemplo, les obligará á ser sensatos y prudentes. La no gran preponderancia de ninguna raza sobre las otras apartará de la imaginación toda ambición loca de dominar, y como la tendencia de los países tiranizados, una vez que sacuden el yugo, es adoptar el Gobierno más libre, como un chico que sale del colegio, como la oscilación del péndulo, por una ley de la reacción las Islas se declararán probablemente en República federal....<br />
<br />
Si las Filipinas consiguen su independencia al cabo de luchas heroicas y tenaces, pueden estar seguras de que ni Inglaterra, ni Alemania, ni Francia, y menos Holanda, se atreverán á recoger lo que España no ha podido conservar. El África, dentro de algunos años, absorberá por completo la atención de los europeos, y no hay nación sensata que por ganar un puñado de islas aguerridas y pobres, descuide los inmensos territorios que le brinda el Continente Negro, vírgenes, no explotados y poco defendidos. Inglaterra tiene ya bastantes colonias en el Oriente y no se va á exponer á perder el equilibrio; no va á sacrificar su imperio de la India por el pobre Archipiélago filipino; si abrigase esta intención, no habría devuelto Manila en 1763; habría conservado un punto cualquiera de Filipinas para irse desde allí extendiendo poco á poco. Además, ¿para qué necesita el comerciante John Bull matarse por Filipinas cuando ésta ya no es la señora del Oriente, cuando allí están Singapore, Hong-Kong, Shanghai, etc.? Probablemente, Inglaterra mirará con buenos ojos la independencia de Filipinas, que le abrirá sus puertos y dará más franquicias á su comercio. Además, en el Reino Unido hay tendencias y opiniones que creen que ya tienen demasiado número de colonias, que éstas son perjudiciales, y que debilitan mucho á la Metrópoli.<br />
<br />
Por las mismas razones Alemania no querrá aventurarse, y porque un desequilibrio de sus fuerzas y una guerra en países lejanos hacen peligrar su existencia en el continente; así vemos que su actitud, tanto en el Pacífico como en África, se limita á conquistar fáciles territorios que no pertenecen á nadie. Alemania rehuye toda complicación exterior.<br />
<br />
Francia tiene más que hacer y ve más porvenir en Tonkin y en la China, además de que el espíritu francés no brilla por su afán colonizador; Francia ama la gloria, pero la gloria y los laureles que crecen en los campos de batalla de Europa: el eco de los campos de batalla del Extremo Oriente no satisface mucho su sed de renombre, porque llega muy amortiguado. Encuéntrase, además, con otras obligaciones, tanto en el interior como en el Continente.<br />
<br />
Holanda es sensata y se contentará con conservar las Molucas y Java; Sumata le brinda más porvenir que Filipinas, cuyos mares y costas son de mal agüero para las expediciones holandesas. Holanda va con mucha cautela en Sumatra y Borneo, por temor de perderlo todo.<br />
<br />
La China se considerará bastante feliz si consigue mantenerse unida y no se desmembra, ó se la reparten las potencias europeas que colonizan en el Continente asiático.<br />
<br />
Lo mismo le pasa al Japón. Tiene al Norte la Rusia, que lo codicia y espía; al Sur la Inglaterra, que se le entra hasta en el idioma oficial. Encuéntrase además bajo una diplomática presión europea tal, que no podrá pensar en el exterior hasta librarse de ella, y no lo consentirá fácilmente. Verdad es que tiene exceso de población, pero la Corea le atrae más que Filipinas, y es además más fácil de tomar.<br />
<br />
Acaso la gran República Americana, cuyos intereses se encuentran en el Pacífico y que no tiene participación en los despojos del África, piense un día en posesiones ultramarinas. No es imposible, pues el ejemplo es contagioso, la codicia y la ambición son vicios de los fuertes, y Harrison se manifestó algo en este sentido cuando la cuestión de Samoa; pero ni el Canal de Panamá está abierto, ni los territorios de los Estados tienen plétora de habitantes, y caso de que lo intentara abiertamente, no le dejarían paso libre las potencias europeas, que saben muy bien que el apetito se excitó con los primeros bocados. La América del Norte sería una rival demasiado molesta, si una vez practica el oficio. Es además contra sus tradiciones.<br />
<br />
Muy probablemente las Filipinas defenderán con un ardor indecible la libertad comprada á costa de tanta sangre y sacrificios. Con los hombres nuevos que broten de su seno y con el recuerdo de su pasado, se dedicarán tal vez á entrar abiertamente en la ancha vía del progreso, y todos trabajarán de consuno á fortalecer su patria, así en el interior como en el exterior, con el mismo entusiasmo con que un joven vuelve á labrar el campo de sus padres, tanto tiempo devastado y abandonado gracias á la incuria de los que le enajenaron. Entonces volverá á desenterrar de las minas el oro para remediar la miseria, el hierro para armarse, el cobre, el plomo, el carbón, etc.; acaso el país resucite á la vida marítima y mercantil á que están llamados los isleños por la Naturaleza, sus aptitudes y sus instintos, y libre otra vez, como el ave que deja la jaula, como la flor que vuelve al aire libre, volverá á recobrar las antiguas buenas cualidades que poco á poco va perdiendo, y será otra vez amante de la paz, jovial, alegre, sonriente, hospitalario y audaz.<br />
<br />
Esto y otras cosas más pueden suceder dentro de cien años más ó menos. Pero el más lógico augurio, la profecía basada en mejores probabilidades pueden fallar por causas insignificantes y remotas. Un pulpo que se agarró á la nave de Marco Antonio cambió la faz del mundo; una cruz en el Calvario y un justo clavado en ella, cambió la moral de media humanidad, y, sin embargo, antes de Cristo, ¡cuántos justos no han perecido inicuamente y cuántas cruces no se plantaron en aquella colina! La muerte del Justo santificó su obra é hizo su doctrina incontrovertible. Un barranco en la batalla de Waterlóo sepultó todas las glorias de dos décadas luminosas, todo el mundo napoleónico, y libertó á la Europa. ¿De qué accidentes fortuitos dependerán los destinos de Filipinas?<br />
<br />
Sin embargo, no es bueno fiarse en lo eventual; hay una lógica imperceptible é incomprensible á veces en las obras de la Historia. Bueno es que tanto los pueblos como los gobiernos se ajusten á ella.<br />
<br />
Y por eso nosotros repetimos y repetiremos siempre, mientras sea tiempo, que vale más adelantarse á los deseos de un pueblo, que ceder: lo primero capta simpatías y amor; lo segundo, desprecio é ira. Puesto que es necesario dar á seis millones de filipinos sus derechos para que sean de hecho españoles, que se los dé el Gobierno libre y espontáneamente, sin reservas injuriosas, sin suspicacias irritantes. No nos cansaremos de repetirlo mientras nos quede un destello de esperanza: preferimos esta desagradable tarea á tener un día que decir á la Madre Patria: «España, hemos empleado nuestra juventud á servir tus intereses en los intereses de nuestro país; nos hemos dirigido á ti, hemos gastado toda la luz de nuestras inteligencias, todo el ardor y el entusiasmo de nuestro corazón para trabajar por el bien de lo que era tuyo, para recabar de ti una mirada de amor, una política liberal que nos asegure la paz de nuestra patria y tu dominio sobre unas adictas pero desgraciadas islas! España, te has mantenido sorda, y, envuelta en tu orgullo, has proseguido tu funesto camino y nos has acusado de traidores, sólo porque amamos á nuestro país, porque te decimos la verdad, y odiamos toda clase de injusticias. ¿Qué quieres que digamos á nuestra miserable patria, cuando nos pregunte acerca del éxito de nuestros esfuerzos? ¿Le habremos de decir que, puesto que por ella hemos perdido todo, juventud, porvenir, ilusiones, tranquilidad, familia; puesto que en su servicio hemos agotado todos los recursos de la esperanza, todos los desengaños del anhelo, que reciba también el resto que no nos sirve, la sangre de nuestras venas y la vitalidad que queda en nuestros brazos? ¡España!, ¿le habremos de decir un día á Filipinas que no tienes oídos para sus males, y que si desea salvarse que se redima ella sola?»<br />
<br />
La Solidaridad; núm. 24: Madrid, 31 enero 1890.Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-31308782485739580702012-04-09T19:30:00.003+08:002012-04-09T19:52:47.566+08:00La unidad del pueblo filipinoLA UNIDAD DEL PUEBLO FILIPINO<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy7MbSDC0hXpy5zcrttkdowocAXLm5TOyGBYzQF4a8c8W6MfcGDwZH9QaY8heasBsO5yS1J3tAiZ-wU3jLf3ZmD3i_YLNG8xSWBc8Nzj6dZ_E-bk6FKmgu5MykV1x77DEaRt-tcLr6hoA/s1600/unidad-pueblo-filipino.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy7MbSDC0hXpy5zcrttkdowocAXLm5TOyGBYzQF4a8c8W6MfcGDwZH9QaY8heasBsO5yS1J3tAiZ-wU3jLf3ZmD3i_YLNG8xSWBc8Nzj6dZ_E-bk6FKmgu5MykV1x77DEaRt-tcLr6hoA/s640/unidad-pueblo-filipino.jpg" width="401" /></a></div>
<br />
<br />
DISCURSO<br />
<br />
HON. SERGIO OSMEÑA<br />
SPEAKER DE LA ASAMBLEA FILIPINA<br />
<br />
<br />
CLAUSURA DEL PRIMER PERIODO EXTRAORDINARIO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA FILIPINA<br />
Tercera legislatura<br />
PRECEDIDO DE UNA RESOLUCIÓN DK LA CÁMARA APROBANDO SU CONDUCTA COMO SPEAKER, Y DEL DISCURSO CONTESTANDO A DICHA RESOLUCIÓN<br />
<br />
FEBRERO 3 Y 11, 1913<br />
<br />
<br />
MANILA<br />
BUREAU OF PRINTING<br />
1913<br />
<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
"Pero el pueblo, no habiendo perdido la fe en su causa, continuó luchando, y ahora que los vientos de la adversidad amainan y el horizonte se aclara, todos los hijos del país se hallan unidos otra vez, esperando conñados, frente a los acontecimientos que se avecinan, la resurrección gloriosa, en la paz, de aquella bandera que se creyó perdida en la tierra." </blockquote>
<blockquote class="tr_bq" style="text-align: right;">
— Speaker Osmeña.</blockquote>
<br />
<br />
FELICITACIÓN AL SPEAKER OSMEÑA.<br />
<br />
<br />
En la noche del 3 de Febrero de 1913, momentos antes de clausurarse el Primer Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Filipina, el Diputado Guingona, de la minoría, presentó la sigruiente Resolución que fué aprobada por unanimidad: —<br />
<br />
RESOLUCIÓN PATENTIZANDO EL APRECIO DE LA ASAMBLEA AL HONORABLE SERGIO OSMEÑA, POR LA MANERA HÁBIL, IMPARCIAL Y DIGNA CON QUE HA PRESIDIDO LAS DELIBERACIONES DE LA CÁMARA, Y DEMOSTRANDO, UNA VEZ MÁS, UN ESPÍRITU DE UNIÓN, SOLIDARIDAD Y CONFIANZA ENTRE SUS MIEMBROS.<br />
<br />
Se resuelve, Que la Asamblea Filipina patentice, como por la presente patentiza, en esta ocasión, su aprecio y estima al Honorable Sergio Osmeña, Speaker de la Asamblea Filipina, por la manera hábil, imparcial y digna con que ha presidido las deliberaciones de esta Cámara y cumplido su ruda e importante labor durante el presente período de sesiones de la Tercera Legislatura Filipina;<br />
<br />
Que es la creencia de esta Cámara que, en estos momentos solemnes de expectación por los acontecimientos cuya realización se espera con legítima fe de la justicia del pueblo norte-americano, el imperioso deber de disciplina tan saludable en los pueblos como en las instituciones, debe mantenerse incólume como un baluarte del orden social y de la pública tranquilidad y como una base segura y firme de todo Gobierno;<br />
<br />
Que los representantes del pueblo, al asumir públicamente su responsabilidad aceptando el Bill Jones, y al proponer su aceptación al pueblo que los eligió, desean cumplir con su deber presentándose unidos y solidarios ante las contingencias del futuro, cualesquiera que ellas fuesen, no importa las diferencias incidentales de detalle y procedimiento;<br />
<br />
Y que, al aprobar la conducta del mencionado Sergio Osmeña, en la forma como aprueban y aplauden hoy, como Presidente debidamente elegido por los representantes del pueblo, no hacen más que demostrar por una parte, un espíritu decidido de unión y solidaridad y depositar por otra, una vez más, su confianza en él, en estos momentos de lucha y ansiedad ante los graves problemas que se avecinan.<br />
<br />
Adoptada, Febrero 3, 1913.<br />
117165 — 2 8<br />
<br />
<br />
CONTESTACIÓN DEL SPEAKER OSMEÑA.<br />
<br />
<br />
Como contestación a la Resolución anterior y antes de cerrar el Primer Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Filipina, el Speaker Osmeña pronunció el siguiente discurso:<br />
<br />
Speaker Osmeña. — Caballeros de la Asamblea Filipina: Antes de cerrar el presente período, deseo dirigirme a todos los miembros de esta Cámara para expresarles mi gratitud, mi reconocimiento y mi alta estima por todas las consideraciones, por todo el apoyo, por todas las sinceras simpatías que han demostrado hacia mí durante el tiempo difícil de nuestro período legislativo. Leo ahora aquí, sobre la mesa, el documento con que la minoría de esta Cámara ha querido expresar sus sentimientos para con nosotros, los de la mayoría (porque quiero creer que este mensaje es más bien para la mayoría que para mí), y yo no tengo para dicha minoría sino las mismas palabras de siempre: las de mi inmensa gratitud. Es bastante difícil bajo las circunstancias que atravesamos, en un gobierno tan especial como el nuestro, cumplir con todos los deberes anejos al cargo de Speaker de la Asamblea, por lo mismo que, no siendo posible la unanimidad en todos los casos, siempre que surje, bien incidentalmente o no, una división, la Mesa se halla expuesta a aquellas contingencias, a aquellas dificultades, que algunas veces no podrían resolverse sin dar lugar siquiera a una sospecha de parcialidad. La Mesa reconoce, sin embargo, que debido a la actitud misma de la Cámara entera, tanto de parte de la mayoría como de la minoría, su labor ha sido relativamente fácil. Es, por consiguiente, a la Cámara misma a quién debe enviarse también este mensaje de simpatía y aprecio que ha suscrito la minoría en esta ocasión.<br />
Es grato hallar entre los elementos responsables y representativos del pueblo, entre aquellos que han asumido ahora la dirección de los destinos nacionales por medio del voto popular, este consolador espectáculo de unión, fe y confianza frente a las contingencias del futuro, valiéndome del lenguaje de vuestra Resolución. No es la materialidad de la formación de un solo bando, la que causa la compacidad, la homogeneidad de miras, la unidad de acción en un país; al contrario, es frecuente ver en la historia el ejemplo de países aparentemente divididos, pero que, en momentos decisivos, por la acción eficaz de un solo estimulante, se hayan presentado ante los acontecimientos, serenos, resueltos, solidarios, completamente unidos. Y es que lo que hace falta, lo que es preciso, lo que es imperioso es que, nosotros, dejando pequeñeces de forma, modalidades puramente accidentales, inherentes a un país que desea ser libre en momentos como éste y al través de la labor de esta Cámara, nos encontremos en el futuro como nos encontramos hoy y en el pasado: en perfecta inteligencia, en perfecta solidaridad. (Aplausos.)Los representantes del país no deben olvidar que vienen de ese país, que representan a ese país, y que ese país, en los momentos más críticos de su historia, ha sabido mantener la unidad de su aspiración, la unidad de sus ideales, unidad que ha sido siempre necesaria para salir airoso en los grandes y difíciles vaivenes de la vida. Nosotros que ve nimos de ese país, por cuyos derechos luchamos, de cuya felicidad somos ahora responsables, tenemos el deber de seguir las huellas que él nos trazara en las brillantes páginas de su historia de ayer.<br />
Los días que vienen son días difíciles todavía, aunque parece que los horizontes se aclaran. No conviene, sin embargo, vaticinar nada. Es peligroso actuar de profeta. Podemos encontrar todavía desengaños en el camino. Pero yo digo solamente que cualesquiera que fuesen los obstáculos y las adversidades, nuestra unión, si estamos unidos, lo vencerá todo.<br />
Caballeros de la Cámara: permitidme que os renueve mi agradecimiento por vuestra afectuosa Resolución, y ahora deseo despedirme de vosotros, al levantar esta sesión, como lo hago, declarando, bajo vuestra autoridad, cerrado sine die el presente período de sesiones. (Prolongados aplausos.)<br />
<br />
<br />
DISCURSO DE CLAUSURA DEL SPEAKER OSMEÑA.<br />
<br />
<br />
En la noche del 11 de Febrero de 1913, y al levantar sine die el Período Extraordinario de Sesiones de la Asamblea Filipina, el Speaker Osmeña pronunció el siguiente discurso-resumen de los trabajos de la Cámara:<br />
Speaker Osmeña. — Caballeros de la Cámara: Al cumplir hoy los noventa días legislativos autorizados por la Ley del Congreso de primero de Julio de mil novecientos dos, considero un deber mío el obrar de acuerdo con la Resolución Concurrente No. 6, en virtud de la cual y habiendo llegado la hora fijada por dicha Resolución, debo levantar la sesión de esta Cámara.<br />
Parecería ahora oportuno hacer una ligera revisión, un como resumen o síntesis de la labor de esta Asamblea, si no fuera porque este trabajo lo considero superior a mis fuerzas bien escasas esta noche, y porque prefiero que tanto vosotros, los Representantes del pueblo, como el pueblo mismo, examinen directamente las pasadas tareas y juzguen de nuestra obra por el alegato frío, pero inconcuso de los records de esta Cámara. Creo, por otra parte, que no cumpliría buenamente con mi deber levantando ahora la sesión sin hacer siquiera una ligera mención de algunos hechos, de algunas circunstancias importantes, de algunas dificultades que han surgido durante estos días de nuestro trabajo legislativo.<br />
<br />
IDIOMA OFICIAL<br />
En una Legislatura cada medida debe responder a una necesidad sentida. La labor de una Cámara no es solo creación de la teoría, sino producto vivo de un hecho, de una realidad. Así es que, para penetrar en el espíritu de una nueva disposición legal, tendríamos que hacer una ligera referencia a hechos que han ocurrido y que han dado lugar al estudio, si no a la adopción final, de esas decisiones legislativas. En primer lugar, la Mesa se complace en hacer constar la satisfacción de la Cámara en pleno, y creo yo que del pueblo entero, cuando del hecho sea informado, al quedar solucionada en este período la importantísima cuestión del idioma oficial en los Tribunales de Justicia. Pueblo como el nuestro, que vive bajo un régimen especial, sometido a circunstancias e imperios ajenos, ha tenido necesariamente en su vida colectiva que someterse a una de esas imposiciones que han dado lugar a la cuestión del idioma oficial. Nosotras no fuimos afortunados al enarbolar nuestra bandera, esa bandera que creímos, como creemos ahora, que teníamos derecho a esperar que fuese reconocida por las naciones. Y al caer aquella bandera, cayeron también con ella, siquiera temporalmente, ciertos derechos inherentes. Con las múltiples y delicadas cuestiones a que dio lugar la nueva soberanía, surgió con caracteres alarmantes la del idioma oficial. Y si bien en los primeros años la Comisión misma, representante de esa soberanía, reconociendo los hechos existentes, determinó entonces que era necesario dejar pasar un cierto lapso de tiempo prudencial, a fin de que pudiera el pueblo amoldarse a la nueva condición y al nuevo idioma, no pudo evitarse el que hasta hace poco, y por virtud de la Ley aprobada por esa Comisión, actuando ayer como Cámara única, nos encontráramos abocados a graves conflictos en los tribunales de justicia con motivo de dicho idioma. La Asamblea, en sus sesiones pasadas, abogando por lo que creía que era justo, defendiendo los fueros del pueblo, comprendió entonces, como comprende ahora, que sería sustancialmente privar al pueblo del derecho de defenderse y de defender sus derechos en los tribunales, si se le imponía un idioma que no es el suyo y que por otra parte no conoce suficientemente. Por esa razón insistió en que debía modificarse la ley que exigía que el idioma oficial en los tribunales fuese el inglés. No hubo entonces inteligencia entre las dos Cámaras de la Legislatura; y cuando abrimos la sesión del presenté período, nos hemos encontrado otra vez frente a frente con el mismo conflicto, pero más agravado todavía, porque, por virtud de la ley, desde el primero de Enero de este año, la disposición de la Comisión había de entrar en vigor. La Asamblea, cumpliendo también con su deber, luchó en esta ocasión, como en el pasado, por defender el interés de una inmensa mayoría, y es una satisfacción para nosotros afirmar ahora que, después de la lucha surgida entre ambas Cámaras, sosteniendo cada cual lo que creía que era mejor que podía hacerse, los derechos del pueblo han quedado completamente a salvo. La Comisión, como sabéis, ha adoptado, al fin, sustancialmente el criterio de esta Asamblea, y, repito yo, que es motivo de gran satisfacción poder ahora cerrar el presente período, sin tener delante de nosotros el problema serio, casi sombrío, de un idioma impuesto y nunca consentido hasta hoy. No hay duda alguna de que nuestras escuelas avanzan rápidamente y que, como se manifiesta en los reports oficiales, un buen número de habitantes de Filipinas habla ahora el inglés; pero tampoco es menos cierto que los filipinos responsables en la situación presente, los que desempeñan las funciones públicas en casi todos los ramos de la administración, la masa común, en fin, son precisamente aquellos que no hablan el inglés. Esta Cámara nunca se ha opuesto a que se desarrolle este idioma por los métodos debidos, en su propia esfera. Se ha comprendido que el deseo era, entre otros, el de hallar un idioma generalizado, culto y vigoroso, y nada se ha hecho para poner obstáculos a este propósito. Pero una cosa es que nosotros concurramos con la política de desarrollar el inglés, por los métodos debidos, en el campo apropiado de las escuelas, y otra cosa es que, tergiversando equivocadamente nuestros fines, nos obliguen a aceptar y a hablar un idioma que no aceptamos porque no lo hablamos.<br />
<br />
LA LEY DEL CATASTRO.<br />
Hay en la legislación general aprobada por la Asamblea, algunos puntos hacia los cuales conviene llamar ligeramente la atención. Es uno de ellos, la Ley del Catastro. Es importante que nuestros terratenientes, que ocupan ahora terrenos y propiedades que fueron todavía de sus mayores y que se hallan regados con el sudor y las lágrimas de sus antepasados, sean declarados dueños absolutos de lo que legítimamente poseen. Una inmensa mayoría de esos terratenientes pertenece solamente a la clase de poseedores de hecho, y era necesario que les facilitásemos los medios convenientes para que lleguen a ser realmente dueños de derecho. El obtener un título Torrens por los procedimientos ordinarios es costoso para ellos, y las disposiciones de la Ley que acaban de aprobar ambas Cámaras, son tales que proporcionan las debidas facilidades para proceder rápidamente y obtener sin excesivo gasto los títulos de los terrenos mencionados. Esto trae muchas ventajas. Una de ellas es el afianzamiento completo de nuestras instituciones. Nosotros somos un pueblo que ha venido luchando por nuestros derechos y libertades, y que, al luchar por tales derechos y libertades, comprende, por otra parte, que nada puede establecerse en adelante, en el campo inmenso de las actividades, sin una base fija, inconmovible: la propiedad. Nada hace al hombre tan sanamente conservador, tan prudente en sus determinaciones, como declararle dueño de aquello que él cree que es suyo, de aquel palmo de suelo que le recuerda tantas cosas y en el que él cree que tiene vinculados sus intereses y afectos. Con la Ley del Catastro hemos resuelto también, de paso, una cuestión que ha sido planteada tres veces en tres años sucesivos por la Asamblea. Por un error, al principio, rectificado más tarde en forma que no respondió luego en la práctica a los deseos de la Asamblea, han quedado excluidos del ejercicio de la profesión algunos compatriotas muj^ queridos; me refiero a la benemérita clase de agrimensores filipinos. La lucha de la Asamblea en este particular ha sido fuerte, tenaz, pero, al fin, podemos decir que la Cámara Alta, ha reconocido que estábamos en lo justo y que deben reintegrarse, como ahora se reintegran, a los agrimensores calificados, sus legítimos derechos.<br />
<br />
LAS COLONIAS AGRÍCOLAS.<br />
Una palabra nada más referente al capital asunto de las colonias agrícolas. Este es otro proyecto originado en la Asamblea y convertido en Ley y se espera que los resultados de esta medida serán fructíferos. Se invierte, es ver dad, una suma algo grande para equipar tales colonias, pero las ventajas que éstas reportarán serán, según se cree, tan grandes en lo moral y en lo material, que el dinero del pueblo se considerará, por esta razón, debidamente invertido. Tenemos en varias regiones del Archipiélago inmensos campos apropiados para la siembra del palay y otros cereales, y es por esto una triste cosa que nosotros, en una situación tan excelente, con suelo tan fértil, perfectamente beneficiado por la naturaleza, con un clima que favorece el cultivo del palay, tengamos para nuestra alimentación que recurrir a otros mercados, siendo, como hemos sido hasta ahora, tributarios del extranjero en una suma que oscila alrededor de trece millones de pesos al año. Si prospera nuestro plan, el plan de la Legislatura, no hay duda que volveremos a los antiguos tiempos, y que, en vez de importar arroz, es posible que todavía lo exportemos. Pero hay algo más importante, y es la ventaja moral que adquirimos, ventaja de un alcance considerable. Me refiero a la nivelación de la población de las Islas, punto que trae consigo el estudio de dos grandes cuestiones: el problema de los brazos, aquí donde existen leyes de inmigración restrictivas, y el problema de la población misma, especialmente en ciertas regiones, como en Mindanao, donde loa filipinos ocupan una porción reducida todavía, y en donde el suelo amoroso de nuestro país abre sus brazos a todos aquellos que vienen de fuera y quieren allá establecer su casa y sus propiedades. Cualquiera que haya viajado por el interior de Mindanao, cualquiera que haya visto el extenso valle de Cottabato, cruzado por el hermoso río navegable, que puede ser surcado por un barco de cierto calado y navegado hasta casi unas doscientas millas al interior, en medio de una soledad grande, puesto que aquellos sitios están medio despoblados, atravesando un suelo fértil, según mani festación de algunos a quienes no sé si llamar expertos, porque esta palabra tiene significado peculiar entre nosotros, cualquiera que haya llegado, repito, a esa interesante región, porción importante del territorio nacional, habrá visto las grandes oportunidades que allá tienen las empresas dé esta naturaleza, y cómo la energía humana, tan poderosa en otros sitios, es en aquellos lugares de absoluta necesidad. Y es una lástima que tales lugares estén casi despoblados, porque, según han visto mis propios ojos, apenas viven allá unos cuantos moros pacíficos a orillas de aquel caudaloso río; pero, eso sí, poseyendo siempre la característica de allá, esto es, una casa con una techumbre muy alta, y debajo, muchos niños, producto sin duda de aquellas casas. Si uno atraviesa de norte a sur Mindanao, yendo a las cercanías de la laguna de Lanao, desde Overton hasta Malabang, o internándose en la rica comarca de Agusan, encontrará asimismo, inmensas regiones que están casi despobladas y que esperan, sin duda, el brazo 3^. la energía de los demás filipinos. La organización de las colonias agrícolas proporcionará grandes medios para emigrar a aquellas regiones, para crear una clase de propietarios pequeños, base de un verdadero gobierno y de un pueblo democrático.<br />
No se puede negar que en Mindanao, en Mindoro o en cualquier otro sitio, en el centro o norte de Luzón, lo mismo que en el Sur, con la organización de estas colonias podrá resolverse el problema tan difícil de la nivelación de la población.<br />
En cuanto a los moros de Mindanao, éstos no son hostiles a los filipinos. No es verdad esa leyenda, inventada por no sé quién, que dice que los moros se consideran enemigos de los demás filipinos, de los filipinos cristianos. He estado con ellos, conozco sus sentimientos, y me he convencido de que ellos saben, como nosotros, que arrancamos de un tronco común, que hemos nacido en un mismo suelo, bajo un mismo cielo, y, que, al fin, sus esperanzas, sus ambiciones, sus ideales, están identificados con los nuestros. Dejando, por ahora, por no ser pertinente al caso, la discusión acerca del sistema de los Gobiernos Especiales que tienden a aislar, en vez de unificar las porciones del Archipiélago que debieran estar unidas, yo digo solamente que la colonización agrícola organizada y protegida por las corrientes migratorias internas, que provocará esa colonización, conseguirá de una manera pacífica, pero vigorosa, borrar las diferencias, acortar las distancias y unificar a los que debieran ser unos y ahora parece que no lo son. Cada filipino que vaya a Mindanao, que plante allá su casa y vierta su sudor para mejorar aquellos campos y luchar por la vida, será un vigilante más para evitar la realización de cualquier propósito nefasto — ^si existiese, que no sé si existe— de atacar la integridad de nuestro territorio.<br />
<br />
OBRAS PÚBLICAS.<br />
Me voy haciendo largo, y yo no quiero abusar de vuestra bondad; pero quisiera hacer todavía una breve referencia, con vuestro permiso, a algunos puntos que me parecen importantes y que debieran ser tocados antes de que nosotros levantemos nuestra sesión. Este año hemos sido más afortunados que en la segunda Asamblea Filipina. Entonces, entre las varias protestas que surgieron con motivo de ciertas desaveniencias entre las dos Cámaras^ figuró una, y es la referente a la actitud de la otra Cámara al negarse a aprobar una ley de Obras Públicas. La manera mejor y más práctica no solamente de mejorar las condiciones generales y mercantiles, sino de devolver al pueblo el dinero que de él se ha recibido, es promoviendo las obras públicas. Afortunadamente las dos Cámaras llegaron ahora k un acuerdo: lo que no se pudo hacer en el pasado se ha hecho hoy, es decir, tenemos un presupuesto para obras públicas.<br />
<br />
COMISIONADOS RESIDENTES.<br />
Hemos resuelto también en estas sesiones satisfactoriamente lo referente a los Comisionados Residentes. Sostuvimos una lucha en la Legislatura pasada, en cuyos records se encontrarán las páginas imborrables de una campaña formidable, haciéndose constar en aquellas páginas los argumentos y las consideraciones de una y otra Cámara, al no llegar a un acuerdo satisfactorio. En esas páginas el país ha escrito, por medio de sus Representantes autorizados, todo lo que ha creído necesario escribir para defender sus derechos y su voluntad, y establecer la línea de conducta que en adelante debe seguirse en la lucha sin igual por la reivin<br />
dicación de nuestras libertades políticas. Allí se habló de la clase de Gobierno aquí implantado; de la naturaleza de los Representantes Populares en Estados Unidos; de los derechos legítimos de la Asamblea Filipina en la designación de esos representantes; del papel que debe desempeñar la Comisión, como agente del Gobierno de la Metrópoli; y se estudiaron estas cuestiones al través de una historia de siglos de las instituciones análogas de allende los mares. Pero las cosas de cierta importancia no producen ordinariamente resultados inmediatos. Los frutos llegan generalmente tarde y podemos decir ahora que esta Asamblea ha recogido los frutos de la anterior, habiendo podido elegir a sus Comisionados Residentes en perfecto acuerdo con las espontáneas determinaciones de su voluntad y los intereses del pueblo que representa.<br />
<br />
LA REORGANIZACIÓN JUDICIAL.<br />
Ahora, he de consignar dos notas dolorosas: la una es la referente al naufragio de un proyecto que también se presentó en la sesión pasada, y que entonces como ahora no ha sido finalmente aprobado: me refiero a la reorganización de los tribunales de justicia. No podemos comprender, los de la Asamblea, cómo nuestra medida de uniformar la organización de los tribunales presentes, de proporcionarles con la estabilidad una marcha mejor, de dar facilidades en el despacho de los asuntos, de evitar muchos gastos de viajes innecesarios, no podemos comprender, los de la Asamblea, repito yo, por qué ahora como ayer, esta medida no ha sido aceptada. Hay que reconocer, sin embargo, que la Comisión, según mis informes, ha consagrado muchas horas al estudio de la materia, y es posible que ciertos puntos de vista que nosotros no conocemos aún, puesto que los debates de aquella otra Cámara no están a nuestro alcance, hayan motivado la no aprobación del proyecto. No tengo duda, sin embargo, que con lo hecho hemos puesto un jalón más en la campaña que venimos realizando por establecer sobre base más firme al par que sencilla, una de las instituciones más fuertes en el país y que debe merecer en todo tiempo el respeto más profundo.<br />
Todo empeño en mejorar el poder judicial es poco. Que-' remos colocarle a la altura' en que debe estar y al mismo tiempo queremos para el pueblo una justicia más pronta y eficaz. LfOS filipinos estamos acusados de eso que llaman aquí en inglés, mal pronunciado por mí, puesto que no sé inglés, too much politics, Pero aquí, en nuestro país, es donde, si se examina fríamente la situación, se hace menos política que en ninguna otra parte. Nosotros, desde el primer momento hemos intentado poner los tribunales fuera del alcance de las maquinaciones políticas, hemos querido reconocer en ellos aquel poder y aquellas garantías que los países más adelantados les han dado, para imprimir en sus decisiones el sello de indiscutible respetabilidad. Como he dicho, hasta ahora no hemos tenido fortuna en este empeño de reorganización.<br />
<br />
LOS PRESUPUESTOS.<br />
La otra nota poco grata, como la anterior, es la referente a los presupuestos. No es parlamentario, que yo sepa, discutir los móviles y las causas que inspiran los actos de la otra Cámara; pero a veces es tan imposible dejar de hacer alguna referencia a algunas como cuestiones de hecho que se escapan de la pequeña circunscripción de una Cámara y llegan hasta la otra, que no tengo más remedio que llamar la atención a la actitud de la Comisión, que en la anterior Legislatura había aceptado unas bases que son substancialmente las mismas que ahora ha rechazado y que se presentaron, no a última hora, como se dijo que se presentaron en el período pasado, sino a principios del período presente. En esto, como en el punto citado anteriormente, hemos sido poco afortunados, y menos afortunados todavía por el trabajo ímprobo que la Cámara entera ha realizado desde ayer, en su afán de poder llegar en lo posible a una inteligencia satisfactoria, basada en buenos principios, en mutuas y justas concesiones, en la aprobación de los presupuestos. Todos los que están aquí presentes son testigos de que no solamente los Diputados, sino también todo el personal de la Secretaría, han estado, desde la mañana de este día hasta esta media noche, ocupadísimos en la preparación y redacción de los materiales necesarios para la Ley de Presupuestos. Un Comité enviado ondosamente a la otra Cámara trató de salvar algunas de las bases tenidas por fundamentales, y aun cuando al principio pareció establecerse una clara inteligencia sobre estas bases, fueron tales los detalles, los cálculos de cantidades consignadas, el examen que requirió la investigación minuciosa de todos los conceptos que, yo tengo entendido, el Comité mismo de Presupuestos, primero, y los individuos todos de la Cámara, después, cuando creían haber llegado al final, al ver su propia obra, al colocarse el proyecto sobre la mesa del Secretario, han vacilado en dar un paso más en vista de que materialmente no había tiempo de considerar de nuevo cada partida sujetándola a una serena y amplia discusión parlamentaria.<br />
De intento quiero dejar sin mención algunos puntos interesantes en la legislación general que acaba de aprobarse, por lo avanzado de la hora y porque veo en vuestros semblantes retratadas las fatigas de la tremenda . jornada que acabamos de salvar. La valiosa adquisición de la Biblioteca de la Compañía General de Tabacos que enriquecerá notablemente nuestra División Filipiniana, en el ramo de la historia, es un punto que no debe pasar inadvertido. Otras nuevas leyes son: la que se refiere al procedimiento más rápido en lá suspensión de funcionarios municipales; la que exime de todo impuesto ó contribución á las empresas periodísticas; la que establece una escuela en Kalamba, en recuerdo de Rizal; la que crea la junta de apelación de contribuciones en la ciudad de Manila; la que prorroga el plazo concedido al Comité que investiga las causas de la excesiva mortandad infantil; la que mejora la siembra, el oreo y beneficio del tabaco; la que dispone nuevamente la creación de setenta colegiaturas en la Escuela Forestal de Los Baños; la que vota cierta cantidad para la Escuela de Industrias Domésticas; la que reforma la ley sobre examen de farmacéuticos; la que dispone la revisión y corrección de los amillaramientos para la contribución territorial y otras más que es imposible recordar en estos momentos.<br />
<br />
UNOS EN LA ACCIÓN.<br />
Ahora, caballeros, quiero decir que cuanto llevo indicado se refiere a nuestra condición como legisladores; pero nosotros no hemos venido aquí solamente para hacer frente a las necesidades del país en el orden legislativo, para dictar leyes, sino que venimos, además, para representarle, y desde este lugar, reflejar autorizadamente los ideales del pueblo, sus aspiraciones y deseos. No hay duda alguna que se están desarrollando y se desarrollarán todavía aquí grandes acontecimientos. Esta Cámara, representando todas las tendencias, en una labor armónica, ha adoptado, no hace mucho, una Resolucióii haciendo buenos los trabajos de los partidos políticos militantes y adhiriéndose unánimemente a eso que se conoce por todos con el nombre de Bill Jones. Nada se ha escatimado para ayudar a mejorar nuestra condición, en lo que se refiere a la campaña en los Estados Unidos; no solattieñte se ha procurado elegir a los mejores hombres para representar al país allá, sino qué desde aquí, constántehienté, hemos estado unidos cotí nuestros Comisionados Residentes en la labor que el país entero viene realizando por el reconocimiento de su independencia. ¿Qué pasará? ¿Ocurrirá algo desde este período al próximo? Es difícil predecir nada. Es peligroso aventurar una contestación categórica. Lo mejor es esperar los acontecimientos. Pero yo estoy seguro de una cosa, y es que esta Cámara se hace cargo completamente de su alta responsabilidad en los momentos presentes. No importa que nosotros, por virtud de la Ley, nos separemos materialmente, al terminar estas sesiones, yendo cada cual á su provincia, a su distrito, a su hogar; estoy convencido, que, juntos aquí o separados allá, seremos unos en la definición de nuestra conducta nacional, compactos y solidarios en la acción. (Aplaíisos,) Vuestros aplausos me alientan sobremanera, y me dan las fuerzas de que carezco esta noche, para poder hablar de un asunto tan grave como éste, dejando impresos en mis palabras todo el calor y toda la energía necesarios, al repetir lo que dije antes, o sea, que estoy completamente seguro de que seremos unos, completamente unos en la acción. (Aplausos.)<br />
No hay necesidad, no es preciso que los hombres se agrupen nominalmente bajo una denominación, para que sean, en lo fundamental, unos y solidarios. No se ha encontrado todavía en la historia el ejemplo de un pueblo — en que haya una opinión pública sana e inteligente y en que la discusión sea libre — en que los hombres se hayan agrupado todos bajo una sola dirección sin diferencia de criterio de ninguna clase. En cuanto se reúnen dos hombres libres, tenéis dos personalidades distintas, dos ideas; pero aunque esto es así, aunque del fondo de la discusión brotan de ordinario diferentes criterios, es posible y es necesario que, por encima de las pequeñas diferencias, sea cual sea el bando a que uno pertenezca, el partido en que uno milite, cuando llegue una ocasión como la ocasión presente estemos, como dije, completamente unidos. (Aplausos.) De este modo, no importa que unos sean Progresistas y otros Nacionalistas. Especialmente porque esta unión es, además, producto espontáneo de nuestros compromisos para con la Nación. El Partido Progresista, de larga historia, al aprender las lecciones de la experiencia, ha sabido colocar, por encima de los gritos que arranca la bandería o la pasión, las inspiraciones del patriotismo. Y comprendiendo que la fórmula anexionista no tenía base y cada demora en la consecución del ideal estaba llena de peligros para la causa, ha hecho un esfuerzo para restituirse al pueblo, aceptando las provisiones del Bill Jones. Los Nacionalistas, por su parte — e incluyo aquí todos los matices del nacionalismo — que han abogado siempre por la independencia inmediata del país, han hallado en el Bill Jones la cristalización de sus campañas y lo han aceptado sustancialmente en todas sus partes. Resulta de todo esto, que, aun sin el convencionalismo de una sola agrupación, antes bien militando en bandos diferentes, el país está en la actualidad realmente unido por el influjo de los acontecimientos y la acción misma, fundamentalmente coincidente, de los partidos políticos, comprometidos a sostener la presente campaña.<br />
<br />
LA DERROTA DE NUESTRAS ARMAS.<br />
Estos partidos políticos han aceptado un mandato de nuestro país después de la fecha, tristemente memorable, de la derrota de nuestras armas. Yo no quisiera, por el hecho de ser nacionalista, hacer un examen crítico del pasado de dichos partidos; podrían mis palabras ser tachadas de parciales. Y mientras dejo que la Historia se haga cargo de los hechos y los examine y juzgue más tarde, podemos ahora, por un momento, retrotraernos a las etapas que ya transcurrieron, y, al abarcar en mirada retrospectiva las sendas recorridas, hallaremos entre los recuerdos del pasado, aquella querida bandera que por la suerte adversa de nuestras armas pareció haber sido despedazada y sepultada para siempre. Pero no fué así. Cuando en 1901, entre la confusión y el aturdimiento del desastre, algunos leaders de la Revolución Filipina, en documentos solemnes que ellos suscribieron, dijeron que por la fuerza de las circunstancias reconocían la soberanía americana e invitaban al país a acatarla, ello no quería indicar que renunciaban para siempre al propósito de ser libres. El país, por lo menos, no lo entendió de esta manera. Lo único que pasó fué que ellos devolvieron al pueblo los poderes que asumieron.<br />
Nadie puede poner en tela de juicio el servicio positivo de las armas filipinas. Inspiradas por hondo patriotismo, libraron sus campañas con lealtad y decisión. No se escatimó ningún esfuerzo ni sacrificio. Desafiaron todos los peligros, pelearon como unos héroes, hasta que la fuerza arrolló a la fuerza. De este modo, las armas filipinas, no obstante todo su brillante y doloroso calvario, no obstante el apoyo incondicional del país que expuso cuanto pudo por la causa, no pudiendo realizar lo que ellos deseaban y deseamos todos, entregaron a los hombres de la paz la tarea que ellos renunciaron continuar y que ahora el pueblo, por medio de nosotros, está realizando. (Aplausos.)<br />
Por eso, después de una jornada dolorosa de más de diez años continuos, los exmilitares de la Revolución y los demás elementos del pueblo se encuentran juntos otra vez. Es verdad que durante ese tiempo se han creado diferentes partidos políticos. Es cierto, que a partir de nuestra derrota, los hombres, pareciendo dividirse, tomaron diferentes caminos. Es innegable que las dificultades se han multiplicado y que el ideal parecía alejarse cada vez más. Pero el pueblo, no habiendo perdido la fé en su causa, continuó luchando, y ahora que los vientos de la adversidad amainan y el horizonte se aclara, todos los hijos del país se hallan unidos otra vez, esperando confiados, frente a los acontecimientos que se avecinan, la resurrección gloriosa,<br />
en la paz, de aquella bandera que se creyó perdida en la guerra. {Muy bien. Aplausos.)<br />
<br />
SACRIFIQUEMOS TODO: INTERESES, AMBICIONES ....<br />
<br />
No hemos venido aquí, no habéis venido. Representantes del pueblo, a esta situación, por el sólo imperio de vuestra voluntad. Habéis venido aquí por el voto libre de vuestros conciudadanos; por el soberano mandato del pueblo, habéis asumido la nueva y tremenda responsabilidad. Y porque es así, y porque cada día que pasa os dais cuenta de que la responsabilidad es mayor, y os dais cuenta de que es vuestra, no creo que podáis, ni queráis ahora, evadirla ni atenuarla tan siquiera, porque eso equivaldría a una deserción de vuestro deber y jamás podéis ser, jamás podemos ser desertores. (Aplausos,) Nosotros recogimos de los labios de los que cayeron aquellos alientos patrióticos, aquellas inspiraciones gigantes que no pudieron cristalizar por la fuerza incontrastable de las circunstancias. Nosotros recogimos, con el pueblo que nos ha elegido y a quien nosotros representamos, las grandes ideas que germinaron en aquellas sangrientas luchas y que bajo el imperio de la paz nos han servido como de inspiración y guía en las difíciles campañas que se han realizado desde entonces.<br />
Como ayer, cuando el país se decidió por el camino de la guerra que se creyó inevitable, no haya en el presente vacilaciones ni temores. En América, el país de la libertad, luchan sin desmayos nuestros Representantes. Aquí estamos nosotros, está el pueblo, inspirándoles. La labor es una. La obra es de todos. La situación es muy seria. Es evidente que en la Metrópoli, donde se ventila la gran causa, las corrientes de la opinión son muy encontradas. Nadie puede predecir con seguridad absoluta de qué lado estará el triunfo. No es un pleito baladí el pleito por nuestra libertad: el interés nacional confiado en nuestras manos es demasiado alto, la lucha es demasiado grande, inmensamente grande, para que los hijos del país lo sacrifiquemos todo, absolutamente todo, comodidades, ambiciones, intereses, en aras del bienestar general. (Aplausos.)<br />
<br />
LOS DÍAS QUE VIENEN.<br />
Allá en América sube ahora al poder otro partido, el demócrata. Antiguo en la historia, nuevo en los triunfos, constantemente, desde hace más de una década, ha venido luchando por los ideales del pueblo filipino. Este partido consignó de un modo solemne, ante la faz de las naciones, en su plataforma de Baltimore las siguientes o parecidas palabras :<br />
"Nosotros reafirmamos solemnemente nuestra oposición tres veces anunciada al imperialismo y a la explotación colonial en Filipinas o donde quiera que sea. Nosotros declaramos el propósito de la Nación de reconocer la independencia de Filipinas tan pronto como se establezca un gobierno estable, y mientras se obtengan las fórmulas internacionales de garantía necesarias, nosotros nos comprometemos a garantizar la Independencia de Filipinas."<br />
Esperamos que estas palabras, que son claras y terminantes, tengan el significado que tienen en la realidad. Creo y espero que así se hará, porque el pueblo americano es justo. La suerte está echada, y Dios que no ha faltado a los otros pueblos, tampoco faltará al nuestí^o. Entre tanto permanezcamos tranquilos; milite cada uno en sus filas, luche como pueda; sostengamos nuestras campañas con tesón y desinterés, y, o nosotros estamos completamente equivocados, o los días que vienen serán para el pueblo filipino, que tanto ha luchado y tanto ha sufrido, días de reivindicación, días de libertad. (Aplausos.)<br />
Caballeros: en virtud de vuestra Resolución, en virtud de vuestro mandato, declaro por la presente cerrado este período de sesiones, levantando la sesión sine die. (Estrepitosos aplausos.)Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-41982688181395487492012-04-09T19:18:00.000+08:002012-04-09T19:18:01.580+08:00Contestaciones y Consideraciones<br />
APOLINARIO MABINI.<br />
<br />
Contestaciones y Consideraciones<br />
<br />
AL PUEBLO Y CONGRESO NORTE-AMERICANOS<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiI9iJ9Zf8dTUdbs8QWZ0GLvhdMm0Ab38OJYc0wiEQnxx-u0QgSrSVZQCFhxeh2IrDzMlikzmvOGVvjXtRJNLYGLnSMNt_gO86Vuw6H8npde1C62DBDrJwhPvpcJe_rd5Ycd71GsCrXRCE/s1600/Contestaciones-y-Consideraciones.gif" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiI9iJ9Zf8dTUdbs8QWZ0GLvhdMm0Ab38OJYc0wiEQnxx-u0QgSrSVZQCFhxeh2IrDzMlikzmvOGVvjXtRJNLYGLnSMNt_gO86Vuw6H8npde1C62DBDrJwhPvpcJe_rd5Ycd71GsCrXRCE/s1600/Contestaciones-y-Consideraciones.gif" /></a></div>
<br />
<br />
<br />
MANILA<br />
<br />
Enero. 1900<br />
<br />
ÍNDICE<br />
<br />
<br />
COPIA DE LA CARTA DEL GENERAL WHEELER DIRIGIDO AL SEÑOR MABINI.<br />
<br />
CONTESTACIÓN DEL SR. MABINI AL GENERAL.<br />
<br />
PREGUNTAS Y RESPUESTAS.<br />
<br />
LIGERAS CONSIDERACIONES PARA EL CONGRESO NORTE-AMERICANO.<br />
<br />
EL MENSAJE DEL PRESIDENTE MC-KINLEY<br />
<br />
CARTA DEL MISMO A LOS REPRESENTANTES EN MANILA DE LOS PRINCIPALES PERIODICOS DE AMERICA.<br />
<br />
COPIA DE LA CARTA DEL GENERAL WHEELER DIRIGIDO AL SEÑOR MABINI.<br />
<br />
<br />
Manila, Luzon, P.I., December 25th. 1899.<br />
<br />
HONORABLE SEÑOR APOLINARIO MABINI, MANILA, P.I.<br />
<br />
<br />
DEAR SEÑOR:<br />
<br />
I enclose a list of questions which you were kind enough to inform me you would be pleased to answer.<br />
<br />
I shall be happy to receive your answers as those of a man of weight whose opinions are most worthy of consideration.<br />
<br />
It will oblige me to have your answers as all as possible, as your statements will be very valuable.<br />
<br />
<br />
With very high regard,<br />
<br />
Yours very truly.<br />
<br />
JOSEPH WHEELER.<br />
<br />
CONTESTACIÓN DEL SR. MABINI<br />
AL GENERAL.<br />
<br />
<br />
Manila, I.F., 25 de Diciembre de 1899.<br />
<br />
GENERAL JOSEPH WHEELER, DEL EJERCITO AMERICANO DE ESTAS ISLAS.<br />
<br />
PRESENTE.<br />
<br />
GENERAL:<br />
<br />
Tengo el honor y la satisfaccion de remitir à su Excelencia la contestación á sus preguntas con una ligera exposicion al Congreso de los Estados-Unidos, las cuales solo tienen valor por la sinceridad con que estàn expresadas. Tenga pues la bondad de escusarme, si por mi poca habilidad y escaso saber no he sabido dar una forma mas clara á mi pensamiento.<br />
<br />
Me he tomado la libertad, General, de hablar con toda franqueza, convencido de que tanto su Excelencia como sus dignos compañeros de armas desean y procuran el engrandecimiento de su pueblo por encima de los intereses y conveniencias de clase ó partido, y de que, conocida la verdad, se evitarìan á tiempo equivocaciones lamentables. Además me lo imponen lo que debo à mi mismo y el deseo de cooperar al logro de una solucion satisfactoria para ambas partes, que ponga término á esta guerra entre dos pueblos que deben estar ligados, por eterna amistad, para servir á la causa de la civilizacion y de la humanidad.<br />
<br />
Soy de su Excelencia, con la mayor consideracion y respeto, su mas obediente servidor.<br />
<br />
APOLINARIO MABINI.<br />
<br />
PREGUNTAS Y RESPUESTAS.<br />
<br />
<br />
GENERAL. ¿Es posible que no haya revolucion?<br />
<br />
MABINI.—Es posible.<br />
<br />
G. Si es posible ¿cómo?<br />
<br />
M.—Satisfaciendo las aspiraciones del pueblo.<br />
<br />
G. ¿Qué causas han producido la revolucion?<br />
<br />
M.—Pueden condensarse en esta sola: la necesidad de un gobierno que asegure á los filipinos la libertad de pensamiento, conciencia y asociacion, la inmunidad en su persona, casa y correspondencia, la igualdad en la participacion de los cargos y beneficios públicos, el respeto à las leyes y á la propiedad y el desarrollo de la prosperidad del pais por los medios que suministran los adelantos modernos.<br />
<br />
G. ¿Estarán contentos todos los tagalos que esté de Presidente Aguinaldo?<br />
<br />
M.—Los filipinos (no los tagalos solo) estaràn contentos de un Presidente que ellos elijan del modo que se estipule con el Congreso americano. Hoy reconocen á Aguinaldo, porque este personifica sus aspiraciones; pero cuando vean en él ó mala fé ó incapacidad, reconocerán á otro que acredite ser mas digno.<br />
<br />
G. ¿Todos los pueblos estaràn contentos?<br />
<br />
M.—Ya esta dicho en la anterior pregunta.<br />
<br />
G. ¿Posee el Sr. Aguinaldo bastante fuerza para arreglar las Islas?<br />
<br />
M.—La posee mientras esté de su parte el pueblo.<br />
<br />
G. ¿De donde vendrá dinero para el Gobierno?<br />
<br />
M.—Para los primeros gastos que requiere la instalacion de un Gobierno permanente y estable, se contratará un empréstito exterior en cantidad bastante, en la forma y con las garantias que se convengan previamente con el Congreso de los Estados-Unidos. Para las necesidades ordinarias de administracion y para la amortizacion de la deuda pública, se establecerán con la equidad aquellas contribuciones que sean llevaderas para el pueblo.<br />
<br />
G. ¿Y las Islas del Sur?<br />
<br />
M.—Se atienen à la actitud que adopte Luzon.<br />
<br />
G. ¿Gusta la guerra à la gente de estas Islas?<br />
<br />
M.—No, tanto que durante los 300 años de la dominacion española no se registra otra ninguna, sino la que ha empezado desde el año 1896. Se ha visto precisada á sostener la presente, para defender derechos que cree sagrados y naturales á todo pueblo.<br />
<br />
G. ¿Quiere la gente un buen gobierno de los Estados-Unidos?<br />
<br />
M.—Cuando se convenza de la imposibilidad de obtener por ahora un Gobierno propio que á su entender es el mejor, aceptará provisionalmente el que le impongan los E.U.; pero únicamente para que le sirva de medio para llegar mas ò menos tarde á la consecucion del Gobierno propio porque asì lo exije el progreso que es ley de todos los pueblos. Cuando el pueblo americano se oponga à esta ley, no tardarà en llegar la época de su decadencia y ruina.<br />
<br />
G. ¿Quiere mucho la gente el progreso, ferro-carril, etc., etc.?<br />
<br />
M.—Una de las causas de la revolucion es la aspiracion á la vida del progreso que la mayor facilidad de comunicacion con otros paises hoy dia ha hecho nacer en el corazon de los filipinos, no obstante los esfuerzos del gobierno español por neutralizar esta influencia.<br />
<br />
G. ¿La manera de gobernar de España es lo que quiere?<br />
<br />
M.—La opinion sensata del pais detesta la administracion española por los vicios inveterados que lleva consigo; así es que, cuando Aguinaldo quizo aconsejarse de algunos que han querido resucitar el sistema español, manifestando poca energía para reprimir los antiguos abusos empezò el retraimiento de los filipinos honrados y se ha visto mucha desanimacion en el pueblo.<br />
<br />
<br />
25 Diciembre 1899.<br />
<br />
<br />
LIGERAS CONSIDERACIONES<br />
PARA<br />
EL CONGRESO NORTE-AMERICANO.<br />
<br />
<br />
El Congreso Norte-americano se encuentra hoy en una situacion sumamente delicada y difícil, por cuanto del acierto de sus decisiones pende el porvenir de los pueblos. El problema filipino mantiene la incertidumbre y la oscuridad tanto en el futuro de Filipinas, como tambien en el de los Estados-Unidos de América.<br />
<br />
La prolongacion de la guerra en Filipinas traería consigo, aparte de los innumerables dispendios en hombres y dinero, el descrédito de los E.U. ante las demás naciones. El gobierno de Washington pudo conseguir la cesion de las Filipinas por medio del tratado de Paris, con el tacito consentimiento de las Potencias, porque estas esperan que el gobierno de los E.U. mantendrà mejor la paz y el respeto à las leyes y à la propiedad.<br />
<br />
Sobre esta base, el gobierno de Washington desoyó las pretenciones de los filipinos de establecer y asegurar mediante formal convenio un gobierno mas adecuado á sus costumbres y necesidades, pretendiendo ahogar sus legítimas aspiraciones por medio de la fuerza, bajo el pretexto de que los naturales, por carecer de capacidad para un Gobierno propio, no podrìan garantizar la paz y el òrden y los intereses extranjeros.<br />
<br />
Ahora bien, ¿puede el pueblo americano asegurar que los filipinos son incapaces para gobernar? Si lo fueran realmente podría el gobierno de Washington establecer la paz é imponer el gobierno que quiera conceder á Filipinas; pero, si son capaces, tenga la completa seguridad de que los filipinos no dejarán de luchar por sus ideales. Y conste que, prolongàndose la lucha, los extranjeros clamaràn por la poca seguridad de sus intereses y es muy probable que se decidan á intervenir, dando lugar á un conflicto que ocasione la ruina, no solo de Filipinas, sino tambien de los E.U.<br />
<br />
Si el problema filipino se solucionare por medio de una transaccion con los filipinos, estarìan mas garantidas la paz, las libertades individuales y la propiedad, y los americanos compartirìan con los filipinos la responsabilidad ante la civilizacion y la historia; pero si el pueblo americano intentare la paz por la fuerza, para establecer un gobierno conforme con sus deseos propios, y no con los del pueblo filipino, para él serìa toda la responsabilidad del fracaso.<br />
<br />
Gobernar es estudiar las necesidades é interpretar los deseos del pueblo, para remediar aquellas y satisfacer estas. Si los naturales que conocen las necesidades, costumbres y aspiraciones del pueblo son incapaces para gobernar, ¿los americanos, que han tenido muy poco contacto con los filipinos, seràn mas capaces para gobernar Filipinas?<br />
<br />
Medite bien el Congreso: es necesario un buen Gobierno en Filipinas, no por el bien de los filipinos, sino porque lo demandan el buen honor y prestigio del pueblo americano.<br />
<br />
Ahora ¿Cuál será este buen gobierno? No me atrevo á fijarlo, porque no represento el Gobierno revolucionario y he prometido no comunicarme con los jefes y prohombres filipinos.<br />
<br />
La Comision americana que ha venido hace poco à Filipinas no conoce al pais ni puede conocerlo en tan corto tiempo. Cuando los españoles no han conocido á los filipinos durante 300 años, temo que la Comision americana no haya aprendido mucho en 300 dias de estancia en Filipinas.<br />
<br />
Han estado únicamente en los pueblos ocupados por las fuerzas americanas hablando con los hombres que no fijan otra norma para sus actos, sino la conveniencia personal, encerrando la patria dentro del estrecho círculo de sus relaciones é intereses; los cuales por su conducta carecen de influencia en el pais. Si han hablado con algunos filipinos honrados, estos no se han expansionado por miedo de que los americanos les perjudiquen, como era frecuente en tiempo de la dominacion española.<br />
<br />
Al consignar estos apuntes, he hecho caso omiso de mis conveniencias personales; pues estoy si fuera necesario para acreditar mi convencimiento y mi fé; dispuesto á todo género de sacrificios, además creo corresponder mejor al buen trato que he recibido y sigo recibiendo de las autoridades americanas, manifestàndoles la verdad desnuda sin contemplaciones de ninguna especie, para evitar equivocaciones irreparables.<br />
<br />
25 Diciembre 1899.<br />
AP. MABINI.<br />
<br />
<br />
EL MENSAJE<br />
DEL<br />
PRESIDENTE MC-KINLEY<br />
<br />
<br />
No podemos resistir al deseo de escribir dos palabras acerca del Mensaje anual leido en ambas Cámaras del Congreso el dia 5 Diciembre último, en la parte que á Filipinas concierne. Estamos convencidos de que todo esfuerzo que tienda à interpretar sinceramente los sentimientos del pueblo filipino, para la mas acertada solucion del problema, constituye un servicio no solo á Filipinas sino tambien à los Estados Unidos de América.<br />
<br />
Pero no olvidaremos nuestra situacion especial: no abusaremos de una libertad debida à la generosidad de nuestros enemigos políticos. Hablaremos, no como un mal llamado insurrecto, sino como un americanista que no ha dejado de ser filipino; hablaremos como un hombre racional que atiende, no solo á las conveniencias del cuerpo, sino tambien á las del espíritu; nos haremos eco fiel de la opinion publica menos dispuesta à la guerra, sin predicar los ideales que hemos sostenido y seguimos sosteniendo à impulsos de nuestras propias convicciones.<br />
<br />
Asi no discutiremos la bondad y justicia del tratado de Paris; no demostraremos tampoco que la compra-venta de Colonias, practicada por las naciones civilizadas como un acto lícito, es, como continuacion al por mayor del antiguo tràfico de esclavos, contraria al derecho natural, único fundamento y razon suficiente de la justicia de todas las leyes humanas. Solo haremos notar que el tratado de Paris lejos de aportar à América, como algunos esperan tal vez, un inmenso mercado para sus productos y vasto campo de explotacion para sus Capitales, lo que ha hecho es enlazar fuertemente con el vínculo de la solidaridad los sonrientes destinos de América con el porvenir precario é incierto de Filipinas. De hoy mas los americanos tendrán no poca parte en las alegrías, tristezas, miserias y desdichas de los filipinos. ¿Sabrán los americanos apreciar con criterio desapasionado esta mancomunidad de suerte y sobre-llevar la pesada carga que les toca, con el espìritu digno de su raza y de sus tradiciones, parodiando al Presidente Mc-Kinley?<br />
<br />
El Presidente hace mencion de un manifiesto que mandò publicar á la conclusion del Tratado de Paris anunciando á los filipinos que "los americanos no habìan venido en son de invasores y conquistadores, sino como amigos para protejer á los naturales en sus casas, ocupaciones y derechos personales y religiosos." Acerca de este particular encontramos necesaria una explicacion. ¿Se ha preguntado alguna vez al gobierno de los E.U. si existían, no ya el sagrado del domicilio filipino ni la libertad para el trabajo, sino cualquiera de los derechos personales y religiosos? Debemos advertir que nuestra casa, honor, hacienda y libertades ò derechos personales estaban, en tiempo de la dominacion española, á merced de las facultades discrecionales y omnìmodas del Gobernador general español en Filipinas; y por consiguiente no existìan, como tampoco existen ahora. ¿Han venido para establecerles? Entonces debieran declararlos y regularlos préviamente. ¿Se trata de los derechos que todo hombre tiene por naturaleza con anterioridad à toda ley humana? Miren lo que han hecho y continuan haciendo con los filipinos, compárenlo con los principios proclamados en la declaracion de la Independencia de los E.U. y si no se dejan llevar de la pasion, comprenderàn que ellos mismos han provocado la desconfianza en el ànimo de los filipinos. Por otra parte, decir que los americanos no han venido como conquistadores, es confesar paladinamente que el Tratado de Paris y la soberanía americana en Filipinas, á menos que sean reconocidos expontáneamente por los filipinos, solo descansan en la RAZON DE LA FUERZA que las Potencias suelen bautizar con el nombre raro de DERECHO DE CONQUISTA.<br />
<br />
Pasa luego el Mensaje á decir que siniestras ambiciones de unos pocos jefes filipinos crearon, á la llegada de la Comision americana en estas playas, una situacion llena de embarazos para los americanos y de fatales consecuencias para los filipinos; cuando el mas caracterizado de esos jefes, al principio de su vuelta de Hong-kong, solo aspiraba à la liberacion de las Islas de la dominacion española. Nada diremos del primer extremo, porque de reputarlo, decir podrìan que escribimos en prò de los revolucionarios; solo indicaremos de paso que el informe de la Comision deja mucho que desear en punto á imparcialidad, porque ha estado constantemente sometida al influjo de la excitacion producida por la ruptura de hostilidades. Admitiendo como cierto el segundo extremo, preguntaremos: el pueblo filipino, al cansarse del yugo español ¿no podia tener otro objeto sino el de someterse á otro yugo, ó aspiraba al mejoramiento de su condicion? Aun suponiendo al pueblo filipino en estado de barbarie destituido de toda cultura, no podriamos negarle la inclinacion natural á una vida mejor, que encontramos hasta en los irracionales. Por otra parte es de suponer que el pueblo americano desea de veras el mejoramiento de los filipinos y no pretenderá imponerles un yugo tan duro como el anterior, limitàndose á acallar sus aspiraciones con promesas melífluas, porque es de suponer tambien que no querrá renunciar al derecho de levantar su frente ante la civilización y la historia, ni renegar de su pasado y tradiciones, ni desmentir abiertamente las razones de humanidad alegadas ante el mundo, para justificar su guerra contra España y el deseo de quedarse á toda costa con las Islas Filipinas.<br />
<br />
Como hablamos, no para hacer propaganda de nuestros ideales, sino para informar al pueblo americano de los verdaderos deseos del pueblo filipino, prestando un servicio à la causa de la paz, vamos á relatar brevemente los antecedentes de la revolucion Filipina, pues por ellos comprenderemos los medios de mejoramiento que pueden ofrecerse á los filipinos. La muerte de tres sacerdotes filipinos Burgos, Gomez y Zamora produjo un cambio en los sentimientos del pueblo. El P. José Burgos era muy popular, porque defendia los derechos del clero filipino; de aqui el que su muerte haya sido sentida hondamente y haya provocado una protesta general de indignacion. Es verdad que esta protesta no salìa del seno del hogar y de la confianza, porque las autoridades españolas tenìan reservadas para esta clase de resabios cruelísimas penas; pero, por lo mismo que no podía desahogarse, creció mas y mas.<br />
<br />
Mas tarde algunos jóvenes filipinos fueron á España, no solo para adquirir mayores conocimientos, sino para exponer al pueblo español las verdaderas necesidades del pueblo filipino, que las autoridades españolas aconsejadas por las Corporaciones religiosas procuraban ocultar y reprimir, en vez de atender. Al efecto fundaron un periòdico sostenido por el pueblo y pidieron la regulacion de las facultades del Gobernador general; la representacion Filipina en el cuerpo legislativo español; la libertad de imprenta, de cultos y de asociacion; la prohibicion de expedientes gobernativos en que se condenaba à uno sin ser oido, ó se violaban el domicilio y la correspondencia por simples denuncias reservadas à las autoridades gobernativas; la secularizacion de las Parroquias, la equiparacion de los filipinos á los españoles en todos los derechos políticos y civiles y en la participacion en los empleos públicos, ya que aquellos solos casi soportaban las cargas públicas; muchos auxilios y pocas trabas á la agricultura, industria y comercio: en una palabra, la promulgacion en Filipinas de la constitucion española y la asimilacion completa de las mismas á cualquiera provincia de la Penìnsula española.<br />
<br />
Los españoles desatendieron estas peticiones, bajo pretexto de que eran obra de unos cuantos ilusos, alegando que el pueblo estaba todavìa en estado salvaje, como ahora desatienden los americanos las demandas de los revolucionarios, con el pretexto de que la revolucion es obra únicamente de unos cuantos tagalos ambiciosos. ¿Còmo ha respondido el pueblo al insulto de los españoles? Con el movimiento del año 1896, iniciado y llevado á cabo por la clase menos instruida y mas numerosa del pueblo.<br />
<br />
Los españoles trataron de cortar este movimiento, matando á Rizal y cuantos filipinos hubiesen demostrado grande amor al pais y encarcelando, torturando y deportando á casi todos los ilustrados de las provincias. Y remataron su obra, engañando á los Jefes revolucionarios, mediante promesas de libertad, consignadas en un documento privado sin valor de ninguna especie, pues no estaban dispuestos á cumplirlas.<br />
<br />
Con la expatriacion de los Jefes revolucionarios, creyeron los españoles terminada la revolucion, cuando ésta se estaba reorganizando de una manera mas formal en el seno del pueblo, pues los hombres mas instruidos é influyentes empezaban á tomar parte en ella, para darle ideales definidos. Estalla á poco la guerra hispano-americana; Aguinaldo vuelve de Hongkong, y se manifiesta la verdadera revolucion filipina sostenida por todas las clases de la sociedad y todas las provincias y pueblos que reconocen por Jefe á Aguinaldo, no tanto por los servicios al pais en el anterior movimiento, como para evitar rivalidades perjudiciales y perniciosas.<br />
<br />
Con tales antecedentes, creemos haber demostrado bastante que la revolucion no es obra de unos cuantos ilusos ó ambiciosos, sino del pueblo; que el pueblo no obra inconcientemented, arrastrado por esos pocos, sino obra con conciencia de lo que hace á impulsos de aspiraciones bien definidas. La desanimacion y el descontento que acaba de demostrar con motivo de los abusos cometidos por algunos Jefes revolucionarios corroboran de modo concluyente nuestro aserto.<br />
<br />
Ahora es mas facil contestar á esta pregunta: ¿Cómo podríamos obtener la paz?. Todos contestarán con nosotros que el medio mas eficaz y seguro es que el Congreso americano dé á los filipinos lo que no pudieron obtener de los españoles. ¿Cuál es la forma de Gobierno compatible con las aspiraciones del pueblo? Conocemos tres: anexion de Filipinas como Estado, autonomía igual á la del Canadà ó Australia é independencia con protectorado. Con un Gobierno semejante al de la India que aconseja el profesor Schurman nada ganará el pueblo y creemos que con semejante oferta la paz solo podrà imponerse por la fuerza. La paz impuesta por la fuerza no dura ni garantiza el cumplimiento del compromiso contraido por los americanos de asegurar la propiedad é intereses extranjeros en Filipinas.<br />
<br />
Se dirá que el gabinete Paterno, al subir al poder, propuso como programa de Gobierno la autonomìa igual á la del Canadá, y que la inmensa mayorìa del pueblo revolucionario no lo aceptó. Por cierto que no somos tampoco partidarios de la autonomía, y no tenemos inconveniente en repetir lo que varias veces hemos dicho fuera de aquì: que solo aceptaremos la autonomía, cuando nos convenzamos de que el pueblo no está dispuesto á sacrificarse por otra mejor. Pero debemos tener en cuenta que la autonomía propuesta por el gabinete Paterno era una infraccion manifiesta de la Constitucion que ellos mismos, como miembros del Congreso, habìan votado y pedido con insistencia que se promulgara, amenazando provocar un escándalo en caso de oposicion por parte del gabinete que estaba entonces en el poder. No obstante ¿quién sabe si el señor Paterno hubiese prosperado en sus planes y conseguido la derogacion de la Constitucion, si hubiera podido presentar una oferta formal de autonomía por parte de los americanos? Es verdad que ni la Comision ni los generales americanos podrían ofrecer mas de lo que ofrece el Presidente McKinley, que en su mensaje dice de Filipinas poco mas ó menos lo siguiente: si conseguimos aniquilar la insurreccion dentro de poco, hacemos de los filipinos lo que nos convenga; no lo conseguimos, entonces ya entraremos en transacciones, aprovechando todas las ventajas posibles. Por nuestra parte, nos limitaremos à recomendarle con el mayor respeto que no olvide estas palabras: LA SANGRE NO AHOGA, SINO AL CONTRARIO ABONA LAS ASPIRACIONES JUSTAS DE UN PUEBLO.<br />
<br />
Se dirà que no es posible la anexion como Estado, por que los filipinos tienen distintas costumbres y otra manera de ser y que Filipinas no está comprendida dentro de la doctrina de Monroe; tampoco la autonomía, pues, segun el Profesor Schurman, Inglaterra las dió al Canadá y Australia, porque sus pobladores son capaces como pertenecientes à la misma raza de los ingleses: de aqui su preferencia á un gobierno similar al de la India, por cuanto no pertenecemos à la misma raza de los americanos. Nosotros mas conocedores de la capacidad y modo de pensar de los filipinos no seguiremos al Dr. Schurman en un camino que á nuestro juicio no conducirà à ninguna parte: aconsejaríamos al Congreso la adopcion de cualquiera de las tres fórmulas mencionadas, decretando cuanto antes la que ofrezca mayores probabilidades de ser aceptada por la generalidad de los filipinos, aunque no debiera ejecutarse, sino cuando venga la paz; de otro modo no encontramos medio alguno decisivo de asegurarla para lo futuro.<br />
<br />
Examinaremos las razones que mueven al Presidente MacKinley á recomendar al Congreso que no tome en consideracion la fórmula de Independencia con protectorado. Hé aquì dichas razones:<br />
<br />
1.a "La mayoría pacífica y leal, que no desea otra cosa sino la aceptacion de la autoridad americana, quedarà por la independencia á merced de los insurrectos armados." La mayorìa pacífica y leal Filipina, como la de todos los pueblos de la tierra, no desea otra cosa sino la tranquilidad, para lo cual adoptan el sistema de mostrar buena cara con todos, sin perjuicio de guardar allá en el fondo de su corazon el preciado tesoro de sus ilusiones. Dicha mayorìa, en los pueblos ocupados por las fuerzas americanas, no estàn à merced de los insurrectos armados, pero si á merced de los ladrones armados. Estos se guardaban antes de dejarse ver en los poblados, porque temían à aquellos. ¿Qué insurrectos y ladrones son una cosa? Asi lo creen los americanos, porque no conocen al pueblo filipino y por que les conviene.<br />
<br />
2.a "La Independencia quitaría à los americanos la facultad de reprimir á los jefes insurrectos, pero no la responsabilidad por los actos de estos." Los insurrectos son tales, porque desean y luchan por la Independencia: obtenida esta, dejarán de serlo.<br />
<br />
3.a "La Independencia impondría á los americanos la tarea de protejer á los filipinos contra cualquier atentado y contra las riñas con otro poder extranjero, á que estàn muy propensos." Con Independencia ó sin ella tendràn esa tarea que se han impuesto voluntariamente por el tratado de Paris. Ademas ¿no han anunciado que su venida tenía por objeto proteger á los filipinos? Estos, no ya por temperamento sino por conveniencia se guardarán muy bien de reñirse con los extranjeros que no atenten contra sus libertades é intereses.<br />
<br />
4.a "La Independencia despojaría al Congreso de las facultades de declarar la guerra, invistiendo de tan delicada prerrogativa al Jefe Tagalo." No se dá la Independencia, sin previa determinacion de la forma de Gobierno. Como suponemos que americanos y los filipinos preferiràn la republicana, el Congreso filipino, y no el Jefe Tagalo, sería en todo caso quien tenga la facultad de declarar la guerra. Si se quiere mas, podrìa determinarse todavìa que la declaracion de guerra hecha por el Congreso filipino sea aprobada por el americano.<br />
<br />
No faltarán algunos que con autoridad mas ó menos auténtica digan, como el Presidente McKinley en su Mensaje: venga primero la paz, y despues atenderemos á lo que VV. desean. Esto nos recuerda al ex-Presidente Mr. Cleveland que en uno de sus Mensajes anuales, después de manifestar que los Cubanos no querían deponer las armas hasta que España garantizase sus promesas, y que su Gobierno se habìa ofrecido al español á salir garante ante los Cubanos, si se obligaba à cumplirlas, sin haber recibido respuesta alguna, dijo: que los cubanos tenían razon, porque el Gobierno español con su actitud había demostrado precisamente lo que aquellos temían. Es verdad que el Presidente ha prometido casi nada; pero, por si hiciere alguna promesa mas importante en lo sucesivo y los insurrectos no creyeren tan pronto en ella, conviene no perder de vista las palabras de Mr. Cleveland, para encontrar la explicacion de su actitud.<br />
<br />
No hemos de terminar, sin reconocer la habilidad con que formulan sus argumentos tanto el Profesor Schurman como el Presidente McKinley, aunque á decir verdad un examen detenido descubre los sofismas que guardan en su fondo. Los filipinos acostumbran à contestar à esta clase de argumentos con una sonrisa muy enigmàtica; por lo cual nos permitiremos recomendar á los vecinos de los pueblos ocupados por las fuerzas americanas que, en cuanto se presenten ocasiones favorables, pidan à los comandantes de las mismas autorizacion para reunirse pacificamente y exponer en forma comedida y cortés sus deseos y aspiraciones al par que sus aptitudes. No dudamos que los americanos que han nacido y crecido al amparo de las instituciones y prácticas democràticas permitirán semejantes reuniones, como medio el mas auténtico de informacion, para llegar al convencimiento de las necesidades y costumbres de los pueblos. Si continuan callándose como hasta aquí, no son difíciles los errores transcendentales, y las equivocaciones en política no suelen corregirse sin sangre. Asì cooperamos todos à despejar las incógnitas que anublan el porvenir de dos pueblos que unidos pueden hacer mucho en prò de la humanidad y de la paz universal.<br />
<br />
AP. MABINI<br />
<br />
15 Enero 1900.<br />
<br />
<br />
CARTA DEL MISMO A LOS REPRESENTANTES EN MANILA DE LOS PRINCIPALES PERIODICOS DE AMERICA.<br />
<br />
Manila, 22 Enero 1900.<br />
<br />
Señores Wm. Dinwiddie, John F. Bass, y John F. MacCutcheon, Corresponsales de "Harper's Weekly", "New-York Herald", "San Francisco Call" y "Chicago Record".<br />
<br />
<br />
Distinguidos señores:<br />
<br />
Convencido de que VV. tratan las cuestiones Filipinas con criterio imparcial, para que la opinion publica de los E.U. no se extravie y sea digna de un pueblo grande, libre y culto, me tomo la libertad de rogarles que se hagan eco de los siguientes puntos:<br />
<br />
1.o El pueblo filipino no alimenta ningun odio sistemático contra los extranjeros; sino por el contrario acoge con agrado y gratitud à cuantos acrediten el deseo de cooperar en sus libertades y prosperidades.<br />
<br />
2.o Los filipinos sostienen la lucha contra las fuerzas americanas, no por odio, sino para demostrar al pueblo americano que, lejos de mirar con indiferencia su situacion polìtica, saben por el contrario sacrificarse por una Administracion que les asegure las libertades individuales y gobierne segun los deseos y necesidades del pueblo. No han podido evitar dicha lucha, porque no han podido obtener del gobierno de los E.U. ninguna promesa clara y formal para el establecimiento de dicha clase de Administracion.<br />
<br />
3.o El presente estado de guerra no permite al pueblo la manifestacion sincera de sus aspiraciones; por lo cual los filipinos desean ardientemente que el Congreso Norte-americano vea algun medio de oirles, antes de adoptar una resolucion que decida en definitiva de su porvenir.<br />
<br />
4.o Para este fin los filipinos piden al Congreso que, ó nombre una Comision americana que se ponga en contacto con los filipinos que tienen influencia tanto en la poblacion pacífica como en la gente levantada en armas, ò admita una Comision de esta clase de filipinos, para que le informe de los deseos y necesidades del pueblo.<br />
<br />
5.o Para que la informacion sea completa y los trabajos de la Comision en una ú otra forma dén por resultado el advenimiento de la paz se requiere que las fuerzas americanas de ocupacion no coarten la libre manifestacion de la opinion pública en la prensa y reuniones pacìficas; suspendan temporalmente el ataque á los puestos filipinos, siempre que estos se obliguen á no intentarlo contra los americanos; y dén á los comisionados las mayores facilidades para comunicarse con los revolucionarios.<br />
<br />
6.o El filipino mas irreflexivo, visto el triunfo de las armas americanas, no podrá menos de convenir en que toda concesion en favor de Filipinas en estos momentos procede exclusivamente de la liberalidad del pueblo Norte-americano; lo cual es una razón mas ... para que el Congreso se muestre benévolo é indulgente.<br />
<br />
Espero confiadamente que, cuando el pueblo americano y el filipino se conozcan mejor, no solo cesarà el presente conflicto, sino se evitaràn ademàs otros futuros. La opinion sensata de los E.U. parece mas inclinada á no separarse de sus tradiciones y del espíritu de justicia y humanidad, que constituyen por ahora la única esperanza de los filipinos honrados.<br />
<br />
Agradeciéndoles anticipadamente tan señalado favor, soy de VV. con la mayor consideracion,<br />
<br />
Su mas obediente servidor,<br />
AP. MABINI.<br />
<br />
1900<br />Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-27646823351757697202012-04-09T18:52:00.000+08:002012-04-09T18:52:06.483+08:00Noli me tangere<h2>
Noli me tangere (El país de los frailes)</h2>
<h2>
José Rizal</h2>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitW4NUYdQ7BwJeaZ7p5reZ5JA_u5Tv6dNVhymhfUrb1wl2zSamD6HDLNsZ2En3KZEfewDDtf8Y0vAYMMoF-6DSZlb_Bv_EdSTFMZn5xZtnT3qrquaHAMzvwz98UZM3k-Wa7AChEys8xNo/s1600/Noli-me-tangere.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitW4NUYdQ7BwJeaZ7p5reZ5JA_u5Tv6dNVhymhfUrb1wl2zSamD6HDLNsZ2En3KZEfewDDtf8Y0vAYMMoF-6DSZlb_Bv_EdSTFMZn5xZtnT3qrquaHAMzvwz98UZM3k-Wa7AChEys8xNo/s1600/Noli-me-tangere.jpg" /></a></div>
<br />
<br />
-5- <br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
A mi patria </blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
Registrase en la historia de los padecimientos humanos un cáncer de un carácter tan maligno, que el menor contacto le irrita y despierta en él agudísimos dolores. Pues bien, cuantas veces enmedio de las civilizaciones modernas he querido evocarte, ya para acompañarme de tus recuerdos, ya para compararte con otros países, tantas se me presentó tu querida imagen con un cáncer social parecido. </blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
Deseando tu salud, que es la nuestra, y buscando el mejor tratamiento, haré contigo lo que con sus enfermos los antiguos: exponíanlos en las gradas del templo, para que cada persona que fuese a invocar a la Divinidad les propusiese un remedio. </blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
Y a este fin, trataré de reproducir fielmente tu estado sin contemplaciones; levantaré parte del velo que oculta el mal, sacrificándolo todo a la verdad, hasta el mismo amor propio, pues, como hijo tuyo, adolezco también de tus defectos y flaquezas. </blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
<div style="text-align: right;">
El autor</div>
<div style="text-align: right;">
Europa 1888.</div>
</blockquote>
<br />
<br />
<br />
-[6]- -7- <br />
<br />
- I -<br />
<br />
Una reunión<br />
<br />
<br />
A fines de octubre, don Santiago de los Santos, conocido vulgarmente con el nombre de Capitán Tiago, daba una cena, que era el tema de todas las conversaciones en Binondo, en los demás arrabales y hasta dentro de la ciudad. Capitán Tiago pasaba entonces por el hombre más rumboso, y sabía todo el mundo que su casa, como su país, no cerraba las puertas a nadie, como no fuese a las innovaciones provechosas y a las ideas nuevas y atrevidas.<br />
<br />
Con la rapidez del relámpago corrió la noticia en el mundo de los parásitos que Dios crió en su infinita bondad y tan cariñosamente multiplica en Manila.<br />
<br />
Dábase esta cena en una casa de la calle de Anloague. Era un edificio bastante grande, construido al estilo del país y situado a orillas del río Pasig, llamado por algunos ría de Binondo, y que desempeña, como todos los ríos de Manila, el múltiple -8- papel de baño, alcantarilla, lavadero, pesquería, medio de transporte y comunicación y hasta proporciona agua potable si lo tiene por conveniente el chino aguador. Es de notar que esta poderosa arteria del arrabal, en donde abunda más el tráfico, apenas cuenta con un viejo puente de madera, en una distancia de más de un kilómetro.<br />
<br />
La casa a que aludimos era algo baja y de líneas no muy correctas: no sabemos si esto es debido a los huracanes y terremotos o a la poca ciencia del arquitecto. Una ancha escalera de verdes balaustres conduce desde el zaguán o portal, enlosado de azulejos, al piso principal, entre macetas de flores, colocadas sobre pedestales de loza china de abigarrados colores y fantásticos dibujos.<br />
<br />
Puesto que no hay porteros ni criados que pidan el billete de invitación subiremos, lector amigo, si es que te atraen los acordes de la orquesta, la luz y el halagüeño ruido de la vajilla y los cubiertos y quieres ver cómo son las reuniones allá en la Perla de Oriente. Con gusto te ahorraría la descripción de la casa, pero no lo hago porque es esta una cuestión demasiado importante, pues los mortales en general somos como las tortugas: valemos y nos clasifican según nuestras conchas.<br />
<br />
Al subir, nos encontramos de golpe en una espaciosa estancia, llamada allí caída no sé por qué, que esta noche sirve de comedor al mismo tiempo que de salón de orquesta. Hay enmedio una larga mesa, adornada lujosamente, que brinda dulces promesas a los invitados y amenaza a las tímidas jóvenes, a las sencillas dalagas con dos horas mortales en compañía de gentes extrañas, cuyas conversaciones suelen tener un carácter muy particular.<br />
<br />
Contrastan con los preparativos del pantagruélico festín, los abigarrados cuadros de las paredes, -9- que representan asuntos religiosos como El Purgatorio, El Infierno, El Juicio final y la muerte del Justo. Vése también en el fondo, aprisionado en un espléndido y elegante marco estilo del Renacimiento, tallado por Arévalo, un curioso lienzo de grandes dimensiones, en el cual hay representadas dos viejas y que lleva al pie la siguiente inscripción: Nuestra Señora de la Paz y Buen viaje, que se venera en Antipolo, y que bajo el aspecto de una mendiga visita en su enfermedad a la piadosa y célebre capitana Inés. La composición, si no revela mucho gusto ni arte, tiene en cambio sobrado realismo: la enferma parece un cadáver por los tintes amarillos y violáceos de su rostro; y los vasos y demás objetos que suelen encontrarse en las habitaciones de los enfermos están reproducidos tan minuciosamente, que se ven hasta sus contenidos.<br />
<br />
Cuelgan del techo preciosas lámparas de China, jaulas, esferas de cristal azogado rojas, verdes y azules y plantas aéreas. Por el lado que mira al río unos caprichosos arcos de madera, medio chinescos, dan paso a una azotea cubierta con enredaderas y alumbrada por farolitos de papel de todos colores.<br />
<br />
Sobre una tarima de pino está el magnífico piano de cola, de un precio exorbitante. Y finalmente, completa el adorno del salón un gran retrato al óleo de un hombre vestido de frac, tieso y recto como el bastón de borlas que lleva entre sus rígidos dedos cubiertos de anillos.<br />
<br />
La sala está casi llena de gente: los hombres separados de las mujeres como en las iglesias y las sinagogas. El sexo bello está representado por unas cuantas jóvenes españolas y filipinas. Abren la boca con un bostezo, pero la tapan al instante con sus abanicos; apenas murmuran algunas palabras; todas -10- las conversaciones que comienzan mueren entre monosílabos, con un ruido sibilante, como el que se escucha en los templos silenciosos. ¿Acaso las imágenes de las Vírgenes que cuelgan de las paredes las obligan a guardar la compostura y el silencio religiosos o es que aquí las mujeres son diferentes a las demás?<br />
<br />
La única que recibía a las señoras era una vieja, prima del Capitán Tiago, de facciones bondadosas y que hablaba bastante mal el castellano. Toda su política y urbanidad consistían en ofrecer a los españoles una bandeja de cigarros y buyos1, y en dar a besar la mano a las filipinas, exactamente como los frailes. La pobre anciana concluyó por aburrirse, y oyendo el ruido de un plato que se había roto en la cocina, salió precipitadamente, murmurando:<br />
<br />
-¡Jesús! ¡Jesús! ¡Tengan la bondad de dispensar! ¡Voy a ver qué hacen aquellos indignos!<br />
<br />
Y no volvió a aparecer.<br />
<br />
En cuanto a los hombres, mostrábanse más parlanchines. Algunos cadetes hablaban con animación, pero en voz baja, señalando con el dedo a varias personas de la sala y riéndose con disimulo; en cambio dos extranjeros, vestidos de blanco, cruzadas las manos detrás y sin decir palabra, paseábanse de un extremo a otro de la sala, como hacen los viajeros aburridos sobre la cubierta de un buque. Todo el interés y la animación partían de un grupo formado por dos religiosos, dos paisanos y un militar, alrededor de una mesita en que se veían botellas de vino y bizcochos ingleses.<br />
<br />
-11- <br />
El militar era un viejo teniente, alto, de fisonomía adusta; parecía un duque de Alba rezagado en el escalafón de la Guardia Civil; hablaba poco y con dureza.<br />
<br />
Uno de los frailes, un joven dominico, pulcro y brillante como sus gafas de montura de oro, afectaba una temprana gravedad: era el cura de Binondo, y en otros tiempos había desempeñado una cátedra en San Juan de Letrán. Tenía fama de consumado dialéctico. Hablaba poco y parecía pesar sus palabras.<br />
<br />
Por el contrario, el otro, que era un franciscano, hablaba mucho y gesticulaba más. A pesar de que sus cabellos empezaban a encanecer conservábase todavía joven y robusto. Sus duras facciones, su mirada poco tranquilizadora y hercúleas formas le daban el aspecto de un patricio romano disfrazado, y al verlo se acordaba uno de aquellos tres frailes de que habla Heine en sus «Dioses en el destierro», que por el mes de septiembre, allá en el Tirol, pasaban a media noche en una barca por un lago, y al depositar en la mano del pobre barquero una moneda de plata fría como el hielo, lo dejaban lleno de espanto.<br />
<br />
Uno de los paisanos, un hombre pequeñito, de barba negra, sólo tenía de notable la nariz, de extraordinarias dimensiones; el otro, un joven rubio, parecía recién llegado al país. Con éste sostenía el franciscano una viva discusión.<br />
<br />
-Ya lo verá -decía el fraile-; cuando esté en el país algunos meses se convencerá de lo que le digo; una cosa es gobernar en Madrid y otra es estar en Filipinas.<br />
<br />
-Pero...<br />
<br />
-Yo, por ejemplo -continuó fray Dámaso cortando la palabra a su interlocutor-, yo que cuento -12- ya veintitrés años de plátano y morisqueta2 puedo hablar con autoridad sobre ello. No me salga usted con teorías ni retóricas; yo conozco al indio mejor que nadie. Desde que llegué al país fui destinado a un pueblo pequeño y allí tuve ocasión de estudiar a estas gentes con completa calma.<br />
<br />
-¡No comprendo que tenga eso nada que ver con el desestanco del tabaco! -pudo contestar al fin el joven rubio, mientras que el franciscano tomaba una copita de jerez.<br />
<br />
Fray Dámaso, lleno de sorpresa, estuvo a punto de dejar caer la copa. Quedose un momento mirando de hito en hito al joven y,<br />
<br />
-¿Cómo? ¿Cómo? -exclamó después con la mayor extrañeza-. Pero, ¿es posible que no vea usted lo que está más claro que la luz del día? ¿No ve usted, hijo de Dios, que todo esto prueba palpablemente que las reformas de los ministros son irracionales?<br />
<br />
Esta vez fue el rubio el que se quedó perplejo; el teniente arrugó las cejas; el hombre pequeñito movía la cabeza como para dar la razón a fray Dámaso. El dominico permanecía indiferente y casi de espaldas.<br />
<br />
-¿Cree usted?... -pudo al fin preguntar muy serio el joven, mirando lleno de curiosidad al fraile.<br />
<br />
-¿Que si creo? ¡Como en el Evangelio! ¡El indio es tan indolente!<br />
<br />
-¡Ah! Perdone usted -dijo el joven acercando un poco su silla-. ¿Existe verdaderamente esa indolencia en los naturales o sucede lo que afirma un viajero extranjero, que es sólo una invención para disculpar nuestra propia indolencia, nuestro atraso y nuestro absurdo sistema colonial?<br />
<br />
-13- <br />
-¡Ca! ¡Envidias! Pregúnteselo al señor Laruja, que también conoce al país; pregúntele si la ignorancia y la indolencia del indio tienen igual.<br />
<br />
-En efecto -contestó el hombre pequeñito, que era el aludido-; en ninguna parte del mundo existe ser más indolente que el indio: ¡en ninguna parte!<br />
<br />
-¡Ni otro más vicioso ni más ingrato!<br />
<br />
-¡Ni más mal educado!<br />
<br />
El joven rubio se puso a mirar con inquietud a todas partes.<br />
<br />
-Señores -dijo en voz baja- creo que estamos en casa de un indio, esas señoritas...<br />
<br />
-¡Bah! ¡No sea usted tan aprensivo! Santiago no se considera como indio, y además no está presente y... ¡aunque estuviera! Esas son tonterías de los recién llegados. Deje que pasen algunos meses; cambiará de opinión cuando haya frecuentado muchas fiestas y bailújans, dormido en los catres y comido mucha tinola.<br />
<br />
-¿Eso que usted llama tinola es una fruta de la especie del loto, que vuelve a los hombres así como olvidadizos?<br />
<br />
-¡Qué loto ni qué lotería! -contestó riendo el padre Dámaso. Tinola es un guisado de gallina y calabaza. ¿Cuánto tiempo hace que ha llegado usted?<br />
<br />
-Cuatro días -contestó el joven algo picado.<br />
<br />
-¿Viene como empleado?<br />
<br />
-No, señor; vengo por cuenta propia, para conocer el país.<br />
<br />
-¡Hombre, qué pájaro más raro! -exclamó fray Dámaso mirándole con curiosidad.<br />
<br />
-Decía vuestra reverencia, padre Dámaso -interrumpió bruscamente el dominico cortando la conversación-, que ha estado veinte años en el pueblo de San Diego y lo ha dejado. ¿No estaba vuestra reverencia contento en el pueblo?<br />
<br />
-14- <br />
Fray Dámaso, a esta pregunta hecha con un tono tan natural y casi negligente, perdió la alegría y dejó de reír.<br />
<br />
-¡No! -gruñó secamente, y se dejó caer con violencia contra el respaldo del sillón.<br />
<br />
El dominico prosiguió en tono más indiferente aún:<br />
<br />
-Debe de ser muy doloroso dejar a un pueblo que se conoce como el hábito que se lleva. Yo, al menos, sentí dejar Camiling, y eso que estuve pocos meses... pero los superiores lo hacían para bien de la Comunidad...<br />
<br />
Fray Dámaso, por primera vez en aquella noche, parecía muy preocupado. De repente dio un puñetazo sobre el brazo de su sillón, y respirando con fuerza, exclamó:<br />
<br />
-¡Hay religión o no la hay! ¡Los curas son libres o no lo son! ¡El país se pierde, está perdido! Y volvió a dar otro puñetazo.<br />
<br />
Toda la gente de la sala, sorprendida se volvió hacia el grupo. Los dos extranjeros, que se paseaban, paráronse un momento, hicieron una mueca y continuaron acto seguido su paseo.<br />
<br />
-¿Qué quiere usted decir? -preguntó el teniente frunciendo las cejas.<br />
<br />
-¿Qué quiero decir?... -repitió fray Dámaso alzando más la voz y encarándose con su interlocutor-. ¡Digo lo que me da la gana! Quiero decir que cuando el cura, arroja del cementerio el cadáver de un hereje, nadie, ni el mismo rey tiene derecho a mezclarse, y menos a imponer castigos. Y sin embargo, el general, esa calamidad con entorchados, se mete en todo.<br />
<br />
-¡Padre, su excelencia es Vice Real Patronato! -gritó el militar levantándose.<br />
<br />
-¡Qué Vice Real Patronato ni qué niño muerto! -15- -contestó el franciscano levantándose también. En otro tiempo se le hubiera arrastrado, como ya hicieron una vez las Corporaciones con el impío gobernador Bustamante. ¡Aquellos sí que eran tiempos de fe!...<br />
<br />
-Le advierto que yo no permito... ¡Su excelencia representa a Su Majestad el rey.<br />
<br />
-¡Qué rey ni que Roque! Para nosotros no hay más rey que el legítimo...<br />
<br />
-¡Alto! -gritó el teniente amenazador y como si se dirigiese a sus soldados. O usted retira cuanto ha dicho o mañana mismo doy parte a su excelencia.<br />
<br />
-¡Vaya usted ahora mismo, vaya usted! -contestó con sarcasmo fray Dámaso, acercándose con los puños cerrados-. ¿Cree usted que porque llevo hábitos me faltan?... ¡Vaya usted! ¡Si quiere le prestaré mi coche!<br />
<br />
La cuestión se agriaba cada vez más. Afortunadamente intervino el dominico.<br />
<br />
-¡Señores! -dijo en tono de autoridad- no hay que confundir las cosas ni buscar ofensas donde no las hay. Debemos distinguir en las palabras de fray Dámaso las del hombre de las del sacerdote. Las de éste, como tal, jamás pueden ofender, pues provienen de la verdad absoluta. En las del hombre hay que hacer una distinción: las que dice ab irato, las que dice ex ore, pero no in corde y las que dice in corde. Estas últimas son las que únicamente pueden ofender, y eso según: si ya in mente preexistían por un motivo o solamente vienen per accidens en el calor de la conversación.<br />
<br />
-¡Pues yo por accidens y por mí sé los motivos, padre Sibyla! -interrumpió el militar, que comenzaba a embrollarse con tantas distinciones. Sé los motivos y los va a oír vuestra reverencia. Durante -16- la ausencia del padre Dámaso, enterró el coadjutor el cadáver de una persona dignísima, sí señor, dignísima, yo tuve el gusto de tratarla y me hospedé en su casa varias veces. ¿Que no se confesaba nunca? ¿Y qué? ¡Tampoco yo me confieso! Pero decir que se ha suicidado es una calumnia. Un hombre como él, que tiene un hijo en quien cifra su cariño y esperanzas, un hombre que tiene fe en Dios, que conoce sus deberes para con la sociedad, un hombre honrado y justo no se suicida.<br />
<br />
Y volviendo la espalda al franciscano continuó:<br />
<br />
-Pues bien, este fraile, a su vuelta al pueblo, después de maltratar al pobre coadjutor, ha hecho desenterrar y sacar fuera del cementerio el cadáver de mi infortunado amigo, para enterrarlo no sé dónde. El pueblo de San Diego ha tenido la cobardía de no protestar; verdad es que muy pocos lo supieron. El muerto no tenía ningún pariente y su hijo único está en Europa. Sin embargo, se enteró su excelencia, y, como es hombre de recto corazón, no consintió que quedase semejante atropello sin castigo. El padre Dámaso fue trasladado inmediatamente a otro pueblo. Esta es la historia. Ahora haga vuestra reverencia todas las distinciones que quiera.<br />
<br />
Y dicho esto se alejó del grupo.<br />
<br />
-Siento mucho haber tocado, sin saberlo, una cuestión tan delicada -dijo el padre Sibyla con pesar. Pero al fin, si se ha ganado en el cambio de pueblo...<br />
<br />
-¡Qué se ha de ganar! -interrumpió balbuciente, sin poderse contener de ira fray Dámaso.<br />
<br />
Poco a poco volvió la tranquilidad a la reunión.<br />
<br />
Habían llegado otras personas, entre ellas un -17- viejo español, cojo, de fisonomía bondadosa y dulce, apoyado en el brazo de una vieja filipina, llena de rizos y pinturas, vestida a la europea.<br />
<br />
El grupo les saludó amistosamente; el doctor Espadaña, que era el recién llegado, y su señora la doctora doña Victorina, se sentaron entre nuestros conocidos.<br />
<br />
-¿Pero me puede usted decir, señor Laruja, dónde está el dueño de la casa? Yo todavía no le he sido presentado -dijo el joven rubio.<br />
<br />
-Dicen que ha salido; yo tampoco lo he visto.<br />
<br />
-¡Aquí no hay necesidad de presentaciones! -intervino fray Dámaso. Santiago es un hombre de buena pasta.<br />
<br />
-Un hombre que no ha inventado la pólvora -añadió Laruja.<br />
<br />
-¡También usted, señor de Laruja! -exclamó con meloso reproche doña Victorina, abanicándose.<br />
<br />
-¿Cómo iba el pobre a inventar la pólvora si muchos siglos antes de que él naciera, ya los chinos la habían inventado?<br />
<br />
-¿Los chinos? ¿Está usted loca? -exclamó fray Dámaso-. ¡Quite usted! La ha inventado un franciscano, uno de mi orden, fray no sé cuantos Savalls, en el siglo... siete.<br />
<br />
-¡Un franciscano! Bueno, quizás estuviese en China de misionero ese padre Savalls-, replicó la señora, que no se dejaba convencer tan fácilmente.<br />
<br />
-Schwartz querrá usted decir, señora -repuso fray Sibyla sin mirarla.<br />
<br />
-No lo sé; fray Dámaso ha dicho Savalls; ¡yo no hago más que repetir!<br />
<br />
-¡Bien! Savalls o Chevás ¿qué más da? -replicó malhumorado el franciscano.<br />
<br />
-Y en el siglo catorce, no en el siete -añadió -18- el dominico en tono de corrección, como para mortificar el orgullo del otro.<br />
<br />
-¿Antes o después de Cristo? -preguntó con gran interés doña Victorina.<br />
<br />
Felizmente para el interrogado dos nuevos personajes entraron en la sala, distrayendo la atención todos.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
- II -<br />
<br />
Crisóstomo Ibarra<br />
<br />
<br />
Eran los recién llegados el original del retrato de frac y un joven vestido de riguroso luto.<br />
<br />
-¡Buenas noches, señores! -dijo Capitán Tiago, besando la mano a los frailes. El dominico se colocó bien las gafas de oro para mirar al joven recién llegado, y fray Dámaso se puso pálido y abrió los ojos desmesuradamente.<br />
<br />
-Tengo el gusto de presentar a ustedes a don Crisóstomo Ibarra, hijo de mi difunto amigo -continuó Capitán Tiago-; el señor acaba de llegar de Europa y he ido a recibirle.<br />
<br />
En el salón se escucharon entonces algunas exclamaciones. El teniente, sin hacer caso del dueño de la casa, se acercó al joven y se puso a examinarlo de pies a cabeza, lleno de sorpresa y regocijo. Este, cambiaba en aquel instante las frases de costumbre con las personas a quienes acababa de ser -19- presentado. Su aventajada estatura, sus facciones, la desenvoltura de sus modales respiraban sana juventud y le hacían en extremo simpático. Descubríanse en su rostro franco o inteligente algunas huellas de la sangre española al través de un hermoso color moreno, algo rosado en las mejillas, efecto tal vez de su permanencia en los países fríos.<br />
<br />
-¡Calla! -exclamó con alegre sorpresa-: ¡el cura de mi pueblo, el padre Dámaso, el íntimo amigo de mi padre!<br />
<br />
Todas las miradas se dirigieron al franciscano: éste no se movió.<br />
<br />
-¡Usted dispense, me había equivocado! -añadió Ibarra, confuso, al observar la actitud fría y desdeñosa del fraile.<br />
<br />
-¡No te has equivocado! -contestó aquél al fin con voz alterada-. Pero tu padre jamás fue íntimo amigo mío.<br />
<br />
Ibarra retiró lentamente la mano que había tendido al franciscano, sintiendo en lo más profundo del alma la ofensa que acababa de recibir. Volviose para ocultar su turbación y su ira y se encontró con la adusta figura del teniente que le seguía observando.<br />
<br />
-¿Es usted el hijo de don Rafael Ibarra? El joven se inclinó lleno de tristeza.<br />
<br />
Fray Dámaso se incorporó en su butaca y lanzó una mirada rencorosa al teniente.<br />
<br />
-¡Bien venido sea usted a su país y ojalá que en él sea más feliz que su padre! -exclamó el militar con voz temblorosa-. Yo tuve la dicha de conocerlo y de tratarlo y puedo decir que era uno de los hombres más dignos y honrados de Filipinas.<br />
<br />
-¡Señor! -contestó Ibarra conmovido-; el elogio que usted hace de mi padre me llena de consuelo.<br />
<br />
-20- <br />
Los ojos del anciano se cubrieron de lágrimas, dio media vuelta y se alejó rápidamente.<br />
<br />
-¡La mesa está servida! -anunció un criado indio, luciendo una inmaculada camisa blanca con los faldones por fuera.<br />
<br />
Y los invitados se apresuraron alegremente a colocarse en sus sitios.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
- III -<br />
<br />
La cena<br />
<br />
<br />
Instintivamente los dos religiosos se dirigieron a la cabecera de la mesa, y como era de esperar, sucedió lo que a los opositores a una cátedra: ponderan con palabras los méritos y la superioridad de los adversarios, pero luego dan a entender todo lo contrario, y gruñen y murmuran cuando no la obtienen.<br />
<br />
-El sitio de honor es para usted, fray Dámaso.<br />
<br />
-¡Para, usted, fray Sibyla!<br />
<br />
-Si usted lo manda obedeceré -dijo el padre Sibyla disponiéndose a sentarse.<br />
<br />
-¡Yo no lo mando -protestó el franciscano-, yo no lo mando!<br />
<br />
Iba ya a sentarse fray Sibyla sin hacer caso de las protestas, cuando sus miradas se encontraron con las del teniente. El más alto oficial es, según -21- la opinión religiosa en Filipinas, muy inferior al lego más ignorante. Cedant arma togae, decía Cicerón en el Senado; cedant arma cotae, dicen los frailes en Filipinas. Pero fray Sibyla era persona fina y repuso:<br />
<br />
-Señor teniente, aquí estamos en el mundo y no en la iglesia; el sitio le corresponde.<br />
<br />
Pero a juzgar por el tono de su voz, aun en el mundo le correspondía a él. El teniente, bien por no molestarse o por no sentarse al lado de su adversario el padre franciscano, rehusó brevemente.<br />
<br />
Ninguno de los candidatos al sitio de preferencia se había acordado del dueño de la casa. Ibarra le vio, contemplando la escena con la sonrisa en los labios y lleno de satisfacción.<br />
<br />
-¡Cómo, don Santiago! ¿no se sienta usted entre nosotros?<br />
<br />
Todos los asientos estaban ya ocupados. Nadie se movió, sin embargo. El generoso Creso sin duda alguna, tendría que ir a cenar a la cocina, mientras que sus invitados se atiborraban de ricos manjares en la espléndida mesa.<br />
<br />
Sólo Ibarra hizo ademán de levantarse.<br />
<br />
-¡Quieto! ¡no se levante usted! -dijo el Capitán Tiago poniendo la mano sobre el hombro del joven. Precisamente esta fiesta es para celebrar la llegada de usted. ¡Que traigan la tinola! Mandé hacer tinola porque supuse que usted después de tanto tiempo, tendría ya ganas de probarla.<br />
<br />
Trajeron una gran fuente coronada de humo. El dominico, después de murmurar el Benedicite, principió a repartir el contenido. Sea por descuido o mala intención, al padre Dámaso le tocó un plato donde, entre mucho caldo y calabaza, nadaban un cuello desnudo y un ala dura de gallina, mientras los otros comían magníficos trozos y tiernas pechugas. -22- El franciscano machacó colérico los calabacines, tomó un poco de caldo, dejó caer la cuchara y empujó bruscamente el plato hacia delante, ensuciando el mantel. El dominico, que lo estaba observando con el rabillo del ojo, fingía hablar muy distraído con el joven rubio: pero no pudo evitar que asomase a sus labios una burlona sonrisa.<br />
<br />
-¿Cuánto tiempo hace que falta usted del país? -preguntaba Laruja a Ibarra.<br />
<br />
-Cerca de siete años.<br />
<br />
-Entonces, ya se habrá usted olvidado de él por completo.<br />
<br />
-¡Al contrario! Mi país y mis paisanos son los que se han olvidado de mí. ¡Ni aun se molestaron en decirme cómo murió mi padre!<br />
<br />
-¡Ah! -exclamó el teniente.<br />
<br />
-Y, ¿dónde estaba usted que no pidió noticias aunque fuese por telégrafo? -preguntó doña Victorina, que no abría la boca más que para decir disparates. Nosotros cuando nos casamos telegrafiamos a la Península comunicando la fausta nueva a la familia de mi marido.<br />
<br />
-Señora, durante estos dos últimos años estuve en el Norte de Europa: en Alemania y en la Polonia rusa.<br />
<br />
El doctor Espadaña, que hasta entonces no se había atrevido a hablar, creyó conveniente decir algo, y como en decir disparates ganaba a su mujer, soltó la siguiente vaciedad, ruborizándose hasta las niñas de los ojos:<br />
<br />
-Co... conocí en España un polaco de Va... Varsovia llamado Stadtnitzki, si mal no recuerdo; ¿le ha visto usted por ventura?<br />
<br />
-Es muy posible -contestó con amabilidad Ibarra, pero en este momento no lo recuerdo.<br />
<br />
-¡Pues no se le podía co... confundir con otro! -23- -añadió el doctor cobrando ánimo-: era rubio como el oro y hablaba muy mal el español.<br />
<br />
-Buenas señas son, pero durante mi estancia en aquellas tierras no he hablado una palabra de español más que en algunos consulados.<br />
<br />
-¿Y cómo se arreglaba usted? -preguntó admirada doña Victorina.<br />
<br />
-Me servía del idioma del país, señora.<br />
<br />
-¿Habla usted también el inglés? -preguntó el dominico, que había estado en Hong-Kong y conocía el Pidgin-English, esa adulteración del idioma de Shakespeare por los hijos del Celeste Imperio. He estado un año en Inglaterra entre gentes que sólo hablaban el inglés.<br />
<br />
-Y ¿cuál es el país que más le gusta a usted de Europa? -preguntó el joven rubio.<br />
<br />
-Después de España, mi segunda patria, no tengo preferencia por ninguno. Sin embargo, escogería el más libre.<br />
<br />
-¡Habrá usted visto muchas cosas notables! -dijo Laruja.<br />
<br />
-¡Notables! Lo más notable es el lamentable atraso de los europeos y su orgullo inconmensurable. Sienten un soberano desprecio por los otros pueblos, y no obstante, excepto una insignificante minoría, son tan ignorantes como ellos y aun más desgraciados. La naturaleza y los hombres los oprimen al mismo tiempo. Ya quisieran gozar de la libertad y la abundancia de los países semisalvajes. ¡Por eso los miran con rencor y tratan de exterminarlos!<br />
<br />
-Y ¿no has visto más que eso? -preguntó con risa burlona el franciscano, que desde el principio de la cena estaba, enfurruñado, buscando la manera de vengarse de la burla que le había hecho el dominico con el plato de tinola. ¡Vaya unas lindezas! -24- La culpa no la tenéis vosotros, sino quien os consiente que vayáis a Europa a pervertiros y a aprender disparates. No son vuestros cerebros los más a propósito para comprender la cultura europea. Empieza por cegaros y concluye por trastornar vuestros débiles cacúmenes. Afortunadamente estamos nosotros aquí para volveros a la razón, o en caso contrario, sujetaros con una camisa de fuerza.<br />
<br />
Ibarra quedose sin saber qué decir: los demás, sorprendidos, guardaron también silencio y se miraron unos a otros, temiendo un escándalo.<br />
<br />
-Como ya estamos concluyendo de cenar, no me extraño que su reverencia se encuentre un poco ebrio. -Iba a contestar el joven, pero se contuvo y sólo dijo lo siguiente:<br />
<br />
-Señores, no se extrañen de la familiaridad con que me trata mi antiguo cura: ¡así me trataba cuando niño! Para su reverencia en vano pasan los años, yo se lo agradezco, porque sus palabras autoritarias me recuerdan al vivo aquellos días felices de mi infancia, en que fray Dámaso frecuentaba la casa de mi padre y corría los mejores manjares de su mesa.<br />
<br />
El dominico miró furtivamente al franciscano, que se había puesto tembloroso y tenía los ojos inyectados. Ibarra, impasible, le lanzó una mirada de desprecio, y continuó levantándose:<br />
<br />
-Con el permiso de ustedes voy a retirarme. Mañana mismo debo partir para mi pueblo y tengo que evacuar antes algunos asuntos. Antes señores he de levantar mi copa porque Dios ilumine a España y haga dichosas a las islas Filipinas.<br />
<br />
Y apuró una copita, que hasta entonces no había tocado. El viejo teniente le imitó, asintiendo con la cabeza a sus palabras.<br />
<br />
-25- <br />
-¡No se vaya usted! -decíale Capitán Tiago en voz baja-. De un momento a otro debe llegar María Clara: ha ido a buscarla Isabel. También ha de venir el nuevo cura de su pueblo que es un santo.<br />
<br />
-Volveré mañana. Hoy tengo que hacer.<br />
<br />
Y partió. Entre tanto el franciscano daba rienda suelta a su cólera, mal reprimida hasta entonces.<br />
<br />
-¿Ha visto usted? -decía al joven rubio, blandiendo un cuchillo de postres-. ¡Se marcha por orgullo! ¡No pueden tolerar que el cura los reprenda! ¡Ya se creen personas decentes e ilustradas! Todo esto es consecuencia de enviar los jóvenes a Europa. El gobierno debía prohibirlo.<br />
<br />
Aquella noche escribía el joven rubio, entre otras cosas, el capítulo siguiente de sus Estudios Coloniales: «De cómo un cuello y un ala de pollo en el plato de tinola de un fraile pueden turbar la alegría de un festín». Y entre sus observaciones había estas: «En Filipinas la persona más inútil o insignificante en una cena o fiesta es la que la da y se gasta los cuartos: al dueño de la casa pueden empezar por echarlo a la calle y todo seguirá tranquilamente». «En el estado actual de cosas casi es hacer un bien a los filipinos el no dejarlos salir de su país, ni enseñarlos a leer».<br />
<br />
<br />
<br />
-26- <br />
<br />
- IV -<br />
<br />
Hereje y filibustero<br />
<br />
<br />
Al salir Ibarra a la calle, el viento de la noche, que por el mes de octubre suele ser ya bastante fresco en Manila, pareció despejar su frente, atormentada por mil ideas tristes.<br />
<br />
Pasaban por su lado coches como relámpagos, calesas de alquiler a paso de carreta, arrastradas por caballos enanos y famélicos, transeúntes de diferentes nacionalidades que daban a la vía pública un aspecto abigarrado y original. Ibarra se detuvo un instante emocionado para contemplar aquella multitud multicolora, que gesticulaba y reía. Le parecía nuevo el espectáculo después de siete años de ausencia. Y enmedio de su tristeza y de su honda preocupación experimentó una sensación de infinita dulzura al encontrarse de nuevo en el país natal. ¡Qué diferencia entre las multitudes grises, uniformes y sombrías de las ciudades europeas, preocupadas siempre por la incertidumbre del mañana, ataviadas con telas obscuras, corriendo siempre detrás del miserable mendrugo, por miedo de llegar tarde, y aquel vistoso desfile de mujeres morenas y ardientes ojos negros, con la espléndida -27- cabellera tendida sobre la espalda como un manto sedeño y de gentes de color, en cuyas almas sencillas existía siempre, a pesar del fraile egoísta y el soldado cruel, la sana alegría de los pueblos primitivos, a quienes la naturaleza ha dotado de una riqueza inagotable que les ahorra innumerables congojas y cuidados.<br />
<br />
Pasaban por su lado las mujeres indias con paso cadencioso arrastrando las chinelas de seda y terciopelo bordadas de oro y luciendo vistosas faldas de colores de largas colas, con las cuales barrían el suelo, o sujetas a la cintura para caminar más libremente. ¡También ellas tenían su belleza! Y al pasar le envolvían en una ráfaga voluptuosa y ardiente. A través de las camisas de piña transparentes veía las carnes morenas y aterciopeladas y los fecundos pechos. No había nada postizo, ni engaño ni compostura.<br />
<br />
Pasaban también los hombres con la camisa blanca y brillante como un espejo y los faldones por fuera. Y los chinos, de ojos oblicuos y aspecto femenil, temerosos y astutos, ofrecían singular contraste con los españoles, ataviados con blancos trajes a la inglesa, altaneros o insolentes, como señores de un país conquistado.<br />
<br />
Entre tanto rostro moreno aparecían de cuando en cuando un rojo semblante y unos mostachos rubios. Eran los verdaderos amos, los alemanes e ingleses, que lo escudriñaban y lo acaparaban todo, y mientras los españoles pasaban el tiempo en procesiones y fiestas, ellos se hacían dueños de inmensos tesoros.<br />
<br />
De pronto notó Ibarra que la multitud se detenía, como si todos los transeúntes obedeciesen a un resorte. Las elegantes victorias de charol reluciente, donde iban muellemente reclinadas, llenas de -28- plumas y cintajos las mujeres de los castilas3, y las desvencijadas calesas llenas de indios, se detuvieron también. Se escuchó un rumor reverente. Las mujeres se pusieron de rodillas y los hombres se quitaron el sombrero, inclinándose con respeto. Ibarra no comprendió al pronto a qué obedecía aquello. Jamás había visto en Europa cosa semejante. Sólo la aparición de un Dios podía dar motivo a tales pruebas de respeto...<br />
<br />
Un lujoso carruaje tirado por cuatro caballos blancos asomó entonces por el extremo de la calle. Mujeres y hombres inclinaron la cabeza y murmuraron una especie de plegaria. Hasta las damas y caballeros adoptaron una actitud humilde y reverente.<br />
<br />
El carruaje de los cuatro caballos blancos cruzó por delante de Ibarra, que permanecía con el sombrero puesto, sin darse cuenta todavía de lo que pasaba. Entonces vio reclinado en el fondo un fraile apoplético, de blancos hábitos.<br />
<br />
¡Era el señor obispo! Se descubrió apresuradamente e hincó en el suelo una rodilla. ¡No había más remedio que seguir la costumbre, so pena de despertar la cólera de la multitud fanatizada o hipócrita!...<br />
<br />
La tristeza hizo presa de nuevo en su alma. A pesar de que habían transcurrido siete años, encontraba a su pueblo lo mismo que al partir. Y se sumió en hondas reflexiones.<br />
<br />
Con ese andar desigual que da a conocer al distraído o al desocupado, dirigiose el joven hacia la plaza de Binondo. ¡Todo estaba igual! Las mismas calles con las mismas casas de paredes blanqueadas o pintadas al fresco, imitando mal el granito; -29- la misma torre de la iglesia ostentando su reloj con la traslúcida carátula; las mismas tiendas de chinos con sus cortinas sucias y su olor nauseabundo; los mismos puestos alumbrados por huepes4 donde viejas indias vendían comestibles y frutas...<br />
<br />
Reinaba en aquellos lugares extraordinaria algarabía. Los vendedores de refrescos gritaban con voz gutural: ¡Sorbeteee!, y bandadas de chicuelos, semejantes a figurillas de terra cotta, lanzaban insultos y denuestos con sus vocecillas chillonas, y hasta se atrevían a pegar con cimbreantes bejucos y largas cañas a los chinos cargadores, de cuerpo atlético y sudoroso, que a veces perdían la paciencia y comenzaban a gesticular desaforadamente, causando la hilaridad de todos.<br />
<br />
Mientras admiraba este espectáculo, una mano se posó suavemente sobre el hombro del joven; volvió la cabeza y se encontró con el viejo teniente que lo contemplaba sonriendo.<br />
<br />
-¡Joven, tenga usted cuidado! ¡Aprenda usted de su padre! ¡En este país es un delito decir lo que uno piensa!<br />
<br />
-¡Me parece que usted ha estimado mucho a mi padre -dijo Ibarra mirándolo con cariño-. ¿Me podría usted decir cuál ha sido su suerte?<br />
<br />
-¿Acaso no lo sabe usted? -preguntó el militar sorprendido.<br />
<br />
-Le he interrogado a don Santiago y no ha querido contarme nada hasta mañana. Entéreme usted de lo que sepa; yo se lo ruego. Deseo salir cuanto antes de esta cruel incertidumbre.<br />
<br />
-Más o menos tarde lo ha de saber usted todo; por lo tanto no tengo por qué guardar reserva. Dispóngase usted, pues, a oír una historia muy -30- triste. En las circunstancias dolorosas de la vida es cuando se dan a conocer los grandes corazones y las almas bien templadas. Me parece que usted posee las dos cosas y que sabrá hacer frente a la desdicha. ¡Su padre de usted murió en la cárcel!<br />
<br />
El joven retrocedió un paso. Sintió que se le nublaba la vista y se le oprimía el corazón. Las casas pintadas de blanco, los puestos de frutas, la abigarrada multitud, todo se borró y desvaneció por un instante. Se quedó ciego y sordo y comenzó a temblar y a castañetear los dientes, como si de repente lo envolviese una ráfaga de hielo.<br />
<br />
El viejo teniente le echó un brazo al cuello y le dijo con cariñoso acento:<br />
<br />
-¡Tranquilícese usted! ¡Tranquilícese usted! No debía de habérselo dicho así, de pronto, sin preparación...<br />
<br />
El joven se pasó una mano por la frente, cubierta de frío sudor. Comenzó de nuevo a ver claro y a ser dueño de sí mismo. Entonces exclamó:<br />
<br />
-¿En la cárcel? ¿Quién murió en la cárcel? ¿Mi padre? ¿Sabe usted quién era mi padre? ¡Cuéntemelo usted todo!¡Por Dios, cuéntemelo usted todo!...<br />
<br />
-¡Cálmese usted! No puede usted figurarse cuánto siento haberle dado este disgusto. ¡Ya le contaré! ¡Ya le contaré!<br />
<br />
Anduvieron algún tiempo en silencio. Ibarra llevaba con frecuencia el pañuelo a los ojos para limpiarse las lágrimas. El anciano parecía reflexionar y pedir inspiración a la blanca perilla que acariciaba con su manaza de soldado.<br />
<br />
-Como usted sabe muy bien -comenzó diciendo-, su padre era el más rico de la provincia, y aunque era amado y respetado por muchos, otras, en cambio, le odiaban o envidiaban. Los españoles -31- que venimos a Filipinas no somos desgraciadamente lo que debíamos. Los cambios continuos, la desmoralización de las altas esferas, el favoritismo, lo barato y lo corto del viaje tienen la culpa de todo; aquí viene lo más perdido de la Península, y si llega uno bueno pronto lo corrompe el país. Pues bien; su padre de usted tenía entre los curas y los españoles muchísimos enemigos. ¡Pocas veces se perdona al hijo del país ser honrado e inteligente!<br />
<br />
Aquí hizo una breve pausa.<br />
<br />
-Meses después de su salida de usted comenzaron los disgustos con el padre Dámaso, sin que yo pueda explicarme el verdadero motivo. Fray Dámaso le acusaba de no confesarse; antes tampoco se confesaba, y sin embargo eran muy amigos, como usted recordará aún. Además, don Rafael era un hombre muy honrado y más justo que muchos que se confiesan y comulgan. Tenía para sí una moral muy rígida, y solía decirme cuando me hablaba de estos disgustos: Señor Guevara, ¿cree usted que Dios perdona un crimen, un asesinato, con sólo contárselo a un sacerdote y dar muestras de arrepentimiento?... Yo tengo otra idea del Ser Supremo -decía- para mí ni se corrige un mal con otro mal, ni se obtiene el perdón con vanos lloriqueos, ni con limosnas a la Iglesia. Y me ponía este ejemplo: «Si yo he asesinado a un padre de familia, si he hecho de una mujer una viuda infeliz y de unos alegres niños huérfanos desvalidos, ¿habré satisfecho a la eterna justicia dejándome ahorcar y dando limosnas a los curas, que son los que menos las necesitan? ¡No! Mi conciencia me dice que si estoy verdaderamente arrepentido debo sustituir en lo posible a la persona a quien he asesinado, consagrándome por toda la vida al bien de la familia -32- cuya desgracia causé en un momento de arrebato, y aún así, ¿quién sustituye el amor del esposo y del padre?...». Así razonaba su padre de usted, y con esa moral severa obraba siempre, y se puede decir que jamás ha ofendido a nadie. Pero volvamos a sus disgustos con el cura. Estos cada vez tomaban peor carácter. El padre Dámaso le aludía desde el púlpito, y si no le nombraba claramente era por milagro, pues de su carácter todo se podía esperar. Yo preveía que tarde o temprano la cosa iba a terminar mal.<br />
<br />
El viejo teniente volvió a hacer otra breve pausa.<br />
<br />
-Recorría entonces la provincia un ex artillero arrojado de las filas por demasiado bruto e ignorante. Como el hombre tenía que vivir y no le era permitido dedicarse a trabajos corporales, que podrían dañar el prestigio de los españoles, obtuvo de no sé de quién el empleo de recaudador de impuestos sobre vehículos. El infeliz no había recibido educación ninguna, y los indios lo conocieron bien pronto: para ellos es un fenómeno un español que no sabe leer ni escribir. Todo era burlarse del desgraciado, que pagaba con sonrojos el impuesto que cobraba y conocía que era objeto de burla, lo cual agriaba su carácter, ya de por sí rudo y malo.<br />
<br />
Sucedió que un día, mientras daba vueltas a un papel que en una tienda le habían dado, deseando ponerlo al derecho, un chico de la escuela empezó a hacer señas a sus compañeros, a reírse y a señalarle con el dedo. El recaudador veía la burla retozar en los serios semblantes de los presentes, y oía las risas de los chiquillos. Perdió la paciencia, volviose rápidamente, y empezó a perseguir a los muchachos, que corrían gritando: ba, be, bi, bo, bu. Ciego de ira y no pudiendo darles alcance, les arrojó su bastón, -33- hiriendo a uno en la cabeza y derribándolo; corrió entonces a él y lo pateó furiosamente, sin que ninguno de los presentes tuviese el valor de intervenir. Por desgracia pasaba por allí en aquel instante el padre de usted; indignado corrió hacia el cobrador, lo cogió del brazo y le increpó duramente. Este, que estaba loco de ira, quiso pegarle como al muchacho; pero su padre de usted no le dio tiempo y lo empujó con tal fuerza que fue a parar al suelo, dando con la cabeza en una piedra puntiaguda. Don Rafael levantó entonces tranquilamente al niño y lo llevó al tribunal. El artillero moría algunos minutos después. La punta del guijarro le había penetrado fatalmente por la sien derecha. A consecuencia de este triste suceso, su padre fue preso, y todas sus ocultos enemigos surgieron de repente. Llovieron las calumnias sobre él y se le acusó de filibustero y hereje. Todos le abandonaron; sus papeles y libros fueron recogidos. Se le acusó por estar suscrito a El Correo de ultramar y a periódicos de Madrid, por haber enviado a usted a la Suiza alemana, y qué sé yo por cuántas cosas más. De todo se deducían acusaciones, hasta del uso de la camisa al estilo del país, siendo descendiente de peninsulares. A haber sido otro su padre de usted, acaso hubiera salido pronto libre, pues hubo un médico que atribuyó la muerte del desgraciado cobrador a una congestión; pero su fortuna, su confianza en la justicia y su odio a todo lo que no fuera leal ni justo, le perdieron. Yo mismo, a pesar de mi repugnancia a implorar la merced de nadie, me presenté al Capitán general, antecesor del que tenemos: le hice presente que no podía ser filibustero quien acoge a todo español, rico o pobre, dándole techo y mesa. ¡Todas mis gestiones fueron inútiles!<br />
<br />
El viejo militar se detuvo para tomar aliento. -34- Por las morenas mejillas del joven Ibarra se deslizaban tristes lágrimas. Enmedio de su terrible pena sentía un consuelo inmenso al escuchar los elogios que hacía de su padre aquel amigo bueno y leal. Guevara continuó:<br />
<br />
-Hice las diligencias del pleito por encargo de su padre. Acudí al célebre abogado filipino, el joven A, que rehusó encargarse de la causa. -«Yo la perdería -me dijo-. Mi defensa sería un motivo de nueva acusación para él y quizás para mí. Acuda usted al señor M, que es un orador vehemente, de fácil palabra, peninsular y que goza de muchísimo prestigio.» Así lo hice, y el célebre abogado se encargó de la causa, que defendió con brillantez. Pero los enemigos eran muchos y algunos desconocidos y ocultos. Los falsos testigos abundaban y sus calumnias tomaban cada vez más consistencia. Le acusaron de haberse apoderado ilegalmente de muchos terrenos, le pidieron indemnización de daños y perjuicios, y llegaron a asegurar que sostenía relaciones con los tulisanes5, para que sus sembrados y animales fuesen respetados. Se embrolló el asunto de tal modo, que al cabo de un año nadie se entendía.<br />
<br />
Los sufrimientos, los disgustos, las incomodidades de la prisión o el dolor de ver a tantos ingratos, alteraron su salud y enfermó gravemente. Y cuando todo iba a terminarse, cuando iba a salir absuelto de la acusación de enemigo de la patria y de la muerte del cobrador, murió en la cárcel, sin tener a su lado a nadie. El teniente se calló y el joven le estrechó la mano en silencio.<br />
<br />
-¡Gracias! ¡gracias! ¡Es usted un hombre honrado, un corazón generoso! -exclamó Ibarra después.<br />
<br />
-35- <br />
El largo paseo por las calles les había fatigado. Tomaron un coche y se dirigieron a la fonda de Lala, donde Ibarra se había hospedado.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
- V -<br />
<br />
Capitán Tiago<br />
<br />
<br />
Era considerado el Capitán Tiago como uno de los más ricos propietarios de Binondo y uno de los más importantes hacenderos por sus terrenos en la Pampanga, en la laguna de Bay y en el pueblo de San Diego. Este era su pueblo favorito por sus agradables baños, famosa gallera y por los recuerdos que de él conservaba; todos los años iba a pasar allí dos meses.<br />
<br />
Además tenía Capitán Tiago muchas fincas en Santo Cristo, en la calle de Anloague y en la del Rosario. La contrata del opio la explotaban él y un chino, y ocioso es decir que sacaban grandísimos beneficios. Daba de comer a los presos de Bilibid y suministraba Zacate6 a muchas casas principales de Manila, mediante la correspondiente contrata, como es natural.<br />
<br />
En buenas relaciones con las autoridades, hábil, flexible y hasta audaz cuando se trataba de especular -36- con las necesidades de los demás, ejercía un verdadero monopolio en toda clase de arriendos y subastas. Capitán Tiago era en suma un hombre feliz: poseía grandes riquezas y estaba en paz con Dios, con el Gobierno y con los hombres.<br />
<br />
Afectaba ser hombre muy devoto y concurría todos los años con una orquesta a la animada romería que se celebraba en Antipolo en honor de la Virgen. Entonces costeaba dos misas solemnes y luego se bañaba en el milagroso balis o fuente, donde la misma sagrada Imagen se había bañado.<br />
<br />
Pero Antipolo no era el único teatro de su ruidosa devoción. En Binondo, en la Pampanga y en el pueblo de San Diego, cuando tenía que jugar un gallo con grandes apuestas, enviaba al cura monedas de oro para misas, y como los romanos que consultaban sus augures antes de una batalla dando de comer a los pollos sagrados, Capitán Tiago consultaba también los suyos con las modificaciones propias de los tiempos y de las nuevas verdades. Observaba la llama de las velas, el humo del incienso, la voz del sacerdote, y de todo procuraba deducir su futura suerte. Era una creencia admitida que sólo perdía sus apuestas cuando el oficiante estaba ronco, había pocas luces, los cirios tenían mucho sebo o se había deslizado entre las monedas una falsa. El celador de una cofradía le aseguraba que aquellos desengaños eran pruebas a que le sometía el cielo para asegurarse más de su fe y devoción. Querido de los curas, respetado de los sacristanes, mimado por los chinos cereros y los pirotécnicos o castilleros, gozaba de gran prestigio entre los beatos, y personas de carácter y gran piedad le atribuían también gran influencia en la corte celestial.<br />
<br />
Con los gobernantes estaba igualmente a partir -37- un piñón. Incapaz de imaginarse una idea nueva, y contento con su modus vivendi, siempre estaba dispuesto a obedecer al último oficial quinto de todas las oficinas y a regalar jamones, pavos y frutas de China en cualquier estación del año. Si oía hablar mal de los naturales, él, que no se consideraba como tal, hacía coro y hablaba peor; si se criticaba a los mestizos sangleyes o españoles, criticaba él también. Era el primero en aplaudir todo impuesto o contribución, máxime cuando veía detrás una contrata o un arriendo. Siempre tenía orquestas a mano para felicitar y dar enfrentadas a los gobernadores, alcaldes y fiscales, en sus días y cumpleaños.<br />
<br />
Había sido gobernadorcillo del rico gremio de mestizos, a pesar de la protesta de muchos que no le tenían por tal. En los dos años de su mando estropeó diez fracs, otros tantos sombreros de copa y media docena de bastones. Según aseguraban algunos hasta dormía con aquellas prendas simbólicas de su alto cargo.<br />
<br />
Los impíos le tomaban por tonto, los pobres por despiadado explotador de la miseria y sus inferiores por déspota y tirano.<br />
<br />
Pero estas cosas no le quitaban el sueño. Una vieja era la que le hacía sufrir, una vieja que le hacía la competencia en devoción y que había recibido de muchos curas más entusiastas alabanzas que él. Entre Capitán Tiago y esta viuda poseedora de cuantiosos caudales, existía una santa emulación que redundaba en bien de la Iglesia. ¿Regalaba Capitán Tiago un bastón de plata con esmeraldas a una virgen cualquiera? Pues ya estaba doña Patrocinio encargando otro de oro y con brillantes al platero Gaudínez. ¿Levantaba el Capitán Tiago en la procesión de la Naval un arco con dos fachadas -38- de tela abullonada, con espejos, globos de cristal, lámparas y arañas?... Pues doña Patrocinio levantaba otro con cuatro fachadas, dos varas más alto y con más colgajos y perendengues. Entonces el ex gobernadorcillo, lleno de despecho, acudía a su especialidad, a las misas con bombas y fuegos artificiales, y doña Patrocinio sufría lo indecible, pues, excesivamente nerviosa, no podía soportar el repiqueteo de las campanas y menos las detonaciones.<br />
<br />
Mientras Capitán Tiago sonreía, ella pensaba en su revancha y pagaba a los mejores oradores de las cinco Corporaciones de Manila, a los más famosos canónigos de la Catedral, y hasta a los Paulistas para que predicasen en los días solemnes sobre temas teológicos y profundísimos a los fieles, que se quedaban sin entender una palabra. Los partidarios de Capitán Tiago habían observado que también la rica viuda dormía deliciosamente durante el sermón.<br />
<br />
Los frailes, por su parte, fomentaban estas rivalidades y rencillas entre el ex gobernadorcillo y la vieja beata, engordaban a su costa y se paseaban en coche.<br />
<br />
Era Capitán Tiago el hijo único de un azucarero de Malabón, bastante acaudalado, pero tan avaro que no quiso gastar un cuarto en educar a su hijo, por cuyo motivo fue Santiaguillo criado de un buen dominico, hombre muy virtuoso, que procuraba enseñarle todo lo bueno que podía y sabía. Cuando el muchacho estaba ya bastante adelantado, la muerte de su protector, seguida de la de su padre, dio fin a sus estudios, y entonces tuvo que dedicarse a los negocios. Casose con una hermosa joven de Santa Cruz, que le ayudó a hacer su fortuna. Doña Pía Alba, que tenía un carácter emprendedor, no se -39- contentó con comprar azúcar, café y añil; quiso sembrar y cosechar e hizo que su marido comprase extensos terrenos en San Diego. Entonces fue cuando conocieron al padre Dámaso y a don Rafael Ibarra, el más rico propietario de aquel pueblo.<br />
<br />
Pasaron seis años sin que el matrimonio tuviese ningún hijo. En vano hizo doña Pía novenarios; visitó por consejo de las devotas de San Diego a la Virgen de Caysasay en Taal; dio limosnas: bailó en la procesión, bajo el ardiente sol de mayo, delante de la Virgen de Turumba, en Pakil: todo fue en vano, hasta que fray Dámaso le aconsejó fuera a Obando, y allí bailó también en la fiesta de San Pascual y pidió un hijo. Sabido es que en Obando hay una Trinidad que concede hijos e hijas a elección: Nuestra Señora de Salambán, Santa Clara y San Pascual. Gracias a este sabio consejo, doña Pía se sintió madre. Más ¡ay! como el pescador aquel de que habla Shakespeare en Macbeth, el cual cesó de cantar cuando encontró un tesoro, ella perdió la alegría, desde los primeros momentos de su embarazo. -¡Cosas de antojadizas! -decían todos, incluso Capitán Tiago-. Una fiebre puerperal concluyó con sus tristezas, dejando huérfana una hermosa niña que llevó a la pila el mismo fray Dámaso; y como San Pascual no dio el niño que se le pedía, le pusieron los nombres de María Clara, en honor de la Virgen de Salambán y de Santa Clara, castigando con el silencio a San Pascual Bailón.<br />
<br />
La niña creció al cuidado de la tía Isabel, aquella buena anciana de urbanidad frailuna que vimos al principio.<br />
<br />
María Clara tenía grandes ojos negros, sombreados por largas pestañas. De niña, su rizada cabellera tenía un color casi rubio; su nariz era correcta; la boca pequeña y graciosa, y al sonreírse se -40- le formaban dos divinos hoyuelos en las mejillas.<br />
<br />
Tía Isabel atribuía aquellas facciones semieuropeas a antojos de doña Pía.<br />
<br />
La niña, ídolo de todos, creció entre sonrisas y halagos. Los mismos frailes la festejaban cuando acudía a las procesiones vestida de blanco, con la abundantes cabellera adornada de sampagas7 y azucena; dos alitas de plata y oro pegadas a la espalda, y dos palomas blancas en la mano, atadas con cintas azules. Era tan alegre, tenía una charla tan cándidamente infantil, que Capitán Tiago, loco de cariño, no hacía más que bendecir a los santos de Obando.<br />
<br />
En los países meridionales, la niña a los trece o catorce años se hace mujer, como el capullo de la noche se convierte en espléndida flor a la mañana siguiente. En ese período de transición lleno de misterios y peligros, entró la joven por consejo del cura de Binondo en el Beaterio de Santa Catalina, para recibir de las monjas una educación adecuada a su posición social. Allí, en aquel convento, vivió siete años.<br />
<br />
Cada uno, con sus miras particulares, y comprendiendo la mutua inclinación de los jóvenes, don Rafael y Capitán Tiago concertaron la unión de sus hijos. Este acontecimiento, que tuvo lugar algunos años después de la partida del joven Ibarra, fue celebrado con igual júbilo por dos corazones, cada uno en un extremo del mundo y en muy diferentes circunstancias.<br />
<br />
<br />
<br />
-41- <br />
<br />
- VI -<br />
<br />
Idilio en una azotea<br />
<br />
<br />
-Yo creo, María, que el médico tiene razón -dijo Capitán Tiago-. Debes ir al campo, estás muy pálida, necesitas buenos aires. ¿Quieres ir a Malabón o a San Diego?<br />
<br />
A este último nombre María Clara se puso roja como una amapola y no pudo contestar.<br />
<br />
-Ahora iréis Isabel y tú al beaterio para sacar tus ropas y despedirte de tus amigas -continuó Capitán Tiago-; ya no volverás a entrar en él.<br />
<br />
María Clara sintió esa vaga melancolía que se apodera del alma cuando se deja para siempre un lugar en donde fuimos felices; pero otro pensamiento más dulce amortiguó este dolor.<br />
<br />
-Y dentro de cuatro o cinco días nos iremos a Malabón. Tu padre ya no está en San Diego; le ha sustituido aquel cura joven que viste aquí anoche.<br />
<br />
-¡Le prueba San Diego mejor, primo! -observó la tía Isabel-. Además, la casa que tenemos allí es más grande y se acerca la fiesta.<br />
<br />
La joven quiso dar un abrazo a su tía, pero oyó pararse un coche a la puerta y se puso pálida.<br />
<br />
-¡Es verdad! -contestó el ex gobernadorcillo; y asomándose a la ventana exclamó: -¡Don Crisóstomo!<br />
<br />
-42- <br />
María Clara dejó caer la labor que tenía entre las manos y su corazón comenzó a palpitar aceleradamente. Se oyeron pasos en la escalera y después una voz fresca y varonil. La joven se levantó entonces precipitadamente y se encerró en el oratorio para ocultar su emoción. Los dos primos se hicieron un guiño significativo y se echaron a reír.<br />
<br />
Pálida, con los ojos brillantes y turbada el alma por la alegría, María Clara se puso a escuchar. Entonces oyó la voz de Ibarra, aquella voz tan querida que hacía siete años sólo oía en sueños. ¡Preguntaba por ella, pronunciaba su nombre!...<br />
<br />
Loca de alegría besó la imagen de una virgen y murmuró con voz temblorosa: «¡Gracias virgencita mía! ¡Gracias porque al fin lo has traído con salud y no se ha olvidado de mí!». Después se acercó al agujero de la cerradura para verle y examinarle. Quería salir y al mismo tiempo sentía una emoción intensa que le impedía dar un solo paso. Cuando entró a buscarles su tía Isabel, se colgó de su cuello y le cubrió el rostro de besos.<br />
<br />
-Pero tonta, ¿qué te pasa? -pudo al fin decir la anciana enjugándose las lágrimas.<br />
<br />
María Clara, un poco avergonzada, se cubrió los ojos con el redondo brazo.<br />
<br />
-¡Vamos, no te hagas esperar! Ibarra ha preguntado por ti y desea verte. No hagas sufrir más tiempo al pobre muchacho.<br />
<br />
Capitán Tiago e Ibarra hablaban animadamente cuando apareció la tía Isabel medio arrastrando a su sobrina.<br />
<br />
El joven se precipitó a su encuentro, y cogiendo la mano diminuta de su prometida apenas tuvo alientos para exclamar: «¡María Clara! ¡qué hermosa estás!».<br />
<br />
-43- <br />
Ella guardó silencio, pero sus hermosos ojos expresaron bien claramente lo que sentía su alma.<br />
<br />
A los pocos instantes la enamorada pareja se dirigió a la azotea con el pretexto de ver unas flores, para departir con más libertad entre los pequeños emparrados.<br />
<br />
Capitán Tiago sonreía satisfecho, haciéndose el distraído. La tía Isabel aparentaba estar muy atareada limpiando los muebles con un plumero, y también sonreía alegremente.<br />
<br />
-¿Has pensado siempre en mí? ¿No me has olvidado en tus viajes, en esas grandes ciudades donde, según dicen, hay mujeres tan hermosas? -preguntó la joven con acento insinuante.<br />
<br />
-¿Podría yo olvidarte? -contestó Ibarra contemplándose embelesado en las negras pupilas de su amada-. ¿Podría yo faltar al juramento que te hice? Tu recuerdo me ha acompañado siempre, me ha salvado de los peligros, ha sido mi consuelo en los países extranjeros; tu recuerdo ha neutralizado el efecto del loto de Europa que borra de la memoria de muchos paisanos nuestros las esperanzas y las desgracias de la patria ausente. En sueños te veía en la playa de Manila, mirando el lejano horizonte, envuelta en la tibia luz de la naciente aurora; oía un lánguido y melancólico canto que despertaba en mi corazón adormecidos sentimientos y evocaba los primeros años de mi niñez, nuestras alegrías, nuestros juegos, todo el pasado feliz que animaste mientras estuviste en el pueblo. Me parecía que eras el hada, el espíritu, la encarnación poética de mi patria. ¿Podía olvidarte? Muchas veces creía escuchar los acentos de tu voz, y siempre que en Alemania, a la caída de la tarde, vagaba por los bosques, poblados por las fantásticas creaciones de sus poetas y las misteriosas leyendas -44- de sus pasadas generaciones, creía verte en la bruma que se levanta del fondo del valle. A veces me perdía por los senderos de las montañas, y la noche, que allí desciende poco a poco, me sorprendía aún, buscando mi camino entre pinos, hayas y encinas; entonces, si algunos rayos de luna se deslizaban entre el espeso ramaje, me parecían que era la vestidura vaporosa de una mujer que se parecía a ti; y si acaso el ruiseñor dejaba oír sus variados trinos creía que era porque te veía y tú le inspirabas. ¡Locuras de enamorados que sólo pueden comprender los que adoran a una mujer como yo te adoro!...<br />
<br />
-También yo -contestó ella sonriendo, llena de felicidad al escuchar las románticas y apasionadas frases de su novio-, desde que te dije adiós y entré en el beaterio, me he acordado siempre de ti por más que me mandase lo contrario el confesor, imponiéndome muchas penitencias. Me acordaba de nuestros juegos y de nuestras riñas cuando éramos niños. ¿Te acuerdas de aquella vez cuando te enfadaste de veras? Entonces me hiciste sufrir, pero después, cuando me acordaba de ello en el beaterio, sonreía, te echaba de menos para reñir otra vez y hacer las paces enseguida. Éramos aún niños: fuimos con tu madre a bañarnos en un arroyo a la sombra de los cañaverales. En las orillas crecían muchas flores y plantas, cuyos extraños nombres me decías en castellano. Yo no te hacía caso; me entretenía en ir detrás de las mariposas y libélulas, que se persiguen unas a otras entre las flores; a veces quería coger los pececillos, que se deslizan rápidos entro el musgo y las piedrecitas de la orilla del arroyo. De pronto desapareciste y cuando volviste, traías una corona de hojas y flores de naranjo que colocaste sobre mi cabeza llamándome -45- Cloe; para ti hiciste otra de enredaderas. Pero tu madre cogió mi corona y la machacó con una piedra mezclándola con el agua con que nos iba a lavar la cabeza; se te saltaron las lágrimas y dijiste que ella no entendía de mitología: «¡Tonto! -contestó tu madre- verás qué bien olerán después vuestros cabellos». Yo me reí, te ofendiste, no me quisiste hablar y el resto del día te mostraste tan serio que a mi vez tuve ganas de llorar. De vuelta al pueblo, cogí hojas de salvia que crecía a orillas del camino y te las di. Tampoco entonces quisiste hacer las paces.<br />
<br />
Ibarra se sonrió de felicidad, abrió su cartera y sacó un papel, dentro del cual había envueltas unas hojas negruzcas, secas y aromáticas.<br />
<br />
-¡Aquí tienes tus hojas de salvia!<br />
<br />
Ella a su vez sacó rápidamente de su seno una bolsita de raso blanco.<br />
<br />
-¡Aquí tienes tu primera carta! ¡Ya ves que yo también sé conservar las cosas!<br />
<br />
Los jóvenes continuaron charlando largo rato. Luego se despidieron. Dentro de algunos días se volverían a ver. Él tenía ahora un sagrado deber que cumplir. Debía ir a visitar la sepultura de su desgraciado padre y a enterarse del estado de su hacienda.<br />
<br />
Algunos minutos después el joven bajaba las escaleras acompañado de Capitán Tiago y de la tía Isabel, mientras Clara le veía partir con los ojos llenos de lágrimas.<br />
<br />
-Haga usted el favor de decir a Andeng que prepare nuestra casa, pues dentro de unos días irán María e Isabel. ¡Buen viaje!<br />
<br />
El coche de Ibarra partió a escape hacia la plaza de San Gabriel.<br />
<br />
-Anda, enciende dos velas -dijo Capitán Tiago -46- a su hija-, una a San Roque y otra a San Rafael patrón de los caminantes. Enciende también la lámpara de Nuestra Señora de la Paz y Buenviaje, que hay muchos tulisanes. Más vale gastarse cuatro reales en cera y seis cuartos en aceite que no tener después que pagar un rescate gordo.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
- VII -<br />
<br />
Recuerdos<br />
<br />
<br />
El coche de Ibarra recorría parte del más animado arrabal de Manila; lo que la noche anterior le había puesto triste, a la luz del día le hacía sonreír a pesar suyo. ¡Cuánta suciedad y cuánto abandono! A los castilas preocupados exclusivamente en explotar al indio y en enriquecerse lo más pronto posible para volver a la Península, les tenía completamente sin cuidado el adelanto del país. ¿Para qué? Cuanto más despiertas estuviesen aquellas pobres gentes menos fácil sería engañarlas.<br />
<br />
Aquellas calles no tenían aún adoquinado. Brillaba el sol dos días seguidos y se convertían en polvo, que cegaba a los transeúntes; llovía cuatro gotas y se convertían en pantanos. ¡Era una delicia! ¡Cuántas mujeres habían dejado en aquellas olas de lodo sus chinelas bordadas!<br />
<br />
Entonces veíanse apisonando las calles algunos -47- presidiarios con la cabeza rapada, vestidos con una camisa de mangas cortas y un calzón hasta las rodillas; en las piernas llevaban cadenas medio envueltas en trapos sucios para moderar el roce; unidos de dos en dos, tostados por el sol, rendidos por el calor y el cansancio, eran hostigados y azotados con una vara por otro presidiario que sin duda se consideraba dichoso al ejercer aquella autoridad despótica sobre sus compañeros.<br />
<br />
Eran hombres altos, de sombríos semblantes; sólo brillaban sus pupilas apagadas cuando caía la vara silbando sobre sus espaldas, o cuando un transeúnte les arrojaba la punta de un cigarro medio mojado y deshecho. La cogía el que estaba más cerca y la escondía en su salakot8: los demás se quedaban mirando a los otros transeúntes como rogándoles les obsequiasen también.<br />
<br />
Ibarra sintió inmensa piedad al ver a aquellos infelices, y metiendo la mano en el bolsillo de su americana de alpaca, sacó todos los cigarros que llevaba y los arrojó a los pobres presos. Ya estaba el carruaje lejos de aquel lugar y todavía llegaban a los oídos del joven las exclamaciones de júbilo y las palabras de agradecimiento.<br />
<br />
Todo lo que veía le traía a la mente recuerdos de la niñez, y lo que entonces le parecía hermoso, ahora lo encontraba mezquino.<br />
<br />
Cruzábanse con su carruaje muchos coches tirados por magníficos troncos de caballos enanos: iban dentro empleados, que medio dormidos aún, se dirigían a sus oficinas, militares y frailes rechonchos. Todos ellos llevaban pintado en el rostro un orgullo desdeñoso. ¡Eran los amos!... ¡Los descendientes de los Almagros y Pirarros, los hijos -48- de Legazpi!... ¡A pesar de los años transcurridos en nada habían cambiado las cualidades de su raza!<br />
<br />
En una elegante victoria creyó reconocer a fray Dámaso, como siempre, serio y cejijunto.<br />
<br />
A la bajada del puente de España los caballos emprendieron el trote dirigiéndose hacia el paseo de la Sabana. A la izquierda veíase la Fábrica de Tabacos, de la cual salía un zumbido de colmena y un olor penetrante. Pasó luego por delante del Jardín Botánico y comparó su pequeñez y mezquindad, a pesar de la exuberancia del suelo, con los jardines botánicos de Europa, donde se necesita mucha voluntad y mucho oro para que brote una hoja y abra su cáliz una flor. Ibarra apartó la vista y vio a su derecha a la antigua Manila, rodeada aún de sus murallas y fosos, como una joven anémica envuelta en un vestido de los buenos tiempos de su abuela.<br />
<br />
Luego descubrió el mar.<br />
<br />
-¡Al otro lado está Europa! -pensaba el joven- ¡Europa con sus naciones agitándose continuamente en busca de la felicidad, despertándose todas las mañanas con nuevas esperanzas, sufriendo siempre tristes desengaños!<br />
<br />
Pero estas ideas huyeron bien pronto de su imaginación. Ahora pensaba en el hombre que le había hecho comprender lo bueno y lo justo y había cultivado su inteligencia infantil. Aquel hombre era un anciano sacerdote y las palabras que le había dicho al despedirse de él, resonaban aún en sus oídos: «No olvides que si el saber es patrimonio de la humanidad, sólo lo heredan los que estudian y los que trabajan. He procurado transmitirte lo poco que sabía. En los países que vas a visitar puedes aumentar considerablemente el caudal de tus conocimientos -49- y adquirir la ilustración conveniente para ser útil a tu país. Los europeos vienen aquí en busca de oro, id vosotros a Europa, a buscar el oro de la ciencia... ¡Aprovecha el tiempo!...».<br />
<br />
¡Tampoco existía ya aquel anciano bondadoso! El coche seguía rodando. Ya estaba lejos de Manila. Ahora sólo encontraba a su paso carromatos tirados por uno o dos caballos enflaquecidos, cuyos arneses de abaká denotaban su origen provinciano. A veces un carretón, tirado por un carabao9 de paso lento y perezoso, cruzaba las anchas y polvorosas calzadas, bañadas por el abrasador sol de los trópicos. Al melancólico y monótono canto del guía, montado sobre el búfalo, acompañaba el estridente rechinar de las secas ruedas del pesado vehículo. En los campos apacentaba el ganado mezclado con las blancas garzas, tranquilamente posadas sobre el lomo del buey que rumiaba con los ojazos entornados, la hierba de la pradera. A lo lejos saltaban y corrían las jóvenes yeguas, perseguidas por un fogoso potro de larga cola y abundantes crines. Y se oían por todas partes relinchos de ardiente deseo, mugidos melancólicos, gritos extraños de hermosos pájaros de pintado plumaje, y zumbar de insectos luminosos.<br />
<br />
Dejemos al joven viajar sumido en las profundas meditaciones que le sugiere la contemplación del lujurioso y espléndido paisaje de su país y volvamos a Manila, mientras el coche rueda tambaleándose por el accidentado terreno, cruza un puente de caña, sube elevada cuesta y baja rápida pendiente.<br />
<br />
<br />
<br />
-50- <br />
<br />
- VIII -<br />
<br />
Política frailuna<br />
<br />
<br />
Fray Sibyla, después de decir misa muy temprano, se fue al convento de su orden, situado a la entrada de la puerta de Isabel II. Después de atravesar algunos corredores llamó a una celda con los nudillos de los dedos.<br />
<br />
-¡Adelante! -suspiró una voz.<br />
<br />
-¡Dios devuelva la salud a vuestra reverencia! -dijo el dominico al entrar.<br />
<br />
Sentado en un gran sillón se veía un fraile de demacrado y amarillento, como los santos pintados por Ribera.<br />
<br />
El padre Sibyla lo contempló conmovido breves instantes.<br />
<br />
-¡Ah! -suspiró el enfermo- ¡Me aconsejan la operación, hermano, la operación a mi edad! ¡Este país es terrible! ¡Aquí venimos a perderlo todo; la salud del cuerpo y lo que es peor todavía, también la del alma! ¡Este sol nos aniquila y enloquece! ¡Ah! ¡Quién pudiera volver a España, al país natal, a la humilde -51- choza donde vivimos los años felices de la infancia, al lado del rebaño de ovejas y de los mansos bueyes!, ¡quién pudiera trocar el hábito que produce miedo y respeto por la humilde zamarra del pastor, que vestí en mis primeros años.<br />
<br />
Los ojos del fraile enfermo brillaron de extraño modo. Sin duda veían en aquel momento los verdes maizales, ondulantes como un mar inmenso, las casuchas construidas con adobes y la negruzca y cuadrada torre donde anidaban las cigüeñas del pobre pueblo de Castilla donde había visto la primera luz...<br />
<br />
-¿Y qué ha decidido vuestra reverencia? -preguntó fray Sibyla profundamente conmovido.<br />
<br />
-¡Morir! ¿Acaso me queda otro remedio? ¡No puedes figurarte lo que sufro! Y tú, ¿cómo estás? ¿Qué te trae por aquí tan de mañana?<br />
<br />
-Venía a hablarle del encargo que me hizo.<br />
<br />
-¿Y qué sabes de nuevo?<br />
<br />
-¡Psh! -contestó con disgusto el joven dominico.<br />
<br />
-Nos han contado una fábula. Ibarra es un chico prudente y muy instruido.<br />
<br />
-¿De veras?<br />
<br />
-Al menos en el poco tiempo que le he oído no ha demostrado otra cosa. Cierto que habla de progreso y libertad, pero lo mismo les sucede a todos los jóvenes que vienen de Europa. Dentro de unos cuantos meses volverá a mascar buyo y a comer morisqueta. Anoche comenzaron las hostilidades.<br />
<br />
-¿Ya?, ¿y como fue?<br />
<br />
Fray Sibyla refirió brevemente lo que pasó entre el padre Dámaso y Crisóstomo Ibarra.<br />
<br />
-Además -concluyó diciendo-, el joven se casa con la hija de Capitán Tiago, educada en el convento de nuestras hermanas; es rico, y no querrá hacerse enemigos para perder felicidad y fortuna.<br />
<br />
El enfermo movió la cabeza en señal de asentimiento.<br />
<br />
-52- <br />
-Pienso como tú. Con una mujer como María Clara y un suegro como Capitán Tiago, el muchacho será nuestro en cuerpo y alma. Y si se declara enemigo, tanto mejor.<br />
<br />
Fray Sibyla miró sorprendido al anciano.<br />
<br />
-Mejor para nuestra corporación. Prefiero los ataques a las tontas alabanzas y adulaciones de amigos... pagados.<br />
<br />
-¿Piensa vuestra reverencia?...<br />
<br />
El anciano le miró con tristeza.<br />
<br />
-¡Tenlo bien presente! -continuó respirando con fatiga-. Nuestro poder durará mientras crean en él. Necesitamos que nos ataquen, que nos despierten. Es preciso que estemos siempre arma al brazo. Lo que nos ha sucedido en Europa nos puede suceder aquí también el mejor día. Y entonces el dinero no entrará en las iglesias, y al armarnos dejaremos de ser fuertes y de influir en las conciencias.<br />
<br />
-Siempre tendremos nuestras haciendas, nuestras fincas...<br />
<br />
-Todas se perderán como las perdimos en España. Estamos labrando nuestra propia ruina. Somos insaciables, ni siquiera sabemos cubrir las apariencias. Todos los años subimos caprichosamente el canon de nuestros terrenos. Esa desmedida avaricia nos pierde. ¡El indio comienza a cansarse de que le exploten!<br />
<br />
-¿De manera, que vuestra reverencia cree que el canon o tributo?...<br />
<br />
-¡No hablemos más de esas cosas! -interrumpió con cierto disgusto el enfermo-. ¿Decías que el teniente había amenazado a fray Dámaso con delatarlo al general?<br />
<br />
-Sí -contestó fray Sibyla sonriendo-; pero esta mañana le vi y me dijo que sentía cuanto había -53- pasado anoche; que el jerez se le había subido la cabeza y que consideraba que el padre Dámaso estaba en igual situación. ¿Y la promesa? Le pregunté en broma. «Padre cura, me contestó; yo sé cumplir mi palabra cuando no sufre menoscabo mi dignidad; no soy ni he sido nunca delator».<br />
<br />
Después de hablar de otras cosas, fray Sibyla se despidió del enfermo.<br />
<br />
El teniente no había ido a Malacañán10 pero el general se había enterado de todo.<br />
<br />
-¡Mujer y frailes no hacen agravio! -dijo el general sonriendo-. Pienso vivir tranquilo el tiempo que permanezca en el país y no quiero cuestiones con hombres que usan faldas.<br />
<br />
Pero cuando su excelencia se encontró solo murmuró:<br />
<br />
-¡Ah! ¡Si este pueblo no fuera tan estúpido ya metería yo en cintura a esos pillos!<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
- IX -<br />
<br />
El pueblo<br />
<br />
<br />
Casi a orillas de un lago está el pueblo de San Diego, enmedio de campiñas y arrozales. Exporta azúcar, arroz, café y frutas o las vende a cualquier -54- precio al chino, que explota la candidez o los vicios de los labradores.<br />
<br />
Cuando en un día sereno los muchachos suben al último cuerpo de la torre de la iglesia, cubierto de musgo y de plantas trepadoras, prorrumpen en alegres exclamaciones, provocadas por la hermosura del panorama que se ofrece a su vista. Enmedio de aquel cúmulo de techos de nipa, tejas de zinc y cabonegro, separados por huertas y jardines, cada uno sabe descubrir su casita, su pequeño nido. Todo les sirve de señal: un árbol, un tamarindo de ligero follaje, un cocotero cargado de frutos, una flexible caña, una bonga o una cruz. El río se desliza a poca distancia, como una inmensa serpiente de cristal; de trecho en trecho, riza su corriente pedazos de roca esparcidos en el arenoso lecho; allá el cauce se estrecha entre dos elevadas orillas, a que se agarran haciendo contorsiones árboles de raíces desnudas; aquí se forma una suave pendiente y el río se ensancha. Troncos de palmeras o árboles con corteza aún, movedizas y vacilantes, unen ambas orillas.<br />
<br />
Pero lo que más llama la atención, es un pequeño bosque enmedio de las tierras labradas. Hay allí árboles seculares de ahuecado tronco, que mueren solamente cuando algún rayo hiere su altiva copa y los incendia. La vegetación tropical se desenvuelve en aquellos lugares con entera libertad. Crecen profusamente matorrales y malezas y cortinas de enredaderas se cuelgan de las ramas y forman una red inextricable. Loros y guacamayos de largas colas y pintados plumajes forman su nido en la verde espesura. Los hay todos rojos, con las alas verdes y los ojos negros y brillantes como el azabache. Durante la mañana y al caer de la tarde llenan el bosque de gritos extraños. Las palomas -55- de la puñalada, blancas como la nieve y con la pechuga encarnada como si estuviese teñida de sangre, se arrullan dulcemente en las horas meridianas, cuando el sol abrasa, los pájaros buscan la sombra y la frescura de sus nidos, y las plantas y los árboles mustios, sofocados de calor, parecen caer en profundo letargo. Entonces reina un solemne silencio, sólo turbado por el roce de las enormes serpientes al arrastrarse entre las hojas secas, el zumbido de los insectos de alas luminosas y el fresco murmullo de algún manantial.<br />
<br />
Cuando pasan las horas de sofocante bochorno el bosque se despierta; los árboles se desperezan; las hojas de esmeralda recobran su brillantez y tersura; bandadas de aves hermosísimas cruzan el aire; y de todas partes se levanta un himno glorioso a la vida.<br />
<br />
Pero ni aun en aquel rincón paradisíaco, en aquella selva virgen, en aquel templo grandioso de la naturaleza, cuyas robustas columnas son los troncos esbeltos de las palmeras y de los árboles centenarios, reina la felicidad. ¡El hombre blanco se complace en llevar la muerte y la desolación a todas partes!<br />
<br />
La cacatúa de lindo copete, los pájaros amarillos y alas negras, los diminutos pájaros moscas, se estremecen al verlo. ¡Los persigue con saña cruel! Cuando menos se descuidan, suena un disparo y se deshace la nube temblorosa que tiene la suavidad de la seda y el brillo de los rubíes y topacios, y centenares de pajarillos caen en el suelo, cubriéndolo de sangre. Luego los embalsaman, los encierran en grades cajones y los envían a Europa. ¡Las mujeres blancas adornan más tarde sus divinas cabezas y rubias cabelleras con las víctimas del bosque!...<br />
<br />
-56- <br />
Acerca de este existen estradas leyendas; pero la más verosímil es la siguiente.<br />
<br />
Cuando el pueblo era todavía un montón de miserables chozas de calza y nipa, rodeadas de cocoteros, plátanos y palmeras, y los jabalíes y venados llegaban hasta las puertas de sus rústicas viviendas, presentose un día un viejo español, de ojos profundos, que hablaba bastante bien el tagalo, Después de visitar y recorrer los terrenos en varios sentidos, preguntó por los propietarios del bosque, donde había aguas termales. Presentáronse algunos que pretendían serlo, y el viejo lo adquirió en cambio de ropas, alhajas y algún dinero. Después, sin saberse cómo, desapareció. La gente le creía ya encantado, cuando un olor fétido, que partía del vecino bosque, llamó la atención de unos pastores; rastreáronlo y encontraron al viejo en estado de putrefacción, colgado de la rama de un balili. En vida ya daba miedo por su voz cavernosa, sus ojos hundidos y melancólica sonrisa; ahora, muerto, producía verdadero espanto. Algunos tiraron las alhajas al río y quemaron la ropa, y desde que apareció el cadáver y fue enterrado al pie mismo del balili, ya no hubo persona que por allí se quisiese aventurar. Un pastor, que buscaba a sus animales, contó haber visto luces; otros aseguraban haber oído lamentos.<br />
<br />
Pasaron meses y vino un joven mestizo español, que dijo ser hijo del difunto, y se estableció en aquel rincón, dedicándose a la agricultura, sobre todo a la siembra del añil. Don Saturnino era un joven taciturno y de un carácter violento y cruel: la única buena cualidad que poseía era el amor al trabajo. Rodeó de un muro la tumba de su padre e iba a visitarla de tiempo en tiempo. Pasados algunos años casose con una joven de Manila, de -57- quien tuvo a don Rafael, el padre de Crisóstomo. Don Rafael desde muy joven se hizo amar de los indios. La agricultura, traída y fomentada por su padre, se desarrolló rápidamente. Afluyeron nuevos habitantes, vinieron muchos chinos y el villorrio se hizo aldea y tuvo un cura indio. Después la aldea se convirtió en pueblo, murió el cura y vino fray Dámaso.<br />
<br />
El sepulcro y el terreno anejo fueron respetados. Los muchachos se atreven a veces, armados de palos y piedras, a vagar por los alrededores para coger guayabas, papayas y lomboi, y ocurre que en lo mejor de la ocupación caen dos o tres piedras sin saberse de dónde; entonces al grito de ¡el viejo! ¡el viejo! arrojan frutas y palos, saltan de los árboles, corren entre rocas y matorrales y no paran hasta salir del bosque, pálidos, jadeantes y llorosos.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
- X -<br />
<br />
Los caciques<br />
<br />
<br />
¿Quiénes eran los caciques del pueblo?<br />
<br />
No lo fue nunca don Rafael cuando vivía, aunque era el más rico y todos le debían favores. Excesivamente modesto, jamás había pensado en formar -58- partido, ni ejercer influencia de ninguna clase.<br />
<br />
¿Sería acaso, Capitán Tiago?... Cuando llegaba al pueblo era recibido con músicas por sus deudos y amigos, ofrecíanle banquetes y le colmaban de regalos. Las mejores frutas cubrían su mesa; si se cazaba un venado o jabalí, para él era una de las mejores partes; si encontraba hermoso el caballo de un deudor, media hora después lo tenía en su cuadra. Todo esto es verdad, pero al mismo tiempo, se reían de él y le llamaban en secreto Sacristán Tiago.<br />
<br />
Tampoco mandaba el gobernadorcillo; obedecía. Su empleo le había costado cinco mil pesos, como le producía muy buena renta, sufría contento toda clase de humillaciones.<br />
<br />
¿Sería entonces Dios? ¡Ah! Del buen Señor se ocupaban poco; bastante daban que hacer los santos y las santas. Dios para aquellas gentes había pasado a ser como esos pobres reyes que se rodean de favoritos y favoritas; el pueblo sólo hacía la corte a estos últimos.<br />
<br />
San Diego era una especie de Roma contemporánea, con la diferencia de que en vez de monumentos de mármol y palacios suntuosos, tenía monumentos de sauli y gallera de nipa. El cura representaba el poder del Vaticano y el alférez de la Guardia Civil, el rey de Italia. Ambos querían ser los amos, y aquí como allá, se suscitaban continuos disgustos. Expliquémonos y describamos las cualidades de ambos personajes.<br />
<br />
Fray Bernardo Salvi era un joven franciscano de carácter sombrío. Por sus costumbres y maneras, distinguíase mucho de sus hermanos, y más aún de su predecesor, el violento padre Dámaso. Era delgado, enfermizo, fiel observador de sus deberes -59- religiosos y cuidadoso de su buen nombre.<br />
<br />
Un mes después de su llegada casi todos los habitantes de San Diego se hicieron hermanos de la V. O. T. con gran tristeza de su rival, la Cofradía del Santísimo Rosario. Era un contento ver en cada cuello cuatro o cinco escapularios y en cada cintura un cordón con nudos, y las frecuentes procesiones de fantasmas con hábitos de guingón11. El sacristán mayor, aprovechando este furor religioso, se hizo un capitalito vendiendo a los cándidos feligreses objetos milagrosos para salvar el alma y combatir al diablo. ¡El espíritu diabólico que antes se atrevía a contradecir a Dios en su misma cara y a poner en duda sus palabras, habíase vuelto tan pacato que no podía resistir la vista de un relicario o los nudos de un cordón! Los frailes habían descubierto la manera de combatir al diablo y explotaban a maravilla su prodigioso invento. ¡No había bastantes tesoros en la tierra para pagar aquellos pedazos de trapo y aquellos cordones benditos, que devolvían la salud y aseguraban la salvación eterna!...<br />
<br />
Como decíamos, el padre Salvi era muy asiduo en el cumplimiento de sus deberes. Mientras predicaba -su fuerte era la oratoria- mandaba cerrar las puertas de la iglesia, y en esto se parecía a Nerón, que no dejaba salir a nadie mientras cantaba en el teatro. Castigaba con multas las faltas de sus subordinados, pues no era aficionado a pegar. También en esto se diferenciaba del padre Dámaso, que todo lo arreglaba a puñetazos y bastonazos que propinaba riendo y con extraordinaria complacencia. Estaba convencido este último que sólo a palos se podía tratar a los indios; así lo había dicho un -60- fraile que sabía escribir libros, y él lo creía a pies juntillas, pues no discutía nunca los impresos revisados por la autoridad eclesiástica.<br />
<br />
Como ya hemos dicho, fray Salvi pegaba rarísimas veces, pero cuando lo hacía mostrábase verdaderamente terrible. Así como al padre Dámaso se le subía frecuentemente el coñac a la cabeza, y entonces cometía toda clase de atrocidades, al joven franciscano eran los ayunos y abstinencias, los que exaltaban sus nervios y lo ponían como loco. De esto venía a resultar que las espaldas de los sacristanes no distinguían bien cuando un cura ayunaba o comía mucho.<br />
<br />
El único enemigo de este poder espiritual y temporal, era, como ya dijimos, el alférez. Estaba casado éste con una vieja filipina, llamada doña Consolación, mujer ridícula, que en su afán de imitar a las europeas, parecía un payaso, con las mejillas embadurnadas de colorete y albayalde. Esta buena señora tenía además muy mal genio. El alférez vengaba sus desgracias matrimoniales en su propia persona, emborrachándose como una cuba, mandando a sus soldados a hacer ejercicios al sol, y sacudiendo el polvo a la empecatada filipina. Zurrábanse los felices esposos de lo lindo y daban espectáculos gratis a los vecinos, que admiraban en silencio las delicadas maneras y escogido lenguaje del castila.<br />
<br />
Cada vez que estos escándalos llegaban a oídos del padre Salvi, el buen franciscano se sonreía, y después de persignarse rezaba un padrenuestro. Cuando le llamaban carlistón, hipócrita y avaro, se sonreía también y volvía a rezar. ¡Era un manso cordero el buen frailecito!<br />
<br />
El alférez siempre contaba a los pocos españoles que lo visitaban la anécdota siguiente:<br />
<br />
-61- <br />
-¿Va usted al convento a visitar al curita Moscamuerta? Si le ofrece chocolate, ¡lo cual dudo! tenga usted cuidado. Si llama al criado y dice: Fulanito, haz una jícara de chocolate ¿eh? entonces no tenga miedo, pero si dice: Fulanito, haz una jícara de chocolate ¡ah! entonces coja usted el sombrero y márchese corriendo.<br />
<br />
-¿Por qué? -preguntaba espantado su interlocutor-. ¿Acaso el fraile pega jicarazos?<br />
<br />
-¡Hombre, tanto como eso no!<br />
<br />
-¿Entonces?<br />
<br />
-Chocolate ¿eh? significa espeso, y chocolate ¿ah? aguado.<br />
<br />
Para hacer daño al fraile, prohibió el militar, aconsejado por su señora, que nadie se pasease por el pueblo después de las nueve de la noche. Doña Consolación pretendía haber visto al cura disfrazado con camisa de piña y salakot de nito, pasearse a altas horas de la noche. Fray Salvi se vengaba a su modo. Al ver entrar al alférez en la iglesia, mandaba disimuladamente al sacristán cerrar todas las puertas, se subía al púlpito y empezaba a predicar hasta que los santos cerraban los ojos y le pedían por favor que se callase.<br />
<br />
El alférez, como todos los impenitentes, no por eso se corregía: salía jurando, y tan pronto como podía pillar a un sacristán o a un criado del cura, le zurraba y le hacía fregar el suelo del cuartel y el de su propia casa. El sacristán, al ir a pagar la multa que el cura le imponía por su ausencia, exponía los motivos. Fray Salvi le oía silencioso, guardaba el dinero y soltaba a sus cabras y carneros para que fuesen a pacer en el jardín del alférez, mientras buscaba un tema nuevo para otro sermón mucho más largo y edificante que los que había pronunciado anteriormente. Pero estas cosas -62- no eran obstáculo para que, si después se veían, se diesen la mano y se hablasen cortésmente.<br />
<br />
Cuando el marido dormía el vino o roncaba la siesta y doña Consolación no podía reñir con él, asomábase a la ventana con su puro en la boca y su camisa de franela azul.<br />
<br />
Estos eran los soberanos del pueblo de San Diego.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
- XI -<br />
<br />
La ciudad de los muertos<br />
<br />
<br />
Hacia el oeste, enmedio de los arrozales, está el cementerio; conduce a él una vereda llena de polvo en los días de calor y navegable en los días de lluvia.<br />
<br />
Una puerta de madera y una cerca, mitad de piedra y mitad de cañas y estacas, le separa de los hombres, pero no de las cabras del cura y algunos cerdos de la vecindad, que entran y salen para hacer exploraciones en las tumbas y alegrar con su presencia aquella soledad.<br />
<br />
Enmedio de aquel vasto corral se levanta una gran cruz de madera sobre un pedestal de piedra. La tempestad ha doblado su Inri de hoja de lata y la lluvia ha borrado las letras. Al pie de la cruz, -63- como en el verdadero Gólgota, se ven en confuso montón calaveras y huesos, que el indiferente sepulturero arroja de las fosas que va vaciando. Allí esperan, no la resurrección de los muertos, sino la llegada de los animales que acaben de mondarlos.<br />
<br />
En el suelo se notan recientes excavaciones; aquí el terreno está hundido, allí forma pequeña colina. En el santo lugar crecen en toda su lozanía el tarambulo y el pandakaki. La hierba y las trepadoras cubren los rincones y se encaraman por las paredes y nichos, formando espléndidos cortinajes de verdura; a veces penetran por las hendiduras que hicieron temblores y terremotos y ocultan piadosas a las miradas profanas el interior de las tumbas.<br />
<br />
Dos hombres cavan una fosa cerca del muro que amenaza desplomarse; uno, que es el sepulturero, arroja con indiferencia vértebras y huesos, como arrojaría un jardinero piedras y ramas secas; el otro está preocupado, fuma y escupe.<br />
<br />
-¡Oye! -dice en tagalo el que fuma-. ¿No sería mejor que cavásemos en otro sitio? Esto está muy reciente.<br />
<br />
-Tan recientes son unas fosas como otras.<br />
<br />
-¡No puedo más! Ese hueso que has partido aún sangra. ¡Hum! ¿Y esos cabellos?<br />
<br />
-¡Qué delicado eres! -exclama el otro-. ¡Si hubieses desenterrado como yo un cadáver de veinte días, por la noche, lloviendo y con la linterna apagada!...<br />
<br />
El compañero se estremeció.<br />
<br />
-Se desclavó el ataúd y salió el muerto echando una peste de mil demonios... Luego lo tuve que cargar a la espalda...<br />
<br />
-¡Kjr! ¿Y por qué lo desenterraste?<br />
<br />
-¿Por qué? ¿Lo sé yo acaso? ¡Me lo mandaron!<br />
<br />
-64- <br />
-¿Quién te lo mandó?<br />
<br />
-Me lo mandó el cura grande.<br />
<br />
-¡Ah! ¿Y qué hiciste después del cadáver?<br />
<br />
-Pues... el cura grande me mandó que lo enterrase en el cementerio de los chinos, pero como el ataúd era pesado y el cementerio de los chinos está lejos...<br />
<br />
-¡No! ¡No! ¡Yo no cavo más! -interrumpió el otro lleno de horror, soltando la pala y saltando de la fosa; he partido un cráneo y temo que no me deje dormir esta noche.<br />
<br />
El sepulturero soltó una carcajada al ver cómo se alejaba su amigo haciendo la señal de la cruz.<br />
<br />
El cementerio se iba llenando de hombres y mujeres vestidos de luto.<br />
<br />
Un viejecito de ojos vivos entró descubierto. Al verle, muchos se rieron. El viejo, sin hacer caso de tales demostraciones, se dirigió al montón de cráneos, se arrodilló y buscó con la mirada algo entre los huesos. Después, con cuidado, fue apartando los cráneos uno tras otro, y como no encontrase lo que buscaba, frunció las cejas, movió la cabeza con gesto desesperado, miró a todas partes y finalmente se levantó y se dirigió al sepulturero.<br />
<br />
-¿Sabes dónde está una hermosa calavera blanca como la carne del coco, con la dentadura completa, que yo puse al pie de la cruz, debajo de aquellas hojas?<br />
<br />
El sepulturero se encogió de hombros.<br />
<br />
-¡Mira! -añadió el viejo enseñándole una moneda de plata-; no tengo más que ésta, pero te la daré si me la encuentras.<br />
<br />
El brillo de la moneda le hizo reflexionar; miró hacia el osario y dijo:<br />
<br />
-¿No está allí?... ¡Pues, no sé!... Si queréis os puedo dar otra.<br />
<br />
-65- <br />
-¡Eres como la tumba que cavas! -le apostrofó el viejo nerviosamente-. ¡Como la tumba! ¡Como la tumba!<br />
<br />
Y se volvió, dirigiéndose a la puerta.<br />
<br />
El sepulturero, entretanto, había concluido con su tarea. Dos montículos de tierra fresca y rojiza se levantaban a los bordes de la fosa. Sacó de su salakot buyo y se puso a mascarlo, mirando con aire estúpido cuanto pasaba en su derredor.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
- XII -<br />
<br />
Presagios de tempestad<br />
<br />
<br />
En el momento en que el viejo salía, parábase a la entrada del sendero un coche que parecía haber hecho un largo viaje: estaba cubierto de polvo y los caballos sudaban.<br />
<br />
Ibarra descendió seguido de un viejo criado. Despachó el coche con un gesto y se dirigió al cementerio.<br />
<br />
-¡Mi enfermedad y mis ocupaciones no me han permitido volver! -decía el anciano tímidamente-.<br />
<br />
-Capitán Tiago dijo que se cuidaría de levantar un nicho. Yo planté flores y una cruz labrada por mí.<br />
<br />
Ibarra caminaba grave y silencioso.<br />
<br />
-66- <br />
-¡Allí, detrás de esa cruz grande, señor! -continuó el criado señalando hacia un rincón cuando hubieron franqueado la puerta.<br />
<br />
El joven iba tan preocupado, que no notó el movimiento de asombro de algunas personas al reconocerle, las cuales suspendieron el rezo y le siguieron con la vista llena de curiosidad.<br />
<br />
Detúvose al llegar al otro lado de la cruz grande y miró a todas partes. Su acompañante se quedó confuso y cortado. En ninguna parte se veía la cruz que él había colocado.<br />
<br />
Dirigiéronse al sepulturero que les observaba con curiosidad. Éste les saludó quitándose el salakot.<br />
<br />
-¿Puedes decirnos cuál es la fosa que tenía una cruz? -preguntó el criado.<br />
<br />
El interpelado miró hacia el sitio que le señalaban y reflexionó.<br />
<br />
-¿Una cruz grande?<br />
<br />
-Sí, grande -afirmó con alegría el viejo cuya fisonomía se animó.<br />
<br />
-¿Una cruz con labores y atada con bejucos? -volvió a preguntar el sepulturero.<br />
<br />
-¡Eso es, eso es, así! -y el criado trazó en la tierra un dibujo en forma de cruz bizantina.<br />
<br />
-¿Y en la tumba había flores sembradas?<br />
<br />
-¡Adelfa, sampagas y pensamientos! -añadió el criado lleno de alegría.<br />
<br />
-Dinos cual es la fosa y dónde está la cruz. El sepulturero se rascó la oreja y contestó bostezando.<br />
<br />
-Pues la cruz... ¡la he quemado!<br />
<br />
-¡Quemado! y ¿por qué la has quemado?<br />
<br />
-Porque así lo mandó el cura grande.<br />
<br />
-¿Quién es el cura grande? -preguntó Ibarra.<br />
<br />
-¿Quién? El que pega, el padre Garrote.<br />
<br />
-67- <br />
Ibarra se pasó la mano por la frente.<br />
<br />
-Dinos al menos dónde está la fosa, debes recordarlo.<br />
<br />
El sepulturero se sonrió.<br />
<br />
-¡El muerto ya no está allí! -repuso tranquilamente.<br />
<br />
-¿Qué dices?<br />
<br />
-En su lugar enterré hace una semana a una mujer.<br />
<br />
-¿Estás loco? -preguntó el criado.<br />
<br />
-Hace ya muchos meses que los desenterré. El cura grande me lo mandó, para llevarlo al cementerio de los chinos. Pero como era pesado y aquella noche llovía...<br />
<br />
El hombre no pudo seguir; retrocedió espantado al ver la actitud de Crisóstomo, que se abalanzó sobre él cogiéndole del brazo y sacudiéndole.<br />
<br />
-¿Y lo hiciste? -preguntó el joven con acento indescriptible.<br />
<br />
-No se enfade usted, señor -contestó temblando-; no le enterré entre los chinos. ¡Más vale ahogarse que estar entre chinos, dije para mí, y arrojé el muerto al agua!<br />
<br />
Ibarra le puso los puños sobre los hombros y le miró largo tiempo con una expresión indefinible.<br />
<br />
-¡Tú no tienes la culpa! -dijo, y salió precipitadamente pisando fosas, huesos y cruces como un loco.<br />
<br />
El sepulturero se palpaba el brazo murmurando:<br />
<br />
-¡Lo que dan que hacer los muertos!<br />
<br />
El padre Grande me dio de bastonazos por haber dejado enterrar aquel cadáver; ahora éste por poco me rompe el brazo por haberle desenterrado...<br />
<br />
El sol estaba ya para ocultarse; espesas nubes entoldaban el cielo hacia el Oriente; un viento -68- seco agitaba los árboles y hacía gemir a los cañaverales.<br />
<br />
Ibarra iba descubierto; de sus ojos no brota una lágrima, de su pecho no se escapaba un suspiro. Caminaba apresuradamente como si huyese de alguien. Atravesó el pueblo dirigiéndose a las afueras, hacia la antigua casa que desde hacía muchos años no había vuelto a pisar. Rodeada de un huerto donde crecían algunos cactus, parecía que le hacía señas; el ilang-ilang se balanceaba agitando alegremente sus ramas cargadas de flores; las palomas revoloteaban alrededor del cónico techo que lo había cobijado durante los años felices de la infancia.<br />
<br />
Pero el joven no experimentaba alegría alguna al acercarse al antiguo hogar: tenía sus ojos clavados en la figura de un fraile que avanzaba en dirección contraria. Era el cura de San Diego, el melancólico franciscano enemigo del alférez. El aire plegaba las anchas alas de su sombrero; el hábito de guingón se pegaba y amoldaba a sus piernas, marcando unos muslos delgados. En la mano derecha llevaba un bastón de palasán con puño de marfil. Era la primera vez que Ibarra y él se veían.<br />
<br />
Al encontrarse, detúvose el joven un momento y le miró de hito en hito; fray Salvi esquivó la mirada y se hizo el distraído.<br />
<br />
Sólo un segundo duró la vacilación: Ibarra se dirigió a él rápidamente, le detuvo dejando caer con fuerza la mano sobre su hombro y en voz apenas inteligible:<br />
<br />
-¿Qué has hecho de mi padre? -exclamó.<br />
<br />
Fray Salvi, pálido y tembloroso al leer los sentimientos que se pintaban en el rostro del joven, tuvo miedo y no pudo contestar.<br />
<br />
-69- <br />
-¿Qué has hecho de mi padre? -le volvió a preguntar Ibarra.<br />
<br />
-¡Está usted equivocado; yo no he hecho nada su padre!<br />
<br />
-¿No? -continuó el joven oprimiéndole hasta hacerle caer de rodillas.<br />
<br />
-¡No, se lo aseguro! Quizás mi predecesor el padre Dámaso...<br />
<br />
-¡Ah! -exclamó el joven soltándole y dándose una palmada en la frente. Y abandonando al pobre fray Salvi volvió a emprender su marcha precipitadamente hacia la alegre casita rodeada de cactus, y sobre cuyo techo revoloteaban bandadas de palomas blancas...<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
- XIII -<br />
<br />
La pesca<br />
<br />
<br />
Han transcurrido tres días desde los acontecimientos que hemos narrado.<br />
<br />
María Clara, acompañada de su tía Isabel, acababa de llegar al pueblo.<br />
<br />
Juan Crisóstomo Ibarra había telegrafiado desde la cabecera de la provincia saludando a tía Isabel y su sobrina, pero sin explicar la causa de su usencia. Muchos lo creían preso por su conducta con el padre Salvi en la tarde del día de Todos los -70- Santos. Pero los comentarios subieron de punto y fue grande el asombro, cuando le vieron bajar de un coche delante de la casita de su futura y saludar cortésmente al religioso que también se dirigía a ella.<br />
<br />
Los vecinos ignoraban que Ibarra después de serenarse y de reflexionar sobre lo que había hecho, habíase apresurado a presentar sus excusas al fraile.<br />
<br />
Esté lo recibió benévolamente, se hizo cargo del estado de ánimo del joven al encontrarse con él, y quedaron muy amigos.<br />
<br />
María Clara y su prometido conversaban asomados a una ventana. Se dijeron mil ternezas y cambiaron mil protestas de amor. Ibarra olvidaba todos sus pesares al lado de su amada.<br />
<br />
-Mañana antes que raye el alba se cumplirá tu deseo. Esta noche lo dispondré todo para que nada falte.<br />
<br />
-Entonces escribiré a mis amigas para que vengan. ¡Oye! ¡No quiero que venga el cura!<br />
<br />
-Y ¿por qué?<br />
<br />
-Porque parece que me vigila. Me hacen daño sus ojos hundidos y sombríos; cuando los fija en mí, me dan miedo. Cuando me dirige la palabra, tiene una voz... me habla de cosas tan raras, tan incomprensibles... Mi amiga Sinang y Andeng, mi hermana de leche, dicen que está algo tocado porque no come, ni se baña y vive a obscuras. ¡Procura que no venga!<br />
<br />
-No podemos menos de invitarle. Las costumbres del país lo exigen. Además se ha portado conmigo con nobleza. Lo único que podré evitar es que nos acompañe en la banca12.<br />
<br />
-71- <br />
Oyéronse ligeros pasos: era el cura que se acercaba con una forzada sonrisa en los labios. Empezaron a hablar de cosas indiferentes, del tiempo, del pueblo y de las fiestas que iban a celebrarse. María Clara buscó un pretexto y se alejó.<br />
<br />
-Y pues que hablamos de fiestas, permítame usted que le invite a la que celebraremos mañana. Es una gira campestre. Iremos unos cuantos amigos.<br />
<br />
-¿Y en dónde se hará?<br />
<br />
Las jóvenes quieren que sea en el arroyo que corre en el vecino bosque cerca del baliti: nos levantaremos temprano para que no nos alcance el sol.<br />
<br />
El religioso reflexionó un momento; después contestó:<br />
<br />
-La invitación es muy tentadora y la acepto para probarle que ya no le guardo rencor. Pero iré más tarde; después que haya cumplido con mis obligaciones. ¡Feliz usted que está libre, enteramente libre!<br />
<br />
Todavía brillaban las estrellas y las aves dormitaban aún en las ruinas, cuando una alegre comitiva recorría ya las calles del pueblo dirigiéndose al lago, a la luz de unas cuantas antorchas de brea llamadas comúnmente huepes.<br />
<br />
Iban delante cinco jovencitas cogidas de las manos y de la cintura, seguidas de algunas ancianas y de varias criadas, que llevaban graciosamente sobre sus cabezas cestos llenos de provisiones. Eran María Clara y sus cuatro amigas, la alegre Sinang, la severa Victoria, la hermosa Iday y la pensativa Neneng.<br />
<br />
Conversaban animadamente, se pellizcaban, se hablaban al oído y después prorrumpían en carcajadas.<br />
<br />
-72- <br />
-¡Vais a despertar a la gente que aún está durmiendo! -les decía la tía Isabel- Cuando nosotras éramos jóvenes no alborotábamos tanto.<br />
<br />
-¿Está el lago tranquilo? ¿Creen ustedes que vamos a tener buen tiempo? -preguntaban las mamás llenas de temor.<br />
<br />
-No se inquieten ustedes señoras; ¡yo sé nadar perfectamente! -contestó un joven alto y delgado.<br />
<br />
-¡Debíamos antes haber oído misa! -suspiraba tía Isabel juntando las manos.<br />
<br />
-Aún hay tiempo, señora; Albino, que fue seminarista, la puede decir en la banca -contestó otro señalando al joven flaco y alto.<br />
<br />
Éste, que tenía una fisonomía de socarrón, al oír que le aludían adoptó un ademán compungido, caricaturizando al padre Salvi.<br />
<br />
Ibarra, sin perder su seriedad, tomaba también parte en la alegría de sus compañeros.<br />
<br />
Al llegar a la playa escapáronse de los labios de las mujeres exclamaciones de asombro y alegría. Veían dos grandes bancas, pintorescamente adornadas con guirnaldas de flores, telas de varios colores y farolitos de papel. En la banca mejor adornada había un arpa, guitarras, acordeones y un cuerno de carabao; en la otra ardía el fuego en kalanes de barro y preparábase té, café y salabat para el desayuno.<br />
<br />
-¡Aquí las mujeres y allí los hombres! ¡Estaos quietos! ¡No moverse mucho que vamos a naufragar! -decían las mujeres formales al embarcarse.<br />
<br />
-¡Haced antes la señal de la cruz! -decía tía Isabel persignándose.<br />
<br />
-¿Y vamos a ir solas? -preguntaba Sinang haciendo un mohín-. ¡Ay!<br />
<br />
Esta exclamación la había producido un pellizco propinado a tiempo por su madre.<br />
<br />
-73- <br />
Las bancas se iban alejando lentamente de la playa reflejando la luz de los faroles en el espejo del lago completamente tranquilo. En el Oriente aparecían las primeras tintas de la aurora.<br />
<br />
Deslizábanse silenciosamente las embarcaciones por la tranquila superficie. Los jóvenes, con la separación establecida por las madres, parecían haberse puesto tristes.<br />
<br />
-¡Ten cuidado! -dijo en voz alta Albino el seminarista, a otro joven-; pisa bien la estopa que hay debajo de tu pie.<br />
<br />
-¿Para qué?<br />
<br />
-Puede entrar el agua: esta banca tiene muchos agujeros.<br />
<br />
-¡Ay, que nos hundimos! -gritaron las mujeres asustadas.<br />
<br />
-¡No tengan cuidado, señoras! -dijo el seminarista- En esa banca no hay peligro. ¡No tiene más que cinco agujeros!<br />
<br />
-¡Cinco agujeros! ¡Jesús! ¿Quieren ustedes ahogarnos? -exclamaron las mujeres horrorizadas. Hubo un pequeño tumulto; unas chillaban, otras pensaban saltar al agua.<br />
<br />
-¡Pisad bien las estopas! -continuaba gritando Albino señalando hacia el sitio donde estaban las jóvenes.<br />
<br />
-¿Dónde? ¿Dónde? ¡Por piedad, vengan ustedes! -imploraron las temerosas mujeres.<br />
<br />
Fue menester que cinco jóvenes pasasen a la otra banca para tranquilizar a las aterradas mujeres. ¡Oh! ¡casualidad! Parecía que al lado de cada una de las dalagas había un peligro. Ibarra sentose al lado de María Clara y Albino al de Victoria. La tranquilidad volvió a reinar en el círculo de las cuidadosas madres, pero no en el de las jóvenes.<br />
<br />
Como era todavía muy temprano y estaban ya -74- cerca del sitio de la pesca, decidieron desayunarse. La aurora iluminaba ya el espacio, y apagaron los farolillos de papel.<br />
<br />
-¡No hay cosa que pueda compararse con el salabat tomado por la mañana antes de ir a misal! -decía Capitana Ticá, la madre de la alegre Sinang-; tomad salabat con poto, Albino.<br />
<br />
La mañana estaba deliciosa. Las aguas comenzaban a brillar con los primeros rayos del sol. Soplaba una fresca brisa impregnada de perfumes que jugueteaba con los negros cabellos de las muchachas.<br />
<br />
Todos estaban alegres; hasta las madres llenas de recelos bromeaban entre sí.<br />
<br />
Sólo un hombre, el que hacía el oficio de piloto, permanecía silencioso y ajeno a toda aquella alegría. Era un joven de formas atléticas y de fisonomía interesante. Sus grandes ojos expresaban inmensa tristeza. Los cabellos negros, largos y descuidados, caían sobre su robusto cuello; con sus desnudos y nervudos brazos, manejaba como una pluma un ancho remo, que le servía de timón para guiar las dos bancas. María Clara le había sorprendido más de una vez contemplándola; él entonces volvía rápidamente la vista a otra parte. Compadeciose la joven de su soledad y cogiendo unas galletas se las ofreció. El piloto la miró con cierta sorpresa; tomó una galleta y dio las gracias brevemente y en voz apenas perceptible.<br />
<br />
Y nadie volvió a acordarse de él.<br />
<br />
Concluido el desayuno continuaron la excursión hacia los viveros donde abundaba la pesca. Estos eran dos, a cierta distancia uno del otro; ambos pertenecían a Capitán Tiago. Desde lejos veíanse algunas garzas posadas sobre las puntas de las cañas del cercado, en actitud contemplativa, mientras -75- algunas aves blancas que los tagalos llaman kalanay volaban en distintas direcciones, rozando con sus alas la superficie del lago y llenando el aire de estridentes graznidos.<br />
<br />
María Clara siguió con la vista a las garzas que, al aproximarse las bancas, emprendieron el vuelo hasta el vecino monte.<br />
<br />
-¿Anidan esas aves en el monte? -preguntó al piloto, más que por saberlo por hacerle hablar.<br />
<br />
-Probablemente, señora -contestó-; pero nadie hasta ahora ha visto sus nidos.<br />
<br />
-¿No tienen nidos?<br />
<br />
-Supongo que deben tenerlos, pues si no serían muy desgraciadas.<br />
<br />
María Clara no notó el acento de tristeza con que pronunció el piloto estas palabras.<br />
<br />
Entretanto habían llegado al baklad y los barqueros ataron las embarcaciones a una caña.<br />
<br />
Andeng, la hermana de leche de María Clara, que tenía fama de buena cocinera, se puso a preparar agua de arroz, tomates y camias para la comida. Las otras jóvenes limpiaban los cogollos de calabaza, los guisantes y cortaban los paayap en cortos pedazos, largos como cigarrillos.<br />
<br />
Para distraer la impaciencia de los que deseaban ver los peces salir de su cárcel vivitos y coleando, la hermosa Iday cogió el arpa y comenzó a arrancar de sus cuerdas alegres sonidos.<br />
<br />
-¡Canta, Victoria, la Canción del Matrimonio! -pidieron las madres.<br />
<br />
Los hombres protestaron y Victoria, que tenía muy buena voz, se quejó de ronquera. La Canción del Matrimonio es una hermosa elegía tagala en que se pintan todas las miserias y tristezas de este estado, sin mentar ninguna de sus alegrías. Entonces pidieron que cantase María Clara.<br />
<br />
-76- <br />
-Todas mis canciones son tristes.<br />
<br />
-¡No importa! ¡No importa! -exclamaron todos.<br />
<br />
No se hizo de rogar más, cogió el arpa, tocó un preludio y cantó con voz armoniosa y llena de sentimiento:<br />
<br />
<br />
Dulce es la muerte por la propia patria,<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><br />
donde en amigo cuanto alumbra el sol.<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><br />
¡Muerte es la brisa para quien no tiene<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><br />
una patria, una madre y un amor!<span class="Apple-tab-span" style="white-space: pre;"> </span><br />
<br />
<br />
<br />
De repente se oyó un atronador estruendo; las mujeres lanzaron un grito y se taparon las orejas. Era el ex seminarista Albino, que soplaba con toda la fuerza de sus pulmones en el cuerno de carabao, llamado tambulí. Volvieron la risa y la animación.<br />
<br />
-¿Pero es que nos quieres dejar sordas, hereje? -le gritó tía Isabel.<br />
<br />
-¡Señora! -contestó el ex seminarista solemnemente-. He oído hablar de un pobre trompetero que allá en las orillas del Rhin, por tocar una trompeta se casó con una noble y rica doncella.<br />
<br />
-¡Es verdad, el trompetero de Sackingen! -añadió Ibarra.<br />
<br />
-¿Lo oís? -continuó Albino-. Pues yo quiero ver si tengo la misma suerte.<br />
<br />
Y volvió a soplar aún con más bríos en el resonante cuerno, acercándolo a los oídos de las jóvenes. Las madres le hicieron callar al fin, a fuerza de chinelazos y pellizcos.<br />
<br />
A pesar de que ya habían tendido la red en el encerradero o bolsa, no salía ningún pez. Era el encerradero un espacio casi circular, de un metro de diámetro, dispuesto de manera que un hombre podía -77- tenerse de pie en la parte superior, para desde allí retirar los peces con la redecilla.<br />
<br />
-¡Un caimán! -gritó un joven que tendía la red.<br />
<br />
-¡Un caimán! -repitieron todos.<br />
<br />
La palabra corrió de boca en boca enmedio del espanto y la estupefacción general.<br />
<br />
-¿Qué decís? -le preguntaron.<br />
<br />
-Digo que hay un caimán -afirmó León.<br />
<br />
E introduciendo una caña en el agua continuó:<br />
<br />
-¿Oís ese sonido? Eso no es la arena, es la dura piel, la espalda del caimán. ¿Veis cómo se mueven las cañas? Es él que forcejea.<br />
<br />
-¿Qué hacer? -se preguntaron todos.<br />
<br />
-¡Cogerlo! -dijo una voz.<br />
<br />
-¡Jesús! Y ¿quién lo coge?<br />
<br />
Nadie se ofrecía a descender al abismo. El agua era profunda.<br />
<br />
El piloto se levantó, cogió una larga cuerda y subió ágilmente a la especie de plataforma. Excepto María Clara, nadie hasta entonces se había fijado en él; ahora admiraban su esbelta estatura.<br />
<br />
Con gran sorpresa y a pesar de los gritos de todos, el piloto saltó dentro del encerradero.<br />
<br />
-¡Tomad este cuchillo! -gritó Crisóstomo sacando una ancha hoja toledana.<br />
<br />
Pero ya el agua subía en forma de surtidor y el abismo se cerró misterioso.<br />
<br />
-¡Jesús, María y José! -exclamaban las mujeres-. ¡Vamos a tener una desgracia! ¡Jesús, María y José!<br />
<br />
-No tengan ustedes cuidado -decía el viejo barquero-; no ha hecho en toda su vida más que cazar caimanes.<br />
<br />
El agua se agitaba; parecía que en el fondo se -78- trababa una lucha; vacilaba el cerco. Todos permanecían silenciosos y llenos de angustia. Ibarra apretaba con mano convulsiva el puño del agudo cuchillo.<br />
<br />
La lucha pareció terminarse. Asomose a la superficie del agua la cabeza del joven, que fue saludado con gritos de alegría. Los ojos de las mujeres estaban llenos de lágrimas.<br />
<br />
El piloto trepó llevando en la mano el extremo de la cuerda, y una vez en la plataforma, tiró de ella.<br />
<br />
El monstruo apareció: tenía la soga atada en forma de doble banda por el cuello y debajo de las extremidades anteriores. Era de extraordinario tamaño, y sobre sus espaldas crecía verde musgo, que es a los caimanes lo que las canas a los hombres. Mugía como un buey, azotaba con la cola las paredes de caña, se agarraba a ellas y abría las negras y tremendas fauces, descubriendo sus largos colmillos.<br />
<br />
El piloto lo izaba solo: nadie se cuidaba de ayudarle.<br />
<br />
Fuera ya del agua y colocado sobre la plataforma, púsole el pie encima, con robusta mano cerró sus descomunales mandíbulas y trató de atarle el hocico con fuertes nudos. El reptil hizo un último esfuerzo, arqueó el cuerpo, batió el suelo con la potente cola y se lanzó de un salto al lago, fuera del cerco, arrastrando al piloto. Este era hombre muerto; un grito de horror se escapó de todos los pechos.<br />
<br />
Rápido como el rayo, cayó otro cuerpo al agua; apenas tuvieron tiempo de ver que era Ibarra. María Clara no se desmayó, porque las filipinas no saben desmayarse.<br />
<br />
Vieron colorearse las olas, teñirse de sangre. Crisóstomo y el piloto reaparecieron agarrados al -79- cadáver del reptil. Este tenía todo el blanco vientre rasgado y en la garganta clavado el cuchillo. Imposible es describir la alegría de todos. Las viejas reían y rezaban. Andeny olvidó que su sinigang había hervido tres veces: todo el caldo se había derramado y apagado el fuego. La única que no podía hablar era María Clara.<br />
<br />
Ibarra estaba ileso; el piloto sólo tenía un ligero rasguño en el brazo.<br />
<br />
-¡Le debo a usted la vida! -dijo a Ibarra que se envolvía en una manta de lana.<br />
<br />
-Es usted demasiado atrevido -contestole Ibarra-; otra vez no tiente a Dios.<br />
<br />
Las viejas ya no se atrevían a ir al otro baklad; querían retirarse alegando que el día había comenzado mal y podría sobrevenir alguna desgracia.<br />
<br />
-¡Todo es porque no hemos oído misa! -suspiraba una.<br />
<br />
-Pero ¿qué desgracia es esa, señoras? -preguntaba Ibarra-. ¡El único desgraciado ha sido el caimán!<br />
<br />
-Lo cual prueba -concluyó el ex seminarista-, que en toda su pecadora vida, jamás ha oído misa este desgraciado reptil. ¡Nunca le he visto entre los numerosos caimanes que frecuentan la iglesia!<br />
<br />
Las bancas se dirigieron hacia el otro baklad y fue menester que Andeng preparase otro sinigang.<br />
<br />
La música volvió a resonar. Iday tocaba el arpa, los hombres los acordeones y guitarras con mayor o menor afinación, pero el que mejor lo hacía, era Albino, que perdía el compás a cada instante o se pasaba a otra pieza enteramente distinta.<br />
<br />
El otro vivero fue visitado con desconfianza; muchos esperaban encontrar la hembra del caimán. Sin embargo, no hubo novedad alguna y la red salía siempre llena.<br />
<br />
-80- <br />
Tía Isabel decía:<br />
<br />
-El ayungín es bueno para el sinigang: dejad el bia para el escabeche. ¡Las langostas a la sartén! El banak es para asado envuelto en hojas de plátano y relleno de tomates. Dejad los demás para que sirvan de reclamo: no es bueno vaciar el baklad completamente.<br />
<br />
Entonces trataron de desembarcar en la orilla, en aquel bosque de árboles corpulentos perteneciente a Ibarra. Allí almorzarían a la sombra.<br />
<br />
La música resonaba en el espacio; el humo de los kalanes subía por el aire formando nubecillas azules y el cadáver del caimán mostraba el blanco y destrozado vientre.<br />
<div>
<br /></div>Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-47629809229110193972012-04-09T18:41:00.000+08:002012-04-09T18:41:28.789+08:00El Filibusterismo<br />
<h2 style="text-align: center;">
<b>Novela Filipina</b></h2>
<br />
<blockquote class="tr_bq">
Facilmente se puede suponer que un filibustero ha hechizado en secreto á la liga de los fraileros y retrógrados para que, siguiendo inconscientes sus inspiraciones, favorezcan y fomenten aquella política que solo ambiciona un fin: estender las ideas del filibusterismo por todo el país y convencer al último filipino de que no existe otra salvacion fuera de la separacion de la Madre-Patria.</blockquote>
<blockquote class="tr_bq" style="text-align: right;">
Ferdinand Blumentritt </blockquote>
<blockquote class="tr_bq" style="text-align: right;">
GENT, Boekdrukkerij F. MEYER-VAN LOO, Vlaanderenstraat, 66.</blockquote>
<blockquote class="tr_bq" style="text-align: right;">
1891..</blockquote>
<br />
<br />
<br />
<blockquote class="tr_bq">
A la memoria de los Presbíteros, don Mariano GOMEZ (85 años), don José BURGOS (30 años) y don Jacinto ZAMORA (35 años), ejecutados en el patíbulo de Bagumbayan, el 28 de Febrero de 1872.</blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
La Religion, al negarse á degradaros, ha puesto en duda el crímen que se os ha imputado; el Gobierno, al rodear vuestra causa de misterio y sombras, hace creer en algun error, cometido en momentos fatales, y Filipinas entera, al venerar vuestra memoria y llamaros mártires, no reconoce de ninguna manera vuestra culpabilidad.</blockquote>
<blockquote class="tr_bq">
En tanto, pues, no se demuestre claramente vuestra participación en la algarada caviteña, hayais sido ó no patriotas, hayais ó no abrigado sentimientos por la justicia, sentimientos por la libertad, tengo derecho á dedicaros mi trabajo como á víctimas del mal que trato de combatir. Y mientras esperamos que España os rehabilite un día y no se haga solidaria de vuestra muerte, sirvan estas páginas como tardía corona de hojas secas sobre vuestras ignoradas tumbas, y todo aquel que sin pruebas evidentes ataque vuestra memoria, ¡que en vuestra sangre se manche las manos!</blockquote>
<blockquote class="tr_bq" style="text-align: right;">
J. Rizal.</blockquote>
<br />
[1]<br />
<br />
[Índice]<br />
I<br />
Sobre-cubierta<br />
<br />
Sic itur ad astra.<br />
<br />
En una mañana de Diciembre, el vapor Tabo subía trabajosamente el tortuoso curso del Pasig conduciendo numerosos pasageros hácia la provincia de la Laguna. Era el vapor de forma pesada, casi redonda como el tabù de donde deriva su nombre, bastante sucio apesar de sus pretensiones de blanco, magestuoso y grave á fuerza de andar con calma. Con todo, le tenían cierto cariño en la comarca, quizás por su nombre tagalo ó por llevar el caracter peculiar de las cosas del pais, algo así como un triunfo sobre el progreso, un vapor que no era vapor del todo, un organismo inmutable, imperfecto pero indiscutible, que, cuando más quería echárselas de progresista, se contentaba soberbiamente con darse una capa de pintura.<br />
<br />
Y ¡si el dichoso vapor era genuinamente filipino! ¡Con un poquito de buena voluntad hasta se le podía tomar por la nave del Estado, construida bajo la inspeccion de Reverendas é Ilustrísimas personas!<br />
<br />
Bañada por el sol de la mañana que hacía vibrar las ondas del río y cantar el aire en las flexibles cañas que se levantan en ambas orillas, allá va su blanca silueta agitando negro penacho de humo ¡la nave del Estado, dicen, humea mucho tambien!... El silbato chilla á cada momento, ronco é imponente como un tirano que quiere gobernar á gritos, de tal modo que dentro nadie se entiende. Amenaza á cuanto encuentra; ora parece que va á triturar los salambaw, escuálidos aparatos de pesca que en sus movimientos semejan esqueletos de gigantes saludando á una antidiluviana tortuga; ora corre derecho ya contra los cañaverales, ya contra los anfibios comederos ó kárihan, que, entre gumamelas y otras flores, parecen indecisas bañistas que ya con los piés en el agua no se resuelven aun á zambullirse; á veces, siguiendo cierto camino señalado en el río por troncos de caña, anda el vapor [2]muy satisfecho, mas, de repente un choque sacude á los viajeros y les hace perder el equilibrio: ha dado contra un bajo de cieno que nadie sospechaba...<br />
<br />
Y, si el parecido con la nave del Estado no es completo aun, véase la disposicion de los pasajeros. Bajo-cubierta asoman rostros morenos y cabezas negras, tipos de indios, chinos y mestizos, apiñados entre mercancías y baúles, mientras que allá arriba, sobre-cubierta y bajo un toldo que les protege del sol, estan sentados en cómodos sillones algunos pasajeros vestidos á la europea, frailes y empleados, fumándose sendos puros, contemplando el paisaje, sin apercibirse al parecer de los esfuerzos del capitan y marineros para salvar las dificultades del río.<br />
<br />
El capitan era un señor de aspecto bondadoso, bastante entrado en años, antiguo marino que en su juventud y en naves más veleras se había engolfado en más vastos mares y ahora en su vejez tenía que desplegar mayor atencion, cuidado y vigilancia para orillar pequeños peligros... Y eran las mismas dificultades de todos los días, los mismos bajos de cieno, la misma mole del vapor atascada en las mismas curvas, como una gorda señora entre apiñada muchedumbre, y por eso á cada momento tenía el buen señor que parar, retroceder, ir á media máquina enviando, ora á babor ora á estribor, á los cinco marineros armados de largos tikines para acentuar la vuelta que el timon ha indicado. ¡Era como un veterano que, despues de guiar hombres en azarosas campañas, fuese en su vejez ayo de muchacho caprichoso, desobediente y tumbon!<br />
<br />
Y doña Victorina, la única señora que se sienta en el grupo europeo, podrá decir si el Tabo era tumbon desobediente y caprichoso, doña Victorina que como siempre está nerviosa, lanza invectivas contra los cascos, bankas, balsas de coco, indios que navegan, ¡y aun contra las lavanderas y bañistas que la molestan con su alegría y algazara! Sí, el Tabo iría muy bien si no hubiese indios en el río, ¡indios en el país, sí! si no hubiese ningun indio en el mundo, sin fijarse en que los timoneles eran indios, indios los marineros, indios los maquinistas, indios las noventa y nueve partes de los pasajeros é india ella misma tambien, si le raspan el blanquete y la desnudan de su presumida bata. Aquella mañana, doña Victorina estaba más inaguantable que nunca porque los pasageros [3]del grupo hacían poco caso de ella, y no le faltaba razon porque consideren ustedes: encontrarse allí tres frailes convencidos de que todo el mundo andaría al reves el día en que ellos anduviesen al derecho; un infatigable D. Custodio que duerme tranquilo, satisfecho de sus proyectos; un fecundo escritor como Ben Zayb (anagrama de Ibañez) que cree que en Manila se piensa porque él, Ben Zayb, piensa; un canónigo como el P. Irene que da lustre al clero con su faz rubicunda bien afeitada donde se levanta una hermosa nariz judía, y su sotana de seda de garboso corte y menudos botones; y un riquísimo joyero tal como Simoun que pasa por ser el consultor y el inspirador de todos las actos de S. E. el Capitan General, consideren ustedes que encontrarse estas columnas sine quibus non del país, allí agrupaditas en agradable charla y no simpatizar con una filipina renegada, que se tiñe los cabellos de rubio, ¡vamos! que hay para hacer perder la paciencia á una Joba, nombre que doña Victorina se aplica siempre que las há con alguno.<br />
<br />
Y el mal humor de la señora se aumentaba cada vez que gritando el Capitan ¡baborp! ¡estriborp! sacaban rápidamente los marineros sus largos tikines, los hincaban ya en una ya en otra orilla, impidiendo, con el esfuerzo de sus piernas y sus hombros, á que el vapor diese en aquella parte con su casco. Vista así la nave del Estado, diríase que de tortuga se convertía en cangrejo cada vez que un peligro se acercaba.<br />
<br />
—Pero, capitan, ¿por qué sus estúpidos timoneles se van por ese lado? preguntaba muy indignada la señora.<br />
<br />
—Porque allí es muy bajo, señora, contestaba el capitan con mucha pausa y guiñando lentamente el ojo.<br />
<br />
El capitan había contraido esta pequeña costumbre como para decir á sus palabras que salgan: ¡despacio, muy despacio!<br />
<br />
—¡Media máquina, vaya, media máquina! protesta desdeñosamente doña Victorina; ¿por qué no entera?<br />
<br />
—Porque navegaríamos sobre esos arrozales, señora, contesta imperturbable el capitan sacando los labios para señalar las sementeras y haciendo dos guiños acompasados.<br />
<br />
Esta doña Victorina era muy conocida en el pais por sus estravagancias y caprichos. Frecuentaba mucho la sociedad y se la toleraba siempre que se presentaba con su sobrina, la Paulita Gomez, bellísima y riquísima muchacha, huérfana de [4]padre y madre, y de quien doña Victorina era una especie de tutora. En edad bastante avanzada se había casado con un infeliz llamado don Tiburcio de Espadaña, y en los momentos en que la vemos, lleva ya quince años de matrimonio, de cabellos postizos y traje semi-europeo. Porque toda su aspiracion fué europeizarse, y desde el infausto día de su casamiento, gracias á tentativas criminales; ha conseguido poco á poco trasformarse de tal suerte que á la hora presente Quatrefages y Virchow juntos no sabrían clasificarla entre las razas conocidas. Al cabo de tantos años de matrimonio, su esposo que la había sufrido con resignacion de fakir sometiéndose á todas sus imposiciones, tuvo un aciago día el fatal cuarto de hora, y le administró una soberbia paliza con su muleta de cojo. La sorpresa de la señora Joba ante semejante inconsecuencia de caracter hizo que por de pronto no se apercibiese de los efectos inmediatos y sólo, cuando se repuso del susto y su marido se hubo escapado, se apercibió del dolor guardando cama por algunos días con gran alegría de la Paulita que era muy amiga de reir y burlarse de su tía. En cuanto al marido, espantado de su impiedad que le sonaba á horrendo parricidio, perseguido por las furias matrimoniales (los dos perritos y el loro de la casa) diose á huir con toda la velocidad que su cojera le permitía, subió en el primer coche que encontró, pasó á la primera banka que vió en un río, y, Ulises filipino, vaga de pueblo en pueblo, de provincia en provincia, de isla en isla seguido y perseguido por su Calipso con quevedos, que aburre á cuantos tienen la desgracia de viajar con ella. Ha tenido noticia de que él se encontraba en la provincia de la Laguna, escondido en un pueblo, y allá va ella á seducirle con sus cabellos teñidos.<br />
<br />
Los combarcanos habían tomado el partido de defenderse, sosteniendo entre sí animada conversacion, discutiendo sobre cualquier asunto. En aquel momento por las vueltas y revueltas del río, hablábase de su rectificacion y naturalmente de los trabajos de las Obras del Puerto.<br />
<br />
Ben Zayb, el escritor que tenía cara de fraile, disputaba con un joven religioso que á su vez tenía cara de artillero. Ambos gritaban, gesticulaban, levantaban los brazos, abría las manos, pateaban, hablaban de niveles, de corrales de pesca, del río de S. Mateo, de cascos, de indios, etc., etc. con gran contento de los otros que les escuchaban y manifiesto disgusto [5]de un franciscano de edad, extraordinariamente flaco y macilento, y de un guapo dominico que dejaba... dejaba vagar por sus labios una sonrisa burlona.<br />
<br />
El franciscano flaco que comprendía la sonrisa del dominico quiso cortar la disputa interviniendo. Debían respetarle sin duda porque con una señal de la mano cortó la palabra á ambos en el momento en que el fraile-artillero hablaba de experiencia y el escritor-fraile de hombres de ciencia.<br />
<br />
—Los hombres de ciencia, Ben Zayb, ¿sabe usted lo que que son? dijo el franciscano con voz cavernosa sin moverse casi en su asiento y gesticulando apenas con las descarnadas manos. Allí tiene usted en la provincia el puente del Capricho, construido por un hermano nuestro, y que no se terminó porque los hombres de ciencia, fundándose en sus teorías, lo tacharon de poco sólido y seguro, y ¡mire usted! ¡está el puente que resiste á todas las inundaciones y terremotos!<br />
<br />
—¡Eso, puñales, eso precisamente, eso iba yo á decir,! exclamó el fraile-artillero pegando puñetazos en los brazos de su silla de caña; ¡eso, el puente del Capricho y los hombres de ciencia; eso iba yo á decir, P. Salví, puñales!<br />
<br />
Ben Zayb se quedó callado, medio sonriendo, bien sea por respeto ó porque realmente no supiese qué replicar, y sin embargo, ¡él era la única cabeza pensante en Filipinas!—El P. Irene aprobaba con la cabeza frotando su larga nariz.<br />
<br />
El P. Salví, aquel religioso flaco y descarnado, como satisfecho de tanta sumision continuó en medio del silencio.<br />
<br />
—Pero esto no quiere decir que usted no tenga tanta razon como el P. Camorra (que así se llamaba el fraile-artillero); el mal está en la laguna...<br />
<br />
—¡Es que no hay ninguna laguna decente en este país! intercaló doña Victorina, verdaderamente indignada y disponiéndose á dar otro asalto para entrar en la plaza.<br />
<br />
Los sitiados se miraron con terror y, con la prontitud de un general, el joyero Simoun acudió:<br />
<br />
—El remedio es muy sencillo, dijo con un acento raro, mezcla de inglés y americano del Sur; y yo verdaderamente no sé cómo no se le ha ocurrido á nadie.<br />
<br />
Todos se volvieron prestándole la mayor atencion, incluso el dominico. El joyero era un hombre seco, alto, nervudo, muy moreno que vestía á la inglesa y usaba un casco de tinsin. [6]Llamaban en él la atencion los cabellos largos, enteramente blancos que contrastaban con la barba negra, rala, denotando un orígen mestizo. Para evitar la luz del sol usaba constantemente enormes anteojos azules de rejilla, que ocultaban por completo sus ojos y parte de sus mejillas, dándole un aspecto de ciego ó enfermo de la vista. Se mantenía de pié con las piernas separadas como para guardar el equilibrio, las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta.<br />
<br />
—El remedio es muy sencillo, repitió, ¡y no costaría un cuarto!<br />
<br />
La atencion se redobló. Se decía en los círculos de Manila que aquel hombre dirigía al General y todos veían ya el remedio en vías de ejecucion. El mismo don Custodio se volvió.<br />
<br />
—Trazar un canal recto desde la entrada del río á su salida, pasando por Manila, esto es, hacer un nuevo río canalizado y cerrar el antiguo Pasig. ¡Se economiza terreno, se acortan las comunicaciones, se impide la formacion de bancos!<br />
<br />
El proyecto dejó atontados á casi todos, acostumbrados á tratamientos paliativos.<br />
<br />
—¡Es un plan yankee! observó Ben Zayb que quería agradar á Simoun.—El joyero había estado mucho tiempo en la América del Norte.<br />
<br />
Todos encontraban grandioso el proyecto y así lo manifestaban en sus movimientos de cabeza. Solo don Custodio, el liberal don Custodio, por su posicion independiente y sus altos cargos, creyó deber atacar un proyecto que no venía de él—¡aquello era una usurpacion!—y tosió, se pasó las manos por los bigotes y con su voz importante y como si se encontrase en plena sesion del Ayuntamiento, dijo:<br />
<br />
—Dispénseme el señor Simoun, mi respetable amigo, si le digo que no soy de su opinion; costaría muchísimo dinero y quizás tuviésemos que destruir poblaciones.<br />
<br />
—¡Pues se destruyen! contestó fríamente Simoun.<br />
<br />
—¿Y el dinero para pagar á los trabajadores...?<br />
<br />
—No se pagan. Con los presos y los presidiarios...<br />
<br />
—¡Ca! ¡no hay bastante, señor Simoun!<br />
<br />
—Pues si no hay bastante, que todos los pueblos, que los viejos, los jóvenes, los niños trabajen, en vez de los quince días obligatorios, tres, cuatro, cinco meses para el Estado, ¡con [7]la obligacion ademas de llevar cada uno su comida y sus instrumentos!<br />
<br />
Don Custodio, espantado, volvió la cara para ver si cerca había algun indio que les pudiese oir. Afortunadamente los que allí se encontraban eran campesinos, y los dos timoneles parecían muy ocupados con las curvas del río.<br />
<br />
—Pero, señor Simoun...<br />
<br />
—Desengáñese usted, don Custodio, continuó Simoun secamente; sólo de esa manera se ejecutan grandes obras con pocos medios. Así se llevaron á cabo las Pirámides, el lago Mœris y el Coliseo en Roma. Provincias enteras venían del desierto cargando con sus cebollas para alimentarse; viejos, jóvenes y niños trabajaban acarreando piedras, labrándolas y cargándolas sobre sus hombros, bajo la direccion del látigo oficial; y despues, volvían á sus pueblos los que sobrevivían, ó perecían en las arenas del desierto. Luego venían otras provincias, y luego otras, sucediéndose en la tarea durante años; el trabajo se concluía y ahora nosotros los admiramos, viajamos, vamos al Egipto y á Roma, enzalzamos á los Faraones, á la familia Antonina... Desengáñese V.; los muertos muertos se quedan y sólo al fuerte le da la razon la posteridad.<br />
<br />
—Pero, señor Simoun, semejantes medidas pueden provocar disturbios, observó don Custodio, inquieto por el giro que tomaba el asunto.<br />
<br />
—¡Disturbios, ja ja! ¿Se rebeló acaso el pueblo egipcio alguna vez, se rebelaron los prisioneros judíos contra el piadoso Tito? ¡Hombre, le creía á V. más enterado en historia!<br />
<br />
¡Está visto que aquel Simoun ó era muy presumido ó no tenía formas! Decir al mismo don Custodio en su cara que no sabía historia, ¡es para sacarle á cualquiera de sus casillas! Y así fué, don Custodio se olvidó y replicó:<br />
<br />
—¡Es que no está usted entre egipcios ni judíos!<br />
<br />
—Y este país se ha sublevado más de una vez, añadió el dominico con cierta timidez; en los tiempos en que se les obligaba á acarrear grandes árboles para la construccion de navíos, si no fuera por los religiosos...<br />
<br />
—Aquellos tiempos están lejos, contestó Simoun riéndose más secamente aun de lo que acostumbraba; estas islas no volverán á sublevarse por más trabajos é impuestos que tengan... ¿No me ponderaba usted P. Salví,—añadió dirigiéndose al franciscano [8]delgado,—la casa y el hospital de Los Baños donde ahora se encuentra su Excelencia?<br />
<br />
El P. Salví hizo un movimiento con la cabeza y miró extrañando la pregunta.<br />
<br />
—¿Pues no me había dicho usted que ambos edificios se levantaron obligando á los pueblos á trabajar en ellos bajo el látigo de un lego? ¡Probablemente el Puente del Capricho se construyó de la misma manera! Y digan ustedes, ¿se sublevaron estos pueblos?<br />
<br />
—Es que... se sublevaron antes, observó el dominico; y ¡ab actu ad posse valet illatio!.<br />
<br />
—¡Nada, nada, nada! continuó Simoun disponiéndose á bajar á la cámara por la escotilla; lo dicho, dicho. Y usted P. Sibyla, no diga ni latines ni tonterías. ¿Para que estarán ustedes los frailes, si el pueblo se puede sublevar?<br />
<br />
Y sin hacer caso de las protestas ni de las réplicas, Simoun bajó por la pequeña escalera que conduce al interior repitiendo con desprecio: ¡Vaya, vaya!<br />
<br />
El P. Sibyla estaba pálido; era la primera vez que á él, Vice Rector de la Universidad, se le atribuían tonterías; don Custodio estaba verde: en ninguna junta en que se había encontrado había visto adversario semejante. Aquello era demasiado.<br />
<br />
—¡Un mulato americano! exclamó refunfuñando.<br />
<br />
—¡Indio inglés! observó en voz baja Ben Zayb.<br />
<br />
—Americano, se lo digo á usted ¿si lo sabré yo? contestó de mal humor don Custodio; S. E. me lo ha contado; es un joyero que él conoció en la Habana y que segun sospecho le ha proporcionado el destino prestándole dinero. Por eso, para pagarle le ha hecho venir á que haga de las suyas, aumente su fortuna vendiendo brillantes... falsos, ¡quien sabe! Y es tan ingrato que despues de sacar los cuartos á los indios todavía quiere que... ¡Pf!<br />
<br />
Y terminó la frase con un gesto muy significativo de la mano.<br />
<br />
Ninguno se atrevía á hacer coro á aquellas diatribas; don Custodio podía indisponerse con S. E. si quería, pero ni Ben Zayb, ni el P. Irene, ni el P. Salví, ni el ofendido P. Sibyla tenían confianza en la discrecion de los demás.<br />
<br />
—Es que ese señor, como es americano, se cree sinduda que estamos tratando con los Pieles Rojas... ¡Hablar de esos [9]asuntos en un vapor! ¡Obligar, forzar á la gente!... Y es ése el que aconsejó la espedicion á Carolinas, la campaña de Mindanaw que nos va á arruinar infamemente... Y es él quien se ha ofrecido á intervenir en la construccion del crucero, y digo yo ¿qué entiende un joyero, por rico é ilustrado que fuese, de construcciones navales?<br />
<br />
Todo esto se lo decía en voz gutural don Custodio á su vecino Ben Zayb gesticulando, encogiéndose de hombros, consultando de tiempo en tiempo con la mirada á los demás que hacían movimientos ambiguos de cabeza. El canónigo Irene se permitía una sonrisa bastante equívoca que medio ocultaba con la mano al acariciar su nariz.<br />
<br />
—Le digo á usted, Ben Zayb, continuaba don Custodio sacudiéndole al escritor del brazo; todo el mal aquí está en que no se consulta á las personas que tienen larga residencia. Un proyecto con grandes palabras y sobre todo con un gran presupuesto, con un presupuesto en cantidades redondas, alucina y se acepta en seguida... ¡por esto!<br />
<br />
Don Custodio frotaba la yema del dedo pulgar contra las del índice y del medio.<br />
<br />
—Algo de eso hay, algo de eso, creyó deber contestar Ben Zayb que, en su calidad de periodista, tenía que estar enterado de todo.<br />
<br />
—Mire usted, antes que las obras del Puerto, he presentado yo un proyecto, original, sencillo, útil, económico y factible para limpiar la barra de la Laguna ¡y no se ha aceptado porque no daba de esto!<br />
<br />
Y repitió el mismo gesto de los dedos, se encojió de hombros, miró á todos como diciéndoles: ¿Ustedes han visto semejante desgracia?<br />
<br />
—Y ¿se puede saber en qué consistía?—Y...—¡Hola! exclamaron unos y otros acercándose y aprestándose á escuchar. Los proyectos de don Custodio eran famosos como los específicos de los curanderos.<br />
<br />
Don Custodio estuvo á punto de no decirles en que consistía, resentido por no haber encontrado partidarios cuando sus diatribas contra Simoun. «Cuando no hay peligro quereis que hable, ¿eh? ¿y cuando lo hay os callais?» iba á decir, pero era perder una buena ocasion, y el proyecto, ya que no se podía realizar, al menos que se conozca y se admire. [10]<br />
<br />
Despues de dos ó tres bocanadas de humo, de toser y de escupir por una comisura, preguntó á Ben Zayb dándole una palmada sobre el muslo:<br />
<br />
—¿Usted ha visto patos?<br />
<br />
—Me parece... los hemos cazado en el lago, respondió Ben Zayb estrañado.<br />
<br />
—No, no hablo de patos silvestres, hablo de los domésticos, de los que se crían en Pateros y en Pasig. Y ¿sabe usted de qué se alimentan?<br />
<br />
Ben Zayb, la única cabeza pensante, no lo sabía: él no se dedicaba á aquella industria.<br />
<br />
—¡De caracolitos, hombre, de caracolitos! contestó el P. Camorra; no se necesita ser indio para saberlo, ¡basta tener ojos!<br />
<br />
—¡Justamente, de caracolitos! repetía don Custodio gesticulando con el dedo índice; y ¿usted sabe de dónde se sacan?<br />
<br />
La cabeza pensante tampoco lo sabía.<br />
<br />
—Pues si tuviera usted mis años de pais, sabría que los pescan en la barra misma donde abundan mezclados con la arena.<br />
<br />
—¿Y su proyecto?<br />
<br />
—Pues á eso voy. Obligaba yo á todos los pueblos del contorno, cercanos á la barra, á criar patos y verá V. como ellos, por sí solos, la profundizan pescando caracoles... Ni más ni menos, ni menos ni más.<br />
<br />
Y don Custodio abría ambos brazos y contemplaba gozoso el estupor de sus oyentes: á ninguno se le había occurido tan peregrina idea.<br />
<br />
—¿Me permite usted que escriba un artículo acerca de eso? preguntó Ben Zayb; en este país se piensa tan poco...<br />
<br />
—Pero, don Custodio, dijo doña Victorina haciendo dengues y monadas; si todos se dedican á criar patos van á abundar los huevos balot. ¡Uy, qué asco! ¡Que se ciegue antes la barra! [11]<br />
<br />
[Índice]<br />
II<br />
Bajo-cubierta<br />
<br />
Allá abajo pasaban otras escenas.<br />
<br />
Sentados en bancos y en pequeños taburetes de madera, entre maletas, cajones, cestos y tampipis, á dos pasos de la máquina, al calor de las calderas, entre vaho humano y olor pestilente de aceite, se veía la inmensa mayoría de los pasageros.<br />
<br />
Unos contemplan silenciosos los variados paisajes de la orilla, otros juegan á las cartas ó conversan en medio del estruendo de las palas, ruido de la máquina, silbidos de vapor que se escapa, mugidos de agua removida, pitadas de la bocina. En un rincon, hacinados como cadáveres, dormían ó trataban de dormir algunos chinos traficantes, mareados, pálidos, babeando por los entreabiertos labios, y bañados en el espeso sudor que se escapa de todos sus poros. Solamente algunos jóvenes, estudiantes en su mayor parte, fáciles de reconocer por su traje blanquísimo y su porte aliñado, se atrevían á circular de popa á proa, saltando por encima de cestos y cajas, alegres con la perspectiva de las próximas vacaciones. Tan pronto discutían los movimientos de la máquina tratando de recordar nociones olvidadas de Física, como rondaban al rededor de la joven colegiala, de la buyera de labios rojos y collar de sampagas, susurrándoles al oido palabras que las hacían sonreir ó cubrirse la cara con el pintado abanico.<br />
<br />
Dos, sin embargo, en vez de ocuparse en aquellas galanterías pasageras, discutían en la proa con un señor de edad, pero aun arrogante y bien derecho. Ambos debían ser muy conocidos y considerados á juzgar por ciertas deferencias que les mostraban los demás. En efecto, el de más edad, el que va vestido todo de negro era el estudiante de Medicina Basilio, conocido por sus buenas curas y maravillosos tratamientos. El otro, el más grande y más robusto con ser mucho más joven, era Isagani, uno de los poetas ó cuando menos versistas que [12]salieron aquel año del Ateneo, caracter original, de ordinario poco comunicativo, y bastante taciturno. El señor que hablaba con ellos era el rico Capitan Basilio que venía de hacer compras en Manila.<br />
<br />
—Capitan Tiago va muy regular, sí señor, decía el estudiante moviendo la cabeza; no se somete á ningun tratamiento... Aconsejado por alguno me envía á S. Diego so pretesto de visitar la casa, pero es para que le deje fumar el opio con entera libertad.<br />
<br />
El estudiante cuando decía alguno, daba á entender el P. Irene, gran amigo y gran consejero de Capitan Tiago en sus últimos días.<br />
<br />
—El opio es una de las plagas de los tiempos modernos, repuso el Capitan con un desprecio é indignacion de senador romano; los antiguos lo conocieron, mas nunca abusaron de él. Mientras duró la aficion á los estudios clásicos (obsérvenlo bien, jóvenes) el opio solo fué medicina, y si no, díganme quiénes lo fuman más. ¡Los chinos, los chinos que no saben una palabra de latin! ¡Ah si Capitan Tiago se hubiese dedicado á Ciceron!...<br />
<br />
Y el disgusto más clásico se pintó en su cara de epicúreo bien afeitado. Isagani le contemplaba con atencion: aquel señor padecía la nostalgia de la antigüedad.<br />
<br />
—Pero, volviendo á esa Academia de Castellano, continuó Capitan Basilio; les aseguro á ustedes que no la han de realizar...<br />
<br />
—Sí señor, de un día á otro esperamos el permiso, contesta Isagani; el P. Irene, que usted habrá visto arriba, y á quien regalamos una pareja de castaños, nos lo ha prometido. Va á verse con el General.<br />
<br />
—¡No importa! ¡el P. Sibyla se opone!<br />
<br />
—¡Que se oponga! Por eso viene para... en Los Baños, ante el General.<br />
<br />
Y el estudiante Basilio hacía una mímica con sus dos puños haciéndolos chocar uno contra el otro.<br />
<br />
—¡Entendido! observó riendo Capitan Basilio. Pero aunque ustedes consigan el permiso, ¿de dónde sacarán fondos...?<br />
<br />
—Los tenemos, señor; cada estudiante contribuye con un real.<br />
<br />
—Pero ¿y los profesores? [13]<br />
<br />
—Los tenemos; la mitad filipinos y la mitad peninsulares.<br />
<br />
—Y ¿la casa?<br />
<br />
—Makaraig, el rico Makaraig cede una de las suyas.<br />
<br />
Capitan Basilio tuvo que darse por vencido: aquellos jóvenes tenían todo dispuesto.<br />
<br />
—Por lo demás, dijo encogiéndose de hombros, no es mala del todo, no es mala la idea, y ya que no se puede poseer el latin, que al menos se posea el castellano. Ahí tiene usted, tocayo, una prueba de cómo vamos para atrás. En nuestro tiempo aprendíamos latin porque nuestros libros estaban en latin; ahora ustedes lo aprenden un poco pero no tienen libros en latin, en cambio sus libros estan en castellano y no se enseña este idioma: ¡ætas parentum pejor avis tulit nos nequiores! como decía Horacio.<br />
<br />
Y dicho esto se alejó magestuosamente como un emperador romano. Los dos jóvenes se sonrieron.<br />
<br />
—Esos hombres del pasado, observó Isagani, para todo encuentran dificultades; se les propone una cosa y en vez de ver las ventajas solo se fijan en los inconvenientes. Quieren que todo venga liso y redondo como una bola de billar.<br />
<br />
—Con tu tío está á su gusto, observó Basilio; hablan de sus antiguos tiempos... Oye, á propósito ¿qué dice tu tío de Paulita?<br />
<br />
Isagani se ruborizó.<br />
<br />
—Me echó un sermon sobre la eleccion de esposa... Le contesté que en Manila no había otra como ella, hermosa, bien educada, huérfana...<br />
<br />
—Riquísima, elegante, graciosa, sin más defectos que una tía ridícula, añadió Basilio riendo.<br />
<br />
Isagani se rió á su vez.<br />
<br />
—A propósito de la tía, ¿sabes que me ha encargado busque á su marido?<br />
<br />
—¿Doña Victorina? ¿Y tú se lo habrás prometido para que te conserve la novia?<br />
<br />
—¡Naturalmente! pero es el caso que el marido se esconde precisamente... ¡en casa de mi tío!<br />
<br />
Ambos se echaron á reir.<br />
<br />
—Y hé aquí, continuó Isagani, el por qué mi tío que es un hombre muy concienzudo, no ha querido entrar en la cámara, temeroso de que doña Victorina le pregunte por don [14]Tiburcio. ¡Figúrate! Doña Victorina, cuando supo que yo era pasagero de proa, me miró con cierto desprecio...<br />
<br />
En aquel instante bajaba Simoun y al ver á los dos jóvenes,<br />
<br />
—¡Adios, don Basilio!, dijo saludando en tono protector, ¿se va de vacaciones? ¿El señor es paisano de usted?<br />
<br />
Basilio presentó á Isagani y dijo que no eran compoblanos, pero que sus pueblos no distaban mucho. Isagani vivía á orillas del mar en la contra costa.<br />
<br />
Simoun examinaba á Isagani con tanta atencion, que molestado éste se volvió y le miró cara á cara con un cierto aire provocador.<br />
<br />
—Y ¿qué tal es la provincia? preguntó Simoun volviéndose á Basilio.<br />
<br />
—¿Cómo, no la conoce usted?<br />
<br />
—¿Cómo diablos la he de conocer si no he puesto jamás los piés en ella? Me han dicho que es muy pobre y no compra alhajas.<br />
<br />
—No compramos alhajas porque no las nececitamos, contestó secamente Isagani, picado en su orgullo de provinciano.<br />
<br />
Una sonrisa se dibujó en los pálidos labios de Simoun.<br />
<br />
—No se ofenda usted joven, repuso, yo no tenía ninguna mala intencion pero como me habían asegurado que casi todos los curatos estaban en manos de clérigos indios, yo me dije: los frailes se mueren por un curato y los franciscanos se contentan con los más pobres, de modo que cuando unos y otros los ceden á los clérigos, es que allí no se conocerá jamás el perfil del rey. ¡Vaya señores, vénganse ustedes á tomar conmigo cerveza y brindaremos por la prosperidad de su provincia!<br />
<br />
Los jóvenes dieron las gracias y se escusaron diciendo que no tomaban cerveza.<br />
<br />
—Hacen ustedes mal, repuso Simoun visiblemente contrariado; la cerveza, es una cosa buena, y he oido decir esta mañana al P. Camorra que la falta de energía que se nota en este país se debe á la mucha agua que beben sus habitantes.<br />
<br />
Isagani que casi era tan alto como el joyero, ¡se irguió!<br />
<br />
—Pues dígale usted al P. Camorra, se apresuró á decir Basilio tocando con el codo disimuladamiente á Isagani, dígale usted que si él bebiese agua en vez de vino ó de cerveza, acaso ganásemos todos y no diese mucho que hablar...<br />
<br />
—Y dígale, añadió Isagani, sin hacer caso de los codazos de [15]su amigo, que el agua es muy dulce y se deja beber, pero ahoga al vino y á la cerveza y mata al fuego; que calentada es vapor, que irritada es océano ¡y que una vez destruyó á la humanidad é hizo temblar al mundo en sus cimientos!<br />
<br />
Simoun levantó la cabeza y aunque su mirada no se podía leer oculta por sus gafas azules, en el resto de su semblante se podía ver que estaba sorprendido.<br />
<br />
—¡Bonita réplica! dijo; pero témome que se guasee y me pregunte cuándo se convertirá el agua en vapor y cuándo en océano. ¡El P. Camorra es algo incrédulo y muy zumbon!<br />
<br />
—Cuando el fuego lo caliente, cuando los pequeños ríos que ahora se encuentran diseminados en sus abruptas cuencas, empujados por la fatalidad se reunan en el abismo que los hombres van cavando, contestó Isagani.<br />
<br />
—No, señor Simoun, añadió Basilio tomando un tono de broma. Repítale usted más bien estos versos del mismo amigo Isagani:<br />
<br />
Agua somos, decís, vosotros fuego;<br />
Como lo querais, ¡sea!<br />
¡Vivamos en sosiego<br />
Y el incendio jamás luchar nos vea!<br />
Sino que unidos por la ciencia sabia<br />
De las calderas en el seno ardiente,<br />
Sin cóleras, sin rabia,<br />
¡Formemos el vapor, quinto elemento,<br />
Progreso, vida, luz y movimiento!<br />
—¡Utopía, utopía! contestó secamente Simoun; la máquina está por encontrarse... en el entretanto tomo mi cerveza.<br />
<br />
Y sin despedirse dejó á los dos amigos.<br />
<br />
—Pero ¿qué tienes tú hoy que estás batallador? preguntó Basilio.<br />
<br />
—Nada, no lo sé, pero ese hombre me da horror, miedo casi.<br />
<br />
—Te estaba tocando con el codo; ¿no sabes que á ese le llaman el cardenal Moreno?<br />
<br />
—¿Cardenal Moreno?<br />
<br />
—O Eminencia Negra, como quieras.<br />
<br />
—¡No te entiendo!<br />
<br />
—Richelieu tenía un consultor capuchino á quien llamaban Eminencia Gris; pues éste lo es del General... [16]<br />
<br />
—¿De veras?<br />
<br />
—Como que lo he oido de alguno... que siempre habla de él mal detrás, y le adula cuando le tiene delante.<br />
<br />
—¿Visita tambien á Capitan Tiago?<br />
<br />
—Desde el primer día de su llegada, y por cierto que un cierto le considera como rival... en la herencia... Y creo que va á verse con el General para la cuestion de la enseñanza del castellano.<br />
<br />
En aquel momento un criado vino para decir á Isagani que su tío le llamaba.<br />
<br />
En uno de los bancos de popa y confundido con los demás pasageros se sentaba un clérigo contemplando el paisaje que se desplegaba sucesivamente á su vista. Sus vecinos le hacían sitio, les hombres, cuando pasaban cerca, se descubrían y los jugadores no osaban poner su mesa cerca de donde él estaba. Aquel sacerdote hablaba poco, no fumaba ni adoptaba maneras arrogantes, no desdeñaba mezclarse con los demás hombres y devolvía el saludo con finura y gracia como si se sintiese muy honrado y muy reconocido. Era ya de bastante edad, los cabellos casi todos canos, pero su salud parecía aun robusta y, aunque sentado, tenía el tronco erguido y la cabeza recta, pero sin orgullo ni arrogancia. Diferenciábase del vulgo de clérigos indios, pocos por demás, que por aquella época servían como coadjutores ó administraban algunos curatos provisionalmente, en cierto aplomo y gravedad como quien tiene conciencia de la dignidad de su persona y de lo sagrado de su cargo. Un ligero examen de su exterior, si no ya sus cabellos blancos, manifestaba al instante que pertenecía á otra época, á otra generacion, cuando los mejores jóvenes no temían exponer su dignidad haciéndose sacerdotes, cuando los clérigos miraban de igual á igual á los frailes cualesquiera, y cuando la clase, aun no denigrada y envilecida, pedía hombres libres y no esclavos, inteligencias superiores y no voluntades sometidas. En su rostro triste y serio se leía la tranquilidad del alma fortalecida por el estudio y la meditacion y acaso puesta á prueba por íntimos sufrimientos morales. Aquel clérigo era el P. Florentino, el tío de Isagani y su historia se reduce á muy poco.<br />
<br />
Hijo de una riquísima y bien relacionada familia de Manila, de gallardo continente y felices disposiciones para brillar en [17]el mundo, jamás había sentido vocacion sacerdotal; pero, su madre, por ciertas promesas ó votos, le obligó á entrar en el seminario despues de no pocas luchas y violentas discusiones. Ella tenía grandes amistades con el arzobispo, era de una voluntad de hierro, é inexorable como toda mujer devota que cree interpretar la voluntad de Dios. En vano se opuso el joven Florentino, en vano suplicó, en vano se escusó con sus amores y provocó escándalos; sacerdote tenía que ser y á los veinticinco años sacerdote fué: el arzobispo le confirió las órdenes, la primera misa se celebró con mucha pompa, hubo tres días de festin y la madre murió contenta y satisfecha dejándole toda su fortuna.<br />
<br />
Pero en aquella lucha recibió Florentino una herida de la que jamás se curó: semanas antes de su primera misa, la mujer que más había amado se casó con un cualquiera, de desesperacion; aquel golpe fué el más rudo que sintiera jamás; perdió su energía moral, la vida le fué pesada é insoportable. Si no la virtud y el respeto á su estado, aquel amor desgraciado le salvó de los abismos en que caen los curas regulares y seglares en Filipinas. Dedicóse á sus feligreses por deber, y por aficion, á las ciencias naturales.<br />
<br />
Cuando acontecieron los sucesos del setenta y dos, temió el P. Florentino que su curato por los grandes beneficios que rendía llamase la atencion sobre él, y pacífico antes que todo solicitó su retiro, viviendo desde entonces como particular en los terrenos de su familia, situados á orillas del Pacífico. Allí adoptó á un sobrino, á Isagani, segun los maliciosos hijo suyo con su antigua novia cuando enviudó, hijo natural de una prima suya en Manila segun los más serios y enterados.<br />
<br />
El Capitan del vapor había visto al clérigo é instádole á que entrára en la cámara y subiese sobre-cubierta. Para decidirle había añadido:<br />
<br />
—Si usted no va, los frailes creerán que no quiere reunirse con ellos.<br />
<br />
El P. Florentino no tuvo más remedio que aceptar y mandó llamar á su sobrino para enterarle de lo que sucedía y recomendarle no se acercase á la cámara mientras estuviese allí.<br />
<br />
—Si te ve el Capitan, te va á invitar y abusaríamos de su bondad.<br />
<br />
—¡Cosas de mi tío! pensaba Isagani; todo es para que no tenga motivos de hablar con doña Victorina. [18]<br />
<br />
[Índice]<br />
III<br />
Leyendas<br />
<br />
Ich weiss nicht was soll es bedeuten<br />
Dass ich so traurig bin!<br />
Cuando el P. Florentino saludó á la pequeña sociedad ya no reinaba el mal humor de las pasadas discusiones. Quizás influyeran en los ánimos las alegres casas del pueblo de Pasig, las copitas de Jerez que habían tomado para prepararse ó acaso la perspectiva de un buen almuerzo; sea una cosa ú otra el caso es que reían y bromeaban incluso el franciscano flaco, aunque sin hacer mucho ruido: sus risas parecían muecas de moribundo.<br />
<br />
—¡Malos tiempos, malos tiempos! decía riendo el P. Sibyla.<br />
<br />
—¡Vamos, no diga usted eso, Vice-Rector! contestaba el canónigo Irene empujando la silla en que aquel se sentaba; en Hong Kong hacen ustedes negocio redondo y construyen cada finca que... ¡vaya!<br />
<br />
—¡Tate, tate! contestaba; ustedes no ven nuestros gastos, y los inquilinos de nuestras haciendas empiezan á discutir...<br />
<br />
—¡Ea, basta de quejas, puñales, porque si no me pondré á llorar! gritó alegremente el P. Camorra. Nosotros no nos quejamos y no tenemos ni haciendas, ni bancos. ¡Y sepan que mis indios empiezan á regatear los derechos y me andan con tarifas! Miren que citarme á mí tarifas ahora, y nada menos que del arzobispo don Basilio Sancho, ¡puñales! como si de entonces acá no hubiesen subido los precios de los artículos. ¡Ja, ja, ja! ¿Por qué un bautizo ha de ser menos que una gallina? Pero yo me hago el sueco, cobro lo que puedo y no me quejo nunca. Nosotros no somos codiciosos, ¿verdá usted, P. Salví?<br />
<br />
En aquel momento apareció por la escotilla la cabeza de Simoun.<br />
<br />
—Pero ¿dónde se ha metido usted? le gritó don Custodio [19]que se había olvidado ya por completo del disgusto; ¡se perdió usted lo más bonito del viaje!<br />
<br />
—¡Psh! contestó Simoun acabando de subir; he visto ya tantos ríos y tantos paisajes que solo me interesan los que recuerdan leyendas...<br />
<br />
—Pues leyendas, algunas tiene el Pasig, contestó el Capitan que no le gustaba que le despreciasen el río por donde navegaba y ganaba su vida; tiene usted la de Malapad-na-bató, roca sagrada antes de la llegada de los españoles como habitacion de los espíritus; despues, destruida la supersticion y profanada la roca, convirtiose en nido de tulisanes desde cuya cima apresaban facilmente á las pobres bankas que tenían á la vez que luchar contra la corriente y contra los hombres. Más tarde, en nuestros tiempos, apesar del hombre que ha puesto en ella la mano, menciona tal ó cual historia de banka volcada y si yo al doblarla no anduviese con mis seis sentidos, me estrellaría contra sus costados. Tiene usted otra leyenda, la de la cueva de doña Jerónima que el P. Florentino se lo podrá á usted contar...<br />
<br />
—¡Todo el mundo la sabe! observó el P. Sibyla desdeñoso.<br />
<br />
Pero ni Simoun, ni Ben Zayb, ni el P. Irene, ni el P. Camorra la sabían y pidieron el cuento unos por guasa y otros por verdadera curiosidad. El clérigo, adoptando el mismo tono guason con que algunos se lo pedían, como un aya cuenta un cuento á los niños dijo:<br />
<br />
—Pues érase un estudiante que había dado palabra de casamiento á una joven de su país, y de la que al parecer no se volvió á acordar. Ella, fiel, le estuvo esperando años y años; pasó su juventud, se hizo jamona y un día tuvo noticia de que su antiguo novio era arzobispo de Manila. Difrazóse de hombre, se vino por el Cabo y se presentó á su Ilustrísima reclamándole la promesa. Lo que pedía era imposible y el arzobispo mandó entonces construir la cueva que ustedes habrán visto tapiada y adornada á su entrada por encajes de enredaderas. Allí vivió y murió y allí fué enterrada y cuenta la tradicion que doña Jerónima era tan gruesa que para entrar tenía que perfilarse. Su fama de encantada le vino de su costumbre de arrojar al río la vajilla de plata de que se servía en los opíparos banquetes á que acudían muchos señores. Una red estaba tendida debajo del agua y recibía las piezas que así se lavaban. [20]No hace aun veinte años el río pasaba casi besando la entrada misma de la cueva, pero poco á poco se va retirando de ella como se va olvidando su memoria entre los indios.<br />
<br />
—¡Bonita leyenda! dijo Ben Zayb, voy á escribir un artículo. ¡Es sentimental!<br />
<br />
Doña Victorina pensaba habitar otra cueva é iba á decirlo cuando Simoun le quitó la palabra:<br />
<br />
—Pero ¿qué opina usted de ello, P. Salví? preguntó al franciscano que estaba absorto en alguna meditacion; ¿no le parece á usted que su Ilustrísima, en vez de darle una cueva, debía haberla puesto en un beaterio, en santa Clara por ejemplo?<br />
<br />
Movimiento de asombro en P. Sibyla quien vió al P. Salví estremecerse y mirar de reojo hácia Simoun.<br />
<br />
—Porque no es nada galante, continuó Simoun con la mayor naturalidad, dar una peña por morada á la que burlamos en sus esperanzas; no es nada religioso esponerla así á las tentaciones, en una cueva, á orillas de un río; huele algo á ninfas y á driadas. Habría sido más galante, más piadoso, más romántico más en conformidad con los usos de este país encerrarla en santa Clara como una nueva Heloisa, para visitarla y confortarla de cuando en cuando. ¿Qué dice usted?<br />
<br />
—Yo no puedo ni debo juzgar la conducta de los arzobispos, contestó el franciscano de mala gana.<br />
<br />
—Pero usted que es el gobernador eclesiástico, el que está en lugar de nuestro arzobispo, ¿qué haría usted si tal caso le aconteciese?<br />
<br />
El P. Salví se encogió de hombros, y añadió con calma:<br />
<br />
—No vale la pena pensar en lo que no puede suceder... Pero puesto que se habla de leyendas, no se olviden ustedes de la más bella por ser la más verdadera, la del milagro de S. Nicolas, las ruinas de cuyo templo habrán ustedes visto. Se la voy á contar al señor Simoun que no debe saberla. Parece que antes, el río como el lago, estaban infestados de caimanes, tan enormes y voraces que atacaban á las bankas y las hacían zozobrar de un coletazo. Cuentan nuestras crónicas que un día, un chino infiel que hasta entonces no había querido convertirse, pasaba por delante de la iglesia, cuando de repente el demonio se le presentó en forma de caiman, le volcó la banka para devorarle y llevarle al infierno. Inspirado por Dios, el chino invocó en el momento á S. Nicolás y al instante el caiman [21]se convirtió en piedra. Los antiguos refieren que en su tiempo se podía reconocer muy bien al monstruo en los trozos de roca que de él quedaron; por mí puedo asegurar que todavía distinguí claramente la cabeza y á juzgar por ella el monstruo debió haber sido enorme.<br />
<br />
—¡Maravillosa, maravillosa leyenda! exclamó Ben Zayb, y se presta para un artículo. La descripcion del monstruo, el terror del chino, las aguas del río, los cañaverales... Y se presta para un estudio de religiones comparadas. Porque mire usted, un chino infiel invocar en medio del mayor peligro precisamente á un santo que solo debía conocer de oidas y en quien no creía... Aquí no reza el refran de más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Yo si me encontrase en la China y me viese en semejante apuro, primero invocaba al santo más desconocido del calendario que á Confucio ó á Budha. Si esto es superioridad manifiesta del catoliscismo ó inconsistencia ilógica é inconsecuente de los cerebros de raza amarilla, el estudio profundo de la antropología lo podrá solamente dilucidar.<br />
<br />
Y Ben Zayb había adoptado el tono de un catedrático y con el índice trazaba círculos en el aire admirándose de su imaginacion que sabía sacar de las cosas más insignificantes tantas alusiones y consecuencias. Y como viera á Simoun preocupado y creyese que meditaba sobre lo que acababa de decir, le preguntó en qué estaba pensando.<br />
<br />
—En dos cosas muy importantes, respondió Simoun, dos preguntas que puede usted añadir á su artículo. Primera ¿qué habrá sido del diablo al verse de repente encerrado dentro de una piedra? ¿se escapó? ¿se quedó allí? ¿quedóse aplastado? y segunda, ¿si los animales petrificados que he visto yo en varios museos de Europa no habrán sido víctimas de algun santo antidiluviano?<br />
<br />
El tono con que hablaba el joyero era tan serio, y apoyaba su frente contra la punta del dedo índice como en señal de gran cavilacion, que el P. Camorra contestó muy serio:<br />
<br />
—¡Quién sabe, quién sabe!<br />
<br />
—Y pues que de leyendas se trata, y entramos ahora en el lago, repuso el P. Sibyla, el Capitan debe conocer muchas...<br />
<br />
En aquel momento el vapor entraba en la barra y el panorama que se estendía ante sus ojos era verdaderamente magnífico. Todos se sintieron impresionados. Delante se estendía el [22]hermoso lago rodeado de verdes orillas y montañas azules como un espejo colosal con marco de esmeraldas y zafiros para mirarse en su luna el cielo. A la derecha se estendía la orilla baja, formando senos con graciosas curvas, y allá á lo lejos, medio borrado, el gancho del Sug̃ay: delante y en el fondo se levanta el Makiling magestuoso, imponente, coronado de ligeras nubes: y á la izquierda la isla de Talim, el Susong-dalaga, con las mórbidas ondulaciones que le han valido su nombre.<br />
<br />
Una brisa fresca rizaba dulcemente la estensa superficie.<br />
<br />
—A propósito, Capitan, dijo Ben Zayb volviéndose; ¿sabe usted en qué parte del lago fué muerto un tal Guevara, Navarra, ó Ibarra?<br />
<br />
Todos miraron al Capitan menos Simoun que volvió la cabeza á otra parte como para buscar algo en la orilla.<br />
<br />
—¡Ay sí! dijo doña Victorina, ¿dónde, Capitan? ¿habrá dejado huellas en el agua?<br />
<br />
El buen señor guiñó varias veces, prueba de que estaba muy contrariado, pero, viendo la súplica en los ojos de todos, se adelantó algunos pasos á proa y escudriñó la orilla.<br />
<br />
—Miren ustedes allá, dijo en voz apenas perceptible despues de asegurarse de que no había personas estrañas; segun el cabo que organizó la persecucion, Ibarra, al verse cercado, se arrojó de la banka allí cerca del Kinabutásan y, nadando y nadando entre dos aguas, atravesó toda esa distancia de más de dos millas, saludado por las balas cada vez que sacaba la cabeza para respirar. Más allá fué donde perdieron su traza y un poco más lejos, cerca de la orilla, descubrieron algo como color de sangre... Y ¡precisamente! hoy hace trece años, día por día, que esto ha sucedido.<br />
<br />
—¿De manera que su cadáver?... preguntó Ben Zayb.<br />
<br />
—Se vino á reunir con el de su padre, contestó el P. Sibyla; ¿no era tambien otro filibustero, P. Salví?<br />
<br />
—Esos sí que son entierros baratos, P. Camorra, ¿éh? dijo Ben Zayb.<br />
<br />
—Siempre he dicho yo que son filibusteros los que no pagan entierros pomposos, contestó el aludido riendo con la mayor alegría.<br />
<br />
—Pero ¿qué le pasa á usted, señor Simoun? preguntó Ben Zayb viendo al joyero, inmóvil y meditabundo. ¿Está usted mareado, ¡usted, viajero! y en una gota de agua como esta? [23]<br />
<br />
—Es que le diré á usted, contestó el Capitan que había concluido por profesar cariño á todos aquellos sitios; no llame usted á esto gota de agua: es más grande que cualquier lago de Suiza y que todos los de España juntos; marinos viejos he visto yo que se marearon aquí.<br />
<br />
[Índice]<br />
IV<br />
Cabesang Tales<br />
<br />
Los que han leido la primera parte de esta historia, se acordarán tal vez de un viejo leñador que vivía allá en el fondo de un bosque.<br />
<br />
Tandang Selo vive todavía y aunque sus cabellos se han vuelto todos canos, conserva no obstante su buena salud. Ya no va á cazar ni á cortar árboles; como ha mejorado de fortuna solo se dedica á hacer escobas.<br />
<br />
Su hijo Tales (abreviacion de Telesforo) primero había trabajado como aparcero en los terrenos de un capitalista, pero, más tarde, dueño ya de dos karabaos y de algunos centenares de pesos, quiso trabajar por su cuenta ayudado de su padre, su mujer y sus tres hijos.<br />
<br />
Talaron pues y limpiaron unos espesos bosques que se encontraban en los confines del pueblo y que creían no pertenecían á nadie. Durante los trabajos de roturacion y saneamiento, toda la familia, uno tras otro, enfermó de calenturas, sucumbiendo de marasmo la madre y la hija mayor, la Lucía, en la flor de la edad. Aquello que era consecuencia natural del suelo removido, fecundo en organismos varios, lo atribuyeron á la venganza del espíritu del bosque, y se resignaron y prosiguieron sus trabajos creyéndole ya aplacado. Cuando iban á recoger los frutos de la primera cosecha, una corporacion religiosa que tenía terrenos en el pueblo vecino, reclamó la propiedad de aquellos campos, alegando que se encontraban dentro de sus linderos, y para probarlo trató de plantar en el mismo momento sus jalones. El administrador de los religiosos, sin embargo, le dejaba por humanidad el usufructo [24]de los campos siempre que le pagase anualmente una pequeña cantidad, una bicoca veinte ó treinta pesos.<br />
<br />
Tales, pacífico como el que más, enemigo de pleitos como muchos, y sumiso á los frailes como pocos, por no romper un palyok contra un kawalì como él decía, (para él los frailes eran vasijas de hierro, y él, de barro) tuvo la debilidad de ceder á semejante pretension, pensando en que no sabía el castellano y no tenía con que para pagar abogados. Por lo demás Tandang Selo le decía:<br />
<br />
—¡Paciencia! más has de gastar en un año pleiteando que si pagas en diez lo que exigen los Padres blancos. ¡Hmh! Acaso te lo paguen ellos en misas. Haz como si esos treinta pesos los hubieses perdido en el juego, ó se hubiesen caido en el agua tragándolos el caiman.<br />
<br />
La cosecha fué buena, se vendió bien, y Tales pensó en construirse una casa de tabla en el barrio de Sagpang del pueblo de Tianì, vecino de San Diego.<br />
<br />
Pasó otro año, vino otra cosecha buena y por éste y aquel motivo, los frailes le subieron el cánon á cincuenta pesos que Tales pagó para no reñir y porque contaba vender bien su azúcar.<br />
<br />
—¡Paciencia! Haz cuenta como si el caiman hubiese crecido, decía consolándole el viejo Selo.<br />
<br />
Aquel año pudieron al fin realizar su ensueño: vivir en poblado, en su casa de tabla, en el barrio de Sagpang y el padre y el abuelo pensaron en dar alguna educacion á los dos hermanos, sobre todo á la niña, á Juliana ó Julî como la llamaban, que prometía ser agraciada y bonita. Un muchacho amigo de la casa, Basilio, estudiaba ya entonces en Manila y aquel joven era de tan humilde cuna como ellos.<br />
<br />
Pero este sueño parecía destinado á no realizarse.<br />
<br />
El primer cuidado que tuvo la sociedad al ver á la familia prosperar poco á poco, fué nombrar cabeza de barangay al miembro que en ella más trabajaba; Tanò, el hijo mayor solo contaba catorce años. Se llamó pues Cabesang Tales, tuvo que mandarse hacer chaqueta, comprarse un sombrero de fieltro y prepararse á hacer gastos. Para no reñir con el cura ni con el gobierno abonaba de su bolsillo las bajas del padron, pagaba por los idos y los muertos, perdía muchas horas en las cobranzas y en los viajes á la cabecera. [25]<br />
<br />
—¡Paciencia! Haz cuenta como si los parientes del caiman hubiesen acudido, decía Tandang Selo sonriendo plácidamente.<br />
<br />
—¡El año que viene te vestirás de cola é irás á Manila para estudiar como las señoritas del pueblo! decía Cabesang Tales á su hija siempre que la oía hablar de los progresos de Basilio.<br />
<br />
Pero el año que viene no venía y en su lugar había otro aumento de cánon; Cabesang Tales se ponía serio y se rascaba la cabeza. El puchero de barro cedía su arroz al caldero.<br />
<br />
Cuando el cánon ascendió á doscientos pesos, Cabesang Tales no se contentó con rascarse la cabeza ni suspirar: protestó y murmuró. El fraile administrador díjole entonces que si no los podía pagar, otro se encargaría de beneficiar aquellos terrenos. Muchos que la codiciaban se ofrecían.<br />
<br />
Cabesang Tales creyó que el fraile se chanceaba pero el fraile hablaba en serio y señalaba á uno de sus criados para tomar posesion del terreno. El pobre hombre palideció, sus oidos le zumbaron, una nube roja se interpuso delante de sus ojos ¡y en ella vió á su mujer y á su hija, pálidas, demacradas, agonizando, víctimas de fiebres intermitentes! Y luego veía el bosque espeso, convertido en campo, veía arroyos de sudor regando los surcos, se veía allí, á sí mismo, pobre Tales, arando en medio del sol, destrozándose los piés contra las piedras y raices, mientras aquel lego se paseaba en su coche y aquel que lo iba á heredar, seguía como un esclavo detrás de su señor. ¡Ah no! ¡mil veces no! que se hundan antes aquellos campos en las profundidades de la tierra y que se sepulten ellos todos. ¿Quién era aquel estrangero para tener derecho sobre sus tierras? ¿Había traido al venir de su país un puñado solo de aquel polvo? ¿se había doblado uno solo de sus dedos para arrancar una sola de las raices que los surcaban?<br />
<br />
Exasperado ante las amenazas del fraile que pretendía hacer prevalecer su autoridad á toda costa delante de los otros inquilinos, Cabesang Tales se rebeló, se negó á pagar un solo cuarto y teniendo siempre delante la nube roja, dijo que solo cedería sus campos al que primero los regase con la sangre de sus venas.<br />
<br />
El viejo Selo, al ver el rostro de su hijo, no se atrevió á mencionar su caiman pero intentó calmarle hablándole de [26]vasijas de barro y recordándole que en los pleitos el que gana se queda sin camisa.<br />
<br />
—¡En polvo nos hemos de convertir, padre, y sin camisa hemos nacido! contestó.<br />
<br />
Y se negó resueltamente á pagar ni á ceder un palmo siquiera de sus tierras, si antes no probaban los frailes la legitimidad de sus pretensiones con la exhibicion de un documento cualquiera. Y como los frailes no lo tenían, hubo pleito, y Cabesang Tales lo aceptó creyendo que, si no todos, algunos al menos amaban la justicia y respetaban las leyes.<br />
<br />
—Sirvo y he estado sirviendo muchos años al rey con mi dinero y mis fatigas, decía á los que le desalentaban; yo le pido ahora que me haga justicia y tiene que hacérmela.<br />
<br />
Y arrastrado por una fatalidad y cual si jugase en el pleito todo su porvenir y el de sus hijos, fué gastando sus economias en pagar abogados, escribanos y procuradores, sin contar con los oficiales y escribientes que explotaban su ignorancia y su situacion. Iba y venía á la cabecera, pasaba días sin comer y y noches sin dormir, y su conversacion era toda escritos, presentaciones, apelaciones, etc. Vióse entonces una lucha como jamás se ha visto bajo el cielo de Filipinas: la de un pobre indio, ignorante y sin amigos, fiado en su derecho y en la bondad de su causa, combatiendo contra una poderosísima corporacion ante la cual la justicia doblaba el cuello, los jueces dejaban caer la balanza y rendían la espada. Combatía tenazmente como la hormiga que muerde sabiendo que va á ser aplastada, como la mosca que ve el espacio al través de un cristal. ¡Ah! la vasija de barro desafiando á los calderos y rompiéndose en mil pedazos tenía algo de imponente: tenía lo sublime de la desesperacion. Los días que le dejaban libres los viajes, los empleaba en recorrer sus campos armado de una escopeta, diciendo que los tulisanes merodeaban y necesitaba defenderse para no caer en sus manos y perder el pleito. Y como si tratase de afinar su puntería, tiraba sobre las aves y las frutas, tiraba sobre las mariposas con tanto tino que el lego administrador ya no se atrevió á ir á Sapgang sin acompañamiento de guardias civiles, y el paniaguado que divisó de lejos la imponente estatura de Cabesang Tales recorriendo sus campos como un centinela sobre las murallas, renunció lleno de miedo á arrebatarle su propiedad. [27]<br />
<br />
Pero los jueces de paz y los de la cabecera no se atrevían á darle la razon, temiendo la cesantía, escarmetados en la cabeza de uno que fué inmediatamente depuesto. Y no eran malos por cierto aquellos jueces, eran hombres concienzudos, morales, buenos ciudadanos, excelentes padres de familia, buenos hijos... y sabían considerar la situacion del pobre Tales mejor de lo que el mismo Tales podía. Muchos de ellos conocían los fundamentos científicos é históricos de la propiedad, sabían que los frailes por sus estatutos no podían tener propiedades, pero tambien sabían que venir de muy lejos, atravesar los mares con un destino ganado á duras penas, correr á desempeñarlo con la mejor intencion y perderlo porque á un indio se le antoje que la justicia se ha de hacer en la tierra como en el cielo, ¡vamos, que tambien es ocurrencia! Ellos tenían sus familias y con más necesidades seguramente que la familia de aquel indio: el uno tenía una madre que pensionar y ¿qué cosa hay más sagrada que alimentar á una madre? el otro tenía hermanas todas casaderas, el de más allá numerosos hijos pequeñitos que esperan el pan como pajaritos en el nido y se morirían de seguro el día en que su destino le faltase; y el que menos, el que menos tenía allá lejos, muy lejos, una mujer que si no recibe la pension mensual puede verse en apuros... Y todos aquellos jueces, hombres de conciencia los más y de la más sana moralidad creían hacer todo lo que podían aconsejando la transaccion, que Cabesang Tales pagase el cánon exigido. Pero Tales como todas las conciencias sencillas, una vez que veía lo justo, á ello iba derecho. Pedía pruebas, documentos, papeles, títulos, y los frailes no tenían ninguno y solo se fundaban en las complacencias pasadas.<br />
<br />
Pero Cabesang Tales replicaba:<br />
<br />
—Si yo todos los días doy limosna á un pobre por evitar que me moleste ¿quién me obligará á mí despues que le siga dando si abusa de mi bondad?<br />
<br />
Y de allí nadie le podía sacar y no había amenazas capaces de intimidarle. En vano el Gobernador M—— hizo un viaje expresamente para hablarle y meterle miedo; él á todo respondía:<br />
<br />
—Podeis hacer lo que querais, señor Gobernador, yo soy un ignorante y no tengo fuerzas. Pero he cultivado esos campos, mi mujer y mi hija han muerto ayudándome á limpiarlos y no los he de ceder sino á aquel que pueda hacer por ellos más de [28]lo que he hecho yo. ¡Que los riegue primero con su sangre y que entierre en ellos á su esposa y á su hija!<br />
<br />
Resultas de esta terquedad los honrados jueces daban la razon á los frailes y todos se le reían diciendo que con la razon no se ganan los pleitos. Pero apelaba, cargaba su escopeta y recorría pausadamente los linderos. En este intervalo su vida parecía un delirio. Su hijo Tanò, un mozo alto como su padre y bueno como su hermana, cayó quinto; él le dejó partir en vez de comprarle un sustituto.<br />
<br />
—Tengo que pagar abogados, decía á su hija que lloraba; si gano el pleito ya sabré hacerle volver y si lo pierdo no tengo necesidad de hijos.<br />
<br />
El hijo partió y nada más se supo sino que le raparon el pelo y que dormía debajo de una carreta. Seis meses despues se dijo que le habían visto embarcado para las Carolinas; otros creyeron haberle visto con el uniforme de la Guardia civil.<br />
<br />
—¡Guardia civil Tanò! ¡Susmariosep! exclamaban unos y otros juntando las manos; ¡Tanò tan bueno y tan honrado! ¡Requimiternam!<br />
<br />
El abuelo estuvo muchos días sin dirigir la palabra al padre, Julî cayó enferma, pero Cabesang Tales no derramó una sola lágrima; durante dos días no salió de casa como si temiese las miradas de reproche de todo el barrio; temía que le llamasen verdugo de su hijo. Al tercer día, sin embargo, volvió á salir con su escopeta.<br />
<br />
Atribuyéronle propósitos asesinos y hubo bienintencionado que susurró haberle oido amenazar con enterrar al lego en los surcos de sus campos; el fraile entonces le cobró verdadero miedo. A consecuencia de esto, bajó un decreto del Capitan General prohibiendo á todos el uso de las armas de fuego y mandándolas recoger. Cabesang Tales tuvo que entregar su escopeta, pero armado de un largo bolo prosiguió sus rondas.<br />
<br />
—¿Qué vas á hacer con ese bolo si los tulisanes tienen armas de fuego? le decía el viejo Selo.<br />
<br />
—Necesito vigilar mis sembrados, respondía; cada caña de azucar que allí crece es un hueso de mi esposa.<br />
<br />
Le recogieron el bolo por encontrarlo demasiado largo. El entonces cogió la vieja hacha de su padre y con ella al hombro proseguía sus tétricos paseos.<br />
<br />
Cada vez que salía de casa, Tandang Selo y Julî temblaban [29]por su vida. Esta se levantaba de su telar, se iba á la ventana, oraba, hacía promesas á los santos, rezaba novenas. El abuelo no sabía á veces cómo terminar el aro de una escoba y hablaba de volver al bosque. La vida en aquella casa se hacía imposible.<br />
<br />
Al fin sucedió lo que temían. Como los terrenos estaban muy lejos de poblado, Cabesang Tales apesar de su hacha cayó en manos de los tulisanes, que tenían revolvers y fusiles. Los tulisanes le dijeron que, pues que tenía dinero para dar á los jueces y á los abogados, debe tenerlo tambien para los abandonados y perseguidos. Por lo cual le exigieron quinientos pesos de rescate por medio de un campesino asegurando que si algo le pasaba al mensajero, el prisionero lo pagaría con su vida. Daban dos días de tregua.<br />
<br />
La noticia sumió á la pobre familia en el mayor terror y más aun cuando se supo que la Guardia civil iba á salir en persecucion de los bandidos. Si llegaba á haber un encuentro, el primer sacrificado sería el prisionero, eso lo sabían todos. El viejo se quedó sin movimiento y la hija, pálida y aterrada, intentó varias veces hablar y no pudo. Pero un pensamiento más terrible, una idea más cruel les sacó de su estupor. El campesino enviado de los tulisanes dijo que probablemente la banda tendría que alejarse, y si tardan mucho en entregarle el rescate, pasarían los dos días y Cabesang Tales sería degollado.<br />
<br />
Esto volvió locos á aquellos dos séres, ambos débiles, ambos impotentes. Tandang Selo se levantaba, se sentaba, bajaba las escaleras, subía, no sabía á dónde ir, á dónde acudir. Julî acudía á sus imágenes, contaba y recontaba el dinero, y los doscientos pesos no se aumentaban, no querían multiplicarse; de pronto se vestía, reunía todas sus alhajas, pedía consejos al abuelo, iría á ver al gobernadorcillo, al juez, al escribiente, al teniente de la Guardia civil. El viejo á todo decía sí, y cuando ella decía no, no decía tambien. Al fin vinieron algunas vecinas entre parientes y amigas, unas más pobres que otras, á cual más sencillas y aspaventeras. La más lista de todas era Hermana Balî, una gran panguinguera que había estado en Manila para hacer ejercicios en el beaterio de la Compañía.<br />
<br />
Julî vendería todas sus alhajas menos un relicario de brillantes y esmeraldas que le había regalado Basilio. Aquel relicario tenía su historia: lo había dado una monja, la hija [30]de Capitan Tiago, á un lazarino; Basilio, habiéndole asistido á éste en su enfermedad, lo recibió como un regalo. Ella no podía venderlo sin avisárselo antes.<br />
<br />
Se vendieron corriendo las peinetas, los aretes y el rosario de Julî á la vecina más rica, y se añadieron cincuenta pesos; faltaban aun doscientos cincuenta. Se empeñaría el relicario, pero Julî sacudió la cabeza. Una vecina propuso vender la casa y Tandang Selo aprobó la idea muy contento con volver al bosque á cortar otra vez leña como en los antiguos tiempos, pero Hma. Balî observó que aquello no podía ser por no estar el dueño presente.<br />
<br />
—La mujer del juez me vendió una vez su tapis por un peso, y el marido dijo que aquella venta no servía porque no tenía su consentimiento. ¡Abá! me sacó el tapis y ella no me ha devuelto el peso hasta ahora, pero yo no la pago en el panguingui, cuando gana, ¡abá! Así le he podido cobrar doce cuartos, y por ella solamente voy á jugar. Yo no puedo sufrir que no me paguen una deuda, ¡abá!<br />
<br />
Una vecina iba á preguntarle á Hma. Balî por qué entonces no le pagaba un piquillo, pero la lista panguinguera lo olió, y añadió inmediatamente:<br />
<br />
—¿Sabes, Julî, lo que se puede hacer? pedir prestado doscientos cincuenta pesos sobre la casa, pagaderos cuando el pleito se gane.<br />
<br />
Esta fué la mejor opinion y decidieron ponerla en práctica aquel mismo día. Hma. Balî se prestó á acompañarla y ambas recorrieron las casas de los ricos de Tianì, pero nadie aceptaba la condicion; el pleito decían estaba perdido y favorecer á un enemigo de frailes era esponerse á sus venganzas. Al fin una vieja devota se compadeció de su suerte prestó la cantidad á condicion de que Julî se quedase con ella á servir hasta tanto que no se pagase la deuda. Por lo demás Julî no tenía mucho que hacer; coser, rezar, acompañarla á misa, y ayunar de cuando en cuando por ella. La joven aceptó con lágrimas en los ojos, recibió el dinero prometiendo entrar al día siguiente, día de la Pascua, á su servicio.<br />
<br />
Cuando el abuelo supo aquella especie de venta púsose á llorar como un chiquillo. ¿Cómo? aquella nieta suya que él no dejaba ir al sol para que su cutis no se quemase, Julî la de los dedos finos y talones de color de rosa, ¿cómo? aquella joven, [31]la más hermosa del barrio y quizás del pueblo, delante de cuyas ventanas muchos vanamente han pasado la noche tocando y cantando, ¿cómo? su única nieta, su única hija, la única alegría de sus cansados ojos, aquella que él soñaba vestida de cola, hablando el español y dándose aire con un abanico pintado como las hijas de los ricos, ¿aquella entrar á servir de criada para que la riñan y la reprendan, para echar á perder sus dedos, para que duerma en cualquiera parte y se levante de cualquiera manera?<br />
<br />
Y el abuelo lloraba, hablaba de ahorcarse y dejarse morir de hambre.<br />
<br />
—Si tú te vas, decía, vuelvo al bosque y no pongo los piés en el pueblo.<br />
<br />
Julî le calmaba diciendo que era menester que su padre volviese, que ganarían el pleito y pronto la podrían rescatar de la servidumbre.<br />
<br />
La noche fué triste: ninguno de los dos pudo probar un bocado y el viejo se obstinó en no acostarse pasando toda la noche sentado en un rincon, silencioso, sin decir una palabra, sin moverse siquiera. Julî por su parte quiso dormir, pero por mucho tiempo no pudo pegar los ojos. Algo más tranquila ya sobre la suerte su padre, ella pensaba en sí misma y lloraba y lloraba ahogando sus sollozos para que el viejo no los oyese. Al día siguiente sería una criada, y era precisamente cuando Basilio tenía llegar de Manila á traerla regalitos... En adelante tenía que renunciar á aquel amor; Basilio que pronto será médico no debe casarse con una pobre... Y ella le veía en su imaginacion dirigirse á la iglesia en compañía de la más hermosa y rica muchacha del pueblo, bien vestidos, felices y sonriendo ambos, y mientras que ella, Julî, seguía detrás de su ama, llevando novenas, buyos y la escupidera. Y aquí la joven sentía un inmenso nudo en la garganta, una presion en el corazon y pedía á la Virgen la dejase antes morir.<br />
<br />
—Pero, al menos, decía su conciencia, él sabrá que he preferido empeñarme á empeñar el relicario que él me ha regalado.<br />
<br />
Este pensamiento la consolaba en algo y se hacía vanas ilusiones. ¿Quién sabe? puede suceder un milagro: encontrarse ella doscientos cincuenta pesos debajo de la imágen de la Virgen; había leido tantos milagros parecidos. El sol podía [32]no salir y no venir el mañana y ganarse entretanto el pleito. Podía volver su padre, Basilio presentarse; ella encontraría un talego de oro en la huerta, los tulisanes le enviarían el talego, el cura, el P. Camorra que siempre la embromaba, podía venir con los tulisanes... sus ideas fueron cada vez más confusas y más desordenadas hasta que por fin rendida por la fatiga y el dolor se durmió soñando en su infancia en el fondo del bosque: ella se bañaba en el torrente en compañía de sus dos hermanos, había pececillos de todos colores que se dejaban coger como bobos y ella se impacientaba porque no encontraba gusto en coger unos pececillos tan tontos: Basilio estaba debajo del agua, pero Basilio sin saber ella el porqué, tenía la cara de su hermano Tanò. Su nueva ama les observaba desde la arilla.<br />
<br />
[Índice]<br />
V<br />
La Nochebuena de un cochero<br />
<br />
Basilio llegó á San Diego en el momento en que la procesion de la Nochebuena recorría las calles. Se había retrasado en su camino perdiendo muchas horas porque el cochero que había olvidado su cédula, fué detenido por la Guardia Civil, sacudido con algunos culatazos y llevado despues al cuartel delante del comandante.<br />
<br />
Ahora la carromata se detenía otra vez para dejar pasar la procesion, y el cochero apaleado se descubría reverentemente y rezaba un padrenuestro ante la primera imágen en andas que venía y que parecía ser un gran santo. Representaba un anciano de larguísima barba, sentado al borde de una fosa, debajo de un arbol lleno de toda clase de pájaros disecados. Un kalán con una olla, un almirez y un kalíkut para triturar el buyo eran sus únicos muebles como para indicar que el viejo vivía al borde mismo del sepulcro y allí cocinaba. Aquel era Matusalem en la iconografía religiosa de Filipinas: su colega y quizás contemporáneo se llama en Europa Noël y era más risueño y más alegre.<br />
<br />
—En tiempo de los santos, pensaba el cochero, de seguro que no había Guardias civiles, porque con los culatazos no se puede vivir mucho. [33]<br />
<br />
Despues del gran anciano, venían los tres Reyes Magos en caballitos que se encabritaban, particularmente el del rey negro Melchor que parecía iba á atropellar á los de sus compañeros.<br />
<br />
—No, no debía haber guardias civiles, concluía el cochero envidiando en su interior tan felices tiempos; porque si no ese negro que se permite tales juegos al lado de esos dos españoles (Gaspar y Baltasar) ya habría ido á la carcel.<br />
<br />
Y como observase que el negro llevaba corona y era rey como los otros dos españoles, pensó naturalmente en el rey de los indios y suspiró.<br />
<br />
—¿Sabeis, señor, preguntó respetuosamente á Basilio, si el pié derecho está suelto ya?<br />
<br />
Basilio se hizo repetir la pregunta:<br />
<br />
—¿Pié derecho de quién?<br />
<br />
—¡Del rey! contestó el cochero en voz baja, con mucho misterio.<br />
<br />
—¿Qué rey?<br />
<br />
—Nuestro rey, el rey de los indios...<br />
<br />
Basilio se sonrió y se encogió de hombros.<br />
<br />
El cochero volvió á suspirar. Los indios de los campos conservan una leyenda de que su rey, aprisionado y encadenado en la cueva de San Mateo, vendrá un día á libertarles de la opresion. Cada cien años rompe una de sus cadenas, y y ya tiene las manos y el pié izquierdo libres; solo le queda el derecho. Este rey causa los terremotos y temblores cuando forcejea ó se agita, es tan fuerte que, para darle la mano, se le alarga un hueso, que á su contacto se pulveriza. Sin poderse explicar el por qué, los indios le llaman el rey Bernardo, acaso por confundirle con Bernardo del Carpio.<br />
<br />
—Cuando se suelte del pié derecho, murmuró el cochero ahogando un suspiro, le daré mis caballos, me pondré á su servicio y me dejaré matar... El nos librará de los civiles.<br />
<br />
Y con mirada melancólica seguía á los tres reyes que se alejaban.<br />
<br />
Los muchachos venían despues en dos filas, tristes, serios como obligados por la fuerza. Alumbraban unos con huepes, otros con cirios y otros con faroles de papel en astas de caña, rezando á voz en grito el rosario como si riñesen con alguien. Despues venía S. José en modestas andas, con su fisonomía [34]resignada y triste y su baston con flores de azucenas, en medio de dos guardias civiles como si le llevasen preso: ahora comprendía el cochero la espresion de la fisonomía del santo. Y sea porque la vista de los guardias le turbase ó no tuviera en gran respeto al santo que iba en semejante compañía, no rezó ni siquiera un requiem æternam. Detras de S. José venían las niñas alumbrando, cubiertas la cabeza con el pañuelo anudado debajo del menton, rezando igualmente el rosario aunque con menos ira que los muchachos. En medio se veían algunos arrastrando conejitos de papel de Japon, iluminados con una candelita roja, levantada la colita hecha de papel recortado. Los chicos acudían á la procesion con aquellos juguetes para alegrar el nacimiento del Mesías. Y los animalitos, gordos y redondos como un huevo, parecían tan contentos que á lo mejor daban un brinco, perdían el equilibrio, se caían y se quemaban; el dueño acudía á apagar tanto ardor, soplaba, soplaba, estinguía las llamas á fuerza de golpes y viéndolo destrozado se ponía á lo mejor á llorar. El cochero observaba con cierta tristeza que la raza de los animalitos de papel desaparecía cada año como si tambien les atacase la peste como á los animales vivos. El, Sinong el apaleado, se acordaba de sus dos magníficos caballos que para preservarlos del contagio había hecho bendecir segun los consejos del cura gastándose diez pesos:—ni el gobierno ni los curas habían encontrado mejor remedio contra la epizootia—y con todo se le murieron. Sin embargo se consolaba porque, desde las rociadas de agua bendita, los latines del Padre y las ceremonias, los caballos echaron unos humos, se dieron tal importancia que no se dejaban enganchar y él, como buen cristiano, no se atrevía á castigarlos por haberle dicho un Hermano tercero que estaban benditados.<br />
<br />
Cerraba la procesion la Virgen, vestida de Divina Pastora con un sombrero de frondeuse de anchas alas y largas plumas, para indicar el viaje á Jerusalem. Y á fin de que se explicase el nacimiento, el cura había mandado que abultasen algo más el talle y le pusiesen trapos y algodon debajo de las faldas, de modo que nadie pudiera poner en duda el estado en que se encontraba. Era una bellísima imágen, triste igualmente de espresion como todas las imágenes que hacen los filipinos, con un aire algo avergonzado, de como la había puesto el P. [35]Cura tal vez. Delante venían algunos cantores, detrás algunos músicos y los correspondientes guardias civiles. El cura, como era de esperar despues de lo que había hecho, no venía: aquel año estaba muy disgustado por haber tenido que servirse de toda su diplomacia y gramática parda á fin de convencer á los vecinos á que pagasen treinta pesos cada misa de aguinaldo en vez de los veinte que solía costar.<br />
<br />
—Os estais volviendo filibusteros, había dicho.<br />
<br />
Muy preocupado debía de estar el cochero con las cosas que había visto en la procesion porque cuando ésta acabó de pasar y Basilio le mandó prosiguiera su camino, no se apercibió de que el farol de la carromata se había apagado. Basilio por su parte tampoco lo notó, ocupado en mirar hácia las casas, iluminadas por dentro y por fuera con farolillos de papel de formas caprichosas y colores varios, por estrellas rodeadas de un aro con largas colas, que agitadas por el aire producían dulce murmullo, y peces de cola y cabeza movibles con su vaso de aceite por dentro, suspendidos de los aleros de las ventanas con un aire tan deliciosamente de fiesta alegre y familiar. Basilio observaba tambien que las iluminaciones decaían, que las estrellas se eclipsaban y aquel año tenían menos perendengues y colgajos que el anterior, y éste menos que el otro aun... Apenas había música en las calles, los alegres ruidos de la cocina no se dejaban oir en todas las casas y el joven lo atribuyó á que hacía tiempo todo iba mal, el azúcar no se vendía bien, la cosecha del arroz se había perdido, se había muerto más de la mitad de los animales y las contribuciones subían y aumentaban sin saberse cómo ni por qué, mientras que menudeaban los atropellos de la Guardia Civil que mataba las alegrías en los pueblos.<br />
<br />
En esto precisamente estaba pensando cuando un ¡alto! energico resonó en el aire. Pasaban delante del cuartel y uno de los guardias había visto el farol apagado de la carromata y aquello no podía seguir así. Empezó á llover una granizada de insultos sobre el pobre cochero que en vano se escusaba con la duracion de las procesiones, y como iba á ser detenido por contravencion á bandos y puesto despues en los periódicos, el pacífico y prudente Basilio bajó de la carromata y continuó su camino cargando con su maleta.<br />
<br />
Aquel era San Diego, su pueblo, donde no tenía un solo pariente... [36]<br />
<br />
La única casa que le pareció alegre era la de Capitan Basilio. Pollos y gallinas piaban cantos de muerte con acompañamiento de golpes secos y menuditos como de quien pica carne sobre un tajo, y del chirrido de la manteca que hierve en la sarten. En casa había festin y llegaba hasta la calle tal cual ráfaga de aire impregnada de vapores suculentos, tufillo de guisados y confituras.<br />
<br />
En el entresuelo, Basilio vió á Sinang, tan bajita como cuando la conocieron nuestros lectores aunque algo más gruesa y más redonda desde que se ha casado. Y con gran sorpresa suya divisó allá en el fondo, charlando con Cpn. Basilio, el cura y el alférez de la Guardia civil, nada menos que al joyero Simoun siempre con sus anteojos azules y su aire desembarazado.<br />
<br />
—Entendido, señor Simoun, decía Cpn. Basilio; iremos á Tianì á ver sus alhajas.<br />
<br />
—Yo tambien iría, decía el alférez, porque necesito una cadena de reloj, pero tengo tantas ocupaciones... Si Capitan Basilio quisiera encargarse...<br />
<br />
Capitan Basilio se encargaba con mucho gusto y como quería tener propicio al militar para que no le moleste en las personas de sus trabajadores, no quería aceptar la cantidad que el alférez se esforzaba en sacar de su bolsillo.<br />
<br />
—¡Es mi regalo de Pascuas!<br />
<br />
—¡No lo permito, Capitan, no lo permito!<br />
<br />
—¡Bueno, bueno! ¡Ya arreglaremos cuentas despues! decía Capitan Basilio con un gesto elegante.<br />
<br />
Tambien el cura quería un par de pendientes de señora y encargaba al Capitan se los comprase.<br />
<br />
—Los quiero de mabuti. ¡Ya arreglaremos cuentas!<br />
<br />
—No tenga usted cuidado, Padre Cura, decía el buen hombre que tambien quería estar en paz con la iglesia.<br />
<br />
Un informe malo del cura podía causarle mucho perjuicio y hacerle gastar el doble: aquellos pendientes eran regalos forzados. Simoun entretanto ponderaba sus alhajas.<br />
<br />
—¡Este hombre es atroz! pensó el estudiante; en todas partes hace negocios... Y si hemos de creer á alguno, compra de ciertos señores en la mitad de su precio las alhajas que él mismo ha vendido para que sean regalados... ¡Todos hacen negocio en este país menos nosotros! [37]<br />
<br />
Y se dirigió á su casa ó sea á la de Cpn. Tiago, habitada por un hombre de confianza. Este que le tenía mucho respeto desde el día en que le vió hacer operaciones quirúrgicas con la misma tranquilidad como si se tratase de gallinas, le esperaba para darle noticias. Dos de los trabajadores estaban presos, uno iba á ser deportado... se habían muerto varios karabaws.<br />
<br />
—¡Lo de siempre, cosas viejas! replicaba mal humorado Basilio; ¡siempre me recibís con las mismas quejas!<br />
<br />
El joven, sin ser tirano, como á menudo era reñido por Cpn. Tiago, le gustaba á su vez reñir á los que estaban bajo su direccion. El viejo buscó una noticia nueva.<br />
<br />
—¡Se nos ha muerto un aparcero, el viejo que cuida del bosque y el cura no le ha querido enterrar como pobre, alegando que el amo es rico!<br />
<br />
—¿Y de qué ha muerto?<br />
<br />
—¡De vejez!<br />
<br />
—¡Vaya, morirse de vejez! ¡Si al menos hubiese sido de alguna enfermedad!<br />
<br />
Basilio en su afan de hacer autopsias quería enfermedades.<br />
<br />
—¿No teneis nada nuevo que contarme? Me quitais las ganas de comer contándome las mismas cosas. ¿Sabeís algo de Sagpang?<br />
<br />
El viejo contó entonces el secuestro de Cabesang Tales. Basilio se quedó pensativo y no dijo nada. Se le había ido por completo el apetito.<br />
<br />
[Índice]<br />
VI<br />
Basilio<br />
<br />
Cuando las campanas empezaban á repicar para la misa de la media noche y los que preferían un buen sueño á todas las fiestas y ceremonias se despertaban refunfuñando contra el ruido y la animacion, Basilio bajó cautelosamente de la casa, dió dos ó tres vueltas por algunas calles y, convencido de que nadie le seguía ni le observaba, tomó por senderos poco frecuentados el camino que conducía al antiguo bosque de los [38]Ibarras, adquirido por Cpn. Tiago cuando, confiscados los bienes de estos, se vendieron.<br />
<br />
Como aquel año la Navidad correspondía á luna menguante, reinaba allí oscuridad completa. El repique había cesado y solo los tañidos resonaban en medio del silencio de la noche, al través del murmullo de las ramas agitadas por la brisa y el acompasado clamor de las ondas del vecino lago, como poderosa respiracion de la naturaleza sumida en grandioso sueño.<br />
<br />
Impresionado por el lugar y el momento caminaba cabizbajo el joven como si tratase de ver en la oscuridad. De cuando en cuando levantaba la cabeza para buscar las estrellas al través de los claros que dejaban entre sí las copas de los árboles, y proseguía su camino apartando los arbustos y rasgando las lianas que le entorpecían la marcha. A veces desandaba lo andado, su pié se enredaba en una mata, tropezaba contra una raiz saliente, un tronco caido. Al cabo de una media hora llegó á un pequeño arroyo en cuya opuesta orilla se levantaba una especie de colina, masa negra é informe que adquiría en la oscuridad proporciones de montaña. Basilio pasó el arroyo saltando sobre piedras que se destacaban negras sobre el fondo brillante del agua, subió la colina y se encaminó á un pequeño recinto encerrado por viejos y medio desmoronados muros. Dirigióse al arbol de balití que se levantaba en el centro, enorme, misterioso, venerable, formado de raices que subían y bajaban como otros tantos troncos entrelazados confusamente.<br />
<br />
Detúvose ante un monton de piedras, se descubrió y pareció orar. Allí estaba sepultada su madre, y su primera visita cada vez que iba al pueblo era para aquella tumba ignorada, desconocida. Teniendo que visitar á la familia de Cabesang Tales al día siguiente, aprovechaba la noche para cumplir con aquel deber.<br />
<br />
Sentóse sobre una piedra y pareció reflexionar. Se le presentaba su pasado como una larga cinta negra, rosada en su comienzo, sombría despues, con manchas de sangre, despues negra, negra, gris y clara, más clara cada vez. La estremidad no la podía ver, oculta por una nube que dejaba trasparentar luces y auroras...<br />
<br />
Hacía trece años día por día, hora por hora casi que se había muerto allí su madre en medio de la mayor miseria, en una [39]espléndida noche en que la luna brillaba y los cristianos en todo el mundo se entregaban al regocijo. Herido y cojeando había llegado allí siguiéndola; ella, loca y llena de terror, huía de su hijo como una sombra. Allí murió; vino un desconocido que le mandó formase una pira, él obedeció maquinalmente y cuando volvió, se encontró con otro desconocido junto al cadaver del primero. ¡Qué mañana y qué noche fueron aquellas! El desconocido le ayudó á levantar la pira donde quemaron el cadaver del hombre, cavó la fosa en que enterraron á su madre y despues de darle algunas monedas le mandó abandonase el lugar. Era la primera vez que veía á aquel hombre: alto, los ojos rojos, los labios pálidos, la nariz afilada...<br />
<br />
Huérfano por completo, sin padres ni hermanos, abandonó el pueblo cuyas autoridades tanto miedo le infundían y se fué á Manila para servir en casa de algun rico y estudiar á la vez como hacen muchos. Su viaje fué una odisea de insomnios y sobresaltos en los que el hambre entraba por poca cosa. Alimentábase de frutas en los bosques donde se solía internar cuando de lejos descubría el uniforme de la Guardia Civil, uniforme que le recordaba el orígen de todas sus desdichas. Una vez en Manila, andrajoso y enfermo, fué de puerta en puerta ofreciendo sus servicios. ¡Un muchachito provinciano que no sabía una palabra de español y por encima enfermizo! ¡Desalentado, hambriento y triste recorría las calles llamando la atencion su miserable traje! ¡Cuántas veces no estuvo tentado de arrojarse á los piés de los caballos que pasaban como relámpagos, arrastrando coches relucientes de plata y barniz, para acabar de una vez con sus miserias! Por fortuna vió á Cpn. Tiago pasar acompañado de la tía Isabel; él los conocía desde San Diego y en su alegría creyó haber visto en ellos casi á unos compoblanos. Siguió al coche, lo perdió de vista, preguntó por su casa y como era precisamente el día en que María Clara acababa de entrar en el convento y Cpn. Tiago estaba muy abatido, fué admitido en calidad de criado, sin sueldo por supuesto, permitiéndole en cambio estudiar, cuando quisiera, en S. Juan de Letran.<br />
<br />
Sucio, mal vestido y por todo calzado un par de zuecos, al cabo de algunos meses de estar en Manila, ingresó en el primer año de latin. Sus compañeros, al ver su traje, procuraban alejarse, [40]y su catedrático, un guapo dominico, nunca le dirigió una pregunta y, cada vez que le veía, fruncía las cejas. Las únicas palabras que en los ocho meses de clase se cruzaron entre ambos, eran el nombre propio leido en la lista y el adsum diario con que el alumno contestaba. ¡Con qué amargura salía cada vez de la clase y, adivinando el móvil de la conducta que con el se seguía, qué lágrimas no se asomaban á sus ojos y cuántas quejas estallaban y morían dentro de su corazon! ¡Cómo había llorado y sollozado sobre la tumba de su madre contándole sus ocultos dolores, humillaciones y agravios, cuando al acercarse la Navidad, Cpn. Tiago le había llevado consigo á San Diego! Y sin embargo se aprendía de memoria la leccion sin dejar una coma, ¡aunque sin comprender mucho de ella! Mas al fin llegó á resignarse viendo que entre los trescientos ó cuatrocientos de su clase solo unos cuarenta merecían le honra de ser preguntados porque llamaron la atencion del catedrático ya sea por el tipo, por alguna truhanería, por simpatía ú otra causa cualquiera. Muchos por lo demás se felicitaban porque así se evitaban el trabajo de discurrir y comprender.<br />
<br />
—Se va á los colegios, no para saber ni estudiar, sino para ganar el curso y si se puede saber el libro de memoria ¿qué más se les podía exigir? se ganaba el año.<br />
<br />
Basilio pasó los exámenes respondiendo á la única pregunta que le dirigieron, como una máquina, sin pararse ni respirar, y gano con gran risa de los examinadores la nota de aprobado. Sus nueve compañeros—se examinaban de diez en diez para ser más pronto despachados,—no tuvieron la misma suerte y fueron condenados á repetir el año de embrutecimiento.<br />
<br />
Al segundo, habiendo ganado una enorme suma el gallo que cuidaba, recibió buena propina de Cpn. Tiago y la invirtió inmediatamente en la compra de unos zapatos y de un sombrero de fieltro. Con esto y con las ropas que le daba su amo y que él arreglaba á su talla, su aspecto fué haciéndose más decente, más no pasó de allí. En una clase tan numerosa se necesita de mucho para llamar la atencion del profesor, y el alumno que desde el primer año no se haga notar por una cualidad saliente ó no se capte las simpatías de los profesores, dificilmente se hará conocer en el resto de sus días de estudiante. Sin embargo continuó, pues la constancia era su principal caracter. [41]<br />
<br />
Su suerte pareció cambiarse un poco cuando pasó al tercer año. Tocóle por profesor un dominico muy campechano, amigo de bromas y de hacer reir á los alumnos, bastante comodon porque casi siempre hacía explicar la leccion á sus favoritos: verdad es tambien que se contentaba con cualquier cosa. Basilio por esta época ya gastaba botinas y camisas casi siempre limpias y bien planchadas. Como su profesor le observase que se reía poco de los chistes y viese en sus ojos, tristes y grandes, algo como una eterna pregunta, teníale por imbécil y un día quiso ponerle en evidencia preguntándole la leccion. Basilio la recitó de cabo á rabo, sin tropezar en una f; motejóle el profesor de papagayo, contó un cuento que hizo reir de buena gana á toda la clase, y para aumentar más la hilaridad y justificar legitimidad del apodo, hizóle algunas preguntas guiñando á sus favoritos como diciéndoles:<br />
<br />
—«Vais á ver como nos vamos á divertir.»<br />
<br />
Basilio entonces ya sabía el castellano, y supo contestar con el intento manifiesto de no hacer reir á nadie. Aquello disgustó á todos, el disparate que se esperaba no vino, nadie pudo reir y el buen fraile jamás le perdonó el haber defraudado las esperanzas de toda la clase y desmentido sus profecías. Pero ¿quién se iba á esperar que algo discreto pudiese salir de una cabeza tan mal peinada en que terminaba un indio tan mal calzado, clasificado hace poco entre las aves trepadoras? Y así como en otros centros de enseñanza donde hay verdaderos deseos de que los muchachos aprendan, tales descubrimientos suelen alegrar á los profesores, así tambien en un colegio dirigido por hombres convencidos en su mayor parte de que el saber es un mal, al menos para los alumnos, el caso de Basilio tuvo mal efecto y nunca más se le preguntó en todo el resto del año. ¿Para qué si no hacía reir á nadie?<br />
<br />
Bastante desanimado y con ganas de dejar los estudios pasó al cuarto año de latin. ¿Para qué aprender, por qué no dormir como los otros y confiarlo todo al azar?<br />
<br />
Uno de los dos profesores era muy popular, querido de todos; pasaba por sabio, gran poeta y tener ideas muy avanzadas. Un día que acompañaba á los colegiales á paseo, tuvo un pique con algunos cadetes, del que resultó primero una escaramuza y despues un reto. El profesor que se acordaría tal vez de su brillante juventud, levantó una cruzada y prometió buenas [42]notas á todos los que en el paseo del domingo siguiente tomasen parte en la batalla. Animada fué la semana: hubo encuentros parciales en que se cruzaron el baston y el sable y en uno de ellos se distinguió Basilio.<br />
<br />
Llevado en triunfo por los estudiantes y presentado al profesor, fué desde entonces conocido, llegando á ser su favorito. Parte por esto y parte por su aplicacion, aquel año se llevó sobresalientes con medallas inclusive. En vista de esto, Cpn. Tiago que, desde que su hija se hizo monja, manifestaba cierta aversion á los frailes, en un momento de buen humor indújole á que se trasladase al Ateneo Municipal cuya fama estaba entonces en todo su auge.<br />
<br />
Un mundo nuevo se abrió á sus ojos, un sistema de enseñanza que él no se sospechaba en aquel colegio. Aparte de nimiedades y ciertas cosas pueriles, le llenaba de admiracion el método allí seguido y de gratitud el afan de los profesores. Sus ojos se llenaban á veces de lágrimas pensando en los cuatro años anteriores en que por falta de medios no había podido estudiar en aquel centro. Tuvo que hacer esfuerzos inauditos para ponerse al nivel de los que habían principiado bien y pudo decirse que en aquel solo año aprendió los cinco de la segunda enseñanza. Hizo el bachillerato con gran contento de sus profesores que en los exámenes se mostraron orgullosos de él ante los jueces dominicos, allí enviados para inspeccionarles. Uno de estos, como para apagar un poco tanto entusiasmo, preguntó al examinando dónde había cursado los primeros años de latin.<br />
<br />
—En San Juan de Letran, Padre, contestó Basilio.<br />
<br />
—¡Ya! en latin no está mal, observó entonces medio sonriendo el dominico.<br />
<br />
Por aficion y por caracter escogió la Medicina; Cpn. Tiago prefería el Derecho para tener un abogado de balde, pero no basta saber y conocer á fondo las leyes para tener clientela en Filipinas; es menester ganar los pleitos y para esto se necesitan amistades, influencia en ciertas esferas, mucha gramática parda. Cpn. Tiago se plegó al fin acordándose de que los estudiantes de Medicina andaban con los cadáveres á vueltas; hacía tiempo que buscaba un veneno en que templar la navaja de sus gallos y el mejor que sabía era la sangre de un chino, muerto de enfermedad sifilítica. [43]<br />
<br />
Con igual aprovechamiento, mayor si cabe, cursó el joven los años de la facultad y ya desde el tercero empezó á curar con mucha suerte, cosa que no solo le preparaba un brillante porvenir sino que tambien le producía bastante para vestirse hasta con cierta elegancia y hacer algunas economías.<br />
<br />
Este año era el último de su carrera y dentro de dos meses será médico, se retirará á su pueblo, se casará con Juliana para vivir felices. El éxito de su licenciatura no solo era seguro, sino que lo esperaba brillante como la corona de su vida escolar. Estaba designado para el discurso de accion de gracias en el acto de la investidura, y ya se veía en medio del Paraninfo delante de todo el claustro, objeto de las miradas y atencion del público. Todas aquellas cabezas, eminencias de la ciencia manilense, medio hundidas en sus mucetas de colores, todas las mujeres que allí acudían por curiosidad y que años antes le miraban, si no con desden, con indiferencia, todos aquellos señores cuyos coches, cuando muchacho le iban á atropellar en medio del barro como si se tratase de un perro, entonces le escucharían atentos, y él les iba á decir algo que no era trivial, algo que no ha resonado nunca en aquel recinto, se iba á olvidar de sí para acordarse de los pobres estudiantes del porvenir, y haría la entrada en la sociedad con aquel discurso...<br />
<br />
[Índice]<br />
VII<br />
Simoun<br />
<br />
En estas cosas pensaba Basilio al visitar la tumba de su madre. Disponíase á volver al pueblo, cuando creyó ver una claridad proyectada en medio de los árboles y oir una crepitacion de ramas, ruido de pisadas, roce de hojas... La luz se extinguió pero el ruido se hizo cada vez más distinto, y pronto vió una sombra aparecer en medio del recinto, marchando directamente hácia donde él estaba.<br />
<br />
Basilio de por sí no era supersticioso y menos despues de haber descuartizado tantos cadáveres y asistido á tantos moribundos; pero las antiguas leyendas sobre aquel fúnebre parage, la hora, la oscuridad, el silbido melancólico del viento y [44]ciertos cuentos oidos en su niñez influyeron algo en su ánimo y sintió que su corazon latía con violencia.<br />
<br />
La sombra se detuvo al otro lado del balitì y el joven la podía ver al través de una hendidura que dejaban entre sí dos raices que habían adquirido con el tiempo las proporciones de dos troncos. Produjo debajo de su traje una lámpara de poderoso lente refractor, que depositó sobre el suelo alumbrando unas botas de montar: el resto quedaba oculto en la oscuridad. La sombra pareció registrar sus bolsillos, despues se encorvó para adaptar la hoja de una azada al estremo de un grueso baston: Basilio creyó distinguir con gran sorpresa suya algo de los contornos del joyero Simoun. Era el mismo en efecto.<br />
<br />
El joyero cavaba la tierra, y de cuando en cuando la lámpara le iluminaba el rostro: no tenía los anteojos azules que tanto le desfiguraban. Basilio se entremeció. Aquel era el mismo desconocido que trece años antes había cavado allí la fosa de su madre, sólo que ahora había envejecido, sus cabellos se habían vuelto blancos y usaba bigote y barba, pero la mirada era la misma, la misma expresion amarga, la misma nube en la frente, los mismos brazos musculosos, algo más secos ahora, la misma energía iracunda. Las impresiones pasadas renacieron en él: creyó sentir el calor de la hoguera, el hambre, el desaliento de entonces, el olor de la tierra removida... Su descubrimiento le tenía aterrado. De modo que el joyero Simoun que pasaba por indio inglés, portugués, americano, mulato, el Cardenal Moreno, la Eminencia Negra, el espíritu malo del Capitan General como le llamaban muchos, no era otro que el misterioso desconocido cuya aparicion y desaparicion coincidían con la muerte del heredero de aquellos terrenos. Pero de los dos desconocidos que se le presentaron, del muerto y del vivo ¿quién era el Ibarra?<br />
<br />
Esta pregunta que él se había dirigido varias veces siempre que se hablaba de la muerte de Ibarra, acudía de nuevo á su mente ante aquel hombre enigma que allí veía.<br />
<br />
El muerto tenía dos heridas que debieron ser de armas de fuego segun lo que él estudió despues y serían las resultas de la persecucion en el lago. El muerto sería entonces el Ibarra que vendría para morir sobre la tumba de su antepasado, y su deseo de ser quemado se explica muy bien por su estancia en Europa donde se estila la cremacion. ¿Entonces quién era el [45]otro, el vivo, este joyero Simoun, entonces de apariencia miserable y que ahora volvía cubierto de oro y amigo de las autoridades? Allí había un misterio y el estudiante, con su sangre fría característica, se prometió aclararlo, y aguardó una ocasion.<br />
<br />
Simoun cavaba y cavaba en tanto, pero Basilio veía que el antiguo vigor se había amenguado: Simoun jadeaba, respiraba con dificultad y tenía que descansar á cada momento.<br />
<br />
Basilio temiendo fuese descubierto tomó una resolucion súbita, se levantó de su asiento y con la voz más natural,<br />
<br />
—¿Le puedo ayudar, señor...? preguntó saliendo de su escondite.<br />
<br />
Simoun se enderezó y dió un salto como un tigre atacado infraganti, se llevó la mano al bolsillo de su americana y miró al estudiante pálido y sombrío.<br />
<br />
—Hace trece años me ha prestado usted un gran servicio, señor, prosiguió Basilio sin inmutarse, en este mismo sitio, enterrando el cadaver de mi madre y me consideraría feliz si yo le pudiese servir.<br />
<br />
Simoun, sin apartar los ojos del joven, sacó de su bolsillo un revólver. Oyóse un chasquido como el de un arma que se amartilla.<br />
<br />
—¿Por quién me toma usted? dijo retrocediendo dos pasos.<br />
<br />
—Por una persona para mí sagrada, contestó Basilio algo emocionado creyendo llegada su última hora: por una persona que todos, menos yo, creen muerta y cuyas desgracias he lamentado siempre.<br />
<br />
Imponente silencio siguió á estas palabras, silencio que para el joven le sonaba á eternidad. Simoun no obstante, despues de larga vacilacion, se le acercó y poniéndole una mano sobre el hombro le dijo en voz conmovida:<br />
<br />
—Basilio, usted posee un secreto que me puede perder y ahora acaba de sorprenderme en otro que me pone enteramente en sus manos y cuya divulgacion puede trastornar todos mis planes. Para mi seguridad y en bien del objeto que me propongo yo debía sellar para siempre sus labios porque ¿qué es la vida de un hombre ante el fin que persigo? La ocasion me es propicia, nadie sabe que he venido, estoy armado, usted indefenso; su muerte se atribuiría á los tulisanes, sino á otra causa más sobrenatural... y sin embargo yo le dejaré vivir y confío en que no me ha de pesar. Usted ha trabajado, ha luchado con [46]enérgica constancia... y como yo, tiene usted cuentas que arreglar con la sociedad; su hermanito fué asesinado, á su madre la han vuelto loca, y la sociedad no ha perseguido ni al asesino ni al verdugo. Usted y yo pertenecemos á los sedientos de justicia, y, en vez de destruirnos, debemos ayudarnos.<br />
<br />
Simoun se detuvo ahogando un suspiro y despues continuó lentamente con la mirada vaga.<br />
<br />
—Sí, yo soy aquel que ha venido hace trece años enfermo y miserable para rendir el último tributo á un alma grande, noble que ha querido morir por mí. Víctima de un sistema viciado he vagado por el mundo, trabajando noche y día para amasar una fortuna y llevar á cabo mi plan. Ahora he vuelto para destruir ese sistema, precipitar su corrupcion, empujarle al abismo á que corre insensato, aun cuando tuviese que emplear oleadas de lágrimas y sangre... Se ha condenado, lo está ¡y no quiero morir sin verle antes hecho trizas en el fondo del precipicio!<br />
<br />
Y Simoun estendía ambos brazos hácia la tierra como si con aquel movimiento quisiese mantener allí los restos destrozados. Su voz había adquirido un timbre siniestro, lúgubre que hacía estremecerse al estudiante.<br />
<br />
—Llamado por los vicios de los que las gobiernan, he vuelto á estas islas y, bajo la capa del comerciante, he recorrido los pueblos. Con mi oro me he abierto camino y donde quiera he visto á la codicia bajo las formas más execrables, ya hipócrita, ya impúdica, ya cruel, cebarse en un organismo muerto como un buitre en un cadáver, y me he preguntado ¿por qué no fermentaba en sus entrañas la ponzoña, la ptomaina, el veneno de las tumbas, para matar á la asquerosa ave? El cadáver se dejaba destrozar, el buitre se hartaba de carne, y como no me era posible darle la vida para que se volviese contra su verdugo, y como la corrupcion venía lentamente, he atizado la codicia, la he favorecido, las injusticias y los abusos se multiplicaron; he fomentado el crímen, los actos de crueldad, para que el pueblo se acostumbrase á la idea de la muerte; he mantenido la zozobra para que huyendo de ella se buscase una solucion cualquiera; he puesto trabas al comercio para que empobrecido el país y reducido á la miseria ya nada pudiese temer; he instigado ambiciones para empobrecer [47]el tesoro, y no bastándome esto para despertar un levantamiento popular, he herido al pueblo en su fibra más sensible, he hecho que el buitre mismo insultase al mismo cadáver que le daba la vida y lo corrompiese... Mas, cuando iba á conseguir que de la suprema podredumbre, de la suprema basura, mezcla de tantos productos asquerosos fermente el veneno, cuando la codicia exacerbada, en su atontamiento se daba prisa por apoderarse de cuanto le venía á la mano como una vieja sorprendida por el incendio, hé aquí que vosotros surgís con gritos de españolismo, con cantos de confianza en el Gobierno, en lo que no ha de venir; hé aquí que una carne palpitante de calor y vida, pura, joven, lozana, vibrante en sangre, en entusiasmo, brota de repente para ofrecerse de nuevo como fresco alimento... ¡Ah, la juventud siempre inexperta y soñadora, siempre corriendo trás las mariposas y las flores! ¡Os ligais para con vuestros esfuerzos unir vuestra patria á la España con guirnaldas de rosas cuando en realidad forjais cadenas más duras que el diamante! ¡Pedís igualdad de derechos, españolizacion de vuestras costumbres y no veís que lo que pedís es la muerte, la destruccion de vuestra nacionalidad, la aniquilacion de vuestra patria, la consagracion de la tiranía! ¿Qué sereis en lo futuro? Pueblo sin caracter, nacion sin libertad; todo en vosotros será prestado hasta los mismos defectos. ¡Pedís españolizacion y no palideceis de vergüenza cuando os la niegan! Y aunque os la concedieran ¿qué quereis? ¿qué vais á ganar? ¡Cuando más feliz, país de pronunciamientos, país de guerras civiles, república de rapaces y descontentos como algunas repúblicas de la América de Sur! ¿A qué venís ahora con vuestra enseñanza del castellano, pretension que sería ridícula si no fuese de consecuencias deplorables? ¡Quereis añadir un idioma más á los cuarenta y tantos que se hablan en las islas para entenderos cada vez menos!...<br />
<br />
—Al contrario, repuso Basilio; si el conocimiento del castellano nos puede unir al gobierno, ¡en cambio puede unir tambien á todas las islas entre sí!<br />
<br />
—¡Error craso! interrumpió Simoun; os dejais engañar por grandes palabras y nunca vais al fondo de las cosas á examinar los efectos en sus últimas manifestaciones. El español nunca será lenguaje general en el pais, el pueblo nunca lo hablará [48]porque para las concepciones de su cerebro y los sentimientos de su corazon no tiene frases ese idioma: cada pueblo tiene el suyo, como tiene su manera de sentir. ¿Qué vais á conseguir con el castellano, los pocos que lo habeis de hablar? ¡Matar vuestra originalidad, subordinar vuestros pensamientos á otros cerebros y en vez de haceros libres haceros verdaderamente esclavos! Nueve por diez de los que os presumís de ilustrados, sois renegados de vuestra patria. El que de entre vosotros habla ese idioma, descuida de tal manera el suyo que ni lo escribe ni lo entiende y ¡cuántos he visto yo que afectan no saber de ello una sola palabra! Por fortuna teneis un gobierno imbécil. Mientras la Rusia para esclavizar á la Polonia le impone el ruso, mientras la Alemania prohibe el francés en las provincias conquistadas, vuestro gobierno pugna por conservaros el vuestro y vosotros en cambio, pueblo maravilloso bajo un gobierno increible, ¡vosotros os esforzais en despojaros de vuestra nacionalidad! Uno y otro os olvidais de que mientras un pueblo conserve su idioma, conserva la prenda de su libertad, como el hombre su independencia mientras conserva su manera de pensar. El idioma es el pensamiento de los pueblos. Felizmente vuestra independencia está asegurada: ¡las pasiones humanas velan por ella!...<br />
<br />
Simoun se detuvo y se pasó la mano por la frente. La luna se levantaba y enviaba su debil claridad de luna menguante al través de las ramas. Con los cabellos blancos y las facciones duras, iluminadas de abajo arriba por la luz de la lámpara, parecía el joyero el espíritu fatídico del bosque meditando algo siniestro. Basilio, silencioso ante tan duros reproches, escuchaba con la cabeza baja. Simoun continuó:<br />
<br />
—Yo he visto iniciarse ese movimiento y he pasado noches enteras de angustia porque comprendía que entre esa juventud había inteligencias y corazones escepcionales sacrificándose por una causa que creían buena, cuando en realidad trabajaban contra su país... Cuantas veces he querido dirigirme á vosotros, desenmascararme y desengañaros, pero en vista de la fama que disfruto, mis palabras se habrían interpretado mal y acaso habrían tenido efecto contraproducente... Cuantas veces he querido acercarme á vuestro Makaraig, á vuestro Isagani; á veces pensé en su muerte, quise destruirlos... [49]<br />
<br />
Detúvose Simoun.<br />
<br />
—Hé aquí la razon por qué le dejo á usted vivir, Basilio, y me expongo á que por una imprudencia cualquiera me delate un día... Usted sabe quien soy, sabe lo mucho que he debido sufrir, cree en mí; usted no es el vulgo que ve en el joyero Simoun al traficante que impulsa á las autoridades á que cometan abusos para que los agraviados le compren alhajas... Yo soy el Juez que quiero castigar á un sistema valiéndome de sus propios crímenes, hacerle la guerra halagándole... Necesito que usted me ayude, que use de su influencia en la juventud para combatir esos insensatos deseos de españolismo, de asimilacion, de igualdad de derechos... ¡Por ese camino se llega á lo más á ser mala copia, y el pueblo debe mirar más alto! Locura es tratar de influir en la manera de pensar de los gobernantes; tienen su plan trazado, tienen la venda puesta, y, sobre perder el tiempo inutilmente, engañais al pueblo con vanas esperanzas y contribuís á doblar su cuello ante el tirano. Lo que debeis hacer es aprovecharos de sus preocupaciones para aplicarlas á vuestra utilidad. ¿No quieren asimilaros al pueblo español? Pues, ¡enhorabuena! distinguíos entonces delineando vuestro propio caracter, tratad de fundar los cimientos de la patria filipina... ¿No quieren daros esperanzas? ¡Enhorabuena! no espereis en él, esperad en vosotros y trabajad. ¿Os niegan la representacion en sus Cortes? ¡Tanto mejor! Aun cuando consigais enviar diputados elegidos á vuestro gusto, ¿qué vais á hacer en ellas sino ahogaros entre tantas voces y sancionar con vuestra presencia los abusos y faltas que despues se cometan? Mientras menos derechos reconozcan en vosotros, más tendreis despues para sacudir el yugo y devolverles mal por mal. Si no quieren enseñaros su idioma, cultivad el vuestro estendedlo, conservad al pueblo su propio pensamiento, y en vez de tener aspiraciones de provincia, tenedlas de nacion, en vez de pensamientos subordinados, pensamientos independientes, á fin de que ni por los derechos, ni por las costumbres, ni por el lenguaje el español se considere aquí como en su casa, ni sea considerado por el pueblo como nacional, sino siempre como invasor, como estrangero, y tarde ó temprano tendreis vuestra libertad. ¡Hé aquí por qué quiero que usted viva! [50]<br />
<br />
Basilio respiró como si un gran peso se le hubiese quitado de encima y respondió despues de una breve pausa:<br />
<br />
—Señor, el honor que usted me hace confiándome sus planes es demasiado grande para que yo no le sea franco y le diga que lo que me exige está por encima de mis fuerzas. Yo no hago política, y si he firmado la peticion para la enseñanza del castellano ha sido porque en ello veía un bien para los estudios y nada más. Mi destino es otro, mi aspiracion se reduce á aliviar las dolencias físicas de mis conciudadanos.<br />
<br />
El joyero se sonrió.<br />
<br />
—¿Qué son las dolencias físicas comparadas con las dolencias morales? preguntó; ¿qué es la muerte de un hombre ante la muerte de una sociedad? Un día usted será tal vez un gran médico si le dejan curar en paz; ¡pero más grande será todavía aquel que infunda nueva vida en este pueblo anémico! Usted ¿qué hace por el país que le dió el ser, que le da la vida y le procura los conocimientos? ¿No sabe usted que es inútil la vida que no se consagra á una idea grande? Es un pedruzco perdido en el campo sin formar parte de ningun edificio.<br />
<br />
—No, no señor, contestó Basilio modestamente; yo no me cruzo de brazos, yo trabajo como todos trabajan para levantar de las ruinas del pasado un pueblo cuyos individuos sean solidarios y cada uno de los cuales sienta en sí mismo la conciencia y la vida de la totalidad. Pero, por entusiasta que nuestra generacion sea comprendemos que en la gran fábrica social debe existir la subdivision del trabajo; he escogido mi tarea y me dedico á la ciencia.<br />
<br />
—La ciencia no es el fin del hombre, observó Simoun.<br />
<br />
—A ella tienden las naciones más cultas.<br />
<br />
—Sí, pero como un medio para buscar su felicidad.<br />
<br />
—¡La ciencia es más eterna, es más humana, más universal! replicó el joven en un trasporte de entusiasmo. Dentro de algunos siglos cuando la humanidad esté ilustrada y redimida, cuando ya no haya razas, cuando todos los pueblos sean libres, cuando no haya tiranos ni esclavos, colonias ni metrópolis, cuando rija una justicia y el hombre sea ciudadano del mundo, solo quedará el culto de la ciencia, la palabra patriotismo sonará á fanatismo, y al que alardee entonces de virtudes patrióticas le encerrarán sin duda como á un enfermo peligroso, á un perturbador de la armonía social. [51]<br />
<br />
Simoun se sonrió tristemente.<br />
<br />
—Sí, sí, dijo sacudiendo la cabeza, mas, para que llegue ese estado es menester que no haya pueblos tiranos ni pueblos esclavos, es menester que el nombre sea á donde vaya libre, sepa respetar en el derecho de cualquiera el de su propia individualidad, y para esto hay que verter primero mucha sangre, se impone la lucha como necesaria... Para vencer al antiguo fanatismo que oprimía las conciencias fué menester que muchos pereciesen en las hogueras para que, horrorizada la conciencia social, declarase libre á la conciencia individual. ¡Es menester tambien que todos respondan á la pregunta que cada día les dirige la patria cuando les tiende las manos encadenadas! El patriotismo solo puede ser crímen en los pueblos opresores porque entonces será la rapiña bautizada con un hermoso nombre, pero por perfecta que pueda ser la humanidad el patriotismo será siempre virtud en los pueblos oprimidos porque significará en todo tiempo amor á la justicia, á la libertad, á la dignidad misma. ¡Nada pues de sueños quiméricos, nada de idilios mujeriles! La grandeza del hombre no está en anticiparse á su siglo, cosa imposible por demás, sino en adivinar sus deseos, responder á sus necesidades y guiarle á marchar adelante. Los genios que el vulgo cree se han adelantado al suyo, solo aparecen así porque el que los juzga los ve desde muy lejos, ¡ó toma por siglo la cola en que marchan los rezagados!<br />
<br />
Simoun se calló. Viendo que no conseguía despertar el entusiasmo en aquella alma fría, acudió á otro argumento, y preguntó cambiando de tono:<br />
<br />
—¿Y por la memoria de su madre y de su hermano, qué hace usted? ¿Basta venir aquí cada año y llorar como una mujer sobre una tumba?<br />
<br />
Y se rió burlonamente.<br />
<br />
El tiro dió en el blanco; Basilio se inmutó y avanzó un paso.<br />
<br />
—¿Qué quiere usted que haga? preguntó con ira. Sin medios, sin posicion social ¿he de obtener justicia contra sus verdugos? Sería otra víctima y me estrellaría como un pedazo de vidrio lanzado contra una roca. ¡Ah, hace usted mal en recordármelo porque es tocar inutilmente una llaga!<br />
<br />
—¿Y si yo le ofrezco á usted mi apoyo?<br />
<br />
Basilio sacudió la cabeza y se quedó pensativo. [52]<br />
<br />
—¡Todas las reivindicaciones de la justicia, todas las venganzas de la tierra no harán revivir un solo cabello de mi madre, refrescar una sonrisa en los labios de mi hermano! Que duerman en paz... ¿Qué he de sacar aun cuando me vengase?<br />
<br />
—Evitar que otros sufran lo que usted ha sufrido, que en lo futuro haya hijos asesinados y madres forzadas á la locura. La resignacion no siempre es virtud, es crímen cuando alienta tiranías: no hay déspotas donde no hay esclavos. ¡Ay! el hombre es de suyo tan malo que siempre abusa cuando encuentra complacientes. Como usted pensaba yo tambien y sabe cual fué mi suerte. Los que han causado su desgracia le vigilan día y noche; sospechan que usted acecha un momento oportuno; interpretan su afan de saber, su amor al estudio, su tranquilidad misma por ardientes deseos de venganza... ¡El día en que puedan deshacerse de usted lo harán como lo hicieron conmigo y no le dejarán crecer porque le temen y le odian!<br />
<br />
—¿Odiarme á mí? ¿odiarme todavía despues del mal que me han hecho? preguntó el joven sorprendido.<br />
<br />
Simoun soltó una carcajada.<br />
<br />
—Es natural en el hombre odiar á aquellos á quienes ha agraviado, decía Tácito confirmando el quos læserunt et oderunt de Séneca. Cuando usted quiera medir los agravios ó los bienes que un pueblo hace á otro, no tiene más que ver si le odia ó le ama. Y así se explica el por qué algunos que aquí se han enriquecido desde los altos puestos que desempeñaron, vueltos á la Península se deshacen en injurias y en insultos contra los que fueron sus víctimas. ¡Proprium humani ingenii est odisse quem læseris!<br />
<br />
—Pero si el mundo es grande, si uno les deja gozar tranquilamente del poder... si no pido más que trabajar, que me dejen vivir...<br />
<br />
—¡Y criar hijos pacíficos para irlos despues á someter al yugo!, continuó Simoun remedando cruelmente la voz de Basilio. ¡Valiente porvenir les prepara usted, y le han de agradecer una vida de humillaciones y sufrimientos! ¡Enhorabuena, joven! Cuando un cuerpo está inerte, inútil es galvanizarlo. Veinte años de esclavitud contínua, de humillacion sistemática, de postracion constante llegan á crear en el alma una joroba que no lo ha de enderezar el trabajo de un día. Los sentimientos [53]buenos ó malos se heredan y se trasmiten de padres á hijos. ¡Vivan pues sus ideas idílicas, vivan los sueños del esclavo que solo pide un poco de estopa con que envolver la cadena para que suene menos y no le ulcere la piel! Usted aspira á un pequeño hogar con alguna comodidad; una mujer y un puñado de arroz: ¡hé ahí el hombre ideal en Filipinas! Bien; si se lo dan, considérese afortunado.<br />
<br />
Basilio, acostumbrado á obedecer y á sufrir los caprichos y el mal humor de Cpn. Tiago y subyugado por Simoun que se le aparecía terrible y siniestro destacándose de un fondo teñido en lágrimas y sangre, trataba de explicarse diciendo que no se consideraba con aptitudes para mezclarse en la política, que no tenía opinion alguna porque no había estudiado la cuestion pero que siempre estaba dispuesto á prestar sus servicios el día en que se los exigiesen, que por el momento solo veía una necesidad, la ilustracion del pueblo, etc., etc. Simoun le cortó la palabra con un gesto y como pronto iba á amanecer, dijo:<br />
<br />
—Joven, no le recomiendo á usted que guarde mi secreto porque sé que la discrecion es una de sus buenas cualidades, y aunque usted me quisiere vender, el joyero Simoun, el amigo de las autoridades y de las corporaciones religiosas merecerá siempre más crédito que el estudiante Basilio sospechoso ya de filibusterismo por lo mismo que siendo indígena se señala y se distingue, y porque en la carrera que sigue se encontrará con poderosos rivales. Con todo aunque usted no ha respondido á mis esperanzas, el día en que cambie de opinion, búsqueme en mi casa de la Escolta y le serviré de buena voluntad.<br />
<br />
Basilio dió brevemente las gracias y se alejó.<br />
<br />
—¿Me habré equivocado de clave? murmuró Simoun al encontrarse solo; ¿es que duda de mí ó medita tan en secreto el plan de su venganza que teme confiarlo á la misma soledad de la noche? ¿O será que los años de servidumbre han apagado en su corazon todo sentimiento humano y solo quedan las tendencias animales de vivir y reproducirse? En este caso el molde estaría deforme y hay que volverlo á fundir... La hecatombe se impone pues; ¡perezcan los ineptos y sobrevivan los más fuertes!<br />
<br />
Y añadió lúgubremente como si se dirigiese á alguien: [54]<br />
<br />
—¡Tened paciencia, vosotros que me habeis legado un nombre y un hogar, tened paciencia! Uno y otro los he perdido, patria, porvenir, bienestar, vuestras mismas tumbas... ¡pero tened paciencia! Y tú, espíritu noble, alma grandiosa, corazon magnánimo que has vivido para un solo pensamiento y has sacrificado tu vida sin contar con la gratitud ni la admiracion de nadie, ¡ten paciencia, ten paciencia! Los medios de que me valgo no serán tal vez los tuyos, pero son los más breves... El día se acerca y cuando brille iré yo mismo á anunciároslo á vosotros. ¡Tened paciencia!<br />
<br />
[Índice]<br />
VIII<br />
¡Buenas Pascuas!<br />
<br />
Cuando Julî abrió los doloridos ojos, vió que la casa estaba todavía oscura. Los gallos cantaban. Lo primero que se le ocurrió fué que quizás la Virgen haya hecho el milagro, y el sol no iba á salir á pesar de los gallos que lo invocaban.<br />
<br />
Levantóse, se persignó, rezó con mucha devocion sus oraciones de la mañana y procurando hacer el menor ruido posible, salió al batalan.<br />
<br />
No había milagro; el sol iba á salir, la mañana prometía ser magnífica, la brisa era deliciosamente fría, las estrellas en el oriente palidecían y los gallos cantaban á más y mejor. Aquello era mucho pedir; ¡más facil le era á la Virgen enviar los doscientos cincuenta pesos! ¿Qué le cuesta á ella, la Madre de Dios, dárselos? Pero debajo de la imágen solo encontró la carta de su padre pidiendo los quinientos pesos de rescate... No había más remedio que partir. Viendo que su abuelo no se movía, le creyó dormido, é hizo el salabat del desayuno. ¡Cosa rara! ella estaba tranquila, hasta tenía ganas de reir. ¿Qué tenía pues para acongojarse tanto aquella noche? No iba lejos, podía venir cada dos días á visitar la casa; el abuelo podía verla y en cuanto á Basilio, él sabía hace tiempo el mal giro que tomaban los asuntos de su padre porque solía decirla á menudo:<br />
<br />
—Cuando yo sea médico y nos casemos, tu padre no necesitará de sus campos. [55]<br />
<br />
—¡Qué tonta he sido en llorar tanto! se decía mientras arreglaba su tampipi.<br />
<br />
Y como sus dedos tropezasen con el relicario, lo llevó á sus labios, lo besó, pero se los frotó inmediatamente temiendo el contagio; aquel relicario de brillantes y esmeraldas había venido de un lazarino... ¡Ah! entonces sí, si ella contraía semejante enfermedad, no se casaría.<br />
<br />
Como empezaba á clarear y viera á su abuelo sentado en un rincon, siguiendo con los ojos todos sus movimientos cogió su tampipi de ropas, se acercó sonriendo á besarle la mano. El viejo la bendijo sin decir una palabra. Ella quiso bromear.<br />
<br />
—Cuando el padre vuelva le direis que al fin me he ido al colegio: mi ama habla español. Es el colegio más barato que se puede encontrar.<br />
<br />
Y viendo que los ojos del viejo se llenaban de lágrimas, puso sobre su cabeza el tampipi y bajó apresuradamente las escaleras. Sus chinelas resonaban alegremente sobre las gradas de madera.<br />
<br />
Pero cuando volvió el rostro para mirar una vez más hácia su casa, la casa donde se habían evaporado sus últimos ensueños de niña y se dibujaron sus primeras ilusiones de joven; cuando la vió triste, solitaria, abandonada, con las ventanas á medio cerrar, vacías y oscuras como los ojos de un muerto; cuando oyó el debil ruido de los cañaverales y los vió balancearse al impulso del fresco viento de la mañana como diciéndole «adios», entonces su vivacidad se disipó, detúvose, sus ojos se llenaron de lágrimas y dejándose caer sentada sobre un tronco que había caido junto al camino, lloró desconsoladamente.<br />
<br />
Hacía horas que Julî se había ido y el sol estaba ya bastante alto. Tandang Selo desde la ventana miraba á la gente que en traje de fiesta se dirigía al pueblo para oir la misa mayor. Casi todos llevaban de la mano, ó cargaban en brazos un niño, una niña, ataviados como para una fiesta.<br />
<br />
El día de la Pascua en Filipinas es, segun las personas mayores, de fiesta para los niños; los niños acaso no sean de la misma opinion y se puede presumir que le tienen un miedo instintivo. Con efecto: se les despierta temprano, se les lava, se les viste y pone encima todo lo nuevo, caro y precioso [56]que tienen, botines de seda, enormes sombreros, trajes de lana, de seda ó de terciopelo sin dejar cuatro ó cinco escapularios pequeños que llevan el evangelio de S. Juan, y así cargados los llevan á la misa mayor que dura casi una hora, se les obliga á sufrir el calor y el vaho de tanta gente apiñada y sudorosa, y si no les hacen rezar el rosario tienen que estar quietos, aburrirse ó dormir. A cada movimiento ó travesura que pueda ensuciar el traje, un pellizco, una reprimenda; así es que ni rien ni estan alegres y se lee en los redondos ojos la nostalgia por la vieja camisola de todos los días y la protesta contra tanto bordado. Despues se les lleva de casa en casa á visitar á los parientes para el besamanos; allí tienen que bailar, cantar y decir todas las gracias que sepan, tengan ó no humor, esten ó no incómodos en sus atavíos, con los pellizcos y las reprensiones de siempre cuando hacen alguna de las suyas. Los parientes les dan cuartos que recogen los padres y de los que regularmente no vuelven á tener noticia. Lo único positivo que suelen sacar de la fiesta son las señales de los pellizcos ya dichos, las incomodidades y á lo mejor una indigestion por un atracon de dulces ó bizcochos en casa de los buenos parientes. Pero tal es la costumbre y los niños filipinos entran en el mundo por estas pruebas que despues de todo resultan ser las menos tristes, las menos duras en la vida de aquellos individuos...<br />
<br />
Las personas de edad que viven independientes participan algo en esta fiesta. Visitan á sus padres y tíos, doblan una rodilla y desean las buenas pascuas: su aguinaldo consiste en un dulce, una fruta, un vaso de agua ó un regalito cualquiera insignificante.<br />
<br />
Tandang Selo veía pasar á todos sus amigos y pensaba tristemente en que aquel año no tenía aguinaldo para nadie y que su nieta se había ido sin el suyo, sin desearle las felices pascuas. ¿Era delicadeza en Julî ó puramente un olvido?<br />
<br />
Cuando Tandang Selo quiso saludar á los parientes que venían á visitarle trayéndole sus niños, con no poca sorpresa suya encontró que no podía articular una palabra: en vano se esforzó, ningun sonido pudo modular. Llevábase las manos á la garganta, sacudía la cabeza, ¡imposible! trató de reir y sus labios se agitaron convulsivamente: un ruido opaco como el soplo de un fuelle era lo más que pudo producir. Miráronse las mujeres espantadas. [57]<br />
<br />
—¡Está mudo, está mudo! gritaron llenas de consternacion, armando inmediatamente un regular alboroto.<br />
<br />
[Índice]<br />
IX<br />
Pilatos<br />
<br />
La noticia de aquella desgracia se supo en el pueblo; unos lo lamentaron y otros se encogieron de hombros. Ninguno tenía la culpa y nadie lo cargaba sobre su conciencia.<br />
<br />
El teniente de la Guardia Civil ni se inmutó siquiera; tenía orden de recoger todas las armas y había cumplido con su deber; perseguía á los tulisanes siempre que podía, y cuando secuestraron á Cabesang Tales, él organizo inmediatamente una batida y trajo al pueblo maniatados codo con codo á cinco ó seis campesinos que le parecieron sospechosos, y si no apareció Cabesang Tales era porque no estaba en los bolsillos ni debajo de la piel de los presos que fueron activamente sacudidos.<br />
<br />
El lego hacendero se encogió de hombros. Él nada tenía que ver: ¡cuestion de tulisanes! y él solo cumplía con su obligacion. Cierto que si no se hubiese quejado, acaso no hubieran recogido las armas y el pobre Cabesang no habría sido secuestrado, pero él, Fr. Clemente, tenía que mirar por su seguridad y aquel Tales tenía una manera de mirar que parecía escoger un buen blanco en alguna parte de su cuerpo. La defensa es natural. Si hay tulisanes, la culpa no es de él; su deber no es perseguirlos, eso le toca á la Guardia Civil. Si Cabesang Tales en vez de vagar por sus terrenos se hubiese quedado en casa, no habría caido prisionero. En fin, aquello era un castigo del cielo contra los que se resisten á las exigencias de su corporacion.<br />
<br />
Hermana Penchang, la vieja devota en cuya casa servía Julî, lo supo, soltó dos ó tres ¡susmariosep! se santiguó y añadió:<br />
<br />
—Muchas veces nos envía Dios esas cosas porque somos pecadores ó porque tenemos parientes pecadores á quienes debiéramos haber enseñado la piedad y no lo hemos hecho.<br />
<br />
Estos parientes pecadores querían decir Juliana; para la devota, Julî era una gran pecadora. [58]<br />
<br />
—¡Figuraos una joven ya casadera que no sabe todavía rezar! ¡Jesus, que escándalo! Pues no dice la indigna el Dios te salve María sin pararse en es contigo, y el santa María sin hacer pausa en pecadores, ¿como toda buena cristiana que teme á Dios debe hacer? ¡Susmariosep! ¡No sabe el oremus gratiam y dice mentíbus por méntibus! Cualquiera al oirla creería que está hablando de suman de ibus. ¡Susmariosep!<br />
<br />
Y se hacía una cruz escandalizada y daba gracias á Dios que había permitido fuese secuestrado el padre para que la hija salga del pecado y aprenda las virtudes que segun los curas deben adornar á toda mujer cristiana. Y por esto la retenía en su servicio, no la dejaba volver al barrio para cuidar de su abuelo. Julî tenía que aprender á rezar, leer los libritos que distribuyen los frailes y trabajar hasta que pague los doscientos cincuenta pesos.<br />
<br />
Cuando supo que Basilio se había ido á Manila para sacar sus economías y rescatar á Julî de la casa en donde servía, creyó la buena mujer que la joven se perdía para siempre y que el diablo se le iba á presentar bajo la forma del estudiante. ¡Fastidioso y todo, cuánta razon tenía aquel librito que le había dado el cura! Los jóvenes que van á Manila para aprender, se pierden y pierden á los demás. Y creyendo salvar á Julî la hacía leer y releer el librito de Tandang Basio Macunat recomendándola fuese siempre á verse con el cura en el convento, como hacía la heroina que tanto ensalzaba el fraile, su autor.<br />
<br />
Entretanto los frailes estaban de enhorabuena: habían ganado definitivamente el pleito y aprovecharon el cautiverio de Cabesang Tales para entregar sus terrenos al que los había solicitado, sin el más pequeño pundonor, sin la menor pizca de vergüenza. Cuando volvió el antiguo dueño y se enteró de lo que había pasado, cuando vió en poder de otro sus terrenos, aquellos terrenos que le habían costado las vidas de su mujer é hija; cuando halló á su padre mudo, á su hija sirviendo como criada con más una orden del tribunal, trasmitida por el teniente del barrio, para desalojar la casa y abandonarla dentro de tres días, Cabesang Tales no dijo una sola palabra, sentóse al lado de su padre y apenas habló en todo el día. [59]<br />
<br />
[Índice]<br />
X<br />
Riqueza y miseria<br />
<br />
Al día siguiente, con gran sorpresa del barrio, pedía hospitalidad en casa de Cabesang Tales el joyero Simoun, seguido de dos criados que cargaban sendas maletas con fundas de lona. En medio de su miseria, aquel no se olvidaba de las buenas costumbres filipinas y estaba muy confuso al pensar que no tenía nada para agasajar al estrangero. Pero Simoun traía todo consigo, criados y provisiones, y solo deseaba pasar el día y la noche en aquella casa por ser la más cómoda del barrio y por encontrarse entre San Diego y Tianì, pueblos de donde esperaba muchos compradores.<br />
<br />
Simoun se enteraba del estado de los caminos y preguntaba á Cabesang Tales si con su revólver tendría bastante para defenderse de los tulisanes.<br />
<br />
—¡Tienen fusiles que alcanzan mucho! observó Cabesang Tales algo distraido.<br />
<br />
—Este revólver no alcanza menos, contestó Simoun disparando un tiro contra una palmera de bonga que se encontraba á unos doscientos pasos.<br />
<br />
Cabesang Tales vió caer algunas nueces, pero no dijo nada y continuó pensativo.<br />
<br />
Poco á poco fueron llegando varias familias atraidas por la fama de las alhajas del joyero: se saludaban deseándose las buenas pascuas, hablaban de misas, santos, malas cosechas, pero con todo iban á gastar sus economías en piedras y baratijas que vienen de Europa. Se sabía que el joyero era amigo del Cpn. General y no estaba de más estar en buenas relaciones con él por lo que pueda suceder.<br />
<br />
Cpn. Basilio vino con su señora, su hija Sinang y su yerno, dispuestos á gastar lo menos tres mil pesos.<br />
<br />
Hermana Penchang estaba allí para comprar un anillo de brillantes que tenía prometido á la Virgen de Antipolo: á Julî la había dejado en casa aprendiendo de memoria un librito que le había vendido el cura por dos cuartos, con cuarenta días [60]de indulgencia concedidos por el arzobispo para todo el que lo leyere ú oyere leer.<br />
<br />
—¡Jesus! decía la buena devota á Capitana Tikâ; ¡esa pobre muchacha creció aquí como un hongo sembrado por el tikbálang!... La he hecho leer el librito en voz alta lo menos cincuenta veces y nada se le queda en la memoria: tiene la cabeza como un cesto, lleno mientras está en el agua. ¡Todos, de oirla, hasta los perros y los gatos, habremos ganado cuando menos veinte años de indulgencias!<br />
<br />
Simoun dispuso sobre la mesa las dos maletas que traía: la una era algo más grande que la otra.<br />
<br />
—Ustedes no querrán alhajas de doublé ni piedras de imitacion... La señora, dijo dirigiéndose á Sinang, querrá brillantes...<br />
<br />
—Eso, sí señor, brillantes y brillantes antiguos, piedras antiguas, ¿sabe usted? contestó; paga papá y á él le gustan las cosas antiguas, las piedras antiguas.<br />
<br />
Sinang se guaseaba tanto del mucho latin que sabía su padre como del poco y malo que conocía su marido.<br />
<br />
—Precisamente tengo alhajas muy antiguas, contestó Simoun, quitando la funda de lona de la maleta más pequeña.<br />
<br />
Era un cofre de acero pulimentado con muchos adornos de bronce y cerraduras sólidas y complicadas.<br />
<br />
Tengo collares de Cleopatra, legítimos y verdaderos, hallados en las pirámides, anillos de senadores y caballeros romanos encontrados en las ruinas de Cartago...<br />
<br />
—¡Probablemente les que Anibal envió despues de la batalla de Cannes! añadió Cpn. Basilio muy seriamente y estremeciéndose de júbilo.<br />
<br />
El buen señor, aunque había leido mucho sobre los antiguos, por falta de museos en Filipinas jamás había visto nada de aquellos tiempos.<br />
<br />
—Traigo además, costosísimos pendientes de damas romanas encontrados en la quinta de Annio Mucio Papilino en Pompeya...<br />
<br />
Cpn. Basilio sacudía la cabeza dando á entender que estaba al corriente y que tenía prisa por ver tantas preciosas reliquias. Las mujeres decían que tambien querían tener de Roma, como rosarios benditos por el Papa, reliquias que perdonan los pecados sin necesidad de confesion, etc. [61]<br />
<br />
Abierta la maleta y levantado el algodon en rama que la protegía, descubrióse un compartimento lleno de sortijas, relicarios, guardapelos, cruces, alfileres, etc. Los brillantes, combinados con piedras de diferentes colores, lanzaban chispas y se agitaban entre flores de oro de matices varios, con vetas de esmalte, con caprichosos dibujos y raros arabescos.<br />
<br />
Simoun levantó la bandeja y descubrió otra llena de fantásticas alhajas que hubieran podido hartar la imaginacion de siete jóvenes en siete vísperas de bailes dados en su honor. Formas á cual más caprichosas, combinaciones de piedras y y perlas imitando insectos de azulado lomo y élitros transparentes; el zafiro, la esmeralda, el rubí, la turquesa, el brillante, se asociaban para crear libélulas, mariposas, avispas, abejas, escarabajos, serpientes, lagartos, peces, flores, racimos, etc.: había peinetas en forma de diademas, gargantillas, collares de perlas y brillantes tan hermosos que varias dalagas no pudieron contener un ¡nakú! de admiracion y Sinang castañeteó con la lengua, por lo que su madre, Cpna. Tikâ, la pellizcó temiendo que por ello encareciese más sus alhajas el joyero. Cpna. Tikâ seguía pellizcando á su hija aun despues que se hubo casado.<br />
<br />
—Ahí tiene usted brillantes antiguos, repuso el joyero; ese anillo perteneció á la princesa de Lamballe, y esos pendientes á una dama de María Antonieta.<br />
<br />
Eran unos hermosos solitarios de brillantes, grandes como granos de maiz, de brillo algo azulado, llenos de una severa elegancia como si conservasen aun el estremecimiento de los días del Terror.<br />
<br />
—¡Esos dos pendientes! dijo Sinang mirando hácia su padre y protegiendo instintivamente con la mano el brazo que tenía cerca de la madre.<br />
<br />
—Otras más antiguas todavía, las romanas, contestaba Cpn. Basilio guiñando.<br />
<br />
La devota Hermana Penchang pensó que con aquel regalo la Virgen de Antipolo se ablandaría y le concedería su deseo más vehemente: hácia tiempo que le pedía un milagro ruidoso en que vaya mezclado su nombre para inmortalizarse en la tierra yendo al cielo despues, como la Cpna. Inés de los curas, y preguntó por el precio. Pero Simoun pedía tres mil pesos. La buena mujer se santiguó. ¡Susmariosep! [62]<br />
<br />
Simoun descubrió el tercer compartimento.<br />
<br />
Este estaba lleno de relojes, petacas, fosforeras y relicarios guarnecidos de brillantes y de finísimos esmaltes con miniaturas elegantísimas.<br />
<br />
El cuarto contenía las piedras sueltas y al descubrirlo un murmullo de admiracion resonó en la sala, Sinang volvió á castañetear con la lengua, su madre la volvió á pellizcar no sin soltar ella misma un ¡Sus María! de admiracion.<br />
<br />
Nadie había visto hasta entonces tanta riqueza. En aquel cajon forrado de terciopelo azul oscuro, dividido en secciones, veíanse realizados los sueños de las Mil y una noches, los sueños de las fantasías orientales. Brillantes, grandes hasta como garbanzos centelleaban arrojando chispas de movilidad fascinadora como si fuesen á liquidarse ó á arder consumidos en las reverberaciones del espectro; esmeraldas del Perú, de diferentes formas y tallado, rubíes de la India, rojos como gotas de sangre, zafiros de Ceylan, azules y blancos, turquesas de Persia, perlas de nacarado oriente, de las cuales algunas, rosadas, plomizas y negras. Los que han visto durante la noche un gran cohete deshacerse sobre el fondo azul oscuro del cielo en millares de lucecitas de todos colores, tan brillantes que hacen palidecer á las eternas estrellas, pueden imaginarse el aspecto que presentaba el compartimento.<br />
<br />
Simoun, como para aumentar la admiracion de los presentes, removía las piedras con sus morenos y afilados dedos gozándose en su canto cristalino, en su resbalar luminoso como de gotas de agua que colora el arcoiris. Los reflejos de tantas facetas, la idea de sus elevadísimos precios fascinaban las miradas. Cabesang Tales que se había acercado curioso, cerró los ojos y se alejó inmediatamente como para ahuyentar un mal pensamiento. Tanta riqueza insultaba su desgracia; aquel nombre venía allí á hacer gala de su inmensa fortuna precisamente en la víspera del día en que él, por falta de dinero, por falta de padrinos tenía que abandonar la casa que había levantado con sus manos.<br />
<br />
—Aquí tienen ustedes dos brillantes negros, de los más grandes que existen, repuso el joyero: son muy difíciles de tallar por ser los más duros... Esta piedra algo rosada es tambien brillante, lo mismo que esta verde que muchos toman por esmeralda. El chino Quiroga me ha ofrecido por [63]él seis mil pesos para regalárselo á una poderosísima señora... Y no son los verdes los más caros sino estos azules.<br />
<br />
Y separó tres piedras no muy grandes, pero gruesas y muy bien talladas, con una ligera coloracion azul.<br />
<br />
—Con ser más pequeños que el verde, continuó, cuestan el doble. Miren ustedes este que es el más pequeño de todos—no pesa más de dos quilates,—me ha costado veinte mil pesos y ya no lo doy en menos de treinta. He tenido que hacer un viaje expresamente para comprarlo. Este otro, encontrado en las minas de Golconda, pesa tres quilates y medio y vale más de setenta mil. El Virrey de la India por una carta que recibí antes de ayer me ofrece doce mil libras esterlinas.<br />
<br />
Ante tanta riqueza, reunida en poder de aquel hombre que se espresaba con tanta naturalidad, los circunstantes sentían cierto respeto mezclado de terror. Sinang varias veces castañeteó y su madre no la pellizcó, quizás porque estuviese abismada ó porque juzgase que un joyero como Simoun no iba á tratar de ganar cinco pesos más ó menos por una exclamacion más ó menos indiscreta. Todos miraban las piedras, ninguno manifestaba el menor deseo de tocarlas, tenían miedo. La curiosidad estaba embotada por la sorpresa. Cabesang Tales miraba hácia el campo, y pensaba que con un solo brillante, quizás con el más pequeño, podía recobrar á su hija, conservar la casa y quizás labrarse otro campo... ¡Dios! que una de aquellas piedras valiese más que el hogar de un hombre, la seguridad de una joven, ¡la paz de un anciano en sus viejos días!<br />
<br />
Y como si adivinase su pensamiento, Simoun decía dirigiéndose á las familias que le rodeaban.<br />
<br />
—Y vean, vean ustedes; con una de estas piedrecitas azules que parecen tan inocentes é inofensivas, puras como arenillas desprendidas de la bóveda del cielo, con una como ésta, regalada oportunamente, un hombre ha podido desterrar á su enemigo, á un padre de familias, como perturbador del pueblo... y con otra piedrecita igual á ésta, roja como la sangre del corazon, como el sentimiento de la venganza y brillante como las lágrimas de los huérfanos, se le ha dado la libertad, el hombre ha sido vuelto al hogar, el padre á sus hijos, el esposo á la esposa y se ha salvado quizás á toda una familia de un desgraciado porvenir. [64]<br />
<br />
Y dando golpecitos á la caja,<br />
<br />
—Aquí tengo yo, como en las cajas de los médicos, añadía en voz alta en mal tagalo, la vida y la muerte, el veneno y la medicina, y con este puñado puedo sumir en lágrimas ¡á todos los habitantes de Filipinas!<br />
<br />
Todos le miraban con terror y comprendían que tenía razon. En la voz de Simoun se notaba cierto timbre estraño y siniestros rayos parecían pasar al través de sus anteojos azules.<br />
<br />
Como para hacer cesar la impresion que aquellas piedras hacían sobre tan sencillas gentes, Simoun levantó la bandeja y descubrió el fondo donde encerraba los sancta sanctorum. Estuches de piel de Rusia, separados entre sí por capas de algodon, llenaban el fondo forrado de terciopelo gris. Todos esperaban maravillas. El marido de Sinang confiaba ver carbunclos, piedras arrojando fuego y brillando en medio de las tinieblas. Cpn. Basilio estaba ante las puertas de la immortalidad; iba á ver algo positivo, algo real, la forma de lo que tanto había soñado.<br />
<br />
—Este es el collar de Cleopatra, dijo Simoun sacando con mucho cuidado una caja plana en forma de media luna; es una joya que no se puede tasar, un objeto de museo, solo para los gobiernos ricos.<br />
<br />
Era una especie de collar formado por diferentes dijes de oro representando idolillos entre escarabajos verdes y azules, y en medio una cabeza de buitre, hecha de una piedra de un jaspe raro, entre dos alas estendidas, símbolo y adorno de las reinas egipcias.<br />
<br />
Sinang al verlo arrugó la nariz é hizo una mueca de infantil desprecio, y Cpn. Basilio con todo su amor á la antigüedad no pudo contener un ¡abá! de desencanto.<br />
<br />
—Es una magnífica joya muy bien conservada y cuenta casi dos mil años.<br />
<br />
—¡Psh! se apresuró á decir Sinang para que su padre no cayese en la tentacion.<br />
<br />
—¡Tonta! díjole éste que había podido vencer su primer desencanto; ¿qué sabes tú si se debe á ese collar la faz actual de toda la sociedad? Con ése habrá cautivado Cleopatra á Cesar, á Marco Antonio... ése ha oido las ardientes declaraciones de amor de los dos más grandes guerreros de su tiempo, ¡ése [65]oyó frases en el más puro y elegante latin y ya quisieras tu habértelo puesto!<br />
<br />
—¿Yo? ¡no doy tres pesos!<br />
<br />
—Veinte se pueden dar, ¡gonga! dijo Cpna. Tikâ en tono de conocedor; el oro es bueno y fundido servirá para otras alhajas.<br />
<br />
—Este es un anillo que debió pertenecer á Sila, continuó Simoun.<br />
<br />
Era un anillo ancho, de oro macizo, con un sello.<br />
<br />
—Con él había firmado las sentencias de muerte durante su dictadura, dijo Cpn. Basilio pálido de emocion.<br />
<br />
Y trató de examinarlo y decifrar el sello, pero por más que hizo y le dió vueltas, como no entendía de paleografía, nada pudo leer.<br />
<br />
—¡Qué dedo tenía Sila! observó al fin; caben dos de los nuestros; como digo, decaemos.<br />
<br />
—Tengo aun otras muchas alhajas...<br />
<br />
—Si son todas por el estilo, ¡gracias! contestó Sinang; prefiero las modernas.<br />
<br />
Cada uno escogió una alhaja, quien un anillo, quien un reloj, quien un guardapelo. Capitana Tikâ compró un relicario que contenía un pedazo de la piedra sobre la cual se apoyó N. S. en su tercera caida; Sinang, un par de pendientes y Cpn. Basilio, la cadena de reloj para el alférez, los pendientes de señora para el cura con más otras cosas de regalo; las otras familias del pueblo de Tianì por no quedarse menos que las S. Diego vaciaron igualmente sus bolsillos.<br />
<br />
Simoun compraba tambien alhajas viejas, hacía cambios, y las económicas madres habían traido las que no les servían.<br />
<br />
—Y ¿usted, no tiene nada que vender? preguntó Simoun á Cabesang Tales, viéndole mirar con ojos codiciosos todas las ventas y cambios que se hacían.<br />
<br />
Cabesang Tales dijo que las alhajas de su hija habían sido vendidas y las que quedaban no valían nada.<br />
<br />
—¿Y el relicario de María Clara? preguntó Sinang.<br />
<br />
—¡Es verdad! exclamó el hombre, y un momento sus ojos brillaron.<br />
<br />
—Es un relicario con brillantes y esmeraldas, dijo Sinang al joyero; mi amiga lo usaba antes de entrar de monja.<br />
<br />
Simoun no contestó: seguía ansioso con la vista á Cabesang Tales. [66]<br />
<br />
Despues de abrir varios cajones dió con la alhaja. Contemplólo Simoun detenidamente, lo abrió y lo cerró repetidas veces: era el mismo relicario que María Clara llevaba en la fiesta de San Diego y que en un movimiento de compasion había dado á un lazarino.<br />
<br />
—Me gusta la forma, dijo Simoun, ¿cuánto quiere usted por ella?<br />
<br />
Cabesang Tales se rascó la cabeza perplejo, despues la oreja y miró á las mujeres.<br />
<br />
—Tengo un capricho por ese relicario, repitió Simoun; quiere usted ciento... ¿quinientos pesos? ¿Quiere usted cambiarlo con otro? ¡Escoja usted lo que quiera!<br />
<br />
Cabesang Tales estaba silencioso, y miraba embobado á Simoun como si dudase de lo que oía.<br />
<br />
—¿Quinientos pesos? murmuró.<br />
<br />
—Quinientos, repetió el joyero con voz alterada.<br />
<br />
Cabesang Tales cogió el relicario y le dió varias vueltas: sus sienes le latían violentamente, sus manos temblaban. ¿Si pidiese él más? aquel relicario les podría salvar; era excelente ocasion aquella, y no se volvería á presentar otra.<br />
<br />
Todas las mujeres le guiñaban para que lo vendiese menos la Penchang que temiendo rescatasen á Julî observó devotamiente:<br />
<br />
—Yo lo guardaría como reliquia... Los que vieron á María Clara en el convento la hallaron tan flaca, tan flaca que dicen, apenas podía hablar y se cree que morirá como una santa... El P. Salví habla muy bien de ella como que es su confesor. Por eso será que Julî no ha querido desprenderse de él prefiriendo empeñarse.<br />
<br />
La observacion surtió efecto.<br />
<br />
El recuerdo de su hija detuvo á Cabesang Tales.<br />
<br />
—Si me permitís, dijo, iré al pueblo á consultarlo con mi hija: antes de la noche estaré de vuelta.<br />
<br />
Quedáronse en ello y Cabesang Tales bajó inmediatamente.<br />
<br />
Mas cuando se encontró fuera del barrio, divisó á lo lejos, en un sendero que se internaba en el bosque, al fraile hacendero, y á un hombre que él reconoció por el que le había tomado sus terrenos. Un marido que ve á su mujer entrando con un hombre en una secreta alcoba, no habría sentido más ira, ni más celos que Cabesang Tales viendo á aquellos dos dirigirse á sus [67]campos, á los campos por él trabajados y que creía poder legar á sus hijos. Se le figuró que aquellos dos se reían, se burlaban de su impotencia; le vino á la memoria lo que él había dicho «no los cederé sino al que los regase con su sangre y enterrase en ellos á su mujer y á su hija»...<br />
<br />
Paróse, se pasó una mano por la frente y cerró los ojos; cuando los abrió, vió que el hombre se retorcía riendo y el lego se cogía el vientre como para evitar que estalle de alegría y luego vió que señalaban hácia su casa y volvían á reir.<br />
<br />
Un ruido vibró en sus orejas, sintió al rededor de las sienes el chasquido de un latigazo, la nube roja reapareció ante sus ojos, volvió á ver los cadáveres de su mujer é hija, y al lado el hombre y el fraile riendo y cogiéndose la cintura.<br />
<br />
Olvidóse de todo, dió media vuelta y siguió el sendero por donde marchaban aquellos: era el sendero que conducía á sus terrenos.<br />
<br />
Simoun aguardó en vano que volviese aquella noche Cabesang Tales.<br />
<br />
Al día siguiente cuando se levantó, observó que la funda de cuero de su revólver estaba vacía: abrióla y dentro encontró una papel que contenía el relicario de oro con las esmeraldas y brillantes y algunas líneas escritas en tagalo que decían:<br />
<br />
«Perdonareis, señor, que estando en mi casa os prive de lo que es vuestro, mas, la necesidad me obliga, y en cambio de vuestro revólver os dejo el relicario que tanto deseabais. Necesito armas y parto á reunirme con los tulisanes.<br />
<br />
Os recomiendo no sigais vuestro camino, porque si caeis en nuestro poder, como ya no sois mi huesped, os exigiremos un considerable rescate.»<br />
<br />
Telesforo Juan de Dios.<br />
<br />
—¡Al fin tengo á mi hombre! murmuró respirando Simoun; es algo escrupuloso... pero tanto mejor: ¡sabrá cumplir con sus compromisos!<br />
<br />
Y ordenó á su criado que por el lago se fuese á Los Baños se llevase la maleta grande y le esperase allí, porque él por tierra iba á seguir su viaje llevándose la que contenía sus famosas piedras.<br />
<br />
La llegada de cuatro Guardias Civiles acabó de ponerle de [68]buen humor. Venían á prender á Cabesang Tales y no encontrándole se llevaban á Tandang Selo.<br />
<br />
Tres asesinatos se habían cometido durante la noche. El fraile hacendero y el nuevo inquilino de los terrenos de Cabesang Tales se habían encontrado muertos, rota la cabeza y llena de tierra la boca, en los linderos de los terrenos de aquel; en el pueblo, la mujer del inquilino muerto amaneció tambien asesinada, la boca llena igualmente de tierra y el cuello cortado, con un papel al lado donde se leía el nombre «Tales» escrito en sangre como trazado por un dedo...<br />
<br />
¡Tranquilizaos, pacíficos vecinos de Kalamba! ¡Ninguno de vosotros se llama Tales, ninguno de vosotros ha cometido el crímen! ¡Vosotros os llamais Luis Habaña, Matías Belarmino, Nicasio Eigasani, Cayetano de Jesus, Mateo Elejorde, Leandro Lopez, Antonino Lopez, Silvestre Ubaldo, Manuel Hidalgo, Paciano Mercado, os llamais todo el pueblo de Kalamba!... ¡Habeis limpiado vuestros campos, habeis empleado en ellos el trabajo de toda vuestra vida, economías, insomnios, privaciones, y os han despojado de ellos, lanzado de vuestros hogares y han prohibido á los demás os diesen hospitalidad! No se contentaron con violar la justicia, hollaron las sagradas tradiciones de vuestro pais... Vosotros habeis servido á España y al rey, y cuando en nombre de ellos pedisteis justicia, y se os desterró sin proceso, se os arrancó de los brazos de vuestras esposas, de los besos de vuestros hijos... Cualquiera de vosotros ha sufrido más que Cabesang Tales y sin embargo ninguno, ninguno se ha hecho justicia... No hubo piedad ni humanidad para vosotros y se os ha perseguido hasta más allá de la tumba como á Mariano Herbosa... ¡Llorad ó reid en las islas solitarias donde vagais ociosos, inciertos del porvenir! ¡La España, la generosa España vela sobre vosotros y tarde ó temprano obtendreis justicia! [69]<br />
<br />
[Índice]<br />
XI<br />
Los Baños<br />
<br />
Su Excelencia el Capitan General y Gobernador de las Islas Filipinas había estado cazando en Bosoboso. Pero como tenía que ir acompañado de una banda de música—porque tan elevado personaje no iba á ser menos que los imágenes de palo que llevan en procesion,—y como la aficion al divino arte de Sta. Cecilia aun no se ha popularizado entre los ciervos y jabalíes de Bosoboso, S. E. con la banda de música y su cortejo de frailes, militares y empleados no pudo pillar ni un solo raton, ni una sola ave.<br />
<br />
Las primeras autoridades de la provincia previeron futuras cesantías ó cambios de destino; los pobres gobernadorcillos y cabezas de barangay se inquietaron y no pudieron dormir, temiendo no vaya á antojársele al divino cazador sustituir con sus personas la falta de sumision de los cuadrúpedos del bosque, como ya lo había hecho años antes un alcalde viajando en hombros de polistas porque no había caballos tan mansos para responder de su persona. No faltó un mal intencionado susurro de que S. E. estaba decidido á hacer algo, porque en aquello veía los primeros síntomas de una rebelion que convenía sofocar en su cuna, que una caza sin resultados desprestigia el nombre español, etc., y ya se echaba el ojo á un infeliz para vestirle de venado, cuando S. E. en un acto de clemencia que Ben Zayb no sabía con qué frases encomiar, disipó todas las inquietudes, declarando que le daba pena sacrificar á su placer los animales del bosque.<br />
<br />
A decir verdad, S. E. estaba contento y satisfecho inter se, pues ¿qué habría sucedido si hubiese fallado una pieza, un ciervo de esos que no estan al tanto de las conveniencias políticas? ¿á dónde iba á parar el prestigio soberano? ¿Cómo? ¿Todo un Capitan General de Filipinas errando una pieza, como un cazador novel? ¿Qué dirían los indios entre los cuales hay regulares cazadores? Peligraría la integridad de la patria... [70]<br />
<br />
Así es como S. E., con una risa de conejo y echándoselas de cazador descontento, ordenó la inmediata vuelta á Los Baños, no sin hablar durante el viaje de sus hazañas cinegéticas en tal ó cual soto de la Península como quien no quiere la cosa, adoptando un tono algo despreciativo, muy conveniente al caso, para las cacerías de Filipinas, ¡psé! Los baños en el Dampalit (Daang pa liit), las estufas á orillas del lago, y los tresillos en el palacio con tal ó cual escursion á la vecina cascada ó á la laguna de los caimanes ofrecían más atractivos y menos riesgos para la integridad de la patria.<br />
<br />
Allá por los últimos días de Diciembre encontrábase S. E. en la sala jugando al tresillo, en tanto esperaba la hora del almuerzo. Venía de tomar el baño con el consabido vaso de agua y carne tierna de coco y estaba en la mejor disposicion posible para conceder gracias y favores. Aumentaba su buen humor la circunstancia de dar muchos codillos, pues el P. Irene y el P. Sibyla que con él jugaban, desplegaban cada uno toda su inteligencia para hacerse perder disimuladamente, con gran irritacion del P. Camorra que por haber llegado, tan solo aquella mañana no estaba al tanto de lo que se intrigaba. El fraile-artillero como jugaba de buena fé y ponía atencion, se ponía colorado y se mordía los labios cada vez que el P. Sibyla se distraía ó calculaba mal, pero no se atrevía á decir palabra por el respeto que el dominico le inspiraba; en cambio se desquitaba contra el P. Irene á quien tenía por bajo y zalamero y despreciaba en medio de su rudeza. El P. Sibyla ni le miraba siquiera; le dejaba bufar; el P. Irene, más humilde, procuraba escusarse acariciando la punta de su larga nariz. S. E. se divertía y se aprovechaba, á fuer de buen táctico como se lo insinuaba el canónigo, de las equivocaciones de sus contrarios. Ignoraba el P. Camorra que sobre la mesita se jugaba el desenvolvimiento intelectual de los filipinos, la enseñanza del castellano, y á haberlo sabido, acaso con alegría hubiera tomado parte en el juego.<br />
<br />
Al traves del balcon abierto en todo su largo, entraba la brisa, fresca y pura, y se descubría el lago cuyas aguas murmuraban dulcemente al pié del edificio como rindiendo homenaje. A la derecha, á lo lejos, se veía la isla de Talim, de de un puro azul; en medio del lago y en frente casi, una islita verde, la isla de Kalamba, desierta, en forma de medialuna, [71]á la izquierda, la hermosa costa bordada de cañaverales, un montecillo que domina el lago, despues vastas sementeras despues techos rojos por entre el verde oscuro de los árboles, el pueblo de Kalamba, despues la costa se pierde á lo lejos, y en el fondo, el cielo cierra el horizonte descendiendo sobre las aguas dando al lago apariencias de mar y justificando la denominacion que los indios le dan de dagat na tabang.<br />
<br />
Hácia un estremo de la sala, sentado y delante de una mesita donde se veían algunos papeles estaba el secretario. Su Excelencia era muy trabajador y no le gustaba perder tiempo así es que despachaba con él mientras servía de alcalde en el tresillo y en los momentos en que se daban las cartas.<br />
<br />
En el entretanto el pobre secretario bostezaba y se desesperaba. Aquella mañana trabajaba como todos los días en cambios de destino, suspension de empleos, deportaciones, concesion de gracias, etc. y no se tocaba todavía la gran cuestion que tanta curiosidad despertaba, la peticion de los estudiantes solicitando permiso para la creacion de una Academia de castellano.<br />
<br />
Paseándose de un estremo á otro y conversando animadamente aunque en voz baja se veía á don Custodio, á un alto empleado, y á un fraile que llevaba la cabeza baja con aire de pensativo ó disgustado; llamábase el P. Fernandez. De una habitacion contigua salían ruidos de bolas chocando unas con otras, risas, carcajadas, entre ellas la voz de Simoun seca é incisiva: el joyero jugaba al billar con Ben Zayb.<br />
<br />
De repente el P. Camorra se levantó.<br />
<br />
—¡Que juegue Cristo, puñales! exclamó arrojando las dos cartas que le quedaban, á la cabeza del P. Irene; ¡puñales! ¡la puesta estaba segura cuando no el codillo, y lo perdemos por endose! ¡Puñales, que juegue Cristo!<br />
<br />
Y furioso, explicaba á todos los que estaban en la sala el caso dirigiéndose especialmente á los tres paseantes como tomándoles por jueces. Jugaba el General, él hacía la contra, el P. Irene ya tenía su baza; arrastra él con el espadas y ¡puñales! el camote del P. Irene no rinde, no rinde la mala. ¡Que juegue Cristo! El hijo de su madre no se había ido allí á romperse la cabeza inútilmente y á perder su dinero.<br />
<br />
—Si creerá el nene, añadía muy colorado, que los gano de bóbilis bóbilis. ¡Tras de que mis indios ya empiezan á regatear!... [72]<br />
<br />
Y gruñendo y sin hacer caso de las disculpas del P. Irene que trataba de esplicarse frotándose la trompa para ocultar su fina sonrisa, se fué al cuarto de billar.<br />
<br />
—P. Fernandez, ¿quiere usted sentarse? preguntó el P. Sibyla.<br />
<br />
—¡Soy muy mal tresillista! contesta el fraile haciendo una mueca.<br />
<br />
—Entonces que venga Simoun, dijo el General; ¡eh, Simoun, eh, mister! ¿Quiere usted echar una partida?<br />
<br />
—¿Qué se dispone acerca de las armas de salon? preguntó el secretario aprovechando la pausa.<br />
<br />
Simoun asomó la cabeza.<br />
<br />
—¿Quiere usted ocupar el puesto del P. Camorra, señor Simbad? preguntó el P. Irene; usted pondrá brillantes en lugar de fichas.<br />
<br />
—No tengo ningun inconveniente, contestó Simoun acercándose y sacudiendo la tiza que manchaba sus manos; y ustedes, ¿qué ponen?<br />
<br />
—¿Qué vamos á poner? contestó el P. Sibyla. El General pondrá lo que guste, pero nosotros, religiosos, sacerdotes...<br />
<br />
—¡Bah! interrumpió Simoun con ironía; usted y el P. Irene pagarán con actos de caridad, oraciones, virtudes, ¿eh?<br />
<br />
—Sabe usted que las virtudes que uno pueda tener, arguyó gravemente el P. Sibyla, no son como los brillantes que pueden pasar de mano en mano, venderse y revenderse... residen en el ser, son accidentes inherentes en el sujeto...<br />
<br />
—Me contento entonces con que ustedes me paguen de boquilla, replicó alegremente Simoun; usted, P. Sibyla, en vez de darme cinco tantos me dirá, por ejemplo: renuncio por cinco días á la pobreza, á la humildad, á la obediencia... usted; P. Irene: renuncio á la castidad, á la largueza, etc. ¡Ya ven que es poca cosa y yo doy mis brillantes!<br />
<br />
—¡Qué hombre más singular es este Simoun, qué ocurrencias tiene! dijo el P. Irene riendo.<br />
<br />
—Y éste continuo Simoun tocando familiarmente en el hombro á Su Excelencia, éste me pagará cinco tantos, un vale por cinco días de carcel; un solo, cinco meses; un codillo, orden de deportacion en blanco; una bola... digamos una ejecucion espedita por la Guardia Civil mientras se le conduce á mi hombre de un pueblo á otro, etc.<br />
<br />
El envite era raro. Los tres paseantes se acercaron. [73]<br />
<br />
—Pero, señor Simoun, preguntó el alto empleado, ¿qué saca usted con ganar virtudes de boquilla, y vidas y destierros y ejecuciones espeditas?<br />
<br />
—¡Pues mucho! Estoy cansado de oir hablar de virtudes y quisiera tenerlas todas, todas las que hay en el mundo encerradas en un saco para arrojarlas al mar, aun cuando tuviera que servirme de todos mis brillantes como de lastre...<br />
<br />
—¡Vaya un capricho! exclamó el P. Irene riendo; ¿y de los destierros y ejecuciones espeditas?<br />
<br />
—Pues, para limpiar el pais y destruir toda semilla mala...<br />
<br />
—¡Vamos! todavía está usted furioso con los tulisanes y cuidado que bien podían haberle exigido un rescate mayor ó quedarse con todas sus alhajas. ¡Hombre, no sea usted ingrato!<br />
<br />
Simoun contaba que había sido atajado por una banda de tulisanes quienes, despues de agasajarle por un día le dejaron seguir el viaje sin exigirle más rescate que sus dos magníficos revólvers Smith y las dos cajas de cartuchos que consigo llevaba. Añadía que los tulisanes le habían encargado muchas memorias para su Excelencia, el Capitan General.<br />
<br />
Y por esto y como contase Simoun que los tulisanes estaban muy bien provistos de escopetas, fusiles y revólvers, y que contra semejantes individuos un hombre solo por bien armado que estuviese no se podía defender, S. E. para evitar en lo futuro que los tulisanes adquieran armas, iba á dictar un nuevo decreto concerniente á las pistolas de salon.<br />
<br />
—¡Al contrario, al contrario! protestaba Simoun; si para mí los tulisanes son los hombres más honrados del país; son los únicos que ganan su arroz debidamente... Creen ustedes que si hubiera caido en manos... ¡vamos! de usted por ejemplo, ¿me habría dejado escapar sin quitarme la mitad de mis alhajas, cuando menos?<br />
<br />
Don Custodio iba á protestar: aquel Simoun era verdaderamente un grosero mulato americano que abusaba de su amistad con el Capitan General para insultar al P. Irene. Verdad es tambien que el P. Irene tampoco le habría soltado por tan poca cosa.<br />
<br />
—Si el mal no está, prosiguió Simoun, en que haya tulisanes en los montes y en el despoblado; el mal está en los tulisanes de los pueblos y de las ciudades...<br />
<br />
—Como usted, añadió riendo el canónigo. [74]<br />
<br />
—Sí, como yo, como nosotros, seamos francos, aquí no nos oye ningun indio, continuó el joyero; el mal está en que todos no seamos tulisanes declarados; cuando tal suceda y vayamos á habitar en los bosques, ese día se ha salvado el país, ese día nace una nueva sociedad que se arreglará ella sola... y S. E. podrá entonces jugar tranquilamente al tresillo sin necesidad de que le distraiga el secretario...<br />
<br />
El secretario bostezaba en aquel momento estendiendo ambos brazos por encima de la cabeza y estirando en lo posible las piernas cruzadas por debajo de la mesita.<br />
<br />
Al verle todos se rieron. Su Excelencia quiso cortar el giro de la conversacion y soltando las cartas que había estado peinando dijo entre serio y risueño:<br />
<br />
—¡Vaya, vaya! basta de bromas y juegos; trabajemos, trabajemos de firme que aun tenemos media hora antes del almuerzo. ¿Hay muchos asuntos que despachar?<br />
<br />
Todos prestaron atencion. Aquel día se iba á dar la batalla sobre la cuestion de la enseñanza del castellano por la que estaban allí desde hace días el P. Sibyla y el P. Irene. Se sabía que el primero, como Vice Rector, estaba opuesto al proyecto y que el segundo lo apoyaba y sus gestiones lo estaban á su vez por la señora condesa.<br />
<br />
—¿Qué hay, qué hay? preguntaba S. E. impaciente.<br />
<br />
—La juehion je lah jamah je jalon, repitió el secretario ahogando un bostezo.<br />
<br />
—¡Quedan prohibidas!<br />
<br />
—Perdone, mi General, dijo el alto empleado gravemente: V. E. me permitirá que le haga observar que el uso de las armas de salon está permitido en todos los paises del mundo...<br />
<br />
El General se encogió de hombros.<br />
<br />
—Nosotros no imitamos á ninguna nacion del mundo, observó secamente.<br />
<br />
Entre S. E. y el alto empleado había siempre divergencia de opinion y basta que el último haga una observacion cualquiera para que el primero se mantenga en sus trece.<br />
<br />
El alto empleado tanteó otro camino.<br />
<br />
—Las armas de salon solo pueden dañar á los ratones y gallinas, dijo; van á decir que...<br />
<br />
—¿Que somos gallinas? continuó el General encogiéndose de hombros; y á mí, ¿qué? Pruebas he dado yo de no serlo. [75]<br />
<br />
—Pero hay una cosa, observó el secretario; hace cuatro meses, cuando se prohibió el uso de las armas, se les ha asegurado á los importadores estrangeros que las de salon serían permitidas.<br />
<br />
Su Excelencia frunció las cejas.<br />
<br />
—Pero la cosa tiene arreglo, dijo Simoun.<br />
<br />
—¿Cómo?<br />
<br />
—Sencillamente. Las armas de salon tienen casi todas seis milimetros de calibre, al menos las que existen en el mercado. ¡Se autoriza la venta solo para todos los que no tengan esos seis milimetros!<br />
<br />
Todos celebraron la ocurrencia de Simoun, menos el alto empleado que murmuró al oido del P. Fernandez que aquello no era serio ni se llama gobernar.<br />
<br />
—El maestro de Tianì, continuó el secretario hojeando unos papeles, solicita se le dé mejor local para...<br />
<br />
—¿Qué más local si tiene un camarin para él solo? interrumpió el P. Camorra que había acudido olvidándose ya del tresillo.<br />
<br />
—Dice que está destechado, repuso el secretario, y que habiendo comprado de su bolsillo mapas y cuadros, no puede esponerlos á la intemperie...<br />
<br />
—Pero yo nada tengo que ver con eso, murmuró S. E.; que se dirija al Director de Administracion, al Gobernador de la provincia ó al Nuncio...<br />
<br />
—Lo que le diré á usted, dijo el P. Camorra, es que ese maestrillo es un filibusterillo descontento: ¡figúrense ustedes que el hereje propala que lo mismo se pudren los que se entierran con pompa que los que sin ella! ¡Algun día le voy á dar de cachetes!<br />
<br />
Y el P. Camorra cerraba sus puños.<br />
<br />
—Y á decir verdad, observó el P. Sibyla como dirigiéndose nada más que al P. Irene; el que quiere enseñar, enseña en todas partes, al aire libre: Sócrates enseñaba en las plazas públicas, Platon en los jardines de Academo, y Cristo en las montañas y lagos.<br />
<br />
—Tengo varias quejas contra ese maestrillo, dijo S. E. cambiando una mirada con Simoun; creo que lo mejor será suspenderle.<br />
<br />
—¡Suspendido! repitió el secretario.<br />
<br />
Diole pena al alto empleado la suerte de aquel infeliz que [76]pedía ausilio y se encontró con la cesantía y quiso hacer algo por él.<br />
<br />
—Lo cierto es, insinuó con cierta timidez, que la enseñanza no está del todo bien atendida...<br />
<br />
—He decretado ya numerosas sumas para la compra de materiales, dijo con altivez su Excelencia como si quisiese significar: ¡He hecho más de lo que debía!<br />
<br />
—Pero como faltan locales á propósito, los materiales que que se compren se echarán á perder...<br />
<br />
—No todo se puede hacer de una vez, interrumpió secamente S. E.; los maestros de aquí hacen mal en pedir edificios cuando los de la Península se mueren de hambre. ¡Mucha presuncion es querer estar mejor que en la misma Madre Patria!<br />
<br />
—Filibusterismo...<br />
<br />
—¡Ante todo la Patria! ¡ante todo somos españoles! añadió Ben Zayb con los ojos brillantes de patriotismo y poniéndose algo colorado cuando vió que se quedó solo.<br />
<br />
—En adelante, terminó el General, todos los que se quejen serán suspendidos.<br />
<br />
—Si mi proyecto fuese aceptado, se aventuró á decir don Custodio como hablando consigo mismo.<br />
<br />
—¿Relativo á los edificios de las escuelas?<br />
<br />
—Es sencillo, práctico y económico como todos mis proyectos, nacidos de una larga esperiencia y del conocimiento del pais. Los pueblos tendrían escuelas sin que le costasen un cuarto al gobierno.<br />
<br />
—Enterado, repuso con sorna el secretario; obligando á los pueblos á que los construyan á su costa.<br />
<br />
Todos se echaron á reir.<br />
<br />
—No señor, no señor, gritó don Custodio picado y poniéndose colorado: los edificios están levantados y solo esperan que se los utilice. Higiénicos, inmejorables, espaciosos...<br />
<br />
Los frailes se miraron con cierta inquietud. ¿Propondría don Custodio que se convirtiesen en escuelas las iglesias y los conventos ó casas parroquiales?<br />
<br />
—¡Veámoslo! dijo el General frunciendo el ceño.<br />
<br />
—Pues, mi General, es muy sencillo, repuso don Custodio estirándose y sacando la voz hueca de ceremonia; las escuelas solo estan abiertas en los días de trabajo, y las galleras en los [77]de fiesta... Pues conviértanse en escuelas las galleras, al menos durante la semana.<br />
<br />
—¡Hombre, hombre, hombre!<br />
<br />
—¡Ya pareció aquello!<br />
<br />
—Pero ¡qué cosas tiene usted, don Custodio!<br />
<br />
—¡Vaya un proyecto que tiene gracia!<br />
<br />
—¡Este les pone á todos la pata!<br />
<br />
—Pero, señores, gritaba don Custodio al oir tantas exclamaciones; seamos prácticos, ¿qué local hay más á propósito que las galleras? Son grandes, estan bien construidas, y maldito para lo que sirven durante la semana. Hasta desde un punto de vista moral, mi proyecto es muy aceptable: serviría como una especie de purificacion y expiacion semanal del templo del juego, digámoslo así.<br />
<br />
—Pero es que á veces hay juego de gallos durante la semana, observó el P. Camorra, y no es justo que pagando los contratistas de las galleras al gobierno...<br />
<br />
—¡Vaya! ¡por esos días se cierra la escuela!<br />
<br />
—¡Hombre, hombre! dijo el Cpn. General escandalizado; ¡tal horror no sucederá mientras yo gobierne! ¡Que se cierren las escuelas porque se juega! ¡Hombre, hombre, hombre! ¡primero presento la dimision!<br />
<br />
Y S. E. estaba verdaderamente escandalizado.<br />
<br />
—Pero, mi General, vale más que se cierren por algunos días que no por meses.<br />
<br />
—¡Eso sería inmoral! añadió el P. Irene más indignado todavía que su Excelencia.<br />
<br />
—Más inmoral es que los vicios tengan buenos edificios y las letras ninguno... Seamos prácticos, señores, y no nos dejemos llevar de sentimentalismos. En política no hay cosa peor como el sentimentalismo. Mientras por respetos humanos prohibimos el cultivo del opio en nuestras colonias, toleramos que en ellas se fume, resulta que no combatimos el vicio pero nos empobrecemos...<br />
<br />
—Pero observe usted que eso le produce al gobierno sin trabajo ninguno, más de cuatrocientos cincuenta mil pesos, repuso el P. Irene que se hacía más y más gubernamental...<br />
<br />
—¡Basta, basta, señores! dijo S. E. cortando la discusion: yo tengo mis proyectos sobre el particular y dedico mi particular atencion al ramo de instruccion pública. ¿Hay algo más? [78]<br />
<br />
El secretario miró con cierta inquietud al P. Sibyla y al P. Irene. Lo gordo iba á salir. Ambos se prepararon.<br />
<br />
—La solicitud de los estudiantes pidiendo autorizacion para abrir una Academia de Castellano, contestó el secretario.<br />
<br />
Un movimiento general se notó entre los que estaban en la sala y despues de mirarse unos á otros fijaron sus ojos en el General para leer lo que dispondría. Hacía seis meses que la solicitud estaba allí aguardando un dictamen, y se había convertido en una especie de casus belli en ciertas esferas. Su Excelencia tenía los ojos bajos como para impedir que se leyesen sus pensamientos.<br />
<br />
El silencio se hacía embarazoso y comprendiólo el General.<br />
<br />
—¿Qué opina usted? preguntó al alto empleado.<br />
<br />
—¡Qué he de opinar, mi General! contestó el preguntado encogiéndose de hombros y sonriendo amargamente; qué he de opinar sino que la peticion es justa, ¡justísima y que me parece estraño se hayan empleado seis meses en pensar en ella!<br />
<br />
—Es que se atraviesan de por medio consideraciones, repuso el P. Sibyla friamente y medio cerrando los ojos.<br />
<br />
Volvió á encogerse de hombros el alto empleado como quien no comprende qué consideraciones podían ser aquellas.<br />
<br />
—Aparte de lo intempestivo del propósito, prosiguió el dominico, aparte de lo que tiene de atentatorio á nuestras prerrogativas...<br />
<br />
El P. Sibyla no se atrevió á continuar y miró á Simoun.<br />
<br />
—La solicitud tiene un caracter algo sospechoso, concluyó éste cambiando una mirada con el dominico.<br />
<br />
Este pestañeó dos veces. El P. Irene que los vió comprendió que su causa estaba ya casi perdida: Simoun iba contra ella.<br />
<br />
—Es una rebelion pacífica, una revolucion en papel sellado, añadió el P. Sibyla.<br />
<br />
—¿Revolucion, rebelion? preguntó el alto empleado mirando á unos y á otros como si nada comprendiese.<br />
<br />
—La encabezan unos jóvenes tachados de demasiado reformistas y avanzados por no decir otra cosa, añadió el secretario mirando al dominico. Hay entre ellos un tal Isagani, cabeza poco sentada... sobrino de un cura clérigo...<br />
<br />
—Es un discípulo mío, repuso el P. Fernandez, y estoy muy contento de él...<br />
<br />
—Puñales, ¡tambien es contentarse! exclamó el P. Camorra; [79]en el vapor por poco nos pegamos de cachetes: porque es bastante insolente, ¡le dí un empujon y me contestó con otro!<br />
<br />
—Hay ademas un tal Macaragui ó Macarai...<br />
<br />
—Macarai, repuso el P. Irene terciando á su vez; un chico muy amable y simpático.<br />
<br />
Y murmuró al oido del General:<br />
<br />
—De ése le he hablado á usted, es muy rico... la señora condesa se lo recomienda eficazmiente.<br />
<br />
—¡Ah!<br />
<br />
—Un estudiante de Medicina, un tal Basilio...<br />
<br />
—De ese Basilio no digo nada, repuso el P. Irene levantando las manos y abriéndolas como para decir dóminus vobiscum; ese para mí es agua mansa. Nunca he llegado á saber lo que quiere ni lo que piensa. ¡Qué lástima que el P. Salví no esté delante para darnos algunos de sus antecedentes! Creo haber oido decir que cuando niño tuvo peras que partir con la Guardia Civil... su padre fué muerto en no recuerdo qué motin...<br />
<br />
Simoun se sonrió lentamente, sin ruido, enseñando sus dientes blancos y bien alineados...<br />
<br />
—¡Ajá! ¡ajá! decía S. E. moviendo la cabeza: ¿con que esas tenemos? ¡Apunte usted ese nombre!<br />
<br />
—Pero, mi General, dijo el alto empleado viendo que la cosa tomaba mal giro; hasta ahora nada de positivo se sabe contra esos jóvenes; su peticion es muy justa, y no tenemos ningun derecho para negársela fundándonos solo en meras conjeturas. Mi opinion es que el gobierno, dando una prueba de su confianza en el pueblo y en la estabilidad de su base, acuerde lo que se le pide; y libre á él despues de retirar el permiso cuando vea que se abusa de su bondad. Motivos ni escusas no han de faltar, podemos vigilarles... Para qué disgustar á unos jóvenes que despues pueden resentirse, ¿cuando lo que piden está mandado por reales decretos?<br />
<br />
El P. Irene, don Custodio y el P. Fernandez asentían con la cabeza.<br />
<br />
—¿Pero los indios no deben saber castellano, sabe usted? gritó el P. Camorra; no deben saber porque luego se meten á discutir con nosotros, y los indios no deben discutir sino obedecer y pagar... no deben meterse á interpretar lo que dicen las leyes ni los libros, ¡son tan sutiles y picapleitos! Tan pronto [80]como saben el castellano se hacen enemigos de Dios y de España... lea usted si no el tandang Basio Macunat; ¡ese sí que es un libro! ¡Tiene verdades como esto!<br />
<br />
Y enseñaba sus redondos puños.<br />
<br />
El P. Sibyla se pasó la mano por la corona en señal de impaciencia.<br />
<br />
—¡Una palabra! dijo adoptando el tono más conciliador en medio de su irritacion; aquí no se trata solamente de la enseñanza del castellano, aquí hay una lucha sorda entre los estudiantes y la Universidad de Sto Tomás; si los estudiantes se salen con la suya, nuestro prestigio queda por los suelos, dirán que nos han vencido y exultarán y ¡adios fuerza moral, adios todo! Roto el primer dique ¿quién contiene á esa juventud? ¡Con nuestra caida no haremos más que anunciar la de ustedes! Despues de nosotros el gobierno.<br />
<br />
—¡Puñales, eso no! gritó el P. Camorra; veremos antes ¡quien tiene más puños!<br />
<br />
Entonces habló el P. Fernandez que durante la discusion solo se había contentado con sonreir. Todos se pusieron atentos porque sabían que era una buena cabeza.<br />
<br />
—No me quiera usted mal, P. Sibyla, si difiero de su manera de ver el asunto, pero es raro destino el mío de estar casi siempre en contradiccion con mis hermanos. Digo pues que no debemos ser tan pesimistas. La enseñanza del castellano se puede conceder, sin peligro ninguno y para que no aparezca como una derrota de la Universidad, debíamos los dominicos hacer un esfuerzo y ser los primeros en celebrarla: allí está la política. ¿Para qué vamos á estar en contínua tirantez con el pueblo, si despues de todo somos los pocos y ellos los más, si nosotros necesitamos de ellos y no ellos de nosotros?—Espere usted, P. Camorra, ¡espere usted!—Pase que por ahora el pueblo sea debil y no tenga tantos conocimientos, yo tambien lo creo así, pero no será mañana, ni pasado. Mañana ó pasado serán los más fuertes, sabrán lo que les convendrá y no lo podemos impedir, como no se puede impedir que los niños, llegados á cierta edad, se enteren de muchas cosas... Digo pues, por qué no aprovechamos este estado de ignorancia para cambiar por completo de política, para fundarla sobre una base sólida, imperecedera, ¿la justicia por ejemplo en vez de la base ignorancia? Porque no hay como ser justos, [81]esto se lo he dicho siempre á mis hermanos y no me quieren creer. El indio, como todo pueblo joven, es idólatra de la justicia; pide el castigo cuando ha faltado, así como le exaspera cuando no lo ha merecido. ¿Es justo lo que desean? pues á concederlo, démosles todas las escuelas que quieran, ya se cansarán: la juventud es holgazana y lo que la pone en actividad es nuestra oposicion. Nuestro lazo prestigio, P. Sibyla, está ya muy gastado, preparemos otro, el lazo gratitud por ejemplo. No seamos tontos, hagamos lo que los cucos jesuitas...<br />
<br />
—¡Oh, oh, P. Fernandez!<br />
<br />
No, no; todo lo podía tolerar el P. Sibyla menos proponerle á los jesuitas por modelo. Tembloroso y pálido se deshizo en amargas recriminaciones.<br />
<br />
—Primero franciscano... ¡cualquier cosa antes que jesuita! dijo fuera de sí.<br />
<br />
—¡Oh, oh!<br />
<br />
—¡Eh, eh! ¡¡Padre P—!!<br />
<br />
Vino una discusion en que todos, olvidándose del Capitan General, intervinieron; hablaban á la vez, gritaban, no se entendían, se contradecían; Ben Zayb las tenía con el P. Camorra y se enseñaban los puños, el uno hablaba de gansos y el otro de chupa-tintas, el P. Sibyla hablaba del Capítulo y el P. Fernandez, de la Summa de Sto. Tomás, etc. hasta que entró el cura de Los Baños á anunciar que el almuerzo estaba servido.<br />
<br />
Su Excelencia se levantó y así se cortó la discusion.<br />
<br />
—¡Ea, señores! dijo; ¡hoy hemos trabajado como negros y eso que estamos de vacaciones! Alguien dijo que los asuntos graves deben tratarse en los postres. Yo soy en absoluto de esa opinion.<br />
<br />
—Podemos indigestarnos, observó el secretario aludiendo al calor de la discusion.<br />
<br />
—Entonces lo dejaremos para mañana.<br />
<br />
Todos se levantaron.<br />
<br />
—Mi General, murmuró el alto empleado; la hija de ese Cabesang Tales ha vuelto solicitando la libertad de su abuelo enfermo, preso en lugar del padre...<br />
<br />
Su Excelencia le miró disgustado y se pasó la mano por la ancha frente.<br />
<br />
—¡Carambas! ¡que no le han de dejar á uno almorzar en paz! [82]<br />
<br />
—Es el tercer día que viene; es una pobre muchacha...<br />
<br />
—¡Ah, demonios! exclamó el P. Camorra; yo me decía: algo tengo que decir al General, para eso he venido... ¡para apoyar la peticion de esa muchacha!<br />
<br />
El General se rascó detrás de la oreja.<br />
<br />
—¡Vaya! dijo; que el secretario ponga un volante al teniente de la Guardia Civil, ¡para que le suelten! ¡No dirán que no somos clementes ni misericordiosos!<br />
<br />
Y miró á Ben Zayb. El periodista pestañeó.<br />
<br />
[Índice]<br />
XII<br />
Placido Penitente<br />
<br />
De mala gana y con los ojos casi llorosos iba Plácido Penitente por la Escolta para dirigirse á la Universidad de Santo Tomás.<br />
<br />
Hacía una semana apenas que había llegado de su pueblo y ya había escrito dos veces á su madre reiterando sus deseos de dejar los estudios para retirarse y trabajar. Su madre le había contestado que tuviese paciencia, que cuando menos debía graduarse de bachiller en artes, pues era triste abandonar los libros despues de cuatro años de gastos y sacrificios por parte de uno y otro.<br />
<br />
¿De dónde le venía á Penitente el desamor al estudio, cuando era uno de los más aplicados en el famoso colegio que el P. Valerio dirigía en Tanawan? Penitente pasaba allí por ser uno de los mejores latinistas y sutiles argumentadores, que sabían enredar ó desenredar las cuestiones más sencillas ó abstrusas; los de su pueblo le tenían por el más listo, y su cura, influido por aquella fama, ya le daba el grado de filibustero, prueba segura de que no era tonto ni incapaz. Sus amigos no se explicaban aquellas ganas de retirarse y dejar los estudios; no tenía novias, no era jugador, apenas conocía el hunkían y se aventuraba en un revesino, no creía en los consejos de los frailes, se burlaba del tandang Basio, tenía dinero de sobra, trajes elegantes, y sin embargo iba de mala gana á clase y miraba con asco los libros. [83]<br />
<br />
En el Puente de España, puente que solo de España tiene el nombre pues hasta sus hierros vinieron del Extrangero, encontróse con la larga procesion de jóvenes que se dirigían á Intramuros para sus respectivos colegios. Unos iban vestidos á la europea, andaban de prisa, cargando libros y cuadernos, preocupados, pensando en su leccion y en sus composiciones; estos eran los alumnos del Ateneo. Los letranistas se distinguían por ir casi todos vestidos á la filipina, más numerosos y menos cargados de libros. Los de la Universidad visten con más esmero y pulcritud, andan despacio y, en vez de libros, suelen llevar un baston. La juventud estudiosa de Filipinas no es muy bulliciosa ni bullanguera; va como preocupada; al verla cualquiera diría que delante de sus ojos no luce ninguna esperanza, ningun risueño porvenir. Aunque de espacio en espacio alegran la procesion las notas simpáticas y ricas en colores de las educandas de la Escuela Municipal con la cinta sobre el hombro y los libros en la mano, seguidas de sus criadas, sin embargo apenas resuena una risa, apenas se oye una broma; nada de canciones, nada de salidas graciosas; á lo más bromas pesadas, peleas entre los pequeños. Los grandes casi siempre van serios y bien compuestos como los estudiantes alemanes.<br />
<br />
Plácido seguía el paseo de Magallanes para entrar por la brecha—antes puerta—de Sto. Domingo, cuando de repente recibió una palmada sobre el hombro que le hizo volverse inmediatamente de mal humor.<br />
<br />
—¡Olé, Penitente, olé, Penitente!<br />
<br />
Era el condiscipulo Juanito Pelaez, el barbero ó favorito de los profesores, pillo y malo como él solo, de mirada picaresca y sonrisa de truhan. Hijo de un mestizo español,—rico comerciante en uno de los arrabales que cifraba todas sus alegrías y esperanzas en el talento del joven,—prometía mucho por sus picardías y, gracias á su costumbre de jugar malas pasadas á todos, escondiéndose despues detrás de sus compañeros, tenía una particular joroba que se aumentaba cada vez que hacía una de las suyas y se reía.<br />
<br />
—¿Cómo te has divertido, Penitente? preguntaba dándole palmadas fuertes sobre el hombro.<br />
<br />
—Así, así, contestó Plácido, algo cargado, ¿y tú?<br />
<br />
—¡Pues, divinamente! Figúrate que el cura de Tianì me invita á pasar las vacaciones en su pueblo, me voy... ¡chico! ¿le [84]conoces al P. Camorra? Pues es un cura liberal, muy campechano, franco, muy franco, de esos por el estilo del P. Paco... Y como había chicas muy guapas, dábamos cada jarana, él con su guitarra y sus peteneras y yo con mi violin... Te digo, chico, que nos divertimos en grande; ¡no hay casa que no hayamos subido!<br />
<br />
Y murmuró al oido de Plácido algunas palabras echándose á reir despues. Y como Plácido manifestára cierta estrañeza, añadió:<br />
<br />
—¡Te lo puedo jurar! No tienen más remedio, porque con un espediente gubernativo se deshace del padre, ¡marido ó hermano y santas pascuas! Sin embargo nos hemos encontrado con una tonta, novia creo yo de Basilio, ¿sabes? ¡Mira que tonto es ese Basilio! Tener una novia que no sabe una palabra de español, ¡ni tiene dinero y que ha sido criada! Arisca como ella sola pero bonita: el P. Camorra la emprendió una noche de bastonazos con dos bagontaos que la daban serenata y yo no sé como no los mató. Pero con todo, ¡sigue tan arisca como siempre! Pero tendrá que pasar por ello como todas, ¡como todas!<br />
<br />
Juanito Pelaez se reía con la boca llena como si aquello le supiese á gloria. Plácido le miró con disgusto.<br />
<br />
—Oye y ¿qué explicó ayer el catedrático? preguntó cambiando de conversacion.<br />
<br />
—Ayer no hubo clase.<br />
<br />
—¡Ojó! ¿Y antes de ayer?<br />
<br />
—¡Hombre, jueves!<br />
<br />
—Es verdad ¡qué bruto soy! Sabes, Plácido, ¿que me voy volviendo bruto? Y ¿el miércoles?<br />
<br />
—¿El miércoles? Aguarda... el miércoles lloviznó.<br />
<br />
—¡Magnífico! ¿y el martes, chico?<br />
<br />
—El martes era la fiesta del Catedrático y fuimos á festejarle con una orquesta, un ramillete de flores y algunos regalos...<br />
<br />
—¡Ah, carambas! exclamó Juanito, que lo he olvidado ¡qué bruto soy! Oye, ¿y preguntó por mí?<br />
<br />
Penitente se encogió de hombros.<br />
<br />
—No lo sé, pero le entregaron la lista de los festejantes.<br />
<br />
—¡Carambas!... oye, y el lunes ¿qué hubo?<br />
<br />
—Como era el primer día de clase, leyó la lista y señaló la leccion: sobre los espejos. ¡Mira! desde aquí hasta allí, de memoria, [85]al pié de la letra... ¡se salta todo este trozo y se da esto!<br />
<br />
Y le indicaba con el dedo en la Física de Ramos los puntos que se tenían que aprender, cuando de repente saltó el libro por los aires, merced á una palmada que le aplicó Juanito de abajo arriba.<br />
<br />
—Hombre, déjate de lecciones, ¡vamos á hacer día pichido!<br />
<br />
Día pichido llaman los estudiantes de Manila al que encontrándose entre dos de fiesta, resulta suprimido, como estrujado por voluntad de los estudiantes.<br />
<br />
—¿Sabes tu que verdaderamente eres un bruto? replicó furioso Plácido recogiendo su libro y sus papeles.<br />
<br />
—¡Vamos á hacer día pichido! repetía Juanito.<br />
<br />
Plácido no quería: por dos menos no cierran una clase de más de ciento cincuenta. Se acordaba de las fatigas y economías de su madre que le sustentaba en Manila privándose ella de todo.<br />
<br />
En aquel momento entraban por la brecha de Sto. Domingo.<br />
<br />
—Ahora me acuerdo, exclama Juanito al ver la plazoleta delante del antiguo edificio de la aduana; ¿sabes que estoy encargado para recoger la contribucion?<br />
<br />
—¿Qué contribucion?<br />
<br />
—¡La del monumento!<br />
<br />
—¿Qué monumento?<br />
<br />
—¡Toma! el del P. Baltasar ¿no lo sabías?<br />
<br />
—Y ¿quién es ese P. Baltasar?<br />
<br />
—¡Sopla! ¡pues un dominico! Por eso acuden los Padres á los estudiantes. Anda, ¡larga tres ó cuatro pesos para que vean que somos espléndidos! Que no se diga jamás que para levantar una estátua han tenido que acudir á sus propios bolsillos. Vamos, Placidete, ¡que no es dinero perdido!<br />
<br />
Y acompañó estas palabras con un guiño significativo.<br />
<br />
Plácido recordó el caso de un estudiante que ganaba cursos regalando canarios, y dió tres pesos.<br />
<br />
—Mira, ¿sabes? escribiré claro tu nombre para que el profesor lo lea, ¿ves? Plácido Penitente, tres pesos. ¡Ah! ¡escucha! Dentro de quince días es la fiesta del profesor de Historia Natural... Sabes que es muy barbian, que no pone nunca faltas ni pregunta la leccion. Chico, ¡hay que ser agradecidos!<br />
<br />
—¡Es verdad! [86]<br />
<br />
—Pues ¿no te parece que debemos festejarle? La orquesta no ha de ser menos que la que le llevasteis al catedrático de Física.<br />
<br />
—¡Es verdad!<br />
<br />
—¿Qué te parece si ponemos la contribucion á dos pesos? Anda, Placiding, empieza tu por dar, así te quedas en la cabeza de la lista.<br />
<br />
Y como viese que Plácido daba sin vacilar los dos pesos pedidos, añadió.<br />
<br />
—Oye, pon cuatro, que ya despues te devolveré los dos; es para que sirvan de gallo.<br />
<br />
—Pues si me los has de devolver, ¿para qué dártelos? basta con que pongas cuatro.<br />
<br />
—¡Ah! es verdad ¡qué bruto soy! ¿sabes que me voy volviendo bruto? Pero dámelos de todos modos, para enseñarlos.<br />
<br />
Plácido, para no desmentir al cura que le bautizó, dió lo que le pedían.<br />
<br />
Llegaron á la Universidad.<br />
<br />
A la entrada y á lo largo de las aceras que á uno y otro lado de la misma se estendían, estacionaban los estudiantes esperando que bajen los profesores. Alumnos del año preparatorio de Derecho, del quinto de Segunda Enseñanza, del preparatorio de Medicina formaban animados grupos: estos últimos eran fáciles de distinguir por su traje y por cierto aire que no se observa en los otros: vienen en su mayoría del Ateneo Municipal y entre ellos vemos al poeta Isagani esplicando á un compañero la teoría de la refraccion de la luz. En un grupo se discutía, se disputaba, se citaban frases del profesor, testos del libro, principios escolásticos; en otro gesticulaban con los libros agitándolos en el aire, se demostraba con el baston trazando figuras sobre el suelo; más allá, entretenidos en observar á las devotas que van á la vecina iglesia, los estudiantes hacen alegres comentarios. Una vieja, apoyada en una joven, cojea devotamente; la joven camina con los ojos bajos, tímida y avergonzada de pasar delante de tantos observadores; la vieja levanta la falda color de café, de las Hermanas de Sta. Rita, para enseñar unos piés gorditos y unas medias blancas, riñe á su compañera y lanza miradas furiosas á los curiosos.<br />
<br />
—¡Saragates! gruñe, no les mires, ¡baja los ojos!<br />
<br />
Todo llama la atencion, todo ocasiona bromas y comentarios. [87]<br />
<br />
Ora es una magnífica victoria que se para junto á la puerta para depositar á una familia devota; van á visitar á la Virgen del Rosario en su día favorito; los ojos de los curiosos se afilan para espiar la forma y el tamaño de los piés de las señoritas al saltar del coche; ora es un estudiante que sale de la puerta con la devocion aun en el rostro: ha pasado por el templo para rogar á la Virgen le hiciese comprensible la leccion, para ver si está la novia, cambiar algunas miradas con ella é irse á clase con el recuerdo de sus amantes ojos.<br />
<br />
Mas en los grupos se nota cierto movimiento, cierta espectacion, é Isagani se interrumpe y palidece. Un coche se ha detenido junto á la puerta: la pareja de caballos blancos es bien conocida. Es el coche de la Paulita Gomez y ella ha saltado ya en tierra, ligera como un ave, sin dar tiempo á que los pícaros le vieran el pié. Con un gracioso movimiento del cuerpo y un pase de la mano se arregla los pliegues de la saya, y con una mirada rápida y como descuidada ha visto á Isagani, ha saludado y ha sonreido. Doña Victorina baja á su vez, mira al través de sus quevedos, vé á Juanito Pelaez, sonrie y le saluda afablemente.<br />
<br />
Isagani, rojo de emocion, contesta con un tímido saludo; Juanito se dobla profundamente, se quita el sombrero y hace el mismo gesto que el célebre cómico y caricato Panza cuando recibe un aplauso.<br />
<br />
—¡Mecáchis! ¡qué chica! exclama uno disponiéndose á partir; decid al catedrático que estoy gravemente enfermo.<br />
<br />
Y Tadeo, que así se llamaba el enfermo, entró en la iglesia para seguir á la joven.<br />
<br />
Tadeo va todos los días á la Universidad para preguntar si hay clase y cada vez se extraña más y más de que la haya: tiene cierta idea de una cuacha latente y eterna y la espera venir de un día á otro. Y todas las mañanas, despues de proponer en vano que hagan novillos, se marcha pretestando grandes ocupaciones, compromisos, enfermedades, precisamente en el momento mismo en que sus compañeros entran en la clase. Pero, por no se sabe qué arte de birlibirloque, Tadeo aprueba cursos, es querido de los profesores y tiene delante un hermoso porvenir.<br />
<br />
Entretanto un movimiento se inicia y los grupos empiezan á moverse; el catedratico de Física y Quimica ha bajado á clase. [88]Los alumnos, como burlados en sus esperanzas, se dirigieron al interior del edificio dejando escapar exclamaciones de descontento. Plácido Penitente sigue á la multitud.<br />
<br />
—¡Penitente, Penitente! ¡le llamó uno con cierto misterio firma esto!<br />
<br />
—Y ¿qué es eso?<br />
<br />
—No importa, ¡fírmalo!<br />
<br />
A Plácido le pareció que le tiraban de las orejas; tenía presente en la memoria la historia de un cabeza de barangay de su pueblo, que por haber firmado un documento que no conocía, estuvo preso meses y meses y por poco fué deportado. Un tío suyo, para grabarle la leccion en la memoria, le había dado un fuerte tiron de orejas. Y siempre que oía hablar de firmas se reproducía en los cartilagos de sus orejas la sensacion recibida.<br />
<br />
—Chico, dispensa, pero no firmo nada sin enterarme antes.<br />
<br />
—¡Que tonto eres! si lo firman dos carabineros celestiales, ¿qué tienes que temer?<br />
<br />
El nombre de carabineros celestiales infundía confianza. Era una sagrada compañía, creada para ayudar á Dios en la guerra con el espíritu del mal, y para impedir la introduccion del contrabando herético en el mercado de la Nueva Sion.<br />
<br />
Plácido iba ya á firmar para acabar porque tenía prisa: sus compañeros rezaban ya el O Thoma, pero le pareció que su tío le cogía de la oreja, y dijo:<br />
<br />
—¡Despues de clase! quiero leerlo antes.<br />
<br />
—Es muy largo, ¿entiendes? se trata de dirigir una contrapeticion, mejor dicho, una protesta. ¿Entiendes? Makaraig y algunos han solicitado que se abra una academia de castellano, lo cual es una verdadera tontería...<br />
<br />
—¡Bien, bien! chico, luego será, que ya estan empezando, dijo Plácido tratando de escaparse.<br />
<br />
—¡Pero si vuestro profesor no lee la lista!<br />
<br />
—Sí, sí, que la lee á veces. ¡Despues, despues! Ademas... yo no quiero ir en contra de Makaraig.<br />
<br />
—Pero si no es ir en contra, es solamente...<br />
<br />
Plácido ya no oía, ya estaba lejos y andaba de prisa dirigiéndose á su clase. Oyó diferentes ¡adsum! ¡adsum! ¡carambas, se leía la lista!... apretó los pasos y llegó precisamente á la puerta cuando estaban en la letra Q. [89]<br />
<br />
—¡Tinamáan ng...! murmuró mordiéndose los labios.<br />
<br />
Vaciló sobre si entrar ó no: la raya ya estaba puesta y no se la iban á borrar. A la clase no se va para aprender sino para no tener la raya; la clase se reducía á hacer decir la leccion de memoria, leer el libro y, cuando más, á una que otra preguntita abstracta, profunda, capciosa, enigmática; es verdad que no falta el sermoncito—¡el de siempre!—sobre la humildad, la sumision, el respeto á los religiosos y él, Plácido, era humilde, sumiso y respetuoso. Iba á marcharse ya pero se acordó de que los exámenes se acercaban y su profesor no le había preguntado todavía ni parecía haberse fijado en él: ¡buena ocasion era aquella para llamar la atencion y ser conocido! Ser conocido es tener el año ganado, pues, si no cuesta nada suspender á uno que no se conoce, se necesita tener duro el corazon para no impresionarse ante la vista de un joven que con su presencia reprocha diariamente la pérdida de un año de su vida.<br />
<br />
Plácido entró pues y no sobre la punta de los piés como solía hacer, sino metiendo ruido con sus tacones. Y ¡demasiado consiguió su intento! El catedrático le miró, frunció las cejas y agitó la cabeza como diciendo:<br />
<br />
—¡Insolentillo, ya me las pagarás!<br />
<br />
[Índice]<br />
XIII<br />
La clase de Fisica<br />
<br />
La clase era un gran espacio rectangular con grandes ventanas enrejadas que daban paso abundante al aire y á la luz. A lo largo de los muros se veían tres anchas gradas de piedra cubiertas de madera, llenas de alumnos colocados en orden alfabético. Hácia el estremo opuesto á la entrada, debajo de una estampa de Sto. Tomás de Aquino, se levantaba la cátedra del profesor, elevada, con dos escaleritas á ambos costados. Esceptuando un hermoso tablero con marco de narra sin usar casi, pues en él continuaba aun escrito el ¡viva! que apareció desde el primer día, no se veía allí ningun mueble útil ó inútil. La paredes, pintadas de blanco y protegidas en parte [90]por azulejos para evitar roces, estaban enteramente desnudas: ni un trazado, ni un grabado, ¡ni un esquema siquiera de un instrumento de Física! Los alumnos no tenían necesidad de más, nadie echaba de menos la enseñanza práctica de una ciencia eminentemente experimental; por años y años se ha enseñado así y Filipinas no se ha trastornado, al contrario continúa como siempre. Alguna que otra vez bajaba del cielo un instrumentillo que se enseñaba de lejos á la clase, como el Santísimo á los fieles prosternados, mírame y no me toques. De época en época, cuando venía algun profesor complaciente, se señalaba un día del año para visitar el misterioso Gabinete y admirar desde fuera los enigmáticos aparatos, colocados dentro de los armarios; nadie se podía quejar; aquel día se veía mucho laton, mucho cristal, muchos tubos, discos, ruedas, campanas, etc.; y la feria no pasaba de allí, ni Filipinas se trastornaba. Por lo demás, los alumnos estan convencidos de que aquellos instrumentos no se han comprado para ellos; ¡buenos tontos serían los frailes! El Gabinete se ha hecho para enseñárselo á los estrangeros y á los grandes empleados que venían de la Península, para que al verlo muevan la cabeza con satisfaccion mientras que el que les guía sonríe como diciendo:<br />
<br />
—¿Eh? ¿ustedes se han creido que se iban á encontrar con unos monjes atrasados? Pues estamos á la altura del siglo; ¡tenemos un gabinete!<br />
<br />
Y los estrangeros y los grandes empleados, obsequiados galantemente, escribían despues en sus viajes ó memorias que La Real y Pontificia Universidad de Sto. Tomás de Manila, á cargo de la ilustrada orden dominicana, posee un magnífico Gabinete de Física para la instruccion de la juventud... Cursan anualmente esta asignatura unos doscientos cincuenta alumnos, y sea por apatía, indolencia, poca capacidad del indio ú otra causa cualquiera etnológica ó suprasensible... hasta ahora no ha despuntado un Lavoisier, un Secchi ni un Tyndall, siquiera en miniatura, ¡¡¡¡de la raza malayo-filipina!!!!<br />
<br />
Sin embargo, para ser exactos, diremos que en este Gabinete tienen sus clases los treinta ó cuarenta alumnos de ampliacion y por cierto bajo la direccion de un catedrático que cumple bastante con su deber, pero, procediendo la mayor parte de estos del Ateneo de los jesuitas donde la ciencia se enseña prácticamente [91]en el gabinete mismo, su utilidad no resulta grande como lo sería si se aprovechasen de él los doscientos cincuenta que pagan su matrícula, compran su libro, estudian y emplean un año para despues no saber nada. Resulta de ello, que esceptuando algun raro capista ó sirviente que tuvo á su cargo los museos durante años y años, jamás se supo de ninguno que haya sacado provecho de las lecciones de memoria con tanto trabajo aprendidas.<br />
<br />
Pero volvamos á nuestra clase.<br />
<br />
El catedrático era un dominico joven, que había desempeñado con mucho rigor y excelente nombre algunas cátedras en el Colegio de S. Juan de Letran. Tenía fama de ser tan gran dialéctico como profundo filósofo y era uno de los de más porvenir en su partido. Los viejos le consideraban, y le envidiaban los jóvenes, porque entre ellos tambien existen partidos. Era aquel el tercer año de su profesorado y aunque era el primero en que explicaba Física y Química, pasaba ya por ser un sabio no solo entre los complacientes estudiantes sino tambien entre los otros nómadas profesores. El P. Millon, no pertenecía al vulgo de los que cada año cambian de cátedra para tener ciertos conocimientos científicos, alumnos entre otros alumnos sin más diferencia que la de cursar una sola asignatura, preguntar en vez de ser preguntados, entender mejor el castellano y no examinarse al fin del curso. El P. Millon profundizaba la ciencia, conocía la Física de Aristóteles y la del P. Amat; leía atentamente el Ramos y de cuando en cuando echaba un vistazo al Ganot. Con todo, sacudía muchas veces la cabeza con aire de duda, sonreía y murmuraba: transeat. En cuanto á Química, se le atribuían poco vulgares conocimientos desde que, fundándose en un dicho de Sto. Tomás de que el agua era una mezcla, probó palmariamente que el Angélico Doctor se había con mucho anticipado á los Berzelius, Gay Lussac, Bunsen y otros materialistas más ó menos presumidos. No obstante, apesar de haber sido profesor de Geografía, todavía conservaba ciertas dudas acerca de la redondez de la tierra y se sonreía con malicia al hablar de los movimientos de rotacion y revolucion en torno del sol, recitando:<br />
<br />
El mentir de las estrellas<br />
Es un cómodo mentir...<br />
[92]<br />
<br />
Se sonreía con malicia ante ciertas teorías físicas y tenía por visionario cuando no por loco al jesuita Secchi imputándole el trazar triangulaciones sobre la hostia como efecto de sus manías astronómicas, por cuya causa, decía, le prohibieron decir misa; muchos notaron tambien en él cierta inquina contra la ciencia que explicaba, pero tales lunares son pequeñeces, preocupaciones de escuela y religion y se explican facilmente no solo porque las ciencias físicas sean eminentemente prácticas, de pura observacion y deduccion mientras su fuerte estaba en las filosóficas, puramente especulativas, de abstraccion é induccion, sino tambien porque á fuer de buen dominico, amante de las glorias de su orden, no podía sentir cariño por una ciencia en que ninguno de sus hermanos había sobresalido—¡era él el primero en no creer en la Química de Sto. Tomás!—y en que tantas glorias habían conquistado órdenes enemigas, digamos sus rivales.<br />
<br />
Este era el profesor que aquella mañana, leida la lista, mandaba decir la leccion de memoria, al pié de la letra, á muchos de los alumnos. Los fonógrafos funcionaban, unos bien otros mal, otros tartamudeaban, se apuntaban. El que la decía sin falta se ganaba una raya buena, y una mala el que cometía más de tres equivocaciones.<br />
<br />
Un chico gordo, con cara de sueño y cabellos tiesos y duros como barbas de un cepillo, bostezaba hasta dislocarse la mandíbula y se desperezaba estendiendo los brazos, lo mismo como si estuviese en su cama. Vióle el catedrático y quiso asustarle.<br />
<br />
—¡Oy! tú, dormilon, ¡abá! ¿cosa? Perezoso tambien, seguro tu no sabe la leccion, ¿ja?<br />
<br />
El P. Millon no solo tuteaba á todos los estudiantes como buen fraile, sino les hablaba ademas en lengua de tienda, práctica que aprendió del catedrático de Cánones. Si el Reverendo quería con ello rebajar á los alumnos ó á los sagrados decretos de los concilios es cuestion no resuelta todavía apesar de lo mucho que sobre ello se ha discutido.<br />
<br />
La interpelacion, en vez de indignar á la clase, hízole gracia y muchos se rieron: era una cosa de todos los días. Sin embargo el dormilon no se rió; levantóse de un salto, se restregó los ojos, y como si una máquina de vapor hiciese girar el fonógrafo, empezó á recitar:<br />
<br />
—«Se da el nombre de espejo á toda superficie pulimentada, [93]destinada á producir por la reflexion de la luz las imágenes de los objetos situados delante de dicha superficie por las sustancias que forman estas superficies se dividen en espejos metálicos y espejos de cristal...<br />
<br />
—¡Pára, pára, pára! interrumpió el catedrático; ¡Jesus, qué matraca!... Estamos en que los espejos se dividen en metálicos y de cristal, ¿ja? Y si yo te presentase una madera, el kamagon por ejemplo, bien pulimentada y barnizada, ó un pedazo de marmol negro bien bruñido, una capa de azabache que reflejase las imágenes de los objetos colocados delante, ¿como clasificarías tú esos espejos?<br />
<br />
El preguntado, ya porque no supiese qué responder ó no entendiese la pregunta, intentó salir del paso demostrando que sabía la leccion y continuó como un torrente:<br />
<br />
—«Los primeros son formados por el laton ó por una aleacion de diferentes metales y los segundos son formados por una lámina de cristal cuyas dos superficies estan muy bien pulimentadas y una de ellas tiene adherida una amalgama de estaño.»<br />
<br />
—¡Tun, tun, tun! no es eso; ¡te digo dominus vobiscum y me contestas requiescat in pace!<br />
<br />
Y el buen catedrático repitió la pregunta en lengua de tienda insertando cosas y abás á cada momento.<br />
<br />
El pobre joven no salía de apuros: dudaba si incluir el kamagon entre los metales, el marmol entre los cristales y el azabache dejarlo como neutro, hasta que su vecino Juanito Pelaez le apuntó disimuladamente:<br />
<br />
—¡El espejo de kamagon entre los espejos de madera!...<br />
<br />
El incauto lo repite y media clase se desternilla de risa.<br />
<br />
—¡Buen kamagon estás tú! le dice el catedrático riendo á su pesar. Vamos á ver á qué llamarías tú espejo: á la superficie per se, in quantum est superficies ó al cuerpo que forma esta superficie ó sea la materia sobre que descansa esta superficie, la materia prima, modificada por el accidente superficie, porque, claro está, siendo la superficie accidente á los cuerpos no puede existir sin substancia. Vamos á ver ¿qué dices?<br />
<br />
¿Yo? ¡Nada! iba á contestar el infeliz que ya no sabía de qué se trataba aturdido por tantas superficies y tantos accidentes que le martilleaban cruelmente el oido, pero un instinto de [94]pudor le detuvo y, lleno de augustia y empezando á sudar, púsose á repetir entre dientes:<br />
<br />
—Se da el nombre de espejo á toda superficie pulimentada...<br />
<br />
—Ergo, per te, el espejo es la superficie, pescó el catedrático. Pues bien, resuélveme esta dificultad. Si la superficie es el espejo, indiferente debe ser á la esencia del espejo cuanto detrás de esta superficie se pueda encontrar, puesto que lo que está detrás no afecta á la esencia de lo que está delante, id est, de la superficie, quæ super faciem est, quia vocatur superficies facies ea quæ supra videtur; ¿concedes ó no lo concedes?<br />
<br />
Los cabellos del pobre joven aun se pusieron más tiesos como animados de una fuerza ascensional.<br />
<br />
—¿Concedes ó no concedes?<br />
<br />
—Cualquier cosa, lo que usted quiera, Padre, pensaba él, pero no se atrevía á decirlo de temor se riesen. Aquello se llamaba apuro y jamás las había visto tan gordas. Tenía cierta vaga idea de que á los frailes no se les podía conceder la cosa más inocente sin que de ella sacasen todas las concecuencias y provechos imaginables, díganlo si no sus haciendas y sus curatos. Así que su angel bueno le sugería negase cualquier cosa con toda la energía de su alma y la rebeldía de sus cabellos, y estaba ya para soltar un soberbio ¡nego! y porque quien niega todo no se compromete á nada, le había dicho cierto oficial de un juzgado; mas, la mala costumbre de no escuchar la voz de la propia conciencia, de tener poca fé en la gente de curia y buscar ausilio en los otros cuando se basta uno solo, le perdieron. Los compañeros hacían señas de que lo concediese, sobre todo Juanito Pelaez, y dejándose llevar de su mal sino, soltó un «concedo, Padre» con voz tan desfallecida como si dijese: In manus tuas commendo spiritum meum.<br />
<br />
—Concedo antecedentem, repitió el catedrático sonriendo maliciosamente; ergo, puedo raspar el azogue de un espejo de cristal, sustituirlo por un pedazo de bibinka y siempre tendremos el espejo, ¿ja? ¿Qué tendremos?<br />
<br />
El joven miró á sus inspiradores y viéndolos atónitos y sin saber qué decir, se dibujó en su cara el más amargo reproche. Deus meus, Deus meus, quare dereliquiste me, decían los atribulados ojos mientras que sus labios murmuraban: ¡linintikan! En vano tosía, estiraba la pechera de su camisa, se apoyaba sobre un pié, luego sobre otro, no encontraba solucion. [95]<br />
<br />
—Vamos, ¿qué tenemos? repetía el catedrático gozándose en el efecto de su argumento.<br />
<br />
—¡La bibinka! soplaba Juanito Pelaez, ¡la bibinka!<br />
<br />
—¡Cállate, bobo! gritó al fin desesperado el joven que quería salir del apuro trasformándolo en querella.<br />
<br />
—¡A ver, Juanito, si me resuelves la cuestion! preguntó entonces el catedrático á Pelaez.<br />
<br />
Pelaez, que era uno de sus favoritos, se levantó lentamente no sin dar antes un codazo á Plácido Penitente, que era el que le seguía por orden de lista. El codazo quería decir:<br />
<br />
—¡Atencion y apúntame!<br />
<br />
—Nego consecuentiam, ¡Padre! contestó resueltamente.<br />
<br />
—¡Hola, pues probo consecuentiam! Per te, la superficie pulimentada constituye la esencia del espejo...<br />
<br />
—¡Nego suppositum! interrumpió Juanito al sentir que Plácido le tiraba de la americana.<br />
<br />
—¿Cómo? Per te...<br />
<br />
—¡Nego!<br />
<br />
—Ergo ¿tu opinas que lo que está detrás influye sobre lo que está delante?<br />
<br />
—¡Nego! gritó con más ardor todavía, sintiendo otro tiron de su americana.<br />
<br />
Juanito ó mejor Plácido que era el que le apuntaba, empleaba sin sospechar la táctica china: no admitir al más inocente estranjero para no ser invadido.<br />
<br />
—¿En qué quedamos pues? preguntó el catedrático algo desconcertado y mirando con inquietud al intransigente alumno; ¿influye ó no influye la sustancia que está detrás, sobre la superficie?<br />
<br />
Ante esta pregunta precisa, categórica, especie de ultimatum, Juanito no sabía qué responder y su americana no le sugería nada. En vano hacía señas con la mano á Plácido; Plácido estaba indeciso. Juanito aprovechóse de un momento en que el catedrático miraba á un estudiante que se quitaba disimuladamente las botinas que le venían muy apretadas, y dió un fuerte pisoton á Plácido, diciendo:<br />
<br />
—¡Sóplame, anda, sóplame!<br />
<br />
—Distingo... ¡Aray! ¡qué bruto eres! gritó sin querer Plácido mirándole con ojos iracundos, mientras se llevaba la mano á sus botinas de charol. [96]<br />
<br />
El catedrático oyó el grito, les vió y adivinó de qué se trataba.<br />
<br />
—¡Oy, tu! espíritu sastre, le interpeló; yo no te pregunto á tí, pero ya que te precias de salvar á los demás, á ver, sálvate á tí mismo, salva te ipsum, y resuélveme la dificultad.<br />
<br />
Juanito se sentó muy contento y en prueba de agradecimiento sacóle la lengua á su apuntador. Este entre tanto, rojo de vergüenza, se levantó y murmuró ininteligibles escusas.<br />
<br />
Consideróle por un momento el P. Millon como quien saborea con la vista un plato. ¡Qué bueno debía ser humillar y poner en ridículo á aquel mozo coqueton, siempre bien vestidito, la cabeza erguida y la mirada serena! Era una obra de caridad, así es que el caritativo catedrático se dedicó á ella con toda conciencia repitiendo lentamente la pregunta:<br />
<br />
—El libro dice, que los espejos metálicos están formados por el laton ó por una aleacion de diferentes metales, ¿es cierto ó no es cierto?<br />
<br />
—Lo dice el libro, Padre...<br />
<br />
—Liber dixit ergo ita est; no vas á pretender saber más que el libro... Añade despues que los espejos de cristal estan formados por una lámina de cristal cuyas dos superficies estan muy pulimentadas, teniendo en una de ellas adherida una amalgama de estaño, ¡nota bene! una amalgama de estaño. ¿Es esto cierto?<br />
<br />
—Si lo dice el libro, Padre...<br />
<br />
—¿El estaño es un metal?<br />
<br />
—Parece que sí, Padre; lo dice el libro...<br />
<br />
—Lo es, lo es, y la palabra amalgama quiere decir que va unida al mercurio que tambien es otro metal. Ergo un espejo de cristal es un espejo de metal; ergo los términos de la division se confunden, ergo la clasificacion es viciosa, ergo... Cómo te explicas tú, ¿espíritu-sastre?<br />
<br />
Y marcaba los ergos y los tues con una fruicion indecible y guiñaba el ojo como diciendo: ¡estás frito!<br />
<br />
—Es que... es decir que... balbuceaba Plácido.<br />
<br />
—Es decir que no has comprendido la leccion, espíritu mezquino que ¡no te entiendes y soplas al vecino!<br />
<br />
La clase no se indignó, al contrario, muchos encontraron el consonante gracioso y se rieron. Plácido se mordió los labios.<br />
<br />
—¿Cómo te llamas tú? preguntóle el catedrático. [97]<br />
<br />
Plácido contestó secamente.<br />
<br />
—¡Aja! Plácido Penitente, pues más pareces Plácido Soplon ó Soplado. Pero te voy á imponer penitencia por tus sopladurías.<br />
<br />
Y feliz con el juego de palabras, le mandó dijese la leccion. El joven, en el estado de ánimo en que se encontraba, cometió más de tras faltas. El catedrático entonces, moviendo la cabeza de arriba abajo, abrió lentamente la lista y con toda pausa la fué recorriendo mientras repetía el nombre en voz baja.<br />
<br />
—Palencia... Palomo... Panganiban... Pedraza... Pelado... Pelaez... Penitente, ¡ajá! Plácido Penitente, quince faltas voluntarias de asistencia...<br />
<br />
Plácido se irguió;<br />
<br />
—¿Quince faltas, Padre?<br />
<br />
—Quince faltas voluntarias de asistencia, continuaba el catedrático; con que no te falta más que una para ser borrado.<br />
<br />
—¿Quince faltas, quince faltas? repetía Plácido aturdido; no he faltado más que cuatro veces y con hoy, cinco, ¡si acaso!<br />
<br />
—¡Júsito, júsito, señolía! contestó el catedrático examinando al joven por encima de sus gafas de oro. Confiesas que has faltado cinco veces y, sabe Dios, ¡si no has faltado más! Atqui como leo la lista muy raramente, y cada vez que le cojo á uno le pongo cinco rayitas, ergo, ¿cuántas son cinco por cinco? ¡A que te has olvidado de la tabla de multiplicar! ¿Cinco por cinco?<br />
<br />
—Veinticinco...<br />
<br />
—¡Júsito, júsito! De manera que todavía te tragas diez, porque no te he pillado más que tres veces... ¡Uy! si te pillo en todas... Y ¿cuántas son tres por cinco?<br />
<br />
—Quince...<br />
<br />
—Quince, ¡parejo camaron con cangrejo! concluyó el catedrático cerrando la lista; si te descuidas una más, ¡sulung! ¡apuera de la fuerta! ¡Ah! y ahora una faltita de leccion diaria.<br />
<br />
Y abrió de nuevo la lista, y buscó el nombre y puso la rayita.<br />
<br />
—¡Vaya! ¡una rayita! decía; como ¡no tienes aun ninguna!<br />
<br />
—Pero, Padre, exclamaba Plácido conteniéndose; si V. R. me pone la falta de leccion, V. R. ¡me debe borrar las de asistencia que me ha puesto por este día!<br />
<br />
La Reverencia no respondió; consignó primero lentamente la falta, la contempló ladeando la cabeza—la rayita debía ser artística,—dobló la lista y despues con toda sorna preguntó; [98]<br />
<br />
—¡Abá! ¿y por qué, ñol?<br />
<br />
—Porque no se concibe, Padre, que uno pueda faltar á clase y al mismo tiempo decir la leccion en ella... V. R. dice que, estar y no estar...<br />
<br />
—¡Nacú! metapísico pa, ¡prematuro no más! Con que no se concibe, ¿ja? Sed patet experientiâ y contra experentiam negantem, fusilibus est argüendum, ¿entiendes? ¿Y no concibes tú, cabeza de filósofo, que se pueda faltar á clase y no saber la leccion al mismo tiempo? ¿Es que la no-asistencia implica necesariamente la ciencia? ¿Qué me dices, filosofastro?<br />
<br />
Este último mote fué la gota de agua que hizo desbordar la vasija. Plácido que entre sus amigos tenía fama de filósofo, perdió la paciencia, arrojó el libro, se levantó y se encaró con el catedrático:<br />
<br />
—¡Bastante; Padre, bastante! V. R. me puede poner las faltas que quiera, pero no tiene derecho á insultarme. Quédese V. R. con su clase, que yo no aguanto más.<br />
<br />
Y sin más despedida, salió.<br />
<br />
La clase estaba aterrada: semejante acto de dignidad no se veía casi nunca: ¿quién se iba á figurar que Plácido Penitente...? El catedrático, sorprendido, se mordió los labios y le vió alejarse moviendo la cabeza algo amenazador. Con voz temblorosa empezó entonces el sermon sobre el mismo tema de siempre, aunque con más energía y más elocuencia pronunciado. Versaba sobre el naciente orgullo, la innata ingratitud, la presuncion, el poco respeto á los superiores, la soberbia que el espíritu de las tinieblas infundía en los jóvenes, la poca educacion, la falta de cortesanía, etc., etc. De allí pasó á echar pullas y sarcasmos sobre la pretension que tenían algunos sopladillos de enseñar á sus maestros levantando una academia para la enseñanza del castellano.<br />
<br />
—¡Ja, ja! decía; esos que antes de ayer apenas sabían decir sí, Padre, no, Padre, ¿quieren ahora saber más que los que han encanecido enseñando? ¡El que quiere aprender, aprende, con academias ó sin ellas! ¡Seguramente ése, ése que acaba de salir es uno de los del proyecto! ¡Bueno está el castellano con semejantes partidarios! ¿De dónde habeis de sacar el tiempo para frecuentar la academia si apenas teneis lo bastante para cumplir con los deberes de la clase? Nosotros quisiéramos que sepais todos el español y que lo pronuncieis bien para que no [99]nos rompais los tímpanos con vuestros giros y vuestras pés, pero primero la obligacion y despues la devocion; cumplid antes con vuestros estudios y aprended despues el castellano y meteos á escribidores si os da la gana...<br />
<br />
Y así siguió hablando y hablando hasta que tocó la campana y se terminó la clase, y los doscientos treinta y cuatro alumnos, despues de rezar, salieron tan ignorantes como cuando entraron, pero respirando como si se hubiesen quitado un inmenso peso de encima. Cada joven había perdido una hora más en su vida, y con ella una parte de su dignidad y de la consideracion á sí mismo y en cambio ganaba terreno el desaliento, el desamor al estudio y el resentimiento en los corazones. ¡Despues de esto pedirles ciencia, dignidad, gratitud!<br />
<br />
De nobis, post hœc, tristis sententia fertur!<br />
<br />
Y como los doscientos treinta y cuatro, pasaron sus horas de clase los miles y miles de alumnos que les precedieron, y, si las cosas no se arreglan, pasarán todavía los que han de venir y se embrutecerán, y la dignidad herida y el entusiasmo de la juventud viciado se convertirán en odio y en pereza, como las olas que, volviéndose fangosas en cierta parte de la playa, se suceden unas á otras dejando cada vez mayor sedimento de basura. Empero, Aquel que vé desde la eternidad las consecuencias de un acto desenvolverse como un hilo en el trascurso de los siglos, Aquel que pesa el valor de un segundo y ha impuesto para sus criaturas como primera ley el progreso y la perfeccion, ¡Aquel, si es justo, pedirá estrecha cuenta á quien debiere rendirla, de los millones de inteligencias oscurecidas y cegadas, de la dignidad humana rebajada en millones de criaturas y del incontable número de tiempo perdido y trabajo malogrado! Y si las doctrinas del Evangelio tienen su fondo de verdad, tendrán tambien que responder los millones y millones que no supieron guardar la luz de su inteligencia y la dignidad de su espíritu, ¡como el señor pide cuenta al siervo de los talentos que se dejó cobardemente robar! [100]<br />
<br />
[Índice]<br />
XIV<br />
Una casa de estudiantes<br />
<br />
Era digna de visitarse la casa donde vivía Makaraig.<br />
<br />
Grande, espaciosa, con dos pisos entresuelos provistos de elegantes rejas, parecía un colegio en las primeras horas de la mañana y un pandemonium de las diez en adelante. Durante las horas de recreacion de los pupilos, desde que se entra en el espacioso zaguan hasta que se llega al piso principal, bullen la risa, la algazara, y el movimiento. Jóvenes en traje ligero de casa juegan á la sipa, hacen ejercicios gimnásticos valiéndose de trapecios improvisados: en las escaleras se sostiene un asalto entre ocho ó nueve, armados de bastones, picas, ganchos y lazos, pero asaltantes y asaltados no se hacen daño por lo general; los golpes paran de rebote sobre la espalda del chino tendero que en la escalera vende comistrajos é indigestos pasteles. Multitud de niños le rodean, le tiran de la coleta ya deshecha y desarreglada, le arrebatan un pastel, le regatean el precio y le hacen mil diabluras. El chino grita, jura y perjura en todos los idiomas que chapurrea, incluso en el suyo, lloriquea, rie, suplica, pone buena cara cuando la mala de nada le sirve y vice-versa.<br />
<br />
—¡Ah, malo esi—Vo cosiesia—No quilistiano—Uste limoño—Salamaje!—¡tusu tusu! etc.<br />
<br />
¡Piff, paff! ¡no importa! Vuelve la cara sonriente; si solo sobre sus espaldas recibe los bastonazos continúa impertérrito su comercio, contentándose con gritar:—No jugalo, ¿eh? ¡no jugalo!» pero si los recibe sobre el bilaw que contiene sus pastas, entonces, jura no volver, arroja por la boca todas las imprecaciones y maldiciones imaginables; los muchachos redoblan para hacerle rabiar más y cuando ven ya la fraseología agotada, y estan satisfechos de tanta jopia y pepita de sandía salada, entonces le pagan religiosamente y el chino se marcha contento, riendo, guiñando y recibe como caricias los ligeros bastonazos que los estudiantes le propinan á guisa de despedida.<br />
<br />
—¡¡Huaya, homia!!<br />
<br />
Conciertos de piano y violin, de guitarra y acordeon, [101]alternan con el chocar repetido de bastones de las lecciones de esgrima. En torno de una ancha y larga mesa los alumnos del Ateneo escriben, hacen sus composiciones, resuelven sus problemas al lado de otros que escriben á sus novias en rosados papeles calados, llenos de dibujos; uno compone un melodrama al lado del que aprende la flauta y los consonantes nacen silbados desde un principio. Más allá, los mayores, estudiantes de facultad que lucen calcetines de seda y zapatillas bordadas, se entretienen en hacer rabiar á los pequeñuelos tirándoles de las orejas, ya rojas de tanto recibir papirotazos; dos ó tres sujetan á un pequeñito que grita, llora y defiende á puntapiés los cordones de su calzoncillo: cuestion de ponerle como cuando nació... pataleando y llorando. En un cuarto, al rededor de una mesa velador cuatro juegan al revesino entre risas y bromas con gran impaciencia de uno que hace de estudiar la leccion pero que en realidad espera que le llegue el el turno para jugar á su vez. Otro viene con grandes aspavientos, muy escandalizado y se acerca á la mesa.<br />
<br />
—¡Qué viciosos sois! dice; ¡tan de mañana y ya al juego! ¡A ver, á ver! ¡Tonto! ¡arrastra con el tres de espadas!<br />
<br />
Y cierra su libro y se pone tambien á jugar.<br />
<br />
Se oyen gritos, resuenan golpes. Dos se han peleado en el vecino cuarto: un estudiante cojo muy picon y un infeliz recien llegado de provincias. Este que apenas principia á estudiar, da con un tratado de filosofía y lee en voz alta, inocentemente y acentuándolo mal el principio cartesiano:<br />
<br />
—¡Cogito, ergo sum!<br />
<br />
El cojo se da por insultado, los otros intervienen poniendo paz pero en realidad metiendo cizaña y acaban por pegarse.<br />
<br />
En el comedor un joven con una lata de sardinas, una botella de vino y las provisiones que acaba de traer de su pueblo, hace heroicos esfuerzos para que sus amigos participen de su tente-en-pié, mientras que los amigos oponen á su vez otra heroica resistencia. Otros se bañan en la azotea y con el agua del pozo se dedican á ejercicios de bomberos, traban combate á calderadas de agua con gran contento de los espectadores.<br />
<br />
Pero el ruido y la algazara cesan paulatinamente á medida que llegan caracterizados estudiantes, convocados por Makaraig para darles cuenta de la marcha de la Academia de [102]castellano. Isagani fué saludado cordialmente lo mismo que el peninsular Sandoval, que vino de empleado á Manila y concluía sus estudios, completamente identificado con las aspiraciones de los estudiantes filipinos. Las barreras que la política establece entre las razas, desaparecen en las aulas como derretidas al calor de la ciencia y de la juventud.<br />
<br />
A falta de Ateneos y centros científicos, literarios ó políticos, Sandoval aprovecha todas las reuniones para desarrollar sus grandes dotes oratorias, pronunciando discursos discutiendo sobre cualquier tema y arrancando aplausos de sus amigos y oyentes. En aquellos momentos el tema de la conversacion era la enseñanza del castellano.<br />
<br />
Como Makaraig no había llegado aun las conjeturas estaban á la orden del día.<br />
<br />
—¿Qué habrá pasado?—¿Qué ha dispuesto el General?—<br />
<br />
—¿Ha negado el permiso?—¿Triunfó el P. Irene?—¿Triunfó el P. Sibyla?<br />
<br />
Estas eran las preguntas que se dirigían unos á otros, preguntas cuyas respuestas solo podía dar Makaraig.<br />
<br />
Entre los jóvenes reunidos los había optimistas como Isagani y Sandoval que veían la cosa hecha y hablaban de plácemes y alabanzas del gobierno para el patriotismo de los estudiantes, optimismos que le hacían á Juanito Pelaez reclamar para sí gran parte de la gloria en la creacion de la sociedad. A todo esto respondía el pesimista Pecson,—un gordinflon con risa amplia de calavera,—hablando de estrañas influencias, de si el Obispo A., el Padre B., el Provincial C. fueron ó no consultados y de si aconsejaron ó no que metiese en la carcel á todos los de la asociacion, noticia que ponía inquieto á Juanito Pelaez quien entonces tartamudeaba:<br />
<br />
—Carambas, no me metan ustedes...<br />
<br />
Sandoval, á fuer de peninsular y liberal, se ponía furioso:<br />
<br />
—¡Pero, p—! decía; ¡eso es tener mala opinion de S. E.! Ya sé que es muy frailuno, ¡pero en cuestion semejante no se deja influir de los frailes! ¿Me querrá usted decir, Pecson, en qué se funda para creer que el General no tiene propio criterio?<br />
<br />
—No digo eso, Sandoval, contestaba Pecson sonriendo hasta enseñar su muela de juicio; el General para mí tiene propio criterio, esto es, el criterio de todos los que están al alcance de su mano... ¡Eso está claro! [103]<br />
<br />
—¡Dale bola! Pero ¡cíteme usted un hecho, cíteme un hecho! gritaba Sandoval; seamos enemigos de las discusiones huecas, de las frases vacías y vayamos al terreno de los hechos, añadía gesticulando elegantemente. Hechos, señores, hechos, lo demás es preocupacion que no quiero llamar filibustera.<br />
<br />
Pecson se rie como un bendito y le interrumpe.<br />
<br />
—¡Ya está el filibusterismo! Pero ¿es que no se puede discutir sin acudir á acusaciones?<br />
<br />
Sandoval protesta, y pide hechos componiendo un pequeño discurso.<br />
<br />
—Pues hace poco hubo aquí un pleito entre unos particulares y ciertos frailes, y el General interino lo falló, haciendo que lo sentenciase el Provincial de la orden litigante, contestó Pecson.<br />
<br />
Y se echó otra vez á reir como si se tratase de una cosa inocente. Citaba nombres, fechas y prometía traer documentos que prueban la manera como se administró justicia.<br />
<br />
—Pero ¿en qué podrá fundarse, dígame usted, en qué podrán fundarse para no permitir lo que salta á los ojos como altamente útil y necesario? preguntó Sandoval.<br />
<br />
Pecson se encogió de hombros.<br />
<br />
—En que peligra la integridad de la patria... repuso en el tono de un curial que lee un alegato.<br />
<br />
—¡Esa sí que es gorda! ¿Qué tiene que ver la integridad de la patria con las leyes de la sintaxis?<br />
<br />
—Doctores tiene la Santa Madre Iglesia... ¿Qué sé yo? acaso se tema que comprendamos las leyes y las podamos obedecer... ¿Qué será de Filipinas el día en que nos comprendamos los unos á los otros?<br />
<br />
A Sandoval no le gustaba el giro dialogado y guason de la conversacion. Por aquel camino no podía asomar ningun discurso que valga la pena.<br />
<br />
—No tome usted á guasa las cosas, exclamó; se trata de cosas muy serias.<br />
<br />
—¡Líbreme Dios de guasearme cuando hay frailes de por medio!<br />
<br />
—Pero, ¿y en qué pueden basarse...?<br />
<br />
—En que teniendo que ser nocturnas las horas de clase, continuó Pecson con el mismo tono como si se tratase de fórmulas conocidas y sabidas, se puede invocar como inconveniente la inmoralidad como con la escuela de Malolos... [104]<br />
<br />
—¡Otra! Pues ¿y no se cobijan acaso bajo el manto oscuro de la noche las clases de la Academia de Dibujo, y los novenarios y procesiones?...<br />
<br />
—Atenta á la dignidad de la Universidad, continuó el gordo sin hacer caso de la observacion.<br />
<br />
—¡Que atente! la Universidad tiene que plegarse á las necesidades de los estudiantes. Y á ser eso cierto ¿qué es Universidad entonces? ¿Es una institucion para que no se aprenda? ¿Se han reunido acaso unos cuantos hombres apellidando ciencia é instruccion para impedir que se instruyan los otros?<br />
<br />
—Es que las iniciativas que vienen de abajo se llaman descontento...<br />
<br />
—Y proyectos las que vienen de arriba, insinuó otro: ¡ahí está la Escuela de Artes y Oficios!<br />
<br />
—Poco á poco, señores, dijo Sandoval; yo no soy frailero, conocidas son mis ideas liberales, pero ¡al César lo que es del César! De esa escuela de Artes y Oficios, de la que soy el defensor más entusiasta y cuya realizacion habré de saludar como la primera aurora para estas bienaventuradas islas, de esa Escuela de Artes y Oficios se han encargado los frailes...<br />
<br />
—O el perro del hortelano que es lo mismo, añadió Pecson interrumpiendo otra vez el discurso.<br />
<br />
—¡Vamos p—! dijo Sandoval furioso por la interrupcion y perdiendo el hilo de su periodo; mientras no sepamos nada malo, no seamos pesimistas, no seamos injustos sospechando de la libertad é independencia del gobierno...<br />
<br />
É hizo en hermosas frases la apología del gobierno y de sus buenos propósitos, tema que Pecson no se atrevió á interrumpir.<br />
<br />
—El gobierno español, decía entre otras frases, os ha dado todo, ¡no os ha negado nada! Tuvimos en España el absolutismo, y absolutismo tuvísteis, los frailes cubrieron nuestro suelo con sus conventos y conventos ocupan la tercera parte de Manila; en España rige el garrote, y el garrote aquí es la última pena; somos católicos y os hicimos católicos; fuimos escolásticos y el escolasticismo brilla en vuestras aulas, en fin, señores, lloramos cuando llorais, sufrimos cuando sufrís, tenemos los mismos altares, el mismo tribunal, los mismos castigos, y justo será que os demos tambien nuestros mismos derechos y nuestras mismas alegrías.<br />
<br />
Y como nadie le interrumpía se fué entusiasmando y entusiasmando hasta que pasó á hablar del porvenir de Filipinas. [105]<br />
<br />
—Como digo, señores, la aurora no está lejos; España abre el oriente para su querida Filipinas, y los tiempos van cambiando y me consta se hace más de lo que nos figuramos. A ese gobierno que segun ustedes vacila y no tiene voluntad, bueno es que le alentemos con nuestra confianza, que le hagamos ver que esperamos en él; recordémosle con nuestra conducta (cuando se olvida lo que no creo pueda suceder), que tenemos fé en sus buenos deseos y que no debe guiarse por otra norma que la de la justicia y el bien de todos sus gobernados. No, señores, continuó adoptando un tono más y más declamatorio, no debemos ni siquiera admitir en esta materia la posibilidad de una consulta con otras entidades más ó menos opuestas, pues la sola idea implicaría la tolerancia del hecho; vuestra conducta hasta ahora ha sido franca, leal, sin vacilaciones, sin recelos; os dirigís á él sencilla y directamente, las consideraciones que espusisteis no pueden ser más atendibles; vuestro fin es aligerar la tarea de los profesores en los primeros años y facilitar el estudio á centenares de estudiantes que llenan las aulas y de los que no puede cuidarse un solo profesor. Si hasta ahora el espediente no ha sido resuelto ha sido porque, como me consta á mí, hay mucho material acumulado; pero auguro que la campaña está ganada, que la cita de Makaraig es para anunciarnos la victoria, y mañana veremos premiados nuestros esfuerzos con el aplauso y agradecimiento del pais ¡y quien sabe señores si el gobierno no os propone á vosotros para alguna buena condecoracion como merecedores que sois de la patria!<br />
<br />
Resonaron entusiastas aplausos; todos creían ya en el triunfo y muchos en la condecoracion.<br />
<br />
—¡Que conste, señores, dijo Juanito, que yo fuí uno de los primeros iniciadores!<br />
<br />
El pesimista Pecson no estaba entusiasmado.<br />
<br />
—¡Como no tengamos la condecoracion en los tobillos! dijo.<br />
<br />
Pero afortunadamente para Pelaez la observacion no se oyó en medio de los aplausos. Cuando se calmaron algun tanto, Pecson repuso:<br />
<br />
—Bueno, bueno, muy bueno, pero una suposicion... ¿y si apesar de todo eso, el General consulta, consulta y consulta y despues nos niega la autorizacion?<br />
<br />
La suposicion cayó como agua fría. [106]<br />
<br />
Todos miraron á Sandoval; este se halló entrecortado.<br />
<br />
—Entonces, murmuró titubeando.<br />
<br />
—¿Entonces?<br />
<br />
—Entonces, exclamó Sandoval todavía excitado por los aplausos y en un arranque de entusiasmo, puesto que en escritos é impresos blasona de querer vuestra instruccion, y la impide y la niega cuando al terreno de los hechos se le cita, entonces, señores, vuestros esfuerzos no habrán sido en vano, habreis conseguido lo que nadie ha podido, ¡que se arranque la máscara y os arroje el guante!<br />
<br />
—¡Bravo, bravo! gritaron entusiasmados algunos.<br />
<br />
—¡Bien por Sandoval! ¡Bravo por el guante! añadieron otros.<br />
<br />
—¡Que nos arroje el guante! repitió Pecson desdeñoso, y ¿despues?<br />
<br />
Sandoval se quedó parado en medio de su triunfo, pero con la vivacidad propia de su raza y su sangre de orador se repuso al instante.<br />
<br />
—¿Despues? preguntó; despues, si ninguno de los filipinos se atreve á contestar al reto, entonces yo, Sandoval, en nombre de España recojo el guante porque tal política sería un mentis á las buenas intenciones que ella ha abrigado siempre en favor de sus provincias, ¡y porque quien de tal manera prostituye el cargo que se le confía y abusa de sus omnímodas facultades no merece la proteccion de la patria ni el amparo de ningun ciudadano español!<br />
<br />
El entusiasmo de los oyentes rayó en delirio. Isagani abrazó á Sandoval, los otros le imitaron; se hablaba de patria, de union, de fraternidad, de fidelidad; los filipinos decían que si no hubiese más que Sandovales en España, todos serían Sandovales en Filipinas; Sandoval tenía los ojos brillantes y se podía creer que si en aquel momento le hubiesen arrojado un guante cualquiera, habría montado sobre cualquier caballo para hacerse matar por Filipinas. Solo el agua fría repuso:<br />
<br />
—Bien, está muy bien, Sandoval; yo tambien podría decir lo mismo si fuese peninsular, pero, no siéndolo, si dijese la mitad de lo que usted, usted mismo me tomaría por filibustero.<br />
<br />
Sandoval empezaba un discurso lleno de protestas cuando fué interrumpido. [107]<br />
<br />
—¡Albricias! amigos, ¡albricias! ¡Victoria! gritó en aquel momento un joven entrando y abrazando á todos.<br />
<br />
—¡Albricias, amigos! ¡Viva la lengua castellana!<br />
<br />
Una salva de aplausos recibió la noticia; todos se abrazaban, todos tenían los ojos brillantes de lágrimas. Pecson era el único que conservaba su sonrisa de escéptico.<br />
<br />
El que venía á traer tan buena nueva era Makaraig, el joven que encabezaba el movimiento.<br />
<br />
Este estudiante ocupaba en aquella casa, para sí solo, dos habitaciones lujosamente amuebladas, tenía criado y cochero para cuidarle su araña y sus caballos. Era de gallardo continente, maneras finas, elegante, y riquísimo. Aunque estudiaba Derecho solo para tener un título académico, gozaba no obstante fama de aplicado y como dialéctico á la manera escolástica no tenía nada que envidiar á los más furibundos ergotistas del claustro Universitario. No estaba sin embargo muy atrasado respecto á ideas y adelantos modernos; su fortuna le proporcionaba todos los libros y revistas que la previa censura no conseguía detener. Con estas cualidades, con su fama de valiente, sus encuentros afortunados en sus años más juveniles y su galantería fina y delicada, no era estraño que ejerciese tanto influjo sobre sus compañeros, y fuera elegido para dar cima á tan difícil empresa como lo era la enseñanza del castellano.<br />
<br />
Pasadas las primeras manifestaciones del entusiasmo que en la juventud siempre toma formas algo más exageradas por lo mismo que ella todo lo vé hermoso, quisieron enterarse de cómo habían ido las cosas.<br />
<br />
—Esta mañana me ví con el P. Irene, dijo Makaraig con cierto misterio.<br />
<br />
—¡Viva el P. Irene! gritó un estudiante entusiasta.<br />
<br />
—El P. Irene, prosiguió Makaraig, me ha enterado de todo lo que ha pasado en Los Baños. Parece que estuvieron discutiendo lo menos una semana, él sosteniendo y defendiendo nuestra causa contra todos, contra el P. Sibyla, el P. Hernandez, el P. Salví, el General, el segundo Cabo, el joyero Simoun...<br />
<br />
—¡El joyero Simoun! interrumpió otro, pero ¿qué tiene que ver ese judío con las cosas de nuestro país? Y nosotros que le enriquecemos comprando...<br />
<br />
—¡Cállate! le dijo otro, impaciente y ansioso de saber como pudo vencer el P. Irene á tan terribles enemigos. [108]<br />
<br />
—Hasta había grandes empleados que estaban en contra de nuestro proyecto, el Director de Administracion, el Gobernador Civil, el chino Quiroga...<br />
<br />
—¡¡El chino Quiroga!! El alcahuete de los...<br />
<br />
—¡Cállate, hombre!<br />
<br />
—Al fin, prosiguió Makaraig, iban á encarpetar el espediente y dejarlo dormir por meses y meses cuando el P. Irene se acordó de la Comision Superior de Instruccion Primaria y propuso, puesto que se trataba de la enseñanza de la lengua castellana, que el espediente pasara por aquel cuerpo para que dictaminasen sobre él...<br />
<br />
—Pero si esa comision ya no funciona hace tiempo, observó Pecson.<br />
<br />
—Eso precisamente le contestaron al P. Irene, continuó Makaraig, y él replicó que era buena ocasion aquella para que reviva, y aprovechándose de la presencia de D. Custodio, uno de los vocales, propuso que en el acto se nombrase una comision, y vista y conocida la actividad de D. Custodio se le nombró ponente y ahora está el espediente en sus manos. D. Custodio prometió despacharlo en todo este mes.<br />
<br />
—¡Viva don Custodio!<br />
<br />
—¿Y si don Custodio dictamina en contra? preguntó el pesimista Pecson.<br />
<br />
Con eso no contaban, embriagados con la idea de que el asunto no se archivaba. Todos miraron á Makaraig para saber qué se resolvía.<br />
<br />
—La misma objecion se la he hecho al P. Irene, pero con su risa picaresca me dijo: Hemos ganado mucho, hemos conseguido que el asunto se encamine hácia una solucion, el enemigo se ve obligado á aceptar la batalla... si podemos influir en el ánimo de don Custodio para que, siguiendo sus tendencias liberales, informe favorablemente, todo está ganado; el General se muestra en absoluto neutral.<br />
<br />
Makaraig se detuvo.<br />
<br />
—¿Y cómo influir? preguntó un impaciente.<br />
<br />
—El P. Irene me indicó dos medios...<br />
<br />
—¡El chino Quiroga! dijo uno.<br />
<br />
—¡Ca! Valiente caso hace de Quiroga...<br />
<br />
—¡Un buen regalo!<br />
<br />
—Menos, se pica de incorruptible. [109]<br />
<br />
—Ah ya, ¡ya lo sé! esclamó Pecson riendo; Pepay la bailarina.<br />
<br />
—¡Ah, sí! ¡Pepay la bailarina! dijeron algunos.<br />
<br />
Esta Pepay era una rozagante moza que pasaba por ser muy amiga de don Custodio: á ella acudían los contratistas, los empleados y los intrigantes cuando algo querían conseguir del célebre concejal. Juanito Pelaez que tambien era amigo de la bailarina se ofrecía á arreglar el asunto, pero Isagani sacudió la cabeza y dijo que era bastante haberse servido del P. Irene y que sería demasiado valerse de la Pepay en asunto semejante.<br />
<br />
—¡Veamos el otro medio!<br />
<br />
—El otro es acudir á su abogado consultor, al señor Pasta, el oráculo ante quien se inclina don Custodio.<br />
<br />
—Prefiero eso, dijo Isagani; el señor Pasta es filipino, y fué condiscípulo de mi tío. Pero ¿cómo interesarle?<br />
<br />
—Allí está el quid, repuso Makaraig mirando atentamente á Isagani; el señor Pasta tiene una bailarina, digo... una bordadora...<br />
<br />
Isagani volvió á sacudir la cabeza.<br />
<br />
—No sea usted tan puritano, díjole Juanito Pelaez; ¡el fin salva los medios! Yo conozco á la bordadora, la Matea, que tiene un taller donde trabajan muchas chicas...<br />
<br />
—No, señores, interrumpió Isagani; acudamos antes á los medios honestos... Iré yo á presentarme en casa del señor Pasta y si nada consigo, entonces ustedes hacen lo quieran con las bailarinas y las bordadoras.<br />
<br />
Tuvieron que acceder á la proposicion y quedaron en que Isagani hablaría aquel mismo día al señor Pasta y á la tarde daría cuenta en la Universidad á sus compañeros del resultado de la entrevista.<br />
<br />
[Índice]<br />
XV<br />
El señor Pasta<br />
<br />
Isagani se presentó en casa del abogado, una de las inteligencias más privilegiadas de Manila que los frailes consultaban en sus grandes apuros. Algo tuvo que esperar el joven [110]por haber muchos clientes, pero al fin llegó su turno y pasó al estudio ó bufete como se llama generalmente en Filipinas.<br />
<br />
Recibióle el abogado con una ligera tosecilla mirándole furtivamente á los piés; no se levantó ni se cuidó de hacerle sentar y siguió escribiendo. Isagani tuvo ocasion de observarle y estudiarle bien. El abogado había envejecido mucho, estaba canoso, y la calvicie se estendía casi por toda la parte superior de la cabeza. Era de fisonomía agria y adusta.<br />
<br />
En el estudio todo estaba en silencio; solo se oían los cuchicheos de los escribientes ó pasantes que trabajaban en el aposento contiguo: sus plumas chillaban como si riñesen con el papel.<br />
<br />
Al fin concluyó el abogado con lo que estaba escribiendo, soltó la pluma, levantó la cabeza y al reconocer al joven, su fisonomía se iluminó y le dió la mano afectuosamente.<br />
<br />
—¡Adios, joven! pero siéntese usted, dispense... no sabía que era usted. ¿Y su tío?<br />
<br />
Isagani se animó y creyó que su asunto iría bien. Contóle brevemente lo que pasaba estudiando bien el efecto que hacían sus palabras. El señor Pasta escuchó impasible al principio y, aunque estaba enterado de las gestiones de los estudiantes, se hacía el ignorante como para demostrar que nada tenía que ver con aquellas chiquilladas, pero cuando sospechó lo que de él se quería y oyó que se trataba de Vice Rector, frailes, Capitan General, proyecto, etc. su cara se oscureció poco á poco y acabó por exclamar:<br />
<br />
—¡Este es el país de los proyectos! Pero continúe, continúe usted.<br />
<br />
Isagani no se desaminó; habló de la solucion que se iba á dar y concluyó espresando la confianza de la juventud en que él, el señor Pasta, intercedería en su favor en el caso de que don Custodio le consultase, como era de esperar. Isagani no se atrevió á decir que aconsejaría en vista de la mueca que hacía el abogado.<br />
<br />
Pero el señor Pasta ya tenía tomada su resolucion y era no mezclarse para nada en aquel asunto ni consultante ni consultado. Él estaba al tanto de lo que había pasado en Los Baños, sabía que existían dos partidos y que no era el P. Irene el único campeon del lado de los estudiantes, ni fué quien propuso el pase del espediente á la Comision de Instruccion primaria sino [111]todo lo contrario. El P. Irene, el P. Fernandez, la condesa, un comerciante que preveía la venta de materiales para la nueva Academia y el alto empleado que estuvo citando reales decretos sobre reales decretos iban á triunfar, cuando el P. Sibyla, queriendo ganar tiempo recordó la Comision Superior. Todas estas cosas las tenía el gran abogado presentes en su memoria así es que cuando acabó de hablar Isagani, se propuso marearle con evasivas, embrollar el asunto, llevar la conversacion á otro terreno.<br />
<br />
—¡Sí! dijo sacando los labios y rascándose la calva; no hay otro que me gane en amor al pais y en aspiraciones progresistas, pero... no puedo comprometerme... no sé si usted está al tanto de mi posicion, una posicion muy delicada... tengo muchos intereses... tengo que obrar dentro de los límites de una estricta prudencia... es un compromiso...<br />
<br />
El abogado quería aturdir al joven bajo un lujo de palabras y empezó á hablar de leyes, de decretos y tanto habló que en vez de enredar al joven, casi se enredó á sí mismo en un laberinto de citaciones.<br />
<br />
—De ninguna manera queremos ponerle en compromiso, repuso Isagani con mucha calma; ¡líbrenos Dios de molestar en lo más mínimo á las personas cuya vida es tan útil al resto de los filipinos! Pero por poco versado que esté yo en las leyes, reales decretos, provisiones y disposiciones que rigen en nuestro pais, no creo que pueda haber mal ninguno en secundar las altas miras del gobierno, en procurar su buena interpretacion; perseguimos el mismo fin y solo divergemos en los medios.<br />
<br />
El abogado se sonrió; el joven se dejaba llevar á otro terreno y allí le iba él á embrollar, ya estaba embrollado.<br />
<br />
—Precisamente ahí está el quid como se dice vulgarmente; claro está que es laudable ayudar al gobierno cuando se le ayuda con sumision, siguiendo sus disposiciones, el recto espíritu de las leyes en consonancia con las rectas creencias de los gobernantes y no estando en contradicion con el primitivo y general modo de pensar de las personas que tienen á su cargo el bienestar comun de los individuos que constituyen una sociedad. Y por eso es criminal, es punible, porque es ofensivo al alto principio de autoridad, tentar una accion contraria á su iniciativa aun suponiendo que fuese mejor que la gubernamental, [112]porque semejante hecho podría lastimar el prestigio que es la primera base sobre que descansan todos los edificios coloniales.<br />
<br />
Y el viejo abogado, seguro de que aquella tirada había por lo menos vuelto loco á Isagani, se arrellanó en su sillon muy serio aunque riéndose por dentro.<br />
<br />
Isagani, sin embargo, repuso:<br />
<br />
—Yo creía que los gobiernos buscarían bases más sólidas cuanto más amenazados... La base del prestigio para los gobiernos coloniales es la más debil, porque no reside en ellos sino en la buena voluntad de los gobernados mientras quieran reconocerlo... La base justicia ó razon me parecía más duradera.<br />
<br />
El abogado levantó la cabeza; ¿cómo? aquel joven se atrevía á replicarle y á discutir con él, él, ¿el señor Pasta? ¿No estaba todavía aturdido con sus grandes palabras?<br />
<br />
—Joven, hay que dejar esas consideraciones á un lado pues son peligrosas, interrumpió el abogado haciendo un gesto. Lo que yo le digo á usted es que hay que dejar obrar al gobierno.<br />
<br />
—Los gobiernos se han hecho para el bien de los pueblos, y para cumplir con su fin debidamente tienen que seguir las indicaciones de los cuidadanos que son los que mejor conocen sus necesidades.<br />
<br />
—Los que forman el gobierno son tambien ciudadanos y de los más ilustrados.<br />
<br />
—Pero, como hombres, son falibles, y no deben desoir otras opiniones.<br />
<br />
—Hay que confiar en ellos; ellos todo lo han de dar.<br />
<br />
—Hay un refran puramente español que dice, el que no llora no mama. Lo que no se pide, no se da.<br />
<br />
—¡Al contrario! contestó el abogado riendo sarcásticamente; con el gobierno sucede precisamente todo lo contrario...<br />
<br />
Mas se detuvo de repente como si hubiese dicho demasiado, y quiso subsanar la imprudencia:<br />
<br />
—El gobierno nos ha dado cosas que no se lo hemos pedido, ni se lo podíamos pedir... porque pedir... pedir supone que falta en algo y por consiquiente no cumple con su deber... insinuarle un medio, tratar de dirigirle, no ya combatirle, es suponerle capaz de equivocarse y ya se lo he dicho á usted, semejantes suposiciones son atentatorias á la existencia de [113]gobiernos coloniales... El vulgo ignora esto y los jóvenes que obran á la ligera no saben, no comprenden, no quieren comprender lo contraproducente que es pedir... lo subversivo que hay en esa idea...<br />
<br />
—Usted dispense, interrumpió Isagani ofendido de los argumentos que con él usaba el jurista; cuando por los medios legales un pueblo pide algo á un gobierno, es porque le supone bueno y dispuesto á concederle un bien, y este acto, en vez de irritarle, le debiera halagar: se pide á la madre, nunca á la madrastra. El gobierno, en mi inexperta opinion, no es un ser omnisciente que puede ver y prever todo y aun cuando lo fuese, no podría ofenderse, porque ahí tiene usted á la misma iglesia que no hace más que pedir y pedir al Dios que todo lo ve y conoce, y usted mismo pide y exige muchas cosas en los tribunales de ese mismo gobierno, y ni Dios ni los tribunales hasta ahora se dieron por ofendidos. Está en la conciencia de todos que el gobierno, como institucion humana que es, necesita del concurso de los demás, necesita que le hagan ver y sentir la realidad de las cosas. Usted mismo no está convencido de la verdad de su objecion; usted mismo sabe que es tirano y déspota el gobierno que, para hacer alarde de fuerza é independencia, todo lo niega por miedo ó por desconfianza y que solo los pueblos tiranizados y esclavizados son los que tienen el deber de no pedir nada jamás. Un pueblo que deteste á su gobierno no debe exigirle más sino que abandone el poder.<br />
<br />
El viejo abogado hacía muecas sacudiendo á un lado y otro la cabeza en señal de descontento y pasándose la mano por la calva; despues en tono de protectora compasion dijo:<br />
<br />
—¡Hm! malas doctrinas son esas, malas teorías, ¡hm! Como se conoce que es usted joven y no tiene esperiencia de la vida. Vea usted lo que les está pasando á los chicos inespertos que en Madrid piden tantas reformas: están tachados todos de filibusterismo, muchos no se atreven á volver, y sin embargo ¿que piden? Cosas santas, viejas é inocentes de puro sabidas... Pero hay cosas que no se las puedo explicar, son muy delicadas... vamos... le confieso que existen otras razones que las dichas que impulsan á un gobierno sensato á negarse sistemáticamente á los deseos de un pueblo... no... puede suceder sin embargo que nos encontremos con gefes tan fátuos y ridículos... pero siempre hay otras razones... aunque lo que se [114]pida sea lo más justo... los gobiernos son de distintas condiciones...<br />
<br />
Y el viejo vacilaba, miraba fijamente á Isagani, y despues tomando una resolucion, hizo con la mano un gesto como alejando una idea.<br />
<br />
—Adivino lo que usted quiere decir, continuó Isagani sonriendo tristemente; usted quiere decir que un gobierno colonial, por lo mismo que está constituido de un modo imperfecto y porque se funda en premisas...<br />
<br />
—¡No, no, no es eso, no! interrumpió vivamente el viejo haciendo de buscar algo entre sus papeles; no, quería decir... pero ¿dónde están mis anteojos?<br />
<br />
—Ahí los tiene usted, dijo Isagani.<br />
<br />
El señor Pasta se puso los anteojos, hizo de leer algunos papeles y viendo que el joven esperaba, tartamudeó:<br />
<br />
—Yo quería decir una cosa... quería decir, pero ya se me pasó... usted, con su vivacidad me interrumpió... es cosa de poca monta... Si supiera usted como tengo la cabeza, ¡tengo tanto que hacer!<br />
<br />
Isagani comprendió que le despedía.<br />
<br />
—De manera, dijo levantándose, que nosotros...<br />
<br />
—¡Ah!... ustedes harán bien en dejar el asunto en manos del gobierno; él lo resolverá á su gusto... Usted dice que el Vice Rector está opuesto á la enseñanza del castellano. Quizás lo estuviera, no en el fondo sino en la forma. Dicen que el Rector que va á venir trae un proyecto-reforma de la enseñanza... espérense un poco, den tiempo al tiempo, estudien que los exámenes se acercan y ¡qué carambas! usted que ya habla bien el castellano y se espresa con facilidad, ¿á qué se mete en líos? ¿qué interés tiene usted en que se enseñe especialmente? ¡De seguro que el P. Florentino opinará como yo! Déle usted muchas memorias...<br />
<br />
—Mi tío, contestó Isagani, me ha recomendado siempre que piense en los demás tanto como en mí... no he venido por mí, he venido en nombre de los que están en peores condiciones...<br />
<br />
—¡Qué diantre! que hagan lo que usted ha hecho, que se quemen las cejas estudiando y se queden calvos como yo me he quedado poniéndome párrafos enteros en la memoria... Y yo creo que si usted habla el español es porque lo habrá aprendido; ¡usted no es de Manila ni es hijo de padres españoles! [115]Pues que aprendan lo que usted y hagan lo que yo... Yo he sido criado de todos los frailes, les he preparado el chocolate y mientras con la derecha lo removía en el batidor, con la izquierda sostenía la gramática, aprendía y, gracias á Dios, que no he necesitado de más maestros ni de más academias ni de permisos del gobierno... Créame usted; el que quiera aprender, ¡aprende y llega á saber!<br />
<br />
—¿Pero cuántos hay de entre los que quieren saber llegan á ser lo que usted? ¡Uno entre diez mil y aun!<br />
<br />
—¡Psch! ¿y para qué más? contestó el viejo encogiéndose de hombros. Abogados los hay de sobra, muchos se meten á escribientes. ¿Médicos? se insultan, se calumnian y se matan por disputarse un enfermo... Brazos, señor, ¡brazos son los que necesitamos para la agricultura!<br />
<br />
Isagani comprendió que perdía tiempo, pero quiso replicar.<br />
<br />
—Indudablemente, contestó; hay muchos médicos y abogados, mas no diré que nos sobran pues tenemos pueblos que carecen de ellos, pero si abundan en cantidad quizás nos faltan en calidad. Y, puesto que no se puede impedir que la juventud estudie y aquí no se nos presentan otras carreras ¿por qué dejar que malogren su tiempo y sus esfuerzos? Y si lo defectuoso de la enseñanza no impide el que muchos se hagan abogados ó médicos, si los hemos de tener al fin, ¿por qué no tenerlos buenos? Y con todo, aun cuando solo se quiera hacer del país un país de agricultores, un país de braceros, y condenar en él todo trabajo intelectual, no veo mal ninguno en ilustrar á estos mismos agricultores y braceros, en darles por lo menos una educacion que les permita despues perfeccionarse y perfeccionar sus trabajos, poniéndoles en estado de comprender muchas cosas que al presente desconocen.<br />
<br />
—¡Bah, bah, bah! exclamó el abogado trazando con la mano círculos en el aire como para ahuyentar las ideas evocadas; para ser buen cosechero no se necesitan tantas retóricas. ¡Sueños, ilusiones, ideología! ¡Ea! ¿quiere usted seguir un consejo?<br />
<br />
Y se levantó y poniéndole afectuosamente la mano sobre el hombro, continuó:<br />
<br />
—Le voy á dar uno y muy bueno porque veo que es usted listo y el consejo no será perdido. ¿Usted va á estudiar Medicina? Pues limítese á aprender cómo se ponen los emplastos y se aplican las sanguijuelas y no trate jamás de mejorar ó empeorar [116]la suerte de sus semejantes. Cuando se reciba de licenciado, cásese con una muchacha rica y devota, trate de curar y cobrar bien; huya de toda cosa que tenga relacion con el estado general del país, oiga misa, confiésese y comulgue cuando lo hagan los demás, y verá usted como despues me lo agradecerá y yo lo veré si aun vivo. Acuérdese siempre de que la caridad bien entendida empieza por sí mismo; el hombre no debe buscar en la tierra más que la mayor suma de felicidad propia como dice Bentham; si se mete usted en quijotismos ni tendrá carrerá, ni se casará, ni será nada. Todos le abandonarán y serán sus mismos paisanos los primeros que se reirán de su inocencia. Créame usted, usted se acordará de mí y me dará la razon cuando tenga canas como yo, ¡canas como estas!<br />
<br />
Y el viejo abogado se cogía sus pocos cabellos blancos sonriendo tristemente y agitando la cabeza.<br />
<br />
—Cuando tenga canas como esas, señor, contestó Isagani con igual tristeza, y vuelva la vista hácia mi pasado y vea que solo he trabajado para mí, sin haber hecho lo que buenamente podía y debía por el país que me ha dado todo, por los ciudadanos que me ayudan á vivir, entonces, señor, cada cana me será una espina y en vez de gloriarme de ellas, ¡me he de avergonzar!<br />
<br />
Y dicho esto, saludó profundamente y salió.<br />
<br />
El abogado se quedó inmóvil en su sitio, con la mirada atónita. Oyó los pasos que se alejaban poco á poco y volvió á sentarse murmurando:<br />
<br />
—¡Pobre joven! ¡Tambien parecidos pensamientos cruzaron por mi mente un día! ¿Qué más quisieran todos que poder decir: he hecho esto por mi patria, he consagrado mi vida al bien de los demás...? ¡Corona de laurel, empapada en acíbar, hojas secas que cubren espinas y gusanos! Esa no es la vida, eso no da de comer, ni procura honores; los laureles apenas sirven para una salsa... ni dan tranquilidad... ni hacen ganar pleitos, ¡al contrario! Cada país tiene su moral como su clima y sus enfermedades; ¡diferentes del clima y enfermedades de otros paises!<br />
<br />
Y despues añadió:<br />
<br />
—¡Pobre joven!... Si todos pensasen y obrasen como él, no digo que no... ¡Pobre joven! ¡Pobre Florentino! [117]<br />
<br />
[Índice]<br />
XVI<br />
Las tribulaciones de un chino<br />
<br />
La noche de aquel mismo sábado, el chino Quiroga que aspiraba á crear un consulado para su nacion, daba una cena en los altos de su gran bazar situado en la calle de la Escolta. Su fiesta estaba muy concurrida: frailes, empleados, militares, comerciantes, todos sus parroquianos, socios ó padrinos, se encontraban allí; su tienda abastecía á los curas y conventos de todo lo necesario, admitía los vales de todos los empleados, tenía servidores fieles, complacientes y activos. Los mismos frailes no se desdeñaban de pasar horas enteras en su tienda, ya á la vista del público, ya en los aposentos del interior en agradable sociedad...<br />
<br />
Aquella noche, pues, la sala presentaba un aspecto curioso. Frailes y empleados la llenaban, sentados en sillas de Viena y banquitos de madera oscura y asiento de marmol, venidos de Canton, delante de mesitas cuadradas, jugando al tresillo ó conversando entre sí, á la luz brillante de las lámparas doradas ó á la mortecina de los faroles chinescos vistosamente adornados con largas borlas de seda. En las paredes se confundían en lamentable mezcolanza paisajes tranquilos y azulados, pintados en Canton y en Hong Kong, con los cromos chillones de odaliscas, mujeres semidesnudas, litografías de Cristos femeniles, la muerte del justo y la del pecador, hechas por casas judías de Alemania para venderse en los países católicos. No faltaban allí las estampas chinescas en papel rojo representando á un hombre sentado, de aspecto venerable y pacífica y sonriente fisonomía, detrás del cual se levanta su servidor, feo, horroroso, diabólico, amenazador, armado de una lanza con ancha hoja cortante; los indios, unos lo llaman Mahoma, y otros Santiago, no sabemos por qué; los chinos tampoco dan una clara esplicacion de esta popular dualidad. Detonaciones de botellas de champagne, chocar de copas, risas, humo de cigarro y cierto olor particular á casa de chino, mezcla de pebete, opio y frutas conservadas, completaban el conjunto.<br />
<br />
Vestido como un mandarin, con gorra de borla azul, se paseaba el chino Quiroga de un aposento á otro, tieso y derecho no sin lanzar acá y allá miradas vigilantes como para asegurarse de [118]que nadie se apoderaba de nada. Y apesar de esta natural desconfianza, cambiaba sendos apretones de manos, saludaba á unos con una sonrisa fina y humilde, á otros con aire protector, y á algunos con cierta sorna como diciendo;<br />
<br />
—¡Ya sé! usted no viene por mí sino por mi cena.<br />
<br />
¡Y el chino Quiroga tenía razon! Aquel señor gordo que ahora le alaba y le habla de la conveniencia de un consulado chino en Manila dando á entender que para ese cargo no podía haber otro que Quiroga, es el señor Gonzalez que se firma Pitilí cuando en las columnas de los periódicos ataca la inmigracion china. Aquel otro ya avanzado en edad que examina de cerca los objetos, las lámparas, los cuadros, etc. y hace muecas y exclamaciones de desprecio, es D. Timoteo Pelaez, padre de Juanito, comerciante que clama contra la competencia del chino que arruina su comercio. Y el otro, el de más allá, aquel señor moreno, delgado, de mirada viva y pálida sonrisa, es el célebre autor de la cuestion de los pesos mejicanos que tanto disgusto dió á un protegido del chino Quiroga; ¡aquel empleado tiene en Manila fama de listo! El de más allá, aquel de mirada fosca y bigotes descuidados, es el empleado que pasa por ser el más digno porque tiene el valor de hablar mal contra el negocio de los billetes de lotería, llevado á cabo entre Quiroga y una alta dama de la sociedad manilense. En efecto, si no la mitad, las dos terceras partes de los billetes van á China y los pocos que en Manila se quedan se venden con una prima de medio real fuerte. El digno señor tiene la conviccion de que algun día le ha de tocar el premio gordo y se enfurece al encontrarse delante de semejantes trapicheos.<br />
<br />
La cena entretanto tocaba á su fin. Del comedor llegaban hasta la sala trozos de brindis, risas, interrupciones, carcajadas... El nombre de Quiroga se oía varias veces repetido, mezclado con las palabras de consul, igualdad, derechos...<br />
<br />
El anfitrion que no comía platos europeos se había contentado con beber de cuando en cuando una copa con sus convidados, prometiendo cenar con los que no se habían sentado en la primera mesa.<br />
<br />
Simoun había venido ya cenado y hablaba en la sala con algunos comerciantes que se quejaban del estado de los negocios: todo iba mal, se paralizaba el comercio, los cambios con Europa estaban á un precio exhorbitante; pedían al joyero [119]luces ó le insinuaban algunas ideas con la esperanza de que se las comunicase al Capitan General. A cada remedio que proponían, Simoun respondía con una sonrisa sarcástica y brutal: ¡Ca! ¡tontería! hasta que exasperado uno le preguntó por su opinion.<br />
<br />
—¿Mi opinion? preguntó; estudien ustedes por qué otras naciones prosperan y hagan lo mismo que ellas.<br />
<br />
—¿Y por qué prosperan, señor Simoun?<br />
<br />
Simoun se encogió de hombros y no contestó.<br />
<br />
—¡Las obras del puerto que tanto gravan el comercio y el puerto que no se termina! suspiró don Timoteo Pelaez, una tela de Guadalupe, como dice mi hijo, se teje y se desteje... los impuestos...<br />
<br />
—¡Y usted se queja! exclamaba otro. ¡Y ahora que acaba de decretar el General el derribo de las casas de materiales ligeros! ¡Y usted que tiene una partida de hierro galvanizado!<br />
<br />
—Sí, respondía don Timoteo; ¡pero lo que me ha costado ese decreto! Y luego, el derribo no se hace hasta dentro de un mes, hasta que venga la cuaresma; pueden venir otras partidas... yo hubiera querido que se derribasen al instante, pero... Y además, ¿qué me van á comprar los dueños de esas casas si son todos unos más pobres que otros?<br />
<br />
—Siempre podrá usted comprarlas casitas por una bicoca...<br />
<br />
—Y hacer despues que se retire el decreto y revenderlas á un precio doble... ¡Hé ahí un negocio!<br />
<br />
Simoun se sonrió con su sonrisa fría, y viendo adelantarse al chino Quiroga dejó á los quejicosos comerciantes para saludar al futuro consul. Este, apenas le vió, perdió su espresion satisfecha, sacó una cara parecida á la de los comerciantes y medio se dobló.<br />
<br />
El chino Quiroga respetaba mucho al joyero no solo por saberle muy rico sino tambien por las susurradas inteligencias que le atribuían con el Capitan General. Decíase que Simoun favorecía las ambiciones del chino, era partidario del consulado, y un cierto periódico chinófobo le aludía al través de muchas perífrasis, indirectas y puntos supensivos, en la célebre polémica con otro periódico partidario de la gente de coleta. Personas prudentísimas añadían entre guiños y palabras entrecortadas que la Eminencia Negra aconsejaba al General se valiese de los chinos para deprimir la tenaz dignidad de los naturales.<br />
<br />
—Para tener sumiso á un pueblo, había dicho, no hay como humillarlo y rebajarlo á sus propios ojos. [120]<br />
<br />
Pronto se había presentado una ocasion.<br />
<br />
Los gremios de los mestizos y de los naturales andaban siempre vigilándose el uno al otro y empleaban su espíritu belicoso y su actividad en recelos y desconfianzas. Un día, en la misa, el gobernadorcillo de los naturales que se sentaba en el banco derecho y era estremadamente flaco, tuvo la ocurrencia de poner una pierna sobre otra, adoptando una posicion nonchalant para aparentar más muslos y lucir sus hermosas botinas; el del gremio de mestizos que se sentaba en el banco opuesto, como tenía juanetes y no podía cruzar las piernas por ser muy grueso y panzudo, adoptó la postura de separar mucho las piernas para sacar su abdómen encerrado en un chaleco sin pliegues, adornado con una hermosa cadena de oro y brillantes. Los dos partidos se comprendieron y empezó la batalla: en la misa siguiente todos los mestizos, hasta los más flacos, tenían panza y separaban mucho las piernas como si estuviesen á caballo: todos los naturales ponían una pierna sobre otra aun los más gordos y hubo cabeza de barangay que dió una voltereta. Los chinos que los vieron, adoptaron tambien su postura: se sentaron como en sus tiendas, una pierna encogida y levantada y otra colgando y agitándose. Hubo protestas, escritos, espedientes, etc; los cuadrilleros se armaron prestos á encender una guerra civil, los curas estaban contentísimos, los españoles se divertían y ganaban dinero á costa de todos, hasta que el General resolvió el conflicto ordenando que se sentasen como los chinos por ser los que más pagaban, aunque no eran los más católicos. Y aquí el apuro de los mestizos y naturales que por tener pantalones estrechos no podían imitar á los chinos. Y para que la intencion de humillarles fuese más manifiesta, la medida se llevó á cabo con pompa y aparato, rodeando á la iglesia un cuerpo de caballería, mientras dentro todos sudaban. La causa llego á las Córtes, pero se repitió que los chinos como pagaban podían imponer su ley aun en las ceremonias religiosas, aun cuando despues apostaten y se burlen del cristianismo. Los naturales y los mestizos se dieron por satisfechos y aprendieron á no perder su tiempo en semejantes futesas.<br />
<br />
Quiroga con su media lengua y sonrisa la más humilde agasajaba á Simoun: su voz era acariciadora, sus genuflexiones repetidas, pero el joyero le cortó la palabra preguntándole bruscamente: [121]<br />
<br />
—¿Gustaron los brazaletes?<br />
<br />
A esta pregunta toda la animacion de Quiroga se deshizo como un sueño; la voz de acariciadora se trasformó en plañidera, se dobló más y juntando ambas manos y elevándolas á la altura de su rostro, forma de la salutacion china, gimió:<br />
<br />
—¡Uuh, siño Simoun! ¡mia pelilo, mia luinalo!<br />
<br />
—Cómo, chino Quiroga, ¿perdido y arruinado? ¡y tantas botellas de champagne y tantos convidados!<br />
<br />
Quiroga cerró los ojos é hizo una mueca. ¡Jss! El acontecimento de aquella tarde, la aventura de los brazaletes, le había arruinado. Simoun se sonrió: cuando un comerciante chino se queja es porque todo le va bien; cuando aparenta que todo va á las mil maravillas es porque prevé una quiebra ó se va á escapar para su país.<br />
<br />
—¿Suya no sabe mia pelilo, mia luinalo? Ah, siño Simoun, ¡mia hapay!<br />
<br />
Y el chino, para hacer más comprensible su situacion, ilustraba la palabra hapay haciendo ademan de caerse desplomado.<br />
<br />
Simoun tenía ganas de reírsele, pero se contuvo y dijo que nada sabía, nada, absolutamente nada.<br />
<br />
Quiroga llevóle á un aposento cuya puerta cerró con cuidado y le explicó la causa de su desventura.<br />
<br />
Los tres brazaletes de brillantes que había pedido á Simoun para enseñárselos á su señora, no eran para ésta, pobre india encerrada en un cuarto como una china, eran para una bella y encantadora dama, amiga de un gran señor, y cuya influencia le era necesaria para cierto negocio en que podía ganar en limpio unos seis mil pesos. Y como el chino no entendía de gustos femeniles y quería ser galante, pidió los tres mejores brazaletes que el joyero tenía, que costaban de tres á cuatro mil pesos cada uno. El chino, afectando candidez, con su sonrisa la más acariciadora dijo á la dama que escogiese el que más le gustase, pero la dama, más cándida y más acariciadora todavía, declaró que todos los tres le gustaban y se quedó con ellos.<br />
<br />
Simoun soltó una carcajada.<br />
<br />
—¡Ah, siñolía! ¡mia pelilo, mia luinalo! gritaba el chino dándose ligeras bofetadas con sus finas manos.<br />
<br />
El joyero continuaba riendo.<br />
<br />
—¡Huu! malo genti, ¡sigulo no siñola bilalelo! continuaba el [122]chino agitando descontento la cabeza. ¿Cosa? No tiene biligüensa, más que mia chino mia siempele genti. Ah, sigulo no siñola bilalelo; ¡sigalela tiene más biligüensa!<br />
<br />
—Le han cogido á usted, le han cogido á usted, exclamaba Simoun dándole golpecitos en el vientre.<br />
<br />
—Y tolo mundo pile pilestalo y no pagalo, ¿cosa ese?—y contaba con sus dedos armados de largas uñas,—impelealo, opisiá, tinienti, sulalo, ah, siño Simoun, ¡mia pelilo, mia hapay!<br />
<br />
—Vamos, menos quejas, decía Simoun; yo le he salvado de muchos oficiales que le pedían dinero... Yo les he prestado para que no le molesten á usted y sabía que no me podían pagar...<br />
<br />
—Pelo, siño Simoun, suya pilesta opisia, mia pilesta mujé, siñola, malinelo, tolo mundo...<br />
<br />
—¡Ya, ya las cobrará usted!<br />
<br />
—¿Mía cobalalo? ¡Ah, sigulo suya no sabe! ¡Cuando pelilo ne juego nunca pagalo! Mueno suya tiene consu, puele obiligá, mía no tiene...<br />
<br />
Simoun estaba pensativo.<br />
<br />
—Oiga, chino Quiroga, dijo algo distraido: me encargo de cobrar lo que le deben los oficiales y marineros, déme usted sus recibos.<br />
<br />
Quiroga volvió á gimotear: no le daban nunca recibos.<br />
<br />
—Cuando vengan á pedirle dinero, envíemelos siempre á mí; yo le quiero á usted salvar.<br />
<br />
Quiroga dió las gracias muy agradecido, pero pronto volvió á sus lamentaciones, hablaba de los brazaletes y repetía:<br />
<br />
—¡Sigalela tiene más biligüensa!<br />
<br />
—Carambas, decía Simoun mirando de reojo al chino como para estudiarle; precisamente necesitaba dinero y creía que usted me podía pagar. Pero todo tiene su arreglo, no quiero que usted quiebre por tan poca cosa. Vamos, un servicio y le reduzco á siete los nueve mil pesos que me debe. Usted hace entrar por la aduana todo lo que quiere, cajones de lámparas, hierros, vagilla, cobre, pesos mejicanos; ¿usted suministra armas á los conventos?<br />
<br />
El chino afirmaba con la cabeza; pero él tenía que sobornar á muchos.<br />
<br />
—¡Mía dale tolo á los Pales!<br />
<br />
—Pues mire, añadió Simoun en voz baja: necesito que usted [123]me haga entrar algunas cajas de fusiles que han llegado esta noche... quiero que los guarde en sus almacenes; en mi casa no caben todos.<br />
<br />
Quiroga se alarmó.<br />
<br />
—No se alarme usted, no corre usted ningun riesgo: esos fusiles se han de esconder poco á poco en ciertas casas, y luego se opera una requisa y se envían á muchos á la carcel... usted y yo podremos ganar bastante procurando á los detenidos la libertad. ¿Me entiende usted?<br />
<br />
Quiroga vacilaba; él tenía miedo á las armas. En su mesa tenía un revolver descargado que nunca tocaba sino volviendo la cabeza y cerrando los ojos.<br />
<br />
—Si usted no puede, acudiré á otro, pero entonces necesito mis nueve mil pesos para untar las manos y cerrar los ojos.<br />
<br />
—¡Mueno, mueno! dijo al fin Quiroga; ¿pelo pone pileso mucha genti? manda liquisa, ¿ja?<br />
<br />
Cuando Quiroga y Simoun volvieron á la sala encontraron en ella á los que venían de cenar, discutiendo animadamente: el champagne había soltado las lenguas y excitaba las masas cerebrales. Hablaban con cierta libertad.<br />
<br />
En un grupo donde estaban muchos empleados, algunas señoras y D. Custodio se hablaba de una comision enviada á la India para hacer ciertos estudios sobre los calzados de los soldados.<br />
<br />
—¿Y quiénes la forman? preguntaba una señora mayor.<br />
<br />
—Un coronel, dos oficiales y el sobrino de S. E.<br />
<br />
—¿Cuatro? preguntó un empleado: ¡vaya una comision! ¿y si se dividen las opiniones? ¿Son competentes al menos?<br />
<br />
—Eso preguntaba yo, añadió otro: decía que debía ir un civil, uno que no tenga preocupaciones militares... un zapatero por ejemplo...<br />
<br />
—Eso es, repuso un importador de zapatos; pero como no es cosa de enviar á un indio ni á un macanista y el único zapatero peninsular ha pedido tales dietas...<br />
<br />
—Pero y ¿para qué habrán de estudiar el calzado? preguntó una señora mayor; ¡no será para los artilleros peninsulares! Los indios pueden seguir descalzos, como en sus pueblos.<br />
<br />
—Justamente ¡y la caja economizaría más! añadió otra señora viuda que no estaba contenta de su pension.<br />
<br />
—Pero, observen ustedes, repuso otro de los presentes, amigo [124]de los oficiales de la comision. Es verdad que muchos indios van descalzos en sus pueblos, pero no todos, y no es lo mismo marchar á voluntad que estando en el servicio: no se puede escoger la hora, ni el canino, ni se descansa cuando se quiere. Mire usted, señora, que con el sol que hace á mediodía, está la tierra que cuece un pan. Y ande usted por arenales, por donde hay piedras, sol por arriba y fuego por abajo, y balas por delante...<br />
<br />
—¡Cuestion de acostumbrarse!<br />
<br />
—¡Como el burro que se acostumbró á no comer! En la presente campaña, la mayor parte de nuestras bajas son ocasionadas por heridas en las plantas de los piés... Digo lo del burro, señora, ¡lo del burro!<br />
<br />
—Pero, hijo, replica la señora, considere usted tanto dinero perdido en suelas. Hay para pensionar á muchos huérfanos y viudas para sostener el prestigio. Y no se sonría usted, no hablo de mí que tengo mi pension aunque poca, muy poca para los servicios que prestó mi marido, pero hablo de otras que arrastran una existencia infeliz: no es justo que despues de tanta instancia para venir y despues de atravesar el mar, concluyan aquí por morirse de hambre... Lo que usted dice de los soldados será cierto, pero es el caso que cuento con más de tres años de país y no he visto á ninguno cojeando.<br />
<br />
—En eso opino como la señora, dijo su vecina, ¿para qué darles zapatos si han nacido sin ellos?<br />
<br />
—¿Y para qué camisa?<br />
<br />
—¿Y para qué pantalones?<br />
<br />
—¡Figúrese usted lo que ganariamos con un ejército en cueros! concluyó el que defendía á los soldados.<br />
<br />
En otro grupo la discusion era más acalorada. Ben Zayb hablaba y peroraba, el P. Camorra como siempre le interrumpía á cada instante. El periodista-fraile, apesar de todo su respeto á la gente de cogulla, se las tenía siempre con el P. Camorra á quien consideraba como un semi-fraile muy simple; así se daba aire de ser independiente y deshacía las acusaciones de los que le llamaban Fray Ibañez. Al P. Camorra le gustaba su adversario: era el único que tomaba en serio lo que el llamaba sus razonamientos.<br />
<br />
Se trataba de magnetismo, espiritismo, magia, etc. y las palabras volaban por el aire como los cuchillos y las bolas de los juglares: ellos los arrojaban y ellos los recogían. [125]<br />
<br />
Aquel año llamaba mucho la atencion en la feria de Kiapò una cabeza, mal llamaba esfinge, espuesta por Mr. Leeds, un americano. Grandes anuncios cubrían las paredes de las casas, misteriosos y fúnebres, que excitaban la curiosidad. Ni Ben Zayb, ni el P. Camorra, ni el P. Irene, ni el P. Salví la habían visto aun; solo Juanito Pelaez estuvo á verla una noche y contaba en el grupo su admiracion.<br />
<br />
Ben Zayb, á fuer de periodista, quería buscar una explicacion natural; el P. Camorra hablaba del diablo; el P. Irene sonreía, el P. Salví se mantenía grave.<br />
<br />
—Pero, Padre, si el diablo ya no viene; nos bastamos para condenarnos...<br />
<br />
—De otro modo no se puede explicar...<br />
<br />
—Si la ciencia...<br />
<br />
—¡Dale con la ciencia! ¡puñales!<br />
<br />
—Pero, escúcheme usted, voy á demostrárselo. Todo es cuestion de óptica. Yo no he visto todavía la cabeza ni sé como la presentan. El señor—señalando á Juanito Pelaez—nos dice que no se parece á las cabezas parlantes que se enseñan de ordinario—¡sea! Pero el principio es el mismo; todo es cuestion de óptica; espere usted, se pone un espejo así, un espejo detrás, la imágen se refleja... digo, es puramente un problema de Física.<br />
<br />
Y descolgaba de los muros varios espejos, los combinaba, los inclinaba y como no le resultaba el efecto, concluía:<br />
<br />
—Como digo, ni más ni menos que una question de óptica.<br />
<br />
—Pero que espejos quiere usted, si Juanito nos dice que la cabeza está dentro de una caja que se coloca sobre una mesa... Yo veo en ello el espiritismo porque los espiritistas siempre se valen de mesas y creo que el P. Salví, como gobernador eclesiástico que es, debía prohibir el espectáculo.<br />
<br />
El P. Salví estaba silencioso; no decía ni sí ni no.<br />
<br />
—Para saber si dentro hay diablos ó espejos, repuso Simoun, ¡lo mejor es que ustedes vayan á ver la famosa esfinge!<br />
<br />
La proposicion pareció buena y fué aceptada, pero el P. Salví y don Custodio manifestaban cierta repugnancia. ¡Ellos á una feria, codearse con el público y ver esfinges y cabezas parlantes! ¿Qué dirían los indios? Los podían tomar por hombres, dotados de las mismas pasiones y flaquezas que los otros. Entonces Ben Zayb, con su ingenio de periodista, prometió que suplicaría [126]á Mr. Leeds no dejase entrar al público mientras estuviesen dentro: bastante honor le harían con la visita para que no se prestase, y todavía no les ha de cobrar la entrada. Y para cohonestar esta pretension decía Ben Zayb:<br />
<br />
—¡Porque, figúrense ustedes! ¡si descubro la trampa del espejo delante del público de los indios! ¡Le quitaría el pan al pobre americano!<br />
<br />
Ben Zayb era un hombre muy concienzudo.<br />
<br />
Bajaron unos doce, entre ellos nuestros conocidos don Custodio, el P. Salví, el P. Camorra, el P. Irene, Ben Zayb y Juanito Pelaez. Sus coches les dejaron á la entrada de la plaza de Kiapò.<br />
<br />
[Índice]<br />
XVII<br />
La feria de Kiapo<br />
<br />
La noche era hermosa y la plaza ofrecía un aspecto animadísimo. Aprovechando la frescura de la brisa y la espléndida luna de Enero, la gente llenaba la feria para ver, ser vista y distraerse. Las músicas de los cosmoramas y las luces de los faroles comunicaban la animacion y la alegría á todos. Largas filas de tiendas, brillantes de oropel y colorines, desplegaban á la vista racimos de pelotas, de máscaras ensartadas por los ojos, juguetes de hoja de lata, trenes, carritos, caballitos mecánicos, coches, vapores con sus diminutas calderas, vagillas de porcelana liliputienses, belencitos de pino, muñecas estrangeras y del país, rubias y risueñas aquellas, serias y pensativas estas como pequeñitas señoras al lado de niñas gigantescas. El batir de los tamborcitos, el estrépito de las trompetillas de hoja de lata, la música nasal de los acordeones y los organillos se mezclaban en concierto de carnaval, y en medio de todo, la muchedumbre iba y venía empujándose, tropezándose, con la cara vuelta hácia las tiendas de modo que los choques eran frecuentes y no poco cómicos. Los coches tenían que contener la carrera de los caballos, el ¡tabì! ¡tabì! de los cocheros resonaba á cada momento; se cruzaban empleados, militares, frailes, estudiantes, chinos, jovencitas con sus mamás ó tías, saludándose, guiñándose, interpelándose más ó menos alegremente. [127]<br />
<br />
El P. Camorra estaba en su quinto cielo viendo tantas muchachas bonitas; se paraba, volvía la cabeza, le daba un empujon á Ben Zayb, castañeteaba con la lengua, juraba y decía: ¿Y esa, y esa, chupa-tintas? y de aquella, ¿qué me dices? En su contento se ponía á tutear á su amigo y adversario. El P. Salví le miraba de cuando en cuando, pero buen caso hacía él del P. Salví; al contrario, hacía de tropezar las muchachas para rozarse con ellas, les guiñaba y ponía ojos picarescos.<br />
<br />
—¡Puñales! ¿Cuándo seré cura de Kiapò? se preguntaba.<br />
<br />
De repente Ben Zayb suelta un juramento, salta y se lleva una mano al brazo; el P. Camorra en el colmo de su entusiasmo le había pellizcado. Venía una deslumbrante señorita que atraía la admiracion de toda la plaza; el P. Camorra, no cabiendo en sí de gozo, tomó el brazo de Ben Zayb por el de la joven.<br />
<br />
Era la Paulita Gomez, la elegante entre las elegantes que acompañaba Isagani; detrás seguía doña Victorina. La joven estaba resplandeciente de hermosura: todos se paraban, los cuellos se torcían, se suspendían las conversaciones, la seguían los ojos y doña Victorina recibía respetuosos saludos.<br />
<br />
Paulita Gomez lucía riquísima camisa y pañuelo de piña bordados, diferentes de los que se había puesto aquella mañana para ir á Sto. Domingo. El tejido vaporoso de la piña hacía de su linda cabeza una cabeza ideal, y los indios que la veían, la comparaban á la luna rodeada de blancas y ligeras nubes. Una saya de seda color de rosa, recogida en ricos y graciosos pliegues por la diminuta mano, daba magestad á su erguido busto cuyos movimientos favorecidos por el ondulante cuello delataban todos los triunfos de la vanidad y de la coquetería satisfecha. Isagani parecía disgustado: le molestaban tantos ojos, tantos curiosos que se fijaban en la hermosura de su amada: las miradas le parecían robos, las sonrisas de la joven le sabían á infidelidades.<br />
<br />
Juanito, al divisarla, acentuó su joroba y saludó: Paulita le contestó negligentemente, D. Victorina le llamó. Juanito era su favorito, y ella le prefería á Isagani.<br />
<br />
—¡Qué moza, qué moza! murmuraba el P. Camorra arrebatado.<br />
<br />
—Vamos, Padre, ¡pellízquese el vientre y déjenos en paz! decía mal humorado Ben Zayb.<br />
<br />
—¡Qué moza, qué moza! repetía; y tiene por novio á mi estudiante, ¡el de los empujones! [128]<br />
<br />
—¡Fortuna tiene que no sea de mi pueblo! añadió despues volviendo varias veces la cabeza para seguirla con la mirada. Tentado estuvo de dejar á sus compañeros y seguir á la joven. Ben Zayb á duras penas pudo disuadirle.<br />
<br />
Paulita seguía andando y se veía su hermoso perfil, su pequeña cabeza graciosamente peinada moverse con natural coquetería.<br />
<br />
Nuestros paseantes continuaron su camino no sin suspiros de parte del fraile-artillero, y llegaron á una tienda rodeada de curiosos, que facilmente les cedieron sus puestos.<br />
<br />
Era una tienda de figuritas de madera, hechas en el país, que representaban en todos los tamaños y formas, tipos, razas y profesiones del Archipiélago, indios, españoles, chinos, mestizos, frailes, clérigos, empleados, gobernadorcillos, estudiantes, militares, etc. Sea que los artistas tuviesen más aficion á los sacerdotes, los pliegues de cuyos hábitos les conviniesen más para sus fines estéticos, ó que los frailes, desempeñando tanto papel en la sociedad filipina preocupasen más la mente del escultor, sea una cosa ú otra, el caso es que abundaban sus figuritas, muy bien hechas, muy concluidas, representándoles en los más sublimes instantes de la vida, al revés de lo que se hace en Europa donde se les pinta durmiendo sobre toneles de vino, jugando á las cartas, vaciando copas, refocilándose ó pasando la mano por la fresca cara de una muchachota. No: los frailes de Filipinas eran otros: elegantes, pulcros, bien vestidos, el cerquillo bien cortado, las facciones regulares y serenas, la mirada contemplativa, espresion de santo, algo de rosa en las mejillas, baston de palasan en la mano y zapatitos de charol en los piés, que dan ganas de adorarlos y ponerlos bajo campanas de cristal. En vez de los símbolos de la gula é incontenencia de sus hermanos en Europa, los de Manila tenían el libro, el crucifijo, la palma del martirio; en vez de besar á las simples campesinas, los de Manila daban de besar gravemente la mano á niños y á hombres ya maduros, doblados y casi arrodillados: en vez de la despensa repleta y del comedor, sus escenarios de Europa, en Manila tenían el oratorio, la mesa de estudio; en vez del fraile mendicante que va de puerta en puerta con su burro y su saco pidiendo limosna, el fraile de Filipinas derramaba á manos llenas el oro entre los pobres indios...<br />
<br />
—Miren ustedes, ¡aquí está el P. Camorra! dijo Ben Zayb á quien le duraba todavía el efecto del champagne. [129]<br />
<br />
Y señalaba el retrato de un fraile delgado, con aire meditabundo, sentado junto á una mesa, la cabeza apoyada sobre la palma de la mano y escribiendo al parecer un sermon. Una lámpara había para iluminarle.<br />
<br />
Lo contrario del parecido hizo reir á muchos.<br />
<br />
El P. Camorra que ya se había olvidado de Paulita, notó la intencion y preguntó á su vez:<br />
<br />
—Y ¿á quién se parece esta otra figura, Ben Zayb?<br />
<br />
Y se echó á reir con su risa de paleto.<br />
<br />
Era una vieja tuerta, desgreñada, sentada sobre el suelo como los ídolos indios, planchando ropas. El instrumento estaba muy bien imitado: era de cobre, las brasas estaban hechas con oropel y los torbellinos de humo con sendos copos de algodon sucio, retorcido.<br />
<br />
—¿Eh, Ben Zayb, no es tonto el que lo ideó? preguntaba riendo el P. Camorra.<br />
<br />
—¡Pues, no le veo la punta! dijo el periodista.<br />
<br />
—Pero, ¡puñales! ¿no vé usted el título, la prensa filipina? ¡Ese instrumento con que plancha la vieja, aquí se llama prensa!<br />
<br />
Todos se echaron á reir y el mismo Ben Zayb se rió de buena gana.<br />
<br />
Dos soldados de la Guardia Civil que tenían por letrero, civiles, estaban colocados detrás de un hombre, maniatado con fuertes cuerdas y la cara tapada con el sombrero: se titulaba el Pais del Abaká y parecía que le iban á afusilar.<br />
<br />
A muchos de nuestros visitantes no les gustaba la exposicion. Hablaban de reglas del arte, buscaban proporciones, el uno decía que tal figura no tenía siete cabezas, que á la cara le faltaba una nariz, no tenía más que tres, lo que ponía algo pensativo al P. Camorra que no comprendía cómo una figura, para estar bien, debía tener cuatro narices y siete cabezas; otro decía que si eran musculosos, si los indios no lo podían ser; si aquello era escultura ó puramente carpintería, etc. cada cual metió su cucharada de crítica, y el P. Camorra, por no ser menos que nadie, se aventuró á pedir lo menos treinta piernas para cada muñeco. ¿Por qué, si los otros pedían narices, no iba él á pedir muslos? Y allí mismo estuvieron discutiendo sobre si el indio tenía ó no disposiciones para la escultura, si convenía fomentar dicha arte y se inició una general disputa que cortó [130]D. Custodio diciendo que los indios tenían disposicion pero debían dedicarse esclusivamente á hacer santos.<br />
<br />
—Cualquiera diría, repuso Ben Zayb que estaba de ocurrencias aquella noche, que ese chino es Quiroga, pero observándole bien se parece al P. Irene.<br />
<br />
—¿Y qué me dicen ustedes de ese indio-inglés? ¡se parece á Simoun!<br />
<br />
Resonaron nuevas carcajadas. El P. Irene se frotó la nariz.<br />
<br />
—¡Es verdad!—¡Es verdad!—¡Si es el mismo!<br />
<br />
—¿Pero dónde está Simoun? ¡que lo compre Simoun!<br />
<br />
Simoun había desaparecido, nadie le había visto.<br />
<br />
—¡Puñales! dijo el P. Camorra; ¡que tacaño es el americano! Teme que le hagamos pagar la entrada de todos en el gabinete de Mr. Leeds.<br />
<br />
—¡Quiá! contestó Ben Zayb; lo que teme es que le comprometan. Habrá presentido la guasa que le espera á su amigo Mr. Leeds y se desentiende.<br />
<br />
Y sin comprar el más pequeño monigote prosiguieron su camino para ver la famosa esfinge.<br />
<br />
Ben Zayb se ofrecía á tratar la cuestion; el americano no podría desairar á un periodista que puede vengarse en un artículo desacreditador.<br />
<br />
—Van ustedes á ver como todo es cuestion de espejos, decía, porque miren ustedes...<br />
<br />
Y se internó de nuevo en una larga explicacion, y como no tenía delante ningun espejo que pueda comprometer su teoría, insertó todos los disparates posibles que acabó por no saber él mismo lo que se decía.<br />
<br />
—Enfin, ya verán ustedes como todo es cuestion de óptica.<br />
<br />
[Índice]<br />
XVIII<br />
Supercherias<br />
<br />
Mr. Leeds, un verdadero yankee, vestido todo de negro, les recibió con mucha deferencia. Hablaba bien el castellano por haber estado muchos años en la América del Sur. No opuso ninguna dificultad á la pretension de nuestros visitadores, dijo que podían examinar todo, todo, antes y despues de la representacion; [131]durante ella les suplicaba se estuviesen tranquilos. Ben Zayb se sonreía y saboreaba el disgusto que preparaba al americano.<br />
<br />
La sala, tapizada toda de negro, estaba alumbrada por lámparas antiguas, alimentadas con espíritu de vino. Una barrera cubierta de terciopelo negro la dividía en dos partes casi iguales, una, llena de sillas para los espectadores, y otra, ocupada por un entarimado con una alfombra á cuadros. Sobre este entarimado, en la parte media, se elevaba una mesa cubierta por un rico paño negro, lleno de calaveras y otras figuras cabalísticas. La mise en scène resultaba lúgubre, é impresionó á los alegres visitadores. Las bromas cesaron, se hablaba en voz baja y por más que algunos se querían mostrar despreocupados, en los labios no cuajaba la risa. Todos sentían como si entrasen en una casa donde hay un muerto. Un olor á incienso y á cera aumentaban esta ilusion. D. Custodio y el P. Salví se consultaron en voz baja sobre si sería ó no conveniente prohibir semejantes espectáculos.<br />
<br />
Ben Zayb, para animar á los impresionables y poner en aprieto á Mr. Leeds, le dijo en tono familiar:<br />
<br />
—Eh, mister, puesto que no hay más que nosotros y no somos indios que se dejan pescar, ¿permite usted que les haga ver la trampa? Ya sabemos que es cuestion de óptica pura, pero como el P. Camorra no quiere convencerse...<br />
<br />
Y se dispuso á saltar la barrera sin pasar por la debida puerta, mientras el P. Camorra se deshacía en protestas temiendo que Ben Zayb tuviese razon.<br />
<br />
—¿Y cómo no, señor? contestó el americano; ¿pero no me rompa nada, estamos?<br />
<br />
El periodista estaba ya sobre el entarimado.<br />
<br />
—¿Permite usted? decía.<br />
<br />
Y sin aguardar el permiso, temiendo que Mr. Leeds no se lo concediese, levantó el paño y buscó los espejos que esperaba debía haber entre los piés. Ben Zayb soltó una media palabrota, retrocedió, volvió á introducir ambas manos debajo de la mesa agitándolas: se encontraba con el vacío. La mesa tenía tres piés delgados de hierro que se hundían en el suelo.<br />
<br />
El periodista miró á todas partes como buscando algo.<br />
<br />
—¿Dónde están los espejos? preguntó el P. Camorra.<br />
<br />
Ben Zayb miraba y miraba, palpaba la mesa, levantaba el [132]paño, y se llevaba de cuando en cuando la mano á la frente como para recordar algo.<br />
<br />
—¿Se le ha perdido algo? preguntó Mr. Leeds.<br />
<br />
—Los espejos, mister, ¿dónde están los espejos?<br />
<br />
—Los de usted no sé donde estarán, los míos los tengo en la Fonda... ¿quiere usted mirarse? Está usted algo descompuesto y pálido.<br />
<br />
Muchos, apesar de la impresion, al ver la calma guasona del americano se rieron y Ben Zayb muy corrido volvió á su asiento, murmurando:<br />
<br />
—No puede ser; verán ustedes como no lo hace sin espejos; tendrá luego que cambiar de mesa...<br />
<br />
Mr. Leeds volvió á colocar el paño sobre la mesa y dirigiéndose á los ilustres curiosos les preguntó:<br />
<br />
—¿Están ustedes satisfechos? ¿podemos empezar?<br />
<br />
—¡Anda, que tiene flema! dijo la señora viuda.<br />
<br />
—Pues tomen asiento las señoras y señores y piensen en lo que quieran preguntar.<br />
<br />
Mr. Leeds desapareció por una puerta y al cabo de algunos segundos volvió con una caja de madera oscura, carcomida, con algunas inscripciones representadas por aves, mamíferos, flores, cabezas humanas, etc.<br />
<br />
—Señoras y señores, dijo Mr. Leeds con cierta gravedad: visitando una vez la gran pirámide de Khufu, faraon de la cuarta dinastía, dí con un sarcófago de granito rojo, en un aposento olvidado. Mi gozo fué grande creyendo encontrarme con una momia de la familia real, mas, cual no sería mi desencanto cuando, abierto el sarcófago despues de infinitos trabajos, no encontré más que esta caja que ustedes pueden examinar.<br />
<br />
Y paseó la caja á los que estaban en primera fila. El P. Camorra echó el cuerpo hácia atrás como si tuviese asco, el P. Salví la miró de cerca como si le atrajesen las cosas sepulcrales; el P. Irene sonreía con la sonrisa del inteligente; D. Custodio afectaba gravedad y desden, y Ben Zayb buscaba su espejo; allí debía estar, pues de espejos se trataba.<br />
<br />
—¡Como huele á cadaver! dijo una señora; ¡puff!<br />
<br />
Y se abanicó furiosamente.<br />
<br />
—¡Huele á cuarenta siglos! observó uno con énfasis.<br />
<br />
Ben Zayb se olvidó del espejo para ver quien había dicho aquella frase. Era un militar que había leido la historia de [133]Napoleon. Ben Zayb le tuvo envidia y para soltar otra frase que molestase en algo al P. Camorra, dijo:<br />
<br />
—¡Huele á Iglesia!<br />
<br />
—Esta caja, señoras y señores, continuó el americano, contenía un puñado de cenizas y un pedazo de papiro, donde había algunas palabras escritas. Véanlo ustedes, pero les suplico no respiren con fuerza porque si parte de la ceniza se pierde, mi esfinge aparecerá mutilada.<br />
<br />
La farsa, dicha con tanta seriedad y conviccion, se imponía poco á poco, de tal suerte que cuando la caja pasó, ninguno se atrevió á respirar. El P. Camorra que tantas veces había descrito en el púlpito de Tianì las torturas y sufrimientos del infierno mientras se reía para sus adentros de las miradas aterradas de las pecadoras, se tapó la nariz; y el P. Salví, el mismo P. Salví que había hecho en el día de difuntos una fantasmagoría de las almas del Purgatorio, con fuegos y figuras iluminadas al transparente, con lámparas de alcohol, trozos de oropel, en el altar mayor de la iglesia de un arrabal para conseguir misas y limosnas, el flaco y silencioso P. Salví contuvo su inspiracion y miró con recelo aquel puñado de cenizas.<br />
<br />
—¡Memento, homo, quia pulvis es! murmuró el P. Irene sonriendo.<br />
<br />
—¡P—! soltó Ben Zayb.<br />
<br />
El tenía preparada la misma reflexion y el canónigo se la quitaba de la boca.<br />
<br />
—No sabiendo qué hacer, prosiguió Mr. Leeds cerrando cuidadosamente la caja, examiné el papiro y ví dos palabras de sentido para mí desconocido. Las decifré, y traté de pronunciarlas en voz alta, y apenas articulé la primera cuando sentí que la caja se deslizaba de mis manos como arrebatada por un peso enorme y rodaba por el suelo de donde en vano lo intenté remover. Mi sorpresa se convirtió en espanto, cuando, abierta, me encontré dentro con una cabeza humana que me miraba con estraordinaria fijeza. Aterrado y no sabiendo que hacer ante semejante prodigio, quedéme atónito por un momento temblando como un azogado... Me repuse... Creyendo que aquello era vana ilusion traté de distraerme prosiguiendo la lectura de la segunda palabra. Apenas la pronuncio, la caja se cierra, la cabeza desaparece y en su lugar encuentro otra vez el puñado de cenizas. Sin sospecharlo había descubierto las [134]dos palabras más poderosas en la naturaleza, las palabras de la creacion y de la destruccion, ¡la de la vida y la de la muerte!<br />
<br />
Detúvose algunos momentos como para ver el efecto de su cuento. Despues con paso grave y mesurado, se acercó á la mesa colocando sobre ella la misteriosa caja.<br />
<br />
—¡Mister, el paño! dijo Ben Zayb incorregible.<br />
<br />
—¿Y cómo no? contestó Mr. Leeds muy complaciente.<br />
<br />
Y levantando con la mano derecha la caja, recogió con la izquierda el paño descubriendo completamente la mesa, sostenida sobre sus tres piés. Volvió á colocar la caja encima, en el centro, y con mucha gravedad se acercó al público.<br />
<br />
—¡Aquí le quiero ver! decía Ben Zayb á su vecino; verá usted como se sale con alguna escusa.<br />
<br />
La atencion más grande se leía en los rostros de todos; el silencio reinaba. Se oían distintamente el ruido y la algazara de la calle, pero estaban todos tan emocionados que un trozo de diálogo que llegó hasta ellos, no les causó ningun efecto.<br />
<br />
—¿Porque ba no di podí nisós entrá? preguntaba una voz de mujer.<br />
<br />
—Abá, ñora, porque ’tallá el maná prailes y él maná empleau, contestó un hombre; ’ta jasí solo para ilós el cabesa de espinge.<br />
<br />
—¡Curioso tambien el maná prailes! dijo la voz de mujer alejándose; ¡no quiere pa que di sabé nisos cuando ilos ta sali ingañau! ¡Cosa! ¿querida ba de praile el cabesa?<br />
<br />
En medio de un profundo silencio, y con voz emocionada prosiguió el americano:<br />
<br />
—Señoras y señores: con una palabra voy ahora á reanimar el puñado de cenizas y ustedes hablarán con un ser que conoce lo pasado, lo presente, ¡y mucho del porvenir!<br />
<br />
Y el mágico lanzó lentamente un grito, primero plañidero, luego enérgico, mezcla de sonidos agudos como imprecaciones, y de notas roncas como amenazas que pusieron de punta los cabellos de Ben Zayb.<br />
<br />
—¡Deremof! dijo el americano.<br />
<br />
Las cortinas en torno del salon se agitaron, las lámparas amenazaron apagarse, la mesa crugió. Un gemido debil contestó desde el interior de la caja. Todos se miraron pálidos é inquietos: una señora llena de terror y sintiendo un líquido caliente dentro de su traje, se cogió al P. Salví.<br />
<br />
La caja entonces se abrió por sí sola y á los ojos del público [135]se presentó una cabeza de un aspecto cadavérico, rodeada de una larga y abundante cabellera negra. La cabeza abrió lentamente los ojos y los paseó por todo el auditorio. Eran de un fulgor vivísimo aumentado tal vez por sus ojeras, y como abyssus abyssum invocat, aquellos ojos se fijaron en los profundos y cóncavos del P. Salví que los tenía desmesuradamente abiertos como si viesen algun espectro. El P. Salví se puso á temblar.<br />
<br />
—Esfinge, dijo Mr. Leeds, ¡dile al auditorio quien eres!<br />
<br />
Reinó un profundo silencio. Un viento frío recorrió la sala é hizo vacilar las azuladas llamas de las lámparas sepulcrales. Los más incrédulos se estremecieron.<br />
<br />
—Yo soy Imuthis, contestó la cabeza con voz sepulcral pero estrañamente amenazadora; nací en tiempo de Amasis y fuí muerto durante la dominacion de los Persas, mientras Cambyses volvía de su desastrosa espedicion al interior de la Lybia. Venía de completar mi educacion despues de largos viajes por Grecia, Asiria y Persia y me retiraba á mi patria para vivir en ella hasta que Thot me llamase delante de su terrible tribunal. Mas por desgracia mía, al pasar por Babilonia descubrí un terrible secreto, el secreto del falso Smerdis que usurpaba el poder, el temerario mago Gaumata que gobernaba merced á una impostura. Temiendo le descubriese á Cambyses, determinó mi perdicion valiéndose de los sacerdotes egipcios. En mi patria entonces gobernaban estos; dueños de las dos terceras partes de las tierras, monopolizadores de la ciencia, sumían al pueblo en la ignorancia y en la tiranía, lo embrutecían y lo hacían apto para pasar sin repugnancia de una á otra dominacion. Los invasores se valían de ellos y conociendo su utilidad los protegían y enriquecían, y algunos no solo dependieron de su voluntad sino que se redujeron á ser sus meros instrumentos. Los sacerdotes egipcios prestáronse á ejecutar las órdenes de Gaumata con tanto más gusto cuanto que me temían y porque no revelase al pueblo sus imposturas. ¡Valiéronse para sus fines de las pasiones de un joven sacerdote de Abydos que pasaba por santo!...<br />
<br />
Silencio angustioso siguió á estas palabras. Aquella cabeza hablaba de intrigas é imposturas sacerdotales y aunque se referían á otra época y otras creencias, molestaban con todo á los frailes allí presentes, acaso porque vieran en el fondo alguna [136]analogía con la actual situacion. El P. Salví, presa de temblor convulsivo, agitaba los labios y seguía con ojos desencajados la mirada de la cabeza como si le fascinase. Gotas de sudor empezaban á brotar de su descarnada frente, pero ninguno lo notaba, vivamente distraidos y emocionados como estaban.<br />
<br />
—¿Y cómo fué la trama que contra tí urdieron los sacerdotes de tu país? preguntó Mr. Leeds.<br />
<br />
La cabeza lanzó un gemido doloroso como salido del fondo del corazon y los espectadores vieron sus ojos, aquellos ojos de fuego, nublarse y llenarse de lágrimas. Estremeciéronse muchos y sintieron sus pelos erizarse. No, aquello no era ficcion, no era charlatanería; la cabeza era una víctima y lo que contaba era su propia historia.<br />
<br />
—¡Ay! dijo agitándose con desconsuelo; yo amaba á una joven, hija de un sacerdote, pura como la luz, ¡como el loto cuando se acaba de abrir! El joven sacerdote de Abydos la codiciaba tambien, y urdió un motin valiéndose de mi nombre y merced á unos papiros míos que sonsacó á mi amada. El motin estalló en el momento en que Cambyses volvía furioso de los desastres de su desgraciada campaña. Fuí acusado de rebelde, preso, y habiéndome escapado, en la persecucion fuí muerto en el lago Mœris... Yo ví desde la eternidad triunfar á la impostura, veo al sacerdote de Abydos perseguir noche y día á la virgen refugiada en un templo de Isis en la isla de Philœ... yo le veo perseguirla y acosarla hasta en los subterráneos, volverla loca de terror y de sufrimiento, como un gigantesco murciélago á una blanca paloma... ¡Ah! sacerdote, ¡sacerdote de Abydos! vuelvo á la vida para revelar tus infamias, y despues de tantos años de silencio te llamo asesino, sacrílego, ¡¡calumniador!!<br />
<br />
Una carcajada seca, sepulcral siguió á estas palabras mientras una voz ahogada respondía:<br />
<br />
—¡No! ¡piedad...!<br />
<br />
Era el P. Salví que rendido por el terror estendía ambas manos y se dejaba caer.<br />
<br />
—¿Qué tiene V. R. P. Salví? ¿Se siente mal? preguntó el P. Irene,<br />
<br />
—Es el calor de la sala...<br />
<br />
—Es el olor á muerto que aquí se respira...<br />
<br />
—¡Asesino, calumniador, sacrílego! repetía la cabeza; te acuso, ¡asesino, asesino, asesino! [137]<br />
<br />
Y resonaba otra vez la carcajada seca, sepulcral y amenazadora como si absorta la cabeza en la contemplacion de sus agravios no viese el tumulto que reinaba en la sala. El P. Salví se había desmayado por completo.<br />
<br />
—¡Piedad! ¡vive todavía!... repitió el P. Salví y perdió conocimento. Estaba pálido como un muerto. Otras señoras creyeron deber desmayarse tambien y así lo hicieron.<br />
<br />
—Delira... ¡P. Salví!<br />
<br />
—¡Ya le decía que no comiese la sopa de nido de golondrina! decía el P. Irene; eso le ha hecho mal.<br />
<br />
—¡Si no ha comido nada! contestaba D. Custodio temblando; como la cabeza le ha estado mirando fijamente le ha magnetizado...<br />
<br />
Aquí fué el barrullo; la sala parecía un hospital, un campo de batalla. El P. Salví parecía muerto y las señoras viendo que no acudían á ellas tomaron el partido de volver en sí.<br />
<br />
Entre tanto la cabeza se había reducido á polvo y Mr. Leeds colocaba otra vez el paño negro sobre la mesa y saludaba á su auditorio.<br />
<br />
—Es menester que el espectáculo se prohiba, decía D. Custodio al salir; ¡es altamente impío é inmoral!<br />
<br />
—¡Sobre todo, porque no se sirve de espejos! añadió Ben Zayb.<br />
<br />
Mas, antes de dejar la sala quiso asegurarse por última vez, saltó la barrera, se acercó á la mesa y levantó el paño: nada, siempre nada.1<br />
<br />
Al día siguiente escribía un artículo en que hablaba de ciencias ocultas, del espiritismo, etc.; inmediatamente vino una orden del gobernador eclesiástico suspendiendo las funciones, pero ya Mr Leeds había desaparecido llevándose á Hong Kong su secreto. [138]<br />
<br />
1 Sin embargo Ben Zayb no estaba muy errado. Los tres piés de la mesa tienen ranuras por donde se deslizan los espejos, ocultos debajo del entarimado y disimulados por los cuadros de la alfombra. Al colocar la caja sobre la mesa se comprime un resorte y suben suavemente los espejos; se quita despues el paño teniendo cuidado de levantarlo en vez de dejarlo deslizar, y entonces se tiene la mesa ordinaria de las cabezas parlantes. La mesa comunica con el fondo de la caja. Terminado el espectáculo, el prestigiditador cubre otra vez la mesa, aprieta otro resorte y descienden los espejos.<br />
[Índice]<br />
XIX<br />
La mecha<br />
<br />
Plácido Penitente salió de clase con el corazon rebosando hiel y con sombrías lágrimas en la mirada. Él era muy digno de su nombre cuando no se le sacaba de sus casillas, pero una vez que se irritaba, era un verdadero torrente, una fiera que solo se podía detener muriendo ó matando. Tantas afrentas, tantos alfilerazos que día por día, habían hecho estremecerse su corazon depositándose en él para dormir con el sueño de víboras aletargadas, se levantaban ahora y se agitaban rugiendo de ira. Los silbidos resonaban en sus oidos con las frases burlonas del catedrático, las frases en lengua de tienda, y le parecía oir latigazos y carcajadas. Mil proyectos de venganza surgían en su cerebro atropellándose unos á otros y desapareciendo inmediatamente como imágenes de un sueño. Su amor propio con la tenacidad de un desesperado le gritaba que debía obrar.<br />
<br />
—Plácido Penitente, decía la voz, demuestra á toda esa juventud que tienes dignidad, que eres hijo de una provincia valerosa y caballeresca donde el insulto se lava con sangre. ¡Eres batangueño, Plácido Penitente! ¡Véngate, Plácido Penitente!<br />
<br />
Y el joven rugía y rechinaban sus dientes y tropezaba con todo el mundo en la calle, en el puente de España, como si buscase querella. En este último punto vió un coche donde iba el Vice Rector P. Sibyla, acompañado de D. Custodio, y diéronle grandes ganas de coger al religioso y arrojarlo al agua.<br />
<br />
Siguió por la Escolta y estuvo tentado de empezar á cachetes con dos agustinos que sentados á la puerta del bazar de Quiroga reían y bromeaban con otros frailes que debían estar en el fondo de la tienda ocupados en alguna tertulia; se oían sus alegres voces y sonoras carcajadas. Algo más lejos dos cadetes cerraban la acera charlando con un dependiente de un almacen [139]en mangas de camisa: Plácido Penitente se dirigió á ellos para abrirse paso, y los cadetes que vieron la sombría intencion del joven y estaban de buen humor, se apartaron prudentemente. Plácido estaba en aquellos momentos bajo el influjo del hamok que dicen los malayistas.<br />
<br />
Plácido, á medida que se acercaba á su casa,—la casa de un platero en donde vivía como pupilo,—procuraba coordinar sus ideas y maduraba un plan. Retirarse á su pueblo y vengarse para demostrar á los frailes que no se insulta impunemente á un joven ni se puede burlar de él. Pensaba escribir inmediatamente una carta á su madre, á Cabesang Andang, para enterarla de lo que había pasado y decirle que las aulas se le cerraban para siempre, que si bien existía el Ateneo de los jesuitas para cursar aquel año, era muy probable que no le concediesen los dominicos el traslado y que aun cuando lo consiguiera, en el curso siguiente tendría que volver á la Universidad.<br />
<br />
—¡Dicen que no sabemos vengarnos! decía; ¡que el rayo estalle y lo veremos!<br />
<br />
Pero Plácido no contaba con lo que le esperaba en casa del platero.<br />
<br />
Cabesang Andang acababa de llegar de Batangas y venía á hacer compras, visitar á su hijo y traerle dinero, tapa de venado y pañuelos de seda.<br />
<br />
Pasados los primeros saludos, la pobre mujer que desde un principio había notado la sombría mirada de su hijo, no pudo más contenerse y empezó con sus preguntas. A las primeras explicaciones, Cabesang Andang las tomó por añagaza, se sonrió y estuvo apaciguando á su hijo, recordándole los sacrificios, las privaciones, etc., y habló del hijo de Capitana Simona que, por haber entrado en el Seminario, se daba en el pueblo aires de obispo: Capitana Simona se consideraba ya como Madre de Dios, claro, ¡su hijo va á ser otro Jesucristo!<br />
<br />
—Si el hijo se hace sacerdote, decía Cabesang Andang, la madre no nos ha de pagar lo que nos debe... ¿quién la cobra entonces?<br />
<br />
Pero al ver que Plácido hablaba en serio y leyó en sus ojos la tempestad que rugía en su interior, comprendió que por desgracia lo que contaba era la pura verdad. Quedóse por algunos momentos sin poder hablar y despues se deshizo en lamentaciones. [140]<br />
<br />
—¡Ay! decía; y yo que he prometido á tu padre cuidarte, ¡educarte y hacer de tí un abogado! ¡Me privaba de todo para que pudieses estudiar! En vez de ir al panguingui donde se juega á medio peso, solo me iba al de á medio real, ¡sufriendo el mal olor y las cartas sucias! ¡Mira mis camisas zurcidas! En vez de comprar otras nuevas, gasto el dinero en misas y regalos á San Sebastian, aunque no creo mucho en su virtud porque el cura las dice de prisa y corriendo y el santo es enteramente nuevo, y todavía no sabe hacer milagros, y no está hecho de batikulin sino de laniti... ¡Ay! ¿Qué va á decirme tu padre cuando me muera y le vea?<br />
<br />
Y la pobre mujer se lamentaba y lloraba; Plácido se ponía más sombrío y de su pecho se escapaban ahogados suspiros.<br />
<br />
—¿Qué saco con ser abogado? respondía.<br />
<br />
—¿Qué va á ser de tí? continuaba la madre juntando las manos: ¡te van á llamar pilibistiero y serás ahorcado! ¡Yo ya te decía que tuvieses paciencia, que seas humilde! No te digo que beses la mano á los curas, sé que tienes el olfato delicado como tu padre que no podía comer el queso de Europa... pero tenemos que sufrir, callarnos, decir á todo sí... ¿Qué vamos á hacer? Los frailes tienen todo; si ellos no quieren, ninguno saldrá abogado ni médico... Ten paciencia, hijo mío, ¡ten paciencia!<br />
<br />
—Si la he tenido mucha, madre; ¡por meses y meses he sufrido!<br />
<br />
Cabesang Andang seguía sus lamentaciones. Ella no le pedía que se declarase partidario de los frailes, ella tampoco lo era; bastante sabía que por uno bueno hay diez malos que sacan el dinero de los pobres y envían al destierro á los ricos. Pero uno debe callarse, sufrir y aguantar; no hay más remedio. Y citaba tal y tal señor que por mostrarse paciencioso y humilde, aunque en el fondo de su corazon odiaba á sus amos, de criado que era de frailes llegó á ser promotor fiscal; y tal fulano que ahora es rico y puede cometer atrocidades seguro de tener padrinos que le amparen contra la ley, era no más que un pobre sacristan, humilde y obediente que se casó con una muchacha bonita y de cuyo hijo fué padrino el cura...<br />
<br />
Cabesang Andang continuaba con su letanía de filipinos humildes y pacienciosos como ella decía é iba á citar otros que por no serlo se veían desterrados y perseguidos, cuando Plácido, con un pretesto insignificante, dejó la casa y se puso á vagar por las calles. [141]<br />
<br />
Recorrió Sibakong, Tondo, San Nicolas, Santo Cristo, distraido y de mal humor, sin hacer caso del sol ni de la hora y solamente cuando sintió hambre y se apercibió que no tenía dinero por haberlo dado todo á fiestas y contribuciones, retiróse á su casa. Esperaba no encontrar á su madre por tener esta la costumbre, siempre que se iba á Manila, de ir á esa hora á una vecina casa donde se juega panguingui. Pero Cabesang Andang le aguardaba para comunicarle su proyecto: ella se valdría del procurador de los agustinos para hacer entrar á su hijo en gracia de los dominicos. Plácido le cortó la palabra con un gesto.<br />
<br />
—Primero me arrojo al mar, dijo: primero me hago tulisan que volver á la Universidad.<br />
<br />
Y como su madre empezase con su sermon sobre la paciencia y la humildad, Plácido sin haber comido nada volvió á salir y se dirigió á los muelles donde fondean los vapores.<br />
<br />
La vista de un vapor que levaba anclas para Hong Kong le inspiró una idea: irse á Hong Kong, escaparse, hacerse rico allí para hacer la guerra á los frailes. La idea de Hong Kong despertó en su mente un recuerdo, una historia de frontales, ciriales y candelabros de plata pura que la piedad de los fieles había regalado á cierta iglesia; los frailes, contaba un platero, habían mandado hacer en Hong Kong otros frontales, ciriales y candelabros enteramente iguales, pero de plata Ruolz, con que sustituyeron los verdaderos que mandaron acuñar y convertir en pesos mejicanos. Esta era la historia que él había oido y aunque no pasaba de cuento ó murmuracion, su resentimiento lo pintaba con caracter de verdad y le recordaba otros rasgos más por el estilo. El deseo de vivir libre y ciertos planes á medio bosquejar le hicieron decidirse por la idea de ir á Hong Kong. Si allí llevaban las corporaciones todo su dinero, el comercio debe ir bien y podrá enriquecerse.<br />
<br />
—Quiero ser libre, ¡vivir libre!...<br />
<br />
Sorprendióle la noche vagando por San Fernando y no dando con ningun marinero amigo decidió retirarse. Y como la noche era hermosa y la luna brillaba en el cielo transformando la miserable ciudad en un fantástico reino de las hadas, fuése á la feria. Allí estuvo yendo y viniendo, recorriendo tiendas sin fijarse en los objetos, con el pensamiento en Hong Kong para vivir libre, enriquecerse...<br />
<br />
Iba ya á abandonar la feria cuando creyó distinguir al [142]joyero Simoun despidiéndose de un estrangero y hablando ambos en inglés. Para Plácido, todo idioma hablado en Filipinas por los europeos, que no sea español, tiene que ser inglés: además pescó nuestro joven la palabra Hong Kong.<br />
<br />
¡Si el joyero Simoun pudiese recomendarle á aquel estrangero que debe partir para Hong Kong!<br />
<br />
Plácido se detuvo. Conocía al joyero por haber estado en su pueblo vendiendo alhajas. Le había acompañado en un viaje y por cierto que Simoun se había mostrado muy amable con él contándole la vida que se lleva en las Universidades de los paises libres: ¡qué diferencia!<br />
<br />
Plácido le siguió al joyero.<br />
<br />
—¡Señor Simoun, señor Simoun! dijo.<br />
<br />
El joyero en aquel momento se disponía á subir en un coche. Así que conoció á Plácido, se detuvo.<br />
<br />
—Quisiera pedirle un favor..., ¡decirle dos palabras! dijo.<br />
<br />
Simoun hizo un gesto de impaciencia que Plácido en su turbacion no observó. En pocas palabras contó el joven lo que le había pasado manifestando su deseo de irse á Hong Kong.<br />
<br />
—¿Para qué? preguntó Simoun mirando á Plácido fijamente al través de sus anteojos azules.<br />
<br />
Plácido no contestó. Entonces Simoun levantó la cabeza, sonrióse con su sonrisa silenciosa y fría y dijo á Plácido:<br />
<br />
—¡Está bien! véngase usted conmigo. ¡A la calzada del Iris! dijo al cochero.<br />
<br />
Simoun permaneció silencioso durante todo el trayecto como si estuviese absorto en una meditacion muy importante. Plácido, esperando que le hablase, no decía una sola palabra y se distraía mirando hácia los muchos paseantes que aprovechaban la claridad de la luna. Jóvenes, parejas de novios, enamorados, seguidos detrás de cuidadosas madres ó tías; grupos de estudiantes en traje blanco que la luna hacía más blanco todavía; soldados medio borrachos, en coche, seis á la vez, yendo de visita en algun templo de nipa dedicado á Citéres; niños que juegan al tubigan, chinos vendedores de cañadulce, etc., llenaban el camino y adquirían á la luz resplandeciente de la luna formas fantásticas y contornos ideales. En una casa tocaba la orquesta valses y se veían algunas parejas bailar á la luz de los quinqués y lámparas... ¡qué mezquino espectáculo le pareció comparado con el que se ofrecía en las calles! Y pensando [143]en Hong Kong se preguntó si las noches de luna en aquella isla serían tan poéticas, tan dulcemente melancólicas como las de Filipinas y una profunda tristeza se apoderó de su corazon.<br />
<br />
Simoun mandó parar el coche y ambos bajaron. En aquel momento pasaron á su lado Isagani y Paulita Gomez murmurándose dulces palabras; detrás venía doña Victorina con Juanito Pelaez que hablaba en voz alta, gesticulaba mucho y se quedaba más jorobado. Pelaez distraido no vió á su excondiscípulo.<br />
<br />
—¡Ese sí que es feliz! murmuró Plácido suspirando y mirando hácia el grupo que se convertía en vaporosas siluetas donde se distinguían muy bien los brazos de Juanito que subían y bajaban como aspas de un molino.<br />
<br />
—¡Solo sirve para eso! murmuraba á su vez Simoun; ¡buena está la juventud!<br />
<br />
¿A quién aludían Plácido y Simoun?<br />
<br />
Este hizo una seña al joven, dejaron la calzada y se internaron en un laberinto de senderos y pasadizos que formaban entre sí varias casas; tan pronto saltaban sobre piedras para evitar pequeñas charcas, como se bajaban para pasar un cerco mal hecho y peor conservado. Estrañábase Plácido de ver al rico joyero andar por semejantes sitios como si estuviese muy familiarizado con ellos. Llegaron al fin á una especie de solar grande donde había una miserable casita aislada, rodeada de platanares y palmeras de bonga. Algunos armazones de caña y pedazos de tubos de idem hicieron sospechar á Plácido que se encontraban en casa de algun castillero ó pirotécnico.<br />
<br />
Simoun tocó á la ventana. Un hombre se asomó.<br />
<br />
—¡Ah! señor...<br />
<br />
Y bajó inmediatamente.<br />
<br />
—¿Está la pólvora? preguntó Simoun.<br />
<br />
—En sacos; espero los cartuchos.<br />
<br />
—¿Y las bombas?<br />
<br />
—Dispuestas.<br />
<br />
—Muy bien, maestro... Esta misma noche parte usted y habla con el teniente y el cabo... é inmediatamente prosigue usted su camino; en Lamayan encontrará un hombre en una banka; dirá usted «Cabesa» y el contestará «Tales.» Es menester que esté aquí mañana. ¡No hay tiempo que perder!<br />
<br />
Y le dió algunas monedas de oro. [144]<br />
<br />
—¿Cómo, señor? preguntó el hombre en muy buen español; ¿hay algo nuevo?<br />
<br />
—Sí, se hará dentro de la semana que viene.<br />
<br />
—¡La semana que viene! repitió el desconocido retrocediendo: los arrabales no están preparados; esperan que el General retire el decreto... ¡yo creía que se dejaba para la entrada de la cuaresma!<br />
<br />
Simoun movió la cabeza.<br />
<br />
—No tendremos necesidad de los arrabales, dijo: con la gente de Cabesang Tales, los excarabineros y un regimiento tenemos bastante. Más tarde, ¡acaso María Clara ya esté muerta! ¡Parta usted en seguida!<br />
<br />
El hombre desapareció.<br />
<br />
Plácido había asistido á esta corta entrevista y había oido todo; cuando creyó comprender algo se le erizaron los cabellos y miró á Simoun con ojos espantados. Simoun se sonreía.<br />
<br />
—Le estraña á usted, dijo con su sonrisa fría, ¿que ese indio tan mal vestido hable bien el español? Era un maestro de escuela que se empeñó en enseñar el español á los niños y no paró hasta que perdió su destino y fué deportado por perturbador del orden público y por haber sido amigo del desgraciado Ibarra. Le he sacado de la deportacion donde se dedicaba á podar cocoteros y le he hecho pirotécnico.<br />
<br />
Volvieron á la calzada y á pié se dirigieron hácia Trozo. Delante de una casita de tabla, de aspecto alegre y aseado, había un español apoyado en una muleta, tomando la luz de la luna. Simoun se dirigió á él; el español al verle procuró levantarse ahogando un quejido.<br />
<br />
—¡Estése usted preparado! le dijo Simoun.<br />
<br />
—¡Siempre lo estoy!<br />
<br />
—¡Para la semana que viene!<br />
<br />
—¿Ya?<br />
<br />
—¡Al primer cañonazo!<br />
<br />
Y se alejó seguido de Plácido que empezaba á preguntarse si no soñaba.<br />
<br />
—¿Le sorprende á usted, preguntóle Simoun, ver á un español tan joven y tan maltratado por las enfermedades? Dos años hace era tan robusto como usted, pero sus enemigos consiguieron enviarle á Balábak para trabajar en una compañía disciplinaria y allí le tiene usted con un reumatismo y un paludismo [145]que le lleva á la tumba. El infeliz se había casado con una hermosísima mujer...<br />
<br />
Y como un coche vacío pasase, Simoun lo paró y con Plácido se hizo conducir á su casa de la calle de la Escolta. En aquel momento daban los relojes de las iglesias las diez y media.<br />
<br />
Dos horas despues, Plácido dejaba la casa del joyero, y grave y meditabundo seguía por la Escolta, ya casi desierta apesar de los cafés que aun continuaban bastante animados. Alguno que otro coche pasaba rápido produciendo un ruido infernal sobre el gastado adoquinado.<br />
<br />
Simoun desde un aposento de su casa que da al Pasig, dirigía la vista hácia la ciudad murada, que se divisaba al través de las ventanas abiertas, con sus techos de hierro galvanizado que la luna hacía brillar y sus torres que se dibujaban tristes, pesadas, melancólicas, en medio de la serena atmósfera de la noche. Simoun se había quitado las gafas azules, sus cabellos blancos como un marco de plata rodeaban su enérgico semblante bronzeado, alumbrado vagamente por una lámpara, cuya luz amenazaba apagarse por falta de petróleo. Simoun, preocupado al parecer por un pensamiento, no se apercibía de que poco á poco la lámpara agonizaba y venía la oscuridad.<br />
<br />
—Dentro de algunos días, murmuró, cuando por sus cuatro costados arda esa ciudad maldita, albergue de la nulidad presumida y de la impía esplotacion del ignorante y del desgraciado; cuando el tumulto estalle en los arrabales y lance por las calles aterradas mis turbas vengadoras, engendradas por la rapacidad y los errores, entonces abriré los muros de tu prision, te arrancaré de las garras del fanatismo, y blanca paloma, ¡serás el Fénix que renacerá de las candentes cenizas...! Una revolucion urdida por los hombres en la oscuridad me ha arrancado de tu lado; ¡otra revolucion me traerá á tus brazos, me resuscitará y esa luna, antes que llegue al apogeo de su esplendor, iluminará las Filipinas, limpias de su repugnante basura!<br />
<br />
Simoun se calló de repente como entrecortado. Una voz preguntaba en el interior de su conciencia si él, Simoun, no era parte tambien de la basura de la maldita ciudad, acaso el fermento más deletéreo. Y como los muertos que han de resuscitar al son de la trompeta fatídica, mil fantasmas sangrientos, sombras desesperadas de hombres asesinados, mujeres deshonradas, [146]padres arrancados á sus familias, vicios estimulados y fomentados, virtudes escarnecidas, se levantaban ahora al eco de la misteriosa pregunta. Por primera vez en su carrera criminal desde que en la Habana, por medio del vicio y del soborno, quiso fabricarse un instrumento para ejecutar sus planes, un hombre sin fé, sin patriotismo y sin conciencia, por primera vez en aquella vida se rebelaba algo dentro de sí y protestaba contra sus acciones. Simoun cerró los ojos, y se estuvo algun tiempo inmóvil; despues se pasó la mano por la frente, se negó á mirar en su conciencia y tuvo miedo. No, no quiso analizarse, le faltaba valor para volver la vista hácia su pasado... Faltarle el valor precisamente cuando el momento de obrar se acerca, faltarle la conviccion, ¡la fé en sí mismo! Y como los fantasmas de los infelices en cuya suerte había él influido, continuaban flotando delante de sus ojos como si saliesen de la brillante superficie del río é invadiesen el aposento gritándole y tendiéndole las manos; como los reproches y los lamentos parecían que llenaban el aire oyéndose amenazas y acentos de venganza, apartó su vista de la ventana y acaso por primera vez empezó á temblar.<br />
<br />
—No, yo debo estar enfermo, yo no debo sentirme bien, murmuró; muchos son los que me odian, los que me atribuyen su desgracia, pero...<br />
<br />
Y sintiendo que su frente ardía, levantóse y se acercó á la ventana para aspirar la fresca brisa de la noche. A sus piés arrastraba el Pasig su corriente de plata, en cuya superficie brillaban perezosas las espumas, giraban, avanzaban y retrocedían siguiendo el curso de los pequeños torbellinos. La ciudad se levantaba á la otra orilla y sus negros muros aparecían fatídicos, misteriosos, perdiendo su mezquindad á la luz de la luna que todo lo idealiza y embellece. Pero Simoun volvió á estremecerse; le pareció ver delante de sí el rostro severo de su padre, muerto en la carcel pero muerto por hacer el bien, y el rostro de otro hombre más severo todavía, de un hombre que había dado su vida por él porque creía que iba á procurar la regeneracion de su país.<br />
<br />
—No, no puedo retroceder, exclamó enjugando el sudor de su frente; la obra está adelantada y su éxito me va á justificar... Si me hubiese portado como vosotros, habría sucumbido... ¡Nada de idealismos, nada de falaces teorías! Fuego y acero al [147]cancer, castigo al vicio, ¡y rómpase despues si es malo el instrumento! No, yo he meditado bien, pero ahora tengo fiebre... mi razon vacila... es natural... si he hecho el mal es con el fin de hacer el bien y el fin salva los medios... Lo que haré es no esponerme...<br />
<br />
Y con el cerebro trastornado acostóse y trató de conciliar el sueño.<br />
<br />
Plácido, á la mañana siguiente, escuchó sumiso y con la sonrisa en los labios el sermon de su madre. Cuando ésta le habló de sus proyectos de interesar al procurador de los agustinos, no protestó, ni se opuso, antes al contrario, se ofreció él mismo á hacerlo para evitar molestias á su madre á quien suplicaba se volviese cuanto antes á la provincia, si pudiese ser, aquel mismo día. Cabesang Andang le preguntó por qué.<br />
<br />
—Porque... porque si el procurador llega á saber que está usted aquí no lo hará sin que antes usted le envié un regalo y algunas misas.<br />
<br />
[Índice]<br />
XX<br />
El Ponente<br />
<br />
Cierto era lo que había dicho el P. Irene: la cuestion de la Academia de castellano, tanto tiempo ha presentada, se encaminaba á una solucion. Don Custodio, el activo don Custodio, el más activo de todos los ponentes del mundo segun Ben Zayb, se ocupaba de ella y pasaba los días leyendo el espediente y se dormía sin haber podido decidir nada: se levantaba al siguiente, hacía lo mismo, volvía á dormirse y así sucesivamente. ¡Cuánto trabajaba el pobre señor, el más activo de todos los ponentes del mundo! Quería salir del paso dando gusto á todos, á los frailes, al alto empleado, á la condesa, al P. Irene y á sus principios liberales. Había consultado con el señor Pasta y el señor Pasta le dejó tonto y mareado despues de aconsejarle un millon de cosas contradictorias é imposibles; consultó con Pepay la bailarina, y Pepay la bailarina que no sabía de qué se trataba, hizo una pirueta, le pidió veinticinco pesos para enterrar á una tía suya que acababa de morir de repente por [148]quinta vez, ó por la quinta tía que se le moría segun más latas explicaciones, no sin exigir que hiciese nombrar á un primo suyo que sabía leer, escribir y tocar el violin, auxiliar de fomento, cosas todas que estaban muy lejos para inspirarle á D. Custodio una idea salvadora.<br />
<br />
Dos días despues de los acontecimientos de la feria de Kiapò, estaba don Custodio trabajando como siempre, estudiando el espediente sin encontrar la dichosa solucion. Pero mientras bosteza, tose, fuma y piensa en las piruetas y en las piernas de Pepay, vamos á decir algo sobre este elevado personaje para que se comprenda la razon por qué el P. Sibyla le propuso para terminar tan espinoso asunto y por qué le aceptaron los del otro partido.<br />
<br />
D. Custodio de Salazar y Sanchez de Monteredondo (a) Buena Tinta, pertenecía á esa clase de la sociedad manilense que no da un paso sin que los periódicos le cuelguen por delante y por detrás mil apelativos llamándole infatigable, distinguido, celoso, activo, profundo, inteligente, conocedor, acaudalado, etc., etc., como si temiesen se confundiese con otro del mismo nombre y apellidos, haragan é ignorante. Por lo demás, mal ninguno resultaba de ello y la previa censura no se inquietaba. El Buena Tinta le venía de sus amistades con Ben Zayb, cuando éste, en las dos ruidosísimas polémicas que sostuvo durante meses y semanas en las columnas de los periódicos sobre si debía usarse sombrero hongo, de copa ó salakot, y sobre si el plural de caracter debía ser carácteres y no caractéres, para robustecer sus razones siempre se salía con «cónstanos de buena tinta,» «lo sabemos de buena tinta,» etc., sabiéndose despues, porque en Manila se sabe todo, que esta buena tinta no era otro que D. Custodio de Salazar y Sanchez de Monteredondo.<br />
<br />
Había llegado á Manila muy joven, con un buen empleo que le permitió casarse con una bella mestiza perteneciente á una de las familias más acaudaladas de la ciudad. Como tenía talento natural, atrevimiento y mucho aplomo, supo utilizar bien la sociedad en que se encontraba y con el dinero de su esposa se dedicó á negocios, á contratas con el Gobierno y el Ayuntamiento, por lo que le hicieron concejal, despues alcalde, vocal de la Sociedad Económica de Amigos del Pais, consejero de Administracion, presidente de la Junta Administrativa de Obras Pías, vocal de la Junta de la Misericordia, consiliario del [149]Banco Español Filipino, etc., etc., etc. Y no se crea que estos etcéteras se parecen á los que se ponen de ordinario despues de una larga enumeracion de títulos: D. Custodio, con no haber visto nunca un tratado de Higiene, llegó á ser hasta vice presidente de la Junta de Sanidad de Manila, verdad es tambien que de los ocho que la componen solo uno tenía que ser médico y este uno no podía ser él. Asimismo fué vocal de la Junta Central de vacuna, compuesta de tres médicos y siete profanos entre estos el arzobispo y tres provinciales: fué hermano de cofradías y archicofradías y como hemos visto, vocal ponente de la Comision Superior de Instruccion Primaria que no suele funcionar, razones todas más que suficientes para que los periódicos le rodeen de adjetivos así cuando viaja como cuando estornuda.<br />
<br />
Apesar de tantos cargos, D. Custodio no era de los que se dormían en las sesiones contentándose, como los diputados tímidos y perezosos, con votar con la mayoría. Al reves de muchos reyes de Europa que llevan el título de rey de Jerusalem, D. Custodio hacía valer su dignidad y sacaba de ella todo el jugo que podía, fruncía mucho las cejas, ahuecaba la voz, tosía las palabras y muchas veces hacía el gasto de toda la sesion contando un cuento, presentando un proyecto ó combatiendo á un colega que se le había puesto entre ceja y ceja. Apesar de no pasar de los cuarenta, hablaba entonces de obrar con tiento, de dejar que se maduren las brevas, y añadía por lo bajo, ¡melones!—de pensar mucho y andar con piés de plomo, de la necesidad de conocer el pais, porque las condiciones del indio, porque el prestigio del nombre español, porque primero eran españoles, porque la religion, etc., etc. Todavía se acuerdan en Manila de un discurso suyo cuando por primera vez se propuso el alumbrado de petróleo para sustituir el antiguo de aceite de coco: en aquella inovacion, lejos de ver la muerte de la industria del aceite, solo columbró los intereses de cierto concejal—porque D. Custodio ve largo—y opúsose con todos los ecos de su cavidad bucal, encontrando el proyecto demasiado prematuro y vaticinando grandes cataclismos sociales. No menos célebre fué su oposicion á una serenata sentimental que algunos querían dar á cierto gobernador en la víspera de su marcha: D. Custodio que estaba algo resentido por no recordamos qué desaires, supo insinuar la especie de si el astro veniente era [150]enemigo mortal del saliente, con lo que atemorizados los de la serenata, desistieron.<br />
<br />
Un día, aconsejáronle volver á España para curarse de una enfermedad del hígado, y los periódicos hablaron de él como de un Anteo que necesitaba poner el pié en la Madre Patria para recobrar nuevas fuerzas; mas el Anteo manileño se encontró en medio de la Corte, tamañito é insignificante. Allí él no era nadie y echaba de menos sus queridos adjetivos. No alternaba con las primeras fortunas, su carencia de instruccion no le daba mucha importancia en los centros científicos y academias, y por su atraso y su política de convento, salía alelado de los círculos, disgustado, contrariado, no sacando nada en claro sino que allí se pegan sablazos y se juega fuerte. Echaba de menos los sumisos criados de Manila que le sufrían todas las impertinencias, y entonces le parecían preferibles; como el invierno le pusiese entre un brasero y una pulmonía, suspiraba por el invierno de Manila en que le bastaba una sencilla bufanda; en el verano le faltaba la silla perezoza y el batà para abanicarle, en suma, en Madrid era él uno de tantos y, apesar de sus brillantes, le tomaron una vez por un paleto que no sabe andar, y otra por un indiano, se burlaron de sus aprensiones y le tomaron el pelo descaradamente unos sablacistas por él desairados. Disgustado de los conservadores que no hacían gran caso de sus consejos, como de los gorristas que le chupaban los bolsillos, declaróse del partido liberal volviéndose antes del año á Filipinas, si no curado del hígado, trastornado por completo en sus ideas.<br />
<br />
Los once meses de vida de Corte, pasados entre políticos de café, cesantes casi todos; los varios discursos pescados aquí y allí, tal ó cual artículo de oposicion y toda aquella vida política que se absorbe en la atmósfera, desde la peluquería entre el tijeretazo y tijeretazo del Fígaro que espone su programa hasta los banquetes donde se diluyen en periodos armoniosos y frases de efecto los distintos matices de credos políticos, las divergencias, disidencias, descontentos, etc., todo aquello, á medida que se alejaba de Europa renacía con potente sávia dentro de sí como semilla sembrada, impedida de crecer por espeso follaje, y de tal manera que, cuando fondeó en Manila, se creyo que la iba á regenerar y en efecto tenía los más santos propósitos y los más puros ideales. [151]<br />
<br />
A los primeros meses de su llegada, todo era hablar de la Corte, de sus buenos amigos, de ministro Tal, ex-ministro Cual, disputado C, escritor B; no había suceso político, escándalo cortesano del que no estuviese enterado en sus mínimos detalles, ni hombre público de cuya vida privada no conociese los secretos, ni podía suceder nada que no hubiese previsto ni dictarse una reforma sobre la que no le hubiesen pedido anticipadamente su parecer y todo esto sazonado de ataques á los conservadores, con verdadera indignacion, de apologías del partido liberal, de un cuentecillo aquí, una frase allá de un grande hombre, intercalando como quien no quiere ofrecimientos y empleos que rehusó por no deber nada á los conservadores. Tal era su ardor en aquellos primeros días que varios de los contertulios en el almacen de comestibles que visitaba de vez en cuando, se afiliaron al partido liberal y liberales se llamaron D. Eulogio Badana, sargento retirado de carabineros, el honrado Armendía piloto y furibundo carlista, D. Eusebio Picote, vista de aduanas y D. Bonifacio Tacon, zapatero y talabartero.<br />
<br />
Sin embargo, los entusiasmos, faltos de aliciente y de lucha, fueron apagándose poco á poco. El no leía los periódicos que le llegaban de España, porque venían por paquetes y su vista le hacía bostezar; las ideas que había pescado, usadas todas, necesitaban refuerzo y no estaban allí sus oradores: y aunque en los casinos de Manila se juega bastante y se dan bastantes sablazos como en los círculos de la Corte, no se permitía en aquellos sin embargo ningun discurso para alimentar los ideales políticos. Pero D. Custodio no era perezoso, hacía algo más que querer, obraba, y previendo que iba á dejar sus huesos en Filipinas y juzgando que aquel pais era su propia esfera, dedicóle sus cuidados y creyó liberalizarlo imaginando una serie de reformas y proyectos á cual más peregrinos. El fué quien habiendo oido en Madrid hablar del pavimento de madera de las calles de Paris, entonces no adoptado todavía en España, propuso su aplicacion en Manila, estendiendo por las calles tablas, clavadas al modo como se ven en las casas; él fué quien lamentando los accidentes de los vehículos de dos ruedas, para prevenirlos discurrió que les pusieran lo menos tres; él fué tambien quien, mientras actuaba de Vice Presidente de la Junta de Sanidad, le dió por fumigarlo todo, hasta los telegramas que venían de los puntos infestados; él fué tambien quien, compadeciendo por [152]una parte á los presidiarios que trabajaban en medio del sol y queriendo por otra ahorrar al gobierno de gastar en el equipo de los mismos, propuso vestirlos con un simple taparrabo y hacerlos trabajar, en vez de día, de noche. Se estrañaba, se ponía furioso de que sus proyectos encontrasen impugnadores, pero se consolaba con pensar que el hombre que vale enemigos tiene, y se vengaba atacando y desechando cuantos proyectos buenos ó malos presentaban los demás.<br />
<br />
Como se picaba de liberal, al preguntarle qué pensaba de los indios solía responder, como quien hace un gran favor, que eran aptos para trabajos mecánicos y artes imitativas (él quería decir música, pintura y escultura), y añadía su vieja coletilla de que para conocerlos hay que contar muchos, muchos años de pais. Sin embargo si oía que alguno sobresalía en algo que no sea trabajo mecánico ó arte imitativa, en química, medicina ó filosofía por ejemplo, decía: ¡Psh! promeeete... ¡no es tonto! y estaba él seguro de que mucho de sangre española debía correr por las venas del tal indio, y si no lo podía encontrar apesar de toda su buena voluntad, buscaba entonces un orígen japonés: empezaba á la sazon la moda de atribuir á japoneses y á árabes, cuanto de bueno los filipinos podían tener. Para D. Custodio el kundiman, el balitaw, el kumingtang eran músicas árabes como el alfabeto de los antiguos filipinos y de ello estaba seguro aunque no conocía ni el árabe ni había visto aquel alfabeto.<br />
<br />
—¡Arabe y del más puro árabe! decía á Ben Zayb en tono que no admitía réplica; cuando más, chino.<br />
<br />
Y añadía con un guiño significativo:<br />
<br />
—Nada puede ser, nada debe ser original de los indios, ¿entiende usted? Yo les quiero mucho, pero nada se les debe alabar pues cobran ánimos y se hacen unos desgraciados.<br />
<br />
Otras veces decía:<br />
<br />
—Yo amo con delirio á los indios, me he constituido en su padre y defensor, pero es menester que cada cosa esté en su lugar. Unos han nacido para mandar y otros para servir; claro está que esta verdad no se puede decir en voz alta, pero se la practica sin muchas palabras. Y mire usted, el juego consiste en pequeñeces. Cuando usted quiera sujetar al pueblo, convénzale de que está sujeto; el primer día se va á reir, el segundo va á protestar; el tercero dudará y el cuarto estará convencido. Para tener al filipino docil, hay que repetirle día por día de que [153]lo es y convencerle de que es incapaz. ¿De qué le serviría por lo demás creer en otra cosa si se hace desgraciado? Créame usted, es un acto de caridad mantener cada ser en la posicion en que está; allí está el orden, la armonía. En eso consiste la ciencia de gobernar.<br />
<br />
Don Custodio refiriéndose á su política ya no se contentaba con la palabra arte. Y al decir gobernar estendía la mano bajándola á la altura de un hombre de rodillas, encorvado.<br />
<br />
En cuanto á ideas religiosas preciábase de ser católico, muy católico, ¡ah! la católica España, la tierra de María Santísima... un liberal puede y debe ser católico donde los retrógrados se las echan de dioses ó santos cuando menos, así como un mulato pasa por blanco en la Cafrería. Con todo, comía carne durante la Cuaresma menos el Viernes santo, no se confesaba jamás, no creía en milagros ni en la infalibilidad del Papa y cuando oía misa, se iba á la de diez ó á la más corta, la misa de tropa. Aunque en Madrid había hablado mal de las órdenes religiosas para no desentonar del medio en que vivía, considerándolas como anacronismos, echando pestes contra la Inquisicion y contando tal ó cual cuento verde ó chusco donde bailaban los hábitos ó, mejor, frailes sin hábitos, sin embargo al hablar de Filipinas que deben regirse por leyes especiales, tosía, lanzaba una mirada de inteligencia, volvía á estender la mano á la altura misteriosa,<br />
<br />
—Los frailes son necesarios, son un mal necesario, decía.<br />
<br />
Y se enfurecía cuando algun indio se atrevía á dudar de los milagros ó no creía en el Papa. Todos los tormentos de la Inquisicion eran pocos para castigar semejante osadía.<br />
<br />
Si le objetaban que dominar ó vivir á costa de la ignorancia tiene otro nombre algo mal sonante y lo castigan las leyes cuando el culpable es uno solo, él se salía citando otras colonias.<br />
<br />
—Nosotros, decía con su voz de ceremonia, ¡podemos hablar muy alto! No somos como los ingleses y holandeses que para mantener en la sumision á los pueblos se sirven del látigo... disponemos de otros medios más suaves, más seguros; el saludable influjo de los frailes es superior al látigo inglés...<br />
<br />
Esta frase suya hizo fortuna y por mucho tiempo Ben Zayb la estuvo parafraseando y con él toda Manila, la Manila pensadora la celebraba; la frase llegó hasta la Corte, se citó en el Parlamento como de un liberal de larga residencia, etc., etc., etc., y los frailes, honrados con la comparacion y viendo afianzado [154]su prestigio, le enviaron arrobas de chocolate, regalo que devolvió el incorruptible don Custodio, cuya virtud inmediatamente Ben Zayb comparó con la de Epaminondas. Y sin embargo, el Epaminondas moderno se servía del bejuco en sus momentos de cólera, ¡y lo aconsejaba!<br />
<br />
Por aquellos días, los conventos, temerosos de que diese un dictamen favorable á la peticion de los estudiantes, repetían sus regalos y la tarde en que le vemos, estaba más apurado que nunca, pues su fama de activo se comprometía. Hacía más de quince días que tenía en su poder el espediente y aquella mañana el alto empleado, despues de alabar su celo, le había preguntado por su dictámen. Don Custodio respondió con misteriosa gravedad dando á entender que ya lo tenía terminado: el alto empleado se sonrió, y aquella sonrisa ahora le molestaba y perseguía.<br />
<br />
Como decíamos, bostezaba y bostezaba. En uno de esos movimientos, en el momento en que abría los ojos y cerraba la boca, se fijó en la larga fila de cartapacios rojos, colocados órdenadamente en el magnífico estante de kamagon: al dorso de cada uno se leía en grandes letras: PROYECTOS.<br />
<br />
Olvidóse por un momento de sus apuros y de las piruetas de Pepay, para considerar ¡que todo lo que se contenía en aquellas gradas había salido de su fecunda cabeza en momentos de inspiracion! ¡Cuántas ideas originales, cuántos pensamientos sublimes, cuantos medios salvadores de la miseria filipina! ¡La inmortalidad y la gratitud del país las tenía él seguras!<br />
<br />
Como un viejo pisaverde que descubre mohoso paquete de epístolas amatorias, levantóse don Custodio y se acercó al estante. El primer cartapacio, grueso, hinchado, pletórico, llevaba por título «PROYECTOS en proyecto.»<br />
<br />
—¡No! murmuró; hay cosas excelentes, pero se necesitaría un año para releerlos.<br />
<br />
El segundo, bastante voluminoso tambien, se titulaba «PROYECTOS en estudio.»—¡No, tampoco!<br />
<br />
Luego venían los «PROYECTOS en maduracion...» «PROYECTOS presentados...» «PROYECTOS rechazados...» «PROYECTOS aprobados...» «PROYECTOS suspendidos...» Estos últimos cartapacios contenían poca cosa, pero el último menos todavía, el de los «PROYECTOS en ejecucion.»<br />
<br />
Don Custodio arrugó la nariz, ¿qué tendrá? Ya se había olvidado [155]de lo que podía haber dentro. Una hoja de papel amarillento asomaba por entre las dos cubiertas, como si el cartapacio le sacase la lengua.<br />
<br />
Sacólo del armario y lo abrió: era el famoso proyecto de la Escuela de Artes y Oficios.<br />
<br />
—¡Qué diantre! exclamó; pero si se han encargado de ella los Padres Agustinos...<br />
<br />
De repente se dió una palmada en la frente, arqueó las cejas, una espresion de triunfo se pintó en su semblante.<br />
<br />
—¡Si tengo la solucion, c—! exclamó lanzando una palabrota que no era el eureka pero que principia por donde este termina; mi dictamen está hecho.<br />
<br />
Y repitiendo cinco ó seis veces su peculiar eureka que azotaba el aire como alegres latigazos, radiante de júbilo se dirigió á su mesa y empezó á emborronar cuartillas.<br />
<br />
[Índice]<br />
XXI<br />
Tipos manilenses<br />
<br />
Aquella noche había gran funcion en el Teatro de Variedades.<br />
<br />
La compañía de opereta francesa de Mr. Jouy daba su primera funcion, Les Cloches de Corneville, é iba á exhibir á los ojos del público su selecta troupe cuya fama venían hace días pregonando los periódicos. Decíase que entre las actrices las había de hermosísima voz, pero de figura más hermosa todavía y si se ha de dar crédito á murmuraciones, su amabilidad estaba por encima aun de la voz y la figura.<br />
<br />
A las siete y media de la noche ya no había billetes ni para el mismo P. Salví moribundo, y los de la entrada general formaban larguísima cola. En la taquilla hubo alborotos, peleas, se habló de filibusterismo y de razas, pero no por eso se consiguieron billetes. A las ocho menos cuarto se ofrecían precios fabulosos por un asiento de anfiteatro. El aspecto del edificio profusamente iluminado, con plantas y flores en todas las puertas, volvía locos á los que llegaban tarde, que se deshacían en exclamaciones y manotadas. Una numerosa muchedumbre hervía en los alrededores [156]mirando envidiosa á los que entraban, á los que llegaban temprano temerosos de perder sus asientos: risas, murmullos, espectacion saludaban á los recien venidos, que desconsolados, se reunían con los curiosos y, ya que no podían entrar, se contentaban con ver á los que entraban.<br />
<br />
Había sin embargo uno que parecía estraño á tanto afan, á tanta curiosidad. Era un hombre alto, delgado, que andaba lentamente arrastrando una pierna rígida. Vestía una miserable americana color de café y un pantalon á cuadros, sucio, que modelaba sus miembros huesudos y delgados. Un sombrero hongo, artístico á fuerza de estar roto, le cubría la enorme cabeza dejando escapar unos cabellos de un gris sucio, casi rubio, largos, ensortijados en sus estremos como melenas de poeta. Lo más notable en aquel hombre no era ni su traje, ni su cara europea sin barba ni bigote, sino el color rojo subido de ella, color que le ha valido el apodo de Camaroncocido bajo el cual se le conocía. Era un tipo raro: perteneciente á una distinguida familia, vivía como un vagabundo, un mendigo; de raza española, se burlaba del prestigio que azotaba indiferente con sus harapos; pasaba por ser una especie de repórter y á la verdad sus ojos grises tanto saltones, tanto fríos y meditabundos, aparecían allí donde acontecía algo publicable. Su manera de vivir era un misterio para muchos, nadie sabía donde comía ni donde dormía: acaso tuviera un tonel en alguna parte.<br />
<br />
Camaroncocido no tenía en aquel momento la espresion dura é indiferente de costumbre: algo como una alegre compasion se reflejaba en su mirada. Un hombrecillo, un vejete diminuto le abordó alegremente.<br />
<br />
—¡Amigooó! dijo con voz ronca, quebrada como de rana, enseñando unos cuantos pesos mejicanos.<br />
<br />
Camaroncocido vió los pesos, y se encogió de hombros. A él ¿qué le importaban?<br />
<br />
El vejete era su digno contraste. Pequeñito, muy pequeñito, cubierta la cabeza con un sombrero de copa trasformado en colosal gusano de pelo, se perdía en una levita ancha, muy ancha y demasiado larga, para encontrarse al fin de unos pantalones demasiado cortos que no pasaban de las pantorillas. Su cuerpo parecía el abuelo y las piernas los nietos, mientras que por sus zapatos tenía aire de navegar en seco—¡eran unos enormes zapatos de marinero que protestaban del gusano de [157]pelo de su cabeza con la energía de un convento al lado de una Exposicion Universal! Si Camaroncocido era rojo, él era moreno; aquel siendo de raza española no gastaba un pelo en la cara, él, indio, tenía perilla y bigotes blancos, largos y ralos. Su mirada era viva. Llamábanle Tío Quico y, como su amigo, vivía igualmente de la publicidad: pregonaba las funciones y pegaba los carteles de los teatros. Era quizás el único filipino que podía impunemente ir á pié con chistera y levita así como su amigo era el primer español que se reía del prestigio de la raza.<br />
<br />
—El francés me ha gratificado muy bien, decía sonriendo y enseñando sus pintorescas encías que parecían una calle despues de un incendio; ¡he tenido buena mano en pegar los carteles!<br />
<br />
Camaroncocido volvió á encogerse de hombros.<br />
<br />
—Quico, repuso en voz cavernosa, si te dan seis pesos por tu trabajo, ¿cuánto darán á los frailes?<br />
<br />
Tío Quico con su vivacidad natural levantó la cabeza.<br />
<br />
—¿A los frailes?<br />
<br />
—¡Porque has de saber, continuó Camaroncocido, que toda esta entrada se la han procurado los conventos!<br />
<br />
En efecto, los frailes, á su cabeza el P. Salví y algunos seglares capitaneados por don Custodio se habían opuesto á semejantes representaciones. El P. Camorra que no podía asistir encandilaba los ojos y se le hacía agua la boca, pero disputaba con Ben Zayb que se defendía débilmente pensando en los billetes gratis que le enviaría la empresa. Don Custodio le hablaba de moralidad, de religion, buenas costumbres, etc.<br />
<br />
—Pero, balbuceaba el escritor, si nuestros sainetes con sus juegos de palabras y frases de doble sentido...<br />
<br />
—¡Pero al menos están en castellano! le interrumpía gritando el virtuoso concejal, encendido en santa ira; ¡¡¡obscenidades en francés, hombre, Ben Zayb, por Dios, en francés!!! ¡Eso, jamás!<br />
<br />
Y decía el ¡jamás! con la energía de un triple Guzman á quien le amenazasen con matarle una pulga si no rendía veinte Tarifas. El P. Irene naturalmente opinaba como don Custodio y execraba las operetas francesas. ¡Pfui! El había estado en Paris, pero ni siquiera pisó la acera de un teatro, ¡Dios le libre!<br />
<br />
Pero la opereta francesa contaba tambien con numerosos partidarios. Los oficiales del ejército y de la armada, entre ellos los ayudantes del General, los empleados y muchos grandes señores [158]estaban ansiosos de saborear las delicadezas de la lengua francesa en boca de legítimas parisiennes; uníanse á ellos los que viajaron por las M. M. y chapurrearon un poco de francés durante el viaje, los que visitaron Paris y todos aquellos que querían echárselas de ilustrados. Dividióse pues la sociedad de Manila en dos bandos, en operetistas y antioperetistas que se vieron secundados por señoras de edad, esposas celosas y cuidadosas del amor de sus maridos, y por las que tenían novio, mientras las libres y las hermosas se declaraban furibundas operetistas. Cruzáronse volantes y más volantes, hubo idas y venidas, dimes y diretes, juntas, cabildeos, discusiones, se habló hasta de insurreccion de los indios, de la indolencia, de razas inferiores y superiores, de prestigio y otras patrañas y despues de mucha chismografía y mucha murmuracion, el permiso se concedió y el P. Salví publicó una pastoral que nadie leyó sino el corrector de la imprenta. Díjose que si el General riñó con la condesa, si ésta pasaba su vida en las quintas de placer, si S. E. estaba aburrido, si el consul francés, si hubo regalos, etc., etc., y danzaron muchos nombres, el del chino Quiroga, el de Simoun y hasta los de muchas actrices.<br />
<br />
Gracias á este escandaloso preliminar, la impaciencia de la gente se había excitado y desde la víspera, que fué cuando llegaron los artistas, solo se hablaba de ir á la primera funcion. Desde que aparecieron los carteles rojos anunciando Les Cloches de Corneville, los vencedores se aprestaron á celebrar la victoria. En algunas oficinas, en vez de pasar el tiempo leyendo periódicos y charlando, se devoraba el argumento, se leían novelitas francesas y muchos se iban al escusado y fingían una disentería para consultar á ocultis el diccionario de bolsillo. No por esto los espedientes se despachaban, al contrario, hacían volver á todos para el día siguiente, pero el público no podía enfadarse: se encontraba con unos empleados muy corteses, muy afables, que les recibían y les despedían con grandes saludos á la francesa: los empleados se ensayaban, sacudían el polvo á su francés y se lanzaban mútuamente oui monesiour, s’il bous plaît, y ¡pardon! á cada paso que era una felicidad verlos y oirlos. Pero, donde la animacion y el apuro llegaban á su colmo, era en las redacciones de los periódicos; Ben Zayb, señalado como crítico y traductor del argumento, temblaba como una pobre mujer acusada de brujería; veía á sus enemigos cazándole los [159]gazapos y echándole en cara sus pocos conocimientos de francés. Cuando la Opera italiana, á poco más tuvo un desafío por haber traducido mal el nombre de un tenor; cierto envidioso publicó inmediatamente un artículo tratándole de ignorante, á él, ¡la primera cabeza pensante de Filipinas! ¡Lo que le costó defenderse! lo menos tuvo que escribir diez y siete artículos y consultar quince diccionarios. Y con este saludable recuerdo el pobre Ben Zayb andaba con manos de plomo, no decimos piés, por no imitar al P. Camorra que tenía la avilantez de reprocharle que escribía con ellos.<br />
<br />
—¿Ves, Quico? decía Camaroncocido; la mitad de la gente viene por haber dicho los frailes que no vengan, es una especie de manifestacion; y la otra mitad, porque se dicen: ¿los frailes lo prohiben? pues debe ser instructivo. Créeme, Quico, tus programas eran buenos, ¡pero mejor es aun el Pastoral y cuenta que no lo ha leido nadie!<br />
<br />
—Amigooó, ¿crees tuuú, preguntó inquieto Tío Quico, que por la competencia del P. Salví en adelanteee se supriman mis funcioneees?<br />
<br />
—Puede ser, Quico, puede ser, contestó el otro mirando hácia el cielo; el dinero empieza á escasear...<br />
<br />
Tío Quico murmuró algunas palabras y frases incoherentes; si los frailes se meten á anunciadores de teatro se metería él á fraile. Y despues de despedirse de su amigooó se alejó tosiendo y haciendo sonar sus pesos.<br />
<br />
Camaroncocido, con su indiferencia de siempre, continuó vagando acá y allá con la pierna á cuestas y la mirada soñolienta. Llamaron su atencion la llegada de fisonomías estrañas, venidas de diferentes puntos y que se hacían señas con un guiño, una tos. Era la primera vez que veía en tales ocasiones semejantes individuos, él que conocía todas las facciones de la ciudad y todas sus fisonomías. Hombres de cara oscura, espaldas dobladas, aire inquieto y poco seguro, y mal disfrazados como si se pusiesen por primera vez la americana. En vez de colocarse en primera fila para ver á sus anchas, se ocultaban entre sombras como evitando ser vistos.<br />
<br />
—¿Policía secreta ó ladrones? se preguntó Camaroncocido é inmediatamente se encogió de hombros; y á mí ¿qué me importa?<br />
<br />
El farol de un coche que venía alumbró al pasar un grupo de [160]cuatro ó cinco de estos individuos hablando con uno que parecía militar.<br />
<br />
—¡Policía secreta! ¡será un nuevo cuerpo! murmuró.<br />
<br />
E hizo su gesto de indiferencia. Pero luego observó que el militar, despues de comunicar con dos ó tres grupos más, se dirigió á un coche y pareció hablar animadamente con una persona en el interior. Camaroncocido dió algunos pasos y sin sorprenderse creyó reconocer al joyero Simoun, mientras sus finos oidos percibían este corto diálogo:<br />
<br />
—¡La señal es un disparo!<br />
<br />
—Sí, señor.<br />
<br />
—No tengais cuidado; es el General quien lo manda; pero cuidado con decirlo. Si seguís mis instrucciones, ascendereis.<br />
<br />
—Sí, señor.<br />
<br />
—¡Con que estad dispuestos!<br />
<br />
La voz calló y segundos despues el coche se puso en movimiento. Camaroncocido, apesar de toda su indiferencia, no pudo menos de murmurar:<br />
<br />
—Algo se trama... ¡atencion á los bolsillos!<br />
<br />
Y sintiendo que los suyos estaban vacíos, volvió á encogerse de hombros. ¿A él qué le importaba que el cielo se venga abajo?<br />
<br />
Y siguió haciendo su ronda. Al pasar delante de dos personas que hablaban, pescó lo que una de ellas que tenía en el cuello rosarios y escapularios, decía en tagalo:<br />
<br />
—Los frailes pueden más que el General, no seas simple; éste se va y ellos se quedan. Con tal de que lo hagamos bien nos haremos ricos. ¡La señal es un disparo!<br />
<br />
—¡Aprieta, aprieta! murmuró Camaroncocido sacudiendo los dedos; allá el General, y aquí el P. Salví... ¡Pobre país!... Pero ¿y á mí qué?<br />
<br />
Y encogiéndose de hombros y escupiendo al mismo tiempo, dos gestos que en él eran los signos de la mayor indiferencia, prosiguió sus observaciones...<br />
<br />
Entretanto los coches venían en vertiginosa carrera, paraban de firme junto á la puerta depositando á la alta sociedad. Las señoras, aunque apenas hacía fresco, lucían magníficos chales, pañolones de seda y hasta abrigos de entretiempo; los caballeros, los que iban de frac y corbata blanca usaban gabanes, otros los llevaban sobre el brazo luciendo los ricos forros de seda.<br />
<br />
En el grupo de los curiosos, Tadeo, el que se enferma en el [161]momento que baja el catedrático, acompaña á su compoblano, el novato que vimos sufrir las consecuencias del mal leido principio de Descartes. El novato es muy curioso y pregunton y Tadeo se aprovecha de su ingenuidad é inexperiencia para contarle las más estupendas mentiras. Cada español que le saluda, sea empleadillo ó dependiente de almacen, lo endosa á su compañero por gefe de negociado, marqués, conde, etc.; en cambio si pasaba de largo, ¡psh! es un bago, un oficial quinto, ¡un cualquiera! Y cuando faltaban los pedestres para mantener la admiracion del novato, abusaba de los coches flamantes que desfilaban; Tadeo saludaba graciosamente, hacía un signo amistoso con la mano, soltaba un ¡adios! familiar.<br />
<br />
—¿Quién es?<br />
<br />
—¡Bah! contesta negligentemente; el Gobernador Civil... el Segundo Cabo... el magistrado tal... la señora de... ¡amigos míos!<br />
<br />
El novato le admira, le escucha embobado y se cuida muy bien de ponerse á la izquierda. Tadeo, ¡¡amigo de magistrados y gobernadores!!<br />
<br />
Y Tadeo le nombra todas las personas que llegan y, cuando no las conoce, inventa apellidos, historias y da curiosos detalles.<br />
<br />
—¿Ves? aquel señor alto, de patillas negras, algo bizco, vestido de negro, es el magistrado A, amigo íntimo de la señora del coronel B; un día, á no ser por mí, se pegan los dos... ¡adios! Mira, allí llega precisamente el coronel, ¿si se pegarán?<br />
<br />
El novato suspende la respiracion, pero el coronel y el magistrado se estrechan afectuosamente la mano; el militar, un solteron, pregunta por la salud de la familia, etc.<br />
<br />
—¡Ah! ¡gracias á Dios! respira Tadeo; soy yo quien les ha hecho amigos.<br />
<br />
—¿Si les pidiera usted que nos hagan entrar? pregunta con cierta timidez el novato.<br />
<br />
—¡Ca, hombre! ¡Yo no pido nunca favores! dice magestuosamente Tadeo; los hago, pero desinteresadamente.<br />
<br />
El novato se muerde los labios, se queda más pequeño y pone una respetuosa distancia entre él y su compoblano.<br />
<br />
Tadeo continúa:<br />
<br />
—Ese es el músico H... ese, el abogado J que pronunció como suyo un discurso impreso en todos los libros y los oyentes le felicitaron y le admiraron... El médico K, ese que baja de un hansomcab, especialista en enfermedades de niños, por eso le [162]llaman Herodes... Ese es el banquero L que solo sabe hablar de sus riquezas y almorranas... el poeta M que siempre trata de estrellas y del más allá... Allí va la hermosa señora de N que el Padre Q suele encontrar cuando visita al marido ausente... el comerciante judío P que se vino con mil pesos y ahora es millonario... Aquel de larga barba es el médico R que se ha hecho rico creando enfermos mejor que sanando...<br />
<br />
—¿Creando enfermos?<br />
<br />
—Sí, hombre, en el reconocimiento de los quintos... ¡atencion! Ese respetable señor que va elegantemente vestido, no es médico pero es un homeópata sui generis: profesa en todo el similia similibus... El joven capitan de caballería que con él va, es su discípulo predilecto... Ese con traje claro que tiene el sombrero ladeado, es el empleado S cuya máxima es no ser nunca cortés y se le llevan los diablos cuando ve un sombrero puesto sobre la cabeza de otro; dicen que lo hace para arruinar á los sombrereros alemanes... Ese que llega con su familia es el riquísimo comerciante C que tiene más de cien mil pesos de renta... pero ¿qué me dirás si te cuento que me debe todavía cuatro pesos cinco reales y doce cuartos? Pero ¿quién cobra á un ricacho como ése?<br />
<br />
—¿Le debe á usted ese señor?<br />
<br />
—¡Claro! un día le saqué de un gran apuro, era un viernes á las siete y media de la mañana, todavía me acuerdo, yo no había almorzado aun... Esa señora que va seguida de una vieja es la célebre Pepay la bailarina... ahora ya no baila desde que un señor muy católico y muy amigo mío... se lo ha prohibido... Allí está el calavera Z, de seguro que va tras la Pepay para hacerla bailar otra vez. Es un buen chico, muy amigo mío; no tiene más defectos que uno: es mestizo chino y se llama á sí mismo español peninsular. ¡Sst! Mira á Ben Zayb, ese con cara de fraile, que lleva un lapiz en la mano y un rollo de papeles, es el gran escritor Ben Zayb, muy amigo mío; ¡tiene un talento!...<br />
<br />
—Diga usted, y ese hombrecillo con patillas blancas...<br />
<br />
—Ese es el que ha hecho de sus hijas, esas tres pequeñitas, auxiliares de Fomento para que cobren en la nómina... Es un señor muy listo, ¡pero muy listo! comete una tontería y la atribuye... á los otros, se compra camisas y las paga la Caja. Es listo, muy listo, ¡pero muy listo!...<br />
<br />
Tadeo se interrumpe. [163]<br />
<br />
—Y ese señor ¿que tiene aire feroz y mira á todo el mundo por encima de sus hombros? pregunta el novato señalando á un hombre que mueve la cabeza con altanería.<br />
<br />
Pero Tadeo no responde, alarga el cuello para ver á la Paulita Gomez que venía en compañía de una amiga, de doña Victorina y de Juanito Pelaez. Este les había regalado un palco y estaba más jorobado que nunca.<br />
<br />
Llegan coches y más coches, llegan los artistas que entran por otra puerta seguidos de amigos y admiradores.<br />
<br />
Paulita ya ha entrado y continúa Tadeo:<br />
<br />
—Esas son las sobrinas del rico Capitan D, esas que vienen en el landó; ¿ves qué hermosas y sanas son? Pues dentro de algunos años estarán muertas ó locas... Capitan D se opone á que se casen, y la locura del tío se manifiesta en las sobrinas... Esa es la señorita E, la riquísima heredera que se disputan el mundo y los conventos... ¡Calla! ¡á ese le conozco! el P. Irene, disfrazado, ¡con bigotes postizos! ¡Le conozco en su nariz! ¡Y él que tanto se oponía!...<br />
<br />
El novato mira escandalizado y vé desaparecer una bien cortada levita detrás de un grupo de señoras.<br />
<br />
—¡Las tres Parcas! continuó Tadeo viendo llegar á tres señoritas secas, huesudas, ojerosas, de ancha boca y cursimente vestidas. Se llaman...<br />
<br />
—¿Atropos?... balbucea el novato que quería hacer ver que tambien sabía algo, al menos la mitología...<br />
<br />
—No, hombre, se llaman las señoritas de Balcon, criticonas, solteronas, pelonas... Profesan odio á todo, á hombres á mujeres, á niños... Pero, mira como al lado del mal Dios pone el remedio, solo que á veces llega tarde. Detrás de las Parcas, espanto de la ciudad, vienen esos tres, el orgullo de sus amigos, entre los cuales yo me cuento. Ese joven delgado, de ojos saltones, algo encorvado, que gesticula con viveza porque no ha encontrado billetes, es el químico S, autor de muchos estudios y trabajos científicos, premiados algunos y notables todos; los españoles dicen de él que promete, promete... El que le apacigua con su risa volteriana es el poeta T, chico de talento, muy amigo mío, y por lo mismo que es de talento ha arrojado la pluma. El otro que les propone entrar con los actores por la otra puerta, es el joven médico U, que ha hecho muchas buenas curas; de él dicen tambien que promete... no está tan jorobado [164]como Pelaez pero es más listo y más pillo todavía. Yo creo que á la misma Muerte le cuenta bolas y la marea.<br />
<br />
—¿Y ese señor moreno con bigotes como cerdas?<br />
<br />
—¡Ah! es el comerciante F que todo lo falsifica hasta su fé de bautismo; quiere á toda costa ser mestizo español y hace heroicos esfuerzos por olvidarse de su idioma.<br />
<br />
—Pero, sus hijas son muy blancas...<br />
<br />
—¡Sí, razon por la cual el arroz ha subido de precio y eso que no comen más que pan!<br />
<br />
El novato no comprende la relacion del precio del arroz con la blancura de aquellas muchachas.<br />
<br />
—Allí está el novio, ese joven delgado, moreno, de andar lento que las sigue y que saluda con aire protector á los tres amigos que se ríen de él... es un mártir de sus ideas, de su consecuencia.<br />
<br />
El novato se sintió lleno de admiracion y respeto hácia el joven.<br />
<br />
—Tiene aire de tonto, pero lo es, continuó Tadeo; nació en San Pedro Makati y se priva de muchas cosas; no se baña casi nunca ni prueba el cerdo porque, segun él, los españoles no lo comen y por la misma razon no toma arroz, patís ni bagoon, aunque se muera de hambre y se le haga agua la boca... Todo lo que venga de Europa, podrido ó en conserva, le sabe á cielo y hace un mes Basilio le salvó de una feroz gastritis: ¡se había comido un tarro de mostaza para probar que es europeo!<br />
<br />
En aquel momento la orquesta empezó á tocar un vals.<br />
<br />
—¿Ves ese señor? ¿ese enclenque que va volviendo la cabeza buscando saludos? Es el célebre gobernador de Pangasinan, un buen hombre que pierde el apetito cuando algun indio deja de saludarle... A poco más se muere si no suelta el bando de los saludos á que debe su celebridad. ¡Pobre señor! hace tres días que ha venido de la provincia y ¡cuánto ha enflaquecido! ¡oh! hé aquí al grande hombre, al insigne, ¡abre tus ojos!<br />
<br />
—¿Quién? ¿Ese de las cejas fruncidas?<br />
<br />
—Sí, ese es don Custodio, el liberal don Custodio, tiene las cejas fruncidas porque medita algun proyecto importante... si se lleváran á cabo las ideas que tiene en la cabeza, ¡otra cosa sería! ¡Ah! aquí viene Makaraig, ¡tu compañero de casa!<br />
<br />
En efecto venía Makaraig con Pecson, Sandoval, é Isagani. Tadeo al verlos se adelantó y les saludó. [165]<br />
<br />
—¿No viene usted? preguntóle Makaraig.<br />
<br />
—No hemos encontrado billetes...<br />
<br />
—A propósito, tenemos un palco, repuso Makaraig; Basilio no puede venir... vengan ustedes con nosotros.<br />
<br />
Tadeo no se hizo repetir la invitacion. El novato, temiendo molestar, con la timidez propia de todo indio provinciano, se escusó y no hubo medio de hacerle entrar.<br />
<br />
[Índice]<br />
XXII<br />
La funcion<br />
<br />
El aspecto que ofrecía el teatro era animadísimo; estaba lleno de bote en bote, y en la entrada general, en los pasillos se veía mucha gente de pié, pugnando por sacar la cabeza ó meter un ojo entre un cuello y una oreja. Los palcos descubiertos, llenos en su mayor parte de señoras, parecían canastillas de flores, cuyos pétalos agitára una leve brisa (hablo de los abanicos), y en donde zumban insectos mil. Solo que como hay flores de delicado y fuerte perfume, flores que matan y flores que consuelan, en las canastillas de nuestro teatro tambien se aspiran perfumes parecidos, se oyen diálogos, conversaciones, frases que pican ó corroen. Solo tres ó cuatro de los palcos estaban aun vacíos apesar de lo avanzado de la hora; para las ocho y media se había anunciado la funcion, eran ya las nueve menos cuarto, y el telon no se levantaba porque S. E. no había llegado todavía. Los de la entrada general, impacientes é incómodos en sus asientos, armaban un alboroto pataleando y golpeando el suelo con sus bastones.<br />
<br />
—¡Bum-bum-bum! ¡qué se abra el telon! ¡bum-bum-bum!<br />
<br />
Los artilleros no eran los menos alborotadores. Los émulos de Marte, como los llama Ben Zayb, no se contentaban con esta música; creyéndose tal vez en una plaza de toros, saludaban á las señoras que pasaban delante de ellos con frases que por eufemismo se llaman en Madrid flores cuando á veces se parecen á humeante basura. Sin hacer caso de las miradas furibundas de los maridos, pregonan en alta voz los sentimientos y deseos que en ellos despiertan tantas hermosuras... [166]<br />
<br />
En las butacas—á donde parece que temen bajar las señoras tan no se ve á ninguna—reina un murmullo de voces, de risas reprimidas, entre nubes de humo... Discuten el mérito de las artistas, hablan de escándalos, si S. E. ha reñido con los frailes, si la presencia del General en semejante espectáculo es una provocacion ó sencillamente una curiosidad; otros no piensan en estas cosas, sino en cautivar las miradas de las señoras adoptando posturas más ó menos interesantes, más ó menos estatuarias, haciendo jugar los anillos de brillantes, sobre todo cuando se creen observados por insistentes gemelos; otros dirigen respetuosos saludos á tal señora ó señorita bajando la cabeza con mucha gravedad, mientras le susurran al vecino:<br />
<br />
—¡Qué ridícula es! ¡qué cargante!<br />
<br />
La dama contesta con la más graciosa de sus sonrisas y un movimiento encantador de cabeza y murmura á la amiga que asiente, entre dos indolentes abanicazos:<br />
<br />
—¡Qué pretencioso! Chica, está loco enamorado.<br />
<br />
Entre tanto los golpes menudean: ¡bum-bum-bum! ¡toc-toc-toc! ya no quedan más que dos palcos vacíos y el de S. E. que se distingue por sus cortinas rojas de terciopelo. La orquesta toca otro vals, el público protesta; afortunadamente se presenta un héroe caritativo que distrae la atencion y redime al empresario; es un señor que ha ocupado una butaca y se niega á cederla á su dueño, el filósofo don Primitivo. Viendo que sus argumentos no le convencían, don Primitivo acude al acomodador.—¡No me da la gana! le responde el héroe fumando tranquilamente su cigarrillo. El acomodador acude al director.—¡No me da la gana! repite y se arrellana en la butaca. El director sale, mientras los artilleros de las galerías empiezan á cantar en coro:<br />
<br />
—¡A que no! ¡A que sí! ¡A que no! ¡A que sí!<br />
<br />
Nuestro actor que ya ha llamado la atencion de todos cree, que ceder sería rebajarse y se agarra á la butaca mientras repite su contestacion á la pareja de la Veterana que fué á llamar el director. Los guardias, teniendo en consideracion la categoría del rebelde, van á buscar al cabo, mientras casi toda la sala se deshace en aplausos, celebrando la entereza del señor que continúa sentado como un senador romano.<br />
<br />
Resuenan silbidos, el señor que tiene firmeza de caracter vuelve [167]la cabeza airado creyendo que le silban; se oye galopar de caballos, se nota movimiento; cualquiera diría que ha estallado una revolucion ó cuando menos un motin; no, la orquesta suspende el vals y toca la marcha real; es S. E. el Capitan General y Gobernador de las Islas el que llega: todas las miradas le buscan, le siguen, le pierden y aparece al fin en su palco y, despues de mirar á todas partes y hacer felices á algunos con un omnipotente saludo, se sienta como si fuera un hombre sobre el sillon que le espera. Los artilleros se callan entonces y la orquesta ataca la introduccion.<br />
<br />
Nuestros estudiantes ocupan un palco frente á frente del de Pepay la bailarina. Este palco era un regalo de Makaraig que ya se había puesto en inteligencia con ella para tener á don Custodio propicio. La Pepay había escrito aquella misma tarde una carta al célebre ponente esperando una contestacion y dándole una cita en el teatro. Por esta razon don Custodio, apesar de la ruda oposicion que había desplegado contra la opereta francesa, se iba al teatro, lo cual le valió finas pullas de parte de don Manuel, su antiguo adversario en las sesiones del Ayuntamiento.<br />
<br />
—¡Vengo para juzgar la opereta! había replicado con el tono de un Caton satisfecho de su conciencia.<br />
<br />
Makaraig pues, cambaba miradas de inteligencia con la Pepay, quien le daba á entender que algo tenía que decirle; y como la bailarina tenía cara alegre, todos auguraban que el éxito estaba asegurado. Sandoval, que acababa de llegar de unas visitas que había hecho en otros palcos, aseguró que el dictamen había sido favorable y que aquella tarde misma lo había examinado la comision superior y lo había aprobado. Todo pues era júbilo, Pecson mismo se olvidaba de sus pesimismos viendo á la Pepay enseñar sonriendo una cartita; Sandoval y Makaraig se felicitaban mútuamente, solo Isagani permanecía algo frío y apenas se sonreía. ¿Qué le había pasado al joven?<br />
<br />
Isagani, al entrar en el teatro, vió á Paulita en un palco y á Juanito Pelaez conversando con ella. Púsose pálido y creyó que se equivocaba. Pero no, era ella misma, ella que le saludaba con una graciosa sonrisa mientras sus hermosos ojos parecían pedirle perdon y prometerle explicaciones. En efecto, habían convenido en que Isagani iría primero al teatro para ver si [168]en el espectáculo no había nada inconveniente para una joven, y ahora la encontraba él, y nada menos que en compañía de su rival. Lo que pasó por el alma de Isagani era indescriptible: ira, celos, humillacion, resentimiento rugieron en su interior; hubo un momento en que deseó que el teatro se desplomase; tuvo ganas violentas de reir á carcajadas, de insultar á su amada, provocar á su rival, armar un escándalo, pero se contentó con sentarse lentamente y no dirigirla jamás la mirada. Oía los hermosos proyectos que hacían Makaraig y Sandoval y le sonaban á ecos lejanos; las frases del vals le parecían tristes y lúgubres, todo aquel público, fátuo é imbecil, y varias veces tuvo que hacer esfuerzos para contener las lágrimas. De la cuestion del caballero que no quería dejar la butaca, de la llegada del Capitan General se apercibió apenas; miraba hácia el telon de boca que representaba una especie de galería entre suntuoso cortinaje rojo, con vista á un jardin en medio del cual se levanta un surtidor. ¡Cuán triste se le antojaba la galería y qué melancólico el paisaje! Mil reminiscencias vagas surgían en su memoria como lejanos ecos de música oida durante la noche, como aires de una cancion de la infancia, murmullo de bosques solitarios, riachuelos sombríos, noches de luna á los bordes del mar que se estendía inmenso delante de sus ojos... Y el enamorado joven que se consideraba muy desgraciado, se puso á mirar al techo para que las lágrimas no cayesen de sus ojos.<br />
<br />
Una salva de aplausos le sacó de su meditacion.<br />
<br />
El telon acababa de levantarse y el alegre coro de campesinos de Corneville se presentaba á sus ojos, vestidos con sus gorros de algodon y pesados zuecos de madera en los piés. Ellas, unas seis ó siete muchachas, bien pintadas de carmin en los labios y mejillas, con grandes circulos negros en torno de los ojos para aumentar su brillo, enseñaban blancos brazos, dedos llenos de brillantes y piernas redondas y bien torneadas. Y mientras cantaban la frase normanda allez, marchez! allez, marchez! sonreían á sus respectivos adoradores de las butacas con tanta desfachatez que don Custodio, despues de mirar al palco de la Pepay como para asegurarse de que no hacía lo mismo con otro admirador, consignó en la cartera esta indecencia y para estar más seguro, bajó un poco la cabeza para ver si las actrices no enseñaban hasta las rodillas.<br />
<br />
—¡Oh, estas francesas! murmuró mientras su imaginacion [169]se perdía en consideraciones de un grado más elevado y hacía comparaciones y proyectos.<br />
<br />
Quoi v’là tous les cancans d’la s’maine!...<br />
<br />
canta Gertrude, una soberbia moza que mira picarescamente de reojo al Capitan General.<br />
<br />
—¡Cancan tenemos! exclamó Tadeo, el primer premio de francés en su clase, y que pudo pescar esta palabra. Makaraig, ¡van á bailar el cancan!<br />
<br />
Y se frotó alegremente las manos.<br />
<br />
Tadeo, desde que se levantó el telon, no hacía caso de la música; solo buscaba lo escandaloso, lo indecente, lo inmoral en los gestos y en los trajes, y con su poco de francés aguzaba el oido para pillar las obscenidades que tanto habían pregonado los censores severos de su patria.<br />
<br />
Sandoval que se las daba de saber francés, se había convertido en una especie de intérprete para sus amigos. Sabía tanto como Tadeo pero se ayudaba del argumento publicado por los periódicos y lo demás se lo suplía su fantasía.<br />
<br />
—Sí, dijo, van á bailar el cancan y ella lo va á dirigir.<br />
<br />
Makaraig y Pecson se pusieron atentos sonriéndose de antemano. Isagani miró á otra parte, avergonzado de que Paulita asistiese á semejante espectáculo y pensaba que debía desafiarle á Juanito Pelaez al día siguiente.<br />
<br />
Pero nuestros jóvenes esperaron en vano. Vino la Serpolette, una deliciosa muchacha con su gorro de algodon igualmente, provocadora y belicosa;<br />
<br />
Hein! qui parle de Serpolette?<br />
<br />
pregunta á las chismosas, con los brazos en jarras y aire batallador. Un caballero aplaudió y despues siguieron todos los de las butacas. Serpolette, sin dejar su actitud de buena moza, miró al que primero la aplaudió y le pagó con una sonrisa enseñando unos diminutos dientes que parecían collarcito de perlas en un estuche de terciopelo rojo. Tadeo siguió la mirada y vió á un caballero, con unos bigotes postizos y una nariz muy larga.<br />
<br />
—¡Voto al chápiro! dijo, ¡Irenillo!<br />
<br />
—Sí, contestó Sandoval, le he visto dentro hablando con las actrices.<br />
<br />
En efecto, el P. Irene que era un melómano de primer orden [170]y conocía muy bien el francés, fué enviado por el P. Salví al teatro como una especie de policía secreta religiosa, así al menos lo decía él á las personas que le reconocían. Y como buen crítico que no se contenta con ver las piezas de lejos, quiso examinar de cerca á las artistas, confundióse en el grupo de los admiradores y elegantes, se introdujo en el vestuario donde se cuchicheaba y se hablaba un francés de necesidad, un francés de tienda, idioma que es muy comprensible para la vendedora cuando el parroquiano parece dispuesto á pagar bien.<br />
<br />
La Serpolette estaba rodeada de dos gallardos oficiales, de un marino y un abogado, cuando le divisó rondando y metiendo en todas partes y rendijas la punta de su larga nariz como si sondease con ella los misterios de la escena.<br />
<br />
La Serpolette suspendió su charla, frunció las cejas, las levantó, abrió los labios y con la vivacidad de una parisienne dejó á sus admiradores y se lanzó como un torpedo contra nuestro crítico.<br />
<br />
—Tiens, tiens, Toutou! mon lapin! exclamó cogiéndole del brazo al P. Irene y sacudiéndole alegremente mientras hacía vibrar el aire de notas argentinas.<br />
<br />
—Chut, chut! dijo el P. Irene procurando esconderse.<br />
<br />
—Mais, comment! toi ici, grosse bête! Et moi qui t’croyais...<br />
<br />
—’Fais pas d’tapage, Lily! il faut m’respecter! ’suis ici l’Pape!<br />
<br />
A duras penas pudo el P. Irene hacerla entrar en razon. La alegre Lily estaba enchantée de encontrar en Manila á un antiguo amigo que le recordaba las coulisses del teatro de la Grande Opéra. Y así fué como el P. Irene, cumpliendo á la vez con sus deberes de amistad y de crítico, iniciaba un aplauso para animarla: la Serpolette lo merecía.<br />
<br />
Entre tanto nuestros jóvenes esperaban el cancan, Pecson se volvía todo ojos; todo menos cancan había. Hubo un momento en que si no llega gente de curia, se iban á pegar las mujeres, y arrancarse los moños, azuzadas por los pícaros paisanos que esperaban, como nuestros estudiantes, ver algo más que un cancan.<br />
<br />
Scit, scit, scit, scit, scit, scit,<br />
Disputez-vous, battez-vous,<br />
Scit, scit, scit, scit, scit, scit<br />
Nous allons compter les coups.<br />
[171]<br />
<br />
La música cesó, se fueron los hombres, volvieron poco á poco las mujeres y empezó entre ellas un diálogo del que nada comprendieron nuestros amigos. Estaban hablando mal de una ausente.<br />
<br />
—¡Parecen los macanistas de la pansitería! observó Pecson en voz baja.<br />
<br />
—¿Y el cancan? preguntó Makaraig.<br />
<br />
—¡Están discutiendo el sitio más á propósito para bailarlo! repuso gravemente Sandoval.<br />
<br />
—¡Parecen los macanistas de la pansitería! repitió Pecson disgustado.<br />
<br />
Una señora, acompañada de su marido, entraba en aquel momento y ocupaba uno de los dos palcos vacíos. Tenía el aire de una reina y miraba con desden á toda la sala como si dijese: «¡He llegado más tarde que todas vosotras, monton de cursis y provincianas, he llegado más tarde que vosotras!» En efecto personas hay que van á los teatros como los burros en una carrera: gana el que llega el último. Hombres muy sensatos conocemos que primero subían al patíbulo que entraban en el teatro antes del primer acto. Pero el gozo de la dama fué de corta duracion; había visto el otro palco que continuaba vacío; frunció las cejas, y se puso á reñir á su cara mitad armando tal escándalo que muchos se impacientaron.<br />
<br />
—¡Sst! ¡sst!<br />
<br />
—¡Los estúpidos! ¡como si entendieran el francés! dijo la dama mirando con soberano desprecio á todas partes y fijándose en el palco de Juanito de donde creyó oir partir un imprudente sst.<br />
<br />
Juanito en efecto era culpable; desde el principio se las echaba de entender todo y se daba aires, sonriendo, riendo y aplaudiendo á tiempo como si nada de lo que decían se le escapase. Y eso que no se guiaba de la mímica de los artistas porque miraba apenas hácia la escena. El truhan decía muy intencionadamente á Paulita, que, habiendo mujeres muchísimo más hermosas, no quería cansarse mirando á lo lejos... Paulita se ruborecía, se cubría la cara con el abanico y miraba de hurtadillas hacía donde estaba Isagani, que sin reirse ni aplaudir presenciaba distraido el espectáculo.<br />
<br />
Paulita sintió despecho y celos; ¿se enamoraría Isagani de aquellas provocadoras actrices? Este pensamiento la puso de [172]mal humor y apenas oyó las alabanzas que doña Victorina prodigaba á su favorito.<br />
<br />
Juanito desempeñaba bien su papel: á veces movía la cabeza en señal de disgusto y entonces se oían toses, murmullos en algunas partes; á veces sonreía, aprobaba y un segundo despues resonaban aplausos. Doña Victorina estaba encantada y hasta concibió vagos deseos de casarse con el joven el día que don Tiburcio se muriera. ¡Juanito sabía francés y de Espadaña no! ¡Y empezó á hacerle zalamerías! Pero Juanito no se apercibía del cambio de táctica, atento como estaba en observar á un comerciante catalan que estaba junto al consul suizo: Juanito que los había visto hablando en francés, se inspiraba en sus fisonomías y daba soberanamente el pego.<br />
<br />
Vinieron escenas sobre escenas, personajes sobre personajes, cómicos y ridículos como el bailli y Grenicheux, nobles y simpáticos como el marqués y Germaine; el público se rió mucho del bofeton de Gaspard, destinado para el cobarde Grenicheux y recibido por el grave bailli, de la peluca de éste que vuela por los aires, del desorden y alboroto cuando cae el telon.<br />
<br />
—¿Y el cancan? pregunta Tadeo.<br />
<br />
Pero el telon se levanta inmediatamente y la escena representa el mercado de criados, con tres postes cubiertos de banderolas y llevando los anuncios de servantes, cochers y domestiques. Juanito aprovecha la ocasion y, en voz bastante alta para que le oiga Paulita y esté convencida de su saber, se dirige á doña Victorina.<br />
<br />
—Servantes significa sirvientes, domestiques domésticos...<br />
<br />
—¿Y en qué se diferencian los servantes de los domestiques? pregunta Paulita.<br />
<br />
Juanito no se queda corto.<br />
<br />
—Domestiques, los que están domesticados: ¿no ha observado usted como algunos tenían aire de salvajes? Esos son los servantes.<br />
<br />
—¡Es verdad! añade doña Victorina; algunos tenían muy malas maneras... y yo que creía que en Europa todos eran finos y... pero, como pasa en Francia... ¡ya lo veo!<br />
<br />
—¡Sst, sst!<br />
<br />
Pero el apuro de Juanito cuando, llegada la hora del mercado y abierta la barrera, los criados que se alquilaban se colocaban [173]al lado de los respectivos anuncios que señalaban su clase. Los criados, unos diez ó doce tipos rudos, vestidos de librea y llevando una ramita en la mano, se situaban debajo del anuncio domestiques.<br />
<br />
—¡Esos son los domésticos! dice Juanito.<br />
<br />
—A la verdad que tienen aire de recien domesticados, observa doña Victorina; ¡vamos á ver á los medio salvajes!<br />
<br />
Despues, la docena de muchachas, á su cabeza la alegre y viva Serpolette, ataviadas con sus mejores trajes, llevando cada una un gran ramillete de flores á la cintura, risueñas, sonrientes, frescas, apetitosas, se colocan con gran desesperacion de Juanito junto al poste de las servantes.<br />
<br />
—¿Cómo? preguntó cándidamente Paulita; ¿son esas las salvajes que usted dice?<br />
<br />
—No, contesta Juanito imperturbable; se han equivocado... se han cambiado... Esos que vienen detrás.<br />
<br />
—¿Esos que vienen con un látigo?<br />
<br />
Juanito hace señas de que sí, con la cabeza, muy inquieto y apurado.<br />
<br />
—¿De modo que esas mozas son los cochers?<br />
<br />
A Juanito le ataca un golpe de tos tan violenta que provoca la impaciencia de algunos espectadores.<br />
<br />
—¡Fuera ese! ¡fuera el tísico! grita una voz.<br />
<br />
¿Tísico? ¿Llamarle tísico delante de la Paulita? Juanito quiere ver al deslenguado y hacerle tragar la tísis. Y viendo que las mujeres se interponían, se envalentonó más y le crecieron los ánimos. Por fortuna era don Custodio el que había hecho el diagnóstico y temiendo llamar la atencion se hacía el desentendido escribiendo al parecer la crítica de la pieza.<br />
<br />
—¡Si no fuera porque voy con ustedes! dice Juanito haciendo girar los ojos como los de ciertos muñecos que mueve el péndulo da un reloj. Y para ser más parecido, sacaba de tiempo en tiempo la lengua.<br />
<br />
Aquella noche se conquistó á los ojos de doña Victorina la fama de valiente y pundonoroso y ella decidió dentro de su tórax casarse con él tan pronto se muera don Tiburcio.<br />
<br />
Paulita se ponía más triste cada vez, pensando en como unas muchachas que se llaman cochers podían ocupar la atencion de Isagani. Cochers le recordaba ciertas denominaciones que las colegialas usan entre sí para explicar una especie de afectos. [174]<br />
<br />
Al fin termina el primer acto y el marqués se lleva como criadas á Serpolette y á Germaine, el tipo de la belleza tímida de la troupe y por cochero al estúpido Grenicheux. Una salva de aplausos los hace reaparacer cogidos de la mano los que hace cinco segundos se perseguían y se iban á pegar, saludando aquí y allá al galante público manileño y cambiando ellas miradas inteligentes con varios espectadores.<br />
<br />
Mientras reina el pasagero tumulto, causado por los que se atropellan para ir al vestuario y felicitar á las actrices, por los que van á saludar á las señoras en los palcos, algunos emiten su juicio sobre la pieza y los artistas.<br />
<br />
—Indudablemente, la Serpolette es la que más vale, dice uno dándose aires de inteligente.<br />
<br />
—Prefiero la Germaine, es una rubia ideal.<br />
<br />
—¡Si no tiene voz!<br />
<br />
—¿Y qué me hago con la voz?<br />
<br />
—¡Pues, como formas, la alta!<br />
<br />
—¡Psh! dice Ben Zayb, ninguna vale un comino, ninguna es artista.<br />
<br />
Ben Zayb es el crítico de «El Grito de la Integridad» y su aire desdeñoso le da mucha importancia á los ojos de los que se contentan con tan poco.<br />
<br />
—¡Ni la Serpolette tiene voz, ni la Germaine tiene gracia, ni eso es música ni es arte ni es nada! termina con marcado desden.<br />
<br />
Para echárselas de gran crítico no hay como mostrarse descontento de todo. La empresa no había mandado más que dos asientos á la Redaccion.<br />
<br />
En los palcos se preguntaba quién sería el dueño del palco vacío. Aquel ganaba en chic á todos pues llegaría el último.<br />
<br />
Sin saberse de dónde vino la especie, díjose que era de Simoun. El rumor se confirmó. Nadie había visto al joyero en las butacas, ni en el vestuario, ni en ninguna parte.<br />
<br />
—¡Y sin embargo le he visto esta tarde con Mr. Jouy! dijo uno.<br />
<br />
—Y ha regalado un collar á una de las actrices...<br />
<br />
—¿A cual de ellas? preguntan algunas curiosas.<br />
<br />
—A la mejor de todas, ¡la que seguía con la vista su Excelencia!<br />
<br />
Miradas de inteligencia, guiños exclamaciones de duda, de afirmacion, frases entrecortadas. [175]<br />
<br />
—¡Se las está echando de Monte-Cristo! observó una que se preciaba de literata.<br />
<br />
—¡O de proveedor de la Real Casa! añadió su adorador, celoso ya de Simoun.<br />
<br />
En el palco de nuestros estudiantes se habían quedado Pecson, Sandoval é Isagani. Tadeo se había ido para distraer á don Custodio dándole conversacion y hablándole de sus proyectos favoritos mientras Makaraig se entrevistaba con la Pepay.<br />
<br />
—Nada, como le decía á usted, amigo Isagani, peroraba Sandoval haciendo grandes gestos y sacando una voz armoniosa para que las vecinas del palco, las hijas del rico que debía á Tadeo, le oyesen; nada, la lengua francesa no tiene la rica sonoridad ni la varia y elegante cadencia del idioma castellano. Yo no concibo, yo no me imagino, yo no puedo formarme una idea de los oradores franceses y dudo que los haya habido jamás y los pueda haber en el verdadero sentido de la palabra, en el estricto sentido del concepto oradores. Porque no confundamos la palabra orador con la palabra hablador ó charlatan. Habladores ó charlatanes los puede haber en todos los paises, en todas las regiones del mundo habitado, en medio de los fríos y secos ingleses así como entre los vivos é impresionables franceses...<br />
<br />
Y seguía una hermosísima revista de los pueblos con sus poéticos caracteres y epítetos más sonoros. Isagani asentía con la cabeza mientras pensaba en Paulita á quien había sorprendido mirándole, una mirada que hablaba y quería decir muchas cosas. Isagani quería decifrar lo que espresaban aquellos ojos; ¡estos sí que eran elocuentes y nada charlatanes!<br />
<br />
—Y usted que es poeta, esclavo de la rima y del metro, hijo de las Musas, continuaba Sandoval haciendo un elegantísimo gesto con la mano como si saludase en el horizonte á las nueve hermanas, ¿comprende usted, puede usted figurarse cómo con un idioma tan ingrato y poco cadencioso como es el francés se puedan formar poetas de la talla gigantesca de nuestros Garcilasos, nuestros Herreras, nuestros Esproncedas y Calderones?<br />
<br />
—Sin embargo, observa Pecson, Victor Hugo...<br />
<br />
—Victor Hugo, amigo Pecson, Victor Hugo si es poeta es porque lo debe á España... porque es cosa averiguada, es cosa [176]fuera de toda duda, cosa admitida aun por los mismos franceses que tanta envidia tienen de España, que si Victor Hugo tiene genio, si es poeta, es porque su niñez la ha pasado en Madrid, allí ha bebido las primeras impresiones, allí se ha formado su cerebro, allí se ha coloreado su imaginacion, su corazon se ha modelado y han nacido las más bellas concepciones de su mente. Y despues de todo ¿quién es Victor Hugo? ¿Es comparable acaso con nuestros modernos...?<br />
<br />
Pero la llegada de Makaraig con aire abatido y una sonrisa amarga en los labios cortó la peroracion del orador. Makaraig tenía en las manos un papel que entregó á Sandoval sin decir una palabra.<br />
<br />
Sandoval leyó:<br />
<br />
«Pichona: Tu carta ha llegado tarde; he presentado ya mi dictamen y ha sido aprobado. Sin embargo, como si hubiese adivinado tu pensamiento, he resuelto el asunto segun el deseo de tus protegidos.<br />
<br />
Me iré al teatro y te esperaré á la salida.<br />
<br />
Tu tierno palomillo,<br />
<br />
Custodining.»<br />
<br />
—¡Qué bueno es el hombre! exclamó Tadeo enternecido.<br />
<br />
—¿Y bien? dijo Sandoval, no veo nada malo, ¡todo lo contrario!<br />
<br />
—Sí, contestó Makaraig con su sonrisa amarga; ¡resuelto favorablemente! ¡Acabo de verme con el P. Irene!<br />
<br />
—¿Y qué dice el P. Irene? preguntó Pecson.<br />
<br />
—Lo mismo que don Custodio, ¡y el pillo todavía se atrevió á felicitarme! La comision que ha hecho suyo el dictamen del ponente, aprueba el pensamiento y felicita á los estudiantes por su patriotismo y deseo de aprender...<br />
<br />
—¿Entonces?<br />
<br />
—Solo que, considerando nuestras ocupaciones, y á fin, dice, de que no se malogre la idea, entiende que debe encargarse de la direccion y ejecucion del pensamiento una de las corporaciones religiosas, ¡en el caso de que los dominicos no quieran incorporar la academia á la Universidad! [177]<br />
<br />
Exclamaciones de desengaño saludaron estas palabras: Isagani se levantó, pero no dijo nada.<br />
<br />
—Y para que se vea que participamos en la direccion de la academia, continuó Makaraig, se nos comete la cobranza de las contribuciones y cuotas, con la obligacion de entregarlas despues al tesorero que designará la corporacion encargada, el cual tesorero nos librará recibos...<br />
<br />
—¡Cabezas de barangay entonces! observó Tadeo.<br />
<br />
—Sandoval, dijo Pecson, allí está el guante, ¡á recogerlo!<br />
<br />
—¡Puf! ese no es ningun guante, pero por el olor parece un calcetin.<br />
<br />
—Y lo más gracioso, continuó Makaraig, es que el P. Irene nos recomienda celebremos el hecho con un banquete ó una serenata con antorchas, ¡una manifestacion de los estudiantes en masa dando gracias á todas las personas que en el asunto han intervenido!<br />
<br />
—Sí, despues del palo, ¡que cantemos y demos gracias! ¡Super flumina Babylonis sedimus!<br />
<br />
—¡Sí, un banquete como el de los presos! dijo Tadeo.<br />
<br />
—Un banquete en que estemos todos de luto y pronunciemos discursos fúnebres, añadió Sandoval.<br />
<br />
—Una serenata con la Marsellesa y marchas fúnebres, propuso Isagani.<br />
<br />
—No, señores, dijo Pecson con su risa de calavera: para celebrar el hecho no hay como un banquete en una pansitería servido por chinos sin camisa, ¡pero sin camisa!<br />
<br />
La idea por lo sarcástica y grotesca fué aceptada; Sandoval fué el primero en aplaudirla; hacía tiempo quería ver el interior de esos establecimientos que de noche parecen tan alegres y animados.<br />
<br />
Y precisamente en el momento en que la orquesta tocaba para empezar el segundo acto, nuestros jóvenes se levantaron abandonando el teatro con escándalo de toda la sala. [178]<br />
<br />
[Índice]<br />
XXIII<br />
Un cadaver<br />
<br />
Simoun en efecto no había ido al teatro.<br />
<br />
Desde las siete de la noche había salido de casa, agitado y sombrío; sus criados le vieron entrar dos veces acompañado de diferentes individuos; á las ocho Makaraig le encontró rondando por la calle del Hospital, cerca del convento de Sta. Clara, á la sazon que doblaban las campanas de la iglesia; á las nueve Camaroncocido le vió otra vez en los alrededores del teatro hablando con uno que parecía estudiante, franquear la puerta y volver á salir y desaparecer en las sombras de los árboles.<br />
<br />
—¿Y á mi qué? volvió á decir Camaroncocido; ¿qué saco con prevenir al pueblo?<br />
<br />
Basilio, como decía Makaraig, tampoco había asistido á la funcion. El pobre estudiante, desde que volvió de San Diego para rescatar de la servidumbre á Julî, su prometida, había vuelto á sus libros, pasando el tiempo en el hospital, estudiando ó cuidando á Capitan Tiago, cuya enfermedad trataba de combatir.<br />
<br />
El enfermo se había vuelto de un caracter insoportable; en sus malos ratos, cuando se sentía abatido por falta de dosis de opio que Basilio procuraba moderar, le acusaba, le maltrataba, le injuriaba; Basilio sufría resignado con la conciencia de que hacía el bien á quien tanto debía, y solo en último estremo cedía; satisfecha la pasion, el monstruo del vicio, Capitan Tiago se ponía de buen humor, se enternecía, le llamaba su hijo, lloriqueaba recordando los servicios del joven, lo bien que administraba sus fincas y hablaba de hacerle su heredero; Basilio sonreía amargamente y pensaba que en esta vida la complacencia con el vicio se premia mejor que el cumplimiento del deber. No pocas veces se le ocurrió dar curso libre á la enfermedad y conducir á su bienhechor á la tumba [179]por un sendero de flores é imágenes risueñas, mejor que alargar su vida por un camino de privaciones.<br />
<br />
—¡Tonto de mí! se decía muchas veces; el vulgo es necio y pues lo paga...<br />
<br />
Pero sacudía la cabeza pensando en Julî, en el estenso porvenir que tenía delante: contaba con vivir sin manchar su conciencia. Seguía el tratamiento prescrito y vigilaba.<br />
<br />
Con todo, el enfermo iba cada día, con ligeras intermitencias, peor. Basilio que se había propuesto reducir paulatinamente la dosis ó al menos no dejarle abusar fumando más de lo acostumbrado, le encontraba, al volver del hospital ó de alguna visita, durmiendo el pesado sueño del opio, babeando y pálido como un cadáver. El joven no se podía explicar de dónde le podía venir la droga; los únicos que frecuentaban la casa eran Simoun y el P. Irene, aquel venía raras veces, y éste no cesaba de recomendarle fuese severo é inexorable en el régimen y no hiciese caso de los arrebatos del enfermo, pues lo principal era salvarle.<br />
<br />
—Cumpla usted con su deber, joven, le decía, cumpla usted con su deber.<br />
<br />
Y le hacía un sermoncito sobre este tema, con tanta conviccion y entusiasmo que Basilio llegaba á sentir simpatías por el predicador. El P. Irene prometía ademas procurarle un buen destino, una buena provincia, y hasta le hizo entrever la posibilidad de hacerle nombrar catedrático. Basilio, sin dejarse llevar de las ilusiones, hacía de creer y cumplía con lo que le decía la conciencia.<br />
<br />
En aquella noche, mientras representaban Les Cloches de Corneville, Basilio estudiaba delante de una vieja mesa, á la luz de una lámpara de aceite, cuya pantalla de cristal opaco sumía en media claridad su melancólico semblante. Una vieja calavera, algunos huesos humanos, y unos cuantos volúmenes cuidadosamente ordenados se veían cubriendo la mesa, donde había ademas una palangana de agua con una esponja. Un olor á opio que se escapaba del vecino aposento, hacía pesada la atmósfera y le daba sueño, pero el joven se resistía mojándose de tiempo en tiempo las sienes y los ojos, dispuesto á no dormir hasta concluir con el volumen. Era un tomo de la Medicina Legal y Toxicología del Dr. Mata, obra que le habían prestado y debía devolver al dueño cuanto antes. El catedrático no quería esplicar [180]menos que por aquel autor y Basilio no tenía dinero bastante para comprarse la obra, pues, con el pretesto de que estaba prohibida por la censura de Manila y había que sobornar á muchos empleados para introducirla, los libreros pedían elevados precios. Tan absorto estaba el joven en sus estudios que ni siquiera se había ocupado de unos folletos que le enviaron de fuera, sin saber de donde, folletos que se ocupaban de Filipinas, entre los cuales figuraban los que más llamaban la atencion en aquella época por la manera dura é insultante con que trataban á los hijos del país. Basilio no tenía tiempo suficiente para abrirlos, acaso le detuviera tambien el pensamiento de que no es nada agradable recibir un insulto ó una provocacion y no tener medios de defenderse ó contestar. La censura, en efecto, permitía los insultos á los filipinos pero les prohibía á estos la réplica.<br />
<br />
En medio del silencio que reinaba en la casa, turbado solo por alguno que otro debil ronquido que partía del vecino aposento, Basilio oyó pasos ligeros en las escaleras, pasos que cruzaron despues la caida dirigiéndose á donde él estaba. Levantó la cabeza, vió abrirse la puerta y con gran sorpresa suya, aparecer la figura sombría del joyero Simoun.<br />
<br />
Desde la escena de San Diego Simoun no había vuelto á ver ni al joven ni á Capitan Tiago.<br />
<br />
—¿Cómo está el enfermo? preguntó echando una rápida ojeada por el cuarto y fijándose en los folletos que mencionamos cuyas hojas aun no estaban cortadas.<br />
<br />
—Los latidos del corazon, imperceptibles... pulso muy debil... apetito, perdido por completo, repuso Basilio con sonrisa triste y en voz baja; suda profusamente á la madrugada...<br />
<br />
Y viendo que Simoun, por la direccion de la cara, se fijaba en los dichos folletos y temiendo volviese á reanudar el asunto de que hablaron en el bosque, continuó:<br />
<br />
—El organismo está saturado de veneno; de un día á otro puede morir como herido del rayo... la causa más pequeña, un nada, una excitacion le puede matar...<br />
<br />
—¡Como Filipinas! observó lúgubremente Simoun.<br />
<br />
Basilio no pudo reprimir un gesto y, decidido á no resuscitar el asunto, prosiguió como si nada hubiese oido:<br />
<br />
—Lo que más le debilita son las pesadillas, sus terrores... [181]<br />
<br />
—¡Como el gobierno! volvió á observar Simoun.<br />
<br />
—Hace unas noches se despertó sin luz y creyó que se había vuelto ciego; estuvo alborotando, lamentándose é insultándome, diciendo que le había sacado los ojos... Cuando entré con una luz me tomó por el P. Irene y me llamó su salvador...<br />
<br />
—¡Como el gobierno, exactamente!<br />
<br />
—Anoche, prosiguió Basilio haciéndose el sordo, se levantó pidiendo su gallo, su gallo muerto hace tres años, y tuve que presentarle una gallina, y entonces me colmó de bendiciones y me prometió muchos miles...<br />
<br />
En aquel momento en un reloj dieron tas diez y media.<br />
<br />
Simoun se estremeció é interrumpió con un gesto al joven.<br />
<br />
—Basilio, dijo en voz baja, escúcheme usted atentamente, que los momentos son preciosos. Veo que usted no ha abierto los libros que le he enviado; usted no se interesa por su pais...<br />
<br />
El joven quiso protestar.<br />
<br />
—¡Es inútil! continuó Simoun secamente. Dentro de una hora la revolucion va á estallar á una señal mía, y mañana no habrá estudios, no habrá Universidad, no habrá más que combates y matanzas. Yo lo tengo todo dispuesto y mi éxito está asegurado. Cuando nosotros triunfemos, todos aquellos que pudiendo servirnos no lo han hecho, serán tratados como enemigos. Basilio, ¡vengo á proponerle su muerte ó su porvenir!<br />
<br />
—¡Mi muerte ó mi porvenir! repitió como si no comprendiese nada.<br />
<br />
—Con el gobierno ó con nosotros, repuso Simoun; con sus opresores ó con su pais. ¡Decídase usted que el tiempo urge! ¡Vengo á salvarle en vista de los recuerdos que nos ligan!<br />
<br />
—¡Con los opresores ó con mi país! repetía en voz baja.<br />
<br />
El joven estaba atontado; miraba al joyero con ojos donde se pintaba el terror, sintió que sus estremidades se enfriaban y mil confusas ideas cruzaban por su mente; veía las calles ensangrentadas, oía el tiroteo, se encontraba entre muertos y heridos y ¡singular fuerza de la aficion! se veía á sí mismo con su blusa de operador cortando piernas y estrayendo balas.<br />
<br />
—Tengo en mis manos la voluntad del gobierno, continuó Simoun; he empeñado y gastado sus pocas fuerzas y recursos en tontas espediciones, deslumbrándole con las ganancias que podía sisar; sus cabezas están ahora en el teatro tranquilas y [182]distraidas pensando en una noche de placeres, pero ninguna volverá á reposar sobre la almohada... Tengo regimientos y hombres á mi disposicion, á unos les he hecho creer que la revolucion la ordena el General, á otros que la hacen los frailes; á algunos les he comprado con promesas, con empleos, con dinero; muchos, muchísimos obran por venganza, porque están oprimidos y porque se ven en el caso de morir ó matar... ¡Cabesang Tales está abajo y me ha acompañado hasta aquí! Vuelvo á repetirle, ¿viene usted con nosotros ó prefiere esponerse á los resentimientos de los míos? En los momentos graves, declararse neutro es esponerse á las iras de ambos partidos enemigos.<br />
<br />
Basilio se pasó varias veces la mano por la cara como si quisiese dispertarse de una pesadilla; sintió que su frente estaba fría.<br />
<br />
—¡Decídase usted! repitió Simoun.<br />
<br />
—¿Y qué... tendría yo que hacer? preguntó con voz ahogada, quebrada, debil.<br />
<br />
—Una cosa muy sencilla, repuso Simoun cuyo semblante se iluminó con un rayo de esperanza: como tengo que dirigir el movimiento, no puedo distraerme en ninguna accion. Necesito que, mientras toda la atencion de la ciudad está en diferentes puntos, usted á la cabeza de un peloton fuerze las puertas del convento de Santa Clara y saque de allí á una persona que usted, fuera de mí y de Capitan Tiago, solo puede reconocer... Usted no corre peligro alguno.<br />
<br />
—¡María Clara! exclamó el joven.<br />
<br />
—¡Sí, María Clara! repitió Simoun y por primera vez su acento tomaba notas tristes y humanas; la quiero salvar, por salvarla he querido vivir, he vuelto... ¡hago la revolucion porque solo una revolucion podrá abrirme las puertas de los conventos!<br />
<br />
—¡Ay! dijo Basilio, juntando las manos; llega usted tarde, ¡demasiado tarde!<br />
<br />
—Y ¿por qué? preguntó Simoun frunciendo las cejas.<br />
<br />
—¡María Clara se ha muerto!<br />
<br />
Simoun se levantó de un salto y se abalanzó al joven.<br />
<br />
—¿Se ha muerto? preguntó con acento terrible.<br />
<br />
—Esta tarde, á las seis; ahora debe estar...<br />
<br />
—¡No es verdad! rugió Simoun pálido y desencajado, ¡no es [183]verdad! María Clara vive, ¡María Clara tiene que vivir! Es un pretesto cobarde... no se ha muerto, ¡y esta noche la he de libertar ó mañana muere usted!<br />
<br />
Basilio se encogió de hombros.<br />
<br />
—Hacía días que se puso mala y yo iba al convento para tener noticias. Mire usted, aquí esta la carta del P Salví que trajo el P. Irene. Capitan Tiago estuvo llorando toda la noche, besando y pidiendo perdon al retrato de su hija hasta que concluyó por fumarse una enorme cantidad de opio... Esta tarde han tocado sus agonías.<br />
<br />
—¡Ah! esclamó Simoun, y cogiéndose la cabeza con ambas manos se quedó inmovil.<br />
<br />
Se acordaba de haber oido en efecto el toque de agonías mientras rondaba en los alrededores del convento.<br />
<br />
—¡Muerta! murmuró en voz tan baja como si hablase una sombra, ¡muerta! muerta sin haberla visto, muerta sin saber que vivía por ella, muerta sufriendo...<br />
<br />
Y sintiendo que una tempestad horrible, una tempestad de torbellinos y truenos sin gota de lluvia, sollozos sin lágrimas, gritos sin palabras, rugía en su pecho é iba á desbordarse como lava candente largo tiempo comprimida, salió precipitadamente del cuarto. Basilio le oyó bajar las escaleras con paso desigual, atropellado; oyó un grito ahogado, grito que parecía anunciar la llegada de la muerte, profundo, supremo, lúgubre, tanto que el joven se levantó de su silla, pálido y tembloroso, pero oyó los pasos que se perdían y la puerta de la calle que se cerraba con estrépito.<br />
<br />
—¡Pobre señor! murmuró, y sus ojos se llenaron de lágrimas.<br />
<br />
Y sin acordarse de estudiar, con la mirada vaga en el espacio estuvo pensando en la suerte de aquellos dos séres, el uno joven, rico, ilustrado, libre, dueño de sus destinos, con un brillante porvenir en lontananza, y ella, hermosa como un ensueño, pura, llena de fé y de inocencia, mecida entre amores y sonrisas, destinada á una existencia feliz, á ser adorada en familia y respetada en el mundo, y sin embargo, de aquellos dos séres llenos de amor, de ilusiones y esperanzas, por un destino fatal él vagaba por el mundo arrastrado sin cesar por un torbellino de sangre y lágrimas, sembrando el mal en vez de hacer el bien, abatiendo la virtud, y fomentando el vicio, mientras ella se moría en las sombras misteriosas del claustro, donde buscára [184]paz y acaso encontrára sufrimientos, ¡donde entraba pura y sin mancha y espiraba como una ajada flor!...<br />
<br />
¡Duerme en paz, hija infeliz de mi desventurada patria! ¡Sepulta en la tumba los encantos de tu juventud, marchita en su vigor! ¡Cuando un pueblo no puede brindar á sus vírgenes un hogar tranquilo, al amparo de la libertad sagrada; cuando el hombre solo puede legar sonrojos á la viuda, lágrimas á la madre y esclavitud á los hijos, haceis bien vosotras en condenaros á perpétua castidad, ahogando en vuestro seno el gérmen de la futura generacion maldita! ¡Ah, bien hayas tú que no te has de estremecer en tu tumba oyendo el grito de los que agonizan en sombras, de los que se sienten con alas y están encadenados, de los que se ahogan por falta de libertad! Vé, vé con los sueños del poeta á la region del infinito, sombra de mujer vislumbrada en un rayo de luna, murmurada por las flexibles ramas de los cañaverales... ¡Feliz la que muere llorada, la que deja en el corazon del que la ama una pura vision, un santo recuerdo, no manchado por mezquinas pasiones que fermentan con los años! ¡Vé, nosotros te recordaremos! ¡En el aire puro de nuestra patria, bajo su cielo azul, sobre las ondas del lago que aprisionan montanas de zafiro y orillas de esmeralda; en sus cristalinos arroyos que sombrean las cañas, bordan las flores y animan las libélulas y mariposas con su vuelo incierto y caprichoso como si jugasen con el aire; en el silencio de nuestros bosques, en el canto de nuestros arroyos, en la lluvia de brillantes de nuestras cascadas, á la luz resplandeciente de nuestra luna, en los suspiros de la brisa de la noche, en todo en fin que evoque la imágen de lo amado, te hemos de ver eternamente como te hemos soñado, bella, hermosa, sonriente como la esperanza, pura como la luz, y sin embargo, triste y melancólica contemplando nuestras miserias! [185]<br />
<br />
[Índice]<br />
XXIV<br />
Sueños<br />
<br />
¡Amor, qué astro eres?<br />
<br />
Al día siguiente, un jueves, horas antes de ocultarse el sol, encaminábase Isagani por el hermoso paseo de María Cristina en direccion al Malecon, para acudir á la cita que aquella mañana Paulita le había dado. El joven no dudaba que iban á hablar de lo acontecido en la noche anterior, y como estaba decidido á pedirla esplicaciones y sabía lo orgullosa y altiva que era, preveía un rompimiento. Ante esta eventualidad trajo consigo las dos únicas cartitas de la Paulita, dos pedacitos de papel, donde apenas había algunas líneas escritas á prisa, con varios borrones y regular ortografía, cosas que no impedían las conservára el enamorado joven con más amor aun que si fuesen autógrafos de la misma Safo ó de la musa Polimnia.<br />
<br />
Esta decision de sacrificar el amor en aras de la dignidad, la conciencia de sufrir cumpliendo con el deber no impedían que una profunda melancolía se apoderase de Isagani y le hiciese pensar en los hermosos días y noches más hermosas todavía, en que se murmuraban dulces necedades al traves de las rejas floridas del entresuelo, necedades que para el joven tenían tal caracter de seriedad é importancia que le parecían las únicas dignas de merecer la atencion del más elevado entendimiento humano. Isagani pensaba en los paseos en las noches de luna, en la feria, en las madrugadas de Diciembre despues de la misa de gallo, en el agua bendita que la solía ofrecer y ella se lo agradecía con mirada llena de un poema de amor, estremeciéndose ambos al ponerse en contacto los dedos. Sonoros suspiros como pequeños cohetes salían de su pecho y se le ocurrían todos los versos, todas las frases de los poetas y escritores sobre la inconstancia de la mujer. Maldecía en su interior la creacion de los teatros, la opereta francesa, prometía vengarse de Pelaez á la primera oportunidad. Todo cuanto le rodeaba se le aparecía bajo los más tristes y negros colores; la bahía, desierta y solitaria, parecía más solitaria todavía por los pocos vapores que en ella fondeaban; el sol iba á morir detrás de Mariveles, [186]sin poesía y sin encantos, sin las nubes caprichosas y ricas en colores de las tardes bienaventuradas; el monumento de Anda, de mal gusto, mezquino y recargado, sin estilo, sin grandeza: parecía un sorbete ó á lo más un pastel; los señores que se paseaban por el Malecon, apesar de tener un aire satisfecho y contento, le parecían huraños, altivos y vanos; traviesos y mal educados, los chicos que jugaban en la playa haciendo saltar sobre las ondas las piedras planas de la ribera, ó buscando en la arena moluscos y crustáceos que cogen por coger y los matan sin sacar de ellos provecho, en fin hasta las eternas obras del puerto á que había dedicado más de tres odas, le parecían absurdas, ridículas, juego de chiquillos.<br />
<br />
—El puerto, ¡ah! el puerto de Manila, ¡bastardo que, desde que se concibe, hace llorar á todos de humillacion y vergüenza! ¡si al menos despues de tantas lágrimas no saliese el feto hecho un inmundo aborto!<br />
<br />
Saludó distraidamente á dos jesuitas, sus antiguos profesores; apenas se fijó en un tandem que conducía un americano y excitaba las envidias de algunos elegantes que guiaban sus calesas; cerca del monumento de Anda oyó que Ben Zayb hablaba con otro de Simoun, que en la noche anterior se había puesto súbitamente enfermo; Simoun se negaba á recibir á nadie, á los mismos ayudantes del General.<br />
<br />
—¡Ya! exclamó Isagani con risa amarga; para ése las atenciones porque es rico... vuelven los soldados de las espediciones, enfermos y heridos, ¡y á ellos nadie los visita!<br />
<br />
Y pensando en estas expediciones, en la suerte de los pobres soldados y en la resistencia que oponían los insulares al yugo estrangero, pensó que, muerte por muerte, si la de los soldados era sublime porque cumplían con su deber, la muerte de los insulares era gloriosa porque defendían su hogar.<br />
<br />
—¡Estraño destino, el de algunos pueblos! dijo. Porque un viajero arriba á sus playas, pierden su libertad y pasan á ser súbditos y esclavos, no solo del viajero, no solo de los herederos de éste, sino aun de todos sus compatriotas, ¡y no por una generacion sino para siempre! ¡Estraña concepcion de la justicia! ¡Tal situacion da amplio derecho para esterminar á todo forastero como al más feroz mónstruo que puede arrojar el mar!<br />
<br />
Y pensaba que aquellos insulares, contra los cuales su patria estaba en guerra, despues de todo no tenían más crímen que el [187]de su debilidad. Los viajeros abordaron tambien á las playas de otros pueblos, pero por hallarlos fuertes, no trataron de su singular pretension. Débiles y todo le parecía hermoso el espectáculo que daban, y los nombres de los enemigos, que los periódicos no se descuidaban de llamar cobardes y traidores, le parecían gloriosos, sucumbían con gloria al pié de las ruinas de sus imperfectas fortificaciones, con más gloria aun que los antiguos héroes troyanos; aquellos insulares no habían robado ninguna Helena filipina. Y con su entusiasmo de poeta, pensaba en los jóvenes de aquellas islas que podían cubrirse de gloria á los ojos de sus mujeres, y como enamorado en desesperacion les envidiaba porque podían hallar un brillante suicidio. Y exclamaba:<br />
<br />
—¡Ah! quisiera morir, reducirme á la nada, dejar á mi patria un nombre glorioso, ¡morir por su causa, defendiéndola de la invasion estrangera y que el sol despues alumbre mi cadáver como centinela inmóvil en las rocas del mar!<br />
<br />
Y el conflicto con los alemanes se le venía á la memoria, y casi sentía que se hubiese allanado; él hubiera muerto con gusto por el pabellon español-filipino antes de someterse al estrangero:<br />
<br />
—Porque despues de todo, pensaba, con España nos unen sólidos lazos, el pasado, la historia, la religion, el idioma...<br />
<br />
¡El idioma, sí, el idioma! Una sonrisa sarcástica se dibujó en sus labios; aquella noche tenían ellos el banquete en la pansitería para celebrar la muerte de la Academia de Castellano.<br />
<br />
—¡Ay! suspiró; como los liberales en España sean cual los tenemos aquí, ¡dentro de poco la Madre Patria podrá contar el número de sus fieles!<br />
<br />
La noche descendía poco á poco y con ella aumentábase la melancolía en el corazon del joven, que perdía casi la esperanza de ver á Paulita. Los paseantes abandonaban poco á poco el Malecon para irse á la Luneta, cuya música dejaba oir pedazos de melodías traidas hasta allí por la fresca brisa de la tarde; los marineros de un barco de guerra, anclado en el río, ejecutaban las maniobras de antes de la noche, trepando por las cuerdas ligeros como arañas; las embarcaciones encendían poco á poco sus fanales dando señales de vida y la playa<br />
<br />
Do el viento riza las calladas olas<br />
Que con blando murmullo en la ribera<br />
Se deslizan veloces por sí solas...<br />
[188]<br />
<br />
que dice Alaejos, exhalaba á lo lejos ténues vapores que la luz de la luna, ahora en todo su lleno, convertía poco á poco en gasa trasparente y misteriosa...<br />
<br />
Un ruido lejano se percibe, ruido que se acerca más y más; Isagani vuelve la cabeza y su corazon comienza á latir violentamente; un coche viene tirado por caballos blancos, los caballos blancos que distinguiría entre cien mil. En el coche vienen Paulita, doña Victorina y la amiga de la noche anterior.<br />
<br />
Antes que pudiese dar un paso el joven, Paulita ha saltado ya en tierra con su agilidad de sílfide y sonríe á Isagani con sonrisa llena de conciliacion; Isagani sonríe á su vez y le parece que todas las nubes, todas las negras ideas que antes le asediaban, se disipaban como humo; luces tenía el cielo, cantos el aire, y flores cubrían las yerbas del camino. Desgraciadamente, doña Victorina estaba allí, doña Victorina que cogía para sí al joven para pedirle noticias de don Tiburcio. Isagani se había encargado de descubrir su escondite valiéndose de los estudiantes que conocía.<br />
<br />
—Ninguno me ha sabido dar razon hasta ahora, respondía y decía la verdad, porque don Tiburcio estaba escondido precisamente en casa del mismo tío del joven, el P. Florentino.<br />
<br />
—Hágale usted saber, decía doña Victorina furiosa, que me valdré de la Guardia Civil; vivo ó muerto quiero saber donde está... ¡Porque tener que esperar diez años para poderse una casar!<br />
<br />
Isagani la miró espantado; doña Victorina pensaba en casarse. ¿Quién sería el infeliz?<br />
<br />
—¿Qué le parece á usted Juanito Pelaez? preguntó ella de repente.<br />
<br />
—¿Juanito?...<br />
<br />
Isagani no sabía que contestar; dábanle ganas de decir todo lo malo que sabía de Pelaez, pero la delicadeza triunfó en su corazon y habló bien de su rival por lo mismo que lo era. Doña Victorina, toda contenta y entusiasmada, se deshizo entonces en ponderar los méritos de Pelaez, é iba ya á hacer de Isagani confidente de sus nuevos amores, cuando la amiga de Paulita vino corriendo á decir que el abanico de esta se había caido entre las piedras que había en la playa, junto al Malecon. Estratagema ó casualidad, es el caso que este percance dió motivo á que la amiga se quedase con la vieja é Isagani se entendiese [189]con Paulita. Por lo demás, doña Victorina se alegraba, y por quedarse con Juanito, favorecía ella los amores de Isagani.<br />
<br />
Paulita tenía su táctica; al darle las gracias se hizo la ofendida, la resentida, y delicadamente dió á entender que se estrañaba de encontrarle allí cuando todo el mundo estaba en la Luneta, hasta las actrices francesas...<br />
<br />
—Me había dado usted cita, ¿cómo podía yo menos...?<br />
<br />
—Sin embargo, anoche ni siquiera se apercibió usted de que estaba en el teatro; todo el tiempo le estuve observando y no apartaba usted sus ojos de aquellas cochers...<br />
<br />
Se cambiaron los papeles; Isagani que venía para pedir explicaciones, las tuvo que dar y se consideró muy feliz cuando Paulita le dijo que le perdonaba. En cuanto á la presencia de ésta en el teatro, todavía era de agradecérsela; ella, forzada por la tía, solo se había decidido con la esperanza de verle durante la funcion. ¡Bien se burlaba ella de Juanito Pelaez!<br />
<br />
—¡Mi tía es quien está enamorada! dijo riendo alegremente.<br />
<br />
Riéronse ambos, el casamiento de Pelaez con doña Victorina les puso locos de contento y lo vieron ya como realizado; pero Isagani se acordó de que don Tiburcio vivía y confió á su amada el secreto, despues de hacerla prometer que no lo diría á nadie. Paulita prometió pero con la reserva mental de contárselo á su amiga.<br />
<br />
Esto llevó la conversacion al pueblo de Isagani, rodeado de bosques y situado á orillas del mar que ruge al pié de las elevadas rocas.<br />
<br />
La mirada de Isagani se iluminaba al hablar de aquel oscuro rincon; el fuego del orgullo encendía sus mejillas, vibraba su voz, su imaginacion de poeta se caldeaba, las palabras le venían ardientes, llenas de entusiasmo como si hablase al amor de su amor y no pudo menos de exclamar:<br />
<br />
—¡Oh! en la soledad de mis montañas me siento libre, libre como el aire, ¡como la luz que se lanza sin frenos por el espacio! Mil ciudades, mil palacios diera yo por el rincon de Filipinas, ¡donde lejos de los hombres me siento con verdadera libertad! Allí, con la naturaleza cara á cara, delante del misterio y del infinito, el bosque y el mar, pienso, ¡hablo y obro como un hombre que no reconoce tiranos!<br />
<br />
Paulita, ante tanto entusiasmo por el pueblo natal, entusiasmo que no comprendía, ella que estaba acostumbrada á oir [190]hablar mal de su país y hacer de vez en cuando coro, manifestó ciertos celos haciéndose como siempre la resentida.<br />
<br />
Pero Isagani la tranquilizó muy pronto.<br />
<br />
—Sí, dijo, ¡yo le amaba sobre todas las cosas antes de conocerte! Gustábame vagar en la espesura, dormir á la sombra de los árboles, sentarme sobre la cima de una roca para abarcar con la mirada el Pacífico que revuelve delante de mí sus azules olas, trayéndome el eco de los cantos aprendidos en las playas de la América libre... Antes de conocerte, aquel mar era para mí mi mundo, mi encanto, mi amor, mis ilusiones. Cuando duerme en calma y el sol brilla en la altura, me deleitaba mirando al abismo, á cincuenta metros á mis piés, buscando monstruos en los bosques de madréporas y corales que se columbran al través del límpido azul, las enormes serpientes que, al decir de los campesinos, dejan los bosques para vivir en el mar y adquirir formas espantosas... Por las tardes que es cuando, dicen, aparecen las sirenas, las espiaba yo entre una y otra ola, con tanto afan que una vez creí distinguirlas en medio de la espuma, ocupadas en sus divinos juegos; oí distintamente sus cantos, cantos de libertad, y percibí los sonidos de sus argentinas arpas. Antes pasaba horas y horas mirando trasformarse las nubes, contemplando un arbol solitario en el llano, una roca, sin poder darme razon del por qué, sin poder definir el vago sentimiento que en mí despertaban. Mi tío me solía predicar largos sermones y temiendo me volviese hipocondríaco hablaba de llevarme á casa de un médico. Pero te ví, te amé, y en estas vacaciones, parecíame que algo me faltaba allí, el bosque estaba oscuro, triste el río que corre en la espesura, monótono el mar, desierto el horizonte... ¡Ah! si fueses una sola vez, si tus plantas hollasen aquellos senderos, si agitases con la punta de tus dedos las aguas del arroyo, si mirases al mar, te sentases en la roca é hicieses vibrar el aire con tus melodiosos cantos, mi bosque se trasformaría en Eden, las ondas del arroyo cantarían, brotaría la luz de las oscuras hojas, ¡se convertirían en brillantes las gotas de rocío y en perlas las espumas del mar!<br />
<br />
Pero Paulita había oido decir que para ir al pueblo de Isagani era necesario pasar por montañas donde abundaban pequeñas sanguijuelas, y á este solo pensamiento, la cobarde se estremecía convulsivamente. Comodona y mimada, dijo que solo viajaría en coche ó en ferro carril. [191]<br />
<br />
Isagani, que había olvidado todos sus pesimismos y solo veía en todas partes rosas sin espinas, respondía:<br />
<br />
—Dentro de muy poco, todas las islas van á estar cruzadas de redes de hierro,<br />
<br />
Por donde rápidas<br />
Y voladoras<br />
Locomotoras<br />
Corriendo irán<br />
como dijo uno; entonces los rincones más hermosos del archipiélago estarán abiertos á todos...<br />
<br />
—Entonces, pero ¿cuándo? Cuando sea una vieja...<br />
<br />
—¡Bah! no sabes lo que podemos hacer dentro de algunos años, contestó Isagani; no sabes la energía y el entusiasmo que en el pais se despiertan despues de un letargo de siglos... España nos atiende; nuestros jóvenes en Madrid trabajan noche y día y dedican á la patria toda su inteligencia, todos sus instantes, todos sus esfuerzos; voces generosas se unen allá á las nuestras, políticos que comprenden que no hay mejor lazo que la comunidad de intereses y sentimientos; ¡se nos hace justicia y todo augura para todos un brillante porvenir!... Verdad es que acabamos de sufrir un pequeño desastre, nosotros los estudiantes, pero la victoria va triunfando en toda la línea... ¡está en todas las conciencias! La traidora derrota que sufrimos atestigua las últimas hoqueadas, ¡las últimas convulsiones del moribundo! Mañana seremos ciudadanos de Filipinas, cuyo destino será hermoso porque estará en amantes manos; ¡oh, sí! el porvenir es nuestro, lo veo de rosa, veo el movimiento agitar la vida en estas regiones largo tiempo muertas, aletargadas... Veo surgir pueblos á lo largo de los caminos de hierro, ¡y por donde quiera fábricas, edificios como aquel de Mandaloyon!... Oigo el vapor silbar, el traqueteo de los trenes, el estruendo de las máquinas... miro subir el humo, su potente respiracion, y aspiro el olor de aceite, el sudor de los monstruos ocupados en incesante faena... Ese puerto, de gestacion laboriosa, ese río donde parece agoniza el comercio, los veremos llenos de mástiles y nos darán una idea del invierno en los bosques de Europa... Este aire puro y estas piedras tan limpias se llenarán de carbon, de cajas y barriles, productos de la industria humana, pero, ¡no importa! iremos en rápido movimiento, en coches cómodos, á buscar en el interior otros aires, otros panoramas [192]en otras playas, más frescas temperaturas en las faldas de los montes... Los acorazados de nuestra marina guardarán las costas; el español y el filipino rivalizarán en celo para rechazar toda invasion extrangera, para defender vuestros hogares y dejaros á vosotras reir y gozar en paz, amadas y respetadas. Libres del sistema de explotacion, sin despechos ni desconfianzas; el pueblo trabajará porque entonces el trabajo dejará de ser infamante, dejará de ser servil, como imposicion al esclavo; entonces el español no agriará su caracter con ridículas pretensiones despóticas y, franca la mirada, robusto el corazon, nos daremos la mano, y el comercio, la industria, la agricultura, las ciencias se desenvolverán al amparo de la libertad y de leyes sabias y equitativas como en la próspera Inglaterra...<br />
<br />
Paulita sonreía con aire de duda y sacudía la cabeza.<br />
<br />
—¡Sueños, sueños! suspiró; he oido decir que teneis muchos enemigos... Tía Torina dice que este pais será siempre esclavo.<br />
<br />
—Porque tu tía es una tonta, porque no puede vivir sin esclavos, y cuando no los tiene, los sueña en el porvenir, y si no son posibles, los forja en su imaginacion. Cierto que tenemos enemigos, que habrá lucha, pero venceremos. El viejo sistema podrá convertir las ruinas de su castillo en informes barricadas, nosotros se las tomaremos al canto de libertad, á la luz de vuestros ojos, ¡al aplauso de vuestras adoradas manos! Por lo demás, no te inquietes; la lucha será pacifica; basta que vosotras nos lanceis al estudio, desperteis en nosotros nobles, elevados pensamientos y nos alenteis á la constancia, ¡al heroismo con el premio de vuestra ternura!<br />
<br />
Paulita conservaba su risa enigmática y parecía pensativa; miraba hácia el río dándose en las mejillas ligeros golpecitos con el abanico.<br />
<br />
—¿Y si nada conseguís? preguntó distraida.<br />
<br />
La pregunta le hizo daño á Isagani; fijó los ojos en los de su amada, cogióle suavemente una mano y repuso:<br />
<br />
—Escucha: si nada conseguimos...<br />
<br />
Y se detuvo vacilando.<br />
<br />
—Escucha, Paulita, continuó; sabes cuanto te amo y cuanto te adoro, sabes que me siento otro cuando me envuelve tu mirada, cuando sorprendo en ella una centella de amor... sin embargo, si nada conseguimos, soñaría en otra mirada tuya y [193]moriría dichoso porque un rayo de orgullo pudiese brillar en tus ojos y dijeses un día al mundo señalando mi cadáver: ¡mi amor ha muerto luchando por los derechos de mi patria!<br />
<br />
—¡A casa, niña, que vas á coger un resfriado! chilló en aquel momento doña Victorina.<br />
<br />
La voz les trajo á la realidad. Era la hora de volver, y por amabilidad invitaron á Isagani á subir en el coche, invitacion que el joven no se hizo repetir. Como el coche era de Paulita, naturalmente ocuparon el testero doña Victorina y la amiga, y en el banquito los dos enamorados.<br />
<br />
¡Ir en el mismo coche, tenerla al lado, aspirar su perfume, rozar la seda de su traje, verla pensativa, con los brazos cruzados, bañada por la luna de Filipinas que presta á las cosas más vulgares idealidad y encantos, era un sueño que Isagani no se esperaba! ¡Qué miserables eran los que se retiraban á pié, solos, y tenían que apartarse para dejar paso al rápido coche! De todo aquel trayecto, á lo largo de la playa, por el paseo de la Sabana, el puente de España, Isagani no ha visto más que un suave perfil peinado graciosamente, terminado por un flexible cuello que se perdía entre las gasas de la piña. Un brillante le guiñaba desde el lóbulo de la diminuta oreja, como una estrella entre plateadas nubes. Isagani ha oido ecos lejanos preguntándole por don Tiburcio de Espadaña, el nombre de Juanito Pelaez, pero le sonaban á campanadas que se oyen de lejos, voces confusas percibidas durante el sueño.<br />
<br />
Fué necesario advertirle que habían llegado á la plaza de Santa Cruz.<br />
<br />
[Índice]<br />
XXV<br />
Risas—Llantos<br />
<br />
La sala de la «Pansitería Macanista de buen gusto» ofrecía en aquella noche un aspecto estraordinario.<br />
<br />
Catorce jóvenes, de las principales islas del Archipiélago, desde el indio puro (si es que los hay puros) al español peninsular, se reunían para celebrar el banquete que el P. Irene aconsejaba, en vista de la resolucion dada al asunto de la enseñanza del castellano. Habían alquilado para sí todas las mesas, [194]mandando aumentar las luces y pegar en la pared, junto á los paisajes y kakémonos chinescos, este estraño versículo:<br />
<br />
¡Gloria á Custodio por sus listuras y pansit an la tierra á los chicos de buena voluntad!<br />
<br />
En un país donde todo lo grotesco se cubre con capa de seriedad, donde muchos se elevan á fuerza de humo y aire calentado; en un pais donde lo profundamente serio y sincero daña al salir del corazon y puede ocasionar disturbios, probablemente aquella era la mejor manera de celebrar la ocurrencia del insigne don Custodio. Los burlados contestaban á la sorna con una carcajada, al pastel gubernamental respondían con un plato de pansit, ¡y todavía!<br />
<br />
Se reía, se chanceaba, pero era visible que en la alegría había esfuerzo; las risas vibraban de cierto temblor nervioso, de los ojos saltaban rápidas chispas y en más de uno se vió una lágrima brillar. Y sin embargo, aquellos jóvenes eran crueles, ¡eran injustos! No era la primera vez que se resolvían así los más hermosos pensamientos, que se defraudaban las esperanzas con grandes palabras y pequeñas acciones: antes de don Custodio, hubo otros muchos, ¡muchísimos!<br />
<br />
En medio de la sala y bajo los faroles rojos, se veían cuatro mesas redondas, dispuestas simétricamente formando un cuadrado; servían de asiento banquillos de madera igualmente redondos. En el centro de cada mesa, segun el uso del establecimiento, se presentaban cuatro platitos de colores con cuatro pasteles cada uno, y cuatro tazas de té con sus correspondientes cubiertas, todas de porcelana roja; delante de cada banquillo se veían una botella y dos copas de luciente cristal.<br />
<br />
Sandoval, á fuer de curioso, miraba, escudriñaba todo, probaba las pastas, examinaba los cuadros, leía la lista de los precios. Los demás hablaban del tema del día, de las actrices de la opereta francesa y la enfermedad misteriosa de Simoun á quien, segun unos, habían encontrado herido en la calle, segun otros, había intentado suicidarse: como era natural se perdían en conjeturas. Tadeo daba su version particular, segun él, tomada de buena fuente. Simoun había sido atacado por un desconocido en la antigua plaza del Vivac; los motivos eran la venganza, y en prueba de ello el mismo Simoun se negaba á dar la más mínima explicacion. De allí pasaron á hablar de venganzas misteriosas, y naturalmente de hazañas frailunas [195]contando cada uno las proezas de los respectivos curas de sus pueblos.<br />
<br />
Una cuarteta, en grandes letras negras, coronaba el friso de la sala y decía:<br />
<br />
De esta fonda el cabecilla<br />
Al público advierte<br />
Que nada dejen absolutamente<br />
Sobre alguna mesa ó silla.<br />
—¡Vaya una advertencia! exclamó Sandoval; si habrá confianza en la cuadrilla, ¿eh? Y ¡qué versos! Don Tiburcio convertido en redondilla, ¡dos piés, uno más largo que otro entre dos muletas! Si los ve Isagani, ¡los regala á su futura tía!<br />
<br />
—¡Aquí está Isagani! contestó una voz desde las escaleras.<br />
<br />
Y el dichoso joven apareció radiante de alegría, seguido de dos descamisados chinos que llevaban en enormes bandejas fuentes que esparcían apetitoso olor. Alegres esclamaciones los saludaron.<br />
<br />
Faltaba Juanito Pelaez, mas habiendo pasado ya la hora, sentáronse á la mesa alegremente. Juanito siempre iba á ser informal.<br />
<br />
—Si en su lugar hubiésemos invitado á Basilio, dijo Tadeo, nos divertiríamos más. Le emborrachariamos para sacarle algunos secretos.<br />
<br />
—Qué, ¿el prudente Basilio posee secretos?<br />
<br />
—¡Vaya! contestó Tadeo, ¡y de los más importantes! Hay ciertos enigmas de los cuales él solo conoce la llave... el muchacho desaparecido, la monja...<br />
<br />
—Señores, ¡el pansit lang-lang es la sopa por excelencia! gritaba Makaraig; como usted verá, Sandoval, se compone de setas, langostinos ó camarones, pasta de huevos, sotanjun, trozos de gallina y qué sé yo más. Como primicias, ofrezcamos los huesos á don Custodio; á ver ¡que proyecte algo sobre ellos!<br />
<br />
Una alegre carcajada recibió esta arenga.<br />
<br />
—Si lo llega á saber...<br />
<br />
—¡Se viene corriendo! añadió Sandoval; la sopa es excelente, ¿cómo se llama?<br />
<br />
—Pansit lang-lang, esto es, pansit chino para diferenciarlo del otro que es propio del país. [196]<br />
<br />
—¡Bah! es nombre difícil de retener. ¡En honor á don Custodio le bautizo proyecto de sopa!<br />
<br />
El nombre nuevo quedó aceptado.<br />
<br />
—Señores, dijo Makaraig que era el que había dispuesto el menú; ¡aun tenemos tres platos! Lumpiâ de chino hecho de carne de cerdo...<br />
<br />
—¡Que se ofrece al P. Irene!<br />
<br />
—¡Sopla! El P. Irene no come cerdo si no se quita la nariz, observó en voz baja un joven de Iloilo á su vecino.<br />
<br />
—¡Se quitará la nariz!<br />
<br />
—¡Abajo la nariz del P. Irene! gritaron todos en coro.<br />
<br />
—¡Respeto, señores, más respeto! reclamó Pecson con cómica gravedad.<br />
<br />
—El tercer plato es una torta de cangrejos...<br />
<br />
—Que se dedica á los frailes, añadió el de Visayas.<br />
<br />
—Por lo cangrejos, terminó Sandoval.<br />
<br />
—¡Justo, y se llamará torta de frailes!<br />
<br />
Todos repitieron en coro: ¡torta de frailes!<br />
<br />
—¡Protesto en nombre de uno! dijo Isagani.<br />
<br />
—¡Y yo, en nombre de los cangrejos! añadió Tadeo.<br />
<br />
—¡Respeto, señores, más respeto! volvió á gritar Pecson con la boca llena.<br />
<br />
—El cuarto es el pansit guisado que se dedica... ¡al gobierno y al pais!<br />
<br />
Todos se volvieron hácia Makaraig.<br />
<br />
—Hasta hace poco, señores, continuó, el pansit se creía chino o japonés, pero es el caso que no conociéndose ni en la China ni en el Japon, parece ser filipino, y sin embargo los que lo guisan y benefician son los chinos: idem de idem de idem lo que les pasa al gobierno y á Filipinas: parecen chinos pero si lo son ó no lo son, doctores tiene la Santa Madre... Todos comen y gustan de él y sin embargo hacen melindres y ascos; lo mismo le pasa al pais, lo mismo al gobierno. Todos viven á su costa, todos participan de la fiesta y despues no hay país más malo que Filipinas, no hay gobierno más desorganizado. ¡Dediquemos pues el pansit al pais y al gobierno!<br />
<br />
—¡Dedicado! dijeron en coro.<br />
<br />
—¡Protesto! exclamó Isagani...<br />
<br />
—¡Respeto á los menores, respeto á las víctimas! gritó en voz hueca Pecson levantando en el aire un hueso de gallina. [197]<br />
<br />
—¡Dediquemos el pansit al chino Quiroga, uno de los cuatro poderes del mundo filipino! propuso Isagani.<br />
<br />
—¡No, á la Eminencia Negra!<br />
<br />
—¡Silencio! exclamó uno con misterio; en la plaza hay grupos que nos contemplan y las paredes oyen.<br />
<br />
En efecto, grupos de curiosos estacionaban delante de las ventanas, mientras que la algazara y la risa en los establecimientos contiguos habían cesado por completo, como si prestasen atencion á lo que pasaba en el banquete. El silencio tenía algo de estraordinario.<br />
<br />
—Tadeo, ¡pronuncia tu discurso! le dijo en voz baja Makaraig.<br />
<br />
Se había convenido que Sandoval, como el que más cualidades de orador tenía, resumiría los brindis.<br />
<br />
Tadeo, perezoso como siempre, nada había preparado y se veía en un apuro. Mientras aspiraba un largo sotanjun, pensaba en cómo salir del paso, hasta que recordó un discurso aprendido en la clase y se dispuso á plagiarlo y adulterarlo.<br />
<br />
—¡Queridos hermanos en proyecto! comenzó gesticulando con los dos palitos de comer que usan los chinos.<br />
<br />
—¡Animal! ¡suelta el sípit que me has despeinado! dijo un vecino.<br />
<br />
—«Llamado por vuestra eleccion á llenar el vacío que ha dejado en»...<br />
<br />
—¡Plagiario! le interrumpió Sandoval; ¡ese discurso es del presidente de nuestro Liceo!<br />
<br />
—«Llamado por vuestra eleccion,—continuó Tadeo imperturbable,—á llenar el vacío que ha dejado en mi... mente (y se señaló el abdómen) un varon ilustre por su doctrina cristiana y por sus ocurrencias y proyectos merecedor de tener un poquito más de memoria, ¿qué podrá deciros quien como yo tiene mucha hambre porque no ha almorzado?»<br />
<br />
—¡Toma un cuello, chicooó! díjole el vecino presentándole un cuello de gallina.<br />
<br />
—«Hay un plato, señores, tesoro de un pueblo que es hoy fábula y ludibrio de la tierra, en donde han ido á meter su hambrienta cucharada los más grandes tragones de las regiones occidentales del globo...»—señalando con sus palitos á Sandoval en lucha con una recalcitrante ala de gallina.<br />
<br />
—Y ¡orientales! replicó el aludido trazando un círculo con la cuchara para comprender á todos los comensales. [198]<br />
<br />
—¡No valen interrupciones!<br />
<br />
—¡Pido la palabra!<br />
<br />
—¡Pido patís! añadió Isagani.<br />
<br />
—¡Que venga el lumpiâ!<br />
<br />
Todos pidieron el lumpiâ y Tadeo se sentó muy contento de haber salido del paso.<br />
<br />
El plato consagrado al P. Irene no pareció famoso y Sandoval lo manifestó así cruelmente:<br />
<br />
—¡Brillante de grasa por fuera y puerco por dentro! ¡Que venga el tercer plato, la torta de frailes!<br />
<br />
La torta no estaba hecha todavía; se oía el chirrido de la manteca en la sarten. El intermedio lo aprovecharon para beber y pidieron que Pecson hablase.<br />
<br />
Pecson se persignó seriamente, se levantó conteniendo á duras penas su risa de bobo, é imitando á cierto predicador agustino famoso entonces, principió á murmurar como si recitase la tésis de un sermon.<br />
<br />
«Si tripa plena laudat Deum, tripa famelica laudabit fratres; si tripa llena alaba á Dios, tripa hambrienta alabará á los frailes. Palabras que dijo el señor Custodio por boca de Ben Zayb, periódico El Grito de la Integridad, artículo segundo, tontería ciento cincuenta y siete.»<br />
<br />
«¡Queridos hermanos en Jesucristo!<br />
<br />
«¡El mal sopla su impuro aliento sobre las verdes costas de la Frailandia, vulgo Archipiélago filipino! No brilla un día sin que resuene un ataque, sin que se escuche un sarcasmo contra las reverendas, venerandas y predicandas corporaciones, indefensas y faltas de todo apoyo. Permitidme, hermanos, que un momento me haga caballero andante para salir en defensa del desvalido, de las santas corporaciones que nos educaron, confirmando una vez más la idea complementaria del adagio, tripa llena alaba á Dios, cual es, tripa hambrienta alabará á los frailes.»<br />
<br />
—¡Bravo, bravo!<br />
<br />
—Oye, dijo Isagani seriamente; te advierto que tratándose de frailes, respeto á uno.<br />
<br />
Sandoval que ya estaba alegre se puso á cantar:<br />
<br />
¡Un fraile, dos frailes, tres frailes en el coooro<br />
Hacen el mismo efecto que un solo tooooro!<br />
[199]<br />
<br />
—Escuchad, hermanos; volved la vista hácia los hermosos días de vuestra infancia; tratad de examinar el presente y preguntaos el porvenir. ¿Qué teneis? ¡Frailes, frailes y frailes! Un fraile os bautiza, confirma, visita en la escuela con amoroso afan; un fraile escucha vuestros primeros secretos, es el primero en haceros comer á un Dios, en iniciaros en la senda de la vida; frailes son vuestros primeros y últimos maestros, fraile es el que abre el corazon de vuestras novias, disponiéndolas á vuestros suspiros, un fraile os casa, os hace viajar por diferentes islas proporcionándoos cambios de clima y distracciones; él os asiste en vuestra agonía y aunque subais al cadalso, allí está el fraile para acompañaros con sus rezos y lágrimas y podeis estar tranquilos que no os ha de abandonar, hasta veros bien muertos y ahorcados. Mas su caridad no termina allí; muertos ya procurará enterraros con toda pompa, luchará para que vuestro cadáver pase por la iglesia, reciba los sufragios y solo descansará satisfecho cuando os pueda entregar en manos del Criador purificados aquí en la tierra, gracias á temporales castigos, torturas y humillaciones. ¡Conocedores de la doctrina de Cristo que cierra el cielo á los ricos, ellos, nuevos redentores, verdaderos ministros del Salvador, inventan todas las astucias para aligeraros de vuestros pecados, vulgo cuapì, y los trasportan lejos, muy lejos, allá donde los condenados chinos y protestantes viven, y dejan esta atmósfera límpida, pura, saneada, de tal modo que aunque quisiéramos despues, no pudiésemos encontrar un real para nuestra condenacion!<br />
<br />
«Si pues su existencia es necesaria á nuestra felicidad, si do quiera que llevemos la nariz nos hemos de encontrar con la fina mano, hambrienta de besos, que aplana cada día más el maltrecho apéndice que en el rostro ostentamos ¿por qué no mimarlos y engordarlos y por qué pedir su antipolítica expulsion? ¡Considerad un momento el inmenso vacío que en nuestra sociedad dejaría su ausencia! ¡Obreros incansables, mejoran y multiplican las razas; desunidos como estamos merced á celos y susceptibilidades, los frailes nos unen en una suerte comun, en un apretado haz, tan apretado que muchos no pueden mover los codos! ¡Quitad al fraile, señores, y vereis cómo el edificio filipino tambaleará, falto de robustos hombros y velludas piernas, la vida filipina se volverá monótona sin la nota alegre del fraile jugueton y zandunguero, sin los libritos y sermones que [200]hacen desternillar de risa, sin el gracioso contraste de grandes pretensiones en insignificantes cráneos, sin la representacion viva, cuotidiana, de los cuentos de Boccacio y Lafontaine! Sin las correas y escapularios, ¿qué quereis que en adelante hagan nuestras mujeres sino economizar ese dinero y volverse acaso avaras y codiciosas? Sin las misas, novenarios y procesiones, ¿dónde encontrareis panguinguis para entretener sus ocios? tendrán que reducirse á las faenas de la casa y en vez de leer divertidos cuentos de milagros, ¡tendremos que procurarles las obras que no existen! Quitad al fraile, y se desvanecerá el heroismo, serán del dominio del vulgo las virtudes políticas; quitadle y el indio dejará de existir; el fraile es el Padre, el indio el Verbo; aquel el artista, éste la estatua, ¡porque todo lo que somos, lo que pensamos y lo que hacemos, al fraile se lo debemos, á su paciencia, á sus trabajos, á su constancia de tres siglos para modificar la forma que nos dió Naturaleza! Y Filipinas sin fraile y sin indio, ¿qué le pasará al pobre gobierno en manos con los chinos?»<br />
<br />
—¡Comerá torta de cangrejos! contestó Isagani á quien le aburría el discurso de Pecson.<br />
<br />
—¡Y es lo que debemos hacer! ¡Basta de discursos!<br />
<br />
Como no aparecía el chino que debía traer el plato, levantóse uno de los estudiantes y se fué al fondo, hácia el balcon que daba al río; mas se volvió inmediatamente haciendo señas misteriosas.<br />
<br />
—Nos espían; ¡he visto al favorito del P. Sibyla!<br />
<br />
—¿Sí? exclamó Isagani levantándose.<br />
<br />
—Es inútil; al verme se ha ido.<br />
<br />
Y acercándose á la ventana, miró hácia la plaza. Despues hizo señas á sus compañeros para que se acercasen. Vieron salir por la puerta de la pansitería un joven que miraba á todas partes y entraba con un desconocido en un coche que esperaba junto á la acera. Era el coche de Simoun.<br />
<br />
—¡Ah! exclamó Makaraig; ¡el esclavo del Vice Rector servido por el Amo del General! [201]<br />
<br />
[Índice]<br />
XXVI<br />
Pasquinadas<br />
<br />
Muy de mañana levantóse Basilio para ir al Hospital. Tenía su plan trazado, visitar á sus enfermos, ir despues á la Universidad para enterarse algo de su licenciatura, y verse despues con Makaraig para los gastos que esta le ocasionaría. Había empleado gran parte de sus economías en rescatar á Julî y procurarle una cabaña donde vivir con el abuelo, y no se atrevia á acudir á Capitan Tiago, temiendo no interpretase el paso como un adelanto de la herencia que siempre le prometía.<br />
<br />
Distraido con estas ideas, no se fijó en los grupos de estudiantes que tan de mañana volvían de la ciudad como si se hubiesen cerrado las aulas; menos aun pudo notar el aire preocupado que tenían algunos, las conversaciones en voz baja, la señas misteriosas que entre sí cambiaban. Así es que cuando, al llegar á San Juan de Dios, sus amigos le preguntaron acerca de una conspiracion, Basilio pegó un salto acordándose de la que tramaba Simoun, abortada por el misterioso accidente del joyero. Lleno de temor y con voz alterada preguntó tratando de hacerse del ignorante:<br />
<br />
—¡Ah! ¿la conspiracion?<br />
<br />
—¡Se ha descubierto! repuso otro, y parece que hay muchos complicados.<br />
<br />
Basilio procuró dominarse.<br />
<br />
—¿Muchos complicados? repitió tratando de leer algo en las miradas de los demás; y ¿quiénes...?<br />
<br />
—¡Estudiantes, la mar de estudiantes!<br />
<br />
Basilio no creyó prudente preguntar más temiendo venderse, y pretestando la visita de sus enfermos, se alejó del grupo. Un catedrático de clínica le salió al paso y poniéndole misteriosamente la mano sobre el hombro—el catedrático era su amigo—le preguntó en voz baja:<br />
<br />
—¿Estuvo usted en la cena de anoche?<br />
<br />
Basilio, en el estado de ánimo en que se encontraba, creyó oir [202]anteanoche. Anteanoche fué la conferencia con Simoun. Quiso explicarse.<br />
<br />
—Le diré á usted, balbuceó, como Capitan Tiago estaba malo y ademas tenía que concluir con el Mata...<br />
<br />
—Hizo usted bien en no ir, dijo el profesor; pero ¿usted forma parte de la asociacion de estudiantes?<br />
<br />
—Doy mi cuota...<br />
<br />
—Pues entonces, un consejo: retírese ahora mismo y destruya cuantos papeles tenga que le puedan comprometer.<br />
<br />
Basilio se encogió de hombros. Papeles no tenía ninguno, tenía apuntes clínicos, nada más.<br />
<br />
—¿Es que el señor Simoun...?<br />
<br />
—Simoun nada tiene que ver en el asunto, ¡gracias á Dios! añadió el médico; ha sido oportunamente herido por mano misteriosa y está en cama. No, aquí andan otras manos, pero no menos terribles.<br />
<br />
Basilio respiró. Simoun era el único que le podía comprometer. Sin embargo pensó en Cabesang Tales.<br />
<br />
—¿Hay tulisanes...?<br />
<br />
—Nada, hombre, nada más que estudiantes.<br />
<br />
Basilio recobró su serenidad.<br />
<br />
—¿Qué ha pasado, pues? se atrevió á preguntar.<br />
<br />
—Se han encontrado pasquines subversivos, ¿no lo sabía usted?<br />
<br />
—¿Dónde?<br />
<br />
—¡C—! en la Universidad.<br />
<br />
—¿Nada más que eso?<br />
<br />
—¡P—! ¿qué más quiere usted? preguntó el catedrático casi furioso; los pasquines se atribuyen á los estudiantes asociados, pero, ¡silencio!<br />
<br />
Venía el catedrático de Patología, un señor que tenía más cara de sacristan que de médico. Nombrado por la poderosísima voluntad del Vice Rector sin exigirle más méritos ni más títulos que la adhesion incondicional á la corporacion, pasaba por ser un espía y un soplon á los ojos de los otros catedráticos de la Facultad.<br />
<br />
El primer catedrático le devolvió el saludo friamente y guiñando á Basilio, le dijo en voz alta:<br />
<br />
—Ya sé que Cpn. Tiago huele á cadáver; los cuervos y los buitres le han visitado. [203]<br />
<br />
Y entró en la sala de los profesores.<br />
<br />
Algo más tranquilo, Basilio se aventuró á averiguar más promenores. Todo lo que pudo saber era que se encontraron pasquines en las puertas de la Universidad, pasquines que el Vice Rector mandó arrancar para enviarlos al Gobierno Civil. Decían que estaban llenos de amenazas, degüello, invasion y otras bravatas.<br />
<br />
Sobre este hecho hacían los estudiantes sus comentarios. Las noticias venían del conserje, éste las tenía de un criado de Sto. Tomás, quien á su vez las supo de un capista. Pronosticaban futuros suspensos, prisiones, etc. y se designaban los que iban á ser víctimas, naturalmente los de la Asociacion.<br />
<br />
Basilio recordó entonces las palabras de Simoun: El día en que puedan deshacerse de usted... Usted no terminará su carrera...<br />
<br />
—¿Si sabrá algo? se preguntó; veremos quien puede más.<br />
<br />
Y recobrando su sangre fría, para saber á qué atenerse y á la vez para gestionar su licenciatura, Basilio se encaminó á la Universidad. Tomó por la calle de Legazpi, siguió la del Beaterio y al llegar al ángulo que forma ésta con la calle de la Solana, observó que efectivamente algo importante debía haber ocurrido.<br />
<br />
En vez de los grupos alegres y bulliciosos de antes, en las aceras se veían parejas de la Guardia Veterana haciendo circular á los estudiantes, que salían de la Universidad silenciosos unos, taciturnos, irritados otros, estacionaban á cierta distancia ó se volvían á sus casas. El primero con quien se encontró fué Sandoval. En vano le llamó Basilio; parecía que se había vuelto sordo.<br />
<br />
—¡Efectos del temor en los jugos gastro-intestinales! pensó Basilio.<br />
<br />
Despues se encontró con Tadeo que tenía cara de Pascuas. Al fin la cuacha eterna parecía realizarse.<br />
<br />
—¿Qué hay, Tadeo?<br />
<br />
—¡Que no tendremos clase, lo menos por una semana, chico! ¡sublime! ¡magnífico!<br />
<br />
Y se frotaba las manos de contento.<br />
<br />
—Pero ¿qué ha pasado?<br />
<br />
—¡Nos van á meter presos á los de la Asociacion!<br />
<br />
—¿Y estás alegre?<br />
<br />
—¡No hay clase, no hay clase! y se alejó no cabiendo en sí de alegría. [204]<br />
<br />
Vió venir á Juanito Pelaez pálido y receloso; aquella vez su joroba alcanzaba el máximum, tanta prisa se daba en huir. Había sido de uno de los más activos promovedores de la asociacion mientras las cosas se presentaban bien.<br />
<br />
—¿Eh, Pelaez, qué ha pasado?<br />
<br />
—¡Nada, no sé nada! Yo nada tengo que ver, contestaba nerviosamente; yo les estuve diciendo: esas son quijoterías... ¿Verdad, tú, que lo he dicho?<br />
<br />
Basilio no sabía si lo había dicho ó no, pero por complacerle contestó:<br />
<br />
—¡Sí, hombre! pero ¿qué sucede?<br />
<br />
—¿Verdad que sí? Mira, tú eres testigo: yo siempre he sido opuesto... tú eres testigo, mira, ¡no te olvides!<br />
<br />
—Sí, hombre, sí, pero ¿qué pasa?<br />
<br />
—Oye, ¡tú eres testigo! Yo no me he metido jamás con los de la asociacion, ¡sino para aconsejarles!... ¡no vayas á negarlo despues! Ten cuidado, ¿sabes?<br />
<br />
—No, no lo negaré, pero ¿qué ha pasado, hombre de Dios?<br />
<br />
Juanito ya estaba lejos; había visto que se acercaba un guardia y temió que le prendiera.<br />
<br />
Basilio se dirigió entonces á la Universidad para ver si acaso la secretaría estaba abierta y para recoger noticias. La secretaría estaba cerrada, y en el edificio había extraordinario movimiento. Subían y bajaban las escaleras frailes, militares, particulares, antiguos abogados y médicos, acaso para ofrecer sus servicios á la causa que peligraba.<br />
<br />
Divisó de lejos á su amigo Isagani que, pálido y emocionado, radiante de belleza juvenil, arengaba á unos cuantos condiscípulos levantando la voz como si le importase poco el ser oido de todo el mundo.<br />
<br />
—¡Parece mentira, señores, parece mentira que un acontecimiento tan insignificante nos ponga en desbandada y huyamos como gorriones porque se agita el espantajo! ¿Es la primera vez acaso que los jóvenes entran en la cárcel por la causa de la libertad? ¿Dónde están los muertos, dónde los afusilados? ¿Por qué apostatar ahora?<br />
<br />
—Pero ¿quién será el tonto que ha escrito semejantes pasquines? preguntaba uno indignado.<br />
<br />
—¿Qué nos importa? contestaba Isagani; nosotros no tenemos por qué averiguarlo, ¡que lo averigüen ellos! Antes de [205]saber cómo están redactados, nosotros no tenemos necesidad de hacer alardes de adhesion en los momentos como éste. Allí donde hay peligro, ¡allí debemos acudir porque allí está el honor! Si lo que dicen los pasquines está en armonía con nuestra dignidad y nuestros sentimientos, quien quiera que los haya escrito, ha obrado bien, ¡debemos darle las gracias y apresurarnos á unir á la suya nuestras firmas! Si son indignos de nosotros, nuestra conducta y nuestra conciencia protestan por sí solas y nos defienden de toda acusacion...<br />
<br />
Basilio al oir semejante lenguaje, aunque quería mucho á Isagani, dió media vuelta y salió. Tenía que ir á casa de Makaraig para hablarle del préstamo.<br />
<br />
Cerca de la casa del rico estudiante, notó cuchicheos y señas misteriosas entre los vecinos. El joven, no sabiendo de que se trataba, continuó tranquilamente su camino y entró en el portal. Dos guardias de la Veterana se le adelantaron preguntándole qué quería. Basilio comprendió que había obrado de ligero, pero ya no podía retroceder.<br />
<br />
—Vengo á ver á mi amigo Makaraig, contestó tranquilamente.<br />
<br />
Los guardias se miraron.<br />
<br />
—Espérese usted aquí, díjole uno; espere usted á que baje el cabo.<br />
<br />
Basilio se mordió los labios, y las palabras de Simoun resonaron otra vez en sus oidos... ¿Habrán venido á prender á Makaraig? pensó, pero no se atrevió á preguntarlo.<br />
<br />
No esperó mucho tiempo; en aquel momento bajaba Makaraig hablando alegremente con el cabo, precedidos ambos de un alguacil.<br />
<br />
—¿Cómo? ¿usted tambien, Basilio? preguntó.<br />
<br />
—Venía á verle...<br />
<br />
—¡Noble conducta! dijo Makaraig riendo; en los tiempos de calma, usted nos evita...<br />
<br />
El cabo preguntó á Basilio por su nombre, y hojeó una lista.<br />
<br />
—¿Estudiante de Medicina, calle de Anloague? preguntó el cabo.<br />
<br />
Basilio se mordió los labios.<br />
<br />
—Usted nos ahorra un viaje, añadió el cabo, poniéndole la mano sobre el hombro; ¡dése usted preso! [206]<br />
<br />
—¿Cómo, yo tambien?<br />
<br />
Makaraig soltó una carcajada.<br />
<br />
—No se apure usted, amigo; vamos en coche, y así le contaré la cena de anoche.<br />
<br />
Y con un gesto muy gracioso, como si estuviese en su casa, invitó al ausiliante y al cabo á que subiesen en el coche que les esperaba en la puerta.<br />
<br />
—¡Al Gobierno Civil! dijo al cochero.<br />
<br />
Basilio que ya se había recobrado, contaba á Makaraig el objeto de su visita. El rico estudiante no le dejó terminar y le estrechó la mano.<br />
<br />
—Cuente usted conmigo, cuente usted conmigo y á la fiesta de nuestra investidura convidaremos á estos señores, dijo señalando al cabo y al alguacil.<br />
<br />
[Índice]<br />
XXVII<br />
El fraile y el filipino<br />
<br />
Vox populi, vox Dei.<br />
<br />
Hemos dejado á Isagani arengando á sus amigos. En medio de su entusiasmo, se le acercó un capista para decirle que el P. Fernandez, uno de los catedráticos de ampliacion, le quería hablar.<br />
<br />
Isagani se inmutó. El P. Fernandez era para él persona respetabilísima: era el uno que él esceptuaba siempre cuando de atacar á los frailes se trataba.<br />
<br />
—Y ¿qué quiere el P. Fernandez? preguntó.<br />
<br />
El capista se encogió de hombros; Isagani de mala gana le siguió.<br />
<br />
El P. Fernandez, aquel fraile que vimos en Los Baños, esperaba en su celda grave y triste, fruncidas las cejas como si estuviese meditando. Levantóse al ver entrar á Isagani, le saludó dándole la mano, y cerró la puerta; despues se puso á pasear de un estremo á otro de su aposento. Isagani de pié esperaba á que le hablase.<br />
<br />
—Señor Isagani, dijo al fin en voz algo emocionada; desde [207]la ventana le he oido á usted perorar porque, como tísico que soy, tengo buenos oidos, y he querido hablar con usted. A mí me han gustado siempre los jóvenes que se espresan claramente y tienen su manera propia de pensar y obrar, no me importa que sus ideas difieran de las mías. Ustedes, por lo que he oido, han tenido anoche una cena, no se escuse usted...<br />
<br />
—¡Es que yo no me escuso! interrumpió Isagani.<br />
<br />
—Mejor que mejor, eso prueba que usted acepta la consecuencia de sus actos. Por lo demás, haría usted mal en retractarse, yo no le censuro, no hago caso de lo que anoche se haya dicho allí, yo no le recrimino, porque despues de todo, usted es libre de decir de los dominicos lo que le parezca, usted no es discípulo nuestro; solo este año hemos tenido el gusto de tenerle y probablemente no le tendremos ya más. No vaya usted á creer que yo voy á invocar cuestiones de gratitud, no; no voy á perder mi tiempo en tontas vulgaridades. Le he hecho llamar á usted, porque he creido que es uno de los pocos estudiantes que obran por conviccion y como á mí me gustan los hombres convencidos, me dije, con el señor Isagani me voy á explicar.<br />
<br />
El P. Fernandez hizo una pausa y continuó sus paseos con la cabeza baja, mirando al suelo.<br />
<br />
—Usted puede sentarse si gusta, continuó; yo tengo la costumbre de hablar andando porque así se me vienen mejor las ideas.<br />
<br />
Isagani siguió de pié, con la cabeza alta, esperando que el catedrático abordase el asunto.<br />
<br />
—Hace más de ocho años que soy catedrático, continuó el P. Fernandez paseándose, y he conocido y tratado á más de dos mil y quinientos jóvenes; les he enseñado, los he procurado educar, les he inculcado principios de justicia, de dignidad y sin embargo, en estos tiempos en que tanto se murmura de nosotros, no he visto á ninguno que haya tenido la audacia de sostener sus acusaciones cuando se ha encontrado delante de un fraile... ni siquiera en voz alta delante de cierta multitud... ¡Jóvenes hay que detrás nos calumnian y delante nos besan la mano y con vil sonrisa mendigan nuestras miradas! ¡Puf! ¿Qué quiere usted que hagamos nosotros con semejantes criaturas?<br />
<br />
—La culpa no es toda de ellos, Padre, contestó Isagani; la [208]culpa está en los que les han enseñado á ser hipócritas, en los que tiranizan el pensamiento libre, la palabra libre. Aquí todo pensamiento independiente, toda palabra que no sea un eco de la voluntad del poderoso, se califica de filibusterismo y usted sabe muy bien lo que esto significa. ¡Loco el que por darse gusto de decir en voz alta lo que piensa, se aventure á sufrir persecuciones!<br />
<br />
—¿Qué persecuciones ha tenido usted que sufrir? preguntó el P. Fernandez levantando la cabeza; ¿no le he dejado á usted espresarse libremente en mi clase? Y sin embargo, usted es una escepcion que, á ser cierto lo que dice, yo debía corregir, para universalizar en lo posible la regla, ¡para evitar que cunda el mal ejemplo!<br />
<br />
Isagani se sonrió.<br />
<br />
—Le doy á usted las gracias y no discutiré si soy ó no una escepcion; aceptaré su calificativo para que usted acepte el mío: usted tambien es una escepcion; y como aquí no vamos á hablar de escepciones, ni abogar por nuestras personas, al menos pienso por mí, le suplico á mi catedrático dé otro giro al asunto.<br />
<br />
El P. Fernandez, apesar de sus principios liberales, levantó la cabeza y miró lleno de sorpresa á Isagani. Era aquel joven más independiente aun de lo que él se creía; aunque le llamaba catedrático, en el fondo le trataba de igual á igual, puesto que se permitía insinuaciones. Como buen diplomático, el P. Fernandez no solo aceptó el hecho, sino que él mismo lo planteó.<br />
<br />
—¡Enhorabuena! dijo; pero no vea usted en mí á su catedrático; yo soy un fraile y usted un estudiante filipino, ¡nada más, nada menos! y ahora le pregunto á usted ¿qué quieren de nosotros los estudiantes filipinos?<br />
<br />
La pregunta llegaba de sorpresa; Isagani no estaba preparado. Era una estocada que se desliza de repente mientras hacen el muro, como dicen en la esgrima. Isagani así sorprendido, respondió por una violenta parada como un aprendiz que se defiende:<br />
<br />
—¡Que ustedes cumplan con su deber! dijo.<br />
<br />
Fr. Fernandez se enderezó: la respuesta le sonó á cañonazo.<br />
<br />
—¡Que cumplamos con nuestro deber! repitió irguiéndose; pues ¿no cumplimos con nuestro deber? ¿qué deberes nos asignan ustedes? [209]<br />
<br />
—¡Los mismos que ustedes libérrimamente se han impuesto al entrar en su orden y los que despues, una vez en ella, se han querido imponer! Pero, como estudiante filipino, no me creo llamado á examinar su conducta en relacion con sus estatutos, con el catolicismo, con el gobierno, el pueblo filipino y la humanidad en general: cuestiones son esas que ustedes tienen que resolver con sus fundadores, con el Papa, el gobierno, el pueblo en masa ó con Dios; como estudiante filipino, me limitaré á sus deberes respecto á nosotros. Los frailes, en general, al ser los inspectores locales de la enseñanza en provincias, y los dominicos, en particular, al monopolizar en sus manos los estudios todos de la juventud filipina, han contraido el compromiso, ante los ocho millones de habitantes, ante España y ante la humanidad, de la que nosotros formamos parte, de mejorar cada vez la semilla joven, moral y físicamente, para guiarla á su felicidad, crear un pueblo honrado, próspero, inteligente, virtuoso, noble y leal. Y ahora pregunto yo á mi vez, ¿han cumplido los frailes con su compromiso?<br />
<br />
—Estamos cumpliendo...<br />
<br />
—¡Ah! P. Fernandez, interrumpió Isagani; usted con la mano sobre su corazon puede decir que está cumpliendo, pero con la mano sobre el corazon de la orden, sobre el corazon de todas las órdenes, ¡no lo puede decir sin engañarse! ¡Ah, P. Fernandez! cuando me encuentro ante una persona que estimo y respeto, prefiero ser el acusado á ser el acusador, prefiero defenderme á ofender. Pero, ya que hemos entrado en explicaciones, ¡vamos hasta el fin! ¿Cómo cumplen con su deber los que en los pueblos inspeccionan la enseñanza? ¡Impidiéndola! Y los que aquí han monopolizado los estudios, los que quieren modelar la mente de la juventud, con exclusion de otros cualesquiera, ¿cómo cumplen con su mision? Escatimando en lo posible los conocimientos, apagando todo ardor y entusiasmo, ¡rebajando toda dignidad, único resorte del alma, é inculcando en nosotros viejas ideas, rancias nociones, falsos principios incompatibles con la vida del progreso! ¡Ah! si, cuando se trata de alimentar á presos, de proveer á la manutencion de criminales, el gobierno propone una subasta para hallar al postor que ofrezca las mejores condiciones de alimentacion, al que menos les ha de dejar perecer de hambre, [210]cuando se trata de nutrir moralmente á todo un pueblo, nutrir á la juventud, á la parte más sana, á la que despues ha de ser el pais y el todo, el gobierno no solo no propone ninguna subasta, sino que vincula el poder en aquel cuerpo que precisamente hace alardes de no querer la instruccion, de no querer ningun adelanto. ¿Qué diríamos nosotros si el abastecedor de cárceles, despues de haberse apoderado por intrigas de la contrata, dejase luego languidecer á sus presos en la anemia, dándoles todo lo rancio y pasado, y se escusase despues diciendo que no conviene que los presos tengan buena salud, porque la buena salud trae alegres pensamientos, porque la alegría mejora al hombre, y el hombre no debe mejorar porque le conviene al abastecedor que haya muchos criminales? ¿Qué diríamos si despues el gobierno y el abastecedor se coaligasen porque de los diez ó doce cuartos que percibe por cada criminal el uno, recibe cinco el otro?<br />
<br />
El P. Fernandez se mordía los labios.<br />
<br />
—Esas son muy duras acusaciones, dijo, y usted traspasa los límites de nuestra convencion.<br />
<br />
—No, Padre; sigo tratando de la cuestion estudiantil. Los frailes, y no digo ustedes, porque á usted no le confundo en la masa general, los frailes de todas las órdenes se han convertido en nuestros abastecedores intelectuales y dicen y proclaman, sin pudor ninguno, ¡que no conviene que nos ilustremos porque vamos un día á declararnos libres! Esto es no querer que el preso se nutra para que no se mejore y salga de la carcel. La libertad es al hombre lo que la instruccion á la inteligencia, ¡y el no querer los frailes que la tengamos es el orígen de nuestros descontentos!<br />
<br />
—¡La instruccion no se da más que al que se la merece! contestó secamente el P. Fernandez; dársela á hombres sin caracter y sin moralidad es prostituirla.<br />
<br />
—Y ¿por qué hay hombres sin caracter y sin moralidad?<br />
<br />
El dominico se encogió de hombros.<br />
<br />
—Defectos que se maman con la leche, que se respiran en el seno de las familias... ¿que sé yo?<br />
<br />
—¡Ah no, P. Fernandez! exclamó impetuosamente el joven; usted no ha querido profundizar el tema, usted no ha querido mirar al abismo por temor de encontrarse allí con la sombra de sus hermanos. Lo que somos, ustedes lo han hecho. Al pueblo [211]que se tiraniza, se le obliga á ser hipócrita; á aquel á quien se le niega la verdad, se le da la mentira; el que se hace tirano, engendra esclavos. ¡No hay moralidad, dice usted, sea! aunque las estadísticas podrían desmentirle porque aquí no se cometen crímenes como los de muchos pueblos, cegados por sus humos de moralizadores. Pero, y sin querer ahora analizar qué es lo que constituye el caracter y por cuanto entra en la moralidad la educacion recibida, convengo con usted en que somos defectuosos. ¿Quién tiene la culpa de ello? ¿O ustedes que hace tres siglos y medio tienen en sus manos nuestra educacion ó nosotros que nos plegamos á todo? si despues de tres siglos y medio, el escultor no ha podido sacar más que una caricatura, bien torpe debe ser.<br />
<br />
—O bien mala la masa de que se sirve.<br />
<br />
—Más torpe entonces aun, porque, sabiendo que es mala, no renuncia á la masa y continúa perdiendo tiempo... y no solo es torpe, defrauda y roba, porque conociendo lo inútil de su obra, la continúa para percibir el salario... y no solo es torpe y ladron, es infame, ¡porque se opone á que todo otro escultor ensaye su habilidad y vea si puede producir algo que valga la pena! ¡Celos funestos de la incapacidad!<br />
<br />
La réplica era viva y el P. Fernandez se sintió cogido. Miró á Isagani y le pareció gigantesco, invencible, imponente, y por primera vez en su vida creyó ser vencido por un estudiante filipino. Se arrepintió de haber provocado la polémica, pero era tarde. En su aprieto y encontrándose delante de tan temible adversario, buscó un buen escudo y echó mano del gobierno.<br />
<br />
—Ustedes nos achacan á nosotros todas las faltas porque no ven más que nosotros que estamos cerca, dijo en acento menos arrogante; es natural, ¡no me estraña! el pueblo odia al soldado ó al alguacil que le prende y no al juez que dictó la prision. Ustedes y nosotros estamos todos danzando al compás de una música: si por la misma levantan el pié al mismo tiempo que nosotros, no nos culpen de ello; es la música quien dirige nuestros movimientos. ¿Creen ustedes que los frailes no tenemos conciencia y no queremos el bien? ¿Creen ustedes que no pensamos en vosotros, que no pensamos en nuestro deber, y que solo comemos para vivir y vivimos para reinar? ¡Ojalá así fuera! Pero, como vosotros, seguimos el compás; nos encontramos entre la espada y la pared: ó ustedes nos echan ó nos echa el [212]gobierno. El gobierno manda, y quien manda, manda, ¡y cartuchera al cañon!<br />
<br />
—De eso se puede inferir, observó Isagani con amarga sonrisa, ¿que el gobierno quiere nuestra desmoralizacion?<br />
<br />
—Oh, no, ¡yo no he querido decir eso! Lo que he querido decir es que hay creencias, hay teorías y leyes que, dictadas con la mejor intencion, producen las más deplorables consecuencias. Me explicaré mejor citándole un ejemplo. Para conjurar un pequeño mal, se dictan numerosas leyes que causan mayores males todavía: corruptissima in republica plurimæ leges, dijo Tácito. Para evitar un caso de fraude, se dictan un millon y medio de disposiciones preventivas é insultantes, que producen el efecto inmediato de despertar en el público las ganas de de eludir y burlar tales prevenciones: para hacer criminal á un pueblo no hay más que dudar de su virtud. Díctese una ley, no ya aquí, sino en España y verá usted como se estudia el medio de trampearla, y es que los legisladores han olvidado el hecho de que cuanto más se esconde un objeto más se le desea ver. ¿Por qué la picardía y la listura se consideran grandes cualidades en el pueblo español cuando no hay otro como él tan noble, tan altivo y tan hidalgo? ¡Porque nuestros legisladores, con la mejor intencion, han dudado de su nobleza, herido su altivez y desafiado su hidalguía! ¿Quiere usted abrir en España un camino en medio de rocas? Pues ponga allí un cartel imperioso prohibiendo el paso, y el pueblo, protestando contra la imposicion, dejará la carretera para trepar el peñasco. El día que en España un legislador prohiba la virtud é imponga el vicio, ¡al siguiente todos serán virtuosos!<br />
<br />
El dominico hizo una pausa, y despues continuó:<br />
<br />
—Pero, usted dirá que nos apartamos de la cuestion; vuelvo á ella... Lo que puedo decir para convencerle, es que los vicios de que ustedes adolecen, no se nos deben achacar ni á nosotros ni al gobierno; están en la imperfecta organizacion de nuestra sociedad, qui multum probat, nihil probat, que se pierde por exceso de precaucion, falta en lo necesario y sobra en lo superfluo.<br />
<br />
—Si usted confiesa esos defectos en su sociedad, repuso Isagani, ¿por qué entonces meterse á arreglar sociedades agenas en vez de ocuparse antes de sí misma?<br />
<br />
—Vamos alejándonos de nuestra cuestion, joven; la teoría de los hechos consumados debe aceptarse... [213]<br />
<br />
—¡Sea! la acepto porque es un hecho y sigo preguntando: ¿por qué, si su organizacion social es defectuosa, no la cambian ó al menos escuchan la voz de los que salen perjudicados?<br />
<br />
—Todavía estamos lejos: hablábamos de lo que quieren los estudiantes de los frailes...<br />
<br />
—Desde el instante en que los frailes se esconden detrás del gobierno, los estudiantes tienen que dirigirse á éste.<br />
<br />
La observacion era justa; por allí no había escapatoria.<br />
<br />
—Yo no soy el gobierno y no puedo responder de sus actos. ¿Qué quieren los estudiantes que hagamos por ellos dentro de los límites en que estamos encerrados?<br />
<br />
—No oponerse á la emancipacion de la enseñanza, sino favorecerla.<br />
<br />
El dominico sacudió la cabeza.<br />
<br />
—Sin decir mi propia opinion, eso es pedirnos el suicidio, dijo.<br />
<br />
—Al contrario, es pedirles paso para no atropellarlos y aplastarlos.<br />
<br />
—¡Hm! dijo el P. Fernandez parándose y quedándose pensativo. Empiezen ustedes por pedir algo que no cueste tanto, algo que cada uno de nosotros pueda conceder sin menoscabo de su dignidad y privilegios, porque si podemos entendernos y vivir en paz, ¿á qué los odios, á qué las desconfianzas?<br />
<br />
—Descendemos entonces á detalles...<br />
<br />
—Sí, porque si tocamos á los cimientos, echaremos abajo el edificio.<br />
<br />
—Vayamos pues á los detalles, dejemos la esfera de los principios, repuso Isagani sonriendo; y sin decir tambien mi propia opinion—y aquí acentuó el joven la frase—los estudiantes cesarían en su actitud y se suavizarían ciertas asperezas si los profesores supiesen tratarlos mejor de lo que hasta ahora han hecho... Esto está en sus manos.<br />
<br />
—¿Qué? preguntó el dominico; ¿tienen los alumnos alguna queja de mi conducta?<br />
<br />
—Padre, nos hemos convenido desde un principio en no hablar ni de usted ni de mí. Hablamos en general: los estudiantes, tras de no sacar gran provecho de los años pasados en las clases, suelen muchos dejar allí girones de su dignidad, si no toda. [214]<br />
<br />
El P. Fernandez se mordió los labios.<br />
<br />
—Nadie les obliga á estudiar; los campos no están cultivados, observó secamente.<br />
<br />
—Sí, que algo les obliga á estudiar, replicó en el mismo tono Isagani mirando cara á cara al dominico. Aparte del deber de cada uno de buscar su perfeccion, hay el deseo inato en el hombre de cultivar su inteligencia, deseo aquí más poderoso cuanto más reprimido; y el que da su oro y su vida al Estado, tiene derecho á exigirle que le dé la luz para ganar mejor su oro y conservar mejor su vida. Sí, Padre; hay algo que les obliga, y ese algo es el mismo gobierno, son ustedes mismos que se burlan sin compasion del indio no instruido y le niegan sus derechos, fundándose en que es ignorante. ¡Ustedes le desnudan y luego se burlan de sus vergüenzas!<br />
<br />
El P. Fernandez no contestó; siguió paseándose pero febrilmente, como muy excitado.<br />
<br />
—¡Usted dice que los campos no están cultivados! continuó Isagani en otro tono, despues de una breve pausa; no entremos ahora á analizar el por qué, porque nos iríamos lejos; pero, usted, P. Fernandez, usted, profesor, usted, hombre de ciencia, usted quiere un pueblo de braceros, ¡de labradores! ¿Es para usted el labrador el estado perfecto á que puede llegar el hombre en su evolucion? ¿O es que quiere usted la ciencia para sí y el trabajo para los demás?<br />
<br />
—No, yo quiero la ciencia para el que se la merezca, para el que la sepa guardar, contestó; cuando los estudiantes den pruebas de amarla; cuando se vean jóvenes convencidos, jóvenes que sepan defender su dignidad y hacerla respetar, habrá ciencia, ¡habrá entonces profesores considerados! ¡Si hay profesores que abusan es porque hay alumnos que condescienden!<br />
<br />
—Cuando haya profesores, ¡habrá estudiantes!<br />
<br />
—Empiezen ustedes por trasformarse, que son los que tienen necesidad de cambio, y nosotros seguiremos.<br />
<br />
—Sí, dijo Isagani con risa amarga; ¡que empecemos porque por nuestro lado está la dificultad! Bien sabe usted lo que le espera al alumno que se pone delante de un profesor: usted mismo, con todo su amor á la justicia, con todos sus buenos sentimientos, ha estado conteniéndose á duras penas cuando yo le decía amargas verdades, ¡usted mismo, P. Fernandez! [215]¿Qué bienes ha sacado el que entre nosotros quiso sembrar otras ideas? Y ¿qué males han llovido sobre usted porque quiso ser bueno y cumplir con su deber?<br />
<br />
—Señor Isagani, dijo el dominico, tendiéndole la mano; aunque parezca que de esta conversacion nada práctico resulta, sin embargo algo se ha ganado; hablaré á mis hermanos de lo que usted me ha dicho y espero que algo se podrá hacer. Solo temo que no crean en su existencia de usted...<br />
<br />
—Lo mismo me temo, repuso Isagani, estrechando la mano del dominico; me temo que mis amigos no crean en su existencia de usted, tal como hoy se me ha presentado.<br />
<br />
Y el joven, dando por terminada la entrevista, se despidió.<br />
<br />
El P. Fernandez le abrió la puerta, le siguió con los ojos hasta que le vió desaparecer al doblar el corredor. Estuvo oyendo mucho tiempo el ruido de sus pasos, despues entró en su celda y esperó que apareciera en la calle. Vióle, en efecto, oyó que decía á un compañero que le preguntaba á donde iba:<br />
<br />
—¡Al Gobierno Civil! ¡Voy á ver los pasquines y á reunirme con los otros!<br />
<br />
El compañero, asustado, se quedó mirándole como quien mira á uno que se suicida y se alejó corriendo.<br />
<br />
—¡Pobre joven! murmuró el P. Fernandez, sintiendo que sus ojos se humedecían; ¡te envidio á los jesuitas que te han educado!<br />
<br />
El P. Fernandez se equivocaba de medio en medio; los jesuitas renegaban de Isagani y cuando á la tarde supieron que había sido preso, dijeron que les comprometía.<br />
<br />
—¡Ese joven se pierde y nos va á hacer daño! ¡Que se sepa que de aquí no ha aprendido esas ideas!<br />
<br />
Los jesuitas no mentían, no: esas ideas solo las da Dios por medio de la Naturaleza. [216]<br />
<br />
[Índice]<br />
XXVIII<br />
Tatakut<br />
<br />
Ben Zayb tuvo inspiracion de profeta al sostener días pasados en su periódico que la instruccion era funesta, funestísima para las Islas Filipinas: ahora en vista de los acontecimientos de aquel viernes de las pasquinadas, cacareaba el escritor y cantaba su triunfo, dejando tamañito y confuso á su adversario Horatius, que se había atrevido á ridiculizarle en la seccion de Pirotecnia de la manera siguiente:<br />
<br />
* * *<br />
<br />
De nuestro colega El Grito:<br />
<br />
«La instruccion es funesta, ¡funestísima para las Islas Filipinas!»<br />
<br />
Entendido.<br />
<br />
Hace tiempo que El Grito cree representar al pueblo filipino; ergo... como diría Fray Ibañez, si supiese latin.<br />
<br />
Pero Fray Ibañez se vuelve musulman cuando escribe, y sabemos como tratan los musulmanes á la instruccion.<br />
<br />
Testiga, como decía un real predicador, ¡la biblioteca de Alejandría!<br />
<br />
* * *<br />
<br />
Ahora tenía él razon, él, ¡Ben Zayb! ¡Si es el único que piensa en Filipinas, el único que prevé los acontecimientos!<br />
<br />
En efecto, la noticia de haberse encontrado pasquines subversivos en las puertas de la Universidad, no solo quitó el apetito á muchos y trastornó la digestion á otros, sino que tambien puso intranquilos á los flemáticos chinos, que no se atrevieron á sentarse en sus tiendas con una pierna recogida como de costumbre, por temor de que les faltase tiempo de estenderla para echarse á correr. A las once de la mañana, aunque el sol continuaba su curso y su Excelencia, el Capitan General, no aparecía al frente de sus cohortes victoriosas, sin embargo el desasosiego había aumentado: los frailes que solían frecuentar el bazar de Quiroga, no aparecían y este síntoma presagiaba terribles cataclismos. Si el sol hubiese amanecido cuadrado y los Cristos, vestidos de pantalones, Quiroga no se habría alarmado tanto: habría tomado al sol por [217]un liampó y á las sagradas imágenes por jugadores de chapdiquí que se quedan sin camisa; pero, ¡no venir los frailes cuando precisamente acaban de llegarle novedades!<br />
<br />
Por encargo de un provincial amigo suyo, Quiroga prohibió la entrada en sus casas de liampó y chapdiquí á todo indio que no fuese de antiguo conocido; el futuro consul de los chinos temía se apoderasen de las cantidades que allí los miserables perdían. Despues de disponer su bazar de manera que se pudiese cerrar rápidamente en un momento apurado, se hizo acompañar de un guardia veterano para el corto camino que separaba su casa de la de Simoun. Quiroga encontraba aquella ocasion la más propicia para emplear los fusiles y cartuchos que tenía en su almacen, de la manera como el joyero había indicado: era de esperar que en los días sucesivos se operasen requisas y entonces ¡cuántos presos, cuanta gente acoquinada no daría todas sus economías! Era el juego de los antiguos carabineros de deslizar debajo de las casas tabacos y hojas de contrabando, simular despues una requisa ¡y obligar al infeliz propietario á sobornos ó multas! ¡Solo que el arte se perfeccionaba y, desestancado el tabaco, se recurría ahora á las armas prohibidas!<br />
<br />
Pero Simoun no quería ver á nadie é hizo decir al chino Quiroga que dejase las cosas como estaban, con lo que éste se fué á ver á don Custodio para preguntarle si debía ó no armar su bazar, pero don Custodio tampoco recibía: estaba á la sazon estudiando un proyecto de defensa en el caso de verse sitiado. Acordóse de Ben Zayb para pedirle noticias, mas, al encontrarle armado hasta los dientes y sirviéndose de dos revólvers cargados como de pesa-papeles, Quiroga se despidió lo más pronto que pudo y se metió en su casa, acostándose so pretesto de que se sentía mal.<br />
<br />
A las cuatro de la tarde ya no se hablaba de simples pasquinadas. Se susurraban rumores de inteligencias entre los estudiantes y los remontados de San Mateo; se aseguraba que en una pansitería juraron sorprender la cindad; se habló de barcos alemanes, fuera de la bahía, para secundar el movimiento, de un grupo de jóvenes que, so capa de protesta y españolismo, se iban á Malakañang para ponerse á las órdenes del General, y que fueron presos por descubrirse que iban armados. La Providencia había salvado á su Excelencia, impidiendole [218]recibir á aquellos precoces criminales, por estar á la sazon conferenciando con los Provinciales, el Vice Rector y el P. Irene, comisionado por el P. Salví. Mucho de verdad había en estos rumores si hemos de creer al P. Irene, que á la tarde se fué á visitar á Cpn. Tiago. Segun él, ciertas personas habían aconsejado á S. E. aprovechase la ocasion para inspirar el terror y dar para siempre una buena leccion á los filibusterillos.<br />
<br />
—Unos cuantos afusilados, había dicho uno, unas dos docenas de reformistas, enviados al destierro inmediatamente y en medio del silencio de la noche, ¡apagarían para siempre los humos de los descontentos!<br />
<br />
—No, replicaba otro que tenía buen corazon; basta con que las tropas recorran las calles, el batallon de caballería por ejemplo, con el sable desenvainado; basta arrastrar algunos cañones... ¡basta eso! El pueblo es muy tímido y todos entrarán en sus casas.<br />
<br />
—No, no, insinuaba otro; esta es la ocasion de deshacerse del enemigo; no basta que entren en sus casas, hay que hacerlos salir, como los malos humores, por medio de sinapismos. Si no se deciden á armar motines, hay que excitarlos por medio de agentes provocadores... Yo soy de opinion que las tropas esten sobre las armas y se aparente abandono é indiferencia, para que se envalentonen y á cualquier disturbio, allá encima, ¡y energía!<br />
<br />
—El fin justifica los medios, decía otro; nuestro fin es nuestra santa Religion y la integridad de la Patria. Declárese el estado de sitio, y al más pequeño disturbio, coger á todos los ricos é ilustrados y... ¡limpiar el país!<br />
<br />
—Si no llego á tiempo para aconsejar la moderacion, añadía el P. Irene, dirigiéndose á Capitan Tiago, de seguro que la sangre corría ahora por las calles. Yo pensaba en usted, capitan... El partido de los violentos no pudo conseguir mucho del General, y echaban de menos á Simoun... ¡Ah! si Simoun no llega á enfermarse...<br />
<br />
Con la prision de Basilio y la requisa que se hizo despues entre sus libros y papeles, Capitan Tiago se había puesto ya bastante malo. Ahora venía el P. Irene á aumentar su terror con historias espeluznantes. Apoderóse del infeliz un miedo indecible que se manifestó primero por ligero temblor, que se [219]fué acentuando rápidamente hasta no dejarle hablar. Con los ojos abiertos, la frente sudorosa, se cogió del brazo del P. Irene, trató de incorporarse, pero no pudo y, lanzando dos ronquidos, cayó pesadamente sobre la almohada. Capitan Tiago tenía los ojos abiertos y babeaba: estaba muerto. Aterrado el P. Irene huyó y, como el cadáver se le había agarrado, en su huida lo arrastró fuera de la cama, dejándolo en medio del aposento.<br />
<br />
A la noche el terror llegó á su máximum. Habían tenido lugar varios hechos que hacían creer á los timoratos en los agentes provocadores.<br />
<br />
Con ocasion de un bautismo, arrojáronse algunos cuartos á los chicos y naturalmente hubo cierto tumulto en la puerta de la iglesia. Acertó entonces pasar por allí un bravo militar que, algo preocupado, tomó el barullo por filibusterada, y arremetiendo sable en mano á los chicos, entra en el templo, y si no se enreda en la cortina suspendida del coro, no iba á dejar dentro títere con cabeza. Verlo esto los timoratos y echarse á correr propalando que la revolucion había comenzado, fué cosa de un segundo. Cerráronse atropelladamente las pocas tiendas que quedaban abiertas, chinos hubo que se dejaron fuera piezas de tela, y no pocas mujeres perdieron sus chinelas al correr por las calles. Afortunadamente no hubo más que un herido y unos cuantos contusos, entre ellos el mismo militar al caerse luchando con la cortina, que olía á capa del filibusterismo. Tal proeza le dió tanto renombre y un renombre tan puro que ¡ojalá todas las famas se conquistasen de análoga manera! ¡las madres llorarían menos y estaría más poblada la tierra!<br />
<br />
En un arrabal sorprendieron los vecinos á dos individuos que enterraban armas debajo de una casa de tabla. Alborotóse el barrio; los habitantes quisieron perseguir á los desconocidos para matarlos y entregarlos á las autoridades, pero un vecino les calmó diciéndoles que bastaba con presentar al tribunal el cuerpo del delito. Eran por lo demás viejas escopetas que de seguro habrían herido al primero que hubiese querido servirse de ellas.<br />
<br />
—¡Bueno! decía un valenton; si quieren que nos alzemos, ¡adelante!<br />
<br />
Pero el valenton fué sacudido á golpes y á puñetazos, pellizcado por las mujeres como si fuese el propietario de las escopetas. [220]<br />
<br />
En la Hermita la cosa ya fué más grave si bien metió menos ruido y eso que hubo tiros. Cierto empleado precavido que se había armado hasta los dientes, vió, al anochecer, un bulto cerca de su casa, lo tomó sin más ni más por estudiante y le soltó dos tiros de revólver. El bulto resultó despues ser un guardia veterano y le enterraron y, ¡pax Christi! ¡Mutis!<br />
<br />
En Dulumbayan resonaron tambien varios tiros, de los que resultaron muertos un pobre viejo sordo, que no había oido el quien vive del centinela, y un cerdo que lo oyó y no contestó España. Al viejo no le enterraron facilmente pues no tenía con que pagar las exequias, y al cerdo se lo comieron.<br />
<br />
En Manila, en una dulcería que había cerca de la Universidad, muy frecuentada por estudiantes, se comentaban las prisiones de esta manera:<br />
<br />
—¿Ya cogí ba con Tadeo? preguntaba la dueña.<br />
<br />
—Abá, ñora, contestaba un estudiante que vivía en Parían, ¡pusilau ya!<br />
<br />
—¡Pusilau! ¡Nakú! ¡no pa ta pagá conmigo su deuda!<br />
<br />
—¡Ay! no jablá vos puelte, ñora, baká pa di quedá vos cómplice. ¡Ya quemá yo g̃a el libro que ya dale prestau conmigo! ¡Baká pa di riquisá y di encontrá! ¡andá vos listo, ñora!<br />
<br />
—¿Ta quedá dice preso Isagani?<br />
<br />
—¡Loco-loco tambien aquel Isagani, decía el estudiante indignado; no sana di cogí con ele, ta andá pa presentá! O, bueno g̃a, ¡que topá rayo con ele! ¡Siguro pusilau!<br />
<br />
La señora se encogió de hombros.<br />
<br />
—¡Conmigo no ta debí nada! ¿Y cosa di jasé Paulita?<br />
<br />
—No di faltá novio, ñora. Siguro di llorá un poco, ¡luego di casá con un español!<br />
<br />
La noche fué de las más tristes. En las casas se rezaba el rosario y piadosas mujeres dedicaban sendos padrenuestros y requiems á las almas de parientes y amigos. A las ocho de la noche apenas se veía un transeunte: solo de tiempo en tiempo se oía el galopar de un caballo cuyos flancos golpea escandalosamente un sable, despues pitadas de guardias, coches que pasan á todo escape como perseguidos por turbas filibusteras.<br />
<br />
Sin embargo no en todas partes reinaba el terror.<br />
<br />
En la platería donde se hospedaba Plácido Penitente, se comentaban tambien los acontecimientos y se discutían con cierta libertad. [221]<br />
<br />
—¡Yo no creo en los pasquines! decía un obrero delgaducho y seco á fuerza de manejar el soplete; ¡para mí es obra del P. Salví!<br />
<br />
—¡Ejem, ejem! tosió el maestro platero, hombre muy prudente que, temiendo pasar por cobarde, no se atrevía á cortar la conversacion. El buen hombre se contentaba con toser, guiñaba á su oficial y miraba hácia la calle, como para decirle:—¡Pueden espiarnos!<br />
<br />
—¡Por lo de la opereta! continuó el obrero.<br />
<br />
—¡Ohó! exclamó uno que tenía cara de simple; ¡ya lo decía yo! Por eso...<br />
<br />
—¡Hm! repuso un escribiente en tono de compasion; lo de los pasquines es cierto, Chichoy, ¡pero te daré su explicacion!<br />
<br />
Y añadió en voz misteriosa:<br />
<br />
—¡Es una jugada del chino Quiroga!<br />
<br />
—¡Ejem, ejem! volvió á toser el maestro pasando el sapá del buyo de un carrillo á otro.<br />
<br />
—Créeme, Chichoy, ¡del chino Quiroga! ¡Lo he oido en la oficina!<br />
<br />
—Nakú, ¡seguro pues! exclamó el simple, creyéndolo ya de antemano.<br />
<br />
—Quiroga, continuó el escribiente, tiene cien mil pesos en plata mejicana en la bahía. ¿Cómo hacerlos entrar? Pues sencillamente; inventa los pasquines, aprovechándose de la cuestion de los estudiantes, y mientras todo el mundo está alborotado, ¡pum! ¡unta á los empleados y pasan las cajas!<br />
<br />
—¡Justo, justo! exclamó el crédulo pegando un puñetazo sobre la mesa. ¡Justo! Por eso palá el chino Quiroga... ¡por eso!<br />
<br />
Y tiene que callarse no sabiendo qué decir del chino Quiroga.<br />
<br />
—¿Y nosotros pagaremos los platos rotos...? preguntaba Chichoy indignado.<br />
<br />
—¡Ejem, ejem, ejjjem! tosió el platero oyendo acercarse pasos en la calle.<br />
<br />
En efecto los pasos se acercaban, y en la platería todos se callaron.<br />
<br />
—San Pascual Bailon es un gran santo, dijo hipócritamente en voz alta el platero, guiñando á los otros; san Pascual Bailon...<br />
<br />
En aquel momento asomó la cara Plácido Penitente, acompañado del pirotécnico que vimos recibiendo las órdenes de Simoun. Todos rodearon á los recien llegados preguntando por novedades. [222]<br />
<br />
—No he podido hablar con los presos, respondió Plácido; ¡hay unos treinta!<br />
<br />
—¡Estaos alerta! añadió el pirotécnico, cambiando una mirada de inteligencia con Plácido; dicen que esta noche va á haber un degüello...<br />
<br />
—¿Ja? ¡Rayo! exclamó Chichoy, buscando con los ojos un arma y no viendo ninguna, cogió su soplete.<br />
<br />
El maestro se sentó; le temblaban las piernas. El crédulo ya se veía degollado y lloraba de antemano por la suerte de su familia.<br />
<br />
—¡Ca! dijo el escribiente; ¡degüello no va á haber! El consejero del—é hizo una seña misteriosa—está por fortuna enfermo.<br />
<br />
—¡Simoun!<br />
<br />
—¡Ejem, ejem, ejjjem!<br />
<br />
Plácido y el pirotécnico se cambiaron otra mirada.<br />
<br />
—Si no llega á estar enfermo ese...<br />
<br />
—¡Se simula una revolucion! añadió negligentemente el pirotécnico, encendiendo un cigarillo por encima del tubo del quinqué; y ¿qué haríamos entonces?<br />
<br />
—Pues hacerla ya de véras, porque, ya que nos van á degollar...<br />
<br />
La tos violenta que se apoderó del platero impidió que se oyese la continuacion de la frase. Debía Chichoy decir cosas terribles porque hacía gestos asesinos con su soplete y ponía cara de tragico japonés.<br />
<br />
—¡Digan ustedes que se finge enfermo porque tiene miedo de salir! Como le vea...<br />
<br />
Al maestro le atacó otra violentísima tos y acabó por suplicar á todos se retirasen.<br />
<br />
—Sin embargo, prepararse, prepararse, decía el pirotécnico. Si quieren forzarnos á matar ó á morir...<br />
<br />
Otra tos le volvió á atacar al infeliz patron y los obreros ú oficiales se retiraron á sus casas, llevándose martillos, sierras y otros instrumentos más ó menos cortantes, más ó menos contundentes, disponiéndose á vender caras sus vidas. Plácido y el pirotécnico volvieron á salir.<br />
<br />
—¡Prudencia, prudencia! recomendaba el maestro con voz lacrimosa.<br />
<br />
—¡Usté ya no más cuidado con mi viuda y mis huérfanos! suplicaba el crédulo con voz más lacrimosa todavía. [223]<br />
<br />
El infeliz ya se veía acribillado de balas y enterrado.<br />
<br />
Aquella noche los guardias de las puertas de la ciudad fueron sustituidos por artilleros peninsulares y al día siguiente, á los primeros rayos del sol, Ben Zayb que se aventuró á dar un paseo matinal para ver el estado de las murallas, encontró en el glacis, cerca de la Luneta, el cadáver de una jovencita india, medio desnuda y abandonada. Ben Zayb se horrorizó y despues de tocarla con su baston, y mirar hácia la direccion de las puertas, continuó su camino, pensando componer sobre el hecho un cuentecito sentimental. Ninguna alusion, sin embargo, apareció en los periódicos de los días sucesivos, los cuales se ocuparon de caidas y resbalones, ocasionados por cáscaras de plátanos, y, como falto de noticias, el mismo Ben Zayb tuvo que comentar largamente cierto ciclon que en América destruyó pueblos y causó la muerte á más de dos mil personas. Entre otras lindezas decía:<br />
<br />
«El sentimiento de la caridad MAS LATENTE EN LOS PUEBLOS CATÓLICOS QUE EN OTRO ALGUNO y el recuerdo de Aquel que á impulsos de la misma se sacrificó por la humanidad, nos mueve (sic) á compasion por las desgracias de nuestros semejantes ¡y á hacer votos por que en este país, tan castigado por los ciclones, no se produzcan escenas tan desoladoras como las que han debido presenciar los habitantes de los Estados Unidos!»<br />
<br />
Horatius no perdonó la ocasion y, sin hablar tampoco ni de los muertos, ni de la pobre india asesinada, ni de los atropellos, le contestó en su Pirotecnia:<br />
<br />
«Despues de tanta caridad y tanta humanidad, Fray Ibañez, digo Ben Zayb, se reduce á pedir para Filipinas.<br />
<br />
Pero se comprende.<br />
<br />
Porque no es católico y el sentimiento de la caridad es más latente, etc., etc., etc.<br />
<br />
[Índice]<br />
XXIX<br />
Ultimas palabras sobre Capitan Tiago<br />
<br />
Talis vita finis ita.<br />
<br />
Capitan Tiago tuvo buen fin, esto es, un entierro como pocos. Es cierto que el cura de la parroquia había hecho observar al P. Irene que Cpn. Tiago se había muerto sin confesion, pero [224]el buen sacerdote, sonriendo burlonamente, se frotó la punta de su nariz y respondió:<br />
<br />
—Vamos ¡á mí con esas! si hubiéramos de negar las exequias á todos los que se mueren sin confesion, nos olvidaríamos del De profundis. Esos rigores, como usted sabe bien, se conservan cuando el impenitente es tambien insolvente, pero ¡con Cpn. Tiago!... ¡Vaya! ¡si chinos infieles ha enterrado usted y con misa de requiem!<br />
<br />
Cpn. Tiago había nombrado albacea y ejecutor testamentario al P. Irene, y legaba sus bienes parte á Sta. Clara, parte al Papa, al Arzobispo, á las Corporaciones religiosas, dejando veinte pesos para las matrículas de los estudiantes pobres. Esta última cláusula se dictó á propuesta del P. Irene, á fuer de protector de la juventud estudiosa. Cpn. Tiago había anulado un legado de veinticinco pesos que dejaba á Basilio, en vista de la ingrata conducta observada por el joven en los últimos días, pero el P. Irene lo restablecía y anunciaba que lo tomaba sobre su bolsillo y su conciencia.<br />
<br />
En la casa del muerto, á donde habían acudido al día siguiente antiguos conocidos y amigos, se comentaba mucho un milagro. Decíase que en el momento mismo en que agonizaba, el alma de Capitan Tiago se había aparecido á las monjas, rodeada de brillante luz. Dios la salvaba, gracias á las numerosas misas que había mandado decir y á los piadosos legados. El rumor se comentaba, se dibujaba, adquiría detalles y ninguno lo ponía en duda. Se describía el traje de Cpn. Tiago, por supuesto, el frac, la mejilla levantada por el sapá del buyo, sin olvidar la pipa para fumar opio ni el gallo sasabug̃in. El sacristan mayor que se encontraba en el grupo, afirmaba gravemente con la cabeza, y pensaba que, muerto él, se aparecería con su tasa de tajú blanco porque, sin aquel desayuno refrescante, no se comprendía la felicidad ni en el cielo ni en la tierra. Sobre este tema y por no poder hablar de los acontecimientos del día anterior y por haber allí tahures, se emitían pareceres muy peregrinos, se hacían conjecturas sobre si Capitan Tiago invitaría ó no á San Pedro para una soltada, si se cruzarían apuestas, si los gallos serían inmortales, si invulnerables, y en este caso, quién sería el sentenciador, quién ganaría, etc., discusiones muy al gusto de los que fundan ciencias, teorías, sistemas basados en un testo que reputan infalible, revelado ó dogmático. Se citaban, [225]además, pasages de novenas, libros de milagros, dichos de curas, descripciones del cielo y otras zarandajas. Don Primitivo, el filósofo, estaba en sus glorias citando opiniones de teólogos.<br />
<br />
—Porque ninguno puede perder, decía con mucha autoridad; perder ocasiona disgusto y en el cielo no puede haber disgustos.<br />
<br />
—Pero alguno tiene que ganar, replicaba el tahur Aristorenas; ¡en ganar está la gracia!<br />
<br />
—¡Pues ganan ambos, sencillamente!<br />
<br />
Eso de ganar ambos no lo podía admitir Martin Aristorenas, él que ha pasado su vida en la gallera y siempre ha visto que un gallo perdía y otro ganaba; á lo más puede haber tablas. En vano habló don Primitivo en latin, Martin Aristorenas sacudía la cabeza, y eso que el latin de don Primitivo era facil de entenderse; hablaba de an gallus talisainus, acuto tari armatus, an gallus beati Petri bulikus sasabungus sit, etc., hasta que se deciió á emplear el argumento de que se valen muchos para hacer callar y convencer:<br />
<br />
—¡Te vas á condenar, amigo Martin, vas á caer en una heregía! ¡Cave ne cadas! ¡Ya no voy á jugar contigo al monte! ¡Ya no haremos vacas! ¡Niegas la omnipotencia de Dios, peccatum mortale! ¡Niegas la evidencia de la Santísima Trinidad: tres son uno y uno son tres! ¡Cuidadito! ¡Niegas indirectamente que dos naturalezas, dos entendimientos y dos voluntades puedan tener una sola memoria! ¡Cuidado! ¡Quicumque non crederit, anathema sit!<br />
<br />
Martin Aristorenas se encogió pálido y tembleoroso, y el chino Quiroga que había escuchado con mucha atencion el razonamiento, con mucha deferencia ofreció al filósofo un magnífico cigarro y le preguntó con su voz acariciadora:<br />
<br />
—Sigulo, puele contalata aliendo galela con Kilisto, ¿ja? Cuando mia muele, mia contalatista, ¿ja?<br />
<br />
En otros corros se hablaba más del muerto; al menos se discutía el traje que le iban á poner. Capitan Tinong proponía el hábito de un franciscano; precisamente tenía él uno, viejo, raido y remendado, preciosa pieza que, segun el fraile que se lo dió de limosna en cambio de treinta y seis pesos, preservaba al cadáver de las llamas del infierno y contó en su apoyo varias anécdotas piadosas sacadas de los libros que distribuyen los curas. Capitan Tinong, aunque tenía en much aquella reliquia, estaba dispuesto á cedérsela á su íntimo amigo, á [226]quien no había podido visitar durante su enfermedad. Pero un sastre objetó con mucha razon que, pues que las monjas le vieron á Capitan Tiago subiendo al cielo de frac, de frac tenían que vestirle aquí en la tierra y no había necesidad de preservativos ni impermeables; se va de frac cuando se va á un baile, á una fiesta, y no otra cosa le debe esperar en las alturas... y ¡miren! casualmente tiene él uno hecho, que lo puede ceder por treinta y dos pesos, cuatro más barato que el hábito del franciscano, porque con Capitan Tiago no quiere él ganar nada: ¡fué su parroquiano en vida y ahora será su patron en el cielo! Pero el P. Irene, albacea y ejucutor testamentario, rechazó una y otra proposicion y mandó vistiesen al cadáver con cualquiera de sus antiguos trajes, diciendo con santa uncion que Dios no se fijaba en vestiduras.<br />
<br />
Las exequias fueron, pues, de primerísima clase. Hubo responsos en casa, en la calle, oficiaron tres frailes como si uno no pudiese bastar con tanta alma, se hicieron todos los ritos y ceremonias posibles, y es fama que se improvisaron otras, habiendo extras como en los beneficios de los teatrillos. Aquello fué una delicia: se quemó mucho incienso, se cantó mucho en latin, se gastó mucha agua bendita—el P. Irene en obsequio de su amigo cantó con voz de falsete el Dies iræ, desde el coro—y los vecinos cogieron verdadero dolor de cabeza con tanto doblar á muerto.<br />
<br />
Doña Patrocinio, la antigua rival de Cpn. Tiago en religiosería, deseó de todas véras morirse al día siguiente para encargar exequias aun más soberanas. La piadosa vieja no podía sufrir que aquel, que ella tenía ya para siempre vencido, al morir, resuscitase con tanta pompa. Sí, deseaba morirse y le parecía escuchar las esclamaciones de la gente que presenciará sus responsos:<br />
<br />
—¡Esto, sí, que es entierro! ¡esto, sí, que es saber morir, doña Patrocinio! [227]<br />
<br />
[Índice]<br />
XXX<br />
Julî<br />
<br />
La muerte de Capitan Tiago y la prision de Basilio se supieron pronto en la provincia, y para honra de los sencillos habitantes de San Diego diremos que se sintió más la última y solo de ella se habló casi. Y como era de esperar, la noticia fué adoptando diferentes formas, se dieron detalles tristes, pavorosos, se explicó lo que no se comprendía, se suplieron las lagunas con conjeturas, estas pasaron por hechos acontecidos y el fantasma así engendrado aterró á sus mismos progenitores.<br />
<br />
En el pueblo de Tianì se decía que, cuando menos, cuando menos, el joven iba á ser deportado y muy probablemente asesinado durante el viaje. Los timoratos y pesimistas no se contentaban con esto y hablaban de horcas y consejos de guerra; Enero era un mes fatal, en Enero fué lo de Cavite y aquellos, con ser curas, fueron ahorcados; con que un pobre Basilio sin amparo ni amistades...<br />
<br />
—¡Yo ya le decía! suspiraba el Juez de Paz, como si alguna vez hubiese dado un consejo á Basilio; yo ya le decía...<br />
<br />
—¡Era de prever! añadía hermana Penchang: entraba en la iglesia y cuando veía algo sucia el agua bendita, ¡no se santiguaba! Hablaba de animalitos y enfermedades, abá, ¡castigo de Dios! ¡Merecido lo tiene! ¡Como si el agua bendita pudiese trasmitir enfermedades! ¡Todo lo contrario, abá!<br />
<br />
Y contaba cómo se había curado de una indigestion mojándose el ombligo con el agua bendita al mismo tiempo que rezaba el Sanctus Deus, y recomendaba el remedio á los presentes cuando padezcan disenterías ó ventosidades ó reine la peste, solo que entonces deben rezar en español:<br />
<br />
Santo Dios<br />
Santo fuerte<br />
Santo inmortal<br />
Líbranos señor de la peste<br />
Y de todo mal.<br />
[228]<br />
<br />
—El remedio es infalible, pero hay que llevar el agua bendita á la parte dolorida ó enferma, decía.<br />
<br />
Pero muchos hombres no creían en estas cosas ni atribuían la prision de Basilio á castigo de Dios. Tampoco creían en insurrecciones ni en pasquines, conocido el caracter ultrapacífico y prudente del estudiante, y prefirieron atribuirla á venganzas de frailes, por haber sacado de la servidumbre á Julî, hija de tulisan, enemigo mortal de cierta poderosa corporacion. Y como tenían bastante mala idea de la moralidad de la misma corporacion y se recordaban mezquinas venganzas, la conjetura se creyó la más probable y justificada.<br />
<br />
—¡Qué bien hice en echarla de mi casa! decía hermana Penchang; no quiero tener disgustos con los frailes, así que la apuré á que buscase dinero.<br />
<br />
La verdad era que sentía la libertad de Julî: Julî rezaba y ayunaba por ella y si se hubiera quedado más tiempo habría hecho tambien penitencia. ¿Por qué, si los curas rezan por nosotros y Cristo muere por nuestros pecados, Julî no iba á hacer lo mismo por hermana Penchang?<br />
<br />
Cuando las noticias llegaron á la cabaña donde vivían la pobre Julî y su abuelo, la joven tuvo necesidad de que se lo repitieran dos veces. Miró á hermana Balî que era quien se lo decía, como sin comprenderla, sin poder coordinar las ideas; le zumbaron los oidos, sintió opresion en el corazon y tuvo como un vago presentimiento de que aquel suceso iba á influir desastrosamente en su porvenir. Sin embargo, quiso agarrarse á un rayo de esperanza, sonrió, creyó que hermana Balî le daba una broma, bastante pesada, pero se la perdonaba de antemano si le decía que lo era; pero hermana Balî hizo una cruz con el pulgar y el índice y la besó, en prueba de que decía la verdad. Entonces la risa abandonó para siempre los labios de la joven, púsose pálida, espantosamente pálida, sintió que la abandonaban las fuerzas y, por primera vez en su vida, perdió el conocimiento desmayándose.<br />
<br />
Cuando á fuerza de golpes, pellizcos, rociadas de agua, cruces y aplicaciones de palmas benditas volvió la joven en sí y dióse cuenta de su estado, ¡las lágrimas brotaron silenciosas de sus ojos, gota á gota, sin sollozos, sin lamentos, sin quejas! Ella pensaba en Basilio que no tenía más protectores que Capitan Tiago, y que, muerto éste, se quedaba por completo [229]sin amparo y sin libertad. En Filipinas es cosa sabida que para todo se necesitan padrinos, desde que uno se bautiza hasta que se muere, para obtener justicia, sacar un pasaporte ó esplotar una industria cualquiera. Y como se decía que aquella prision obedecía á venganzas por causa de ella y de su padre, la tristeza de la joven, rayaba en desesperacion. Ahora le tocaba á ella libertarle, como él lo había hecho sacándola de la servidumbre, y una voz interior le sugería la idea y presentaba á su imaginacion un horrible medio.<br />
<br />
—¡El P. Camorra, el cura! decía la voz.<br />
<br />
Julî se mordía los labios y quedaba sumida en sombría meditacion.<br />
<br />
A raiz del crímen de su padre, habían preso al abuelo esperando que por aquel medio aparecería el hijo. El único que le pudo dar la libertad fué el P. Camorra, y el P. Camorra se había mostrado mal satisfecho con palabras de gratitud y con su franqueza ordinaria había pedido sacrificios... Desde entonces Julî evitaba encontrarse con él, pero el cura le hacía besar la mano, la cogía de la nariz, de las mejillas, le daba bromas con guiños y riendo, riendo la pellizcaba. Julî fué la causa de la paliza, que el buen cura administró á unos jóvenes que recorrían el barrio, dando serenata á las muchachas. Los maliciosos, al verla pasar seria y cabizbaja, decían de manera que ella oyese:<br />
<br />
—¡Si quisiese, Cabesang Tales sería indultado!<br />
<br />
La joven llegaba á su casa sombría y los ojos estraviados.<br />
<br />
Julî se había cambiado mucho; había perdido su alegría, nadie la veía sonreir, hablaba apenas y hasta al parecer tenía miedo de verse la cara. Un día la vieron en el pueblo con una gran mancha de carbon en la frente, ella que solía ir bien arregladita y compuesta. Una vez preguntó á hermana Balî si los que se suicidaban se iban al infierno.<br />
<br />
—¡De seguro! contestó la mujer y le pintó el sitio como si en él hubiera estado.<br />
<br />
Con la prision de Basilio, los sencillos y agradecidos parientes propusieron hacer toda clase de sacrificios para salvar al joven; pero como entre todos no reunían treinta pesos, hermana Balî, como siempre, tuvo la mejor idea.<br />
<br />
—Lo que debemos hacer es pedir un consejo al escribiente, dijo. [230]<br />
<br />
Para aquellas pobres gentes, el escribiente del tribunal era el oráculo de Delfos para los antiguos griegos.<br />
<br />
—Dándole un real y un tabaco, añadió, te dice todas las leyes que se te hincha la cabeza oyéndole. Si tienes un peso, te salva aunque estés al pié de la horca. Cuando á mi vecino Simon le metieron en la carcel y le dieron de palos, por no poder declarar en un robo que se cometió cerca de su casa, ¡abá! por dos reales y medio y una rosca de ajos, le sacó el escribiente. Y yo le ví á Simon que apenas podía andar y tuvo que guardar cama lo menos un mes. ¡Ay! se le pudrió el trasero, ¡abá! ¡y murió de resultas!<br />
<br />
El consejo de hermana Balî fué admitido y la misma se encargó de hablar con el escribiente; Julî le dió cuatro reales y añadió pedazos de tapa de venado que el abuelo había cazado. Tandang Selo se dedicaba de nuevo á la caza.<br />
<br />
Pero el escribiente nada podía: el preso estaba en Manila y hasta allí no llegaba su poder.<br />
<br />
—¡Si al menos estuviera en la cabecera, todavía!... dijo haciendo alarde de su poder.<br />
<br />
El escribiente sabía muy bien que su poder no pasaba de los límites de Tianì, pero le convenía conservar su prestigio y quedarse con la tapa de venado.<br />
<br />
—Pero, os puedo dar un sabio consejo y es que vayais con Julî, al Juez de Paz. Es menester que vaya Julî.<br />
<br />
El Juez de Paz era un hombre muy brusco, pero viendo á Julî acaso se portase menos groseramente: aquí estaba la sabiduría del consejo.<br />
<br />
Con mucha gravedad oyó el señor Juez á hermana Balî, que era quien tomaba la palabra, no sin mirar de cuando en cuando á la joven que tenía los ojos bajos y estaba muy avergonzada. La gente diría de ella que se interesaba mucho por Basilio, la gente no se acordaba de su deuda de gratitud y de que aquella prision, segun se decía, era por causa de ella.<br />
<br />
Despues de eructar tres ó cuatro veces, porque el señor Juez tiene esta fea costumbre, dijo que la única persona que podía salvar á Basilio era el P. Camorra, en el caso de que lo quisiese—y miraba con mucha intencion á la joven.—El la aconsejaba tratase de hablar con el cura en persona.<br />
<br />
—Ya sabeis la influencia que tiene; ha sacado á vuestro abuelo de la cárcel... Basta un informe suyo para desterrar á un recien nacido ó salvar de la muerte á un ahorcado. [231]<br />
<br />
Julî no decía nada, pero hermana Balî encontraba el consejo como si lo hubiese leido en una novena: estaba dispuesta á acompañarla al convento. Precisamente iba á tomar de limosna un escapulario mediante el cambio de cuatro reales fuertes.<br />
<br />
Pero Julî sacudía la cabeza y no quería ir al convento. Hermana Balî que creía adivinar el motivo—el P. Camorra se llamaba Si cabayo por otro nombre y era muy travieso—la tranquilizaba:<br />
<br />
—¡Nada tienes que temer! ¡si voy contigo! decía; ¿no has leido en el librito de Tandang Basio dado por el cura, que las jóvenes deben ir al convento, aun sin saberlo sus mayores, para contar lo que pasa en la casa? ¡Abá! Aquel libro está impreso con permiso del Arzobispo, ¡abá!<br />
<br />
Julî, impaciente y deseando cortar la conversacion, suplicó á la devota que fuese si gustaba, pero el señor Juez observó eructando que las súplicas de una cara joven mueven más que las de una vieja, que el cielo derramaba su rocío sobre las flores frescas en más abundancia que sobre las secas. La metáfora resultaba hermosamente malvada.<br />
<br />
Julî no contestó y ambas mujeres bajaron. En la calle, la joven se negó tenazmente á ir al convento y se retiraron á su barrio. Hermana Balî que se sentía ofendida de la falta de confianza yendo con ella, se vengaba endilgándola un largo sermon.<br />
<br />
La verdad era que la joven no podía dar aquel paso sin condenarse á sí misma, sin que la condenen los hombres, ¡sin que la condene Dios! Le habían hecho oir varias veces, con razon ó sin ella, que si hacía aquel sacrificio, indultarían á su padre, y sin embargo ella se había negado, apesar de los gritos de su conciencia recordándola su deber filial. ¿Y ahora debía hacerlo por Basilio, por su novio? Sería caer al son de las burlas y carcajadas de toda la creacion, Basilio mismo la despreciaría; ¡no, jamás! Primero se ahorcaría ó saltaría en cualquier precipicio. De todos modos estaba ya condenada por ser mala hija.<br />
<br />
La pobre Julî tuvo aun que sufrir todas las recriminaciones de sus parientes que, no sabiendo nada de lo que había podido pasar entre ella y el P. Camorra, se burlaban de sus temores. ¿Acaso el P. Camorra se iba á fijar en una campesina habiendo [232]tantas en el pueblo? Y las buenas mujeres citaban nombres de solteras ricas y bonitas, más ó menos desgraciadas. Y entretanto ¿si le afusilan á D. Basilio?<br />
<br />
Julî se tapaba los oidos, miraba á todas partes como buscando una voz que hablase por ella, miraba á su abuelo; pero el abuelo estaba mudo y tenía la vista fija en su pica de cazador.<br />
<br />
Aquella noche durmió apenas. Ensueños y pesadillas, ya fúnebres ya sangrientos, danzaban delante de su vista, y se despertaba á cada momento nadando en frío sudor. Creía oir tiros, creía ver á su padre, su padre que tanto había hecho por ella, luchando en los bosques, cazado como un animal porque había vacilado en salvarle. Y la figura del padre se transformaba y reconocía á Basilio, agonizando y dirigiéndola miradas de reproche. La desgraciada se levantaba, oraba, lloraba, invocaba á su madre, á la muerte, y hubo un momento en que, rendida por el terror, á no haber sido de noche habría corrido derecha al convento, suceda lo que suceda.<br />
<br />
El día llegó y los tristes presentimientos, los terrores de las sombras se disiparon en parte. La luz le trajo esperanzas. Mas, las noticias de la tarde fueron terribles; se habló de afusilados y la noche para la joven fué espantosa. En su desesperacion decidió entregarse tan pronto como brillase el día y matarse despues: ¡todo, menos pasar semejantes torturas!<br />
<br />
Pero la aurora trajo nuevas esperanzas y la joven no quiso bajar de casa, ni irse á la iglesia. Temía ceder.<br />
<br />
Y así pasaron algunos días: orando y maldiciendo, invocando á Dios y deseando la muerte. El día era una tregua, Julî confiaba en algun milagro; las noticias que venían de Manila, si bien llegaban abultadas, decían que de los presos algunos habían conseguido su libertad gracias á padrinos y á influencias... Alguno tenía que salir sacrificado, ¿quién sería? Julî se entremecía y se retiraba á su casa mordiéndose las uñas de los dedos. Y así venía la noche en que los temores, adquiriendo doble proporcion, parecían convertirse en realidades. Julî temía el sueño, temía dormirse, pues su sueño era una continuada pesadilla. Miradas de reproche traspasaban sus párpados tan pronto como los cerraba, quejas y lamentos barrenaban sus oidos. Veía á su padre vagando, hambriento, sin tregua ni reposo; veía á Basilio agonizando en el camino, [233]herido de dos balazos, como había visto el cadáver de aquel vecino, que fué muerto mientras le conducía la Guardia Civil. Y ella veía las ligaduras que habían penetrado la carne, veía la sangre saliendo por la boca y oía que Basilio le decía:—«¡Sálvame, sálvame! ¡tú sola me puedes salvar!» Resonaba despues una carcajada, volvía los ojos y veía á su padre, que la miraba con ojos llenos de reproche. Y Julî se despertaba, se incorporaba sobre su petate, se pasaba las manos por la frente para recoger su cabellera: ¡frío sudor, como el sudor de la muerte, la humedecía!<br />
<br />
—¡Madre, madre! sollozaba.<br />
<br />
Y entre tanto los que disponían tan alegremente de los destinos de los pueblos, el que mandaba los asesinatos legales, el que violaba la justicia y hacía uso del derecho para sostener á la fuerza, dormían en paz.<br />
<br />
Al fin, llegó un viajero de Manila y contó como habían sido puestos en libertad todos los presos todos menos Basilio que no tenía protector. En Manila se decía, añadió el viajero, que el joven sería desterrado á Carolinas, habiéndole hecho firmar de antemano una peticion en que se hacía constar que así voluntariamente lo pedía. El viajero había visto el vapor que le iba á conducir.<br />
<br />
Aquella noticia acabó con las vacilaciones de la joven cuya mente, por lo demás, estaba ya bastante trabajada merced á tantas noches en vela y á sus horribles ensueños. Pálida y con los ojos estraviados, buscó á hermana Balî y, en voz que daba miedo, le dijo que estaba dispuesta y la preguntaba si la quería acompañar.<br />
<br />
Hermana Balî se alegró y procuró tranquilizarla, pero Julî no escuchaba y parecía que solo tenía prisa por llegar al convento. Ella se había arreglado, se había puesto sus mejores trajes y hasta parecía que estaba muy animada. Hablaba mucho aunque algo incoherente.<br />
<br />
Echaron á andar. Julî iba delante y se impacientaba porque su compañera se quedaba detrás. Pero á medida que se acercaban al pueblo, la energía nerviosa la abandonaba poco á poco, se volvía silenciosa, perdía su decision, acortaba el paso, y despues se quedaba detrás. Hermana Balî tenía que animarla.<br />
<br />
—¡Que vamos á llegar tarde! decía.<br />
<br />
Julî seguía pálida, con los ojos bajos, sin atreverse á levantarlos. [234]Creía que todo el mundo la miraba y la señalaban con el dedo. Un nombre infame silbaba en sus oidos pero se hacía la sorda y continuaba su camino. No obstante, cuando vió el convento, se detuvo y empezó á temblar.<br />
<br />
—¡Volvamos al barrio, volvamos! suplicó deteniendo á su compañera.<br />
<br />
Hermana Balî tuvo que cogerla del brazo y medio arrastrarla, tranquilizándola y hablándola de libros de frailes. Ella no la iba á abandonar, nada tenía que temer; el P. Camorra tenía otras cosas en la cabeza; Julî no era más que una pobre campesina...<br />
<br />
Pero al llegar á la puerta del convento ó casa parroquial, Julî se negó tenazmente á subir y se cogió á la pared.<br />
<br />
—¡No, no! suplicaba llena de terror; ¡oh, no, no, tened piedad!...<br />
<br />
—Pero que tonta...<br />
<br />
Hermana Balî la empujaba dulcemente; Julî resistía, pálida, con las facciones desencajadas. Su mirada decía que veía delante de sí á la muerte.<br />
<br />
—¡Bien, volvamos si no quieres! exclamó al fin despechada la buena mujer que no creía en ningun peligro real. El P. Camorra, apesar de toda su fama, no se atrevería delante de ella.<br />
<br />
—¡Que le lleven al destierro al pobre don Basilio, que le afusilen en el camino diciendo que ha querido escaparse! añadió; cuando ya esté muerto entonces vendrán los arrepentimientos. Por mí, yo no le debo ningun favor. ¡De mí no se podrá quejar!<br />
<br />
Aquello fué el golpe decisivo. Ante este reproche, con ira, con desesperacion, como quien se suicida, Julî cerró los ojos para no ver el abismo en que se iba á lanzar y entró resuelta en el convento. Un suspiro que más parecía estertor se escapó de sus labios. Hermana Balî la siguió haciéndole advertencias...<br />
<br />
A la noche se comentaban en voz baja y con mucho misterio varios acontecimientos que tuvieron lugar aquella tarde.<br />
<br />
Una joven había saltado por la ventana del convento, cayendo sobre unas piedras y matándose. Casi al mismo tiempo, otra mujer salía por la puerta y recorría las calles gritando y chillando como una loca. Los prudentes vecinos no se atrevían á pronunciar los nombres y muchas madres pellizcaron á sus hijas por dejar escapar palabras que podían comprometer. [235]Despues, pero mucho despues, al caer la tarde, un anciano vino de un barrio y estuvo llamando á la puerta del convento, cerrada y guardada por sacristanes. El viejo llamaba con los puños, con la cabeza, lanzando gritos ahogados, inarticulados como los de un mudo, hasta que fué echado á palos y á empujones. Entonces se dirigió á casa del gobernadorcillo, pero le dijeron que el gobernadorcillo no estaba, que estaba en el convento; se fué al Juez de Paz, pero el Juez de Paz tampoco estaba, había sido llamado al convento; se fué al teniente mayor, tampoco estaba en el convento; se dirigió al cuartel, el teniente de la Guardia Civil estaba en el convento... El viejo entonces se volvió á su barrio llorando como un niño: sus ahullidos se oían en medio de la noche; ¡los hombres se mordían los labios, las mujeres juntaban las manos, y los perros entraban en sus casas, medrosos, con la cola entre piernas!<br />
<br />
—¡Ah, Dios, ah Dios! decía una pobre mujer, demacrada á fuerza de ayunar; delante de tí no hay rico, no hay pobre, no hay blanco, no hay negro... ¡tú nos harás justicia!<br />
<br />
—Sí, le contestaba el marido; con tal que ese Dios que predican no sea pura invencion, ¡un engaño! ¡Ellos son los primeros en no creer en él!<br />
<br />
A las ocho de la noche, se decía que más de siete frailes, venidos de los pueblos comarcanos, se encontraban en el convento celebrando una junta. Al día siguiente, Tandang Selo desaparecía para siempre del barrio llevándose su pica de cazador.<br />
<br />
[Índice]<br />
XXXI<br />
El alto empleado<br />
<br />
L’Espagne et sa vertu, l’Espagne et sa grandeur<br />
Tout s’en va!<br />
<br />
(Victor Hugo).<br />
<br />
Los periódicos de Manila estaban tan ocupados por la reseña de un asesinato célebre cometido en Europa, por los panegíricos y bombos á varios predicadores de la capital, por el éxito cada vez más ruidoso de la opereta francesa, que apenas podían dedicar alguno que otro artículo á las fechorías que cometía en [236]provincias una banda de tulisanes capitaneada por un gefe terrible y feroz que se llamaba Matangláwin. Sólo, cuando el asaltado era un convento ó un español, entonces aparecían largos artículos dando pavorosos detalles y pidiendo el estado de sitio, enérgicas medidas, etc., etc. Así es que tampoco pudieron ocuparse de lo ocurrido en el pueblo de Tianì, ni hubo una alusion ni un rumor. En círculos privados se susurraba algo, pero todo tan confuso, tan incierto, tan poco consistente que ni siquiera se supo el nombre de la víctima, y los que más interés manifestaron, lo olvidaron pronto, creyendo en alguna componenda con la familia ó parientes ofendidos. Lo único que se supo de cierto fué que el P. Camorra tuvo que dejar el pueblo para trasladarse á otro ó estar algun tiempo en el convento de Manila.<br />
<br />
—¡Pobre P. Camorra! exclamaba Ben Zayb echándoselas de generoso; ¡era tan alegre, tenía tan buen corazon!<br />
<br />
Era cierto que los estudiantes habían recobrado su libertad gracias á las instancias de sus parientes, que no perdonaron gastos, regalos ni sacrificio alguno. El primero que se vió libre fué, como era de esperar, Makaraig y el último, Isagani, porque el P. Florentino no llegó á Manila sino una semana despues de los acontecimientos. Tantos actos de clemencia le valieron al General el epíteto de clemente y misericordioso, que Ben Zayb se apresuró á añadir á la larga lista de sus adjetivos.<br />
<br />
El único que no obtuvo la libertad fué el pobre Basilio, acusado ademas de tener en su poder libros prohibidos. No sabemos si se referirían al tratado de Medicina Legal y Toxicología del Dr. Mata, ó á los varios folletos que se le encontraron sobre asuntos de Filipinas ó á ambas cosas juntas; es el caso que se dijo tambien que vendía clandestinamente obras prohibidas y sobre el infeliz cayó todo el rigor de la romana de la justicia.<br />
<br />
Contaban que á su Excelencia le habían dicho:<br />
<br />
—Es menester que haya alguno para que quede en salvo el prestigio de la autoridad y no se diga que hemos metido mucho ruido para nada. La autoridad ante todo. ¡Es menester que se quede alguno!<br />
<br />
—Queda uno solo, uno que, segun el P. Irene, fué criado de Cpn. Tiago... No hay quien le reclama...<br />
<br />
—¿Criado y estudiante? preguntó S. E.; ¡pues entonces ése, que se quede ése! [237]<br />
<br />
—Me permitirá V. E., observó el alto empleado que se hallaba presente, por casualidad; pero me han dicho que ese chico es estudiante de Medicina, sus profesores hablan bien de él... si continúa preso pierde un año, y como este año termina...<br />
<br />
La intervencion del alto empleado en favor de Basilio, en vez de hacerle bien, le perjudicó. Hacía tiempo que entre el empleado y S. E. había cierta tirantez, ciertos disgustos, aumentados por dimes y diretes. S. E. se sonrió nerviosamente y contestó:<br />
<br />
—¿Sí? pues razon de más para que continúe preso; un año más de carrera, en vez de hacerle daño, le hará bien, á él y á todos los que despues caigan en sus manos. Por mucha práctica no es uno mal médico. ¡Razon de más para que se quede! ¡Y luego dirán los reformistas filibusterillos que nosotros no nos cuidamos del país! añadió S. E. riendo sarcásticamente.<br />
<br />
El alto empleado comprendió su falta y tomó á pecho la causa de Basilio.<br />
<br />
—Pero es que ese joven me parece el más inocente de todos, repuso con cierta timidez.<br />
<br />
—Se le han ocupado libros, contestó el secretario.<br />
<br />
—Sí, obras de Medicina y folletos escritos por peninsulares... aun sin cortar las hojas... y ¿qué quiere eso decir? Ademas, ese joven no ha estado en el banquete de la pansitería, ni se ha metido en nada... Como dije, es el más inocente...<br />
<br />
—¡Mejor que mejor! exclamó alegremente S. E.; ¡así el castigo resulta más saludable y ejemplar como que infunde más terror! Gobernar es obrar así, señor mío; hay que sacrificar muchas veces el bien de uno por el bien de muchos... Pero yo hago más: del bien de uno, saco el bien de todos, salvo el principio de autoridad que peligra, el prestigio se respeta y se mantiene. ¡Con este acto mío corrijo errores de propios y estraños!<br />
<br />
Hizo un esfuerzo para contenerse el alto empleado, y desendiéndose de las alusiones, quiso apelar á otro medio.<br />
<br />
—Pero V. E. no teme... ¿la responsabilidad?<br />
<br />
—¿Qué he de temer? interrumpió el General impaciente; ¿no dispongo yo de poderes discrecionales? ¿no puedo hacer lo que me dé la gana para el mejor gobierno de estas islas? ¿Qué tengo que temer? ¿Puede acaso un criado acusarme ante los tribunales [238]y pedirme responsabilidad? ¡Ca! Y aunque dispusiera de medios, tendría antes que pasar por el Ministerio, y el Ministro...<br />
<br />
Hízo un gesto con la mano y se echó á reir.<br />
<br />
—El Ministro que me nombró, sabe el diablo donde está, ¡y se tendrá por honrado con poderme saludar cuando vuelva! El actual, á ese me le paso... y tambien se lo llevará pateta... El que le sustituya se verá tan apurado con su nuevo cargo y no se podrá ocupar de bagatelas. Yo, señor mío, no tengo más que mi conciencia, obro segun mi conciencia, mi conciencia está satisfecha, y me importan un comino los juicios de fulano ó zutano. Mi conciencia, señor mío, ¡mi conciencia!<br />
<br />
—Sí, mi General, pero el pais...<br />
<br />
—¡Tu tu tu tu! El pais, ¿qué tengo yo que ver con el pais? ¿He contraido por ventura compromisos con él? ¿Le debo yo mi cargo? ¿Fué él quien me ha elegido?<br />
<br />
Hubo un momento de pausa. El alto empleado tenía la cabeza baja. Despues, como si tomase una decision, la levantó, miró al General fijamente y, pálido y algo tembloroso, dijo con energía reprimida:<br />
<br />
—¡No importa, mi General, nada importa eso! V. E. no ha sido elegido por el pueblo filipino sino por España, ¡razon de más para que V. E. trate bien á los filipinos para que no puedan reprochar nada á España! ¡Razon de más, mi General! V. E. al venir aquí ha prometido gobernar con justicia, buscar el bien...<br />
<br />
—¿Y no lo estoy haciendo? preguntó exasperado S. E. dando un paso; ¿no le he dicho á usted que saco del bien de uno el bien de todos? ¿Me va usted ahora á dar lecciones? Si usted no comprende mis actos ¿qué culpa tengo yo? ¿Le fuerzo acaso á que participe de mi responsabilidad?<br />
<br />
—¡Sin duda que no! replicó el alto empleado irguiéndose con altanería; ¡V. E. no me fuerza, V. E. no me puede forzar á mí, á mí á que participe de su responsabilidad! La mía la entiendo de otra manera, y porque la tengo, voy á hablar pues me he callado por mucho tiempo. ¡Oh, no haga V. E. esos gestos porque el que aquí haya yo venido con este ó aquel cargo no quiere decir que abdique de mis derechos y me reduzca al papel de esclavo, sin voz ni dignidad! Yo no quiero que España pierda este hermoso imperio, esos ocho millones de súbditos sumisos y pacientes que viven de desengaños y esperanzas; pero tampoco quiero manchar mis manos en su esplotacion [239]inhumana, no quiero que se diga jamás que, destruida la trata, España la ha continuado en grande cubriéndola con su pabellon y perfeccionándola bajo un lujo de aparatosas instituciones. No, España para ser grande no tiene necesidad de ser tirana; España se basta á sí misma, ¡España era más grande cuando solo tenía su territorio, arrancado de las garras del moro! Yo tambien soy español, pero antes que español soy hombre y antes que España y sobre España está su honra, estan los altos principios de moralidad, ¡los eternos principios de la inmutable justicia! Ah, usted se asombra de que piense así, porque usted no tiene idea de la grandeza del nombre español, no la tiene usted, no; usted lo identifica con las personas, con los intereses; para usted el español puede ser pirata, puede ser asesino, hipócrita, falso, todo, con tal de conservar lo que tiene; para mí, el español debe perderlo todo, imperio, poderío, riquezas, todo, ¡todo antes que el honor! ¡Ah, señor mío! Nosotros protestamos cuando leemos que la fuerza se antepone al derecho, y aplaudimos cuando en la práctica la vemos hipócrita no solo torcerlo sino ponerlo á su servicio para imponerse... Por lo mismo que amo á España, ¡hablo aquí y desafío el fruncimiento de sus cejas! Yo no quiero que en las edades venideras sea acusada de madrastra de naciones, vampiro de pueblos, tirana de pequeñas islas, ¡porque sería horrible escarnio á los nobles propósitos de nuestros antiguos reyes! ¿Cómo cumplimos con su sagrado testamento? Prometieron á estas islas amparo y rectitud y jugamos con las vidas y libertades de sus habitantes; prometieron civilizacion y se la escatimamos, temiendo que aspiren á más noble existencia; les prometieron luz, y les cegamos los ojos para que no vean nuestra bacanal; prometieron enseñarles virtudes y fomentamos sus vicios y, en vez de la paz, de la riqueza y la justicia, reina la zozobra, el comercio muere y el escepticismo cunde en las masas. ¡Pongámonos en lugar de los filipinos y preguntémonos qué haríamos en su caso! ¡Ay! en su silencio de usted leo su derecho de sublevarse, y si las cosas no se mejoran se sublevarán un día ¡y á fé que la justicia estará de su parte y con ella las simpatías de todos los hombres honrados, de todos los patriotas del mundo! Cuando á un pueblo se le niega la luz, el hogar, la libertad, la justicia, bienes sin los cuales no es posible la vida y por lo mismo constituyen el patrimonio del [240]hombre, ese pueblo tiene derecho para tratar al que así le despoja como al ladron que nos ataja en el camino: no valen distingos, no valen escepciones, no hay más que un hecho, una propiedad, un atentado y todo hombre honrado que no vaya de parte del agredido, se hace cómplice y mancha su conciencia. Sí, yo no soy militar, y los años van apagando el poco fuego de mi sangre, pero así como me dejaría hacer pedazos por defender la integridad de España contra un invasor etrangero ó contra las veleidades injustificadas de sus provincias, así tambien le aseguro á usted que me pondría del lado de los filipinos oprimidos, ¡porque antes prefiero sucumbir por los derechos hollados de la humanidad que triunfar con los intereses egoistas de una nacion aun cuando esta nacion se llamase como se llama España!...<br />
<br />
—¿Sabe usted cuándo sale el correo? preguntó friamente S. E. cuando el alto empleado hubo acabado de hablar.<br />
<br />
El alto empleado le miró fijamente, despues bajó la cabeza y en silencio dejó el palacio.<br />
<br />
En el jardin encontró su coche que le esperaba.<br />
<br />
—Cuando un día os declareis independientes, dijo algo ensimismado al lacayo indio que le abría la portezuela, ¡acordaos de que en España no han faltado corazones que han latido por vosotros y han luchado por vuestros derechos!<br />
<br />
—¿Dónde, señor? contestó el lacayo que no le había comprendido y preguntaba á donde tenían que ir.<br />
<br />
Dos horas despues, el alto empleado presentaba su dimision y anunciaba su vuelta á España por el próximo correo.<br />
<br />
[Índice]<br />
XXXII<br />
Efectos de los pasquines<br />
<br />
A raiz de los acontecimientos narrados, muchas madres llamaron á sus hijos para que inmediatamente dejasen los estudios y se dedicasen á la holganza ó á la agricultura.<br />
<br />
Cuando llegaron los exámenes, abundaron los suspensos y raro fué el que aprobó el curso, habiendo pertenecido á la famosa asociacion de la que nadie se volvió á ocupar. Pecson, [241]Tadeo y Juanito Pelaez fueron igualmente suspendidos; el primero recibió las calabazas con su risa de bobo y prometió entrar de oficial en un juzgado cualquiera; Tadeo, con la cuacha eterna al fin, se pagó una iluminacion encendiendo una hoguera con sus libros; los demás tampoco salieron bien librados y al fin tuvieron que dejar sus estudios, con gran contento de las madres que siempre se imaginan á sus hijos ahorcados si llegan á enterarse de lo que dicen los libros. Solo Juanito Pelaez soportó mal el golpe, teniendo que dejar para siempre las aulas por el almacen de su padre, que en adelante le asociaba á su comercio: el truhan encontraba la tienda menos divertida, pero sus amigos, al cabo de algun tiempo, le vieron otra vez con la redonda joroba, lo cual era síntoma de que renacía su buen humor. El rico Makaraig, ante la hecatombe, se guardó muy bien de esponerse y, habiendo conseguido pasaporte á fuerza de dinero, se embarcó corriendo para Europa: decíase que S. E. el Capitan General, en su deseo de hacer el bien por el bien y cuidadoso de la comodidad de los filipinos, dificultaba la marcha á todo aquel que no probase antes materialmente que puede gastar y vivir con holgura en medio de las ciudades europeas. De nuestros conocidos, los que salieron mejor librados fueron Isagani y Sandoval: el primero aprobó la asignatura que cursaba bajo el P. Fernandez y fué suspendido en las otras, y el segundo pudo marear al tribunal á fuerza de discursos. Basilio fué el único que ni aprobó asignaturas, ni fué suspendido, ni se marchó á Europa: continuó en la carcel de Bilibid, sometido cada tres días á interrogatorios, los mismos casi del principio, sin más novedad que la del cambio de jueces instructores, pues parecía que delante de tanta culpabilidad todos sucumbían ó huían horrorizados.<br />
<br />
Y mientras dormían y se arrastraban los espedientes, mientras los papeles sellados menudeaban como cataplasmas de médico ignorante por el cuerpo de un hipocondríaco, Basilio se enteraba en todos sus detalles de cuanto había ocurrido en Tianì, de la muerte de Julî y la desaparicion de Tandang Selo. Sinong, el apaleado cochero que le había conducido á San Diego, se encontraba entonces en Manila, le visitaba y le ponía al corriente de todo.<br />
<br />
Entretanto Simoun había recobrado su salud, al menos así lo dijeron los periódicos. Ben Zayb dió gracias al «Omnipotente [242]que vela por tan preciosa vida» y ha manifestado la esperanza de que el Altísimo hará que un día se descubra al criminal, cuyo delito permanece impune gracias á la caridad de la víctima, que observa demasiado las palabras del Gran Mártir: ¡Padre, perdónalos que no saben lo que hacen!» Estas y otras cosas más decía Ben Zayb en impreso, mientras que de boca indagaba si era cierto el rumor de que el opulento joyero iba á dar una gran fiesta, un banquete como jamás se ha visto otro, parte como celebrando su curacion, parte como una despedida al país en donde había aumentado su fortuna. Se susurraba, es cierto, que Simoun, debiendo marcharse con el Capitan General cuyo mando expiraba el Mayo, hacía todos los esfuerzos para conseguir en Madrid una prórroga y aconsejaba á S. E. enprendiese una campaña para tener motivos de quedarse, pero se decía tambien que Su Excelencia, por primera vez, desoía los consejos de su favorito, tomando como cuestion de honor no retener ni por un solo día de más el poder que le habían concedido, rumor que hacía creer que la anunciada fiesta iba á tener lugar dentro de muy poco. Simoun, por lo demás, permanecía impenetrable; se había vuelto menos comunicativo aun, se dejaba ver poco, y sonreía misteriosamente cuando le hablaban de la anunciada fiesta.<br />
<br />
—Vamos, señor Simbad, le había dicho una vez Ben Zayb; ¡deslúmbrenos usted con algo yankee! Ea, que algo le debe á este país.<br />
<br />
—¡Sin duda alguna! respondía con su seca sonrisa.<br />
<br />
—Echará usted la casa por la ventana, ¿eh?<br />
<br />
—Es posible, solo que como no tengo casa...<br />
<br />
—¡Haber comprado la de Capitan Tiago que consiguió por nada el señor Pelaez!<br />
<br />
Simoun se había callado y desde entonces le vieron á menudo en el almacen de don Timoteo Pelaez, con quien se dijo que se había asociado. Semanas despues, por el mes de Abril, corría la voz de que Juanito Pelaez, el hijo de don Timoteo, se iba á casar con Paulita Gomez, la joven, codiciada por nacionales y estrangeros.<br />
<br />
—¡Hay hombres afortunados! decían otros comerciantes envidiosos; comprar una casa por nada, vender bien su partida de zinc, asociarse con un Simoun y casar á su hijo con una rica heredera, ¡diga usted que son gollerías que no las tienen todos los hombres honrados! [243]<br />
<br />
—¡Si supieran ustedes de dónde le viene al señor Pelaez esa gollería!<br />
<br />
Y con el tono de voz se indicaba á sí mismo.<br />
<br />
—Y tambien les aseguro que habrá fiesta y en grande, añadía con misterio.<br />
<br />
Era cierto, en efecto, que Paulita se casaba con Juanito Pelaez. Sus amores con Isagani se habían desvanecido como todos los primeros amores, basados en la poesía, en el sentimiento. Los sucesos de la pasquinada y la prision habían despojado al joven de todos sus atractivos. ¿A quién se le ocurre buscar el peligro, desear participar de la suerte de sus compañeros, presentarse, cuando todo el mundo se escondía y rechazaba toda complicidad? Era un quijotismo, una locura, que ninguna persona sensata en Manila se lo podía perdonar y tenía mucha razon Juanito en ponerle en ridículo, representándole en el momento en que se iba al Gobierno Civil. Naturalmente, la brillante Paulita ya no podía amar á un joven que tan erradamente comprendía la sociedad y que todos condenaban. Ella empezó á reflexionar. Juanito era listo, hábil, alegre, pillo, hijo de un rico comerciante de Manila y mestizo español por añadidura, ó si se ha de creer á don Timoteo, español de pura sangre; en cambio, Isagani era un indio provinciano que soñaba en sus bosques llenos de sanguijuelas, de familia dudosa, con un tío clérigo que quizás será enemigo del lujo y de bailes, á que ella era muy aficionada. Una hermosa mañana cayó pues en la cuenta de que había sido una solemne tonta en preferirle á su rival y desde entonces se notó el aumento de la joroba de Pelaez. La ley descubierta por Darwin la cumplía Paulita inconsciente pero rigurosamente: la hembra se entrega al macho más habil, al que sabe adaptarse al medio en que se vive, y para vivir en Manila no había otro como Pelaez, que desde pequeño sabía al dedillo la gramática parda.<br />
<br />
La cuaresma pasó con su semana santa, con su cortejo de procesiones y ceremonias, sin más novedad que un misterioso motin de los artilleros, cuya causa jamás se llegó á divulgar. Se derribaron las casas de materiales ligeros, mediante el concurso de un cuerpo de caballería para cargar sobre los dueños en el caso de que se sublevasen: hubo muchos llantos y muchas lamentaciones pero la cosa no pasó de allí. Los curiosos, entre ellos Simoun, fueron á ver á los que se quedaban sin hogar, paseándose indiferentes y se dijeron que en adelante podían dormir tranquilos. [244]<br />
<br />
A fines de Abril, olvidados ya todos los temores, Manila solo se ocupaba de un acontecimiento. Era la fiesta que don Timoteo Pelaez iba á dar en las bodas de su hijo, de quien el General, gracioso y condescendiente, se prestaba á ser el padrino. Decíase que Simoun había arreglado el asunto. El casamiento se celebraría dos días antes de la marcha de su Excelencia; ésta honraría la casa y haría un regalo al novio. Susurrábase que el joyero derramaría cascadas de brillantes, arrojaría á puñados perlas, en obsequio al hijo de su asociado y que, no pudiendo dar ninguna fiesta en su casa por no tener una propia y por ser solteron, aprovecharía la ocasion para sorprender al pueblo filipino con una sentida despedida. Toda Manila se preparaba para ser invitada; nunca la inquietud se apoderó con más vigor de los ánimos como ante el pensamiento de no ser de los convidados. Se disputaban la buena amistad de Simoun, y muchos maridos, obligados por sus esposas, compraron barras de hierro y piezas de zinc para hacerse amigos de don Timoteo Pelaez.<br />
<br />
[Índice]<br />
XXXIII<br />
La última razon<br />
<br />
Al fin llegó el día.<br />
<br />
Simoun, desde la mañana, no había salido de su casa, ocupado en poner en orden sus armas y sus alhajas. Su fabulosa riqueza estaba ya encerrada en la gran maleta de acero con funda de lona. Quedaban pocos estuches que contenían brazaletes, alfileres, sin duda regalos que esperaba hacer. Iba á partir al fin con el Capitan General, que de ninguna manera quiso prolongar su mando, temeroso del qué dirán de las gentes. Los maliciosos insinuaban que Simoun no se arriesgaba á quedarse solo, que, perdido su apoyo, no quería esponerse á las venganzas de tantos explotados y desgraciados, con tanto más motivo cuanto que el General que iba á venir, pasaba por ser un modelo de rectitud y acaso, acaso le haga devolver cuanto había ganado. Los indios supersticiosos, en cambio, creían que Simoun era el diablo que no quería separarse de su presa. Los pesimistas hacían un guiño malicioso y decían: [245]<br />
<br />
—Talado el campo, se va á otra parte la langosta.<br />
<br />
Solo algunos, muy pocos, sonreían y callaban.<br />
<br />
A la tarde, Simoun había dado orden á su criado para que si se presentaba un joven que se llamaba Basilio, le hiciese entrar en seguida. Despues encerróse en su aposento y pareció sumido en profundas reflexiones. Desde su enfermedad, el rostro del joyero se había vuelto más duro y más sombrío, se había profundizado mucho la arruga entre ceja y ceja. Parecía algo encorvado; la cabeza ya no se mantenía erguida, se doblaba. Estaba tan absorto en su meditacion que no oyó llamar á la puerta. Los golpes tuvieron que repetirse. Simoun se estremeció:<br />
<br />
—¡Adelante! dijo.<br />
<br />
Era Basilio, pero, ¡quantum mutatus! Si el cambio operado en Simoun durante los dos meses era grande, en el joven estudiante era espantoso. Sus mejillas estaban socavadas, desaliñado el traje, despeinado. Había desaparecido la dulce melancolía de sus ojos; en ellos brillaba una llama oscura; diríase que había muerto y su cadaver resuscitaba horrorizado de lo que había visto en la eternidad. Si no el crímen, su siniestra sombra se estendía por toda su figura. El mismo Simoun se espantó y sintió compasion por el desgraciado.<br />
<br />
Basilio, sin saludar, avanzó lentamente y en voz que hizo estremecerse al joyero, dijo:<br />
<br />
—Señor Simoun, he sido mal hijo y mal hermano; he olvidado el asesinato del uno y las torturas de la otra ¡y Dios me ha castigado! Ahora no me queda más que una voluntad para devolver mal por mal, crímen por crímen, ¡violencia por violencia!<br />
<br />
Simoun le escuchaba silencioso.<br />
<br />
—Hace cuatro meses, continuó Basilio, me hablaba usted de sus proyectos; he rehusado tomar parte, y he hecho mal; usted ha tenido razon. Hace tres meses y medio la revolucion estaba á punto de estallar, tampoco he querido tomar parte y el movimiento ha fracasado. En pago de mi conducta he sido preso y solo debo mi libertad á las instancias de usted. Usted ha tenido razon y ahora vengo á decirle: ¡arme mi brazo y que la revolucion estalle! ¡Estoy dispuesto á servirle con todos los desgraciados!<br />
<br />
La nube que oscurecía la frente de Simoun se disipó de [246]repente, un rayo de triunfo brilló en sus ojos, y cual si hubiese encontrado lo que buscaba, exclamó:<br />
<br />
—¡Tengo razon, sí, tengo razon! el derecho me asiste, la justicia está de mi parte, porque mi causa es la de los desgraciados... ¡Gracias, joven, gracias! Usted viene á disipar mis dudas, á combatir mis vacilaciones...<br />
<br />
Simoun se había levantado y su semblante estaba radiante: el ardor que le animaba cuando, cuatro meses antes, esplicaba á Basilio sus proyectos en el bosque de sus antepasados, reaparecía en su fisonomía como un rojo crepúsculo despues de un nublado día.<br />
<br />
—Sí, continuó; el movimiento ha fracasado y me han desertado muchos porque me vieron abatido vacilar en el supremo instante: ¡conservaba algo en mi corazon, no era dueño de todos mis sentimientos y amaba todavía!... Ahora todo está muerto en mí, ¡y ya no hay cadáver sagrado cuyo sueño tenga que respetar! Ya no habrá vacilaciones; ¡usted mismo, joven ideal, paloma sin hiel, comprende la necesidad, se viene á mí y me excita á la accion! ¡Algo tarde abre usted sus ojos! Entre usted y yo hubiéramos combinado y ejecutado planes maravillosos: ¡yo arriba, en las altas esferas, esparciendo la muerte entre perfumes y oro, embruteciendo á los viciosos y corrompiendo ó paralizando á los pocos buenos, y usted abajo, en el pueblo, entre los jóvenes, evocando la vida entre sangre y lágrimas! Nuestra obra, en vez de ser sangrienta y bárbara, habría sido piadosa, perfecta, artística ¡y de seguro que el éxito habría coronado nuestros esfuerzos! Pero ninguna inteligencia me ha querido secundar; miedo ó afeminamiento he encontrado en las clases ilustradas, egoismo en las ricas, candidez en la juventud, ¡y solo en las montañas, en los destierros, en la clase miserable he encontrado á mis hombres! ¡Pero no importa! ¡si no podemos sacar una acabada estatua, pulida en todos sus detalles, del bloc grosero que desbastaremos se encargarán los que han de venir!<br />
<br />
Y cogiendo del brazo á Basilio que le escuchaba sin comprenderle en todo, le condujo al laboratorio donde encerraba sus productos químicos.<br />
<br />
Sobre una mesa se encontraba una gran caja de chagrin oscuro, parecida á las que contienen las vajillas de plata que se regalan entre sí los ricos y los soberanos. Simoun la abrió y [247]descubrió, sobre fondo de raso rojo, una lámpara de forma muy original. El recipiente lo figuraba una granada, grande como la cabeza de un hombre, algo rajada, dejando ver los granos del interior, figurados por enormes cornalinas. La corteza era de oro oxidado é imitaba perfectamente hasta las rugosidades de la fruta.<br />
<br />
Simoun la sacó con mucho cuidado, y retirando el mechero, descubrió el interior del depósito: el casco era de acero, grueso como dos centímetros y podía contener algo más de un litro. Basilio le interrogaba con la mirada: nada comprendía.<br />
<br />
Sin entrar en explicaciones, Simoun sacó cuidadosamente de un armario un frasco y enseñó al joven la fórmula escrita encima.<br />
<br />
—¡Nitro-glicerina! murmuró Basilio, retrocediendo y retirando instintivamente las manos. ¡Nitro-glicerina! ¡Dinamita!<br />
<br />
Y creyendo comprender, se le erizaron los cabellos.<br />
<br />
—¡Sí, nitro-glicerina! repitió lentamente Simoun con su sonrisa fría y contemplando con delicia el frasco de cristal; ¡es algo más que nitro-glicerina! ¡Son lágrimas concentradas, odios comprimidos, injusticias y agravios! Es la suprema razon del debil, fuerza contra fuerza, violencia contra violencia... Hace un momento vacilaba yo, ¡pero usted ha venido y me ha convencido! ¡Esta noche volarán pulverizados los tiranos más peligrosos, los tiranos irresponsables, los que se ocultan detrás de Dios y del Estado, y cuyos abusos permanecen impunes porque nadie los puede fiscalizar! ¡Esta noche oirá Filipinas el estallido, que convertirá en escombros el informe monumento cuya podredumbre he apresurado!<br />
<br />
Basilio estaba atontado: sus labios se movían sin producir sonido, sentía que se le paralizaba la lengua, se le secaba el paladar. Por primera vez veía el poderoso líquido, de que tanto había oido hablar, como destilado en sombras por hombres sombríos, en guerra abierta contra la sociedad. Ahora lo tenía delante, trasparente y algo amarillento, vertiéndose con infinito cuidado en el seno de la artística granada. Simoun se le aparecía como el genio de las Mil y una noches que sale del seno del mar: adquiría proporciones gigantescas, tocaba el cielo con la cabeza, hacía estallar la casa y sacudía toda la ciudad con un movimiento de sus espaldas. La granada tomaba las proporciones de una colosal esfera, y la rajadura, una risa infernal, por [248]donde se escapaban brasas y llamas. Por primera vez Basilio se dejaba llevar del espanto y perdía su sangre fría por completo.<br />
<br />
Simoun, entretanto, atornillaba sólidamente un curioso y complicado aparato, ponía el tubo de cristal, la bomba, y coronaba el todo con una elegantísima pantalla. Despues se alejó á cierta distancia para contemplar el efecto, inclinando la cabeza ya á un lado ya á otro para mejor juzgar de su aspecto y magnificencia.<br />
<br />
Y viendo que Basilio le miraba con ojos interrogadores á la vez que recelosos, repuso:<br />
<br />
—Esta noche habrá una fiesta y esa lámpara se colocará en medio de un pequeño kiosko-comedor que he mandado hacer al efecto. La lámpara dará una luz brillante que bastará ella sola para iluminarlo todo, mas, al cabo de veinte minutos la luz se oscurecerá, y entonces, cuando quieran subir la mecha, detonará una cápsula de fulminato de mercurio, la granada estallará y con ella el comedor, en cuyo techo y en cuyo suelo he escondido sacos de pólvora para que nadie se pueda salvar...<br />
<br />
Hubo un momento de silencio: Simoun contemplaba su aparato y Basilio apenas respiraba.<br />
<br />
—De manera que mi concurso es inútil, observó el joven.<br />
<br />
—No, usted tiene otra mision que cumplir, contestó Simoun pensativo; á las nueve la máquina habrá estallado y la detonacion se habrá oido en las comarcas próximas, en los montes, en las cavernas. El movimiento que yo había combinado con los artilleros ha fracasado por falta de direccion y simultaneidad. Esta vez no será así. Al oirse el estallido, los miserables, los oprimidos, los que vagan perseguidos por la fuerza saldrán armados y se reunirán con Cabesang Tales en Santa Mesa para caer sobre la ciudad; en cambio, los militares á quienes he hecho creer que el General simula un alzamiento para tener motivos de permanecer, saldrán de sus cuarteles dispuestos á disparar sobre cualesquiera que designare. El pueblo entretanto, alebrestado, y creyendo llegada la hora de su degüello, se levantará dispuesto á morir, y como no tiene armas ni está organizado, usted con algunos otros se pondrá á su cabeza y los dirigirá á los almacenes del chino Quiroga en donde guardo mis fusiles. Cabesang Tales y yo nos reuniremos en la ciudad y nos apoderaremos de ella, y usted en los arrabales ocupará los puentes, se [249]hará fuerte, estará dispuesto á venir en nuestra ayuda y pasará á cuchillo no solo á la contrarevolucion, ¡sino á todos los varones que se nieguen á seguir con las armas!<br />
<br />
—¿A todos? balbuceó Basilio con voz sorda.<br />
<br />
—¡A todos! repitió con voz siniestra Simoun, á todos, indios, mestizos, chinos, españoles, á todos los que se encuentren sin valor, sin energía... ¡Es menester renovar la raza! ¡Padres cobardes solo engendrarán hijos esclavos y no vale la pena destruir para volver á edificar con podridos materiales! ¿Qué? ¿se estremece usted? ¿Tiembla, teme sembrar la muerte? ¿Qué es la muerte? ¿Qué significa una hecatombe de veinte mil desgraciados? ¡Veinte mil miserias menos, y millones de miserables salvados en su orígen! No vacila el más tímido gobernante en dictar una ley que ha de producir la miseria y la lenta agonía de miles y miles de súbditos, prósperos, trabajadores, felices tal vez, para satisfacer un capricho, una ocurrencia, el orgullo, ¿y usted se estremece porque en una noche han de terminar para siempre las torturas morales de muchos ilotas, porque un pueblo paralitico y viciado ha de morir para dar paso á otro nuevo, joven, activo, lleno de energía? ¿Qué es la muerte? ¡La nada ó un sueño! ¿Serán sus pesadillas comparables á la realidad de torturas de toda una miserable generacion? ¡Importa destruir lo malo, matar al dragon para bañar en su sangre al pueblo nuevo y hacerle robusto é invulnerable! ¿Qué otra cosa es la inexorable ley de la naturaleza, ley de lucha en que el débil tiene que sucumbir para que no se perpetúe la viciada especie y la creacion camine al retroceso? ¡Fuera, pues, femeniles preocupaciones! ¡Cúmplanse las leyes eternas, ayudémoslas y pues que la tierra es tanto más fecunda cuanto más se abona con sangre, y los tronos más seguros cuanto más cimentados en crímenes y cadáveres, no haya vacilacion, no haya duda! ¿Qué es el dolor de la muerte? La sensacion de un momento, acaso confuso, acaso agradable como el tránsito de la vigilia al sueño... ¿Qué se destruye? ¡Un mal, el sufrimiento, yerbas raquíticas para plantar en su lugar otras lozanas! ¿Llamará usted á eso destruir? Yo lo llamaría crear, producir, sustentar, vivificar...<br />
<br />
Tan sangrientos sofismas, dichos con conviccion y frialdad, anonadaban al joven, cuya inteligencia debilitada por más de tres meses de carcel y cegada por la pasion de la venganza, no [250]estaba en disposicion para analizar el fondo moral de las cosas. En vez de replicar que el hombre más malo ó pusilánime siempre es algo más que la planta, porque tiene un alma y una inteligencia que, por viciadas ó embrutecidas que pudiesen estar, se pueden redimir; en vez de contestar que el hombre no tiene derecho de disponer de la vida de nadie en provecho de nadie, y que el derecho á la vida reside en cada individuo como el derecho á la libertad y á la luz; en vez de replicar que si es abuso en los gobiernos castigar en el reo las faltas ó crímenes, en que ellos le han precipitado por incuria ó torpeza, cuanto más lo sería en un hombre, por grande y por desgraciado que fuere, castigar en el pobre pueblo las faltas de sus gobiernos y antepasados, en vez de decir que Dios solo puede tentar tales medios, que Dios puede destruir porque puede crear, ¡Dios que tiene en su mano la recompensa, la eternidad y el porvenir para justificar sus actos y el hombre nunca! en vez de estos raciocinios, Basilio solo opuso una vulgar observacion:<br />
<br />
—¡Qué dirá el mundo, á la vista de tanta carnicería?<br />
<br />
—¡El mundo aplaudirá como siempre, dando la razon al más fuerte, al más violento! contestó con su sonrisa cruel Simoun. Europa ha aplaudido cuando las naciones del occidente sacrificaron en América millones de indios y no por cierto para fundar naciones mucho más morales ni más pacíficas; allí está el Norte con su libertad egoista, su ley de Lynch, sus engaños políticos; ¡allí está el Sur con sus repúblicas intranquilas, sus revoluciones bárbaras, guerras civiles, pronunciamientos, como en su madre España! Europa ha aplaudido cuando la poderosa Portugal despojó á las islas Molucas, aplaude cuando Inglaterra destruye en el Pacífico las razas primitivas para implantar la de sus emigrados. Europa aplaudirá como se aplaude al fin de un drama, al fin de una tragedia: ¡el vulgo se fija poco en el fondo, solo mira el efecto! Hágase bien el crímen y será admirado y tendrá más partidarios que los actos virtuosos, llevados á cabo con modestia y timidez.<br />
<br />
—Perfectamente, repuso el joven; ¿qué me importa al fin y al cabo que aplaudan ó censuren, cuando ese mundo no se cuida de los oprimidos, de los pobres y de las débiles mujeres? ¿Qué consideraciones he de guardar con la sociedad cuando ella no ha guardado ninguna conmigo?<br />
<br />
—Así me gusta, dijo triunfante el tentador. [251]<br />
<br />
Y sacando de un cajon un revólver, se lo entregó diciendo:<br />
<br />
—A las diez espéreme frente á la iglesia de S. Sebastian para recibir mis últimas instrucciones. ¡Ah! A las nueve debe usted encontrarse lejos, ¡muy lejos de la calle Anloague!<br />
<br />
Basilio examinó el arma, la cargó y guardó en el bolsillo interior de su americana. Se despidió con un seco:—¡Hasta luego!<br />
<br />
[Índice]<br />
XXXIV<br />
Las bodas<br />
<br />
Una vez en la calle, Basilio pensó en qué podía ocuparse hasta que llegase la fatal hora; no eran más que las siete. Era la época de las vacaciones y todos los estudiantes estaban en sus pueblos. Isagani era el único que no quiso retirarse, pero había desaparecido desde aquella mañana y no se sabía su paradero. Esto le habían dicho á Basilio, cuando al salir de la carcel fué á visitar á su amigo para pedirle hospitalidad. Basilio no sabía á donde ir, no tenía dinero, no tenía nada fuera del revólver. El recuerdo de la lámpara ocupaba su imaginacion; dentro de dos horas tendría lugar la gran catástrofe y, al pensar en ello, le parecía que los hombres que desfilaban delante de sus ojos pasaban sin cabeza: tuvo un sentimiento de feroz alegría al decirse que, hambriento y todo, aquella noche iba él á ser temible, que de pobre estudiante y criado, acaso el sol le viera terrible y siniestro, de pié sobre pirámide de cadáveres, dictando leyes á todos aquellos que pasaban delante en sus magníficos coches. Rióse como un condenado, y palpó la culata del revólver: las cajas de cartuchos estaban en sus bolsillos.<br />
<br />
Se le ocurrió una pregunta ¿dónde principiaría el drama? En su aturdimiento, no se le había ocurrido preguntarlo á Simoun, pero Simoun le había dicho que se alejase de la calle de Anloague.<br />
<br />
Entonces tuvo una sospecha; aquella tarde, al salir de la cárcel se había dirigido á la antigua casa de Cpn. Tiago para buscar sus pocos efectos, y la había encontrado trasformada y preparada para una fiesta; ¡eran las bodas de Juanito Pelaez! Simoun hablaba de fiesta. [252]<br />
<br />
En esto vió pasar delante de sí una larga fila de coches, llenos de señores y señoras conversando con animacion; creyó distinguir dentro grandes ramilletes de flores, pero no paró atencion en ello. Los coches se dirigían hácia la calle del Rosario y, por encontrarse con los que bajaban del puente de España, tenían que detenerse á menudo é ir lentamente. En uno vió á Juanito Pelaez al lado de una mujer, vestida de blanco con un velo transparente: en ella reconoció á Paulita Gómez.<br />
<br />
—¡La Paulita! exclamó sorprendido.<br />
<br />
Y viendo que en efecto era ella, en traje de novia, con Juanito Pelaez, como si viniesen de la iglesia,<br />
<br />
—¡Pobre Isagani! murmuró ¿qué se habrá hecho de él?<br />
<br />
Pensó unos instantes en su amigo, alma grande, generosa, y mentalmente se preguntó si no sería bueno comunicarle el proyecto, pero mentalmente se contestó tambien que Isagani nunca querría tomar parte en semejante carnicería... A Isagani no le habían hecho lo que á él.<br />
<br />
Despues pensó en que sin la prision, él sería novio ó marido en aquellas horas, licenciado en Medicina, viviendo y curando en un rincon de su provincia. La sombra de Julî, destrozada en su caida, cruzó por su imaginacion; llamas oscuras de odio encendieron sus pupilas, y de nuevo acarició la culata del revólver sintiendo no llegase ya la terrible hora. En esto vió que Simoun salió de la puerta de su casa con la caja de la lámpara, cuidadosamente envuelta, entró en un coche que siguió la fila de los que acompañaban á los novios. Basilio, para no perder de vista á Simoun, quiso fijarse en el cochero, y con asombro reconoció en él al desgraciado que le había conducido á San Diego, á Sinong el apaleado de la Guardia Civil, al mismo que le enteraba en la carcel de cuanto había sucedido en Tianì.<br />
<br />
Conjeturando que la calle Anloague iba á ser el teatro, allá se dirigió el joven, apresurando el paso y adelantándose á los coches. En efecto, se dirigían todos á la antigua casa de Cpn. Tiago: ¡allí se reunían en busca de un baile para danzar por el aire! Basilio se rió al ver las parejas de la Guardia Veterana que hacían el servicio. Por su número se podía adivinar la importancia de la fiesta y de los invitados. La casa rebosaba de gente, derramaba torrentes de luz por sus ventanas; el zaguan estaba alfombrado y lleno de flores; allá arriba, acaso en su antiguo y solitario aposento, tocaba ahora la orquesta [253]aires alegres, que no apagaban del todo el confuso tumulto de risas, interpelaciones y carcajadas.<br />
<br />
D. Timoteo Pelaez llegaba al pináculo de la fortuna, y la realidad sobrejujaba sus ensueños. Casaba, al fin, á su hijo con la riquísima heredera de los Gomez, y gracias al dinero que Simoun le había prestado, había alhajado regiamente aquella gran casa, comprada en la mitad de su valor, daba en ella una espléndida fiesta, y las primeras divinidades de Olimpo manileño iban á ser sus huéspedes, para dorarle con la luz de su prestigio. Ocurríansele desde aquella mañana, con la persistencia de una cantata en boga, unas vagas frases que había leido en sus comuniones: «¡Ya es llegada la hora dichosa! ¡Ya se acerca el momento feliz! Pronto se cumplirán en tí las admirables palabras de Simoun: Vivo yo, mas no yo sino que el Capitan General vive en mí», etc. ¡El Capitan General, padrino de su hijo! No asistía en verdad al casamiento; don Custodio le representaba, pero vendría á cenar, y traería un regalo de boda, una lámpara que ni la de Aladin...—entre bastidores—Simoun daba la lámpara. Timoteo, ¿qué quieres más?<br />
<br />
La trasformacion que había sufrido la casa de Cpn. Tiago era considerable; se había empapelado de nuevo ricamente; el humo y el olor del opio desaparecieron por completo. La inmensa sala, ensanchada aun por los colosales espejos que multiplicaban al infinito las luces de las arañas, estaba toda alfombrada: alfombra tenían los salones de Europa, y aunque el piso era brillantísimo y de anchas tablas, alfombra debía tener tambien el suyo pues ¡no faltaba más! La rica sillería de Cpn. Tiago había desaparecido, en su lugar se veía otra, estilo Luis XV; grandes cortinas de terciopelo rojo, bordadas de oro, con las iniciales de los novios y sujetas por guirnaldas de azahar artificiales, pendían de los portiers y barrían el suelo con sus anchos flecos, de oro igualmente. En los ángulos se veían enormes vasos de Japon, alternando con otros de Sèvres, de un azul oscuro purísimo, colocados sobre pedestales cuadrados de madera tallada. Lo único que no estaba bien eran los cromos chillones con que don Timoteo había sustituido los antiguos grabados y las litografías de santos de Cpn. Tiago. Simoun no le pudo disuadir; el comerciante no quería cuadros al óleo, no vaya alguno á atribuirlos á artistas filipinos... ¡él, sostener á artistas filipinos, nunca! en ello le iba [254]la paz y acaso la vida, ¡y él sabía como hay que bogar en Filipinas! Verdad es que había oido hablar de pintores estrangeros como Rafael, Murillo, Velazquez, pero no sabía cómo dirigirse á ellos, y luego puede que salgan algo sediciosos... Con cromos no se arriesgaba nada, los filipinos no los hacían, le salían más baratos, el efecto parecía el mismo, si no mejor, ¡los colores más brillantes y muy fina la ejecucion! ¡Vaya si don Timoteo sabía como arreglarse en Filipinas!<br />
<br />
La gran caida, adornada toda de flores, se había convertido en comedor: una gran mesa en medio para treinta personas, y al rededor, pegadas á las paredes, otras pequeñitas para dos y tres. Ramilletes de flores, pirámides de frutas entre cintas y luces, cubrían los centros. El cubierto del novio estaba señalado por un ramo de rosas, el de la novia por otro de azahar y azucenas. Ante tanto lujo y tanta flor se imagina uno que ninfas de ropaje ligero y amorcillos con alas irisadas iban á servir néctar y ambrosía á huéspedes aéreos, al son de liras y eolias arpas.<br />
<br />
Sin embargo, la mesa para los grandes dioses no estaba allí, estaba servida allá en medio de la ancha azotea, en un elegantísimo kiosko, construido espresamente para el acto. Una celosía de madera dorada, por donde trepan olorosas enredaderas, ocultaba el interior á los ojos del vulgo sin impedir la libre circulacion del aire, para mantener la frescura necesaria en aquella estacion. Un elevado entarimado levantaba la mesa sobre el nivel de las otras en que iban á comer los simples mortales, y una bóveda, decorada por los mejores artistas, protegería los augustos cráneos de las miradas envidiosas de las estrellas.<br />
<br />
Allí no había más que siete cubiertos; la vagilla era de plata maciza, mantel y servilletas de finísimo lino, vinos, los más caros y esquisitos. Don Timoteo buscó lo más raro y costoso y no habría vacilado ante un crímen si le hubiesen dicho que el Capitan General gustaba de comer carne humana. [255]<br />
<br />
[Índice]<br />
XXXV<br />
La fiesta<br />
<br />
«Danzar sobre un volcan.»<br />
<br />
A la siete de la noche fueron llegando los convidados: primero, las divinidades menores, pequeños empleados, gefes de negociado, comerciantes, etc, con los saludos más ceremoniosos y los aires más graves, al principio, como si fueran recien aprendidos: tanta luz, tanta cortina y tanto cristal imponían algo. Despues se familiarizaban y se daban disimulados puñetazos, palmaditas en el vientre y algunos hasta se administraron familiares pescozones. Algunos, es verdad, adoptaban cierta actitud desdeñosa para hacer ver que estaban acostumbrados á cosas mejores, ¡vaya, si lo estaban! Diosa hubo que bostezó encontrando todo cursi y diciendo que tenía gazuza; otra que riñó con su dios, haciendo un gesto con el brazo para darle una manotada. Don Timoteo saludaba por aquí, por allá; enviaba una sonrisita, hacía un movimiento de cintura, un retroceso, media vuelta, vuelta entera, etc., tanto que otra diosa no pudo menos de decir á su vecina, al amparo del abanico:<br />
<br />
—¡Chica, que filadelfio está el tío! ¡Mia que paese un fantoche!<br />
<br />
Despues, llegaron los novios, acompañados de doña Victorina y toda la comitiva. Felicitaciones, apretones de manos, palmaditas protectoras al novio, miradas insistentes, lascivas, anatómicas para la novia, por parte de ellos; por parte de ellas, análisis del traje, del aderezo, cálculo del vigor, de la salud, etc.<br />
<br />
—¡Psíquis y Cupido presentándose en el Olimpo! pensó Ben Zayb y se grabó la comparacion en la mente para soltarla en mejor ocasion.<br />
<br />
El novio tenía en efecto la fisonomía truhanesca del dios del amor, y con un poco de buena voluntad se podía tomar por aljaba la joroba en su máximum, que la severidad del frac no llegaba á ocultar.<br />
<br />
Don Timoteo empezaba á sentir dolores de cintura, los [256]callos de sus piés se irritaban poco á poco, su cuello se cansaba y ¡faltaba aun el Cpn. General! Los grandes dioses, entre ellos el P. Irene y el P. Salví, habían llegado ya, es verdad, pero aun faltaba el trueno gordo. Estaba inquieto, nervioso; su corazon latía violentamente, tenía ganas de desahogar una necesidad, pero había primero que saludar, sonreir, y despues iba y no podía, se sentaba, se levantaba, no oía lo que le decían, no decía lo que se le ocurría. Y mientras tanto, un dios aficionado le hacía observaciones sobre sus cromos, se los criticaba asegurándole que manchaban las paredes.<br />
<br />
—¡Manchaban las paredes! repetía don Timoteo sonriendo con ganas de arañarle; ¡pero si están hechos en Europa y son los más caros que me he podido procurar en Manila! ¡Manchaban las paredes!<br />
<br />
Y don Timoteo se juraba cobrar al día siguiente todos los vales que del crítico tenía en su almacen.<br />
<br />
Se oyeron pitadas, galopar de caballos, ¡al fin!<br />
<br />
—¡El General!—¡El Capitan General!<br />
<br />
Pálido de emocion, se levantó don Timoteo disimulando el dolor de sus callos, y acompañado de su hijo y de algunos dioses mayores, bajó á recibir al Magnum Jovem. Se le fué el dolor de cintura ante las dudas que en el momento le asaltaron: ¿debía modelar una sonrisa ó afectar gravedad? ¿debía alargar la mano ó esperar á que el General le ofrezca la suya? ¡Carambas! ¿cómo no se le había ocurrido nada del asunto para consultar con su gran amigo Simoun? Para ocultar su emocion preguntó en voz baja, muy quebrada á su hijo:<br />
<br />
—¿Has preparado algun discurso?<br />
<br />
—Ya no se estilan discursos, papá, ¡y con éste menos!<br />
<br />
Llegó Júpiter en compañía de Juno, convertida en un castillo de fuegos artificiales: brillantes en el tocado, brillantes al cuello, en los brazos, en los hombros, ¡en todas partes! Lucía un magnífico traje de seda, con larga cola, bordada de flores de realce.<br />
<br />
S. E. tomó realmente posesion de la casa, como se lo suplicó balbuceando don Timoteo. La orquesta tocó la marcha real, y la divina pareja subió majestuosamente la alfombrada escalera.<br />
<br />
La gravedad de S. E. no era afectada; acaso por primera vez, desde que llegó á las Islas, se sentía triste; algo de melancolía velaba sus pensamientos. Aquel era el último triunfo [257]de sus tres años de soberano, y dentro de dos días, para siempre iba descender de tan elevada altura. ¿Qué dejaba detrás de sí? S. E. no volvía la cabeza y prefería mirar hácia delante, ¡hácia el porvenir! Se llevaba una fortuna consigo, grandes cantidades depositadas en los Bancos de Europa le esperaban, tenía hoteles, pero había lastimado á muchos, tenía muchos enemigos en la Corte, ¡el alto empleado le esperaba allá! Otros generales se enriquecieron como él rápidamente, y ahora estaban arruinados. ¿Por qué no se quedaba más tiempo como se lo aconsejaba Simoun? No, la delicadeza ante todo. Los saludos, ademas, no eran ya profundos como antes; notaba miradas insistentes, y hasta displicencia; y él contestaba con afabilidad y hasta ensayaba sonrisas.<br />
<br />
—¡Se conoce que el sol está en su ocaso! observó el P. Irene al oido de Ben Zayb; ¡muchos le miran ya frente á frente!<br />
<br />
¡Carambas con el cura! precisamente iba él á decir eso.<br />
<br />
—Chica, murmuró al oido de su vecina la que llamó fantoche á don Timoteo, ¿has visto qué falda?<br />
<br />
—¡Uy! ¡las cortinas del Palacio!<br />
<br />
—¡Calla! ¡y es verdad! Pues se llevan todo. ¡Verás como se hace un abrigo con las alfombras!<br />
<br />
—¡Eso no prueba más sino que tiene ingenio y gusto! observó el marido, reprendiendo á su esposa con una mirada; ¡las mujeres deben ser económicas!<br />
<br />
Todavía le dolía al pobre dios la cuenta de la modista.<br />
<br />
—¡Hijo! dame cortinas de á doce pesos la vara y ¡verás si me pongo estos trapos! replicó picada la diosa; ¡Jesus! ¡hablarás cuando tengas tan espléndidos predecesores!<br />
<br />
Entretanto Basilio, delante de la casa, confundido entre la turba de curiosos, contaba las personas que bajaban de los coches. Cuando vió tanta gente alegre, confiada; cuando vió al novio y á la novia, seguida de su cortejo de jovencitas inocentes y candorosas, y pensó que iban á encontrar allí una muerte horrible, tuvo lástima y sintió que se amortiguaba su odio.<br />
<br />
Tuvo deseos de salvar á tantos inocentes, pensó escribir y dar parte á la justicia; pero un coche vino y bajaron el P. Salví y el P. Irene, ambos muy contentos, y como nube pasagera, se desvanecieron sus buenos propósitos.<br />
<br />
—¡Qué me importa? se dijo ¡que paguen los justos con los pecadores! [258]<br />
<br />
Y luego añadió para tranquilizar sus escrúpulos:<br />
<br />
—Yo no soy delator, yo no debo abusar de la confianza que en mí ha depositado. Yo le debo á él más que á todos ésos; él cavó la tumba de mi madre; ¡esos la mataron! ¿Qué tengo que ver con ellos? Hice todo lo posible para ser bueno, útil; he procurado olvidar y perdonar; ¡sufrí toda imposicion y solo pedía me dejasen en paz! Yo no estorbaba á nadie... ¿Qué han hecho de mí? ¡Que vuelen sus miembros destrozados por el aire! ¡Bastante hemos sufrido!<br />
<br />
Despues vió bajar á Simoun llevando en brazos la terrible lámpara, le vió atravesar el zaguan lentamente, con la cabeza baja y como reflexionando. Basilio sintió que su corazon latía debilmente, que sus piés y manos se enfriaban y que la negra silueta del joyero adquiría contornos fantásticos, circundados de llamas. Allá se detenía Simoun al pié de la escalera y como dudando; Basilio no respiraba. La vacilacion duró poco: Simoun levantó la cabeza, subió resueltamente las escaleras y desapareció.<br />
<br />
Parecióle entonces al estudiante que la casa iba á estallar de un momento á otro y que paredes, lámparas, convidados, tejado, ventanas, orquesta, volaban lanzados por los aires como un puñado de brasas en medio de una detonacion infernal; miró en torno suyo y creyó ver cadáveres en lugar de curiosos; los veía mutilados, le pareció que el aire se llenaba de llamas, pero la serenidad de su juicio triunfó de aquella alucinacion pasagera que el hambre favorecía y se dijo:<br />
<br />
—Mientras no baje, no hay peligro. ¡Aun no ha llegado el Capitan General!<br />
<br />
Y procuró aparecer sereno dominando el temblor convulsivo de sus piernas, y trató de distraerse pensando en otras cosas. Alguien se burlaba de él en su interior y le decía:<br />
<br />
—Si tiemblas ahora, antes de los momentos supremos, ¿cómo te portarás cuando veas correr sangre, arder las casas y silbar las balas?<br />
<br />
Llegó S. E., pero el joven no se fijó en él: observaba la cara de Simoun que era uno de los que habían bajado para recibirle, y leyó en la implacable fisonomía la sentencia de muerte de todos aquellos hombres, y entonces nuevo terror se apoderó de él. Tuvo frío, se apoyó contra el muro de la casa y, fijos los ojos en las ventanas y atentos los oidos, quiso adivinar [259]lo que podía pasar. Vió en la sala la multitud rodeando á Simoun, y contemplando la lámpara; oyó varias felicitaciones, exclamaciones de admiracion; las palabras «comedor, estreno» se repitieron varias veces; vió al General sonreirse y conjeturó que se estrenaría aquella misma noche segun la prevision del joyero y, por cierto, en la mesa donde iba á cenar Su Excelencia. Simoun desapareció, seguido de una multitud de admiradores.<br />
<br />
En aquel momento supremo su buen corazon triunfó, olvidó sus odios, olvidóse de Julî, quiso salvar á los inocentes y decidido, suceda lo que suceda, atravesó la calle y quiso entrar. Pero Basilio había olvidado que iba miserablemente vestido; el portero le detuvo, le interpeló groseramente, y al ver su insistencia, le amenazó con llamar á una pareja de la Veterana.<br />
<br />
En aquel momento bajaba Simoun ligeramente pálido. El portero dejó á Basilio para saludar al joyero como si pasase un santo. Basilio comprendió en la espresion de la cara que dejaba para siempre la casa fatal y que la lámpara ya estaba encendida. Alea jacta est. Presa del instinto de conservacion, pensó entonces en salvarse. Podía ocurrírsele á cualquiera por curiosidad mover el aparato, sacar la mecha y entonces, estallaría y todo sería sepultado. Todavía oyó á Simoun que decía al cochero:<br />
<br />
—¡Escolta, pica!<br />
<br />
Azorado y temiendo oir de un momento á otro la terrible esplosion, Basilio se dió toda la prisa que podía para alejarse del maldito sitio: sus piernas le parecían que no tenían la agilidad necesaria, sus piés resbalaban contra la acera como si anduviesen y no se moviesen, la gente que encontraba le cerraba el camino y antes de dar veinte pasos creía que habían pasado lo menos cinco minutos. A cierta distancia tropezó con un joven que de pié, con la cabeza levantada, miraba fijamente hácia la casa. Basilio reconoció á Isagani.<br />
<br />
—¿Qué haces aquí? preguntóle. ¡Ven!<br />
<br />
Isagani le miró vagamente, se sonrió con tristeza y volvió á mirar hácia los balcones abiertos, al través de los cuales se veía la vaporosa silueta de la novia, cogida del brazo del novio, alejándose lánguidamente.<br />
<br />
—¡Ven, Isagani! ¡Alejémonos de esa casa, ven! decía en voz ronca Basilio cogiéndole del brazo. [260]<br />
<br />
Isagani le apartaba dulcemente ¡y seguía mirando con la misma dolorosa sonrisa en los labios!<br />
<br />
—¡Por Dios, alejémonos!<br />
<br />
—¿Por qué alejarme? ¡Mañana ya no será ella!<br />
<br />
Había tanto dolor en aquellas palabras que Basilio se olvidó por un segundo de su terror.<br />
<br />
—¿Quieres morir? preguntó.<br />
<br />
Isagani se encogió de hombros y siguió mirando.<br />
<br />
Basilio trató de arrastrarle de nuevo.<br />
<br />
—¡Isagani, Isagani, óyeme, no perdamos tiempo! Esa casa está minada, va á saltar de un momento á otro, por una imprudencia, una curiosidad... ¡Isagani, todo perecerá bajo sus ruinas!<br />
<br />
—¿Bajo sus ruinas? repitió Isagani como tratando de comprender sin dejar de mirar á la ventana.<br />
<br />
—¡Sí, bajo sus ruinas, sí, Isagani! ¡por Dios, ven! ¡te lo explicaré despues, ven! otro que ha sido más desgraciado que tú y que yo, los ha condenado... ¿Ves esa luz blanca, clara, como luz eléctrica, que parte de la azotea? ¡Es la luz de la muerte! Una lámpara cargada de dinamita, en un comedor minado... ¡estallará y ni una rata se escapará con vida, ven!<br />
<br />
—¡No! contestó Isagani moviendo tristemente la cabeza; quiero quedarme aquí, quiero verla por última vez... ¡mañana ya será otra cosa!<br />
<br />
—¡Cúmplase el destino! exclamó entonces Basilio alejándose á toda prisa.<br />
<br />
Isagani vió que su amigo se alejaba con la precipitacion que denotaba un verdadero terror y siguió mirando hácia la fascinadora ventana, como el caballero de Toggenburg esperando que se asome la amada, de que nos habla Schiller. En aquel momento la sala estaba desierta; todos se habían ido á los comedores. A Isagani se le ocurrió que los terrores de Basilio podían ser fundados. Recordó su cara aterrada, él que en todo conservaba su sangre fría y empezó á reflexionar. Una idea apareció clara á su imaginacion: la casa iba á volar y Paulita estaba allí, Paulita iba á morir de una muerte espantosa...<br />
<br />
Ante esta idea todo lo olvidó: celos, sufrimientos, torturas morales; el generoso joven solo se acordó de su amor. Sin pensar en sí, sin detenerse, dirigióse á la casa y gracias á su traje elegante y á su aire decidido, pudo franquear facilmente la puerta. [261]<br />
<br />
Mientras estas cortas escenas pasaban en la calle, en el comedor de los dioses mayores, circulaba de mano en mano un pedazo de pergamino donde se leían escritas en tinta roja estas fatídicas palabras:<br />
<br />
Mane Thecel Phares.<br />
Juan Crisóstomo Ibarra<br />
<br />
—¿Juan Crisóstomo Ibarra? ¿quién es ése? preguntó S. E. pasando el papel al vecino.<br />
<br />
—¡Vaya una broma de mal gusto! repuso don Custodio: ¡firmar el papel con el nombre de un filibusterillo, muerto hace más de diez años!<br />
<br />
—¡¡Filibusterillo!!<br />
<br />
—¡Es una broma sediciosa!<br />
<br />
—Habiendo señoras...<br />
<br />
El P. Irene buscaba al bromista y vió al P. Salví, que estaba sentado á la derecha de la condesa, ponerse pálido como su servilleta mientras con los ojos desencajados contemplaba las misteriosas palabras. ¡La escena de la esfinge se le presentó en la memoria!<br />
<br />
—¿Qué hay, P. Salví? preguntó; ¿está usted reconociendo la firma de su amigo?<br />
<br />
El P. Salví no contestó; hizo ademan de hablar y sin apercibirse de lo que hacía, se pasó por la frente la servilleta.<br />
<br />
—¿Qué le pasa á V. R.?<br />
<br />
—¡Es su misma escritura! contestó en voz baja, apenas inteligible; ¡es la misma escritura de Ibarra!<br />
<br />
Y recostándose contra el respaldo de su silla, dejó caer los brazos como si le faltasen las fuerzas.<br />
<br />
La inquietud convirtióse en terror; se miraron unos á otros sin decirse una sola palabra. S. E. quiso levantarse, pero temiendo lo atribuyeran á miedo, se dominó y miró en torno suyo. No había soldados: los criados que servían le eran desconocidos.<br />
<br />
—Sigamos comiendo, señores, repuso, ¡y no demos importancia á una broma!<br />
<br />
Pero su voz, en vez de tranquilizar, aumentó la inquietud; la voz temblaba.<br />
<br />
—Supongo que ese Mane thecel phares, ¿no querrá decir que seremos asesinados esta noche? dijo don Custodio. [262]<br />
<br />
Todos se quedaron inmóviles.<br />
<br />
—Pero pueden envenenarnos...<br />
<br />
Soltaron los cubiertos.<br />
<br />
La luz en tanto principió á oscurecerse poco á poco.<br />
<br />
—La lámpara se apaga, observó el General inquieto; ¿quiere usted subir la mecha, P. Irene?<br />
<br />
En aquel momento, con la rapidez del rayo, entró una figura derribando una silla y atropellando un criado y, en medio de la sorpresa general, se apoderó de la lámpara, corrió á la azotea y la arrojó al río. Todo pasó en un segundo: el comedor se quedó á oscuras.<br />
<br />
La lámpara ya había caido en el agua cuando los criados pudieron gritar:—¡Ladron, ladron! precipitándose tambien á la azotea.<br />
<br />
—¡Un revólver! gritó uno; ¡pronto un revólver!¡ Al ladron!<br />
<br />
Pero la sombra, más ágil aun, ya había montado sobre la balaustrada de ladrillo y antes que pudiesen traer una luz se precipitaba al río, dejando oir un ruido quebrado al caer en el agua.<br />
<br />
[Índice]<br />
XXXVI<br />
Apuros de Ben Zayb<br />
<br />
Inmediatamente que se enteró del acontecimiento cuando trajeron luces y vió las poco correctas posturas de los dioses sorprendidos, Ben Zayb, lleno de indignacion y ya con la aprobacion del fiscal de imprenta, fué corriendo á su casa—un entresuelo en donde vivía en república con otros—para escribir el artículo más sublime que jamás se haya leido bajo el cielo de Filipinas: el Capitan General se marcharía desconsolado si antes no se enteraba de sus ditirambos y esto, Ben Zayb que tenía buen corazon, no lo podía permitir. Hizo pues el sacrificio de la cena y del baile y no se durmió aquella noche.<br />
<br />
¡Sonoras exclamaciones de espanto, de indignacion, fingir que el mundo se había venido abajo y las estrellas, las eternas estrellas, chocaban unas con otras! Despues una introduccion misteriosa, llena de alusiones, reticencias..., luego el relato del hecho y la peroracion final. Multiplicó los giros, agotó [263]los eufemismos para describir la caida de espaldas y el tardío bautismo de salsa que recibió S. E. sobre la olímpica frente; elogió la agilidad con que recobró la posicion vertical, poniendo la cabeza donde antes estaban las piernas y viceversa; entonó un himno á la Providencia por haber velado solícita por tan sagrados huesos y el párrafo resultó tan delicado, que S. E. aparecía como un héroe y caía más alto, como dijo Victor Hugo. Estuvo escribiendo, borrando, añadiendo y limando para que, sin faltar á la verdad—este era su especial mérito de periodista—resultase todo épico, grande para los siete dioses, cobarde y bajo para el desconocido ladron, «que se había ajusticiado á sí mismo, espantado y convencido en el mismo instante de la enormidad de su crímen». Interpretó el acto del P. Irene de meterse debajo de la mesa, por «arranque de valor innato, que el hábito de un Dios de paz y mansedumbre, llevado toda la vida, no había podido amortiguar»; el P. Irene quería lanzarse sobre el criminal y tomando la línea recta pasó por el submesáneo. De paso habló de túneles submarinos, mencionó un proyecto de don Custodio, recordó la ilustracion y los largos viajes del sacerdote. El desmayo del P. Salví era el dolor excesivo que se apoderó del virtuoso franciscano, viendo el poco fruto que sacaban los indios de sus piadosos sermones; la inmovilidad y el espanto de los otros comensales, entre ellos el de la condesa que «sostuvo» (se agarró) al P. Salví, eran serenidad y sangre fría de héroes, avezados al peligro en medio del cumplimiento de sus deberes, al lado de quienes los senadores romanos, sorprendidos por los galos invasores, eran nerviosas muchachuelas que se asustan ante cucarachas pintadas. Despues y para formar contraste, la pintura del ladron: miedo, locura, azoramiento, torva mirada, facciones desencajadas y ¡fuerza de la superioridad moral de la raza! ¡su respeto religioso al ver allí congregados á tan augustos personajes! Y venía entonces de perilla una larga imprecacion, una arenga, una declamacion contra la perversion de las buenas costumbres, de ahí la necesidad de erigir un tribunal militar permanente, «la declaracion del estado de sitio dentro del estado de sitio ya declarado, una legislacion especial, represiva, enérgica, porque es de todo punto necesario, ¡es de imperiosa urgencia hacer ver á los malvados y criminales que si el corazon es generoso y paternal para los sumisos y obedientes [264]á la ley, la mano es fuerte, firme, inexorable, severa y dura para los que contra toda razon faltan á ella é insultan las sagradas instituciones de la patria! Sí, señores, esto lo exige no solo el bien de estas islas, no solo el bien de la humanidad entera, sino tambien el nombre de España, la honra del nombre español, el prestigio del pueblo ibero, porque ante todas las cosas españoles somos y la bandera de España», etc., etc., etc.<br />
<br />
Y terminaba el artículo con esta despedida:<br />
<br />
«¡Vaya tranquilo el bravo guerrero, que con mano esperta rigió los destinos de este país en épocas tan calamitosas! ¡Vaya tranquilo á respirar las balsámicas brisas del Manzanares! ¡Nosotros aquí nos quedaremos como fieles centinelas para venerar su memoria, admirar sus sabias disposiciones, y vengar el infame atentado contra su espléndido regalo, que hemos de encontrar aun cuando tengamos que secar los mares! ¡Tan preciosa reliquia será para este pais eterno monumento de su esplendor, sangre fría y bravura!»<br />
<br />
Así terminaba algo confuso el artículo y antes que amaneciese, lo envió á la redaccion ya con la previa autorizacion del censor. Y se durmió como Napoleon despues de haber dispuesto el plan de la batalla de Jena.<br />
<br />
Le despertaron al amanecer con las cuartillas devueltas y una nota del director, diciendo que S. E. había prohibido severa y terminantemente se hablase del asunto y encargado se desmintiese cuantos comentarios y versiones corrieran, dándolos todos por cuentos, exageraciones y consejas.<br />
<br />
Para Ben Zayb aquello era matarle á un hijo tan guapo y tan valiente, nacido y criado con tanto dolor y fatiga y ¿dónde encajar ahora la soberbia catilinaria, la exhibicion espléndida de aprestos bélico-justicieros? Y pensar que dentro de un mes ó dos iba él á dejar Filipinas, y el artículo no tendría salida en España, porque ¿cómo decir aquello contra los criminales de Madrid si allí imperan otras ideas, se buscan circunstancias atenuantes, se pesan los hechos, hay jurados, etc., etc.? Artículos como los suyos eran, como ciertos aguardientes envenenados que se fabrican en Europa, buenos para vendidos entre los negros, good for negroes, con la diferencia de que si los negros no los beben no se destruyen, mientras que los artículos de Ben Zayb, léanlos ó no los filipinos, producían sus efectos. [265]<br />
<br />
—¡Si al menos se cometiese otro crímen mañana ó pasado! decía.<br />
<br />
Y ante el pensamiento de aquel hijo muerto antes de impreso, capullos helados, y sintiendo que sus ojos se humedecían, se vistió para ver al director. El director se encogió de hombros: S. E. lo había prohibido, ¡porque si se llegaba á divulgar que siete dioses mayores se dejaron robar y sorprender por un cualquiera mientras blandían tenedores y cuchillos, peligraba la integridad de la Patria! Y así encargaba no se buscase ni la lámpara ni al ladron y recomendaba á sus sucesores no se arriesgasen á comer en ninguna casa particular, sin estar rodeados de alabarderos y guardias. Y como los que aquella noche supieron algo de los acontecimientos en casa de don Timoteo eran en su mayor parte empleados y militares, no era difícil desmentir el hecho en público: se trataba de la integridad de la patria. Ante este nombre, Ben Zayb bajó la cabeza lleno de heroismo, pensando en Abraham, Guzman el Bueno ó, cuando menos, en Brutus y otros antiguos héroes de la historia.<br />
<br />
Tanto sacrificio no podía quedar sin recompensa. El dios de los periodistas estaba satisfecho de Abraham-Ben Zayb.<br />
<br />
Casi al mismo tiempo vino el angel gacetillero trayendo el cordero bajo la forma de un asalto, cometido en una quinta á orillas del Pasig, en donde ciertos frailes pasaban la época del calor. ¡Aquella era la ocasion y Abraham-Ben Zayb alabó á su dios!<br />
<br />
—Los bandidos sacaron más de dos mil pesos, dejaron mal herido á un religioso y á dos criados... El cura se defendió como pudo detrás de una silla, que quedó rota en sus manos...<br />
<br />
—¡Espere, espere! decía Ben Zayb tomando notas; cuarenta o cincuenta tulisanes traidoramente... revólvers, bolos, escopetas, pistolas... leon esgrimiendo, silla... astillas... herido bárbaramente... diez mil pesos...<br />
<br />
Y entusiasmado y no contento con los detalles, se trasladó él mismo al sitio de la ocurrencia, componiendo en el camino la descripcion homérica del combate. ¿Una arenguita en boca del gefe? ¿Una frase de desprecio en boca del religioso? Todas las metáforas y comparaciones, aplicadas á S. E., al P. Irene y al P. Salví, vendrían de molde para el religioso herido, y la descripcion del ladron para cada uno de los malhechores. En la imprecacion podía estenderse más, podía hablar de religion, [266]de la fé, de la caridad, del toque de las campanas, de lo que los indios deben á los frailes, enternecerse y diluirse en frases y lirismos castelarinos. Las señoritas de la capital le leerían y dirían:<br />
<br />
—Ben Zayb, ¡bravo como un leon y tierno como un cordero!<br />
<br />
Cuando llegó al sitio de la ocurrencia, con gran sorpresa suya encontró que el herido no era otro que el P. Camorra, castigado por su provincial á espiar en la quinta de placer, á orillas del Pasig, sus travesuras de Tianì. Tenía una pequeña herida en la mano, una contusion en la cabeza al caerse de espaldas; los ladrones eran tres é iban armados de bolos; la cantidad robada, cincuenta pesos.<br />
<br />
—¡No puede ser! decía Ben Zayb; cállese usted... ¡no sabe lo que se dice!<br />
<br />
—¡Que no lo he de saber, puñales!<br />
<br />
—¡No sea usted tonto!... los ladrones debían ser más...<br />
<br />
—¡Hombre! el chupa-tintas éste...<br />
<br />
Tuvieron un buen altercado. Lo principal para Ben Zayb era no soltar el artículo, dar proporciones al hecho para que resulte la peroracion.<br />
<br />
Cortó la discusion un susurro. Los ladrones cogidos habían hecho declaraciones importantes. Uno de los tulisanes de Matangláwin (Cabesang Tales) les había dado cita para reunirse con su banda en Santa Mesa, para saquear los conventos y las casas de los ricos... Les guiaría un español, alto, moreno, de cabellos blancos, que decía obraba por orden del General, de quien era muy amigo; se les había asegurado además que la artillería y varios regimientos se les reunirían, por lo que no debían tener miedo ninguno. Los tulisanes serían indultados, y la tercera parte del botin les correspondería. La señal debiendo ser un cañonazo, y habiéndolo esperado en vano, los tulisanes creyéndose burlados,unos se retiraron, otros volvieron á sus montañas prometiendo vengarse del español, que por segunda vez había faltado á su palabra. Ellos entonces, los ladrones cogidos, quisieron hacer algo por su cuenta y atacaron la quinta que hallaron más á mano, prometiendo dar religiosamente las dos terceras partes del botin al español de cabellos blancos si acaso las reclamaba.<br />
<br />
Coincidiendo las señas con las de Simoun, la declaracion fué recibida como un absurdo y al ladron le aplicaron toda serie de [267]torturas, la máquina eléctrica inclusive, por aquella impía blasfemia. Mas, la noticia de la desaparicion del joyero habiendo llamado la atencion de toda la Escolta, y habiéndose encontrado sacos de pólvora y grande cantidad de cartuchos en su casa, la declaracion tuvo visos de verdad y empezó el misterio á rodear poco á poco el asunto, envolviéndose en nebulosidades, se habló cuchicheando, tosiendo, con miradas recelosas, puntos suspensivos, y muchas frases huecas de ocasion. Los que fueron iniciados no acababan de salir de su asombro, sacaban caras largas, palidecían y poco faltó para que muchos perdieran la razon al descubrirse ciertas cosas que habían pasado desapercibidas.<br />
<br />
—¡De buena nos hemos librado! ¿Quién iba á decir...?<br />
<br />
A la tarde, Ben Zayb, con los bolsillos llenos de revólvers y cartuchos, fué á visitar á don Custodio, que encontró trabajando de firme en un proyecto contra alhajeros americanos. Murmuró al oido del periodista, en voz quedísima y entre las dos palmas de la mano, palabras misteriosas.<br />
<br />
—¿De véras? preguntó Ben Zayb llevándose las manos á los bolsillos, mientras palidecía visiblemente.<br />
<br />
—Y donde le encuentren...<br />
<br />
Terminó la frase con una mímica espresiva. Levantó ambos brazos á la altura de la cara, el derecho más encogido que el izquierdo, vueltas las palmas de la mano hácia el suelo, cerró un ojo y haciendo dos movimientos de avance,<br />
<br />
—¡Psst, psst! silbó.<br />
<br />
—¿Y los brillantes? preguntó Ben Zayb.<br />
<br />
—Si se le encuentran...<br />
<br />
É hizo otra mímica con los dedos de la mano derecha, haciéndolos girar de delante atrás y de fuera adentro, en movimiento de abanico que se cierra, de algo que se recoge, de aspas que giran barriendo imaginarios objetos para sí, con hábil escamoteo. Ben Zayb respondió por otra mímica, abriendo mucho los ojos, arqueando las cejas y sorbiendo ávidamente el aire, como si el aire alimenticio ya se hubiese descubierto.<br />
<br />
—¡¡¡Jhs!!! [268]<br />
<br />
[Índice]<br />
XXXVII<br />
El misterio<br />
<br />
Todo se sabe.<br />
<br />
No obstante, apesar de tantas precauciones, los rumores llegaron hasta el público, si bien bastante alterados y mutilados. Eran el tema de los comentarios de la noche siguiente en casa de la rica familia de Orenda, comerciante en alhajas en el industrioso arrabal de Santa Cruz. Los numerosos amigos de la casa solo se ocupaban de ello. No se jugaba al tres-siete, ni se tocaba el piano, y la pequeña Tinay, la menor de todas las señoritas, se aburría sola jugando á la chongka, sin poderse explicar el interés que despiertan los asaltos, las conspiraciones, los sacos de pólvora, habiendo tantos hermosos sigayes en las siete casetas que parece le guiñan á una y le sonrien con sus boquitas entreabiertas para que los suba en la casa madre ó iná: Isagani que, cuando venía, jugaba con ella y se dejaba engañar lindamente, no acudía á sus llamamientos, Isagani escuchaba sombrío y silencioso lo que el platero Chichoy contaba. Momoy, el novio de la Sensia, la mayor de las de Orenda, hermosa y viva joven aunque algo burlona, había dejado la ventana donde solía pasar las noches en coloquio amoroso. Esto contrariaba mucho al loro cuya jaula pendía del alero, loro favorito de la casa por tener la habilidad de saludar por las mañanas á todo el mundo con maravillosas frases de amor. Capitana Loleng, la activa é inteligente capitana Loleng tenía su libro de cuentas abierto pero sin leerlo ni escribir nada en él; no fijaba la atencion en los platos, llenos de perlas sueltas, ni en los brillantes; aquella vez se olvidaba y era toda oidos. Su mismo marido, el gran Capitan Toringoy, trasformacion del nombre Domingo, el más feliz del arrabal, sin más ocupaciones que la de vestirse bien, comer, pasearse y charlar mientras toda su familia trabaja y se afana, no se iba á la tertulia, escuchando entre medroso y emocionado las horripilantes noticias del delgaducho Chichoy. [269]<br />
<br />
Y no había para menos. Chichoy había ido á entregar unos trabajos para don Timoteo Pelaez, un par de pendientes para la recien casada, á la sazon en que demolían el kiosko que en la noche anterior había servido de comedor á las primeras autoridades. Aquí Chichoy se ponía pálido y sus cabellos se erizaban.<br />
<br />
—¡Nakú! decía; sacos de pólvora, sacos de pólvora debajo del suelo, en el techo, debajo de la mesa, dentro de los asientos, ¡en todas partes! ¡Fortuna que ninguno de los trabajadores fumaba!<br />
<br />
—Y ¿quién ha puesto esos sacos de pólvora? preguntaba Capitana Loleng, que era valiente y no palidecía como el enamorado Momoy.<br />
<br />
Momoy había asistido á la boda y se comprende su póstuma emocion. Momoy había estado cerca del kiosko.<br />
<br />
—Es lo que nadie podía explicarse, contestó Chichoy; ¿quién tenía interés en turbar la fiesta? No podía haber más que uno, decía el célebre abogado señor Pasta que estaba de visita, ó un enemigo de don Timoteo ó un rival de Juanito...<br />
<br />
Las señoritas de Orenda se volvieron instintivamente hácia Isagani: Isagani se sonrió en silencio.<br />
<br />
—¡Escóndase usted! le dijo Capitana Loleng; pueden calumniarle... ¡escóndase usted!<br />
<br />
Isagani volvió á sonreirse y no contestó nada.<br />
<br />
—Don Timoteo, prosiguió Chichoy, no sabía á quien atribuir el hecho; él mismo había dirigido los trabajos, él y su amigo Simoun, y nadie más. La casa se alborotó, vino el teniente de la Veterana, y despues de encargar á todos el secreto, me despidieron. Pero...<br />
<br />
—Pero... pero... balbuceaba Momoy temblando.<br />
<br />
—¡Nakú! dijo la Sensia mirando á su novio y temblando tambien al recuerdo de que había estado en la fiesta; este señorito... si llegaba á estallar...<br />
<br />
Y miraba á su novio con ojos iracundos y admiraba su valor.<br />
<br />
—Si llegaba á estallar...<br />
<br />
—¡No quedaba nadie vivo en toda la calle de Anloague! añadió Capitan Toringoy afectando valor é indiferencia á los ojos de su familia.<br />
<br />
—Yo me retiraba consternado, prosiguió Chichoy, pensando en que si solamente una chispa, un cigarrillo, se hubiese caido [270]ó se hubiese derramado una lámpara, ¡á la hora presente no tendriamos ni General, ni Arzobispo, ni nada, ni empleados siquiera! Todos los que estaban anoche en la fiesta, ¡pulverizados!<br />
<br />
—¡Vírgen Santísima! Este señorito...<br />
<br />
—¡Susmariosep! exclamó Capitana Loleng; todos nuestros deudores estaban allí; ¡susmariosep! ¡Y allí cerca tenemos una finca! ¿Quién podrá ser?...<br />
<br />
—Ahora lo sabrán ustedes, añadió Chichoy en voz baja, pero es menester que guarden el secreto. Esta tarde me encontré con un amigo, escribiente en una oficina, y hablando del asunto, me ha dado la clave: lo ha sabido por unos empleados... ¿Quién creen ustedes que ha puesto los sacos de pólvora?<br />
<br />
Muchos se encogieron de hombros; solo Capitan Toringoy miró de soslayo á Isagani.<br />
<br />
—¿Los frailes?<br />
<br />
—¿El chino Quiroga?<br />
<br />
—¿Algun estudiante?<br />
<br />
—¿Makaraig?<br />
<br />
Capitan Toringoy tosía y miraba á Isagani.<br />
<br />
Chichoy sacudió la cabeza sonriendo.<br />
<br />
—¡El joyero Simoun!<br />
<br />
—¡¡¡Simoun!!!<br />
<br />
Un silencio, producido por el asombro, sucedió á estas palabras. Simoun, el espíritu negro del Capitan General, el riquísimo comerciante en cuya casa iban para á comprar piedras sueltas, ¡Simoun que recibía á las señoritas de Orenda con mucha finura y les decía finos cumplidos! Por lo mismo que la version parecía absurda, fué creida. Credo quia absurdum, decía S. Agustin.<br />
<br />
—Pero Simoun, ¿no estaba anoche en la fiesta? preguntó Sensia.<br />
<br />
—Sí, dijo Momoy, ¡pero ahora me acuerdo! Dejó la casa en el momento en que íbamos á cenar. Se marchó para sacar su regalo de bodas.<br />
<br />
—¿Pero no era amigo del General? ¿no era socio de don Timoteo?<br />
<br />
—Sí, se hizo socio para dar el golpe y matar á todos los españoles.<br />
<br />
—¡Ya! dijo Sensia; ¡ahora lo veo!<br />
<br />
—¿Cual? [271]<br />
<br />
—Ustedes no querían creer á tía Tentay. Simoun es el diablo que tiene compradas las almas de todos los españoles... ¡tía Tentay lo decía!<br />
<br />
Capitana Loleng se santiguó, miró inquieta hácia las piedras temiendo verlas convertidas en brasas; capitan Toringoy se quitó el anillo que había venido de Simoun.<br />
<br />
—Simoun ha desaparecido sin dejar huellas, añadió Chichoy; La Guardia Civil le busca.<br />
<br />
—¡Sí! dijo Sensia; ¡que busquen al demonio!<br />
<br />
Y se santiguó. Ahora se explicaban muchas cosas, la riqueza fabulosa de Simoun, el olor particular de su casa, olor á azufre. Binday, otra de las señoritas de Orenda, cándida y adorable muchacha, se acordaba de haber visto llamas azules en la casa del joyero una tarde en que, en compañía de la madre, habían ido á comprar piedras.<br />
<br />
Isagani escuchaba atento, sin decir una palabra.<br />
<br />
—¡Por eso, anoche...! balbuceó Momoy.<br />
<br />
—¿Anoche? repitió Sensia entre curiosa y celosa.<br />
<br />
Momoy no se decidía, pero la cara que le puso Sensia le quitó el miedo.<br />
<br />
—Anoche, mientras cenábamos, hubo un alboroto; la luz se apagó en el comedor del General. Dicen que un desconocido robó lámpara que había regalado Simoun.<br />
<br />
—¿Un ladron? ¿Uno de la Mano Negra?<br />
<br />
Isagani se levantó y se puso á pasear.<br />
<br />
—¿Y no le cogieron?<br />
<br />
—Saltó al río; nadie ha podido verle. Unos dicen que era español, otros que chino, otros, indio...<br />
<br />
—Se cree que con esa lámpara, repuso Chichoy, se iba á encender toda la casa, la pólvora...<br />
<br />
Momoy volvió á estremecerse, pero habiendo visto que Sensia se había apercibido de su miedo, quiso arreglarlo.<br />
<br />
—¡Qué lástima! exclamó haciendo un esfuerzo; ¡qué mal ha hecho el ladron! Hubieran muerto todos...<br />
<br />
Sensia le miró espantada; las mujeres se persignaron: Capitan Toringoy que tenía miedo á la politica, hizo ademan de alejarse. Momoy acudió á Isagani.<br />
<br />
—Siempre es malo apoderarse de lo que no es suyo, contestó Isagani con enigmática sonrisa; si ese ladron hubiese sabido de qué se trataba y hubiese podido reflexionar, ¡de seguro que no lo habría hecho! [272]<br />
<br />
Y añadió despues de una pausa:<br />
<br />
—¡Por nada del mundo quisiera estar en su lugar!<br />
<br />
Y así siguieron comentando y haciendo conjeturas.<br />
<br />
Una hora despues, Isagani se despedía de la familia para retirarse para siempre al lado de su tío.<br />
<br />
[Índice]<br />
XXXVIII<br />
Fatalidad<br />
<br />
Matangláwin era el terror de Luzon. Su banda tan pronto aparecía en una provincia donde menos se la esperaba como hacía irrupcion en otra que se preparaba á resistirle. Quemaba un trapiche en Batangas, devastaba los sembrados; al día siguiente asesina al juez de Paz de Tianì, al otro sorprenderá un pueblo en Cavite y se apoderará de las armas del tribunal. Las provincias del centro, desde Tayabas hasta Pangasinan, sufrían de sus depredaciones y su nombre sangriento llegaba hasta Albay, en el sur, y en el norte, hasta Kagayan. Desarmados los pueblos por la desconfianza de un gobierno débil, caían en sus manos como fáciles presas; á su aproximacion, los agricultores abandonaban sus campos, los ganados se diezmaban y un rastro de sangre y fuego marcaba su paso. Matangláwin se burlaba de todas las medidas severas que se dictaban contra los tulisanes: de ellas solo sufrían los habitantes de los barrios, que cautivaba ó maltrataba si se le resistían, ó si pactaban con él eran azotados ó desterrados por el gobierno, si es que al destierro llegaban y no sufrían en el camino un mortal accidente. Gracias á esta terrible alternativa, muchos campesinos se decidían á alistarse bajo su mando.<br />
<br />
Merced á este régimen de terror, el comercio de los pueblos agonizante ya, moría por completo. El rico no se atrevía á viajar, y el pobre temía ser preso por la Guardia Civil quien, obligada á perseguir á los tulisanes, cogía muchas veces al primero que encontraba y le sometía á torturas indecibles. En su impotencia, el gobierno hacía alardes de vigor en las personas que le parecían sospechosas, para que, á fuerza de crueldad, los pueblos no conociesen su flaco, el miedo que dictaba tales medidas. [273]<br />
<br />
Un cordon de estos infelices sospechosos, seis ó siete, atados codo con codo y maniatados como racimo de carne humana, marchaba una siesta por un camino que costeaba un monte, conducido por diez ó doce guardias, armados de fusiles. Hacía un calor estraordinario. Las bayonetas brillaban al sol, el cañon de los fusiles se calentaba y las hojas de salvia, puestas en los capacetes, apenas bastaban para amortiguar los efectos del mortífero sol de Mayo.<br />
<br />
Privados del uso de sus brazos y pegados unos á otros para economizar cuerda, los presos marchaban casi todos descubiertos y descalzos: el que mejor, tenía un pañuelo atado en torno de la cabeza. Jadeantes, miserables, cubiertos de polvo que en lodo convertía el sudor, sentían derretirse sus cerebros, flotar luces en el espacio, manchas rojas en el aire. La estenuacion y el desaliento estaban pintados en el semblante, la desesperacion, la ira, algo indefinible, mirada de moribundo que maldice, de hombre que reniega de la vida, de sí mismo, que blasfema contra Dios... Los más resistentes bajaban la cabeza, frotaban la cara contra las sucias espaldas del que va delante para enjugarse el sudor que les cegaba; muchos cojeaban. Si alguno, al caerse, entorpecía la marcha, oíase un insulto y un soldado venía blandiendo una rama, arrancada de un arbol, y le obligaba á levantarse, pegando á diestro y á siniestro. El cordon corría entonces arrastrando al caido que se revolcaba en el polvo y ahullaba pidiendo la muerte: por casualidad conseguía levantarse, ponerse de pié, y entonces seguía su camino llorando como un niño y maldiciendo la hora en que le concibieron.<br />
<br />
El racimo humano se detenía á veces mientras sus conductores bebían, y despues proseguía su camino con la boca seca, el cerebro oscuro y el corazon lleno de maldiciones. La sed era lo de menos para aquellos desgraciados.<br />
<br />
—¡Adelante, hijos de p—! gritaba el soldado, vigorizado de nuevo, lanzando el insulto comun en la clase baja de los filipinos.<br />
<br />
Y silbaba la rama y caía sobre una espalda cualquiera, la más próxima, á veces sobre un rostro, dejando una marca primero blanca, roja despues, y más tarde sucia gracias al polvo del camino.<br />
<br />
—¡Adelante, cobardes! gritaba á veces en español ahuecando mucho la voz. [274]<br />
<br />
—¡Cobardes! repetían los ecos del monte.<br />
<br />
Y los cobardes apresuraban su marcha bajo el cielo de hierro caldeado, por un camino que quema, hostigados por la nudosa rama que se desmenuza sobre la acardenalada piel. ¡El frío de la Siberia sería quizás más clemente que el sol de Mayo en Filipinas!<br />
<br />
Sin embargo, entre los soldados había uno que miraba con malos ojos tantas crueldades inútiles: marchaba silencioso, las cejas fruncidas como digustado. Al fin, viendo que el guardia, no satisfecho con la rama, daba de puntapiés á los presos que se caían, no se pudo contener y le gritó impaciente:<br />
<br />
—Oye, Mautang, ¡déjalos andar en paz!<br />
<br />
Mautang se volvió sorprendido.<br />
<br />
—Y á tí ¿qué te importa, Carolino? preguntó.<br />
<br />
—A mí nada, ¡pero me dan pena! contestó el Carolino; ¡son hombres como nosotros!<br />
<br />
—¡Como se vé que eres nuevo en el oficio! repuso Mautang riendo compasivo; ¿cómo tratábais, pues, á los presos en la guerra?<br />
<br />
—¡Con más consideracion, seguramente! respondió el Carolino.<br />
<br />
Mautang se quedó un momento silencioso y despues como encontrando su réplica, repuso tranquilamente:<br />
<br />
—¡Ah! es que aquellos son enemigos y embisten, mientras que éstos... ¡éstos son paisanos nuestros!<br />
<br />
Y acercándose dijo al oido del Carolino:<br />
<br />
—¡Qué simple eres! Se les trata así para que ensayen de rebelarse ó escaparse y entonces... ¡pung!<br />
<br />
El Carolino no contestó.<br />
<br />
Uno de los presos suplicó que le dejasen descansar porque tenía que hacer una necesidad.<br />
<br />
—¡El lugar es peligroso! contestó el cabo, mirando inquieto al monte; ¡súlung!<br />
<br />
—¡Súlung! repitió Mautang.<br />
<br />
Y silbó la vara. El preso se retorció y le miró con ojos de reproche:<br />
<br />
—¡Eres más cruel que el mismo español! dijo el preso.<br />
<br />
Mautang le replicó con otros golpes. Casi al mismo tiempo silbó una bala, seguida de una detonacion: Mautang soltó el fusil, lanzó un juramento y llevándose ambas manos al pecho [275]cayó girando sobre sí mismo. El preso le vió revolcándose en el polvo y arrojando sangre por la boca.<br />
<br />
—¡Alto! gritó el cabo poniéndose súbitamente pálido.<br />
<br />
Los soldados se pararon y miraron en torno. Una ligera ráfaga de humo salía de unos matorrales en la altura. Silbó otra bala, oyóse otra detonacion y el cabo herido en el muslo se dobló lanzando blasfemias. La columna estaba atacada por hombres que se escondían entre las peñas de la altura.<br />
<br />
El cabo, sombrío de ira, señaló hácia el racimo de presos y dijo:<br />
<br />
—¡Fuego!<br />
<br />
Los presos cayeron de rodillas, llenos de consternacion. Como no podían levantar las manos, pedían gracia besando el polvo ó adelantando la cabeza: quien hablaba de sus hijos, quien de su madre que se quedaba sin amparo; el uno prometía dinero, el otro invocaba á Dios, pero ya los cañones se habían bajado y una horrorosa descarga los hizo enmudecer.<br />
<br />
Entonces empezaron los tiroteos contra los que estaban en la altura, que se coronó poco á poco de humo. A juzgar por éste y por la lentitud de los tiros, los enemigos invisibles no debían contar más que con tres fusiles. Los guardias en tanto avanzaban y disparaban, se escondían detrás de los troncos de los árboles, se acostaban y procuraban ganar la altura. Saltaban pedazos de rocas, se desgajaban ramas de árboles, se levantaban pedazos de tierra. El primer guardia que intentó trepar, cayó rodando herido por una bala en el hombro.<br />
<br />
El enemigo invisible tenía la ventaja de la posicion; los valientes guardias que no sabían huir, estaban á punto de cejar, pues se detenían y no querían avanzar. Aquella lucha contra lo invisible les aterraba. No veían más que humo y rocas: ninguna voz humana, ninguna sombra: diríase que luchaban contra la montaña.<br />
<br />
—¡Vamos, Carolino! ¡Dónde está esa puntería, p—! gritó el cabo.<br />
<br />
En aquel momento un hombre apareció sobre una roca haciendo gestos con el fusil.<br />
<br />
—¡Fuego á ése! gritó el cabo lanzando una sucia blasfemia.<br />
<br />
Tres guardias obedecieron pero el hombre siguió de pié; hablaba á gritos pero no se le entendía.<br />
<br />
El Carolino se detuvo, creyendo reconocer á alguien en [276]aquella silueta que bañaba la luz del sol. Pero el cabo le amenazaba con ensartarle si no disparaba. El Carolino apuntó y se oyó una detonacion. El hombre de la roca giró sobre sí mismo y desapareció lanzando un grito que dejó aturdido al Carolino.<br />
<br />
Un movimiento se produjo en la espesura como si los que la ocupaban se dispersasen en todas direcciones. Los soldados entonces empezaron á avanzar, libres de toda resistencia. Otro hombre apareció sobre una peña blandiendo una lanza; los soldados dispararon, y el hombre se dobló poco á poco, se agarró á una rama; otro disparo, y cayó de bruces sobre la roca.<br />
<br />
Los guardias treparon ágilmente, calando la bayoneta, dispuestos á un combate cuerpo á cuerpo; el Carolino era el único que marchaba perezoso, con la mirada estraviada, sombría, pensando en el grito del hombre al caer derribado por su bala. El primero que llegó á la altura se encontró con un viejo moribundo, tendido sobre la roca; metióle la bayoneta en el cuerpo, pero el viejo no pestañeó: tenía la mirada fija en el Carolino, una mirada indefinible y con la huesuda mano le señalaba algo detrás de las rocas.<br />
<br />
Los soldados se volvieron y vieron al Carolino espantosamente pálido, la boca abierta y con la mirada en que flotaba el último destello de la razon. El Carolino, que no era otro que Tanò, el hijo de Cabesang Tales, que volvía de Carolinas, reconocía en el moribundo á su abuelo, á Tandang Selo, que, como no le podía hablar, le decía por los agonizantes ojos todo un poema de dolor. Y cadaver ya, seguía aun señalando algo detrás de las rocas...<br />
<br />
[Índice]<br />
XXXIX<br />
En su solitario retiro, á orillas del mar, cuya movible superficie se descubría al través de las abiertas ventanas estendiéndose á lo lejos hasta confundirse con el horizonte, el P. Florentino distraía su soledad tocando en su armonium aires graves y melancólicos, á que servían de acompañamiento el sonoro clamoreo de las olas y el murmullo de las ramas del vecino bosque. [277]Notas largas, llenas, plañideras como las de una plegaria sin dejar de ser varoniles, se escapaban del viejo instrumento; el P. Florentino que era un acabado músico, improvisaba y como se encontraba solo, daba rienda suelta á las tristezas de su corazon.<br />
<br />
En efecto, el anciano estaba muy triste. Su buen amigo, don Tiburcio de Espadaña, acababa de dejarle huyendo de la persecucion de su mujer. Aquella mañana había recibido una cartita de un teniente de la Guardia Civil que decía:<br />
<br />
«Mi querido Capellan: Acabo de recibir del comandante un telegrama que dice: español escondido casa Padre Florentino cojera remitira vivo muerto. Como el telegrama es bastante espresivo, prevéngale al amigo para que no esté allí cuando le vaya á prender á las ocho de la noche.<br />
<br />
Suyo afmo.<br />
<br />
Perez.<br />
<br />
Queme la carta.»<br />
<br />
—E... e... esta Victorina, ¡esta Victorina! había tartamudeado don Tiburcio; e... e... es capaz de hacerme afusilar.<br />
<br />
El P. Florentino no le pudo detener: en vano le hizo observar que la palabra cojera querrá decir cogerá; que el español escondido no debe ser don Tiburcio sino el joyero Simoun, que hace dos días había llegado, herido y como fugitivo, pidiendo hospitalidad. Don Tiburcio no se dejó convencer; cojera era su propia cojera, sus señas personales; eran intrigas de Victorina que le quería tener á toda costa vivo ó muerto, como desde Manila había escrito Isagani. Y el pobre Ulises dejó la casa del sacerdote para esconderse en la cabaña de un leñador.<br />
<br />
Ninguna duda abrigaba el P. Florentino de que el español buscado era el joyero Simoun. Había llegado misteriosamente, cargando él mismo con su maleta, sangrando, sombrío y muy abatido. Con la libre y afectuosa hospitalidad filipina, acogióle el clérigo sin permitirse indiscreciones, y como los acontecimientos de Manila no habían llegado aun á sus oidos, no se esplicaba claramente aquella situacion. La única conjetura que se le ocurría era que, habiéndose ya marchado el General, el amigo y protector del joyero, probablemente los enemigos de [278]éste, los atropellados, los lastimados, se levantaban ahora clamando venganza, y el General interino le perseguiría para hacerle soltar las riquezas que había acumulado. ¡De ahí la huida! Pero y sus heridas ¿de dónde provenían? ¿Había intentado suicidarse? ¿eran efecto de venganzas personales? ¿eran sencillamente causadas por una imprudencia, como pretendía Simoun? ¿Las había recibido huyendo de la fuerza que le perseguía?<br />
<br />
Esta última conjetura era la que se le presentaba con más visos de probabilidad. Contribuían á robustecerla el telegrama hace poco recibido y la voluntad decidida que había manifestado Simoun desde un principio de no ser tratado por el médico de la cabecera. El joyero solo aceptaba los cuidados de don Tiburcio y aun con marcada desconfianza. En este caso, se preguntaba el P. Florentino, ¿qué conducta debía él observar cuando la Guardia Civil le viniese á prender á Simoun? El estado del enfermo no permitía el movimiento y menos un largo viaje... Pero el telegrama decía vivo ó muerto...<br />
<br />
El P. Florentino dejó de tocar y se acercó á la ventana para contemplar el mar. La desierta superficie, sin un barco, sin una vela, nada le sugería. El islote que se distingue á lo lejos, solitario, solo le hablaba de su soledad y hacía más solitario el espacio. El infinito es á veces desesperadamente mudo.<br />
<br />
Trataba el anciano de analizar la sonrisa triste é irónica con que Simoun recibió la noticia de que iba á ser preso. ¿Qué significaba aquella sonrisa? ¿Y la otra sonrisa, más triste y más irónica todavía, cuando supo que solo vendrían á las ocho de la noche? ¿Qué significaba aquel misterio? ¿Por qué se negaba Simoun á esconderse?<br />
<br />
Se le venía á la memoria la célebre oracion de San Juan Crisóstomo defendiendo al eunuco Eutropio: «¡Nunca fué como ahora oportuno decir: Vanidad de vanidades y todo vanidad!»<br />
<br />
—Sí, aquel Simoun tan rico, tan poderoso, tan temido una semana antes, ahora, más desgraciado que Eutropio, buscaba asilo, y no en los altares de una iglesia, ¡sino en la miserable casa de un pobre clérigo indio, perdida en el bosque, en la orilla solitaria del mar! ¡Vanidad de vanidades y todo vanidad! ¡Y aquel hombre, dentro de breves horas, va á ser preso, arrancado del lecho donde yace, sin respeto á su estado, sin consideracion á sus heridas, vivo ó muerto le reclamaban sus enemigos! [279]¿Cómo salvarle? ¿Dónde encontrar los acentos conmovedores del obispo de Constantinopla? ¿Qué autoridad tenían sus pobres palabras, las palabras de un clérigo indio, cuya humillacion aquel mismo Simoun en sus días de gloria parecía aplaudir y alentar?<br />
<br />
El P. Florentino no se acordaba ya de la indiferente acogida que dos meses antes le había hecho el joyero, cuando quiso interesarle en favor de Isagani, preso por su exaltation imprudente; se olvidada de la actividad que Simoun había desplegado para precipitar las bodas de Paulita, bodas que habían sumido á Isagani en una feroz misantropía, que ponía inquieto al tío: el P. Florentino lo olvidaba todo y solo se acordaba del estado del enfermo, de sus deberes de huésped, y se devanaba los sesos. ¿Debía esconderlo para evitar la accion de la justicia? Pero si el mismo interesado no se apuraba: sonreía...<br />
<br />
En esto pensaba el buen anciano cuando un criado vino á advertirle que el enfermo le deseaba hablar. Pasó á la estancia inmediata, un limpio y bien ventilado aposento, con el pavimento hecho de anchas tablas brillantes y pulidas, ameublado sencillamente con grandes y pesados sillones, de forma antigua, sin barniz ni dibujos. Había en un estremo una gran cama de kamagon con sus cuatro columnas para sostener la corona del mosquitero y, al lado, una mesa cubierta de botellas, hilas y vendajes. Un reclinatorio á los piés de un Cristo y una pequeña biblioteca hacían sospechar que era el aposento del sacerdote, cedido á su huésped, segun la costumbre filipina de ceder al forastero la mejor mesa, el mejor cuarto y la mejor cama de la casa. Al ver las ventanas abiertas en todo su largo para dejar entrada libre al aire sano del mar y los ecos de su eterno lamento, nadie en Filipinas diría que allí se encontraba un paciente, pues es costumbre de cerrar todas las ventanas y las más pequeñas rendijas tan pronto como alguno se acatarra ó coge un dolor de cabeza insignificante.<br />
<br />
El P. Florentino miró hácia la cama y con gran espanto suyo vió que la fisonomía del enfermo había perdido su espresion tranquila é irónica. Un dolor oculto parecía fruncir sus cejas, en la mirada se leía la ansiedad y sus labios se contraían en una sonrisa de dolor.<br />
<br />
—¿Sufre usted, señor Simoun? preguntó solícito el sacerdote acercándose. [280]<br />
<br />
—Algo, ¡pero dentro de poco, dejaré de sufrir! contestó agitando la cabeza.<br />
<br />
El P. Florentino juntó las manos aterrado, creyendo comprender una terrible verdad.<br />
<br />
—¿Qué ha hecho usted, Dios mío? ¿Qué ha tomado usted? y tendió la mano hácia las botellas.<br />
<br />
—¡Es inútil! ¡no hay remedio ninguno! contestó con dolorosa sonrisa; ¿qué quería usted que hiciese? antes que den las ocho... Vivo ó muerto... muerto sí, ¡pero vivo no!<br />
<br />
—¡Dios mío, Dios mío! ¿Qué ha hecho usted?<br />
<br />
—¡Cálmese usted! le interrumpió el enfermo con un gesto; lo hecho hecho está. No debo caer vivo en manos de nadie... pueden arrancarme el secreto. No se apure, no pierda la cabeza, es inútil... ¡Escúcheme! va á venir la noche y no hay tiempo que perder... necesito decirle mi secreto, necesito confiarle mi última voluntad... necesito que usted vea mi vida... En el momento supremo quiero aligerarme de un peso, quiero esplicarme una duda... Usted que tanto cree en Dios... ¡quiero que me diga si hay un Dios!<br />
<br />
—Pero un antídoto, señor Simoun... tengo apomorfina... tengo éter, cloroformo...<br />
<br />
Y el sacerdote trataba de buscar un frasco hasta que Simoun, impaciente, gritó:<br />
<br />
—Es inútil... ¡es inútil! ¡No pierda usted tiempo! ¡Me iré con mi secreto!<br />
<br />
El clérigo, aturdido, se dejó caer sobre el reclinatorio, oró á los piés del Cristo ocultando la cara en las manos y despues se levantó serio y grave como si hubiese recibido de su Dios toda la energía, toda la dignidad, toda la autoridad del Juez de las conciencias. Acercó un sillon á la cabecera del enfermo, y se dispuso á escuchar.<br />
<br />
A las primeras palabras que le murmuró Simoun, cuando le dijo su verdadero nombre, el anciano sacerdote se echó para atrás y le miró con terror. El enfermo se sonrió amargamente. Cogido de sorpresa, el hombre no fué dueño de sí mismo, pero pronto se dominó y cubriéndose la cara con el pañuelo, volvió á inclinarse y á prestar atencion.<br />
<br />
Simoun contó su dolorosa historia, cómo, trece años antes, de vuelta de Europa, lleno de esperanzas y risueñas ilusiones, venía para casarse con una joven que amaba, dispuesto á hacer [281]el bien y á perdonar á todos los que le han hecho mal, con tal que le dejasen vivir en paz. No fué así. Mano misteriosa le arrojó en el torbellino de un motin urdido por sus enemigos; nombre, fortuna, amor, porvenir, libertad, todo lo perdió y solo se escapó de la muerte gracias al heroismo de un amigo. Entonces juró vengarse. Con las riquezas de su familia, enterradas en un bosque, escapóse, se fué al estrangero y se dedicó al comercio. Tomó parte en la guerra de Cuba, ayudando ya á un partido ya á otro, pero ganando siempre. Allí conoció al General, entonces comandante, cuya voluntad se captó primero por medio de adelantos de dinero y haciéndose su amigo despues gracias á crímenes cuyo secreto el joyero poseía. Él, á fuerza de dinero le consiguió el destino y una vez en Filipinas se sirvió de él como de ciego instrumento y le impulsó á cometer toda clase de injusticias valiéndose de su inextinguible sed del oro.<br />
<br />
La confesion fué larga y pesada, pero durante ella el confesor no volvió á dar ningun signo de espanto y pocas veces interrumpió al enfermo. Era ya de noche cuando el P. Florentino, enjugándose el sudor de rostro, se irguió y se puso á meditar. Reinaba en la habitacion oscuridad misteriosa, que los rayos de la luna, entrando por la ventana, llenaba de luces vagas y reflejos vaporosos.<br />
<br />
En medio del silencio, la voz del sacerdote resonó triste, pausada, pero consoladora:<br />
<br />
—Dios le perdonará á usted, señor... Simoun, dijo; sabe que somos falibles, ha visto lo que usted ha sufrido, ¡y al permitir que usted halle el castigo de sus culpas recibiendo la muerte de mano de los mismos que ha instigado, podemos ver Su infinita misericordia! Él ha hecho abortar uno á uno sus planes, los mejor concebidos, primero con la muerte de María Clara, despues por una imprevision, y despues misteriosamente... ¡acatemos Su voluntad y démosle gracias!<br />
<br />
—Segun usted, contestó débilmente el enfermo, su voluntad sería que estas islas...<br />
<br />
—¿Continuasen en el estado en que gimen? concluyó el clérigo viendo que el otro se detenía. No lo sé, señor; ¡no leo en el pensamiento del Inescrutable! Sé que no ha abandonado á los pueblos que en los momentos supremos se confiaron á Él y Le hicieron Juez de su opresion; sé que Su brazo no ha faltado nunca cuando, pisoteada la justicia y agotado todo recurso, el [282]oprimido coge la espada y lucha por su hogar, por su mujer, por sus hijos, por sus inalienables derechos que, como dice el poeta aleman, ¡brillan inquebrantables é incólumes allá en la altura como las mismas eternas estrellas! No, Dios que es la justicia, no puede abandonar Su causa, ¡la causa de la libertad sin la cual no hay justicia posible!<br />
<br />
—¿Por qué entonces me ha negado su apoyo? preguntó la voz del enfermo, llena de amarga queja.<br />
<br />
—¡Porque usted ha escogido un medio que Él no podía aprobar! respondió el sacerdote con voz severa: ¡la gloria de salvar á un pais no la ha de tener el que ha contribuido á causar su ruina! Usted ha creido que lo que el crímen y la iniquidad han manchado y deformado, ¡otro crímen y otra iniquidad podían purificar y redimir! ¡Error! El odio no crea más que monstruos, el crímen, criminales; sólo el amor lleva á cabo obras maravillosas, ¡solo la virtud puede salvar! No; si nuestro país ha de ser alguna vez libre, no lo será por el vicio y el crímen, no lo será corrompiendo á sus hijos, engañando á unos, comprando á otros, no; ¡redencion supone virtud, virtud, sacrificio y sacrificio, amor!<br />
<br />
—¡Bien! acepto su explicacion contestó el enfermo despues de una pausa; me he equivocado, pero, porque me he equivocado, ¿ese Dios ha de negar la libertad á un pueblo y ha de salvar á otros mucho más criminales que yo? ¿qué es mi error al lado del crímen de los gobernantes? ¿Por qué ese Dios ha de tener más en cuenta mi iniquidad que los clamores de tantos inocentes? ¿Por qué no me ha herido y despues hecho triunfar al pueblo? ¿Por qué dejar sufrir á tantos dignos y justos y complacerse inmóvil en sus torturas?<br />
<br />
—¡Los justos y los dignos deben sufrir para que sus ideas se conozcan y se estiendan! Hay que sacudir ó romper los vasos para derramar su perfume, ¡hay que herir la piedra para que salte la luz! ¡Hay algo providencial en las persecuciones de los tiranos, señor Simoun!<br />
<br />
—Lo sabía, murmuró el enfermo, y por eso excitaba la tiranía...<br />
<br />
—Sí, amigo mío, ¡pero se derramaban más líquidos corrompidos que otra cosa! Usted fomentaba la podredumbre social sin sembrar una idea. De esa fermentacion de vicios solo podía surgir el hastío y si naciese algo de la noche á la mañana, sería [283]á lo más un hongo, porque espontáneamente solo hongos pueden nacer de la basura. Cierto que los vicios de un gobierno le son fatales, le causan la muerte, pero matan tambien á la sociedad en cuyo seno se desarrollan. A gobierno inmoral corresponde un pueblo desmoralizado, á administracion sin conciencia, ciudadanos rapaces y serviles en poblado, ¡bandidos y ladrones en las montañas! Tal amo, tal esclavo. Tal gobierno, tal país.<br />
<br />
Reinó una corta pausa.<br />
<br />
—Entonces ¿qué hacer? preguntó la voz del enfermo.<br />
<br />
—¡Sufrir y trabajar!<br />
<br />
—¡Sufrir... trabajar...! repitió el enfermo con amargura; ¡ah! facil es decirlo cuando no se sufre... ¡cuando el trabajo se premia!... Si vuestro Dios exige al hombre tanto sacrificio, al hombre que apenas puede contar con el presente y duda del mañana; si hubiese usted visto lo que yo, miserables, desgraciados sufriendo indecibles torturas por crímenes que no han cometido, asesinatos para tapar agenas faltas ó incapacidades, pobres padres de familia, arrancados de su hogar para trabajar inútilmente en carreteras que se descomponen cada mañana y que parece solo se entretienen para hundir á las familias en la miseria... ¡ah! sufrir... trabajar... ¡es la voluntad de Dios! ¡Convenza usted á esos de que su asesinato es su salvacion, de que su trabajo es la prosperidad de su hogar! Sufrir... trabajar... ¿Qué Dios es ése?<br />
<br />
—Un Dios justísimo, señor Simoun, contestó al sacerdote; un Dios que castiga nuestra falta de fé, nuestros vicios, el poco aprecio que hacemos de la dignidad, de las virtudes cívicas... Toleramos y nos hacemos cómplices del vicio, á veces lo aplaudimos, justo es, justísimo que suframos sus consecuencias y las sufran tambien nuestros hijos. Es el Dios de libertad, señor Simoun, que nos obliga á amarla haciendo que nos sea pesado el yugo; un Dios de misericordia, de equidad, que al par que nos castiga nos mejora, y solo concede el bienestar al que se lo ha merecido por sus esfuerzos: la escuela del sufrimiento templa, la arena del combate vigoriza las almas. Yo no quiero decir que nuestra libertad se conquiste á filo de espada, la espada entra por muy poco ya en los destinos modernos, pero, sí, la hemos de conquistar mereciéndola, elevando la razon y la dignidad del individuo, amando lo justo, lo bueno, lo grande hasta morir por él, y cuando un pueblo llega á esa [284]altura, Dios suministra el arma, y caen los ídolos, caen los tiranos como castillo de naipes, ¡y brilla la libertad con la primera aurora! Nuestro mal lo debemos á nosotros mismos, no echemos la culpa á nadie. Si España nos viese menos complacientes con la tiranía, y más dispuestos á luchar y sufrir por nuestros derechos, España sería la primera en darnos la libertad, porque cuando el fruto de la concepcion llega á su madurez ¡desgraciada la madre que lo quiera ahogar! En tanto, mientras el pueblo filipino no tenga suficiente energía para proclamar, alta la frente y desnudo el pecho, su derecho á la vida social y garantirlo con su sacrificio, con su sangre misma; mientras veamos á nuestros paisanos, en la vida privada sentir vergüenzas dentro de sí, oir rugiendo la voz de la conciencia que se rebela y protesta, y en la vida pública callarse, hacer coro al que abusa para burlarse del abusado; mientras los veamos encerrarse en su egoismo y alabar con forzada sonrisa los actos más inícuos, mendigando con los ojos una parte del botin, ¿á qué darles libertad? Con España y sin España serían siempre los mismos, y acaso, ¡acaso peores! ¿A qué la independencia si los esclavos de hoy serán los tiranos de mañana? ¡Y lo serán sin duda porque ama la tiranía quien se somete á ella! Señor Simoun, mientras nuestro pueblo no esté prepardo, mientras vaya á la lucha engañado ó empujado, sin clara conciencia de lo que ha de hacer, fracasarán las más sabias tentativas y más vale que fracasen, porque ¿á qué entregar al novio la esposa si no la ama bastante, si no está dispuesto á morir por ella?<br />
<br />
El P. Florentino sintió que el enfermo le cogía la mano y se la estrechaba; calló entonces esperando que hablase, pero solo sintió dos apretones más oyó un suspiro y largo silencio reinó en la estancia. Solo el mar, cuyas olas se habían encrespado con la brisa de la noche como si despertasen del calor del día, enviaba sus roncos bramidos, su canto inmortal al estrellarse contra las enhiestas rocas. La luna, ya sin la rivalidad del sol, triunfaba tranquila en el cielo, y los árboles del bosque inclinándose unos á otros, se confiaban sus seculares leyendas en misteriosos murmullos, que trasportaba en sus alas el viento.<br />
<br />
Viendo que el enfermo nada decía, el P. Florentino como absorto en un pensamiento, murmuró:<br />
<br />
—¿Dónde está la juventud que ha de consagrar sus rosadas horas, sus ilusiones y entusiasmo al bien de su patria? ¿Dónde [285]está la que ha de verter generosa su sangre para lavar tantas vergüenzas, tantos crímenes, tanta abominacion? ¡Pura y sin mancha ha de ser la víctima para que el holocausto sea aceptable!... ¿Dónde estais, jóvenes, que habeis de encarnar en vosotros el vigor de la vida que ha huido de nuestras venas, la pureza de las ideas que se ha manchado en nuestros cerebros y el fuego del entusiasmo que se ha apagado en nuestros corazones?... ¡os esperamos, o jóvenes, venid que os esperamos!<br />
<br />
Y como sintiese sus ojos humedecerse, apartó su mano de la del enfermo, se levantó y se acercó á la ventana para contemplar la vasta superficie del mar. Sacáronle de su meditacion unos golpecitos discretos dados en la puerta. Era el criado que preguntaba si debía encender la luz.<br />
<br />
Cuando el sacerdote se acercó al enfermo y le vió, á la luz de la lámpara, inmóvil, los ojos cerrados, la mano que había estrechado la suya, abierta y estendida al borde de la cama, creyó un momento que dormía: pero observando que no respiraba, tocóle suavemente y entonces se apercibió de que estaba muerto: comenzaba á enfriarse.<br />
<br />
Arrodillóse entonces y oró.<br />
<br />
Cuando se levantó y contempló el cadáver, en cuyo semblante se leía la tristeza más profunda, el pesar de toda una vida inútil que se llevaba más allá de la muerte, el anciano se estremeció y murmuró:<br />
<br />
—¡Dios tenga piedad de los que le han torcido el camino!<br />
<br />
Y mientras los criados, llamados por él, se arrodillaban y rezaban por el muerto, curiosos y distraidos mirando hácia la cama y repitiendo requiems y más requiems, el P. Florentino sacó de un armario la célebre maleta de acero que contenía la fabulosa fortuna de Simoun. Vaciló unos instantes, mas, pronto, tomando una determinacion, descendió con ella las escaleras, se fué á la roca donde Isagani solía sentarse para escudriñar el fondo del mar.<br />
<br />
El P. Florentino miró á sus piés. Allá abajo se veían las oscuras olas del Pacífico batir las concavidades de la roca, produciendo sonoros truenos, al mismo tiempo que heridas por un rayo de luna, olas y espumas brillaban como chispas de fuego, como puñados de brillantes que arrojase al aire algun genio del abismo. Miró en derredor suyo. Estaba solo. La solitaria costa se perdía á lo lejos en vaga neblina, que la luna [286]desvanecía hasta confundirla con el horizonte. El bosque murmuraba voces ininteligibles. El anciano entonces, con el esfuerzo de sus hercúleos brazos, lanzó la maleta al espacio arrojándolo al mar. Giró varias veces sobre sí misma, y descendió rápidamente trazando una pequeña curva, reflejando sobre su pulimentada superficie algunos pálidos rayos. El anciano vió saltar gotas, oyó un ruido quebrado y el abismo se cerró tragándose el tesoro. Esperó algunos instantes para ver si el abismo devolvería algo, pero la ola volvió á cerrarse tan misteriosa como antes, sin aumentar en un pliegue más su rizada superficie, como si en la inmensidad del mar solo hubiese caido un pequeño pedruzco.<br />
<br />
—¡Que la naturaleza te guarde en los profundos abismos, entre los corales y perlas de sus eternos mares! dijo entonces el clérigo estendiendo solemnemente la mano. Cuando para un fin santo y sublime los hombres te necesiten, Dios sabrá sacarte del seno de las olas... Mientras tanto, ¡allí no harás el mal, no torcerás el derecho, no fomentarás avaricias!...<br />
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Fin de «El Filibusterismo.»<br />Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-208673918334409292012-03-18T21:35:00.000+08:002012-03-18T21:39:21.965+08:00Provincia, sí; colonia, no.El navegante portugués Fernando de Magallanes, llega a Filipinas el 16 de marzo de 1521. Cuando posteriormente desembarca en el puerto de Cebú de dicho país, celebra el llamado Pacto de Sangre, en cuya virtud el rajá Humabon se reconoce vasallo del Rey de España y, en pie de igualdad con los demás territorios componentes del Imperio español, compromete sus recursos militares en función de alianza y de mutua defensa. Muy poco después este convenio fil-hispano encuentra ocasión de cumplirse cuando Magallanes y sus gentes aprestan a defender al rajá Humabon contra la rebeldía del rajá Lapulapu, de la vecina isla de Mactán, ocasionándose incluso la muerte en combate del propio Fernando de Magallanes.<br />
<br />
Casi cuarenta y cinco años después, en 1565, justamente el día 27 de abril -tal la fecha de la muerte de Magallanes en 1521-, Miguel López de Legazpi, al mando de una expedición procedente de México, habiendo arribado al mismo puerto de Cebú, concierta otro Pacto de sangre con el rajá Tupas -descendiente del régulo Humabon- casi en los mismos términos en que éste lo hiciera con Magallanes. Antes lo había efectuado con el rajá Sikatuna en la isla filipina de Bohol. Más tarde, instalado ya en Manila, Legazpi concluye sendos convenios similares con los régulos Matandá y Lakandola. En todos estos acuerdos, los dirigentes de nuestras islas reconocen la soberanía del Rey de España, del que se confiesan vasallos, y se incorporan al Imperio ultramarino español, siempre en pie de igualdad con los demás componentes del mismo.<br />
<br />
No obstante, años después, el primer Obispo de Manila, Mons. Domingo de Salazar, O. P. convoca una especie de Sínodo, con asistencia de las autoridades eclesiásticas, gubernamentales y militares, para dilucidar, entre otros puntos, la legitimidad del dominio político-militar español en Filipinas. Se reconoce que el único título válido para el ejercicio de la soberanía española es el libre consentimiento de los naturales de las islas, a quienes pertenece gobernarse. Se entiende también que los españoles han suscrito pactos en virtud de los cuales los dirigentes nativos han optado por someterse al dominio español. Así y todo, se arguye que, de hecho, en muchas otras localidades no se han realizado convenios de esta naturaleza. Por consiguiente, visto que, no obstante, en ellas los españoles se permiten gobernar, es menester obtener el consentimiento de dichos súbditos, so pena de incurrir en ilegalidad y pecado. Esta conclusión, entre otras, se hace llegar al conocimiento del Consejo de Indias, que la aprueba. Mons. Miguel de Benavides, O. P., que acompaña a Mons. Domingo Salazar a España para este propósito, una vez fallecido éste, remata la misión que había traído a ambos a la corte española, obteniendo del rey Felipe II el oportuno Real Decreto en cuya virtud debería convocarse una especie de plebiscito entre los naturales de Filipinas para recabar su libre aceptación de la soberanía española. A su regreso a las Islas, Mons. Benavides da a conocer dicha resolución del monarca, la cual se lleva a cabo con su promulgación pública por el pregonero oficial de Manila el día 4 de agosto de 1598, a partir del cual se desplazan las comisiones correspondientes por las distintas regiones de Filipinas para recoger la respuesta de los habitantes, que, en su inmensa mayoría, acatan el dominio de España.<br />
<br />
Filipinas se une, pues, al imperio español como miembro de pleno derecho. Que la decisión filipina se realizara con entero conocimiento y con libertad plena lo demuestran los casos de los consultados en la provincia de La Laguna que, declarándose conocedores de la importancia de la consulta, solicitan el plazo de un año para dar cumplida respuesta toda vez que, estimaban que habría de sopesar seriamente los pros y los contras de la decisión, y de la provincia española de Pangasinán en que los votantes aceptan el dominio español a condición de que antes se les restituyan los tributos entregados hasta entonces que reputaban ilegales por haberse exigido antes de que dieran su reconocimiento de la soberanía de España. Ambas solicitudes, por cierto, fueron acogidas favorablemente por la administración española. Queda, pues, así legitimada la incorporación de Filipinas a las llamadas Las Españas.<br />
<br />
Y la vigencia de esta consulta se mantiene durante siglos, como lo demuestran estos casos: El Gobernador General, Narciso de Clavería, en 1846, visto que algunas regiones musulmanas habían rechazado el régimen español, juzgó oportuno repetir el plebiscito, en gancia a los años transcurridos, que podrían indicar resolución contraria por las generaciones posteriores al referendum inicial de 1598. Conseguidos los resultados, los transmite al gobierno de Madrid. Más tarde, empero, el mismo Gobernador General comunica su error al haber indicado que ciertas regiones involucradas habían respondido afirmativamente cuando, en realidad, habían significado su oposición a la soberanía española.<br />
<br />
En consecuencia, pide al Gobierno central que se abstenga de ejercer ningún dominio sobre dichas regiones, que deberán gozar de independencia propia. En 1880, por su parte, el Gobernador General Fernando Primo de Rivera, con los mismos propósitos que su antecesor, pretende conseguir el acatamiento de los habitantes de la llamada Provincia Montañosa, habitada por tribus paganas, cuyos antepasados habían votado negativamente en el plebiscito en cuestión. Pero, esta vez, el ejecutivo español, equivocando el espíritu de la consulta, hace saber a los indígenas de dicha región que, si transcurrido un plazo señalado, no acatan la soberanía española, enviaría una expedición militar para obligarles al sometimiento. Así acontece, visto el resultado negativo de la convocatoria en algunas zonas de la Provincia. Conseguido el éxito militar, el Gobernador General Primo de Rivera comunica a las autoridades de la Península que, de resultas de la expedición, al fin, después de tantos siglos, en la Provincia Montañosa ondea soberana la bandera de España. Casi a vuelta de correo, el gobierno central cursa órdenes al Gobernador General Primo de Rivera para que inmediatamente retire de dicha región toda fuerza militar y se abstenga de ejercer ningún mando político sobre la misma, que deberá permanecer independiente, porque las leyes españolas no permiten que se gobierne un territorio sin el consentimiento de sus habitantes. La orden es cumplimentada cabalmente.<br />
<br />
Legitimada, como queda dicho, la soberanía española en Filipinas por el libre acatamiento de los naturales de aquellas islas, en el plebiscito de 1598-1600, se sucederán muchísimos años de vigencia de la política ultramarina de los Austrias y Habsburgos en el trono de España. Cuando, en 1700, la Casa de los Borbones pasa a ocupar este trono, por mimetismo calculado suprime el Consejo de Indias, que ostentaba la representación de las posesiones de Ultramar y, en su lugar, crea el llamado Ministerio de Ultramar, calco fiel de sus homónimos de Inglaterra, Francia y Holanda.<br />
<br />
Filipinas, en consecuencia, deja de gozar de la condición de provincia regular de España, para conceptuársela como "colonia de la Corona", evidente situación de inferioridad y desigualdad, en contradicción radical con lo que los filipinos habían convenido con España. Este giro va a ocasionar un visible malestar entre los filipinos, de los que surge una protesta de disconformidad todavía sin cuajar, empero, en manifestaciones violentas.<br />
<br />
Cuando sobrevienen las llamadas guerras napoleónicas, al verse involucrada en ellas la Península española, tras los inevitables avatares político-militares, se precisa del auxilio y el apoyo de sus posesiones allende los mares. Para conseguir cubrir esta necesidad y, con tino de estrategia, el gobierno legítimo reunido en la Isla de León promulga el Decreto de 15 de octubre de 1810 en el que se afirma categóricamente que "las posesiones españolas ultramarinas en ambos hemisferios forman con la Península un sólo reino, una sola misma nación, y una familia y, en consecuencia, los naturales de dichos lugares disfrutan de los mismos derechos que los nacidos en la Península". Posteriormente la Constitución española de 1812 especifica expresamente cuáles sean esas posesiones; son, a saber "las regiones españolas comprendidas por la América septentrional, la América meridional y las Islas Filipinas" (Const. art. 11). Así, ya puede el gobierno español en la península exigir los servicios de los habitantes de América y de Filipinas para que acudan en defensa de la independencia de España contra las invasiones del déspota Napoleón Bonaparte, porque, al hacer tal, tan sólo estarían defendiendo su propia patria. La respuesta americana no es unánime; es más, algunos de los territorios aprovechan la coyuntura para emanciparse de España declarando su propia independencia. Filipinas, en cambio, se mantiene leal y, dentro de sus posibilidades, defiende los derechos e intereses de España como suyos, toda vez que ha aceptado la susodicha Constitución, proclamada en Manial el 27 de septiembre de 1812, organizándose, incluso, una Junta Preparatoria para la elección por voto popular de los representantes filipinos a las Cortes Españolas. Esta lealtad va a merecer, luego, la recompensa y el reconocimiento por parte de España, con el Real Decreto de 8 de mayo de 1826, en cuya virtud se autoriza a la ciudad de Manila -capital de Filipinas- a que luzca la Corona Real sobre el Castillo que figura en su Escudo de Armas. Este aditamiento honroso se adopta solemnemente el día 4 de julio de 1827.<br />
<br />
Así y todo, la política española en Filipinas vuelve a ser borbónica. Por eso, el Decreto Real de 4 de julio de 1861 establece en Filipinas un Consejo de Administración, copia fiel del que se estableció por Francia en Argelia cuando el imperio napoleónico. Una vez más, Filipinas deja de ser provincia regular española para pasar a ser "colonia" real. Para mayor confirmación, la Constitución española de 1876 dispone que Filipinas, al igual que las demás posesiones españolas en Ultramar, con excepción de Cuba y Puerto Rico, se gobernará por leyes especiales, no siendo aplicable ni vigente en el Archipiélago filipino dicha Constitución. He aquí la expresión visible del origen del conflicto fil-hispano que durará veinte años. El lema de la convivencia fil-hispana desde los tiempos del descubrimiento ha sido: "Filipinas con España", refrendada por los filipinos en su inmensa mayoría. Mas, ahora, por disposición constitucional, se impone otro lema, cual es: "Filipinas bajo España". Al no habérselo consultado al pueblo filipino y al contradecir abiertamente la política consentida y del agrado de los filipinos como habitantes de una provincia regular de España y no súbditos inferiores suyos, se inicia ya una posibilidad de apartamiento, cuando no de separación, en relación con España. Se cierne el asomo de un nuevo lema: "Filipinas sin España".<br />
<br />
Hacia 1882 en la península española se instala un grupo de jóvenes estudiantes filipinos, sobre todo en Barcelona y Madrid, cuyo pensamiento político es justamente el retorno a la concepción de Filipinas como provincia regular de España que riñe con la situación en que se encuentra entonces. No se piensa en la independencia de Filipinas, aún no, por lo que a estos filipinos se unen, sin reparo ni sospecha, los mestizos y los españoles nacidos en Filipinas. Al apiñarse en un grupo más o menos homogéneo, que formará lo que se conocerá luego como "La Propaganda", va a ser la que emprenda una campaña reformista y de ningún modo separatista.<br />
<br />
En 1889, con fecha de 18 de enero, un Real Decreto, por directa inspiración del Ministro de Ultramar, Manuel Becerra, declara sin ambalajes lo siguiente: "La identidad política entre pueblos que configuran una nación soberana no es posible cuando la distancia, el clima, las características raciales y la diversidad de costumbres, necesidades y recursos marcan grandes diferencias como ocurre entre España y las Islas Filipinas". La reacción filipina no se hace esperar: el 15 de febrero del mismo año, antes de que transcurriera un mes, los filipinos de Barcelona fundan un quincenario, llamado "La Solidaridad", para protestar contra esta discriminación racial y, al mismo tiempo, abogar porque se adopte de una vez la política anterior, según la cual Filipinas era una provincia regular de España y los filipinos gozaban de todos los derechos de los españoles de la Península.<br />
<br />
En esta épica lucha van a sobresalir los filipinos Marcelo Hilario del Pilar, abogado, y José Rizal Mercado, Médico. Con bien recortada pluma, ambos escribirán en La Solidaridad elocuentos artículos en defensa de su ideario político, rebatiendo de paso, de modo convincente, cuantos pretextos se alegaban para defender el colonialismo de Filipinas. Más tarde, empero, Rizal y Del Pilar tomarían rumbos distintos al no convenir en los medios que deben emplearse para lograr el objetivo deseado. Rizal porfía en que ha de ser por vía pacífica como los filipinos conseguirían su ideal político. En cambio, Del Pilar se convence de que el único recurso factible es el de la violencia armada. Al trasladarse, pues, la lucha política a Filipinas y ya no por medios pacíficos, el quincenario La Solidaridad pierde toda razón de ser y deja de publicarse el 15 de noviembre de 1895. Por su parte, Rizal publica sendas novelas en las que hace apología convincente de su tesis. Posteriormente, ya en Filipinas, insta la fundación de la "Liga Filipina", asociación patriótica que labora por las reformas precisas, siempre por medios pacíficos.<br />
<br />
Por paradójico que resulte, Rizal, enemigo de los medios violentos, emprende la lucha política en pro de los derechos de los filipinos en tierras filipinas, mientras que Del Pilar, amigo del alzamiento en armas, no abandona la Península, desde donde indicará a sus seguidores en Filipinas que deben fundar una sociedad clandestina que se apreste al recurso de las armas para lograr la independencia de Filipinas. Rizal fracasa en su empeño. Es más, víctima de un mayúsculo error político, se le encausa por el delito de rebelión, una vez que ha estallado la revolución, en la que Rizal no ha participado en modo alguno, y es fusilado el 30 de diciembre de 1896. La revolución aludida estalló en agosto de ese mismo año cuando los filipinos toman las armas, al mando de Andrés Bonifacio, que, conforme con el pensamiento de Marcelo Hilario del Pilar, había fundado la asociación secreta revolucionaria, conocida con el nombre de "Katipunan".<br />
<br />
La sima abierta es ya insondable. Como no se ha atentido el deseo filipino de que Filipinas conviviera con España y no bajo ella, ha habido que optar por un tercer recurso: Filipinas sin España. Se hace, pues, firme la voluntad popular: "Provincia, sí; colonia, no".<br />
<br />
Debe decirse que la revolución filipina destacó por la bizarría, el denuedo, el valor y el sacrificio de ambas partes contendientes. Más, no puede decirse que se luchara con odio y rencor. Demuéstranlo estos episodios, que reseñamos seguidamente.<br />
<br />
En el pueblo de Silang el escaso destacamento español y los contados residentes de esta nacionalidad se refugian en el convento parroquial al producirse el alzamiento filipino. Los alzados instan repetidamente la rendición de los españoles, que éstos rechazan todas las veces. Unos días después se sorprende al hijo de pocos años del jefe militar de la guarnición. Se había quedado rezagado cuando se produjo la huída al convento. Los revolucionarios, entonces le envían con bandera blanca y acompañado por un matrimonio filipino, para entregar a su padre una última intimación, indicando que de no hacerlo, matarían al niño. Ni que decir tiene que, ante tan aparente muestra de sobrada ingenuidad por parte de los filipinos, el padre aludido, sargento de la Guardia Civil, retuvo a su hijo y despidió al matrimonio con encargo de comunicar a los rebeldes que los soldados no se rendían. Cuando los superiores del ejército revolucionario se enteraron del asunto, censuraron al jefe filipino por su imperdondable candor. Más, este les respondió que conocía muy bien el genio y carácter de los españoles. Estos se rendirían. En efecto, al día siguiente del incidente, el destacamento, con los paisanos civiles, al mando de dicho sargento se entregó al ejército filipino, porque al decir de éste, ni él ni los demás españoles podrían ser menos decentes y honorables que el enemigo, que había confiado a su hijo al honor de su padre.<br />
<br />
En el tercer distrito de la isla de Mindanao, en Surigao concretamente, dos cuerpos del ejército filipino hicieron su entrada desde dos puntos opuestos. El primer grupo se apoderó del Ayuntamiento y la Guarnición local, ambos locales enteramente deshabitados; el otro, subió al convento parroquial haciendo prisionero al párroco, el jesuita Alberto Masoliver. Seguidamente los comandantes de ambos cuerpos aspiraron al mando del pueblo conquistado. El primero apoyaba su derecho en que había ocupado las dependencias gubernamentales; el segundo, a su vez, razonaba que tal había sido una victoria huera, toda vez que dichos lugares estaban vacíos, mientras que, en su caso, tenía en su poder al único prisionero de guerra.<br />
<br />
Antes de que se enconaran más los ánimos, el Padre Masoliver les recuerda, que, según ellos mismos, luchaban en nombre de la república democráticamente, o sea, mediante el voto de los habitantes y de los componentes de sus fuerzas. Logra convencerles, y se celebra la votación pertinente con la particularidad de que se encarga al propio párroco jesuíta a que sea el escrutador oficial, quien anuncie los resultados de la consulta electoral. ¡Insólito!.<br />
<br />
Aludamos, por último, al médico español Manuel Hernando, que, con motivo de la revolución, asumió al mando de una fuerzas que se enfrentaran con los revolucionarios al norte de la ciudad de Manila. Varias veces durante la campaña, este médico atravesaba las filas enemigas hata ser sorprendido al final. Interrogado por los militares filipinos, confesó paladinamente que su conducta no obedecía a ningún intento de conseguir información militar, sino que se trataba de visitar a su novia filipina. Citada ésta ante los mandos filipinos, confirmó la versión del doctor Hernando. Sin más dilación, se le proporcionó un salvoconducto para que pudieran hacer esas visitas cuando le viniera en gana. No hace falta decir que, poco después, dicho médico se pasó a las filas revolucionarias. Con los años, adquirió la nacionalidad filipina y llegó a ocupar el cargo de Director General de Sanidad de Filipinas.<br />
<br />
Hay un momento en que las aguas parecen retornar a su prístino origen. A mediados de 1897, se inician unos pasos en orden a conseguir un entendimiento entre españoles y filipinos en aras de la paz y en gracia a su trisecular convivencia. El prestigioso filipino Pedro Alejandro Paterno actúa de intermediario entre ambas partes, mereciendo la confianza tanto de las autoridades españolas como de los dirigentes filipinos.<br />
<br />
Tras las prolijas negociaciones en un ambiente de mutua buena fe, el Gobernandor General Fernando Primero de Rivera, por parte española, y el General Emilio Aguinaldo, en nombre de los revolucionarios filipinos, suscriben el llamado Pacto de Byak-na-bató, en cuya virtud los filipinos vuelven a reconocer la soberanía de España en Filipinas y, a su vez, la administración española se compromete a introducir las reformas políticas y sociales que los filipinos estimaban imprescindibles para ver satisfechos sus ideales políticos. Se está, pues, a un paso de ver restaurada la aspiración filipina; es a saber, "Provincia, si; colonia, no".<br />
<br />
Pero, un tercero en discordia va a hacer imposible el cumplimiento del tratado de paz. Nos referimos a los Estados Unidos. Hacen la guerra contra España y, luego, con dolo imperdonable, traicionan a los filipinos, entonces aliados suyos, negándoles la independencia prometida e imponiendo su soberanía sobre Filipinas. Lo que acontece posteriormente ya es otra historia.<br />
<br />
Hay que destacar, empero, el clímax que alcanza la problemática hispano-filipina. En el lejano y aislado pueblo de Baler, el reducido destacamento español y los pocos residentes españoles del lugar, se hacen fuertes en el convento del pueblo, desafiando a los filipinos nuevamente alzados en armas. Un año dura el asedio filipino. Al fin, convencidos de la derrota de España en el país, este puñado de españoles se rinde a las fuerzas del ejército filipino. Cuando lo hacen, es mayúsculo su asombro grato al comprobar que, a la salida del convento, para entregar sus armas, son recibidos por números del ejército filipino en uniforme de gala, que les rinden honores militares.<br />
<br />
Luego después, el general Aguinaldo, en su condición de Presidente de la República de Filipinas, libre, soberana e independiente, expide un Decreto en el que se declara: "Habiéndose hecho acreedoras a la admiración del mundo, las fuerzas españolas que se ha sostenido en su guarnición de Baler por el valor, la constancia y el heroísmo con que ese puñado de hombres aislados sin ninguna esperanza de auxilio, han defendido su bandera durante un año, logrando una epopeya tan gloriosa y tan digna de la bravura de los hijos del Cid y de Pelayo; rindiendo homenaje a las virtudes militares, y expresando los sentimientos del Ejército de esta República, que gallardamente ha luchado contra ellos, por Consejo del Secretario de Guerra y de conformidad con mi Consejo de Gobierno, vengo en decretar lo siguiente: Artículo único: Los individuos que componen las fuerzas antedichas no se considerarán prisioneros de guerra, sino amigos y, en consecuencia, se les proveerá por los Cuarteles Generales de los pases necesarios para su regreso a su país. Dado en Tarlak el 30 de junio de 1899.- El Presidente de la República, Emilio Aguinaldo.- El Secretario de Guerra, Ambrosio Flores.<br />
<br />
¿Cabe rúbrica más pundonorosa que selle la historia de una convivencia entre dos pueblos durante más de tres siglos largos?<br />
<br />Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-33977267744276275162012-02-12T21:49:00.000+08:002012-02-12T21:49:27.837+08:00La profecía de 1840 de una Monja Clarisa sobre Filipinas<br />
----Sí. Esa es la interesante y famosa profecía de 1840.---Decía Doña Adela con aire autoritaria.<br />
A Lourdes le interesó el tema y se sentó en una silla cerca a las de sus tías. Se quitaba de la cabeza la mantilla blanca mientras su tía Matilde decía:<br />
----Se trata de la Virgen de Guadalupe, la Virgen del Pilar y la Virgen del Santo Rosario…<br />
<br />
-----¡Sí! ¡Es la profecía de las tres Vírgenes!----recordaba Doña María<br />
A Lourdes se le ocurrió que este tema bien le podría interesar a su hijo Felipe. Pidió a una de las criadas que le llamase.<br />
----Un momento tía María, quiero que Felipe oiga lo que vas a contar. Ya viene.<br />
Unos momentos después el casi treceañero de Felipe venía a la sala, seguido por sus dos ayas, Imáng y Julieta.<br />
----Felipe, ven. Quiero que escuches lo que tus tías abuelas Maria, Matilde y Adela nos van a contar. Es sobre una profecía que se dijo en 1840. --- le dijo Lourdes a su hijo.<br />
----Si mami. Me gusta oir cuentos así…-contestó Felipe y se sentó en otra silla antigua cerca de su madre y sus tías abuelas.<br />
En el próximo juego de sillerías de Luis XV estaba sentada, abanicándose, Doña Rosa.<br />
Más allá Don José estaba reclinado sobre su silla-diván de fraile sorbiendo un vaso de leche de coco fresco y con las patas puestas sobre los brazos de dicha silla.<br />
----La Virgen de Guadalupe simbolizá en Filipinas a la raza indígena. La Virgen de Guadalupe apareció después de todo en México como una princesa azteca, es decir como una princesa indígena ante un indio mexicano, ante un indígena mexicano, Juan Diego. Pues al crecer e instalarse su devoción en estas islas, la misma Virgen de Guadalupe llegó a representar, dentro de lo filipino, a las razas indígenas de estas islas. La Virgen de Guadalupe representa, en otras palabras, a los grupos étnicos originarios de estas islas como los tagalos, los pampangos, los ilocanos, los bicolanos, los bisayas, los lumad, o los que no son musulmanes de Mindanao, y a los cuyunin de Palawan o Paragua.---- explicó muy enfáticamente Doña Matilde.<br />
----La Virgen del Santísimo Rosario, ----dijo casualmente Doña Adela, o Uda, ---- representa lo chino y japonés, es decir, lo asiático dentro de lo filipino en estas islas. Los chinos y japoneses atraidos a Filipinas por el comercio de los galeones, entre Acapulco y Manila, vinieron a vivir entre nosotros. Y. al aceptar al Rey de España como su natural soberano se hicieron españoles como todos nuestros indígenas. Con el tiempo se asimilaron a lo español y a lo filipino y a la larga quedaron, y quedan, como una influencia más dentro del contexto filipino. Y para representarles está la Virgen del Santísimo Rosario que, dicho sea de paso, fue tallada en marfil, por un chino cristiano y siempre fue el objeto de la devoción de los chinos cristianos, luego filipinos, igualmente originarios, de Binondo, Santa Cruz, Quiapo y todos los sectores de mestizos, los parianes y pariancillos de Filipinas.<br />
----¡Qué interesante es el papel de los chinos cristianos en Filipinas, Tía Adela. Como bien saben, mama, Felisa Celo, es descendiente del tatara-abuelo Mónico Sinloc o Locsin. ---- observó Lourdes.<br />
----- Lo sé Lourdes, ----contestó Doña Adela. ----Como los criollos de españoles, los chinos cristianos por su participación en el comercio de los galeones que viajaban entre Manila y Acapulco, también se les consideraba “felipenos” puesto que pagaban tributos, o impuestos, al Rey Felipe de España. Los que pagaban tributos a dicho Rey en aquel tiempo eran “los felipenos”.<br />
----Así que el chino cristiano que participaba en aquel comercio de galeones ya era filipino.---- casi exclamó Lourdes.<br />
----Y son los dominicos españoles, los de la Orden de Predicadores, los que se encargaban de su evangelización y educación como filipinos y súbditos españoles. Los dominicos, además de fundar la Univdrsidad de Santo Tomás y el Colegio de San Juan de Letrán, eran los que establecieron en Filipinas la primera imprenta. Y tuvieron por colaboradores directos a chinos cristianos como Juan de Vera Kenyong y Tomás Pinpin que publicaron libros en chino y en español como Shilu y la Doctrina Cristiana en lengua y letra china. Los chinos al cristianizarse también se hispanizaron adoptando al idioma castellano como su propia lengua. Por eso, su Patrona y protectora es la Virgen del Santísimo Rosario cuya imágen en marfil fue tallada por un chino cristiano. Por eso, esta Virgen representa la participación de los chinos cristianos en el desarrollo de la nacionalidad filipina.<br />
----¡Qué preciosa erudición tiene usted Tía Adela! — exclamó<br />
Lourdes con mucha admiración.<br />
----Y la Virgen del Pilar, ----intervino con la misma autoridad Doña María,---- representa lo filipino como creación de lo hispano. Tanto lo indígena como lo chino y japonés al cristianizarse e hispanizarse se hizo netamente filipino. Con el tiempo se mezcló con lo español y lo indígena cristianos y para simbolizar el papel que desempeña dentro del mismo contexto filipino, lo hispánico en estas islas queda simbolizado por Nuestra Señora del Pilar, patrona de la unidad filipina por medio del idioma español y la cuatricentenaria cultura católica de estas islas cuya avanzada es la Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás que, con la de San Carlos, es anterior a las más viejas universidades de los mismos Estados Unidos. ¡Tomen nota!<br />
----Entonces mami, por mi abuelita Felisa, tengo algo de chino mezclado con lo bisayo y lo español.---- interpuso Felipe.<br />
----- Sí querido. Tu eres un mestizo terciado porque tienes de indígena bisaya, de chino y de español en tus venas. Por eso eres puro filipino y más aun proque todos somos católicos cristianos por España, nuestra Madre Patria. Y el sacerdote y misionero dominico español es uno de nuestros principales evangelizadores y educadores. Nuestra Patria, Fiipinas, mucho debe a los dominicos que también fundaron municipios en muchas partes de Filipinas y hasta en las lejanas y norteñas Islas de Batanes. ---- le advirtió Lourdes a su hijo.<br />
---- Son maravillosos esos dominicos españoles… ---- comentó desde lejos don José.<br />
----Y, al final, ¿qué relación tienen esas tres advocaciones de la Virgen con la profecía de 1840? ---- preguntó Felipe.<br />
----Es que la devoción a estas tres Virgenes en idioma castellano significa la salvación final de la nación filipina frente a los embates de sus enemigos. Esa es la relación….----concluyó Doña Adela.<br />
----¿Qué es lo que, literalmente, dice la profecía de 1840, y quién lo dijo?---preguntó Lourdes.<br />
----Pues que sesenta años después de 1840, se liquidará en estas islas la soberanía de España por virtud de una revolución anticatólica. Es decir, una revolución proyectada y organizada por la masonería internacional y las sectas protestantes. Pero aquella revolución se puso en alto por el pacto de Biacnabató. Si volvió a darse, fue por la directa intervención agresora de Estados Unidos, ---- explicó Doña Matilde que, para decir eso, se levantó de su silla y se puso a andar delante de los que le escuchaban.<br />
----¡Esa parte del vaticinio ya se cumplió! España no más nos gobierna.---- señaló Doña Adela.<br />
----Y después de esos mismos sesenta años nos invadirá una potencia Protestante… ----interpuso Doña Matilde.<br />
---- ¡Protestante y masónica! ¡Hay que decir las dos cosas! El Protestantismo siempre viene acompañado por la Masonería que ahora tiene su sede en Charleston, Atlanta, Estados Unidos. ---- se levantó casi gritando Doña Adela.<br />
---- Pero Uda, ¡no te pongas así! ---- le reprendió Doña María.<br />
----¿Y por qué no? ¿Es que no sabes que la Masonería, combinada con el Judaismo, es la “religión” de los mandamases de Estados Unidos sin que muchas sectas Protestantes ni lo sepan…” Aunque bien debeis saber que no se puede descontar el hecho de que muchas otras sectas Protestantes están directa e indirectamente controladas por la misma Masonería. ---- explicó Doña Adela con aire de vieja maestra de escuela que va arrastrando la elegante saya de su traje de mestiza.<br />
---- ¡Pues miren! Esa parte del mismo vaticinio también se ha cumplido. O, por lo menos, está empezando a cumplirse porque aquí ya tenemos a casi todas las sectas Protestantes de EE.UU. tratando de convertir a nuestras masas católicas a sus doctrinas o dogmas. ----dijo con aire de resignación Doña Matilde.<br />
---- ¡Doctrinas y dogmas inútiles, hay que subrayar, porque la sociedad norteamericana es, en realidad, una sociedad pagana. Allí la prostitución, sopretexto de divorcio, es legal. ----añadió Doña Adela.<br />
---- ¿Es que no recordais lo que dijo el Presidente MacKinley cuando decidió tomar estas Islas de España, y de nosotros, los mismo filipinos, como botín de guerra? ---- interrogó Doña María.<br />
---- ¡Pues claro! ¡Que los muy desvergonzados dicen que vinieron para cristianizarnos y educarnos cuando todo lo que querían hacer era robarnos la reserva en oro y plata de nuestra República de Filipinas valorada en más de mil millones de dólares! ---- declamó indignada Doña Adela.<br />
---- ¡Esa declaración MacKinleyniana es verdaderamente para indignarse! ¿Cristianizarnos? ¡Pero si ya éramos católicos cristianos mucho antes que ellos! ¿Civilizarnos? Pero si nuestras dos universidades, la de Santo Tomás de Manila y la de San Carlos de Cebú, son más antiguas que las dos o tres universidades que luego se fundaron en Estados Unidos! ¡Y la imprenta ya estaba en Filipinas mucho antes que en Estados Unidos! ¡En eso si que estoy bien indignada! ----Dijo Doña Matilde abanicándose rápidamente.<br />
---- ¡Así quieren enseñar la historia a nuestros niños y adolescente en la escuela! ---- Dijo Doña Adela.<br />
---- Y tras de esos sesenta años a partir de 1840 la Profecía que nos ocupa dice que, después de cuarenta años más, nos invadirá un país pagano… Declaró Doña María.<br />
---- Pero, ¡si esa invasión ya se viene venir! Pues como ambos Inglaterra y los Estados Unidos están cerrándole al Japón la vía maritima por donde les llega el crudo que nutre sus industrias, ese país pagano es el Japón que nos invadirá porque estamos bajo la jurisdicción de los Estados Unidos. Por su avaricia, los mandamases masones y politicos sectarios de Estados Unidos nos traerán encima a los japoneses.---- concluyó Doña Matilde.<br />
----“Y ese país pagano nos bañará de sangre en todos nuestros caminos y senderos”. Eso también dice esa profecía. Esto quiere sencillamente decir que el país Protestante que nos invadió en 1900 no podrá protegernos de la invasión del país pagano, el Japón, porque lo que van a hacer sus altos oficiales es escaparse de Filipinas y dejarnos solos ante los invasores japoneses. Así que nos tendremos que apañar con ellos por nuestra cuenta porque los del país Protestante son unos cobardes que huyen de la lucha de mano a mano o de cuerpo a cuerpo. ----peroró muy movidamente Doña Adela.<br />
---- ¡Qué horror! ¡Pepito! ¿Qué piensas hacer? ---- interpuso Doña Rosa que poco antes tan solamente escuchaba todo lo que se decía.<br />
Don José le miró a su señora y cabeceó como diciéndola que no se preocupe.<br />
Felipe se pasó a sentar en la misma silla donde su madre natural, Doña Lourdes, estaba ubicada y le abrazó cariñosamente. Las dos hayas, aunque no hablasen español entendían perfectamente todo lo que se decía.<br />
----Continúe tía Matilde. ----rogó Doña Lourdes.<br />
----Pues bien. La guerra entre el país Protestante y el país Pagano será dura. Filipinas quedará terriblemente dañada física y moralmente. El país Pagano, derrotado por la ayuda decisiva de nuestros propios soldados filipinos, se marchará de Filipinas y volverá a gobernarnos el País Protestante. Pero, cuarenta y cinco años más después de la salida de aquí del País Pagano, subirá al poder un caudillo de origen chino cristiano cuyo apellido empieza con la letra M. Todos sus importantes actos y medidas gubernamentales se denominarán con palabras y términos que empiezan con la letra M. Hasta el nombre de su esposa empezará con la letra M. Residirán en un distrito de Manila cuyo nombre empieza con la letra M. Y el nombre de su residencia oficial será una palabra que también empieza con la letra M.<br />
----¡Qué interesante! ¿Quién será ese caudillo indígena de origen chino cristiano? ---- preguntó Doña Lourdes.<br />
---- Y después de veinte años más, veinte años bajo el caudillaje de ese caudillo indígena, aparecerá una mujer vestida de negro y salpidaca de sangre que vendrá a reclamar el caudillaje del país del mencionado caudillo indígena. Esta mujer fingirá ser una buena, una santa, una salvadora del pueblo cuando, en realidad, es una delegada del demonio y del mismo País Protestante que la utilizará para empobrecer y hundir más aun a nuestra nación. Se le recordará a esta mujer que acaudillará a este país por su desdén al idioma español que, siguiendo las ordenes del País Protestante, se verá suprimido en estas islas. Tras esta mujer del demonio, vendrán unos dos o tres caudillos nativos más hasta que vuelva a gobernarnos otra mujer más que, a pesar de ser vilificada por los partidarios de la delegada del demonio, resultará siendo una de las primeras salvadoras del alma filipina. Esta segunda mujer caudillo tratará de restaurarnos el suprimido idioma español para que el pueblo filipino no solamente vuelva a sus raíces culturales sino que, con el castellano, encuentre otros recursos de riqueza que solucionen los problemas principales de estas islas en lo económico y en lo cultural. ---- terminó Doña Matilde algo cansada por el esfuerzo de completar el vaticinio o la profecía de 1840.<br />
Felipé quedó maravillado por lo que oyó de los labios de sus tías abuelas. Pensó en el anito Labao Dunggón, pues quizás éste le explique con más certeza el porvenir vaticinado.<br />
---- Así que ya sabemos las dos primeras partes de esta profecía proferida por una monja clarisa en 1840. Y el Japón, por culpa de Estados Unidos, nos invadirá. Pero no ha de durar aquí por mucho tiempo, pues los Estados Unidos volverá a gobernarnos bajo condiciones dañinas como siempre. ¡Dios nos salve a Filipinas de esa supuesta liberación usense! ----murmuró Doña Adela antes de sentarse de nuevo en su silla escogida.<br />
Apenas terminada aquella interesante sesión sobre la profecía de 1840 y los respectivos esposos de Doña Matilde y de Doña María, llegaron.<br />Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-32399704078742685712011-10-02T16:53:00.000+08:002011-10-02T16:57:56.106+08:00Reseña Veridica de la Revolución Filipina<h3 style="text-align: center;">
RESEÑA VERÍDICA DE LA REVOLUCIÓN
FILIPINA</h3>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<h3 style="text-align: center;">
POR DON EMILIO AGUINALDO Y FAMY</h3>
<h4 style="text-align: center;">
Presidente de la República Filipina.</h4>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<h4 style="text-align: center;">
TARLAK (ISLAS FILIPINAS.)</h4>
<h4 style="text-align: center;">
Imprenta Nacional a cargo del Sr. Zacarías Fajardo</h4>
<h4 style="text-align: center;">
1899</h4>
<hr style="width: 65%;" />
<h4>
ÍNDICE</h4>
<br />
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#I">I. LA REVOLUCIÓN DE 1896</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#II">II. EL TRATADO DE PAZ DE
BIAK-NA-BATÓ</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#III">III. NEGOCIACIONES</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#IV">IV. LA REVOLUCIÓN DE 1898</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#V">V. EL GOBIERNO DICTATORIAL</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#VI">VI. LOS PRIMEROS TRIUNFOS</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#VII">VII. LA BANDERA FILIPINA</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#VIII">VIII. EXPEDICIÓN Á
VISAYAS</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#IX">IX. EL VAPOR «COMPAÑÍA DE
FILIPINAS»</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#X">X. LA PROCLAMACIÓN DE LA
INDEPENDENCIA</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#XI">XI. LA COMISIÓN ESPAÑOLA</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#XII">XII. NUEVAS TROPAS AMERICANAS</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#XIII">XIII. EL 13 DE AGOSTO</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#XIV">XIV. PRIMEROS NUBARRONES</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#XV">XV.ESPERANZAS FALLIDAS</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#XVI">XVI. LA COMISIÓN AMERICANA</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#XVII">XVII. ACTOS IMPOLÍTICOS</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#XVIII">XVIII. LA COMISIÓN MIXTA</a></h5>
<h5>
<a href="http://www.gutenberg.org/files/14307/14307-h/14307-h.htm#XIX">XIX. RUPTURA DE HOSTILIDADES</a></h5>
<h5>
</h5>
<hr style="width: 65%;" />
<h3>
</h3>
<br />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="I" name="I"></a>
<br />
<h3>
I.</h3>
<h3>
LA REVOLUCIÓN DE 1896</h3>
<br />
<br />
España dominó las Islas Filipinas por más
de Tres siglos y medio, durante los cuales, abusos de la
frailocracia y de la Administración acabaron con la
paciencia de los naturales, obligándoles en los días
26 al 31 de Agosto de 1896, á sacudir tan pesado yugo,
iniciando la revolución las provincias de Manila y
Cavite.<br />
<br />
En tan gloriosos días levantáronse Balintawak,
Santa Mesa, Kalookan, Kawit, Noveleta y San Francisco de Malabon,
proclamando la independencia de Filipinas, seguidos, á los
cinco días, por todos los demás pueblos de la
provincia de Cavite; sin que para ello existiera concierto
prévio para ejecutar el movimiento, atraídos sin duda
alguna por el noble ejemplo de aquellos.<br />
<br />
Por lo que toca á la provincia de Cavite, si bien se
circularon órdenes de llamamiento por escrito firmadas por
D. Agustin Rieta, D. Cándido Tirona, y por mí,
Tenientes de las tropas revolucionarias, sin embargo, no
había seguridad de que fueran atendidas, ni recibidas
siquiera; como en efecto, una de estas órdenes cayó
en manos del español D. Fernando Parga, Gobernador
Político Militar de la provincia, que dió cuenta al
Capitán General Don Ramón Blanco y Erenas
quién ordenó á seguida, combatir y atacar
á los revolucionarios.<br />
<br />
La Providencia que había señalado sin duda la hora
de la emancipación filipina, protegió á los
revolucionarios; pues solo así se explica que hombres
armados de palos y <i>gulok</i>, sin disciplina ni
organización, vencieran á fuerzas españolas de
Ejército regular, en los rudos combates de Bakoor, Imus y
Noveleta, hasta el extremo de arrebatarles numerosos fusiles; lo
que obligó al General Blanco á suspender las
operaciones y tratar de sofocar la revolución por la
política de atracción, pretextando que no le gustaba
«hacer carnicería en los filipinos.»<br />
<br />
El Gobierno de Madrid, no aprobando esta clase de
política del General Blanco, envió al Teniente
General don Camilo Polavieja para relevarle del cargo, mandando al
propio tiempo, tropas regulares de españoles
peninsulares.<br />
<br />
Polavieja con 16 mil hombres armados de Maüser y una
batería de cañones, atacó á los
revolucionarios, con energía; apenas reconquistó la
mitad de la provincia de Cavite; y habiéndose enfermado,
dimitió el cargo en Abril de 1897.<br />
<br />
Relevado D. Camilo Polavieja por el Capitán General D.
Fernando Primo de Rivera, éste anciano guerrero
persiguió en persona á los revolucionarios con tanta
firmeza como humanidad, logrando reconquistar toda la provincia de
Cavite y arrojando á los rebeldes á las
montañas.<br />
<br />
Entónces senté mis reales en la abrupta y
desconocida sierra de <i>Biak-na-bató,</i> donde
establecí el Gobierno Republicano de Filipinas, á
fines de Mayo de 1897.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="II" name="II"></a>
<br />
<br />
<h3>
II.</h3>
<h3>
EL TRATADO DE PAZ DE BIAK-NA-BATÓ</h3>
<br />
<br />
Don Pedro Alejandro Paterno estuvo várias veces en
<i>Biak-na-bató</i> á proponer la paz, que
después de cinco meses y largas deliberaciones, quedó
concertada y firmada en 14 de Diciembre de dicho año 1897,
bajo las bases siguientes:<br />
<br />
1.a Que era yo libre de vivir en el extrangero con los
compañeros que quisieran seguirme, y habiendo fijado la
residencia en Hong kong, en cuyo punto debería hacerse la
entrega de los 800,000 pesos de indemnización, en tres
plazos:—400,000 á la recepción de todas las
armas que había en <i>Biak-na-bató</i>—200,000
cuando llegáran á 800 las armas rendidas y los
últimos 200,000 pesos al completarse á 1,000 el
número total de las mismas y después de cantado el
<i>Te Deum</i> en la Catedral de Manila, en acción de
gracias.—La segunda quincena de Febrero se fijó como
tiempo máximo para la entrega de las armas.<br />
<br />
2.a El dinero sería todo entregado á mi persona,
entendiéndome con entera libertad con mis compañeros
y demás revolucionarios.<br />
<br />
3.a Antes de evacuarse <i>Biak-na-bató</i> por los
revolucionarios filipinos, el Capitán General Sr. Primo de
Rivera me enviaría dos Generales del Ejército
español, que permanecerán en rehenes hasta que yo y
mis compañeros llegásemos á Hong-kong, y se
recibiera el primer plazo de indemnización, ó sean
los 400,000 pesos.<br />
<br />
4.a También se convino suprimir las Corporaciones
religiosas de las Islas y establecer la autonomía en el
órden político y administrativo, aunque á
petición del General Primo de Rivera, éstos extremos
no se consignaron por escrito, alegando que era muy humillante
hacerlo así para el Gobierno Español, cuyo
cumplimiento por otra parte, garantizaba él con su honor de
caballero y militar.<br />
<br />
El General Primo de Rivera entregó el primer plazo de
400,000 pesos mientras aún permanecían los dos
Generales en rehenes.<br />
<br />
Nosotros, los revolucionarios, cumplimos por nuestra parte con
la entrega de armas, que pasaron de mil, como consta á todo
el mundo por haberse publicado la noticia en los periódicos
de Manila. Pero el citado Capitán General dejó de
cumplir los demás plazos, la supresión de frailes y
las reformas convenidas, no obstante haberse cantado el <i>Te
Deum</i>; lo que causó profunda tristeza á mí
y á mis compañeros; tristeza que se convirtió
en desesperación al recibirse la carta del Teniente Coronel
D. Miguel Primo de Rivera, sobrino de dicho General y su Secretario
particular, avisándome que mis compañeros y yo
nó podríamos ya volver á Manila.<br />
<br />
¿Es justo éste proceder del representante del
Gobierno de España?—Contesten las conciencias
honradas.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="III" name="III"></a>
<br />
<br />
<h3>
III.</h3>
<h3>
NEGOCIACIONES</h3>
<br />
<br />
No hube de permanecer con mis compañeros por mucho tiempo
bajo el peso de tan crítica situación, porque en el
mes de Marzo del referido año 1898 se me presentó un
judío á nombre del Comandante del buque de guerra
norte-americano <i>Petrell</i>, solicitando conferencia por encargo
del Almirante Dewey.<br />
<br />
Celebráronse varias con el citado Comandante en las
noches del 16 de Marzo al 6 de Abril, quien solicitando de
mí volviera á Filipinas para reanudar la guerra de la
independencia contra los Españoles, ofrecióme la
ayuda de los Estados Unidos, caso de declararse la guerra entre
ésta nación y España.<br />
<br />
Pregunté entónces al Comandante del <i>Petrell</i>
lo que Estados Unidos concedería á Filipinas,
á lo que dicho Comandante, contestó que <i>Estados
Unidos era nación grande y rica, y nó necesitaba
Colonias</i>.<br />
<br />
En su vista, manifesté al Comandante la conveniencia de
extender por escrito, lo convenido, á lo que contestó
que así lo haría presente al Almirante Dewey.<br />
<br />
Estas conferencias quedaron interrumpidas por haber, el 5 de
Abril, recibido cartas de Isabelo Artacho y de su Abogado,
reclamándome 200,000 pesos de la indemnización, parte
que le correspondía percibir como Secretario del Interior
que había sido en el Gobierno Filipino de
<i>Biak-na-bató,</i> amenazándome llevar ante los
Tribunales de Hong kong, si no me conformaba con sus
exigencias.<br />
<br />
Aunque de paso haré constar que Isabelo Artacho
llegó á <i>Biak-na-bató</i> é
ingresó en el campo de la revolución el 2 de
Septiembre de 1897, y fué nombrado Secretario, á
principios de Noviembre, cuando la paz propuesta y trabajada por D.
Pedro Alejandro Paterno, estaba casi concertada, como lo prueba el
que en 14 de Diciembre siguiente se
firmára.—Véase, pues, la injusta y desmedida
ambición de Artacho al pretender la participación de
200.000 pesos por los pocos días de servicios que á
la Revolución prestára.<br />
<br />
Además se había convenido entre todos nosotros los
revolucionarios, en <i>Biak-na-bató</i>, que, en el caso de
no cumplir los españoles lo estipulado, el dinero procedente
de la indemnización, no se repartiría, y se
destinaría á comprar armas para reanudar la
guerra.<br />
<br />
Artacho, pues, obraba entónces como un espía,
agente del General Primo de Rivera, toda vez que quería
aniquilar la revolución, quitándola su más
poderoso elemento, cual era, el dinero. Y así fué
considerado el asunto por todos los Revolucionarios,
acordándose en junta, saliera yó inmediatamente de
Hong-kong, evitando la demanda de Artacho, á fin de que los
demás tuvieran tiempo de conjurar éste nuevo peligro
para nuestros sacrosantos ideales, consiguiéndolo así
en efecto: Artacho convino en retirar su demanda por medio de una
transacción.<br />
<br />
En cumplimiento de dicho acuerdo, marchéme sigilosamente
de Hong-kong, el dia 7 de Abril, embarcándome en el
<i>Taisan</i>, y pasando por Saigón fuí á
parar con la mayor reserva á Singapore, llegando á
este puerto en el <i>Eridan</i> el 21 de dicho mes,
hospedándome en casa de un paisano nuestro. Tal fué
la causa de la interrupción de las importantisimas
conferencias con el Almirante Dewey iniciadas por el Comandante del
<i>Petrell</i>.<br />
<br />
Pero «el hombre propone y Dios dispone»,
refrán que en ésta ocasión se cumplió
en todas sus partes; porque no obstante lo incógnito del
viaje, á las cuatro de la tarde del dia de mi llegada
á Singapoore, presentóse en la casa, donde me
hospedaba, un inglés que, con mucho sigilo, dijo que el
Cónsul de Estados Unidos de aquel punto, Mr. Pratt, deseaba
conferenciar con D. Emilio Aguinaldo, á lo que se le
contestó que en dicha casa no se conocía á
ningún Aguinaldo; pues así se había convenido
responder á todo el mundo.<br />
<br />
Pero habiendo vuelto el inglés repetidas veces con la
misma pretensión, accedí á la entrevista con
Mister Pratt, la cual, se verificó, con la mayor reserva de
9 á 12 de la noche del dia 24 de Abril de 1898, en un barrio
apartado.<br />
<br />
En la entrevista aludida manifestóme el Cónsul
Pratt, que no habiendo los españoles cumplido con lo pactado
en <i>Biak-na-bató</i>, tenían los filipinos derecho
á continuar de nuevo su interrumpida revolución,
induciéndome á hacer de nuevo la guerra contra
España, y asegurando que América daría mayores
ventajas á los filipinos.<br />
<br />
Pregunté entonces al Cónsul qué ventajas
concedería Estados Unidos á Filipinas, indicando al
propio tiempo la conveniencia de hacer por escrito el convenio,
á lo que el Cónsul contestó que
telegráficamente daría cuenta sobre el particular
á Mr. Dewey, que era Jefe de la expedición para
Filipinas, y tenía ámplias facultades del Presidente
Mac-Kinley.<br />
<br />
Al dia siguiente, entre 10 y 12 de la mañana, se
reanudó la conferencia, manifestando el Cónsul Mister
Pratt que el Almirante había contestado acerca de mis deseos
<b>que, Estados Unidos por lo menos reconocería la
Independencia de Filipinas bajo protectorado naval y que no
había necesidad de documentar éste convenio, porque
las palabras del Almirante y del Cónsul Americano eran
sagradas y se cumplirían, no siendo semejantes á las
de los Españoles</b>, añadiendo por último,
que, <b>el Gobierno de Norte América era un Gobierno muy
honrado, muy justo y muy poderoso</b>.<br />
<br />
Deseoso de aprovechar tan providencial ocasión para
regresar á mi país y reanudar la santa empresa de la
Independencia del pueblo filipino, presté entero
crédito á las solemnes promesas del Cónsul
Americano, y le contesté que podía desde luego contar
con mi cooperación de levantar en masa al pueblo filipino,
con tal de que llegára á Filipinas con armas
ofreciendo hacer todo cuanto pudiera para rendir á los
Españoles, capturando la plaza de Manila, en dos semanas de
sitio, siempre que contára con una batería de 12
cañones.<br />
<br />
Replicó el Cónsul que me ayudaría para
hacer la expedición de armas que yo tenía proyectada
en Hong-kong; pues telegrafiaría enseguida al Almirante
Dewey lo convenido, para que por su parte prestára su
auxilio á la citada expedición.<br />
<br />
El día 26 de Abril se llevó á cabo la
última conferencia en el Consulado americano, á donde
fuí invitado por Mr. Pratt, quien me notició que la
guerra entre España y Estados Unidos estaba declarada, y por
tanto, que era necesario me marchára á Hong-kong en
el primer vapor, para reunirme con el Almirante Dewey que se
hallaba con su escuadra en «Mirs bay», puerto de China;
también recomendóme Mr. Pratt le nombrase
Representante de Filipinas en América para recabar con
prontitud el reconocimiento de la Independencia. Contesté
que desde luego marcharía yo á Hong-kong á
reunirme con el Almirante, y que en cuanto se formara el Gobierno
filipino le propondría para el cargo que deseaba, si bien lo
consideraba insignificante recompensa á su ayuda; pues para
el caso de tener la fortuna de conseguir la Independencia, le
otorgaría un alto puesto en la Aduana, además de las
ventajas mercantiles y la ayuda de gastos de guerra que el
Cónsul pedía para Estados Unidos; y que los filipinos
estarían conformes en conceder á América en
justa gratitud á su generosa cooperación.<br />
<br />
Luego que hube tomado pasaje en el vapor <i>Malacca</i>
volví á despedirme del Cónsul Pratt, quien
aseguró, que antes de entrar en el Puerto de Hong-kong me
recibiría secretamente una lancha de la escuadra americana
con el fin de evitar la publicidad, sigilo que también yo lo
deseaba. Partí para Hong-kong en dicho vapor las 4 de la
tarde del mismo dia 26.<br />
<br />
A las dos ménos cuarto de la madrugada del dia 1.° de
Mayo fondeábamos en aquel puerto sin que saliera á
encontrarnos ninguna lancha. A invitación del Cónsul
de esta colonia, Mr. Wildman dirijíme al consulado y de 9
á 11 de la noche del mismo dia de mi llegada
conferencié con él, diciéndome que el
Almirante Dewey se había marchado á Manila sin
esperarme, por haber recibido órden perentoria de su
Gobierno para atacar la escuadra española, dejando recado de
que me mandaría sacar por medio de una cañonera. En
aquella conferencia traté con el indicado Cónsul
acerca de la expedición de armas que tenía en
proyecto y convenimos en que dicho Cónsul y el filipino Sr.
Teodoro Sandico quedaban encargados de la expedición,
dejando en la misma noche en poder de dichos señores la
cantidad de 50.000 pesos, en depósito.<br />
<br />
Pudo adquirirse á seguida una lancha de vapor por 1.000
pesos, y se contrató la compra de 2.000 fusiles á
razón de $ 8'50 uno, con 200.000 cartuchos á
razón de $ 33'50 el millar.<br />
<br />
Al cabo de una semana, el 7 de Mayo, llegó de Manila el
cañonero americano <i>Mac-Cullock</i>, trayendo la noticia
de la victoria del Almirante Dewey sobre la escuadra
española, pero no traía órden de llevarme
á Manila y á las nueve de la noche tuve con el mismo
Cónsul, á su invitación, una segunda
conferencia.<br />
<br />
El 15 del mismo mes volvió de nuevo el <i>Mac-Cullock</i>
que trajo la órden de trasladarme á Manila con mis
compañeros, habiendo sido inmediatamente notificado del
embarque por el Cónsul Wildman, y á las diez de la
noche del dia 16 en el pantalan City Hall, de Hong-kong,
acompañado del mismo, en unión del Comandante de la
cañonera y de Mr. Barrett, ex-Secretario de la embajada
americana del Reino de Siam, según propio decir del mismo,
nos dirijimos en una lancha americana á un puerto de Chinese
Kowloon, donde se hallaba aquel cañonero. Mr. Barrett en el
acto de la despedida, ofreció visitarme en Filipinas,
cumpliendo más tarde su promesa en Cavite y Malolos.<br />
<br />
Encargóme el Cónsul Wildman que tan pronto llegase
á Filipinas, estableciera el Gobierno filipino bajo forma
Dictatorial, y que él procuraría, por todos los
medios posibles enviar pronto la expedición de armas como
así lo cumplió en efecto.<br />
<br />
Partiendo el <i>Mac-Cullock</i> á las 11 de la
mañana del 17 de Mayo para Filipinas, fondeábamos
entre doce y una de la tarde del 19, en aguas de Cavite; é
inmediatamente la lancha del Almirante con su Ayudante y Secretario
particular vino á sacarme para el <i>Olimpia</i>, donde
fuí recibido con mi Ayudante Sr. Leyva con honores de
General por una sección de guardias marinas.<br />
<br />
El Almirante acogióme en su salón y después
de los saludos de cortesía, preguntéle <i>si eran
ciertos todos los telégramas que había él
dirigido al Cónsul de Singapore, Mr. Pratt, relativos
á mi; contestándome afirmativamente, y
añadiendo que, Estados Unidos había venido á
Filipinas para protejer á sus naturales y libertarles del
yugo de España.</i><br />
<br />
Dijo además que <i>América era rica en terrenos y
dinero, y que no necesitaba colonias</i>, concluyendo por
asegurarme <i>no tuviera duda alguna sobre el reconocimiento de la
Independencia Filipina, por parte de Estados Unidos</i>. Y
enseguida me preguntó, si podría levantar el pueblo
contra los Españoles y hacer una rápida
campaña.<br />
<br />
Contestéle que los sucesos darían prueba de ello;
pero mientras no llegára la expedición de armas
encomendada al Cónsul Wildman en uno de los puertos de
China, nada podría hacer; pues sin armas cada victoria
costaría muchas vidas de valientes y temerarios
revolucionarios filipinos. El Almirante, ofreció enviar un
vapor para activar la referida expedición de armas aparte de
las órdenes que tenía dadas al Cónsul Wildman,
poniendo inmediatamente á mi disposición todos los
cañones que había en los buques de la escuadra
española y 62 fusiles Maüser con muchas municiones, que
estaban en el <i>Petrell</i> procedentes de la Isla del
Corregidor.<br />
<br />
Expreséle entonces mi profundo reconocimiento por la
generosa ayuda que Estados Unidos dispensaba al pueblo filipino,
así como mi admiración á las grandezas y
bondad del pueblo Americano. Le expuse también <i>que antes
de salir de Hong-kong, la colonia filipina había celebrado
una junta en que se deliberó y discutió la
posibilidad de que, después de vencer á los
Españoles, los Filipinos tuvieran una guerra con los
Americanos por negarse á reconocer nuestra Independencia,
seguros de vencer por hallarnos cansados y pobres de municiones
gastadas en la guerra contra los Españoles;
suplicándole dispensase mi franqueza.</i><br />
<br />
El Almirante contestó, <i>que se alegraba de mí
sinceridad; y creía que así, filipinos y americanos
debíamos tratamos como aliados y amigos, exponiendo con
claridad todas las dudas para la más fácil
inteligencia entre ambas partes, añadiendo que, según
tenia manifestado,</i> <b>Estados Unidos reconocería la
Independencia del pueblo filipino,</b> <i>garantida por la honrada
palabra de los Americanos, de mayor eficacia que los documentos que
pueden quedar incumplidos, cuando se quiere faltar á
ellos</i>, como <i>ocurrió con los pactos suscritos por los
Españoles, aconsejándome formara enseguida la</i>
<b>bandera nacional</b> <i>filipina, ofreciendo en su virtud
reconocerla y protegerla ante las demás Naciones,</i> que
estaban representadas por las diferentes escuadras que se hallaban
en la bahía, si bien dijo, que debíamos conquistar el
poder de los españoles, antes de hacer ondear dicha bandera,
para que el acto fuera más honroso á la vista de todo
el mundo, y sobre todo, de los Estados Unidos, y para que cuando
pasaran los buques filipinos con su <i>bandera nacional</i> por
delante de las escuadras extranjeras infundieran respeto y
estimación.<br />
<br />
De nuevo agradecí al Almirante sus buenos consejos y
generosos ofrecimientos, haciéndole presente que, si
necesario fuera el sacrificio de mi propia vida para honrar al
Almirante cerca de Estados Unidos, pronto estaba dispuesto á
sacrificarla.<br />
<br />
Añadí que con tales condiciones podía
asegurar que todo el pueblo filipino se uniría á la
revolución para sacudir el yugo de España, no siendo
de extrañar que algunos pocos estuvieran aún de su
parte por falta de armas, ó por conveniencias
personales.<br />
<br />
Así concluyó esta primera conferencia con el
Almirante Dewey, á quien anuncié, que
residiría en la Comandancia de Marina del Arsenal de
Cavile.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
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<br />
<br />
<h3>
IV.</h3>
<h3>
LA REVOLUCIÓN DE 1898</h3>
<br />
<br />
Volví al <i>Mac-Cullock</i> para ordenar la descarga del
equipaje y <i>efectos de guerra</i> que traía, habiendo
tenido ocasión de encontrar en aquellas aguas de Cavite
á varios revolucionarios de Bataan, á quienes
entregué dos pliegos que contenían órdenes de
levantamiento para la citada provincia y la de Zambales.<br />
<br />
Antes de fondear en el Arsenal, encontré también
varias bancas llenas de revolucionarios de Kawit, mi pueblo natal,
los cuales me manifestaron que hacía dos semanas esperaban
mi llegada, anunciada por los mismos americanos. No poca
alegría sentí al ver á mis paisanos y
parientes, antiguos compañeros de la temeraria
campaña del 96 al 97. Aproveché aquella primera
ocasión, pisando apenas la Comandancia de Marina en el
Arsenal á las 4 de la tarde, para entregarles las
demás órdenes de levantamiento.<br />
<br />
Continué toda aquella noche con mis compañeros
escribiendo más y más órdenes y circulares
para el mismo fin; pues sin explicar cómo ni de qué
manera, aglomerábanse despachos de todas partes, pidiendo
noticia de mi llegada, á la vez que consignas para
levantarse contra los españoles.<br />
<br />
Dios, sin duda alguna, tenía señalado aquel
momento para el derrumbamiento del imperio español en
Filipinas, porque mí inesperada llegada no podía ser
saludada ni sabida, con la rapidez y publicidad que aquellos hechos
demuestran. Sesenta y dos voluntarios de San Roque y Caridad,
armados de Remington y Maüser, organizados por los
españoles, se presentaron al día siguiente,
poniéndose incondicionalmente á mis órdenes.
Al principio se alarmaron las fuerzas americanas por la llegada de
dichos voluntarios y por precaución tomaron posiciones para
defender la entrada del Arsenal; mas, enterado yo del caso,
bajé á ver á dichos voluntarios,
trasmitiéndoles órdenes de guardar el puesto de
Dalajican, al objeto de impedir la entrada de las tropas
españolas, que, según recientes noticias, así
lo intentaban.<br />
<br />
Sabedores los americanos de lo ocurrido, se tranquilizaron, y
dando la consigna correspondiente á toda la tropa americana,
se ordenó al Comandante del <i>Petrell</i> para que me
fueran entregados los 62 fusiles y municiones ofrecidos por el
Almirante, como así, en efecto, se llevó á
cabo; pues al poco tiempo, á eso de las 10 del dia, las
lanchas del <i>Petrell</i> traían y desembarcaban en el
dique del Arsenal el referido armamento, que fue enseguida
distribuido á los presentados, que por millares
acudían pidiendo un puesto en las filas de la
revolución y un fusil para ir á las avanzadas.<br />
<br />
En la noche de aquel dia, 20 de Mayo, se me presentó el
antiguo Jefe revolucionario, Sr. Luciano San Miguel, hoy General de
Brigada, á recibir órdenes, que le fueron dadas, para
el levantamiento, de las provincias de Manila, Laguna, Batangas,
Tayabas, Bulakan, Morong, Pampanga, Tarlak, Nueva Ecija y otras del
Norte de Luzón, saliendo aquella misma noche, el
Señor San Miguel á ejecutarlas.<br />
<br />
Los dias 21, 22, 23 y demás del propio mes hubo un
continuado desfile de revolucionarios presentados para tomar parte
en el movimiento, de tal modo, que tuve necesidad de salir del
Arsenal y pasar á otra casa del mismo Cavite, para dejar
tranquilos á los marinos que guarnecían aquel
establecimiento.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="V" name="V"></a>
<br />
<br />
<h3>
V.</h3>
<h3>
EL GOBIERNO DICTATORIAL.</h3>
<br />
<br />
El dia 24 se estableció el Gobierno Dictatorial,
circulándose la 1.a proclama, que suscribí, como Jefe
del citado Gobierno. De este documento se entregaron ejemplares al
Almirante Dewey, y por su mediación, á los
cónsules extrangeros residentes en Manila, no obstante la
incomunicación en que nos hallábamos con dicha
ciudad.<br />
<br />
Á los pocos dias, se trasladó el Gobierno
Dictatorial á la casa que fué Gobierno Civil de los
españoles en Cavite, porque la aglomeración de
personas que de todas partes acudían, hacía estrecha
la primera que se tomó de un particular, y en esta
fué donde recibí la grata noticia de la llegada de la
expedición de armas, que fueron desembarcadas en el mismo
dique del Arsenal á la vista del cañonero
<i>Petrell</i> siendo 1.999 el número de rifles, y 200.000
el de municiones con otros armamentos particulares.<br />
<br />
Inmediatamente envié una Comisión á dar
gracias al almirante Dewey por la pronta llegada de la
expedición, merced á sus gestiones,
participándole á la vez, que se había fijado
el día 31 del citado mes de Mayo, para comenzar las
operaciones. El almirante envió á su Secretario para
felicitarme, así como á mi Gobierno, por la
animación y actividad que se notaban á favor de la
campaña, manifestándome al propio tiempo, que
entendía muy próximo el día fijado para
empezar el levantamiento, y que debía transferirlo para otro
más lejano en el que las tropas revolucionarias estuvieran
mejor organizadas. Le contesté por dicho Secretario, que
podía estar tranquilo el señor almirante, porque
estaba todo preparado, y los filipinos tenían muchas
ánsias de sacudir y librarse del yugo de los
españoles, y esto suplía la disciplina, como lo
justificaría el tiempo, agradeciendo, no obstante, sus
buenos consejos.<br />
<br />
Ordené enseguida la distribución á varias
provincias, de las armas recibidas, destinando algunas para los
revolucionarios de Káwit, que fueron introducidas en la
noche del 27 de Mayo, en el barrio Alapang.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="VI" name="VI"></a>
<br />
<br />
<h3>
VI.</h3>
<h3>
LOS PRIMEROS TRIUNFOS</h3>
<br />
<br />
Al día siguiente, (28 Mayo 1898) y á la hora de
entregarse las armas á los de Káwit en el citado
barrio, presentóse una columna de más de 270 soldados
españoles de Infantería marina, enviados por el
General español Sr. Peña en persecución de
dichas armas.<br />
<br />
Allí fué donde se entabló el primer combate
de la revolución filipina de 1898, que podemos llamar la
continuación de la campaña de 1896 á 97,
combate que duró desde las diez del dia hasta las tres de la
tarde, en que por falta de municiones se rindieron los
españoles con todas sus armas á los revolucionarios
filipinos, que entraron en Cavite con los prisioneros, cuya
gloriosa ocasión aproveché para sacar á luz y
hacer ondear la bandera nacional, que fue saludada por un inmenso
gentío, con aclamaciones de delirante alegría y
grandes vivas á Filipinas independiente y á la
generosa nación de los Estados Unidos, habiendo presenciado
el acto varios oficiales y marinos de la escuadra americana, que
demostraron claramente sus simpatías por la causa de los
filipinos, tomando parte en su natural júbilo.<br />
<br />
Este glorioso triunfo fué el preludio de continuadas
victorias; pues llegado el dia 31 de Mayo, fecha fijada para el
alzamiento general, Filipinas entera se levantó como un solo
hombre, á sacudir el poder de España.<br />
<br />
El segundo triunfo se realizó en Binakayan, en el sitio
llamado <i>Polvorin</i>, donde fué atacado por los
revolucionarios, el destacamento español, compuesto de unos
250 hombres, rindiéndose á las pocas horas por falta
de municiones.<br />
<br />
De nuevo tomé ocasión de esta victoriosa jornada
para hacer ondear nuestra bandera nacional en los altos del cuartel
del <i>Polvorín</i>, que se halla á orillas del mar,
á fin de que la santa enseña de nuestra libertad
é Independencia, fuese vista y contemplada por todos los
buques de guerra, que representando todas las naciones más
grandes y civilizadas del mundo, se hallaban congregadas en la
bahía, observando los acontecimientos providenciales que se
verificaban en Filipinas, después de más de
trescientos años de dominación española.<br />
<br />
Apenas había transcurrido una hora cuando otra bandera
nuestra se vió ondear en la torre de la iglesia de Bakoor,
que también se halla á orillas del mar, señal
de nuevo triunfo de las tropas revolucionarias contra las fuerzas
españolas que guarnecían dicho pueblo, compuestas de
unos 300 hombres, los cuales por igual falta de municiones se
rindíeron al ejército revolucionario.<br />
<br />
Y así la revolución marchó de triunfo en
triunfo, justificando el pueblo filipino su poder y su
resolución de librarse de todo yugo extrangero, para vivir
independiente, tal como yo le había afirmado al almirante
Dewey, por lo que este señor y los Jefes y oficiales
americanos felicitaron calurosamente á mi y al
ejército filipino por los innegables triunfos, comprobados
por el gran número de prisioneros que llegaban de todas
partes de Luzón á Cavite.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="VII" name="VII"></a>
<br />
<br />
<h3>
VII.</h3>
<h3>
LA BANDERA FILIPINA</h3>
<br />
<br />
El día 1.º de Septiembre ordené que en todas
las embarcaciones filipinas enarbolaran nuestro pabellón;
hecho que se cumplió en primer término, por los
marinos de nuestra pequeña flota, compuesta de unas ocho
lanchas de vapor españolas y de otros cinco buques de mayor
porte intitulados <i>Taaleño, Balayan, Taal, Bulusan</i>, y
<i>Purísima Concepción</i>, donados al Gobierno
filipino por sus respectivos dueños, los cuales fueron
enseguida arreglados en nuestro Arsenal para el servicio de
cañoneras, dotándoles de piezas de 9 y 8
centímetros, que se sacaron de los <i>buques de la escuadra
española.</i><br />
<br />
¡Oh! qué hermosa y gallarda es nuestra bandera al
aire desplegada desde los topes de nuestros buques, sobre las aguas
propias de la bahía da Manila, alternando con las
enseñas de otras grandes naciones, ante cuyos navíos
iban y venían los nuestros con la reciente enseña de
libertad é independencia! ¡Cuán respetada y
admirada como nacida entre legítimos ecos triunfales del
bisoño ejército filipino ante las rendidas fuerzas
regulares del gobierno español!<br />
<br />
El corazón se dilata de gozo; el alma se enardece de
orgullo; y el patriotismo se vé complacido en medio de tan
grandiosa contemplación!<br />
<br />
<hr style="width: 45%;" />
A fines del mes de Junio visité al almirante Dewey, quien
después de cumplimentarme <i>por los rápidos triunfos
de la revolución filipina</i>, me manifestó que los
almirantes alemán y francés habíanle
preguntado porqué consentía á los filipinos
usar bandera no reconocida en sus embarcaciones, y que á
semejante interpelación había él contestado
<i>que con su conocimiento y consentimiento usaban los filipinos
dicha bandera</i>; aparte de que por su valor y resolución
en la guerra contra los españoles, merecían desde
luego usar de dicho derecho.<br />
<br />
Prorrumpí entonces en muestras de vivo agradecimiento
ante tan valiosa y decidida protección del almirante, y
ordené inmediatamente que la flota filipina llevara tropas
á las demás provincias de Luzón é islas
del Sur, para hacer la guerra contra los españoles que las
guarnecían.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="VIII" name="VIII"></a>
<br />
<br />
<h3>
VIII.</h3>
<h3>
EXPEDICIÓN Á VISAYAS</h3>
<br />
<br />
Hízose esta expedición con mucha suerte,
regresando nuestros vapores sin novedad alguna después de
dejar las tropas en los puntos convenidos. Pero el <i>Bulusan</i>
que fué á Masbate para recoger la columna del Coronel
D. Mariano Riego de Dios y trasladarla á Samar, fué
visto por los cañoneros españoles <i>Elcano</i> y
<i>Uranus</i>, atacándole el primero hasta el punto de
hacerle zozobrar en aquellas aguas, no sin experimentar los vapores
españoles, daños de alguna consideración,
causados por nuestras tropas. La tripulación del
<i>Bulusan</i> se salvó afortunadamente, ganando la playa a
nado.<br />
<br />
<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<br />
<br />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="IX" name="IX"></a>
<br />
<br />
<h3>
IX.</h3>
<h3>
EL VAPOR «COMPAÑÍA DE FILIPINAS»</h3>
<br />
<br />
Al poco tiempo se presentó en Cavite el vapor
español <i>Compañía de Filipinas</i>, apresado
por los revolucionarios en aguas de Aparri. Inmediatamente
fué artillado y despachado con tropas para Olongapó;
pero hubo de darse orden á otro cañonero nuestro para
que volviera á petición del almirante Dewey, á
fin de resolver la reclamación del cónsul
francés acerca de dicho vapor. Enterado el almirante de que
el <i>Compañía de Filipinas</i> había sido
apresado con bandera española, se abstuvo de entender en el
asunto, remitiéndome la carta reclamación del
cónsul francés, afirmando el Almirante que
<i>él y sus fuerzas nada tenían que ver en el
asunto</i>.<br />
<br />
Asi concluyó este incidente, que demuestra con claridad
el reconocímiento y la protección que dispensaba el
almirante Dewey á la revolución filipina.<br />
<br />
El «Filipinas», que así se llamó desde
entonces el vapor en cuestión, siguió en viaje
á Olongapó, y á su vuelta llevó la
expedición de tropas para libertar del poder de
España las provincias del valle de Gagayán y las
islas Batanes.—Este vapor que de nuevo cambió de
nombre y que hoy se llama <i>Luzón</i>, se encuentra en el
rio grande de Cagayán, varado por haber sufrido
averiaavería, en su máquina.<br />
<br />
En todas las expediciones, nuestros barcos antes de zarpar
saludaban al <i>Olimpia</i> como buque insignia, cumpliendo
así deberes de cortesía internacional, siendo
contestados nuestros saludos con iguales demostraciones de
amistad.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="X" name="X"></a>
<br />
<br />
<h3>
X.</h3>
<h3>
LA PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA</h3>
<br />
<br />
El Gobierno Dictatorial dispuso la proclamación de la
Independencia filipina en el pueblo de Káwit, para el 12 de
Junio. Al efecto envié una Comisión para dar
conocimiento de ella al almirante, invitándole al propio
tiempo para asistir al acto, que se verificó con toda
solemnidad. El almirante mandó á su Secretario para
excusar su asistencia, alegando que era día de correo.<br />
<br />
A fines del mismo Junio, el cañonero español
<i>Leyte</i> huyó para Manila, de los rios de Macabebe en
donde estaba sitiado por fuerzas del General Torres, y llevaba
parte de las tropas y voluntarios que mandaba el coronel filipino
D. Eugenio Blanco; pero habiendo sido visto por un crucero
americano, se rindió voluntariamente. El almirante Dewey me
entregó todos los prisioneros y todas las armas, menos el
vapor, pero más tarde reclamó la devolución de
los prisioneros, después de la Capitulación de
Manila.<br />
<br />
En 4 de Julio llegó la primera expedición militar
de Estados Unidos al mando del General Anderson, siendo alojados en
el Arsenal de Cavite.<br />
<br />
Poco antes de llegar esta expedición militar, y las que
despues vinieron con el General Merrit, el almirante Dewey,
envió á su Secretario, al Gobierno Dictatorial
pidiéndome permiso para colocar las tropas americanas en
Tambò y Maytubig, lugares de los pueblos de Parañaque
y Pasay; á todo lo que el Gobierno Dictatorial
accedió debido á las honradas promesas del almirante
Dewey arriba consignadas.<br />
<br />
En el mismo mes de Julio, se presentó en Cavite el
almirante acompañado del General Anderson, y despues de los
saludos de cortesía, me dijo:—Ha visto V. confirmado
todo cuanto le he dicho y prometido.—Qué bonita es
vuestra bandera.—Tiene un triángulo y se parece
á la de Cuba.—Me dará V. una de recuerdo cuando
yo regrese á América?<br />
<br />
Le contesté que estaba convencido de su honrada palabra y
de la ninguna necesidad de extender en documento sus convenios; y
que en cuanto á la bandera, podía contar con ella
aunque fuera en el momento.<br />
<br />
Dewey continuó: <i>Los documentos no se cumplen</i>
<i>cuando no hay honor, como ocurrió con lo que Vd.
pactó con los españoles que faltaron á lo
escrito y firmado. Confíen Vds. en mi palabra, que yo
respondo de que Estados Unidos reconocerá la Independencia
del país.—Pero les recomiendo guarden por ahora mucha
reserva en todo cuanto hemos hablado y convenido.—Y
además, les suplico tengan paciencia, si nuestros soldados
atropellan á algún filipino; pues como voluntarios
carecen aún de disciplina.</i><br />
<br />
Contesté al almirante que tendría presente todas
sus recomendaciones de reserva, y que en cuanto á los abusos
de los soldados, ya se habían dado las órdenes
convenientes sobre el particular, haciendo al almirante igual
advertencia con respecto á nuestros soldados.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="XI" name="XI"></a>
<br />
<br />
<h3>
XI.</h3>
<h3>
LA COMISIÓN ESPAÑOLA</h3>
<br />
<br />
El almirante cambiando repentinamente el curso de la
conversación, me preguntó: ¿porqué no
se alzan los vecinos de Manila, como lo han hecho ya los de
provincias? ¿Será verdad que aceptan la
<i>autonomía</i> ofrecida por el General Augustín con
Asamblea de Representantes? ¿Será cierto el aviso que
he recibido, que ha salido de Manila una Comisión de
filipinos para proponerles la aceptación de dicha
<i>autonomía</i>, y reconocer á V. el empleo de
General, así como á sus compañeros, el que
disfrutan?<br />
<br />
Le contesté que los de Manila no se alzan porque no
tienen armas, y porque como comerciantes y propietarios que son,
temen que de levantarse, los españoles se apoderen de sus
riquezas, quemando y distruyendo lo demás, por lo que
aparentan aceptar la <i>autonomía</i> por política de
engaño.<br />
<br />
Pero que yo confiaba en que todos los filipinos de Manila eran
partidarios de la Independencia, como se comprobaría el
día de la toma de Manila por nuestras tropas. Para
entónces creo que los vecinos de Manila vitorearán
con nosotros la Independencia de Filipinas, haciendo nuevas
demostraciones de adhesión á nuestro Gobierno.<br />
<br />
Díjele también que era cierto había venido
una Comisión mixta á nombre del General Agustin y del
arzobispo Nozaleda, la cual Comisión me había
manifestado que venía obligada por los españoles,
pero que hacía constar su adhesión á nuestra
causa. Los individuos de la Comisión me expusieron que los
españoles les habían recomendado dijeran que
venían de <i>motu propio</i>, sin misión concreta ni
excitación de los autoridades españolas, figurando
ser fieles intérpretes de todos los vecinos de Manila, pero
que aseguráran que con tal de que se aceptara la
<i>autonomía</i>, el General Agustin y el arzobispo Nozaleda
me reconocerían el empleo de General y los de mis
compañeros, dándome un millón de pesos, las
indemnizaciones no percibidas del pacto de
<i>Biak-na-bató</i>, y un buen puesto con gran sueldo en la
Asamblea de Representantes, promesas á las que los mismos
comisionados no prestaban crédito aunque algunos opinaban,
que debía recibirse el dinero para restarlo de la caja del
Gobierno español y como procedente de la contribución
de los filipinos. Los comisionados concluyeron por asegurarme que
ellos se alzarían en Manila, si se les proporcionaban armas,
y que lo mejor que podía yo hacer era atacar Manila por los
lugares que señalaban como puntos débiles, defendidos
por destacamentos españoles fáciles de copar.<br />
<br />
Dí las gracias á la Comisión por su
sinceridad y franqueza, y les dije, que se retiren tranquilos,
haciendo presente á los que les habían mandado que no
habían sido recibidos por falta de credencial, y que, aunque
las hubieran tenido según lo habían visto y oido de
otros revolucionarios, D. Emilio Aguinaldo no aceptaría sus
proposiciones de <i>autonomía</i>, porque el pueblo filipino
tenía la suficiente ilustración para gobernarse por
sí mismo y estaba cansado de ser martirizado por los abusos
del poder extrangero, por lo que, no desea más que su
Independencia, y así los españoles podían
prepararse para defender su Soberanía, porque el
ejército filipino les atacaría duramente y con
constancia hasta tomar Manila.<br />
<br />
También encargué á los comisionados dijeran
á Nozaleda, que abusaba mucho en el ejercicio de su elevado
cargo, conducía contraria á los preceptos del Sumo
Pontífice, que si no la enmendaba me vería, el
día menos pensado, precisado á sacar á luz
cosas que le llenarían de vergüenza, y que sabía
que unido á Augustín habían comisionado
á cuatro alemanes y cinco franceses que disfrazados me
asesinarían bajo la equivocada esperanza, sin duda, de que
muerto yo, el pueblo filipino se sometería tranquilamente
á la Soberanía de España; error
crasísimo, porque si hubiera sido asesinado, el pueblo
filipino hubiera seguido con mayor calor la revolución,
surjirían otros hombres como yo que vengaran mi muerte. Y
por último, les recomendé á los comisionados
que dijeran á los vecinos de Manila se ocuparan en sus
industrias y comercios, pudiendo estar tranquilos con respecto al
Gobierno nuestro, cuya norma de conducta era la rectitud y
justicia, pues no teníamos frailes que corrompan aquellas
virtudes cívicas, que el Gobierno filipino procura ostentar
ante los ojos de todas las naciones. Que trabajaran, pues, en sus
negocios y no pensasen en salir de Manila para este campo, donde
había escasez de recursos, y porque ya habrá
demasiado gente que servía al Gobierno y al ejército;
si algo nos faltaba eran armas.<br />
<br />
La Comisión me preguntó qué condiciones
impondrían los Estados Unidos y qué ventajas
darían al pueblo filipino, á lo que contesté
que era difícil responder á la pregunta en vista del
compromiso que tenía de callar los términos del
convenio; concretándome á manifestarles se fijaran en
los actos de Soberanía que ejercía nuestro Gobierno
Dictatorial, especialmente en las aguas de la bahía.<br />
<br />
Estas palabras hicieron mucha impresión en el almirante,
hasta el extremo de interrumpir la traducción de mis
palabras por el intérprete señor Leyva, y me
interpeló diciendo: ¿Porqué ha revelado V.
nuestro secreto? ¿Quiere decir que V. no cumple con mi
consigna y el silencio ofrecido?<br />
<br />
Le contesté que ninguna revelación había
hecho del secreto referente á él y al Cónsul.
El almirante, dándome las gracias por mi reserva, se
despidió en unión del General Anderson, no sin
suplicarme suspendiera por entonces el ataque contra Manila, porque
ellos estaban estudiando un plan; para tomar con sus fuerzas
Intramuros, dejando la toma de los arrabales para las nuestras.<br />
<br />
Encargóme, sin embargo, que estudiara por mi parte otro
plan para combinarlo con el suyo, con todo lo cual me
conformé.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="XII" name="XII"></a>
<br />
<br />
<h3>
XII.</h3>
<h3>
NUEVAS TROPAS AMERICANAS</h3>
<br />
<br />
Al poco tiempo, llegaron tropas americanas y con ellas el
General Merrit, presentándose al Gobierno Dictatorial el
Secretario del almirante con dos jefes para pedir que se les
concediera ocupar nuestras trincheras de Maytubig, desde la playa
hasta el camino Real, donde se unirían en cordon con las
tropas filipinas que ocupaban Pasay y Singalong; á lo que
también accedí, debido á las solemnes promesas
del repetido almirante y naturales esperanzas de ellas nacidas
sobre el apoyo y reconocimiento de nuestra Independencia.<br />
<br />
Diez dias después de ocupado por las fuerzas americanas,
Maytubig, sabedores de ello los españoles que estaban en
frente fortificados en el polvorín de San Antonio Abad,
durante la noche sorprendieron las avanzadas americanas que
compuestas de pocos individuos no tuvieron más tiempo que
para saltar de la cama y replegarse hácia su centro,
abandonando sus fusiles y 6 cañones.<br />
<br />
Oído el tiroteo por nuestras tropas acudieron
inmediatamente en auxilio de los amigos y aliados, haciendo huir
á los españoles y recuperando los fusiles y
cañones de su poder, cuyos armamentos ordené fueran
devueltos á los americanos en ley de buena amistad.<br />
<br />
El General Noriel se oponía á ésta
devolución, alegando que dicho armamento ya no era de los
americanos, cuando lo ocuparon las fuerzas filipinas del poder de
los españoles, pero, desatendí esta razonada
oposición de mi General, ordenando terminantemente la
devolución de las armas á los americanos, demostrando
con ello clara y evidentemente la sincera amistad de los filipinos.
Dichos fusiles y cañones con abundantes municiones, fueron,
pues, devueltos á los que entonces eran nuestros aliados,
apesar de que el General Noriel y sus fuerzas los habían
conquistado á costa de la vida de muchos
compañeros.<br />
<br />
Poco después llegaron más refuerzos americanos y
otra vez el almirante Dewey, por medio de su Secretario
interesó más trincheras para su ejército,
alegando que eran ya cortas las que antes les había dado,
concediéndoseles entonces su continuación hasta cerca
de Pasay.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="XIII" name="XIII"></a>
<br />
<br />
<h3>
XIII.</h3>
<h3>
EL 13 DE AGOSTO</h3>
<br />
<br />
Llegó el día 13 de Agosto en que noté un
movimiento general de ataque contra Manila por parte de la escuadra
americana y de las fuerzas de tierra que estaban al mando del
General Anderson en Parañaque.<br />
<br />
Seguidamente ordené á mis tropas, para que
atacaran en todas las líneas, consiguiendo el General Pio
del Pilar entrar por Sampalok y atacar á las tropas
españolas que defendían el puente Colgante, las
cuales se retiraron hacia el puente de España. La columna de
nuestro General Gregorio H. del Pilar tomó los arrabales del
Pretil, Tondo, Divisoria y Paseo de Azcárraga al Norte de
Manila, y la del General Noriel, por la parte de Pasay, tomó
los arrabales de Singalong y Pako, siguiendo detrás la
columna americana y flanqueando las fuerzas españolas que
defendían la línea de S. Antonio Abad; lo que visto
por los jefes españoles, ordenaron la retirada de sus tropas
hácia Intramuros, con lo cual las fuerzas americanas que
ocupaban las trincheras del frente, entraron, sin pegar un tiro,
por los arrabales de Malate y Ermita; pero allí se
encontraron con las tropas del General Noriel que se habían
posesionado de los referidos arrabales y establecido sus cuarteles
en el convento de Malate y Ermita, en los edificios que fueron de
la Exposición regional de Filipinas, en la Escuela Normal y
en la casa del Sr. Perez, en Pako.<br />
<br />
En Santa Ana, parte Este de Manila, logró copar el
General Ricarte cinco columnas españolas, auxiliado por
tropas del General Pio del Pilar.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="XIV" name="XIV"></a>
<br />
<br />
<h3>
XIV.</h3>
<h3>
PRIMEROS NUBARRONES</h3>
<br />
<br />
Los nuestros veían desembarcar fuerzas americanas en las
playas de la Luneta y paseo de Santa Lucía, llamando la
atención de todos el que los soldados españoles que
había en la muralla de la Ciudad no tiraran contra aquellas,
misterio que al anochecer de este dia, se explicó por la
noticia de la capitulación de la plaza hecha por el General
español, señor Jáudenes, al General americano,
Mr. Merrit; capitulación que se reservaron los Generales
americanos, con infracción de lo convenido con el almirante
Dewey, sobre formación de planes para atacar y tomar Manila,
juntos y en combinación los dos ejércitos, americano
y filipino.<br />
<br />
Esta inexplicable conducta de los jefes americanos se hizo
más evidente con los telegramas que el General Anderson en
dicho dia 13, me dirigió desde Maytubig, rogando que
ordenara á nuestras tropas no entrasen en Manila,
petición, que fué denegada, toda vez que era
contraria á lo pactado y á los altos fines del
Gobierno revolucionario, que al tomarse el inmenso trabajo de
sitiar Manila durante dos meses y medio, sacrificando miles de
vidas y millones de intereses materiales, no podía ser,
seguramente, con otro objeto más que con el de capturar
Manila y la guarnición española que defendía
con firmeza y tenacidad la plaza.<br />
<br />
Pero el General Merrit tenaz en su propósito,
rogóme ya no por medio del almirante, si no por el del Mayor
Bell, retirase mis tropas de los arrabales, á fin de
prevenir peligros y conflictos que son siempre de temer en una
doble ocupación militar y evitar también en ello
á las tropas americanas, el ridículo; ofreciendo en
sus tres escritos, negociar, después de realizados sus
deseos, á lo que accedí, pero no de pronto y de una
sola vez, sino haciendo retirar gradualmente á nuestras
tropas, hasta llegar á los blokhaus, con objeto de que lodos
los habitantes de Manila fueran testigos de nuestros hechos
militares, y de tan consecuente conducta con nuestros aliados
americanos.<br />
<br />
Hasta entonces y hasta la fecha en que rompieron los americanos
abiertamente las hostilidades contra nosotros, había
abrigado en mi sima las más fundadas esperanzas de que los
jefes americanos harían valer ante su Gobierno, los pactos
celebrados verbalmente con el jefe de la Revolución
filipina; no obstante las señales en contrario que se
notaban en su conducta, sobre todo, en la del almirante Dewey que,
sin motivo alguno, un día del mes de Octubre se
incautó, de todos nuestros buques y lanchas.<br />
<br />
Enterado de tan extraño proceder, estando ya el Gobierno
Revolucionario en Malolos, envió una Comisión al
General Otis para tratar del asunto, quien remitió y
recomendó al almirante á nuestros comisionados, los
cuales no fueron recibidos por el almirante, no obstante la
recomendación del General Otis.<br />
<br />
Apesar de este proceder de los jefes americanos, tan contrario
á todos los pactos y antecedentes arriba referidos,
seguí observando con ellos, la misma conducta amistosa,
enviando una Comisión que fué á despedirle al
General Merrit, cuando su marcha para París; acto que al
agradecerlo dicho General, tuvo la bondad de manifestar á
nuestros comisionados, que defendería á los filipinos
en los Estados Unidos: así mismo envié al almirante
Dewey un puñal con su vaina, todo de plata, y un
bastón de caña finísima con puño de oro
labrado por el mejor platero filipino, recuerdos de afecto y
antigua amistad, que el almirante aceptó, consolando de esta
manera y en cierto modo mi alma afligida y la de todos los
filipinos que formaban el Gobierno Revolucionario, haciendo de
nuevo renacer en el corazón de todos, las
alhagüeñas esperanzas de un arreglo con el almirante
Dewey.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="XV" name="XV"></a>
<br />
<br />
<h3>
XV.</h3>
<h3>
ESPERANZAS FALLIDAS</h3>
<br />
<br />
Pero desvanecidas quedaron tales esperanzas, cuando se
recibió la noticia de que Mr. Dewey había obrado y
obraba así contra el Gobierno Revolucionario por
órden del Exemo. Mr. Mac-Kinley, que sugestionado por el
partido imperialista, había decidido anexionar las
Filipinas, cediendo tal vez á la ambición de explotar
las inmensas riquezas naturales que oculta nuestro virgen
suelo.<br />
<br />
Esta noticia cayó como un rayo en el campo de la
revolución.—Unos maldecían la hora y el dia de
haber tratado verbalmente con los americanos; otros, censuraban
haber cedido los arrabales.—Y los más, optaban por
enviar una Comisión al General Otis para provocar
declaraciones francas sobre la situación,
formalizándose el tratado de amistad, si Estados Unidos
reconocía nuestra Independencia,—ó se
rompían en el acto las hostilidades, si se negaba á
ello.<br />
<br />
En tan grave situación á todos aconsejaba
moderación y prudencia, pues aun esperaba en la justicia y
rectitud del Congreso de los Estados Unidos que no aprobaría
las tendencias del partido imperialista, y escucharía la voz
del almirante Dewey, que, como alto representante de América
en estas islas, concertó y pactó conmigo y el pueblo
filipino, el reconocimiento de nuestra Independencia.<br />
<br />
No de otra manera, con efecto, se debe pensar en tan grave
asunto; pues si América confió en el almirante Dewey,
el honor de sus armas en tan lejanas tierras, bien pudieron
también los filipinos confiar en las honradas promesas de
tan cumplido caballero como bravo marino, seguros de que el grande
y noble pueblo americano no desautorizaría ni
expondría al ridículo, al ilustre vencedor de la
escuadra española.<br />
<br />
Del mismo modo induce a hacer este juicio la circunstancia no
menos evidente y notoria, de que los demás jefes americanos,
que vinieron después de las sonadas victorias del almirante,
los Generales Merrit Anderson y Otis proclamaron al pueblo filipino
que América <i>no venia á conquistar territorios si
no á librar á sus habitantes de la opresión de
la Soberanía española</i>. Sería, por tanto,
exponer también el honor de estos jefes al ridículo
universal, si Estados Unidos desautorizando su oficial y
pública conducta se anexionara las islas por conquista.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="XVI" name="XVI"></a>
<br />
<br />
<h3>
XVI.</h3>
<h3>
LA COMISIÓN AMERICANA</h3>
<br />
<br />
Con tan prudentes como bien fundadas reflexiones,
conseguí calmar los ánimos de mis compañeros
revolucionarios, á tiempo que vino la noticia oficial de que
el Gobierno de Washington, á moción del almirante
Dewey había dispuesto la venida de una Comisión
civil, que se entendería con los filipinos para llegar
á un arreglo en el Gobierno definitivo de las islas.<br />
<br />
La alegría y la satisfacción volvieron á
renacer en el ánimo de todos los revolucionarios filipinos,
y entonces dispuse el nombramiento de una Comisión que
recibiera á los Comisionados americanos, al propio tiempo
que daba órden estricta á todos, para que guardaran
con los americanos la mejor armonía, tolerando y disimulando
los abusos y atropellos de la soldadesca; pues no seria de buen
electo para la Comisión que se esperaba, el que nos hallase
desavenidos con las fuerzas de su nación.<br />
<br />
Pero los abusos de los americanos se hacían en muchos
casos intolerables: en el mercado de Arroceros, á pretexto
de un juego, mataron á una muger y un niño,
produciendo la indignación de toda la multitud que llenaba
el lugar.<br />
<br />
A mis Ayudantes que tenían pases para entrar en Manila
armados y de uniforme, se les molestaba con repetidas detenciones
en todos los cuerpos de guardia donde transitaban, viéndose
claramente la intención de provocarles con el
ridículo público.<br />
<br />
¡Y mientras estas molestias se hacían con los
nuestros, los jefes y oficiales americanos que entraban en nuestro
campo eran atendidos y agazajados!<br />
<br />
En la calle de Lacoste, un vigilante americano mató de un
tiro á un chiquillo de siete años, por haberle
quitado á un chino, un plátano.<br />
<br />
Los registros en las casas menudeaban como en tiempo de los
españoles y las avanzadas de las fuerzas americanas
invadían nuestras líneas, provocando á
nuestros centinelas; en fin sería darle á este
escrito una extensión desmedida si yo continuara relatando
uno á uno los abusos y atropellos cometidos por la
soldadesca americana en aquellas días de ansiedad
general.<br />
<br />
Parecían mandados ó por lo menos oficialmente
tolerados los abusos con intención evidente de provocarnos
á la lucha.—Los ánimos estaban muy excitados,
pero el Gobierno Filipino, que había asumido la
responsabilidad de los actos de su pueblo, con prudentes
órdenes continuadamente repetidas procuraba conservar la
paz, aconsejando á todos los atropellados, paciencia y
cordura hasta la llegada de la Comisión civil.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="XVII" name="XVII"></a>
<br />
<br />
<h3>
XVII.</h3>
<h3>
ACTOS IMPOLÍTICOS</h3>
<br />
<br />
En tan apurada como crítica situación y antes de
que llegara la ansiada Comisión civil americana, se le
ocurre al General Otis, gobernador militar de las fuerzas
americanas, llevar á efecto dos actos á cual
más impolíticos.—Uno, la orden de requisar las
oficinas de nuestro telégrafo en la calle de Sagunto, en
Tondo, embargando los aparatos y deteniendo al oficial señor
Reyna en la fuerza de Santiago, bajo el pretexto de que conspiraba
contra los americanos.<br />
<br />
¿Cómo y porqué conspiraba el Sr. Reyna?
¿No hubiera bastado al Gobierno filipino haber dado la orden
de atacar, para que nuestros ocho mil hombres hubieran entrado en
lucha inmediata con las fuerzas de los Estados Unidos? ¿Se
había de conspirar cuando se tenía el poder en las
manos? ¿Y sobre todo, un telegrafista se había de
meter en cosas de guerra, cuando existía un ejército
que tenía aquel deber?<br />
<br />
Se veía, pues, la intención de zaherir y de
ridiculizar directamente al Gobierno filipino para provocar la
lucha, siendo de notar que este acto, ya no era de la soldadesca,
sino del mismo General Otis, á cuya política
imperialista no convenía la llegada de la Comisión
civil; y mucho menos, que encontrara á Filipinas en estado
de paz, porque era evidente para dicho General como, para todo el
mundo, que los filipinos se hubieran entendido y arreglado
amistosamente con la citada Comisión, si hubiera ésta
llegado y alcanzado el estado de paz.<br />
<br />
Los filipinos hubiéramos recibido á dicha
Comisión con muestras de verdadero cariño y completa
adhesión como honrados agentes de la gran América.
Los comisionados se hubieran paseado por todas nuestras provincias,
viendo y observando directamente el órden y la tranquilidad,
en todo nuestro territorio.<br />
<br />
Hubieran visto los campos labrados y sembrados. Hubieran
examinado nuestra Constitucion y Administración
pública, con perfecta tranquilidad, y habrían sentido
y gozado ese inefable encanto de nuestro trato oriental, mezcla de
abandono y de solicitud, de calor y de frialdad, de confianza y de
suspicacia, que hace cambiar de mil colores, á cual
más agradables, nuestras relaciones con los extranjeros.<br />
<br />
¡Ah! pero ni al General Otis ni á los
imperialistas, convenía este paisaje. Era mejor para su
criminal intención el que los comisionados americanos
encontraran las desolaciones de la guerra en Filipinas, sintiendo
desde su llegada el fétido olor despedido por los
cadáveres de americanos y filipinos confundidos. Era mejor
á sus propósitos que el caballero Mr. Shurman,
Presidente de la Comisión, no pudiera salir de Manila,
limitándose sólo á oír á los
pocos filipinos que, reducidos por las razones del oro, eran
partidarios de los imperialistas. Era mejor que la Comisión
contemplara el problema filipino, al través de los
incendios, al silvar de las balas y al trasluz de todas las
pasiones desencadenadas, para que no pudiera formar ningún
juicio exacto ni cabal de los términos propios y naturales
de dicho problema. ¡Ah! era mejor, en fin, que la
Comisión se retirara vencida de no haber obtenido la paz y
me inculpara, á mí y á los demás
filipinos; cuando yo y todo el pueblo filipino anhelábamos
que esa paz, se hubiera hecho ayer, antes que hoy, pero paz digna y
honrosa para Estados Unidos y la República Filipina,
á fin de que fuera sincera y perpétua.<br />
<br />
El otro acto impolítico cometido por el General Otis, fue
la publicación de la Proclama del 4 de Enero, estableciendo
á nombre del Presidente Mr. Mac-Kinley la
<i>Soberanía de América</i> en estas islas, con
amenazas de ruina, muerte y desolación á todo el que
no la reconociera.<br />
<br />
Yo, Emilio Aguinaldo, humilde servidor de todos, pero Presidente
de la República Filipina, encargado, por tanto, de velar por
las libertades y la Independencia del pueblo que me ha elegido para
aquel elevado y espinoso cargo, desconfié por primera vez
del honor de los americanos, comprendiendo desde luego, que
ésta Proclama del General Otis había rebasado los
límites de toda prudencia, y que no había más
remedio que rechazar con las armas tan injusto como inesperado
proceder del Jefe de un ejército amigo.<br />
<br />
Protesté, pues, contra dicha Proclama, amenazando
también con romper inmediatamente las hostilidades; pues el
pueblo entero clamaba, «traición», diciendo con
fundamento, que la anunciada Comisión civil pedida por el
almirante Dewey, era una farsa y que lo que había pretendido
el General Otis era entretenernos para traer refuerzos y más
refuerzos de los Estados Unidos, con objeto de aplastar de un
sólo golpe nuestro novel y mal armado ejército.<br />
<br />
Pero el General Otis actuó por primera vez de
diplomático, y me escribió, por conducto de su
secretario Mr. Carman, una carta, invitando al Gobierno filipino
á que enviara una Comisión para entenderse con otra
de americanos, sobre un arreglo amistoso entre ambas partes; y
aunque no confiaba en la sinceridad de los amistosos
propósitos de dicho General, cuya decidida intención
de impedir que la Comisión alcanzara el estado de paz, era
ya probada, accedí, sin embargo á la citada
invitación, tanto porque la vi oficialmente confirmada en
órden de 9 de Enero, dada por el indicado General, como para
demostrar ante el mundo, mis evidentes deseos de conservar la paz y
amistad con los Estados Unidos, solemnemente pactados con el
almirante Dewey.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="XVIII" name="XVIII"></a>
<br />
<br />
<h3>
XVIII.</h3>
<h3>
LA COMISIÓN MIXTA</h3>
<br />
<br />
Celebráronse en Manila las conferencias de la
Comisión mixta de americanos y filipinos, desde el dia 11 al
31 de dicho mes de Enero. Los últimos manifestaron con
claridad los deseos de nuestro pueblo de ser reconocidos como
Nación independiente.<br />
<br />
También expusieron con franqueza las quejas del pueblo
filipino contra los abusos y atropellos de la soldadesca, siendo
escuchados atenta y benévolamente por los comisionados
americanos. Estos contestaron que ellos carecían de
facultades para reconocer el Gobierno filipino, concretando su
misión á la de oir, recoger las fórmulas de la
voluntad de nuestro pueblo para transmitirlas fielmente al Gobierno
de Washington, quien solamente podía decidir, en definitiva,
del asunto, concluyendo así estas conferencias en la mejor
harmonía, augurando mejores y más difinitivos
días de paz para la fecha en que contestara Mr. Mac-Kinley
á los telegramas del General Otis, transcribiendo nuestros
deseos con recomendaciones favorables segun se dijo, por los
comisionados americanos.<br />
<br />
<hr style="width: 65%;" />
<a href="http://draft.blogger.com/blogger.g?blogID=7457389166366901483" id="XIX" name="XIX"></a>
<br />
<br />
<h3>
XIX.</h3>
<h3>
RUPTURA DE HOSTILIDADES</h3>
<br />
<br />
Y cuando yo, el Gobierno, el Congreso y el pueblo entero
esperábamos tan deseada contestación,
entregándose la mayor parte á las más
halagüeñas impresiones, vino el fatal día 4 de
Febrero, en cuya noche las fuerzas americanas atacaron de repente
todas nuestras líneas, que estaban por cierto casi
abandonadas, porque como sábado, víspera de fiesta,
nuestros Generales y algunos jefes de los más caracterizados
habían pedido licencia para retirarse al lado de sus
respectivas familias.<br />
<br />
El General don Pantaleón García fué el
único que en tan crítico momento se encontraba en su
puesto de Maypajo, Norte de Manila; pues los Generales Noriel,
Rizal y Ricarte y los coroneles San Miguel, Cailles y otros,
estaban fuera, disfrutando de sus licencias.<br />
<br />
El General Otis, segun informes verídicos,
telegrafió á Washington que los filipinos
habían agredido al ejército americano. El Presidente
Mac-Kinley leyó el telegrama ante el Senado, donde se
debatió para su ratificación el Tratado de
París de 10 de Diciembre de 1898, en cuanto se
refería á la anexión de las Filipinas,
obteniendo por tan criminal medio, la aprobación total del
referido Tratado, solamente por tres votos, los cuales se dieron
con la protesta de hacerlo, en consideración al estado de
guerra en estas islas.<br />
<br />
Tan singular comedia no podía subsistir por mucho tiempo,
porque los filipinos nunca podíamos ser los agresores de las
fuerzas americanas, cuya amistad habíamos jurado, y en cuyo
poder esperábamos hallar la protección necesaria para
recabar de las otras potencias el reconocimiento oficial de nuestra
Independencia.<br />
<br />
La ofuscación de los primeros momentos fué grande,
pero luego fué cediendo ante la luz de la verdad que
arrojaban serenas y graves reflexiones.<br />
<br />
Cuando las personas sensatas repasaron los hechos de Mr.
Mac-Kinley, enviando tropas y más tropas á Manila
despues de celebrado el armisticio y aún la paz con
España; cuando reflexionaron que había ido retardando
el envío de la Comisión civil para ajustar con los
filipinos el tratado amistoso; cuando conocieron los antecedentes
de mi alianza con el almirante Dewey, preparada y arreglada por los
cónsules Pratt y Wildman de Singapoore y de Hong-kong;
cuando se enteraron del verdadero estado de las cosas en Filipinas
el día 4 de Febrero, sabiendo que los filipinos esperaban la
contestación de Mr. Mac-Kinley al telegrama del General
Otis, transmitiendo los deseos pacíficos del pueblo
filipino, de vivir como Nación independiente; cuando, en
fin, se fijaron en los términos del tratado de París
cuya aprobación en lo referente á la anexión
de Filipinas, fué saludada con gritos de júbilo y
satisfacción por el partido imperialista dirigido por Mr.
Mac-Kinley, entonces abrieron los ojos, á la referida luz de
la verdad, percibiendo con claridad la política baja,
egoista y poco humanitaria, que Mr. Mac-Kinley había seguido
con nosotros los filipinos, sacrificando despiadadamente á
sus inmoderadas ambiciones, el honor del almirante Dewey,
exponiendo á este digno caballero é ilustre vencedor
de la escuadra española, al ridículo universal, pues
no otra deducción se puede hacer del hecho de que, á
mediados del mes de Mayo de 1898, el <i>Mac-Cullock</i>, vapor de
guerra de los Estados Unidos, me trajera, con mis compañeros
revolucionarios, de Hong-kong por órden del mencionado
almirante, y esté hoy dedicado á bombardear los
puertos y poblados de la misma revolución, cuyo lema es la
libertad y la Independencia.<br />
<br />
Los hechos relatados son recientes, y deben retenerse aún
frescos sus recuerdos, en la memoria de todos.<br />
<br />
Los que en Mayo de 1898 admiraron el valor de los marinos del
almirante Dewey, y los sentimientos humanitarios de este ilustre
jefe, prestando apoyo visible á un pueblo oprimido para que
fuera libre é independiente, no podrán seguramente
cohonestar la presente inhumana guerra, con aquellos elevados y
honrados sentimientos.<br />
<br />
Pasaré por alto las crueldades con que desde el
rompimiento de hostilidades trató el General Otis á
los filipinos, fusilando sigilosamente á muchos que no
quisieran firmar el escrito, pidiendo la autonomía; nada
diré de los abusos de fuerza, que los soldados americanos
cometieron contra inocentes é indefensos vecinos de Manila,
fusilando á niños y mujeres por estar asomados
á los balcones; allanando domicilios á media noche;
descerrajando arcas y aparadores, y llevándose dinero,
alhajas y cuantos objetos de valor encontraban, rompiendo sillas,
mesas y espejos que no se podían llevar, porque al fin y al
cabo, son consecuencias de la guerra, aunque impropias de un
ejército culto; pero lo que no pasaré por alto, es la
inhumana conducta observada por dicho General con el
ejército filipino, cuando para arreglar un tratado de paz
con la Comisión civil presidida por Mr. Schurman,
envié por tres veces mis mensajeros, pidiéndole
suspensión de hostilidades.<br />
<br />
El General Otis negó á mis enviados tan justa como
prudente petición, contestando, que <i>no suspendía
hostilidades mientras el ejèrcito filipino no depusiera las
armas.</i><br />
<br />
Pues qué, ¿no merecía este ejército
ninguna consideración de parte del General Otis y de las
fuerzas americanas? ¿Se habían olvidado ya de los
importantes servicios que el ejército filipino prestó
al americano, en la pasada guerra contra los españoles?<br />
<br />
¿Se había olvidado ya el General Otis del favor
que el ejército filipino le dispensara, cediéndole
á él y á sus fuerzas, los arrabales y
blockhaus que con tantos sacrificios se tomaron?<br />
<br />
¿Porqué imponía el General Otis para la
paz, condición tan humillante á un ejército
que juntamente con el americano había derramado su sangre y
cuya bravura y heroismo fueron celebrados por el almirante Dewey y
otros jefes americanos?<br />
<br />
Esta inexplicable conducta del General Otis, evidentemente
contraria á todas las leyes del Derecho internacional y del
honor militar, es la prueba más elocuente de su decidida
intención de inutilizar la pacificadora misión de Mr.
Schurman.<br />
<br />
¿Qué paz puede concertarse al estruendo de los
cañones y al silbido de las balas?<br />
<br />
¿Qué procedimiento ha seguido y sigue el General
Brooks en Cuba? ¿No siguen hasta ahora armados los cubanos,
sin embargo, de estarse tratando de la paz y del porvenir de
aquella isla?<br />
<br />
Y ¿somos por ventura menos dignos, que aquellos
revolucionarios, de la libertad y de la Independencia?<br />
<br />
¡Oh, amada Filipinas! inculpa á tus riquezas,
á tu hermosura, la inmensa desgracia que pesa sobre tus
fieles hijos.<br />
<br />
Has despertado la ambición de los imperialistas y
expansionistas del Norte de América, y unos y otros han
echado sus afiladas garras sobre tus entrañas!<br />
<br />
¡Madre amada, madre querida, estamos aquí para
defender tu libertad é Independencia, hasta morir! No
queremos guerra; por el contrario, deseamos la paz, pero paz digna
que no colore tus mejillas ni manche de vergüenza ni rubor tu
frente; y te juramos y prometemos, que América con su poder
y sus riquezas, podrá quizás aniquilarnos matando
á todos; pero esclavizarnos, jamas!!!<br />
<br />
No; no es ésta humillación el pacto que yo
celebrara en Singapoore con el Consul americano Mister Pratt. No
era tal el convenio que yo estipulara con mister Wildman,
Cónsul de Hong-kong. No es, en fin, la sumisión de mi
amada pátria á nuevo yugo extranjero, lo que me
prometiera el almirante Dewey.<br />
<br />
Cierto és que los tres me han abandonado, olvidando que
fuí yo por ellos buscado y sacado de mi destierro y
deportación, olvidando también, que ninguno de los
tres había solicitado mis servicios en favor de la
Soberanía americana, pagando los gastos de la
revolución filipina, para la que, evidentemente, me han
buscado y traido á tu amado seno!<br />
<br />
Si hay, como creo, un Dios, raiz y fuente de toda justicia, y
juez eterno y único de las contiendas internacionales, no
tardará mucho, madre querida, en que seas salvada de las
garras de tus injustos enemigos. Yo, así lo espero del honor
del almirante Dewey. Yo así lo espero de la rectitud del
gran pueblo de los Estados Unidos, donde si hay ambiciosos
imperialistas, tambien existen honrados círculos defensores
de las humanitarias doctrinas de los inmortales Monroe, Franklin y
Washington, salvo que la raza de virtuosos ciudadanos, gloriosos
fundadores de la actual grandeza de la República
norte-americana, haya decrecido tánto, que su
legítima y benéfica influencia esté supeditada
por la poderosa ambición de los expansionistas; en cuyo
desgraciado y último caso ¿no es más dulce
morir que nacer esclava?<br />
<br />
¡Oh sensato pueblo americano!<br />
<br />
Honda es la admiración producida en todo el pueblo
filipino y su novel ejército, por el valor de todos vuestros
soldados y jefes. Débiles somos ante tan titánicos
adalides de la ambiciosa política cesarista de vuestro
actual Gobierno, para resistir á su valeroso empuje; escasos
son nuestros elementos; pero continuarémos en esta lucha
injusta, sangrienta y desigual, no por amor á la guerra, que
la detestamos, sino por defender nuestros innegables derechos
á la libertad é Independencia, tán caramente
conquistados, y nuestro territorio amenazado por las ambiciones de
<i>un partido</i> que trata de sojuzgarnos.<br />
<br />
¡Sensible es la guerra! ¡horror nos causa sus
estragos! ¡infelices filipinos perecen en el fragor de los
combates, dejando madres, viudas é hijos! Podrá para
Norte-América pasar desapercibida las desgracias que ella
nos acarrea; pero lo que no consentirá indudablemente el
pueblo norte-americano, és que continúen
sacrificándose sus hijos, llorando madres, viudas é
hijas, por el sólo capricho de sostener una guerra contraria
á sus honrosas tradiciones proclamadas por Washington y
Jefferson.<br />
<br />
Volved, pues, pueblo norte-americano, por vuestras legendarias
libertades; llevad la mano á vuestros corazones, y decidme:
¿Os sería agradable que en el curso de los sucesos,
Norte-América se encontrara en la triste situación de
un pueblo débil y oprimido, y Filipinas nación libre
y poderosa, en guerra con vuestros opresores, solicitara vuestro
auxilio, prometiéndoos libertar de tan pesado yugo, y
después de vencer á su enemiga con vuestra ayuda, os
sojuzgara, negándoos esa libertad?<br />
<br />
Pueblos civilizados, honrados habitantes de los Estados Unidos,
á cuya elevada y recta consideración someto este mal
pergeñado documento; ahí teneis los hechos
providenciales, que prepararon la injustamente combatida existencia
de la actual República Filipina y de los que, aunque
indigno, Dios me ha hecho el agente principal.<br />
<br />
La veracidad de los mismos descansa en mi palabra de Presidente
de esta República, y en el honor de todo un pueblo de ocho
millones de almas, que hace más de tres años lleva
sacrificando vidas y haciendas de sus heróicos hijos por
obtener el debido reconocimiento á sus naturales derechos de
libertad é Independencia.<br />
<br />
Y si me otorgáreis el honor de recibir y de leer este
escrito y juzgárais luego con imparcialidad, declarando
solemnemente de qué lado están la justicia y el
derecho, os quedará eternamente agradecido vuestro
respetuoso servidor,<br />
<br />
[Nota del transcriptor: Parece que el documento original
presenta la firma del autor.]Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-92132511263248872152011-07-03T23:34:00.000+08:002011-08-29T17:13:40.698+08:00Sucesos de las Islas Filipinas - Portada<div style="text-align: center;">
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<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">SUCESOS </span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-size: large;">DE LAS <br />
ISLAS FILIPINAS <br />
POR EL <br />
DR . ANTONIO DE MORGA </span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<br />
NUEVA EDICIÓN <br />
ENRIQUECIDA CON LOS ESCRITOS INÉDITOS DEL MISMO AUTOR<br />
ILUSTRADA CON NUMEROSAS NOTAS QUE AMPLÍAN EL TEXTO Y PROLOGADA EXTENSAMENTE </div>
<div style="text-align: center;">
POR <br />
W. E. RETANA <br />
<br />
M A D R I D <br />
LIBRERÍA GENERAL DE VICTORIANO SUÁREZ, EDITOR <br />
48, P R E C I A D O S , 4 8 <br />
1909<br />
<br /></div>
<br />
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Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-8724905444128942842011-07-03T17:11:00.000+08:002011-08-29T17:15:04.633+08:00Prologo y Dedicatorias<div style="text-align: center;">
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<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLQg4Pib3KY1HNQJmUiIny3I_KgYRvGFE7Lqa-b-Ut8nbJWDDsCnpqMA2tyy-QViVbwxxaJtZ6GDGRRkRI6JN_wSmR_3RGR2v23zNqUWygBcJVICME5Nto4S8kYnVZ6c4rI4vVUoSkshs/s1600/sucesos-Morga-0.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLQg4Pib3KY1HNQJmUiIny3I_KgYRvGFE7Lqa-b-Ut8nbJWDDsCnpqMA2tyy-QViVbwxxaJtZ6GDGRRkRI6JN_wSmR_3RGR2v23zNqUWygBcJVICME5Nto4S8kYnVZ6c4rI4vVUoSkshs/s320/sucesos-Morga-0.jpg" width="211" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
SVCESOS DE LAS <br />
ISLAS FILIPINAS<br />
dirigido<br />
A DON CRISTOVAL GÓMEZ DE <br />
Sandoval y Rojas, Dnque de Cea. <br />
POR EL DOCTOR ANTONIO MORGA, <br />
Alcalde del Crimen de la real Audiencia de la Nueva España, <br />
Consultor del Santo Oficio de la Inquisicion <br />
<br />
EN MEXICO<br />
En casa de Geronymo Balli, Año 1609<br />
Por Cornelio Adriano Cefar</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEatV5yBB7mb2Qyp0xg58t4AUGcNNJyaNDUwSB1ccXpqGiRrywjMDmRvxplnMRK2oM4FqLKxUb4hT5XhWwmj-NDVWPLaIJUButMt_4iLVNW9lJ1_EX3pUS0nPWlXILavqYIyoOUzNBJGo/s1600/sucesos-Morga-02.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEatV5yBB7mb2Qyp0xg58t4AUGcNNJyaNDUwSB1ccXpqGiRrywjMDmRvxplnMRK2oM4FqLKxUb4hT5XhWwmj-NDVWPLaIJUButMt_4iLVNW9lJ1_EX3pUS0nPWlXILavqYIyoOUzNBJGo/s320/sucesos-Morga-02.jpg" width="229" /></a></div>
<br />
<hr />
<br />
<br />
POR mandado del Excelentisimo Señor, don Luis de Velasco, Virrey desta Nueva España, y del ilustrisimo y reverendisimo señor don fr. Garfia Guerra, Arçobispo de Mexioo, del consejo de su Magestad; é visto este Libro de los sucesos de las islas Filipinas, que á escrito el Doctor Antonio de MORGA, Alcalde de Corte, de la real Audiencia de México, y me parece gustoso y de prouecho, y digno de ser impreso, en que el Autor a guardado con precisión, las leyes de la Historia, por la buena disposición de la obra, en que manifiesta claridad de ingenio, estilo Lacónico, que pocos lo alcançan, y con verdad de la materia, como quien tan entera noticia della tuuo, por los años que gouernó aquellas islas; y lo firme de mi nombre, en esta casa Profesa de la Compañía de JESVS de México, en primero de Abril, de 1609.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Juán Sánchez. </div>
<br />
<hr />
<br />
DON Luys de Velasco, cauallero de la orden de Sanctíago, Virrey lugar teniente, del Rey nuestro señor gouernador y capitán general de la Nueua España y presidente de la real audiencia y chancilleria que en ella reside &'c. Por quanto el Doctor Antonio de Morga, Alcalde del crimen en esta dicha real audiencia, me hizo relación, que avia escrito vn libro y tratado, de los sucesos de las islas Filipinas, desde, sus primeros descubrimientos y conquista hasta fin del año pasado, de seys cientos y siete; pidiéndome, le mandase dar licencia y preuilegio, para que lo pudiese imprimir, y no otra persona por algún tiempo, y por mi visto, cometí al padre luán Sánchez, de la Compañía de JESVS, la vista del dicho libro. Por tanto, por la preséntela doy, al dicho Doctor Antonio de Morga y para que libremente, el, ó la persona que tuuiere permiso suyo, pueda por tiempo de diez años, primeros siguientes, imprimir el dicho libro, por el impresor que le pareciere: y prohiba, que ninguna persona, lo pueda hazer en el dicho tiempo, sin la dicha permisión, sa pena de perder, y que aya perdido los moldes, y adérenles con que hizieren la dicha impresión; que aplico, para la Cámara de su Magestad, y el dicho Doctor Antonio de Morga, por mitad. Fecho en México a, siete dias del mes de Abril de mil y seiscientos y nueue años.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
Don Luys de Velasco. </div>
<div style="text-align: right;">
Por mandado del Virrey, </div>
<div style="text-align: right;">
Martin López Gauna. </div>
<br />
<hr />
<br />
DON Fray Garda Guerra, por la Diuina gracia, y de la santa Sede Apostólica, Arçobispo de México, del consejo de su Magestad, ¿ye. Auiendo visto el parecer del padre luán Sánchez, de la Compañía de lESVS, que dio, de auer visto el Libro que ante nos presentó el Doctor Antonio de MORGA, Alcalde en esta Corte y cJtancilleria, intitulado: Sucesos de las islas Filipinas, su conquista y conuersion; para lo qual, dimos nuestra comisión y por el dicho parecer, consta no auer cosa contra nuestra santa Fe Católica o buenas costumbres: antes, ser vtil y prouechosa para todas las personas que le leyeren; Por la presente damos licencia al dicho Doctor Antonio de MORGA, para que en qualquiera de las emprentas desta Ciudad, piieda hazer imprimir el dicho Libro, de la dicha con quista y conuersion, de las dichas islas Filipinas. Dada en México d siete de Abril de mil y seiscientos y nueue años. <br />
<div style="text-align: right;">
Fr. Garcia Arçobispo de México, </div>
<div style="text-align: right;">
Por mandado de su Señoría ilustriss. el Arçob. de México. </div>
<div style="text-align: right;">
D. Juán de Portilla, secretario. </div>
<br />
<hr />
<br />
A DON CRISTOVAL GÓMEZ <br />
de Sandoual y Rojas, Duque de Cea. <br />
<br />
OFREZCO A V. Excelencia este pequeño trabajo, tan digno de buena acojida, por la fiel relación que contiene, quanto desnudo de artificio y ornato; conociendo, mi pobre caudal, lo començe con temor, animóme a pasar adelante, entender, que si lo que se dá, vuiese de tener igual proporción, con quien lo recibe, no auria quien mereciese poner en manos de V. Excelencia, sus obras, y quedarían en oluido, las que en estos tiempos an hecho nuestros Españoles, en el descubrimiento, conquista y conuersion de las islas Filipinas, y varios sucesos que a bueltas an tenido, en los grandes reynos y gentilidades que las rodean; que, como de partes tan remotas, ninguna relación á salido en publico, que lo trate de proposito, desde sus principios, hasta el estado que agora tienen. Suplico a V, Excelencia, reciba mi voluntad, postrada a sus pies; y quando esta breue escritura, no diere el gusto que me representa, el amor propio (enfermedad del ingenio humano) vse V. Excellencia comigo, como suele con todos; leyéndola y disimulando sus inperíeciones, de su prudencia y mansedumbre, como tan rico destas y otras virtudes, que hazen con fuerga diuina, que las cosas altas no estrañen á las humildes, y an puesto a V. Excelencia sobre su propia y natural grandeza, en el lugar que tiene, para bien destos reynos, premiando y fauoreciendo lo bueno, corrigiendo y refrenando lo contrario, en que consiste el buen estado de la república, que dio motiuo a Democrito. Filosofo antiguo, para llamar al premio y al castigo verdaderos dioses. Para gozar desta felicidad, no ay que desear ningún tiempo pasado, sino contentos con el presente, rogar a Dios nos guarde a V. Excelencia por largos años.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
D. Antonio de MORGA. </div>
<br />
<hr />
<br />
* AL LETOR *<br />
<br />
ENGRANDecese la Monarchia de los Reyes de España, por el zelo y cuydado con que an defendido en sus naturales y proprios reynos, la santa Fe Católica, que enseiía la iglesia Romana, de tantos contrarios que la persiguen y pretenden escurecer su verdad, con diuersos errores, que por todo el mundo an sembrado, con que, por la misericordia de Dios, conseruan sus señorios y subditos en la pureza de la religión Cristiana, mereciendo por ello el, glorioso titulo y renombre, de defensores de la Fé, que tienen. Y también, por el valor de sus inuencibles coragones; con que, á costa de sus rentas y aueres, con armadas y gentes Españolas (l), an surcado los mares, descubierto y conquistado grandes reinos, en lo mas remoto é incógnito del mundo, trayendo sus gentes, al conocimiento de Dios verdadero, y rebaño de la yglesia Cristiana, en que oy viuen (2), gouernados en paz é justicia, ciuil o politicamente, al abrigo y amparo de su Real brago y poder, de que carecían; cubiertos de ceguedades tiránicas, y crueldades barbaras, con que el enemigo del genero humano, los labrd y cultiuó para si mucho tiempo.<br />
<br />
De aqui, á venido a estenderse, el cetro y corona de España, por todo lo que mira el Sol, desde que nace, hasta que se pone, con gloria y resplandor de su poder y magestad; mas que otra de los Principes de la tierra, con ganancia de innumerables almas para el cielo, que ha sido su principal intento y caudal (3).<br />
Y á bueltas de muchas riquezas, y tesoros que goza, junto con las memorables hazañas y Vitorias, que á alcanzado, con que, por todo el vniuerso se ensalga y celebra su alto nombre, y el esfuergo y valor de sus vasallos, que en esto an entendido y derramado su sangre. <br />
<br />
Ganada la America, quarta parte de la tierra, que los antiguos no conocieron, nauegaron tras el Sol, descubriendo en el mar Océano Oriental, vn archipiélago de muchas islas, adjacentes á la Asia vlterior, pobladas de varias naciones, abundantes de ricos metales, piedras y perlas, y todo genero de frutos; en que, arbolando el estandarte de la Fé, las sacaron del yugo y poder del demonio, y las pusieron en su obediencia y gouierno; con que, justamente pueden leuantar en ellas las colunas y trofeos de, Non plus vltra, que dexó á la orilla del mar de Cádiz, Hercules famoso, y después, abatió por el Suelo el fuerte brago de Carlos V. nuestro señor, que le auentajo en grandiosas hazañas y empresas. <br />
Sujetadas las islas, con la soberana luz del santo Euangelio, que en ellas entro, se baptizaron los infieles, desterrando las tinieblas de la gentilidad, y mudaron sus nombres en el de Cristianos (4).<br />
Y dexando también las islas el que tenian, tomaron (con la mudança de ley y baptismo de sus naturales) el nombre de Islas Filipinas; en reconocimiento, de las grandes mercedes que recibieron, de la Magestaa de Filipo segundo nuestro señor; en cuyo felice tiempo y gouierno, fueron conquistadas (5), fauorecidas y regaladas, como obra y hechura de sus Reales manos.<br />
<br />
Su descubrimiento, conquista y conuersion, no á sido sin mucha costa, trabajo y sangre Española (6), con varios sucesos y trances, que hazen mas ilustre la obra con espacioso campo, en que se estiendan los historiadores, que lo tienen por oficio, pues la materia no es corta; y tiene de graue y gustosa, lo que basta para merecerlo, sin que le sea deperjuyzio, tratar sucesos y guerras de Indios, que los que no las an esperimentado, las tienen en menos de lo que son; pues, los destas partes, son naciones valientes y guerreras de la Asia, criados en continua milicia, por mar y tierra, vsando artillería y otros instrumentos bélicos, industriados en este exercicio, de la necesidad de su propia defensa, contra los grandes y poderosos reinos sus vezinos, Y (si con algunas imperfeciones) adestrados y acabados de enseñar, en la escuela Española, que vltimamente les metió la guerra en su casa, como lo an sido por esta vía, otras prouincias de Europa, que del vso de las armas, estauan con ignorancia y descuydo. <br />
<br />
Algunos curiosos, an tratado de escríuir esta historia, á quienes (por faltarme su caudal y tiempo) he dado y repartido muchos papeles, y relaciones que tenia, y espero la sacarán á luz mas de proposito, de lo que hasta agora tenemos á pedagos, por algunos historiadores de nuestros tiempos. En las islas Filipinas, gasté ocho años, lo mejor de mi vida, siruiendo á todas manos, en oficios de teniente de gouernador, y de capitán general; y desde que se fundó la Audiencia real de Manila en plaga de Oydor, el primero que en ella fue recebido. Y deseando, se supiesen las cosas destas islas; particularmente, las acaecidas en el tiempo que yo las traté, tomándolas de sus principios lo que bastase, lo é hecho en vn libro de ocho capítulos, que los siete primeros, contienen, por el tiempo de los gouernadores proprietarios,, que á auido, hasta la muerte de don Pedro de Acuña, los descubrimientos conquistas, y demás acaecido, en las islas y en los reinos y prouincias de su comarca. Y el otauo y final, vna breue suma y relación, de sus calidades, gentes, y modo de su gouierno y conuersion, y otras particularidades, y del conocimiento, trato y comunicación, que con las otras islas y gentilidades sus vezinas tiene, tan temeroso, de los defetos que en esto se hallaran; como persuadido, merecen perdón, por auer pretendido acertar, siendo mi principal intento, dar á cada vno lo que se le deue, y boluer por la verdad, sin odio ni lisonja, que á sido agrauiada en algunas relaciones, que corren por el mundo (7), vicio muy reprobado, en los que refieren hazañas ajenas, quanto prohibido por ley penal, que establecieron Catón y Marcio, Tribunos del pueblo Romano, á los que contandolas proprias excedían, que parecía menos punible, por interuenir en esto el amor propio.<br />
<br />
No faltara, quien saque a plaga mis descuydos, que desde agora le abre respondido con confesarlos; y si esto no bastare, para po nerle silencio, tapando los oydos, como otro Vlixes, pasare (con la priesa que é escrito) por este inconuiniente y dificultad, con. solo el deseo de agradar, y seruir á quien lo leyere, que bastara á sacarme de mayores peligros. <br />
<br />
<hr />
<br />
* A SE DE ADVERTIR *<br />
En la lecion desta historia que se podra reparar en algunos vocablos, y nombres de prouincias, lugares, magistrados, armas y embarcaciones, que por mas propiedad, se an escrito como comunmente se nombran, y corren en aquellas partes, que por el capitulo final, que contiene la relación de las islas, y sus particularidades, quedaran entendidos y declarados (8).<br />
<br />
<hr />
<br />
<div style="text-align: center;">
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<br />
<br />
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Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-87741341950365146052011-07-01T20:37:00.000+08:002011-08-29T17:15:49.032+08:00Sucesos de las Islas Filipinas - Contenido<div style="text-align: center;">
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<b>DE LOS PRIMEROS DESCVBRIMIENTOS DE LAS <br />
islas Orientales, y del viaje que lüzo d ellas el Adelantado Miguel López de <br />
Legazpi, conquista y pacificación délas Filipinas en tiempo de su gouiento, y <br />
de Guido de Lauazarris, que sirvio después el cargo.</b></div>
<h3>
CAPITVLO PRIMERO.</h3>
SEGVN los Cosmógrafos antiguos y modernos, la parte del mundo llamada Asia, tiene adjacentes grandissima copia de islas mayores y menores, abitadas por diuersas naciones y gentes; enriquecidas, asi de piedras preciosas, oro, plata y otros minerales, como abundantes de frutos y semillas, ganados y animales; y algunas dellas, en que se cria todo genero de especería, que se lleva y reparte por todo el vniuerso. Llamanlas de ordinario en sus libros, y descripciones y cartas de marear, el grande Archipieelago de san Lázaro, que son en el mar Océano Oriental; de las quales, entre otras mas famosas son las islas del Maluco, Celeues, Tendaya, Luzon, Mindanao y Borneo, que agora se llaman las Filipinas (9). <br />
<br />
Auiendo el Papa AJexandro sexto repartido las conquistas del nueuo Mundo, á los Reyes de Castilla y Portugal, hizieron de acuerdo la partición, por vna linea que Cosmógrafos echaron al mundo; para que el vno ala parte del Ocidente, y el otro, ala del Oriente, siguiesen sus descubrimientos y conquistas, pacificando lo que cada vno ganase dentro de su demarcación (l0).<br />
<br />
Después, que por la Corona de Portugal se ganó la Ciudad de Malaca, en la tierrafirme de la Asia, en el Reyno de lor, llamada por los antiguos Aureachersoneso, el año de mil y quinientos y onze, alas nueuas délas islas que caen cerca, especialmente, las del Maluco y Banda, donde se coge el clauo y la nuezmoscada; salió vna Armada de Portugueses á su descubrimiento, que auiendo es tado en Banda, fueron de alli lleuados á la isla de Terrenate, vna dalas del Maluco, por el mismo Rey della, en defensa suya, contra el de Tidqore su vezino, con quien tenia guerra, que fue principio del asiento que los Portugueses hizieron en el Maluco. Francisco Serrano (que boluio a Malaca con este descubrimiento, y passó ála India, para yr a Portugal á dar quenta del) murió antes de hazer este viaje (ll), aulendo comunicado por cartas á su amigo Fernando de Magallanes (que se auian hallado juntos en la toma de Malaca y estaua en Portugal) lo que auia visto; con cuyas relacio nes, entendió lo que conuenia del descubrimiento y navegación á estas islas. <br />
Magallanes en este tiempo se pasó al seruicio del Rey de Castilla, por causas que le mouíeron (12); y trató con el Emperador Carlos Quinto nuestro señor, que las islas del Maluco, caian dentro déla demarcación de su Corona de Castilla, y que su conquista le pertenecía conforme ála concession del Papa Alexandro (13), y que se offrecia hazer jornada y nauegacion á ellas en su nombre, descubriendo el viaje, por la parte de la demarcación que a Castilla le pertenecía, valiéndose de vn famoso Astrólogo y Cosmógrafo, llamado Ruyfarelo que consigo tenia (14).<br />
El Emperador (por la importancia del negocio) dio a Fernando de Magallanes este viaje y descubrimiento, con los nauios y recaudo que para ello conuino, con los quales salió y descubrió el Estrecho a que puso su nombre (15); por donde pasó ala mar del Sur ynauegó a las islas de Tendaya y Sebu, donde fue muerto por los naturales de Matan (16) que es vna dellas, pasaron sus nauios al Malu co, donde la gente dellos tuuieron debates y diferencias con los Portugueses que se hallaron en la isla de Terrenate; y vltimamente, no pudiéndose sustentar alli, en vna Nao que á los Castellanos auia quedado en su armada, nombrada la Victoria, salieron del Maluco, licuando por cabega y capitán, a Juán Sebastian del Caño, que hizo su viaje a Castilla, por el déla India, donde llegó con poca gente (17), y dio á su Magestad quenta del descubrimiento de las islas del grande Archipiélago, y su nauegacion. Intentóse otras vezes la mesma empresa, y se puso en execucion, por Juán Sebastian del Caño, y por el Comendador Loatsa, y los Saoneses, y Obispo de Plasencia, sin tener el efeto que se pretendió, por los trabajos y riesgos de tan larga nauegacion y contiendas que se les offrecieron con los Portugueses en el Maluco, a los que alia llegaron. Tras de todos estos sucesos, pareciendo que aqueste descubrimento se haria mas breue y mejor por la Nueua España, se despachó por aquella parte vna Armada el año de mil y quinientos y quarenta y cinco, a cargo de Rui López de Villalobos, que pasó por Sebu, y llegó al Maluco, donde tuuo con los Portugueses diferencias, infortunios y trabajos, por los quales, no tuuo el fin que se pretendía, ni la Armada pudo boluer á la Nueua España de do auía salido; y se deshizo, y algunos de los Castellanos que quedaron, salieron del Maluco por la India de Portugal, y fueron a Castilla: donde dieron relación de lo sucedido en su viaje, calidad y sustancia délas islas del Maluco, y de las otras que auian visto (l8).<br />
Pareciendo después al Rey don Felipe segundo nuestro Señor, le conuenia no algar mano déla misma empresa, y siendo informado por don Luys de Velasco Virrey déla Nueua España, y por fr. Andrés de Vrdaneta de la Orden de S. Agustín (que siendo seglar, auía estado en el Maluco con la Armada del Comendador Loaisal que desde la Nueua España se haría mejor y mas breve aqueste viaje, lo cometió al Virrey. Salió de la Corte fr. Andrés de Vrdaneta, para la Nueua España, que como tan platico y buen Cosmógrafo, se ofreció iría en la Armada, y descubriría la buelta. El Virrey aparejó Armada y gente con lo mas necesario, en el Puerto de la Nauidad, en la mar del Sur, a cargo de Miguel López de Legazpí vezino de México, natural de la prouincia de Guipúzcoa, persona de calidad y confianga; por auer fallecido el Virrey, la Au diencia que en su falta gouernaua, acabó de despachar a Legazpi, dándole instrucíones de la parte a donde auía de ir, con orden, que no la abriese hasta estar trezíentas leguas ala mar: por diferencias que vuo entre los déla Armada, sobre dezir vnos que seria mejor yr ala nueua Guinea, y otros alos Luzones, y algunos al Maluco. Partió Miguel López de Legazpi, el año de mil y quinientos y sesenta y quatro, del puerto déla Nauidad (19), con cinco nauios y quinientos hombres, y fr. Andrés de Vrdaneta, y otros quatro religiosos de la Orden de san Agustín en su compañía, y auíendo nauegado algunos días al Ocidente, abrió las instrucíones, y vio que se le ordenaua fuese a las islas de los Luzones, donde procurase pacificarlas, y reduzirlas ala obediencia de su Magestad, y que recibiesen la santa fé Catholica. Prosiguió su viaje, hasta llegar ala isla de Sebu (20), donde por la comodidad que halló del buen puerto, y dispusicíon de la tierra, surgió en el, siendo primero recebido de paz de los naturales, y de su principal Tupas. Después le quisieron matar, y alos de su compañía, porque auíendoles algado los bastimentos, tomaron contra ellos las armas, que sucedió alreues de como lo pensaron; porque los Españoles los vencieron y sugetaron. Viendo lo que avia pasado en Sebu, los naturales de otras islas círcunüezinas, vinieron de paz al Adelantado, dándole la obediencia^ y proueyeron el campo de algunos bastimentos, y se hizo la pri mera población de nuestros Españoles en aquel Puerto, aquien lia-. marón, la Ciudad del sanctisimo nombre de JESVS ; por auerse ha llado en vna de las casas de los naturales, quando los vencieron, vna Imagen de JESVS hecho de bulto; que se creyó auer quedado allí, déla Armada de Magallanes, que los naturales tenian en mucha veneración, y les hazia en sus necesidades efetos milagrosos; el qual pusieron en el Monasterio de san Agustín que se fabricó en aquella Ciudad (21).<br />
El mismo año, despachó el Adelantado la Capitana de su armada, á la Nueua España; con relación y aviso de lo sucedido en el viaje, y asiento en Sebu, pidiendo gente y socorro para continuar la pacificación de las islas, en que se embarcó fr. Andrés de V r daneta con fr. Andrés de Aguirre su compañero (22).<br />
Vno de los nauios que salió del Puerto de la Nauidad en con serua de la Armada, á cargo de don Alonso de Arellano, lleuaua por Piloto, á Lope Martin, mulato buen marinero, aunque inquieto, que hallándose ya cerca de las islas dexando su armada, se adelantó y entro por ellas, y rescatados algunos bastimentos, no esperando á el Adelantado, dio buelta ala Nueua España por la parte del Norte; o por el poco gusto que lleuauan de auer hecho el viaje alas islas, o por ganar el premio de auer descubierto la buelta. Llegó, con breuedad, y dio nueua de auer visto las islas, y descubierto el viaje, diziendo algunas cosas a proposito de su venida, sin recaudo del Adelantado, ni auiso de lo que le auia sucedido. Don Alonso de Arellano fue bien recebido de la Audiencia que gouernava, donde se trató de premiarle, y a su Piloto; como se hiziera, si la Capitana del Adelantado no llegara también a este tiempo, auiendo hecho la mesma nauegacion, con relación cierta de lo sucedido, y estado en que las cosas quedavan y población de Sebu; y dando cuenta como don Alonso de Arellano con su nauio, sin tener orden, o necessidad para ello, se auia adelantado de la Armada, á la entrada de las islas» y nunca mas auia parecido: y que de mas délas islas que quedauan de paz, y en la obediencia de su Magestad, auia otras muchas grandes y ricas, pobladas de gente, bastimentos y oro, que esperauan pacificar, y reduzir, con el socorro que se pedia, que a todas auia puesto por nombre el Adelantado (por contemplación de su Magestad) las islas Filipinas (23).<br />
El socorro se lo enbio luego, y se á ydo continuando todos los años conforme á las necessidades que se an ofFrecido con que se á ganado y sustentado la tierra. <br />
Teniendo noticia el Adelantado de otras islas que estauan en contorno de Sebu, abundantes de bastimentos; embió a ellas algu nos Españoles, que trujessen los naturales de paz, y arroz para el campo, con que se entretuuo y sustentó lo mejor que pudo, hasta que auiendo pasado ala isla de Panay, embió de alli á Martin de Goiti su Maese de campo, y otros capitanes con la gente que le pareció bastante ala isla de Luzon, guiandolos vn principal natural della, nombrado Maomat; para que la procurassen pacificar y traer ala obediencia de su Magostad. Llegados A la bafa de Manila, hallaron su poblazon á la orilla del mar, junto a vn rio grande, poseída y fortificada de vn principal que llamauan Rajamora: y en frente, pasado el rio, auia otra poblazon grande, nombrada Tondo : que también la tenia otro principal Rajamatanda, hechos fuertes, de palmas y arigues gruesos, terraplenados, con mucha cantidad de versos de bronze, yotras piegas mayores de cámara. Venido Martin de Goiti a platicas, con los principales y su gente, sobre la paz y obediencia que pretendía, le fue necessario venir alas manos con ellos: y los Españoles por fuerga de armas entraron la tierra, yla ganaron, con los fuertes y artilleria; dia de santa Potenciana, diez y nueve de Mayo, año de mil y quinientos y setenta y vno, con que los naturales y sus principales vinieron de paz, y dieron la obediencia, y otros muchos de la misma isla de Luzon hizieron lo mismo (24).<br />
<br />
Con la nueua que el Adelantado Legazpi tuuo en Panay, déla toma de Manila, y asiento de los Españoles en ella, dexadas puestas en orden las cosas de Sebu, y otras islas que tenia pacificadas, y enco- mendados los naturales dellas a los soldados mas beneméritos, ordenado lo que mas le pareció, para el gouierno de aquellas Prouincias, que comunmente se llaman de Bicayas de los Pintados, porque ios naturales dellas traen todo el cuerpo labrado de fuego: se vino á Manila con el resto de la demás gente que tenia, donde fue bien recebido; y asentó de nueuo con los naturales y sus Principales la paz, amistad y obediencia que a su Magestad tenian dada, y en el mismo sitio de Manila (de que Rajamora hizo donación á los Españoles para su poblazon) la fundo y asentó el Adelantado, por ser fuerte y en comarca de bastimentos y en medio de todas las islas (dexandole su nombre de Manila que de los naturales tenia) tomo lo que bastó del terreno para la Ciudad, en que hizo el Gouernador su asiento y morada, fortificándose mas de proposito; teniendo mas consideración á lo dicho, para hazer cabega del gouierno á esta nueua poblazon, que al temple y anchura del sitio, que es caluroso y estrecho, por tener el rio de vna vanda de la Ciudad, y por la otra la Baía: y a las espaldas grandes pantanos y ciénagas, que la hazen muy mas fuerte (25).<br />
Desde este puesto, se fue prosiguiendo la pacificación délas demás prouincias de esta grande isla de Luzon, y de las cosas que están en su contorno, viniendo las vnas de paz ala obediencia, y otras conquistándolas con las armas, y con la industria de los reli giosos quean sembrado por ellas el sancto Euangelio, en que vnos y otros an trabajado valerosamente, assi en el tiempo y gouierno del Adelantado Miguel López de Legazpi, como de los demás go uernadores que le an sucedido (26).<br />
Encomendóse la tierra a los que la an pacificado, y poblado, poniendo en la real corona cabe ceras de prouincias, puertos y poblazones de las Ciudades y Villas que se an fundado, con otras encomiendas particulares, para las ne cesidades que se offrecen, y gastos de la real hazienda (27), tratan do las cosas de gouierno y conuersion de los naturales como era necessario, teniendo cada año nauios que hazen viaje a la Nueua España, y bueluen con los socorros ordinarios, con que el estado délas islas Filipinas tiene oy el buen punto en lo Espiritual y tem poral que se sabe. El Adelantado Miguel López de Legazpi, como está dicho, des cubrió las islas, y hizo asiento en ellas y dio buen principio a su pacificación y obediencia, Fundó la ciudad del sanctisimo nombre de l es V S, en las prouincias de Pintados, y después la ciudad de Manila en la isla de Luzon. Conquistó en ella la prouincia de Ylocos, en cuya poblazon y puerto llamado Vigan, fundó vna po blazon de Españoles que le puso nombre la villa Fernandina (28).<br />
Assimismo pacificó la prouincia de Pangasinan, y la fsla de Mindoro, tassó los tributos que los naturales auian de pagar en todas las islas, y ordenó otras muchas cosas tocantes al gouierno y conuersion dellas, hasta que murió, año de mil y quinientos y setenta y quatro en Manila (29), donde está enterrado su cuerpo, en el monasterio de san Agustín. Muerto el Adelantado se halló entre sus papeles vn despacho cerrado, déla audiencia de México, que gouernaua quando la armada salió déla Nueua España, nombrando (en caso que el Adelantado faltase) sucessor al gouierno, en virtud del qual, entró y fue obedecido Guido de Labazarris, official Real que era; el qual, con mucha prudencia, valor y maña, continuó la conuersion y pacificación de las islas, y las gouernó. <br />
En su tiempo vino el cossario Limahon, de China, con setenta nauios gruesos de armada, j mucha gente de guerra, sobre Manila, y entro la Ciudad, y matando en su casa al maesse de campo, Martin de Goiti con otros Españoles que se hailauan en ella: passó al fuerte en que los Españoles se recogieron, siendo muy pocos, con fin de tomar la tierra, y señorearse della. Los Españoles con vn socorro que les traxo de Vigan, el capitán loan de Salzedo, déla gente que consigo tenia (que vio passar á este cossario por la cos ta, vino con el á Manila) se defendieron tan valerosamente, que matándole mucha gente, le hizieron embarcar, y salir huyendo de la baía, y meterse en el rio de Pangasinam, á donde los Españoles le fueron á buscar (30), y le quemaron la armada, y le tuuieron cercado en tierra muchos dias á este cosario, que en embarcaciones pequeñas que allí hizo ocultamente, huyendo se salió á la mar, y dexó las islas (31).<br />
<br />
En el gouierno del mismo Guido de Labazarris, se asentó el trato, comercio de la gran China, con Manila, viniendo nauios con merca durías cada año, haziendoles el Gouernador buen acogimiento, con que cada año se á ydo mas engrossando el comercio (32).<br />
<br />
Este mismo Gouernador encomendó todo lo pacificado en la isla de Luzon, y en las circunvecinas, entre los conquistadores y pobladores que auia, encomendó en si mismo los pueblos de Bitis y Lubao, en la prouincia de Pampanga, y otros de consideración; de los quales, le desposseyó el Gouernador que le succedio; y después su Magestad, por sus buenos seruicios, le hizo merced de todos ellos, y los gozó con el officio de maesse de campo de las islas, el tiempo que viuió (33).<br />
<br />
<br />
<div align="center">
<b>DEL GOVIERNO, DEL DOCTOR FRANCISCO DE SANDE, <br />
Y sucedido en su tiempo en las islas Filipinas.</b></div>
<h3>
CAPITVLO SEGVNDO.</h3>
AVIÉNDOSE sabido en España, la entrada y coaquista que Miguel López de Legazpi auia hecho en las islas Filipinas, y su muerte : proueyó su Magestad por gouernador y capitán general dellas, al Doctor Francisco de Sande, natural de Caceres, Alcalde de la Audiencia de México, donde hizo viaje, y entro en su gouierno, año de mil y quinientos y setenta y cinco (34).<br />
<br />
En este gouierno, continuo la pacificación de las islas, y en par ticular, la de la prouincia de Camarines, por mano del capitán Pe dro de Chaues, que vino con los naturales muchas vezes á las ma nos, hasta que los sugetó, y dieron la obediencia, donde se fundó vna poblazon de Españoles, que se le puso nombre, la ciudad de Cacares. Entreoirás emprassas, hizo el Gouernador por su perso na, la jornada á la isla de Borneo; con armada de galeras y fre gatas; con que entro, y tomó la armada enemiga, que le salió al encuentro, y la poblazon principal, donde el Rey de la isla te nia su casa y asiento (35): y auiendose detenido en ella algunos días, por enfermedad de la gente de su armada, y no poder sus tentar, ni conseruar los Españoles en la isla, la desamparó, y dio la .buelta á Manila. De camino, (por su mandado) el capitán Esteuan Rodríguez de Figueroa, entro en la isla de lólo, y vino á las manos con los naturales y principal della, y les venció, y le dieron reco noscimiento, y la obediencia en nombre de su Magestad, y de alli passó á la isla de Mindanao, y la vio, y reconoció el rio y poblazones principales della, y reduxo a paz y amistad délos Españoles, otras poblazones y naturales de la misma isla en el camino, délas pacifi cadas (36).<br />
Despacho el Gouernador á la Nueua España la nao san luanilio á cargo del capitán Juán de Ribera, que se perdió en la mar, y jamas della se tuuo nueua. <br />
Duró en el gouierno el Doctor Sande, hasta que vino de España por nueuo gouernador y capitán general, don Gongalo Ronquillo de Peñalosa. Acabada su residencia, boluio á la Nueua España, á servir plaga de Oydor de México (37).<br />
<br />
<br />
<div align="center">
<b>DEL GOVIERNO DE DON GONQALO RONQUILLO de Peñalosa, <br />
y de Diego Ronquillo, que por su muerte sirvio el cargo.</b></div>
<h3>
CAPITVLO TERCERO.</h3>
CON la mucha noticia que en corte de su Magestad se tenia de las cosas de las Filipinas, y de la necessidad que tenían de ser proueídas de pobladores, y gente que las fuese pacificando, para que esto se hiziese mejor, y a menos costa de la real hazienda, se hizo asiento con don Gongalo Ronquillo de Peñalosa, natural de Areualo, alguazil mayor de la audiencia de México, que andaua en corte, para que con el gouierno de las Filipinas por su vida llenase seiscientos hombres de los reynos de Castilla, solteros y casados á las Filipinas, haziendole para ello su Magestad algunos socorros, y comodidades, y otras mercedes, en premio deste seruicio (38).<br />
<br />
Aprestóse don Gont;alo para el viaje, y auiendo leuantado la gente, y teniéndola embarcada en el puerto de san Lucar de Barrameda, al salir con la flota por la barra, vno de los nauios que traía, se perdió. Bolvio a rehazerse, aunque no de tanto, como primero lleuaua, y hizo su viaje a ticrrafirme, y por Panamá embarcó su gente por la mar del Sur, y hizo vela para las Filipinas, donde llego, y entro en el gouierno por el año de mil y quinientos y ochenta (39).<br />
Don Gongalo Ronquillo, fundo vna poblazon de Españoles enla isla de Panay en Otón, que le puso por nombre la villa de Arénalo; y en su tiempo, se engrosó el trato de los Chinos, y les hizo alcayceria, y parían dentro de la ciudad, en que sacasen sus mercaderias, y las vendiesen. Procuró descubrir la nauegacion desde las islas de buelta para la Nueua España, por la parte del Sur, a que embió al capitán don Juán Ronquillo del Castillo su primo, lo qual no pudo tener efeto, porque auiendo nauegado algún tiempo, hasta hallarse en paraje de la nueua Guinea con muchos temporales contrarios, no pudo pasar adelante, y arribó á las Filipinas. Assi mismo despachó otro nauio a cargo de don Gongalo Ronquillo de Vallesteros al Perú, con algunas mercaderías, en demanda de algunas cosas que dezia auia menester, para las Pllipinas de aquellas provincias; el qual boluio del Piru, hallando ya muerto al gouernador (40).<br />
Impuso el dos por ciento de derechos de la salida, de las mercaderías que vienen embarcadas para la Nueua España; y el tres por ciento de las que los Chinos traen á las l'ilipinas, que aunque por auerse hecho sin orden de su Magestad, fue reprehendido, quedaron estos derechos puestos y assentados para adelante (41).<br />
En el mesmo gouierno (por auer sucedido su Magestad en los reynos de Portugal, y mandado al gouernador de Manila: tuviese buena correspondencia con el capitán mayor de la fortaleza de lá isla de Tídore, en el Maluco, y la socorriese de lo que vuiese menester) embio vna armada y gente de guerra a ella, desde Manila, a cargo del capitán don Juán Ronquillo del Castillo, a pedimiento de Diego de Azambuja capitán mayor de Tídore, para la jornada y conquista de la isla de Terrenate, que auiendo llegado a el Maluco no tuvo el efeto que se pretendió (42).<br />
Y de aqui adelante se fueron continuando los socorros de gente y bastimentos, que de las Filipinas se llenan a la fortaleza de Tidore. <br />
En este mismo gouierno se pacificó, la primera vez la prouincia de Cagayan, en la isla de Luzon, frontera de la China, por mano del capitán Ioan Pablos de Carrion, y fundó en ella vna poblazon de Españoles, que le puso nombre la ciudad de la Nueua Segouia, y echo della vn cossario Japon, que con algunos nauios se auia apoderado y fortificado en su puerto (43).<br />
<br />
Pocos dias después, que don Gongalo Ronquillo entró en el gouierno, embio con vna armada pequeña, de vna galera y algunas fragatas, al capitán Grabiel de Ribera, a descubrir la costa, y poblazones de la isla de Borneo, y que de alli pasasse al reyno de Pa tán, en la tierrafirme, de donde se trae pimienta: y auiendo corrido la costa de Borneo, y reconocidola, por estar el tiempo adelante, y faltarle los bastimentos, boluio con la armada a Manila; de donde le embió el gouernador a España, con poderes suyos, y de las islas, para que tratase con su Magestad, algunas cosas que deseaua, y otras que conuenian á las islas (44).<br />
Hallo a su Magestad en Portugal, y le dio algunas piegas de oro, y otras curiosidades que lleuaua para este efeto, y trató de los negocios a que yua, de que resultó : que auiendo su Magestad (con titulo de mariscal de Bonbon) hechole otras mercedes por su trabajo en este viaje; en los negocios que auia tratado, se tomo la resolución que conuino. Gouernando don Gongalo Ronquillo, fue electo el primer Obispo de las Filipinas, llamado don fr. Domingo de Salazar, de la orden de santo Domingo, persona de muchas letras y santidad : que llegado á las islas, tomo en si el gouierno y jurisdicion eclesiástica, que al principio estuuo en los frayles de san Agustín que passaron á la conquista: y después en los religiosos descalgos de san Francisco, que fueron á la conuersion (45).<br />
Erigió el Obispo su yglesia cathedral, por Bulas Apostólicas, en la ciudad de Manila con prebendas á estipendio de la hazienda Real, entre tanto que vuiese diezmos y frutos eclesiásticos, de que sustentarse, y lo demás necessario, para el seruicio y ornato de la yglesia y culto Diuino, que en ella se celebra, con mucha solenidad y aparato. Lleuo en su compañía don fr. Domingo de Salazar, a Antonio Sedeño, y a Alonso Sánchez sacerdotes y personas graues de la Compañía de Íes VS, que fueron los primeros que assentaron esta religión en las Filipinas, y se á ido estendiendo desde entonces con mucho aprouechamiento y fruto de la doctrina y conuersion de los naturales, y consuelo de los EspañoleSj educación y enseñanga de sus hijos, en los estudios que tienen. <br />
Don Gongalo Ronquillo tuuo tan poca salud desde que entro en el gouierno, que murió el año de mil y quinientos y ochenta y tres, y su cuerpo fue enterrado en el monasterio de S. Agustín de Manila.. Sucedióle en el gouierno Diego Ronquillo, su deudo, por nom bramiento que don Gongalo en el auia hecho, en virtud de vna ce dula de su Magestad que tenia, el qual prosiguió con lo que don Gongalo dexo comengado, especialmente en el socorro del Maluco,, y otras pacificaciones de las islas. ^ En el mismo tiempo de Diego Ronquillo, vuo en la ciudad de Manila, vn incendio quetuuo principio en la yglesia del monasterio de san Agustín, a medio dia, estando las puertas de la yglesia ce rradas, y creció el fuego tanto, que en pocas horas se abrassó toda la ciudad, por ser edificada de madera, con perdida de mucha ropa y hazienda, y algunas personas que peligraron (46); y se boluió a. edificar con mucha necessidad y trabajo, de que quedaron los Es pañoles muy pobr'es y necesitados. De lo tratado por el mariscal Gabriel de Ribera en Corte, lo que principalmente se siguió, fue (aunque entonces en ella no se sabia la muerte del gouernador don Gongalo Ronquillo) mandar fundar au diencia Real, en la ciudad de Manila; cuyo presidente, fuese gouerna dor y capitán general en todas las Filipinas. Y para ello, se hizieron los despachos necesarios, dando la presidencia, al Doctor Sanctiaga de Vera, alcalde de la audiencia de México, natural de la villa de Alcalá de Henares, que pasó á las islas, con el socorro ordinario de la Nueua España, llenando juntamente el sello real de la Audiencia, y los Oydores que su Magestad embiaua, y.Fiscal, y demás oficiales, y ministros para la dicha audiencia. Los Oydores y Fiscal, fueron los licenciados, Melchior de Aualos, y Pedro de Rojas, y Gaspar de Ayala por Fiscal, y acabo de dos años después, vino por tercero Oydor, don Antonio de Ribera (47).<br />
<br />
<br />
<div align="center">
<b>DEL GOVIERNO DEL DOCTOR SANCTIAGO DE VERA, <br />
y fundación de la Audiencia de Manila hasta que se quitó, <br />
y de lo que se offrecia en su tiempo.</b> </div>
<h3>
CAPITVLO QVARTO.</h3>
<br />
LLEGADO el Presidente y Oydores á las Filipinas, por el mes de Mayo (48), año de mil y quinientos y ochenta y quatro, en tiempo que las gouernaua Diego Ronquillo: entro en el gouierno el Doctor Sanctiago de Vera, y luego fundo la audiencia, y fue recibido y colocado el sello, con la solenidad y fiesta que se pudo, y se comengo a entender en los negocios, asi dé justicia, como de la guerra y gouierno, con mucho aprouechamien to de la tierra ; en cuyo tiempo, se prosiguieron nueuos socorros para el Maluco, y conquista, que el capitán mayor de Tídore pre tendía hazer de la isla de Terrenate : yendo de Manila a ello, el capi tán Pedro Sarmiento, y otra vez el capitán y sargento mayor Juán de Morón, qué ninguna destas jornadas tuuo el fin que se pretendía. <br />
Prosiguió asi mismo, el presidente Sanctiago de Vera la pacifica ción de algunas prouincias de las islas, y puso en execucion muchas cosas, conuenientes en todas materias; descubrió vn rebelión y alzamiento, que los naturales principales de Manila y la Panpanga, tenian tratado'contra los Españoles, y fue hecha justicia de los culpados (49).<br />
Edificó de piedra la fortaleza de nuestra Señora de Guia, dentro de la ciudad de Manila, á la parte de tierra, y hizo fundir alguna artillería para su guarnición, por mano de vn indio antiguo, llamado Panda pira, natural de la prouincia de la Panpanga, que el y sus hijos siruieron desto muchos años después, hasta que murieron (50).<br />
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En el gouierno del presidente Sanctiago de Vera, passó por el estrecho de Magallanes á la mar del Sur, Thomas Escander Yngles, que auia tomado en la costa de la Nueua España, (junto á la California) la nao santa Ana, que venia de las Filipinas, con mucho oro y mercaderías de mucho valor (51), y de alli passó á las Filipinas, entró por las prouincias de Pintados, a vista de la villa de Areualo y del astillero (52), en que se estaua fabricando vn galeón, para la nauegacion de la carrera de Nueua líspaña. Y pretendiendo que mar este nauio lo intentó, y se le resistió por Manuel Lorengo de Lemos, que asistía en su fabrica. Pasó adelante el Yngles., la buelta déla India, por do hizo su viaje a Ynglaterra, auiendo seguido los mismos passos, que (años antes) lleuo Francisco Draque (53) Yngles, que passó por el mismo estrecho de Magallanes, á la costa del Piru, donde hizo muchas presas. <br />
En este tiempo, le pareció al audiencia y al Obispo, que conuenia embiar á España, á la corte de su Magestad, persona de suficiencia, y satisfacion, a dar le quenta y noticia, del estado de las cosas de las Filipinas, en todas materias. Y a pedir se proveyesen algunas que conuenian, y que en particular se diese a entender, que por entonces se podría escusar la audiencia que se auia fundado: que •por ser la tierra nueua, era mucha carga para todos estados. Para esto se eligió la persona del P. Alonso Sanches, déla compañía de JESVS, hombre docto y platico en la tierra, y muy actiuo en los negocios. Dieronsele instrucciones, y poder por todos los estados, religiones y comunidades, sobre lo que auia de tratar y pedir en España, y a su Santidad, en corte Romana, donde auia de passar (54).<br />
Llego este padre a Madrid, y auiendo hecho algunas diligencias con su Magestad (según lo que a el le pareció que conuenia tratar y pedir) passó a Roma, donde se introduxo por embaxador de todos los estados de las Filipinas, y de su parte besó el pie, y visito á los Pontífices que en aquel tiempo fueron, después de la muerte de Sixto quinto : y auiendole dado gracias é indulgencias, y muchas reliquias, y bulas, y cartas para las Filipinas, boluió a España; donde de nueuo procuró la resolución délos negocios, que auia dexado en platica, quando passó a Roma. Su Magestad entendió lo que délos Pontífices traía, y le oyó bien sobre las causas de las islas; y en juntas particulares hizo ver, y resoluer lo que pedia, a su satis facion que mucho dello; llegados los despachos á Filipinas, pareció fuera déla intención, y pretensiones, que assi el Obispo y la audiencia, como la ciudad, y vezinos, y encomenderos tenian: y aun en perjuyzio de los estantes en las islas, de que mostrauan sentimiento del P. Alonso Sanchas, que se quedó en España (55)- Negoció, que Sé quitase la audiencia de Manila, y que se erabiase nueuo governador, y pidiendo persona tal, el mismo propuso (por la buena relación que del auia hallado) a Gomes Peres Dasmariñas, que auia sido corregidor de León, y después de Murcia; y en aquella sazón, estaua en la corte proueydo por corregidor de Logroño y Calahorra. Su Magestad le nombró por gouernador y capitán general délas Filipinas, y le acrecentó el salario de su cargo en cantidad de diez mil ducados de Castilla al año, hizole merced de vn habito de Sanctiago, y vna buena ayuda de costa para el camino. Y con los despachos necessarios, (assi para el vso del oficio, como para quitar el audiencia que auia en Manila, y fundar en ella vn campo de quatrocientos soldados de paga, con sus oficiales al sueldo de su Magestad, para guarnición y defensa de la tierra) le mandó luego hazer viaje para la Nueua España, en los nauios que el año de mil y quinientos y ochenta y nueue, vinieron con el Virrey don Luys de Velasco, que venia a gouernarla. Gomes Pérez Dasmariñas, se des pachó lo mas presto que pudo de México. Y con los nauios, soldados y capitanes que vuo menester, hizo viaje á las P'ilipinas, donde llego por el mes de Mayo, del año de mil y qui nientos y nouenta (56).<br />
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<div align="center">
<b>DEL GOVIERNO DE GOMES PERES DAS MARINAS, <br />
Y DEL Licenciado Pedro de Rojas, que por su muerte <br />
fue elegido en el gouierno por la ciudad de Manila, <br />
hasta que don Luis Dasmariñas fue recibido en lugar de Gomes Peres su Padre.</b> </div>
<h3>
CAPITVLO QVINTO.</h3>
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LVEGO que Gómez Peres Dasmariñas llego á las Filipinas (57), fue recibido al gouierno, con común contentamiento. Quito la audiencia, y tomóse residencia a presidente y oydores, y fiscal, y demás ministros della, por el licenciado Heruer del Coral, que el Virrey don Luys de Velasco embió para este efeto, en virtud de vna cédula real que tenia para ello. El Gouernador nueuo comengo su gouierno, fundando el campo de paga, y executando muchas cosas en todas materias, que lleuaua proueidas por cédulas é intrucciones(58), con mucho calor y aliento, no perdonando a ningún genero de trabajo, y cuydado de su persona. Y lo primero que comengo, fue á cercar la ciudad, que lo tomó tan de veras, que antes que muriese lo dexó casi acabado (59): y vn cauallero en la punta de Manila, donde solia ser el fuerte antiguo de madefa, que le puso nombre Sanctiago, y le guarneció de alguna artillería; arraso de los altos, la fortaleza de nuestra Señora de Guia, que auia hecho su antecessor, fabricó de cantería, Ja yglesia Cathedral de Manila, animó á los vezinos de la ciudad, continuasen los edificios de las casas de piedra, que algunos días antes auian comengado a labrar, dando a ello principio, el Obispo en la suya, engrossó en su tiempo el trato con la China, y púsose mas en punto la nauegacion de la Nueua España, y despacho délos nauios desta carrera. Fabricó algunas galeras, para defensa déla costa, pacificó los Zambales, que se auian rebelado, hizo entrar con gente a su hijo don Luys Dasmariñas, del habito de Alcántara, por la tierra dentro de la isla de Luzon, desde Manila, atrauesando por el rio de Ytui, y otras prouincias, no descubiertas ni vistas délos Españoles, hasta salir a Cagayan (60); hizo casa de fundición de artillería en Manila, donde (por falta de maestros fundidores se acertaron pocas piegas gruessas (61).<br />
El primer año de su gouierno, despachó para Nueua España, al presidente y oydores de la audiencia, que se auia quitado, el licenciado Pedro de Rojas, oydor mas antiguo, quedó con el gouernador por mandado de su Magestad, por teniente acesor de las causas de justicia, hasta que algunos años después, fue proueydo por alcalde de México. En tiempo del gouierno de Gomes Peres, se comegó a turbar el comercio y paz, que los Xapones tenian con los Españoles de las Filipinas; por que, auiendo venido hasta entonces algunos años na uios del Xapon, del puerto de Nangasaqiti a ISIanila, con sus hari nas y otras mercaderías, donde auian sido bien recibidos y despachados; se mouió Taicosama, señor vniuersal del Xapon, por industria de Farandaquiemon, Xapon de los que venian a ¡Manila, hombre común y baxo, a screuir barbara y arrogantemente al gouernador, le embiase reconocimiento y tributo; amenazándole, que baxaria con gente y armada a destruyr la tierra (62).<br />
V en demandas y respuestas, vuo algunos años en que entender, hasta que Taico murió. En el mismo tiempo, que lo del Xapon daua que mirar al gouer nador, le embio el rey de Camboja (63) embaxada, con Diego Belloso Portugués, con dos elefantes de presente, offreciendole amistad y contratación en su tierra, y pidiéndole socorro contra el Sian, que le tenia amenazado, a que le respondió el gouernador, embiandole vn cauallo, y algunas esmeraldas y otras cosas, entreteniéndole para otro tiempo, en quanto al socorro, y agradeciéndole la amistad. De aqui tuuieron principio los sucesos, y jornadas que después se hizieron, desde Manila, á los reynos de Sian, y de Camboja, en tierrafirme de la Asia. Desde que el gouernador Gomes Peres aceto el cargo en España, y después de entrado en el gouierno, tuuo deseo de hazer jornada desde Manila, a conquistar la fortaleza de Terrenate, en el Maluco, por la grande importancia desta empresa, y suceso de!la, de que otras vezes no se auia sacado fruto. Y siempre fue disponiendo las cosas que se vuiesen de hazer, a proposito para esta jornada, pero con tanto secreto, que a nadie lo declaro; hasta que, el año de nouenta y tres, viéndose con lo que le parecióle bastaua para su intento, se manifestó, y puso a punto para salir en persona, con mas de nueuecientos Españoles y dozientas velas, entre galeras, galeotas y fragatas. Virreyes y otras embarcaciones, dexando las cosas de Manila, y de las islas con alguna gente (aunque no la necessaria para su defensa) a cargo de Diego Ronquillo su maese de campo, en lo de la guerra; y en lo de gouierno 6 justicia, del licenciado Pedro de Roxas. Y (auiendo embiado adelante a su hijo don Luys Dasmariñas, con todo lo demás de la armada, con cargo de su teniente de capitán general, á las prouincias de Pintados, donde auia de salir.) El gouernador quedo en Manila, despachándose, y armó vna galera de veynte y ocho bancos para su embarcación: tripolola de buenas bogas Chinas al sueldo, que por mas acariciarlos, no los consentio a herrojar (64); y disimuló en que lleuasen algunas ar mas. Embarcóse en ella hasta qiiarenta Españoles, y en su conser ua algunas fragatas, y nauios menores, en que yuan embarcadas personas particulares. Hizose á la vela, del puerto de Cabit, por el mes de Otubre de mil quinientos y nouenta y tres (65), para las prouincias de Pintados, donde se auia de juntar, con la armada que allí le esperaua, y proseguir la jornada al Maluco. A segundo dia desta nauegacion, por la tarde, auiendo llegado á la isla de Caga, yeynte y quatro leguas de Manila junto á la costa de la misma isla de Luzon, donde dizen la Punta del Agufre, con algún viento por la proa, la galera hizo fuerga, para doblar esta punta con los remos, y por no poder pasar adelante, hasta que el viento cesase, surgió y hizo tienda, y se quedo alli aquella noche. Algunas embarcaciones que en su seguimiento yuan, se allegaron mas a tierra, a vista de la galera, y allí la aguardaron. - Entretuuose la noche, el gouernador y los que con el yuan em barcados, hasta rendir la prima, jugando en la popa, y después de entrado en la cámara a reposar, se fueron los demás Españoles a sus ballesteras, y puestos á lo mismo, desando las guardias ordinarias en Ja cruxia, é proa, y popa. Los Chinos remeros, que auia tres dias que estauan de acuerdo y concierto, de algarse con la galera, quan do tuuiesen mejor ocasión, por escusarse de bogar en esta jornada, y por codicia del dinero, joyas y otras cosas de valor que yuan em barcadas, pareciendoles no perder la que se les oflfrecia, teniendo hecha preuencion decandelas y camisas blancas para vistirse; y hechos á algunos cabegas para la execucion, la pusieron por obra aquella misma noche, al quarto de la modorra, quando sintieron que los Españoles dormían: y á la señal que vno hizo, a vn mismo tiempo, todos se pusieron las camisas, y encendieron las candelas y con sus catanas en las manos, arremetieron a vn punto, á los que hazian la guardia, y á los que dormían en las ballesteras y arrumbadas, y hiriendo y matando, se algaron con la galera, auiendo pocos Españoles escapado, vnos añado, que salieron a tierra, y otros en el esquife de la galera que estaua por popa. El gouernador, quando sintió el ruydo dentro de la cámara, entendiendo que la galera garraua, y que la chusma abatia la tienda, y tomaua los remos, salió a priesa descuydado, y descubierta la cabega por el escotillón de la cámara, aguardauanle alli algunos chinos, y con vna catana le partieron la cabega: cayó asi herido por la escalera dentro de ]a> cámara; de donde, dos criados que dentro tenia, le retiraron á la^ cama y luego murió; y lo mismo los criados, de picazos que por el escotillón les dieron; y solo quedaron viuos en la galera, Juán de Cuellar secretario del gouernador, y el padre Montilla, de san Fran cisco, que dormían en la cámara de en medio, que se estuuieron allí sin salir, y los Chinos no se atrevieron a entrar dentro, pensandoauia mas Españoles; hasta otro dia que los sacaron, y después los echaron en la costa de Ylocos, de la misma isla de Luzon, por que los dexasen los naturales della tomar agua en tierra, de que yuan faltos. Los Espaíioles, que estañan en otras embarcaciones, junto á la tierra, aunque vieron las lumbres y ruydo que auia en la galera, desde sus nauios, creyeron era alguna faena que en ella se hazia. Y quando después supieron, acabo de rato, de los que se escaparon añado, lo que pasaua, no pudieron remediarlo, y se estuuieron quedos, por estar la cosa perdida, y ser pocos, y no tener fuerga para ello; y aguardaron á la mañana que cuando rayaua, vieron ya la galera auia hecho el bastardo, é yua nauegando con el viento a popa, labuelta de China, y no la pudieron seguir. Hizo viaje la galera, como el viento le seruia, por toda la costa de la isla, hasta salir de toda ella, auiendo hecho alguna agua en. los Ylocos; y dexado al secretario, y al religioso alli: procuró atra- '^v. uesar á la China: y no pudiendo tomarla, arribó al reyno de la Co chinchina, donde el rey de Tunquin les tomó lo que lleuaua, y dos piegas gruesas de artillería que yuan embarcadas para la jorna da del Maluco, y el estandarte real, y todas las joyas, preseas, y dinero, y dexó perder la galera en la costa, y los Chinas se derramaron, y huyeron por diferentes prouincias. Esta desgraciada muerte tuuo el gouernador (íomez Pérez, con la qual, ceso también la jor nada, yempresa del Maluco, que tenia entre manos, con que se aca bo su gouierno, auiendo estado en el poco mas de tres años ipt).<br />
Entre otros despachos, que Gómez Pérez Dasmariñas truxo de España fue, vna cédula de su Magostad, para nombrar la persona que le pareciese, gouernase en falta suya, entre tanto que su Ma gestad proveía sucesor. Con esta cédula que mostró a algunas per sonas de las islas, de las demás quenta, les hazia entender a cada vno, que le dejaría nombrado. Y particularmente al capitán Este uan Rodríguez de Fígueroa, morador en Pintados, rico, y persona de valor, y vno de los primeros conquistadores, a quien le mostró vn nombramiento hecho en su fauor, de quien se valió para todo lo que se le ofreció, y auia de yr con el al Maluco, En Manila se supo con breuedad el alzamiento de la galera, y muerte del gouernador; y con este alboroto, se junto la ciudad, y la gente de guerra que en ella auia quedado, en casa del licenciado Pedro de Rojas, a tra tar de lo que conuenia, y lo primero, fue eligirle por gouernador; y capitán general, y luego se despachó al capitán don Juán Ronqui llo del Castillo, con otros capitanes, en dos fragatas (por que no .auia otro aparejo) en seguimiento de la galera, que no tuuo fruto, por que no la vieron. Asimismo, el nueuo gouernador hizo despa cho a don Luys Dasmariñas, ya el exercito, y armada que estaua en Pintados, aguardando a Gómez Pérez, anisándoles de su muerte, y •suceso, y de la nueua elecion que en el se auia hecho, para el go bierno: y ordenando les, se viniesen con toda breuedad a Manila, •que se hallaua muy sola, y sin el recaudo necesario, para qualquier •cosa que se ofreciese. Esta nueua, causo mucho sentimiento en la armada y don Luys Dasmariñas, y el capitán Esteuan Rodríguez de Figueroa, cada vno •en su pecho, se prometió que auia de entrar en el gouierno", enten diendo que el gouernador le dexaua nombrado, y con esta esperan •^a, ambos juntos, con los mejores nauios, y gente armada, vinieron a Manila con la breuedad que pudieron, a vn mismo tiempo. El li •cenciado Pedro de Rojas, temiéndose deste recaudo, que el gouerna dor dexaria en los papeles y escritorios que tenia, en el monasterio de san Agustín de Manila, en poder de fr. Diego Muñoz, prior y co missario del santo Oficio, hizo diligencia para auer los en su poder: y aunque tomo algunos, no el dicho despacho, que el prior se auia •anticipado, en guardar vn escritorio, donde entendían auia de ha llarse, hasta que don Luys Dasmariñas llegase á la ciudad. Llegó de la provincia de Ylocos, el secretario íuan de Cuellar, que escapó de la galera, y certificó auia nombramiento hecho, por Gómez Pérez, para la sucesión del gouierno; pero no dixo en quien, ni en que pa peles se hallarla, con que el licenciado Pedro de Rojas, y los de su •deuocion estauan mas cuydadosos. Passaronse en esto quarenta días, que al cabo dellos, pareció don Luys en la baía, sobre la ciudad, con Este uan Rodríguez de Fi gueroa, y mucha gente en su compañía, donde surgió, sin querer •entrar en la ciudad, ni desembarcarse. Hizo buscar los papeles, que •se auian guarecido en san Agustín, y entre ellos pareció la cédula y nombrado don Luys Dasmariñas, en la sucesión del gouierno (67).<br />
Vuo de su parte quien lo hizo saber al regimiento de la ciudad; el qual, boluíendo la hoja, sin embargo de alguna contradicion, que se hazia por los parciales del licenciado Rojas, llamaron a don Luys Dasmariñas á las casas de cabildo, y le dieron possesion del gouier no, y lo mismo hizo la gente de guerra que consigo don Luys traya en la armada, que cada dia yua entrando con sentimiento del licen ciado Rojas, que boluio a su oficio de teniente acesor, auiendo go uernado los dichos quarenta dias. )• Si fue desgraciada la muerte del goucrnador Gómez perez Das-' marinas, asi por la falta de su persona, como por auerse perdido tan buena ocasión, para la conquista de Terrenate ; cuyo buen su ceso, se tenia por cierto, no dexo de ser venturosa la buelta, y entrada del armada, y campo en la ciudad: por que no muchos dias después (anticipando el tiempo ordinario de su nauegacion) vinieron cantidad de nauios de la China a Manila, con mucha gente y pocas mercaderías, y siete Mandarines, con insignias de sus magistrados, que dieron motiuo, y sospecha bastante, que auian tenido noticia de la salida de la armada al Maluco, y que la ciudad auia quedado sin defensa, y que en esta ocasión venían a intentar tomar la tierra; de que desistieron, quando hallaron la ciudad con mas gente, que nunca; y se boluieron, sin mostrar otra causa particular, que los truxese, y sin darse por entendidos, de vna parte ; ni otra. Mas de que el gouernador don Luys estuuo á la mira, y sobre auiso, y dispuso las cosas como conuino; especialmente, las tocantes a los Chinas, y a sus poblazones y parían. En este año, no vinieron á la Nueua España nauios de las Filipinas; porque auiendo despachado el gouernador Gómez Perez, antes que saliera á la jornada del Maluco, la nao san Felipe, y la nao san P"rancisco, ambas arribaron con temporales : san Felipe al puerto de Sebu, y san Francisco a Manila, de donde no pudieron salir, hasta otro año, y en la Nueua España, vuo sospecha, por ver faltar los nauios, de que en las islas auia trabajos; y no falto quien dixo,Io mas de lo que auia sucedido. Al mismo tiempo (en la plaga de México) que no se pudo averiguar de donde auia salido la nueua^ La qual se supo con tanta breuedad en España (por la via de la India) pasando las cartas por la Persia a Venecia, que luego se trató de proueer : nüeuo gouernador. El primer año, que Gómez Perez Dasmariñas gouernó, se comengó a sentir de muchos, la falta que la audiencia hazia, viendo todo el poder puesto en manos de vna persona sola, y que no auia aquien ocurrir, por remedio de algunas causas, y el que mas experimentó esto, fue el Obispo fr. Domingo de Salazar, que auia tenido algunos encuentros, y pesadumbres con el gouernador, que le obligaron a ponerse en camino (aunque era de mucha edad) para España (68).<br />
El gouernador le dio con facilidad aquel año lugar, y embarcación para ello, por tenerle lexos de si; pero embió al mismo tiempo, con sas"^o3éres, a fr. Francisco de Ortega, de la orden de san Agustín, á la Corte, para que hiziera rostro, á lo que el Obispo tratase, y de fendiese sus causas. Ambos llegaron a España, y cada uno trató de lo que le conuenia. Lo principal en que insistió el Obispo fue pedir que se boluiese a poner la audiencia, y que se fundasen otros obis pados en las Filipinas, demás del de Manila, y otras cosas que le parecían conuenientes, para lo espiritual, y temporal, y Ortega lo contradezía todo. La autoridad y virtud del Obispo pudo tanto, que aunque al principio se tuuo por fácil, la causa que le mouió dexar su yglesía, y venir con su edad cinco mil leguas a España. Después fue bien oydo, de su Magestad y Consejo, y se pusieron en platica todas sus peticiones, y proposiciones, y se dio y tomó en ellas mu cho tiempo, y se hizieron a su Magestad diuersas consultas, para que las resoluiese. En.el mismo año de nouenta y tres, que murió Gómez Pérez en las Filipinas, acordó el Consejo, con consulta de su Magestad: de que el oficio de theniente acesor de las causas de justicia, en que es taua ocupado desde que se quito la audiencia, el licenciado Pedro de Roxas, se compusiese mas de lo que estaua, por la conueníencia de las cosas: y que fuese con titulo de teniente general de gouer nador, y capitán general, y que de las causas de justicia, conociese en apelación, que no excediesen de valor de mil ducados de casti lla; y con esto, fue promouido a plaga de alcalde de México, el licenciado Pedro de Rojas, y para que le tomase residencia, y fuese teniente general de las Filipinas, proueyo su Magestad, al doctor Antonio de MORGA: el cual vino á la Nueua España, en seguimiento de su viaje, en principio del año de nouenta y quatro (69), que halló no auian venido los nauios, que esta dicho faltaron de las Filipinas: pero no se sabia la muerte de Gómez perez, ni lo que mas se auia ofrecido: hasta que por el mes de Nouiembre del mismo año, vino don Juán de Velasco, en el galeón Sanctiago, que el año antes auia sido despachado de la Nueua españa, por el Virrey don Luys de Velasco, con el socorro conueniente para las yslas, y truxo la nueua de la muerte del gouernador, y como su hijo don Luys Dasmariñas, estaua en el gouierno, Luego se apresto gente, y nueuo socorro para las yslas, con el qual, y con muchos pasajeros; y religiosos que auian venido de España, se embarco el doctor Antonio de MORGA, en el puerto de Acapulco, en los galeones san Felipe y Santiago licuándolo todo a su cargo, y hizo vela, a veynte y dos de Margo de nouenta y cinco. Llego con buen tiempo a surgir en el Puerto de Cabit, en onze de lunio del mismo año, y entro en su oficio de te niente general, y comengo a entender en el, y en lo que mas lleuaua á cargo. Gouernando don Luys Dasmariñas, se continuaron las sospechas, y temores que del Xapon se tenían, y se viuia con cuydado desto, y le lo que á los Chinas tocaua. El gouernador embio á don Fernando de Castro su primo á la China, con cartas, y despachos para el Virrey de Cantón, y el de Chincheo, donde se entendía auia muchos de los Chinas que se auian algado con la galera, y muerto al gouerisador Gómez Pérez, pensando que alli auian ydo con ella, pidiendo le entregasen los culpados para castigarlos, y el estandarte real, y artillería, y lo que mas auian licuado. Esto no se consiguió, por que como la galera fue a la Cochinchina, y los Chinas se derramaron por tantas partes no pudo tener efecto; aunque al cabo de algunos dias, se trujeron a Manila de Malaca, algunos Chinas culpados, que alli halló el capitán mayor Francisco de Silua de Meneses; de los quales, se entendió mas de rayz lo que auia pasado, en el algamiento de la galera, y muerte del gouernador, y se hizo justicia dellos. )* El año de nouenta y quatro, que don Luys gouernaua, llegó á las Filipinas vn junco grande, en que venían algunos Cambojas y Sianes, y pocos Chinas, y tres Españoles; el vno castellano, llamado Blas Ruyz de Hernán gonzalez, y los dos portugueses, llamados Pantaleon Carnero, y Antonio Machado: que hallándose en el reyno de Camboja, y ciudad de Chordemuco, con Prauncar Lángara rey de Camboja, vino sobre el, el rey de Sian, con mucha gente de guerra y elefantes, tomo toda la tierra, y la casa y tesoros del rey, que con su muger madre y hermana y vna hija, y dos hijos que tenia, se entro huyendo la tierra adentro, hasta el reyno de los Laos. El Sian, dexando algunos capitanes suyos en guardia de Camboja, se boluio á su casa, con lo restante del exercito: y lo que no pudo llevar por tierra, lo embió a Sian por la mar, en algunos juncos, Captiuó los Portugueses y Castellanos que alli halló, y a estos tres los embarcó con otros esclauos Cambojas en este junco, con mucha ropa y guardia de Sianes, y Chinas por marineros. Hallándose erí la. ííiar, los tres Españoles y los Chinas en su ayuda, se leuantaron con el junco, y mataron y rindieron la guardia de Sianes. Después vinieron á las manos los Españoles y los Chinas, sobre cuya auia de ser la presa, y donde la auian de leuar; los tres Españoles vencieron álos Chinas, y matando los mas dellos, traxeron á Manila el junco, con lo que dentro del venia, que se les adjudico, dando libertad á los Cambojas captiuos, y lo mismo á los Chinas que auian quedado desta jornada viuos. El rey de Sian, llegado a su corte en la ciudad de Odia, esperaua este junco, y viendo le tardar, mas de lo que la naegaucion pcdia temió se auia algado o perdido, y deseo embiar quien le truxese nueua y razón del suceso. Hallauase por su prisionero (entre los que. auia traydo de Camboja) el portugués llamado Diego Belloso, aquicn el rey Prauncar Lángara, auia embiado a Manila, en tiempo que go ijernaua Gómez Pérez Dasmariñas, apedirle su amistad, y socorro contra el Sian, que lo tenia amenazado, como a tras se á dicho: y boluiendo á Camboja, con la respuesta del gouernador y su pre sente, halló que el Sian auia tomado la tierra, y estaua en ella, y asi le captiuaron, y el Sian le tomó el presente, y lo lleuó a su tierra» con los demás captiuos. Este Diego Belloso, teniendo noticia de lo que el rey pretendía, tuuo orden, para embiarle á dezir, que si le embiaua a este negocio, como tan platico en aquel Archipiélago, llegaría hasta Manila, y le traería razón del junco; y juntamente, en su nombre asentaría amistad y contratación con los Españoles, y rescatada muchas curiosidades, de Europa, que en Manila auia; especial mente, vna piedra de visos, tan grande, que pudiese seruir de puño, para su espada de dos manos que vsaua, de que estaua el rey muy deseoso, por otra que auia auido pequeña, entre las cosas del pre sente, que (andando sobre su elefante) traía delante los ojos (70).<br />
Vino el rey en ello, y hizo aprestar vn junco, y embio en el vn Sian de su seruicio, con las demás gente necesaria para la nauegacion, en compañía de Diego Belloso; y dos elefantes para el gouernador de Manila, y cantidad de menjui, marfil y otras mercaderías que se vendiesen: y dello se le comprasen las curiosidades que Be lloso auia dicho. Salidos á la mar, con vn temporal que les dio, arribó el junco a Malaca, donde se tuuo noticia, como el otro junco del rey de Sian que deseauan, se auia aleado, y matando los Sianes de su guardia, con toda la ropa lo auían lleuado a Manila, los Españoles que en el auian salido de Camboja por prisioneros. % Con esta nueua, se resfrió el criado del rey de Sian, en proseguir el viaje para Manila; de manera, que (contra el deseo de Diego Belloso) comengó a hazer descarga en Malaca de la ropa y venderla, con animo de dar luego la buelta á vSian. Vna mañana, amaneció este criado del Sian, llamado Aconsí, muerto en el junco, auiendose acostado a dormir bueno, y sano la noche antes; con lo. qual, Diego Belloso se hizo dueño de la cofa, y auiendo recogido y embarcado la ropa y elefantes en el junco, salió de Malaca, y hizo él viaje de ]\Ian!la: donde, hallo en el gouierno, a don Luys Dasma riñas, por muerte de Gómez Pérez su padre, y le dio el presente de los elefantes, que lleuaua del Rey, y le dixo lo demás a que auia sido despachado, y se pusieron en venta la demás ropa y mercade rías, por medio, de otro Sian, de quenta del seruicio de su rey, que en el junco yua. % luntose en Manila, Belloso con Blas Ruys de Hernán Gongales, y sus dos compañeros: que entre todos conuinieron en persuadir al gouernador don Luys, embiase vna armada a Camboja, en fauor del rey Lángara, que estaua retirado y despojado de su reyno, que le seria fácil restituj^-rlo en el, y de camino, por esta via, hazer pie los Españoles en la tierra firme: Poblar y fortificarse en ella, de donde se siguirian otros efetos, grandiosos y de mayor consideración. To maron por valedores, á los religiosos de la orden de santo Domingo, para con el gouernador; que fácilmente, lo pusieron en tan buen puesto (por que en todo gouernaua por su consejo) que se resoluió a hazer armada, y embiar en ella la mas gente que pudiese, y por cabega al capitán y sargento mayor, Juán Xuarez Gallinato, en vn nauio mediano. Y en su conserua, dos juncos, el vno a cargo de Diego Belloso, y el otro a cargo de Blas Ruyz de Hernán Gongales, con ciento y veynte Españoles, algunos Xapones y indios de la tierra, y lo demás necesario. 5* Esta resolución, pareció á los mas de la ciudad no muy conueniente (7l)> asi por salir della tanta gente, como parecer muy dudoso el buen suceso de la jornada; supuesto, que se dezia estaua la tierra de Camboja por el Sian, y la tenia con buena guardia, y no se sabia otra cosa, y sobre todo, de la jornada resultaua, cobrar por enemigo declarado el rey de Sian, de quien el gouernador acabaua de recibir presente, y embaxada de amistad, con Belloso; y sin responderle a ella, tomauan contra el las armas, por quien no era conocido, ni los Españoles tenian del, ningunas prendas ni obligaciones. El Doctor Antonio de MORGA, teniente general, y con el, el maese de campo Diego Ronquillo, y otros capitanes y personas de quenta, trataron del negocio a don Luys, hasta llegar a pedirle por «scrito, se dexasse de la jornada. Y aunque no tenia razón por su parte, con que satisfazer, hallándose tan prendado, y teniendo á los dichos religiosos de santo Domingo de su parecer, no quiso mudar •de intento; y despacho la armada, por principio del año de nouenta y seis, para el reyno de Camboja, que comunmente es viaje de ocho dias; por otra parte, embió los Sianes, que con Belloso auian venido', sin responder al rey de Sian, cosa cierta a su embajada, em biandole en retorno de su presente, algunas cosas de la tierra, que le parecieron a proposito. Los Sianes, con verse boluer a su reyno se contentaron, sin esperar otro fruto de su venida. Sobreuino a la armada vn temporal; con que, la capitana en que yua Juán Xuarez Gallinato, con los mas españoles, arribo al estre cho de Sincapura, cerca de Malaca: donde se detuuo muchos dias. Los otros dos juncos de Diego Belloso y Blas Ruyz, en que yuan españoles, algunos Xapones y naturales de Manila, llegaron con harto riesgo a Camboja, subiendo el rio Mecon, Blas Ruyz primero que Belloso, hasta la ciudad de Chordemuco; donde supieron, que los Mandarines Cambojas, se auian juntado contra los Sianes, y los auian vencido y echado del reyno; y que, vno destos Mandarines, llamado Anacaparan, se auia apoderado de la tierra, y gouernaua con titulo de rey, aunque a disgusto de otros. Parecióles, a DiegoBilioso y a Blas Ruyz, y á los de su compañía, que üegauan en buena ocasión para el yntento que lleuauan, viendo la cosa rebuelta entre los Cambojas, y el Sian fuera de la tierra; y prometiéndose,. que Gallinato con la capitana, entrarla con brebedad, se entretuuieron algunos dias en Chordemuco, con voluntad de Anacaparan, que residía en Sistor, nueue leguas de alli, que aunque supo la nueua de la entrada de estos nauios, y de los que en el venían, y que atrás, venia mucha mas gente y su yntento aunque no le pareció que seria muy a su proposito, disimulo con ellos, hasta ver lo que el tiempo haria. Auian entrado en el mismo tiempo, seys nauios de Chinas en Chordemuco, con sus mercaderías: y sacándolas a tierra que por ser muchos en numero, y aborrecer los españoles, auian tenido con ellos muchos atreuimientos y demasías, que obligaron á los españoles, por su reputación, y satisfacerse de las ynjurias rece bidas, a tomar contra ellos las armas; como lo hizieron, matando muchos Chinas, y apoderándose de sus nauios, y quanto en ellos tenían; de que, Anacaparan se mostró sentido, y deseoso de que los Chinos se vengasen, y ser en su ayuda. Para remediar este daño, pareció a fray Alonso Ximenez, de la orden de sancto Domingo» que con los españoles se hallaua, que en compañía de Blas Ruys y Diego Belloso, y hasta cinquenta españoles, y algunos Xapones y Luzones, dejando los demás en guardia de los nauios en Chordemuco, subiesen en embarcaciones menores a Sistor, a verse con Anacaparan, y darle escusas y satisfacion, de lo que con los Chinas; les auia pasado. Y para mejor negociar con el, hicieron vna carta de embajada, en nombre del gouernador de Manila, porque gallinato traya, la que el gouernador les dio. Siruio esto de poco, por que Anacaparan, no solo no les dio audiencia, pero auiendo les qui tado las embarcaciones, los tuuo tan apretados, en vn alojamiento fuera de la ciudad; y tan amenazados, de que sino boluian luego a los Chinos, los nauios y lo que les auian tomado, los auia de matar: que ya deseauan boluer a Chordemuco, a meterse en los nauios, por mas seguridad; y se determinaron, a ponerlo en execucion como pudiesen. % La necesidad, y el verse en este peligro, les puso animo para salir del (aunque con mucho riesgo) vna noche, buscando el paso para atrauesar el rio, á la parte de la ciudad, lo pasaron con las ar mas en la mano, a deshora y con el mayor silencio que pudieron, y viéndose cerca de la ciudad, creciendo les el animo y la determina ción, entraron en ella, hasta la casa del rey, y poniéndole fuego, y á la de las municiones, y á los demás edificios que encontrauan, pu sieron á los Cambojas en tanta confusión, que mataron aquella no che, y la mañana siguiente mucha gente; y entre ellos, al mismo Rey Anacaparan, y no les pareciendo pasar adelante, ni detenerse, dieron la buelta á los nauios, marchando con la mejor orden que pudieron; auiendose juntado gran suma de Cambojas, con las ar mas y algunos elefantes, fueron en seguimiento de los Españoles, hasta que los alcangaron, antes de llegar á los nauios, que se defendieron valerosamente, y prosiguieron su camino, hasta embarcarse; sin perder vn Español, y los Cambojas se boluieron á la ciudad, con algunos muertos y heridos de su parte. <br />
Embarcados, Diego Belloso y Blas Ruiz en sus nauios, entró a esta ocasión el capitán Gallinato (por el rio) en Chordemuco con la capitana; a quien dieron quenta de todo lo sucedido, con Chinas y Cambojas, y del buen punto en que las cosas estauan, para continuarlas; pues muerto Anacaparan tirano, muchos Cambojas se pasarían luego á la parte de los Españoles, en defensa del nombre y voz de Lángara Rey legitimo. Y aunque, algunos Cambojas, vinieron en busca de la armada, a firmando a Gallinato lo mismo, y ser muerto Anacaparan, y lo que los Españoles dexaúan hecho en Sistor, mostró no dar les crédito a vnos ni otros, ni quiso persuadirse a ello, ni a que se deuia continuar esta empresa, ni detenerse en ella, antes reprehendió á los Españoles, por lo que auian hecho en su ausencia. Y quitándoles todo lo que tenian, de las presas de los Chinas y Cambojas, se salió á la mar, para hazer viaje a Manila. Belloso y Blas Ruiz le persuadieron; que a lo menos, fuese a la Cochinchina, donde se tenia noticia, que auia aportado la galera que se algo, quando mataron al gouernador Gómez Pérez, y que allí estaua el estandarte real, y artillería que en ella se Ileuaua; y lo pidiese, y que ellos se ofrecían, entre tanto que trataua deste negocio, yrian por tierra al reyno de los Laos, donde el rey Lángara de Camboja •estaua, para traerlo a su reyno. Ynclinose a esto el capitán Gallinato, nauego la costa, hasta entrar en la baía de Cochinchina; donde, aunque fue bien recebido, al (parecer) de los naturales de la tierra, nunca quiso desembarcarse de los nauios; y desde ellos, embio a visitar al rey de Tunquin (que es el mayor de aquel reyno) con Gre gorio de Vargas; y tratarle, del negocio de la galera, estandarte y artillería: y mientras en esto se entendía, dio licencia a Blas Ruyz y Diego Belloso, saliesen en tierra, y procurasen hazcr la jornada á los Láos; que por desuiarlos desi, y dejarlos en esto ocupados, sin que le pudiesen hazer en Manila malos officios, sobre la saudade Cam boja, vino fácil en lo que le pidieron. Fueron, Diego Belloso y Blas Ruyz, a el rey de Sinua, hijo del de Tunquin; y pidiéronle, los fauorecíese para su camino; el qual, les dio todo lo necesario; de manera, que fueron bien tratados y seruidos, hasta la ciudad de Alanchan, cabera del reyno de los Laos; donde, el rey della los recibió bien. Hallaron auia muerto Prauncar Lángara, rey de Camboja, y su hijo e hija mayor, y solo viuian, su hijo Prauncar y su madrastra, agüela y tías: dijeron el estado de las cosas de Camboja, y venida de los españoles, y muerte de Anacaparan tirano; lo mismo se supo de vn Camboja, que vino de Chordemuco; y que reynaua después de la muerte de Anacaparan, su hijo menor, llamado Chupinanu, que la tierra toda estaua diuisa en parsialidades; y auria muchos, que en viendo a su rey natural lígitimo, dejarían a Chupinanu, y se irían con el, y le obedecerían. Vencidas algunas dificultades, para la salida (por auer ydo a este tiempo, de Camboja a ¡os Laos, vn mandarín llamado Ocuña de Cliu, Alanchan, con diez paroes bien artillados y armados, por orden de otros mandarínes y grandes de Camboja, atraer su rey legítimo: se tomo resolución de bajar a Camboja, y se embarcaron, Pranuncar y su Agüela, y su tía y madrastra, muger de Lángara, y Diego Belloso y Blas Ruyz, y todos hizieron su viaje, en las dichas embarcaciones y paroes, por los ríos que van de los Laos a Camboja, donde, hallaron nueuas turbaciones, y algamientos de las provincias; pero, llegado Prauncar, muchos se pasaron a su parte; especial, dos moros Malayos, que con ejercito de Malayos, y fuerga de artillería y elefantes, estañan en el reyno; llamados, Ocuña la Cassamana, y Cancona. Praimcar lleuó la mejor parte, en las ocasiones que se ofrecieron, y muertos en algunas batallas, Chupinanu y sus hermanos, y otros rebeldes, se enseñoreo de casi todas las prouincias de su reyno; haziendo cabegas, de las cosas de la guerra, a Diego Belloso y a Blas Ruyz, que siempre las gouernaron, hasta dejar a Prauncar re3'nando: y acabada casi de todo punto la guerra, el rey hizo grandes Chofas de su reyno, a Belloso y a Blas Ruyz; y les dio dos prouincias, y con otras mercedes (aunque no tantas como esperauan y les auia offrecido, quando estauan en los Laos; siendo la principal causa desto, su madrastra y agüela y tia del rey, que le gouernauan por ser de poca edad y vicioso del vino, mas que Lángara su padre: con las quales, podia mucho el moro Malayo Ocuña Lacasamana; que, embidioso del valor de los Españoles, les hazia siempre mal tercio, y les procuraua su destruicion, con quien (por este respeto) siempre tuuieron encuentros. Entendiéndose, que este moro estaua amancebado con la muger de Lángara, madrastra del rey Prauncar. >* La armada del capitán Gallinato, quedo en Cochinchlna, tratando de pedir al rey de Tunquin el estandarte real, y artillería de la galera, como se ha referido; por que la galera se auia perdido en la costa, y lo demás tenia este rey en su poder; el qual, no solo no lo dio, pero entreteniendo a Gallinato con buenas razones, fue tratando por otra parte, de tomarle los nauios, y lo que traía en ellos; de que, siendo Gallinato anisado en secreto, de vna Cochinchina principal, que le vino auer á la armada, se veló en ella con mas cuydado que hasta entonces; no consintiendo salir en tierra ninguna persona; y todavia, no lo pudo acabar con fr. Alonso Ximenez, vno de los religiosos Dominicos, que consigo lleuaua, que auia sido principal en la ejecución de esta jornada, que saliendo a tierra, le prendieron y detuvieron en ella. Entendiendo que la armada estaua con descuydo, le echáronlos Cochinchinas encima, nauios de fuego; y tras dellos, algunas galeras, y otras embarcaciones de guerra para quemarlos: y por la vanda de tierra mucha gente, que con la arcabuzeria que estaua cerca, los molestaua. El armada tuuo lugar, de desviarse del fuego, y apartarse de la tierra, y ofendiendo con la artillería, mosquetería y arcabuzeria, los nauios sus contrarios, echó algunos a fondo: y sin aguardar mas, dexando a fr. Alonso Ximenez en tierra, y a dos compañeros seglares que consigo üeuó, se hizo a lo largo, y se salió de la baía de la Cochinchina, en demanda de las Filipinas. Entre tanto que estas cosas pasauan en Camboja y Cochinchina, auiendo venido de España, recaudo de su Magestad, para concluyr vn asiento, que el capitán Estauan Rodríguez de Fígueroa auia hecho, con el gouernador Gómez Pérez Dasmariñas, que haría a su costa la pacificación de la isla de Míndanao, y la poblaría; dándole el gouíerno della por dos vidas, y otros premios, se efetuo el dicho asiento, vencidas algunas dificultades que se ofrecieron, y Esteuan Rodríguez aprestó la gente y nauíos, y demás necesariopara la empresa, y con algunas galeras, galeotas, fragatas, virreyes y varangayes y lapis, salió con dozíentos y catorze Españoles, á la isla de Míndanao, por Febrero del mismo año, de nouenta y seis: licuando por su maestre de campo, al capitán Juán de la Xara, y algunos religiosos de la compañía de JESVS, para la dotrina; y muchos naturales, para el seruicio del campo y armada. Llegó con buen tiempo al río de Míndanao; donde (las primeras poblazones, llamadas Tancapan y Lumaguan, enemigos de los de Buhahayen) le recibieron de paz y amistad, y se juntaron con su armada, que serian seis mil hombres, y sin detenerse, pasaron el rio arriba, ocho leguas mas adelante, sobre Buhahayen, la principal poblazon de la isla, donde el mayor principal della, estaua fortifica do en muchas partes. Llegados á la poblazon, la armada surgió, y echó luego en tierra, buena parte de la gente con sus armas que, por vnos gacatales, que auia junto á la ribera, antes de llegar á las casas y fuerte, hallaron algunos de los Buhahayenes, que les salieron al encuentro, con sus campilanes y carabas y otras armas, y por diuersas partes acometieron á los Españoles, que por ser el sitio cenagoso y espeso del gacatal, no podían (con él concierto necesario) hazer lo que convenia; aunque se trabajaua por el maese de campo, y capitanes que lleuauan, en concertar la gente y animarla, para que hiziesen rostro a los naturales. Miraua lo que pasaua, desde la galera capitana, el gouernador Esteuan Rodríguez de Fígueroa, que no pudíendo sufirir el poco concierto de su gente, tomó las armas: y con tres o quatro compañeros, se hizo echar en tierra: y lleuandole su morrión vn criado, por yr mas ligero, fue atrauesando por vna parte del gacatal, a donde era la pelea. Salió vn indio enemigo al paso (sin ser visto) por vn lado, y con el canpilan que lleuaua, le dio vn golpe en la cabega al gouernador, que le derribo en tierra mal herido (72).<br />
Los que con el yvan, hizíeron pedagos al Míndanao, y lleuaron á la galera al gouernador. A poco espacio, el maese de campo Juán de la Xara, se retiró con la gente á la armada, avíendo dejado en aquella refriega, algunos Españoles muertos; el gouernador, no boluio mas en su sentido y acuerdo, por que la herida era grande, y otro dia murió, y el armada con esta perdida y mal suceso, se leuo de aquel puesto, y bolvio el rio abajo a Tampacan, donde surgió entre los amigos y sus poblazones. % El maese de campo Juán de la Xara, se hizo luego elegir de la armada, por sucesor en el gouierno y empresa, y hizo vn fuerte de arígues y palmas, junto a Tampacan, con vna poblazon de Españoles, a que le puso nombre Murcia: y comengo a disponer como le pareció, para perpetuarse y ap'ropiarse la cosa, sin dependencia ni reconocimiento de gouernador de Manila, sin cuya intercesión y auyda, no se podia proseguir esta empresa (73).<br />
<br />
<br />
<div align="center">
<b>DEL GOVIERNO DE DON FRANCISCO TELLO, <br />
y de la segunda fundacion de la audiencia de Manila, <br />
y de las cosas que: acaecieron en el tiempo que duro este gouierno.</b> </div>
<h3>
CAPITVLO SEXTO.</h3>
<br />
GVARDAVA, el gouernador don Luys Dasmariñas, nueuas del capitán Juán Xuarez Gallinato, y del Gouer nador Esteuan Rodríguez de Figueroa, del viaje que cada vno auia hecho, en principio deste año de nouenta y seis, a Camboja y a Mindanao; quando por el mes de Junio, llego auiso a Manila que auia dos nauios del embocadero del Espíritu sancto adentro entre las islas; y que, en ellos venia proueido de España nueuo gouernador, don Francisco Tello de Guzman, cauallero del abito de Sanctiago, natural de Seuilla, thesorero de la casa de la contratación de las Indias; que entro en Manila á los primeros de Julio, y fue recebido al gouierno (74).<br />
luntamente se entendió, queaua en la Nueua España, electo por Arçobispo de Manila, fr. Ygnacío de Sanctivañez, de la orden de san Francisco, natural de Sanctivañez, tierra de Burgos: por auer muerto en Madrid, el Obispo fr. Domingo de Salazar, y que quedaua electo Obispo de la ciudad de Segouia, en la prouincia de Cagayan, fr. Miguel de Venauides, natural de Carrion: religioso de la orden de sancto Domingo, que auia ido a España, por compañero del Obispo fr. Domingo de Salazar; y que también, quedaua en México, electo por Obispo de la ciudad del sanctissimo nombre de JESVS, fr.-Pedro de Agurto, de la orden de san Agustín, natural de México: que estos dos Obispos (con otro en la ciudad de Caceres, en la prouincia de Camarines, que no estaua proueído) se auian añadido en las Filipinas de nueuo, y dadose por sufragáneos al Arçobispo de Manila, a instancia del Obispo fr. Domingo; juntamente, con auerse de boluer a fundar en Manila, la audiencia que della se auia quitado, con otras cosas a que auia asistido en la corte. <br />
A poco tiempo, que don Francisco Tello entro en el gouierno, vino nueua de la muerte de Esteuan Rodrigues de Figueroa, en Mindanao: con el hermano Gaspar Gómez, de la compañía de JESVS, que trujo el cuerpo a enterrar, en el coUegio de Manila cuyo patronazgo, tenia : y Juán de la Xar a escriuio, como quedaua «n el gouierno, y auia poblado en Tampocan, y que pensaua continuar, la pacificación y conquista de la isla, como le pareciese, y que se le embiase socorro de gente y otras cosas. Entendióse quería vsar mal del gouierno, sin tener dependencia ni subordinación al gouernador de las Filipinas; quitando á los herederos de Esteuán Rodríguez lo que desto les tocaua; y también, que para assegurarse mas por esta parte, embiaua confidentes suyos á la villa de Are ualo en Otón ; donde, Esteuan Rodríguez auia dejado a ^u muger doña Ana de Osseguera, y dos hijas pequeñas, y su casa y hazien -das, a que la persuadiesen se casase con el. Pareciendo esta deter minación, de perjuyzio para muchas cosas, se trató de remediarla; y por no alborrotar mas lo de Mindanao, se dexó por entonces, hasta que el tiempo abriese mas el camino que se auia de seguir. Y asi fue, que auiendo salido del campo y poblazones de Mindanao Juán de la Xara, y venido á la ligera a Otón, a tratar en persona de su casamiento (en que nunca estuvo bien la viuda de Esteuan Ro dríguez.) Don Francisco Tello embio a prenderle, y fue traído a Manila, donde tratando de su causa murió. Tras de la prisión de Juán de la Xara, embio luego don Francisco Tello a Mindanao, al capitán Toribio de Miranda; con despachos, para que estuviese por cabega del campo, y gouernase las cosas, hasta que fuese quien de asiento continuase aquella empresa. Llegado a Mindanao, y viendo el campo, deshechas las maquinas de Juán de la Xara, y que quedaua preso en Manila, y no auia de boluer, obedeció a Toribio de Miranda, y las ordenes que lleuaua. En Manila, se trataua con todo cuydado por el gouernador, de lo que conuenia para continuar la guerra, que por estar la isla de Mindanao, tan cerca de. las demás islas pacificas, y auer en ella misma algunas provincias de paz, y encomendadas, y con justicias dé Españoles, como son el rio de Butuan, y Dapitan, y Caragan, convenia pacificada toda, y reduziría á la obediencia de su Mages tad. La hazienda real, estaua gastada, y sin posible para el gasto; a que por escritura en forma se auia obligado Esteuan Rodríguez,, hazer la guerra a su costa, hasta acabarla de todo punto, conforme á las condiciones del asiento. El tutor de sus hijas y herederos, lo puso en justicia, escusandose desta obligación, con la muerte de. Esteuan Rodríguez, y por no perder tiempo (visto que lo comenga do se auia de continuar, de vna manera o de otra) el gouernador acordó de proseguirlo, poniendo de la hazienda real, lo que fuese menester, a quenta della, o de los hereceros de Esteuan Rodríguez, si fuese justicia; y luego se trato de la persona que auia, de yr a Mindanao, y eligió a don Juán Ronquillo, general de las ga leras, y le dio el socorro de gente y de mas cosas que pareció ne cesario; con que llegó a Mindanao, y tomó en si el campo y arma da, de los Españoles que hallo en Tampacan ; y confirmo, la paz y amistad con los principales y su gente de Tampacan y Lumaguan ; reformo, y puso mas en orden la poblazon y fuerte de Españoles, y comengo-a aparejarse para la guerra con los Buhahayenes. Hizo algunas salidas a sus tierras y fuertes, en que se entretuuo muchos dias, sin hazer efeto de consideración, por ser estos enemigos mu chos y buenos soldados, con mucha arcabuzeria (75) y verseria, en sitio muy fuerte, y con otras muchas fortificaciones, la tierra a den tro; donde se pasauan de vnas en otras, quando les conuenia, sin recibir daño, con mucho cansancio de los Españoles, poco hechos a tierra tan pantanosa, y con pocos bastimientos, y que en la tierra no los auia por la guerra, auiendo en el campo mucha gente, de Españoles y naturales del seruicio y esquipazones, y no ser fácil, la yda y venida en todos tiempos, de vna parte a otra, aproueerse de lo necesario. <br />
Viendo don Juán Ronquillo, que la guerra yua muy á la larga, y que se sacaua poco fruto della, y el campo padecia (hechas sus in formaciones dello) despacho cartas á la ligera, al gouernador don Francisco Tello, dándole cuenta del estado de las cosas, y que con uenia sacar el campo del rio de Mindanao, para que nb pereciese, y que se podría poner vn presidio, en la misma isla en el puerto de la Caldera, y-dejarlo fortificado, para no boluer de todo punto las espaldas a esta empresa : Y para que los amigos Tampacanes y Lu maguanes, se sustentasen en la enemistad con los Buhahayenes, y que con el resto del campo y armada, se bolueria a Manila, dándole licencia para ello, de que le embiase orden con toda breuedad. Cotf este despacho, que el gouernador don Francisco Tello recibió, tomo resolución, de ordenar a don Juán Ronquillo, que siendo asi que refería, y que no se podía sustentar el campo, ni continuar la guerra aprouecho, se retirase con todo el campo, del rio de Min danao, auiendo primero hecho vn grande esfuergo, en castigar el •enemigo Buhahayen; y luego, quemase el fuerte y poblazon de ios Españoles, y pasase á la Caldera y la fortificase, y dejase en ella "vn conueniente presidio, con la artillería y embarcaciones y basti mientos para su sustento y seruicios; y con el resto, se viniese a Manila; dando a entender, á los amigos Tampacanes, que con breviedad boluerian los Españoles al rio, mas de proposito, y con mayor número de gente. )* Silonga, y otros principales de Buhahayen, no se descuydauan de su defensa, pues (entre otras diligencias) auian embiado a Te rrenate vn principal, pidiendo socorro contra los Españoles, que les auian metido la guerra, en casa; con el qual, embio el rey de Terrenate a Mindanao, vna armada de muchas Caracoas y otras •embarcaciones, con Cachiles y soldados luzidos, y cantidad de arti llería menuda, para obligar á los Españoles, leuantasen el campo, y se fuesen (quando no pudiesen hazer otro efeto en ellos) en numero 'de mas de mil hombres de guerra. Teniendo nueua y auiso en Bu hahayen, que esta armada yua en su defensa y amparo, se pusieron a punto, y se apercibieron para dar sobre los Españo les, que auiendo lo también entendido, no estuuieron descuy •dados; por que se reparo mas el fuerte principal, y reduziendo la .•gente que auia en otros fuertes menores, en el rio de Buquil, y otros puestos, bocas y bragos del mismo rio, que siruio de guarnecer «mejor el fuerte, y armadas galeras y otras embarcaciones menores, para aprouecharse dellas, para el acometimiento de los enemigos •que esperauan; que auiendo entrado gallardamente con todos sus nauios y gente, hasta el fuerte de ios Españoles, los acometieron y asaltaron para entrarle con todo animo y diligencia. Los de dentro, los resistieron animosamente; y los de fuera, que estauan en el rio «obre las galeras, les ayudaron de manera, que vnos y otros, con el artillería y arcabuzería, y avezes llegando á lo estrecho con las es padas y campílanes, hizieron grande riza y estrago en Terrenates, y Buhahayenes que les ayudauan, hiriendo y matando mucho nume ro dellos, y tomándoles casi todas las caracoas, y embarcaciones •que traían: que muy pocas salieron huyendo, y los Españoles las alcanzaron y quemaron, quedando con muchos prisioneros capti vos, y despojos y armas enemigas. Tras esto, con la mayor breuedad que pudieron, boluieron sobre poblazones y fuertes de los Buhahayenes, haziendo en ellos algunos buenos efetos, de tanta con sideración, que viéndose apretados, y sin quien ios valiese, vinieron parlamentos y tratos de paz, con don Juán Ronquillo; que tuvieron conclusión, con dar reconocimiento y obediencia, y asentar amistades con los Tampacanes sus antiguos enemigos, que para mayor firmeza dellas, las roboraron con vn casamiento, del mayor principal y señor de Buhahayen, con hija de otro de Tampacan, llamado Dongonlibor; con que, quedo la guerra al parecer tan acabada, que ya auia bastimientos; y los Españoles (con poca defensa) atrauesauan, y andauan toda la tierra, y el Buhahayen prometió, desharía luego todos sus fuertes, que fue vna condición de las pazes. Con esto, los Españoles boluieron a su fuerte, y poblazon de Tampacan, de que luego don Juán Ronquillo despacho auiso, al gouernador don Francisco Tello: auisandole de las nouedades, que ya tenia aquella empresa, según el estado de la qual, le pedia le ordenase de nueuo lo que auia de hazer, por que esperarla sin hazer mudança; no embargante, que le llegase la respuesta, que se esperaua del primer auiso, pues ya era otro tiempo : y con auerse mejorado tanto, auia de ser la resolución diferente. El gouernador don Francisco Tello, auia respondido al primer despacho de don Juán Ronquillo, en la sustancia, que atrás se dijo. Cuando le llegó el segundo, con la buena nueua de los sucesos de Mindanao, y por que se temió de la gente del campo (que siempre auian mostrado deseo de boluer a Manila, y no estar en los trabade la guerra) y que esto harían en llegando la primera orden, y la ejecutarían y dejarían aquello, que ya estaua en tan buen punto, y que el salirse del rio seria en mala ocasión, luego les embió á la ligera (por diversas vías) segunda orden, para que no haziendo caudal de la primera, se estuuiesen en Mindanao, y entretuuiesen las cosas, que les embiaria con breuedad lo necesario, para lo de adelante. Este recaudo pareció que caminaua de espacio, pues llegado el primero, sin mas aguardar fue puesto en ejecución, leuantando el campo, y saliendo de la tierra; dando por razón á los Buhahayenes, que solian ser enemigos, que el gouernador de Manila los embiaua á llamar, y á los Tampacanes, amigos, que dejarían para su seguridad, gente en la Caldera, y se les socorrería de Manila: de que estos quedaron bien desconsolados y tristes, quanto los Buhahayenes contentos. Con esto, quemando su fuerte y poblazon, con la breuedad que pudieron se embarcaron con todo el campo, y se salieron del rio, y se fueron á la Caldera, veynte y quatro leguas mas abajo, camino de Manila; y metidos en el puerto se hizo vn fuerte, en que quedo vna guarnición de cien Españoles, con alguna arti llería y bastimentos, y embarcaciones para su seruicio. En esto, llego la segunda orden del gouernador, para el general don loan Ronquillo, a que respondió, que ya le hallaua fuera en la Caldera, y no podia boluer á el rio; y sin detenerse mas, se vino con el resto de la armada á Manila, por las prouincias de Otón, y Pa nay (76).<br />
Sabida por el gouernador su venida, antes de entrar en k ciudad, le embio a prender al camino, y procedió en su causa por justicia, por auer sacado del rio de Mindanao el canpo y ejercito, y no aguardado la orden (que según la nouedad que las cosas tenían, pudiera esperar) y por mostrar vna carta particular, don loan Ronquillo del gouernador, que le embio aparte con la prime ra orden; diziendo, que en todo caso se ^•iniese a Manila con la gente, porque la auia menester para otras necesidades de las islas, en que dezia auerse fundado, para no esperar la segunda orden, fue dado por libre. El capitán y sargento mayor Gallinato, atraueso con la capitana de su armada, de la Cochinchina a Manila, donde dijo, y dio quenta a don Francisco Telio, (que ya hallo en el gouierno) lo que le auia pasado en su jornada; y como, Blas Ruyz y Diego Belloso, auian ydo desde la Cochinchina por tierra a los Laos, en busca del rey Lángara de Camboja; con cuya ausencia, escuso las calumnias de este hecho, en la salida de Camboja; aunque no faltauan muchos de los que con el venian, que informauan con sentimiento la ocasión que auia perdido, por no auer hecho rostro ni detenerse en Cam boja, en tan buena coyuntura afirmando siempre que si la hizíera, se consiguiera todo lo que se auia pretendido en aquel reyno. El otro nauio de su conserua, a que auia reduzido lo restante de su armada, de que hizo cabo al alférez Luys Ortiz, no pudo proseguir el viaje; y con temporales, arribo a Malaca; donde algunos es pañoles se quedaron, y con el resto de la gente (al cabo de algunos meses) pudo nauegar y boluio a Manila. En este mismo tiempo, y principios del gouierno de don Francisco Tello, estauan detenidos dos yndios principales, de la prouincia de Cagayan en Manila, que el mayor se llamaua Magalat, por que ellos y sus deudos y otros, que seguian su parcialidad y opinión, auian leuantado muchas vezes las poblazones de aquella pro uincia, que auia costado no poco trabajo reduzirlas, con muertes que cada dia hazian, de muchos españoles, y otros daños, en los naturales que estauan de paz, y en sus sementeras : de los quales, era capitán y cabcga, el Magalat, que estando juntament e con vn su herman o y otros indios en Manila, sin que de allí saliesen, se aseguraua mas aquella prouincia. >• Auiendo de y r a la ciudad de Segouia, cabega de la prouincia, algunos religiosos de sancto Domingo, que tienen alli la doctrina, mouidos de piedad, persuadieron al goucrnador, les diese a Maga lat y su hermano, para que boluiesen a su tierra. Tant o le importu naron sobre ello, que se lo concedió. Puestos en Cagayan, se fue ron la tierra adentro, por el rio de Lobo, y levantaron de nueu o toda la tierra, y reboluieron la cosa, con ayuda de otros principales de Tubigarao, y otras poblazones, que no se podia andar por ellas, ni salir vn paso fuera de la ciudad ; siendo caber a de los enemigos Magalat, que en sus mesmos naturales, (sino se leuantauan contr a los españoles) hazia crueles muertes y daños. Llego esto a tanto, que fue menester, que el gouernador embiase de Manila, al maese de camp o Pedro de Chaues, con gent e de guerra, para que mu y de proposito remedias e el daño, y aunque, con muchas dificultades, tuuo tan buena dicha, que vuo á las manos muchas cabegas de los leuantados, de que hizo justicia y castigo publico, y al mismo Ma galat, en su casa y ranchería en que estaua fortificado, le hizo m a tar, por mano de sus mismos indios, por que se ofrecieron a ello, por premi o que se les dio : que de otr a suerte parecía imposible, y si Magalat no faltara, también lo fuera acabarse la guerra en m u chos años ; con que, quedo quieta la prouincia, y asentada la paz (yy).<br />
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Por Abril, del año de mil y quinientos y nouenta y cinco, salió del Callao de Lima, en el Piru, el Adelantado Aluaro de Mendaña de Neira, á la poblazon de las islas de Salomón; que muchos años antes, auia descubierto en la mar del Sur, y puesto le por nombre á la mas principal, la isla de san Christoual. Lleuo quatro nauios, dos grandes Capitana y Almiranta, y vna fragata y vna galeota, con quatrocientos hombres en todos, y a su muger doña Ysabel Barreto, y tres cuñados. Descubrió en el viaje otras islas, en que no se detuuo, y no acertando con las de su descubrimiento (auiendosele derrotado la Almiranta, que no pareció) surgió con los demás nauios, en una isla de negros, junto á la nueua Guinea, a que puso por nombre santa Cruz; y en ella, pobló con poco gusto de su gente. Murió alli el Adelantado, y dos cuñados, y mucha de la gente : Doña Ysabel Barrete, despobló por enfermedades y necessidad, y embarcó la gente que le quedaua, en su capitana y fragata y galeota, y navegando la buelta de las Filipinas, se desapareció la fra gata, y la galeota por otro viaje. Entro en el rio de Butuan, de la isla de Mindanao, fue la capitana a Manila con mucha necescidad y trabajo; de donde, casada Doña Ysabel Barreto, con don Fernando de Castro, en su nauio san Geronymo, boluio á la Nueua España, el año de nouenta y seis. A se tocado tan de passo, el suceso deste viaje; y por ser aproposito poner á la letra, la relación que dejó firmada de su nombre, Pedro Fernandez de Quiros, Piloto mayor deste viaje, que es como se sigue. % <br />
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% RELACIÓN DEL VIAIE DEL ADELANTADO ALUARO de Mendaña de Neifa, al descubrimiento de las islas de Salomón, <br />
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TERNES, nueue dias del mes de Abril, año de mil y qui nientos y nouenta y cinco, el Adelantado Aluaro de Mendaña, se hizo á la vela con su armada, para yr a pacifi car y poblar, las islas Ocidentales del mar del Sur del puerto del Callao de Lima; que esta, en latittid meridional, en doze grados y medio, la buelta de los valles de Sancta, Truxillo y Saña; recogiendo gente y bastimentos, pasó a Paita; adonde hizo el aguada, y lista de quatrocientas personas poco mas o menos, con sus quatro bajeles, dos grandes y dos pequeños. Salió deste dicho puerto (que tiene de altura, de la dicha parte cinco grados) la buelta del Oessudueste, en demanda de las islas de su descubrimiento, licuando por maese de campo, a Pedro Merino Manrrique; y por almirante, a su cuñado Lope de la Vega; y por piloto mayor, a Pedro Fernandez de Quiros; y por este rumbo, nauegó hasta altura de nueue grados y medio, del qualpunto, se nauegó por el Oeste, quarta del Sudueste, a catarze grados; de los quales, se mudo derrota al Oeste, quarta del Noroueste; y auiendonos por este rumbo hallado, en altura de diez grados largos; viernes, veinte y vno del mes de lulio, tutumos vista de vna isla, a quien el general puso, por nombre la Madalena, y de vn puerto della, salieron como setenta canoas, en que venian de tres en tres, en otras mas y menos, otros añado, otros sobre palos, mas de quatro cientos Indios, blancos y de muy gentil dispusicion, grandes, fornidos, y membrudos; y también tallados, que nos hazian mucha ventaja a nosotros: lindos dientes, ojos y boca, manos y pies, lindísimos cabellos sueltos, y muchos dellos muy rubios; y entre ellos, bellísimos muchachos, todos desnudos, y sin cubrir parte alguna; y todos los cuerpos, piernas y bragas, manos, y algunos los rostros, traían labrados, al modo destos Bisayas, que cierto-, para gente barbara, desnuda y de tan poca razón, auia de verlos, de que alabar mucho a DIOS que los crio. Y no paresca encarecimiento, que es asi; los quales nos llamauan, que fuésemos a su puerto, y los llamaron de nuestra capitana, y entraron en día, obra de quarenta dellos, que pareciamos hombres menos de marca junto a ellos; y entre ellos vino vno, que se entendió ser mas alto, •Me el mas alto hombre de nuestra armada vn palmo, con auer en nuestra armada hombres demás de marca, y alli les dio el general, a algunos dellos, camisas y otras cosas; las quales, ellos recibieron con mucho contento, bailauan a su vso, y llamando á los demás, se enfadó el general de sus demasías, porque eran grandes ladrones. Mando que se disparase vn verso, para amedrentarlos, que como dellos fue oydo, se echaron a nado, v se pusieron todos en arma; y tañendo vn .caracol, tiraron algunas pedradas, y amenazando con langas, que no tenian otras armas; de la nao los arcabuzearon, y mataron a cinco o seis, y se quedaron. Nuestra armada andando, descubrimos, otras tres islas; esta isla, tendrá de box seis leguas; pasárnosla por la parte del Sur: della es alta, tajada a la mar, montuosa por las quebradas, que en ellas abitan los Indios. Pareció auer en ella mucha gente, por que por las peñas y playas la vimos, y asi fuymos en demanda de las •otras tres islas; la primera, aquien se puso por nombre san Pedro, estará de la Magdalena diez leguas, y se corre con ella al Norte, quarta del Norueste: terna de box tres leguas; es isla de buena vista, y de mucha arboleda, y buenos campos; no stipimos si estaua pobla da, por que no llegamos a ella, all Sueste desta, como cinco leguas esta otra, a quien el general puso por nombre la Dominica: es de muy ¿uena vista, y pareció ser muy poblada, tendrá como quinze leguas de box: y al Sur desta, y á cosa de poco mas de vna legua esta otra isla, que tendrá de box ocho leguas, á la qual se puso por nombre sancta Cristina; y por la canal que haze entre la vna y la otra, passo nuestra armada; por que todo lo que de estas islas vijnos, es muy limpio. Y en Sancta Cristina, á la parte del Oeste, se hallo vn buen puerto, en el qual surgió la armada; no me parecieron de rostro estos Indios como los primeros, pero fueron vistas muy lindas mugeres, yo no las vide, pero afirmáronme personas, que tenian en esto parecer, que ay tan lindas mugeres, como en Lima; pero, blancas y no tan alúas, y aylas en Lima muy hermosas. Lo que fue visto de comer en aqueste puerto, fue puercos y gallinas, cañas dulces, plántanos muy buenos, cocos, vna fruta que nace en grandes arboles, es tan grande cada vna de lias, como grandes pinas, es muy buena comida; comióse Mii-cha della verde, asada y cosida; y madura, cierto que es dulce, y tan buena fruta a mi ver, que no se yo otra que le haga ventaja, a penas ay en ella que desechar, si no es poca caxcara. Otra fruta, como castañas en el sabor, pero mucho mayor que seis castañas juntas, comióse de ellas muchas, asadas y cozidas, y vnas nuezes de caxcara muy dura, son muy azeytosas, muchas. se comieron; sospechan algu nos, que les dio cámaras. También vimos, calabagas de Castilla sem• hrddas; ay vn lindo chorillo, junto á la playa, de muy linda agua', sale de vn cerro, altor de dos hombres, tendrá de gordor, quatro o cinco dedos juntos, y luego, junto á si vn arroyo de agua, y se a de regaron los baxeles. Los Indios se fueron al monte y á los cerros; en los quales se hizieron fuertes, y procurauan hazer daño, con galgas y pedradas, pero nunca hirieron ninguno, que el maese de cavipo les tenia cojidos los pasos con cuerpos de guardia. Viendo los Indios desta isla vn negro nuestro, hizieron señas para la parte del Sur, diziendo, que alli auia como ellos, y que ellos yuan alia a pelear, y que los otros tenian flechas, y que en vnas grandes canoas, que estos tienen, yuan; y como no auia lengua, ni mucha curiosidad en saberse lo demás, se quedo asi; pero d mi parecer, Indios tan engolfados, no es posible, si no que ay cordillera; por que las embarcaciones suyas, y su vso de lo demás, no muestra que estos ayan venido alli de largo camino. 5* Este puerto, está en altura de nueue grados y medio; en el qiial, el Adelantado mando en arbolar tres Cruzes; y sábado, cinco de Agosto, garpar anclas y dar las velas, en demanda al Oeste, quarta del Sudueste, y nauegamos con los vientos Lestes y Lessuestes, a vna y otra quarta, la del Sudueste y Norueste, obra de quatrocientas le guas; y domingo, veinte de Agosto, tuuimos vista de quatro islas ba jas, playas de arena, llenas de muchissima palma y arboleda, y por la parte del Sueste, hasta el Norte, vn grande bajio de arena. Ten drán todas quatro de box, doze leguas, no supimos si estauan pobla das, por que no llegamos á ellas, que pareció ser este año de cortos; digo esto, con rabia. Están en altura, de diez grados, y tres quartos, pusosele por nombre de san Bernardo, por descubrirse en su dia. De aqui, empegamos á hallar vientos Suestes, que nunca mas nos falta ron, que son los que parece reynan, con los quales fuymos (á las di chas quartas) nauegando, sin nunca subir de onze, ni bajar de diez grados; hasta martes, veinte y nueue de Agosto, qne descubrimos vna 'isletd redonda, que de box tendría vna legua, toda cercada de arrecifes', que'se procuro saltar en ella, y no se hallo donde, para que la Almiranta tomase leña y agua, de que yayua muy falta, pusosele por nombre la Solitaria, está en diez grados y dos tercios, estara de Lima, mil y quinientas y treinta y cinco leguas; y de aqui fuymos, nauegan do con la orden dicha-, con la variedad de juyzios que se echauan, diziendo vnos, que no sabíamos a donde yuamos, y cosas que no deja uan de causar pena: y fue Dios seruido, que víspera de nuestra Seño lea de Setiembre, a media noche, tuuimos vista de vna isla, que tendrá de box, de nouenta a cien leguas, y se corre casi Lessueste, Oesno rueste; qué de Lima, estara mil y ochocientas leguas; toda ella llenis sima de arboleda, hasta los mas altos cerros, que si no era lo des montado, para sembrar los Indios, de todo lo demás, no se via palmo de tierra. Tomóse puerto en ella, de la parte del Norte della, en altu ra de diez grados al Norte; del qual puerto, como siete leguas, está vn Bolean de vn muy bien hecho cerro; por el qual, sale mucho fuego por lo mas alto del, y otras partes: es cerro alto, y tendrá de box tres leguas, y es tajado á la mar, y todo pelado, y sin parte a donde poder saltar en el, truena muchas vezes, dentro en el reziamente. A el Nor deste deste Bolean, ay algunas isletas pequeñas, y pobladas, y con vna grande cantidad de bajos; á las quales isletas ay siete o ocho leguas, y los bajos corren como al Norueste; y dixo quien lo fue a ver, que eran muchos. Alrededor de la isla grande, auia algunas islas pequeñas; todas ellas, y la grande (quando se boxó) hallaron pobla das, y a vna vista desta isla grande, al Sueste della, se vido otra isla no muy grande, por aqui deue de yr la trauazon. Tomado puer to, en la isla grande de sancta Cruz, que asi se le puso el nombre, mando el adelantado, al capitán don Lorengo, hermano de sumuger (en la fragata) que juese a buscar la nao almiranta, que la noche que vimos la isla, se despareció; de que yo no tengo buenas sospechas, la quaTfué buscada, .esta y otras dos veces, y no se hallo sino los bajos que he dicho. Lo que en aquesta bata y puerto fue visto de comer, puercos, gallinas, plántanos, cañas dulces, vnas dos o tres castas de ^ayses como camotes, que comen cozidas y asadas y hazen del bisco cho, buyos, dos castas de almendras buenas, y otros piñones de dos castas, palomas torcazes, tórtolas, patos, gargas pardas y blancas, golondrinas, muchos bledos, calabagas de castilla, la fruta que dicho tiene en las primeras islas, y las castañas y nuezes, ay albahaca de grandísimo olor. Ay flores coloradas, que en aqueste puerto tienen en los huertos, y otras dos castas de otra suerte, también coloradas. Ay otra fruta, en arboles grandes, como camuesas de buen olor y sabor. Ay gran cantidad de gengibre, que nace por á i, sin que lo siembren. Ay gran cantidad de yerua chiquilite, de que hazen elañir. Ay arbo les de pita. Ay muchísima sagia, muchos cocos. Vidose piedra mar mol, conchas de perlas, caracoles grandes, como los que vienen aqui de la. China. Ay vn grandísimo manantial, y otros cinco o seis rioSy no muy grandes, de agua; aqui junto al manantial se pobló. Los In dios se procuraron defender, y como el arcabuz juega de lejos, viendo él daño, no se defendían mucho, antes dauan de lo que tenían. En esto de yr por de comer, vuo algunas cosas, de no mtty biien trata Miento á los Indios; por que mataron al Indio mas nuestro amigo, y señor de aquella isla, llamado Malope: y otros dos o tres, estando también de paz. No se vido de toda la isla, mas que obra de tres le guas alrededor del campo. La gente desta isla, son negros, tienen sus canoas pequeñas de vn palo, en que andan rededor de sus pueblos, y vnas canoas muy grandes, de que van de mar en fuera. Domingo, ocho de Otubre, mando el Adelantado, matar á puñaladas al maese de campo, y mataron a Tomas de Ampuero, de la propia suerte; y degollaron, al aljerez Juán de Buitrago; y quiso hazer matar, a otros dos amigos del maese de campo; y por que se lo rogamos, los dejo. La causa fue publica, por qtie se le querían yr de la tierra, y desampa rarla; y otras razones que deuío de auer, que yo no las se; lo que yo vide, mucha soltura y desuergüega, y hartas inconsideraciones. A diez y ocho de Otubre, auieudo a diez y siete vn Eclipse total de Luna, murió el Adelantado. A dos de Nouiembre, don Lorengo su cuñadoy que auia quedado por capitán general; y antes, siete o ocho dias, et clérigo Antonio de Serpa. Y a ocho de nouiembre, el vicario Juán de Espinosa; y vuo grandes enfermedades en nuestra gente: como auicu poco regalo, falta de botica y medico, se murió mucha della, y pidie ron á la gouernadora. Doña Ysabel Bárrelo, que los sacase de la tierra, se vinieron vnos y otros á embarcar, y á la misericordia de Dios, salimos deste puerto, sábado dies y ocho del dicho, la via del Oeste, quarta del Sudueste; en demanda de la isla de S. Xpoual, o por mejor dezir, a buscarla, para ver sí se hallaua, o la Almirantay que asi lo mando la gouernadora,;y fuymos dos dias y no vimos nada, y a petición de toda la gente, que dauan vozes que los Ueuauamos cc^ perder; mandóme hiziese el camino, desta ciudad a Manila, de vn puerto de diez grados y medio; del qual, vine gouernando al Norno tueste, por huyr de hallar islas en el camino, por el mal aparejo que auia para andar entre ellas, la gente muy enferma, que se murieron (nauegando) algunas cinquenta personas, y alia en la isla, quarenta personas, poco mas o menos. Venimos por nuestra derrota, faltos de bastimentos nauegando, y de la parte del Sur cinco grados, otros tantos de la parte del Norte; hallamos muchos contrastes y calmas, y puestos en altura de seis grados largos, de la parte del Norte, vimos vna isla, que pareció tenía veinte y cinco leguas de box, mucha arbo^ leda y muy poblada de gente^ como la de los ladrones, que los vimos en canoas que nos salieron. Es desde el Sueste, por el Norte hasta el Sudueste, cercada de grandes arrecifes, tiene al Oeste de si (como quatro leguas) vnas isletas bajas, no hallamos a donde surgir, aun que se procuro] por que la galeota y fragatas que con nuestra nao salieron, se despareció dias auia; de aqui, venimos por la dicha de rrota, hasta altura de treze grados y tres quartos; y en dos dias, que por esta altura nauegamos al Oeste, tuuimos vista de la Serpana y Guan, en los ladrones, y pasamos por entre las dos, y no surgimos; por no tener cabo con que echar y recojer el batel. Este dia, fueron tres del mes de Enero, de mil y quinientos y nouenta y seis años, y a catorze, del dicho mes, vimos el cabo del Espíritu Sancto; y a quinze surgimos en la baía de Cobos; y llegamos a ella tales, que sola la bon dad de Dios nos piído traer; que fuergas humanas, ni auiamiento, no era para poder llegar al diezmo del camino. Aqui llegamos, tan des aparejados, la gente tan flaca, que era la mayor lastima que se podia ver, con solas nueve o diez botijas de agua. En aquesta bala de Co bos, (se reformo todo lo mejor que piído ser, la gente y nauio; y mar tes dos de Febrero, salimos del dicho puerto y baía; a diez del dicho mes, surjirnos en aqueste puerto de Cabite, ere. Demás de los desseos que de seruir a v. m. tengo: lo que me mueue, a dejar a v. m. esta breue relación es, que por que de della razón (si acaso Dios dispusiese de mi persona, o aya otra qualquiera ocasión; que yo, o la que lleuo faltemos,) aya luz della, que podría ser negocio de mucho seruicio a Dios y al Rey nuestro señor: sea v. m. seruido de recebir la larga voluntad, que de seruir a v. m. me queda, que si Dios me buelue a este puerto, abra lugar para poderlo mostrar mejor; y juntamente, m-e perdone v. m. el ser corto, que el tiempo tiene la culpa: por serlo para comigo. El secreto, suplico á v. m. por que no sabe el hombre los sucesos del tiempo; que mirándolo bien, que es justo que las primeras islas estén ocultas, hasta que su Magestad sea infor mado, y mande lo que fuere Mas de su seruicio; que por estar en pa raje, que toman el medio del Píru, Nueua España, y esta tierra, po drían los Ingleses sabiéndolo, poblarlas, y hazer mucho mal a este mar. Y v. m. me tenga por cierto seruidor de v. m. a quien Dios nuestro señor guarde muchos años, con muchos contentamientos, y augmento de estado &'c. De V. m. e-liado, Pedro Fernandez de Quiros, al Doctor Antonio de MORGA, teniente general por su Magestad de las Filipinas ('jS).<br />
' 'fJ/« L nauio san Geronymo (en que yuan don Fernando de Castro y doña Ysabel Barreto su mugar, de buelta á la ^M^ Nueua España) halló el gouernador don Francisco Tallo, aprestándose en el puerto de Cabite; quando entro á gouer nar, año de nouenta y seis; y asi mismo, estaua aprestado el ga león san Filipe, conlas haziendas de las Filipinas, para hazer viaje con ellas á la Nueua España : Y luego que el gouernador don Fran cisco Tello entro en su gouierno, arabas naos se despacharon, y se hizieron á la vela; y aunque san Geronymo saUo postrera, hizo su viaje y llegó á la Nueua España, en fin del dicho año nouenta y seis. La nao san Filipe, que era nauio grande, y muy cargado de merca derías y passajeros, de que yua por cabo, y general, don Mathia de Landecho, tuuo muchos temporales en el viaje; de manera, que con vno dellos, le fue necesario alijar mucha ropa, y perdió el timón en altura de treinta y siete grados, a seiscientas leguas de las Filipinas y ciento y cinquenta del Xapon; y viéndose sin remedio de prose guir el viaje, se trató de arribar á las Filipinas, y comentaron esta nauegacion, mudando la derrota que lleuauan: en que de nueuo se les ofrecieron mayores dificultades y trabajos, Vieronse muchas ve zes perdidos, por que las mares eran muy grandes, y como la nao no lleuaua timón, sacudía la jarcia y pocas velas que lieuaua; tanto, que todo se hazia pedagos, y no podían ponerla a camino, y toraa ua por auante tantas vezes, que estuuo a mucho peligro de gogobrar, perdida la esperanza de boluer á las Filipinas. Hallaua que la tierra mas cerca era el Xapon, pero que no lo estaua tanto, que la nao pudiese llegar alia, ni acometer su costa, que es muy braua, y de llos no conocida ni vista, ni quando tuuiesen ventura de llegar a ella, sabian como serian recebidos de los Xapones. Aqui era la confu sión, y diuersidad de pareceres de la gente que yua en la nao; vnos, diziendo no se mudase la derrota que lleuauan para Manila, aunque fuese con tanto riesgo, y descomodidad como se vía; y otros que era temeridad hazerlo asi; y que, pues el Xapon estaua mucho mas cerca, fuesen a el, en demanda del puerto de Nangasaqui, de donde ay comercio con las Filipinas; donde hallarían acojida, y recaudo para aderegar la nao, y proseguir de alli su viaje. Este parecer preualeció, que algunos religiosos que yuan en la nao, lo abragaron, y los demás se conformaron con el, por asegurar los Pilotos, licuarían la nao al Xapon con breuedad, y asi mudaron para alia la derrota : y al cabo de seis dias, descubrieron la costa y tierra del Xapon, en vna prouincia llamada Toga. Y aunque de día, hazian fuerga por llegarse á la tierra, á la noche (que amainauan la vela) la corriente los alejau a della. De vn puerto llamado Hurando, salieron á la nao muchas funeas, y apersuaciones del Rey de aquella prouincia, que les asse guro el puerto, y auio y aderego, la metieron dentro; auiendo pri mero sondado y reconocido la entrada; y que auia agua bastante. Los Xapones que eran infieles, y lo hazian con malicia metieron a rremolque, la nao con sus funeas dentro del puerto, y la encami naron, y guiaron a vn bajo, que como no tenia mucha agua, tocó y encalló en el, con que fue fuerga descargarla, y sacar todo lo que traía en tierra, junto a la poblazon, en un sitio estacado que para ello se les dio. Hizleron por entonces, á los Españoles buena acojida, mas en quanto a aderegar el nauio, y boluer a salir con el, se les dio a entender, no se podia hazer sin licencia y permisso de Tai cosama, señor de Xapon, que estaua en su corte del Miaco, cien le guas de el puerto. El general don Matia de Landecho, y los de su compañía, por no perder tiempo, se resoluieron de embiar á la cor te sus embajadores (con vn buen presente de cosas de valor de la nao) a Taicosama; pidiéndole, mandase dar despacho. Embiaron con este recaudo a Christoual de Mercado, y otros tres Españoles; y a fr. Juán Pobre, de la orden de san Francisco; y a fr. Juán Ta mayo, de la de san Agustín; que yuan embarcados en la nao, que tratasen del negocio con Taico, y se valiesen de los padres de san Francisco, que auia en el Miaco; que antes auian ido de las Filipinas por embajadores, para asentar las cosas del Xapon con Manila, y se estauan en la corte, con casa y ospital de asiento, y (con disimulación de Taico) haziendo algunos Cristianos, aunque con mucha con tradicion, de los religiosos de la compañía de JESVS, que ay en el dicho reyno; por dezir, no podian otros religiosos, entender ni ocuparse en la conuersion del Xapon, por breves Apostólicos y cédulas reales (79).<br />
El rey de Hurando (aunque en las apariencias, hazia buen rostro y acogida a los Españoles que tenia en su puerto) viuia con cuydado de que las mercaderías y ellos estuuiesen a recaudo ; y luego, dio auiso á la corte, como alli se auia perdido aquella nao de forasteros; a quienes Uamauan Nambajies, y que traían grandes riquezas; a que, auiendose acudiciado Taicosama para apoderarse déllas, embio a Ximonojo (vno de sus priuados y de su consejo a Hurando) que llegado, tomó toda la hazienda, y encerró los Españoles en prisión, en vn estacado con guardia: haziendoles dar todo quanto tenían, y auían escondido, con pena de la vida. Hecho esto, con mucho rigor, boluio a la corte, dando lugar a que el general y otros de su compañía fuesen al Miaco. Los embajadores, que primero fueron despachados con el presente (aunque se recibió) no pudieron ver a Taico, ni negociar cosa de prouecho, no embargante que el Padre fr. Pedro Baptista, prelado de los religiosos de san Francisco que alli estauan, puso muchos medios, para que se remediase, el agrauio que á los Españoles se hazia, que siruio de mayor daño; por que viendo los priuados, tan acudiciado a Taico, á las ri quezas de la nao, y ageno de oyr cosa a proposito de que las resti tuyese, no solo no se lo pedian, antes para meter la cosa mas abarato, y aprouechandose del tiempo y ocasión, por ser infieles, y aborrecer á los religiosos, que hazian Cristianos en la corte, los reboluieron con Taicosama; diziendole, que ellos, y los de la nao, todos eran de vn señor, y conquistadores de reynos ágenos; y que lo hazian, metiendo primero en ellos sus religiosos; y entrando después tras ellos con las armas, y que eso pretendían hazer en el Xapon. Ayu dauanse para esto, de que estando en Hurando, el priuado que fue a tomar la hazienda de la nao, le auia mostrado Francisco de Lan da, piloto della, la carta de Marear, y en ella todo lo descubierto, y a España y los demás reynos, que su Magestad posseía; y entre ellos el Piru, y la Nueua España; Y diziendole el priuado que como auia ganado aquellos reynos tan lexos; respondió el piloto, que auian entrado primero religiosos, predicando su ley, y la gente de guerra tras ellos, que los sugetaron; y es verdad, quel dicho piloto, dijo imprudentemente las dichas razones, que notó bien y encomendó á la memoria Ximonojo, para dezirlas a Taicosama en buena ocasión; como lo hizo en ésta (8o).<br />
. De todo esto junto, y de la ynstancia que los religiosos hazian con Taico para que se diesen las mercaderías á los Españoles, re sultó acabarse de enfadar, y (como bárbaro y tirano y tan cudicio so) mando que los crucificasen a todos, y los demás religiosos que predicauan en sus reynos la ley de Namban. Fueron luego presos cinco religiosos que estauan en la casa de Miaco, y otro de los de la nao san Felipe, que se auia entrado con ellos; y todos sus predi cadores y dojicos Xapones; y entendióse, que esta persecusion se estendiera á los demás religiosos, y otros Cristianos que auia en el Xapon, con que todos tuuieron grande miedo y confusión; pero después se modero, por que dejándose rogar Taico, se declaro que solo fuesen crucificados, los religiosos que se auian hallado en la casa de Miaco, y los Xapones predicadores y dojicos de su compañía, que estauan presos; y que, todos los demás, y los Españoles de la nao, se dejasen boluer a Manila. Encargóse, la ejecución, a Fonzan brandono, hermano de Taracabadono, gouernador de Nangasaqui; que (de la casa de los religiosos de san Francisco de Miaco) saco a todos, sobre carretas de bueyes a fr. Pedro Baptista, y a fr. Martin de Aguirre, y a fr. Felipe de las Casas, y a fr. Gongalo, y a fr. Fran cisco Blanco, y a fr. Francisco de san Miguel, y a veinte y seis Xapones predicadores y dojicos, con dos niños del seruicio de los re ligiosos; con mucha guardia y les corto las orejas derechas, y los paseo por las calles del Miaco, y por las de las ciudades de Fugimen, Vsaca y Sacai, con mucho dolor y sentimiento, de todos los Cristianos que los vían padecer; lleuando en vna asta pendiente, es crita en vna tabla en letras Chinas, la sentencia y causa de su mar tirio, que es como se sigue. 5» <br />
^ SENTENCIA DEL C0MBACÓ, SEÑOR DE XAPON, CONTRA los religiosos Descalsos y sus dojicos, que hizo martirizar en Nangasagtti. <br />
OR quanto, estos hombres vinieron de los Luzones, de la isla de Manila, con titulo de embajadores, y se dejaron quedar en la ciudad de Miaco, predicando la ley de los Cristianos, que yo prohibí los años pasados rigurosamente, mando que sean justiciados, juntamente con los Xapones, que se hizieron de su ley. Y asi estos veinte y quatro, quedaran cruzificados en la ciudad de Nangasaqui; y por que, yo torno a prohibir de nueuo, de aqui a delante la dicha ley, entiendan todos esto; y mando, que ponga en ejecución. Y si alguno fuere osado, a quebrantar este mandato, sea castigado con toda su familia, fecho a primero de Echo y de la Luna dos (8j).<br />
% <br />
"^^ "^(ESTA manera, fueron lleuados a Nangasaqui estos sane tos; donde, en vna loma que estaua a vista del pueblo y puerto sembrada de trigo, y cerca de vna casa y hospital, llamado san Lázaro, que estos dichos religiosos fundaron en Nangasaqui quando fueron de las Filipinas, antes de subir á la Corte, fueron todos á la hila crucificados: los religiosos en medio, y los demás a su lado, de vna banda y otra, en cruzas altas, con argollas de hierro á las gargantas, y á las manos y pies: y con langas de hierros (largos y agudos) atrauesados por los costados, de abajo para arriba, cruzados; con que dieron las almas a su Criador, por quien morían con mucho esfuergo, a cinco de Febrero dia de santa Águeda, del año de mil .quinientos y nouenta y siete; dejando hecha ea aquella ha(ja; y por ella, en todo aquel reyno, vna grande semente ra, regada con su sangre; de que se espera cojer copioso fruto, de gran conuersion a nuestra santa fé Católica. Antes que los santos fuesen puestos en las cruzes, escriuieron al Doctor Antonio de Mor ga, vna carta a Manila, de mano de fr. Martin de Aguirre, que á la letra es como se sigue.<br />
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> AL DOCTOR MORGA, THENIENTE DEL GOUERNADOR DE Manila, que Dios guarde, iSfc. Manila. <br />
Dios, señor Doctor, a Dios, que nuestro Señor por su mi sericordia, á sido scruido {no mirando a mis pecados) de juntarme en compañía de veinte y quatro sieruos de Dios, que mueren por su amor, de los qiiales, seis somos frailes de Sant Francisco, y los diez y ocho naturales Xapones; y con esperanga, de que otros muchos yran por el mismo. V. m. reciba el vltimo vale, y ios postreros abragos de toda esta compañía; que todos reconosemos, el fauor que ha mostrado d las cosas desta conuersion. Y agora por la despedida, le rogamos (y yo particularmente) que tome por negocio propio, el fauorecer esta Cristiandad; siendo padre, y fauoreciendo todas las cosas que se ofrecieren á la mission de los religiosos a esta conuersion, assi halle v. m. quien le fauorezca,y interceda delante de Dios, al tiempo de la necesidad. A Dios señor, á la señora doña lua na dará v. m. el vltimo vale, nuestro señor guarde (Src. del camino de la horca, y de Enero veinte y ocho, de mil y quinientos y nouenta y siete años. Este Rey, queda 7nuy engolosinado, de lo que a robado en san Fe lipe, y discn, que el año que viene a de yr a Luz'on; y que por estar ocupado con los Cotios, este año, no va; y que para esto, quiere tomar la isla de los Lequios, y la Hermosa (82), para echar la gente de alH en Cagayan, y de alli tomar a Manila, si Dios no le ataja primero los passos. Vs. ms. vean, lo que les importa y conuiene. fr. Martin de la Ascensión. <br />
LOS cuerpos de los martyres, aunque fueron guardados muchos dias de los Xapones, fueron quitados a pedagos (especialmen te los de los religiosos) de las cruzes, por reliquias de los Cristianos que alli auia: que (con mucha veneración) se repartieron, y están por toda la Cristiandad, sin dejar las argollas y palos de las cruzes. Otros dos religiosos de la misma compañía, que estauan fuera de la casa al tiempo de la prisión, no padecieron este nnartyrio; el vno, llamado fr. Geronymo de JESVS, se escondió y metió la tierra dentro, por no salir della; el otro, lo recogieron los padres de la compañía, y lo embiaron por la via de Macan, que se llamaua fr. Agustín Rodríguez. El general don Mathia, y los Españoles de la nao salieron de Xapon desnudos y desauiados, se embarcaron en Nangasaqui, y fueron a Manila, en diferentes nauios de los que hazen aquella nauegacion, a cuenta de Portugueses y Xapones; de los quales, se tuuo la primera nueua deste suceso, por el mes de mayo, del año de nouenta y siete; que fue de mucho dolor y tristeza, por la muerte de los santos religiosos, y turbación que se esperaua en lo de adelante, en las cosas del Xapon con las Filipinas; por la perdida del galeón, y liaziendas que en el yuan á la Nueua España; cuyo valor, era de mas de vn millón, con que los Españoles quedauan muy necesitados. Tratándose, de lo que en el caso conuenia hazer, pareció vltimamente, que para no dejar esta causa de la mano, se embiase al Xapon vna persona de recaudo, con cartas del gouernador, a Taicosama; representándole, el sentimiento que tenia por lo hecho, en tomarles su nauio y mercaderías a los Españoles, y muerto a los religiosos, pidiéndole, lo emendase como fuese posible, boluiendo y restituyendo las haziendas a los Españoles, y el artillería jarcia y despojo, que de la nao auia quedado, y los cuerpos de los religiosos que auia crucificado, proueyendo para adelante las cosas, de manera, que no fuesen los Españoles así tratados en su reyno. <br />
Con este recaudo, despacho el gouernador al Xapon, al capitán don Luis Nauarrete Fajardo, con vn presente de algunas preseas, de oro y plata, espadas y ropas de valor para Taicosama; y vn Elefante, bien enjaezado, y enmantado de seda, con sus naires de la mesma librea, que era cosa no vista en Xapon; para que conforme a la vsanga de aquel reyno, hiziese presente a Taico quando diese la embajada, por que de otra manera no. se acostumbra darla, ni se recibe. Llegado a Nangasaqui, don Luys de Nauarrete, Taicosama embio desde la corte, con mucho gusto, por el embajador y presente que se le embiaua de Luzon, que lo deseaua ver; especialmente el elefante, de que holgó mucho. Oyó la embajada, y respondió a ella, con mucha ostentación y aparato, escusandose de la muerte de los religiosos; a quienes puso culpa, de que auiendoles prohibido, no hiziesen Cristianos, ni enseñasen su ley, lo auian quebrantado, en su misma corte; haziendo poco caso de su mandato. Y que asi mismo, auer tomado la ñaue, y mercaderías della, que entro en el puerto de Hurando, de la prouincia de Toca, auia sido cosa justincada, según leyes de Xapon, por que todas las ñaues que se pier den en su costa, son del rey; con las mercaderías. Pero, que le pe saua de lo hecho en todo ; y que, diera las mercaderías, si no las vuiera repartido; y que lo de los religiosos, ya no se podía reme diar; antes pedia al gouernador de Manila, no le embiase al Xapon tales personas, por que de nueuo auia hecho leyes, prohibiendo ha zer; christianos, con pena de muerte; y que le entregasen lo que -vuiese quedado de los cuerpos de los religiosos; y que, lo que era paz y amistad con los Luzones y Españoles, holgaría dello, y lo pro curaría de su parte; y mandarla, que si otro nauio de Manila, llegase a su reyno, fuese bien recebido y tratado. Con esta respuesta, y •con carta para el gouernador, en la misma sustancia, despachó y despidió Taicosama, a don Luys Nauarrete dándole que Ueuase al gouernador, vn presente de langas y cuerpos de armas, y catanas de .mucha curiosidad, y de estima, entre los Xapones ; con que se sa lió del Miaco y se vino a Nangasaqui; de donde, auisó a el gouerna dor don Francisco, en el primero nauio que salió para Manila, lo que lleuaua negociado, que por morir alli de enfermedad, se trujo des pués por otra mano a Manila. Taicosama, quedo contento con la res puesta que dio al embajador, sin auer hecho en efeto, nada de lo •que pedia; porque aquello, eran mas apariencias y cumplimientos, que animo de amistad con los Españoles; y arrogantemente, se pre ciaua y publicaua, y lo dezian sus priuados de la misma manera, que aquel presente y recaudo, se lo auian embiado los Españoles, por miedo que le tenian, y por reconocimiento de tributo y señorío, por •que no los destruyese como otras vezes los auia amenazado, los •años pasados, gouernando Gómez Pérez Dasmariñas; a que también, le auian entonces respondido, y embiado presente, con el padre fr. Juán Cobo, de la orden de sancto Domingo, y capitán Llanos. Faranda Quiemon, Xapon, procuraua la guerra contra Manila, y los priuados que le ayudauan, no se descuidaron de pedir a Talco, •no perdiese la ocasión que auia de ganarla, que seria fácil, por auer pocos Españoles en ella, y que embiase armada con breuedad, que •el yria con ella, y le aseguraua el suceso, como hombre que conojcia la tierra, y las fuergas della. Tanta instancia hizieron, que Taico le dio la empresa, y algunos socorros, y otras ayudas para ella; y co 'mengo a aparejarse, y juntar nauios Chinas, para salir a la jornada (que nunca lo pudo efetuar) por que como hombre que de suyo era bajo y.pobre, no tuuo traga ni caudal suficiente para ello, ni sus va ledores se lo quisieron dar; y con esto, se fue alargando su apresto, •de manera que se deshizo, con la muerte de Taico y con la suya, como después se dirá. En Manila, Uegauan cada dialas nueuas, que en Xapon se hazia armada, y que Faranda, era el agente de todo, de que se viuia con el cuidado que era justo, por ser el enemigo soberuio y poderoso; y aunque, auia en la ciudad todo animo, y esfuergo para resistirle; con todo eso, el gouernador y la ciudad, nunca se quisieron mostrar (en publico) por entendidos, de que sabian que Taico vuiese de hazer mudança, por no romper la guerra, y dar motiuo, para apresurarla por esta parte; esperando el remedio con el tiempo, y disponiendo las cosas de la ciudad, para lo que podia suceder, y embiando al Xapon, todos los Xapones, que en Manila auia poblados (que no eran pocos) y los que venian en los nauios de trato, depositándoles las armas que traían, hasta que se boluiesen; y procurando, se detuuiesen lo menos que fuese posible en la tierra, haziendoles, en lo demás, toda buena acojida. Y por que, se entendió que Taico, platicaua tomar la isla hermosa, que está en la costa de China, muy cerca de Luzon, en el camino'de Xapon (isla grande de bastimentos) para hazer en ella escala con sus armadas, y hazer con mas comodidad la guerra a Manila. El gouernador despachó dos nauios de armada, a cargo de don Juán de gamudio, para que reconociese esta isla, y todos sus puertos, y la disposición que tenia, para apoderarse della primero ; o a lo menos, quando no vuiese aparejo ni tiempo para esto, se diese auiso en China, á los Virreyes de las prouincias de Cantón y Chincheo, para que como enemigos antiguos del Xapon, le impidiesen la entrada en ella, que tan mal estaua a todos; y con estas diligencias y preuenciones, se fue entre teniendo este negocio algunos días: aunque en lo desta jornada a isla Hermosa, no se hizo otro efeto; mas, que auer anisado á la gran China, del disinio del Xapon. Después de algunos dias, que fr. Alonso Ximenez estuuo preso en la Cochinchina, donde le dejó el capitán y sargento mayor Juán Xuares Gallinato, le dio lugar el rey de Tunquin, y el de Sinua, que se fuese a Manila, y tuuo pasaje por Macan, con nauios de Portugue ses. No solo, no vino cansado de las nauegaciones, trabajos y pri sión que auia tenido; pero antes con nueuo brio y aliento, trató que se boluiese a encaminar la jornada de Camboja; aunque auia poca noticia, del buen estado de las cosas de aquel reyno, y restitución en el de Prauncar, y en compañía de otros religiosos de su orden, como quien tanta mano tenia con don Luys Dasmariñas (que ya es taua en Manila fuera del gouierno) le persuadió, y inclinó, a que tra tase deboluer a hazer en persona esta jornada, á costa de su hazien da, de que se siguirian buenos efetos, en seruicio de Dios y de su Magestad. Don Luys lo trató al gouernador don Francisco Tello, y se ofreció a todo el gasto; cuya conclusión se fue dilatando, hasta tener alguna nueua de Camboja, y solo se tenia noticia, que Blas Ruyz y Diego Belloso, fueron desde la Cochinchina á los Laos, auiendo dexado alli, al capitán Gallinato con sus nauios. Con la salida de don Juán Ronquillo, del rio de Mindanao con el campo, se desanimaron tanto los Tampacanes, y creció á los Buha hayanes el aliento, que sin embargo de la amistad hecha, y obedien cia que auian dado, se fueron declarando por enemigos, y se boluio a reboluer la cosa de manera, que no solo no se deshizieron sus fuer tes, como auian prometido, pero aun los fueron reparando, y hazien do otros excesos, con los Tampacanes sus vezinos, y rompieran del todo la guerra; sino temieran, que los Espaiioles auian de boluer mas de proposito, y con mas numero de ge^nts:, que con este inten to, auian dejado el presidio en la Caldera; y asi se dejaron yr, ni bien declarados por reuelados, ni hazíendo obras de amigo, á los 'Tampacanes y demás aliados, con los Españoles, Cerca de la isla de Mindanao, ay vna isla llamada loló, no muy grande, pero bien poblada de naturales, todos Mahometanos, que terna tres mil hombres, con su señor y rey particular; que quando el gouernador Francisco de Sande, venia de la jornada de Borneo, embio a ella, a el capitán Esteuan Rodrigues de Figueroa, que la entró, y trujo los naturales, á la obediencia de su Magestad, como atrás se apuntó, estos fueron encomendados, en el capitán Pedro de Osseguera, y en su vida y después del muerto, don Pedro de Os seguera su hijo y sucesor. Fue pidiendo y cobrando algunos años por tributo, lo que le querían dar, que era poca cosa; sin apretar mas, por no turbarlo todo; y quando don Juán Ronquillo, estaua con el campo en Mindanao; los lolóes, viendo las cosas de los Españoles, con pujanga, mostraron intención, de que querían gozar de la paz, y que pagarían sus tributos, pero viendo la salida de los Españoles, se boluieron a entibiar; y auiendo embiado el capitán Juán Pacho (que en ausencia de don Juán Ronquillo,) quedó por cabo en el pri sidio de la Caldera) algunos soldados a rescatar cera, los maltrata ron los lolóes, y mataron dos dellos, queriendo castigar loan Pacho, este exceso dejos lolóes, fue alia en persona, con algunas embarca ciones, y treinta soldados, saltando en tierra, bajaron de la pobla.zon del Rey (que esta en vn cerro alto muy fortificado) mucho nu mero de loloes. Acometieron á los Españoles, y por ser mucha gen te, y no auerse podido los españoles aprouechar de su arcabuzeria, por ser en coyuntura de vn rezio aguacero, fueron desbaratados. con muerte del capitán Juán Pacho, y de otros veinte de sus compañeros, los demás heridos, y a espaldas bueltas, se fueron a embarcar a sus nauios, y boluieron á la Caldera. Este suceso, se sintió mucho en Manila, particularmente por la reputación que en ello se auia perdido, asi con los mismos loloes, como con los Mindanaos sus vezinos; y aunque, para emendar esta desgracia, se tuuo por necesario, embiar a hazer castigo en los loloes: como esto auia de ser con. pujanga, y entonces no auia tanto aparejo, se fue entreteniendo, para mejor ocasión; y solo, se embio luego por cabega, del presidio de la Caldera, al capitán Villagra, con algunos soldados: que llegados, lo que se hizo, fue, entretenerse hasta que los bastimentos se les fueron consumiendo, y padecía el presidio, y con aquel poco fauor, que los Tampacanes sentían, sabiendo que auia Españoles en la isla, se sustentauan y entretenían, esperando la venida de mas Españoles, como don Juán les auia dicho y prometido, y el castigo y venganga de los de lolo. Estando las cosas de las Filipinas, en este estado; por mayo de mil y quinientos y nouenta y ocho, llegaron naos de la Nueua España a Manila; en las quales, vinieron despachos, para boluer a fundar el audiencia Real, que se auia quitado los años atrás, de las Filipinas: de que fue nombrado, y proueido por presidente, don Francisco Tello, que gouernaua la tierra; y por Oydores, el Doctor Antonio de MORGA, y los licenciados, Christoual Talles Almagan, y Aluaro Rodríguez Zambrano, y por Fiscal, el licenciado Geronymo de Salazar, con los demás ministros de la audiencia. En las mismas naos, vino el Arçobispo fr. Ignacio de Sanctivañes, que gozó poco tiempo de su Argobispado, por que, por el mes de Agosto deste mismo año, murió de vna disenteria (83); y asi mismo, vino el Obispo de Sebu, fr. Pedro de Agurto. En ocho dias de Mayo, deste año de quinientos y nouenta y ocho, se recibió el sello Real de la audiencia; trayendolo, del monasterio de san Agustín á la yglesia mayor, sobre vn cauallo, enjaezado de tela de oro, carmesí, debajo de vn Palio de la misma tela; cuyas varas lleuauan los regidores de la ciudad, con sus ropones de terciopelo carmesí, aforrados de tela de plata blanca, y caigas y jubones de la misma tela, el cauallo (sobre que yua el sello en vna caxa de tela de oro, con vna cubierta de brocado) lo lleuaua el que hazia oficio de alguazil mayor, de diestro; vestido de tela de oro, en cuerpo; y el Presidente y Oydores alrededor del cauallo, todos a pie, y descubiertas las cabegas, delante yua mucho acompañamiento de toda la ciudad, con costosos vestidos y galas; y detras, todo el campo y gente de guerra, con s.us cajas y vanderas, las armas en las manos, y los capitanes y ofi ciales en sus lugares, y el maese de campo delante, con su bastón. Las calles y ventanas, ricamente adornadas, de muchas colgaduras y aderemos, y muchos arcos triumfales, con música de ministriles, trompetas y otros ynstrumentos. Llegado el sello, a la puerta de la yglesia mayor de Manila, lo salió a recebir el Arçobispo, de ponti fical; con la cruz y cabildo, y clerezia de la yglesia: y auiendolo abajad o del cauallo, la caja en que iua, debajo del palio lo metió en las manos el presidente, y con el los oidores, dentro de la yglesia, en^ tonando la capilla de cantores, Te Deimi laudamits. Llegaron a el altar mayor, sobre cuyas gradas, auia vn sitial de brocado, donde se asento la caja con el sello, y todos de rodillas, el Arçobispo, cantó algunas oraciones al Espíritu sancto, y por la salud, y buen'gouier po del rey nuestro señor, y boluiendo a tomar el presidente la caja con el sello, con la misma orden y música, que auia entrado en la yglesia fiíe sacado della, y buelto a poner sobre el cauallo, y que dándose á la puerta el Arçobispo y clerezia, prosiguió el acompaña miento, hasta las casas reales; que en vn aposento bien aderegado, debajo de vn dosel de terciopelo carmes!, con las armas reales bor dadas, sobre vna mesa cubierta de brocado, con sus almohadas de lo mismo, se asento y dejo la dicha caja con el sello real dentro; cu^ bierta por cima; con vn paño de tela de oro carmesí. Alli se leyó en,publico, la cédula de la fundación, y el titulo del presidente, y el de los oydores y fiscal, y fueron obedecidos, y se tomo dellos el jurament o acostumbrado. El presidente, salió á la sala de la audiencia, dónde estañan los estrados bien aderegados, con dosel de las armas reales; donde se asentaron, el presidente y oydores y fiscal, y recibieron los ministros y oíficiales de la audiencia, y se leyeron las ordenangas della, presente la ciudad, y el pueblo que cupo en la sala. Con esto se hizo fin aquel dia, á la fundación de la audiencia; y de aíli' a delante, se prosiguió en los negocios della, quedando a su cargo y despacho, todos los pleitos y causas ciuiles y criminales de su districto; que es, todas las islas Filipinas, y tierra firme de la China descubierto, y por descubrir; y a cargo del presidente, como gouernador, los negocios tocantes al gouierno, según las leyes rea les, ordenangas y cédulas particulares, que se despacharon y truje roá con la audiencia. )* •: Asentada la Chancilleria de las Filipinas, en la ciudad de Í\íani la, llegó el auiso a pocos dias, de lo sucedido en el reyno de Cam boja, después de la venida de Prauncar, hijo y sucesor de Prauncar Lángara, que murió en los Laos, en compañía de Diego Belloso, y Blas Ruyz de Hernán González, y de sus Vitorias y restitución en su reyno, como atrás se ha referido, por carta del rey Prauncar, para •el gouernador don Francisco Tello, y para el Doctor Antonio de MORGA, firmadas de su mano, y con su sello en tinta colorada; escri tas en castellano, por que mejor se entendiesen, que por ser todas ,en vna sustancia, pareció poner en este lugar, la que al Doctor lAntonio de MORGA escriuio el rey Prauncar que a la letra es como se sigue. <br />
% PRAVNCAR, REY DE CAMBOIA, A ÉL DOCTOR ANTONIO de MORGA, sakid, mando esta carta, con mucho amor y contento. <br />
O Brauncar, Rey de Camboja, tierra abundante, yo solo señor della grande, tengo grande amor al Doctor Antonio de Y MORGA, sin poderlo apartar de mi pensamiento, porque é .sabido, del capitán Ckofadon Blas Castilla, que con su buen cora ron fue parte, y á ayudado al gouernador de Luzon, a que embiase .« esta tierra al capitán Chofa don Blas Castilla, y al capitán Chofa, don Diego Portugal, y soldados en busca del rey Prauncar mi pa dre, no lo hallaron, y los dos Chafas y soldados, mataron a Anaca paran, que estauapor grande solo. Y luego, fueron para Cochinchi na, con los nauios, y los dos Chofas, fueron á los Laos, en busca del rey desta tierra, y me trajeron a mi reyno, donde agora estoy por -ellos; y los dos Chof as, y otros Españoles que an venido, me an ayu dado d apüziguar lo que agora tengo, todo esto entiendo que me ha -venido por tener el Doctor amor a esta tierra, y por ello, yo acudiré á Jo que el Doctor Antonio de MORGA me quiera siempre, como a mi padre Prauncar, y ayude agora, para, que vengan padres, que estén 'con los dos: Chof as, y con los demás Españoles, y Cristianos que están -en mi teynO, que yo les hareyglesias,y les daré licencia, para que pue dan haser Cristianos, todos los Cambojas que lo quisieren ser, y ¿les •'daré gente ^'^^ l^^sirua, y los criare, como primero lo hazla el rey Prauncar mi padre. Y a el Doctor Antonio de MORGA, acudiré' én •todo lo que desta tierra le seruire. A los dos Chof as, les he dado las •tierras que les tenia prometidas; al capitán don Blas Castilla, la prouincia de Tran;y al capitán Chofa don Diego Portugal, la pro •uiñcia de Bapano; las quales, se las doy y hago merced dellas, por los 'seruicios que me an hecho; y por pago, de las haziendas, que an gas tado en mi seruicio, para que las posean, y gozen, y hagan de lias a su voluntad, como cosa suya, : .estando en mi seruicio. L As Ruis de Hernán Geniales, escribió al Doctor MORGA, jun B tamente con la carta del rey, otra larga, en que da quenta, de todos los sucesos de sus jornadas, que es la que se sigue. )* <br />
% AL DOCTOR ANTONIO DE MORO A, LUGARTENIENTE DE gouernador de las islas [filipinas de Luzon, en la ciudad de Manila, que nuestro Señor guarde. <br />
'^ DE CAMBO I A. % <br />
O sucedido, en este reyno de Camboja, desde que yo entre en el, hasta que el capitán saco la armada, terna ya v. m. noticia L dello, aunque de muchas maneras, según cada vno le conveuia dezir, para dorar sus negocios; y otros, según su afición y parecer, y otros según su pasión. Todavía, por ser ya de mttchas personas visto, y sabido claro, me dispongo a dar v. m. dello la mejor relación que pudiere, como a persona, en quien todas ellas se an de fundir, y poner a cada cosa los quilates que tuuiere,y en quien, ¿os mereciei-e; junta mente con todo lo demás, que al capitán Diego Belloso, y a mi nos sucedió en el viaje de los Laos, y las mudanças guerras, que en este reyno á auido, desde que en el entramos, hasta el estado en que aora las cosas del quedan: y por auer andado en todas Españoles, darán á V. m. algún gusto. El 7nodo y recogimiento con que yo viui en este reyno, luego, que de ese llegue, sustentando los soldados, y demás gen te, que en mi nauio traje a mi costa, teniendo los sujetos y en onrra, sin consentir que se derramasen, no teniendo papeles, por que, los que el gouernador me auia de dar, lleuaua Gallinato: Y lo mas que suce dió con los Chinos, por que, y como, no trato; por que, a algunos dellos, se hallaron presentes, el padre fr. Alonso Ximenez, y el padre fr. Diego, y otros oyeron, que de todo avran dado a v. m. relación, juntamente con la guerra del tiraiio, y del desamparo que Gallinato hizo deste reyno, estando ya Jucho el negocio; que si se siguiera, estu uiera oy la mitad por de su Magestad, con justa razón; y todo el go uemado por Españoles, y en poder dellos, y pudiera ser, que ei rey Cristiano, y la mayor parte de su gente. En lo de los Chinos, que es de lo quemas se d de tratar,solo digo a v. m. considere, en reyno que ve nimos a ayudar, y que, los Chinos no tenian en el mas que nosotros; y que, auiamos de procurar ganar reputación, y no perderla, pues ve níamos en jorma de guerra, y era la primera ves que annada de Españoles entraua en tierra firme, si era bien, sufrir de gente tan infame como ellos son, oprobios y vltrajes, y menosprecios y afrentas públicas., delante de todas estas gentilidades} y mas andar, arguyen dotios con el rey tirano, para que nos matase; diziendole de nos muchas infamias y maldades, para atraerle á lo que le pedían; y sobre todo, desvergongarse a jnatar Españoles, y desamarlos, y salir á alangear los á las calles; todo lo qual, sufri con mucha paciencia, por no albo rotar la tierra, rompiendo con ellos: /¡asta que vn dia, quisieron de Jiecho matar algunos en su Parían: teniéndolos ya heridos y puestos en afrenta, por ser el numero muy desigual; y saliendo á este ruydo, se pusieron en campo, con muchos instrumentos de guerra, llamando nos á pelea, con vituperios y menosprecios. Llegados a estos términos, en que reputación quedáramos, retirándonos} auicndo ellos llenado lo mejor, pues después de acometer, y muerto muchos dcllos, que seguri dad teníamos en reyno tiranizado, y que no se mostraua nada amigo, y en vn nauio solo, y que al presente estaña varado, con la artilleria, y el hato en tierra; y ellos, con seis nauios,y muclias embarcaciones de remo, que pelean con vno y dos versos, y mucha gente, asi de los na uios, como de la que reside en la puente? Pareciera bien, después de rompida la guerra, dejarlos a ellos con todas sus juergas, estando nosotros sin ellas!' Si ellos nos quitaran la vida, que reputación que dará de Españoles en estos rey nos? Por lo qual, tuue por mejor hazer nos señores dellos, que no estar a merced suya, ni á la del rey; y asi por asegurar nuestras vidas, nos fue fuerga tomarles sus nauios, y hacernos fuertes en ellos, pues ellos leuantaron la guerra. Hecho esto, pareció al P. fr. Alonso Xíntenez, y a nosotros, que pareciendo ante el Rey, y dándole la embajada y algunos presentes y disculpándonos del caso, que vendría a bien, y que estando con el en paz, y nuestras personas en saluo, en fortaleza, o debajo de palabra y seguro suyo, que les daria^nos sus nauios y haziendas; y esto, se firmó, y escriuió. Para yr á hazer esto, se hizo vna carta, en nombre del gouernador desa ciudad, y ftiymos á darla nueue leguas de allí donde el Rey esta tuí, dejando los nauios á recaudo. Como el nos tuuo alia, nos quitó las embarcaciones en que auiamos ydo, y no quiso recibir la carta, que yua en nombre de embajada, ni oyr palabra nuestra, sino dauamos primero los nauios. Y hiego, comengó á apercibir armas, y llamar mucha gente, con intento, de que sino datiamos los nauios, matarnos, oponernos {por fuerga) en términos, de que los dieramos, y después de dados, acabarnos a todos, sin trabajo ni riesgo de los suyos; por que se fiara en nada de nosotros, por queyuamos á ayudar, y a buscar a quien el auia desposeído. Todo esto, nos contauan algunos Cris tianos que auia entre ellos; y principalmente vn muchacho mestizo, que auia venido de Malaca, que es tana entre ellos, y sabia la lengua. Pues, considerando nosotros, que ya estauainos diuididos,y que si da uainos los nauios, que era fácil con ellos tomarnos los nuestros, y 7na tar, los que en ellos auian quedado, y después d los que alli estauanios; y que, si esperauamos á que juntase gente, y nos acometiese, que nos podia matar muy fácil, determinamos buscar el remedio, antes, aco metiendo y no esperando á ser acometidos, y procurar de juntarnos y asegurar nuestras vidas, o acabarlas peleando; y asi acometimos, y fue nuestra suerte tan buena, que lo matamos en la batalla, y nos re tiramos á los nauios, con infinito trabajo, sin perder ningún Español; y sin consentir, que su casa se saquease, por que no se dijese, que por robarle lo auiamos hecho. En este tiempo, llegó el capitají y sar gento mayor nuestro cabo, aniquilando y afeando lo hecho, y burlando, de lo que nosotros y algunos Cambojas dezian, que auiamos muerto al tirano. Solo hizo, recoger toda la plata y oro, que en estas cosas algu nos soldados auian tomado, y todo lo bueno de los nauios, y luego darles fuego, y hazer papeles contra nosotros, desposeyéndonos de nuestros nauios y cargos, formando sospechas y desconfianzas, y or denando de salirse del reyno, no dando oydos á muchos Cambojas, que venian a hablarnos, quando yvamos a tierra, que nos dezian, que hiziesemos fortaleza, por que ellos primero tenian rey ligitimo,y el que dora auia, lo auia hecho huyr á los Laos, y asi no tenian rey; y que donde mas sombra hallasen, que alli se arrimarían; que siguiésemos la gueiTa, ni a nosotros admitirnos ningún parecer que dauamos; diziendole, que el tirano tenia preso vn pariente del rey derecho, hom bre de mucha suerte, que fuésemos á sacarlo, que el leuantaria gente y enfauor del rey ligitimo; y que, con su jauor vendríamos a poseer el reyno, y luego lo iríamos a buscar. A todo se cerró, y asi desamparó el reyno, y se perdió esta grande ocasión; solo alcanzamos del, salidos d la mar, con muchos ruegos, que fuésemos a Cochinchina, a hazer requerimientos sobre la galera; pues, de Manila se auia querido etnbiar a hazer; y ofreciéndome yo, de yr á los Laos, por tierra a mi costa, que sabia que se andaua aquel camino, en busca del rey de Camboja; y asi fuimos, donde luego que llegamos, nos despachó á los Laos, a el capi tán Diego Belloso, y a mi, y al capitán Gregorio de Vareas a Tun quin; entre tanto, hizo el almoneda délo bueno que en los nauios auia, y de lo demás que auia tomado á los soldados (entre ellos) que estauan todos sin vn real, mandándolo todo sacar para si, por lo que a el l^ parecía. El Rey de Sínoa, prouincia de Cochinchina, nos auiópara el camino de Lao, con muy buen despacho, dándonos etnbajada para. a}la, y gente que nos acompañase en el camino: y asi fuimos por todo el, con buen auiainieiito, siendo siempre muy respetados y tenidos, y tnuy mirados, como á cosa jamas vista cu aquellos reynos. Tuvimos en el camino todos enfermedad; pero á todo, ayudó el amor que las gentes nos mostmuan; y la buena acojida que en todos hallauamos; y asi, llegamos a Lanchan, cabcga del rey na, y donde el rey reside. Es rey no de mucha tierra, pero poco poblado, por que a sido del Pegu des truydo muchas vezcs. Tiene en si, tuinas de oro, plata, cobre, hierro, latón, estaño. Tiene seda, menjui, lacre, brasil, cera, marfil, auadas, muchos elefantes, y canallas, mayores que los de China. Confina, por la vanda de Leste, con Cochinchina, y por el Nordeste y Norte, con China y con Tartaria; de donde le vienen carneros, y burros, que auia quando yo ftii. Tiene grande saca de sus mercaderias por ellos, por el Oeste y Stidueste, tiene a Pegu y Sian; y por el Sur y Sueste, tiene a Cambojay a Champan. Es tierra rica, y vale todo caro, lo que se lleua de friera. Antes que llegáramos d Lanchan, atúa llegado de Camboja, vn primo del rey huydo, que por muerte del tirano, se auia. salido de temor, no le matase el hijo que ya gotiernaua. Este, auia contado lo qtíe en Camboja auiamos hecho; por lo qual, el rey de Lao, nos hizo grande recibimiento, y nos estimó en mucho, loando el hecho, y mostrando espanto de los pocos que lo aiiian hecho. Quando llega mos, era ya muerto el rey viejo de Camboja, y su hijo viayor y hija, auia solo el hijo menor, y su madre, tiay agüela; las qtiales, holgaron estrañamente con el hecho, y nuestra y da: y de alli por delante, se hizo mas caso deltas. Antes que llegáramos á la ciudad, topamos vn em bajador, que Anacaparan rey tirano, auia embiado de Camboja, antes que nosotros entrásemos en ella, a ver lo que alia passaua, en achaque y en voz, de pedir la rey na vieja, madrastra de Prauncar rey muerto, que dezia ser hermana de su padre; y el rey de Lao la embiaua, y por nuestra llegada, y certinidad de su muerte, mandola boluer, y el em bajador se huyó a Camboja, el rio abajo, en embarcación, de temor no le mataran. Luego dimos nuestra embajada, y pedimos el heredero del reyno, para licuarlo á los nauios, y de alli a ponerlo en su tierra; respondióse a esto, que ya no auia mas del solo, y que no lo podían dflr, en especial, para yr por reyno estraño, y camino y mares tan trauajosos. El mancebo queriayr, y sus madres no lo consentían; pero al fin se determinó, que nos boluiesemos á la armada, y la licuásemos a Camboja, y que de alia se les diese auíso, y entonces lo embiarian con muchas gentes. Dieronme las madres, cartas para esa ciudad, con grandes promesas de parte^ del reyno, si los Españoles boluian á Cam boja, a allanarlo, y se lo entregasen. El rey de Lao, dio otra embaja da^en que pedia amistad, y persuadía que boluiese armada á Camboja, no queriendo boluer GaUinato, que el ayudaría, por tierra con mucha gente, y se le entregarían al heredero del; y con esto, nos des pachamos, y partimos para Cochinchina. Entre tanto que estas cosas pasauan, sucedió en Camboja lo sigtiiente. Luego que la armada salió, se publicó la muerte de Anacaparan, y oyda por Chupinaqueo, el pa riente del rey derecho, que estaua preso, se soltó de la prisión, y leuantó vna prouincia, y juntó la gente de ella, y apellidando a Prauncat rey legitimo, vino en busca nuestra, con hasta seis mil hombres, para juntarse con nosotros, y dar guerra á los hijos del ti rano, que ya gouernauan; y como, no nos hallo en el sitio de Chorde muco, donde los nauios auian estado, embió á buscarnos en embarca ciones, hasta la barra; y visto, que no nos hallaua, tomó todos los Chinos, y demás gente que alli auia, y boluiose á la prouincia, de donde auia sacado la gente, y hizose en ella fuerte. En este tiempo, llego la gente que estaua en Champan, que auia y do a tomarlo, y la Cabega del campo, llamado Ocuña de Chu, se hizo déla parte de loi hijos del tirano, y hizo leuantar por rey al vno de líos, al segundo lla mado Chupinanu, por que era mas belicoso. Por lo qual, el mayor llamado Chupinanon, y los de su parte se desgustaron, y asi, jamas vuo paz entre ellos. Luego, salieron con el real, como venia de Cham pan, juntos en busqa de Chupinaqueo, y el salió a ellos con mucha de su gente, y pelearon muchos días, pero, al cabo fue su suerte, que fue vencido y muerto con crueldades; y asi, por entonces quedo por rey Chupinanu, y se deshizo el campo, yéndose cada vno a su tierra. En este tiempo, llegó vn nauio de Malaca, de embajada; en que venían algunos Españoles en nuestra busca, y muchos Xapones; quiso Chu pinanu m,atarlos a todos, pero por ver que veniau de embajada, y de Malaca, los dejaron luego. Por las crueldades que este hazia en su gente, se leuantó vna gran prouincia, llamada Tele, apellidando li bertad: y leuantó nueuo rey, y viíto sobre Chupinnanu, y lo vencieron y desbarataron, tomándole grande stima de elefantes y artilleria, y le saqueo su ciudad. Murieron en esta batalla, la mayor parte de los Españoles y Xapones, que de Malaca auian venido. Chupinnanu, se retiró con todos sus hermanos, que eran seis, a otra prouincia,, siguiéndole siempre Ocuña de Chu; y alli, se pusieron a consejo y a juntar gente, llamaron a dos Malayos, cabegas de todos los demás, en qmen el confiaua mucho, y por la muerte de Chipinnaqueo, quando se deshizo el real, se auian y do á las tierras de donde eran justicias. Y porque, se entienda lo de adelante, diré quien son. Quando, la des-. truycion deste reyno por el Sian, estos se fueron a Champan, y lleua ron consigo, muchos Malayos suyos, y otros muchos Cambujas; y porque, el Champan no les hazla, tantas onrras como ellos querían, se ¡euantaron con su ciudad, estando el fuera; y se hizieron en ella fuertes, y luego la saquearon, y se boluieron a este rey no, trayendo toda la artillería, y muchas gentes presas y cautiuos. Quando aqui llegaron, gouernaua el tirano Anacaparan, y loándose los hechos, los Unos á los otros, los recibió en amistad, y ellos le dieron toda la arti llería que auían traydo, y otras cosas: y el, les dio tierras de que se sustentasen, y los hizo grandes Mandarines. Estos, le hizieron fácil, el tomar a Champan, y se ofrecieron, de prender al rey, y como es tan enemigo de Cambojas, de muy atrás; hizo luego gente, y embió por cabega, a OcMña de Chu: y quando, nosotros matamos a Anacaparan, estos estauan en Champan; y por su muerte, vinieron como digo. Pa recidos estos, delante del nueua rey Chupinannu, con todos sus Mala yos, hiego se determinó, yr sobre los Teles leuantados. En este tiempo, llegó de Lao, el embajador que auia huydo, quando nosotros llegamos á Lanchan, y dijo, como nosotros quedauamos alia, y que yuamos a pedir, al heredero legitimo de Camboja, para licuarlo á los nauios, y en ellos traerla a su rey no; y que ayudaua a esto, el rey deCochinchi na, que con esta voz entramos nosotros en el Lao, y que, el rey de Lao, lo quería embíar con mucha gente por el río y tietra, y nosotros y los Cochinchínas por la mar, y en Camboja juntarnos, y hazernos gue rra: y a quien no quisiere obedecer, grandes castigos; pues como, el nueuo ?'ey y los suyos, oyeron estas nueuas, atemorizáronse, y asi, solo hazia mirar por si. Pasados algunos días, vino nueua de la barra, de que auían entrado quatro nauios de Españoles, con muchas gale ras de Cochínchina; esta mieua, o, fue visión qtie algunos vieron, o echadiza, que hasta oy emos sabido claridad dello. Al fin, oyendo esta nueua, confirmaron por verdad, todo lo que el embajador huydo auia dicho; y considerando los Mandarínes de Camboja, la guerra que tenían con los Teles, y la que de nuevo se les ofrecía con Españoles, Cochinchínas y Laos, determinaron, de desposeer al nueuo rey, y obe decer al que de Lao venia. Y para esto, dieron parte á los dos Malayos, y juntos, dieron en el rey, y en sus hermanos, y los echaron del estado, y huyeron todos los dos mayores, diuídidos cada vno, d lapro uincia donde mas amigos imaginauan hallar. Los Mandarines, hecho esto, ordenaron que saliese armada, de embarcaciones de remo, camino de Lao, a recibir a su rey, que dezian que ya venia: y a esto fue O cu ña de Chu, y dos hijos que tenía; y que á la barra fuesen otras em barcaciones, a recibir los Españoles, y se conformasen en, amistad; y a esto, embíaron algunos Españoles, qtie auian quedado; y que, en guarda del reyno, y por gouernadores, quedasen dos Mandarines Cambojas, y los dos Malayos. Los Españoles fueron hasta la barra, y como no hallaron nada., se boluieron, Ocuña de Cku, fue camino de Lao,y visto., que no encontraua su rey., ni auia nueuas del, se deter minó yr hasta Lanchan a pedirlo; y sigió el camino, con algunas dificultades de hambre, por salir del reyno desapercebido, y el viaje lar go. Por lo qual, se le huyo alguna gente; pero al fin llego, con diez Paroes artillados, y puso todo el reyno de Laos en rebuelta, enten diendo que iua de guerra, que largauan sus pueblos y haziendas, y se iuan á los montes, pero visto que iua de paz, se quietaron. Quando el lUgo, iuamos ya nosotros camino para Cochinchina; y por su llegada, nos mando el rey boluer a Lanchan luego. El rey, sabido lo que en Camboja pasaua, despacho mucha armada por mar, y gente por tie rfa, y embio al rey de Camboja, y a mi despachó a Cochinchina, para dar nueuas de lo que pasaua, y que licuase los nauios a Camboja: y luego, en el camino tuue nueuas de la pelea que auia nuestra armada tmido, y me bolui con el rey a Camboja. Quando llegamos a la pri Merá poblazon del reyno, supimos de las espias que auian venido delante, que como la nueua de los nauios, no auia sido verdad, y Cuña de Chu tardaua tanto; las prouincias, donde recogerán los dos hermanos, los atiian leuantado por reyes, y que tenia guerra el vno con el otro; y que los Teles, auian venido a pelear con los gouernado res, y que ellos se auian diuidido, y auia cada vno obedecido, a quien mejor le pareció. Pero, que Ocuña Lacasamana, la vna cabega de los Malayos, tenia el mas poder de artillería y Paroes, y que auia venido vn lunco de Xapones, que era el que estaua en Cochinchina, quando nuestra armada estaua alli, y que estaua con Chupinannu; donde se tuuo esta nueua, se junto la armada de mar y tierra, y hallaron poca gente, para entrar de guerra. Hizieron alli vna fortaleza, y embiaron d pedir mas gente a L.ao. Entre tanto, despacharon cartas secretas, atentar los coragones de los grandes. La gente de Lao tardaua, y respuestas de las cartas nouenian, y alli no se tenian por seguros, y es tuuieron en consejo de boluerse a Lao, pero en esto llegó nueua de Ocuña Lacasamana, vno de los Malayos, que estaua en sus tierras hecho fuerte, en que dezia, que estaua de su parte, aunque auia dado obediencia a Chupinannu; pero, que era fingida, visto que tardaua, en entrando, se pasarla de su parte. Luego vino nueua de otro gouer nador Camboja-, diziendo, que aunque auia obedecido a Chupinanu, que se fuese el rey a el donde estaua,-que el daria en Chupinanu, y lo desposeerla o matarla, que para eso tenia quatro mil hombres con los guales estaua hecho fuerte en vn monte. Enbio con esta nueua, vn pariente suyo: deste se fiaron todos, y luego carminamos para alia, y' guando supo que el rey iua^ dio en el otro y lo desbarato-, y luego nos salió a recebir., y asi entramos., y hiego se entrego aquella prouincia y otras munckas. Chupinanmi se retiro a vnos montes., acudieron luego los dos Malayos., cada vno con su gente, y también vinieron los Xapones. Luego mando el rey seguir a Chupinanu, hasta que lo prendieron y mataron. Prendió luego otro que estaua en otra prouin cia por juez, y lo mato. Contengo luego guerra contra el mayor, y contra los Teles, que tampoco quisieron obedecer. A este tiempo, llego vna embarcación de Malaca, en que vinieron catorze Españoles de los de miestra arenada, que arribaron á Malaca, con los quales el rey holgó mucho, y les hizo muchas honrras, y estimo en mucho; sabiendo que eran de los que auian muerto al tirano, y de todo el reyno eran estrañamente amados y respetados. El capitán Diego Belloso, los qiá so sujetar á su obediencia, por virtud de vn papel antiguo que tenia de. Malaca, esto defendí yo, alegando que el derecho desta juridicion, deuia ser de Manila, pues de alia era este reyno restaurado, y que aquellos eran Castellanos, y no tenian que ver su con papel, ni con Malaca, el rey respondió (ante quien paso esto) que entre los dos, y en aquellas cosas, no se queria meter. Algunos de los que vinieron, si guieron su opinión, y otros la mia; y asi emos andado hasta agora, que a sido causa de que yo no pidiese al rey fortaleza, para asegurar nuestras personas, que era ya pie para algún negocio, y no nos suce diera, lo que después diré. Luego que llegaron, despachó el rey vna embajada, para Cochinchina, con vn Español, y vn Camboja, en bus ca del padre fr. Alonso Ximenez,y de algunos Españoles, que tulli mos por nueuas, que alli auian quedado; cautiuolos el Chanpan, no an buelto; fueronse luego, siguiendo las guerras, y a todos yuamos, Españoles y Xapones, y quanto acometíamos, con ayuda de Dios ga nauamos; y donde no yuamos, siempre se perdía: de manera, que ga namos mucha reputación, eramos de los amigos amados, y de los enemigos temidos. Estando nosotros en vna entrada, se quiso leuantar Ocuña de Oku, que ya se llamaua Manbaray, que es el mayor titulo del reyno, ayudauale el vno de los cabegas de los Malayos, llamado Cancona. Embió el rey á llamarme, y que llenase comigo los Españo les de mi parte, y que quedase Diego Belloso, que ambos estauamos por cabegas, y siempre lo somos, a qualquiera guerra, que qualquiera de nosotros va. Yo jui a su llamado, y contóme, como aquellos lo querían matar, y quitar el reyno, que le diese remedio. El Mambaray era quien gouernaua el reyno, y por ser el rey muchacho y tomarse de vino, lo tenía en poco, y quería el ser rey. Al fin, yo con los Españoles, lo mate^ y sus hijos prendieron luego, y los mataron. Fuese lueg a prender al Malayo Cancona, y matáronlo, y quedo seguro deste riesgo por Españoles. Boluimos luego á la guerra, y supe de otro gran de, que estaua por cabega de vna prouincia, que se quería leuantar, y pasarse á la vanda de Chupinannon, prendito, y mátelo; haziendole Su causa. Con lo qual, el rey nos ajnaua estrañamente, y el reyno nos temia, allanóse aquella protiincia, y boluimos al rey. En este tiempo, llego vna embarcación de Sian, que iua de embajada para Manila, y arribo aqui. Vino en ella el padre fr. Pedro Custodio, y algtmos por tugueses. Con la venida del padre holgó el rey mucho, y qtieria hazer leyglesia. luntamonos todos, y seguimos la guerra, y boluimos otra -vez dejando muchas prouincias á la obediencia del rey, y Chupinanon, retirado a vnos montes y casi acabada la guerra. En este tiempo vi nieron muchos Laos, y por cabega vn pariente de su rey, que hasta entonces, no auian hecho nada ni sonauan; y no se, si por invidia de 'Vernos tan adelante con el rey, y con los del reyno, o si lo traían de su tierra tratado. Mataron con poca ocasión vn Español, y pidiendo nosotros sobre esto justicia al rey, el mandó a sus Mandarines, que juzgasen el caso, entre tanto, embiamos a llamar los Xapones, que ¿stauan en la guerra, en otra parte; para que, si no se hazia justicia, tomar vengenga, los Laos; o temiéndose desto, o que de hecho querían encabarnos, dieron de noche sobre nuestras casas; de manera, que ma taron al padre y algunos de los Españoles, que auian venido con el, que estatian enfermos, y mataron algunos Xapones, porque con todos era su pasión; los demás, nos escapamos y nos metimos en el nauio de los Xapones, y alli nos defendimos, hasta que llegaron ellos. Los Laos, hizieron vna fortaleza, y se hisieron en ella fuertes; serian cantidad de seis mil, y embiaron a dezir al rey, que por ninguna jtisticia, que mandase hazer, no auian de estar. De las muertes peso mucho a el rey, y del desacato que con el vsauan; pero, por no quebrar con su rey, no nos quiso dar gente, para dar en ellos, aunque se la pedimos mu chas vezes, y nosotros no lo hizimos, por auer quedado sin armas; el rey embio dello auiso á Lao, nosotros quedamos por entonces desnudos, sin haziendas, sin armas y sin justicia, ni venganga, y muy disgustados con el rey, aunque el siempre nos embiaua disculpas; diziendo, que si el rey de Lao no hiziese en ello justicia, que el la harta., y que para eso no los dejaría yr de su tierra, y embiauanos de tomer y alguna ropa y armas. Despachóse en este tiempo vn nauio de £rtibajada para Malaca, en el qual, nos queríamos todos yr, pero el r^ ni sus madres, no consintieron, que Diego Belloso, ni yo, nos fuésemos; algunos se fueron en el, y otros se boluieron a Sian; y otros •quedaron con nosotros, haziendonos el rey de alli adelante, mas regalos qtie nunca. Los Xapones^ se recogieron a su nauio^ y no quisieron mas seguir la guerra. Sabido por los enemigos, que estatuimos desba ratados, juntaron mudm. gente, y boluieron a ganar muchas tierras, sin defensa. Pidió el rey á los Laos, que fuesen á la guerra, pues le auian desbaratado quien les defendía su tierra, jtierony perdieron la primera batalla, y boluieron todos desbaratados, quedando nmchos muertos y otros heridos. Chupinanon siguió la vitoria,y llegó avista, de donde el rey estaua, vn río en inedia, aqui el rey, hizo poco caso de los Laos, y nos persuadió a nosotros, y á los Xapones, que boluiesemos a tomar las armas, y le dejendicsemos. En este tiempo, ya nos ama mos todos reformado de armas y municiones, y con muchos ruegos del y de sus madres, fiynios á la guerra, a socorrer vna fortaleza que Chupinannon tenia cercada; y ganamos dos batallas, y los retiramos^ ganándole lo que el auia acabado de ganar; y otras que auian queda do por aquella parte, tomando mucho arroz á los enemigos, y basti mientos con que se reformó la gente del rey, que padecía necesidad, y nos recogimos. Esto hizimos, yo y los Españoles, y Xapones de mi parte, y Diego Belloso y los suyos fue á los Teles, y mató al rey dellos^ y ganó vna parte de la prouincia, y se boluió. En este tiempo, llegó vn nauio de Portugueses de Macao con mercaderías; por lo qual, y vista lo que auiamos hecho, nos cobraron grande miedo los Laos, y sin li cencia del rey, se partieron en embarcaciones para su tierra, a esto acudimos al rey, que no los dejase yr sin hazer justicia, sino quería quebrar la amistad con Luzon y con Malaca. El respondió, que no se atreuia a detenerlos, pero, qtie si queríamos yr tras dellos, que el de secreto nos daria gente, si nos atreuiamos a pelear con ellos. Y asi nos negociamos todos en diez Paroes, y los seguimos; y como yuan muy delante y con miedo, no pudhnos en muchos dias alcanzarlos; por lo cual, se boluio Belloso con algunos Españoles y Xapones. Yo segui con muchas dificultades, por mías grandes corrientes, que en parte pujauamos los Paroes con cvierdas, aunque con poca gente, hasta que alcancé muchos dellos, y les tome sus Paroes y haziendas, de que nos remediamos todos, y cobramos mucha mas reputación; de presente la tenemos, y mejor puesto que nunca jamas nación tuno en rey nos estra ños. Somos muy amados del rey y de los suyos, y de los que son na turales, y muy temidos de los estranjeros, y asi se nos guarda en toda parte del reyno mucho respeto. Anos dado al capitán Diego Belloso y a mi, títulos de grandes los mayores de su reyno, para ser mas resrpetados y temidos, y mas obedecidos. Están en nuestros nombres dos prouincias, las mejores del reyno, que se nos entregai án luego, que se quieten las cosas de la guerra, y se hagan cortes para jurar el rey que ño se a hecho. Entretanto nos seruimos de otra gente, que el nos manda dar. Para tener entera mano, y mando en el reyno, no ay de por medio, mas de Ocuña Lacassamana, cabega de los Malayos, que por tener mucha gente, le agrada el rey, y por que lo ha menester por las guerras, que tiene. Con ¿a gente deste, tienen los Españoles algu nos encuentros, por lo qual, nos recatamos los vnos de los otros. E contado a v. m. estas guerras, y cosas tan por menudo, para que se vea, si su Magestad tiene algún derecho, con justificacio7i y justicia, para tomar deste reyno alguna parte, pues su armada dio muerte a quien lo poseía quietamente, y al heredero del, echado a parte, donde teniaya quitada la esperanga de boluerlo jamas a poseer; y después acá buelto á conquistar por sus vasallos, y auerle guardado y defen dido sú persona de sus enemigos; por que esperar, a que el voluntario lo dé, no sera jamas, por que antes se teme tener muchos Españoles en su tierra, aunque los ama, por que recela no le quiten el reyno, por que vé, que no está mas, de en querer; esto le insisten algunos enemigos nuestros, en especial los moros. Pido y suplico a v. m. sea parte, pues íanto en ello puede, que no se largue mano de esta tierra, pues tanto se a hecho en ella, y en tan buen punto se á puesto, y de tanta impor tancia es, tener vna fortaleza en tierrafirtne, pues es principio para grandes cosas, que como se venga de hecho a ello, y el vea fuerga en esta tierra, aunque tenga mala voluntad, a de haser lo que conociere que es justicia. Esto digo, por su madre tia y agüela, que son quien mandan y gouieman; que el, no es mas de como ellas le dizen; el es niño, y se toma de vino mas que su padre, y todo se le va en juegos y cagas, y no se le da mas del reyno, que de nada. Por lo qual, si el viere, que ay muclios Españoles, que nadie les pueda ofender, el hará ^cuanto quisieren, por que (como digo) los ama; y también, los contra rios no se atreueran a contradezir. Y si por ventura en esa tierra, vuiere de presente tan poca gente, que no se pueda embiar cosa grande, a lo menos alguna, la que mas juere posible, en compañía de los pa "dres, por no perder esta jurisdicion, y aucion en alguna cosa; por que Diego Belloso, embio a pedir a Malaca, religiosos y gente y pape les, para ser el por aquella vía justicia desta tierra, y entregar a Malaca estajuridicion. Y pues, por ese reyno a sido este restaurado, no permita v. m. que se aya labrado, para que otros cobren el fruto, y si vinieren algunos soldados, y por ser pocos, y no temerlos, no le dieren con que se sustenten, yo haré acá lo que v. m. me mandare (que es ra• eon)yyo pudiere, hasta que vengan mas, que aunque les pese, los den, y vengan oprimidos con buenos papeles, por que como las tierras son .largas, no quieránvsar de sus libertades, que por no tener sujeción, fue causa ¡o que nos sucedió con los Laos. Esta embarcación ¿despachado con jnucho trabajo^ por dársele a el rey poco por nada, v por auer te nido muchos contrarios que la impedían., que claro es, que tío an de gustar los Mandarines naturales ni cstrangeros, que aya en el reyno quien les mande a ellos; y por estar yo pobre, que hasta agora é vlui do de la guerra, y de sus prouechos, me é sustentado, por estar el rey también muy pobre, por las muchas guerras. El Español que vá es muy buen soldado y pobre, que para poder yr, le é ayudado para ello, -con mi miseria. V. in. sea sentido a el y al Camboja ayudarles, para que el Camboja conosca alguna de las grandezas de su Magostad. Holgarame ser el portador, para dar a v. m. larga relación destas cosas y de otras particularidades, y de la fertilidad dcstos reynos; pero el rey ni sus cuadres, no me an dejado yr, como el portador con tará esto; y otras cosas, a quien v. m. puede dar crédito, como a per sona desapasionada en todo, que agora vino de Macan. Por las mu 1tas guerras, no tiene el rey muchas cosas que embiar a v. m. Embia dos dientes de marfil, y vn esclauo, que v. m. le perdone, que el año que viene, embiará muchas cosas, si su tierra se acaba de allanar, que aun todavía tiene que hazer en ella. Ele dicho y, persuadido que em éie a pedir a esa ciudad soldados, para acabar de allanar la tierra: •no an querido sus madres por ningún caso, yo é imaginado, cierto, que lo hazen, por no prometerles tierras, de que se sustenten, o por que no se la tomen. Pero, cuando estaban en el Lao, bien largas las pro metían: pero, si lo hecho no basta, para tener aucion, baste la miseri cordia de Dios. Al despacho desta embajada, dijimos Diego Bellosoy yo al rey, que si no nos daua las tierras que nos auia prometido, que nos queríamos yr a Luzon, por que no teníamos ya con que sustentar nos..Sobre esto vuo muchas cosas, pero al pin nos las dio, y asi vd puesto en la embajada, pero diolas con cargo, de que lasauiamos de tener £n su seruicioy a su obediencia. Por loqual, tendré mas fuer gas, para el seruicio de v. m. En los gastos que hize en esa ciudad, gaste lo que tenia, y en sustentar la gente en este reyno; para ello, tome la plata de los grumetes, que en mi na^iio venían, y aunque, les pague con alguna qué en los nauios se halló, Gallinato no lo consintió, antes la tomó toda en si, y en Malaca, me la hizieron pagar, de la hazienda que ep. d nauio miayua; no consintiendo, que fuesen pagados de la de las presas, pues se dio por justa la guerra; por lo qual, quedo de prcse^ite \sin ninguna hazienda, Y asi, no tengo con que seruir a v. m. como tengo obligación, y yo quisiera. Acordándome de la armería de t^i m. tan curiosa, embio vú frasco y frasquillo de marfil, v. m, me perdone la poquedad, que el año que viene, prometo enmienda, y v. m. me embie a mandar., cosas de su servicio, que sera para mi grande merced; y me la haga., de amparar mis cosas, para que con el calor de V. m. tengan algún merecijniento. Y confiado en esto, nuestro Señor a V. m. guarde, y en mayor estado acreciente como este seruidor de V. m. en sus cosas desea, de Camboja a veinte de lulio, de mil y qui nientos y nouenta y ocho años, de v. m. seruidor, Blas Ruyz de Her nán Gongales. <br />
ON esta nueua y despacho, que vino de Camboja, se entendió C en Manila, el buen efeto que se auia seguido, de la quedada de Diego Belloso y Blas Ruys en aquella tierra, y animándose mas don Luys Dasmariñas, á la empresa que tenia puesta en platica; la trató con mas calor, y porque todavía se dificultaua de la justifica ción con que podría entrar en Camboja, con gente de guerra (a mas que a fauorecer, y acabar de asentar en su reyno a Prauncar, y dejarle predicadores) se dijo por su parte, que auicndo cumplido con lo dicho, con el fauor necesario del mismo rey de Camboja, pasaría al reyno de Champan su vezino, a apoderarse del por su Magestad, echando de allí vn tirano, que lo señoreaua, enemigo común de todos aquellos reynos; y que, desde vna fortaleza que tiene junto á la mar, salía a todos los nauegantes, y los robaua y cautiuaua, y tenia eches otros muchos delitos, muertes y robos, en Portugueses y otras naciones, que les era fuerza, pasar por sus costas, á las contrataciones y viajes de China, Macan y Xapon y otros reynos, de que estauan hechas bastantes informaciones; por las quales, los teólogos y juristas, tenían dada por justificada, la guerra contra este Champan, y la conquista de sus tierras; y que este puesto, era de no menos importancia para los Españoles, que el de Camboja (84).<br />
Consultado, lo que acerca desto parecía mas conueniente, por el gouernador y presidente don Francisco Tello, con el audiencia y otras personas religiosos y capitanes, se tomó resolución; de que, pues don Luys se ofrecía a hazer a su costa esta jornada, con las personas que le querían seguir en ella, se pusiese en ejecución; así se hizo el asiento con el, en la sustancia dicha, licuando la gente a su cargo, con comisión y recaudos del gouernador, para las cosas de el gouierno y guerra, y prouisiones de la audiencia, para lo de justicia, y se fue aprestando de nauíos y gente, y bastimientos, para salir con la breuedad que conuenía. En este tiempo, despachó el gouernador don Francisco Tello, a don loan de Qamudío, con vn nauío mediano, á la gran China, a procurar con el Virrey de Cantón, la comunicación y trato con los Españoles en su prouincia, y á que trújese para los Almazenes reales de Manila, salitre y metales, de que auia falta. Hizo su viaje (don loan) con buen tiempo; y auiendose puesto sobre la costa de Cantón, embio algunas personas de su compañia á la ciudad, con despachos al Tuton, que es lo mismo, que Virrey. El qual, entendida la venida de los Españoles, y la causa deJla los oyó, y hizo buen tratamiento. Los Portugueses, que residen en Macan, cerca de la misma ciudad de Cantón, hizieron muchas diligencias con el Virrey y con el Conchifu, y otros Mandarines, para que no admitiesen en su tierra á los Castellanos de Manila, imputándoles, que eran cosarios y gente de mal hazer, y que se algauan con los reynos y prouincias donde llegauan; y les dijeron tantas cosas, que bastarán a destruyrlos, si el Virrey y Mandarines, no miraran la causa desapasionadamente, que conocieron ser odio y enemistad declarada de los Portugueses; y que les mouia, desear que los Castellanos no tuuiesen contratación en China, por su propio interese. Llegó el negocio a tanto, que puesto en justicia, se puso silencio á los Portugueses de Macan, con graues penas corporales; y á los Castellanos, se dio y señaló puerto en la misma costa, llamado el Pina!, doze leguas de la ciudad de Cantón, en que entonces y siempre pudiesen venir y surgir, y poblar por propio suyo, con Chapas y prouisiones bastantes para ello. Con lo qual, don loan de Qamudio, entró con el nauio en el Piñal, siendo alli muy proueido de todo lo necesario por los Chinas á precios moderados, yendo y viniendo los Españoles por el rio á Catón en lorchas y champanes á hazer sus empleos. Los dias que en el dicho puerto se detuuieron, en la ciudad fueron siempre bien acogidos y hospedados en casas dentro de los muros, andando por las calles libremente y con armas, cosa muy nueua y particular en China, con forasteros, de que los Portugueses (con quienes no se haze) estauan tan marauillados y "embidiosos, que procurauan por todas vias ympedirlo, hasta ponerse en venir de Macan de noche con embarcaciones al Piñal á poner fuego al nauio de los Castellanos, que no pudo tener efecto por que auiendo sido sentidos, se les hizo la resistencia necesaria, y siempre se hizo buena guardia al nauio, hasta que salió de alli, acabados sus negocios y empleos, con mucho gusto de los Chinas, y con Chapas y prouisiones que le dieron, para lo de adelante. Llegó a Manila, en principio del año, de mil y quinientos y nouenta y nueue. Después, que don Luys Dasmariñas, tuuo aderegados dos nauios medianos, y vna galeota con dozientos hombres de su compañia, que le quisieron seguir en esta empresa de Camboja, de los que andauan en Manila sin sueldo, con los bastimentos y municiones necesarias y bien armados, y en su compañía, fr. Alonso Ximenez, y fr. Diego Aduarte, de la orden de santo Domingo, Y de la de sant Francisco, fr. loan Bautista, y algunos Xapones y Indios natu rales de Manila, se hizo á la vela (de la bala con la armada) mediado el mes de lulio (85), del año de nouenta y ocho, con los tiempos algo contrarios, por auer entrado los vendauales, pero el deseo de hazer su viaje y no perder tiempo, y salir de Manila (que era la mayor dificultad) le hizo no reparar en la del tiempo; parecióle, que salido á la mar, se podría entretener en la costa, en el puerto de Bolinao. Esta traga, no salió también como don Luis pensó, porque luego que la armada destos tres nauios salió de la bala, le cargó tanto el tiempo, que no pudo tomar el puerto de Bolinao, ni tenerse en la mar, y haziendo agua la capitana, boluieron los nauios á la boca de la baía, sobre Miraueles, donde se detuuieron algunos días adere zándose. Boluieron a salir, auiendose aplacado el tiempo, y cargóles de nueuo de manera, que vnos nauios se apartaron de otros, y con trabajo la galeota, que era de menos fuerga, tomó el puerto de Ca gayan, y entró por la barra de Camalayuga á la ciudad de Segouia, en la cabega de la isla de Luzon, frontera de la gran China, bien destrocada y con harta necesidad, donde el alcalde mayor de aque sa prouíncia le dio el recaudo y. auio necesario. El capitán Luis Ortiz, que yua por cabo desta galeota, con veinte y cinco Españoles y algunos Indios, se dio buena priesa en su despacho, y boluio a salir de aquel puerto, en busca de la armada que auía de seguir, conforme á las instrucciones, la buelta de la barra del rio de Camboja, a donde yuan derechos, no vuo bien salido de Cagayan, quando el nauío almiranta entro en el mismo puerto, con la necesidad, que la galeota auía traído, donde también se detuuo algunos dias en aderezarse. Y boluio a salir en demanda de la capitana, y galeota; la capitana (como nauio de mas fuerga) se tuuo á la mar con trabajo, y por durar mucho tiempo, le fue forgoso correr largo la buelta de China; y siempre el tiempo estuuo tan fijo, que sin poder mejorar su viaje, vuo de llegar con muchas mares y cerrazón, á la costa de China, en unas islas pequeñas despobladas, por bajo de Macan, alli estuuo a riesgo de perderse muchas vezes, alijando cada dia lo que lleuaua; la almiranta, después de auer salido aderegada de Cagayan, hizo el mismo viaje con la misma tormenta, y fue a surgir cerca de la capitana, donde se perdió con algunas persoñas, sin escapar nada de la ropa. La capitana recogió como pudo, la gente que de la almiranta se salvó, y aunque algunos dias se entretuuo, al cabo varó en tierra cerca de la costa, y comengo a hazer tanta agua, que con ella, y los grandes golpes de mar, que le dauan por el costado, se hizo pedagos, ya aula perdido la chalu pa, y siéndoles forgoso para saluar las personas, antes que el nauio acabase de deshacerse, hizieron jangadas, y planchadas de maderos, y tablas en que salió don 'Luis con los relijiosos y gente en tierra, hasta en cantidad de ciento y veinte Españoles, sacando algunas cosas de las de mas estimación, y las armas y piegas de artilleria mas mañeras, del dicho nauio, dejando lo demás perdido, y todos mojados y tan mal parados, que algunos Chinas que salieron (de vnas poblazones que alli cerca estauan) á la costa, asi por com padecerse de su perdida, como por el interese de algunas cosas que les dieron, de lo que auian sacado, les proueyeron que comiesen, y vn nauio de no mucha capacidad de los de la tierra, en que salie sen de aquel paraje, y fuesen la buelta de Macan y Cantón, que no cstaua lejos. <br />
Don Luis y su gente, llegados a vista de Macan, despacharon de su compañía, en nauios de Chinas á ¡a ciudad y poblazon de los Portugueses dos soldados; auisandoles de su venida y trabajos, para que los ayudasen, y otros dos a Cantón, para pedir al Virrey o Tuton su ayuda y tauor, para poderse auiar y salir de China, y seguir su viaje. Los de Macan, y su capitán mayor, don Pablo de Portugal, recibió tan mal á los Castellanos, que poniéndolos en prisión, no los dejó boluer a don Luis, y le embió a dezir se fuese luego de la costa, por que no les harian menos mal tratamiento, y sabiendo que el capitán Hernando de los Rios, y otro su compañero, auian ydo a Cantón al mismo negocio, embiaron luego dos Portugueses de su cámara y regimiento, a hazerles contradicion en la entrada en la China; diziendo, eran ladrones y cosarios, y gente de mal hazer, como primero lo auian hecho, a don loan de Camudio, que en esta sazón estaua con su nauio, en el puerto del Piñal, como a tras se á referido. <br />
El capitán, Hernando de los Rios y su compañero, se encontraron en Cantón, con el alférez Domingo de Artacho, y otros compañeros del nauio de don loan, y sabida la desgracia de la armada de don Luis, y como estaua perdido alli cerca, se juntaron y se defendieron, de las calumnias y pretensión de los Portugueses; de manera, que como ya lo mas se auia vencido, en el particular de don loan, y el Virrey y Mandarines, tuuieron noticia, que todos eran de Manila, y quien era don Luis Dasmariñas, y como yua con su ar mada a Camboja, le recibieron con la misma voluntad, que a don: loan de CJamudio; y le dieron recaudo, para que entrase con el, en el puerto del Piñal: donde ambos se juntaron con mucho sentimien to, de la perdida de don Luis Dasmariñas, y mucho contento de hallar alli a don loan de Qamudio con su gente, que los proueyeron de algunas cosas que auian menester : y con su ayuda, compró luego don Luis vn junco mediano fuerte, en que se metió con alguna de la gente y artilleria y ropa que le auia quedado, gozando de la misma comodidad que los Españoles (del nauio de don loan de Qamudio) tenían en aquel puerto, con intento de detenerse alli, hasta, que con el auiso que se diese a Manila, se les embiase nauios, y lo de más que les conuiniese, para desde alli proseguir la jornada de Cam boja, de que don Luis nunca quiso mostrarse despedido ni des animado. "% Don loan de Qamudio, salió del Piñal, dejando en aquel puerto a don Luis Dasmariñas y su gente, en principios del año de nouenta y nueue, y dentro de doze dias entro en Manila; tras del, despachó don Luis, al alférez Francisco Rodrigues, con tres compañeros en vn champan pequeño a Manila, pidiendo al gouernador y a sus vale dores, socorro y remedio para la necesidad en que se hallaua, y nauio, y lo necesario para proseguir la jornada a que auia salido; y auien dose entendido asi de don loan de Qamudio, como del alférez Fran-. cisco Rodrigues (que tras del llego a Manila) la perdida de don Luis Dasmariñas, y el estado en que se hallaua, vierfdo que le era impo sible, proseguir el viaje de Camboja, ni auia caudal ni sustancia para boluer a armar, ni tiempo para ello, se le compró luego vn mediano nauio, y con el mismo alférez Francisco Rodrigues, y algunos soldados en su compañía (de que boluio por capitán y caboy bastimentos y otras cosas) se despachó de Manila al Piñal, con orden que don Francisco Tello embió a don Luis, para que se em barcase con su gente, y se viniese á las Filipinas, sin tratar por entonces de la jornada de Camboja, ni de otra cosa. El capitán Hernando de los Rios, que asistía en Cantón á los n e gocios de don Luis, escriuió a el Doctor Antonio deMORGA, en esta sajon vna carta, que para que mejor se entienda lo que en esto pasó, á la letra es como se sigue. % <br />
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FERNANDO DE LOS RÍOS CORONEL, A EL DOCTOR ANTONIO de Morga, del consejo de su Magesiad, y su Oydor en la real Audiencia y Cltancilleria, de las Filipinas, que nuestro señor guarde, eti Manila. ' <br />
N sido tantos los trabajos, que vos an sucedido, en lo poco, que á que salimos de esa ciudad, que si de todos vuiera de A dar quenta a v. m. fuera causarle, mayormente, que la breue dad, con que el señor don Joan se vd, no da lugar. Y porque, el dará entera relación de todo, solo contare lo que después que llegamos a esta tierra nos a sucedido, pues fue nuestro Señor seruido, deshazer nuestros intentos, que era aguardar en Bolinao, que se pasaran los ruyiies tiempos que temarnos, y a vista, del puerto, nos dio la tormen ta que nos puso en. harto riesgo; y nos fu-c Juerga, venir a este rey no de China, donde entendimos, que por lo menos nos dejarían los Por tugueses adsregar nuestro nauio; y como quiso nuestro Señor, que le perdiéramos, emos padecido hartos trabajos, por que a penas se escapé cosa, y yo perdi mi hazicnda,y alguna parte de la agena: por que á la sazón no me hallé presente, que el dia antes, me auia mandado mi general salir a buscar refresco, y V)i piloto de la costa, que por estar muy ruynmente pintada en las cartas, no sabíamos donde estañamos, y no pude boluer a el nauio, por el tiempo que se leuanto; a cuya cau sa, me fue forgoso yr a Cantón, donde los Sangleyes, que me lleuauau a mi, y a los que comigo desembarque, nos leuantaron, que auiamos muerto tres Sangleyes, que si alli no Jmllaramos al alférez Domingo de Artacho, y Marcos de la Cueua, que estaiian pleyteando contra los Portugueses, lo pasáramos muy mal; quiso Dios, que con sufauor negociásemos el pleyto, aunque sin prouanga, ni tomar nuestras con fesiones, nos condenaron en cinquenta taes de plata. Alli supimos co mo auia mes y medio, que se defendían de los Portugueses, que fueron luego que llegaron, a dezir, que eran ladrones y leuantados, y que eran gente que se algauan con los reynos donde entrañan, y otras cosas, no dignas de escriuirse; al fin, todas sus diligencias buenas y malas, y aun bien malas, no les aproueché, para que mediante bue na diligencia y mucha plata, negociasen lo que no se pensaua, que fue, abrir pueito eyi esta tierra, para poder venir siempre con seguri dad, y ciarles casa en Cantón, que nunca con los Portugueses se á hecho, de que están, o deuen de estar mas corridos, y mas que les pu sieron silencio, aunque este nofite parte, para que por otros medios, {según los Sangleyes nos dezian, que era con ellos mismos) no inten tasen de hazer todo el daño posible. Aborrecen tanto el nombre de Castellanos, quanto no es posible dezirlo, sino se expese experimenta como nosotros lo emos experimentado, por nuestros pecados: pues nos an puesto en harto estremo, como el señor don loan dirá bien; pues que, escriuiendoles nuestro general como estaua perdido, muriendo de hambre entre infieles, y con tanto riesgo, y como el no venia a merca dear, sino que iua en sentido de su Magestad, el regalo que le hizie ron fue, prender á los mensajeros, y hasta agora los tienen en vn ca labogo. Y vltimamente, estando en este puerto, con los trabajos y riesgos que dirá el señor don loan, y ellos tan vezinos, no solo nos dejan padecer, pero si ay algunos bien intencionados, les tienen vedado el comunicarnos, ni darnos nada, no solo con penas temporales, si no espirituales, que verdaderamente considerar esta crueldad, y mas quien como nosotros haze experiencia della agota la paciencia. Dios nos la dé, y remedio por su misericordia, por que estos infieles, es la gente que mas estragada tiene la luz natural, de quantos ay en el mundo: y asi, para tratar con ellos, es menester angeles y no hombres. Y pues, van Historiadores de lo que por acá pasa, no me deterne en esto', solo digo; para que se entienda en que tierra estamos, que es el verdadero reyno del Demonio; y donde parece, que con. todo imperio gouierna, y asi, cada Sangley parece que le trae reuestido, pues no ay malicia, ni engaño que no intentan. El gouierno, atuique en lo este rior,y con toda su orden y modo parece bueno, en orden a su conser uacion, pero experimentada la practica, es todo traga del Diablo; y aunque, aqui no roban y saltean á los foresteros publicamente, hazen lo por otro modo peor. El señor don loan á trabajado mucho, y cierto se le deue agradecimiento, pues á hecho vna cosa tan dificultosa, (que dizen los Portugueses) que solo o Demo, o el lo podian auer hecho; aunque es verdad, que le cuesta (según é entendido) al pie de siete mil pesos, y el riesgo en que se á visto; por que le an procurado abrasar con su nauio, aunque sus tragas les salieron vanas, sienten (lo que nff se puede dezir) los Portugueses, que aqui vengamos a emplear, por el daño notable que reciben; aunque verdad es, que bien considerado, si esto se entablase en buena conformidad, antes ganauan ellos; por que., se deshazen de mil cosas que tienen, y se remedian la nmyor parte^. en especial los pobres, vendiendo cosas de sus manos, y de lo que tienen de la India, que siempre se lo pagan muy bien;y en lo que toca a su birles las mercaderías, entablado vna vez, y que los Sangleyes entendiesen, auian de acudir cada año, bajarían mucha mas mercadería; quanto y mas, que Cantón tiene tanta, que ay para otros tantos mas sobrado, como se á visto por los ojos. Y soy testigo, que si de solo vn genero quieren cargar vn nauio, (aunque sean agujas) pueden; níy ármente, que la mayor parte de lo gtie ellos gastan, no son los géneros qtie nosotros covipramos, la mayor gruesa es seda cruda; y asi entien do, que en proseguir esto, seria de mucho interés para esa ciudad, por las razones que se me ofrecen. Y es la primera, por que si diesen or den que viniese vn nauio, capaz, de poder emplear, la gruesa del dinero de esa ciudad, con muchos menos dineros se comprarla mucha mas hazienda y mejor, y en los géneros que fueren de mas ganancia; pues al fin, lo que con nosotros interesan los Chíncheos, alioírarlamos, que es mucho. Lo segundo, seriaproueida esa ciudad de todo lo necesario, por que ay en esta ciudad de Cantón, quanto se puede desear. Lo tercero, se cuitaría con esto, el demasiado comercio de los San gleyes en esa ciudad, que hazen el daño que v. m. sabe, y aun el que no scíbcmos, y es gente, que mientras menos se admitiere, nos yra ?nejor en todo, y asi, no sera menester, que aya mas de los necesarios, para el seruicio de la república, y ni nos encarecerán los bastimentos, ni aírauesaran lo que queda en la tierra, como agora hazen, y se cuita ran hartos pecados perniciosos que hazen, y pegan d los naturales, y aunque esto parece que tiene alguna dificultad entablarlo, y allanar á los Portugueses, se podría acabar. Lo quarto,por que yendo de aqiii el empleo, llega a esa ciudad por itauidad, y cada vno mete su hazienda en su casa, la apareja y orde na, y entonces, aunque las naos de Castilla vengan temprano, no se recibe daño como agora, que si vienen antes del empleo, se sube ciento por ciento la mercancía. Lo quinto, que podrían fácilmente estar cargadas en todo mayo, y gozar de los primeros vendauales, que algunas vezes entran mediado lunio, y antes; y saliendo en este tiempo, van con menos riesgo, y lle garan mas de vn mes, y aun dos antes á la nueua España; y enton ces, pueden de alia salir por Enero, y venir aqui por Abril, sin nin gun riesgo, que de venir tarde se les sigue entre estas islas como sabemos. Lo sesto, se cuitarían al tiempo del empleo hartos inconuenientes, como ay, los quales sabe v. m. y para los vezinos, seria de menos tra bajo; también para, lo tocante d la carga y repartirla (es cierto) se po dría hazer con mas orden, y se sabría a quien se á de dar, y se reme diarla mejor, para no dejar emplear dinero de México, ni compañías: que solo evitar esto con todo rigor, bastarla a prosperar a Manila en poco tiempo; por que, si solos los vezinos embiasen sus haziendas empleadas, cierto es, que toda la maquina del dinero de los de México, auian de emplearla de la que de cica fuese; digo de Manila, si a ellos no les dejasen emplear en esa ciudad; y yendo menos viercaderias de acá, y auiendo alia mas compradores, valdría al doblo la hazienda. Esto bien se ve, y si como vs. mercedes an empegado a remediar esto, lo lleuan con rigor muy adelante, se á de prosperar cuncho esa ciudad; pues no embiando á la nueua España otra hazienda, sino solo la desa ciudad, mayormente, empleándola en esta tierra, era toda la prosperi dad que se podia desear. Y si echamos de ver el bien y merced, gue su Magestad nos haze en esto, lo estimaríamos harto mas, que se estima; pero creo, que lo emos de llorar, guando por ventura nos lo quiten. Podría alguno dezir en contra desto que é dicho, de que se venga a emplear acá, que se defrauda a su Magestad el almojarifasgo, y dere chos que aora dan los Sangleyes, y de los tributos que dan, y todo tiene remedio, pues con solo los fletes, ahorraría mucho mas su Ma gestad, y con comprar aquí municiones, y oti-as cosas de que tiene ne cesidad, para la conseruacion de esa tierra, al doble mas baratas y abundantes, y no sujetos que las llenen, quando quieren, y otras vezes nos dejan sin ellas, como ya hazcn cada año, pues nos fucrgan a yrlas a buscar; y en lo tocante á los tributos, yo creo, se daría su Magestad por hatto mas seruido, de que no vuíese Sangleyes, que cobrar tribu to, y por aqui podría ser, ordenase nuestro Señor, se abriese puerta para la predicación del Euangelio, y conuersion de la gente, que tanto su Mag. desea, y es lo principal que pretende; y al fin, principio quie ren las cosas, i se iría abriendo camino, aunque agora parece estar cerrado, pues esperar á que los Portugueses procuren esto, •no se quando lo harán, pues en tanto tiempo, como á que poblaron aqui, no lo procuran; y aun los mismos Sangleyes lo dizen, que empegaron como nosotros, y primero iuany venían, después se quedaron dos enfermos, y otro año hisieron quatro casas, y asi se fueron augmentando: y para Itazer otro tanto, yo sé que no ay otra dificultad, sino la gue ellos causan. Es cosa que espanta, boluiendo a sus contradiciones pues no solo sienten el venir aqui, sino también de que vamos a Camboja, ni a Sian; dizen que son sus distríctos, y no se porque les dan este nombre pues es muy al contrario, sino es porque de flojos les emos dejado algar, con nuestras pertinencias, que es alia cerca del estrecho de Malaca, entra dentro de la linea de la demarcación, que cupo á la corona de Castilla: como yo, les daría bien a entender, si se ofreciera ocasión; y se verá en la historia de las Indias, en el capitulo ciento y dos, atrás y adelante; donde, apedimiento dellos, echó su Sanctídad la linea di cha, desde trezientasy setenta leguas, mas al Poniente de las islas de Caboverde, que llamauan Esperícas, y los ciento y ochenta grados de longitud, que a ellos les cabía, se remata y acaba (como é dicho) cerca del estrecho dicho: y todo lo demás nos pertenece; mayormente, que pues somos de vn rey, donde se sufre, que nos veden todas nuestras contra taciones? Porque ellos impiden el Maluco, Sian, Camboja, Cochinchi iia. China, y todo lo danos deste Archipiélago. Pues, que emos de ha zer, si se quieren al^.ar con todo, cierto, esto vá mtiy fuera de razón. E me alargado en esto, para dezir mi sentimiento. De la fertilidad y disposición de la tierra, y la grandeza dclla, no escriño a v.;«. hasta que nos vamos, que entonces procurare licuarla bien amplia, y demar cadas estas costas, qtie no ay nada puesto en razón. Es la mejor costa que ay en lo descubierto, y mas acomodada para galeras, si Dios ordenase viniesen por acá, ya yo tengo ojeado donde tiene el rey su tesoro, tia-ra es muy rica, y la ciudad de Cantón muy abtmdante, aunque en materia de edificios, no ay que dezir nada, que toda ella tiene pocos de consideración, según me informe de vn Teati no Sangley, con el qual, guste mucho hablar [aunque sola vna tarde pude hazerlo) era hombre de buena razón y traga, y dizcn qtic estu diante. Contorne, como en Paquien donde está el rey, y en Lanquien, tienen los padres de la Compañía tres casas, ya en pa,cifica posesión, y ay siete padres, cutre los quales está vno, que se llama el padre Ri gió, compañero del padre Rugero, qtie se fue a Roma; es muy buen Matemático, y á les correjido sus reportarlos, que tenian muchos yerros y opiniones falsas, y en la fabrica del mundo también, que le consi derauan llano. Hizoles vn Globo y vna Esphera, y con esto, y con los buenos argumentos y razones que les dan, los tienen por gente venida del cielo. Dize, que ay alia grandísima disposición de conuertirse, si vuiese ministros, y alia no estrañan los forasteros, como en esta. Dize es la gente muy mas senzilla y razonable, y asi llaman á los de aqui barbaros. Disc, esta Lanquien en el altura de Toledo, que es en trein ta grados y dos tercios, y de alli a Paquien, tardan veinte y cinco dias de camino, que á la razón deue de estar en mas de cinquenta grados. Viene este hermano cada año, por el estipendio que les dan los de acá, para estas tres casas esperan agora, a vn gran amigo suyo, que a de ser segunda persona del rey. Toda esta tierra se nauega, y por eso abunda de todo, por que se traen por rios las cosas, sin ser nece sario cargar vna bestia, que es la mayor grandeza. El que quisiere pintar la Ckincí, sin auerla visto; pinte vna tierra, muy llena de rios y de poblazones, que no ay palmo que dejen holgar. Yo quisiera estar mas de espacio, para dezir algunas cosas della, que con particular cuydado é notado, y informándome, y sera Dios serui do, sea yo el mensajero. Las cosas de Camboja, están en buena disposicion, y llegaríamos a muy buen tiempo, si nuestro Señor es scruido salgamos con bien de aqui. El rey embióvn nardo por fin de Agosto a esa ciudad, a pedir socorro-, no se si aura llegado, o si tornaría a arribar, que sallo muy tarde. Blas Ruis embiaua cinqiienta picos de Camanguian, á le encomendado y dado el rey (según nos dizen) nue ue mil vasallos, y otros tantos a Belloso. - Nosotros quedamos al presente, en la necesidad que dirá el señor don loan Qamudio. Suplico a v. m,. nos socorran, pues importa tanto; y a mi señora doña loana, ¿eso muchas vezes las manos, y guarde nuestro Señor a v. m. muchos años, con la prosperidad y descanso que sus seruidores deseamos, del puerto del Final, ciado de frió, a veinte y tres de Diziembre, de nouentay ochos años. <br />
Mi hermano, si viniere antes que yo buelua, suplico a v. m. pues es tan propio de v. m. hazer a todos bien (mayormente á los de aquella tierra) reciba el, la que v. m. siempre me á hecho. Fernando de los RÍOS Coronel (86).<br />
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gañó, por que los de Macan, determinaron salirle a buscar y prender; y para ello, el mismo capitán mayor con algunas fustas, y otros nauios y gente con gorguzes, espingardas y verseria, vinieron vn dia (que les pareció estarían los Castellanos descuydados) a dar so bre don Luis Dasmariñas, que rezeloso de lo que auia de suceder, se halló con las armas en la mano, y viendo que la armada Portu guesa le acometía, comengó a jugar su mosquetería y arcabuzeria, y de algunas piegas tan a priesa, que haziendo grandisimo daño en sus contrarios, y en el nauio en que venia el capitán mayor, matán dole vn paje, que estaua a sus espaldas, y otras personas, se retiró; y los demás nauios de su armada, y hizieron alto desviados de don Luis que no los quiso seguir, si no estarse á la mira; y no se atre uiendo a boluer á acometer, dieron la buelta a Macan, y don Luis Dasmariñas se metió en el puerto del Piñal; donde, le pareció esta ría con mas seguridad, hasta que llegado el capitán Francisco Ro drigues con el nauio que lleuó de Manila, se juntó con don Luis, y repartida la gente en ambos nauios, auiendo hecho algunos empleos, de lo que este nauio postrero lleuó de Manila, en la misma ciudad de Macan, que los Portugueses por su interés se lo dauan y vendian aunque con algún recato de la justicia. Dieron la buelta para Mani la, dexando en el Piñal algunas personas, muertas de enfermedad; y entre ellos a fr. Alonso Ximenez, que auia sido el mayor prornoue dor desta empresa. Su compañero fr. Diego Aduarte, no quiso bol uer a Manila, y se fue a Macan, y por alli a Goa, para pasar en Es paña. Llegó don Luis con ambos nauios a Manila; y quedó en este estado, la buelta de don Luis a Camboja, y el tratar de la dicha em presa por su parte. <br />
Ya está dicho, como la galeota (vno de los nauios desta armada de don Luis Dasmariñas) en que yua Luis Ortiz con veinte y cinco Españoles, después de auer arribado a Cagayan, y aderegadose alli, boluió a salir con razonable tiempo, en busca de la armada. Este nauio, aunque tan poco bastante, para sustentarse con tormentas en la mar, permitió Dios que pudiese pasar por las que se le ofrecieron, sin perderse; y haziendo su camino por la costa de Cochinchina y Champa, por dentro de los bajos de Aynao, llegó á la barra de Camboja, y entendiendo hallar dentro todos, o alguno de los nauios de su conserua, subió el rio arriba, hasta la ciudad de Chordemuco; donde halló a Diego Belloso y a Blas Ruys de Hernán Gongale?, con algunos Castellanos que se le auian juntado, y otros Portugueses venidos'por la via de Malaca; con cuya ayuda, auian vencido muchas batallas, en fauor del rey Prauncár, que estaua restituydo en su reyno, aunque algunas prouincias del no, auian aca bado de pacificarse. Allí entendió, como, ni don Luis Dasmariñas, ni otro de su armada, auia llegado a Camboja; y ellos dijeron, como don Luis venia en persona con pujanga de nauios, gente, armas, y algunos relijiosos, á lo que siempre auia deseado en aquel reyno, y que no tardaría en llegar; y que esta galeota y gente, eran de la di cha armada. Mucho se alegró Blas Ruis y los Castellanos de su com pañía, de nueuas tan a su proposito: pareciendole, que todo se le iua haziendo bien; y que de aquella vez, según el punto que las co sas tenían, se acabarían y asentarían como pretendían. Diego Be lloso y los Suyos (aunque no mostrauan pesarles) no tuuieron tanto contento, por que mas quisieran la buena conclusión dcsta jornada, y los premios della para los Portugueses, y guierno de la India, so bre que auian tenido algunas diferencias, y encuentros con Blas Ruis, pero como vieron el negocio en este punto, conformándose con el tiempo, todos se juntaron. Portugueses y Castellanos, y dije ron a Prauncar y a sus Mandarines, la venida del alférez I^uis Ortis con su galeota y compañeros, y que eran parte de vna buena ar mada, que luego entraría, en que venia en persona don Luis Das mariñas, con relijiosos y gente á ayudarle y seruirle, en conformi dad de lo que pocos meses antes auia escrito a Manila que deseaua. El rey mostró contento, y algunos de sus Mandarines que amauan á los Españoles, y conocían los beneficios que hasta entonces dellos auian recebido, entendiendo aquello seria como se les dezia; pero, á la madrastra del rey, y otros Mandarínes que con ella tenían mano, en particular Ocuña Lacasamana moro Malayo, les pesó de la venida de los Españoles, parecíendoles, que como gente valiente, y tantos, y de tanto Espíritu, como ya conocían, se señorearía de todo, o a lo menos licuarían lo mejor, y quisieran auerselo a solas con el rey Prauncar, y así se les conoció el mal rostro que hazian, á las cosas de los Españoles; quanto por el contrarío, Prauncar le hazía bueno: que luego mandó alojar los Españoles y su nauío junto á la ciudad, en el sitio que Blas Ruis y Diego Belloso tenían. <br />
Antes que don Luís Dasmariñas saliese con su armada de Mani la, trató el capitán loan de Mendoza Gamboa, que el gouernador don Francisco Tello, le diese licencia para yr al reyno de Sian, con vn nauio mediano, a hazer algunos rescates, y que para mas seguridad de su viaje y despacho, le diese el gouernador cartas para el rey de Sían, que por ellas entendiese, le embiaua por su embajador y mensajero, a continuar la paz, amistad, y contratación, que loan Tello de Aguirre (el año antes) auia tratado con el Sian; y para facilitar mas esta su pretensión, viendo que don Luis Dasmariñas (que yua a Camboja) dejaua en Manila algunas municiones, y otras cosas conuenientes a su armada para otra ocasión; se ofreció, a que las embarcaría en su nauio, y haría su viaje por Camboja, donde suponía auia de hallar a don Luis Dasmariñas, y se las dejaría. Pareció al gouernador lo vno y lo otro a proposito, y auiendole dado los despachos necesarios, salió de Manila con su nauio, llenando por Piloto a loan Martínez de Chaue, que lo auia sido de loan Tello, quando fue a Sian: y algunos compañeros marineros é Indios de la tierra, con cantidad de siguei y otros rescates, y con las municiones y bastimentos que auia de Ueuar a don Luis; embarcóse con el, fray loan Maldonado, con vn compañero, relijiosos de la orden de sanctü Domingo, persona graue y docto, y muy particular amigo de don Luis Dasmariñas, a quien su religión gusto de embiarle para su compañía. Salieron de Manila (sin saber de la perdida de. don Luis) dos meses después que se auia hecho á la vela, y atrauesando por cima los bajos, llegaron con breuedad á la barra de Camboja, y subieron á la corte, donde hallaron la galeota de la armada, y supieron no auer llegado los demás nauíos della. Fueron bien recebidos del rey, y alojados con Diego Belloso y Blas Ruiz, y Luis Ortiz y sus compañeros, fueronse entreteniendo, sin dejar salir a loan de Mendoga de Camboja con su nauio, hasta saber de don Luis Dasmariñas, que algunos días después, entendieron de nauíos de Chinos y por otras vías, que auia arribado a China, con trabajo y necesidad, y que alli, se quedaua aprestando para seguir su viaje, que aunque les pesó de este suceso, les quedó esperanza, de que con breuedad seria en Camboja, con los dos nauíos de su armada. En este mismo tiempo, vn mestizo hijo de Portugués y de Tapona, que residía en el Japon, llamado Gouea, con vn junco que tenia en el puerto de Nangasaqui, juntó algunos compañeros mestizos y Japones y Portugueses, para salir por la costa de China, Champa, y Camboja, a sus auenturas, á rescatar, y principalmente a hazer presas, en lo que se le ofreciese en la mar. Embarcóse en el vn Castellano, que auia quedado en Nangasaqui, desde la perdida del galeón sant Felipe, que yua á la Nueua España, el año de nouenta y seis, llamado don Antonio Malauer, soldado de Italia, que de la nueua España auia pasado a las Filipinas, por capitán y sargento mayor de la gente de guerra, que el Doctor Antonio de MORGA lleuó aquel año, en la armada de la nueua España, a Manila. Pareciendole, a don Antonio Malauer (que rio auia querido boluer a Filipinas) que por aquella vía pasaría á la India y a España; y que en el camino, le cabria alguna parte de las malas ganancias de aquel viaje, se embar có con Gouea, y los de su compañía, y auiendo corrido la costa, y tenido alguna noticia, de la entrada de Españoles en Camboja, per suadió a Gouea entrasen el rio de Camboja, donde auian de hallar Españoles, y las cosas en punto, que podrían ser de efeto en aquel reyno y medrar mas que en la mar. Entrados hasta Chodermuco, se juntaron con los Castellanos y Portugueses, y fueron recibidos por de su compañía y quenta, y como vnos y otros (que era vn ra zonable numero de gente) vieron la tardanga de don Luis Dasmari ñas, haziendo cabega a fr. loan Maldonado, y a Diego Belloso y Blas Ruis; comentaron (de por si) a tratar con el rey Prauncar, de su asiento y comodidades; y de que, se les diesen tierras y arros de que sustentarse, y de mas cosas prometidas; porque de las que aula dado Belloso y a Blas Ruis, no tenían el vso y aprouecliamíento que auia menester. Aunque el rey les daua buenas esperangas a todo, nada concluía: impidiendo, la madrastra y Mandarines de su parcialidad, que quisieran ver los Españoles y dos del reyno, y se animauan cada día mas a ello, con la tardanga de don Luis Dasmariñas; y asi, los Es pañoles, gastauan tiempo en yr y venir de sus alojamientos á Ja ciudad, a negociar con el rey; de cuyas respuestas y entretenimien tos, vnas vezes venían contentos y otras no tanto. Cerca de lÓs mismos alojamientos de los Españoles, tenia Ocuña Lacasamana el suyo, con sus Malayos y como moros tan contra rios en ley y pretensión, no tenían buena vezíndad vnos con otros; y vuo vez, que auíendose ofrecido vna pendencia entre los Espa ñoles y Malayos, salieron de ambas partes algunos muy mal heri dos, y entre ellos el alférez Luys Ortiz, cabo de la galeota, pasadas ambas piernas con mucho riesgo, de que el rey Prauncar mostraua pesarle, pero no se atreuia a hazer castigo ni enmienda de estos daños. Estando las cosas muy enconadas y el Malayo con mal ani mo contra los Españoles, vn día que estañan en la ciudad, fr. loan Maldonado, Diego Belloso y Blas Ruyz, y auian dejado en los alojamientos por cabega, a Luys de Villafañe, por el impedimento de Lüys Ortiz, de sus heridas y enfermedad, se ofreció en el alojamiento con el Malayo otra pendencia, que tomándola por ocasión, Luys de Villafañe se determinó, con algunos Españoles que le siguieron, a juntarse con Gouea y los suyos, y dar sobre los Malayos y sus alojamientos, y ropa que tenían, y saquearlos; y mouídos de su colera, y mas de la cudicia, lo pusieron en ejecución, auiendo muerto muchos Malayos, y tomadoles cantidad de ropa, se recogieron y fortificaron en su alojamiento, y en el nauio del Xapon. <br />
Sintiólo mucho el Rey y sus Mandarines, y no menos, fr. loan Maldonado, y Belloso y Blas Ruyz que estauan en Chordemuco, pero mucho más Ocuña Lacasamana, viendo su daño é injuria, quebrantando las pazes, que tan poco auia asentado, sobre las contiendas pasadas; y aunque fr. loan Maldonado, y Belloso y Blas Ruiz, fueron luego á los alojamientos a remediar la cosa, hallaron la tan estragada, que ni aun el rey Prauncar, que se quiso meter de por medio, lo pudo componer; y avisó á los Españoles, mirasen por sus personas, por que via su parte cayda, y muy a riesgo, sin que el lo pudiese remediar. Fray loan Maldonado y su compañero, aunque hazian rostro al negocio, en compañía de Diego Belloso y Blas Ruiz, todavía se recogieron al nauio de loan de Mendoga por mas seguro, y lo mismo hizieron algunos Españoles, Diego Belloso y los demás con Blas Ruiz, estribando en la amistad con el rey, y seruicios hechos en la tierra, se conseruauan en ella, aunque con el mayor recato y guardia de sus personas que podían. <br />
El Malayo Lacasamana, con su gente y Mandarines de su parcialidad, y espaldas que la madrastra del rey le hazla, no perdió mas tiempo, ni la ocasión que tenia entre manos, y de vn golpe por mar y por tierra, acometió á los Castellanos, Portugueses y Japones, y hallándolos diuididos (aunque algunos hizieron la resistencia que pudieron) los acabó a todos, y entre ellos a Diego Belloso y á Blas Ruiz de Hernán Geniales, y les quemó sus alojamientos y embarcaciones, sino fue la de loan de MendoQa, que temiendo el peligro, fue saliendo el rio abajo la buelta de la mar, y se defendió de algunos Paroes que yuan tras el, lleuando consigo a fr. loan Maldonado y su cortipañero, y algunos pocos Españoles; y en tierra, solo queviuo vn relijioso de san Francisco, con cinco Indios de Manila y vn Castellano, llamado loan dias (que el rey Prauncar hizo con mucho cuydado esconder en el campo, pesándole mucho de la muerte de los Españoles: y aunque aconsejó al frayle, que hasta que se sosegase el Malayo, no saliese en publico, (pensando este religioso se podria huyr de su furia) salió con dos Indios para huyr del reyno, donde fueron hallados, y muertos con los demás, quedando loan dias y tres Indios (por muchos dias) en su retiramiento, hazlendoles el rey espaldas, hasta que tras de otros sucesos, pudieron parecer; con lo qaal, quedó la causa de los Españoles en Camboja acabada, y tan por el suelo, que el moro Malayo y sus parciales, quedaron dueños de todo, tratando las cosas del reyno, tan sin respeto del rey Prauncar, que vltimamente, también le mataron; con que de nueuo se 1er uantaron, y alborotaron las prouincias, tomando cada vno lo que podía, siendo todo confusión y mayores rebueltas que auia antes auido (87).<br />
El presidio de los Españoles que quedó en la Caldera, quando D. loan Ronquillo saco el campo del rio de Mindanao, estuuo a cargo del capitán Villagra, por la muerte del capitán loan Pacho en lolo, y padecia necesidad de bastimentos; por que, ni los del rio se los podían dar á los Españoles, ni los loloes se los proueían, por estar declarada la guerra con ellos; y asi, hazian instancia al gouernador don Francisco Tello, para que socorriese aquel presidio de bastimentos, soldados y municiones, o los mandase retirar a Manila (que era lo que mas deseauan) pues alli no se les seguía otro fruto particular, que padecer hambre, y estar encerrados en aquel fuerte, sin tener a do buscar la vida. El gouernador, viendo la instancia que en ello se hazia, y hallándose con poca sustancia de dineros en la caja real, de que proueer el dicho presidio, y con que mantenerlo; y por la misma razón se dilataua el castigo, que se auia de yr a hazer á los loloes, por los delitos que auian cometido contra los Españoles, y su algamiento, y que el boluer sobre las cosas de Min danao, iua muy á la larga, se inclinó, a escusar el trabajo y cuyda do, en mantener y sustentar el presidio déla Caldera; y para hazer lo con honesta disculpa, lo consultó á la audiencia y otras personas inteligentes, pidiéndoles le diesen su parecer, dándoles a entender su deseo, y algunas razones, con que pretendió persuadirlos, a que conforme a el le respondiesen. El audiencia le aconsejo, que no qui tase ni algase el presidio de la Caldera, sino que los socorriese y mantuuiese, y que con la mayor breuedadque fuese posible, se fue se á lo de lolo y el rio de Mindanao, aunque fuese quitando (lo que para ello fuese menester) de qualquier otra parte, por ser la necesidad mayor, y a que mas convenia acudir en las islas, asi para pacificar aquellas prouincias, como para tenerlas enfrenadas, para que se alentasen, viendo salidos los Españoles de todas ellas, y pasasen con su atrevimiento adelante, bajando á hazer presas á los pintados, y meter la guerra dentro de casa. Sin embargo desta respuesta, el gouernador se resoluió, a quitar y algar el presidio, y embió orden al capitán Villagra, para que luego quemase el fuerte, que estaua hecho en la Caldera, y se retirase con toda la gente y nauios que te nían consigo, y se viniese a Manila, que se ejecutó con breuedad, por que el capitán y soldados del presidio, no esperauan otra cosa, para desmantelarlo y venirse (88).<br />
Como los loloes vieron salir de la tierra los Españoles, se persuadieron no boluerian mas á Mindanao, ni tenían fuergas para ello, y cobraron nueuo brío y esfuerzo, para juntars e con los Buhahayenes del rio, y armar cantidad de caracoas y otros nauios, para salir á las costas de Pintados, a robarlas y ha zer cautiuos. Los Tampacanes, que perdieron la esperanza de auer de ser mas ayudados de los Españoles y de su buelta al rio, pues también auian desamparado el presidio de la Caldera, y salidose de la tierra, para escusar la guerra y daños, que de sus vezinos los Bu hahayenes reciban, se acordaron y juntaron con ellos, boluiendo to das Jas armas contra ios Españoles, prometiéndose, auian de hazer en su tierra muchas entradas y ganancias, y asi se puso su armada a punto, con dos principales, por cabegas que la gouernasen, de los platicos del rio de Mindanao, llamados Sali, y Silonga: y por el mes de lulio, del año de nouenta y nueue, con la moncion de los ven dauales, salieron del rio de Mindanao, en denianda de las islas de Otón y Panay, y sus vezinas, con cinquenta caracoas, y en ellas, mas de tres mil hombres de guerra, con arcabuzes, campilanes, y cara sas, y otras armas en astadas, y mucha verseria: y pasando por la isla de Negros, fueron al rio de Panay, y entrando por el, hasta la poblazon principal del dicho rio, donde estaua el alcalde mayor, y algunos Españoles, cinco leguas el rio arriba, la saquearon, y que maron las casas y yglesias, y cautiuaron muchos naturales Christia nos, hombres y mugeres y niños, haziendo en ellos muchas muer tes, crueldades y daños; siguiéndolos con algunas embarcaciones, el rio arriba mas de diez leguas, sin dejar cosa en pie; porque el al calde mayor, y los que pudieron, se metieron la tierra a dentro por los montes huyendo, y asi tuuieron mas lugar los enemigos, para hazer lo que quisieron, y se salieron del rio de Panay con su arma da, dejando quemadas todas las embarcaciones que en el auia, lle nos de la ropa que auian saqueado, y de cautiuos Christianos. Lo mismo hizieron en las demás islas y poblazones que pasauan, con que boluieron a Mindanao, sin que nadie les ofendiese, con mucho oro y ropa, y mas de ochocientos cautiuos, sin los que dejaron muertos. En Mindanao partieron la presa, y quedaron de acuerdo, para el año siguiente, de hazer mayor armada, y boluer mas de pro posito a hazer Ja guerra. % <br />
Fue de tanto daño, este atreuimiento de los Mindanaos, en las islas de Pintados; asi, por el que hizieron en ellas, como por el mie do y temor que los naturales les cobraron, por hallarse en poder de los Españoles, que los tenían sujetos y tributarios, y desarmados, de modo, que ni los amparauan de sus enemigos, ni los dejauan con fuergas para poderse defender, como lo hazian, quando no auia Es pañoles en la tierra, que muchas poblazones de Indios pacíficos y sujetos, se algaron y retiraron á los Tingues, no queriendo bajar a donde tenían las casas, y sus justicias, y encomenderos; y estuuieron (como cada dia lo dezian) con voluntad de alearse y reuelarse todos, que con algunas promesas, y regalos de sus encomenderos y relijiosos, se aplacaron y boluieron a reduzir, con mucha lastima y sentimiento, por los daños recebidos. Y aunque estos, en Manila se sentían, y mas los que adelante se csperauan de los enemigos, por hallarse el gouernador poco preuenido de nauios, y lo demás necesario para la defensa, no se hazia mas que sentirlo, y caer en quenta del daño que se auia seguido, de auer algado el campo del rio de Mindanao, y desmantelado el presidio de la Caldera. Luego que el tiempo dio lugar, boluieron los Mindanaos y loloes, con gruesa armada, de mas de setenta nauios, bien armados con mas de quatro mil hombres de guerra, con los mismos Silonga y Salí, y otros principales de Mindanao y lolo, sobre las mismas islas dé Pintados; con determinación, de tomar y saquear la villa de Aré nalo de Españoles, que está poblada en Otón; de cuya salida, auien do tenido noticia el capitán loan García de Sierra, alcalde mayor de aquella prouincia, y del disignio que el enemigo traía, acudiendo á lo mas necesario, juntó en la villa todos los Españoles que en ella y su comarca auia, y se metió con todos ellos dentro, reparando (como pudo) vn fuerte de madera que tenia, donde recogió las mugeres y haziendas; y con los Españoles (que serian setenta hombres) con sus arcabuzcs, aguardó a el enemigo, que auiendo querido acometer otra víG7. el rio del Panay, dio la buelta por isla de Negros, sobre la villa de Areualo y surgió en ella junto á la poblazon de los naturales, y echó mi ! y quinientos hombres en tierra, con arcabuzes y campilanes, y carasas, y por no detenerse, caminó á la poblazon de los Españoles, que era lo que pretendia, saliéronle al encuentro los Es pañoles repartidos en tropas arcabuzeando á los enemigos, y dieronles tanta priesa, que les obligaron a boluera espaldas, bueltas, a embarcarse en sus caracoas, y con tanta confusión, que mataron muchos Mindanaos, antes que se pudiesen embarcar. El capitán loan García de Sierra, que andaua á cauallo, se empeño tanto en los enemigos, á la lengua del agua, que (cortándole las piernas á la yegua en que yua, con los campilanes) vino a el suelo, donde lo mataron. El enemigo se embarcó, con mucha perdida de los suyos, y hizo alto en la isla Guímaraez, que está a vista de la villa, y asi hi zo reseña de su gente, heridos y muertos (que no fueron pocos) y entré ellos vno de los mayores principales, y cabegas de gente, y haziendo muestras de mucho sentimiento y dolor, salió la buelta de <br />
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por el D. Antonio de Alarga, Qp <br />
Mindanao, tocando sus campanas y tifas, sin deterse mas en Pinta •dos, licuando desta jomado poco prouecho y ganancia, y mucho daño y perdida de su gente y reputación, que llegados a lolo y Min •danao, se sintió mucho mas; y se trató, para enmendar este suceso, á la moncion primera, boluer con mas gente y armada sobre los Pintados, y lo acordaron. Tratando atrás de las cosas del Japon, se llegó a dczir la perdi da de la nao sant Felipe en Hurando, en la prouincia de Toca; y el martyrio de los relijiosos Descalzos de sant Francisco, en Nan igasaqui; y salida de los Españoles y relijiosos, que alli auian que dado, sino fue fr. Geronymo de JESVS, que mudado el habito, se -entró escondido la tierra a dentro, y como después de aucr respon dido Taicosama al gouernador de Manila, con don Luis Nauarrete su embajador, escusaodose de lo sucedido; se auia mouido (á per suasión de Faranda Quiemon y sus valedores) a embiar vna arma da sobre Manila, y auia proueido a Faranda, para el despacho della, de arroz y otros bastimientos, y el la auia comcngado á aprestar, y no se auia dado maña a ponerla en el punto que auia ofrecido, con que la cosa se auia entretenido y quedado asi. Lo que tras esto su •cedio fue, que Taicosama enfermó en el Miaco, de vna graue do Jencia, de que murió, aunque le dio lugar, a que dispusiese de su sucesión, y gouierno de su reyno, y que se continuase el Imperio, en vn solo hijo de diez años que tenia. Para lo qual, puso los ojos en el mayor Tono señor que auia en Japon, llamado Yeyasudono, ¡señor del Quantó, que son vnas prouincias á la parte del Norte, que tenia hijos y nietos, y mas mano y poder en el Japon, que otro del reyno. Llamóle á la Corte, y dixole, queria casar su hijo con su nieta, hija de su hijo mayor, para que sucediese en el Imperio: Y efectuó el casamiento, dejando el gouierno de Japon (entre tanto •que su hijo tenia mas edad) a Yeyasudono, en compañía de Guení fuin, y Fungen, y Ximonojo. Y Xicoraju, sus grandes priuados, y de su consejo: por cuyas personas y manos, auia algunos años que pasauan las cosas de su gouierno, para que todos juntos las conti••nuasen después de su muerte, hasta que su hijo fuese de edad para gouernar por su persona; al qual, dejó nombrado y recibido del reyno, por sucesor y señor supremo del Japon. Muerto Taicosama, año de mil y quinientos, y nouenta y nueue. Los cinco gouernadores, pusieron á su hijo en guardia y custodia, en la fortaleza de Vsaca, con el seruicio y aparato, que a su persona se deuia, y ellos quedare en el Miaco gouernando, en que entendieron algún tiempo, con que ceso de todo punto, la pretensión de Faranda Quiemon, de ha<br />
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•Jóo Sucesos de las islas Filipinas^ <br />
zer jornada sobre Manila, y no se trató mas della. Y como las cosas del Japon nunca tienen asiento, sino que siempre an andado rebuel tas, no pudieron durar muchos dias, en este estadoque Taico las dejó; por que, con el nueuo gouierno, y auer venido á la Corte, y á las otras prouincias del Japon, los Tonos, y señores, y capitanes y solda dos que el Combaco en su vida, auia ocupado (por diuertirlos de las cosas de su reyno) en las guerras de Coray con el rey de China, se Comen;aron a destemplar y corromper los humores, de manerá> que los quatro gouernadores, anduuieron en sospechas y diferencias con'Yeyasudono; temiéndose, que su manera de gouierno y proce der, se enderegaua (como poderoso) a tomar para si el Imperio, ex cluyendo y no haziendo caso del hijo de Taico, casado con su nie ta. Encendióse mas esta llama, por que muchos Tonos y señores del reyno, sentían de la cosa de la misma manera, y agora fuese, por desear la sucesión en el hijo de Taico, o por que quisieran ver rebuelta la feria, para hazer cada vno su negocio (que esto era lo mas cierto) y no la afición de Taicosama; que como tirano, ma& auia sido temido que amado, estos persuadían á los gouernadores^ hiziesen rostro á Yeyasudono, y le impidiesen sus intentos. Con este calor, se le opusieron tan de veras, que se declararon del todo,. y á Yeyasudono le conuino, salirse del reyno del Miaco, y yrse a. sus reynos del Quantó, para asegurar su persona, y boluer con fuerja de gente á la Corte, para ser obedecido. Los gouernadores, vistolo que trataua, no se descuydaron, y hizieron gente, y pusieron e a campo, dozientos mil hombres de guerra; con losquales, se juntaron los mas Tonos del Japon, y señores del, Christianos y gentiles; y Iosmenos, quedaron á la parte y deuocion de Yeyasudono, que bajócon la breuedad que pudo, del Quantó, en busca de los gouernadores y de su ejercito, para darles la batalla con cien mil hom-^ bres: pero buena gente de sus reynos. Juntándose ambos ejércitos, se dio la batalla de poder, a poder; en el discurso de la' qual^ sucedieron varias cosas, que tuuieron dudoso el suceso, hasta que pasándose mucha gente del campo de los gouernadores, al de Ye yasudono, se sintió la mejoría de su negocio, y se declaró por el la victoria con muerte de mucha gente, y de muchos señores, vinie-* ron los que restaron (escapándose muy pocos) a manos de Yeyasudono, y entre ellos los quatro gouernadores. Y auiendo cortado los. mas de los Tonos, y a otros quitado sus señoríos y prouincias, y proveído lo todo de nueuo, en personas de su deuocion y parcialidad, hizo justicia particular de los gouernadores, (después de auef buelto á la Corte, triunfando de sus enemigos, y apoderado de todo el reyno) mandándolos luego crucificar y cortar las orejas, y traer los por las calles de las ciudades principales, de Vsaca, Sacay, y Pugimen, y el Miaco, en carros, hasta que murieron en cruzes, con •otros tormentos; que auiendo sido estos, por cuya industria y con ;sejo, pocos años antes, Taico auia hecho lo mismo de los frayles Descalgos que martirizó, se puede entender, los quiso Dios castigar también en este mundo, con el mismo rigor. Quedo con esto Yeyasudono, en el gouierno vniuersal del Japon, •como Taico ¡o tenia, sin sacar al hijo que dejo de la fortaleza de Vsaca, antes le puso mas guardia, y mudando el nombre (como lo acostumbran los señores del Japon) se llamo Daifusama por mas dignidad. % Fray Gerónimo de JESVS, compañero de los martyres, que queio escondido en Japon, por la persecución del tirano Taicosama, y se entretuuo la tierra dentro el abito mudado entre los Christianos, •de manera, que aunque fue buscado con cuydado, no pudo ser des •cubierto, hasta que muerto Taicosama, y apoderado Daifu del go uierno, se vino al Miaco y tuuo orden de darse á conocer a vn criado de Dayfu, y dezirle muchas cosas de las Filipinas y del rey de España, y de sus reynos y señoríos; especialmeute, los que tenia en la nueua España y Perú, de quienes las Filipinas dependían y tenían •correspondencia, y quan bien le estaría a Daifu la amistad. y trato con los Españoles. Todas estas cosas tuuo lugar el criado de Daifu de contárselas, el qual, muchos días auia, que el trato y comercio jue los Portugueses tenían asentado en Nangasaqui, deseaua tener lo en sus reynos del Quanto, de que era señor natural, para el no blecimíento dellos, y pareciendole, que por este camino se podía en •tablar, por lo que fr. Geronymo referia, lo hizo traer ante sí, y preguntándole quien era, le contó como auia quedado en Japon, des pués del martirio de sus compañeros, y que era religioso, y de los que el gouernador de Manila auia embiado, (viuiendo Taicosama) a tratar de la paz y amistad con los Españoles, y auian padecido, como era notorio, auiendo conuertido Christianos, y tenido algunos espítales y casas en la Corte, y otras ciudades del Japon, curando los •enfermos, y haziendo otras obras de piedad, sin pretender otro pre •tni'o ni interese, mas que seruir a Dios, y enseñar á las almas de aquel j:eyno, la ley y camino por do se auian de saluar, y seruir á los prójimos : en esto, y eri obras de caridad, especialmente á los pobres, como el y los de su religión lo profesauan, sin buscar ni tener bieries ni hazíendas en la tierra, viuiendo y sustentándose de solas las limosnas que para ello les dauan. Tras estoje dijo, quien era el rey de España, y como era Christiano, y los grandes reynos y estados-- que en el mundo poseía en todas partes, y que la nueua España, Pi ru, y Filipinas, y la India eran suyas, y todo lo gouernaua y defen día, procurando principalmente, el augmento y conseruacion de la fé de nuestro Señor lESV CHRISTO, Dios verdadero, que crio el -vniuerso; dándole a entender otras cosas tocantes á la religión, Christiana, como mejor pudo, y que si quería amistad con su Ma gestad, y sus'vasallos de Manila, el ternia mano para asentarla, y con sus Virreyes de la nueua España y Piru, que le seria muy vtil y prouechosa, para todos sus reynos y señoríos de Japon. Esto vltimo, de la amistad y trato con los Españoles, por el pro uecho é interese, que dello se le podia seguir se le asentó mejor a Daifusama, que lo que auia oydo de la religión, y aunque no la repro uo, ni dijo nada acerca della, solo trató en esta vista y en otras, que con el tuuo fr. Geronymo (que ya auia salido en publico, por per miso de Daifu con su habito de religioso, y le daua lo necesario para su sustento) de lo que era amistad con el gouernador de Manila, y que los Españoles della viniesen con sus nauios, y rescates cada año ai Quantó, donde ternian puerto, y su contratación asentada, y que sus Japones desde allí tan bien nauegasen á la Nueua España, donde tuuiesen la misma amistad y trato, y por entender que el viaje era largo, y que para el auia menester nauios de Españoles, en que ha zerlos, que el gouernador de Manila le embiase maestros y oficiales que los fabricasen, y que en dicho reyno y puerto principal del Quanto (que como está dicho) es á la vanda del Norte del Japon,. tierra de montañas, y abundante de minas de plata, que no se b e nefician por no auer quien lo sepa hazer, ternian su casa y moradafr. Geronymo y los compañeros que mas quisiese entre los Españoles que alli viniesen, como los de la compañía de JESVS, la tenían, con los Portugueses en Nangasaqui. P'r. Geronymo, que por qualquier vía que fuese, deseaua boluer a restituyr la causa de susreligiosos, y de la conuersion del Japon, por su mano, como auian coiftengado viuiendo los mártires, y que este fin todo lo mouia, no dudo de facilitar vna y muchas vezes sus deseos a Daifusama, y certificar le ternian cierta conclusión por medio suyo, y que en na da auria dificultad que lo impidiese, con lo qual Daifu se le mostraua fauorable, y mas afecto á las cosas de Manila que lo auia sidoTaito su predecessor, asegurando haría buena acojida á los Españoles en el Japon, y que los nauios que alia fuesen de arribada, o eti otra qualquier manera los mandaría auiar y despachar de todo lo neceisárió, y no consentiría que ningún Japon saliese a robar, ni ha zer daños en las costas de Filipinas. Y por que supo, que de la isla de Zazuma, y de otros puertos de los reynos de abajo, auian aquel año salido seis nauios de cosarios Japones, que tomaron y ro baron dos nauios de Chinas, que entrauan en Manila con sus. mercaderias, y hecho otros daños en la costa della, los mandó lue go buscar en su reyno, y auiendo sido presos, mas de quatrocientos hombres, a todos los hizo crucificar. Y asi mismo mandó, que los nauios de harinas, y otras mercaderias que yuan cada año de Nan gasaqui a Manila, no fuesen de alli adelante tantos, sino los que bas tasen para la prouision de Manila, con licencia y voluntad del gouernador della, por que alia, no pudiesen ser de daño ni perjuyzio. Como Daifu apretaua cada dia mas a fr. Geronymo, para lo que el aula tomado a su cargo, le dijo fr. Geronymo que ya auia escri to, y escriviria de nueuo sobre las dichas materias, al gouernador y audiencia real; que en Manila auia, y pidió a Daifu, que estas cartas y recaudo las llenase (para que fuese con mas autoridad y crédito) criado y persona de casa de Daifu, el qual lo tuuo por bien, y las despachó con el capitán Chiquiro Japon infiel su criado, que lleuo vn presente de armas diferentes al gouernador, y las cartas de fr. Geronymo sin carta particular de Daifu, mas de que en su nom bre fr. Geronymo dezia escribía, y pedia y daua a entender el mejo r estado, que ya tenían las cosas de la paz y amistad de las Filipinas con el Japon, y lo que Daifu prometía y aseguraua, y que para afijar esto mas, el le auia prometido, que los Españoles irían con sus nauios de trato al Quantó, y que el gouernador le embiaria maestros y oficiales para fabricar nauios, con que nauegar desde el Japon á la Nueua España, y el trato y amistad con el Virrey della, y que ya le auia dado licencia Daifu, para que fuesen religiosos a Japon, y hiziesen Christianos, y fundasen yglesias y monasterios, y le auia dado vn buen sitio para vna, en el Miaco, donde quedaua, y lo mismo seria en las demás partes y lugares del Japon, que quisiesen. Esto añadió fr. Geronymo, á lo que Daifu auia tratado, y lo dijo con artificio y maña; para mouer á los religiosos de las Filipinas, a que todos tomasen de mejor gana a su cargo, la solicitud del negocio con el gouernador y audiencia, para que con mas facilidad se viniese en todo ello, por no perder lo mucho que ir. Geronymo dezia tenia andado (89).<br />
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En el mismo gouierno de don Francisco Tello, por el año de mil y seiscientos, a postreros del mes de Otubre, llego vn nauio de la prouincia de Camarines, anisando, como en vna baía della, á la parte del Norte, veinte leguas del embocadero y Cabo del Espíritu Sancto, auian entrado y surgido dos nauios capitana y almiranta bien artilladas, y con gente estrangera, que como amigos de los Es pañoles, pidieron y rescataron de los naturales arroz y otros basti mentos, de que venían faltos; y luego, se leuantaron y salieron en busca del embocadero, y entraron por el, dejando escritas algunas cartas fingidas, para el gouernador don Francisco Tello; diziendo eran amigos, y venían con licencia de su Magestad a Manila a sus contrataciones; por esto, y por vn negro que se huyó en la isla de Gapu], destos nauios, echándose á la mar, y de vn Ingles que en tierra prendieron los naturales, se entendió, que estas naos eran de Olanda, de donde auian salido, en conserua de otras tres de armada, íon recaudos y patentes del Conde Mauricio de Nasao, que se 11a maua principe de Oranje, a hazer presas en las indias: y que auien do entrando á la mar del Sur, por el estrecho de Magallanes, de los cinco nauios, los tres se auian desaparecido, y estos dos capitana y almiranta corrido la costa de Chile, y tomado en ella dos nauios, y desuiadose de la costa de Lima, auian pasado de mar en fuera, y hecho su nauegacion, sin detenerse la buelta de las Filipinas, donde auian entrado con animo de robar lo que hallasen; é informados de que se aguardaua de la Nueua España, vn galeón llamado santo To mas, con la moneda de las mercaderías, de las cargazones de dos años, que de Manila se auian embiado, á la Nueua España, y que dentro de pocos días comengarian a venir de la China, los nauios de mercaderías en que podrían llenar las manos, y que no auia galeras ni nauios de armada en aquella sazón que los pudiesen ofender, se determinaron llegar á la boca de la baía de Manila, y entretenerse por allí, proueyendose de los bastimentos y refrescos que entrasen en la ciudad, y así lo pusieron en ejecución. En la capitana llamada Mauricio, yua por cabega Oliber de nort de Amstradam, con cien hombres, veinte y quatro piegas de artillería de bronze de cuchara, que este nauio fue vno, de los que pocos años se hallaron con el conde de Leste, en la toma de la ciudad de Cádiz, en la almiranta, llamada Concordia, yua por capitán Lamberto Viesman del Roterdam, con quarenta hombres y diez piegas de artillería. Quando estos nauios fueron vistos en la costa de Chile, el Virrey don Luís de Velasco, que gouernaua el Piru, embíó en su busca, y seguimiento por la costa de Píru, y Nueua España, hasta la CaUfornía vna armada dé nauios bien artillados, y con luzida gente, que salió del Callao de Lima, a cargo de don loan de Velasco, que no pudieron hallar al enemigo, por auerse desviado de la costaj y enmaradose siguiendo su viaje á las Filipinas, y con vn temporal que le sobreuino á la armada del Piru, quando boluia de la California, se perdió la capi tana della, con toda la gente, que nunca mas pareció. El gouernador don Francisco Tello, viendo que este cosario se le yua entrando por las islas, por auiso de algunos capitanes y solda dos, que auia embiado por tierra, por las costas de la isla de Luzon, para que no le dejasen echar gente en tierra, ni hazer daño en las poblazones, y de otros nauios pequeños sueltos, que traían al ene migo á la vista, trató de poner remedio a esta necesidad, que pare cía en aquella ocasión bien dificultoso, asi porque se hallaua sin genero de nauios de remos, ni de alto bordo con que salir á la mar, como, por que también tenia poca soldadesca en el campo, que lo mas della lo auia lleuado, y tenia en las prouincias de Pintados, el capitán y sargento mayor loan Xuares Gallinato, con galeras y ga leotas y otras embarcaciones, haziendo defensa á los naturales de los nauios de Mindanaos y Xoloes, que cada ora bajauan á robarlos, y apercibiéndose para la jornada, que en la primera moncion se pensaua hazer de lolo, que ya no se podia mas dilatar. Viéndose el gouernador apretado con esta ocasión, y que el enemigo Holandés podia hazer tantos daños y presas, y irse con ellas, dejando la tie rra perdida, juntó la audiencia y comunicó el caso, pidiendo le ayudasen, los Oydores por sus personas á lo que conuiniese; tratóse, de lo que se auia de hazer, que era poner en defensa el puerto de Cabit, que es dentro de la baía, para que el enemigo no se apoderase del, y de los almazenes y artillería, y astillero de las naos, y que juntamente, luego se hiziese diligencia en armar algunos nauios, con que salir á la mar, y hazer algún rostro al enemigo (quando mas no se pudiese) por que no estuuiese tan de asiento en la tierra, y se saliese de las islas, pues hallándolo todo tan indefenso, y sin resistencia, auia de detenerse, hasta conseguir sus intentos; cuya ejecución, se encargó; a el Doctor Antonio de MORGA; y a el licenciado Telles de Almagan, que se quedase en la ciudad, junto con el presidente gouernador, para la defensa de ella, y aproueer desde alli al puerto de Cabit al Doctor Antonio de MORGA, de lo que vuiese menester, para lo que lleuaua a su cargo, que salió el mismo dia postrero de Otubre de seiscientos, de Manila, con algunos soldados y municiones al puerto de Cabit, y lo puso en defensa con ciento y cinquenta hombres bien armados, arcabuzeros y mosqueteros, que siempre con sus cuerpos de guardia y postas, en los lugares necesarios de dia y de noche) guardaron el puerto. luntó los nauios que en el auia, á la poblazon, lo mas que se pudo cerca del astillero, dondeestaua la fabrica de vna galizabra y vn nauio de Sebu, y otro patache pequeño de Portugueses, que auia venido de Malaca con mercaderías; para defensa de lo qual, en la marina puso y plantó doze plagas de artillería de bronze, de cuchara medianas, con dos de mas alcance, que se plantaron en vna punta, á la entrada del puerto, que vnas y otras jugauan en su defensa, y de los nauios que en el awa: y por la Playa adelante, se hizo vna trinchea de maderos y tablazón terraplenada; tras de la qual, si el enemigo entrase, se cubriese y defendiese la soldadesca de su artillería. Auiendo puesto el oydor asi el dicho puerto, en defensa, trató de acabar la galizabra, aunque le faltaua mucha obra, y vararla al agua, y ponerla á la vela, y asi mismo, de que se aderezase la nao de Sebu, y asistiendo á estas obras, se dio tanta priesa, que puso dentro de treinta dias, la galizabra y nauio de Sebü, de vergas en alto, y los artilló con cada Vtto onze piezas medianas y mayores, que se le embiaron de Mani la, sobre las que auia en el puerto. El cosario llegó á la boca de la baía, que es ocho leguas del puer to de Cabit, no se atreuió a arrojarse en el puerto, como lo auia pensado, por auer sabido de algunos Sangleyes, que sallan con Champanes á la mar, que ya estaua en defensa, pero no entendió, se armaua para salir a el, ni que auia aparejo ni fuerga en aquella sazón para ello, y asi se dejó estar á la boca de la baía, andando con ambas naos y sus barcas, mudándose vnos dias a vna vanda, y otros a otra, tomando los nauios que entrauan en la ciudad con bastimen tos, sin que ninguno se les escapase, y surgiendo á las noches, á los abrigos de la tierra, todo en distancia de quatro leguas de la boca de la baía, sin apartarse mas della, por estar mas a mano, para las ocasiones que se ofreciesen. >» El Doctor Antonio de MORGA, traía a vista del enemigo algunos nauios muy pequeños y ligeros, cubiertos con la tierra, que le dauan cada día auiso, del paraje en que quedaua el enemigo, Y lo que hazia, que era estarse muy de asiento, metiendo sus guardias cada día por las tardes por cima de las cubiertas, con cajas y vanderas, y disparando su mosquetería, con que se reconocía la fuerga, que este cosario traía, y que lo mas y mejor della era en la capitana, que era buen nauio y ligero. Procuraua asi mismo el Oydor, que no saliese champan, ni otro nauio de la baía, por que no tupiese auiso el cosario de lo que se hazia, y teniendo el negocio en este punto, auisó al gouernador lo que estaua hecho, y que si le pareciese, también se armase el patache Portugués, para que saliese en conserua de los dos nauios galizabra y sant Antonio de Sebu, que lo tenia embargado y aderegado para ello; proueyeronse mu niciones, y algunos bastimentos de arroz y algún pescado para los dos nauios, y restaua el armar los de la gente de mar y guerra, que vuiese de salir en ellos, de que auia poco recaudo, y los marineros se escondían y hazian enfermos, y vnos y otros se mostrauan de mala gana, por auer de salir a cosa mas de riesgo y peligro, que de particular aprouechamiento, capitanes y soldados particulares de la ciudad, que no tenian sueldo, ni acostamiento del rey, que pudieran yr á la jornada, no se ofrecían al gouernador para ella, y si alguno lo vuíera de hacer, se disimulaua, hasta saber quien yua por cabega de esta armada, que aunque algunos capitanes de la tierra lo pudieran ser, el gouernador no se inclinaua a encargárselo, ni los demás qui sieran yr debajo de su mano, pretendiendo y presumiendo de si, ca da vno, que podía ser cabega, y que no los auia de gouernar otro su vezino. El gouernador era impedido para salir en persona, y vía, que toda la gente de la ciudad dauan intención, de que si saliese con el armada el Doctor Antonio de MORGA, irían con el, y no repararían en las dificultades que se les ofrecían, que entendida por el gouernador, la voluntad de los que podían embarcarse, y que por otro camino, no se podía efetuar lo que se deseaua, y que la dilación de cada dia era de grandísimo daño; llamó á la ciudad al Oydor, y le trató del negocio, y para que no se le escusase, proueyó vn auto, que luego se le hizo notificar con el secretario del gouierno, ordenándole de par te de su Magestad se embarcase, y fuese por general y cabo de la armada, en busca y seguimiento del cosario, por que de otra manera, según el estado en que las cosas estauan, no podía tener el fia que conuenía. El Oydor, pareciendole, que si lo dejaua de hazer, so le pornia culpa, de auer dejado pasar tan forgosa ocasión, del seruicio de Dios y de su Magestad, y del bien de toda la tierra, y que laa cosas de la guerra auían estado á su cargo, y las auia ma nijado por mar y por tierra, y que le podría ser mal contado, boluer las espaldas en esta coyuntura, buscando le para ella; en especial, haciendo papeles sobre ello el gouernador, para su descargo) obedesció lo que se le ordenó, por el auto del gouernador, y su res puesta, que á la le tra es como se sigue. )»i <br />
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AVTO DEL GOVERNADOR DON FRANCISCO TELLO, Y RESpuesta del Doctor Anionio de Morga. <br />
EN la ciudad de Manila, a primero de Diziembre de mil y seis cientos años, el señor don Francisco Te lio, cauallero de la E orden de Santiago, gouernador y capitán general destas islas Filipinas, y presidente de la audiencia real que en ella reside, dijo. Que por quanto,por auer venido a estas islas, dos nauios de enemigos Ingleses, con acuerdo y parecer de la audiencia real, se trató luego de aprestar armada para salir a ellos y para esto; se acordó, que el se ñor Antonio de MORGA, fuese al puerto de Cabit, y asistiese d la dere go y despacho de los dichos nauios de armada, y defensa de aquel puerto, como parece, por el auto y acuerdo que sobre ello se hizo, en el •libro de los negocios de gouierno, desta dicha audiencia, en postrero dia del mes de Otubre, deste presente año a que se remite. Y en ejecu ción del dicho acuerdo, á asistido hasta agora, en la dejensa del dicho puerto, y despacho y aderego de la dicha armada, que son la nao san Diego de Sehu,y el galeón san Bartolomé, que hizo acabar en el astillero, y echar al agua, y vn patache Ingles que vino de la ciudad de Malaca, y vna galeota que se aderego, y otras embarcaciones meno res, y con la diligencia y cuy dado que en esto á puesto. La dicha ar mada está en tan buen punto, que brenemente se puede hazer á la vela, y todavía, el dicho enemigo está cerca desta ciudad, en la costa de la isla de Miraueles. Y entendiendo muchos capitanes, caualleros y per sonas principales desta república, que el dicho señor Oydor auia de hazer la diclta jornada, se an ofrecido para yr a seruir (a su costa) en ella al rey nuestro señor, en su compañía; y sed hecho grande apa tato, de gente y bastimentos con este intento; elqual cesaría, y se des haira, si el dicho señor Oydor no saliese con la dicha armada, en busca del dicho enemigo, y no avrid efeto lo que se pretende, tan del seruicio de, Dios nuestro Señor, y bien desta tierra; mayormente, siendo como el dicho señor Oydor es, platico en las cosas de la guerra, y que otras vezes á sido general de armadas de su Magestad, por nombra miento suyo; y sido teniente de capitán general (algunos años en este reyno) de que a dado buena quenta, y es bien quisto y amado de la gente de guerra, y la persona que mas conuiene, según el estado de las cosas., y otras justas consideraciones que a ello le nmeuen, para que la dicha jornada tenga efeto y no se deshaga; o a lo menos, no se dilate con daño, y incoueniente. Por tanto, que ordenaua y ordeno a eldic señor Oydor, que pues á criado este negocio, y lo á puesto por su persona en el bueti punto en que esta, y toda ¡a gettte que no es de sueldo (que es mucha) está apercebida a su contemplación, que con la breue dad que fuere posible, se aperciba y vaya por general y cabo de la di cha armada, en busca del enemigo; de que le dará, los recaudos e instruciones necesarias, por que asi conuietie al senado del rey nues tro Señor; de cuya parte le manda, lo haga y cumpla, dándole para, esto, en el tiempo que en ello se ocupare, como Presidente de la dicha real audiencia, licencia y releuacion, para asistir á los negocios de la. dicha audiencia; la qual, le dio en forma, y para hazer la dicJia au sencia, y asi lo proueyó, mandó i firmó de sii nombre, don Francisco Tello; ante mi Garpar de Azcbo.)». <br />
En la ciudad de Manila, d primero de Dcsieinbre, de mil y seis cientos años, yo el secretario de goucrnación, notifique el auto de suso contenido, al señor Doctor Antonio de MORGA. Oydor desta real au diencia; el qual dijo. Que desde primero dia del mes de Nouiembre prójimo pasado, se á ocupado por comisión de la real audiencia de estas islas, en todo lo que en dicho auto se contiene; y en su ejecuciony á hecho lo mas que le á sido posible, y está la jornada en el buen punto, y estado que se sabe, y que si para el buen efeto de lia, y de lo que se pretende de su persona, y hazienda es a proposito, y conuinien te para el seruicio del rey nuestro señor, esta presto de emplearlo todo en el; y hazer lo que se le ordena y manda por el dicho señor Presidente, y que asi, 7io tiene mas vohmtad y deseo, que loque fuere el servicio de Dios y de su Magestad; sobre lo qual, ordene y prouea su señoría, lo que hallare que es mas a proposito, y asi lo cumplirá, y lo firmó de su nombre. Doctor Antonio de MORGA, Gaspar de Asebo. <br />
EL Doctor Antonio de MORGA, sin pedir ni tomar cosa alguna d© E la hazienda del rey, se aprestó de todo lo necesario; para la jornada ; y socorrió algunos soldados necesitados, que se le vinieron a ofrecer, sin otras muchas personas de quenta, que hizieron lo mis mo; de manera, que dentro de otros ocho dias, ya auia suficiente gente para la jornada, con copia de bastimentos, y matalotajes y ar mas, que todos embarcaron; y con la gente auenturera, y con la da paga, que el gouernador dio a el Oydor, de la que en el campo, auia, con el capitán Augustin de Vrdiales, vno bastantemente para armar ambos nauios, Ueuaudo cada vno casi cien hombres de pelea, sin artilleros, marineros, y grumetes; que desto, vuo menos recauda del que fuera menester, proueyo el gouernador por almirante desta • armada al capitán loan de Alcega, soldado antiguo y platico en laa islas, y por capitán de la gente de paga, que auia de yr en su almi fanta a loan Tello y Aguirre, y por sargento mayor, de la armada a don Pedro Tello su deudo, y los demás oficiales y plagas necesa rias, y dio nombramiento y titulo de general de la armada, al Doctor Antonio de MORGA, y la instrucion de lo que auia de hazer, en el discurso del viaje y jornada, cerrada y sellada, con orden de que no la abriese, hasta auer salido á la mar, fuera de la baía de Manila, que es como se sigue. 5* <br />
% INSTRVCION DEL GOVERNADOR PARA EL DOCTOR Anionio de MORGA. <br />
O QVE el señor Doctor Antonio de MORGA., Oydor de la real auL diencia de estas islas Filipinas, y capitán general de la armada que va a buscar al enemigo Yngles, á de hazer es lo siguiente. Primeramente., por quanto el enemigo Yngles (go), contra quien se d hecho esta armada, se tiene nueua que esta en la ensenada de Mar yuma, y si acaso tuuiese auiso de nuestra armada, se podria poner en huida, sin que pudiese ser ofendido, se ordena; que con la mayor bre uedad que pudiere, salga la armada en busca suya, para venir con el á las manos, y pelear con el hasta tomarle o echarle a fondo con el fauor de nuestro Señor. ítem, en el pelear con el dicho enemigo, asi con el artillería como barloando (que esto se á de procurar con toda diligencia y cuydado que ser pudiere) como mas y mejor el tiempo diere lugar, y sí el ene migo se pusiere en huida a vista de la armada, se le seguirá con ella, hasta que se haga el efecto que se desea. Ítem, si al tiempo que la armada saliere al dicho enemigo, se vuiere ausentado de esta costa, y vuiere nueua que a ido por ella; a otra al guna de estas islas; la armada, la buscara y seguirá hasta tomarle, o echarle a fondo; y auiendo salido destas islas el enemigo, lo seguirá quanto pueda, que en esto se le remite, de manera que se consiga lo que se pretende. ítem., que por quanto en vn consejo de guerra que se hizo, en dos deste presente mes y año, por el maese de campo y capitanes que en el "se kallaion, dieron su parecer, que no auiendo nueua cierta, que buel ta y derrota á tomado el enemigo, la dicha armada siga la costa de llocos, la buelta del estrecho de Sincapura por donde los enemigos se presupone, an de pasar para hazer su viaje; no obstante, el dicho con sejo de guerra el dicho señor general, acaeciendo el no tener nueua, que derrota lleua el enemigo; en tal caso, hará lo que le pareciere ser mas conaeniente, como quien tiene la cosa presente, y los enemigos y occasion le dieren lugar, procurando conseguir lo que se desea, que es alcanzar y destruyr al enemigo. Ítem, si la armada encontrare con qualesquier enemigos cosarios, o otros que anduuieren por estas islas, o vuieren salido dellas, hacién doles daño, asi Ingleses, como Japones, Terrenates o Mindanaos, o de otras naciones; los procurará castigar y ofender de manera que en esto también (si acaso se ofreciese) se haga algún buen efecto. ítem, tomándose el enemigo, (como se espera con el fauor de Dios nuestro Señor;) las personas que quedaren viuas y naiiios, traerá la armada consigo. ítem, la presa que se hallare en los dichos nauios, se hará della el repartimiento que se suele liazer en semejantes ocasiones, con los que ganan la vitoria. ítem, se á de tener buena qtienta con que la gente de la armada, vaya pacifica y bien disciplinada; y a cerca desto, se guarde lo que en semejantes ocasiones se suele hazer. ítem, aya toda buena orden en los bastimentos y municiones que lleua, y el gasto de todo ello, con mucha moderación; mayormente, si la armada se alargare destas islas. ítem, si acaso, auiendo venido á las manos con el dicho enemigo, ó yendole siguiendo, saliere destas islas; hecho el efeto, procurará dar la buelta, lo 7nas breuemente que pudiere á ellas, y si los tiempos no le dieren lugar a boluer, hasta que haga mondón, se procurará con seruar el armada; proueerla y aderegarla de todo lo necesario, por quenta de su Magestad, para que haga su viaje, con la mayor breue dad y seguridad, que sea posible. Fecha en la ciudad de Manila, a diez de Deziembre, de mil y seiscientos años, don Francisco Tello,por mandado del gouernador y capitán general, Gaspar de Azebo. <br />
EL Oydor con toda la gente se fue al puerto, y hizo la embarca E ción della en los dos nauios, tomando por capitana la nao sant Antonio de Sebu (91), por ser mas capaz para la gente de cumpli miento que consigo embarcaua, y dejando el patache Portugués; por que el gouernador lo auia desembargado, para que los Portugueses se boluiesen en el a Malaca sin perder tiempo; aprestándose con la armada para seruiclo della, dos caracoas esquipadas de In dios, con dos Españoles que las gouernauan. Salieron del puerto de Cabit, y se hizieron á la vela (después de auer confesado y comul gado) a doze días del mes de Deziembre, del año de mil y seiscien tos, lleuando por Piloto mayor, a Alonso Gómez, y en la capitana, al padre Diego de Santiago, con vn hermano lego de la compañía de JESVS, y fr. Francisco de Valdes de la orden de san Augustin; y en la almiranta, fray loan Gutiérrez, con otro compañero de la misma orden, para ló que se ofreciese de su ministerio. El mismo dia llegaron ambos nauios dcsta armada, a surgir de noche, junto á la poblazon, y suridero de la isla de Miraueles, en la boca de la baía, y luego que fue de dia, le salió vn barangai de tie rra, en que venian las centinelas, que el dia antes auia el Oydor étnbiado á la ligera, a que le tuuiesen nueua cierta, de do estaua el • cosario, y le dijeron, que quando la armada venia saliendo del puer to de Cabit, el enemigo se auia leuado también de donde estaua surto, á la vanda del puerto del frayle, y auia atrauesado con ambas naos, metidas dentro sus chalupas, á la otra vanda de mar en fuera, y le auian visto surgir, ya de noche, en frente de la punta de Valeitegui, donde auia quedado. Con esta nueua, entendió el Oydor (que seria posible) auer tenido el cosario nueua de la armada que se hazia, y de su salida, y se auia leuado de do estaua surto; y que pues auia metido dentro de los nauios las chalupas, se hazia á la mar para desviarse de la armada. Luego embio la misma nueua al almi rante, y abrió la instrucion que el gouernador le auia dado, y vien do, que por ella se le ordenaua buscar al enemigo (con toda diligen cia) y lo siguiese, y procurase pelear con el, pareció abreuiar con lo que se auia de hazer, y no perder tiempo, ni dejar al enemigo alejar. En esta conformidad, gastó el armada este dia de santa Luzia, treza de Diziembre, en hazer pauesadas, poner en punto el artillería, alis tar las armas, repartir los puestos, y apercebirse para pelear el dia siguiente, que se entendía auerse de ver con el cosario; y el Oydor embió instrucion particular por escrito al almirante, de lo que auia de hazer y guardar por su parte; principalmente, en que viéndose con el enemigo, ambos nauios auian de barloar y pelear con la ca pitana del cosario, que era el nauio en que traía toda la fuerga, y otras cosas, como de la instrucion se entenderán, que se dio al al mirante, que es, como se sigue. >•« <br />
JNSTRVCION DEL DOCTOR MURGA, PARA EL ALMIRANTE loan de Alcega. <br />
A orden que d de guardar el capitán loan de Alcega almirante L desta arenada del rey nuestro señor, en el discurso deste viaje y nauegacion, es la siguiente. Primeramente, por que el fin con que esta armada se a hecho, es en busca y seguimiento de los nauios Ingleses, que de presente an entrado en estas islas, de los guales se tiene nuetia estar cerca de éste paraje., y conforme á la instnicion que el goiiernador y capitán des tas islas tie ne dada, se an de buscar y seguir con todo cuy da do y diligencia-, a do quiera que pudieren ser anidas, para venir á las manos con los dichos enemigos, tomarlos o echarlos afondo: se d de procurar, que la dicha nao almiranta vaya bien preiunida, y á punto la gente de mar y guerra y artilleria, para poder hazer de su parte el diclw efecto en la ocasión. Otro si, seguirá la dicha almiranta la capitana desta armada, por sotauento della (sino fuere necesario para la luiuegaciou, o alcance de los enemigos yr por el barloucnto) y terna quenta con los demás na uios menores, que van en la armada, para que no se queden ni derro ten, esto sin perjuysio de su nauegacion, y viaje, y conscrua de la capitana, que es lo que mas importa. >* ítem, teniendo ocasión para venir con el enemigo á las manos, pro curará hazerlo finiamente con la capitana, o sin ella, en caso que la capitana esté a sotauento, o en parte que no pueda tan breuemente hazer lo mismo, por que con toda brcuedad y diligencia la capitana procurará ser en su ayuda en qualquier ocasión. Ítem, hallando al enemigo con los dos nauios que trae, se á de pro curar entrar, y barloar á la capitana, que es el nauio en que trae su fuerga, que lo mesmo hará la capitana desta armada. Pero en caso, que la capitana del enemigo no pudiere alcangarse, y estuuiere su al miranta en paraje, que se pueda hazer en ella efecto, se proctirará. Ítem, quando esta armada juere sobre el enemigo, y le barloare; se procurará, que ambas naos capitana y almiranta, barloen ambas por vna vanda, y no pudiendo esto hatearse, terna quenta que la artilleria y arcabuzeria, no nos ofenda a nuestros nauios y gente, y que en esto se tenga la quenta y tiento que ser pudiere. ítem, barloando al enemigo, se proctíre amarrarse con el, y echarle las velas encima, para que no se desabraque; y primero que se le echa re gente dentro, se asegure la jareta, y cubierta del enemigo, limpian la y abriéndola de manera, que sea con el menos riesgo de la gente, que sea posible. En el discurso desta nauegacion, en busca del enemigo, no se dispa rara mosquetería ni arcabuzeria, ni tocara caja, hasta auerle descu bierto, ni se dispara artilleria alguna, por que a de procurar cojer al enemigo surto, y que no sea anisado de la armada que vá en su se guimiento. ' Quando la almiranta tuuiere alguna necesidad grande, de manera que aya menester ser socorrida, largará vnapiega, de la vanda donde fuere Id capitana, la qual sera seña para ser socorrida] y se aduier te, que ía capitana hará lo mismo, en caso que se le ofresca otra tal necesidad. • ítem, quando la capitana pusiere en la obencadura vna vandera, será señal de que llama a consejo de guerra, o a otra cosa importante al almirante, el qual verna d la capitana, con la embarcación que tu uiere mas a mano. ítem, de dos caracoas que van en esta armada, la vna dellas yra 'por junto á la ahniranta, lo mas que le fuere posible, para su serui bio y necesidades. ítem, se terna quenta, con qru las municiones y bastimentos vayan gastándose con quenta, y el mas detenimiento que buenamente se pu diere, por lo que se pudiere alargar esta nauegacion. % ítem, se a de procurar, que todos estos nauios vayan en conserua,y no se dize (en caso que por tormenta o otra necesidad algunos dellos se derrote) el paraje cierto donde á de yr, por no saber el designio ni de rrota que licuará el enemigo] solo se aduicrte, que todos an de yr en su busca y seguimiento, hasta sacarle (quando mas no se aya podido) de todas estas islas, y dejarlas aseguradas y libres del dicho enemigo] y asi tomando lengua del viaje que lleua el enemigo, será lo mas cier to, seguir aquella via, el nauio que asi se derrotare, para boluerse a juntar con la armada. ítem, por quanto el gouernador y capitán general de estas islas, dio conduta de capitán de infanteria, a el capitán loan Tello y Aguirre, que va embarcado en la dicJta. almiranta, de la gente que yo le señala re, le señalo por la presente. La gente de infanteria de paga, que va embarcada en la dicha nao, el tiempo que lo estuuiere, y durare esta dicha jornada] la qual, el dicho almirante entregara a el dicho loan Tello y Aguirre, para que como tal, su capitán la tenga a su cargo, rija y discipline.)» Todo lo qual, es lo que se á de tener y guardar (por agora) en seguimiento deste viaje, y lo doy por instrucion, al dicho almirante y demos personas, a quien toca, en conformidad de la que yo tengo del dicho gouernador y capitán general de estas islas, y enfédello lo firme de mi nombre, en la nao capitana, sobre la isla de Mirautles, miércoles á trese de Disiembre,de mil y seiscientos años. Doctor Anhttio de MORGA. <br />
luntamente, auLsó el Oydor al almirante, que de media noche paía abajo, se leuase la armada de do estaua y saliese de la baía a k mar, hasieado la fuerza de vela que ser pudiese para que, quando amaneciese, se hallase sobre la punta de Baleitigui, a barlouento de do el enemigo auia surgido, el martes á la noche, como las centine las auian dado auiso. A la ora concertada, se leuaron ambas naos, capitana y almlranta de Miraueles, y (siruiendoles el tiempo, aunque escaso) nauegaron lo restante de la noche la buelta de Baleitigui, sin auerlas podido se guir las dos caracoas del seruicio, por auer mar picada con fresco Norueste, que fueron atrauesando á la otra vanda, por dentro de la baía, al abrigo de la isla: y quando vino arayar el dia, se hallaron ambas naos de la armada sobre la punta, descubriendo asotauento vna legua á la mar, las dos naos del cosario surtas, que luego como se conocieron las nuestras, y que traían en las gauias vanderas de capitana y almiranta, se leuaron de do estauan, y hizieron vela, auiendo reforgado la capitana, con vna barcada de gente que sacó de su almiranta; la qual, arribo á la mar, y la capitana se tuuo a orga con el armada, disparando algunas piegas de alcance; la capi tana de la armada, que no podia responderle con su artilleria, por yr cerradas las portas, y amurada de la vanda de estibor, tomo re solución de arribar sobre el enemigo, y se aferró con su capitana por la vanda de babor, barriéndole y limpiándole las cubiertas de la gente que sobre ellas traía; echóle dentro vna bandera con treinta soldados, y algunos marineros, que se apoderaron del castillo, y cámara de popa, tomándoles las vanderas de gauia y quadra, y el estandarte que tenia arbolado en popa, de colores blanca y azul, y naranjada, con las armas de el Conde Mauricio. Desaparcjosele el ár bol mayor, y mesana, de toda la jarcia y velas, y se le tomó vna barca grande que traía por popa. El enemigo que se auia retirado en la proa debajo de las jaretas, viendo sobre si, dos nauios de tanta determinación, embió (por rendido) a pedir al Oydor el partido, a que estandole respondiendo, deuiendo el almirante loan de Alccga,, conforme á la instrucion que oí Oydor el dia antes le auia dado, de barloar, juntamente con la capitana, y aferrarse con ella, parecien dole que ya aquello estaua acabado, y que la almiranta del cosario se yua alargando, y que seria bien tomarla, dejando las capitanas, arribó a popa sobre Lamberto Viezman, con todas las velas, y le si guió, hasta ponerse con el. Oliber de Nort, que se vio solo, y con mejor nauio y artilleria que el Oydor tenia, no espero mas la respuesta del partido que primero pedia, y comengó a pelear de nueuo -qon su mosquetería y artilleria. Fue de ambas partes tan porfiado y reñido el combate, que duró mas de seis oras, entre las dos capita nas, con muertes de ambas partes; pero siempre el cosario Ueuaua lo peor, pues de toda su gente, no le quedaron viuas quinze perso nas, y estas muy estropeadas y hechas pedagos. Vltimamente, el cosario se puso fuego en su nao, cuya llama subia alta por la mesana y parte de popa; fue necesario al Oydor, por no peligrar en su nao, recoger la vandera y gente que tenia en la dol enemigo, y desafe rrarse y apartarse del como lo hizo, hallando que su nao con la fuerga de la artillería de tan largo combate (como nauio poco forti ficado) se auia abierto por la proa, y hazia tanta agua, que sin po derla vencer se anegaua; el cosario viendo el trabajo de su contrario, y que no le podia seguir, se dio priesa con la poca gente que le quedaua, a matar el fuego que su ñaue tenia, y auiendole muerto, se puso en huyda con el trinquete que le auia quedado, y destroca do por todas partes, y desaparejado y sin gente, llegó a Borneo y la Sunda, donde fue visto tan acabado y deshecho, que parecía im posible nauegsr ni pasar adelante sin perderse. La capitana de los Españoles, que estaua bien ocupada, en buscar el remedio de la necesidad, en que se hallaua, no pudo ser socorrida, por estar sola y lejos de tíerfa, con que se fue a pique, con tanta breucdad, que ni desarmarse pudo la gente, ni apercebirse de cosa que los pudiese valer. El Oydor, no desamparó la nao, aunque algunos soldados se apoderaron de la barca que traia por popa, para saluarse en ella, y le dezian se metiese dentro, con que se hizieron á lo largo, y se fue ron, por que otros no se la quitasen. Anegada la nao (con las van deras de c[uadra y estandarte del enemigo, que consigo traía el Oydor) anduuo nadando quatro oras, y vino a salir a vn islote des poblado, dos leguas de alli, muy pequefio, llamado l'ortuna, donde también se saluó alguna gente de la nao, que tuuo mas animo para sustentarse en la mar. Otros perecieron y se ahogaron, que aun no se auian desarmado, y que este aprieto los halló cansados de la larga pelea del enemigo. Los que murieron en esta ocasión, fueron cinquenta personas de todo genero, y los mas conocidos. Los capitanes don Francisco de Mendoga, Gregorio de Vargas, Francisco Rodríguez, Gaspar de los Kios, peleando con el enemigo. Y ahogados en la mar, los Capitanes don loan de Qamudio, Augustin de Vrdiales, don Pedro Tello, don Gabriel Maldonado, don Cristoual de Heredia, don Luis de Beluer, don Alonso Logano, Domingo de Arrieta, Melchior de Fí gucroa, el Piloto mayor Alonso Gómez, el P. fr, Diego de Santiago, y eí hermano su compañero. El almirante loan de Alcega, auiendo alcangado a Lamberto Viezman, poco después de medio día, le. tomó con poca resistencia; y aunque después vio pasar a vna vista huyendo, y tan desaparejada la nao de Olíber iel Nort, no la siguió, y sin mas detenerse, dio la buelta con su Al miranta a Miraueles, dejando la presa con alguna gente de la suya, •que le auia metido dentro para que le siguiese tan poco, busco su •capitana, ni hizo otra diligencia, presumiendo de qualqui'?r mal su ceso que vuiese tenido, se le podria poner culpa por auerla dejado sola con el cosario, y ydo tras Lamberto Diezman, sin orden del ])ydor, y contrauiniendo a lo que por escrito se le auia mandado, temiéndose, que si se juntaua con el, después de la perdida, lo pa sarla mal. El Oydor, venida la noche, en la barca de su nao, que hallo en el islote de Fortun, juntamente con la del cosario, y vna caracoa que allí llegó, sacó de aquel puesto los heridos, y gente que se saluó, de manera, que el dia siguiente los tuuo en la tierra de Luzon, en la barra de Anazibu prouincia de Balayan, treynta leguas •de Manila, a donde los auió, con la brcuedad que pudo. Por otra parte, en embarcaciones ligeras corrió la costa, y islas de su comar ca, en demanda de su almiranta, y de la presa del cosario que se lleuo a Manila, con veynte y cinco hombres viuos, y el almirante, •diez piezas de artillería, y cantidad de vino, azeyte, patios, liengos, armas, y otros rescates que traía. A el almirante y Olandeses de su •compañia, hizo dar garrote (92) el gouernador, que este fin tuuo desta jornada, con que cesso el daño que se entendía hiziera el co sario en la mar, si se dejara estar en ella con el fin que traía, aunque á tanto daño de los Españoles, en la perdida de la capitana, que no la vuiera, si se guardara la orden que el Oydor auia dado. Deste su •ceso, dio certificación al Oydor, el gouernador don Francisco Tello, que es como se sigue. <br />
^CERTIFICACIÓN DEL GOVERNADOR DON FRANCISCO TELLO, de lo sucedido en la jornada con el cosario Hollandes. <br />
ON Francisco Tello, cauallero del habito de Santiago, gouerD nador y capitán general en estas islas Filipinas, y Presi dente de la audiencia y chancilleria real, que en ella resi de, órc. Certifico á los señores que la presente vieren, que auiendo pasado el mar del Sur, por el estrecho de Magallanes, el año pasado de mil y seiscientos, vna escuadra de nauios Hollandeses de armada, a cargo de Oliber de Nort, llegó a estas islas por el mes de Otubre, del dicho año, con dos nauios de armada, y entro por ellas, kaziendo xilgunas presas y daños, hasta ponerse sobre la boca de la bala de esta ciudad de Manila, con disignió de aguardar los naidos, de mercaderías que venían de China-, y el galeón santo Tomas., que se esperaua-. de la Nueua España, con la plata de dos años, de los hombres de ne^ godos deste reyno, y que por acuerdo de la dicha real audiencia, de treinta y vno de Otubre del dicho año, se cometió y encargó a el Doctor Antonio de MORGA, Oydor mas antiguo, que era en la dicha audiencia, fuese luego a el puerto de Cabit, y lo pusiese y tmúese en defensa, y hiziese, y aprestase armada que auia de salir al cosario; en lo qual, se ocupo el dicho Oydor por su persona, con mucho cuy dado V diligencia, teniendo fortificado y en defensa del dicho puerto, y aca bó en. el astillero, y echó al agua vn nauio mediano, y armó y aderegó' otro de particulares que estaua en el puerto, y ambos los puso de ver bas en alto, en espacio de qtiarenta dias. Y para que la jornada se hisiese con mas breuedad, y recaudo de gente de guerra, y de lo mas íiecesctrio (que según el estado que las cosas tenian, no se podian ha~ zer por otra mano) prouei y ordené, al dicho Oydor, en primero de Diziembre del mismo año, saliese con la armada por general de lia, a buscar a el enemigo, y pelear con el hasta destruyrlo, y echarlo destas islas, lo qual hizo y cumplió el dicho Oydor, en esta manera. Que en doze dias del dicho mes de Diziembre se hizo á la vela con dos nauios de su armada del puerto de Cabit, y en catorze del dicho mes, al amanecer, dio vista al cosario fuera de la baia desta ciudad, sobre la punta de Baleitigui, con sus dos naos capitana y almiranta, y le si guio hasta acercarse, y auiendose puesto a punto de combatirse, am bas armadas se acometieron, y el dicho Oydor con su capitana, emvistió con mucha gallardía y determinación, á la capitana del' cosario, y la barloo, (que era nauio grande y fuerte, con mucha arti llería y gente de pelea) y le echó luego dentro vna vandera de infan t,eria, con treinta arcabuzeros y algunos auentureros, y otra gente de mar-, que le ganaron el castillo y cámara de popa, y vanderas que traia; los quales, al fin de la batalla se retiraron a nuestra nao, por el muchoftiego que vltimamente, seyua encendiendo en la del enemigo; y con esto, setrauóla batalla, y combate de ambas partes, y duro mas de seis oras., con mucha artillería, mosquetería, y arcabuzeria, que se disparo de todas partes. Por otra parte, se ganó y tomó al enemigo su almi fanta, que venia a cargo de Lamberto Viezman, con la gente arti llería, y lo demás que dentro traía, y auiendose desabracado las dos capitanas, por el fuego que se auia encendido, y mucha agua que por proa la nuestra hazia, la del enemigo se puso en huyda, con solo el' trinquete, que le auia quedado, con casi toda la gente muerta, auiendo perdido la chalupa y el estandarte, y vanderas de gauía y quadra, y desáparejádo de vergas, velas y jarcia, y la nao abierta por muchas partes, se dejó yr a popa, y se á entendido por diferentes relaciones que á auido, pasó por Borneo con solos quinse o diez y seis hom bres viuos, y los mas estropeados y heridos, y pocos dias después, se acabo de perder junto á la Sunda (g3);y el dicho Oydor, pasó con la gente de su compañía, mucho trabajo y riesgo: por que demás, de algunas personas de quenta, que murieron peleando, por auersele abierto la nao, por la proa como está dicho (por ser nauio feble, y no fabrica do para de armada que no pudo remediar ni vencer el agua que hazia) se le fue a pique el mismo dia, donde se ahogo parte de la gente que en elauia, por hallarse cansados de pelear, y aun no se auer desar mado; y el dicho Oydor (que jamas quiso salir de la nao, ni desam pararla) salió al agua, quando se anegó con la demás gente, y se saluó con ella a nado; sacando consigo algunas de las vanderas del enemi go, en vna isletá despoblada, nombrada Fortun, dos leguas de do fue' la pelea; y el dia siguiente, en algtmas embarcaciones pequeñas que hallo, sacó de alli la gente, y la puso en saluo, en la tierra fiíme desta isla. En todo lo qttal, el dicho Oydor procedió con mucha diligencia y vcílor, poniendo su persona, a todos los riesgos que vuo en la batalla; y después en la mar, sin que por premio dellos se le diese, ni aya dado salario, ayuda de costa, ni otro aprouechamiento alguno; antes, puso y gastó de su hazienda, todo lo que vuo menester para su apresto, en la dicha jornada, y socorrió algunos soldados aventureros que en ella fueron, y de la presa que se gano en la almiranta del cosario que a esta ciudad se trujo, no quiso ni lleuo cosa alguna; antes, la parte que della le podia pertenecer, la cedió y traspasó en el rey nuestro se ñor, y en su real hazienda; con lo qual, se siguió el fin e intento que se pretendió, de destruir y acabar el dicho cosario, tan del seruicio de Dios y de su magestad, y bien des te rey no: como todo lo susodicho mas largamente consta por autos, informaciones y otras diligencias que se an hecho, tocantes a esta jornada. Y de pedimiento del dicho Doctor •Antonio de Morga le di la presente firmada de mi nombre, y sellada con el sello de mis armas, que es fecha en Manila a veynte y quatro dias del mes de Agosto de mil y seyscientos y vn años, don Francisco Tello.% <br />
L mismo año de mil y seyscientos, salieron de Manila, dos na E uios cargados de mercaderías, para Nueua España; por capita na, sancta Morgarita, de que iua por general Juán Martínez de Guillestigui, que el año antes auia venido en este cargo, y la nao sant Gerónimo de don Fernando de Castro; ambas tuuieron tempo rales en el viaje, en altura de treynta y ocho grados; seyscientas leguas de las Filipinas, y padecieron grandes necesidades, y acabo de nueue meses que anduuieron por la mar (con muerte de muchas pepsonas, y alijo y perdida de mercaderias) arribó sant Gerónimo á las Filipinas sobre las islas de los Catenduanes, fuera del embocade ro del Espíritu santo, y alli se perdió auiendo saluadose la gente. La capitana santa Morgarita, muerto el general, y la mayor parte de la gente, arribó a las islas de los Ladrones, y surgió en la Zarpana, don de los naturales que llegaron a bordo, y vieron la nao tan sola y destrozada; entraron dentro, y se apoderaron della, y de la ropa y hazienda que la nao tenia, y la poca gente que en ella iua viua, la licuaron consigo á sus poblazones,. y algunos mataron, y otros los tuuieron en diuersos pueblos, sustentándolos y haziendoles mejor tratamiento: las cadenas de oro, y demás cosas de la nao, traían los Indios al cuello, y colgauan de los arboles y metieron en sus casas, como gente que no lo conocía. <br />
Por mayo, de seiscientos y vno, vino á las Filipinas de la Nueua España, el Galeón santo Tomas con pasajeros y soldados, y el re torno procedido de las mercaderias, que estauan atrasadas ea México, de que venia por general, el licenciado don Antonio de Ribera Maldonado, y por Oydor de Manila. Salió en su conserua, del puerto de Acapulco, vn patache pequeño, que por que no podia nauegar tanto como santo Tomas, a poco dias de nauegacion, que do atrás. Llegado sobre las islas de los Ladrones, algunos nauios de los naturales, salieron á la nao, como acostumbran, y les trujeroa cinco Españoles de la nao santa Morgarita, que el año antes alli se ^uia perdido, de los quales, se entendió la perdida della, y como auian quedado hasta veinte y seis Españoles viuos, en las poblazor nes de aquellas islas; que si se detenían dos dias con la nao, se los íraerian los naturales. <br />
Persuadieron al general, los religiosos y gente que en su compar íiia venia, que pues el tiempo era bonancible, se entretuuiese en paraje, para sacar esta gente de aquellas islas, donde auia vn año -que estauan, y ofreciéronse algunas personas.de mas aliento a yrlog a buscar a tierra, en la chalupa del galeón, y en los mismos nauios de los Ladrones, a que el general no dio lugar, pareciendole se per dería tiempo, y se arriesgaua su nauegacion. Sin licencia del general, se echo en vno de los nauios de los Ladrones, fray loan pobre lego, -que venia por prelado de los relijiosos descalgos de sant Francisco, •que-yuan enbarcados en aquella ocasión a Filipinas, llenáronlo a ticT rra (de la isla de Guan) los Indios, donde quedó con los Españoles que halló. El galeón santo Tomas, sin mas detenerse, siguió su viáje con mucho dolor y sentimiento que les quedó á los Españoles de tierra, por verse quedar entre aquellos barbaros; donde algunos des pués murieron, de enfermedades y otros trabajos, llegó el galeón á los Filipinas, en demanda del cabo de Espíritu santo, y embarcadero de Capul en conjunción de Luna, con reuolucion del tiempo, y la tierra tan cubierta de cerrazón, que hasta estar sobre ella con la nao, no se vio, ni los pilotos y marineros la conocieron, ni el paraje en que estauan, y corriendo á la parte de los Catenduanes, entró en vna baía, que llaman Catamban, veinte leguas del enbocadero, donde se hallaron ensenados, y con tanta mar y viento por popa, que el galeón fue sobre vnas peñas, cerca de tierra; donde aquella noche estuuo muy cerca de perderse con toda la gente. Luego que fue de dia, salió el general con la chalupa a tierra, y hizo amarrar la nao en vnas peñas, y por que el tiempo no mejoraua, y la nao cada ora estaua a riesgo mayor de perderse, y los cables conque estaua amarrada faltauan, determinó descargarla alli, con la priesa que pudo con la chalupa. Púsose luego en ejecución, y sacóse toda la gente, y la plata y mucha de la ropa y hazienda, hasta que en embarcaciones de la tierra, Españoles é Indios de aquella prouincia, lo llevaron todo a Manila, ochenta leguas, parte por mar, y lo demás por tierra; dejand o la nao (que era nueua y muy hermosa) alli perdida, sin que della se pudiese sacar prouecho alguno. El atreuimiento y osadia de los Mindanaos y lóloes, en hazer entradas con sus armadas, en las islas de Pintados, auian llegado a tanto, que ya se esperaua auian de venir hasta Manila, haziendo presas y daños, que para atajarlos, determinó el gouernador don Francisco Tello, el año de seiscientos y dos, en principio del (sacando fuergasde flaqueza) se hiziese luego sin mas dilación, la jornada de lolo, para su castigo y pacificación; con la armada y gente que tenia en Sebu y los Pintados, el capitán y sargento mayor, loan Xuarez Gallínato, y con alguna mas gente, nauios y bastimentos que se le embiaron, con las intruciones y recaudos necesarios, para que entrase en la isla y castigase al rey, y naturales della, y la pacificase y redujese á la obediencia de su Magestad, que con esto (hasta que vuiese lugar para yr á lo de Mindanao, que cae muy cerca de lolo, se enfrenaría la desemboltura, que el enemigo traía, y teniendo la guerra en su casa, no saldría fuera a hazer daños. Partió el capitán GalHnato a esta jornada, con docientos Españoles de guerra, nauios, artillería y los bastimentos que para quatro meses (que parecía que podría durar la empresa) eran necesarios, y con Indios para esquifazones de los nauios, y demás cosas del seruício que se ofreciesen. <br />
Llegado a loló, y barra del río desta isla, que está dos leguas de la poblazon principal, y casas del rey, echó la gente artillería, y basti mentos necesarios en tierra, dejando sus nauios con la guardia con ueníeníe, la gente de la isla, cstaua toda en la poblazon y casas del fcy, que son en vn cerro muy alto, sobre vnas breñas, que tiene dos subidas, por vnas sendas y caminos tan angostos, que no puede yr, sino vna persona tras otra: y lo tenian todo fortificado, y trin eheado, con palmas y otras maderas, y mucha verseria, recojidos dentro bastimentos, y agua para su sustento; con preuencion de ar cabuzes, y armas, sin mugeres y niños, que los auian sacado de la isla, y pedido socorro a Mindanaos, Borneyes, y Terrenales que lo esperauan, por auer tenido noticia de la armada que contra ellos se aparejaua en los pintados. Antes que este socorro les llegase, deter minó Gallinato, acercar su campo junto á la poblazon, y acometer el fuerte, auiendose alojado a media legua, en vn llano frontero de la subida. Embio con lenguas, algunos recaudos a el rey, y princi pales de la isla, para que se diesen, y lo harian bien con ellos, y en tre tanto que le boluia la respuesta, fortiñco en aquel sitio su aloja miento, atrincheandose por do lo auia menester, y poniendo su artillería de manera, que le pudiese servir; teniendo su gente lista, para lo que se ofreciese. Boluio la respuesta, con palabras engaño sas y fingidas, escusandose de los excesos que auian tenido, y de no hazer lo que les auia pedido por entonces; dándole largas esperan gas, que lo harian mas adelante, todo a fin de entretenerle en aquel sitio (que es muy enfermo) hasta que entrasen las aguas, y que se comiesen los bastimentos, y llegase el socorro que esperauan. Tras esta respuesta, pareciendoles que con ella, los Españoles estauan mas descuydados, bajo con mucha priesa del dicho fuerte (con arcabuzes y otras armas enastadas, campílanes y caragas) vn grande golpe de gente, que serian mas de mil hombres; y juntos eravistieron y acometieron el alojamiento, y real de los Españoles. No pudo hazerse esto tan encubiertamente, que los Españoles no lo viesen, y tuviesen lugar (primero que llegasen) de ponerse a punto, para recibirlos, como lo hizieron, y auiendolos dejado llegar, a todos juntos en tropa como venían, hasta dentro de los alojamientos y trincheas, y que vuíesen disparado su arcabuzería, luego se les dio vna carga, primero con el artillería, y después con la arcabuzeria, que Éon muerte de muchos, los hizo boluer huyendo a el fuerte. Los Españoles los fueron siguiendo, hiriendo y matando, hasta la mitad del cerro, que como de allí adelante, los caminos eran tan estrechos •y fragosos, se retiraron, por la mucha verseria, que de lo alto ae disparaua, y piedras grandes que venían rodando, echadas a mano, y se boluieron a su alojamiento. Otros muchos dias, se hizo fuerga en boluer a subir a el fuerte, y no se hizo efecto; con lo qual, Galli nato (viendo que la guerra iua mass la larga, de lo que se aula en tendido) hizo dos fuertes, vno donde tenia sus nauios, para defensa dellos y del puerto; y otro media legua mas adelante, en sitio apro posito, en que se pudiese recoger, y entretener con el campo. Eran de madera y fagina, guarnecidos con la artillería que lleuaua, en que se metió, y de alli salia amenudo corriendo la tierra, hasta el fuerte del enemigo, en que siempre le tuuo encerrado, sin que jamas qui siese bajar ni rendirse; y persuadido, que los Españoles no podian detenerse mucho tiempo en la isla. Viendo Gallinato, que las aguas, entrauan apriesa, y que la gente enfermaua, y los bastimentos se le yuan acabando, y no se auia hecho lo que se pretendía, ni con lo que le quedaua, se podia concluyr, y que el enemigo Mindanao, con otros sus aliados publicauan, juntauan gruesa armada, para echar de lólo los Españoles, embio auiso de todo lo sucedido, al gouernador de Manila, con la pintura de la isla y fuerte, y dificultades que la empresa tenia, en vn nauio ligero, con el capitán y sargento mayor, Pedro Cotelo de Morales, por fin de Mayo, de seiscientos y dos, para que se le embiase orden de \o que auia de hazer, y el socorro de mas gente y bastimentos que era menester; encargándole, boluiese con breuedad con la respuesta. )fc Quando en el reyno de Camboja, mataron el Moro Ocuña Lacasamana, y sus parciales, a Diego Belloso y a Blas Ruyz de Hernán Gongales, y los Castellanos y Portugueses de su compañía; se dijo, que loan de Mendoga Gamboa, en su nauio, con el padre fray loan Maídonado y su compañero, y con Don Antonio Malauer, y Luys de Villafañe, y otros Españoles que se escaparon, por auerse embarcado en este nauio, fueron saliendo el rio abajo á la mar, defendiéndose de algunos paroes, de Cambojas y Malayos que los seguían, hasta que salieron por la barra. Hizo su viaje, la costa adelante a Sian, para donde lleuaua su principal despacho, loan de Mendoga; y llegados á la barra, subieron el rio arriba, á la ciudad de Odia, corte del rey, que recibió la carta y embajada del gouernador don Francisco Tello, aunque con menos aparato y cortesía, que loan de Mendoga quisiera. Trató luego de sus rescates, y hizo tan estrechamente lo que era regalar, de algunos presentes y dadiuas a el rey, y a sus príuados, que negocíaua cortamente lo que se le ofrecía, y aun estuuo el rey inclinado, a tomarle el artillería que en el nauio lleuaua, por auerse acudiciado a ella. Temiéndose desto loan de Mendoga, la echó ea •el rio con boyas, donde quando se vuiese de yr, la pudiese boluer a tomar; y dejó (para cumplir) en el nauio vna piega sola de fierro, y algunos versos. Auia en Odia, vn relijioso de la orden de santo Do mingo, Portugués, que de dos años atrás, residía en aquella corte, administrando los Portugueses, que sus tratos alli asistían; entre los quales, auia algunos que el rey auia sacado de Camboja y de Pigu, «n las guerras de ambos reynos. Estos, y los demás Portugueses, auian tenido en la ciudad algunas rebueltas con Sianes, y muerto a vn criado del rey (que como sabe perdonar poco) auia frito algunos de los delinquentes, y á los demás, y al relijioso, no los dejaua sa lir de la ciudad ni del reyno, aunque le auian pedido licencia, y he cho instancia para irse. Viéndose sin libertad, menos bien tratados de lo que solían ser, y cada dia amenazados, trataron con fr. loan Maldonado, que quando se vuiese de yr su nauio, los embarcase se cretamente, y los sacase del reyno; el qual, lo tomo a su cargo, y ya que loan de Mendoga estaua despachado (aunque no como de seaua, por que el rey no le daua respuesta para el gouernador, y se Jadilataua y sus mercaderías no auian tenido buenas ganancias) de termino, por consejo de fr. loan Maldonado, de tomar vna noche su artillería, y salirse con la mayor priesa que pudiese el rio abajo, y que la misma noche, el relijioso Portugués, y los de su compañía (que serian doze hombres) ocultamente se saliesen de la ciudad, y le aguardasen en el rio, ocho leguas de alli, en paraje señalado; don de los embarcarla. Hizosc asi, y teniendo el rey noticia de la yda de loan de Mendoga con su nauio, sin su licencia y despacho, y que Ueuava el frayle y Portugueses que tenia en su corte, se indigno de manera, que embio quarenta paores artillados, con mucha gente de guerra en su seguimiento, para que los prendiesen y bolviesen á la Corte, ó los matasen; y aunque loan de Mendoga se daua la priesa que podia en bajar por el rio, como era nauio sin remos, y las ve las no le seruian todas vezes, y el camino demás de setenta leguas, le alcanzaron en el los Sianes. Púsose loan de Mendoga en defensa, quando le llegaron cerca, y con el artillería y arcabuzeria los ofendía tanto, que temían abordarlle; todavía, se le arrimaron algunas yezes, y le procuraron entrar, y le echaron fuego artificial, con que tuuieron los Españoles bien que hazer; por que duró mas de ocho días la pelea, de día y de noche, hasta cjue ya que estauan cerca de la barra, por que el nauio no se les fuese, le acometieron todos los pacoes (que auian quedado de las refriegas pasadas) juntos, y hizieron el. vltimo esfuergo que pudieron; y aunque los Sianes no pudi ron salir con su intento, y licuaron la peor parte de muertos y he ridos, no quedaron los Españoles sin mucho daño; por que, murió, en la pelea, el Piloto loan Martines de Chaue, y el compañero de fray loan Maldonado, y otros ocho Españoles, y fr. loan Maldona do, mal herido de vna bala de vn verso, "que le quebró vn brago; y el capitán loan de Mendoga, sacó otras heridas peligrosas. Con esto, los Sianes boluieron el rio arriba, y el nauio salió á la mar mal tra tado, y no le haziendo el tiempo tan a proposito, para atrauesar por los bajos a Manila, (ni para Malaca que les caía mas cerca) toma la via de la Cochinchina, donde entró, y se juntó con vn nauio de Portugueses .que alli auia, y le espero, que hiziese su viaje de buel ta para Malaca, para yr en su conserua. Alli vinieron a empeorar de sus heridas, fray loan Maldonado, y el capitán loan de Mendoga,, y ambos murieron, y dejó fray loan Maldonado vna carta, escrita po cos dias antes, para su prelado y orden de santo Domingo de las Filipinas, dándoles cuenta de sus viajes y trabajos, y occasion de su muerte; informándoles, de la calidad y sustancia de las cosas de Camboja, a que auia sido embiado, y de los pocos fundamentos, y cau.sas que auia para inquietarse con aquella empresa, y poco vtil que della se podia esperar; encargándoles la consciencia, para que no fuesen mas instrumento, para boluer a Camboja. El nauio con lo que lleuaua, fue a Malaca, y alíi se vendió todo, por mano del juez de difuntos, y algunos de los Castellanos que quedaron viuos, vinie ron a Manila enfermos, pobres y necesitados de los trabajos que auian pasado. <br />
Las cosas del Maluco, tenían cada dia menos buena disposición, por que el Terrenate, hazia guerra descubiertamente al de Tidore su vezino y á los Portugueses que consigo tenia, y auia admitido, algunos nauios que a Terrenate auian venido, de las islas de Plolan da y Zelanda, a sus contrataciones, por la via de la India, y por me dio suyo, auia embiado embajada a Inglaterra, y al Principe de Oran^ je, sobre pazes, trató y comerció con los Ingleses y Plolandeses, de que tenia buena respuesta, y aguardaua con breuedad, vna armada de muchos nauios de Inglaterra, y de las islas, con cuyo fauor pen saua hazer grandes cosas, en perjuyzio de Tidore, y de las Filipinas. Entre tanto, tenia en Terrenate, algunos Plamencos é Ingleses, que le auian quedado en prendas, con vn factor, que entendía en el rescato del Clauo; auiendo estos traydo, muchas y luzidas armas, para comprarlo, con que la isla de Terrenate estaua bien llena y proueidá dellas. El rey de Tidore, y el capitán mayorj escrevian cada año al gouernador de las Filipinas, dando a entender lo que auía, para que con tiempo se remediase, y se les embiase socorro; y vna vez vino por el a Manila, Cachilcota, hermano del rei de Ti dore, grande soldado, y de los de mayor fama de todo el Maluco, siempre se les dio gente, bastimentos y algunas municiones; lo que mas deseauan era, que fuesen de proposito sobre Terrenate, antes que el Ingles y Holandés viniesen, con el armada que csperauan, esto no se podía hazer sin orden de su Magestad, y mucha preuen cion y aparato, para semejante empresa, siempre se hazia el mismo recuerdo de Tidore; y vltimamente, en este gouierno de don Fran cisco Tello, boluio con esta demanda el capitán Marcos Días de Fc bra, que trujo cartas al gouernador y á la audiencia, del rey, y del capitán mayor Rui Gongalez de Sequeira, diziendo lo que pasaua, y la necesidad que auia, por lo menos, de embiar socorro a Tidore; y «n pafticular escrivio sobre ello el rey, a el Doctor Antonio de MORGA (con quien se solía tratar) la carta que se sigue, escrita en lengua Portuguesa, y firmada en la suya. <br />
<br />
AO DOTOR MORGA ÑAS ILHAS PIIILLIPINAS, de orei de Tidore. <br />
t í * ) * <br />
<br />
StranJiamente folguei coun a carta de v. md. escripia en oito E de Nouetnbro pasado, poi nela particularmente entendí, as grandes ver-as que teñe, de se acordar de mi en nünhas cau sas; as quais, por ellas pague Deas a v. md. con largas prosperidades de vida, para seruifti do rey meii fetihor: pois entendo, que ó tein a V. md. nesas ilhas, con desejo de augmentar a ella, o que nao ignoro, que o mesma sera para o remedio desta forteza, e ilha de Tidore. E escreuo ao governador, e aesa audiencia, sobre o socorro quep'^co,pois tantas tenko pedido, sendo tan necesario que se acuda; que on isto, se atajara odanho, que la, é aqua, poderao despois custar vtuito, ao rei noso signor, v. md. me favoresca nisto, hen ornáis que pera ben desta forteza sor necesario, por que fara grande scrvigu a Deus, é au rei meu signor. Deus guarde a v. md. con vida, por muitos anhos. Desta ilha de Tidore oje oito de Margo de mili i seiscentos he uno. O rei de Tidore, O portador que he Marcos Dias, dará v. md. un frasco con frasquinho, de adereco de latoni mourisco, mando a v. md. puraque se acuerde des te seu amigo. <br />
Boluio a Tidore (en la moncion primera, principio del año de seiscientos y dos) Marcos dias, con respuesta de su embajada, y el socorro que pedia de bastimentos y municiones, y algunos soldados, con que fue contento, hasta que vuiese ocasión, para que de propo sito se pudiese desde Manila hazer, la jornada de Terrenate, que se deseaua (94).<br />
<br />
<br />
<div align="center">
<b>DEL GOVIERNO DE DON PEDRO DE ACVÑA, GOVERNADOR <br />
y presidente de las Filipinas, y de lo que en su tiempo acaeció, hasta que murió, <br />
por Junio, de el año de seiscientos y seis, después de auer buelto a Manila del Maluco, <br />
dejando hecha la conquista de las islas, sujetas a el rey de Terrenate.</b> </div>
<h3>
CAPITVLO SÉTIMO.</h3>
<br />
POR el mes de Mayo, de seiscientos y dos, llegaron quatro naos de la Nueua España a Manila, con nucuo gouernador y presidente de la audiencia, llamado don Pedro de Acuña, cauallero de la orden san Joan, comendador de Salamanca; gouernador que dejaba de ser de Cartagena en tierrafirme. Fue recibido en el gouierno, con mucho contento de toda la tierra, por la necesidad que en ella auia, de quien fuese tan platico en las co sas de la guerra, y tan vigilante y cuydadose en el gouierno. Don Francisco Tello su predecesor, aguardando la residencia que se le auia de tomar, se vuo de quedar en Manila, hasta el año siguiente, de seiscientos y tres, que por el mes de Abril, murió de vna enfermedad aguda (95).<br />
El nueuo gouernador, viendo las cosas tan necesitadas de poner les cobro, y tan poca sustancia en la caja real para ello, tuuo su suerte por no tan buena como auia pensado, cuando fue proueido, pues le obligaua el estado de las cosas, á arriesgar parte de su reputación, sin poderlas remediar, con la breuedad que conuenia. Animóse lo que pudo, y no perdonando el trabajo de su persona, en todo lo que se ofrecía; comengó por lo que tenia dentro de Manila, y sus comarcas, poniendo galeras y otras embarcaciones en astillero, de que auia mucha falta, con que defender la mar, que andaua llena de enemigos y cosarios de otras islas, especial de Mindanaos. Trató, de yr luego á visitar personalmente las provincias de Pintados, para acudir con mayor breuedad á las necesidades de aquella parte, que era lo que mas cuydado daua; y vuo lo de dilatar algunos meses, por tratar del despacho de las cosas del Japon y de lolo, y de la naos que auian de hazer viaje a Nueua España, que todo ocurio a vn tiempo, y era fuerga proueerlo. <br />
Llegado a Manila Chiquiro Xapon, dio su recaudo y preseate a el gouernador don Pedro de Acuña, que estaua en el gouerno po cos dias auia; y se trato luego de la cosa y de su despacho, con la respuesta que dio bien que pensar en como se haria, con el mayor acertamiento de la cosa que se pudiese; por que, aunque se tenia por bien, y de tanto provecho, la amistad con Daifusama, y por cosa fbrgosa el procurarla y concluyrla, aunque fuese venciendo aU günas dificultades, y aunque á los Españoles no les venia muy aquento, la nauegacion y comercio al Quanto, toda auia, se cumpliría su deseo, de despacharle vn nauio con algunos rescates; pero, que lo demás del trato y amistad con la Nueua España, y embiar maestros y oficiales que fabricasen nauios en Japon, para aquella nauegacion en que Daifu insistía, y fr. Geronymo auia asegurado se haria; era materia graue, é imposible de poner en ejecución, por ser niuy dañosa, y de perjuycío para las Filipinas, porque la mayor se guridad, que siempre an tenido con el Japon, es no tener nauios los Japones, ni saber de nauegacion; y las vezes que an tenido intento, de venir «obre Manila, se á quedado por este impedimento, que em biandolos oficiales y maestros, que les hiziesen y enseñasen a hazer nauios de Españoles, era darles armas que le faltauan para destruy cion suya, y su nauegacion á la Nueua España, y hazer largos viajes, seria de muy grandes inconuenientes, y vnas y otras materias, eran de mucha calidad y consideración, y tales, que no podia re soluerlas (ni se podria en Manila) sin darse dellas cuenta a su Mageslad, y su Virrey de la Nueua España, aquien tocauan tanto. Por tomar expediente en el negocio, y que el Japon no tardase en boluer con su respuesta, se embio (con el mismo nauio que auia venido, a Daifu vn presente moderado, de cosas de España, en retorno del que auia traido, que se le diese fray Geronymo de su mano, y se le escrivio, le dijese la voluntad con que el gouernador recebia la que Daifu le mostraira, y la paz y amistad con los Españoles, y todo' lo demás que por ellos hazia, y la conseruaria y guardarla de su parte, y que el mismo año embiaria vn nauio de Españoles, con rescates, conforme a su deseo al Quanto, y lo despacharía con breuedad. Y en quanto á la nauegacion que quería á la Nueua España, y que para ello se le embiase maestros, que le fabricasen nauios para aquel viaje, era negocio, que aunque el gouernador lo procuraría mucho, y darle gusto en todo, no era en su mano, ni dar pr-iniero dello.quenta a su Magestad, y a su Virrey que tenía en lá Nuéua España, por que no tenia poder ni facultad, para cosas de fuera de su gouíerno de las Filipinas, y que luego lo escribiría y trataría, y esperaba se haría alia bien, hasta boluer la respuesta de España que por fuerga auia de tardarse tres años, por ser tan lejos, Daifu tuuíese paciencia, y se gufriese, pues no era mas en su mano, ni se podía hazer otra cosa, y que cumpliese en todo con Daifu, con las mejores palabras que pudiese, entreteniéndole, y que no se embarasare con el de allí adelante, en prometerle y facilitarle semejantes cosas. Con este despacho, partió a Japon Chiquiro con su na uio; el qual, fue tan desgraciado en el viaje, que sobre la cabega de la isla Hermosa se perdió, sin escaparse el nauio, ni la gente del, de que hasta muchos días después, no se tuuo noticia en Japon, ni en Manila. Con las cartas de fr. Geronymo de JESVS, y nouedades que es criuio auia en Japon, y cicencia que dezia tener de Daifu, para ha zer cristianos é yglesias, no solo, los religiosos descalgos de san Francisco, pero los demás de las otras Ordenes, de santo Do mingo, y san Agustín, se mouíeron a pasar a Japon y no perder tiempo, y cada vno se abrago de los nauios y capitanes Japones que entonces auia en Manila, y auian venido con harinas, que auian luego de boluer, para que los lleuasen; especialmente, la orden de santo Domingo, embió al reyno de Zazuma quatro relijiosos, por cabega dellos, fr. Francisco de Morales, prior de Manila, en vn na uio que yua á aquella isla y prouíncía, diziendo, los auia embiado a llamar el rey della; que este solo, aun no tenía dada la ouedíencía a Daifusama. Y la orden de san Agustín, embio dos religiosos a el reyno de Fírando, en vn nauio que allí estaua de aquel puerto, y por cabega, a fr. Diego de Guebara, prior de Manila; por entender, serian bien recebidos del rey de aquella prouíncía. La orden de san Francisco, en los nauios que yuan a Nangasaqui, embio a fr. Augustín Rodrigues, que primero auia estado en Japon, en compañía de los martyres, y á un frayle lego, para que fuese al Miaco, y estuuiesen en compañía de fr. Geronymo de JESVS. Aunque se ofrecieron ai gouernador, algunas dificultades para la salida destos religiosos de Manila, y su yda a Japon tan apriesa, no fueron parte, por la mucha instancia que todos ellos hizieron con el, para que les dejase de dar, la licencia que pidieron. Llegaron los religiosos á las prouincias a que yuan, y fueron recebidos en ellas, aunque mas cortamente de lo que se auian prometido; y teniendo menos comodidad para su sustento, de lo que auian menester, y las cosas de la conuersion, en que pensaron auian de hazer luego grandes efetos, menos disposición de la que deseauan, por que muy pocos Japones se hazian cristianos, y á la verdad, los reyes y tonos de aquellas prouincias, mas los tenían por abrir en sus tierras, por medio suyo, trato y comercio con los Españoles (que lo deseauan por sus intereses) que por la relijion a que no eran inclinados. El gouernador don Pedro de Acuña, en cumplimiento de lo que auia escrito, enuiaria nauio al Quanto, aparejó y puso luego á la vela vn.nauio mediano, nombrado Santiago el menor, con vn capitán y los marineros y oficiales necesarios, y con algunos rescates de palo colorado, cueros de venado, y seda cruda, y otras cosas. Salió este nauio con orden, de que fuese a el Quanto, donde hallaría relijíosos descalgos de san Francisco, vendería sus rescates, y bolueria con el retorno, y licencia de Daiíusama a Manila; con lo qual quedó pro ueido a todas las cosas de Japon, lo que pareció necesario, según el estado que tenían. Daifusama señor de Japon, que esperaua a Chiquiro su criado, que auia despachado a Manila, con las cartas de ir Geronymo de JESVS, le apretaua demanera, sobre los negocios que deseaua, y con el auia tratado, que para satisfazerle mejor, viendo que Chiqui ro tardaua en la buelta, y pocas razones que con el valían, le pidió licencia para yr en persona a Manila, donde trataría y concluyria con el gouernador los negocios á boca, y le traería respuesta, y que en la corte dejaba á fray Augustín Rodríguez, y otro compañero, que ya le auian venido, por prendas de su buelta. líl Rey se lo concedió y le díó auío, con que fray Geronymo vino con breuedad á Manila, donde supo el despacho que Chiquiro auia licuado; y comengo a tratar de sus negocios, con el gouernador don Pedro de Acuña, dí ziendo no auia llegado Chiquiro a Xapon, que daua sospecha de auerse perdido. El nauio que despacho el gouernador. No pudiendo doblar la cabega del Xapon, para pasar á la vanda del Norte, arribo alpuerto de Firando, donde los religiosos de san Augustín, poco tiempo auia tenían asiento; y surgió en el: y de allí, el capitán embio á la corte de Miaco, el auíso de como no auia podido pasar al Quanto, y las cartas para los religiosos, y lo que se auia de dar a Daifu. Los religiosos compañeros de fr. Geronymo le dieron los regalos que para el yuan; y le dijeron, que aquel nauio embíaua el gouernador a su díspusícion y mandado, y que los tiempos no le auian dejado yr al Quanto. Daifusama lo recibió, aunque no se dio pot persuadido de lo que le dezian, sí no que eran cumplimientos para,entretenerle, ordeno que luego, hiziese el nauio sus rescates, y que se boluiese con algunas cosas que les dio para el gouernador, y que de alli adelante fuesen al Quanto, como se le auia prometido, y con esto dio la buelta a Manila. <br />
- Fray Gerónymo de JESVS, llego con tanta breuedad a las Filipinas (como se á dicho) que viio lugar de tratar con el gouernador •don Pedro de Acuña, los negocios que lleuaua a cargo; con prome sa, de que se continuarla, y embiarian al Ouanto, nauios para en tretener a Daifusama. Llenándole vn buen presente, que el gouer nador le dio, de vn rico espejo de Venecia muy grande, vidros, vestidos de castilla, miel, algunos tibores, y otras cosas de que se Sabia gustarla Daifu, boluio luego a Japon, donde siendo bien rece bido de Daifu, le dio a entender lo que traia, y como su criado Chi quiro, auia sido bien despachado del nueuo gouernador, y no era posible menos, de que se auria perdido, pues no auia parecido en tanto tiempo, y le dio lo que lleuaua, con que holgó mucho. A los primeros dias, que el gouernador entro en su gouierno, hallo en el astillero de Cabit, dos nauios grandes, que los estauan •acabando, para hazer su nauegacion aquel año a Nueua España. El vno de don Luys Dasmariñas, que por asiento que tenia hecho, con don fVancisco Tello su antecesor, auia de yr con carga de merca-derias. Y el otro, llamado el Espíritu santo, que auian fabricado loan Tello de Aguirre y otros vezinos de Manila, y auia de hazer viaje, •con las mercaderías de aquel año, por quenta de los fabricadores, -quedando el galeón por su Magestad, llegado a Nueua España, por asiento y contrato hecho con el mismo gouernador don Francisco Tello. Don Pedro de Acuña se dio tonta priesa, en poner á la Vela ^mbos nauios, que con la carga que auian de licuar, los echó del Puerto, en primeros de lulio, del dicho año de seiscientos y dos, yendo en el Espíritu santo por general, don Lope de Vlloa, y por •cabo de JESVS MARÍA, don Pedro Flores. Ambos prosiguieron su viaje, y en treinta y ocho grados, tuuieron tan grandes temporales, •que estuuioron muchas vezes para perderse, y alijaron mucha parte -de las mercaderías que lleuauan. La nao JESVS MARÍA arribo con trabajo a Manila, auiendo estado en la isla de los Ladrones (sin po •der pasar de alli) mas de quarenta dias, en las quales, tuuo lugar de recoger todos los Españoles que auian quedado viuos, de los que la nao santa Morgarita auia dejado; y entre ellos, a fray loan pobre, que del galeón santo Tomas (quandó por alli pasó el año antes) se •echó en vn nauio de los naturales: Otros cinco Españoles estauan en •otras islas, de las mismas de los Ladrones, que aunque se hizo dili gencia para que les trujesen, no pudieron venir. Los naturales en sus mesmos nauios, trujeron á la nao a fray loan pobre, y á los de mas, coh mucho amor y voluntad; y auiendolos regalado dentro de la nao, en que entrauan sin temor, y dadoles hierro y otros regalos, se boluieron llorando; y haziendo mucho sentimiento, sin los Espa ñoles. La nao Espíritu santo, con el mismo trabajo, arribó (por no poder hazer otra cosa) al Japon, cortado el árbol mayor, y entró en vn puerto de Fírando, veinte leguas de do ya tenian hecho asiento, los reüjiosos de san Augustin, que auia ido el mismo año de Manila; y donde también auian entrado el nauio que iua al Quanto. El puer to era fondable, pero la entrada y salida del muy dificultosa; por que hazia vna canal de muchas bueltas, con Peñas y Sierras altas por ambas vandas, y como los naturales Japones, con sus funeas,, remolcaron y guiaron la nao que entrase, tuuo menos dificultad. Quando estuuo dentro, pusiéronle de guardia Japones, y á los que en tierra salieron, no los dejauan boluer á la nao, los bastimentos que les dauan, no eran todos los necesarios, ni en precios conueni bl?s; por lo qual, y por auer acudido al puerto con breuedad, mu cha soldadesca de toda la comarca, y auer pedido a el general la&. Velas de la nao, que siempre escuso de se las dar, temió, le querían tomar la nao y mercaderías, como en Hurando se auia hecho, con la nao san Felipe, el año de nouenta y seis. Recatóse, y velóse de allí adelante con mas cuydado, sin salir de la nao, ni consentir a su gente, la dejase sola, ni que se descargase cosa de las mercaderías,, lunto con esto, despachó a Miaco, a don Alonso de Vlloa su erma no, con don Antonio Maldonado, vn razonable presente para Diafu sama, para que mandase se les diese auio y licencia, para boluer a salir de aquel puerto, que hizieron su camino por tierra. Entre tanto, se padecían en la nao muchas molestias, de los Japones que auia en el puerto, y de sus capitanes; que no se contentauan, con los presentes que por tenerles gratos les dauan, sino que violentamente, tonfiauan lo que vían; y dauan a entender, que todo era suyo, y que presto auian de tenerlo en su poder. Vino á la nao fr. Diego de Gueuara Agustino, que estaua en Fírando, por prelado, y dio a en tender al general, auia tomado mal puerto de infieles, y mala gen te, que le auian de tomar la nao y robarla, y que procurase si p u diese, sacarla de allí y llenarla a Fírando, donde el redsiia, y que enti;etanto se velase y guardase lo mejor que pudiese, y bolvíendose a su casa, de vnas piegas de seda que le dieron en la nao, para su nueua Yglesia y monasterio de Fírando, no le dejaron cosa losJapones, y se las quitaron; por dezir, todo era suyo, y se fue sin ellas, Auia en tierra, hasta dozena y medía de los Españoles de la nao, que los tenían sin libertad, ni les dauan lugar para boluer a embarcarse, y aunque el general les auíso, como tenian determinadodp salir del puerto como pudiese, y que hiziesen su diligencia para venir á la nao, no lo pudieron todos hazer, sino quatro o cinco de llos; y sin mas esperar, auiendo echado de la nao los Japones de ;^uardia que en ella aula, y emvergado el trinquete y cevadera, cargada el artillería, y las armas en la mano puso vna mañana la nao a punto, para leuarse con el ancla á pique. Los Tapones anda uan en el canal de la boca del puerto, con muchas funeas y arcabu zeros, atrauesando vn cable grueso de bejucos que auian tegido, y lo amarraron de vna vanda y de otra, para que la nao no pudiese salir. El general, embio a reconocer lo que hazian, en vna embar cación pequeña, con seys arcabuzeros, que llegados cerca, arreme tieron a ellos algunas funeas de Japones, para prenderlos, y defen diéndose con los arcabuzes, boluieron á la nao, y dieron quenta al general, que cerrauan la salida del puerto con el cable, teniéndose •esto por mala señal, hizo luego la nao vela sobre el cable para que lo rompiese; y vn negro, a quien el general prometió libertad, que yria embalsado por proa, con vn machete grande, para cortar el ca ble, quando la nao llegase a el. J* Con el artillería y arcabuzeria, limpio el canal de las funeas que en el estauan; y llegando al cable, con la fuerga que la nao iua, y buena diligencia que el negro hizo, con el machete que lleuaua, se rompió el cable, y paso la nao por el. Quedauanle por andar mu chas bueltas, que el canal hazla, antes de salir á la mar, que pare cía ymposible andarlas vn nauio que salia con priesa; y permitió DIOS, que por todas ellas saliese, como si para cada vna tuuiera vn viento hecho; pero los Tapones, que en mucho numero auian acudido, con sus arcabuzes á las sierras y peñas, por do la nao pasaua, que •estauan a tiro, no se nos descuydauan de molestarla con muchas ru ciadas, de que mataron dentro de la nao vn Español y hirieron otros, la nao hazia lo mismo, y con el artillería mato algunos Tapo nes, que sin poderlo impedir quedaron sin ella. El general, vién dose en la mar, libre del peligro pasado, y que le comengo a ventar vn poco de Norte, tuuo por mejor aventurarse a hazer su viaje á Manila, que entrar ni buscar otro puerto de Tapón, y auiendo hecho vna cabria en lugar de árbol mayor, y refrescándole cada dia mas •el Norte, en doze dias atreueso a Luzon, por el cabo de Bojeador, y se puso sobre la boca de la bala de Manila, donde halló la nao JESVS MARTA, que también venia de arribada, por el embocadero de Capul, y juntas ambas naos, como auian salido del puerto de Cabit, cinco meses auia, boluieron a entrar en el de arribada, con Jíiuchos daños y perdida de la hazienda. ••- Don Alonso de Vllpa, y don Francisco Maldonado, que entre tanto que e^to pasaua en el puerto, donde auiaíi dejado la nao del' Espíritu santo, llegaron al Miaco, y dieron su embajada y presente a Diafusama, que informado quienes eran, y de la entrada de su nao pn Japon, y que eran de Manila, los recibió bien, y con mucha bré uedad las dio despacho y chapas, para que los Tonos y gouernado res de las prouincias, donde la nao auia entrado, la dejasen salir li bremente, y á la gente della, tratar de su aderego, dándoles lo ne cesario, y que les boluiesen todo cuanto les vuicsen tomado, en pocá o en mucha cantidad. , Tratando deste despacho, llego nueua al Miaco, de la salida de la nao del puerto, y refriega que vuo sobre ello con los Tapones, de que de nu^uo se quejaron a Daií'u, mostró pesarle de la salida y des comodidad de la nao, y excesos de los Japones, y dio nueuas cha ,pas, para que restituyesen toda la ropa, y vna catana de su mano;. con que se hiziese justicia, de los que vuiesen en ello delinquido, y sé diese libertad, á los Españoles que en el puerto quedaron, y se les boluiese su ropa. Con este despacho salieron de aquel puerto los Españoles, y cobraron lo que se les auia tomado. Los embajadores, y ios demás se boluieron a Manila, en las primeras embarcaciones que salieron, trayendo ocho chapas de vn tenor de Daifusama, para que en qualesquier puertos de Japon, que llegasen nauios de Mani la, fuesen recebidos y bien tratados, sin que se les hiziese ofensa de alli adelante; las quales, llegados a Manila, entregaron al gouernador ,que las da, á los nauios que van a Nueua España, para lo que les pudiere suceder en el viaje. Al mismo tiempo, que el gouernador don Pedro de Acuña entro en el gouierno; llego de lolo el capitán y sargento mayor, Pedro Cotelo de Morales, con el auiso y recaudo de loan Xuarez Gallina to, sobre el estado en que quedauan las cosas de aquella isla, a que auia salido con el armada, en principio del mismo año, y deseando el gouernador, por la importancia de la cosa, hazer el mayor esfuer-^ 50 que pudiese, determino embiarle bastimentos, y socorro de al guna gente, que fue lo mas breue que se pudo; con orden, de que a lo menos, hiziese fuerga en castigar aquel enemigo, quando no pudiese hazer mayor efeto, y según el negocio le diese lugar, pa sase a hazer lo mismo en el rio de Mindanao, dando la buelta á Ios Pintados. Quando este despacho llego a lolo, ya estaua tan, gastada Gallinato, y la gente tan enferma, que lo que de nueuo se lleuaua,. solo siruio de poder salir de alli, y sin tratar de otra cosa, algo el campo, y quemó los fuertes que auia hecho, y se embarcó y vino a Pintados, dejando los de aquella isla de lolo y sus vezinos los Mindañaos con mayores brios, para venir á los Pintados, y para las islas adentro, como lo hizieron. El gouernador, sin detenerse mas en Manila, muy á la ligera, en vna galeota y otras embarcaciones pequeñas, partió á la isla de Pa nay y villa de Areualo, a uer por sus ojos las necesidades dellas; para repararlas, dejando las cosas de la guerra en Manila, encarga das por su ausencia, a el licenciado don Antonio de Ribera, Oydor de la audiencia. Luego que el gouernador salió de Manila, tuuo bien en que ocu parse el Oydor; por que, vna escuadra de treinta caracoas, y otros nauios Mindanaos, entraron haziendo presas por las islas, hasta la de Luzon y costas della; y aviendo tomado algunos nauios, que ve nían de Sebu a Manila, cautiuaron en ellos diez Españoles, y entre ellos vna mujer y vn clérigo, y a el capitán Martin de Mandia, y los lleuaron consigo. Entraron en Calilaya, quemaron la yglesia y todo el pueblo y cautiuaron de los naturales, muchas personas de toda suerte. De alli pasaron al pueblo de Valayan, a hazer lo mismo, que con la nueua que el Oydor tuuo en Manila del enemigo, ya lo tenia en defensa con cinquenta Españoles y vn capitán y algunos nauios, que fue causa para que no se atreuiesen a entrar en el pueblo, ni en su baía, pero atrauesaron a Mindoro, y en la poblazon principal, hizieron gran presa de hombres, mugeres y niños de los naturales, tomándoles su oro y ropa, y quemándoles las casas y la Yglesia, donde cautiuaron al racionero Corral, cura de aquella dotrina, con que llenaron sus nauios y otros que alli tomaron, de cautiuos, oro y ropa, estando en el puerto de Mindoro tan despacio, como si fuera en su tierra, que es veinte y quatro leguas de Manila, El capitán Martin de Mendia, prisionero destos cosarios, se ofreció por si, y por los demás Españoles cautiuos, que si le dejauan yr a Manila, traería el rescate de todos, é yria con el (o lo embiaria dentro de seis meses) al rio de Mindanao; donde no, que bolueria a su poder. El principal, que venia en la armada por cabega, vino en ello, con ciertas posturas y condiciones, y hizo que los otros cautiuos escri' uiéSen, para que se cumpliese lo acordado; y con esto le dejó saliír de su armada, y vino á la ciudad, con cuya relación, el Oydor em bio municiones, nauios, y mas gente a Valayan, de la que alli auia; con orden, de que sin detenerse, saliesen tras del enemigo, que lo hallarían en Mindoro. El capitán Gaspar Pérez, que en Valayan te nia esto a cargo, no salió con la breuedad que conuino, para que hallase al enemigo en Mindoro, que quando llego, auia seis dias que auia salido de aquel puerto, cargado de nauios y presas, la buelta de Mindanao. Fue en su seguimiento, algo despacio, y auiendose metido el enemigo con su armada, a hazer agua y leña en vn rio de vna isla pequeña despoblada; paso a esta sazón la buelta de Manila el gouernador don Pedro de Acuña que boluia á la lijara de la villa de Arénalo, donde auia tenido nueua de la entrada dcste cosario, pasando tan cerca de la boca deste rio, en dos champanes pequeños, y vn virey y con poca gente, que fue marauilla no ser visto, y preso del enemigo. Tuuo noticia que alli quedaua por relación, de vn nauio de naturales que salia huyendo, y encontrando luego el gouernador a Gaspar Pérez, que con doze nauios caracoas y vireyes, y algunos champanes grandes, yua en busca del enemigo, le hizo se diese mas priesa, y dándole de los que consigo lleuaua, algunas personas para que guiasen, a do auian dejado el dia antes al cosario, fueron a dar sobre el, y por las centinelas, que ya tenian puestas fuera del rio en la mar, reconocieron la armada y salieron apriesa del rio, y se pusieron en huyda, alijando á la mar ropa y esclauos, para huyr mas ligeros, recogiendo con sus caracoas capi tana y almiranta, los nauios que se yuan quedando, haziendolos alija r y bogar con toda fuerga de buzeyes y velas. La armada de los Españoles que lleuaua nauios menos ligeros, no pudo hazer tanta fuerza, que los alcangase a todos, por que también el enemigo se engolfaua sin temor de mucha mar que auia como quien yua hu yendo, aunque algunos nauios del capitán Gaspar Pérez, por ser mas sutiles, se metieron entre la armada del enemigo, y echándole a fondo algunas caracoas, le tomaron dos, las demás se escaparon, aunque a mucho peligro de perderse, sin hazer otro efeto el armada, se boluio a Manila, donde ya el gouernador auia, entrado, con mucho sentimiento, de que las cosas vuiesen venido a términos, que estos enemigos (que jamas se auian atreuido a salir de sus ca sas) estuuiesen tan alentados y soberuios, que viniesen hasta las puertas de la ciudad, haziendo tantos daños y presas. Auia algunos años, que su Magestad auia mandado, que por la India de Portugal se hiziese armada, para la toma de la fortaleza de Terrenate en el Maluco, que estaua en poder de vn moro, que f*-anicamente se auia leuantado y apoderado della, y echado los Portugueses que en ella estauan. Hizose el aparato necesario, para esta }Oínada (en la India) de nauios, municiones y gente, y escojiose, por general desta jornada, vn fidalgo, llamado Andrea Furtado de Mendoga, soldado platico, de las cosas de la India, que auia tenido Vitorias de mucho nombre y fama, por mar y tierra en aquellas partes; y vltimamente, auia tenido vna muy notable, en labanapatan. Sallo de Goa, con seis galeones del reyno, y catorze galeotas y fustas, y otros nauios, con rail y quinientos hombres de guerra bastimentos y municiones para el armada, y con temporales que tuuo, antes de llegar a Amboino, se derroto la armada de manera, que las galeras y fustas, no pudieron tener con los galeones ni seguirlos, y solas tres galeras y fustas, en conserua de los galeones, llegaron a Amboino, y los demás nauios arribaron a Go^, y a otras fortalezas de aquel viaje. La isla de Amboino estaua rebelada, y la fortaleza de Portugueses que allí auia, muy necesitada; de manera, que le pareció a Andrea Furtado de Mendoga, entretanto que se juntaua su armada, de las galeotas y fustas, y otros nauios que se les auian derrotado en el viaje, y le venia socorro, que auia embiado a pedir á la fortaleza de Malaca, detenerse en Amboino (que es ochenta leguas de Maluco) en pacificar la isla, y algunas poblazonesde su comarca, y reduzirlas á la corona de Portugal, en que se ocupó mas de seis me ses, auiendo tenido refriegas con los enemigos, y rebelados, de que siempre salió vitorioso, y sacó el fruto que auia pretendido, dejan dolo todo reduzido y pacifico; pero, viendo que sus nauios no le venian, ni de Malaca le llegaua el socorro que pidiera, y que le era forgoso pasar a Terrenate, que era la causa principal a que auia sido •despachado; para la qual, se hallaua con menos gente de la que auia menester, y gastadas la mayor parte de municiones y bastimentos que auia traido, determinó de embiar al gouernador de las Filipinas, a hazerle saber su venida, con aquella armada, y lo que auia hecho en Amboino; y como auia de pasar sobre Terrenate, y que por auersele derrotado parte de^ sus nauios, y detenídose en aquellas empresas tantos meses, venia con menos gente de la que quisiera, y necesitado de algunas cosas; especialmente, de bastimentos, pi•diendo al gouernador, que pues aquella causa era tan importante, y tan del seruicio de su Magegtad, y que se auia gastado tanta suma -de la real hazienda, de la corona de Portugal, le fauoreciese y soco rriese, embiandole bastimentos y municiones, y algunos Castellanos para la empresa, y que todo esto estuuiese en Terrenate, para Ene ro de seiscientos y tres, que ya estarla sobre aquella fortaleza, y le vernia el socorro muy á tiempo. Este recaudo, con sus cartas para el gouernador y para la audiencia, embio a Manila vn nauio á la ligera, desde Amboino, con el padre Andre Pereira, de la compañía •de l es V S, y con el capitán Antonio Fogoga que consigo traía. Hallaron en Manila al gouernador don Pedro de Acuña, que le trata-r ron el negocio, valiéndose de la audiencia, y de las religiones, diziendo muchas grandezas de su armada Portuguesa, y luzida gente que en el!a venia, y del valor y buena fama de su general, en quanto auia puesto mano, y certificando con esto, el buen suceso de la toma de Terrenate en aquella ocasión; especialmente, tenien do de Manila, el socorro y ayuda por que venían, que era justo se les diese, como de las Filipinas (siempre que la pedia el rey de Tidore, y capitán mayor de aquella fortaleza) se daua, y su Mages tad lo tenía mandado, y con mas razón y fundamento, en semejan te ocasión. >* Don Pedro de Acuña, aunque (desde que fue proueido en el go üierno) tuuo intención y voluntad, de hazer jornada sobre Terre nate, y quando cstuuo de paso en México, trató deste negocio, con los que allí tenían alguna noticia del Maluco, y embio desde la Nue ua España, á la corte de su Magestad, á el ermano Gaspar Gómez, de la compañía de JESVS, que auía estado en Manila muchos años, y en el Maluco en tiempo del gouernador Gómez Pérez Dasmari ñas, para que tratase con su Magestad de su parte del negocio, y estaua con esperanza, de que auia de hazer esta jornada. Todavía le pareció necesario acudir, (sin declarar sus deseos) á lo que An drea Furtado pedia, y con mas ventajas; así, por lo que la cosa ím portaua, como por que facilitándola tanto, el general y sus mensajeros no se escusasen, sino tuuiese buen suceso, con que auia pedí do ayuda y socorro al gouernador de Jas Filipinas, y que no se lo auia dado, y no se entendiese, lo auía dejado de hazer, por que trataua de Ja jornada. Consultó don Pedro de Acuña sobre ello á la audiencia, que fue de parecer, embiase á la armada Portuguesa, para t\ tiempo que lo pedia el dicho socorro, con ventajas de lo que se pedía; y tomada esta resolución, se puso en ejecución, con mucho contento del padre Andrea Pereira, y capitán Antonio Fogaga, que en fin del año de seiscientos y dos, salieron despachados de las Fi lipinas, llenando en su compañía, la nao santa Potencíana, y tres fragatas grandes, con ciento y cínquenta soldados Españoles, bien armados, diez mil fanegas de arroz, mil y quinientas tinajas, de vino de palma, dozientas vacas saladas, veinte pipas de sardina, conserüaa y medicinas, cinquenta quintales de poluora, balas de artillería y de arcabuzeria, cuerdas y otras municiones, todo a cargo del capitán y sargento mayor, loan Xuarez Gallinato, que ya auia venido de Icio, y estaua en Pintados, con ordenes é instruciones de lo que auia de hazer, que era lleuar aquel socorro a Terrenate, á la armada de Portugal que allí hallaría. Y estar a orden y obediencia del ge neral della; donde, hizo su viaje en quinze días, y surgió en el puerto de Talangame, de la isla de Terrenate, dos leguas de la fortaleza, donde hallo a Andrea Furtado de Mendoga, surto con sus galeones, que aguardaua lo que de Manila se le embiaua, con que se alegro mucho, y toda su gente. Por el mes de Margo, deste año de seiscientos y tres, entro en la baía de Manila, vn nauio de la gran China, en que dieron por nueua las centinelas, que venian tres Mandarines grandes, con sus insignias de tales a cosas del seruicio de su re^r, el gouernador les dio licencia, para que saliesen del nauio, y entrasen en la ciudad, con su acompañamiento. Fueron derechos (en sillas de ombros, muy curiosas de marfil, y otras maderas finas y doradas) á las casas reales de la audiencia, donde el gouernador los esperaua, con mucho acompañamiento de capitanes y soldados, por toda la casa, y calles, por do entraron, y llegados á las puertas de las casas reales, los apearon de las sillas, y entraron a pie, dejando sus vanderas, vpos, lan;as y otras insignias, de mucha demostración que traían, en la calle, hasta vna sala grande bien aderezada, donde el gouernador los recibió en pie, haziendole muchas humillaciones y cortesías, los Mandarines a su vsanga, y respondiéndoles á la suya el gouernador. Dijeronle, por los naguatatos, que el rey los embiaua, con vn China que consigo traian en cadenas, para ver por sus ojos vna isla de oro, que auia informado a su rey, llamada Cabit, que auia junto a Manila, que nadie la poseía, y que le auia pedido cantidad de nauios, •que el los bolueria cargados de oro; y si asi no fuese, lo castigase con la vida, que venian a lleuar a su rey, aueriguacion de lo que en aquello auia. El gouernador, les respondió pocas palabras mas, de que fuesen bien venidos, y que se fuesen a descansar, a dos casas dentro de la ciudad, que se les aderegaron, en que posasen con su gente, que después se trataría del negocio. Con esto, se boluieron a salir de las casas reales, y á las puertas dallas, subieron en sus sillas, en ombros de sus criados, vestidos de colorado, y fueron licuados. a sus posadas, en que el gouernador los mandó proueer cumplidamente, de lo que para su sustento vuieron menester, los días que allí estuuieron. <br />
Pareció la venida destos Mandarines sospechosa, y que traian diferente intento del que dezian, por que, para gente de tanto entendimiento, como los Chinas son, dezir, que el rey los embiaua a este negocio, parecía ficción; y entre los mismos Chinas, que vinieron por el mismo tiempo a Manila, en ocho nauios de mercaderías, y los que estauan de asiento en la ciudad, se dezía, que estos Mandarines venían aver la tierra y su dispusicion, por que el rey de China quería alzar el trato con los Españoles, y embiar vna gruesa armada, antes que el año saliese, con cien mil hombres para tomarla. Al gouernador y audiencia, les pareció estar con cuydado, en la guardia de la ciudad, y que estos Mandarines fuesen bien tratados; pero, que no saliesen della, ni se les consintiese administrar justicia (como lo comengauan a hazer entre los Sangleyes) de que tuuieron algún sentimiento: mandóles tratasen de su negocio, y se boluiesen a China con breuedad, sin darse los Españoles por entendidos, ni recelosos de cosa alguna, diferente de la que dezian. Vieronse otra vez los Mandarines con el gouernador, y les dijo con mas claridad, hazLendo algún donayre de su venida, lo que se espantaua, que vuiese el rey creido, de aquel China que traian, lo que auia dicho, ni que quando fuera verdad, que vuiera en las Filipinas tal oro, los Bspañoles se lo dejarían licuar, siendo como la tierra es, de su Ma gestad. Los Mandarines dijeron, que bien entendian lo que el gouer nador les trataua, pero que su rey les auia mandado venir, y les era fuerca obedecerle, y licuarle respuesta, y que con hazer su diligen cia, auian cumplido, y se boluerian. El gouernador (por acortar lan ces) embio á los Mandarines, con el prisionero y sus criados á Cabit, que es el puerto dos leguas de la ciudad, donde fueron recebidos con mucha artillería, que de proposito se les disparo al desembar carse, de que se mostraron muy espantados y temerosos, y salidos a tierra, preguntaron al prisionero, si era aquella la isla que dijo a el rey, respondió que si. Preguntáronle, que donde estaua el oro, res pondió, que todo lo que en ella vian era oro, y que lo haría bueno a su rey. Hizieronle otras preguntas, y siempre respondió lo mismo, y todo se escrevia, en presencia de algunos capitanes Españoles que alli se hallaron, con naguatatos confidentes; y auiendo los Mandarines mandado tomar vna espuerta de tierra del suelo, para licuarla al rey de China, auiendo comido, y descansado, se boluieron el mismo dia a Manila con el prisionero. Dijeron los naguatatos, que este prisionero auia dicho, auiendole apretado mucho los Mandari nes, para que respondiese a proposito, á lo que le preguntauan, que lo que el auia querido dezir al rey de China, era, que en poder de los naturales y Españoles de Manila, auia mucho oro y riquegas, y que si le daua vna armada con gente; el se ofrecia, como honbre •que auia estado en Luzon, y conocía la tierra, a tomarla, y licuar •iCargados los nauios de oro y riquezas; que esto, junto con lo que primero algunos Chinas auian dicho, parecía mucho, y en especial a don fray Miguel de Benauídes, eleto Argobíspo de Manila (y que sabia, la lengua) que lleuaua mas camino, que lo que los Mandarines auian significado (gó).<br />
Con esto el Arzobispo y otros relijíosos aper cebian al gouernador, y á la ciudad publica y secretamente, mirasen por su defensa, por que tenian por cierta la venida del armada de China, (sobre ella) con breuedad. El gouernador despacho luego loa Mandarines, y los embarco en su nauio con su prisionero, auiendo les dado algunas piegas de plata, y otras cosas con que fueron con tentos, y aunque por el parecer de los mas de la ciudad, se tenia por cosa muy contraria a razón, la venida de Chinas sobre la tierra, se comentó el gouernador a preuenir con disimulación, de nauios y otras cosas aproposito, para la defensa y se dio priesa, en acabar vn reparo grande, que auia comengado a hazer, en el fuerte de Sanctiago, á la punta del rio, haziendole vna muralla con sus orejo nes á la parte de dentro, que mira á la plaga de armas, de mucha fortaleza, para la defensa del fuerte. <br />
A postrero de Abril, deste año de seiscientos y tres víspera de san Felipe y Santiago, se encendió fuego en vna casilla de gacate, del seruicio de vnos Indios, y negros del ospital, de los naturales de la ciudad, á las tres de la tarde, y pasó á otras casas con tanta bre uedad, y fuerga de viento algo fresco, que sin poderlo remediar abraso casas de madera, y de piedra, hasta el monasterio de santo Domingo, casa, yglesia, y ospital real de los Españoles, y los almazenes reales, sin dejar edificio en medio. Murieron catorze personas; Españoles, Indios y negros del fuego, y entre ellos el licenciado Sanz, canónigo de la Cathedral, quemáronse en todas dozientas y sesenta casas, con mucha hazienda que en ellas auia; y se entendió, auer sido el daño y perdida, de mas de vn millón. Ocuña Lacasamaná Moro malayo, con ayuda de los mandarines de Camboja, de su parcialidad y de la madrasta de el Rei Prauncar, después de auer muerto, y acabado á Blas Ruyz de Hernán Gon gales, y Diego Belloso y los castellanos, y portugueses y Japones» de su parte, que auia en el reyno, y que su desemboltura auia llegado á tanto, que también vino a matar al mismo rei, por dondetodo el reyno vino á diuidirse en parcialidades, y mayores turbaciones, que jamas auian tenido, permitiéndolo Dios; asi, por sus justos juizios; y por que, no deuia de merecer Prauncar gozar, de la buena suerte que auia tenido, en ser puesto en el reyno de su padre, pues lo perdió juntamente con la vida, ni Blas Ruiz de Hernán González, y Diego Belloso, y sus compañeros, del fruto y trabajo de sus jornadas y Vitorias, pues se conuirtieron en desastrada y cruelmente (quando le pareció lo tenian mas cierto, y asegurado) que por ventura sus intentos y pretensiones, no eran tan ajustados» eon las obligaciones de la conciencia como deuieran; tampoco quiso Dios, que el Moro malayo quedase sin castigo. Cuando este Malayo, entendia auia de licuar, la mejor parte del reino de Camboja, con auer muerto á los Castellanos y Portugueses, y sus capitanes, y al mismo rei ligitimo y natural, que los fauorecia, se halló mas engañado, de lo que auia imaginado; por que, las re bueltas y alzamientos de las prouincias, dieron raotiuo á algunos Mandarines poderosos en el reyno, y que tenian, y que sustentauan la parte mas sana, que se juntasen á vengar la muerte del rey Píauncar, con las armas, y asi las boluieron contra Ocuña Lacasa mana, y sus Malayos, y viniendo con el a batalla, en diferentes oca siones los vencieron, y desbarataron; de manera, que a! moro le fue forzoso, salirse huyendo (con el resto de su gente que le auia que dado) de Camboja, y pasarse a el reyno de Champa, su confín; con animo, de turbarlo y hazer guerra al tirano que lo poseía, y apode rarse de todo ó de la parte que pudiese. Tampoco le sucedió bien; por que, aunque metió la guerra, y desasosiegos que traia consigo, en Champa, y dio bien que hazer al tirano y á los suyos, al cabo fue muerto y desbaratado, y vino á pagar miserablemente (a sus manos) sus pecados. Los Mandarines de Camboja, que se vieron sin el Malayo, y toda vía turbado el reyno, como lo auia dejado, y sin sucesor varón, descendiente de Prauncar Lángara, que murió en los Laos, boluie ron los ojos á vn su hermano, que el rey de Sian auia cauliuado, y llevado consigo, en ¡a guerra que hizo á Lángara, y le tenia en la; ciudad de Odia, pareciendoles que este tenia mas derecho, por ligi tima sucesión al reyno de Camboja, y que con su presencia, se pa- • QÍficaria mejor. P2mbiaron embajada á Sian, pidiéndole que vinie se á reynar; y al rey de Sian, que le tenia cautiuo, para que le diese lugar á ello. líl rey lo tuuo por bien, y con algunos conciertos, y asientos que hizo con su prisionero, le dio libertad, y seis mil hombres de guerra que le siruiesen y acompañasen; con los quales, vino luego á Camboja, y fácilmente fue recebido en Sistor, y otras prouincias, y puesto en el reyno; desde las quales, fue pacificando, y. reduziendo las mas distantes. r. Este nueuo rey de Camboja, que de cautivo de el rey de Sian, vintí á reynar por estraños sucesos, y casos tan varios (para quien Dios tuuo guardada esta ventura, y otras de mas estima, si lo que tiene comentado, lo sabe lleuar á delante) hizo buscar á loan Diaz, Soldado Castellano, que auia quedado de la compañía de Blas Ruyz de Hernán Gongales', al.qual, mandó que fuese á Manila, y de su parte, dijese al gouernador como estaua en el reyno, y lo que auia pasado en la muerte de los Españoles, y de su sobrino Prauncar, que ninguna culpa dcllo tenia; y que, reconocía la amistad que avian recebido (Lángara su hermano y su hijo) de los Españoles en sus necesidades, y lo bien que le estaua, continuar su amistad y trato, y que de nueuo la pedia, si fuese el gouernador dello conten to, le embiase algunos relijiosos y Castellanos, que asistiesen en su corte, y hiziesen cristianos á los que quisiesen serlo. Con este recaudo y embajada, y muchas promesas, vino á Manila loan Diaz, que hallando en el gouierno á don Pedro de Acuña, le trató de la causa. Pareciendole á el gouernador, que era bien no ce rrar la puerta, á la predicación del santo Euangelio en Camboja, que por este camino la avia Dios buclto á abrir, acordó de hazcr Jo que el rey le pedia; y en principio del año de seiscientos y tres, embió vna frogata á Camboja, con quaíro relijiosos de la orden de santo Domingo; por cabega dellos; fray Yñigo de Santa Maria, Prior de Manila, y cinco soldados, para su compañía; y entre ellos, «1 mismo loan Diaz, para que diesen al rey la respuesta de su recaudo, en confirmación de la paz y amistad que pretendía; y que, según la disposición que hallasen, quedasen los religiosos en su corte; y auisasen de lo que les parecía. Esta fragata, llegó á Camboja, con buenos temporales, en diez dias de nauegacion, y subidos á. Chordemuco, los relijiosos y soldados de su compañía, el rey los recibió con mucho contento. Luego les hizo Yglesia, y dio arroz para su sustento, y libertad para predicar, y hazer Christianos, que pareciendo á los relijiosos negocio del Cielo, y en que se podrían ocupar muchos obreros, auisaron luego á Manila, de su buena estada y acogida, en la misma fragata, pidiendo licencia al rey, para que boluiese á Manila. El rey se la dio, y el auio necesario para su nauegacion; y juntamente, embió vn criado suyo, con vn presente de colmillos de marfil, y menjuy y otras curiosidades para el gouernador, con carta suya, agradeciéndole lo que hazla, y pidiéndole mas relijiosos y castellanos. Embarcóse en esta fregata, fray Yñígo de santa Maria, con otro compañero, para -venir á dar mejor relación de lo que auia hallado, que de emfermedad, murió en el viaje. El compañero, y los que en la fragata venían, llegaron á Manila, por Mayo de seiscientos y tres, y dieron razón de lo que,en'Camboja auia sucedido. Por fin del mismo mes de Mayo, llegaron á Manila dos naos, de la Nueua España, general don Diego de Qamudio, con el socorro ordinario para las Phílipinas, tuuose nueua, que quedaua en Mexico, fray Diego de Soria, de la orden de santo Domingo, Obispa de Cagayan, y traia las Bulas, y el palio, al Arçobispo electo de Manila, y fray Baltasar de Cobarrubias, de la orden de sant Agus tín, Obispo de Camarines, por muerte de fray Francisco de Ortega. En los mismos nauios, fueron dos oydores, para la audiencia de Manila, los licenciados Andrés de Alcaraz, y Manuel de Madrid,^ y Luna. El capitán y sargento mayor, loan Xuarez Gallinato, con la nao santa Potenciana, y gente que en ella auia lleuado al Maluco, en socorro de la armada portuguesa, que Andrea Furtado de Mendoga truxo, sobre la fortaleza de terrenate, la halló en el puerto de Ta langame; y luego que este socorro llegó, Andrea Furtado desem barcó en tierra, la gente portuguesa, y castellana, con seis piegas de artillería, y marchó con ella por la marina, la buelta de la forta leza, para plantarle la batería. Tardo dos días, hasta llegar á la for taleza, pasando por algunos pasos y barrancos, que el enemigo tenia fortificados. Llegados á la fortaleza principal, vuo bien que hazer, en plantar la artillería, que el enemigo salía a menudo sobre el campo, y lo impedia. Y vna vez, llegó a las puertas del misma alojamiento, que hizíera en el mucho daño, si los castellanos que estauan mas cerca de la entrada, no se la impidieran; y apretaron á los moros tanto, que con muerte de algunos á espaldas bueltas se encerraron en la fortaleza; y juntamente; les plantaron cinco piegas,. á tiro de cañón. El enemigo que tenia, la gente necesaria para su defensa, con mucha artillería y municiones, hazia ene ! campo daño;, sin que las piegas de la batería, hiziesen efeto de consideración, t e niendo poco recaudo, de poluora, y municiones; de manera, que l a que Gallinato, y su gente (quando se juntaron con la armada Portuguesa) entendieron, del poco recaudo y aparejo, que Andrea Furtado lleuaua, para tan grande empresa, se vio y experimentó con breuedad. Para no perecer todos, auiendo tomado Andrea Furtad a los pareceres, de todos los oficiales de su campo y armada, retird sus piegas y el campo, al puerto de Talangame. Embarcó su gente en sus galeones, y dio la buelta, á las fortalezas é islas de Araboína y Vanda, donde primero auia estado, tomando para sustento de la armada, los bastimentos que Gallinato le auia lleuado; al qual, le dí6 licencia, para que con los Castellanos se boluiera a Manila, como la hizo, en compañía de Ruy Gongales de Sequeira, capitán mayor, que ácabaua de ser, de la fortaleza de Tidore, que en otro nauio, sálio con su casa y mercaderías de aquella fortaleza, y llegaron a Manila, én primeros del mes de lulio, deste año de seiscientos y tres. trayendo del general, Andrea Furtado de Mendoga, para el gouer nador don Pedro de Acuña, la carta que se sigue.» <br />
^ CARTA QVE EL GENERAL ANDREA FURTADO DE MENDO fa, escrivió a don Pedro de Aciwa, desde Terrenate, en veinte y cinco de Mar fo, de mi! y seiscientos y tres aiios. <br />
'«¥)•. <br />
O ay infortunios en el mundo, por mayores que sean, que N dellos no se alcance algún bien. De todos los que tengo pa sados en esta jornada, que son infinitos; me resultó, conocer •el zelo y anima, con que V. S. se emplea en el seruicio de su Mages tad, de que le tengo embidia y por señor; afirmando, que la cosa que mas estimare en esta vida es tenerme V. S. en esta quenta. Y que co mo cosa suya muy paí'tictilar, me mande las cosas de su seruicio. El socorro que V. S. me embió, llegó a tiempo, mediante el fatior Diuino, que el fue el que dio esta armada a su Magestad, y las vidas a todos los que oy la tenemos, y por lo sucedido en esta jornada, en tenderá su magestad, lo mucho qice deue a V. S. y lo poco que deue al capitán de Malaca; pues el fue parte para no hazerse el seruicio de stí magestad. Quando llegó el socorro, que V. S. me embió estaua esta armada, sin ningunas municiones por auer dos años que auia salido de Goa, y tenerla toda constimida y gastada, en las ocasiones que se auian ojrecido. Stipuesto esto, por que no se ymaginase, que por mi quedaua, el efectuar el seruicio de su magestad, me puse en tierra, la qual cobre, con perder el enemigo mucha gente suya, y puse las postre ras trincheas, cien pasos de la fortificación del enemigo; puse en tie rra, cinco pie fas gruesas de batir, y en diez dias de batería, se arruino vn pedazo grande de vn baluarte, donde. estaua toda su fuerga. Bn estos dias, se consumió toda la poluora, que auia en esta armada, sin quedar cosa, con que se pudiese cargar {la artillería della) vna vez, y si se ofreciese (de que no dudo) encontrar alguna escuadra de Holan deses, á me de ser forgoso pelear con ellos, siendo esta, la principal causa con que leñante el cerco, teniendo a el enemigo en mucho aprie to, asi por hambre, como por auerle muerto, en el discurso de la gue rra, muchos capitanes y otra mucha gente. Por aqui, juzgará V. S. el estado en que yo puedo quedar, de pasión y congoja, sea Dios loado por todo, pues asi es seruido, y permite, que los mayores enemigos {que ay en estas partes) sean los vasallos de su Magestad. Yo me parto para Amboino, para ver si hallo alli socorro, que ha llándole suficiente (y no auiendo en las mas partes del Sur alguna necesidad vrgente, que me obligue a socorrerla) é de boluer a esta, em presa, y della, anisare largo a V. S.y no hallando alli el socorro que espero, é de pasar a Malaca, a rekasernie,y de qualqziiera parte don de estuuiere, anisare a V. S. siempre. Yo escrino a su Magestad, en que le doy larga relación, de las cosas desta empresa; significándole, que no podia tener ejeto, ni conseniarse el tiempo adelante, si no se kaze por orden de V. S. y dése gouierno socorrida y augmentada, vis to estar la India tan lejos, y que en dos años, no puede serlo della so corrida. En esta conformidad, deue V. S. anisar a su Magestad, para que se desengañe, en este particular del Maluco, y confio en Dios, que é de ser soldado de V. S. No sé con que palabras encaresca, y dé agradezimiento a V. S. de quantas mefcedes me d hecho; las quales, me fueron todos manifesta das, asi por Antonio de Brito Fogaga, como por Tomas de Araux, mi criado; cosas son estas, que no se pueden sentir ni pagar, sino con arriesgar la vida, la honrra y la hazienda, en todas las ocasiones que se ofrecieren, del seiuicio de V. S; y ofreciéndose, entenderá que no soy ingrato, á las mercedes recebidas, la -mayor de todas, y lo que mas yo estimé, fue embiar V. S. con este socorro a loan Xuarez Gallinato, y al Señor don Tomas de Acuña, y a los demás capitanes y soldados, que para significar a V. S. el merecimiento de cada vno en particular,, seria nunca acabar. loan Xuarez Gallinato, es persona de quien V. S. deue hazer mu cha quenta, en todos las ocasiones que se ofrecieren, por que todo lo merece. En esta jornada y empresa, se vno con tal satisfacion, esfuer zo y prudencia, que bien parece es cosa embiada por V. S. y auer mi litado debajo de la vandera de tan insignes capitanes; y asi, estimare saber que V. S. (por los seruicios que a hecho a su Magestad en estas partes, y a mi quenta) le haga muchas mercedes. La cosa qtie mas estimé en esta empresa que es digna de quedar en memoria, es, que brantando elproberuio de las viejas Portuguesas, en el discurso de esta .guerra, río vno entre los Españoles y Portugueses, vna palabra mas alta que otra, comiendo juntos en vn plato mas esto, atribuyalo V. S. á su buena fortuna, y al entendimiento y experiencia de loan Xuarez Gallinato. El Señor don Tomas, procedió en esta guerra, no como caualler'o de su hedad, sino como soldado viejo y lleno de experiencia; deste pariente haga V. S. mucha quenta, por que confio que sera otro que su padre. El sargento mayor procedió en esta guerra, como muy buen solda do, y es hombre', de quien V. S. deue hazer mucha quenta, por que le doy mi palabra., que no tienen las Manilas mejor soldado que el; y es timaré en mucho que V. S. le honre., y a mi quenta le haga muy par ticulares mercedes. El capitán Villagra procedió bien con su obliga ción, y lo mismo hizo don Ltiys; en fin, todos a vna, soldados grandes y pequeños, procedieron también en esta empresa, y por este respeto, les quedó en tanta obligación, que tomara verme a ora delante de su Magestad, para no salirme de sus pies hasta los hinckir a todos de honrrasy mercedes, pues también lo merecen. Conforme á esto, tendré siempre gusto particular, que á todos en general, haga V. S. onrrasy mercedes. Nuestro Señor guarde á V. S. por muchos años, como yo su seruidor deseo, del puerto de Talangame, en la isla de Terrenate, á veinte y cinco de Margo, de mil y seiscientos y tres años. Andrea Fur tado de Mendoga. <br />
Diez del mismo año, salieron las naos Espíritu Santo y lesus A Maria, del puerto de Cabit, tras de otras dos ñaues menores, que quinze dias antes se auian despachado, con las mercaderias de las Filipinas; para hazer viaje á la Nueua España, de que fue por general, don Lope de Vlloa; y en la Almiranta nombrada Espíritu Santo, salió de las islas el Dotor Antonio de MORGA, á seruir plaga de Alcalde de corte de México. Antes de salir de la baia, les dio a entrambas naos vn tiempo por proa, y desde las tres de la tarde, hasta otro día por la mañana (aunque dieron fondo con dos arriarras gruesas, a el abrigo de la tierra, calados masteleos) fueron garrando con mucha mar y viento, sobre la costa; con cerrazón, donde vara ron en ella, en la Pampanga, diez leguas de Manila. Duró el tiempo otros tres dias continuos; de manera, que se tuuo por imposible, la salida de estas naos y su nauegacion, por ser ya el tiempo adelan te, y nauios muy grandes y cargados, y estauan muy metidos en la lama. Diose luego auiso a Manila por tierra, de donde se trujeron algunos nauios de Chinas, cables y anclas, y con mucha diligencia que en ello se puso, ambas naos, cada vna por su parte, con apare jos y cabos, que guarnieron por popa, esperando las aguas viuas, a fuerga de cabrestantes y de gente, sacaron arrastrando por popa las naos, mas de vna legua, por vn placel de lama, por do auian entra do, hasta ponerlas en floto, dia de la Madalena, veinte y dos de lulio. Luego boluieron a hazer vela, por no auer recebido los nauios daño, ni hazer agua, y hizieron viaje y nauegacion, con tiempos es casos, hasta la costa de Nueua España. A la nao Espíritu Sancto (en quarenta y dos grados, a diez de Nouiembre, vista la tierra,) le cargo vn tiempo rezio de Susudueste, con grandes aguaceros, granizo y frío, que era trauesia en la costa; sobre la qual, estuuo la nao algunas vezes para perderse y con trabajo, desaparejada de jarcia, y la gente rendida de la nauegacion y frios. Duró el tiempo, hasta veinte y dos de Nouiembre, que este dia por la mañana, estando la nao de mar en traues, calados masteleos, vino sobre ella vna turbio nada de agua y granizo, con mucha oscuridad, y cayo vn rayo por el árbol mayor, en medio de la nao, que mato tres hombres, y hi rió y estropeo otras ocho personas, auiendo ocurrido á las escotillas, y abierto la mayor con luzes, para ver la nao por de dentro. Cayo Otro rayo por el mismo árbol, entre toda la gente, y aporreo diez y seis personas, que algunos estuuieron sin habla ni sentido, por todo aquel dia; y boluio a salir por la dala. El dia siguiente, saltó el viento al Nornordeste, con que la nao hizo vela, y fue costeando la tierra, con bastantes tiempos hasta diez y nueue del mes de Diziem bre, que tomo el puerto de Acapulco, hallando en cl, las dos ñaues menores, que primero auian salido de manila. Deallia tresdias, entro en el mismo puerto de Acapulco, el general don Lope de Vlloa, con la nao lesus Maria, auiendo traído los mismos tiempos, que la nao Espíritu Sancto; que desde que se apartaron, salidas del embocade ro de Capul, de las islas Filipinas, no se auian visto mas en todo el viaje. 5» <br />
El mesmo aíio, de seyscientos y tres, despacho el gouernador don Pedro de Acuña, desde Manila al Japon, el nauio Sanctiago, con rescates y orden, de que hiziese su nauegacion al Quanto, para cum plir con el deseo y voluntad de Daifusama; en que fueron embar cados, para cl dicho reyno (por tener nueua que ya auia muerto fr. Geronymo de lesus) quatro religiosos, de los de mas importan cia, que su orden tenia en Manila; que fueron fr. Diego de Bermeo que auia sido prouincial, y fr. Alonso de la Madre de Dios, y fray Luys Sotelo, y otro compaííero. Luego que los nauios lesus Maria y Espíritu Sancto, salieron para la Nueua España, y el nauio Sanctiago con los religiosos para el Japon, quedó la materia que se auia mouido, con la venida de los Mandarines de China, y dispuesta para hablar mas della, por que, con ' hallarse desocupados de otros negocios, todo fue recelarse de los Sangleyes, y de las sospechas que auia, de que auian de salir con alguna nouedad de perjuyzios; como el Arzobispo, y algunos reli jiosos lo certificauan y dauan a entender en publico y en secreto. Auia en esta sazón, en Manila y en sus comarcas, cantidad de Chi nas, dellos cristianos baptizados, en las poblazones de Baibai y Mi nondoc, de la otra vanda del rio, frontero de la ciudad, y los mas infieles, ocupados y entretenidos en estas mesmas poblazoncs, y en ]as tiendas del Parían de la ciudad, con mercaderías y todos oñcios, y el mayor numero dellos pescadores, canteros, carboneros, acarreadores, albañies y jornaleros; de los mercaderes, siempre se tuuo seguridad, por ser mejor gente y muy interesados, por razón de sus haziendas, de los otros no tanta, aunque fuesen cristianos, por que siendo gente pobre y cudiciosa, aqualquiera ruyndad se inclinarían; pero, siempre se entendió, que con mucha dificultad harían mudamiento, sin que viniese armada de la China con pujanga, en que pudiesen estriuar. La platica yua cada dia mas creciendo, y con ella la sospecha, por que aun algunos de los mismos Chinos, infieles y cristianos, por mostrarse amigos de ios Españoles, y limpios de toda culpa, dauan auisos de que auia de aucr leuantamiento con breuedad, y de otras cosas a este proposito, que aunque a el gouernador parecieron siempre ficciones, y encarecimientos dcsta nación, y no les daua crédito, tampoco se descuydaua tanto, que no se preuenia y velaua con disimulación, para lo que podía suceder; procurando tener la ciudad guardada, y la soldadesca armada, y acariciados los Chinas mas principales y mercaderes, asegurándoles sus personas y haziendas, preuiniendo los naturales, de la Pampanga y otras prouincías de la comarca, para que proueyesen de arroz y bastimentos la ciudad, y viniesen á socorrerla con sus personas y armas, quando fuese necesario. Lo mismo hizo con algunos Japones que auia en la ciudad, como de todo esto se trataua con alguna publicidad, pues no podía ser en secreto, auiendo de ser con tantos; vnos y otros se vinieron a persuadir, que la ocasión era cierta, y aun muchos ya la deseauan, por ver rebuelta la feria, y tener en que meter las manos. Comentóse desde aqui (asi en Ja ciudad como en la comarca, donde los Sangleyes andauan derramados) á apretarlos de obra y de palabra, quitándoles los naturales, y Tapones y soldados del campo, lo que tenían, y haziendoles otros malos tratamientos, llamándolos de perros traydores, y que ya sabían se querían algar, y que primero los auian de matar a todos, que sería con mucha breuedad; y que se hazia (por el gouernador) preuencion para ello; que solo esto, les fue bastante motiuo, para hallarse necesitados, de hazer lo que no pensauan (97).<br />
Algunos mas ladinos y codiciosos, tomaron la mano en leuantar el animo de los demas, y hazerse cabegas, diziendoles, que su perdición era cierta, según la determinación en que vian á los Españoles, sino se anticipauan, pues eran tantos en numero, y dauan sobre la ciudad, y la tomauan; que no les sería dificultoso, y matarlos Españoles, y tomarles sus haziendas; y señorearse de la tierra, con. el ayuda y socorro, que luego Íes vernia de China, quando alia se supiese el buen principio que al negocio se vuiese dado; y que, para hazerlo con tiempo, cónuenia (en algún sitio secreto y fuerte, no lejos de la ciudad) hazer vna fortificación y alojamiento, donde se recogiese y juntase la genté, y se fuesen preuiniendo armas, y bastimentos para la guerra, que por lo menos, seruiria de asegurar alli sus personas, del daño que dé los Españoles esperáuan. Entendióse, que el principal mouedor destas cosas, era vn Sangley cristiano, antiguo en la tierra, llamado loan Bautista de Vera, rico y muy fauorecido de los Españoles, temido y respetado de los Sangleyes, que muchas vezes auia sido gouernador suyo, y tenia muchos ahijados, y dependientes, que este era muy Españolado y brioso; el qual, con doblez y cautela, en este tiempo, no salia de la ciudad, ni de las casas de los Españoles, por darles de si menos sospecha; y desde alli, con sus confidentes mo uiá el negocio, que para asegurarse mas del suceso, y saber el nu mero de gente que tenia de su nación, y hazer alarde y lista della, les auia ordenado, con disimulación, que cada vno le trújese vna aguja, que fingió era necesaria, para cierta obra que auia de hazer, y las fue echando en vna cajuela, de la qual, las saco y hallo sufi ciente gente, para el efecto que pretendía. Comentóse luego a ha zer este fuerte, o alojamiento, poco mas de media legua del pueblo de Tondo, entre vnos esteros y ciénegas, lugar escondido, metien do en el, algún arroz y otros bastimentos y armas de poca conside ración, y comengaron a juntarse alli los Sangleyes, especialmente, de la gente menuda, común y jornaleros (que los del Parían y ofi ciales, aunque los auian solicitado para lo mismo, no se resoluian a ello, y se estañan quedos, guardando sus casas y haziendas) Yuase cada dia encendiendo mas la inquietud de los Sangleyes, que esto, y los auisos que se dauan al gouernador y a los Españoles, los tenia con mas cuidado y sobresalto, y los hazian ya hablar de la cosa nías en publico. Los Sangleyes, viendo que su negocio se descubría, y que la dilación les podia ser de tanto'perjuyzio, aunque te nían tratado que fuese el alzamiento dia de sant Andrés, postrero de Nouiembre, deternainaron de anticiparlo, y no perder mas tiempo, y viernes tres dias del mes de Otubre víspera de san Francisco, sé juntaron mas apriesa en el dicho su fuerte; dé manera, que quando fue de noche, auia en el dos mil hombres. loan Bautista de Vera, hazíendo del ladrón fiel, siendo el caudillo y guía de la trai ción, vino luego á la ciudad, y dijo al gouernador, que los Sanglayes estauan alborotados, y que se yuan juntando de la otra vanda del rio: púsole preso luego, con guardias y recaudo, sospechando del mal, y después fue justiciado, y sin hazer ruydo de cajas, man^ dó apercebir las compañías del campo y de la ciudad, y que todas tuuiesen las armas listas. No fue bien anochecido, quando don Luys Dasmariñas (que biuia junto al monasterio y yglesia de Minondoc, le la otra parte del rio) vino con gran priesa á la ciudad, á anisar a el gouernador, como auia rebolucion de Sangleyes, pidiéndoles veinte soldados, que pasasen á la otra vanda, donde guardaría el •dicho monasterio. Paso con esta gente, el sargento mayor del cam po, Cristoual de Axqueta, en compañía de don Luys, y cada ora crecía (con la callada de la noche) el ruydo, que los Sanglayes ha zian, que se yuan juntando, y sonauan cornetas y otros instrumen tos a su vsansa. Don Luys, quedó guardando el monasterio, con la gente que de Manila trujo, donde auia recojídas muchas mugeres, y niños de Sangleyes cristianos, con los relijiosos. Boluio luego á la ciudad el sargento mayor, dando quenta de lo que pasaua; tocóse arma, por que el ruydo y algazara de los Sangleyes, que auian sa lido a poner fuego, a algunas casas que auia en el campo, era tan grande, que parecía lo asolanan. Quemaron lo primero, vna casa de campo, de piedra, del capitán Esteuan de Marquina, donde estaua •con su muger e hijos, sin que escapase persona, si no fue vna niña pequeña, que quedo herida, escondida en vn gacatal. De allí, pasaron a la poblazon de Laguío, á la orilla del rio, y la quemaron, ma tando algunos Indios della, que los demás se vinieron huyendo á la ciudad; en la qual, estauan ya las puertas cerradas, y toda la gente con las armas en la mano, tendida sobre las murallas, y en otros puestos conueníentes, para lo que fuese necesario, hasta que ama necio. El enemigo, que ya tenía mas numero de gente, se retiro a •SU fuerte, para salir de allí con mas pujamja. Don Luys Dasmariñas, que estaua en guarda, de la yglesia y monasterio de Minondoc,, esperando cada ora que el enemigo auia de venir sobre el, embio al gouernador a pedir mas gente, que se la embio, de soldados de paga, y vezinos de la ciudad, con los capitanes don Tomas Brabo •de Acuña su sobrino, y loan da Alcega, Pedro de Arzeo, y GasparPérez, con cuyo consejo y parecer, se gouernase en la ocasión. En la ciudad todo era confusión, alaridos y vozes, particularmente, de los Indios mugeres y niños, que venían a sainarse a ella, y aunque, por a segurarse de los Sangleyes del Parían, se les pidió se metiesen los mercaderes en la ciudad, con sus hazíendas, no se atreuieron á ello, por que siempre entendieron, que el enemigo tomaría (con la pujanga de gente que tenía) la ciudad, y degollaría los Españoles, y peligrarían todos, y asi, quisieron mas quedarse en su Parían, para hazerse á la parte que llenase lo mejor. Don Luys Dasmariñas con el socorro que el gouernador le embio, pareciendole conuenia, buscar luego al enemigo, antes que acabase de juntarse y engrosarse, dejando en Minondoc, setenta soldados, a cargo de Gaspar Pérez, con el resto de la gente, que serian ciento y quarenta hombres arcabuzeros, los mas escogidos, se fue al pueblo de Tondo,, para fortificarse en la yglesia, que es de piedra, donde llego á las onze del dia. El mismo intento tuuieron los Chinas, que mil y quinientos, llegaron ai mismo puesto y tiempo. Trauose entre vnos y otros, vna escaramuga sobre ganar el monesterio, que duro vna ora^ a que acudió de socorro, el capitán Gaspar Pérez, con la gente que auia quedado en Minondoc. Retiróse el enemigo a su fuerte, con perdida de quinientos hombres, y Gaspar Pérez se boluio a su pues to, donde también quedo Pedro de Arzeo. Don Luys Dasmariñas (ceuado en este buen lance) se determino, con la fuerga del sol, y sin que la gente descansase, de pasar luego a delante, en busca de el enemigo, con la gente que tenia. Embio a que lo reconociese, al al férez Luys de Ybarren que trujo por nueua, que los enemigos eran muchos, y no estauan lejos; y aunque Juán de Alcega y otros, pi dieron a don Luys hiziese alto, y descansase la gente, y aguardase orden del gouernador, de lo que auia de hazer: era tanta la gana, que tenia de no perder esta ocasión, que probocando la gente, con palabras ásperas, para que le siguiesen, paso a adelante, hasta llegar a vna ciénaga. Salidos della, dieron de improuiso en vna gabana, donde el enemigo estaua, que viendo á los Españoles, todos juntos, con palos y algunas catanas, y pocas armas en astadas, los cer caron por todas partes. Don Luys y su gente, sin poder retirarse,, pelearon valerosamente, matando muchos Sangleyes, pero al cabo, como eran tantos, hizieron pedagos a todos los Españoles, sin que escapasen mas que solos quatro mal heridos, que trujeron la nueua á Manila. Fue para los Sangleyes este suceso, de mucha importancia; asi, por que en este puesto murió tanta gente, y de lo mejor de los Españoles, como por las armas que les quitaron, de que carecían; con que se prometieron, tenían su intento mas cierto y seguro. Y el dia siguiente, cinco de Otubre, embiaron las cabegas de don Luys, y de don Tomas, y de loan de Alcega, y de otros capitanes al Parían, dizíendo á los Sangleyes, que pues auían muerto lomejor de Manila, se algasen y juntasen con ellos, sino que pasarían luego a matarlos. La confusión y dolor de los Españoles en la ciudad, era tan grande, que impedía el hazer la preuencion y diligecia que el negocio pedia; pero la necesidad, en que se vian, y el brio del gouernador y sus oficiales, hizo que toda la gente guardase sus puestos, con las armas en las manos, sobre las murallas, auiendo guarnecido de lo mejor, las puertas de el Parian y de Dilao, y todo aquel liengo que era, por do el enemigo podía acometer, poniendo sobre cada puerta, vna piega de artillería, con la mejor gente; en que aüia, religiosos de todas las ordenes. Este día, Domingo, el enemigo viéndose gallardo, con la victoria del día antes, engrosado su ejercito, con mas gente que se le junto, vino sobre la ciudad, quemando y a solando todo lo que encontraua paso el rio, por que no auía nauio con que resistírselo, que todos los de armada estauan en las prouincias de Pintados. Metióse en el Parian, arremetió con mucho furia la puerta de la ciudad, de que fue rebatido con la arcabuzeria, y mosquetería, con perdida de muchos Sangleyes; paso á la yglesía de Dilao y por alli con la misma determinación, arremetió con algunas escalas a la puerta y muralla, que era mas baja, y halló la misma resistencia y daño, con que se retiró con mucha perdida al Parian y Adilao cerca de la noche. Toda ella se gasto por los Españoles en guardar su muralla, y preuenirse para el dia siguiente, y los enemigos en el Parean y en Dilao, haziendo carros, mantas, escalas, artificios de fuego, y otras inuenciones, con que arrimarse a la muralla, y asaltalla, y quemar las puertas, y poner fuego a todo. El dia siguiente lunes al amanecer, se juntaron los Sangleyes con estos pertrechos, y licuando delante la mejor gente que tenían, y mas bien armada, arremetieron con grande brio y determinación, la muralla; el artillería les desbarato las maquinas que traían, y con ella y el arcabuzeria, se les hizo tanto daño y resistencia, que con perdida de mucha gente, se boluieron a retirar al Parian y Adilao. loan Xuarez Gallínato con algunos soldados y vna tropa de Tapones, salió por la puerta de Dilao a los Sangleyes, llegaron hasta la yglesia, y reboluiendo sobre ellos los Sangleyes, se desordenaron los Tapones, y fueron causa, que todos se retirasen y boluiesen a ampararse de las murallas, siguiéndolos hasta alli los Sangleyes. Entró en esta ocasión en Manila el capitán don Luys de Velasco, que venia de Pintados, con vna buena caracoa, en la qual se echaron algunos arcabuzeros, y otros en bancas al abrigo della, que por el rio se arrimauan al Parian y Adilao, y picauan a el enemigo que alli estaua alojado, ese dia, y los dos siguientes, demanera, que se hízieron leuantar de aquellos puestos, pusieron estos nauíos fuego a el Parian, y abrasáronlo todo, y seguían por todas las partes que podian al enemigo. Viendo los Sangleyes, que su causa se empeora ua, y que no podian conseguir el fin que auian pretendido, determinaron de retirarse de la ciudad, con perdida de mas de quatro mil hombres, y dar auiso a China, para que los socorriesen, y para sustentarse diuidir su gente en tres esquadrones a diferentes partes, el vno á los Tingues de Passic, y el otro á los de Ayonbon, y otro á ia laguna de Bay y san Pablo, y Abatangas. Dejaron el tniercoles la ciudad de todo punto, y diuisos, (como está dicho) marcharon la tie rra dentro. Don Luys de Velasco por el rio, y algunos soldados e indios armados, que de todas partes, vinieron al SOCOITO de Manila, con algunos Españoles que los guiauan, y los relijiosos de sus dotrinas, los fueron siguiendo y apurando demanera, que mataron y acabaron los que yuan á los Tingues de Passic, y á Ayombon, el mayor numero y golpe de la gente, pasó á la laguna de Bay y montes de san Pablo, y a Batangas, donde se tenian por mas seguros, quemándolos pueblos y yglesias y todo lo que encontrauan, fortificándose en los dichos sitios. Yualos siguiendo, don Luys de Velasco con setenta soldados, matándoles cada dia mucha gente, y en vna ocasión, se empeñó tanto con el enemigo, que mato a don Luys de Velasco, y a diez soldados de su corapañia, y se fortificó de nueuo en san Pablo y Batangas, con esperanga de poderse alli sustentar, hasta que le viniese el socorro de China. <br />
. Temiendo el gouernador este daño, y deseando acabar al enemigo, y que la tierra se quietase del todo, embió con gente al capitán y sargento mayor, Cristoual de Axqueta Menchaca, para que buscase al enemigo, y lo acabase. Salió con dozientos Españoles, soldados y auentureros, trecientos Iapones, y mil y quinientos indios Pampangos y Tagalos, a veinte de Otubre, y diose tan buena maña, que con poca o ninguna perdida de su gente, hallo los Sangleyes fortificados en san Pablo, y en Batangas, y peleando con ellos, los mató y degolló a todos, sin que ninguno escapase, sino fueron dozientos, que trujo viuos a Manila, para las galeras, en que se ocupó veinte dias, con que se puso fina esta guerra, quedando en Manila muy pocos mercaderes, que con sus haziendas auian tomado buen consejo, de meterse con los Españoles en la ciudad, que quando se comengó la guerra, no tenia sietecientos Españoles, que pudieran tomar armas. <br />
• Acabada la guerra, comengó la necesidad de la ciudad, por que, no auiendo Sangleyes que vsauan los oficios, y traían todos los bastimentos, ni se hallaua que comer, ni vnos gapatos que calgar, ni por precios muy excesiuos. Los Indios naturales, están muy lejos de vsar estos ministerios, y aun muy oluidados de la labranga, y crianga de aues, ganados, y algodón, y tejer mantas como lo hazian en su infidelidad, y mucho tiempo después que se ganó la tierra; tras esto se entendía, que con la revolución pasada, no vendrían á las islas, los nauios de bastimentos y mercaderías de la China; y sobre todo, no se viuia sin recelo y sospecha, de que en lugar dellos, vernia armada sobre Mala, para vengar la muerte de sus Sangleyes. Todo junto, afligía los ánimos de los Españoles, y tras auer despachado, con la nueua deste suceso (por la vía de la India) á la corte de España, a fray Diego de Gueuara, prior del monasterio de san Agustín de Manila, que por varios casos, que le sucedieron, en la India, Persia, 6 Italia por do caminó, no pudo llegara Madrid, hasta pasados tres años, se despacho luego, al capitán Marco de la Cueua, en compañía de fray Luys Gandullo, de la orden de santo Domingo, á la ciudad de Macao en la China, donde residen los Portugueses, con cartas para el capitán mayor, y cámara de aquella ciudad; auisandoles, del algamiento de los Sanglejí-es, y del suceso de la guerra, para que, si sintiesen rumor de armada en China, auisasen. luntamente, lleuaron cartas del gouernador, para los Tutones, Aytaos y visitadores de las prouincías de Cantón, y Chincheo, dando cuenta del exceso de los Chinas, que obligó á los Españoles a matarlos. Llegados, Marcos de la Cueua, y fray Luys Gandullo a Macao; hallaron, no auía noticia de armada, sino que todo estaua quieto; aunque, ya se sabia del algamiento, y mucho de lo sucedido, por algunos Sangleyes, que en Champanes auian salido, huyendo de Manila en la ocasión. En Chincheo se supo luego, como estos Españoles estañan en Macao, y los capitanes Guansan Sinu, y Guachan, caudalosos y osdinarios en el trato con Manila, los fueron a buscar, y auiendose enterado de la verdad de lo sucedido recibieron las cartas de los Mandarines para licuárselas, y animaron a otros mercaderes y nauios de Chincheo, para que aquel año fuesen á Manila, (que no se atreuian a hazerlo) que fue de mucho prouecho, por que con ellos se suplió mucha parte de la necesidad que se padecía: Con este despacho, y alguna poluora, salitre y plomo, deque se apercibió Marcos de la Cueua, para los almazenes, se salió de Macao, y nauego a Manila, donde entro por Mayo, con común contento de la ciudad ; por las nueuas que traía; que luego, las comentaron aver verificadas, con la armada de treze nauios, de bastimentos y mercaderias de China. <br />
Llegado el mes de lunio, deste año de seiscientos y tres, se despacharon dos naos de Manila para la Nueua España, a cargo de don Diego de Mendoga, aquien aquel año auia embiado, el Virrey Marques de Montesclaros, con el socorro ordinario para las islas; capitana, nuestra Señora de los remedios, y almiranta, sant An tonio. Muchas personas ricas de Manila, escarmentados de los trabajospasados, se embarcaron en estos nauios con sus casas y hazicndas, para la Nueua España; especialmente en el almiranta, con la mayoi' riqueza que de las Filipinas a salido; ambas naos, tuuieron tan grandes tiempos en la nauegacion, en la altura de treinta y qua tro grados, antes de auer pasado del Japon, que sin arboles, y con mucha alijazon y daños, arribó la capitana a Manila, y la almi ranta se la tragó la mar, sin saluarse persona della; que fue vna de las grandes perdidas y plagas, que las Filipinas an tenido tras las pasadas. Lo restante de este año, y el de seyscientos y cinco, hasta el despacho de las naos, que auia de ir a Castilla, gastó el gouernadof en reparar la ciudad, y proueerla de bastimentos, y municiones, con particular intención y cuydado, de que la resolución, que de la Corte esperaua, de hazer jornada al Maluco (de que tenia auisos y premisas) no le hallase tan desapercebido, que le obligase a dilatar la jornída, en que anduuo muy acertado, por que al mismo tiempo, auia venido de España, el maese de campo loan de Esquivel, con Seiscientos soldados a México, donde se hazia mas gente, y grande aparato de municiones y bastimentos, dineros y armas, quel Virrey, por mandado de su magestad embio de la nueua España, por Margo de este año, al gouernador, para que fuese al Maluco, que todo ello, llegó en saluamento, y a buen tiempo a Manila. >»i • Poco después, que salieron de Manila las naos para Nueua España, y entraron las que de alia el Virrey auia despachado, murió el Ar- : gobispo, don fr. Miguel de Venauides, de vna larga enfermedad, cuyo cuerpo fue sepultado, con común deuocion, y aclamación de la ciudad. "^ Por este mismo tiempo, en los nauios que este año continuaron a üenir de China, con las mercaderías, y con ¡os principales capita nes dellos, recibió don Pedro de Acuña tres cartas, de vn tenor trasuntadas en castellano, de el Tuton y Haytao, y del visitador general, de la prouincia de Chincheo, en la materia del algamiento, que los Sangleyes auian hecho, y su castigo que dezia asi. <br />
^ CARTA DEL VISITADOR DE CHINCHEO EN CHINA, esci'ita para don Pedro de Acuña, gojiernador de las Filipinas. <br />
'^^AL GRAN CAPITÁN GENERAL DE LVZON.'»^ <br />
OR auer sabido que los Chinas, que iuan a tratar y contratar al reyno de Luzon, an sido muertos por los Españoles, c ynP quirido la catisa de estas muertes, y rogado al rey que haga justicia de quien á sido causa de tatito mal, para que se ponga remedio en adelante, y los mercaderes tengan paz y sosiego. Los años pasados, antes que yo viniese ccqtd por visitador, vn Sangley llamado Tioneg-, con tres Mandarines, con licencia del rey de China, fue a Luzon, a Cabit, a buscar oro y plata, que todo fue mentira, por que no halló oro ni plata. Y por tanto, rogue a el, castigase a este engañador de Tioneg; para que se entendiese, la justicia recta que se haze en China. En tiempo del Visorrey y Capado pasados, fue quando Tioneg y su compañero, llamado Yanglion, dijeron la mentira dicha; y yo, después acá, rogue al rey, hiziese trasladar todos los papeles de la causa de Tioneg, y que mandase licuar al dicho Tioneg, con los procesos ante si, y yo mismo, vi los dichos papeles, y eche de ver, que todo auia sido mentira, lo que el dicho Tioneg auia dicho. Y escrevi al rey, • diziendo, que por las mentiras que Tioneg auia dicho, auian sos pechado los Castillas, que les queríamos hazer guerra; y que por eso, auian muerto mas de treinta mil Chinas en Ltízon, y el rey hizo lo que yo le pedia, y asi castigo al dicho Yanglion, mandándole matar; y a Tioneg, le mando cortar la cabega, y colgalla en vna jaula; y la gente China, que murió en Luzon, no tuuo culpa.. Y yo con otros, tratamos esto con el rey, para que viese era su voluntad en este negocio, y en otro; que fue, auer venido dos nauios de Yngleses a estas costas de Chincheo, cosa muy peligrosa para la China, para que el rey viese, que se auia de hazer en estos dos negocios tan graues. Y también, escrevimos al rey, mandase castigar á los dos Sangleyes, y después de auer escrito estas cosas sobre dichas al rey, nos respon dió; que para que auian venido nauios de Yngleses á la China, si aca so vettian a robar, que les mandasen luego ir de allia Luzon,y que les dijesen á los de Luzon, que no diesen crédito a gente vellaca y menti rosa de los Chinas, y que matasen luego á los dos Sangleyes, que auian enseñado el puerto á los Ingleses. Y en lo demás que le escrivi mos, que hiziese nuestra voluntad; y después de auer recebido este re caudo el Virrey, el Capado é yo, embiamos agora todos nuestros re caudos, al gouernador de Luzon, la mucha razón conque se gouierna este reyno tan grande, y al qual reyno, á mucho tiempo que nadie se atreue a ofender; y aunque los Japones an prcvendido iiiquietar á Id Coria,-, qué es del gouierno de China, y no an podido salir con ello, antes an sido echados della,y la Coria á quedado con gran pasy so siego, como de oydas bien saben los de Ltison. El año pasado, después que por la mentira de Tioncg, supimos, que eran muertos tantos Chinas en Luzon, nos juntamos inuchos Manda rines, aconcetar de tratar con el rey, que se vengase de tantas muer tes; y deziamos, que la tierra de Luzon, es tierra miserable, de poca importancia, y que antiguamente, solo era morada de Diablos y de Culebras; y que por auer venido [de algtmos años á esta parte) a ella tanta cantidad de Sangleyes, a tratar con los Castillas, se a ennoble cido tanto; en la qual, los dichos Sangleyes an trabajado tanto, leuan tando las murallas, haziendo casas y huertas, y en otras cosas, ni agradecido estas obras buenas, sin que con tanta crueldad, atüan muerto tanta gente; y aunque, por dos o tres vezes escriuimos al rey sobre lo dicho, ms respondió, auiendose enojado por las cosas arriba dichas; disiendo, que por tres razones, no conuenia vengarse, ni hazer guerra a Lwzon. La primera, porque los Castillas (de mucho tiempo a esta parte) Son amigos de los Chinas; y la segunda razón era, por que la victoria no se sabia, si la licuarían los Castillas o los Chinas; y la tercera y vltima razón, porque la gente que los Castillas auian muerto, era gente ruyn, y desagradecida a China, a sti patria, padres y parientes, pues tantos años auia, que no boluian a China; la qual gente, dize el rey, que no estimaua en mucho, por las razones arriba diclias; y solo mando al Virrey, Alcapado y a mi, escribir esta carta con este embajador, para que sepan los de Luzon, que el rey de China tiene gran pecho, gran sufrimiento y mucha misericordia; pues, no á mandado hazerles guerra á los de iMzon, y bien se echa de ver su rectitud, pues también a castigado la mentira de Tioneg; y que, pttes los Españoles es gente sabiayprtidenie, que como no tiene pena, de auer muerto a tanta gente, y se arrepiente dello, y tiene buen coragon, con los Chinas que an quedado} por que, si tiene los Castillas buen coragon con los Chinas, y bueluen los Sangleyes, que an quedado de la guerra, y se paga el dinero que se deue, y la hasienda que se á tomado á los Sangleyes, aura amistad, entre ese reynoy este, y aura cada año nauios de trato; y si no, no dará el rey licencia, para que vayan nauios de trato, antes, mandara hazer mil nauios de guerra, con soldados y parien tes de los muertos, y con las demás gentes y reynos, que pagan Parias d China; y sin peí donar a nadie, harán guerra; y después, se les dará el reyno de Luzon, a esta gente que paga Parias a China. Fue escrita la carta del visitador general, á doze del segundo mes. <br />
VE según nuestra quenta, es iMarzo del año de veinte y tres, Qdel reyno de Vandcl. La del Eunuco se escriuio, en diez y seis del dicho mes y año; y la del Virrey, en veinte y dos del. El gouernador, respondió a estas cartas, con los mismos mensa jeros, comedida autorizadamente, satisfaziendo délo hecho, y de la justificación délos Españoles ofreciendo de nueuo amistad, y trato con los Chinas, y que se boluieran a sus dueños, las haziendas que en Manila auian quedado, y se daria libertad á su tiempo, á los pri sioneros que tenia en galeras; de quienes, se pensaua primero scr uir, para la jornada de Maluco, que tenia entre manos. Las entradas en Japon, de los religiosos descalsos de san Fran cisco, y los de sancto Domingo, y san Augustin, en diuersas pro uincias, se fueron continuando; asi, en nauio propio Castellano, que este año se despacho á los reynos del Quanto, como en otros de Tapones, que con su plata y harinas vinieron a Manila, a sus con trataciones; con permiso, y licencia de Daifu, llamado ya Cubosa ma; el qual, este año, con vn criado suyo, embio al gouernador, ciertas armas y presentes, en retorno de otros que el gouernador le embio, y respondió a su carta la que se sigue. <br />
CARTA DE DAIFVSAMA, SEÑOR DE Japon, PARA EL GOUERnador don Pedro de Acuria, año de mil y seiscientos y cinco. <br />
ECEBI dos de V. señoría, y todos los dones y presentes, con" forme á la memoria; de los guales, auiendo recebido, el vino R hecho de vuas, me alegre con el grandemente. Los años pa sados, me pidió V, señoría que fuesen seis nauios, y el año pasado pi~ dio qiiatro d la qual petición yo concedí siempre; pero aquello me da mucho disgusto, que entre los quatro nauios que V. S. pide, sea elvno de Antonio, el qual, hizo viaje sin mandarlo yo, y fue cosa de mucha libertad, y en desprecio mió. Por ventura, el nauio que V. S. quisiese embiar al Japon, embiará sin permiso mió} demás desto, muchas ve ces a tratado V. S. y otros de las Setas del Japon, y pedido mu chas cosas a cerca dello; lo qual tampoco yo puedo conceder, porque esta región se llama Xincoco, que quiere dezir, dedicada á los y do los; los quales, desde nuestros mayores hasta agora, an sido honrrados con suma alabanf a, cuyos hechos, no puedo yo solo deshazer ni destruyr^ Por lo qual, de ninguna suerte conuiene, que en Japon se promulgue^ ni predique vuestra ley, y si V. S. quisiere tener amistad con estos reynos del Japon y comigo, haga lo que yo quiero, y lo que no es gusto mió, nunca lo haga. Finalmente, muchos me an dicho^ que muchos Japones hombres malosy peruersos, que pasan a ese rey no, y á i están puchos años, después bueluen a Japon; lo qual, es para mi de mucho •disgusto; y asi, de aqui adelante, no permita V. S. que ninguno de los Japones venga en la nao que á i viniere, y en las demás cosas, procu re V. S. consejo, y prudencia, y se hagan de manera, que aqui adelan te no sean en disgusto mió (98).<br />
<br />
Omo, lo que mas auia deseado el gouerriador, era hazer la jor C nada de Terrenate en el Maluco, y que esto fuese con breue •dad, antes que el enemigo se apoderase, mas de lo que estaua, por que tenia nueua, que los Holandeses, que cstauan apoderados de la isla, y fortaleza de Amboino, auian hecho lo mismo de la de Tido re, y echado los Portugueses que en ellas estauan poblados, y me tidose en Terrenate, con fatoria para la contracion del clauo. Luego que llegaron los despachos de España, para esta empresa, por lunio de seiscientos y cinco, y la gente y socorro que de la Nueua España lleuó, por el mismo tiempo, el maese de campo loan de Esquivel, gastó lo restante deste año el gouernador, en poner a punto los nauios, gente y bastimentos que le pareció necesarios, para la empresa, y dejando en Manila, lo que bastaua para su de fensa, partió á las prouincias de Pintados, donde se juntaua el ar mada, a principio del año de seiscientos y seis (99).<br />
A quinze días del mes de Febrero, teniendo presta y apunto la -armada, que era cinco ñaues, quatro galeras de fanal, tres galeotas, •quatro champanes, tres funeas, dos lanchas inglesas, dos verganti nes, vna barca chata para la artillería, y treze fragatas de alto bor do, con rail y trezientos Españoles, soldados de paga, y capitanes y •oficíales, entretenidos y auentureros; y entre ellos algunos capita nes y soldados Portugueses, con el capitán mayor de Tidore que -allí auia, quando los Holandeses se apoderaron de aquella isla, que vinieron de Malaca, para yr en la jornada, y quatrocientos gastado res Indios, Tagalos y Pampangos de Manila, que fueron a su costa •con sus oficíales y armas a seruir, cantidad de artillería de todo ge nero, municiones pertrechos y bastimentos para nueue meses (100).<br />
Salió don Pedro de Acuña con todo este aparato, de la punta de Hilohilo, cerca de la villa de Areualo, en la isla de Panal, y cos teando la isla de Mindanao, tomó el puerto de la Caldera, para rehazerse de agua y leña, y otras cosas que auia menester. El gouernador, iua embarcado en la galera Santiago, licuando a su cargo, las demás galeras y nauios de remo. La nao lesus Maña, iua por capitana de los otros nauios, en que iüa el maese de campo loan de Esquível. Por almirante de la armada, fue el capitán y sargento mayor Cristoual de Azcueta Menchaca. Auiendo la armada hecho en la Caldera lo que le conuenia, se leuo deste puerto, y al hazer vela la nao capitana, que era nauio grueso, no pudo tomar la buelta, y las corrientes la echaron a tierra; de manera, que sin poderla remediar, dio á la costa; donde se perdió, saluandose la gente, artilleria, y parte de las municiones y ropa que lleuaua. Y auiendo puesto fuego a la nao, y sacándole la clauazon y perneria que se pudo, por que los Mindanaos no se aprouechasen della, la armada continuo su viaje. Las galeras, costeando la isla de Mindanao, y las ñaues y otros nauios de borde de mar enfuera, licuando su derrota, vnos y otros al puerto do Talangame, de la isla de Terrenate. Las ñaues, aunque con algunos contrastes, vieron primero las islas del Maluco, y auiendo reconocido vna ñaue gruesa. Holandesa bien artillada, que estaua surta en Terrenate, disparé a nuestras ñaues, al guna artilleria gruesa, y luego se metió en el puerto, donde se for tifico al calor de la tierra, con su artilleria y gente de la nao, y Terrenates. El maese de campo, paso con las ñaues á la isla de Ti dore, donde fue bien recebido, de los principales y Cachiles Moros; por que el rey estaua fuera, por auer ido a casarse á la isla de Ba~ chan. Alli, hallo el maese de campo, quatro Flolandeses fatores, que rescatauan el clauo, de quienes tomo lengua, como la ñaue que es taua en Terrenate, era de Holanda, vna de las que auian salido de Amboino, y apoderadose de Tidore, y echado de alli los Portugue ses, que cargaua de clauo; y que, esperaua otras de su conserua, por que tenian echa amistad, y capitulaciones con Tidore y Terre nate, para fauorecerse contra Castellanos, y Portugueses. El maese de campo, embio luego á llamar al rey de Tidore, refrescando alli su gente y nauios, y haziendo cestones, y otros pertrechos que con uenia para la guerra, esperó a don Pedro de Acuña, que con sus galeras (por culpa de los pilotos) se auia sotauentado, de la isla de Terrenate, treinta leguas, hasta la isla de los Célebes, por otro nom bre de Mateo; y reconociendo esta isla, boluio a Terrenate, y pa sando a vista de Talangame, descubrió la nao Holandesa; quiso re conocerla, y viendo, que con su artilleria ofendía á las galeras, y que alli no estaua el maese de campo, paso a Tidore, donde le hallo con mucho contento de todos, en que gastaron lo restante del mes de Margo. A este tiempo, vino el rey de Tidore, con doze caracoas bien armadas, mostró contento de la venida del gouernador, a quien dio muchas quejaS, de la tiranía y sugecion en que le tenia puesto Sultán Zayde, rey de Terrenate, con el ayuda de los Holandeses; prometió, yr a seruir a su magestad, con su persona y seyscientos Tiradores, en la armada, don Pedro le recibió y regalo, y sin dete nerse mas en Tidore, ni ocuparse en la nao, que estaua en Talan game, trató de lo principal, a que venian. .Salió a postrero de Margo, la buelta de Terrenate ; este dia, surgió en vna ensenada, entre la poblazon y el puerto, y lo mismo el rey de Tidore con sus cara coas. La misma noche, se leuo la nao Holandesa, y se fue a A m boino. El dia siguiente, primero de Abril, al amanecer, echaron la gente en tierra, con algún trabajo con disignio de que marchase por la marina, que era paso muy estrecho y angosto, hasta la for taleza, para que se plantase el artillería, con que la auian de batir; pareciendole al gouernador, yua a daño por la cortedad y apretura del paso, echó por lo alto, cantidad de gastadores, que abriesen otro camino, para que lo restante del ejercito pasase, y el enemigo se diuirtiese por muchas partes. Con esta diligencia, se agerco el cam po á las murallas, auiendoles salido (por vnas partes y otras a im pedírselo) mucha cantidad de Terrenates. La vanguardia del cam po, yua a cargo de loan Xuarez Gallinato, con los capitanes, loan de Cueuas, don Rodrigo de Mendoga, Pasqual de Alarcon, loan de Ceruantes, capitán Vergara, Cristoual de Villagra, con sus compa ñías. En el cuerpo del esquadron, yuan los demás capitanes; y la retaguardia, llcuaua el capitán Delgado, acudiendo a todas partes^ el maese de campo. Llego el ejercito, a ponerse debajo de la arti llería del enemigo, que jugaua a priesa; el gouernador salió, a uer como estaua hecho el esquadron, y dejándolo en el puesto, boluio á la armada, a hazer sacar las piegas de batir, y refresco para los sol dados. Entre el esquadron y la muralla, auia vnos arboles altos, en que los enemigos tenían puestas vnas centinelas, que descubrían la campaña, echáronlos dellos, y pusiéronse las nuestras, que desde lO' alto, auisauan lo que pasaua en la fortaleza. El capitán Vergara, y tras el, don Rodrigo de Mendoga, y Alarcon, salieron a reconocer la muralla, el valuarte de nuestra Señora, y las piegas que tenia á tierra, y vna muralla baja de piedra seca, que corría hasta el monte, donde auia vn valuarte, en que remataua, que llaman de Cachiltulo, que estaua guarnecido con piegas de artillería, y mucha verseria, y mosqueteros, y arcabuzeros, piqueros, y otras muchas armas a su vsanga, tendidos por la muralla, para su defensa. Y auiendolo visto todo, y reconocido, aunque no sin daño, por que el enemigo, auia muerto con la artillería seis soldados, y herido en vna rodilla (de vn mosquetazo) al Alférez loan de la Rambla, boluieron al esquadron. Poco mas era de mediodía, quando se reconoció vn sitio eminente, hazia el valuarte de Cachiltulo, desde el qual, se podia ofender y echar de la muralla al enemigo; diose orden a el capitán Cueuas, que con veinte y cinco mosqueteros lo ocupase; que auiendolo hecho el enemigo, echo vn golpe de gente fuera, para impedírselo. Trauose la escaramuga, y los moros boluieron, retirándose á la muralla. Siguiólos Cueuas de suerte, que se empeño tanto, que tuuo necesidad de socorro. Las centinelas desde los arboles, auísaron lo que pasaua; socorrieron los capitanes, don Rodrigo de Mendoga, Alarcon, Ceruantes y Vergara, con picas volantes y alabardas, y siguieron al enemigo, con tanta presteza, y determinación, que se entraron tras el por las murallas; aunque, algunos heridos, y el capitán Seruantes lo rebatieron, de la muralla abajo, quebradas las piernas, de que murió. El capitán clon Rodrigo de Mendoga, siguiendo al enemigo Tque se yua retirando) corrió la muralla por dentro, hasta el cauallero de nuestra Señora, y Vergara á la otra vanda: el liengo que corre, hasta el baluarte de Cachiltulo, pasando adelante, hasta el monte. A este tiempo, todo el ejercito auia ya arremetido á la muralla, y ayudándose vnos a otros, subieron por ella, y entraron la tierra por todas partes, con perdida de algunos soldados muertos y heridos. Detuuose la gente, en vna trinchera, que auia mas adelante del fuerte nuestra Señora, por que el enemigo se auia retirado en vn jacal, fortificado con mucha mosquetería y arcabuzeria, y quatro piegas listas, disparando sus arcabuzes y mosquetes á los Españoles, y tirándoles cañas tostadas, y bacacaes a su vsanga. Los Españoles, arremetieron al jacal, y queriendo vn artillero Holandés, dar fuego a vn pedrero grueso, con que hiziera mucho daño, de turbado no acertó, y arrojo el botafogo en el suelo, y boluio las espaldas huyendo. Tras el, hizicron lo_ mismo los enemigos, y desamparon el jacal, huyendo por diuersas partes, los que pudieron se embarcaron con el rey, y algunas mugeres suyas, y Holandeses en vna caracoa, y quatro juangas que temían armadas, junto al fuerte del rey, en que luego entro el capitán Vergara, y.le halló sin persona alguna. Don Rodrigo de Mendoga y Villagra, siguieron el enemigo, á la parte del monte, largo trecho, matándole muchos Moros, con que á las dos de la tarde, quedo la poblazon y fortaleza de Terrenate, acabada de ganar; y en ella, puestas las vanderas y estandartes de España, sin auer sido necesario, batir las murallas como se pensaua, y á tan poca costa de los Españoles. Los muertos fueron quinze hombres, y los heridos otros veinte. Reconocióse toda la poblazon, y remate della, hasta vn fuertezuelo, llamado Limataen, con dos piezas de artillería, y otras dos que estauan junto á la mes quita, á la vanda de la mar. El saco, de la tierra, no fue de mucha importancía; por que ya auian sacado, lo que era de mas valor, mu geres y niños á la isla del Moro, donde el rey se fue huyendo, y se metió en vna fortaleza que alli tenia. Hallóse alguna ropa de la tie rra, y mucha cantidad de clauo, y en la fatoria de los Holandeses, dos mil ducados; algunos paños, liengos y muchas armas, y en di uersas partes, artillería buena, Portuguesa y Holandesa, mucha ver seria y municiones, que se tomaron para su Magestad. Púsose guar da á lo ganado, y con algunas piegas que se sacaron de la armada, se puso la tierra en defensa, ordenando el gouernador, y proueyen do en lo demás lo que conuenia. <br />
Cachil Amuxa, el mayor principal de Terrenate, sobrino del rey, eon otros Cachiles, vinieron de paz al gouernador, diziendo que el, y todos los Terrenates, querían ser vasallos de su Magestad, y que muchos dias antes le vuieran dado la obediencia, si el no se lo im pidiera; que como hombre souerbio, y amigo de su parecer, aunque auia sido aconsejado, diese a su Magestad la fuerga, y se metiese en su obediencia, nunca lo auia querido hazer, hallándose souerbio y brioso, por los buenos sucesos que hasta alli auia tenido en otras ocasiones; que auia sido causa, que agora se hallase en el miserable estado en que se vía; y que, el se ofrecía atraerle de la fortaleza del Moro, dándole seguro de la vida. Don Pedro de Acuña, recibió bien este Moro, y ofreciéndose á que yria en su compañía, Pablo de Lima Portugués, de los que el Holandés auia echado de Tidore, hombre de importancia, y muy conocido del rey, los despachó con seguro, por escrito, como se sigue. % <br />
^ SAL VOCONDVTO DE DON PEDRO DE ACUÑA, al rey de Terrenate. <br />
IGO yo don Pedro de Acuña, gouernador y capitán general, D y presidente de las islas Filipinas, y general deste ejercito y armada, que por la firmada de mi nombre, doy seguro de la vida, al rey de Terrenate; para que pueda venir a hablarme; a el, y á las personas que consigo trujere; reseruando en mi, el disponer de todo lo demás a mi voluntad, y dello doy seguro en nombre de su Magestad; y mando, que ninguna persona desta armada, a el, ni a cosa suya dé pesadumbre; y que todos guarden lo aqui contenido. Fecha- en Terrenate, a seis de Abril, de mil y seiscientos y seis años. Don Pedro.de Acuña. <br />
<br />
mados, y trepulados de remeros. Y en Tidore, otra compañía de cien soldados, á cargo del capitán Alarcon, con municiones y bastimentos para vn año, a entrambas fortalezas. Y por que se asegurase mas, este estado de cosas de la tierra, saco della y trujo consigo a Manila, a el rey de Terrenate, y a su hijo el principe, y veinte y quatro Cachiles y Sangajes, los mas parientes del rey, haziendoles toda onrra y buen tratamiento; dándoles a entender, el fin con que los lleuaua, y que su buelta al Maluco, pendía de la seguridad y asiento, con que los moros fuesen procediendo, en la obediencia, y servicio de su Magestad. Las tres galeotas de Portugueses, boluieron a Malaca, licuando los Holandeses que en el Maluco auia, y los capitanes y soldados Portugueses, que en ellas auian venido para esta jornada, y con lo restante de la armada, el gouernador entro en Manila (a postrero de Mayo, de seiscientos y seis) victorioso, donde fue recebido, con contento y alabanzas de la ciudad, dando gracias a Dios por tan felice y breue suceso, en empresa de tanta calidad é importancia, Al tiempo que el gouernador estaua en el Maluco, por su ausen cia, gouernaua las Filipinas, el audiencia real dellas, y queriendo echar de la ciudad, cantidad de Japones, que en ella auia gente brio sa, y poco segura para la tierra; poniéndolo en ejecución, haziendo seles de mal, lo resistieron; y llegó la cosa a tanto, que tomaron las armas para impedirlo, y á los Españoles les fue forgoso, tomarlas también. Llego el negocio a términos, que unos y otros, se quisie ron dar la batalla, fuese entreteniendo por algunos medios; hasta, que por diligencia de algunos relijiosos, los Japones se redujeron, y des pués embarcaron, los que mas se pudieron echar, aunque muy a disgusto suyo. Fue esta Vna, de las ocasiones de mas peligro, en que Manila se á visto; porque los Españoles eran pocos, y los Japones -mas de mil y quinientos, gente gallarda y de mucho brio, y si vi.nieran á las manos en esta coyuntura, los Españoles lo pasaran mal. Entrando el gouernador en Manila, trató luego de las cosas de su gouierno; y particularmente del despacho de dos naos, que auian de yr a Nueua España, asistiendo por sy persona, en el puerto de Cá bit, el aderego y carga dellas, y embarcación de los pasajeros. Sin tióse algo indispuesto del estomago, que le obligo a boluer a Manila, y hizo cama; crecióle el dolor y vascas, con tanta presteza, que sin poderle dar remedio, murió con grandes congojas, dia de san loan, • con mucha lastima y dolor de toda la tierra; y particularmente, lo mostró y dio a entender el rey de Terrenate, que siempre auia re cebido del mucha honrra ybuen tratamiento. Tuuose sospecha, que ia muerte auia sido violenta, según el rigor y muestras de la enfer medad; y creció la sospecha, por que auiendo abierto su cuerpo, médicos y cirujanos, declararon por las señales que en el vieron, auer sido tosigado, que hizo mas lastimosa su muerte. Enterro la au -diencia al gouernador, en el monasterio de san Agustín de Manila, con la pompa y aparato que a su persona y cargos deuia (lOl).<br />
Y -auiendo buelto a tomar en si el gouierno, despachó las naos para la Nueua España, donde auisó a su Magestad de la toma del Maluco, y muerte del gouernador. La capitana, en que venia por general y capitán, don Rodrigo de Mendoga, hizo breue viaje á la Nueua España con estas nueuas. La almiranta, aunque salió de las islas al mismo tiempo, tardo mas de 5eis meses. Echo á la mar, ochenta personas de enfermedad, sin otros muchos (que tocados della) en saliendo a tierra, en el puerto •de Acapulco murieron; entre los quales, fue el licenciado don An tonio de Ribera, oydor de Manila, que venia por oydor de México. Con la venida destas naos, se entendió, después de la muerte de •don Pedro de Acuña y auer tomado ensi el audiencia el gouier no, que las cosas de las islas no tenian nouedad; mas, de que las contrataciones se estrechauan, por la prohibición, de que no .se pasasen en cada vn año á las islas, mas de quinientos mil pesos, de lo procedido de la venta de las mercaderías, en la Nueua España; con que se padecían necesidades, por parecer poca cantidad, para los muchos Españoles, y grosedad del trato, de que se susten tan todos los estados, por no tener otras grangerias ni entrenimien tos; y que, junto con evsto, aunque el auer ganado al Maluco, auia .sido de tanta importancia, por lo que aquellas islas son, y el castigo para reducion de las otras reueladas; especialmente, Mindanao y lolo, de quienes las Filipinas tantos daños recibían: esto no tenia el asiento que conuenia; asi por que los Mindanaos y loloes, no dejaua n todavía de bajar con sus nauios de guerra, á las prouincias de Pintados, a hazer presas como solían, que esto durará siempre, que no se fuere muy. de proposito sobre ellos; como por que ni las co sas del Maluco, dejauan de dar bien en que entender, al maese de campo loan de Esquiuel, que en su gouierno estaua, teniendo poca seguridad de los naturales, que como gente Mahometana y de suyo fáciles y de poca constancia, inquietos y hechos á desasosiegos y guerras; cada ora, y por diuersas partes, las mouian y se algauan, en cuyo castigo y pacificación, aunque el maese de campo y sus ca pitanes trabajauan, no podían dar a tanto, como se ofrecía el remedio necesario. La soldadesca y los bastimentos se consumían, y los socorros que de Manila se le liazlan, no podían ser tan a tiempo, ni • en la cantidad que se pedía, por los riesgos del viaje y necesidad de la real hazienda. No era de menos perjuicio para todo, la venida de nauios de Holanda y Zelanda, en este tiempo al Maluco, que como tan interesados en las islas, y que también puesto auian tenido su negocio, venían en esquadras, por la nauegacion de la india; a recu perar, lo que hallauan perdido en Amboino y Terrenate, y demás is las; con cuyas espaldas, los Moros se reuelavan contra los Españo les, y tenian bien que hazer con ellos, y mas con los Holandeses; por ser muchos, y enemigos de mas cuydado que los naturales. El interese de los Holandeses, en estas partes es tan grande, asi en la contratación de el clauo, y otras drogas y especerías, como en parecerles, que por aquí abren puerta, para señorearse del oriente : qué venciendo todas cosas, y dificultades de la nauegacion, cada día' mas, y con mayores armadas, van a estas islas; y sí a este daño no •Sele pone remedio, muy de rayz i con tiempo crecerá en breue tan to, que después no le pueda tener. Solían hazer esta nauegacion, los Ingleses y Flamencos, por el es trecho de Magallanes, que el primero fue Francisco Draque; y al gunos años después. Tomas Escander, pasando por el Maluco. Vltimamente Oliuer del Nort Flamenco, con cuya armada, peleo la de los Españoles, en las islas Filipinas, por fin del año de mil y seiscientos; donde, auiendole tomado su almiranta, que Ueuaua a cargo Lamberto Biezman; la capitana, con perdida de casi toda la gente, y muy destrocada, se puso en huyda: y como después salio^ de las Filipinas, y fue vista en la Sunda, y desembocaderos de la laua; tan acabada, que pareció imposible poder nauegar, y que se dejase de perder como en su lugar se dijo. Este cosario, aunque tan acabado, tuuo ventura de escaparse de las manos de los Españoles, y con grandes trabajos y dificultades, boluio con la nao Mauricio, con solos nueue hombres viuos a Amstradam, a veinte y seis de Agosto, del año de seiscientos y vno, que escriuio la relación de su viaje, y sucesos del, con estampas de la batalla y nauios, que después traducida en lengua Latina, la impri mió, Theodoro de Bri (Alemán) en Francfort, año de seiscientos y dos, que ambas corren por el mundo, como cosa tan prodijiosa, y que tantos trabajos y riesgos tuuo. > La misma noticia dio Bartolomé Pérez piloto, de la isla de la Pal maj que auiendo venido de Inglaterra, por Holanda, hablo con Oli uer del Nort, y le contó su viaje y trabajos, como lo refiere el li•cenciado Fernando de la Cueua, por carta fecha en la isla de la Pa ma, a vltimo de lulio, del año de seiscientos y quatro, a escrita a Marcos de la Cueua su hermano, estante en Manila, vno de los auen tureros, que fueron embarcados en la nao capitana, de los Españo les, que peleo con el cosario, que dize asi. )*> <br />
DOS de V. m. respondo en esta; la vna, de Mió de seis cientos y vno, y la otra, de lulio de seiscientos y dos; y en A ambas, me haze v. m. relación, del sticeso de auerse perdi do, y salido a nado, y mucho antes que viera las de v. m. auia yo sa bido el caso, y me tenia con harto cuydado, y aun bien aflijido; respeto^ de lo que acá se dezia, creer, que le avria tocado a v. m. parte; y asi-, fue para mi de singular contento, asegurarme, de que v. m. quedó con vida y salud, con que se puede alcangar lo demás, y sin lo qual, na vale nada el tesoro humano. Por via de Flandes (de adonde, cada dia tenemos en esta isla nauios) supe yo, mucho antes todo el suceso, aun que no tan menudo; por que, Oliuer de Nort, que fue el general. Ho landés, con quien se tuuo la pendencia, llegó en saluamento a Holanda, con ocho hombres, y su persona nueve, y sin vn quarto; y su disinio fue, que salió con cinco naos de armada de mercaderes, de los estados de Holanda y Zelanda, reuelados; valdrían, principal y mercaderías^ ciento y cinquenta, o dozientos mil ducados, y lleuaua orden, de tra tar y cont7'atar por el Estrecho,y en las partes que hallase, con ami gos o enemigos, y no ofender a nadie, sino solamente defenderse, y reduzir Indios, a su trato y negociación. Y auiendo llegado a el Es trecho, todos juntos, alli se aparto de las tres, con temporales, y estas se deuieron de perder, por que hasta oy no ay memoria dellas. Vis to, que auia quedado tan perdido, y que no p o dia con el trato, restau rar su perdida, o por que no halló buena entrada con los del Piru; se determinó, de exceder de la orden, y hazer ese viaje a hurtar, y se puso á la boca del rio, á aguardar los nauios; y sucedió lo demás que V. m. sabe. Es el Oliuer de Nort, natural de la ciudad de Roterdam a donde llegó con vna ancora de palo, sin tener otra con que surgir, ni elauer quedado; que dizen, es de vnpalo muy pesado de Indias, y esta está colgada á la puerta de su casa, por grandeza. Llego, (como digo) con nueue en todos, y muy destrogado, y de milagro, y á impreso vn libro del viaje, con las figuras de las naos, y otras muchas particularidades de las cosas que sucedieron, y trabajos que pasaron en la pen dencia, y en todo el viaje; asi, para gloria suya, como para animar a otros, a otras cosas semejantes. Vn piloto desta isla, llamado Barto lomé Pérez, fue robado y licuado a Inglaterra, antes de las pazes o treguas, y vino por Holanda, a donde hablo muy despacio con Oliuet y le dio larga quenta de todo lo sucedido, que es conocido de todos, y á tratado en esta isla, antes de ese viaje. Dize Bartolomé Pérez, que le encarezio mucho la gente, y que en su vida la vio mas luzida, y que le tuuieron ganada la cubierta de la nao, y todo lo alto; y elgritaua, debajo de cubierta, que diesen fuego á la poluora, y que con esto, entiende que se salieron los Españoles, de temor no se balasen; y tuuie ron lugar de huyrse; tan destrozados, que parece milagro, auer toma do puerto. Dize, que vio el ancora y el libro, y en lo que toca al libro, aqui lo ay. B dado esta quenta a v. m. por lo que dize en la suya, que los tienen por perdidos, y para que se sepa por alia vn caso tatt singular. <br />
Ya hazen los Holandeses el viaje mas corto y seguro, de ida y buelta, por el de la India, sin tocar en los puertos ni costas della, Jiasta entrar por las islas de las lauas, mayor y menor, y la Samatra, Amboino y las Malucas; que como le tienen tan conocido, y experiencia de las grandes ganancias que del se les siguen, serán malos de echar del Oriente, donde tantos daños an hecho, en lo espiritual y temporal.<br />
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<div align="center">
<b>RELACIÓN DE LAS ISLAS FILIPINAS, Y DE SUS NATURALES, </b><b>antigüedad, costumbres y govierno, asi en tiempo de su gentilidad <br />
como después que los Españoles las conquistaron, con otras particularidades.</b></div>
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CAPITVLO OCTAVO.</h3>
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LAS ISLAS del mar Occeano Oriental, adjacentes a Asia vlterior, de la corona de España, son llamadas comun mente, de los que nauegan a ellas; por la demarcación de Castilla y sus mares y tierras de la America, las islas del ponien te; por que, desde que se sale de España se nauega hasta llegar á ellas, por el camino que el sol haze, de Oriente a Poniente. Y por la misma razón, son llamadas Orientales, de los que hazen la nauegacion, por la India de Portugal, del Ocidente al Oriente; dando buelta, vnos y otros, por viajes contrarios al mundo, hasta venirse a juntar en estas islas; que son muchas, mayores y menores, lasque propiamente son llamadas Filipinas, sujetas á la corona de Castilla. Están dentro del trópico de Cancro, y corren desde veintiquatro grados, de la parte del Norte, hasta la linea Equinocial, que pasa por las islas del Maluco. Ay otras muchas, de la vanda de la linea, en trópico de Capricornio, que se estienden hasta doze grados, á la parte del Sur. Los antiguos, afirmaron que vnas y otras, eran de •siertas e inhabitables; que ya, la experiencia a mostrado auerse en gañado, hallando en ellas buenos temples, muchas gentes, manteni mientos y demás cosas conuenientes para la vida humana : con •muchos minerales, de metales ricos, y piedras y perlas, animales y plantas, en que la naturaleza no estuuo corta. Son todas las islas deste grande Archiepielago, innumerables, mayores y menores, las que son del nombre y gouierno de las Fi lipinas, serán quarenta islas grandes, sin otras menores, todas con tinuadas, que las mas principales y conocidas, se llaman Luzon, Mindoro, Tendaya, Capul, Burlas, Mazbate, Marinduque, Leite, •Camar, Ybabao, Sebu, Panay, Bohol, Catenduanas, Calamianes, Mindanao, y otras de menos nombre. 5* La primera isla, que los Españoles conquistaron y poblaron, fue Sebu, por donde se comengo la conquista y se continuo en todas las islas de su contorno; que son abitadas, de gentes naturales de las mismas islas, que se llaman Vigayas, y por otro nombre los Pin tados; por que, los varones de mas quenta, desde su mogedad, se labran todo el cuerpo; pungandolo, por do tienen señalado, echando sobre la sangre, vnos polvos negros, que jamas se quitan (102); pero, como sé pasó la cabega del gouierno, y la principal poblazon de los Españoles, á la isla de Luzon, que es isla muy grande y mas cerca, y enfrontera de la gran China, y el Japon, se tratara della primero, por que mucho de lo que della se dize, ay, y corre gene ralmente en las otras; a cuyas especiaUdades, y cosas particulares, ^que cada vna tuviere, se pasara en su lugar. Esta isla de Luzon, tiene de largo (desde la punta y cabega, por •do se entra en las islas Filipinas, por el embocadero de Capul, que está en treza grados y medio á la parte del Norte; hasta la otra punta, en la prouincia de Cagayan, que llaman el cabo del Bojea •dor, frontera de la China, en veinte grados, mas de dozientas le guas. En vna partes se estrecha mas que en otras de lo ancho; en especial, por medio de la isla, está tan angosta, que ay de mar, a mar, de vna costa a otra, menos de treinta leguas. Tiene toda la isla, de circuyto y box, mas de quatrocientas leguas. Los temples desta isla, no son vnos, antes ay mucha variedad, en diversas partes y prouincias della. La cabega y principio de la isla, por la parte del embocadero (aunque las marinas son calientes) adentro es mas. templada, y donde está fundada la ciudad de Mani la. El sitio.es caluroso, por ser marítimo y bajo, y en sus comarcas (no lejos de la ciudad) ay tierras y poblazones, mucho mas frescas, en que no ofende el calor, y lo mismo es, en la otra cabega de la isla, frontero de la China, nombrada Cagayan. Los tiempos del año, de Invierno y Verano, son al contrario que en Europa; por que, las -pluvias comunmente, son en todas estas islas, desde el mes de lu nio, hasta el de Setiembre, con muchos aguaceros, torbellinos y tempestades, por mar y por tierra; y el Verano, desde Otubre, ;hasta todo Mayo, con serenidad del cielo, y bonangas en la marj aunque, en algunas prouincias, el Invierno y las pluvias, comiengan •primero que en otras; y en las de Cagayan, casi viene a ser, el In vierno y el Verano como en España, y por los mismos tiempos. La gente, que abita esta grande isla de Luzon, en la prouincia de {Camarines, hasta cerca de las prouincias de Manila (asi en lo mari-' timo, como dentro de la tierra) son naturales desta isla, medianos de cuerpo, de color membrillo cozido, bien agestados, asi hombres como mugeres, el cabello muy negro, poca barba, de buenos inge nios para qualquiera cosa, en que seponen, agudos y coléricos, y der buena determinación. Todos viuen de sus granjerias, labores, y pes querías, y contrataciones, nauegando de vnas islas a otras por mar, y de vnas prouincias a otras, por tierra. De la misma calidad y suerte, son los naturales de las otras pro uincias desta isla, hasta Cagayan: saluo, que por tradición se sabe, que los de Manila y sus comarcanos, no eran naturales de la isla, .sino venidos a ella, y la poblaron, en tiempos atrás, siendo ellos na turales Malayos, j á(t otras islas, y prouincias remotas. En vnas y otras partes desta isla de Luzon, ay cantidad de natu rales, negros de color, los cabellos de pasas, hombres y mugeres, no muy altos de persona, aunque trepados y membrudos; estos son barbaros, y de poca capacidad, no tienen casas, ni poblazones cier;tas; andan en cáfilas y rancherías, por los montes y breñas, mudán dose conforme al tiempo, de vrios sitios en otros; manteniéndose de algunas rogas, y sementeras de arroz, que hazen de temporal, y de ila caga que flechan con sus arcos, en que son muy diestros y ceriteros; y de la miel de los montes, y rayzes que la tierra cria. es ^ente barbara, de quien no se tiene seguridad, inclinados a matar, y á acometer á las poblazones, de los otros naturales, en que hazen muchos daños, sin que se aya podido hazer reparo que lo impida, ni reduzirlos, ni pacificarlos, aunque siempre se procura por bien y por mal, como la ocasión y la necesidad lo pide. La prouincia de Cagayan, está poblada de naturales, de la misma -color que los otros de la isla, aunque mas dispuestos de cuerpo, y mas valientes y guerreros que los demás; los cabellos largos, tendidos por las espaldas. An estado algados, y rebelados, (después que. la primera vez fueron pacificados) otras dos vezes, y á auido bienque hazer en diferentes ocasiones, para reduzirlos y boluerlos a' pacificar. El traje, y vestido destos naturales de Luzon, antes que los Españoles entraran en la tierra, comunmente, eran; los varones, vnas ropillas de cangan, sin cuello, cosidas por delante, con mangas cortas, poco mas de la cintura, vnas azules y otras negras, y algunas coloradas en los principales, que las llaman chininas, y vna manta. ie color, rebuelta a la cintura, y entre las piernas, hasta cubrir sus partes vergongosas; y a medio muslo que llaman bahaques, la pierna desnuda, y el pie descaigo, y la cabega sin cubrir, rebuelto a ella: vn paño angosto, con que aprietan la frente y las sienes, llamado potong. Al cuello, bueltas de cadenas de oro, labradas como cera hilada, y de eslavones a nuestra vsanga, vnas mas gruesas que atrás. En los bragos muñequeras (que llaman calombigas) de oro labradas, muy gruesas, de diferentes hechuras, y algunos con sartas xje piedras, cornerinas y de ágatas, y otras azules y blancas, que en-r tre ellos son de estima. Y por senogiles, sobre las piernas, algunas sartas destas piedras, y vnas cuerdas, betunadas de negro, de muchas bueltas (103).<br />
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En vna prouincia que llaman, los Zambales, traen rapada la ca-' bega, de medio adelante; y al celebro, vna grande guedeja de cabellos sueltos. Las mugeres traen en toda esta isla, sayuelos con mangas, de las mismas telas, y de todas colores, que llaman varos, sinr camisas, mas que vnas mantas blancas de algodón, rebueltas de la cintura abajo, hasta los pies; y otras al cuerpo de colores, como mantos, con buena gracia. Las principales de carmesí, y algunas deseda, y de otras telas tejidas con oro, guarnecidas con franjas y otrasgalas. Muchas cadenas de oro al cuello, calombigas en las muñecas,^ y gruesas orejeras, labradas de oro en las orejas; y sortijas en las: ínanos, de oro y piedras. El cabello negro, atado con vna lazada (de buena gracia) al celebro. Y después que los Españoles están en> la tierra muchos Indios no traen bahaques, sino calgones balones, de las mismas mantas y telas, y sombreros en las cabegas; los princi pales, con trengas de oro de martillo, y de muchas labores; y muchos dellos, calgados con gapatos; y las principales, asimismo, calxjadas curiosamente, y muchas con gapatos de terciopelo, cayrelados de oro, y mantas blancas, como faldellines. <br />
Hombres y mugeres, y mas la gente principal, son muy limpios, y aseados en sus personas y vestidos, y de buen ayre y gracia. Cu ran el cabello,.teniendo por gala que esté muy negro, lavanlo con vna cascara de vn árbol, cozida, que llaman gogo; y vntanlo con azeyte de ajonjoli confecionado con almizcle, y otros olores. To dos tienen mucho cuydado de la dentadura, que desde muy poca edad, la ygualan y emparejan, con piedras y herramientas; y le dan vn color negro, que es perpetuo, que la conserua hasta muy viejos,. aunque causa fealdad a la vista (104).<br />
Bañanse muy de ordinario todo el cuerpo, en los rios y esteros,. de poca y de mucha edad; sin reparar, que en ningún tiempo les. pueda hazer daño; por que, es de las mayores medicinas que hallan^ y en naciendo la criatura, luego la bañan, y la madre lo mismo (105), Las mugeres, tienen por ejercicio y ocupación, labores de aguja,. de que son muy curiosas, y todo genero de costura. Y tejen man tas, y hilan algodón, siruen las casas de sus maridos y padres. Pilan, el arroz que se ha de comer, y aderegan lo demás. Crian galli nas y lechones, y guardan las casas, entretanto que los hom bres entienden en las labores del campo, y en sus pesquerías, nauegaciones y grangerias. Son poco honestas, solteras y casa das, y los maridos, padres y hermanos, poco celosos ni cuyda dosos en esto (l06).<br />
Ellos y ellas, tan interesales y cudiciosos, que auiendo paga, fácilmente se ¡dejan vencer, y quando el marida halla á la muger en adulterio, sin dificultad se allana y apazigua; aunque, después que conocen á los Españoles, algunos que presu men de mas entendidos, a vezes an muerto los adúlteros. Sus visitas, y andar por las calles y á los templos, asi hombres como mu geres, en especial los principales, es con mucho espacio, y composicione de pasos, y mucho acompañamiento de esclauos y esclauas, y con quitasoles de seda, que les Ileuan para reparo del sol y del agua. Las señoras van delante, y sus criadas y esclauaS detras, y sus maridos padres ó hermanos tras ellas, con sus criados y es clauos. Su mantenimiento ordinario, es arroz molido, en pilones de ma dera, cozido, que se llama morisqueta, (que es el pan ordinario de toda la tierra) y pescado cozido, de que ay mucha abundancia, y carne de puerco, y de venado, y búfanos de monte, que llaman Carabaos, carne y pescado, les sabe mejor, estando comengada a dañar, y que olisque. Comen también, camotes cozidos, que : son batatas, frisóles, quilites, y otras legumbres, todo genero de plantanos, guayabas, pinas, anonas, naranjas de muchas maneras, y otros géneros de frutas y ortalizas, de que la tierra abunda. ^ % <br />
Lo que se bebe, es vn vino de cogollos, de palmas de cocos y de nipales, de que ay mucha abundancia, y se crian y cultiuan como las viñas; aunque no con tanto trabajo y labores. Sacada la tuba de la palma, la destilan por alambiques, en sus hornillos é instrumen tos, con mas o menos fuerga, y queda hecha agua ardiente, y esto se bebe en todas las islas, que es vino muy claro, como agua, pero fuerte y seco: y si se vsa del con templanga, es medicinal para el estomagOj y contra las flemas, y todas reumas; y mezclado con eL vino de España, haze vn suaue licor, y muy sabroso y sano. J* Los naturales destas islas, en sus juntas, casamientos y fiestas,, todo es beber deste vino, dias y noches, sin cesar, por su rueda^ cantando vnos, y otros bebiendo, de que muy de ordinario, vienen a emborracharse, sin que entre ellos este vicio sea deshonra, ni infamia. Las armas desta gente, en vnas prouincias, son arcos y flechas;; pero, lo general en todas las islas, es langas con hierros bien hechos,, medianas, y vnas paveses de madera ligera, con sus manijas, fija» por la parte de dentro, que los cubren de la cabega hasta los pies, que llaman carasas; á la cinta, vn puñal ancho quatro dedos, la .cu chilla con punta, de vna tercia de largo, el puño de oro, o de mar fil, abierto el pomo, con dos gauilanes o orejas, sin otra guardia,, llamanse Bararaos, y son de dos cortes, en vaynas de madera, o de cuerno de búfano, curiosamente labradas. Con estos, hieren de punta, y lo mas ordinario, con el corte. Tienen mucha diestreza, quandovan en alcange de su contrario, echándole mano al cabello, con la otra le cortan de vn golpe la cabega, con el Bararao, y lleuanselar, que después las tienen colgadas en sus casas, donde las vean, deque hazen ostentación, para ser tenidos por valientes, y vengatiuosde sus enemigos é injurias. <br />
Después que á los Españoles an visto vsar sus armas, muchosdellos, manijan los arcabuzes y mosquetes muy diestramente; antes, tenian versos de bronze y otras piegas de hierro colado, con que defendían sus fuertes y poblazones, aunque la poluora, no tan re finada, como los Españoles la vsan. Sus nauios y embarcaciones, son de muchas maneras : porque en los rios y esteros, dentro de la tieri-a, vsan vnas canoas de vnpalo, muy grandes, y de bancas, hechas de tablazón, armadas sobrequillas. Y de vireyes y barangayes, que son vnos nauios sutiles y ligeros bajos de bordo, clauados con cauilla de madera, tan sutiles por la popa como por la proa, en que caben muchos remeros por ambas vandas, que con bucgeyes o canaletes; y con gaones boga» <br />
por fuera del bordo, jostrando la boga, al son de algunos, que van. cantando en su lengua, cosas a proposito por do se entienden, para alargar o apresurar la boga (lO/).<br />
Encima de los remeros, ay vn Bailio o crujía, armada de cañas, sobre que anda la gente de pelea, sin embaragar la esquifazon de remeros; en que, conforme á la capacidad del nauio, va el numero de la gente; y desde alli, se marea ia vela, que es quadrada y de liengo, en vna cabria, hecha de dos •cañas gruesas, que sirue de árbol, y quando el nauio es grande, lleua también trinquete, de la misma forma, y ambas cabrias, con sus encajes, para abatirlas sobre la crujía, quando el viento es contrario, y sus timoneles en popa para gouernar. Lleua otra armazón •de cañas, en la misma crujía; en la qual, quando haze sol ó Ilueue, se arma vna tienda de vnas esteras, tejidas de hojas de palmas, muy espesas y tupidas, que se llaman Cayanes, con c^ue todo el nauio y gente del, va cubierta y reparada. Va también hecha, otra armazón de cañas gruesas, por ambas vandas del nauio, por todo el largo 4el, fuertemente atadas, que van besando el agua, sin que impidan la boga, que siruen de contrapesos, para que el nauio no pueda trastornarse ni gogobrar, por mucha mar que aya, ni fuerga de viento que la vela lleue. Y acaece, llenarse el nauio de agua, todo el cuerpo del (que son sin cubierta) y quedar entre dos aguas, hasta jue se dcshazc y desbarata, sin yrse al fondo, por los contrapesos. Destos nauios, se vsa comunmente en todas las islas, desde su an tigüedad, y de otros mayores, que llaman caracoas, y lapes y de tapaques. Para acarrear sus mercaderías, son muy a proposito, por ser capaces y que demandan poca agua; y los varan muy de ordina rio en tierra, todas las noches, en bocas de ríos y esteros, por do siempre naucgan, sin engolfarse ni dexar la tierra. Todos los naturales los saben bogar, y los gouiernan. Ay algunos tan grandes, que lleuan cíen remeros por vanda, y treinta soldados encima de pelea, y los comunes son varangayes, y vireyes, de menos esquifa zon y gente; y ya a muchos dellos, en lugar de la cauiUa de made ra, y costura de las tablas, los clauan con clauazon de hierro, y los timones y proas con espolón a la Castellana. <br />
La tierra, es muy asombrada por todas partes, de arboles de di ferentes maderas, y frutales que la hermosean todo el año; asi por la marina, como por dentro, en llanos y montes, y muy llena de ríos grandes y pequeños, de buenas aguas dulces, que corren á la mar; y todos se nauegan, llenos de mucho pescado, y muy sabroso, de todas especies. Ay por esta razón, grande copia de madera, que se corta y asierra, y se arrastra a los ríos, y por ellos se nauega; es muy buena para casas y edificios, y para fabrica de nauios peque ños, y grandes; y hailanse muchos arboles muy derechos y gruesos, para arbolar naos y galeones, Huíanos y correosos; de manera, que se arbolan con ellos qualesquier nauios, con arboladura de vn palo, sin ser menester gimielgarlos, ni hazerlos de pedagos; y para el cas co de nauios, quilla, estamenaras, barraganetes, y qualquicra otra ligazón bugardas, puercas, y corbatones, y llaues, y timones, se halla fácilmente toda madera de quenta, y buena tablazón, para los cos tados y cubiertas, y obras muertas, de maderas muy a proposito. Ay muchos frutales de la tierra, como son sanctores, y mobolos, tamarindos, naneas, anonas, papayas, guayabas, y muchos naranjos en todas partes, de muchas especies, grandes y pequeñas, dulces y agrias, cidras y limones, plántanos de diez 6 dozc maneras, muy sanos y sabrosos, muchas palmas de cocos de buen sabor, de que se haze vino, y azej^te común, muy medicinal para heridas, otras palmas saluajes de los montes, que no dan cocos; pero, siruen de madera, y de las cascaras se haze el bonote, que es, estopa para xarcia y cabestria, y sirue desto para calafateria de nauios. Anse procurado plantar oliuos y membrillos, y otros frutales de España, y hasta agora no an preualecido; si no es los granados, y parras dé vvas, que a segundo año dan fruto, y llenan vvas en abundancia y muy buenas, tres vezes al año, y algunas higueras. Las verduras de todo genero, se dan muy bien, y con mucha abundancia, pero no granan, y es menester traer siempre la semilla de Castilla, China o Japon. En la prouincia de Cagayan, ay castaños que dan fruto, y en otras partes ay pinos y otros arboles, que dan vnos piñones muy grandes, y rezios de caxcara y de buen sabor, que los llaman piles. Ay mucho cedro, que se llama calanta, y madera fina colorada, que se llama asana, euano, vno mas fino que otro, y otras maderas preciadas, para todas obras. Las carnes que ordinariamente se comen, son carne de puerco, de que ay mucha abundancia, y es muy gustosa y sana. Vaca, de que ay en muchas partes de las islas, mucha cria y estancias, de casta de las de China y de la Nueua España. Las de China, es ganado menudo y muy criador, los cuernos muy pequeños y retorcidos, y algunas reses los menean. Tienen, una corcoba grande sobre los ombros y es ganado muy manso. Ay, muchas gallinas como las de Castilla, y otras muy grandes, traída la casta de China, muy sabrosas, y de que se hazen hermosos capones, y algunas destas gallinas, son negras, plumas, pellejo, carne y huesos, y de buen sabor. Ay cria de muchos ánsares, como cisnes, y de añades, y de palomas mansas, traídas de la China. Carne de monte, en mucha abundancia, como son venados y puercos jaua lies, y en algunas partes espines, muchos búfanos, que llaman cara uaos, que se crian en los campos, y son muy bravos; otros ay man sos traídos de la China, de que ay mucho numero, muy hermosos, que solo siruen para el regalo de la leche, que es mas gruesa y sa brosa que la de vacas. Crianse cabras y cabritos, aunque con la humedad de la tierra, no son de buen sabor, y enferman y se mueren por esta causa, y por que comen algunas yeruas venenosas. Quejas y carneros (aun que muchas vezes se an llenado de la Nueua España) nunca mul tiplican, y asi no ay este ganado, por que el temple y pasto, hasta agora, no a parecido a proposito. Cauallos, yeguas ni jumentos; no auia en las islas, hasta que los Españoles los hizieron traer de China, y los Ueuaron de Nueua España. lumentos y muías, ay muy raros, pero cauallos y yeguas, ay buena cantidad, y algunas estancias, se van poblando dellos, y los que nacen en ella; que son (los mas) mestizos, salen buenos, y de buenos colores, y bien acondicionados y hazedores, y medianos de cuerpo. Los que sé traen de China, son pequeños, muy rezios, y de mucho paso, traidores, rijosos y mal acondicionados. Del Japon se traen algunos cauallos de buenos co lores, y de buen cuerpo, mucho cabello, y cernejas, y grandes ca ñas y manos, que parecen frisones, las caberas algo grandes, duros de boca, poco corredores, pero buen paso, y animosos y de buena determinación. El pienso de los cauallos, es, verde de camalote, todo el año, y arroz en cascara, que los tiene muy gordos. Bolateria, y aues del campo, ay en mucha abundancia, pájaros del monte, de peregrinas colores, y de mucha vista; cantores para enjaulados, no los ay, aunque del Xapon se traen vnas calandrias menores que las de España, de suauisimo canto, que llaman ñmba ros. Ay muchas tórtolas, palomas torcaces, otras palomas la pluma muy verde, pies y picos colorados, otras blancas, con vna mancha colorada en el pecho, como pelicano. En lugar de codornizes, ay vnas aues que se les parecen, mas chicas, que llaman pouos; y otras mayuelas menores. Muchas gallinas y gallos de monte, muy peque ños, y del sabor de la perdiz. Ay gargas reales, blancas, y pardas, dorales, y otras aues de la marina, patos y lauancos, ayrones, y • cuernos marinos, águilas, buharros, y otras aues de rapiña, aunque no se caga con ninguna. Ay grajas y tordos, como én España, ci güeñas y grullas. No se crian pauos, conejos, ni Hebres; aunque se an echado a mano. Entiéndese, los comen y destruyen, los animales saluajes, que ay en los montes y campos, como son gatos y zorros, tejones, y ratones grandes y menores, que ay en grande numero, y otros animales terrestres. En todas las islas, se crian infinidad de micos, mayores y meno res, de que á vezes se cubren los arboles. Papagayos, verdes y blancos, pero rudos en el hablar, y periquillos muy pequeños, y bien pintados de verdq y colorado, que tan poco hablan. En los montes y poblazones, muchas culebras de diuersas colores; las co munes, son mayores que las de Castilla. An se visto algunas en los montes, de estraña grandeza, y de mucha admiración. Las mas perjudícales, son vnas delgadas, menores de vara, y desde los arboles (donde ordinariamente están) se arrojan sobre los que pasan, y los pican, y es el veneno tan eficaz, que dentro de veinte y quatro oras mueren raviando. En los ríos y esteros, ay muchos escorpiones, muy grandes. Mu cho numero de caymanes, muy encarnigados y crueles, que muy de ordinario-sacan de las bancas, á los naturales que van en ellas, y hazen muchos daños, en los ganados vacunos, y cauallares de las estancias, quando van a beber; y aunque hazen muchas pesquerías y matangas dellos, nunca se desminuyen. Por lo qual, los naturales en los rios, y esteros de sus poblazones donde se bañan, tienen den tro del agua, atajos y corrales de verjas espesas, donde entran aba ñarse, seguros destos monstruos, que los temen tanto, que los vene-, ran y reuerencian, como si tuuiesen sobre ellos superioridad, y todos sus juramentos y execraciones, y los que para ellos son de alguna consideración (aun entre los Cristianos) es, asi el cayman lo mate, que llaman en la lengua, Buhaya, y á acaecido jurar falso, o que brantar la promesa, y sucederles luego desgracia con el cayman, y permitirlo Dios asi, por la autoridad y pureza de la verdad, y pro mesa delia, a quien ofenden. <br />
Las pesquerías de mar y rios, son abundantisirnas de todo genero de pescados, de agua dulce y salada, y toda la tierra lo tiene por mantenimiento ordinario, ay mucha y buena sardina, corvinas, be sugos, que llaman bacocos, albures y ligas, bicudas y tan guingues, lenguados y plántanos y taraquitos, agujas, dorados, anguillas, os tiones, almejas, porgebes, cangrejos, camarones, arañas y centollas, y todo genero de mariscos, sábalos, pescados blancos, y en el rio TaJQ de Cagayan (al tiempo) gran suma de bobos, que bajan ades puar á la barra, y en la laguna de Bonbon, se mata al tienpo mu chos atunes, no tan grandes como los de España, pero de la misma nechura, carne y sabor. En la mar ay muchos pejes marinos, como son vallenas, tiburones, caéllas, marajos bufeos, y otros no conocidos, de extraordinarias formas y grandeza. El año de quinientos y nouenta y seis, con vna tormenta grande que vuo en las islas, en vna costa de Luzon, hazia la prouincia de Camarines, varó en tierra vn peje, tan grande y disforme, que aunque era en mas de tres bragas y media de fondo, no pudo boluer a ponerse en floto, y allí pereció. Los naturales dezian, no auer visto semejante animal, ni otro de aquella forma; la cabcga era de estraña grandeza y ferocidad, y en la frente tenia dos cuernos, que le caían hazia el lomo, el vno dellos se trujo a Manila, que estaua cubierto con su pellejo o cuero, sin pelo ni escama, y era blanco, de largor de veinte pies, y grueso al nacimiento, como el muslo, y yua adelgazando hasta la punta, en proporción, algo corbo, y no muy redondo, y a lo que parecía, todo maciso, que causó mucha admiración á los que lo vian. En la isla de Luzon, a cinco leguas de Manila, ay vna laguna de agua dulce con mucho pescado, en que entran muchos rios, y des agua á la mar, por el rio que della sale y va a Manila, que se llama la laguna de Bay. Tiene treinta leguas de box en redondo, y vna isla en medio despoblada, con mucha caga. Ay en sus marinas, mu chos pueblos de naturales, y la nauegan, y atraviesan de oi-dinario con sus enbarcaciones; y a tiempos es muy tormentosa, y peligrosa de nauegar, con los vientos Nortes, que la embrauegen mucho, aunque es muy fondable. Otra laguna ay, a veynte leguas de Manila, en la prouincia de Bonbon, del mismo nombre, no tan grande, pero muy abundante de pesquería. El modo que los naturales tienen en ellas, es, haziendo corrales de bejucos, que son vnas cañas o juncos, macigos y muy correosos y fuertes, delgados, de que texen cables, para sus embarcaciones, y otros cabos. Dentro destos corrales, hechos fijos, los cercos con estacas, toman el pescado, y en nasas que dellos hazen, y lo mas ordinario, con atarrayas y esparauelos, y otras barrederas pequeñas, y con bolantines y anzuelos a mano. La comida mas ordinaria, de los naturales, es, un pescado tan menudo como pejerreyes; esto, lo secan y curan al sol y al ayre, y lo hazen guisar de muchas maneras, y les sabe mejor que lo grande, y entre ellos, su nombre es, Laulau. "^ En lugar de azeitunas; y otras frutas de salmueras, tienen vna verde, como nuezes, que llaman paos: ay los chicos y mayores; que aderegados, tienen buen sabor: también aderegan charas, de adobo de salmuera, de todo genero de legumbres, y tallos de verduras, que son muy apetitosos. Ay mucho gengibre, que se come verde, y en vinagre y en conserua, y mucha cachumba; en lugar de agafran y otras especias. El regalo ordinario en todas estas islas, y en muchos reynos de Ja tierra firme, de aquellas partes, es el buyo. Este se haze, de vn árbol que tiene la oja, de la hechura del moral, y el fruto es, como vna bellota de roble, y por dentro blanca: cortase este fruto, que se llama, bonga, por lo largo en partes, y cada vna dellas, se mete en vn embuelto, o alcartaz que se haze de la hoja, y con la bonga, se echa dentro vn poluo de cal viua; y este compuesto, se mete en la boca y se masca; es cosa tan fuerte, y enciende tanto, que adormese y emborracha, y á los que no lo an vsado, les abrasa la boca con sentimiento. La salina y toda la boca, queda colorada como \'na sangre; y no de mal sabor; marcada por mucho rato, se echa de la boca, quando yz. no le a quedado jugo, que se llama gapa. Lo que della se á pasado al estomago, lo hallan muy prouechoso, para confortarle, y otras enfermedades, fortifica y preserua la dentadura, y enzias de todas reumas, neguijón y achaques, y quentan desto, otros efetos marauillosos. Lo que se á visto es, que lo vsan los naturales, y los Españoles, seglares y relijiosos, hombres y mugeres, tan común y ordinariamente, que mañanas y tardes, en las juntas y visitas, y á solas en sus casas, todo el regalo y curiosidad, es, platos y sainas de buyos, muy dorados y bien aderezados, como en la Nueua España el chocolate; dentro de los quales, se a dado a muchos veneno, de que an muerto atosigados, y esto es muy ordinario. <br />
Los naturales, especialmente los principales, traen quando van fuera de sus casas, por grandeza y regalo, sus cajuelas que llaman buccetas de buyos hechos, y la hoja, y la bonga y cal viua aparte; con estas cajas curiosas, de metal y de otras materias, con las tijeras y otras herramientas, para hazer el buyo, con aseo y curiosidad, y á donde quiera que se detienen lo hazen, y gasten, y en los Parianes, que son los mercados, se venden hechos, y el recaudo para hazerlos. De venenos y tósigos, vsan muy de ordinario los naturales destas islas, las yernas que hay en todas ellas de este genero, son tan eficaces y mortíferas, que hazen efetos marauillosos. Ay vn lagarto, comunmente en los edeficios, algo verdinegro, de vn palmo de largo, y grueso tres dedos, que llaman Chacón, que meten en vn cañuto, y lo tapan; lo que babea este animal. Con la opresión, se receje, que es fortisimo veneno, aplicado (como esta dicho) en la comida y bebida, por poca cantidad que sea. Ay otras yeruas, que los naturales conocen y cojen, para el mismo menester, vnas secas y otras verdes, comidas y en gahumerios; y otras que con solo tocarlas con ]as manos, o con los pies, o dormir sobre ellas, matan, y son tan diestros, en hazer dellas compuestos, que las tiemplan, y aplican de manera, que hazen el efecto luego, o a plazos largos, o cortos como quieren, aunque sea a cabo de vn año, de que ordinario mueren miserablemente muchas personas; especialmente Españoles poco recatados, y mal gouernados, aborrecidos, por malos tratamientos que hazen, á los naturales con quien tratan, o en las cobranzas de sus tributos, 6 en otras cosas, que a disgusto suyo los ocupan, sin que esto se pueda remediar. Ay algunas yeruas venenosas, que quando los naturales las cojen, lleuan hecha preuencion de otras contra yeruas, y en la isla de Bohol, ay vna de tal calidad, que para cortarla, de la mata en que se cria, se entra a ella por barlouento, por que solo el ayre que por ella pasa, es mortífero. No dejó la naturaleza sin remedio este peligro, porque en las mismas islas, se hallan otras yeruas y rayzes, que tienen tanta fuerga y virtud, que deshazen y corrigen, el veneno y malicia de las otras, y se aplican en las necesidades; y asi, quando se sabe que veneno es el que se a dado, no es dificultoso, si se acude con tiempo a repararlo, dándole la contrayerua, que es opuesta al tal veneno; y acaeció alguna vez, apretar al que se tenia sospecha, de auer hecho el daño, para que trújese la contrayerua, y con esto remediarse. Ay también otras contrayeruas generales, asi para preseruar, como para reparar del tosigo dado, pero la mas cierta y eficaz, son vnas mosquillas o co chinillas, de color morado, que se hallan en las islas de pintados, en algunas matas, que encerradas en vn cañuto limpio, y tapada la bo ca, crian y multipHcan dentro; échaseles, arroz molido de que se sustentan, y visitándolas de ocho a ocho dias, se les quita aquel •arroz, y se les echa otro de nueuo, y asi se conseruan viuas. Tomadas seis mosquillas, en vna cuchara de vino, ó de agua (que no tienen mal olor, y saben a mastuerco, hazen efeto marauilloso, y aun para yr a combites, o comidas de alguna sospecha, se suelen tomar, qué preseruan y aseguran, de qualquier riesgo de tosigo y veneno. Todas estas islas, son en muchas partes, ricas de lavaderos de oro, y minerales deste metal, que los naturales sacan y benefician; aunque, después que los Españoles están en la tierra, se van en esto mas despacio, contentándose, con el que ya tienen en joyas, y tejos de su antigüedad, y heredado de sus pasados, que es mucho; por que, á de ser muy pobre miserable, el que no tuviere cadenas dé oró, calombigas y orejeras. - En la prouincia de Camarines, se benefician algunos lavaderos y minas, en Paracali, que es buen oro sobre cobre; también, en los Ylocos se trata en esta mercaduria, por que á Jas espaldas desta prouincia, que es á la orilla, y por la costa de la mar, ay vnas se rranías altas y fragosas, que corren hasta Cagayan, en que abitan, á las vertientes dellas, la tierra dentro, muchos naturales que no es tán pacificados, ni se á entrado por ellos, que se llaman los Ygolo tes. Estos tienen ricas minas, y muchas de oro sobre plata, que dellas van s'acando, solo lo que an menester para sus necesidades; y con el oro, sin acabarlo de afinar, y poner en perfecion, bajan a contratar con los Ylocos, en lugares ciertos, donde les dan el oro en rescate de arroz, puercos y carauaos, mantas y otras cosas de que carecen; y los Ylocos, lo acaban de subir, y poner en punto, y de su mano corre por toda la tierra. Y aunque, se á hecho diligencia con estos Ygolotes, para saber sus minas, y como las labran, y el modo que tienen de beneficiar el metal, no á auido orden de enten derlo; por que, se recatan de los Españoles, que los irán á buscar por el oro; y dizen, lo tienen mas a recaudo en la tierra, que en sus casas (108).<br />
<br />
En las demás islas, ay la misma copia de minas, y lavaderos de oro; especialmente, en los Pintados, rio de Botuan, en Mindanao, y en Sebu, donde se beneficia y labra vna mina, llamada de Taribon, de buen oro, y si la industria y trabajo de los Españoles, se conuir tiese en el beneficio del oro, se sacarla tanto, de qualquiera destas islas, como de las prouincias que mas en todo el mundo; pero, aten diendo a otras granjerias mas que a esta, como en su lugar se dirá, no se trata desta de proposito. En algunas costas destas islas, ay ostia de perlas; particularmen te, en los Calamianes, y se an sacado algunas, gruesas y muy netas y orientales. Tan poco se trata deste beneficio, y en todas partes, en las conchas de los ostiones ordinarios, se" hallan granos de aljófar, y ostias tan grandes, como vna rodela, de que se labran cosas curio sas. Asi mismo, ay tortugas de mar muy grandes, en todas las islas, que las conchas las benefician los naturales, y las venden por mer cadería, á los Chinos y Portugueses, y otras naciones, que vienen a buscarlas, y las estiman mucho, para curiosidades que dellas hazen. En qualquiera destas islas, en las costas, se cria mucho caracol blanco, menudo, que llaman Siguei; cojenlo los naturales, y véndenlo por medida, á los Sianes, Cambojas,Tantanes y otras naciones-de la tierra firme, donde sirue de moneda, y con ella se rescata, como en la Nueua España con ios cacaos. Los cuernos de los Carauaos, es mercadería para la China, y los pellejos de Venado, y palo colorado para el Japon, de todo, se aprouechan los naturales, con estas naciones, y sacan dello mucho interese. En esta isla de Lu2on, particularmente, en las prouincias de Manila, Panpanga, Pangasinan, y Ylocos, se halla entre los naturales, vnos tibores de barro muy antiguos, morenos de color, y no de buena vista, vnos, medianos, y otros menores, con vnas señales y sellos, que no saben dar razón, de donde los vuieron, ni en que tiempo; por 4"® Y'' ^^ ^^ traen, ni en las islas se labran, que los Japones los buscan y estiman, porque an hallado, que la rayz de vna yerua, que llaman Cha, que ellos beben caliente, por mucho regalo y medicina, entre los reyes^y señores del Japon, no se conserua ni guarda, sino es en estos tibores, de que hazen en todo el Japon tanta estimación, que son las joyas mas preciadas de sus camarines y recamaras, y vale vn tibor mucho precio, y guarnecen los de fuera, de oro fino, labrado con mucho primor, y métanlos en fundas de brocado, y ay tibor, que se estima y vende, por dos mil taes de a onze reales, y a menos, conforme cada vno es, sin que le dañe estar hendido, ni desportillado; por que, para tener dentro lacha, no es de inconveniente. Los naturales destas islas, los ven den á los Japones, lo mejor que pueden, y tienen cuydado de buscarlos, para esta granjeria; aunque, ya se hallan pocos, por la priesa que hasta aquí se an dado por ellos (109).<br />
Algunas vezes, an hallado los naturales, pedagos de ámbar gris grandes, en las costas, que como ven, que los Españoles lo estiman, ya lo conocen, y an hecho granjeria dello, y el año pasado, seiscientos y dos, en la isla de Sebu, hallaron vnos naturales, vn buen pedago de ámbar gris, que como vino a noticia de su encomendero, se lo tomó y resgató con secreto, en quenta de sus tributos; y dizen, era buen numero de libras, después lo sacaua, vendiendo por ongas á mayor precio. En la isla de Mindanao, en la provincia y rio de Butuan, que está pacificado, y encomendado a Españoles, Tienen una granjeria los naturales, de mucho aprouechamiento, que por auer muchos gatos de algalia, aun que menores que los de Guinea, se aprouechan de la algalia, y la rescatan, y hazen lo con facilidad; porque, acrecientes de la luna, salen a caga con redes, y cojen muchos gatos, y en sacándoles la algalia, los bueluen a soltar. También toman algunos, y los enjaulan, que venden por las islas, aprecios muy bajos. Algodón, se cria mucho en todas las islas, y lo hilan y venden en madeja, á los Chinas y otras naciones, que vienen por ello, y dallo también tejen mantas, de diuersas maneras, que asimesmo rescatan, y otras hechas de hojas de plántanos, que llaman medrinaques. Las islas de Babuytanes, son muchas islas pequeñas, que están á la cabega de la prouincia de Cagayan, de naturales, que su principal granjeria es, venir a Cagayan en Tapaques, con puercos, gallinas y otros bastimentos, y langas de euano que rescatan. No están encomendados, ni se cobra dellos tributo, ni ay Españoles entre ellos, por ser gente de menos razón y policía; y asi, ni se an hecho en ellas Cristianos, ni tienen justicias. Otras islas ay, á la otra cabega de la isla de Luzon, frontera de la prouincia de Camarines, en catorze grados de altura, á la partedel Norte, del embocadero del Espíritu santo, que se llaman los Catenduanes; son islas bien pobladas, de naturales y buena gente, encomendados todos en Españoles, con doctrina é yglesias, y alcalde mayor, que les haze justicia; son los mas labradores, y otros entienden en lavaderos de oro, y en rescates de vnas islas a otras, y á la tierra firme de Luzon, que está muy cerca dolías. La isla de Luzon, tiene á la costa y vanda del Sur (a cien leguas escasas, del cabo del Espíritu santo, por do se entra al embocadero de Capul) vna baía de treinta leguas de box, que tiene la entrada angosta, y en medio della, ay vna isla atravesada, que la estrecha, llamada Miraueles, que será de dos leguas de largo, y media )egua de ancho, tierra alta, y bien asombrada de mucha arboleda, ay en ella vna poblazon de naturales de cinquenta personas, donde reside con su casa de asiento la centinela de la baía. Por arabas puntas, ay canales, para entrar en la baía, vna de media legua á la parte del Sur, con vn farellón en medio, que se llama el Fray le; y otra, a la parte del Norte, mucho mas estrecha, que por ambas entran y salen, qualesquier nauios de alto borde. Toda la baía es muy sondable y limpia, y de buenos surgideros en todas partes, desde estas entradas a la poblazon de Manila, y barra del rio, ay ocho leguas; y a dos leguas de Manila, á la parte del Sur, se haze vna ensenada grande, con una punta de tierra que la cubre; en la qual, está vna poblazon de naturales, que se llama Cabit, de aqui toma el nombre esta ensenada, que sirue de puerto para nauios, y es muy capaz, y abrigado de vendavales, Suestes y Suduestes Oestes, y Oessuduestes, y Nomordestes, y Nortes, con buen surjidero, limpio y fondable. Muy cerca de la tierra, ay buena entrada, demás de legua y media de ancho, para entrar y salir los nauios. Toda esta baía en redondo, es muy proveída y abundante de todas pesquerías^ y muy poblada de naturales; y por cima de Manila, tiene vna pro vincia de mas de veinte leguas, llamada la Pampanga, con muchos rios y esteros que la riegan, que todos desaguan, y salen á la baía,, muy poblada de naturales, con mucha abundancia de arroz, frutas,, pescados, carnes, y otros bastimentos. La barra del rio de Manila, que está en la misma baía, junto á la poblazon de Manila, por vna vanda, y de Tondo por la otra, es poco fondable, por algunos bancos de arena que tiene ; los quales, con las avenidas se mudan y ciegan; y asi, aunque pasada la barra, él río es fondable, para qualquier nauio; pero, para entrar, si no son fragatas y vireyes, y otros nauios pequeños, no pasan al rio ; y lo que es, galeras y galeotas, y navios de Chinas, que demandan poca agua, es necesario entrar descargados, y con aguas vivas, y atoán dose; y asi, surgen en la baía, fuera de la barra, y por no aver alli tanta seguridad, entran en el puerto de Cabit. » A veinte leguas del embocadero de Capul, en la mesma isla de Luzon, ay otro buen puerto, abrigado de vendauales, y con buena entrada y surgidero, llamado Ybalon, en que los nauios que an en trado, y les carga el vendaual, hallan abrigo, y se reparan hasta que les buelue la brisa, para entrar en Manila, que está ochenta leguas. En las costas de Pangasinan, Ylocos y Cagayan, ay algunos puertos y barras, en que se puede entrar, y estar con nauios; como son, la ensenada de Marihuma, el puerto del Frayle, el de Bolinao, la barra de Pangasinan, y la de Bigan, la barra de Camalayuga, á la boca del rio Tajo, que sube dos leguas, hasta la poblazon principal de Cagayan, sin otros rios y barras ensenadas, y abrigos de menos quenta, que ay para navios menores, en todas las costas desta isla. lunto a esta grande isla de Luzon, ay otras muchas islas muy cerca della, grandes y menores, pobladas de los mismos naturales, que Luzon, con lauaderos de oro (lio), y sementeras, y granjerias, como son Marinduque, isla de Tablas, Mazbate, Burlas, Banton, 'Bantonillo, y otras de menos quenta; entre las quales, la mas cercana a Manila, es la isla de Mindoro, que es de mas de ochenta leguas de largo, y cerca de dozientas de box. Tiene muchas poblazones, de los mesmos naturales, y por la parte que confina, con la prouincía de Balayan, y Calilaya, están tan cerca y junta con la isla de Luzon, que haze vn estrecho de grandes corrientes y escargeos, por do los navios entran y salen, para yr a Manila, con mucha fuerga de vientos y corrientes, que sera' inedia legua de ancho. En esta parte, está la .principal poblazon desta isla de Mindoro, con vn puerto que se llama el Varadero, para nauios grandes, sin otros surjideros y barras, que toda la isla tiene, para navios menores, y muchas poblazones y naturales, en todas las costas desta isla; y todas, son abundantes de arroz, y bastimentos, y de lavaderos de oro, y toda ca;a y arboleda. El cabo del Espirito santo, que se va á reconocer, para entrar en las islas Filipinas, yendo de la Nueua España, está en vna isla llamada Tendaya, en treze grados escasos, y veinte leguas la costa adelante, quedando este cabo del Espíritu santo, á la vanda del Suf> está la isla de Viri, y otras muchas que se descubren, por do abré vna entrada, para la isla de Sebu, por vn estrecho llamado san lua nillo, que le hazen estas islas, no muy bueno, ni limpio, para navios mayores; mas á la parte del Norte, dejado este camino, se llega á la isla de Capul, que haze vn estrecho, y embocadero, de muchas corrientes y escargeos, por do entran los nauios, que tiene antes de llegar a el, vn farellón, o islote en medio, que se llama san Bernardino. El estrecho, le hazen la costa de la isla de Luzon, y la de la isla de Capul; terna de canal, vna legua de largo, y menos de ancho. A la salida deste estrecho, aviendo entrado por el, se hazen tres isletas pequeñas en triangulo, que se llaman islas de naranjos, altas y acantilladas de piedras, sobre que van (con la gran corriente) los nauios a dar ; y se haze diligencia, para escapularlas. Son despobla das, pero las demás son islas grandes, y con muchas poblazones de naturales, y todo genero de provisión y bastimentos. Desde esta parte, á la del Sur, son las islas de Bicayas, y por otro nombre de Pintados, que son muchas, y muy pobladas de na turales; y las demás nombre, son Leite y Babao, Camar, Bohol, isla de Negros, Sebu, Panay, Cuyo, y los Cálamianes; que todos los na turales destas islas son, asi ombres como mugeres, bien agestados, y de buena disposición, y de mejor condición, y mas noble proceder, que los de las islas de Luzon y sus comarcanos. Diferencian en el cabello, que los hombres lo traen cortado en coleta, al vso antiguo de España, y los cuerpos pintados de muchas labores, sin tocdir: en el rostro. En las orejas traen, orejeras grandes, de oro y de marfil, y bragaletes de lo mismo; vnas tocas rebueltas á la cabega, muy huecas como turbantes, con lazadas de buena gra cia, muy listadas de oro, vaqueros de manga justa, sin cuello, con los faldamentos hasta media pierna, cerrados por delante, de medriñaque, y de sedas de color; no traen camisas ni calgones, sino vnos bahaques de muchas bueltas, con que quedan cubiertas sus vergüenzas, quando se quitan Jos lombones y vaqueros. Las muge res son de buen parecer y gracia, muy aseadas, y espaciosas en el andar, los cabellos negros, largos, y enlazados á la cabega; mantas rebueltas de la cintura para abajo, de todas colores, y sayuelos de lo mismo, sin cuellos. Andan en cuerpo, sin cubrirse nada, ellos y ellas, todos descalzos, y muy compuestos de cadenas de oro, oreje ras y bragaletes labrados. % Sus armas, son cuchillos largos, corbos como alfanjes, langas y caragas; vsan las mismas embarcaciones que los de la isla de Lu zon, tienen las mismas labores, frutos y granjerias que todas las Otras islas. Estos Vicayas, son gente menos inclinada á la labranza, y diestros en las nauegaciones, y codiciosos de la guerra, y jorna das, por los pillajes y presas, que ellos llaman Mangubas, que es lo mismo que salir a hurtar. En la isla de Sebu, junto á la poblazon principal, ay vn hermoso puerto, para todo genero de nauios, con buena entrada, y abrigado de todos tiempos, fondable y con buen surjidero, sin otros puertos y barras de menos nombre y consideración, que ay en todas estas islas, para nauios menores. Esta isla de Sebu, es isla de mas de cien leguas de box, abun dante de bastimentos, y con minas y lavaderos de oro, y poblada de naturales. Delante deila, ay otras islas muy buenas y pobladas, en particu lar, la isla de Panay, que es isla grande, de mas de cien leguas de box, con muchas poblazones de naturales, muy copiosa de arroz, vino de palma, y de todos los bastimentos; tiene buenas poblazones y ricas, donde dizen el rio de Panay, y la principal en Otón, con barra y puerto, para galeras y navios; astilleros para fabricar na vios de alto borde, y mucha copia de madera, para la fabrica. Ay muchos naturales, maestros de hazer qualesquier nauios, y junt o a esta isla, ay vna isleta de ocho leguas de box, muy poblada de naturales, que todos son carpinteros, y muy buenos oficiales, que no vsan otro oficio ni granjeria, que sin auer en toda su isla vn árbol que sea de consideración, ejercitan ese arte con mucho primor, y de aqui, se proveen de oficiales todas las islas, para la carpintería, llamase la isla de los Cagayanes. Siguense luego, tras de la isla de Sebu, la isla de Mindanao, que es isla de mas de trezientas leguas de box, y loló, que es pequeña; y mas abajo, la de Borneo, que es isla muy grande, demás de quníentas leguas de box, todas muy pobladas, aunque esta isla de Borneo, no está pacificada, ni la de Mindanao enteramente, si solo el rio de Botuan y Dapitan, y la prouincia y costa de Caragan. Por bajo de esta isla, antes de llegar á la de Borneo, son las islas de los Calamiancs, que son mucho numero de islas, mayores y menores, muy pobladas de naturales, con algunos bastimentos y labores, aunque lo que mas vsan es de sus nauegaciones, en rescates y granjerias, de vnas islas a otras, y de pesquerías; y los que viuen mas cerca de la isla de Borneo, de andar en corso, y robando en otras islas á los naturales. Las crecientes y menguantes, y las pleamares, y baja mares entre estas islas, son tan diuersas en ellas, que no tienen regla cierta; ora, por las grandes corrientes, que ay entre tantas islas; ora, por otro secreto natural, de los flujos y reflujos, que la luna causa, de que no se á podido hallar razón determinada; porque, aunque en la Oposición de la luna, son aguas mayores, y en la de la luna de Margo, crecen mas que en todo el año; pero, en las mareas de cada día, ay tanta variedad, que causa nouedad; vnos dias ay dos mareas (entre noche y dia) yguales; otros, no ay mas de vna; otras vezes, la creciente del dia es poca, y la de la noche mayor; y de ordinario, no tienen ora conocida; por que acaege, ser pleamar oy a medio dia, y mañana se anticipa, o pospone muchas oras, y la d& vn dia ser poca, y el siguiente que se espera menor, venir a ser mucho mas grande. % La lengua de todos, los Pintados y Bicayas, es vna mesraa, por do se entienden, hablando y escriuiendo, en letras y carateres que tienen particulares, que semejan á los Arábigos, y su común escribir entre los naturales, es en hojas de arboles, y en cañas, sobre la corteza; que en todas las islas ay muchas, de disforme grueso los cañutos, y el pie es vn árbol muy grueso y macigo. %. La lengua de Luzon, y de las islas de su comarca, es muy diferente que la de los Bicayas, y en la isla de Luzon, no toda la lengua es vna, porque los Cagayanes tienen vna lengua, y los Ylocos otra; los Zambales, la tienen particular; los Fanpangos, diferente que los demás; los de la prouincia de Manila, que se llaman Tagalos, tienen su lengua muy abundante y copiosa, con que se dize por muchas vías y maneras, con elegancia todo lo que se quiere, y no dificultosa de aprender, ni de pronunciar ( l l l ).<br />
Escríbese muy bien en todas las islas; con vnos carateres, casi como Griegos, o Arábigos, que por todos son quinze; las tres, son vocales, que siruen de las cinco nuestras; las consonantes, son doze que vnas y otras, con vnos puntillos y comas, conbinan y significan, todo lo que se quiere escribir, tan copiosa y fácilmente, como se haze en nuestro alfabeto español (112).<br />
El orden de escribir, era en cañas, y ya en papel, comengando los renglones, de la mano derecha á la izquierda, á la vsanza Arábiga; escriben en esta lengua, casi todos los naturales, asi ombres, como mugeres, y muy pocas ay que no la escriban muy bien, y con propiyedad. % ' Esta lengua, de la prouincia de Manila, se estiende hasta toda la prouincia de Camarines, y otras islas que no confinan con Luzon, con poca diferencia de vnas partes a otras; saluo, que en vnas prouincias, se habla con mas pulicia, que en otras. Los edeficios, y casas de todas estas islas Filipinas, de los natu rales dellas, son de vna misma manera, y sus poblazones; por que, siempre las hazen á la orilla de la mar, entre rios y esteros, juntán dose de ordinario, los naturales, por barrios y poblazones, donde siembran su arroz, y tienen sus palmas, nipales, plantanales, y otros arboles, y aparejos para sus pesquerías y nauegaciones; los menos, abitan la tierra dentro, que son Tinguianes, estos también, buscan si tios de rios, y esteros, en que están poblados, con la misma ocasión. Las casas y moradas, de todos estos naturales, son en común, fundadas sobre palos y arigues, altos del suelo, estrechas de apo sentos, y bajas de tedios, fabricadas y tejadas de madera, y cañas; cubiertas y techadas de hojas de palma, cada casa de por si, sin que vna se arrime a otra. En lo bajo, cercadas de varas y cañas, en que crian sus gallinas y ganados, y pilan y limpian sus arrozes; súbese a la casa con escaleras levadizas, hechas de dos cañas, tienen en lo alto, sus batalanes descubiertos, para el seruicio, padres y hijos to dos juntos, poco arreo y aderego de la casa, a que llaman Bahandin. Fuera destas casas, que son lo común, y de personas de menos quenta; ay casas de principales, fabricadas sobre arboles, y arigues gruesos, de mucho aposento y seruicio, bien labradas de madera y tablazón, fuertes y grandes, alhajadas y pobladas de lo necesario, con mucho mas lustre y sustancia cjue las otras; pero, cubiertas, como las demás de hojas de palma, que se llama ñipa, que defiende mucho del agua, y del sol, mas que la ripia ni la teja, aunque con mas peligro de incendios. • No abitan los bajos de sus casas los naturales, porque crian en ellos sus aues y ganados, y por la humedad y calor de la tierraj y por los muchos ratones, que son muy grandes y perjudiciales, para las casas y sementeras del campo; y porque, como de ordinario las tienen, fabricadas á la marina, y en orillas de rios y esteros, se ba ñan los bajos de agua, y asi los dejan abiertos. En todas estas islas, no auia reyes ni señores que las dominasen, al modo de otros reynos y prouincias; sino que en cada isla, y pro uincia della, se conocían muchos principales, de los mesmos natu rales, vnos mayores que otros, cada vno con sus parcialidades y sujetos, por barrios y familias, a quienes obedecían y respetaban; teniendo vnos principales, amistad y correspondencia con otros, y a vezes guerras y diferencias. Estas principalias y señoríos, se heredauan por filiación, y sucesión, de padres a hijos y decendientes, y en falta dellos, sucedían los ernianos y transversales; su oficio era, regir y gouernar sus subditos y par ciales, y acudir á sus causas y necesidades; y lo que dellos recebian, •era ser dellos muy venerados, y respetados, y seruidos en sus gue rras, nauegaciones y labores, sementeras y pesquerías, y edificios de sus casas, a que acudían, siempre que eran llamados de su prin cipa!, con toda puntualidad. También les pggauan tributo, en los fru tos que cogían, que llamauan Buiz, vnos mas y otros menos; de la misma manera, eran tenidos y respetados, los decendientes de tales principales, y sus deudos, aunque no vuiesen heredado el señorío, siendo todos estos tenidos por nobles, y personas exemptas, de los seruicios que los demás Plebeyos, a quien llaman Timaguas. La misma nobleza y principalia, se conseruaua en las mugeres, como en los varones; y quando alguno destos principales, era mas alentado que otros, en la guerra y otras ocasiones, este tal, llegaua asi mayores parcialidades y gente, y por su cabera, se gouernauan los demás, aunque fuesen principales; retenían en si, el señorío y gouierno particular de su parcialidad, a que entre ellos llaman Barangai, teniendo datos, y otros mandadores particulares, que acuden a los ministerios del Barangay. <br />
La superioridad, que estos principales tenían sobre los de su Barangai, era tanta, que los tenían como á subditos de bien y mal tratar, disponiendo de sus personas, hijos y haziendas á su voluntad, sin resistencia, ni tener que dar quenta á nadie, y por muy pequeños enojos, y líjeras ocasiones, los matauan y herían, y los hazían esclauos; y acaecía, por auer pasado por delante de las principales, estándose lauando en el rio, ó por auer algado los ojos á mirar con menos respeto, y por otras causas semejantes, hazer los esclauos para siempre. Quando vnos naturales, tenían pleytos ó diferencias con otros sobre materias de hazienda e interese, ó sobre injurias y daños recebidos en las personas, se nombrauan ancianos de la misma par cialidad, que los oían, las partes presentes, y auiendo de auer pro uan^as, lleuauan alli los testigos, y por lo que se allaua, luego juz gauan la causa, según lo que se auia vsado, en semejantes ocasio nes por sus pasados, y aquello se guardaua y executaua, sin otra replica ni dilación. Sus leyes, en todas las islas eran de la misma manera, por tradi ciones y costumbres de los antiguos, sin auer cosa escrita; en vnas prouincias, auia diferentes costumbres que en otras, en algunas co sas, aunque en lo mas conuenian, y conformauan generalmente en todas las islas. Tres estados de personas ay, entre los naturales de estas islas, en que se diuide su república; principales, de quien ya se (\ dicho; y Timaguas, que es lo mismo que Plebeyos; y esclauos, asi de prin cipales como de Timaguas. Estos esclauos, eran en muchas maneras; vnos son de todo ser uicío y esclauonia, como los que nosotros tenemos, y estos se lla man .Saguiguilires, que seruian de las puertas a dentro, y lo mismo los hijos que dellos procedian. Otros, que tienen sus casas pobladas, con su familia fuera de la casa de su Señor, y vienen a tiempo, á ayudarles en sus semente ras y cosechas, y en las esquifasones quando se embarcan, y en la fabrica de sus casas, quando las hazen, y a seruir en su casa, quan do ay huespedes de cumplimiento, y tienen obligación, cada y quando que el Señor los embia a llamar, de venir a su casa, y seruírle en este ministerio, sin paga ni estipendio alguno, y estos se llaman esclauos Namamahayes, y sus hijos y decendientes, son esclauos de la misma calidad. Destos esclauos Siguiguilires, y Namamahayes, ay vnos, que son esclauos enteros, y otros medio esclauos, y otros quarta parte esclauos. Y acaese desta manera, que si el padre o la madre, era libre alguno dellos, y tenian vn hijo solo, este era la mitad libre, y la mitad esclauo; si tenian mas de vn hijo, se repartían en esta forma; que el primero, sigue la condición del padre, libre o esclauo; y el segundo, la de la madre; y si auia no nes, este postrero, quedaua mitad libre y mitad esclauo; y los que destos decendian, siendo hijos de libre padre o madre, quedauan en sola la quarta parte esclauos, por ser hijos de padre o madre Ubres, y de medio esclauo. Estos medio esclauos, o quarta parte esclauos, Saguiguiliris, o Namamahayes, siruen a sus señores, vna luna si, y otra no; y a este respeto, como es la tal esclauonia. <br />
De la misma manera, acaece en particiones entre herederos, ca ber vn esclauo a muchos, y sime a cada vno el tiempo que le toca, quando vn esclauo, no es entero sino medio, o quarta parte esclauo, tiene derecho (por la parte que toca a su libertad) de compeler a su señor, le ahorre por lo que fuere justo; y este precio, se tasa y mo dera por personas, según la calidad de la esclauonia, Saguiguilir, o Namamahay medio esclauo, o quarta parte esclauo; pero, si es es clauo entero, no puede ser compelido el señor, a que lo rescate ni ahorre por ningún precio. Entre los naturales, el precio común de vn esclauo, Sanguiguilir suele ser; quando mucho, diez taes de oro bueno, que valen ochen ta pesos, y si es Namamahay, la mitad; y a este respeto los demás, teniendo consideración á la persona y edad. No ay principio cierto, de do procediesen entre estos naturales, estas esclauonias, por que todos son de las islas, y no forasteros; entiéndese, que los hizieron en sus guerras y diferencias, y lo mas cierto es, que los que mas podian, hazian y tomauan por esclauos á los otros, por ligeras causas y ocasiones; y las mas vezes, por em prestidos y contratos vsurarios, que entre ellos corrían, creciendo con la dilación, la paga, la suerte y deuda, hasta quedar por escla uos; y asi, todas estas esclauonias, tienen principios violentos 6 injustos, y sobre ellas son los mas pleytos, que ay entre los naturales, con que ocupan los juezes, en el fuero exterior; y á los confesores, en el de la conciencia (II3) Estos esclauos, son la mayor hazienda y caudal, que los natura- ' les destas islas tienen, por serles muy vtiles y necesarios, para sus labores y haziendas; y entre ellos, se venden, truecan y contratan, conno qualquier otra mercadería, de vnos pueblos a otros, y de vnas prouincias a otras; y lo mismo, de vnas islas a otras. Por lo qual, y por ahorrar de tantos pleytos, como auria si se vuiese de tratar destas esclauonias, y de su origen y principio, se conseruan y tienen, como antes las tenian. )* Sus casamientos destos naturales, comunmente, y de ordinario eran y son, principales con principalas; Timaguas, con los desta calidad; y los esclauos con los de su genero; y otras vezes, se mesclan vnos con otros. Tenian vna muger, con quien se casauan, por la muger verdadera y señora de la casa, que se llamaua Ynasaba, y abueltas della, otras como amigas. Los hijos de la primera, eran tenidos por ligitimos, y herederos enteros de los padres, y los que de las otras auian, por no tales, y dejauanles algo señaladamente, pero no heredauan•dos por mal nacidos, y no sucedían con los demás herederos en herencia, ni ios padres tenían obligación, a dejarles cosa alguna, ni aunque fuesen hijos de principales, sucedían en la nobleza, ni prin•cipalía de los padres, ni preuilegíos della, sino que quedauan, y se •contauan en el numero y orden de los otros Timaguas Plebeyos. Sus contratos, y negociaciones destos naturales, comunmente eran ilícitos, teniendo atención cada vno, a como mejor haría su negocio y interese. El emprestído con ganancia, era muy ordinario y platicado, corriendo muchos intereses excesiuos, doblando y acrecentando la deuda, todo el tiempo que se dilataua la paga, hasta tomar al deu•dor lo que tenia de caudal, y la persona y sus hijos (quando mas no tenia) por esclauos. Su común negociar, era, por rescates de vnas cosas por otras, de bastimentos, mantas, ganados, y aues, tierras, casas, y sementeras y esclauos; pesquerías, palmas, nípales y montes; y algunas vezes, interuiníendo precio, que se pagana en oro, como se conuenian; y en campanas de metal, venidas de China, que tienen por preciosas alhajas, y son como cagúelas grandes y muy sonoras (I14), y las ta ñen en sus fiestas, y las lleuan en las embarcaciones á la guerra, en lugar de tambores, y otros instrumentos. Auía muchas vezes dila-clones y plazos para algunas pagas, y fiadores que interuenian, obligándose, pero siempre con ganancias, é intereses vsurarios, y muy exgesiuos. Los delitos, fe castigauan a pedimiento de los agrauiados; en particular, los hurtos con mas seuerídad, haziendo esclauos á los ladrones, y á vezes matándolos; y lo mismo; las injurias por palabra; particularmente, hechas á los principales, teniendo entre sí muchas co.sas, y palabras por de suma injuria y escarnio, dichas a hombres y inugeres, que se perdonauan peor, y con mas dificultad, que las he•chas en la persona, hiriendo ó ofendiendo por obra. Los amancebamientos, estrupos, é incestos, no se hazia caso dellos, como no fuese de Tímagua, en persona de principala, y era muy de ordinario, el que se casaua, auer estado amancebado (con la hermana de la que se casaua) mucho tiempo, y aun antes de juntarse con su muger, tener mucho tiempo acesso con su suegra; mayormente, si la casada era de poca edad, hasta que la tuuiese bastante, esto, a vista de toda la parentela (ilS) Los solteros, se llaman Bagontaos, y las mogas por casar, Dalagas. Vnos y otros, son gente de poca continencia, y desde muy niños, se juntan y mezclan, con facilidad y poco recato, y sin que entre ellos sea cosa de sentimiento, ni ¡o hagan los padres, ermanos,. ni deudos; mayormente, si ay materia de interese de por medio, que poco basta, para con los vnos y otros. Todo el tiempo, que estos naturales viuicron en su gentilidad, no se les sintió, tocasen en el pecado nefando, contra natura, despuésde entrados los Españoles en la tierra, con su comunicación, y mas, con la de los Sangleyes, que an venido de la China, que son muy dados a este vicio, se á pegado algo, asi á varones como hembras, y no á faltado en que entender en esta materia (Il6).<br />
Los naturales, de las islas de Pintados, especialmente las mugeres, son muy viciosas y sensuales, y la malicia entre ellos, á inuentado maneras torpes, de juntarse las mugeres, y los varones, y an acostumbrado vna, que desde muchachos, los varones hazen vn agujero, con artificio, en su miembro viril, por junto á la cabega, y encajan en ella una cabe;uela de serpiente, o de metal, o marfil, y pasanle vn pernete de lo mismo por el agujero, para que no se les salga, y con este artificio, se juntan con la muger, sin poderlo sacar, después del coito en mucho rato, de que se envician y deleytan de manera, que aunque vierten mucha sangre, y reciben otros da ños, pasan por ellos; llamanse estos artificios, Sagras, y ay muy po cas, por que, después que se hazen Cristianos, se anda con cuydado, para quitárselas, y no consentir que lo vsen, que se á remidíado en la mayor parte. <br />
Herbolarios y liechizeros, á auido comunmente entre estos naturales; estos, no se castigaiian ni prohibían entre ellos, entretanto que no causauan algún daño particular, que pocas vezes se podía aueriguar ni tratar dello. Auia también hombres, que tenían por oficio estrupar, y quitar la virginidad á las donzellas, y se las lleuauan, y pagauan, para que lo hiziesen, teniendo por estoruo é impedimento, quando se casauan, que fuesen virgines. En las cosas de su relijion, procedían mas bárbaramente, y coa mayor geguedad que en todo lo de mas; por que, sobre ser gentiles, y que no tenían conogimiento alguno de Dios verdadero, ni discurrían por camino de razón para hallarle, ni afijauan en ninguno. El Demonio los engañaua de ordinario, con mil errores y ceguedades; parecíales, en diferentes formas, orribles y espantosas, y de anímales fieros, con que le temían y temblauan del, y le adorauan las mas vezes, haziendole figuras de dichas formas, que tenían en cueuas y casas particulares, donde le ofrecían perfumes y olores, y co midas y frutas a que llaman Anitos (117).<br />
Otros, adorauan el sol y la luna, haziendo fiestas y borracheras •en la conjunción, y algunos adorauan vn aue que ay, pintada de amarillo en los montes, que llaman Bátala; y comunmente, adora uan y rsuerenciauan á los Caimanes quando los vian, hincándose de rodillas y poniendo las manos, por los daños que dcUos reciben; en tendiendo, que con esto se aplacarían y los dejarían. Sus juramentos, execraciones y promesas, todos son, como atrás queda tocado, que el Buhayan te coma, sino dijeres verdad, o cum plieres lo que prometes, y cosas semejantes. En todas estas islas, no vuo templos, ni casas comunes de ado raciones de ydolos, sino que cada vno tenia y hazla en su casa, sus anitos, sin ceremonia, ni solenidad cierta, ni auia sacerdotes ni reli jiosos, que administrasen las cosas de la rclijion; si no era, algunos viejos y viejas, que llaman Catalonas, grandes hechizeros y brujos que traían engañados á los demás, y les comunicauan sus deseos y ne cesidades, y les respondían mil desvarios y mentiras, y hazian ora ciones, y otras ceremonias á los ydolos por sus enfermos; creyendo en agüeros y supersticiones, que el Demonio les persuadía, con que dezian, sanaua o moria el doliente. Estas eran sus curas y diligen cias, vsando de suertes para todos sucesos, por varias maneras; y en todo, con tan poca asistencia, aparato y fundamento, qual per mitió Dios, para que los hallase en mejor disposición por esta parte, la predicación del santo Euangelio, para que conociesen la verdad mas fácilmente, y vuiese menos que hazer, en sacarlos desús tinie blas, y errores en que el Demonio los tuuo muchos años. lamas le sacrificaron hombres, como en otros reynos se haze. Creían, que auia otra vida, con premio para los que auian sido valientes, y hecho hazañas, y con penas, para los que mal auian hecho, pero no sabían como, ni donde esto fuese. <br />
Enterrauan sus muertos en sus propias casas, teniendo en cajas sus cuerpos y huesos mucho tiempo, y venerando sus calaueras, como si fueran viuos, y los tuuieran presentes. No auia en sus ac tos funerales, pompa ni acompañamientos, si solo los de su casa loade después de llorado el difunto, todo se conuertia en comida y borrachera, entre todos los parientes y amigos. Comentaron a venir, á la isla de Luzon, pocos años antes que los Españoles la pacificasen; particularmente, á la poblazon de. Manila y Tondo, algunos naturales, de la isla de Borneo, con sus contrataciones; y se casauan los de una isla con los de la otra. Estos son Mahometanos, 6 ya iuan introduziendo entre^stos naturales-su seta, •dándoles cartillas, ceremonias y forma de guardarla, por algunos Gazizes que consigo traían, y ya muchos, y los mas principales, comengauan (aunque a remiendos) a ser moros, retajándose y poniéndose nombres de moros, que si la entrada de los Españoles tardara mas, cundiera esta seta por toda la isla, y aun por las demás, y fuera mala de desarraygar dellas. La misericordia de Dios lo remedia con tiempo; de manera que por ser tan en los principios, se desterró destas islas, y se libraron della, en todo lo que los Españoles, tienen pacifico, y está en el gouierno de las Filipinas, estando muy cundida y ampliada, en las demás islas, que están fuera de este gouierno, que ya los naturales de casi todas ellas, son moros Mahometanos, rejidos é industriados por sus Gagizes, y otros morabitos, que les vienen a predicar y enseñar a menudo, por el estrecho de Maca y mar Rojo, per do nauegan a estas islas. )* <br />
La entrada de los Españoles, desde el año de mil y quinientos sesenta y quatro, en estas islas Filipinas (ii8), y la pacificación y y conuersion que en ellas an hecho, y su modo de gouierno, y lo que en estos años su magestad á proueido, para el bien dellas, á causado nouedad en muchas cosas, qual lo suelen tener, los reynos y prouincias que mudan ley y señor; Y lo primero á sido, que de mas del nombre de Filipinas, que tomaron y recibieron, desde el principio de su conquista, todas las islas son, y á vn nueuo ntynQ y señorío, a que la magestad de Filipo segundo nuestro Señor, puso nombre, el nueuo reyno de Castilla, de que por su real priuilejio, hizo cabega á la ciudad de Manila, dándole por particular merced entre otras, escudo de armas con corona, elejidas y señaladas por su real persona, que son el escudo partido por lo largo, y en la parte superior, castilla en campo i'ojo, y en la inferior vn león de orocoronado rapante, con vna espada desnuda en la mano derecha, y el medio cuerpo de figura de delfín sobre las aguas de la mar; sinificando, que por ella pasaron los Españoles con las armas, a conquistar este reyno, por la corona de Castilla. <br />
La ciudad de Manila, fundó el adelantado Miguel López de Le gazpi, primer gouernador de las Filipinas, en la isla de Luzon, en el mismo sitio, que Rajamora, tenia su poblazon y fuerte, (como se á dicho mas de proposito) á la boca de del rio, que desagua en la baía, en vna punta que se haze, entre el rio y la mar, ocupóla toda con esta poblazon, y repartióla á los Españoles, por solares ^^guales, con calles y quadras bien concertadas, derechas y á niuel, dejando plaga mayor bastante en quadro, donde puso la yglesia mayor, y casas de ciudad; otra plaga de armas, en que estaua el fuerte, y allí también las casas reales; dio sitios á los monasterios, y hospital y ermitas que se auian de poblar, como ciudad que auia de crecer, y augmentarse cada dia, como ya lo está; por que en el discurso del tiempo, que á se ganó, se á illustrado, como la que mas, en todas aquellas partes. Es toda la ciudad, cercada de muralla de cantería, ancha mas de dos varas y media, y en partes mas de tres, con cubos y traueses a trechos; tiene, vna fortaleza de sillería, á la punta que guarda la ba rra, y el rio, con vn rebellín junto al agua, que tiene algunas piegas gruesas de artillería, que juegan á la mar y al rio, y otras en lo alto, para defensa de la barra, sin otras medianas de campaña, y pedre ros, con sus bobedas, para bastimentos y municiones, y vn almazen de la poluora, muy guardado, su plaga dentro, con pozo copioso de agua dulce; alojamientos de soldados y artilleros, y casa de alcay de. Está fortificada de nueuo, por la parte de tierra, á la plaga de armas, donde tiene la entrada con vna buena muralla, y dos orejo nes, guarnecidos de artillería, que juega, cortando la muralla y puerta; tiene esta fortaleza llamada Santiago, vna esquadra de trein ta soldados, con sus oficiales, y ocho artilleros que guardan la puer ta, y entrada por sus quartos, a cargo de vn alcayde que viue den tro, y la tiene en guardia, y custodia. <br />
Otra fortaleza, asi mismo de piedra, ay en la misma muralla, a tiro de culebrina, al cabo del liengo, que corre por la marina de la baía, que se llama nuestra Señora de Guia; es vn cubo muy grande, redonde, con su patio, agua y alojamientos; y almazenes dentro, y otras oficinas, con vn través que sale á la marina, en que ay vna dozena de piegas grandes y medianas, que juegan á la baía, y ba rren la muralla, que corre por ella, hasta la puerta y fuerte de Santiago; á esotra parte, tiene vnorejon grande, con quatro piegas gruesas, que juegan la marina adelante, hazia la ermita de nuestra Señora de Guia: la puerta y entrada es, por dentro de la ciudad, guardada con vna esquadra, de veinte soldados, con sus ofi ciales, y seis artilleros, vn alcayde con su teniente, que moran dentro. <br />
A la parte de tierra, por do corre la muralla, tiene vn baluarte, llamado sant Andrés, con seis piegas de artillería, que juegan a todas partes, y algunos pedreros; y mas adelante, otro traues llamado san Gabriel, frontero del parían de los Sangleyes, con otra tanta artillería, y ambos con algunos soldados, y guardia ordinaria. La muralla tiene bastante altura, con pretiles y almenas para su defensa á lo moderno, terna de box, que se anda todo por lo alto vna legua, con muchas escalas anchas, de la misma sillería, á trechos por de dentro, y con tres puertas principales de ciudad, á la parte de la tierra, y otros muchos postigos al rio y marina, para el seruicio de la ciudad, en partes conuenientes, que vnas y otras se cierran antes de anochecer, con la ronda ordinaria, y se lleuan las llaues al cuerpo de guardia, de las casas reales; y á la mañana, siendo de dia, buelue con ellas la ronda, á abrir la ciudad. En la plaga de armas, están los almazenes reales, en que se guar da y entra, todo lo que es municiones y bastimentos, jargia, hierro, cobre, plomo, artillería, arcabuzes, y otras gosas de la hazienda real, con sus ministros y oficiales particulares, que está a cargo de los oficiales reales. lunto a estos almazenes, estala casa de la poluora, con su maestro, oficiales y forgados, en que de ordinario, muelen treinta morteros, poluora, y se refina la que se daña. En otra parte de la ciudad, en sitio conuenientemente, está la casa .déla fiandicion de la artillería, con sus moldes, hornos é instrumen tos, fundidores, y oficiales que la labran. Las casas reales, son muy hermosas, y de buena vista y aposen to, con mucho ventanaje á la mar, y sobre la plaga de armas, todas de cantería, con dos patios, con corredores altos y bajos, de pilares gruesos; dentro posa el Gouernador, y Presidente con su familia; ay sala de la audiencia real, muy grande y autorizada, capilla aparte, cámara del sello real, oficios de escriuano de cámara de la audiencia, y escriuano de gouernacion, y otras piegas para la caja real, y ministerio de oficiales reales, y vn portal grande á la calle, con dos puertas principales, donde está el cuerpo de guardia, con vna com pañía de arcabuzeros de paga, que cada dia entra de guardia, con Su vandera, y otra casa enfrente, la calle en medio, para la caja real, y quien la tiene á cargo. Las casas del Cabildo, que están en la plaga, son de cantería, de muy buena vista, y buenas salas; en lo bajo, es la cargel, y audiencia de alcaldes ordinarios. En la mesma plaga, está la yglesía mayor, de cantería, de tres ñaues, con su capilla mayor, y coro de sillas altas y bajas, cercado de rejas, adornado de órgano, atriles, y lo demás necesario, sacris tán y sus aposentos y oficinas. Dentro de la ciudad, es el monasterio de San Agustín, muy gran de y'copioso de dormitorios; y refitorío y oficinas; vase acabando vn templo, que es vn edificio, de los mas sumptuosos que ay en aquellas partes, tiene de ordinario este conuento, cincuenta relijiosos. El monasterio de santo Domingo, está de los muros a dentro, que sera de quarenta reí ijosos; era de piedra, y niuy bien fabricado de yglesia, casa y todas oficinas; estase labrando de nueuo mucho mejor, porque se quemó todo, en el incendio de la ciudad, del año de seiscientos y tres. El monasterio de san Francisco, está mas adelante, bien fabrica do de piedra, y se va haziendo yglesia nueua, será de quarenta re lijiosos descalgos. El colegio de la compañía de JESVS, está fundado junto á la for taleza de nuestra Señora de Guia, es de veinte relijiosos de su or den, con buena casa é yglesia de piedra, tienen estudios de latini dad, artes, y casos de consciencia, y junto asi vn colejio, y comvi torio de estudiantes Españoles, con su Retor, que traen mantos de jerguet a leonada, y becas coloradas. A otra parte, ay vna buena casa cerrada, con su yglesia de can tería, llamada san Andrés y santa Potenciana, patronazgo real, en que viue vna Rectora, con torno y locutorio, y otras ayudantes de confianga, donde se recogen mugeres necesitadas, y donzellas de la ciudad, en forma de emparedamiento; y de allí salen casadas vnas, Í2f: y otras están permanentes, con su casa de labor y coro, a quienes socorre su Magestad, con parte de su sustento, y lo demás, se pro uee de sus labores y haziendas: tienen su mayordomo, y administra dor sacerdote. )* A otra parte, ay vn ospital real de Españoles, con medico, boticario, cirujanos, administradores y siruientes, labrado de cantería con su yglesia, salas de enfermos, y seruicio de camas, en que se curan todos los Españoles; y de ordinario, está muy poblado, y es del patronazgo real, y su Magestad lo prouee, de lo mas que á menester: están en el por superitendentes, tres relijiosos Descalgos de san Francisco, que son de mucho prouecho, para el regalo corporal, y espiritual de los enfermos; quemóse, en el incendio del año pasado, de seiscientos y tres, y vasa edificando de nueuo. Ay, otro ospital de la misericordia, a cargo de la cofradía deste nombre, que se fundó en la ciudad de Manila, con ermandad de la misericordia de Lisboa, y de las otras ermandades de la India, y con bulas apostólicas, para obras de caridad, enterrar muertos, mantener pobres vergongantes, casar huérfanas, y remediar muchas necesidades; y en el, curan los esclauos de la ciudad, y dan aposentos a mugeres pobres. lunto al monasterio de san Francisco, ay el ospital de los naturales, del patronazgo real, que lo fundó de limosnas, vn santo frayle lego de san Francisco, llamado fray loan Clemente, en que se cusia Metropolitana, con todas dignidades, canongias, raciones, y medias raciones, capellanes, sacristanes, capilla de música, de canto de órgano, y de menistriles, y de todo ornato y aderego, en que se celebran los diuinos oficios, con toda grauedad y solemnidad; tiene por sus fragansos, los tres obispos que ay, en las islas de Sebu, Cagayan, y Camarines. Ay caja real, con tres oficiales reales, fator, contador, y tesorero, por cuya mano se administra la hazienda real, de todas las islas. Desde esta ciudad de Manila, se despachan los nauios, que cada año hazen viaje á la Nueua España, con las mercaderías, y empleos de todas las islas, y á ella bueluen de la Nueua España, con lo procedido destas mercaderías, y socorros ordinarios. En ella reside de asiento, el campo de la soldadesca de paga, que su Magestad mandó vuiese en las islas. En Manila, asi mismo residen algunas galeras, con su general y capitanes, y otros nauios de alto borde de armada, y otros menores á la vsanga de la tierra, para acudir á las necesidades de todas las islas. A la baía y rio de Manila, acude todo el golpe de nauios de China, Japon, Aíaluco, Borney, Sian, Malaca y la India, que vienen á las Filipinas, con sus mercaderías y contrataciones, y aqui las venden y rescatan, para todas las islas y poblazones dellas. En la prouincia de la misma isla de Luzon, se fundó la ciudad de Segouia, en tiempo de don Gongalo Ronquillo, tercero gouernador; es de dozientos vezinos Españoles, poblados en casas de madera, á la ribera del rio Tajo, dos leguas de la mar y puerto de Camalayu-^ ga; tiene vn fuerte de piedra junto á la ciudad, para defensa della y del rio, con alguna artillería, y su alcaide; tiene de ordinario, fuera de ios vezinos, cien soldados de paga arcabuzeros, con sus oficiales» a cargo y gouierno del alcalde mayor de la prouincia, que es capitán a guerra. Reside en esta ciudad, vn obispo con su Yglesia, aunque agora sin dignidades ni prebendados; ay Cabildo de ciudad, con dos alcaldes, seis regidores, y alguazil mayor, es abundante, de todo genero de bastimentos y regalos, a precios muy baratos. En la prouingia de Camarines, de la misma isla de Luzon, está poblada la ciudad de Cageres, de tiempo del doctor Sande, gouernador de las Filipinas, será de cien vezinos Españoles, con su Cabildo, de alcaldes, regidores y oficiales; tiene en ella asiento, vn Obispo desta prouincia con su yglesia, sin dignidades ni prebendados, y ay vn monasterio de descalgos de san Francisco. El gouierno, y cosas de la guerra desta prouincia, están a cargo de vn alcalde mayor, capitán a guerra, que reside en Cageres, es lugar regalado y proueido de todos bastimentos, a precios muy baratos; la tierra adentro, quatro leguas de la mar, fundada á la orilla de vn rio, con las casas de madera. La quarta ciudad, es la del santísimo nombre de JESVS, en la isla de Scbu, prouincia de Bicayas, o Pintados, que fue la primera poblazon de Españoles, que fundó el adelantado Miguel López de Legazpi, primer gouernador, con vn hermoso puerto de mar, bien limpio y fondable, y capaz para muchos nauios, y tiene vn fuerte de piedra muy bueno, con cantidad de artillería, con su alcayde y oficíales, para guarda del puerto, y defensa de la ciudad, con bas íatite guarnición de soldados de paga, a orden del alcalde mayor, capitán a guerra de la prouincia, que reside en la ciudad. Sera la po blazpn, de dozientos vezinos Españoles, con casas de madera, tiene Cabildo, de dos alcaldes ordinarios, ocho rejidores, alguazil mayor y sus oficiales; tiene obispo con su yglesia, como las de otras ciu dades destas islas, sin prebendados. <br />
Esta ciudad, es proueida de bastimentos, y hazen en ella escala, de los nauios que vienen de Maluco, a Manila, y por merced de su magestad, tienen vn nauio de alto borde de carga, que suele salir de su puerto, para la Nueua España, con las mercaderías de los frutos que se cogen en aquellas prouincías. Tiene vn monasterio, de reüjiosos de san Agustín, y vn colegio de la compañía de JESVS. En la isla de Otón, está poblada la villa de Areualo, de tiempo del gouernador don Gongalo Ronquillo, sera de ochenta vezinos Es pañoles, junto á la mar, con vn fuerte de madera, con alguna artille ria; con vn monasterio, de la orden de san Agustín, y vna yglesia parroquial, con vicario y cura secular, de la diócesis del obispado de Sebu. Tiene cabildo, de alcaldes y regidores, y otros oficíales, y vn al calde mayor, y cabo de la guerra de aquellas prouincías; es muy abastecida, de todos bastimentos, y á precios muy baratos. La poblazon de la villa Fernandina, que se fundo en la isla de Luzon, en la prouincia de los llocos, esta despoblada de Españoles, ay en ella muy pocos, y vna yglesia con vicario y cura secular, de que no se haze ya mención por lo dicho; reside en ella, el alcalde mayor de la prouincia, y es diócesi del obispado de Cagayan. : Desde que se comentó la conquista, y pacificación de las islas Filipinas, se trató de la predicación en ellas del santo Euangelio, y conuersíon de los naturales, á nuestra santa fe católica, en que, ios primeros que pusieron la mano, fueron los relijiosos de la orden de san Agusün, que pasaron con el adelantado Legazpi, en el armada,, que fue a su descubrimiento, y los que después de la misma orden pasaron, á entender en esta obra, que con mucho fcruor y cuydadotrabajaron en ella; de suerte, que hallando la mies en buena sazón,, cojieron della los primeros frutos, conuirtiendo y baptizando muchos infieles en todas partes de las dichas islas. Tras dellos, á la fama desta conuersion, pasaron á las islas, por la via de la Nueua España, relijiosos descalzos, de la orden de san Francisco; y después, de la de santo Domingo, y de la compañía de IP^SVS; y vltimamente, recoletos descalzos Agustinos, que vnos y otros, haziendo asiento en las islas, trabajan en la conuersion y dotrina de los naturales; de manera, que an hecho, y ay de presente, en todas las islas, grande numero de naturales baptizados, sin otrosmuchos, que por falta de ministros, están entretenidos en machas partes, esperando este bien, y sacerdotes que los administren. Lo que es dotrinas, de clérigos seculares, hasta agora ay pocas, por auer pasado pocos á las islas, y auerse ordenado en ellas muy raros, por falta de estudiantes. La orden de san Agustín tiene, en las islas de Pintados, muchas dotrinas, con monasterios poblados, y otras visitas, y en la isla de Luzon, las de la prouincia de Ylocos, y algunas en Pangasinan, y todas las de Pampanga, que son muchos monasterios, y en la pro uincia de Manila y su comarca, otras muy buenas. La orden de santo Domingo, tiene las dotrinas de la prouincia de Cagayan, y otras en la prouincia de Pangasinan, en que tienen mu chos monasterios y visitas, fuera de otros que también administran,, alrededor de la ciudad. La orden de san Francisco, tiene algunas dotrinas y monasterios^ alrededor de Manila, y toda la prouincia de Camarines, y la contra costa della, y la laguna de Bay, que son muchas dotrinas. La compañía de JESVS, tiene alrededor de Manila, tres dotrinas grandes, y de muchas visitas, y en los Pintados otras muchas, en las islas de Sebu, Leite, Ybabao, y Camar, y Bohol, y otras de su comarca, con buenos sujetos y curiosos, en la conversión de los na turales. 5»« Estas quatro relijiones, an hecho mucho fruto, en la conuersion destas islas, como está dicho, y en realidad de verdad, an toma do bien las cosas de la fé, como jente de tan buenos ingenios, y que an conocido los errores de su jentilidad, y verdades de la relijíon Cristiana, teniendo buenas Yglesias, y monasterios de madera, bien fabricados, con retablos, y luzidos ornamentos, y todo seruicio, cruzes," candeleros, y cálices de plata y oro, muchas deuociones y •cofradías, continuación de Sacramentos, y asistencia en los oficios Diuinos, y cuydado, de regalar y sustentar sus rclijiosos, con gran de obediencia y respeto que les tienen, con muchas limosnas que les hazen, y con las que dan por los sufragios, y entierros de sus difuntos, a que acuden con toda puntualidad y largueza. lunto, contratar los relijiosos en sus doctrinas, de las cosas de la relijion de los naturales, trabajan en adestrarlos, en cosas de pulicia Suya, teniendo escuelas de leer, y escribir, para los muchachos en español; enseñándoles, a seruir la yglesia, canto llano, y canto de órgano, y tocar menistriles, dangar, cantar, y tañer harpas, guita rras y otros instrumentos; en que ya ay tanta destrega; especial mente, alrededor de Manila, que ay muy buenas capillas, de canto res y de menistriles, de los naturales, diestros y de buenas vozes, y muchos danzantes y músicos, de los demás instrumentos, que so lenizan y adornan las fiestas del santísimo Sacramento, y otras mu chas del año; y representan autos, y comedias en español, y en su lengua con buena gracia, que esto se deue al cuydado y curiosi dad de los religiosos; que sin cansarse entienden en su aprouecha míento (lig).<br />
No ay en estas islas, prouingia ni poblazon de naturales, que resista la conuersion, y no la deseé; pero, como se a dicho, se les entretiene en algunas el baptismo, por falta de obreros que queden con ellos, para que no retrocedan y bueluan a sus idolatrías; y en esto se hace lo que se puede, siendo las dotrinas, muy grandes y largas, valiéndose en muchas partes, los religiosos de naturales que tienen, diestros y bien enseñados en las visitas, para que enseñen á los demás a rezar cada día, y tenga quenta con ellos, en las demás cosas tocantes á la religión, y que vengan a misa, á las cabeceras, y asi se conseruan y entretienen. Hasta aquí, las religiones que tienen estas dotrinas (por la om nímoda, y otras conceciones apostólicas) an hecho la conuersion, y administrado los sacramentos, y tratado las causas espirituales y temporales, eclesiásticas de los naturales, y dispensando sus impedimentos; pero ya que ay Arçobispo y Obispos, esto se va acortando, y asentando, el tratar de estas causas, como vicarios suyos, aunque no esta tan en punto, ni recebida la administración destos naturales, por vía de justicia, y a visita y superintendencia de los Obispos, como de su parte se procura. El gouernador, y audiencia real de Aíanila, asisten á lo que contiiene, proueer y encaminar para el mejor expediente, y aumento desta conuersion, y administración de los naturales y sus dotrinas; asi, haziendo á los encomenderos, que acudan á los religiosos, c yglesias de las encomiendas que gozan, con los estipendios, y gastos necesarios de las dotrinas; como, proueyendo de la hazienda real, lo que desto le toca, que no es lo menos; ordenando, quales quier otras cosas que se ofrecen proueer y remediar, en orden á las •dichas dotrinas, y aprouechamiento de los naturales, á que también se acude, por parte del Arzobispo y Obispos, en lo que es de su cargo y oficio de pastores. El santo oficio de la Inquisición, que reside en México dclaNue ua España, tiene en Manila, y en los obispados de las islas, sus comisarios, familiares y ministros, para las causas tocantes al santo oficio, en que no falta siempre que liazer, por la entrada de tantos forasteros en aquellas partes; aunque, este santo tribunal, no cono•ce de las causas tocantes á los naturales, por ser tan nueuamente conuertidos (120).<br />
Todas estas islas, están pacificas, y se gouiernan desde Manila, teniendo alcaldes mayores, correjidores y tenientes, que cada vno «n su distrito y prouincia, gouierna y hazc justicia; las apelaciones, •áe sus autos y sentencias, van á la audiencia real, y en lo que es el gouierno y la guerra, lo proueé el gouernador y capitán general. Los principales, que antes tenían en sujeción, á los demás naturales, ya no tienen poder sobre ellos, en la manera que tiránicamente solían, que no fue el menor beneficio, que estos naturales an recebído, en auer salido de tal seruídumbre; sí bien es verdad, que lo que es las esclauonias, de atrás an quedado en pie como antes, y el rey nro Señor, mando por sus cédulas, que á los principales so Jes guardasen las onrras te tales, y los demás los reconociesen, y les acudiesen con algunas obras, de las que con su jentílidad solían; y asi se haze con los señores y poseedores de Barangayes, que los que son de aquel Barangay están debajo de su gouierno; y quando coje su arroz, van vn día á ayudarle, y lo mesmo, si haze la casa, o la re:para de nueuo: y este principal señor de Barangai, cobra tributos •de sus parciales, y se encarga dellos, para los pagar al encomendero. Fuera destos, cada pueblo tiene vn gouernador por elección, que con sus alguaziles, que llaman Vilangos, son justicia ordinaria entre los naturales, y oye sus pleytos ciuiles, en moderada cantidad; vasc •del en apelación, al correjidor o alcalde mayor de la prouincia. La elección destos gouernadores, se haze cada año, por votos de todos los naturales, casados de aquel pueblo, y el gouernador de Manila la confirma, y da titulo de gouernador'al electo, y manda tomar re sidencia, al que salió del oficio. Este gouernador, demás de los vilangos y escriuano, ante quien •haze sus autos por escrito, en la lengua de los naturales de aque lla prouincia, tiene también, los principales señores de Barangayes, y los que no lo son, debajo de su mano y gouierno, y á sus datos y mandones, para todo lo que se ofrece, cobranzas de tributos y re partimientos de 'seruicios personales; y no consienten, que los prin cipales hagan agrauios, á los Timaguas, ni esclauos que tienen de bajo de su mano. Las costumbres, que estos naturales guardauan en su jentilidad, esas mesmas, en lo que no son contrarias al derecho natural, se les guardan después de hechos Cristianos; especialmente, en sus escla uonias, succesiones, herencias, prohijamientos, testamentos y con tratos lícitos; y en los pleytos, siempre alegan y prueuan la costum bre, y por ella se juzga, por cédulas reales, y en las demás causas que no la ay, y en lo criminal, se determina por derecho, como en tre Españoles. Todas e'stas islas, y naturales dellas, como pacificas, se encomen- daron de sus principios (lo que escabegeras y puertos, y moradores de las ciudades y villas) en la real corona; y también otras, enco miendas y pueblos particulares en todas las prouincias, para las ne cesidades y gastos de la real hazienda; lo demás, todo se encomen dó en los conquistadores, y pobladores qué an seruido, y trabajado en la conquista y pacificación, y en la guerra; y esto, está a cargo del gouernardor, teniendo atención á los méritos, y seruicios de los pretensores; y de la misma suerte, van siempre, encomendando los pueblos que vacan: son muchas las encomiendas, y muy buenas en todas las islas, y de aprouechamiento, asi por la cantidad que tienen de tributos, como por la calidad y valor de lo que tributan; dura la encomienda, por las leyes y cédulas reales, y por el orden y manera-de Suceder en ellas, por dos vidas, y estiendese á la ter cera vida por permisión, y después queda vaca, y se buelue a en comendar y proueer de nueuo. Los tributos, que los naturales pagan á los encomenderos, los tasó el primer gouernador, Miguel López de Legazpi, en las pro uincias de Vicayas y de Pintados, y en las islas de Luzon y sus co marcanas, en quantia de.ocho reales, por yn tributo entero, de cada. tributario, al año; el quál pagasen en los frutos que tuuiesen, oro, mantas, algodón, arroz, campanas, gallinas, y lo demás que tenían y cojían, poniendo precio y valor cierto a cada cosa, para que pagando en cada vna dellas, o en todas el tributo, no excediese de la estimación de los ocho reales; desta suerte, á corrido hasta agora, creciendo las tasaciones y estimaciones de los frutos los gouernadores, como les á parecido en diuersos tiempos. De cobrar los encomenderos en especie, an sido muy aprouecha•dos; por que, después de traídas a su poder, las vendían a mayores precios, en que interesauan mucho en sus rentas, y procedido de sus encomiendas, hasta que de algunos años á esta parte, apedi miento de los relijiosos, é instancia que sobre ellohizieron a su l^Jagestad, se proueyó, que los naturales pagasen su tributo, en lo que ellos quisiesen, en especie o en dineros, sin ser compelidos a otra cosa; de manera, que dando sus ocho reales, aya cumplido, y asi se á puesto en execucion, mostrando la experiencia, que aunque esto parece piadoso, y fauorable á los naturales, le haze grande daño, por que siendo como son de suyo, enemigos del trabajo, no siembran, tejen, ni benefician oro, ni crian gallinas, ni otros bastimen tos, como lo hazian, quando auian de pagar el tributo en estas cosas, y con facilidad, sin tanto trabajo, adquieren vn peso en dineros con que tributan; de que se sigue, que los naturales (por no tra bajar) tienen menos caudales y sustancia, y la tierra que era muy proueida y abundante de todas las cosas, vá sintiendo la falta y carestía dellas, y los dueños de las encomiendas, asi su Magestad, como los particulares que los poseen, an tenido mucha quiebra, y baja en su valor. <br />
Quando fue al gouierno de las Filipinas, Gómez Pérez Dasmariñas, lleuó cédulas reales, para formar en Manila el campo, de quatrocientas plagas de soldados de paga, con sus oficiales, galeras y otras cosas de la guerra, para la defensa y seguridad de la tierra, en que primero se ocupauan todos los moradores Españoles, sin sueldo alguno; entonces, se ordenó se creciese a cada tributario, sobre los ocho reales, dos reales mas; los quales se cobrasen por los encomenderos, al mismo tiempo, que los ocho reales del tributo, y los trujesen y metiesen en la caja real; en la qual, se beneficiasen por quenta. aparte de la de mas hazienda de su Magestad, y se conuirtiesen en esta manera; elrea l y medio, para los gastos del dicho campo, y cosas de la guerra, y el medio real restante, para el estipendio de los prebendados de la yglesia de Manila, que su Magessad suple en su caja, en tanto, que sus diezmos y rentas bastaren, para su sustentación. <br />
Estos tributos, se cobran de todos los naturales. Cristianos é infieles enteramente; saluo, que en las encomiendas que rio y dotrina, la quarta parte de los ocho reales, que son dos reales, no la' lleua el encomendero para si, pues no tiene dotrina ni gastos della, sí no la trae y entra en Manila, en vna caja, queso llama de las quar tas, de donde lo procedido deste genero, se conuierte y gasta en ospitales de naturales, y en otras obras, en beneficios dellos, como al gouernador le parece, y como van teniendo dotrinas y relijiosos,^ cesa la cobranga destas quartas y gastos dellas, en estas obras' par ticulares. Algunas prouincias, tienen contados los naturales dellas, y asi,por estas quentas se cobran los tributos, y situado de los dos reales. En las mas, no á auido quenta, y se cobran asistiendo los encotnenderos y sus cobradores, con los principales de sus encomiendas, al tiempo de la cobranga, con los padrones y memorias de los afvos pasados, quitando los muertos 6 ydos, y acrecentando los cre cidos, y venidos de nueuo á la encomienda, y en las contadas, quando se siente falta, se pide de nueuo quenta, y se hazc. Los naturales, tienen libertad de mudarse, de vnas islas á otras, y de vnas prouincias a otras, y pagando el año, que hazen la mu danza y pasaje (alli) su tributo, y mudándose de pueblo de Cristianos, donde ay dotrina, á otro pueblo que la aya, pero no al contrarío, de donde ay dotrina, no se mudan a donde no la ay, ni en vn mesmo pueblo, de vn Barangay & otro, ni de vna parcialidad a otra ; y sobre esto, se dan en el gouierno los recaudos necesarios, y en el audiencia prouisiones, para que esta orden se guarde, por que cese todo inconueniente, con el pasaje de los naturales de asiento, de vnas partes, a otras. Tan poco, para salir de sus pueblos, a sus granjerias, se les da lugar, si no es con licencia del gouernador, o de sus alcaldes mayo res y justicias, y aun de los relijiosos, que las mas vezes, en esto se an también embaragado, por ocasión de la dotriria, por que no anden los naturales vagando sin necesidad, fuera de sus casas y poblazones. Los naturales, que tienen esclauos, si son Sanguiguilires, pagan por ellos sus tributos; y si son Namamahayes, de la puerta afuera, lo pagan por si, por tener como tienen, sus casas y granjerias propias. Solían tener los Españoles, esclauos destos naturales, que auian comprado dellos; y otros, que auian ganado en algunas jornadas, en la conquista y pacificación de las islas; esto, se quitó por breue de su Santidad, y cédulas reales; de manera, que ya todos estos esclauos, que se hallaron en poder de los Españoles, naturales destas is las, de qualquier manera que fuesen auidos, se les dio libertad; y se prohibió para adelante, no los pudiesen tener los Españoles, ni ha zer los cautiuos, por ninguna razón, ni color que vuiese de la guerra, ni en otra manera; y el seruicio que tienen destos naturales, es por soldada y jornal, y los demás esclauos y cautiuos que tienen, son cafres y negros, traídos por los Portugueses, por la via de la In dia, auidos con justiñcacion, de las esclauonias, conforme á los congilios prouinciales, y licencias de los prelados y justicias de aquellas partes. Los naturales destas islas, tienen también sus seruicios personales, a que son obligados á acudir, en vna parte mas que en otras; á los Españoles, en diferentes maneras, que comunmente se llama el Polo; por que, donde ay alcaldes mayores y justicias, por semanas les dan y reparten algunos naturales, para el seruicio de sus casas, pagándoles vn jornal moderado, que viene a ser comunmente, la quarta parte de vn real cada dia, y arroz para comer; lo mismo se haze con los relijiosos, de la dotrina y sus monasterios é yglesias, y obras dellas, y las otras de comunidad. También dan arroz, bastimentos de todo genero, por precios que entre estos naturales valen y pasan, que siempre son muy moderados, y los datos, vilangos y fiscales los reparten, cojen y sacan de los naturales, y de la misma manera, proueen a sus encomenderos, quando van á las cobranzas. El mayor seruicio, con que acuden estos naturales, es, en ocasiones de la guerra, dando remeros y esquifazones para los vireyes, y nauios que van á las jornadas y gastadores, para lo que mas se ofre ce, en el discurso de la guerra, aunque se les paga su sueldo y jornal. De la misma manera, dan y reparten naturales, para las obras del rey, cómo son fabricas de nauios, cortes de madera, maestranza de la jargia, y de la casa de la fundición de la artillería, y serui cio de los almazenen reales, pagándoles su estipendio y jornal, A lo de mas, que es seruicio de Españoles, y sus nauegaciones, obras y qualquier otro seruicio, que los naturales hazen, es voluntario, y por su paga y concierto; por que, como hasta agora los Españoles, no benefician minas, ni an dado en granjerias de labores del campo, no ay que ocuparlos en nada desto. Los Españoles, que ay en las islas Filipinas, residen la mayor parte en la ciudad de Manila, donde esta la cabega del reyno, y el trato y comercio principal, y algunos encomenderos de sus prouincias comarcas, y otros en las ciudades de Segouia, Cageres, y el santísimo nombre de JESVS, en Sebu, y en la villa de Areualo, donde están poblados, y los mas tienen sus encomiendas. En los pueblos de Indios, no consienten Españoles, sino es para la cobranga de sus tributos, quando es el tiempo; y los alcaldes mayores, correjidores y justicias; y estos, no se permite, estén siempre en vn lugar de su distrito, sino que le visiten, todo lo mas que pudieren; y que, de quatro en quatro meses, mudan su casa y asiento, a otra cabega y poblazon, donde alcangen todos los naturales, del fruto de su asistencia, y les sea menos penoso, para su sustentación, y seruicio ordinario. )* Todos los cargos, proueé el gouernador, y las residencias dellos, las embia a tomar la audiencia real, acabado el oñcio, donde se sentencian, y hasta estar despachada, no se proueé en otro cargo y oñcio. )* Proueé también alcaydias de fuertes, compañías y otros oficios de la guerra, de todas las ciudades, villas y lugares de las islas. Algunos oficios, de rejidores y escriuanos, se an vendido por vna cédula real, por vna vida, y se á sobreseído la venta dellos, por no parecer por agora, el precio que por ellos se dá de mucha conside ración, y mayor el inconueniente, de perpetuarlos por este ca mino. >* Las eleciones, de todos los pueblos de Españoles, de alcaldes or dinarios, se hazen dia de año nueuo, por el cabildo y rejimiento, y la residencia destos alcaldes ordinarios, y sus cabildos, se la ma,nda tomar su Magestad, al mesmo tiempo que se toma al gouernador, y capitán general de las islas, y dan quenta de la administración de sus rentas y propios, no embargante, que antes desto cada año, y siempre que parece conueniente, el gouernador se la toma, y haze cobrar los alcances; y con su parecer y licencia, se hazen los gastos que los pueblos pretenden. .La ciudad de Manila, tiene suficientes propios, en las penas de cámara qué sus juezes hazen, por ciertos años, y en posesiones propias, dentro y fuera de la ciudad, y en el repeso de las mercaderías, y alquileres de todas las haziendas, y sitios del Parían de los Sangleyes, y en el estanco de los naypes; que todo ello, le hizo merced su Magestad; particularmente,, para los gastos de su fortifica ción, y en esto las expenden y gastan, y en los salarios de sus ofi ciales, y de los procuradores que embian a España, y en sus fietas de ciudad, que las principales, son día de santa Potencíana, diez y nueve de Mayo, que los Españoles entraron y, ganaron la ciudad : y dia de san Andrés, treinta de Nouiembre, que fue quando vencieron, y echaron della al cosario Limahon; este dia, saca la ciudad, con acompañamiento, el estandarte de la ciudad, a vísperas y misa, á la yglesia de san Andrés ; donde, concurre toda la ciudad, el Tejimiento y cabildo, con la audiencia real, con toda solenidad; y asi mesmo, en el recibimiento de los gouernadores, que de nueuo vienen á la tierra, y en fiestas de casamientos de Reyes, y nacimientos de principes, y onrras y funerales de los que mueren, que en todo ello, se haze la demonstracion posible. Las demás ciudades y poblazones, no tienen hasta agora tantos caudales ni proprios, ni ocasiones en que gastarlos, aunque (según su posible,) se acude en ellas, a todo lo que es del mismo jenero. Los Españoles, que ay en las islas, se diuiden en cinco suertes de personas, que son prelados, religiosos y ministros eclesiásticos, seculares y regulares; encomenderos, pobladores, y conquistadores; soldados, oficiales, y ministros de la guerra, por tierra y mar y nauegaciones; mercaderes, y hombres de negocios y contrataciones: ministros de su Majestad, para el gouierno, justicia, y administración de su hazienda real. Los prelados eclesiásticos, ya se ha dicho que son el Arçobispo de Manila, que reside eti la ciudad, como metropolitano, con su yglesia catedral: tiene quatro mil pesos de estipendio, que se le paga en la caja real cada año; y lo mismo, el de las dignidades, canonjías, y otras prebendas y seruicios desta yglesia, que todo es, del patronadgo real, y se prouee conforme a el. Su oñclo y jurisdicción, es y se estiende, a todo lo espiritual y temporal, eclesiástico y su gouierno. El obispo de la ciudad, del santísimo nombre de JESVS, en Sibu, y el de Segouia en Cagayan, y el de Caceras en Camarines, tienen la misma jurísdicíon, y ejercicios en sus diócesis, como sufragáneos del metropolitano de Manila, para quien se apela de sus sentencias, y los llama y junta, para sus concilios prouinciales, quando conuiene: tiene cada vno, quinientas mil marauedis, de- estipendio para su sustento, en la caja real de Manila, sin las ofrendas y derechos de sus pontíficiales, que todo junto, según la comodidad y barato de la tierra, es muy bastante para su sustentación; por aora, no tienen yglesias con prebendados, ni se les da estipendio para ello. Los prelados regulares, son los prouinciales de las quatro ordenes mendicantes de santo Domingo, san Agustín, san Francisco, la Compañía de lesus, y descalgos Agustinos: los quales, cada vno gouierna sus religiones y las visitan, que tienen casi todas las dotri ñas de los naturales, en lo que es administración de los Sacramentos, y conuersion (de gracia,) conforme á sus priuilegios y bulas Apostólicas, en que hasta aora se conseruan; y lo judicial, como vicarios de los obispos, y por nombramientos y poderes suyos ; los descalgos Agustinos, hasta agora no tienen dotrinas, por ser rezien entrados en las islas. Sustentanse los monasterios, de algunas rentas particulares que tienen y an adquirido; especialmente los Agustinos, y los de la Compañía, y socorros y ayudas de costa que su Magestad les á dado; los Dominicos, y Franciscos, no tienen ni admiten rentas ni propriedades; y ellos y los demás, lo principal de que se valen, es de las limosnas, ofrendas, y sufragios de las partes donde están y administran, que esto se haze, asi por los Españoles, como por los naturales, con mucha piedad y abundancia, y con el estipendio que de las encomiendas se les da, por la dotrina que administran: de manera, que lo pasan bien, y con la comodidad necesaria. Los encomenderos, conquistadores y pobladores, antiguos de las islas, y los que dellos an procedido, se sustentan onrradamente, de los frutos de sus encomiendas, y de algunas granjerias y contrata ciones que tienen, como los demás : de los quales, ay mucho numero de personas, que cada vno reside y tiene su casa en la ciudad y poblazon de Españoles, en cuya prouincia tiene la encomienda, para no despoblarla, y está mas á mano, para sus necesidades y cobranga. Ya ay viuos, pocos de los primeros conquistadores, que ganaron la tierra, y pasaron a su conquista, con el adelantado Miguel López de Legaspi. Los soldados y ministros, de la guerra y nauegaciones, solian ser todos los moradores, y estantes en las islas, que sin sueldo, ni acostamiento alguno, tenían sus armas, é iuan a todas las jornadas, y pacificaciones que se ofrecían; y guardauan los fuertes y presidios, ciudades y poblazones, y este era su principal ejercicio y ocupación, estando á merced del gouernador, que conforme á sus méritos y séruiciós les proueía las encomiendas, oficios y aprouechamientos de la tierra. • En este tiempo, la soldadesca de las islas "era la mejor que se hallaua en las Indias, muy platicos y exercitados por mar y tierra, tenidos y respetados de todas aquellas naciones; preciauanse de sus armas, y de dar buena cuenta de sus personas. Después, que entro en el gouierno de las Filipinas, Gómez Pérez das Marinas, se fundo el campo de paga, de quatrocientos soldados; los arcabugeros, con seis pesos al mes de sueldo, y los mosqueteros ocho pesos, con seis capitanes, con quatrocientos y veinte pesos de sueldo al año cada vno ; sus alferezes, sarjentos, cabos de esquadra, avanderados, y atambores, con sueldo al respeto; vn maese de campo, con mil y quatrocientos pesos de sueldo por año; vn sár jent e mayor, con sueldo de capitán, ayudante de sárjente mayor y capitán de campaña, con diez pesos de sueldo al mes; dos castella nos; y alcaydes de las dos fortalezas de Manila, con cada quatro cientos pesos por año, con sus tenientes, esquadras de soldados, y artilleros; vn general de galeras, con ochocientos pesos de sueldo al año; cada galera, vn capitán, con trecientos pesos de sueldo por año; sus comitres, sotacomitres, patrones, y alguaziles de galera, solda dos, artilleros, remolares, y maestredajas, marineros, conséjeles, y chusma de forgados Españoles, Sangleyes y naturales, condena dos por delitos. Y quando ay falta de forgados, se hazen buenas boyas remeros, de los naturales al sueldo, lo que dura la jornada y ocasión de nauegar. <br />
En las embarcaciones, y armadas de nauios de alto borde, para la carrera de Nueua España, traen los nauios que se despachan, general y almirante, maestres, y contramaestres, guardianes, despenseros, alguaziles, condestables y artilleros, marineros, pilotos, y sus ayu dantes, grumetes, carpinteros, calafates y toneleros; al sueldo de su Magestad, por asiento en la Nueua España, en cuya real caja se pagan, y se proueé todo lo que es necesario para ello. Y sus proui siones y nombramientos, se hazen por el Virrey a quien esto hasta agora á tocado; aunque, los nauios se ayan fabricado en las Filipi nas, y salen, della con la carga de las mercaderías para Nueua España, de donde bueluen con los socorros de soldadesca y muni ciones, y demás necesario para el campo, y pasajeros y relijiosos, y con la moneda procedida de los empleos y mercaderías. Después que se fundo el campo de paga, para las guardias y jornadas, los demás vezinos y moradores, y estantes, quedaron aHsta dos, y debajo de vanderas de seis capitanes de la tierra, sin paga, para las ocasiones forgosas de la defensa de la ciudad; pero releuados de todo lo demás perteneciente á la soldadesca; y sino es, offeciendose de su voluntad a alguna jornada, o ocasión particular, para tener méritos y seruicios, con que ser ocupados en encomiendas que vanean y en oficios y aprouechamientos de la tierra, no son compelidos ni apremiados a ello, si no son encomenderos; con esto, todos se an buelto á la mercancía, por no auer otra ocupacíop, mas no oluidandose del ejercicio militar. <br />
Su Magestad prohibe á los que tiran su sueldo de la guerra en las islas, el ser mercaderes, y ordena al gouernador, no se lo con sienta, ni cargar para la Nueua España, que si lo cumplieran, no fuera malo. Los mercaderes y hombres de negocios, es la mayor parte de losresidentes en las islas, por la ocasión de las muchas mercaderías, que a ellas acuden, (fuera de los frutos, de la tierra) de China, Japon. Maluco, y Malaca, Sian y Camboja, y Borneo y otras partes, en que hazen sus empleos, y cada aiio los cargan en los nauios que salen para la Nueua España, (y agora para el Tapón), donde la seda cruda tiene mucha ganancia, de do se les trae el procedido, quando bueluen a Manila, que hasta aqui á sido de grandes y luzidas ganancias. Por auerse engrosado tanto este trato, que hazia daño y perjuyzio á las mercaderías de España, que se cargauan al Perú, y á la Nueua España, y á los derechos reales, que por razón dellas se cobran, y auerse acodiciado los hombres de negocios de México y el Perú, a tratar y contratar en las Filipinas, por mano de sus encomenderos y fatores; de suerte, que cesaua en la mayor parte, el trato de España, y embiauan mucha plata á las Filipinas, para sus empleos, que por aquella via, cada año salia de los reynos de Su Magestad, a poder de infieles, se prohibió, que no tratasen, ni contratasen en las Filipinas, ningunas personas de la Nueua España ni el Perú, ni se licuasen las mercaderías de China a aquellas partes; y se dio licencia á los vezinos y estantes en las Filipinas, para que ellos solos, puedan contratar en dichas mercaderías, y cargarlas y embarcarlas, con que las lleuen o embien, con personas propias de las islas, para que las vendan; y que, de lo procedido de dichas mercaderías, no se lleuen en dineros, á las Filipinas, mas de quinientos mil pesos, cada vn año (l2l).<br />
De ordinario, vienen de la gran China á Manila, mucha cantidad de somas y juncos (que son nauios grandes) cargadas de mercaderías, y cada año suelen venir treinta, y otras vezes quarenta nauios, que aunque no entran juntos, en forma de flota y armada, vienen en esquadras, con moncion y tiempo hecho, que lo mas ordinario, es á la luna nueua de Margo; son de las prouincias de Cantón, Chincheo y Vcheo, de donde salen; hazen su viaje hasta la ciudad de Manila, en quinze o veinte dias, y venden sus mercaderías, y bueluen a tiempo, antes que entren los vendauales, que es en fin de Mayo, y pocos dias de lunio, por no peligrar en su nauegacion. <br />
Estos nauios, vienen cargados de mercaderías, con gruesos mer - caderes cuyas son, y con criados y fatores de otros que quedan en la China, y della salen con permiso y licencia de sus virreyes y man darines, y las que comunmente traen, y se venden á los Españoles, son seda cruda, en mago, fina de dos cabegas, y otra de menos ley; sedas flojas finas, blancas y de todas colores, en madejuelas, muchos terciopelos llanos, y labrados de todas labores, colores y hechuras, y otros, los fondos de oro, y perfilados de lo mismo; telas y broca detes de oro y plata, sobre seda de diuersas colores y labores, mucho oro y plata hilada en madejas, sobre hilo y sobre seda, pero la ojuela de todo el oro y plata, es falsa, sobre papel; damascos, rasos, tafetanes, y goruaranes, picotes, y otras telas de todas colores, vnas mas finas y mejores que otras, cantidad de lengeria de yerua, que llaman lengesuelo, y de manteria blanca de algodón, de diferentes géneros y suertes, para todo seruicio; almizcle, menjuy, marfil, muchas curiosidades de camas, pauellones, sobrecamas, y colgaduras, bordadas sobre terciopelo; damasco y goruaran de ma tices, sobremesas, almohadas, alfombras, jaeces de cauallos de lo mismo, y de abalorio, y aljófar; algunas perlas y rubíes, y gafiros y piedras de cristal, vagias, peroles, y otros vasos de cobre, y de hierro colado; mucha clauazon de toda suerte, fierro en plancha, estaño, y plomo, salitre y poluora, harina de trigo, conseruas de naranja, durazno, escorgonera, pera, nuez moscada, jenjibre, y otras frutas de la China, pemiles de tocino, y otras geginas, gallinas viuas, de casta, y capones muy hermosos, mucha fruta verde, de naranjas de todos jeneros, castañas muy buenas, nuezes, peras, y chicueyes, verdes y pasados, que es fruta muy regalada; mucho hilo delgado, de todo jenero, agujas, antojos, cajuelas y escritorios, y camas, mesas, y sillas, y bancos dorados, y jaspeados de muchas figuras y labores, búfanos mansos, gansos como cisnes, cauallos, algunas muías, y jumentos, hasta pájaros enjaulados, que algunos hablan, y otros cantan, y les hazen hazer mil juguetes; otras mil bujerías, y brincos de poca costa y precio, que entre los Españoles son de estima, sin mucha loga fina de todas suertes, canganes, y sines, y mantas negras, y azules, tacley, que es abalorio de todo jenero, y cornerinas ensartadas, y otras cuentas y piedras de todas colores, pimienta, y otras especias, y curiosidades, que referirlas todas seria nunca acabar, ni bastarla mucho papel para ello. <br />
Luego que el nauio llega, á la boca de la baía de Manila, sale a el la centinela, que está en la isla de Mirauelez, en vn nauio lijero, y auiendole reconocido, le echa dentro, dos o tres soldados de guardia, para que vaya a surgir sobre la barra, cerca de la ciudad, y no se desembarque nadie del nauio, ni entre de fuera en el, hasta estar visitado, y por la seña que la centinela haze, con fuego, desde la dicha isla, auiso que embia á la lijera á la ciudad, del nauio que es, y de a do viene, y que jente y mercaderías trae, primero que llegue á surjir, de ordinario lo sabe el gouernador y la ciudad. En llegando y surgiendo, van los oficiales reales a hazer la visita, y registro de las mercaderías que trae, y se haze en forma, y jun tamente la aualiacion, de lo que en Manila valen : por que paga luego, tres por ciento, de todo ello a su Magestad; hecho el registro y aualiacion, luego va sacando por otra mano las mercaderías, en champanes, y las lleuan al parían, o a otras casas y almazenes, que tienen íuera de la ciudad, y alli la venden con su libertad. En el nauio, no se permite a ningún Español ni Sangley, ni otra persona, que vaya a comprar ni resgatar, mercaderías y bastimen tos, ni otra cosa alguna, ni que en sus casas ni almazenes (quando las tienen en tierra) se les tomen ni compren con fuerga y violencia, sino que el trato sea libre, y los vSangleyes hagan de sus haziendas lo que quisieren. El precio de ordinario, de las sedas crudas y tejidas, y mante rias, que es lo mas grueso que traen, se haze de espacio, y por per sonas que lo entienden, asi por parte de los Españoles, como de los Sangleyes, y lo que se les da por ellas, es, plata y reales, que no quieren oro, ni otros algunos resgates, ni los lleuan á la China; y todo el empleo a de estar hecho en todo el mes de Mayo pocóliías' o menos, para que el Sangley se pueda boluer, y para que el Espa ñol lo tenga a punto, para cargarlo en los nauios, que por fin de lunio salen á la Nueua España, aunque también, los mas granjeros y sobrados de dineros, lo suelen hazer después, a precios mas moderados, y lo guardan para otro año : y algunos, Sangleyes, con la misma intención, se quedan en Manila, con parte de sus mercaderías, quando no an tenido buena salida dellas, para yrlas vendiendo mas de espacio. Es jente muy platica, é intelijente en la mercancía, y de mucha flema y reportación, para hazer mejor su negocio; y saben ñar, y hazer comodidad liberalmente, a quien saben les trata verdad, y no les ha de hazer falta en la paga, al tiempo que ponen; por otra parte, como jente sin ley ni conciencia, y tan codiciosa, hazen mil fraudes, y engaños en las mercaderías, que es menester estar muy atentos, y conocerlas, para no ser engañados los compradores; los quales, también se esquitan, en malas pagas, y trampas que las hazen, que en vno y otro, tienen de ordinario los juezes y audiencia bien en que ocuparse. <br />
De Xapon, vienen asimismo cada año del puerto de Nangasaque, con los Nortes de fin de Otubre, y por el mes de Aíargo, algunos nauios de mercaderes, Xapones y Portugueses, que entran y surjen en Manila, por la misma orden; la gruesa que traen, es hari-r na de trigo, mui buena para el abasto de Manila, ceginas estimadas; algunas sedas tejidas de matizes, curiosas, biouos al olio y dorados, finos y bien guarnecidos; todo genero de cuchillería, muchos cuerpos de armas, langas, catanas, ,y otras visarmas, curiosamente labradas, escritorillos, cajas, y cajuelas de maderas, con barnizes y labores curiosas, y otras bujerías de buena vista, peras frescas muy buenas, barriles y balsas de buen atún sal presado, jaulas de calandrias muy buenas, que llaman simbaros, y otras menudencias. En esto, se hazen también algunos empleos, sin que se cobren derechos reales destos nauios, y lo mas se gasta en la tierra, y dello sirue para cargazones á la Nueua España; el precio es, lo mas en reales, aun que no los cudician como los Chinas, por tener plata en Japon, y de ordinario, se trae por mercadería, cantidad della en planchas, que la dan a precios acomodados. <br />
Bueluen á Japon estos nauios, en tiempo de vendauales, por los meses de lunio y lulio, Ueuan de Manila sus empleos, hechos en seda cruda de la China, en oro y en cueros de venado, y en palo brasil para sus tintas; y llenan miel, cera labrada, vino de palmas, y de Castilla, gatos de algalia, tibores para guardar su Cha, vidros, paño, y otras curiosidades de España. De Maluco, y de Malaca, y la India, vienen á Manila con la mondón de los vendauales cada año, algunos nauios de Portugueses, con mercadei'ias, clauo de especia, canela, y pimienta, y esclauos negros, y cafres, paños de algodón de todos géneros, caniquies, bofetaes, cagas, y rambuties, y de otros géneros muy delgados y preciados ámbar, y marfil, ropa bordada de pita, en sobre camas, pauellones y colchas ricas de Véngala, Cochin y otras tierras, muchos dorados y curiosidades, joyas de diamantes, rubíes, gañros, topacios, balajes, y otras piedras finas, guarnecidas y sueltas; muchos brincos y curiosidades de la India; vino, pasa y almendra, y conseruas regaladas, y otras frutas venidas de Portugal, y hechas en Goa:, alfombras y tapetes de la Persia y Turquía, de sedas y lanas finas,! camas y escritorios, silletas de estrado y otras piegas doradas curio- \ sámente, hechas en Macao, labores de aguja de matizes y blancas, \ de cadenetas y punto real, y otras obras de mucha curiosidad y perficion; de todo esto, se haze empleo en Manila, y se paga en reales y en oro, y estos nauios bueluen por Enero, con las brisas que es su mondón cierta; y para Maluco lleuan bastimentos, de arroz, vino, loga, y otras bujerías, que alia son menester, y a Malaca, solo el oro ó dinero, fuera de algunas particulares bujerías y curiosidades de España, y esmeraldas, no se cobran derechos reales destos nauios. De Borneo, vienen asimismo con los vendauales algunos nauios menores, de los naturales de aquella isla, que bueluen con las primeras brisas, y entran en el rio de Manila, y dentro de sus nauios venden lo que traen, que son petates finos de palma, muy labrados, algunos esclauos para los naturales, sagú, que es cierta comida suya, del coragon de las palmas, tibores y tinajas grandes y pequeñas, vi driadas de negro, muy finas, y de mucho seruicio y prouecho, al canfor fino, que se cria en aquella isla, y aunque en la contracosta dalla, se hallan buenos diamantes, no vienen a Manila por esta via, porque los Portugueses de Malaca, los rescatan por aquella parte. Los empleos en estas cosas de Borneo, mas los hazen los natura les que los Españoles, y lo que bueluen, es, bastimentos de vino y arroz, mantas de algodón, y otras bujerías de las islas, de que en Borneo carecen. <br />
De Sian y Camboja, vienen raras vezes algunos nauios a Manila, que traen algún menjuy, pimienta, marfil, y mantas de algodón, rubíes y gafiros mal labrados, y engagados, algunos esclauos, cuernos de badas, pellejos, vñas, y muelas deste animal, y otras bujerías; y en retorno, lleuan las que ay en Manila; su venida y buelta es, en tre Brisas y Vendauales, por los meses de Abril, Mayo, y lunio. En estas mercaderías, y en los frutos de las islas, que son, oro, mantas de algodón, y mendriñaques, cera blanca y ' amarilla, en marquetas, hazen los Españoles sus empleos y granjerias, y cargazones para la Nueua España, como cada vno mejor se acomoda, cargándolas en los nauios que an de hazer viaje, aualiandolas y re gistrándolas, porque pagan en la caja real de Manila, antes y primero que naueguen, dos por ciento de derechos reales de la salida, sin el flete de nao, que son quarenta ducados de Castilla por tonelada, que se paga en el puerto de Acapulco de la Nueua España, en la caja real del dicho puerto, sin los derechos de diez por ciento de la entrada, y primera venta en Nueua España. Y porque, según los nauios que por cuenta de su Majestad, se despachan con dichas mercaderías, que no pueden nauegar otros, suele auer apretura en la carga para todos los empleos: el gouernadof la reparte a todos los cargadores, según sus caudales y méritos, examinados por personas intelligentes, que para ello diputa; de manera, que cada vno sabe por el repartimiento, lo que á de cargar, y aquello solamente se recibe en la nao, con toda cuenta y razon y personas confidentes que asisten á la carga, dexando lugar para ios bastimentos y pasajeros, que las naos an de lleuar; y cargadas y puestas á la vela, se entregan al general y oficiales que las lleuan a cargo, y salen en demanda de su viaje, por fin del mes de lunio, con los primeros Vendauales. Esta contratación y mercancía, es tan gruesa y aprouechada, y fácil de administrar (porque solo dura tres meses del año, desde que los nauios vienen con las mercaderías, hasta que los que van a Nueua España las lleuan,) que los Españoles no se an aplicado, ni tratan de otra cosa; con que, ni ay labores, ni granjerias del campo de consideración, ni labran ni benefician minas, ni lauaderos de oro, (que ay muchos) ni se dan a otras muchas cosas que pudieran, con mucho.aprouechamíento (si el trato de China les faltara) que para esto á sido de mucho daño y perjuyzio; y para las ocupaciones y labrangas, que los naturales solían tener; que ya las van dexando y oluidando, fuera del mucho daño y perjuyzio, que es salir por esta puerta a poder de infieles, cada año mucha plata, que jamas'á de boluer por ninguna vía a poder de Españoles. Los ministros de su Majestad, para el gouierno y justicia y oficia les reales, para la admistracion de la hazienda de su Majestad; son, el gouernador y capitán general de todas las islas; que junta mente, es presidente de la audiencia real de Manila; tiene de sala rio por todos sus oficios, ocho mil pesos de minas al año, y su guardia de doze alabarderos, con vn capitán de la guardia, con sueldo de trezientos pesos al año; proueé y despacha priuatíuamen te, todo Ip que pertenece a la guerra y gouierno, con consulta de los oydores de la audiencia, en los casos arduos, y conoce en pri mera instancia, de las causas criminales de los soldados de paga, y las apelaciones de lo que procede, van á la audiencia. Proueé muchos alcaldes mayores, correjidores, tenientes y otras justicias, en todas las islas y prouincias dellas, para el exercicío del gouierno y justicia, y cosas de la guerra, ante vn escriuano mayor de la gouernacion, proueydo por su Majestad, que asiste con el gouernador. . Juntamente, asiste á la audiencia real, como presidente della, en todo lo que le toca, en la qual, ay quatro oydores, y vn fiscal, con cada dos mil pesos de minas de salario al año, vn relator y vn es criuano de cámara, alguazil mayor, con sus tenientes y alcaide de la cárcel de corte, chanciller, y registro, dos porteros, un capellán y sacristán, verdugo, procuradores, y recetores; conoce de todas las causas, ciuiles y criminales, que a ella ocurren de todas las prouincias de su distrito; que son, las islas Filipinas, y la tierra firme, de la China descubierta y por descubrir, con el mismo poder, que las chancillerias de Valladolid y Granada en España; y juntamente, se prouee en el audiencia lo que conviene, para la buena administración, cuenta y razón de la hazienda Real. "La caja de la real hazienda de su Majestad, en las islas Filipinas y su tribunal, es, de tres oficiales reales, que su Majestad prouee, fator, contador, y tesorero, con cada quinientos y diez mil marauedis de salario por año, con su escriuano de minas, y rejistros de la real hazienda, ejecutores y oficiales, que residen en Manila, desde donde administran y despachan, todo lo que pertenece á la hazienda real, de todas las islas. Tiene su Majestad en su real corona, en las islas Filipinas, cantidad de encomiendas, en todas las prouincias de las Filipinas, que se cobran en su rea ! caja, por mano de sus oficiales reales, y cobra dores, que a ello despachan; que vn año con otro, montan treinta mil pesos, quitas costas y gastos. Cobran de los tributos de los Sangleyes,* Cristianos é infieles, ocho mil pesos, vn año con otro. También, cobran los quintos de todo el oro que se saca en las islas; y por merced particular, hecha por tiempo limitado, en lugar del quinto se cobra el diezmo; sobre que ay declaración, de que de las joyas y oro, que los naturales tenian de sus antepasados, antes que su Majestad poseyese la tierra, no se paguen quintos, ni otros derechos, para cuya claridad, y aueríguacion, y de lo que vna vez se á dezmado, y las dilijencias que en esto se an de hazer, esta dada orden bastante. Cobranse vn año con otro diez mil pesos destos quintos, porque se ocultan muchos. Beneficianse en la caja real, y entran en ella el situado, de dos reales de cada tributario, para la paga de la soldadesca, y estipendio de los prebendados, que traen cobrado los encomenderos, conforme y por la cuenta que cobran sus tributos, que vale y monta vn año con otro, treinta y quatro mil pesos. Las penas de Cámara, y gastos de justicia, entran en poder del tesorero de la real hazienda, y en su caja real, que vn año con otro valen, tres mil pesos. Los derechos del tres por ciento, de las mercaderías que traen de la China, los nauios Sangleyes, valen vn año con otro, quarenta raíl pesos. <br />
Los derechos de dos por ciento, que pagan los Españoles, de la saca de las mercaderías, que nauegan á Nueua España, valen vn año con otro, veinte mil pesos; y de las mercaderías, y dinei-o que se traen de la Nueua España á las Filipinas, otros ocho mil pesos; de suerte, que destos géneros, y de otras menudencias, de menos consideración, que pertenecen á la real hazienda, tiene su Majestad en las Filipinas cada año, ciento y cinquenta mil pesos, poco mas o menos. 5* Fuera de los quales, todos los años, por no bastar esto, para los gastos que se hazen, se embia de la caja real de la Nueua España, á la de las Filipinas, vn socorro, en dineros, mas o menos, como la necesidad lo pide, por que, su Majestad lo tiene asi proueydo, de lo procedido de los derechos de diez por ciento, que se cobran de las mercaderias de China, en el puerto de Acapulco de la Nueua España; el qual socorro entra en poder de los oficiales reales de Manila, y se hazen del cargo, con la demás hazienda que administran y cobran. De todo este cuerpo de hazienda de su Majestad, se pagan los salarios del gouernador y audiencia real, estipendio de prelados, y prebendados eclesiásticos, y salarios de las justicias, y de oficiales reales y sus ministros; sueldos de todos los oficiales de la guerra, y soldados de paga; lo que á su Majestad pertenece, de estipendios de dotrina y fabricas, y ornamentos de yglesias, mercedes y ayudas de costa que tiene hechas á algunos monasterios, y personas particulares, fabricas de nauíos, de alto borde, para la nauegacíon á la Nueua España, y de galeras, y otros nauios para defensa de las islas, gastos de poluora, y municiones, y fundición de artillería, y su maestranga, y el gasto que se ofrece hazer, para jornadas, y empresas particulares, en las islas y defensa dellas, y en nauegacíones, y negocios, con los reynos de su óontorno, que son muy ordinarios y forgosos; de suerte, que siendo el caudal, que su Majestad tiene en estas islas tan limitado, y los gastos tan grandes, la caja real anda alcanzada, y se pasa estrecheza, y necesidad. 5f <br />
Tampoco, lo procedido de los derechos de diez por ciento, y fletes de los nauios, que se cobran en Acapulco de la Nueua España, de las mercaderias que á ella nauegan de las Filipinas, aunque son contiosos, no son todas vezes bastantes, para el gasto que se haze en la Nueua España, con los nauios, jente de guerra, municiones, y otras cosas, que cada año se embian á las Filipinas, que suelen montar mucho mas, y lo suple la caja real de México; de manera, que hasta agora, el Rey nuestro señor, no tiene aproueues penas: en que se ocupa (por comisión particular vn oidor de la audiencia) cada año, sin otras ministros; y de ordinario, deja (á pe dimiento del cabildo de la ciudad) los Sangleyes que para el serui cio á menester de todos oficios y ocupaciones, y los demás, los em barcan y hazen boluer, en los nauios que bueluen a China, con mu cha fuerga é premio, que se les haze para ello. Estos mercaderes, y oficiales que quedan en Manila, antes del alzamiento del año de seiscientos y tres, tenian poblado el Parían y sus tiendas, que es vna alcaygeria grande cerrada, de muchas calles, á tiro de ballesta de la muralla de la ciudad, junto al rio, donde d¡ zen san Grauiel, en que ay de por si su alcayde, con su tribunal y cárcel, y ministros que les hazen justicia, y velan sobre ellos de dia y de noche, para que estén con seguridad, y no hagan desconciertos. Los que no caben en este Parlan, viuen enfrente, pasado el rio, á la vanda de Tondo, en dos poblazones llamadas Baybay, y Minon doc, a cargo del alcalde mayor de Tondo, y en administración de los relijiosos de santo Domingo, que tratan de su conuersion, y sa ben para ello la lengua China. Tienen dos monasterios, con los ministros necesarios, y vn buen ospital, para curar Sangleyes; tienen en vn barrio aparte de los in fieles, una poblazon, de Sangleyes baptizados, con sus mujeres casas y familias, en cantidad de quinientos vezinos, y cada dia se van baptizando otros, y avezindando en esta poblazon; pocos prueuan bien, por ser jente ruin, inquieta y de muchos vicios y malas costumbres, y que el auerse hecho Cristianos, no á sido deseo ni motiuo de su saluacion, sino comodidades temporales que alli tienen; y algunos, no poder boluer a China, por deudas y delitos que allá hizieron. Vnos y otros. Cristianos é infieles, andan sin armas y en su abito propio; que son; vnas, ropas largas, con mangas anchas, de cangan azul o blanco por luto; y los principales, de sedas negras y de colores. Galgones anchos de lo mismo, medias caigas de fieltro mui anchas gapatos á su vsanga, de seda azul, bordados de cordongillo, con muchas suelas bien cosidas, y de otras telas, el cabello largo, muy negro y curado, y rebuelto á la cabega, con una lazada alta, vn capillejo o escofia encima, de cerdas de cauallo, muy justa, hasta la mitad de la frente, y bonete alto, redondo, de las mismas cerdas sobre todo, de diferentes hecuras, en que se diferencian los oficios, y calidad de cada vno. Los Cristianos, solo difieren, en que traen el cabello cortado (123), y sombreros como Españoles. * <br />
Son jente blanca, altos de cuerpo, poca barba, muy fornidos de miembros, y de muchas fuergas, grandes trabajadores, é injeniosos en todas artes y oñcios, flemáticos, jente de poco animo, traydores y crueles, quando vén la suya, y muy codiciosos; grandes comedores de todas carnes, pescados, y frutas, y poco beuedores, y aqueso caliente. >* ' Tienen vn gouernador de su nación. Cristiano, con sus oficiales y ihinistros, que los oye en justicia, en sus casas y negocios, cuyas apelaciones, van al alcalde mayor de Tondo o del Parían, y de to dos á la audiencia, que también tiene particular cuydado desta na ción, y de todo los que les toca. Fuera destas poblazones, del Parlan, y de Baybay, y Minondoc, no puede ningún Sangley viuir, ni tener casa, ni en las suyas, ni aun en contorno dellas, se consienten poblazones de naturales, ni entre las islas, ni dos leguas de la ciudad, puede salir Sangley, sin expresa licencia; y mucho menos, quedarse noche dentro de la ciu dad, quando las puertas se cierran, so pena de la vida. Suele auer en Manila, Japones Cristianos é infieles, que quedan de los nauios que vienen de Japon, aunque no tanta gente como Chinas. Estos, tienen poblazon y sitio particular, fuera de la ciudad, entre el Parlan de los Sangleyes, y el barrio de Laguio, junto al monasterio de la Candelaria, donde los administran religiosos des calgos de san Francisco, con lenguas que para ello tienen; es gente briosa, y de buena disposición y valientes, con su habito particular; que son, quimones de sedas de colores y de algodón, hasta media pierna, abiertos por delante, calgones anchos y cortos, botillas jus tas de gamuga; el calgado, como cendalias, la suela de paja bien tejida, la cabega descubierta, rapada la mollera, hasta la coronilla, y el cabello detras largo, atado al celebro con vna lazada de buena gracia, con sus catanas grandes y chicas en la ginta, poca barba, jent e de noble condición y proceder, de muchas geremonias y cortesías, con mucho punto de onra y estimación, determinados para qualquiera necesidad y trabajo. ' Los que son Cristianos, prueuan muy bien, y son muy deuotos, obseruantes de la relijion, porque no les mueue á recebirla, sino el deseo de saluarse, de que ay muchos Cristianos en Japon, y asi se bueluen con facilidad, y sin resistencia á su tierra, quando mas ay desta nación en Manila (que a otra parte de las islas no acuden) serán quinientos Japones, y por ser de la calidad que son, se bueluen á, Japon sin detenerse en las islas, y asi quedan de ordinario, muy pdcos en ellas; hazeseles en todo buen tratamiento, por ser jente que lo requiere, y conuiene asi, para el buen estado de las cosas de las islas con el Japon. De las otras naciones, Sianes, Cambojas Borneyes Patanes, y de otras islas fuera del gouierno, viene poca jente, y luego se bueluen •en sus nauios; de suerte, que no ay que dezir cosa particular dellas, mas de que se pone cuydado en recebirlos, y despacharlos bien, y •que se bueluan á sus tierras con breuedad. Auiendo dicho, con la breuedad que á auido lugar, lo que son las islas Filipinas, y lo que en ellas corre y se pratica, no es á despro posito tratar de la nauegacion, pues se haze a ellas, desde la Nueua España, y de su buelta, que no es corta, ni sin muchos riesgos y •dificultades, y de la que se haze por la via Oriental. Quando las islas se conquistaron, el año de mil y quinientos y •setenta y quatro, salió el armada de los Españoles, en que fue por general, el adelantado Miguel López de Legaspi, del puerto de la Nauidad, en la mar del Sur, en la costa de la Nueua España, pro uincia y distrito de Xalisco y Galicia, donde reside la audiencia real de Guadaiajara; y algunos viajes después, se continuaron desde •el mismo puerto, hasta que por mejoría y mas comodidad, se pasó •este despacho, al puerto de Acapulco, mas á la parte del Sur, en la misma costa, en diez y seis grados y medio de altura, ochenta le guas de México, y en su distrito, que es buen puerto, guardado de todos tiempos, con buena entrada y surjideros, buena comarca, mas bastegida y de mas poblazones, que el de la Nauidad; donde se á hecho asiento, con mucha poblazon de Españoles, alcalde mayor y oficiales reales, con caja de su Majestad, que entiende en el des pacho. 5* La partencia de los nauios, que an de salir para las Filipinas, como cada año se despachan por cuenta de su Majestad, á de ser necesariamente, en tiempo cierto de brisas, que comiengan, desde •el mes de Nouiembre, hasta fin de Margo, y no se haría én otro tiempo esta nauegacion, porque desde lunio ay vendauales, que son •contrarios á elU. Lo ordinario, es, salir y despacharse estas naos, á fin de Febrero, y lo mas tarde, á veinte de Margo, van al Oeste, en demanda de las islas de las Velas, y por otro nombre de los Ladrones, que la isla •de Guan, (que es vna dellas) está en treze grados de altura, y por que salidos de Acapulco algunas vezes, suelen hallar los nauios cal mas, desminuyen desde diez y seis grados y medio, que esta el puer to, hasta hallar brisas, que lo ordinario es, en diez o onze grados; por aqui se nauega siempre á popa, y sin mudar velas, con brisas baja hasta auer desembocado por Capul. Salidos á la mar ancha, go zan del vendaual, hazido su viaje al Leste, todo lo mas que alcanga por altura de catorze o quinze grados. Salta luego la brisa, que es viento que reina mas jeneralmente, •en la mar del Sur, especialmente, en poca altura, y como viene á ser por la proa, se muda derrota, poniendo la proa desde el Norte, hasta el Leste, lo mas que el viento da lugar; con lo qual, se multi plica altura, y se entretiene la nao, hasta que buelue el vendaual ]ue con el, en la altura que la nao se halla, buelue á hazer su viaje •al Leste, y lo prosigue todo lo que este viento le dura; y quando -escasea, lleua la mejor proa, que el viento da lugar, por los vientos •que ay, desde el nort, hasta el Leste, y si el viento es tan contrario, •que es Norte o Norueste, que no se puede yr por aquella via, haze se la otra buelta, con que se va haziendo y entreteniendo el viaje, -sin descaecer. A quatrocientas leguas de las islas, se ven bolcanes, y restingas de las islas de los Ladrones, que corren al Nort, hasta veinte y quatro grados, que entre ellas, suele auer grandes tormen tas y huracanes, y a treinta y quatro grados, queda el cabo de Ses tos, cabega del Japon, á la parte del Nort, seis cicntan leguas de las Filipinas. Pasase por entre otras islas, que pocas vezes se vén, á treinta y ocho grados, con los mismos riesgos y temporales, á tem •ple frió, en paraje de islas, rica de oro, rica de plata, que pocas ve zes se reconocen; y pasados dellas, es el mar y golfo grande, don de la nao puede correr largo con qualquier tiempo; atrauiesase por •el, con los tiempos que se hallan, hasta altura de quarenta y dos grados, muchas leguas, en demanda de la costa de la Nueua España, buscando los vientos jenerales, que por tanta altura corren que son de ordinario, Noruestes; y acabo de larga nauegacion, se dá en la costa de Nueua España, que desde el cabo Mendogino, que está en quarenta y dos grados y medio, corre nouecientas leguas, hasta «1 puerto de Acapulco, que está en diez y seis grados y medio. Quando los nauios están cerca de la costa, que de ordinario la reconocen, desde quarenta grados, hasta treinta y seis, es el frió muy grande, y padece la jente y muere; y trezientas leguas antes de llegar a tierra, se vén señas della, por vnas aguas malas, del tamaño de Vna mano, redondas y moradas, con vna cresta en medio, •como veleta latina, á que llaman carauelas. Esta señal, dura hasta •estar cien leguas de la tierra, que luego se descubren vnos pejes, el medio cuerpo de hechura de perros, que van retogando vnos con otros, por junto á la nao; tras estos perrillos, se ven las porras, que son vnos tallos de yerua, huecos muy largos, amarillos, con vna bola al cabo, que vienen sobre aguados, y a treinta leguas de la costa, muchas matas de yerua muy grandes, que los rios grandes (queay en ella) echan a la mar, que llaman balsas, y muchos per^-ülos a. bueltas de unas y otras señales. Luego, se descubre la costa, que estierra muy alta y limpia, y sin perderla de vista, se corre por ella con los vientos Noruestes, y Ñor Noruestes, y Nortes, que de ordinario, en esta costa se hallan, de dia á la tierra, y de noche la buelta de la mar, disminuyendo altura; y entrando en temple caliente, veése la isla de Cenizas, y después la de Cedros; y de alli se vá a reconocer el cabo de san Lucas, que es la boca de la California; desde la qual, se atrauiesa ochenta leguas, que tiene, hasta reconocer las islas de las Marías, y el cabo de corrientes, que está á la otra vanda de la California, en val de vanderas, y prouincias de Chametla; de alli, se pasa la costa de Colima, y de Sacatul los Motinesy Ciguatanejo; y se entra eu el puerto de Acapulco, sin auer hecho escala, n ¡ tomado tierra, desde el embocadero de Capul de las Fili pinas, en todo el viaje, que de ordinario dura cinco meses, poco mas o menos, y muchas vezes seis, y mas tiempo. Por la vía de la India, se puede nauegar desde las Filipinas á Es paña, haziendo viaje á Malaca, y de alli á Cochin y á Goa, que son mil y duzicntas leguas, y á de ser con Brisas. Desde Goa, se nauega por el viaje de la India, al cabo de Buena esperanga, y á las islas Terceras, y dellas a Portugal, y puerto de Lisboa, que es nauegacion tan larga y trabajosa, como se espcrimenta por los Portugueses que lafrequentan cada año. Desde la India, suelen pasar cartas y despa chos ít España, por el mar Bermejo, por manos de ludios, que los pasan por la Arabia á Alcxandria, y de alli por mar a Venecia, y de alli van á España. De la fortaleza de Malaca, suele salir y despacharse algunos años,, vn galeón que vá á Portugal, de mar en fuera, sin tocar en la India ni en sus costas, que llega con mucha mas breuedad á Lisboa, que los nauios de Goa. Su partencia ordinaria, es á cinco de Enero, y nopasa deste tiempo, ni la suelen anticipar, aunque estos viajes, vnos y otros, no son praticados de los Castellanos, y les son prohibi dos; sisólo, el que se haze por la NueuaEspaña, de ida y venida, como se á referido, sin que por la mar del Sur se aya descubierto (aun que se ha procurado) otro mejor, ni mas breue.<br />
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LAVS DEO.</div>
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Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-53893573540709572922011-07-01T16:06:00.000+08:002011-08-29T17:16:11.969+08:00Sucesos de las Islas Filipinas - Apendice<br />
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<br />
ESCRITOS INÉDITOS DEL DOCTOR MORGA <br />
<br />
NÚM. I. <br />
<br />
Relación de las nuevas que trae de las yslas Philiphinas el galeón sant Phelipe <br />
de el rey nuestro señor que ha venido de ellas for nobiembre de este año de <br />
noventa y cuatro a esta Nueua España. [México, 18 üe Noviembre de 1594.]— <br />
Corre unida con la carta del DOCTOR á S. M. fechada en México <br />
á 15 del mes y año citados.—Archivo de Indias; est. 58, caj. 6, Jeg. 28 (nüm. i).<br />
<br />
A ocho de nobiembre de este año de nouenta y quatro vino al puerto de Acapulco el galeón Sant Phelipe de las yslas Filipinas; hizose al a vela por Junio de este año desde la ysla de Zubu, donde el año pasado arribo con tormentas viniendo este viaje, y lo mismo hizo la nao Sant Francisco, que venia en su conserua á Cabite, la qual, juntamente con el galeón Santiago, quedauan en Cabite despachadas para venir tan bien este año y se esperan aqui con breue dad, y esta fue la causa de no aucr venido á esta Nueua España nauios el año pasado. <br />
Las yslas no han tenido ocasión de guerra con el Japón, antes á la enbajada que el gouernador ynbio á su emperador con fray Juan Cobo respondió bien y enbio enbajador á Manila ofreciendo de nueuo paz y amistad. <br />
El gouernador Gómez Pérez de las Marinas se resoluio, contra el parecer de los capitanes y soldados de Manila, haziendoles venir en el suyo con muchos medios, de hazer por su persona el año pasado de nouenta y tres la jornada y conquista de Terrenate, y para esto junto la gente y armada que aula con lo demás nccessario en Zubu, y teniéndolo todo á punto en el mes de otubre y yendo [en] la misma jornada Don Luis de las Marinas, su hijo, que le aguardaua con la gente y armada en Zubu. Salió el gouernador de Manila en la galera real que le auia quedado para esto, esquifada de sangleyes y con cosa de setenta soldados en ella, á juntarse con la armada; yuan en su compañía dos nauios pequeños con algunas capitanes y soldados, y asi se hizieron á la vela á veinte y cinco de otubre de nouenta y tres. <br />
En Manila quedo en el gouierno el licenciado Pedro de Rojas, asessor theniente, y la ciudad muy sola y falta de municiones y gente, porque contados muchachos y viejos con todos no eran dozientos y cinquenta hombres, y todos muy desconsolados y temerosos de el daño que podrían recebir. Aquel dia veinte y cinco de otubre, quel gouernador salió de Manila, se le puso el viento por proa, y por no poder hazer fuerja al remo, le fue forgoso surgir con la galera en el paraje que se hallo junto á tierra, veynte leguas de Manila, donde dizen la punta ó el cabo de el Agufre, y despidió los dos nauios que con el yuan para que fuesen adelante; que por ser tan pequeños, abrigados con tierra podian hazer viaje y irse arrimados á ella, y asi se fueron y la galera quedo alli. <br />
Aquella misma tarde salió de la galera en tierra el gouernador, y buelto con la noche á enbarcarse, se entretubieron hasta mas de la media el y los soldados jugando; y á este tiempo se fue el gouernador á dormir á su cámara, y la gente cada uno á su puesto y vallestera. <br />
Esta misma noche dijo el comitre de la galera al gouernador que le parecía seria bien poner en hierros á los sangleyes remeros, que serian hasta trezientos, porque se temia no hiziesen algún mal recaudo, que lo auia entendido tenían determinación de ello, por algunas razones que para ello le dijo: el gouernador no le dio crédito ni hizo caso de ello, antes dijo que mas fiaua de los sangleyes que de los españoles que lleuaua, y en algunas de las relaciones que han venido se certifica que tras dezir el gouernador estas palabras, mando meter debajo de cubierta las armas de los soldados, y dejo los sangleyes con las suyas. <br />
Dormida la gente de la galera, luego la madrugada, que se contaron veynte y seis de el mismo mes, teniendo puestas sus centinelas, que hazian guardia á popa y árbol mayor y á la proa, á un silvo que dio uno de los sangleyes remero, se leuantaron todos los otros en un mismo tiempo con sus armas en las manos y mataron las centinelas y los soldados que estauan en las vallesteras durmiendo, dándoles muy grandes cuchilladas con sus catanas, de los quales ocho ó nueue asi heridos se arrojaron al agua y dos ó tres se ahogaron, y los demás salieron á tierra. Todos los otros alli acabaron. A este ruido despertó el gouernador y acudió á subir arriba preguntando que hera aquello, y sacando la cabega por el escotillón, le estauan alli aguardando y le dieron con una catana una cuchillada que le partieron la cabega, y cayo muerto la escalera abajo, y todauia desde arriba, con langas, lo herian para acaballo de matar; y asi acabo alli Gómez Pérez con los demás por secretos juizios de Dios, por dormir y descuidarse quien nunca parecía que lo hazia y fue tan vigilante soldado. <br />
Los sangleyes se hizieron luego á la vela con la galera, y parece que en otra cámara yrian durmiendo Juan de Cuellar, secretario de el gouernador, y un frayle descaigo de Sant Francisco, y estos se hizieron fuertes en ella, por lo qual los sangleyes no los mataron, y llegados la costa adelante hazia Ylocos, yendo desproueida la galera de leña y agua y otras cosas, los sangleyes surgieron con ella y salieron en tierra con los vestidos puestos de los españoles que avian muerto, por disimularse, y todavía sospechando mal de ellos los morillos de la tierra, les hizieron una enboscada en que mataron algunos de ellos, con lo qual les fue forçosso boluerse á la galera. <br />
Los sangleyes trataron con el frayle y secretario que hiziesen á los yndios que les proueyesen de lo que pidiesen, que les faltaua, y que los soltarían en tierra libres, pero que si no lo hazian los matarían, y asi les fue forçosso llamar los yndios y hazerles saber en la lengua, que el frayle sabia bien, lo que pasaua, y que les diesen las dichas cosas; y con esto los sangleyes echaron en tierra al frayle y secretario, y ellos se hizieron á la vela con la galera la buelta de su tierra, aunque se certifica no se atreverán á yr á ella con la galera. La galera hera un hermosso bajel y yua muy arreado de muchas fámulas, estandartes y tendales muy ricos y con muchas preseas ricas, y escriuese que se lleuaron con ella mucho oro y mas de cient mili pesos que lleuaua dentro. Los muertos fueron cinquenta y quatro personas con el gouernador, soldados platicos, aunque ninguno de ellos capitán ni persona de mas quenta que soldado, porque toda la gente estaua con don Luis en Zubu, esperándole. Solo se escriue que murió alli el capitán Castaño, que auia ydo de esta Nueua España aquel año ynbiado por el birrey desterrado por la entrada en el Nueuo México, en que se auia señalado sin horden que para ello tubiese, y el alcayde de Zubu, fulano de Sotomayor que dizen hera hijo del alcalde Juan Paez de Sotomayor, que auia sido alcalde de corte en España. <br />
La nueua de esta desgracia llego á Manila el dia de S. Simón y Judas, y luego cabildo de ciudad y gente de guerra, y por consejo de ella, nonbraron por gouernador, entre tanto que su magestad mandase otra cosa, al dicho licenciado Rojas, y trataron de hazer diligencias quales conuenian, y enbiaron por la gente y nauios de el armada á Zubu, que fue bien á proposito por la necessidad en que la ciudad se hallaua; y luego entraron diez nauios de sangleyes en principio de noviembre en Manila con poca ropa y mucha gente, y por ser tiempo desusado en que ellos suelen venir, se tuvo sospecha que venian con mal ñn, y con la venida de la gente se aseguro todo. <br />
Llegado don Luis de las Marinas á Manila gouernando el licenciado Rojas, mostró el testamento de su padre que tenia hecho y una cédula dentro de él de su magestad para que, caso que él faltase pudiese él nonbrar quien gouernase, y el nombramiento que en virtud de ella auia hecho en su hijo: con esto le recibieron por gouernador y quedaua gouernando el dicho don Luis de las Marinas las yslas, aunque se le ofreció á la ciudad muchos inconvenientes para recibirle, por ser tan mogo, que sera de hasta veynte ó veynte y dos años, y escriuen á este proposito á muchas manos otras particularidades, y trabajos y quejas con que las yslas quedaron, y al presente están en pie, con los muchos gastos que se auian preparado para la <br />
jornada de Terrenate y otros respetos á que acudió el gouernador y agora su hijo. <br />
Enbian agora á pedir gente á esta Nueua España por auer poca en las yslas, y dize este galeón que quando desemboco por las yslas supo de los naturales que por principio de aquel mismo mes de junio, en que ellos sallan, auian entrado á las yslas dos naos de Castilla, y á la quenta heran las que este año despacho de aquí el birrey de esta Nueua España con-socorro que llegarían á Cabite á quinze de junio á lo mas largo, y llegarían con el dicho socorro en muy buena coyuntura y serian bien recebidos. <br />
En este galeón no viene pasajero de quenta de las yslas sino es el deán de la catedral de Manila; quando Dios trayga en saluamento las otras dos naos que se aguardan, se sabrá lo que mas se ubíere ofrecido y se auísara de ello; que hasta oy, que son 18 de nouiembre, no han entrado ni ay nueua de ellas en la costa. <br />
Don Alonso de Arellano, que fue despachado de esta Nueua España con el auiso á las naos que auian de venir de las yslas á la California y cabo de Sant Lucas, para que alli se enmarasen por el yngles que se dijo este verano auer entrado en la mar de el Sur, no vio este galeón, aunque vino por la costa; desease que tampoco enquentre las otras dos naos, porque no dilaten su llegada, pues ay nueua de aver tomado al yngles la armada de el piru en aquella costa.—[D. ANTONIO DE MORGA.]— | México, 18 Noviembre, 1594.] <br />
<br />
NÚM. 2. <br />
<br />
Caria d S. M.: Trata de los buenos frutos que produce la predicación de los <br />
franciscanos en el Japón; de la jornada que Esteban Rodríguez de Figueroa <br />
hizo á Mindanao, donde murió; del gran número de chinos que han ido á Manila; <br />
de los que hizo embarcar, etc.—Manila, 6 de Julio de 1596.—Archivo de Indias: <br />
documento núm. 86 del índice 5.°: est. 67, caj. 6, leg. 18. <br />
<br />
SEÑOR.—-Al ñn del año pasado de noventa y cinco escrivi a vuestra magestad por la via de Maluco largo dando cuenta de algunas cossas de por acá cuyo duplicado es con esta que me refiero. <br />
Cada dia se va mas asegurando la paz de esta tierra porque el Japon esta quieto con la asistencia de los Religiosos de san Francisco que alla tenemos; an edificado Iglesias y Hospitales, y por marzo nos volvieron a escrivir como predican publicamente y tienen mucho numero de Cristianos; están temerosos de que los Padres de la Compañía de Jesús no hagan instancia para que salgan de alli, que sería turbarlo todo, porque el Rey los ama por su pobreza y charidad, y volverianos a la inquietud que de primero. <br />
El capitán Esteban Rodríguez de Figueroa salió á la jornada de la pacificación de Mindanao con quasi cinquenta velas mayores y menores, docientos y catorce Españoles, mili y quinientos yndios armados, artillería, municiones y vastimentos en cantidad, á prime ros de Abril próximo pasado: en siete dias se puso á la vela del rio de Mindanao, y haviendose retirado el Rey y su gente veinte y cin co leguas el rio dentro á un puerto nombrado Buhayen, donde se fortifico, le siguió con la armada el governador Esteban Rodríguez y hechado la mayor parte de la gente en tierra en una refriega que tuvieron á que salió el governador á ponerlos en concierto con poca gente, salió a el un yndio armado y por lado le dio con un campilan en la caveza una cuchillada tan grande que perdió el sentido y mu rio de treinta oras sin haver declarado sucesor en el govierno. El campo se fortificó con la armada en un sitio conveniente y pobla ron ciudad, poniéndole por nombre Murcia y el cavildo della eligió por governador al capitán Juaa de la Xara, capitán de infantería deste campo que avia ido con Esteban Rodríguez, y de la gente que de aquí se lo dio y el lo havia hecho su maestre de campo; esta en la dicha ciudad fortificándola y pretende conservarse en el go vierno sin estar subordinado acá ni á otro nadie, por ser hombre alentado; pide socorro y abrassele de ynviar á su tiempo, y entre tanto se trata con algunos medios de ablandarle para que se ponga en la razón y no se alce á mayores por los muchos inconvenientes que se podian de ello ofrescer del servicio de vuestra magostad y quietud y bien de este Reyno, y asi en duda para lo que sucediere sera aproposito mas que de primero biviendo Esteban Rodríguez, que vuestra magestad se sirva de mandar agora sobre esto con pre cisión lo que se ha de hacer. La dicha ysla de Mindanao es muy ¡grande y hay en ella mucha gente que ya se va dando á la ovedien cia de vuestra magestad, demás de la que estava en paz; es la pri mera que dio reconocimiento á vuestra magestad y la mas impor tante para la seguridad de ellas y conquista del Maluco y otros rei nos. Por los papeles que el governador ynvia sobre el asunto que yo hice con el dicho Capitán Hstevan Rodríguez, hallara vuestra ma gestad questa obligado á dar concluida la pacificación y población y mantenerla un año todo á su costa. Vuestra magestad le dio el govierno y cierto repartimiento por dos vidas; dexa muy gruesa hacienda de que cumplirlo, y vuestra magestad no está agora sobra do della. Para tomarla á su cargo, quedáronle aqui dos hijas erede ras, la mayor de quatro años, con las quales y a sus tutores se yra haciendo diligencia para que continúen la empresa y se les ayudará lo que se pudiere y entre tanto que son de edad para gozar el go vierno y mercedes, sera bien que se administrase de aqui, sobre que vuestra magestad proveerá lo que fuere servido. <br />
También se resolvió en la governacion á hacer la jornada de Camboja y embio un navio y dos juncos con gente, artillería y municiones á orden del Capitán Juan Xuarez Gallinato á principio deste año, de quienes hasta agora no hemos tenido nueva alguna; el governador ynvia los papeles que sobre ello se hicieron, y aunque por ellos suena haver ydo por la gente, salieron verdaderamente desta Ciudad docientos hombres y uno mañana para que á la partida no pareciesen los que yvan, los quales se adelantaron dias antes y aguardaron los navios afuera. <br />
Asi mismo volvió á ynviar á China y volvieron á rivar los que yvan, que parece cierra Dios la puerta por agora á este viaje, y asi ha quedado. <br />
Este an venido tantos chinas so color de sus contrataciones, que nos han tenido con mucho cuidado y sospecha de levantamiento, porque con las dichas jornadas emos quedado tan faltos de gente que á havido bien que temer y velar. Yo tome la mano de hechar los de aqui y hasta agora he embarcado mas de doce mili y deven de quedar otros tantos, y se va continuando la diligencia, y es gente que se ha de vivir con ellas con mucho cuidado y recato, y ihas ta aqui a habido muy poco. Ase cerrado la ciudad á la vanda del fuerte y cassa Real por la plaza; con que para una necesidad puede aver retirada para la poca gente que somos, niños y mugeres, aun que todo es remiendo por havcrse herrado desde principio la forti ficación. <br />
La hacienda de vuestra magestad á corrido a tanto daño y per dición por no buena administracion de los officiales, que aun que se tomaron muchos medios suaves para reparar y entretener no fueron de efeto, por lo cual viéndose tan apretado el governador, se ha puesto fi tomarles quenta y los tiene abstenidos del exercicio de los officios hasta ver el estado de ellas y que se conformen entre si tie ne grandes enemistades y encuentros que entre si tienen, que los. tenia imposivilitados para el despacho, y envianse los papeles á vuestra magestad para que se vea lo hecho y el estado en que acá están las cossas; que quando de asiento se hubiere de tratar de ellas, se entenderán de raiz otras de mucho momento en la materia: Vuestra magestad proveerá en todo lo que convenga á su servicio, y certifico á vuestra magestad que si se hallara otro medio para no venir con los dichos officiales á lo que se ha hecho hasta estar vuestra magestad avisado que no se ubiera venido al que se ha tomado últimamente con ellos, y que a sido forçosa necesidad, y no poder mas ni hallarse otro que sirviese. <br />
Vuestra magestad tiene ya en este Reyno muy suficiente hacienda para todos los gastos de el si se administrase con fidelidad y cuidado y se cercenasen muchos gastos superfluos que de ella se hacen; no hay mas de cient soldados de paga en el campo, y tiran sueldo seis capitanes de infantería y sus officiales de esta; los fuertes, sin guarnición, y alcaides con sueldos que los ganan viciosamente; a mas de un año que vuestra magestad no tiene galera ninguna, y hay un general que tira de vacio ocho cientos pesos al año d& sueldo, y muchos officiales que lo ganan de la misma manera; mu-» chas plagas de soldados, marineros, artilleros y otros officios que tiran sueldo de la hacienda de vuestra magestad y ellos no sirven ni en su vida sirvieron sino de criados y escuderos de los officiales y otros personajes que les pagan con la hacienda de x^uestra magestad, y por esta orden se gasta y hecha á mal mucho de la hacienda de vuestra magestad; que seria necesario resformarlo y tomar mu chas cuentas regagadas de deudores de vuestra magestad y cobradores de su hacienda, que esta perdida, y cada dia se á de consumir si vuestra magestad no lo manda remediar con brevedad y con castigo de los culpados, que sirvan de escarmiento de los venideros, y entre tanto se padecerá mucho como agora se sienten y no bastan para lo que aqui es menester mucha parte de la hacienda que vuestra magestad tiene en Nueua España. • Ya hay muy pocos en estas yslas que sepan tomar el arcabuz en la mano, que solian ser los mejores soldados y mas prácticos de las Yrtdias: la causa de esto es el haverse dado á las mercaderias que «s en tanta manera, que ya no se precian de otra cossa, y aunque Vuestra magestad mandó en la instrucción que se dio á Gómez Pérez quando vino á governar que no diese lugar á los que tiran Sueldo de vuestra magestad de la guerra que contratassen y des pués en un capitulo de carta del mes de henero de 1593, respon diendo á otra suya, vuestra magestad manda lo mismo, no se ha cumplido, y siendo los capitanes y officiales mayores ricos y pre miados con sus sueldos y encomiendas, no es justo sean mercade res como lo son, con que están tan diuertidos del exercicio militar, y por otra parte ocupan con gruesas cargagones las mercadurías y cargas de los vecinos, y vuestra magestad gasta con ellos y con sus Soldados inútilmente su hacienda y es necesario que esto se apriete para que vuelvan las cosas á su ser. <br />
La ciudad está ya bastantemente acomodada de propietarios, por que demás de los que tenia el governador le hizo merced en nombre de vuestra magestad de las tiendas y rentas dellas de un Parían nuevo que después que yo vine se hizo para los chinas fuera de la muralla á la vanda de Sant Gabriel, con lo qual tiene de pro pios mas de quatro mili pesos cada año, que para los gastos que puede tener es muy bastante cossa, y se podran ahora consumir de aqui adelante en edifficios públicos que le faltan, y nunca se ha tratado desto fuera de la muralla y fortificación que hizo el go vernador Gómez Pérez. Acerca de las contrataciones de los vecinos destas yslas y administración de sus mercadurías, proveyó vuestra magestad convenientisimamente por cédula del mismo mes de henero, lo que es necesario, y como les viniese el retorno de todas ellas de la Nueva España sin que se les pusiese en esto limitación, no les quedaua queja justa. Halle quando vine la exccucion de la dicha cédula, aunque es tan precisa, tan olvidada, que haciendo yo fuerga en que se observase se les a hecho tan de mal como parecie ra por los recaudos que de ello se ynvian; todavía por mi parte yre haciendo la diligencia hasta que vuestra magestad provea otra cos sa, por que cierro con ello; se hace lo que conviene á este Reyno, y si los ministros tuviésemos el quidado que es justo de executar ¡o que vuestra magestad imbia ordenado, se remediarían los incon venientes; pero no se hace como otras veces tengo soscrito con la precisión que conviene. El gove'rnador TJoa Luis Pérez das Marinas cada dia esperava la novedad deste govierno y su amocion; y con esto y su blandura de condición, padecen todas las cosas generalmente; y aunque es hom bre bien intencionado y de mucha virtud, goviernase en todo por frailes y particularmente por la de sancto Domingo, que gozan de su coyuntura y acomodan con esto sus negocios y los ágenos de sus amigos, porque la poca edad y esperiencia del governador no da lugar á otra cosa; agora con la nueva que hay de que vuestra ma gestad embia á don Francisco Tello á este govierno, parece que todo resucitara, porque si mas se dilatara fuera de daño para el ser vicio de vuestra magestad y bien de estar yslas, porque todo esta muy caído de quando su Padre lo dexo. Yo e echo lo que e podido y todo es poco por la poca mano que tengo y mi poca suficiencia. Todavía se á acudido á algunas cosas importantes después que vine con mas calor que de primero se hacia y no puede ser todo á gus to de la gente de esta tierra, que es amiga de libertad, y por esto se quejaran algunos; pero como yo solo pongo la mira en lo que es acudir á lo que fuere del servicio de Dios y de vuestra magestad y no en sus gustos ni hacer negociaciones para que escrivan á vuestra magestad para mi aprovacion como se ha ussado, podía ser faltase quien abonasse mi proceder, no rae da esto cuidado porque espero en Dios que el tiempo irá mostrando lo que hay y no é me nester mas premio quel de satisfacer á vuestra magestad de mi buen deseo.<br />
La jurisdicion de vuestra magestad en este Reyno está tan acortada con la eclesiástica, que en todas ocasiones no podemos salir con ella, y como no hay quien alce las fuergas, se pasdece mucho., y nos vemos en grandes penalidades y trabajos, porque se entremeten los eclesiásticos y religiosos en todo, y se algan con ello y impiden lo que vuestra magestad tiene mandado; y aun entre si mismos tienen muchas inquietudes y cismas, que es cossa de compassion y aun quando no fuera para otro effecto que para moderar estos excesos y libertades de personas poderosas, era muy conviniente esta Audiencia Real que de aqui mandó quitar vuestra magostad; suplico á vuestra magestad, como desde la nueva España hlze instancia sobre lo mismo por la relación que ya ally tenia de este particular, se sirva de mandar en casso que no aya de volver á fundarse el audiencia Real, proveer de remedio como aya quien alce las fuergas en tierra tan remota de la Audiencia de México, que con qualquiera cosa que se ofregca ynviar á ella, passan á lo menos dos años primero que pueda volver despachada. El obispo hace muy gran falta en esta tierra para todo lo eclesiástico y conoscerase de aqui adelante mucho mas si este año con las naos que se esperan de la Nueva España no viene; Dios las traiga con bien, que ya tardan; y si dexaran de venir padescen todos muy gran necesidad, porque todas estas yslas están ya pacificas y solo nos faltan ministros del Evangelio para la mucha gentilidad que está sin ellos y gente española que pueble la tierra y venga para su defensa; que mueren muchos en ella y estamos ya tan faltos como é dicho. El colegio que los Padres de la compañia fundaron para estudio de españoles en esta ciudad á costa de la hacienda de vuestra magestad; cesso ya por el nuevo contrato que hicieron con el Capitán Esteban Rodríguez de Figueroa sobre el Patronazgo que le dieron de su cassa y collegio, y devaxo de la voluntad de vuestra magestad se trocó esta obra para otro collegio para naturales que quieren fundar, y se les á señalado el mismo salario de mili pessos al año sobre lo que monta la quarta de los tributos que se cobra donde no hay doctrina, y que vuestra magestad por su cédula lo manda cobrar y poner en Caxa aparte para gastos de dotrina y otras cossas de esta calidad; paresce que seria cosa muy conveniente que esso se llevase adelante, porque demás de la buena educación de los hijos de los naturales que los asentaría mucho en cossas de la Religión christiana y buena policía, sería una prenda disimulada que tendríamos con tener los hijos de los mas principales en este collegio para asegurarnos dellos en qualquiera ocasión, y envianse a vuestra magestad los papeles para que mande proveer lo que sea de vuestro servicio. En principio de este año arribó a estas Yslas un galeón del Piru y después una fragata pequeña de su conserva en que paresce havia salido el abril del año passado, el Adelantado Alvaro de Mendaña del Piru al descubrimiento de las Yslas occidentales del mar del Sur; no acertó con ellas y perdió la almiranta y después otra fragata; pobló en otra ysla junto á la nueva Guinea; ya ally uvo disensiones entre la gente, y el dicho adelantado murió con mucha de su gente. La muger quedó por eredera, despobló y quedó con much a necesidad y trabaxos. Llegada a estas yslas, cassose en ellas con don Fernando de Castro, primo del governador, y vuélvese al Piru con su navio. Invio á vuestra magestad la información que sobre esto se á fecho y una relación de su viage y subceso por donde mas largo constan de el. <br />
Y o quedo con tan largos viages muy falto de salud y con no mu cha esperanza de cobrarla por la calidad de la tierra y muy pobr e y gastado; con hijos menos de los que allá truje, que se me han muer to por esos caminos. Con todo eso deseo en extremo m e haga vuestra magestad merced, si hubier e lugar, de darme licencia para irme á España y se sirva de proveer esta plaga y con ella me daré por bien pagado y satisfecho de todos mis trabaxos y perigrinacio nes, y quando no merezcan el acrecentamiento de mis predecesores viviré contento con boluer á mi rincón y poder, si Dios fuere ser vido, dar verdadera relación á vuestra magestad de mucho que 6 visto y conviene la tenga vuestra magestad para ser mejor servido. Suplico humildement e á vuestra magestad me liaga esta merced con la brevedad que uviere lugar y a nuestro Señor que guard e por largos años la Real persona de vuestra magestad como la Christiandad y sus criados cmos menester.—De Manila seis de Julio de mili y quinientos noventa y seis.—D. ANTONIO DE MORGA. <br />
<br />
NÚM. 3. <br />
<br />
Carta á S. M.: Da cuenta de lo sucedido en Mindanao después de la muerte de <br />
Esteban Rodríguez de Figueroa; de la jornada á Camboja emprendida por <br />
D. Luis Pérez Dasmariñas; cosas que hay que remediar en Manila, etc. <br />
Termina pidiendo que se le saque de Filipinas.—Manila, 28 de Abril de 1597.— <br />
Archivo de Indias: documento núm. 90 del índice 5.°: est. 67, caj. 6, leg. 18. <br />
<br />
SEÑOR.—En la nave que sale para nueva España de la ysla de Zebú, hago esta antes de saver nuevas de Castilla que se esperan por Junio, porque si esta alcangare algunos navios del avisso, pueda vuestra magestad anticipadamente tener noticia de las cosas de por acá. <br />
Después que entro en este govierno D. Francisco Tello están estas yslas en paz por no haver tenido ni avisso de enemigos, aunque por la poca defensa que hay en ellas, si los uviera ávido se uviera padescido conoscidamente riesgo. Aviendo muerto el Capitán Estevan Rodríguez de Figueroa en la jornada y pacificación de la ysla de Mindanao, se apoderó de aquel campo y govierno el capitan Juan de la Xara, que avia salido de aqui por su maese de cam po, como ya de todo esto por todas manos se dio avisso y cuenta á vuestra magestad en los navios pasados; después acá, por el mes de setiembre passado, el dicho capitán Xara se salió de la dicha ysla y fortiñcagiones y se vino sin proposito a esta ciudad con algu nos designios y escusas de poco fundamento, lo qual fue causa que viéndose en el campo de Mindanao sin caudillo ni govierno, quemó sus fuertes y desamparo el sitio con harta nota y confusión. Yo hice luego la fuerza que pude con el governador para que se inviase so bre ello y con la mayor brevedad el socorro que se pudo; salieron despachados los capitanes don Juan Ronquillo, Pedro de Arzeo y Diego de Chaves y Torivio de Miranda y recojieron la armada de los nuestros, que ya se venían la vuelta de esta ciudad, y con ella y el mas socorro que se Uevava volvieron al rio de Mindanao, donde el enemigo se hallaba sobervio y tenia cercados y apretados los tampalanes que avian dado la ovediengia a vuestra magestad y des cercáronlos y retiraron al Reyezuelo Buhayen y recobraron lo per dido y hizose la fortificación en mejor sitio, y determináronse luego á pelear con el enemigo, y esperavan con el ayuda de Dios buen subgeso. Cada dia aguardamos la nueva, hasta el gasto de vienes del capitán Estevan Rodríguez, questan obligados, y por agora aquello esta en toda administración del governador, porque sus he rederos son hijas niñas de poca edad. Juan de la Xara esta detenido en esta ciudad por todo lo dicho, de que se dará mas particular cuenta á vuestra magestad en las naos que de aqui salieren. <br />
También lo hige en las pasadas, como el governador don Luis das Marinas ynvio al capitán Joan Xuares Gallinato por henero de g6 al reyno de Camboxa con armada de tres navios grandes y gente a ciertos designios que paraba en poblar en tierra firme con los reyes de Camboxa y Siam, y como toda esta ciudad y yo particularmente le haviamos disuadido la dicha empresa hasta requerírsele en forma por causas muy urgentes y todavía le avian puesto en ejecución. Lo que después acá ha ávido es que haviendo llegado dos de los dichos navios á Camboja sin el capitán GalUnato, que con el suyo y fuerza de tiempo arr¡\-ó al estrecho de Sincapura y anduvo alli algunos días entre armadas del rey de Yor y del rey de Achen; las dichas otras dos suvieron por el Rio arriva hasta la ciudad de Camboja, que son 8o leguas, de que hallaron apoderado á un primo hernaano del rey legitimo que soHa ser capitán general della, y estando el rey retirado en el Reino de los Laos por la vajada de los sianes del año antes, este tirano tuvo valor para juntar los camboxas y langar de el reyno y liechar los sianes, y asi estava señoreado •de él. Este tirano resgivio nuestros dos navios y gente y se entre tuvieron sin tractar con el cosa alguna aguardando si viniesse Ga •llinato, que Ilevava las ordenes, y cansados los nuestros de esperarle y irritados también de algunos descomedimientos que les hacían •chinas que ally estavan con sus navios de merchanteria, tomaron las armas y dieron con ellos, y á vueltas sobre los cambojas y la ^cassa del rey, y los saquearon y les degollaron ochocientos hom bres, y hecho esto les fue necessario á los nuestros salir de la ciu -dad en los navios y retirarse el Rio abaxo sin perdida de ningún Español. A este tiempo entro el capitán Gallinato con su navio y se junt ó con los otros, y visto lo que les habia sucedido, aunque pro curó medios para quietar al tirano y su gente, no fue oydo, y ade rezados sus navios se salió á la mar, y por el tiempo no pudo venir á estas yslas, costeó la tierra firme y entro en Champa, donde se proveyó de algunas cosas y volvió á salir y llegó á Cochinchina, en tierra de Sinva, donde se entretuvo esperando tiempo que le diese dugar para atravesar, tratando con el virrey se le diese el Estan darte Real y la artillería de la galera en que mataron á Gómez Pé rez, que alli aporto, y todo lo tiene el Rey de Tunquin, cuya es -aquella tierra; el dicho virrey de Sinva y el Rey de Tunquin y el de Vachan, que es hijo suyo, le fueron entreteniendo con palabras y promesas para que se asegurase y pudiesen tomarles los navios y -la gente, y aviendose recatado de esto últimamente, le hecharon .sobre nuestros navios quince embarcaciones de fuego, y con treinta galeras de armada que venian detras y mucha infantería que salió á la marina, acometieron á nuestros navios, los quales los libro Dios de todo esto y asi se salió sin daño alguno del puerto el dicho •capitán Gallinato sin perdida alguna mas que de dos Religiosos que -contra su boluntad se havian entrado la tierra adentro por su curio sidad y engañados del Rey, y los tenia presos; tomo la vuelta des tas yslas con sus tres navios y apartáronse unos de otros con tem poral, y por setiembre pasado del mismo año de g6 llegaron á esta ciudad con la capitana con treinta Españoles. De alli algunos dias vino á esta costa otro de los navios con veinte Españoles y per dióse en ella la gente; se salió el otro navio en que venia la mas •gente; no ha venido hasta agora ni se save de el si se perdió 6 arri vo á las mismas partes 6 á Malaca, que abra sido la mejor suerte. Este a sido el subgeso de la dicha jornada y el fruto de ella, de que •en ios primeros navios ynviara el gobernador relación y papeles á V. M. <br />
Lo que es este campo, con estas ocasiones y con que esta tierra consume mucha gente, se halla muy falto de ella, y todas las cossas tan diseminadas y poco prevenidas y necesitadas como antes; de manera que pues es forzoso que vuestra magestad entienda la verdad, certifico que no tienen mejoría y solo se conserban y entretienen con alguna esperanza de que vuestra magestad a de hacer merced á este reyno de ynviar á el la Audiencia que solia estar, que se entiende que es la realmente la que combiene para la seguridad y buen dispidiente de las cosas y buena orden del Estado eclesiástico y secular, si no a de haber authoridad de vuestra magestad para reparar sus intentos en algunas cosas, porque acá se usa que con el eclesiástico y religioso lo quieren y toman todo. Los officiales de la Real hacienda destas yslas todavía están en cuentas de su administración, que se las toma el governador ; y aunque se ha deseado mucho por razón de equidad antes de acavarlas volverlos al exer cicio de sus officios, según lo que entiendo de la materia no deve haver tenido dispusicion para ello, pues no se ha hecho. Remitome a los papeles que sobre esto se imbiaron el año pasado a vuestra, magestad y a lo que el governador escrevia, el qual también dirá de su casamiento que hizo después que entró en esta ciudad por su. gusto y otros abra que mejor puedan informar dello que yo, que no intervengo en estas cosas, aunque procuro con el toda confor midad. Suplico humildemente a vuestra magestad tenga memoria, si conviniere á vuestro Real servicio, de mandarme sacar desta tierra,, por las razones que en otras he referido, y lo que se dilate me animare á pasar adelante lo que mis fuerzas alcanzaren en el servicio de vuestra magestad, cuya Real y catholica Persona nuestro Señor guarde por muy largos años como la universal christiandad y sus criados emos menester.—Manila, 28 de Abril de 1597.—D. ANTONIO DE MORGA. <br />
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NÚM. 4. <br />
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Carta á S. M.: Refiere la pérdida del galeón i-San Felipe^; dice que el Emperador del Japón es un bárbaro sin fe en su palabra: sacrificios que hizo, y á quién se atribuyen; elogia el restablecimiento de la Audiencia de Filipinas, etcétera.—Manila, 30 de Junio de 1597.—Archivo de Indias: documento , núm. 108 del índice 5.°: est. 67, caj. 6, leg. 18. <br />
SEÑOR.—A postrero de Abril deste año di cuenta á vuestra magestad de el estado de las cosas de estas yslas, cuyo duplicado es con esta, y solo tengo que añadir que algunos dias después llegó <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 24 5 <br />
•nueva á esta ciudad como la nao San Felipe, que avia salido desta •ciudad por Jullio del 96 pasado con tormentas, arribo á Japón, y haviendo entrado en el puerto de Surando se perdió ally, y el em perador de aquel Reyno Taycossama, cobdiciado por la hacienda •que en ella yba, la tomo toda, y la gente y passageros a ydo vi niendo en otras embarcaciones, y al mismo tiempo el dicho tirano hizo crucificar en Nangassaqui seis frailes descalgos de San Fran •cisco de los que alia estavan de estas ys'as y otros diez y ocho cris tianos de su compañía, como vuestra magestad lo entenderá mas por menudo por las- relaciones que sobre ello se ynvian y escribirá el gobernador. Lo que yo e colegido es que es un barvaro el dicho Rey de Japón, sobervio y cubdiciosso, y que no mantiene palabra ni paz que assiente, y que los portugueses que asisten en aquel Rey no nos desean ver desterrados de alli y no nos hicieron buen tercio •en el subceso de la dicha nao; y aunque los Religiosos tampoco lo tuvieron en lo que con ellos se hizo y poco antes havian rescivido agrandes molestias de los Religiosos de la Compañía y sus Obispos que alli estañan para verlos hechar de aquel Reyno, como se a he cho, quedándose ellos solos en aquella conversión, como quedan muy á su contento, los descalgos y su compañía murieron con gran•de fervor por la fee y defensión de ella, y después a obrado Dios milagros y otras maravillas con sus cuerpos, de que tenemos razón "los desta tierra destar muy consolados por haver dado en ella, tal fruto para el cielo y honra para la christiandad. <br />
La perdida desta nao fue muy grande, porque valia millón y me dio, que es mucho daño para república tan pequeña, y asi queda muy lastimada y con mayores necesidades que nunca, de que vuestra magestad la favoresca y haga merced, ty Con esta buelvo á ynviar los despachos que se an podido sa'Car en este breve tiempo que inviava el año pasado en la nao Sant Philipe sobre las residencias y otras cossas de por acá, que me pa reció necesario que vuestra magestad las entendiese, por ser de mucho momento. No me faltan émulos, porque se acude por mi •parte, como soy obligado, al servicio de vuestra magestad: no me da esto pena, pues la verdad ha de prevalecer; para el año que vie ne, en la primera ocasión, yran otros autos tocantes á la misma residencia que trage la acometida para aquestas yslas. Ase entendido que vuestra magestad se sirve de mandar volver á fundar en la Audiencia Real que solia haver en estas yslas, que según la disposición de las cossas dellas seria la cosa que mas an, menester, y assi lo vuelvo á certificar á vuestra magestad sobre mi conciencia, y que nunca an tenido tanta necesidad de esto comoagora, que seria muy bien rescevida de todos. Yo quedo aqui muy presto para servir á vuestra magestad entodo lo que quisiere servirse de mi persona pues vine á eso ginco' mili leguas, y si conviniere mi salida de aqui, y vuestra magestad sesirviese de ello, lo tendría á muy gran merced, y sobre todo se cumpla la voluntad de V. M., cuya Real persona nuestro Señorguarde por muy largos años, como la universal christiandad y sus. criados emos menester.—De Manila y Junio 30 de 1S97.—DON ANTONIO DE MORGA. <br />
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NÚM. 5. <br />
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Carta d S. M.: Da atenta de haberse recibido noiicia de que la expedición en viada últimamente d Mindanao derrotó al Rey de Buhayeny demás p-üicipa les de dicha isla, por lo que dieron la obediencia á S. M., etc.—Manila, 3 de Julio de 1597.—Archivo de Indias: documento núm. 109 del índice 5.°:. est. 67, caj. 6, leg. 18. <br />
SEÑOR.—Después de aver escrito á V. magestad en 30 de juniO' de este año lo que avia sobre las cosas de esta tierra y particular mente el estado que tenia lo de la pacificación de Mindanao, llego á. esta ciudad nueva cierta de que los capitanes que fueron ultima mente imbiados por el governador de estas yslas á la pacificación de aquella ysla vinieron á las manos con el enemigo rey de Buhayen y sus sequaces, los mas principales de la ysla, y los hizieron re tirar á su fuerte, que tenian hecho y alli, les pusieron la batería, y el enemigo, ai cabo de pocos días, se dio á partido á los nuestros,, y dio la obediencia á vuestra magestad y pagó cierta cantidad deoro en reconocimiento, con lo qual quedan ya de paz los principales de la ysla y sujetos á vuestra magestad y echado de ella los te rrenates que les ayudavan. Queda alia el campo fortificado hasta que la tierra y cosas de ella se vayan asentando de proposito, tratando de esto y de poblar en parte conviniente y de salir al paso al terrenate que se entiende venia de socorro á los de buhayenes quesis lo avian pedido, y por ser este succeso tan ymportante para bieny paz de estas yslas y para qualquiera facion que se vbiese de hazer en el Maluco, me pareció dar de ello quenta a vuestra magestad, cuyos reynos y monarchia acreciente y multiplique Dios coa largos años de vida, como la cristiandad ha menester.—De Manila y jullio tres de mili e quinientos e noventa e siete años.—D. ANTONIO DE MORGA. <br />
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NÚM. 6. <br />
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Relación hecha por el DR. ANTONIO DE MORGA para S. M. de lo que se le ofrece sobre el estado de las Islas Filipinas, tanto en lo seailar como en lo eclesiástico.—Manila, 8 de Junio de 1598.—Archivo de Indias: documento núm. 119 del índice 5.°; est. 67, caj. 6, leg. i8. <br />
Lo que se me ofrece sobre el estado de las cossas destas yslas Philipinas, es lo siguiente: <br />
Doctrina, y los que la administran d los yndios. <br />
1. Mal ejemplo de religiosos en vigios de deshonestidad, juegos, comidas y fiestas. 2. Tienen tratos y magabalijas en sus partidos, de arroz, gera, vino, oro, navios, gallinas, mantas y cueros de venados á mucho daño de los yndios y de toda la tierra. 3. Tienen contrataciones y conocidamente de mercaderías de las sobre dichas cossas y de las de China en la carrera de la Nueva España. 4. Usurpan la jurisdicion Real, oyendo en forma de todo genero de pleytos entre yndios, y tienen gepos, cargeles y prisiones en que afligen, acotan y molestan los yndios; inponenlos en que no an de obedecer á las justicias del Rey, sino lo que los religiosos mandaren. 5. Afljí'gen los yndios con bandalas y repartimiento de arroz, vino, gallinas y otras cossas, sin paga o muy poca. 6. Tienen muchos yndios de servicio, sin pagarles, para todo genero de ministerio, con mucho esgeso. 7. Llevanle muchos derechos excesivos de bautismos, casamientos y entierros, sin guardar los arangeles episcopales. 8. Hazen y fabrican grandes Iglesias y monasterios para solamente un frayle, y cuando mucho dos, y los mudan y redifican tantas veces, que es de mucha costa para la Real hacienda, encomenderos é yndios. 9. Ponen mucha diligencia en que los yndios que mueren manden por lo menos la tercia parte de su oro y hacienda á los monasterios, y al que lo hace assi lo honrran mas, por que los otros se adelanten en esto, y los que no lo hacen entierran como bestias. 10. Tienen continuamente en sus yglesias gepos y mesas de demandas en que los hacen ofrecer á hombres y mugeres á cada uno de por si, con que los disminuyen el caudal. <br />
11. De la misma manera les hacen hacer de nuevo coffradias bo nitas para que las doten y adornen y den nuevas limosnas, sin que los yndios sepan lo que aquello sea, mas que el ruido y vanidad de la ofrenda. 12. De ordinario hacen muchas fiestas en cada monasterio, y a cada una de ellas vienen los frayles de toda la provincia cargados de muchos yndios, hamacas, equipagones, y otros gastos, y assi todo el año es andar de unos pueblos en otros arrastrados los yndios y haciendo grandes gastos. 13. Ay muchas contribuciones entre los yndios por orden de los religiosos para sus fiestas, arcos triunfales, castillos y danzas, que los hacen hacer para los recibimientos de sus provinciales y priores, y almuerzos y comidas de ellos; que esto se hace muchas veces y con mucha profanidad y gasto. 14. Tienen mucho cuydado de hazer que todas las yndias, espe cialmente las mas mozas y de mejor parecer, todos los dias vayan á la portería del monasterio y hablen ally con ellos, favoreciendo mas á las mas hermosas, y quando viene prior nuevo ó alguna per sona que quiere el religioso hacer mucha fiesta, es que le vengan á ver dichas yndias bien aderezadas y compuestas, y tras de esta otras cosas que ofende el decirlas. 15- Muy de ordinario embian los Perlados á estas doctrinas frai les mozos y de pocas letras, exemplo que lo que asi hacen es causa de que los yndios los aborrezcan como á enemigos y quedan poco edificados y aficionados á la ley de Dios y su Evangelio. 16. Lo mas comunmente gastan el tiempo en diferencias con los alcaldes mayores de sus partidos, especialmente sino van con ellos á una, y de otra manera les persiguen y affligen hasta hecharlos de la tierra. 17- Admiten quexas y relaciones de particulares, y aun les procuran para-, con ellas, aunque sean inciertas y injustas, predicar y reprender el pueblo, y á los ministros, para que los teman y acaten; que esto hacen con mucha indiferencia y livertad. 18. Procuran con particular estudio y diligencia que se les de parte de las cossas del govierno para tener mano en todo y se metan en ello por via de conciencia y teología, con que dan interpretaciones fugas y epiqueyas á lo que S. M. tiene ordenado; pocas veces lo dexan ejecutar sino es en su gusto y con su aprovacion. 19. Muchos de ellos tienen conocidamente tratos y contratos en la carrera de España con sus factores y encomenderos y caudales conocidos. <br />
20. Traen tras si muchos yndios muchachos que les sirven de pages y criados, bien vestidos con libreas y cadenas de oro, que por las calles llevan los sombreros, y en los monasterios les sirven en las celdas teniendo cada uno sus cuadros conocidos que no sirven á la comunidad. 21. Tienen muy de hordinario á estos sus criados y á otros yn dios que traen consigo yndustriados en tañer guitarras y otros yns trumentos, danzar y cantar caralandas y otros sones desonestos y profianos, con que hacen fiestas á los que quieren regalar con mal exemplo de los yndios y poco provecho de todos. 22. En viéndose aprovechados de hacienda, su principal estudio es pretender volverse con ella á España, y en esto se inquietan mu cho cada año, procurando por diversas vias y modo licencia para ello. 23. A otros muchos embian cada año las ordenes, so color que van á negocios de ellas, no considerando la falta que acá hacen y la costa con que S. M. los envió. 24. Los mas espirituales procuran pasar á China, Japón, Cambo xa y otros Reynos á predicar el EvangeHo, dejando por detras acá tanto como hay que hacer para que fueron traídos; y con este ipo se inquietan é inventan jornadas y conquistas, y con ellas inquietan á los que goviernan ya con Españoles, y se sigue de ellos otros incombenientes. 25. No toman dotrina sino en provincia que les conpense la tierra por ser rica, y las demás dessamparan : de que se sigue que hay muchas yslas y provincias que piden bautismo, y no se les da por falta de quien se les de y administre la doctrina y asista con ellos para que no retrocedan. 26. Tratan á los yndios muchos de los rreligiosos con ynmunidad, como á perros ó esclavos, y en no haciendo su gusto los agotan y afligen con qualquier achaque y tropiezo que les ponen por •delante de que faltan á la doctrina. <br />
jíueces eclesiásticos y perlados. <br />
27. Entremetense en la jurisdicción Real sin que hasta agorase les aya podido yr á la mano porque al ciego descomulgan y hacen otros agravios. 28. En las causas de que conocen hacen notorias fuerzas y agravios á las partes, executando todo lo que actúan y sentencian justa vez en justa sin ser letrados ni tener quien los adiestre. 29. Tienen ellos y los religiosos muchos fiscales, vilangos y na<br />
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3 5 0 ESCRITOS INÉDITos <br />
gualatos con baras que por su mano hacen millones de agravios y molestias á los yndios. 30. Llevan, y sus ministros y escrivanos, excesivos derechos, no guardando los aranceles. 31. Estando mandado por su magestad que no se lleven á los yndios penas pecuniarias, ellos por qualquiera causa y achaque lle van muchas penas y condenaciones en oro y en rreales, con que se disminuye su caudal y hacienda. 32. Unos jueces con otros, especialmente en materias de con servadores, tienen muchas cismas y diferengias, descomulgándose unos á otros, y al pueblo con mucha nota y escándalo, publicando bulas y breves no conocidos ni pasados por el Consejo ni recibidos. 33. Quando se van á quejar de excesos y delitos de algún clé rigo 6 religioso sus pecados, no los castigan, antes diciendo que no conviene á la autoridad de la religión que se diga delinquieron y que fueron castigados; disimulan con ellos. 34. Ponen y quitan la doctrina los clérigos y religiosos á su vo luntad, sin dar cuenta y que intervenga en ello el governador y per lado eclesiástico, como su magestad lo tienen mandado, de que re sultan muchos inconvenientes y de no dejar que el obispo visite sus doctrinas, por decir que no las tienen por justicia. <br />
Govierno Secular. <br />
35- Ay remisión y descuido en proveer y mas en hacer ejecu tar y cumplir \o que se provee sobre las cossas de la provisión y aumento de este Reyno y del buen govierno del, especialmente de las Cédulas Reales que su magestad a embiado, que las mas están suspendidas y no guardadas con efecto. 36. Lo que es bastimentos y lo demás necesario para la vida umana, cada uno lo hace y vende á su voluntad sin que aya precio ni medida ni orden para ello, con lo cual cada dia se malea y enca rege, y los naturales y chinos lo hacen contratación y regatonería, y assi se a encarecido la tierra, y las mercaderías se an maleado y falseado. 37. No se atiende todo lo que seria necesario á que los naturales no sean bagabundos y olgazanes y dejen de ser recatones y magabaligeros y que siembren sus tierras y hagan sus mantas y se ocupen, como solían, en sus labores, con que la tierra solía ser me jo r proveída y ellos estavan aprovechados. 38. Es necesario impedir apretadamente que los chinos no an den por entre estas yslas en sus magabalijas y contrataciones, que <br />
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agora lo hacen con mucho deshorden rovando la tierra y en care^ ciendola, pegando grandes vicios y pecados á los naturales, sondando los puertos y barras y rreconociendo la tierra para qualquiera ocasión de daño. 39. Conviene mucho apretadamente despoblar todos los sangleyes que están derramados por las yslas á los quales amparan los alcaldes mayores y religiosos por el provecho que de ellos sacan, y son perjudiciales. 40. Lo mismo que nó hagan parianes de ellos en algunos pueblos de las yslas, que son de poca vecindad de los Españoles y ally les acojen las justicias por su aprovechamiento y lo que los esquilman y á sus navios como en Manila, quenel puede ser de mucho daño y riesgo, á lo menos que el navio que fuere venda con brevedad y se vuelva yr á China con toda la gente que traxo. 41. Que quando vienen los sangleyes con sus navios, es justo que guarden los vandos que hay, para que no traigan copia de gente y se executen las penas, y que quando volvieron lleven la mas gente que pudieren, para que la tierra se deshaogue de los muchos que hay en ella, que son de perjuicio. 42. Ase de procurar que vendan las mercadurías que traen de China Hbremente á quien fuera su voluntad y cpe nadie se las tome en los navios ny en tierra con graves penas, que esto no se hace assí, dé que resulta maniffiesta injusticia y encarecerse las mercadurías. 43. Ase de ordenar que vengan con sus navios temprano á estas yslas, de manera que en todo mayo ayan vendido y se ayan vuelto, que esto conviene assí para la seguridad de su navegación, para que no se encarezcan las mercadurías. 44. Ase de proveer que traigan las mercadurías buenas, y sin las falsear, porque como es gente de poca conciencia, las malean, y lo dejaran de hacer uiendo que se mira en esto y que se las queman no siendo como deben ser. 45. Ase de poner el quidado que se pudiere en que no fien las mercadurías á los Españoles, porque como no los conogen, las dan por qualquiera ventaja de precio sin avono de la persona, y después se fatigan y nos fatigan con la cobranza y se pierde el crédito. 46. Devese mucho atender que estos sangleyes no sean affligidos, como lo son, de cualesquier jueces alguaciles y vilangos con muchos achaques y calunnias, con que ellos pelean y rovan y se hacen entre ellos muchos engaños, fuerzas y cohechos. 47. Devese escusar la multitud de vilangos que hay, sangleyes <br />
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que no sirven de otro que de hacer millones de cohechos, maldades y embustes con lo chinos. 48. Convernia mucho que los chinos que se vuelven cristianos no se vistiesen como Españoles, que ussen los officios que antes te nían, para que no fuese necesario quedar en la tierra para las necesarias tantos sangleyes y que labrasen la tierra y sembrasen, que no lo hacen agora y es de mucho inconveniente. 49. Es muy forzoso exercer la cédula de su magestad con rigurosas penas para que ios officiales Reales y escrivanos de Registros y guardas que van á registrar y á valuar las mercadurías de sangleyes á sus navios, no se las tomen ni desfloren, ni den cédulas de bales, que es grande injusticia y molestia la que les hacen. 50. Y también es necesario se encargue y mande á los capitanes y mercaderes chinos con precegiones y penas que traigan sali tre y yerro y otras materias que se an escusado de las traer de po cos años acá, y hacen mucha falta. 51. Quando se van los navios sangleyes, los lastran y cargan de madera: es necesario prohivirselo que talan los montes y en breve tiempo habrá falta de leña. 52. Los japones que vienen con sus navios á este Reyno con viene se vuelvan todos al Japón y no queden poblados ninguno de ellos en estas tierras. 53. Los que acá lo estavan, que sean luego hechados de ella á su tierra, porque acá son de poco provecho y utilidad, y de mucho perjuicio. 54. Quando se ovieren de yr se prevernan para ir cargados de seda y oro, que es mercaduría Xapon, que es necesario no dexarlos emplear hasta que los Españoles lo ayan hecho, porque encarecen la seda. 55. Japones y chinas procuran mucho llevar destas yslas á Japon por mercaderías cueros de benados y para esto los buscan y compran, y los indios, y aun los Religiosos, se los dan y venden: ase de estoruar esto, porque es en mucho daño de la tierra porque matan la caza por solo el pellejo, y se apura ya de ella la tierra. 56. La harina que traen de Japón, vizcocho y zeginas, es cosa muy aproposito para esta tierra; hay ya personas tan delgadas en sus trazas que las atraviesan y almacenan para vender esto: se ha de impedir, dando orden que la República este proveída y vastecida á precios convenibles. S7- Los alcaldes y regidores de Manila no parece que tienen los oficios para cuidar de lo que conviene á la República, sino cada <br />
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uno á SU negocio: es necesario mandarles lo que an de hacer y castigarlos de qualquier negligencia. 58. En la provisión de la carne de vaca hay mala orden, porque no hay quien se obligue á dar avasto, ni se mata la que hay con limpieza, ni se corta ni reparte ni pessa con igualdad, y como los regidores y personas poderosas son dueños de las estancias, pesan y venden quando quieren y á como quieren, sin que esto se ayan puesto en orden. SQ. Del arroz suele haver carestia por no tener la Ciudad provisión hecha, y porque los que la tienen, que son encomenderos, lo almacenan y lo han hecho magabaliza, vendiéndolo á sangleyes á precios suvidos, y assi se encarece, y lo mismo las grecinas sin que guarden la tassa que se ha puesto de ellas ni aya ávido quien los apremie á ello. 60. El pescado es el mayor y mas general sustento de la tierra; los yndios ya no se ocupan en pescar, como solian hacerlo los Chinas; éstos, como gente cudiciosa é interesable, an subido los precios: es necesario ponerles tasa y peso. 61. Pescase con galamvaos y con redes de malla menuda, con que barren la baya y matan el pescado menudo: conviene que no ussen de estas redes y que se de marco para la malla que an de tener, para que no agoten el pescado, pues la experiencia ha mostrado que ya no hay tanto como solía, por no haver hecho esto. 62. Hortelanos y huertas hay ahora que jamas uvo, y con todo eso se ha encarecido la verdura tanto quanto jamas lo ha estado; nace este daño de no tener tassa y de que tienen en la plaza un hombre de guardia para que los soldados ni otras personas no se la tomen; este hace que se la paguen á como quieren los sangleyes, y es en su fabor porque ellos se lo pagan, y el no pretende mas que tener los gastos. 63. En la moneda de plata que corre hay grande daño, porque generalmente los sangleyes la cortan y cercenan, y porque los reales sencillos los cortan y hacen muchas partes para el comercio de las cossas menudas; antiguamente se rescatavan con arroz: es necesario dar orden en que se ejecute este desorden, porque lo hay muy grande en ello. 64. En el tratamiento y trages de hombres y mugeres hay mucho esceso y confusión, porque igualmente pobres como los ricos, los principales como los que no lo son, quieren vestirse y arrear sus mugeres con sillas, escuderos, estrados en las yglesias y otras <br />
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denes, contra lo dispuesto por su magestad; que por ser esta tierra tan corta puede ser en ella de mas inconveniente que en otra. 73. Algunas calles de la Ciudad se an ocupado con monasterios y en partes la ronda de la muralla: es necesario se vea esto. 74. Los oficios y aprovechamientos de la tierra se deben proveer en los que an trabajado en ella, conforme á sus méritos é ydoneidad, y no en otros por ningunos respetos, mayormente si son incapaces y escluydos por cédulas Reales. 75. Lo mismo en lo que toca á la provisión de los repartimientos y encomiendas de yndios. "jQ. La gente de la tierra quiere ser mantenida en paz y justicia, castigando los delitos y no haciendo caudal por ser tierra nueva de achaques y cosas de poco momento. JJ, Requiérese en el tratamiento de sus personas y particularmente de los que lo meregen que hallen en los que goviernan buena acoxida, cortesía y afavilidad. yí).<br />
Los que goviernan deben escusarse de muchedumbre de criados y allegados, y los que tuvieren los deven pagar y satisfacer de su hacienda, no los entreteniendo en ofñgios ni comodidades de la tierra, que es de mucho perjuicio por ser tan corta, que no hay ni aun para los que sirven. 79. Deben escusar de dar mano á los tales criados ya llegados para tratos y contratos y que atraviesen las mercadurías y contratagiones, porque hacen grandes fuerzas en injustigias y dan sonido de que es para los que goviernan, y ninguno se atreve por esto á pedir contra ellos. 80. No se deve dar lugar á que sean regidores ni oñgiales déla Ciudad los tales deudos, criados ó allegados de los que goviernan, porque demás de que los tales no son aproposito para ello ni platicos en las cosas de la tierra, solo sirven de quitar libertad á los demas para que no puedan tratar ni acordar en sus cabildos cossas que les convengan, siendo á menos gusto de quienes goviernan. 81. Es necesario poner en ejecución con efeto lo que su ma gestad tiene ordenado por muchas gedulas sobre que no contraten sino los de estas yslas, y todo lo demás que acerca de ellos esta dispuesto, porque es el único remedio de la tierra. 82. En lo que es empleo y carga en las naos para España, es necesario que los que goviernan ayuden á los vecinos, pues no ü&nen otro agosto ni cosecha, procurando hagan sus empleos con libertad y comodidad, y que la carga no la ocupe quien no es justo. <br />
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256 ESCRITOS INÉDITos <br />
83. Asi como á tiempos conviene tener la mano en no dejar salir la gente que viene á esta tierra, es necesario darles algunas jornadas y pacificaciones en que se ocupen, porque ociosos no ga nan nada y la tierra no va en aumento y otras veces conviene dar licencia á algunos para volver á España, porque pierden otros el miedo á la venida á esta tierra. 84. Los hospitales, particularmente el de Españoles, debe ser muy favorecido porque el es refugio de todos los necesitados, y ¡o mismo la cassa de Santa Pontenciana. <br />
Lo que toca á la Guerra. <br />
85. Los que goviernan no an de proveer las compañías ni otras plazas en deudos ni allegados y criados suyos, mayormente siendo mozos y poco platicos, que esto es de notable incombeniente ha viendo como hay tantos beneméritos que padegen y mueren de hambre. 86. Es necesario que todo hombre que estuviere en plaza de Rey en la guerra, sirva, y ninguno sea escusado por deudo, criado ni allegado, ni por otro respeto, como hay muchos que están es cusados. 87. Los capitanes y officiales deven cuidar mas de lo que se hace en disciplinar y exercitár sus soldados y saver las armas que tienen, y si las tienen prevenidas, y que anden bien tratados, corre gidos y bien mandados, y que no jueguen vestidos, ni armas, ni las vendan. 88. Cuando el soldado cometa delito porque deva ser castigado, sus capitanes no lo deben ocultar, ni encubrir para que no sean presos ni castigados, como comunmente se hace, en mucho daño de todo. 89. El reparo de las murallas y fuertes; que estén siempre guarnecidos, es cossa forzosa, 90. Lo mismo que aya acopio de artillería, de que ay al presente mucha falta. 91. Navios de armadas para qualquiera ocasión, es lo mas importante de que agora se carece. 92. En la cassa de Armas hay muy pocas, y esas podridas, y tan mal tratadas, que es conocida la falta, y es necesario hacer provisión de ellas de todo genero y en especial mosquetes y arcabuces. 93., Ase de estorvar que no se lleven las armas de la tierra, que se hace muy de ordinario, por manos de portugueses y de los naturales; que esto es cossa de mucho daño. <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA, 257 <br />
94. De artilleros ay mucha falta, porque hay pocos, y esos no entienden la artillería. 95. La artillería esta mal encavalgada y descuvierta al sol y al agua, podridas cajas y ruedas y con ningunas de respeto ni conoci das ni apartadas balas ni cartuchos ni lo damas necesario para su servicio en ocasión de necesidad, y mas si fuese de repente. 96. La pólvora combiene este siempre bien refinada y no en una cassa toda junta, sino repartida en diferentes lugares, por escusar desgracias en ella, y lo mismo en las demás municiones. 97. Los alojamientos de los soldados en la plaza de Armas es necesario se reedifiquen, porque ellos estén recogidos para la nece sidad y no pasen las necesidades, que sin ellas tienen, y se escusan de hacer los desordenes que hacen por la Ciudad de dia y en espe cial de noche. 98. Es convenientissima cossa que se tome orden en su paga, de manera que no la jueguen quando se la dan, sino que de parte para que se le de cada dia para su comida y vestido, porque por su mala orden padecen y mueren muchos y no son de servicio. 99. Todo lo que fuere posible traer ocupados los soldados en su officio, se ha de procurar, porque se hechan á perder en Manila con la occiosidad y vicio, y cuando son menester no se hallan exer citados para el trabaxo, y sobre todo se ha de procurar se anden embarcados lo mas que se pudiere, porque importa mucho en estas yslas estar hechos á la mar, y sepan pelear en ella, que es lo que acá suele ser mas aproposito. 100. En las otras Ciudades y lugares de las yslas es necesario que las justicias y cabos de la guerra estén siempre á punto y aper cividos ellos y los yndios para qualquier ocasión que se ofFrezca y con navios de respeto, porque suelen venir enemigos ó corsarios y se pierde tiempo con ellos, y aun la reputación, por no acudir con vrevedad al encuentro de ellos. lOi. Las jornadas y salidas que se hacen á pacificagiones. y conquistas fuera de las yslas, es muy necesario que miren con atención. Primero que se acuerden y rresuelvan á los que á ellas fueren enviados se les deue tomar cuenta y residencia de lo que á su cargo á sido y como an procedido. 102. En los delitos de los soldados, cuando son cossas ligeras, hay poco que escribir ni guardar orden judicial; pero en cassos mayores y que la pena á de ser grave, es justo se escriva y sustancie la causa para que se les guarde su justicia y puedan seguirla por los remedios del derecho. <br />
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Lo que es la justicia. <br />
103. A havido y hay mucha remission en el castigo de peca dos y deUtos públicos, y se á disimulado con. muchas cossas, y al gunas de consideración, de que an resultado otros desordenes, es pecialmente en juegos gruesos y continuos y tablageros y enaman «jevamientos. 104. Traense de la Nueva España muchos hombres sentencia dos y condenados á galeras, y luego que aqui llegan se dejan andar por donde y como quieren vestidos, y con armas, igualmente con los damas del pueblo, y pocos los conocen, no solo no pagan s^a pena, pero aun hacen por acá otras maldades y delitos. 105. Los jueces hordinarios, remisos en sus officios y en dar despacho á los pleiteantes, asistiendo poco á ellos, no rondan ni vi sitan los lugares sospechosos ni velan sobre el govierno, basteamien. to y policía de su república. 106. Los alcaldes mayores, corregidores y thenientes de las provincias, su principal fin es sus contrataciones, atravesando lo que hay en la tierra, especias, arroz y otros bastimentos, haciendo en esto lo mismo que está dicho de los religiosos de algunas dotri nas y de sus naguatatos, bilangos y ministros. 107. Oyen de pleytos viexos, de que no pueden conoger; hacen muchas causas y procesos á los yndios, que les causan muchas costas. 108. No guardan ellos ni sus escrivanos los aranceles en el lle var de los derechos, y por su parte affligen y molestan los yndios con bandalas, cortes de madera, esquipazones y otros servicios. 109. Lo primero de que echan mano luego que entran en su provincia, es tomarse todos los vienes de las comunidades y traer los en sus granjerias, y aun cuando salen de los officios pocas ve ces, los buelven á la comunidad. 110. Si algunas condenaciones hacen para penas de Cámara y gastos de justicia, las ocultan, sin tener libro ni cuenta bastante por do se les pueda pedir, y lo mismo en el diezmo del oro. 111. No combiene que á estos alcaldes mayores y corregidores ni sus ministros ni allegados se les den cobranzas Reales, porque hacen mili fraudes y engaños, assi contra la caxa Real como contra los yndios, sin haber quien' los remedie; como ellos mismos son las justicias y tardan mucho tiempo con las cobranzas en su poder tra tando con ellas y perece la Real Caja. ^12. Sálense de sus provincias quando y como quieren, sin li<br />
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cencía de quien govierna, y quando se provee el officio en otro, se vienen luego por no hacer residencia ni hallarse en ella, con que no «e satisface á los agraviados ni pueden seguir su justicia. 113. Son acostumbrados á no ovedecer los mandamientos y or•denes de sus superiores que les envían, sino les vienen muy á cuenta, sobre que es menester cargarles la mano. 114. Sus residencias hasta aquí se an sentenciado y tomado con toda benignidad y poca curiosidad; con que les tienen perdido el miedo y se atreven á vivir con discuido y malicia, y ansí, conviene ajustar este particular, para que vivan con quidado de aquí adelante, 115. Reparan poco en que los religiosos no usurpen la jurisdí•cíon ni se entremetan en mas de lo que les toca, por no entrar con •ellos en diferencias y pasiones, y porque ellos los dexan vivir y negociar á su gusto : esto es de perjuicio. 116. Los que goviernan se deven excusar de pedir ni encargar á los alcaldes mayores, corregidores, &.* que los provean de bas timentos ni de otras cossas de sus provincias, aunque sea por •sus dineros, porque en nombre de que es para los que govier nan, ellos hacen para si lo mas y con mucha libertad y á mayor •daño de la tierra, y cargan la culpa á quien se lo mando, y excu sanse con el. 117. Muchos hay descomedidos y desacatados á los religiosos y ministros de la doctrina y inclinados á andar siempre con ellos en baraxas y disensiones; que esto también es escandaloso y de poco provecho para todo : haseles de yr en esto mucho á la mano. <br />
Encomenderos. <br />
118. No guardan sus tassaciones en las cobranzas de sus tribuios y de ordinario hallan como hacer fraudes para quebrantallas. . 119. Cobran de yndios que no tienen edad, de viexos, coxos, pobres, muertos y huidos, en que son conocidas las molestias. 120. Ocupan á los yndios en hacer las casas, tanbobos, navios, «nuelenles arroz, cortanles maderas, acarreanlo todo á sus casas y á Manila sin les pagar por ello cossa alguna, ó á lo menos muy poca cossa; sirvense assi mesmo de ellos de valde y mucho tiempo. 121. Hacense ellos mesmos justicias en sus pueblos, prenden y. agotan sobre las cobranzas de los tributos á sus yndios y les hacen •otras víolengias conocidas. 122. Tratan poco de que sean bien dotrinados, ni de todo lo que :á esto toca, y pagan de mala gana á los religiosos los estipendios de sus doctrinas, y lo mismo en lo que es de fabrica de las iglesias y <br />
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2 6 o ESCRITOS IKÉDITOS <br />
ornato dellas, sobre que tienen continuas quejas y diferencias cor» los ministros, y los yndios los padecen. 123. No pudiendo estar en sus pueblos mas que lo que dura la cobranga y al tiempo de ella, van y asisten en ellos otras muchas, veces, que es grande carga para los yndios, por sus molestias y servicios y repartimientos con que los affiigen, pues no van á otra cossa„ 124. Otras veces embian cobradores, gente de poca satisfacion,. y como no les duele la causa de los yndios, los afligen y maltratan mas que sus amos, y son mas perjudiciales, y lo mas ordinario noson aprovados por los que goviernan ni llevan ligengia suya. 125. Fácilmente traen diferencias y contiendas con las justicias^ y impiden á los yndios que no los ovedezcan ni vayan á sus llamamientos, y esto es muy ordinario cuando no hallan en ellos abrigopara hacer como quieren en sus encomiendas, y si se hacen á una. suele ser mas daño para los miserables yndios. <br />
Hacienda Real. <br />
126. El situado que cobran los dichos encomenderos con sus tributos, lo ocultan en mucha parte, mostrando padrones mas cortos de lo que cobran; lo mas ordinario es retenerlo en su poder mucho tiempo sin traerlo á la Caxa. 127. Lo mas necesario es la hacienda Real, porque de ella penden todos los de las yslas y es lo que menos asiento ni conciertotenga. 128. Poco quídado ay en procurar su crecimiento, Ó á lo menos; su conservación, porque a decaído mucho en lo que es trivutos, diezmos de oro y otros derechos que pertenecen á ella; sobre que hay algunas cossas de atrás ordenadas con mucha consideración y no se executan ny atiende á eso. 129. Los officiales reales no tienen ordenanzas por do regirse^ si no es algunos autos de los governadores, con que no está proveído á todo lo que hay que hacer. 130. Los libros Reales no tienen la claridad ni concierto que serequiere, ni se escrive en ellos lo que hay con la puntualidad ni al tiempo que se á de hacer; sirvense de ordinario de borradores, papeles sueltos en que puede haver ocasión de mucho daño, quandono sea fraude. 131. No todos los officiales lo administran todo, antes muchascossas pasan por mano de uno solo, como son cobranzas de derechos y otras cossas que al cavo de mucho tiempo se trae la cuenta de ellas á la Caxa, y en el entretanto se padece en ella. <br />
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DEL DR. ANTOKIO OE MORGA 26 1 <br />
132. Muy de ordinario reciben los officiales en sus cassas lo jues del haver Real, sin que entre en la Gaxa, y de ally lo dan y ;consumen en lo que es mas su voluntad. 133. No assiste el escribano de la hagíenda á lo que entra y sale en la Caxa, y se hace sin él, contra lo que su magestad tiene dis puesto, en que puede haber tanta materia de daño y fraude. 134. Muchas veces, por hazer comodidad á particulares deudo res á la Caxa, les reciben en cuenta para el pago libranzas y devitos Je ella que vuscan para este efecto. 135. Ase visto recibir en sus casas, de los cobradores y otros •que traen á la Caxa hacienda de ella, muchas quantias, y ocuparlas •en sus empleos y necesidades, sin meterlas en las Caxas en mucho tiempo. 136. Y lo mismo valerse del arroz, vino, oro y mantas de los tributos Reales para el mismo efecto. 137. Los almacenes Reales estuvieron mucho tiempo en poder •de solo el factor, con menos seguridad de lo que en ellos havia que si los tuvieran todos tres officiales; de poco acá se pusieron en po'der de todos tres ; pero ellos an puesto las llaves en manos de tres •criados ó personas suyas, que demás de ser acrecentamiento, es •cossa por que llevan sueldo de la Real hacienda, no se satisface enteramente á la intención que el que ellos las tengan por sus per;sonas para escusar todo daño y menoscavo de ellos. 138. Ay poca curiosidad en vender y administrar lo que ay en los almagenes, por que no se pudra ni con suma, como se á hecho de mucho de lo que a havido en ellos. 139. No se hace á tiempo empleo de arroz y bastimentos, ni •del corte de madera para las naos, por lo qual se hace después á mucha mas costa y daño. 140. En los gastos de aderezos de naos y demás embarcaciones lel Rey que se hacen en Cavite, á havido muy buena cuenta, mas de la que dice el patrón de rivera que tiene por su simple palabra y juramento; esta es una maquina muy grande y en que puede •aber ávido mucho daño y fraude entre factor y patrón de rivera, porque el gasto á sido muy grande y no se da cuenta ni claridad del. 141. Galeras, vireyes, caracoas y fragatas y otras embarcaciones del Rey, se han perdido por no haberlas puesto en el cobro necesario. / 142. Ay muchas plazas de marineros, artilleros, calafates, toneleros y otra gente de mar superfluos y no necesarios; que no sirven <br />
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af¡2 ESCRITos INÉDITos <br />
y hacen conocido gasto y los mantienen en ellas por ser sus criados, deudos y allegados. 143. Ay muchas plazas muertas y ayudas de costa dadas por los que goviernan y que tiran officiales y escrivientes, y officiales de la contaduría y officiales reales, todos sin orden de su magestad y contra su voluntad. 144. Ay muchas plazas de soldados escusados de servir por particulares respetos. 145. Ay muchos mas capitanes y sus officiales en el campo de los que son necesarios; que hacen mucha costa y gastan inútilmente : que conviene reformarlos. 146. Ay muchos que tiran sueldo de general de galeras y de capitanes de ellas sin que las aya, y de algunos cavalleros de la ciu dad sin que estén en defensa ni sea necesario. 147. Los alcaydes de los fuertes de nuestra señora de Guia y Santiago llevan mas sueldos que los que su magestad tiene or denado. 148. Las consignagiones que el Rey tiene hechas en su hacien da se confunden con otras pagas. 149. Tienese poco quidado en cobrar todos los Reales derechos de las naos de España, porque siempre va mas cargado en ellas que abaliado, y lo mismo en fletes de toneladas y derechos del di nero que biene de España; que siempre se trae mucho mas que r e gistrado. 150. Los cobradores que se erabian á las cobrangas de la Real hagienda y tributos no suelen venir á tiempo con ellos; hacen mu chos fraudes y daños, por donde vienen cada vez las cobrangas á me nos, y algunas veges se á visto que las retienen con consentimiento de los mismos officiales, porque ellos se an valido dellas. 151. Retardase muchas veces el traer cuenta final con los deu dores de la Real hacienda y cobrar de ellos el alcance, por particu lares respetos. 152. Ay muchas deudas viejas que la caja debe, cuya paga esta sobreseyda por su negesidad, y es negesario para su desempeño que se embie por lo necesario para esto á la caja de México con los re caudos necesarios. 153- Ansi mismo, porque los salarios y gastos están ya muy crecidos, es fuerza embiar cada año á la dicha caja de México por l e necesario, para que se pague todo á tiempo. <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 2 6 3 <br />
La navegación de España. <br />
I 54- El proveers e las plazas de las naos de la carrera de Nuev a España, es de much o perjuicio, porque en primero lugar se lleva este provech o quien no ha servido en esta tierra y se quita á los de ella. 155' Como á personas que no les duele, tratan de solo su nego cio, y no del bien de la tierra. 156. Bienen muchas plazas de mar y guerr a ynutiles 6 imperti nentes, que es much a costa pava el Rey, sin proposito. 157- La gent e biene desnuda y desarmada y ambrienta, porque sus capitanes solo an pretendido pelarlos. 158. Buelven las naos cargadas de lo que estos traen para em plear, y fuera de lo que es suyo, traen muy gruesas encomiendas y confiangas de México que emplear y encargar, con mucho daño de la tierra, ganan excesivos sueldo todo el tiempo que se detienen en volver á España, que se excusaran si fueran de estas yslas los officiales. 159- Quand o se van á la Nuev a Españ a con las naos, por y r mejor acomodados y meter sus mercaderías, alijan las haciendas de los vecinos, sin necesidad ni tener duelo, con que destruyen á mu chos y no se les d a nada, porque se van dond e no se lo an de pedir ni an de yr tras ellos. 160. Lo mas ordinario los tales que vienen proveídos, son deu dos y criados del Virrey de Nuev a España, mogos y nada espertos ; en lo que traen á cargo hacense millones de fraudes y daño en Aca pula en su despach o de las naos, que no se dicen por menud o porque para solo este punto era menester gastar mucho papel. En Manila, á ocho de Junio de mili y quinientos noventa y ocho años.—D. ANTONIO DE MORGA. <br />
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NÚM. 7. <br />
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Caria d S. M.: jRefiere los sucesos de Mindanao y censura la conduela de D. Juan Ronquillo, que abandono' la isla sin aguardar nueva orden del Gobernador Tello.—Manila, i." de Julio de 1598.—Archivo de Indias: do cumento núm. 120 del índice 5.°: est. 67, caj. 6, leg. iS. <br />
SEÑOR.—El añ o passado di cuent a á vuestra magostad com o luego que el capitán Esteban Rodríguez de Figueroa entró en la ysla de Mindanao á la pacificación de esta, le mataron los enemigos, y el cajpitan Juan de la Xara, su maestr e de campo, se hizo elegir por <br />
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264 ESCRITOS INÉDITOS <br />
governador de la gente de su exercito, y haviendo con ella poblado y dado muestras de que su pensamiento se levantara á cossas de que pudieran resultar algunos inconvenientes, tras esto avia des amparado el campo, y venidose a estas yslas con intento de casar se de grado 6 por fuerga con la viuda mujer de dicho capitán Este ban Rodríguez, que vivia en la ysla de Panay, y como tras el dicho Juan de la Xara dejando el exercito abia despoblado y se venia á estas yslas, y como le governava don Francisco Tallo, movido de la necesidad que havia de poner cobro á tantos desordenes, havia traí do preso a esta Ciudad al capitán Xara, que á poco tiempo después murió aquí de una enfermedad, y con toda brevedad ynvio á reco ger el campo y exercito á Mindanao, y tras él al capitán don Juan Ronquillo, general de las galeras que solía haber en estas yslas, para que lo governasse y continuase la dicha pacificación, y como avia llegado á buen tiempo; de manera que se avia reparado el daño pasado, y los enemigos mindanaos de Buhayen tenían cercados y en mucho aprieto á los amigos tanpacanes, y con la vuelta de los Es pañoles se avian retirado á sus fuertes y tratado con don Juan Ron quillo de medios de paz y medios de dar la obediencia y sujeción á vuestra magestad, sobre que se avian hecho ciertas capitulaciones y dado unas cadenas de oro en reconocimiento; y que el negocio quedara en este estado. Lo que después se ha ofrecido es que después los dichos buhayencs no cumplieron las capitulaciones y volvieron á la guerra de nuevo con los nuestros y haciendo de su parte el mayor esfuerzo que pudieron, tuvieron por mucho mejores á los españoles retirados en su fortifi cación, sin poder entrar á los enemigos, que tenían cinco fuertes grandes bien artillados y proveídos de armas y municiones y gente para su defensa y esperando cada día al terrenate, en cuio cerro, y aunque los nuestros fueron muchas veces socorridos destas yslas con vastimentos y vestidos, armas y municiones, todavía hallándose necesidades y sin esperangas de conseguir ningún buen suceso en aquella jornada, por muchas razones que se les ofrecían, dio cuenta de ellos D. Juan Ronquillo al governador, concluyendo con que convevia retirar el campo y exercito de vuestra magestad á estas yslas, porque todo no se perdiese; respondióle el governador con una orden que le embio para que, comprendiendo todavía lo que decía y avia informado, levantase el campo, el exercito del río Mindanao, y en el puerto de la Caldera, que es en ia misma ysla, hiciesen una población de españoles y dexandola fortificada para la seguridad de la mar y de aquellas islas con lo restante de la armada y exercito, <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 265 <br />
de venir á las manos con el enemigo buhayen y con la necesidad y valor de los españoles, que Dios fué servido en diversos encuentros de darles victoria siempre contra el enemigo, ganándole sus fuertes y desalojándole de sus fortificaciones y entrando la tierra dentro, proveyéndose de muchos vastimentos y otras cosas necesarias; y aviendo á este mismo tiempo venido socorro de Terrenate y fortificadose en el mismo Rio la armada de vuestra magestad, peleo con el y le ganaron y le tomaron mucho numero de caracoas y otros navios que avian traido, con la artillería y armas, y mataron la mayor parte de los terrenates, y entre ellos al general de su armada Cachil Babu, tio del Rey de Terrenate, y los demás fueron hechos prisioneros y se haogaron y perdieron en la mar. Con estos subcesos quedó nues tro exercito agentado, con el enemigo rendido de tal manera, que luego linieron todos los principales de la ysla dando la ovediencia á vuestra magestad y pidiendo la amistad de los españoles, y tras ellos Raja Mon, Rey de aquellas yslas, y fueron asentadas las paces y capitulaciones de ellas en forma y en cumplimiento, bajaron á poblar la tierra con mucha quietud y esperanzas de asiento. <br />
Con esta novedad despacho el aviso don Juan Ronquillo al gouernador escriviendole todo lo que pasava y diciendo que ya no algaria la mano de aquella planta por estar en diferente estado que primero avia informado, aunque le llegase orden conforme á su primera relación para retirar el exercito. Luego que el governador recibió este aviso, aunque por el se pudiese asegurar que donjuán haria lo que él decía, pues estava tan puesto en razón y era de tanta importancia, todavía no fiando mucho de su condición por apetecer el dicho don Juan y algunos de su compañía venirse á esta Ciudad á gozar los regalos y comodidades della y escusar los trabajos de guerra; luego le despacho una orden en respuesta avisándole de que se estuviese quedo con el exercito en el Rio de Mindanao, acavando de perfeccionar las cosas de la dicha pacificación, y que si vbiesse con la dicha primera orden retiradose, que no se persuadía uviesse hecho tal cossa, en qualquiera parte que le hallase esta orden, volviese al dicho Rio y asentase en el: en este tiempo, luego que llego la primera orden á Don Juan Ronquillo confirmando con las otras las sospechas que el governador de el avia tenido, sin aver tenido la cossa novedad y antes yendo cada dia la cosa en mas punjanza y felicidad, se determino de echo á despoblar y retirarse con mucho descontento de todos los indios, que le pedían no lo hiciese, y que mo los fuertes y poblaciones y dejándolo todo tan sin consideración ni seguridad, salió con todo el exercito y armada del Rio de Minda<br />
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26 6 ESCRITOS INÉDITOS <br />
nao y se vino al puerto de la Caldera, donde comengando la pobla ción llego la segunda orden para que obedeciese, y escusandose de la cumplir por la mala gana que de esto tenia, se vino con la arma da y el resto del exercitoá esta Ciudad, perdiendo algunas galeras y navios en el viaje. Visto por el governador el estado que esta caussa tenia y en que el dicho don Juan Ronquillo la a puesto aviendo dejado lo trabajado y ganado en la ysla de Mindanao en tan largo tiempo y á tanta costa tan á la ventura y con poca seguridad de que podra ser aver vuelto a levantarse la tierra como primero lo estava, de lo qual ya se tienen algunas sospechas, se resolvió por una mano prender al dicho don Juan Ronquillo y proceder contra él por justicia como lo va haciendo, y por otra bolver á inviar la gente y recaudo necesario para reparar este daño, que habrá de costar, cuando bien subceda, mucha hacienda y cuidado, en lo qual se va tratando lo que conviene con la priesa que el caso pide. Ame parecido informar á V. M. de la verdad de el y enviar con esta una carta original que don Juan me escrivio desde Mindanao en conformidad de otra que al mismo tiempo escribió al governador que por ello entenderá V. M. la mayor parte del tiempo y del poco fundamento que tuvo para desamparar aquel puesto siendo como es de tanta importancia y teniéndole en tan buen punto para que vues tra magestad provea acerca de todo lo que mas conviniere á vuestro Real servicio. Dios guarde á vuestra magestad por largos años como la chris liandad y sus criados emos menester, etc.—De Manila, primero de Julio 1598.—D. ANTONIO DE MORGA. <br />
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NÚM. 8. <br />
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Carta d S. M.: Da (Menta de cómo consiguió D. Juan Ronquillo que se le diera sueldo de General de las galeras, que estaba suprimido por no haberlas, etcé tera.—Manila, 30 de Julio de isgg.—Archivo de Indias: documento nú mero 133 del índice 5.°: est. 67, caj. 6, leg. 18. <br />
SEÑOR.^Los años pasados el governador destas yslas, en virtud de una (jedula de vuestra magestad, señalo de salario al general de las galeras destas yslas 800 pesos por año, aviendolo llevado algunos años y los últimos sin servir el cargo, por no aber ávido galeras, como agora tampoco las ay. El governador, a pedimento del fiscal de vuestra magestad, entre otros salarios que pidió que se reformasen, mando que el de esta plaza de general no se pagase ni corriese en tanto que no uviese galeras, y después en un acuerdo que <br />
uvo de cossas tocante á la Real hacienda de Vuestra magestad con el dicho governador y los officiales Reales destas yslas y conmigo, como oydor mas antiguo, se proveyó lo mismo. Deste acuerdo apello para la Audiencia don Juan Ronquillo, que ocupa esta plaza, y haviendo yo sido escluido de juez en la causa por aver asistido al dicho acuerdo y quedado solo un oydor, se conoció ally de ella, y metiendo un abogado por juez con toda brevedad se rrevoco el Acuerdo por autos de vista y revista y se mando pagar el salario de ochocientos pesos al dicho don Juan, no embargante que no aya galeras en que sirva el officio, hasta que vuestra magestad provea otra cossa, y asi le corre y lo cobra sin haber ocasión con que seruir el officio: á este mismo tiempo, teniendo el dicho don Juan Ronquillo el titulo de Alguacil mayor de la Audiencia Real destas yslas, de que vuestra magestad le hizo merced y se avia dicho que avia de ser dejando el officio de general de galeras que tenia por ser ambos incompatibles por no se poder servir juntos por una persona, oculto el titulo de Alguacil mayor hasta que tuvo los dichos Autos de vista y revista para gozar y llevar el salario de general de galeras, como arriva se á dicho, y después presento su titulo y fue admitido en el Audiencia á la vara, quedando con ambos officios como agora los tiene, haviendo tenido negociación para lo uno y otro y quien le favoreciese en ella, por averio conseguido. Y por entender no cumplía con mi obligación dejando de dar cuenta á vuestra magestad de lo que en esto ha pasado, lo hago para que vuestra magestad provea y mande lo que mas convenga a su servicio, cuya Católica Real persona nuestro Señor guarde poir muy largos años como sus criados y la cristiandad hemos menester.— De Manila treinta de Julio mil quinientos noventa y nueve años.— <br />
D. ANTONIO DE MORGA. <br />
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NÚM. 9. <br />
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•Carta á S. M.: remitiéndole copia de la sentencia que se dio en 8 de Marzo de i^gg mandando que á los menores que dejó el capitán Esteban Rodríguez de Figueroa se les devolviesen los bienes embargados para proseguir la jor nada á Mindanao.—Manila, 30 de Julio de 1599.—Archivo de Indias: do cumento núm. 134 del índice 5.°: est. 67, caj. 6, leg. 18. <br />
S2Ñ0R.—El año pasado de 1595 hizo el gouernador de estás ys las por mandado de V. Mag.'^ asiento y capitulación con el capitán Esteuan Rodríguez de Figueroa vezino de ellas de que por ser como hera persona rica y de mucha hazienda pacificarla la ysla de Min<br />
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, 3 6 8 BSCRITOS INÉDITOS <br />
-danao a su costa y poblaría en ella algunas poblazones de españo les dentro de tres años, por lo qual se le dio el gouierno de la ysla por su vida y de un heredero y quinze mili tributos de repartimien to en ella y otros premios de consideración; y asi entro en el gouier no, y entendiendo en la pacificación fue muerto en ella, y después acá se ha ydo continuando hasta ponerla en el estado de que se ha dado quenta a vuestra magestad*Los herederos del dicho gouerna ídor Esteuan Rodríguez de Figueroa han mouido pleyto á vuestra magestad pretendiendo que con la muerte de Esteuan Rodríguez cesso el efecto y obligación de la capitulación y que se ha de con tinuar á costa de vuestra magestad y se les ha de boluer lo que de la suya se ha tomado para esta jornada, y auiendo venido por ape lación de autos del gouernador á la audiencia de vuestra magestad que aqui reside en ella, se ha determinado la causa en vista en fauor •de los herederos de el gouernador Esteuan Rodríguez, como cons tara de la copia de la sentencia que es con esta. Y por ser como este pleyto es el de mayor cantidad y conside ración que en esta tierra se ha ofrecido y tan de el servicio de vues tra magestad el negocio, por ser la dicha pacificación de Mindanao tan necessaria y vuestra magestad no sobrado aqui de hazienda para poderla costear y proueer, y que con este yntento principal mente se hizo este asiento con el dicho Esteuan Rodríguez de Figue roa y se le dieron el gouierno y premios que se le ofrecieron, me ha parecido no cumplía con mí obligación si no daua quenta á vuestra magestad de este negocio y de el estado que tiene, para que vues tra magestad se sirua de proueer acerca de el lo que mas conuenga que entiendo por ser la causa ardua y auer en el audiencia solo vn jue z desocupado que de ella conoce conuernia que en qualquiera estado que estubiese Vuestra Magestad la mandase llenar al Consej o y que allí se viese y determinase y que si en el entretanto se vbiese acá apresurado la determinación en reuista se sobreseyese la execucion hasta que vuestra magestad la vbiese visto y proueido lo ,que fuese de el servicio de vuestra magestad, cuya catholica perso,na nuestro señor guarde por muy largos años, como sus criados y toda la cristiandad han menester. De Manila, 30 de jullio 1599.— <br />
•D. ANTONIO DE MORGA. <br />
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NÚM. 10. <br />
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Carta d D. Juan de Ibarra, Secretario de Indias: sostiene su mejor derecho d la plaza de oidor más antiguo; y añade graves reflexiones acerca del estado social de Filipinas.—Manila, 30 de Julio de 1599.—Archivo de Indias: do cumento núm, 135 del índice 5.°: esf. 67, caj. 6, leg. 18. <br />
Quando se fundó esta real Audiencia se dijo que de los quatro oydores que heramos proueidos en ella se auía de dar la antigüedad y primero lugar al licenciado don Antonio de Ribera Maldonado» que la uenía á fundar, y por no auer venido se me dio á mi y la posseo, y formé la Audiencia y he acudido con el cuidado que he podido á todo lo que ha tocado á esto. Entiéndese que dicho don An tonio de Ribera será aquí [roto: el año venidero?] y según algunos de mis collegas afirman que ha de entrar en la antigüedad [como?] si vbiera venido á tiempo y tomado possesion antes que yo. Yo lo entiendo diferentemente, pues legítimamente ocupé primero este lugar y he trabajado en el lo que he dicho, y el auerse dar la antigüedad al dicho licenciado don Antonio se entendiera viniendo to dos juntos (roto), como su magestad lo declaró asi quando otra uez se fundo Audiencia en estas yslas por cédula de 14 de Mayo de 1583 años, y así abré de [kacer?] la resistencia y contradicion que buenamente pudiere á qualquiera razón que se me pretendiere hazer sobre esto, como lo escriuo al Consejo, suplicando que porque cesse toda diferencia y emulación se ynvie a mandar lo que sobre esto se ha de guardar, y no permita se me haga agrauio; que aunque lo que mas deseo y he menester sería el hazerme merced de sacarme de esta Audiencia como lo tengo suplicado, con que cessaria esta y otras dificultades para lo de adelante; pero entretanto que su magestad no se siruiese de hacérmela, es necessario proueer y mandar en el dicho punto lo que conuiniere, porque acá no ay cédula ni otra claridad por donde se entienda ser la voluntad de su magestad lo que contra mí se pretende. Suplico á vuestra merced me la haga de ayudar y fauorecer mi razón en lo que le fuere y ser parte para que se tome con breuedad resolución en esto y se ynbie en la primera ocasión. <br />
Esta ciudad es pueblo corto y fundado de personas los mas de pocas prendas, venidos por necessidades y otros trabajos de la Nueua España y otras prouincias; y asi son trabajosos de condición y proceder, y todo es enbustes y marañas y querer cada vno biuir con su libertad, y entre otros vicios que tienen es cansar á su ma<br />
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ESCRITOS INÉDITos <br />
gestad y a sus ministros con sus cartas y relaciones contra los que gouiernan, y son juezes quando tienen de ello menos gusto del que quisieran y ynduzir á otras las escriuan por desacreditarlos ó por acreditar á los que de ellos son sus parciales, y acuden á sus deseos; y con esto gastan la mayor parte de el año haziendo cargazón con particular negociación de este genero con que vengarse de sus pasiones con verdad ó sin ella ó fauorecer á sus amigos sin que á ello les mueua otro buen respecto ni yntencion, y quien mas vsa de esto es vna parcialidad de personas que aquí ay muy educadas para mal hazer y biuir que de hordinario anda encontrada con los que gouiernan, que se llaman ¿os rodeados, que vinieron á esta tierra por rodeo de Tierra Firme con el gouernador don Gongalo Ronquillo; Juan Ronquillo del Castillo, á quien su magestad ha hecho alguazil mayor de esta Audiencia; persona de vida libre y escandalossa y fíor otra parte ynclinada á marañas é ynuenciones para fatigar á los que río son de su opinión. Luego que yo entre en esta tierra me pro curaron reduzir á ella, á que no di lugar por parecermecosa ynde cénte para un juez, y por esto, y por que puse la mano en castigar algunos delitos que el dicho don Juan [Ronquillo] y los suyos co metían, de alguna consideración, me han sido y son poco aficiona dos, y últimamente por auerse enparentado el fator Francisco de las Míssas con el [dicko?] don Juan, acudieron á fauorecerle en la visita que se me cometió, y yo le he tomado, como por otras tengo dado quenta, y han quedado [conmig-o^ con menos gusto, y entre otras diligencias han procurado y solicitado personas que escriuie sen contra mi al Consejo y otras tragas, para desacreditar mi per sona; que esto me ha dado poco cuidado, por que la razón preualece siempre. Pero lo que mas he sentido es auer visto que el licenciado Tellez Almazan, oydor de esta audiencia, y el licenciado Salazar, fiscal de ella, se han hecho publicamente tan parciales de estas personas, que con mucho escándalo y murmuración de los demás de el pueblo asisten y comen y aun duermen en sus casas, particularmente el don Juan Ronquillo, que publica auerse hallado pariente de las hijas de el licenciado Almaran, y él dize lo mismo, y con esto es fuerga que falte en algunas ocasiones el seruicio de su magestad y buena administración de la justicia, demás que con este fauor y espaldas (roto) y daño de la dicha parcialidad y liga que tan odiosa y reprobada es por las leyes, y aun se pone particular diligencia en cartas y por ynformaciones [que?] entre sí han hecho en acreditar con su magestad y Consejo á los dichos licenciado Almazan y fiscal sus parciales y deshazer los seruicios y par<br />
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DEL DE. ANTONIO DE MORGA 27 1 <br />
tes de los que no biuimos de esto, en que los dichos licenciado \y fiscal?] hazen particulares diligencias, entendiendo que por aquí han de [valer?] mas y adelantar sus pretensiones, y en particular el licenciado Almazan, que es ombre ambicioso y de condición que terna poca paz [con sus] compañeros donde quiera que estubiere, como el tiempo lo mos [trará]; yo me voy con todos á mi paso llano y disimulo siempre lo [que se] ofrece, por no romper con la conformidad, á lo menos en lo publico y del seruicio de su magestad, y así lo procurare siempre; pero no he podido escusar de dar á vuestra merced tan larga relación de este punto, para que teniendo vuestra merced entendido tan de rayz lo que [pasa?], se sirua en las ocasiones que por alia se ofrecieren de amparar y fauorecer mi persona, que la hallara siempre vuestra merced muy desnuda de semejantes tragas y enredos con sola la verdad y razón en la mano y necessitada de que en lo que tubiese justicia vuestra merced me haga merced con la suya sacarme de los trabajos en que mis ému los desearan ponerme tan sin razón ni fundamento bueno. Y esto es lo que entre otras cosas mas me aprieta para desear y pedir mudança de esta Audiencia, porque mal podré acertar á seruir en ella con emulaciones y enrredos de los de dentro y fuera: encomiendolo todo á nuestro Señor que disponga lo que mas aya de ser para su seruicio, á quien suplico guarde á vuestra merced por muchos años, como yo su seruidor deseo.—De Manila treynta de jullio de mili e quinientos e nouenta e nueue años.—D. ANTONIO DE MORGA. (Al dorso se lee:) «A Joan de Ibarra, del Consejo de .nuestro Señor y su Secretario de las Yndias.» <br />
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NÚM. 11. <br />
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Testimonio de una relación presentada por el DR. ANTONIO DE MORGA .ante el Gobernador de Filipinas, D. Francisco Tello, en que le da cuenta de todo lo sucedido en la jornada delcoi'sario holandés.—Manila, 5 de Enero de 1601.— Archivo de Indias: documento núm. 58 del índice 7.°: est. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
Este es un traslado bien y fielmente sacado de una petición que parece aver presentado el señor doctor Antonio de 'MORGA, oydor de la Real Audiencia destas yslas, ante don Francisco Tello, cavallero del avito de santiago, siendo governador y capitán general destas yslas, y esta en un pleyto que por mandado del dicho governador se hace y sigue contra Joan de Alcega, almirante de la real armada que se hizo contra el enemigo olandes que andava en estas yslas de que fue por capitán general el dicho señor oydor y por al<br />
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27* ESCRITOS INÉDITos <br />
mirante el dicho Joan de Alzega, por aver desmamparado á la capi tana real al tiempo de la batalla, cuj'^o tenor es el siguiente: «El doctor Antonio de MORGA, oydor de la Real Audiencia y Chanchilleria destas yslas Philipinas, digo: que por el mes de otubre del año de mili y seiscientos vino a robará estas yslas Oliver de Ñor, cosario ereje, natural de los estados de Flandes, con dos navios de guerra bien apercibidos de gente, artillería y municiones en dos naos, una grande y muy fuerte por capitana, y otra pequeña y de menos consideración y fuerza por almiranta, con las quales avia entrado en la mar del Sur por el estrecho de Magallanes y corrido la costa de Chile y llego á surgir fuera del embocadero destas yslas en la baya de Albay, y aviendo tomado lengua de las costas destas yslas, y que no avia armada ni dispusicion para hazerla con que pu diese ser ofendido, enboco por Capuey y prosiguió su viaje hasta ponerse sobre la boca de la baya desta ciudad de Manila, donde hizo algunas presas y robos en navios que á ella entravan y esperaba hacerlas mayores en los que se esperaban este año de China como de la Nueva España con la moneda destas yslas, por loqual vuestra señoría, juntamente con la Real Audiencia, por acuerdo en forma de postrero dia del dicho mes de otubre, me cometieron fuese a el puerto de Cavite y lo pusiese y tuviese en defensa y juntamente alli acavase algunos navios questavan comenzados en el astillero, y aderesasc y compusiese los que pudiesen ser de armada con bre vedad para salir á resistir y castigar a el enemigo; todo lo qual por mi persona trabajando de dia é de noche, sin que se me diese por ello cosa alguna, puse por obra con suma diligencia y cuydado en treinta y dos dias, y aviendo venido á esta ciudad á dar quenta del buen punto y estado en que tenia ya las cosas del armada para que se proveyese luego quien avia de salir con ella y la gente de guerra y mar que se avia de embarcar, visto que todavia el cosario se de tenia junto á esta baya, vuestra señoría me ordeno y mando por escripto, en nombre del Rey nuestro señor, por las causas y ragones apretadas que para ello le movieron, que con la gente aventurera desta ciudad, que para la jornada se movia á mi devoción entendiendo que yo avia de hacer la jornada, y con otra cantidad de la de paga deste campo, yo saliese con toda brevedad en busca del enemigo y pelease con él hasta rendirle o hecharle en fondo, y otras cosas que mas largamente se contienen en la ynstruccion que para ello vuestra señoría me dio cerrada y sellada á que me reñero, en cuyo cumplimiento por solo hazer el servicio de Dios y del Rey nuestro señor, que tanto vuestra señoría me encargo, dexando mi casa y <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 2 7 J <br />
quietud, muger c nueve hijos obedecí lo que vuestra señoría me mando; y a mi costa, sin que de la Hacienda Real se nos proveyese cosa alguna á mi ni á todos los aventureros que conmigo fueron, que fue la mayor parte de toda la gente, me embarque en la arma da en doze días del mes de díziembre del dicho año llevando por capitana la nao San Diego, que seria de porte de ducientas tonela das, y en su conserva la nao San Bartolomé por almiranta, del mis mo porte, á cargo del capitán Joan de Algega, almirante de la ar mada, y otras embarcaciones pequeñas para el servicio de la arma da; y el mismo dia me hize á la vela del puerto de Cavite en busca del enemigo, y jueves siguiente catorzede diziembre le di vista, que con ambos navios de su armada estaba surto junto á la boca de la baya en la punta de Balaytigui, con sus lanchas por popa, el qual, luego que reconoció las dos naos de la Real armada que Íbamos juntas para barloar y embestir ambas con la capitana del enemigo questava de atrás bien reconocido ciue era navio de fuerga y no lo era su almiranta, se levo, y echando á la dicha su almiranta con todas las velas la vuelta de la mar para dividirnos, é entendiendo que alguna de nuestras naos yria tras della, con su capitana arreo hazia nuestras naos para ganarnos el barlovento, lo qual no pudo conseguir; antes aviando yo reconocido la fuerga de su mucha y buena artillería con que me comengo á cañonear y que el buen suceso consistía en venir brevemente con el á las manos con ambas naos debajo del acuerdo que desto avia, en cuya conformidad el dia antes treze de díziembre yo le avia dado orden é ynstruccion por escripto á el dicho almirante, luego barloe con mi capitana á la del cosario y me aferré con ella costado con costado por la banda de babor del enemigo en confianga de que mi almiranta haría luego lo mismo por la otra banda, como pudo, y á la primera rociada de artillería y arcabucería barrí la cubierta del enemigo y le desapareje el árbol mayor y mesana y le eche á la mar las vergas y xarcia, quemadas las velas, y le gane y pase á mi poder la bandera de gabia y el estandarte y bandera de quadra y las demás que la nao traía, y le eche un golpe de gente de mí nao dentro con sus armas y una bandera de infantería, que le ganaron el alcázar de popa y la cámara, y le quite la chalupa «5 lancha que traya por popa, y toda la gente del enemigo se retiro debajo de su xareta y cuviertas á la proa, de donde biendo que también les iba mi almiranta ya encima y que no podían defenderse me inviaron á pedir partido de las vidas y que se rendirían: yo se le di luego en respuesta de su recaudo por concluir la pelea á menos daño y con mas seguridad, y á <br />
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274 ESCRITOS INÉDITos <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 27 5 <br />
tirado la gente y bandera que tenia en el alcázar de popa de la nao del cosario, el qual quedaba como esta dltho tan destrocado y .acavado, me fui la vuelta de la dicha ysla de Fortun á repararme, y el agua que la nao hazia fue creciendo, de manera que un punto ^e fue la nao á pique, y con esto, viéndose solo el enemigo con la poca gente que tenia, se dio priesa á matar el fuego de su nao, y con el trinquete que siempre avia tenido arriba se puso en huida la vuelta de la ysla de Luban, donde ni en las otras yslas circunveí;inas no á parezido después acá de aquel dia, mas de que se puede entender que por esto, y por yr tan destrogado y deshecho de gente y sin chalupa se perdió y fue á fondo, de que se an visto después acá algunas señales en la mar, de vergas y velas y cuerpos de ene migos por donde esto mismo se puede presumir. Quando la capitana de la armada en que yo yba se fue en fondo, no hubo chalupa ni navio que pudiese socorrer la gente, porque se avian ydo della con algunos marineros y soldados que por escapar del peligro se avian apartado con ellas á la dicha ysla de Fortun : de manera que hundida la nao, yo sali en el agua y me salve á nado al cabo de quatro oras con mucho trabajo en la dicha ysla de Fortun, questava de alli legua y media y con muchos mares y viento, y lo mismo hicieron otras docientas personas entre españo les é yndios y esclavos, y los demás se aogaron y perecieron con Jo demás que en la dicha nao avia, y luego hize diligencia para sa car de la dicha ysla toda la gente, por ser despoblada y sin agua, y Jos encamine é invie á esta ciudad; luego sali por la costa á tomar lengua del enemigo, que avia ydo huyendo y en busca de la almi ranta y del otro navio rendido que no pude alcanzarlos, ni en las yslas de aquel contorno, aunque en enbarcaciones ligeras los bus que en ellas, por averse desviado dellas, hasta que teniendo noticia estavan junto á Mariveles, vine en su demanda y dexe de entrar en los navios; é por averme vuestra señoría escripto precisamente que viniese luego á esta ciudad á otras cosas del servicio de su mages lad, con que acave la dicha jornada; y aunque se consiguió en ella el fin que se prentendia de deshacer el dicho cosario de suerte que no pudiese hacer los daños que se temian en esta mar y vencerle como se hizo, pero esto se pudiera haver conseguido colmadamen te y sin la perdida que en ello ubo si se hubieran guardado mis or jdenes en la dicha armada y no hubiera ávido otros excesos y des ^conciertos sobre los quales yo obiera procedido y hecho justicia, sí ^e me oviera dado lugar de volver á la dicha armada, como siem pre lo procure; y pues esto de mi parte a cesado, á vuestra señoría <br />
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27 6 ESCRITOS INÉDITOS <br />
toca, como á capitán general deste reyno, el proceder en la causa asi para hazer en ella lo que sea de justicia como para dar cuenta al Rey nuestro señor de lo sucedido; é yo é cumplido con esta ynten cion con darla á vuestra señoría tan fiel y particular del caso y de los dichos excesos de mas principalmente se ofrece que tratar que son los siguientes: Primeramente, quando la armada estuvo á punto para salir deí puerto de Cavite, sobre aver sido cortamente proveída de marine ros y artilleros, que era una de las cosas mas ymportantes, los mas de los que asi se proveyeron y apercivieron se ausentaron y huye ron de la dicha armada al tiempo de la salida, de manera que no pudieron ser ávidos, y la armada se ubo de yr sin ellos, é por esta causa se perdió é padescio mucho; contara quienes son los que hicieron este delito por las listas del socorro é repartimiento de marineros que están en poder del factor de la Real Hacienda é por el registro que el contador después hizo de ambas naos en Máriveles. ítem, aviendo vuestra señoría á mi suplicación hecho buscar en esta ciudad algunos marineros y enviandomelos con el sargento' Pedro López á Maribeles, donde la armada estava surta miércoles trece de diziembre, y llegados los susodichos el miércoles dia á la armada, por ser hombres de caudal y hacienda y que rehusaban la jornada, no fueron aquella noche á la armada, antes se metieron en la población de la ysla, donde estuvieron hasta que aviendose aquella madrugada levadose la armada en seguimiento del enemigo, ellos entonces salieron de la dicha poblagon y se volvieron á esta ciudad.. Lo tercero, que aviendose ofrecido á la nación sangleyes desta ciudad que con tres navios de armada á su usanza yrian en servicio y conserva de la dicha armada y armadolos y salido tras della de Cavite para este efecto, llegados á el paraje de Maribeles, dondela armada estuvo surta, se desviaron della é fue necesario ynviarles á mandar quel dia siguiente se juntasen con el armada y siguiesen sin apartarse della, so pena de la vida, los quales no solo no lo cumplieron, antes quando vieron el dia siguiente la batalla se quedaron mirándola mas de tres leguas atrás, y pudiendo ser de mucho provecho se volvieron quando mi capitana se fue á pique la vuelta de la baya tañendo campanas y atavales á su usanga. Lo quarto, el dicho capitán Joan de Alzega, almirante de la ar mada, no guardo la orden é ynstruccion quel dia antes de la bata Ha le di por escripto, firmada de mi nombre en conformidad de que arabas naos capitana y almiranta aviamos de barloar y pelear coa <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA '27 7 <br />
la capitana del enemigo por ser el navio de fuerga, antes aviendome ú mi visto barloado se paso de largo sin tener orden mia para ello •ni menos para seguir ni pelear con la almiranta contraria ni desam pararme, que si lo hiciera como tenia la obligación, se acabara lue go de rendir é tomar la capitana sin perdida de solo un hombre y :se ganara para su magestad un hermoso navio con veinte y seis piegas de artillería y otras muchas cosas de precio é valor para todos, é no se perdiera mi capitana ni perecieran ni ahogaran la gente de consideración que con ella murió, y luego fuera cosa muy fácil y cierta tomar también la almiranta, que era navio pequeño y sin fuerga: á de mandar vuestra señoría prezisamente al almirante exsiva la ynstruccion que yo le di original en Mariveles, en treze de diziembre, de mano del capitán Joan Tello y Aguirre que vino por -ella firmada de mi nombre sin restadura ni enmienda alguna porque por ella se verificara sin fraude ni engaño lo dicho. Lo quinto, que después de yda mi capitana á pique, el enemigo •con la suya, asi destrogado como estava, se puso en huida con el triquete que llevava arriva é paso á vista de la almiranta de mi •conserva, y aunque fue avisado el almirante de mi perdida y que aquella era la nao del enemigo y hizo vela tras ella no la quiso se^guir y la dexo, pudiéndola alcangar fácilmente, pues no llevava mas que el trinquete, é tomarla por yr tan destrogada y sin gente : esto lo vimos desde Fortun los mas que alli nos hallamos é lo dirá el mismo almirante flamenco prisionero é los que an venido de nuestra almiranta y quedan en ella. Iten, que debiendo nuestra almiranta volver á buscar su capitana, •ó a lo menos la gente que della se avia salvado en Fortun, que le -caya muy cerca y se avia visto yrse á fondo desde su nao para socorrernos de aquella ysla despoblada y sin agua, donde estábamos -en conocido riesgo de las vidas, no lo hizo; antes con diligencia se fue y aparto la buelta de tierra firme á el paraje de Mareyuma, de manera que no le pudiésemos hallar ni tomar horden de mi, como •de su general, de lo que avia de hazer ansi en seguir el dicho ene migo, en que se perdió grande ocasión como en otras cosas del ser vicio de su magestad que convenia se hiciesen. Lo séptimo y ultimo, que debiendo el dicho almirante de no apartar de su conserva el navio que avia rendido y ganado á el enemigo, porque no se volviese á perder con muy poca gente que -dentro le echo, se aparto del, y so color que le inviava á aparejar, le invio á la ysla de Luban con otros yntentos, donde el mismo dia, cerca de noche páreselo también la capitana del enemigo, que se le <br />
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• j ys ESCRITOS INÉDITos <br />
viera le tomara é ganara fácilmente por estar sin defensa, y luegá sin averie aderezado salió de Luban y fue á la dicha almiranta á Marayuma. De todo lo qual a constado bastantemente a vuestra señoría por las relaciones que an traydo y ynviado a vuestra señoria del dicho,suceso é por las ynformaciones fechas por el alcalde mayor de la prouincia de Balayan, en cuya costa y jurisdicción sucedió el caso,. y constara de las diligencias é ynformaciones que vuestra señoria á. de ser servido de hazer sobre lo dicho y cada cosa dello por su persona, y con brevedad, antes que los culpados los maleen, áfin de que no se entienda la verdad como se an ydo previniendo para ello ha ziendo ynformaciones ante si propios en la nao almiranta en sus•propias causas y negocios á que no se deve dar lugar ni tener aten ción alguna, pues son nulas y con fraude é malicia. A vuestra señoria pido y suplico haga é provea en este negocio piies es de tanta calidad y consideración lo que al servicio de Dios y de su magestad convenga, de manera que sean castigados loa culpados en materia de tanto daño y perjuicio y el Rey nuestro señor y señores de su Real Consejo de las Indias sean ynformados con fidelidad de todo lo sucedido y de lo que á fecho, pues de mi parte en quanto á esto por no me aver quedado ya mano ni juris dicción de general de la armada é cumplido con mi obligación, é para ello lo pido por testimonio.—DOCTOR ANTONIO DE MORGA.» En Manila, cinco del mes de henero de mili é seiscientos y un¡ años, ante el governador y capitán general destas yslas don Fran cisco Tello pareció el doctor Antonio de MORGA é presento esta pe tición, e vista por su señoria, mando questa petición se junte con la ynformacion que higo el alcalde mayor de Balayan, para que se hagan las demás averiguaciones que convengan conforme á el pro veimiento, é se proveerá lo que sea justicia.—TELLO.—Ante mi ; <br />
GASPAR DE ACEBO. <br />
El qual dicho traslado fue sacado como dicho es de la dicha p e tición original questa en el dicho pleito de pedimiento y manda miento del dicho señor oydor y va cierta y verdadera.—En la ciudad de Manila, á veinte dias del mes de noviembre de mil y seis ¡cientos y dos años, siendo testigos Joan p.'* Manfredo y Gregorio del Castillo y Joseph de Naveda Alvarado. - Y en testimonio de verdad, fice mi signo.—JOAN PAEZ DE SOTOMAYOR, escribano Real. [Va á continuación la legalización hecha por los escribanos Fran cisco de Valencia y Juan Fernández Aparicio: Manila, 20 de No viembre de 1602]. <br />
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NÚM. 12. <br />
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Carta d S. M.: Da atenta de la venida de OUvier Van Noort; de cómo el Gober nador Tello le comisionó para ir conlra dicho pirata; de lo que hizo,y termina pidiendo que se le saque de Filipinas.—Manila, 30 de Junio de 1601.—Archi vo de Indias: documento núm. 12 del índice 7."; est. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
SEÑOR.—Por el mes de margo de el año pasado de 1600 paso por el estrecho de Magallanes á la mar de el Sur una esquadra de nauios de armada holandeses de el Conde Mauricio, por general Oliuer de el Nort y almirante Lamberto Viezman, con patente é ynstrucciones en flamenco y castellano, para hazer guerra á. fuego y sangre á los castellanos y portugueses que encontrasen en estas partes, y después de auer hecho algunas presas de no mucha consideración en la costa de Piru, vinieron capitana y almiranta con sus lanchas á estas yslas, donde surjieron fuera de el embocadero a 16 de nobiembre de el dicho año. El gouernador don Francisco Tello se hallaua desapercibido de todo genero de armada y resistencia por mar, porque no auia galera alguna ni otro genero de nauio con que poderle ofender, porque una galizabra que se auia comengado á fabricar el año antes en. el astillero de Cabite se auia quedado y mudada la fabrica para nauio de carga, y temiéndose que el enemigo bajaría al dicho puerto á quemar los pocos nauios que auia de la carrera de Nueua España para asegurarse en la mar de el todo punto, mando á don Juan Ronquillo de el Castillo, que tira el sueldo de general de galeras sin auerlas, que luego fuese al dicho puerto y lo pusiese en defensa y hiziese armada con que salir al cosario. Fue al puerto, que es dos leguas de esta ciudad, y á tercero día se boluio á ella sin auer puesto la mano en cosa ni mostrar voluntad á ello, poniendo dificultades y pidiendo tantas cosas que dezia heran menester que no las auia, que hizo la cosa ynposible, y el gouernador, no solo, se disgusto por esto con él, pero aun dejauase dezir cosas que le obligaron a prenderle, como lo hizo. El cosario siguió su viaje la buelta de la baya de esta ciudad, y viéndose apretado el Presidente y gouernador, lo comunico con el audiencia y pidió su ayuda, en la qual, deseando hazer el mayor esfuergo que se pudiese, se acordó que yo fuese á Cabite y pusiese el puerto en defensa y juntamente hiziese la armada. No puse en esto dificulades ni escusas ni pedi premios ni ayudas de costa ni cosas inposibles, sino que el mismo dia me puse en el puerto y lo fortifique tan bastantemente, y lo tube en de fensa, que aunque el enemigo se puso en la boca de la baya no se atrevió á entrar ni executar su determinación por la noticia que tubo de mi preuencion. Juntamente con esto acabe la galizabra y la bote á la mar y aderece otro nauio de particulares que alli esta ua, y ambos los arme y puse á la vela en treynta dias con mucha gente auenturera y de calidad que en mi compañia se determinaron á yr en seruicio de V. Magd. en tal ocasión, todos a su costa por que el enemigo se estaua muy de asiento en la boca de la baya esperando los nauios de chinos y las naos de Nueua España con la plata para hazer en ellos presa. Viendo el gouernador el estado en que yo tenia puestas las cossas tan sin costa de la hazienda de V. Magd. y que la gente con que la jornada se avia de hazer no la hazian ni querian yr en el armada si yo no salia por cabega de ella y lo mucho que en esto inportaua la brcuedad, me hordeno en nombre de V. Magd. apretadamente hiziese la jornada, diziendome que no se podia en esta ocasión hazer el servicio de V. Magd. de otra manera. Yo obedegi y me puse á punto para yr á lo que se me mando sin pedir paga ni ynterese alguno y gaste mas de quatro mili pesos de mi poca hazienda en lo que auia menester para la jornada, algunos socorros y preuencion de armas y otras cosas y puse á riesgo mi persona, honrra y hazienda, y el remedio de diez hijos que Dios rae ha dado y una muger de bienpor solo el servicio de Dios y de V. Magd., que claro es no me pudo sacar de mi casa donde estaua con sosiego y mas seguridad otro algún respeto ni ynterese, pues jamas lo pedi ni tube en esto. <br />
Esta resolución fue a desgusto de el dicho donjuán Ronquillo de el Castillo y de sus parciales, que los mas principales son el factor Francisco de las Missas y el licenciado Tellez Almagan, oydor de esta Audiencia, que muy al descubierto trataron con el gouernador le diese la jornada, pues hera general de las galeras, y otras cosas á este proposito, las quales satisfizieron poco al gouernador y le pa regio no mudar el yntento que yo lo deseara ó á lo menos no me pesara de ello. Salí con las dos naos de armada en busca de el cosario de. el puerto de cabite á 12 de diziembre y juebes 14 de el mismo vine a las manos con el, y succedio en la pelea lo que V. Magd. mas largamente entenderá por la relación que es con esta. Lleue por almirante por nombramiento de el gouernador un capitán, Joan de Alcega, vecino de esta giudad, parcial de el dicho don Joan Ronquillo y muy amigo por esto de el dicho licenciado Tellez Almagan, oydor, y porque quando vino á esta giudad le hos<br />
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pedo y regalo y sienpre lo ha continuado; honbre platico en la guerra de yndios que por acá se usa, pero vidrioso de condición y amigo de hazer su voluntad en las ocasiones sin obedecer á sus su periores, de que ay bastante experiencia. Teniendo yo bien reco nocido al enemigo y que toda la fuerga la traya en su capitana, hordene al almirante por escrito el dia antes de la batalla lo que conuenia, particularmente sobre que con ambas nuestras naos pe leásemos con la dicha capitana de el cosario. Y asi luego que des cubrí el dia siguiente al enemigo lleue conmigo cerca la almiranta, y yo le barloe y me aferré con él, y llegado el almirante, auiendo de hazer lo mismo, dio el timón á la banda y sin borden mia, con tra la que le tenia dada, se fue tras la almiranta de el cosario que yua en vela y me desamparo y dejo solo, por donde tube el succes so con mi capitana que se contiene en la relación. Por este excesso y otros que hizo de mucha consideración, luego que entramos en esta ciudad prendió el goucrnador al dicho capitán Joan de Alcega y va procediendo contra él, y con el fauor de el dicho oydor y de su parcialidad y muchos medios que han tenido particularmente con el licenciado Salazar, fiscal de esta Audiencia que es descubiertamente de la misma parcialidad, se ha encogido de manera en esta causa como quien esta tan cerca de salir de su gouierno y tiene tanta necessidad de no grangear mas enemigos para su residencia, que hasta agora no ha hecho nada en la causa, ni espero se hará por esta via. Este capitán Joan de Alcega fue el año de QQ cargador de la nao Sto. Thomas, que de aqui salió para la Nueua España en conpañia de otros dos vezinos de esta ciudad, en cuya carga fue tanto el excesso por su parte y la infidelidad, que se entiende fue defraudada la hazienda de V. Magd. en mas de cien mili pesos; el goucrnador por lauar las manos de este pecado procedió contra ellos y los condeno en graues penas y restituciones, como abra ynformado a V. Magd. Vino la causa en apelación a esta Audiencia, la qual por la dicha amistad y parcialidad tiene enterrada el fiscal, como otras, sin que se trate de ella ni V. Magd. ni esta república sean satisfechos. Con esto, Juan de Alcega no solo ha quedado sin castigo, pero ayudado de los dichos con cartas y algunas ynformaciones y papeles que abian hecho y conpuesto ocultamente, pretenden oscurecer mi buen seruicio y pedir para él la gratificación; yo no he querido valerme de mas que la verdad desnudamente, que es la que tiene lugar delante de los ojos de V. Magd., suplicando muy humilde<br />
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mente a V. Magd. sea seruido de mirar mis buenos deseos y traba jos con la clemencia y benignidad que merecieren, haziendome la merced que ubiere lugar, de manera que no queden sin la gratifica ción que los criados de V. Magd. tienen en semejantes ocasiones y que lo principal de ella sea mandarm e sacar deste destierro á don de pueda gastar lo que me resta de uida con mas quietud en serui cio de V. Magd. y encaminar mis hijos en lo mismo.—Dios guard e Ja Catholica Real person a de V. Magd. por muy largos años.—D e Manila 3 0 de Junio 1601.—D. ANTONIO DE MORGA. <br />
Anexo primero del número 12. [Archivo de Indias: est. 68, caj. i, leg. 42.] <br />
JESÚS. <br />
Sea en nuestras almas. &. Muchas vezes me á pedido V. Reverendísima qjue como testigo de vista le cuente lo que passó en Ja batalla nabal que huvo en estas yslas Philipinas con los yngleses que vinieron á ellas el año passado de mili y seyscientos, y el averio rehusado y no correspondido al deseo de vuestra Reverendísima no á sido falta de amor, pues amo á vuestra Reve rendísima en el Señor. Helo dexado porque vuestra Reverendísima no se descuydase en dexar esta carta sobre la messa y leyéndola algún curiosso me juzgasse por amigo de contar las bravezas y desgarros que passan en las batallas, pues sabe vuestra Reverendísima que nuesti-a proffession es huyr estas fanfarrias y vanaglorias mundanas, y mas que mí yda á esta Batalla no fue por ver curiosidades, sino para confessar y administrar el santísimo sacra mento de la penitencia á los que en tan santa jornada yvan y también porque nuestro Señor ha visto se hallase en tan justa impresa, pues lúe el primero que convirtió estas yslas al conoscimicnto de Dios y servicio de nuestro Rey, y demás de esto que fue el último fin que me movió, conñesso á vuestra Re verendísima mi culpa como á amigo que algún poco de carne y sangre me llevo tras si, por lo mucho que quiero y amo al capitán Jhoan de Alcega, tan amigo de vuestra Reverendísima, que fue por almirante en esta nabal Batalla, en la qual le acompañé y estuve en su almíranta, desde diez de diciembre del mesmo año que salimos de la ciudad de Manila, hasta los catorce del mesmo mes (que fue quando se dio la Batalla), y después todo el tiempo que fue general de la mesma armada hasta que tornamos á la dicha ciudad; y como persona que me hallé presente, á todo satisfaré el deseo de vuestra Reverendísima, pues me lo pide tan de veras con la certidumbre y realidad de verdad de lo que vi y oí, sin que haya escrúpulo de conciencia aiíadiendo ni quitando en lo que me acordare. Ya vuestra Reverendísima sabe como los ynglesses llegaron á estas yslas Philippinas y tomaron puerto en la Baya de Albay (provincia de Camarines) el año passado de mili y seyscientos y de allí vinieron á vista de ISÍirabeles, ysla puesta en la voca de la baya de Manila, donde la ciudad tiene puesta allí centinela á ocho leguas della; lo qual sabido por el señor gobernador don Francisco Tello, hizo las prevenciones que como á capitán general, y buen soldado; le paregio ser necessarias, proveyendo y mandando que con toda <br />
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brevedad se armasen tres naos buenas y bien aparejadas que con el cuydado y priessa que hizo dar (yendo muchas veces su señoría á dar priesas á la obra), y assi estuvieron á punto á diez de diciembre del mesmo año, juntamente coa una galera caracoa y champanes, que son navios de remo y vela; ya vuestra Reverendísima save como assi mesmo proveyó por general al señor doctor Antonio de MORGA, oydor de esta Real audiencia, y por su almirante al capitán Johan de Alipega, cuya election fue tan acepta en estas partes cuanto la alegría de todos lo mostró, cassi profetizando con este contento el universal que avian de tener estos reynos y el acrecentamiento de onrra que á la na9Íon española se le avia de seguir; y porque vuestra Reverendísima fue testigo de todo esto, no quiero cansar con cossas tan savidas, sino contar desde nuestra despedida, que fue á los diez del dicho mes. Este dia Domingo vino por mi el almirante Jhoan de Alcega con muchos amigos y nos enbarcamos en un barangay suyo, acompandonos hasta la mar todos los religiosos de cassa, no con pocas lagrimas y promessas de missas y oraciones, con lo qual fuimos muy confiados en Dios de alcanzar la victoria que nos estava aparejada, y comenzó nuestro Señor á hazernos merced desde este punto; porque dentro de dos oras llegamos al puerto de Cavile, donde estava nuestra armada, y hallamos las naos vergas en alto, aunque faltava de enbarcar alguna artillería; mas con la presenc;,ia del señor general y con la solicitud y cuydado de nuestro almirante, se enbarcó el lunes en todo el dia juntamente con otras munigiones y bastimentos que faltavan, y este mesmo dia se repartió la gente de mar y guerra y aventure ros en las dos naos, porque el señor general no quiso sacar más, avíendo otra nao portuguesa y cassi la galera á punto para navegar. Y digo (jierto y afirmo de verdad que vi junta tanta y tan buena gente y tan bizarros solda dos y platicos capitanes, que me pareció ver lo que en mis tiernos años vi en todas las jornadas que el señor don Jhoan de Austria hizo en Levante contra moros y turcos. Porque vi tanta gallardía, que la vista no distinguia, qual era mas, las galas y difíerengias que avia de aderemos, ó la prevención de las armas que tenían: porque avia muchos petos, fuertes cotas, rodelas aceradas, peladas con varias plumas, con muchas cueras de ante, mucha mos quetería y arcabucería; y todo tan á punto, que pare;ia aquel pequeño esquadron escojído entre los tercios viejos de Flandes, Ñapóles y Milán. Y todo esto se esmaltava con el íervorosso deseo de verse con el enemigo á las manos, para lo qual se proveyeron todos de las verdaderas armas spañolas, confessando y comulgando con tanta devoción quanto contento nuestro; y fue tanto, que los padres priores fray Antonio de Porras y fray Francisco de Valdes y yo que yvamos en esta santa jornada, dimos por bien empleado el no dormir aquellas dos noches ocupándolas en tan santo oíficio; y era tanta la priessa que avia de los capitanes, soldados, aventureros y marineros á estos santos sacramentos, que aunque estavamos tres religiosos Augustínos y un padre de la Compañía de jesús, que también fue en esta jornada, vbo de venir el padre prior de Santo Domingo con tres Padres de aquella santa Religión á meter sus hoces en tan santa míes, y con su santidad y bondad nos ayudaron aquellos días á llevar tan pessada carga. Al fin, armados todos con tales armas y yendo á tan santa ímpressa, salimos del puerto de Cavite á los diez deste mes, solos con capitana y almiranta en busca de la capitana y almiranta enemigas; este día íue borrascosso y de mucha mar, y nuestra almiranta, por seguir su capitana perdió el barco, y se nos ahogaron dos per<br />
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sonas; por donde algunos tomaron occassion de ressucitar la opinión mendo ;5Ína que salir en martes, porque lo era este dia, no era acertado, mas yo los reprendí y aparté de semejantes supersticiones. En esto ¡legó nuestra armada á la ysla de Maribeles, donde nos dixo la (jentinela que el enemigo avia paseado el dia antes de la contracosta de Batan, que era donde estava, y avia estado muchos dias hagia los Limbones. Fue esta nueva de tanta tristeza para todos, por pensar que havia huydo el enemigo, que malde;ian su corta ventura, su poca dicha y aun la poca -priessa de no aver salido antes del puerto: estuvimos aqui todo el siguiente dia, que fue de Santa Lucia, poniendo pavessadas, tomando lastre, acavando las planchadas para la artillería y echando caxas y otros enbaragos á la mar; alistando el artillería y habiendo las demás prevenssiones que para el vecino peligro eran necessarias. De nuestra almiranta se degir á vuestra Reverendi ma que repartió nuestro amigo el almirante los puestos y officios con tanta Prudencia y cordura, que todos los capitanes, alférez y aventureros y gente de mar y guerra quedaron muy contentos con los officios y lugares que les dio; y fuera desto, desenbarago la nao y pussola de manera que nada hiziesse estorvo al pelear, ni las enemigas valas hallasen cajas ni otras cossas con que habernos daño. Puesto todo en orden con la cordura y discregion de tal •cappitan, ya todos se quexavan del tiempo, porque tardava tanto en passar, y dezian á los cielos (y esto yo lo oy) que si tenían píes de plomo ó sí avian olvidado su curso; que que hazian y no davan sus acostumbradas bueltas, y esto con tanto animo, que animavan á los yndios de servicio que yvan en la nao. Al fin se les cumplió su deseo, porque á la media noche se levó la capi tana sin tocar á leva, y la noche borrascossa y tempestuossa, y no la viéramos yr si vna grupada de viento no la echara sobre nosotros, que estavamos á su sotavento, mas sintióla la posta y dio avisso, y de allí á poco nuestra almiranta la siguió y desembocamos de la Baya de Manila guiando la buelta de los Limbones, y al amanezer vimos al enemigo surto en el Cabo de Nazabú, frontero de la ysla de Fortum. líaliose nuestra capitana á este tiempo á sotavento nuestro, pero á varlovento del enemigo, y como era buena belera, presto se pusso en buen paraje. De nuestra almiranta digo que fue tanto el contento que todos resgibicron viendo al enemigo, que avia sido su tristeza el dia antes pensando que se havia huydo: los mas se tornaron á reconciliar con el padre prior Iray Antonio de Porras y conmigo, y ordenaron sus conciencias, de manera como el presente peligro lo requería, pues eran las naos dos á dos, y parejas en el grandor, porque nuestra capitana era de mas de trescientas toneladas y la suya deste tamaño. La .almiranta enemiga era de menos de ciento, y Ja nuestra ni mas ni menos; y los enemigos platicos cossarios y atrevidos y con mucha artillería é municiones de luego. A este tiempo, la enemiga almiranta se llegó á su capitana (creo á comunicar lo que harían) y assi fue verdad. Porque el mesmo almirante yngles me lo dixo después muchas veces, y á cabo de poco rato la vimos venir á reconosger nuestra armada, y viendo que eran navios de alto bordo, bolvió con la respuesta á su general. Entretanto yva nuestra capitana y viento fresco arrivando sobre la capitana etiemiga, sin aguardarnos, aunque yvaraos á todas velas á ella, llevándonos de ventaja lo que nos llevó por averse levado la noche antes, y sin llamar á consejo á su almirante en semejante ocasión, por lo qual nuestro almirante se yva deshaciendo. La capitana enemiga se estuvo á la trinca y su almiranta hachó todo el trapo y fue huyendo, ganando todo el barlovento que podia. <br />
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Llegando á tiro de cañón, la capitana enemiga tiró tres piezas á nuestra capi tana: la una, dizen dio en las ostagas del árbol mayor, la otra junto á la bomba, y la otra no agertó. Las dos hizieron poco daño, y yo vi que nuestra capitana largó una pieza contra el enemigo y no llegó la vala á el, por yr nuestra capitana muy á la vanda y cassi el bordo siempre junto al agua, y assi la bala dio entre las dos naos, á vista de todos. A este tiempo, la enemiga se estava queda, y nuestra capitana la enbistió con todas las velas altas, que fue juzgad o por muchos avisoñeria y poca platica del piloto; al enbestir se disparó de nuestra parte mucha artillería, mosquetería y arcabucería: el daño que esto hiziesse en el enemigo no lo sé (ni aun creo nadie lo save, por lo que subcedíó); en abordando nuestra capitana con la enemiga, saltaron mu chos soldados y marineros nuestros en ella, y unos quitaron las vanderas del tope y popa, y otros cortaron las trigas de vela mayor y de gavia, y en un instante la desaparejaron: de manera que yo vi la entena mayor sobre las bordas de la nao enemiga. <br />
A este tiempo y en tan buena occasion, llegó nuestra almiranto á enbestir la cappitana enemiga por el otro lado, y queriéndolo hazer y estando ya determinado nuestro almirante, porque assi lo avia mandado al piloto, vimos en la popa enemiga arbolada la vandcra de nuestra España y guarnegida con muy buenos capitanes y soldados, todos los quales dieron vozes que no tirásemos, porque los matarían, diziendo: «España, España, Victoria, Victo ria; ya son nuestros, rrendidos están»; y estas vozes dio entre otros el ayu dante de sargento mayor, al qual yo vi en la popa del enemigo y conogi por que el dia antes avia venido con ordenes del señor general Antonio de MORGA, y ay muchos, assi de nuestra almiranta como de la capitana, que dizen oyeron dezir: tPasen adelante, pasen adelante, tras la almiranta que ba huyendo, porque estos ya están rendidos y son nuestros»; y yo oy dezir á un soldado que vino de la capitana, que era verdad que lo avian dicho, porque tenían ya al enemigo por rendido. Con todo esso, nuestro animoso almirante hizo disparar un cañón de bronce que llevava en la proa de cinquenta y ocho quintales, y el artillero, de mas de su vala, que era de diez y siete libras de pesso y veinte y quatro valas de a libra que le echó en una linterna, le echó vna barra de hierro, que todo junto no dexó de hazer mucho daño eü el enemigo por estar nosotros tan juntos á el, que cassi la voca de la piega dava en su quadra de popa, y esto fue al llegar. Y yendo nuestro almirante bordeando ó prolongando la enemiga capitana, le hizo disparar otro cañón que llevava también en la proa, de cinquenta quintales, y esto quando passó por su proa, que con esto y la mucha priessa que de nuestra almiranta davan á disparar mucha arcabugeria y mosquetería, dizen se hizo notable daño; y esto es gíerto, pues no vimos al passar ningún enemigo en la nao contraria, ni tuvíesse en ninguna manera deffensa; por lo qual, teniéndola nuestro almi ranta por rendida y todos nosotros teniendo por gierto que lo estava por lo que víamos y nos dezian, determinó nuestro'almirante seguir la enemiga almiranta, que con viento fresco se yva alongando y cogiendo todo el varlobento que podía; y assi, dexando en este estado nuestra capitana, dimos caga á la enemiga que yva ya de nosotros mas de tres leguas; la qual alcan9a mos; y como tan platico soldado y buen almirante, no quiso enbestir al ene migo sin primero darle algunas rogiadas de artilleria, tales y tan buenas, que le mató mucha gente y le hizo la nao vn harnero con valazos, y esto fuera de la lluvia de arcabugeria y mosquetería, que era tan espessa que no les dava <br />
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lugar á marcar las velas ni abrir portañuelas para aprovecharse de su artille ría, y una vez que nuestra alrairanta se desvió, dispararon una pieza ó pedrero, y nos mataron un alférez aventurero y hirieron otros dos ó tres, y quiriendo disparar el mesmo pedrero (porque con otra no nos podría dañar por yr nuestro bauprés sobre su quadrada popa), nuestro almirante mandó á dos soldados mosquetei'os se pussiessen á su lado, animándolos á que tirasen á la portañuela que abrían, estando el mesmo almirante de pies sobre una piega frontero del pedrero enemigo, que á disparar la piega, era fuerza llevarle á el, y á esta causa fueron algunos á rogarle se quitase de aUi, por ver estava en manifiesto peligro, y yo fuy también á rogárselo, tirándole del brago, y no vbo remedio de quitarse hasta que los mosqueteros dispararon, y por su buena dicha fue tan venturosso el que lo mandó y tan i;ertero el que tiró, que entró una bala por la portañuela y dio al artillero enemigo entre las cejas, con que le quitó la vida; y assi le hallaron sobre la mesma piega con el botafogo en la mano; y con esto se aseguró todo. Al fin abordaron con ella con tanto animo y esfuerzo como si los que tenían delante no fueran inglesses cossarios platicos en la mar, y tanto como todos savemos; alli quisiera que viera vuestra Reverendissima el animo, esfuerzo y valentía de nuestro almirante, pues en todo el discurso que tengo contado no parecía sino un marte esforzando á todos y acudiendo á todo con tanta presteza y diligencia, que a mí me espantava; y yo le vi apuntar y disparar vna piega á la nao enemiga, la qual vi que dio en ella y le hizo muy gran batería, y después de dos balazos le llevó el árbol mayor con una piega que el mesmo disparó; avia también mandado al condestable no diesen fuego á piega que él no viesse primero la puntería, por ser muy diestro en este mi nisterio; está á veces sobre una píeíja de artillería tan descubierto y a coruña rassa, que si pudiera el enemigo, con una cerbatana le matara. Las armas que traya ei-a una cuera de ante y un sombrero, con una daga sola en la ginta, mandando y vedando con tanta prudengia, quanta siempre ha tenido en todas las impressas onrrosas que en servigio de su Rey le han encomendado; saliendo de todas con la vigtoria y onrra que salió de esta; porque él fue el primero que entró en la almiranta enemiga con solas las armas que tengo dichas, y yo viéndole de aquella manera le llevava un benablo de una cuchi-' Ha ancha y azerada; mas como á este tiempo llego un paje suyo y le dio una espada ancha y corta y una rodela fuerte que para este effecto traya siempre á su lado; y con esto passó adelante y tras él otros muchos, y al passar, como la xareta del enemigo era falsa, cayó, y por debaxo le dieron vn hurgonazo ó picazo con tanta fuerga, que le levantaron en pie, defíendiendole la vida la cuera de ante para cossas mas onrrosas y dalle victoria en semejante empressa. Passó adelante, y los enemigos dieron fuego por debaxo á un instrumento que tenian de pólvora, y quiso Dios que le cogió al soslayo y hizo poco daño chamuscándole no mas de las barbas y el vestido; mas á un soldado questava á su lado le voló á la mar y no paregió mas. A este tiempo entró el golpe de nuestra gente de mar y guerra, y en una ora ó poco mas que pelearon los .enemigos y se deffendieron, los nuestros los retiraron hasta el lastre, con daño de algunos heridos de nuestra parte; y estando los enemigos en tal .aprieto, pidieron que los reciviesen á buena guerra, y que se rendirían, • donde no, que se pegarían fuego y volarían. Para lo qual tenian una cuerda jengendida junto áquarenta y cuatro varriles de pólvora; que sí lo hizieran, <br />
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SU nao volara, y la nuestra creo no escapara, por estar abordados, á lo menos paregiera la mas y la mexor gente nuestra, porque con la victoria y codicia del saco y pillaje, todos estavan dentro de la nao enemiga; fue Dios servido no castigarnos tan á mano llena, sino vssar de misericordia coa nos otros; y para esto tomo por instrumento á nuestro animoso almirante, que á este tiempo avia baxado hasta abaxo con su espada y rodela peleando como vn Cid. Y saliendo del lastre el almirante yngles y conosgiendo á nuestro almirante le dixo: «Yo rae rindo á vuestra merced á la buena guerra», y diziendo y hazierido le echo al cuello vna banda suya de tafetán de tres colores, y mandó á los que estaban abaxo junto á la pólvora apagasen la cuerda, y no se pegasen fuego. Nuestro amigo tomó por la mano al rendido almirante y lo truxo á nuestra nao, mandando á los suyos no hiziessen daño; yo le re^ivi y meti en la cámara de popa y le defíendi de algunos agravios que los soldados le pudieran hager en semejante dia, como era quitalle algunas presseas para trofeos suyos, por ser persona señalada el captivo. Como suele acontecer, entretanto saquearon lo que pudieron los nuestros y truxeron los demás captivos, que íueron diez y ocho; que no se hallaron mas vivos. En. estas occajiones no se olvidava nuestro almirante de lo que cómbenla, sino que como platico capitán armó la enemiga nao de gente de mar y tierra para que viniesse en nuestro seguimiento, lo qual no pudo hazerpor ser mucha la mar que hazia y ella estar tan acrivillada y agujerada de los muchos cañonazos que le dieron, y mas por ser el viento contrario, para yr en busca de nuestra capitana, que era nuestra derrota, y assi, si nos siguiera peligrara con todos los que yvan en ella. Mas ellos acordaron de llevalla a puerto seguro, que fue el de Celin, que es una ysla quatro leguas de dó se dio la batalla, y si nuestra almiranta fue en busca de su capitana, que asta este punto no saviamos della ni la aviamos visto, porque las corrientes y viento nos hizieron descalijer mas de seis leguas de donde los dexamos peleando, mas todos yvamos muy regocijados por nuestra victoria y por las esperanzas de hallar á los nuestros también victoriossos. Porque ya quedava la capitana cassi rendida (como tengo dicho); mas entró la noche, refrescó el contrario viento y fuenos forí;osso yr á la contracosta de Batan, junto al pueblo que llaman Lu(;on, dos leguas de la entrada de la baya de Manila, que fue la tierra mas cercana que podimos tomar de nuestra capitana por no darnos mas lugar el contrario tiempo. Aqui nos vino otro dia la gentinela de Mariveles, y nos truxo quatro ó seys ombres, artilleros y marineros, que se avian escapado de nuestra capitana, los quales nos contaron mili lastimas y un millón de desgracias, todo lo qual á oydo vuestra Reverendísima muchas vezes, y el como se perdió nuestra cappitana, y que fue la caussa, y quien tuvo la culpa. Y porque lo cuentan de muchas maneras los pocos que se escaparon, no digo mas de lo que el padre fray Francisco de Valdes, religiosso nuestro que yva en ella nos á contado: que por las portañuelas (por estar tan baxasj se fue á pique, tomando Dios por instrumento el descuydo de los carpinteros y el poco puydado de los mandadores de la nao, para llevar tantas animas al (jielo y gozar de su bienaventuranza dexandonos solos y huérfanos de tantos amigos capitanes y soldados y gente tan principal como todos conocimos. Sea lo que fuere, ella se fue a pique y el enemigo huyo dexandonos que llorar y llevando él que contar. El daño que los nuestros le hizieron no se sabe, pero no dejó de ser <br />
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mucho, porque estuvieron seys oras abordados, y de nuestra parte siempre se jugo artilleria. Muchos di^en muchas cossas á quien me remito, que como testigos de vista dirán lo que vieron, y el mas fiel es el padre fray Francisco de Valdes, que como tan Xpiano y sacerdote dirá lo que vio; yo como yva en la almiranta, he contado ¡o que passo y vi hasta que llegamos á la contra costa de Batan. De aqui despachó nuestro almirante á Joan Tello de Aguirre, capitán de infanteria, de nuestra almiranta con gente de socorro para que fuesse en busca de la almiranta rendida y la truxesse, y él como tan cuydadoso y soli cito capitán fue con harto peligro de su vida en vn champan de sangleyes y dentro de ocho dias la truxo al paraje en que estavamos, donde nuestro almirante la adere;ó con tanta presteza, poniéndole árbol mayor, gabias y xarcias, y todo los demás, como si no vviera recivido daño. Aqui le vino orden del señor gobernador para que fuese por general con las dos naos, nuestra y rendida, en busca del enemigo: vino infanteria y marineros, con que se refrescaron entrambas naos. Y vino por almirante el capitán Jhoan Tello de Aguirre (Plaga bien merecida á su mucho cuydado, valentía y solici tud), y estando aqui vino el capitán Xpoval de Asqueta, sargento mayor de este campo, con orden del señor gobernador y llevó en su compaña á Manila al almirante yngles con todos los demás captivos. Aqui tuvimos las pascuas, las quales celebramos el padre prior fray Antonio de Porras y yo con la mas solemnidad que podimos, con algún contento de nuestra victoria, aunque muy aguado por el afote universal que Dios dio á esta tierra con la perdida de la capitana y tanta gente onrrada y principal. Mucha de nuestra gente, en ha9Ímiento de gracias se bolvieron á confessar en este santo tiempo; y el dia del santísimo Nombre de Jesús (o de la gircuni;igion) bendixe la nao ene miga y pusela nombre el de nuestro Padre San Agustín; dispararon las dos naos cantidad de artilleria, aunque con poco regocijo por la desgracia subge dida. Lo que me cupo de esta pressa y pillaje fue lo principal, la onrra de nuestro señor habito, hallándose en esta jornada, y el servygyo que nuestra sagrada religión hizo á la magestad del gielo y de la tierra enbiando un diffi nidor y dos priores á tan santa impressa; lo segundo me cupo, el farol y Vandera del enemigo, lo qual esta colgado en el convento de nuestro padre San Agustín de Manila delante del altar de nuestro señor San Nicolás de Tólentino, capilla y entierro de nuestro buen amigo y venturosso general Jhoan de Algega, que él me lo dio, y también vn inglesito paje de la nao almiranta enemiga que oy está en ese convento de Manila para doctrinalle y enseñalle nuestra santa fee captolica. Hasta aqui he contado a vuestra Reverendísima lo que vi, a quien pido se eche á sí la culpa de aver sido yo largo, pues aviendo de dezir verdad no podia con la brevedad que suelo tener en las otras que escrivo; si vuestra Reverendísima gustare que le cuente lo demás, yo me desocupare y arrimaré los libros; mas pues vuestra Reverendísima no quiere saver mas de lo que passó en la batalla, no ay para que cansarnos. Esto es, sin añadir ni quitar, sin reboQO, ni retorica de historiador, sino solo lo que passó al pie de la letra, y yo vi y oy.—Guarde nuestro Señor á vuestra Reverendísima en su santo servicyo y denos la vida eterna como deseo, &.^ En Tondo, á veinte y cuatro de henero de mili y seysgientos y un años.—FRAY JHOAN GUTIEREZ, <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA. 28 9 <br />
Anexo segundo del número 12. [Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 19; documento número 59 del índice 7.°] <br />
j ^ Est e es un traslado bien y fielmente sacado de quatr o peticiones que paresc e estar presentadas en el pleito criminal que de oficio de la real justi cia se sigue contr a el almirante Joan de Alzega sobr e aver desamparad o la capitana real de la armad a que se hizo contra el cosario holandés que entr o en estas yslas el dia que tuvieron batalla, el qiials e sigue por mandad o del governador y capitán general ; que su tenor dellas es como se siguen : El licenciado Gerónim o de Salazar y Salzedo, fiscal por el Rey nuestr o señor en la Real audienci a y chancilleria destas yslas Filipinas, como mejor puedo, digo : que á mi noticia es venid o que V. S. proced e contra Joan de Alzega, almirante que fue de la armad a que del puert o de Cavite parti ó por el mes de diziembr e del año próxim o pasado de mili y seiscientos contra los navios olandeses que andavan entr e estas yslas, de la qual ai-mada fue por capitán general el doctor Antonio de IVIorga, oydor de la dicha Real audiencia, po r el dicho Juan de Alzega ser culpado en la perdid a de la nao capitana de la dicha armada, y que en la ynformacion que se haze contra él se p r e gunta á los testigos de quien fueron mas culpados en la dicha perdid a y de otras cosas cerca della, é que los testigos no se atreven á decir la verda d por el p o de r y mand o de quien causo la dicha perdida ; y porque dello y o teng o ynformacion bastant e de testigos que presentar e ant e juez, que á mi pedi mento proveerá su magestad con remedi o para que los testigos puedan decir con libertad y sin mied o de persona alguna para que se aclare la verda d y sea la Rea l hacienda enterad a de la dicha perdid a y los culpados castigados : que no se podr a hacer al present e por lo que tengo dicho, y las causas y ragones que protest o expresar ant e su magestad y los señores de su Real Consejo de las Yndias pidiend o lo que al Real fisco convenga. <br />
A vuestr a señoría pid o y suplico no proceda en la dicha ynformacion p r e guntando por mas culp a que por la de l dicho Joan de Alzega, que si por otr a se preguntar e á los testigos, protest o la nulidad y que no par e perjuicio á la verdad, por deponer como deponen los testigos con gran miedo, por lo que tengo dicho de que ay gran publicidad en esta ciudad, sobr e que pido c u m plimient o de justicia y testimonio dest e mi pediment o y de lo que á él se proveyere, y quest e original se pong a con la dicha ynformacion y no se de traslado della sin que también se de dest e mi escripto. Otro si, digo que para ynformarme de lo que convenga avisar á su mages tad á los dichos señores é pedir lo que sea necesario, h e menester se m e de traslad o de todo lo escripto y actuad o en ragon de la venida de los dichos navios olandeses y de la dicha armad a y de la dicha perdid a y del auto que vuestr a señorí a provey ó para que el dicho dotor Antonio de MORGA fuese po r tal genera!, y respuest a que á el dio, y del titulo é ynstruccion que se le dio, é de tod o lo demás acerc a de lo susodicho escripto, asi en consejos de guerr a como en otra cualesquier a forma, é pid o todo lo que arriba va.—E L LJCENCIA<br />
DO GERÓNIMO DE SALAZAR Y SALZEDO. <br />
Proveimiento.—ETÍ Manila, siete de abril de mili y seiscientos y un años, ante su señoría del Presidente, Governador y Capitán general destas yslas, se present o esta petición, é por su señoría vista, dix o que la vera e pro veerá.—ACEBO. <br />
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ESCRITOS INÉDITos 290 <br />
Eli la ciudad de Manila, á quinze del mes de abril de mili y seiscientos y un años, ante su señoría del señor Presidente, Governador y Capitán general destas yslas don Francisco Tello, se presento esta petición, é por su señoría visto lo pedido por el Fiscal de su magostad en estas yslas Filipinas, djxo que su señoría yba procediendo y á procedido como Capitán general, que por el rey nuestro señor es en estas yslas, como á quien pertenece y toca el conocimiento de la causa tocante á la perdida de la nao capitana que salió de armada contra el enemigo olandes para saber quien sean los culpados en ella y castigarles y satisfazer á el rey nuestro señor del ynteres que dello pueda pretender, sobre lo qual á hecho y va haciendo ciertas averiguaciones y diligencias; y para questo tenga cumplido eíeto, mandava y mando del estado desta causa se le de la voz á el dicho Fiscal de su magestad para que en su real nombre, dentro de segundo dia, pida lo que mas convenga á el real servicio contra las personas que paresciere y son culpadas en la perdida de la dicha nao; que pidiéndolo esta presto de hazer en todo justicia, y en lo demás que por la dicha su petición pide á su tiempo, se hará lo que mas convenga. Asi lo proveyó mando y firmo.—TELLO.—-Ante mi; GASPAR DE ACEBO. <br />
Peíicion.—'EX licenciado Gerónimo de Salazar y Salcedo, Fiscal por el Rey nuestro señor en la Real audiencia y chancilleria de las yslas Filipinas, en la causa en que vuestra señoría proceda contra Joan de Alcega sobre la perdida de la nao capitana de la armada de que fue por capitán general el doctor An tonio de MORGA, oydor de la dicha Real Audiencia, digo que el sábado por la mañana, siete deste mes de abril, presente ante vuestra señoría un escripto pidiendo algunas cosas que al Real fisco conviene se hagan, y vuestra señoría proveyó que se proveerla justicia á ello, y hasta agora, ques miércoles en la tarde, y an pasado mas de quatro dias, no á proveydo cosa alguna, de que resulta mucho daño a el Real fisco; por lo qual, A vuestra señoría pido y suplico, y hablando como devo, requiero las veces que de derecho puedo, provea justicia conforme lo por mi pedido en dicho escripto, y protesto lo que protestado tengo y lo que mas me conviene protestar en este caso, para lo qual pido justicia y testimonio de todo, y queste mi es cripto se ponga con el que antes tengo presentado y autos en la dicha causa. Otro si, digo que á mi noticia es venido quel dicho escripto que presente el sábado lo tiene el licenciado don Rodrigo González de la Barreda, abogado de la dicha Real audiencia para dar parecer á. vuestra señoría, de lo que se á de proveer á él como asesor que es de vuestra señoría en este pleito, y que á exsaminado los testigos que en el se reciben por vuestra señoría y los que se han recibido; e porque yo tengo por muy odioso y sospechoso á el dicho licenciado don Rodrigo Geniales de la Barreda para proveer á lo por mi pedido y que pidiere, en razón dello y de todo lo que tocare á la perdida de la dicha capitana, le recuso y juro á Dios y á la cruz en forma questa recusación no la hago de malicia, sino porque asi conviene á la justicia del Real fisco y al servicio de Dios nuestro señor, por las causas y rajones que protesto expresar y dezir quando, como y ante quien convenga: A vuestra señoría pido aya por recusado al licenciado dicho el licenciado don Rodrigo González de Barreda para todo lo susodicho, y qualquiera cosa dello, y para que en manera alguna vuestra señoría no tome parecer con él en este pleito ni se exsaminen testigos; que si ansí no se hiziere protesto la nulidad de todo ello y que no pare perjuizio á el Real fisco, y pido ut szip'a.—• EL LICENCIADO GERÓNIMO DE SALAZAR Y SALCEDO. <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 29 1 <br />
En honze de abril de mili y seiscientos y un años, ante su señoría del señor Presidente, Governador y Capitán general don Francisco Tello se presento esta petición, é por su señoría vista, dixo que se veera é proveerá lo que convenga.—AZEBO. En diez y seis de abril de mili y seiscientos y un años, el señor Presidente, Gobernador y Capitán general don Francisco Tello, aviando visto lo pedido por esta petición, dixo que en lo primero se guarde y cumpla lo pi-oveydo azerca de su respuesta, y en lo segundo que se da por recusado á el dicho licenciado don Rodrigo González de Barreda.—AZEBO. Muy poderoso señor : El licenciado Gerónimo de Salazar y Salzedo, Fiscal por vuestra alteza en la Real audiencia y chancilleria destas yslas Filipinas, en el pleito criminal en que vuestro Governador y Capitán general destas dichas yslas procede contra Joan de Alzega sobre la perdida de la nao • capitana de la armada que por el mes de diciembre del año próximo partió del puerto de Cavite contra los navios olandeses que andavan entre estas yslas, como mejor puedo, apelo, y de hecho me presento, ante vuestra alteza en grado de apelación, nulidad y agravio fecho por el dicho Governador y Capitán general contra el Real fisco en no aver proveído todo lo por mi pedido en dos escriptos que ante el dicho Capitán general por presencia de Gaspar de Azebo, escrivano de governacion destas dichas yslas, presente en siete y honze deste pi'esente mes, é lo que pedi en la respuesta que di en catorze del á la notificación de un auto del dicho Governador que me hizo Gerónimo de Ángulo, escrivano receptor, todo lo qual que pedi era justo y conveniente á el Real fisco por las causas é razones que tengo alegadas, é pi-otesto alegar quando sea necesario, y el dicho Capitán general, deviendome conceder todo lo por mi pedido é mandar se hiciese asi, no lo ha hecho, antes lo á denegado en lo que contiene en el dicho auto: <br />
Por lo qual, á vuestra Alteza pido y suplico me aya por presentado en el •dicho grado y mande que el escrivano Gaspar de Azebo venga á hacer rela ción, é fecha, reboque lo proveído por el dicho Capital general, declarando no aver lugar de se hazer, é mandando se haga todo lo por mi pedido, para lo qual pido justicia y costas. — E L LICENCIADO GERÓNIMO DE SALAZAR Y .SALCEDO. <br />
En la ciudad de Manila, á diez y nueve dias del mes de abril de mili y seis cientos y un años, el licenciado Gerónimo de Salazar y Salzedo, Fiscal de la Real audiencia destas yslas, dixo; que por quanto es oy jueves santo y no se haze audiencia estos dias, presente ante mi el escrivano de Cámara este escripto con protestación que haze de presentallo el primer dia de audiencia, de lo qual doy fee.—PEDRO HURTADO DE ESQUIVEL. En treynta de Abril de mili y seyscientos y un años, estando en audiencia los señores presidentes y oydores de la Real audiencia destas yslas, se leyó esta petición, y vista, le ovieron por presentada, y el escrivano venga á hacer relación, citadas las partes.—PEDRO HURTADO DE ESQUIVEL. El doctor Antonio de MORGA, oydor de la Real audiencia destas yslas, digo: ques venido á mi noticia que vuestra señoria, de su oficio, como Capitán general deste reyno, procede en la causa sobre la perdida de la nao capitana que se fue en fondo después de la batalla que se tuvo con el cosario olandes -que vino á estas yslas por fin del año próximo pasado y que haciendo averi guaciones sobre ello el licenciado Gerónimo de Salazar y Salzedo, fiscal de su magestad en la dicha Real audiencia, por peticiones y respuestas á lo <br />
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2 9 2 ESCRITOS INÉDITos <br />
proveído por vuestra señoría, á pedido no se haga las dichas ynformaciones,. queriéndome sin fundamento alguno introducir por culpado en la dicha per dida, y pide ciertos testimonios para ocurrir sobre lo que á mi toca á el Rey nuestro señor é señores de su Consejo Real de las Yndias, como mas largamente en la dicha petición y autos se contiene, á que me refiero, ' porque lo susodicho es tan de mi perjuicio y contrario en todo ú por todo á lo que realmente á p^ado, no se deve dar lugar á ello ni á que por esta via la verdad padezca; porque como es publico, yo fui con la armada que salió á el dicho cosario por general y cavo della, sin pretensión ni voluntad mia, sinopor orden y mandado de vuestra señoría con muchos aventureros, todos á nuestra costa y sin sueldo ni aprovechamiento alguno, en busca del dicho cosario, y hize en él el cfeto que se pretendía de acavarle é destruirle, y por ello se me deve premio y remuneración condigna á tan grande servicio, én o se deve permitir sea molestado por culpa que siniestramente se me pretende imputar en conformidad del yntento particular de algunas que procuran se encamine asi en odio mió, por causas que son conocidas de que ya rae sera fuer;a dar quenta al Rey nuestro señor, deseando se ponga macula en mi buen servicio para deslucirlo también, porque le consta bastantemente á vuestra señoría que travaje mucho por mi persona, sin sueldo ni otro aprovechamiento, en la fortificación y defensa del puerto de Cnvite y en hacer la dicha armada, y que fui con ella y con la gente que se ofreció á servir en ella á su magestad en mi compañía, en tiempo que no se pudiera hacer según la dispusicion de las cossas por otra mano ni de otra suerte cim la presteza y brevedad que convenia, y que guarde puntualmente las ordenes é ynstruc ciones de vuestra señoría, y que en conformidad dellas busque con toda diligencia i el enemigo y le halle y le varloe y pelee con él seis oras hasta destruirle y acavarle y que avicndosc abierto al cavo de tan i-eñida y peligrosa batalla mi nao capitana con la fucrga de la mucha artillería que se jugocontinuamente, por ser nao de merchanteria y no fabricada para aquel me nester, de particulares c pequeña, se fue á pique, ú hieni del riesgo de mi vida, perdí dentro della todo lo que llevava de apercivo para la dicha jornada é mi servicio y ornato en mas cantidad de quatro mili pesos, ú pudiendo salvarse mi persona para remedio de mi mujer y diez hijos que faltando quedavan pobres y perdidos, como es notorio, no lo quise hazcr, por no desamparar la nao y hazer en ella presencia á lo que se ofreciese hasta morir, y que después de anegada quede sobre el agua asido de un pequeño transpuntin con que me halle en que al cavo de quatro oras saque y salve tres soldados que halle casi ahogados, y salí á la ysla de Fortun, despoblada y sin genero de refligerio, donde se salvaron otras decientas personas de mi compañía, que de alli saque y avíe con mucho travajo, sin tratar del remedio y regalo de mi persona, aunque lo avia bien menester hasta aver cumplido con lo dicho y hecho las diligencias que convenían, para que se entendiese como el enemigo quedava destruydo y acabado, como dello á constado bastantemente y su magestad con la presa de su almiranta y prisioneros y pillaje que traya y rescates, no era en poca cantidad, de que yo no tome cosa alguna, antes de la parte que me perteneciese de la presa hizo cesión en favor del Rey nuestro señor, y vuelto á esta ciudad, de los grandes travajos y trances que avía pasado, luego adolecí de cámaras de sangre, de que e estado en la cama A punto dfi muerte mas de tres meses, sin estar aun libre de la dicha enfermedad, como es publico, de donde se puede bien entender que ni é podido<br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 29 5 <br />
tratar dcste negocio para efeto de hacer diligencia ni atemorigar testigos, n i que se ocultase la verdad, pues que lo que mas me convenia y puedo desear es que parezca y se entienda para remuneración del premio que tan justa mente espero y me es devido ; y que en batalla se vaya una nao en fondo no • es cosa nueva ni de que espantarse, porque el riesgo es manifiesto y muy con tingente, y porque era de la calidad y condición questa dicho y aver sido la batalla tan larga y reñida, con enemigo muy platico y su uao mayor y mejor artillería y municiones, como quien venia á el efeto de tan lejos, y no aver yo tenido ayuda de mi almiraata ni de otr o navio alguno ; y pues mi person a la tuv e siempre tan en los riesgos y trabajos como es tan público y notorio, • claro es que pornia en lo que era de mi cargo la diligencia necesaria ; y la guerra navios y hombres gasta y consume, y todo es I)ien empleado quand o se á conseguido el fin que se pretendía ; como cu esta ocasión se consiguió en servicio de Dios y de su magcstad y bien destc rcyno. Por lo cpial, á vuestr a señoría pido y suplico que por lo que á mi tocare, demás de las averiguacio nes y diligencias c]uestan hechas, si otras algunas conviniere hazcrse, se hagan, para que conste de la verdad sin sospecha pues se hazcn por person a de vuestra seiíoria tan libremente y sin diligencia ni gener o de negociación mía, y que demás de inviarla vuestra señoría en estas naos al Rey nuestr o seiior dándole qucnta de lo que á ávido, para el mismo efeto mande vuestr a señoría dar traslado autorizado en forma de todo lo actuado para ocurrir con •ellos y por mí part e ante su real persona y Consejo de Yndias, c que se junt e esta mi petición con la ilel dicho fiscal, y sí testimonio se diere, sea de todo y no de otra manera, y se provea sobr e todo justicia y para ello &" ay testimonio. Otro si, pido y suplico á vuestra señoría se sirva de mandarm e dar certifi-•cacion en forma de como de todo el tiemp o que travajc en la dicha armada y jornad a que con ella hizc no se m e dio sueldo, ayuda de costa ni cosa alguna para mi avío ni matalotaje, de la Real hacienda ni de otra parto alguna, sino que viendo yo la necesidad de la Real caxa destas yslas, aunque soy pobr e, serví á mi costa como tengo dicho, y para ello &" y testimonio.—DOCTOR <br />
ANTONIO DE MORGA. <br />
Fecho y sacado fue est e dicho traslado de las dichas peticiones originales -que están presentadas en el dicho pleito, las tres dellas por parte del licen ciado Salazar y Salzedo, Fiscal de su magcstad en la Real chancillcria destas yslas, y la otra por part e del señor doctor Antonio de MORGA, oydor de la dicha Real audiencia, general que fue de la dicha armada, en respuesta dellas ; y van ciertas y verdaderas.—En la ciudad de manila, á veinte días del mes de noviembr e de mili y seiscientos y dos años, siendo testigos Joao P " Man fredo y Gregorio del Castillo.—Y cu testimonio de verdad, íize mi signo : <br />
JOAN PAEZ DE SOTO.MAVOR, escribano Real. <br />
[Sigúela legalización, por los escribanos Francisco de Valencia y Juan F e r nández Aparicio.] <br />
Anexo tercero de l número 12. (Archivo de Indias: est 67, caj. 6, Icg. 19; documento núm. 17 del índico ,7.°] <br />
Señor.—El Licenciado Gerónimo de Salazar y Salcedo, fiscal por V. Magd. • en la Real audiencia y chancilleria de las yslas Philípinas, digo que batiien -dose entendido en ellas que V. Magd. les hauia hecho merce d de nombrar por su gouernador y Capitán General y Presidente de la dicha audicaci a <br />
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394 ESCRITOS INÉDITOS <br />
Real á don Pedro de Acuña, les ha sido de mucha merced y contento por !a= buena opinión que tiene de muy soldado y nada ynteresado, y assi es desseada su llegada por ser muy necesaria para todo, y en especial para las cosas de la guerra, cuyas faltas de hasta aqui no referiré, pues tan presto se espera el remedio con la venida del Don Pedro de Acuña, que si hubiera sido el año passado, se tiene por cierto se hubiera escusado una gran desgra cia que estas yslas tubieron, en que hauiendo a los i6 de otubre del año passado de 600 entrado en la ensenada de Aluay, que es en estas yslas junto al Embocadero de ellas, dos nauios de gente que en ellos entro, se supo ser de estranjeros, y después de auer roñado algunas embarcaciones y venir hacia el puerto de Cavite, ques es 2 leguas desta ciudad y á donde surgen las naos, se acordó que en el dicho puerto se aprestasen un nauio hecho en la ysla de gebu llamado San Diego, que era de algunos particulares, y una gali Qabra llamada San Bartolomé, que es de V. Magd,, y una galeota de 20 vancos. tanbien de V. Magd., y un pataje de unos portugueses de Malacca que estaban en el dicho punto, y por parecería á Don Francisco Tello, Gouernador y Capitán General destas'yslas y Presidente de Ja dicha Real audiencia y al Doctor Antonio de MORGA y al licenciado Xpoual Tellez de Almai;,an, oydores • de ella, que para que mejor y con mas breuedad se aprestasen los nauios comuenia que fuese á Cauite á ello el dicho doctor Antonio de MORGA, fue por principio de nouiembre, y desseando el después yr por Cappitan Gene ral á esta jornada, lo procuro con el Presidente, el que lo propuso al licen ciado Xpoual Tellez de Almagan, desseando fuera por acuerdo de audiencia, y él lo contradijo y yo después; le dije la falta que auia de oydores y otras cosas y que escriuiese sobre ello y cada uno diría su sentimiento, y quedando de hacerlo assi no lo higo, y secretamente dio el dicho Presidente titulo de Capitán General de la armada al dicho Doctor Antonio de MORGA, tenien do V. Magd. aqui á Donjuán Ronquillo que lleua salario de Capitán General de las Galeras y es muy antiguo soldado y otros muchos que lo son y an prouado bien en las occasiones que se an aliado, y recelándose el Doctor de que el Presidente no mudase de parecer, se dio priesa á partir del Puerto, y pudiendo tener aderezada la galeota, no lo hizo, y se entendió fue porque no saliese diciendo el Don Juan Ronquillo que era General de Galeras por Vuestra Magestad y que no se le podia quitar el yr en la galeota, y assi mismo pudiendo licuar el pataje de Malaca que para ello auia receuido algún mantenimiento y artillería por quenta de V. Magd., no le espero, y algunos • affirman que amigos del Doctor decian que no hauia de Ileuar el pataje por que los Portugueses del no dijesen que por su causa hauia auido la visita, y assi á los 12 de Diziembre partió de Cauite ])ara el Puerto de mariueles, que son 7 leguas, y alli lastreo algo la capitana, que era la nao San Diego, y á los 13 del siguiente a las 11 o 12 de la noche, haciéndola muy obscura, sallo del Puerto de Mariueles sin anisar á la Almiranta que era la galigabra y en ella yua el Capitán Juan de Alcega por almirante, y hauiendo ya salido la capitana, mas auia de ora, lo echo de veer y salió tras de ella y al amanecer la capitana nuestra reconoció á la del enemigo, que estaua con su almiranta entre las yslas de Anacebu y Fortun, y por el recio tiempo que hacia nO se pudieron juntar, y la cappitana enemiga se puso á la trinca á esperar á. la nuestra, la qual ie gano el barlouento y la auordo con todas las velas, y la almiranta enemiga se fue uyendo y las dos capitanas quedaron peleando^ teniendo la nuestra para cada enemigo quatro españoles, sin yndios y negros,. <br />
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DEL DE. ANTONIO DE MORGA 29 5 <br />
que también ayudauan, y mucha artillería, poluora munigiones y pertrechos de guerra; y auiendo maltratado á la enemiga en tanta manera que los nuestros que querían entrañan en ella y ti'ujcron las vanderas y estandartes y otras cossas de la enemiga sin que pareciese en ella gente alguna que estaban en la proa retirados, llego nuestra nao almiranta y con la artillería y la arcabucería higo algún daño á la capitana olandesa, y los nuestros que estaban en ella, en especial Alonso de Mansilla, ayudante de Sargento mayor, dio voces diciendo que no les hiciesen daño y passasen adelante tras de la almiranta enemiga; que su capitana ya estaua rendida, y por V. Magd.: con lo qual nuestra almiranta passo en busca de la olandesa almiranta, que estaua mas de dos leguas de alli, y las dos capitanas se estubieron assi mas de tres oras de mas de otras dos que se auia que hauian juntado, y la enemiga no peleo ni de la nuestra hubo quien mandase ni gouernase ni ordenase pasar gente á la otra: con que la que alia estaua se boluio á la nuestra, en la qual se dijo que se yua á pique, y tan á noces, que los enemigos, entendiéndolo, cobraron brío y en la nuestra no huvo quien mandase lo que se hauia de hager: con que se fue á pique y se escaparon en colchones, i-odelas y á nado el Doctor Antonio de MORGA y otras loo personas, perdiéndose mas de otros tantos españoles y mas de loo yndios y negros y la mejor artiUeria que en estas yslas auia que para este efecto se saco de las fortalezas, y assi mismo se perdió todo lo demás que lleuaua la nao, que era de mucha cantidad. El propio dia, el almirante Juan de Alcega rindió la almiranta olandesa peleando, y ymbio la gente de ella á esta ciudad, y se supo ser olandeses y llamarse vasallos de Mauricio, Principe de Orange y conde de Nasau, y trayan un titulo del, cuyo treslado va con esta, y al Presidente le pareció ynuiar tras de la capitana enemiga, y ordeno que para ello fuese por Capitana la almiranta nuestra y por General el almirante Juan de Alcega y por almiranta la olandesa y por almirante el capitán Juan Tello de Aguirre, que lo hauia sido de la ynfanteria con la almiranta nuestra, y fueron á donde se les ordeno, y no hallaron rastro de la capitana olandesa, de la qual venia por General Oliver van Noordt y por almirante en la almiranta Lanuerto Viesman, erejes, que con otros nauios auian partido del puerto de Nostradamus en Olanda á 12 de septiembre del año de 98 y venian por las yslas de Canaria y por el Brasil, estrecho de Magallanes y por la costa de Chile á estas yslas; y porque me pareció desde el principio que se supo la perdida de nuestra capitana que seprocuraua encubrir á V. Magd. la causa de ella, hize cerca de ello ynformacion, cuyo treslado va con esta, por el qual se vera quien tubo la culpa y todo lo que contra esto y lo contenido en la dicha ynformacion se escriuiere á V. Magd., no es cierto; y el Presidente haze sobre ello ynformacion procurando de descargarse y á los culpados; y á sido de suerte que se entiende que no ha auido testigo que se atreua á decir la verdad, con lo qual yo, de petición ante el Presidente, pidiendo que porque los testigos no decían con liuertad por miedo del poder de los culpados, y que yo pretendía suplicar á V. Magd. proueyese juez que de la causa conociese, por no poderlo seer el Presidente, se abstubiese del conocimiento de ella, y que se me diese traslado de todo lo en esta razón escrito para dar quenta á V. Magd. y pedir lo que mas conuiniese, y se me denegó por el Presidente, de que apele para la Real audiencia, y por falta de oydores, que no hauia sino el Licenciado Tellez de Almagan, no se proueyo cosa alguna, y si ubiera de nombrar Juez, no le hubiera que se atreuiera á declarar contra la voluntad de los culpados <br />
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296, ESCRITos INÉDITos <br />
y aunque después vino el licenciado don Antonio de Riuer a Maldonado, no me ha sido posible acudir á ello, por auer mas de 40 dias que estoy muy e n fermo, y assi, suplico á V. Bíagd. mand e veer la dicha ynformacion, y vista, que se proue a lo que mas conuenga á vuestr o Real seruicio.—Guarde nuestr o señor la catholica y Real person a de Vuestr a Magostad con mayor augmento de Reynos y señoríos.—De Maniia, que es en las yslas Philipinas, á 16 de <br />
Julio de i6oi años.—LICENCIADO JHERONIMO DE SALAZAR Y SALZEDO. <br />
Anexo cuart o de l número 12. (Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 19; documento núm. 22 del índice 7.°; corre unido con la precedente carta del fiscal .Salazar.) <br />
Relación verdadera de lo stibcedido en las Islas lulipinas con unos navios Ingleses qiie llegaron á ellas el año de 1600. Es á todos tan manifiesto la livertad y atrevimiento de los orejes enemigos de nuestra santa religión y íee, que no sé quien vastará rrcfcrir los lanzes que en nosotros an hecho, los daños y muertes que an causado, las rriquezas que an rrovado, permitiéndolo Dios asi por justos juicios suyos : Ijiendose, pues, tan favorezidos de su fortuna, vá en aument o su codicia y prosiguen sus yn tentos, como .se vio quando Francisco Draque paso al estrecho de Magallanes y corrió la costa de Chile y Pirú, á dond e rrov ó )a nao de San Joan dé Anzo na con grandísima suma de plata, año 1579. Pasáronle otr a vez año de 1587, siendo general don Tomas Canl)ler, Ingles ; que á vista de las Californias r r o varron y tomaron la nao Santa Ana, que yba destas yslas á la Nueva España con mucha cantidad de sedas y oro, con el qual urto, tan á su salvo hecho, bolvioron á su tierra hechando mili banderas fámulas y gallardetes, y aun se afirma heran las velas de damasco. Viéndolos los suyos bolver tan prósperos y rricos en tan breve tiempo, Icvantaronseies los ánimos para acometer seme jant e ympresa, entre los quales se rresolvieron a hazer viaxc á estas partes Ohver bant Nord, natural de Nostradama, en las yslas de Olanda y Xclanda, el qual, persuadido d ynformado del contramaestr e que venia en el navio que rrovo la nao Santana á quien le dio titulo de cappitan y piloto mayor aficionado á la presa, ¡sidio licencia á Mam-icio, Cond e de Nasao, principe de Oran je, á cuya debuzion están aquellas Islas, para armar qu'atro navios ; alcanzada licencia, conduxo la gent e que le pareció ser necesaria, municiones, artille ria; metió en ios dos navios á quarenta hombres, que fueron por todos 260; hizieronse los dos navios á la vela del puert o de Nostradama, y los otros dos del puert o de Rotadama á onze ó doce de agosto año de 1598; enderezaron su derrot a al estrecho de Magallanes, y pasando por la costa del Brasil, los portugueses que en ella rresiden los levantaron una bander a de paz, y visto por los Ingleses yrlandeses, metiéronse doc e dellos en la chalupa y fueron á tierra, dond e los portugueses, que serían diez ó doze, los rrecivieron con alegre rrostro, convidándolos á comer, y estand o en la comida mataron los por tugueses á todos los yrlandeses, entr e los cuales fue muert o el piloto ma yor, que er a en quien ellos estribavan respet o de la platica que tenia en la dicha carrer a y viaxe. Endinados, pues, los enemigos de lo que con ellos avian usado, hecharon en tierra quarenta ó cinqucnta arcabuzeros con j^ntento de vengar la ynjuria rreziyida, á lo qual, previéndolos portugueses,s e atrincheraron muy bien, de suerte que no les pudieron entrar los enemigos, antes se rretiraron á envarcar con perdid a de seis hombres. Dieron las velas <br />
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drian los navios de China, cargados de sedas y cosas de mucho valor; fue les tan agradable nueva esta, que propusieron no se apartar de alli hasta azer presa en los chinos. De este paraje escrivieron al Governador don Francisco Tello vna carta en que decia que alli avian tomado aquellos Yndios cantidad de gallinas y que su señoría diese orden de que se les satisfaciese á los yndios; que él vendría á. vesarle las manos: aqui se puede hachar de ver el poco temor que tenian. En el ynter questas cosas pasavan, el governador hizo aprestar tres navios, vno de la ciudad de Zebú, el qual fue por capitana, y otra galizabra que estava en el astillero, que botaron á la mar pocos dias antes que partiese, llama da San Bartolomé; fue por almiranta; y un pataxe de portugueses que avia venido de IVIalaca, con artillería, gente y municiones suficientes para mayor fuerza de la del enemigo. Nombróse por Cappitan general de la armada al doctor Antonio de MORGA, oydor de esta Real audiencia, cosa que los capita nes antiguos sintieron en gran manera, pare^iendoles que aquella hera causa suya, y no hera justo que los oydores acudiesen á ella; de mas de que en la audiencia no quedava mas de un oydor. En fin, ni estas ni otras causas no bastaron A que no se le nombrase por general. Señalóse par almirante al Cappitan Joan de Alzega, soldado muy brioso y de mucho nombre y crédito,, vizcayno de nación. Acudieron á servir á su magestad en esta xornada jentemuy honrrada y rrica : serian por todos 300 hombres con la jente de paga y marineros, y aun mas emvarcaronse con mucha bizarría y con un animo y dispusicion de acometer, no aquella ynpresa, sino otra de mayor fuerza y dificultades. Dio priesa el General á que partiese la armada, y asi se hizo: que martes doce de diziembre partieron cappitana y almiranta sin querer esperar al navio de los portugueses ni darle jente suficiente ni municiones, tomando por ocasión de que al tiempo de levarse se le descubrió una agua, la qual fue fa cil tomar, y asi fueron prosiguiendo su viave; y al salir de la baya, mas ade lante del rrio de Canas, tres leguas del puerto, se le fue á la almiranta la chalupa que llevava por popa á pique, y se aogaron dos grumetes que yban en ella. Pasaron adelante y aquella noche surjieron en Marivelez, donde estubieron toda aquella noche. En la mañana les vino aviso por el alférez Albanan, centinela de aquella Ysla, de como el enemigo estaba surto en Azebú, cinco óseis leguas de donde estaban: con esta nueva, aquel dia, que lo hera de santa. Lucia, se comenzaron los nuestros á pertrechar con pavesadas; lastraron algomas la capitana, y estavan todos contentos y orgullosos y con tanto animo que les parezia cada ora cien años de los que tardavan en venir á las manos con el enemigo. Aquella noche de santa Lucia, á media noche y algo mas, se levó la capitana sin dar aviso á su almiranta, y viéndola yr á la vela el almiranta la siguió, y sin querer esperar al navichuelo de los portugueses fueron la buelta del enemigo, y á la manezer, el otro dia, que se contaron catorze del dicho mes, le descubrieron. Fueronse azercando, y certificados de que era el solo, temían de que no se les vyesen los enemigos, que barloados con ellosles parecía que diez navios vastavan rrendir, pero á poco rrato se hecho vien de ver la diferencia que ay de pelear con la imaxinacion ó obrar con las manos. En fin, de la forma dicha, nuestra capitana iba delante. El enemigo quelo vio, mandó á su almiranta que se lebasey fuese á rreconocer; hizolo'asi, y por poco que se hizo á la mar conoció ser navios de armada, de que dioquenta á su General, el qual le ordenó que se estubiese á la mira y á la trin<br />
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a, y si •viese que las dos naos que venian le acometían, que bolviese á ayu darle; pero si no, su yntento hera vyese, por sí acaso la fuerza se pudiese di vidir; porque dixo que nao por nao, mejor era la suya; y acercándose, pues, nuestra Capitana y mejorándose mas que el almíranta, fue dando alcanze al •eaemigo, el cual, con su capitana, se hizo á la mar y esperó á la trinca y dis paró una pieza con que derrivo parte del calzes de nuestra capitana y la tri za mayor; los nuestros dispararon otra pieza, y dio la bala en el agua, casi junt o á nuestro navio; el enemigo disparó otra, y llevó una bonba y dos ó tres Yndios. Viendo esto los nuestros, cargaron de vela y envistieron con la ma yor determinación que se á visto, porque según dizen íué con todas las velas arriva y se aferró con el contrarío, de manera que fácilmente podían entrar los nuestros en ella. Estando desta suerte, de vna parte y otra disparavan sus piezas. De los nuestros saltaron en la del enemigo como hasta doze personas: los enemigos se retiraron a la proa, á donde se hízíeron fuertes, y tenían. sus troneras por donde disparavan'su mosquetería, aunque con el rrecelo •que.teaian de que no llegase nuestra almíranta á bai-Ioar, no hazian mucho daño; antes dexaron tomar las vanderas y arbolar las nuestras en su lugar. En este tiempo y ocasión, llegó el almíranta nuestra con determinación de abordar por la otra vanda á lo qual dieron voces los nuestros que estavan en la nao del enemigo: «iVíctoría, Victoria por el rrey de España ! ¡Pasen adelan te, no disparen y nos maten, que ya esta está rrendída!» Con todo esto, el al mirante Joan de Alzega hizo disparasen dos piezas y que descargasen la mos quetería y arcabucería sobre el enemigo; y con una pieza se cntieode hizo al •enemigo mucho daño, rrespeto de la batería que se víó; y viendo el almiran te que los nuestros le avísavan pasase adelante y que el almíranta enemiga yba vycndo, cargó de velas y fuela siguiendo. La capitana del enemigo, visto que se avia apartado de ella, comenzó á jugar mas aprisa la artillería, y desde la proa su mosquetería, de suerte que hazla en los nuestros gran daño, rre pcto de que íaltavan en su nao; con sola una rrodela en la enbrazada y su es pada, y desta manera vcngícran al enemigo sí acometíei-an gínquenta hombres juntos. Pero no tuvieron tan buen consexo, sino que de tres en tres yban en trando, y los enemigos los yban yrieudo y matando; y no pai'ó aquí el mal orden y concierto, sino que, á lo que se entiende, los enemigos dieron con \uia bala í la lumbre del lagua á nuestra capitana y los nuestros no acudieron •al rreparo; que con la alegría de la Vitoria que primei-o tenían y con la con fusión de las vo;es, porque hera jente que no quería ser mandada y su Ge neral no podía con ellos por ser todos capitanes y xcnte de rrespeto, así por •esto como por estar la nao llena de camarotes, no pudieron ó no advirtieron •el balazo que nuestra nao tenia, y quando lo hecharon de ver, por llegar el •agua á la segunda cubierta, todos se comenzaron á turbar, y en lugar de sal tar en el navio del enemigo, con consideración que si navio perdían navio -ganavan, comenzaron á yntcntar medios por donde salvarse, y asi algunos saltaron en el batel del enemigo sin orden del General, en que se salvaron •algunas personas, y otros acudieron al batel de la nuestra, y asi procuraron escapar, sin esperar mas, y serian como ocho ó diez; y un poco antes desto le •dixeron al General Antonio de MORGA: «Sefíor, escápese vuestra merced, que la nao se va á pique», y rrespondio que á su rreputacion no comvcnía dejar •su íad; sino morir con todos, por donde entendía que en el caso hizo aquello que fue fuerza y endustria alcanzalla. Los demás se puede considerar que les •cstuvan viendo quel navio se yba á pique poco á poco y que los enemigos no <br />
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cesavan de disparar sus piezas; encoxidos y suspensos los nuestros, viendosu nao cubierta de agua, causa que á otros no solo les hiziera emprender aquella azaña de saltar en la nao y señorearse della, pero á otras muy mas dificultosas; en fin, por justos juicios de Dios, meregiendolo asi nuestros pecados, les perturbó y cegó, de manera que no se atrevieron fuera de algunos de quien, por mcrezerlo, abaxo ase particular mención, salvo que porque le escapasen mandava vna cadena de oro y otros joyas. Viendo las cosas en este estado y el peligro tan patente, tomó un padre de la compañía, llamado el padre Santiago, vn xpo. en las manos y comenzó á dar vozes de: «¡Xpianos, españoles!, ¿donde está ese brio? ¡Mirar que esta causa es de Dios; morid, morid, como buenos soldados de jesuxpo., y no queráis ser manjar de pescados ! Mirar que de dos males que nos amenazan, el menor es entrar en esa nao del enemigo: que si navio perdemos, navio ganamos! > Y con esta exsortacion, algunos se lanzaron á entrar en la nao enemiga, y los que no lo yc;icron, fiíe por dos razones: la primera, porque vieron en la nao del enemigo levantarse fiíego causado de algunos cartuchos que hechavan de proposito para atemorizar y dar á entender á los nuestros que se querían volar; la segunda fiíe por que nuestro piloto les dixo que aunque estaba la nao de aquella suerte llena de agua hasta la segunda cubierta, el salvarla toda la jente aunque se perdiese el navio, por que la distancia que avia ú la Ysia de Fort\ina hcra de poco mas de media legua, y que se desamarrasen del enemigo y cargaría de vela, con que tendría efeto su yntento. Parecióles á todos muy bien entendiendo escapar todos con las vidas, y asi se puso luego en execucion. Comenzaron á cortar cavos y á desamarrarse de la del enemigo y A poco trecho, ya nuestra nao yba de suerte que vian andar los cuerpos muertos aogados entre cubiertas. El General que vio esto se comenzó á desnudar, por persuasión de un criado privado suyo llamado Josepe de Naveda, el qnal le dio vn colchón, en que los dos desnudos se hecharon á la mar y lo mismo hizieron oti-os muchos, aunque los menos salieron á tierra. Nuestra nao dio vn balanze y fuese á pi que, llevando consigo á todos aquellos que el temor de no saver nadar Íesavia detenido que no se hechasen al agua, alguno de losquales estavan alomados; de suerte que la mayor parte de la jente se la llevó tras sí, y á muchosque savlan muy bien nadar la fuerza del rremolino los llevava á fondo, Los, nuestros sobre las aguas, cada vno procurava, por el modo que podía, salvar la vida, y alguno dellos, por ser su ynfelíce suerte tal, se llegavan á la nao del enemigo á que los amparasen: aquellos herejes les salían á recibir con picas y los alangeavan con mucha crueldad, entre los quales dieron vna lanzada al Cappitan Gómez de Molina, y con ella fué nadando hasta llegar á tierra, donde desangrado murió á la orilla del agua. Desta manera murieron algunos. Y los que escaparon se rrecoxiero en la Ysla de Fortuna, i8 leguas desta ciudad, hasta que tuvieron emvarcagiones para venir. En este tiempo, el navichuelo de los portugueses viendo este suceso, tomosu viaxe para Malaca, porque hasta entonQCS no havia llegado. Estubo nuestra Capitana barloada con la del enemigo seis oras: desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde, que se fué a pique. El almirante Joan de Allega, que fue tras el almiranta enemiga, la alcanzo,, y después de averie dado dos ó tres cargas de sus piezas, mosquetería y arcabuzeria, la barloó por la quadra de popa de la vanda de estribor, y al punto saltaron los nuestros en la enemiga, siendo el dicho almirante de los pri meros. Los enemigos se defendieron jugando de su artillería y se pegaron <br />
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fuego por tres vezas de proposito, que rresultó de algunos cartuchos de pólvora, como su;ede. En fin, los nuestros acudieron con baldes de agua á apagarle. Viendo los enemigos la íuerza de jente y cuan mal lo avian de pasar porque los mejores les avian muerto, se dieron á buena guerra. El almirante Joan de Alzega se la otorgó, y asi se tomó con diez y nueve hombres vibos y de nuestra parte murió solo vno de vn balazo, llamado Joan Baptista de Mondragon, sobrino del chantre de esta Catredal de Manila; murió otro de jas Canarias aogado, yendo á saltar de vna nao á otra; heridos de considera•cion, vbo el Cappitan y maestre de nuestra almiranta Joan López de Zarra, pasado un muslo, y un fulano Calderón, pasado vn lado por el ombro y parte Kiel brazo; otros heridos vbo; pero no de consideración. Hallóse en la nao de pillaxe dos pipas de a^eyte y dos de vino, cantidad de bacías y candeleros y •almirezes, hierro en platina, bersaxon y otras cosillas de poco aprovecha miento; tomaron doce piezas de artillería, ocho de hierro colado grandes y buenas, quatro pequeñuelas, y entre todo lo que se tomo se hallo un cofrecillo de hierro que trayan en la cámara de popa en que traya el almirante sus papeles y los títulos que el Principe de Oranje le avia dado ¡uando le nombro por Cappitan de aquella nao: el uno venia en su lengua y el otro en la nuestra, jue es el que al pie de esta relación esta sac;Klo. Halláronse vna o dos cartas que trayan para el Pirú, las qualcs tiene la santa Inquisición su poder. Luego el almirante Joan de Alzega mandó que se metiesen algunos marineros en l:i nao rrendida del enemigo y que la llevasen á aderezar para traerla á Manila porque estava sin árbol mayor y jarijia, que los nuestros en entrando no de xaron cosa en pie, asi que no podian navegar, lleváronla ;l vna Ysla llama da Luban, cerca de alli, y estando en esto vieron los nuestros á vna vista vna nao destrozada que jiarega venia hacia ellos, la qual entendieron que era la capitana del enemigo que estava ya ¡lor nuestra y la ymviavan adere zar como ellos á la suya, y no hera mucho que lo entendiesen, pues Jas avian visto y oydo cantar en ella la vitoria á los nuestros, y cjue les pareijia que no hera posible otra cosa; pero en rrealidad de verdad el enemigo hera que yba uyendo á su almiranta, á ver si la podía socorrer, y como vio las dos naos juntas y no oyó rruydo de piezas se bol vio, y hasta oy no se á sa bido della, donde es de creher que llevava mucho daño y desbaratada, pues no tubo animo para esperar yendo victoriosa con avcr hechado á nuestra ca pitana á pique, aunque se puede dar crédito alguno ¡í algunos que dixeron •que quando yba nadando vieron que de la jcreta del enemigo alanceaban a los nuestros que podian alcanzar nadando. Nuestra almiranta, con el suceso •que tubo, dio las velas para bolverse a Manila, á donde entendió que nuestra •Capitana estava con mucho contento surta. Llego á Mai-ivelez, y asi supo la desgracia que los nuestros avian tenido, despacho el almirante al Gober nador de esta ciudad que viese lo que mandava, que alli aguardava. Diosele orden que buscase y siguiese al enemigo hasta Malaca ó á donde obiese noti cia del; al punto le íue otra orden en que se le mandava andar por aquellas Yslas y si en ellas no la hallase, se bolviese. Hizolo así, ymviando á los ene migos bivos á esta ciudad y él vino después a ella y el Gobernador le mando prender y después soltar no se la justificación que tubiese lo vno ó lo otro. Después de todo esto, el governador mando y con mucha justicia que no obs tante la palabra que el almirante Joan de Alccga le avia dado, que á todos Jos enemigos les diesen garrote, y hízose assi, y se executó en los treze dellos porque los demás heran muchachos y están en los monesterios rrepartidos. <br />
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n os e con que fin, que no son muy niños. Murieron los dogc muy católicos y convertidos y con muchas lagrimas; tanto, que obligo á los rrelixiosos á da lles santísimo Sacramento de la Eucaristía ; enterróles la ermandad de la Santa Misericordia con mucha caridad. E l que no se quiso convertir fue el almiran te Ingles, el mas perr o y pertinaz Herej e que he visto en mi vida. (Si^ne el título ó patente, copiado en otro lugar—vtíasc el PRÓLOC.O,—y ter mina la relación con estos reiiiiloues:) Según las relaciones que han venido, murieron y se ahogaron ciento y treynta y siete personas entre todos. <br />
Anexo quint o del nilmero 12. (Fragmentos de una caita dol Ayuntamiento de Manila á S. M-, fechada A 20 de Julio de 1601: Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 35 (núm. i).<br />
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Y prosiguiendo el dicho doctor MORGA con sus atrebimientos, y no con tent o con auer sucedido por su respect o los daños referidos, auicndo llegado el año passado de mili y seiscientos á estas islas dos nnuios de olandeses y venidose por el mes de noviembre á la boca de la baya desta ciudad y están dose barlobenteand o en ella, se comentaron á aprestar nauios para salir á ellos y auiendo yd o al puerto de Cauitc para este efecto el dicho don Joan Ronquillo general de la mar por V. Magd., luego comen(,;o el dicho doctor MORGA a maquinar y pretender yr él por general de la dicha jornada, y para darle algún ¡)rincii)ío y color biniendo á esta ciudad el dicho don Joan Ron quillo á pedir algunas cossas para el dicho despacho, le prendieron, y otro dia siguiente se-fue el dicho doctor MORGA al puert o de Cauite diziendo que convenia su persona para dar calor á que se despachase el alomada, y en efecto, con trabas y mañas y la autoridad de su officio, hizo quitar la dicha jornad a al dicho don Joan Ronquillo y que se la diessen á el, escriuieado cartas que ay suyas originales al gouernador destas yslas pidiéndole que aunque don Joan Ronquillo pidiesse justicia sobre ello, no rrespondiesse nada y lo cntretuuics e hasta que el se despachasse, porque no lo apelasse á la Audiencia y se hiziese alguna prouision que le estoruasse su jornada ; y tenido tres nauios armados y artillados para salir á ella, se fue con los dos nauios, capitana y almiranta, á la ysla de Mariuclez, ocho leguas del puert o de Cauite y cinco leguas de dond e estaua el enemigo, y sin aguardar al otro tercer o nauio que quedaba en Cauite, que era de unos portugueses, y llego á la dicha isla de Maribelez la misma noch e que el doctor MORGA salió della; y auiendo descubierto al enemigo jueues por la mañana, sin aguardar al capitán Joan de Alcega que yba en la otra nao por almirante ni tomar consejo de lo que se auia de hazer, prometiéndos e cierta la victoria por la relación que aula de la poca gent e que traya el enemigo y la mucha que licuaba á bord o con él, de manera que las vnas de las anclas se metieron por los costados de las naos, y estando seis oras barloado con el enemigo y él hiendo la pujanza que llebaba nuestr a capitana, rendid o se metió debajo de cubierta con toda su gent e sin disparar el dicho enemigo en mas de vna ora de relox arcabuz ninguno, y auiendo entrad o algunos soldados y marineros nuestros sin orden, porque el dicho doctor no estaua para darla, y hallado la popa del enemigo sin gent e y saqueadola y tomadas las banderas y passadas á la nuestra nao, biend o el enemigo la poca maña que se dauan en rrendirle por no entrar gent e con orden ni traja, fue tomando algún animo y se comengo á defender, <br />
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y con vno ó dos que mato de los nuestros, como no tenian gente que los acaudillase ni gouernasse, porque el dicho doctor desde que se acerco al enemigo se pusso echado detras del cabrestante de la nao con un rrimero de colchones, se acobardo tanto toda la gente, que nadie acertaua a hacer nada, y aunque algunos llegauan al dicho Doctor á decirle que saltasse en la nao ó hiziesse saltar gente en ella con orden, no lo quiso hazer por estar desfallecido y sin ánimo alguno, y ansimesmo, llegándole á decir que la nao hacia mucha agua por las portañuelas de la artillería, porque como la gente se yba huyendo de la banda donde estaua varloada la nao á la otra vanda sin pelear se ynclinaua la dicha nao y entraua el agua, y aunque le dixeron muchas vezes que lo rremediase, fue lo mismo que lo demás, y ansi fue entrando tanta agua en la nao, que se fue á pique; y diziendole vn padre de la Compañía de Jesús con un christo en la mano que pues la nao se yba á pique se passase con la gente á la del enemigo, pues por estar tan juntas y sin resistencia, que era como pasarse de vn aposento á otro, no lo quisso hazer, antes los colchones con que tenia guarnecido el cabrestante los echa al agua para yr á una ysleta que estaua allí cerca á escaparse, como se escapo. Los enemigos alancearon á toda la gente que se echo al agua, y los que se ahogaron y murieron fueron mas de ciento y veinte spañoles de !a mas lucida y principal gente destas islas, sin mas de otros cien negros y naturales de ellas. Y en tanta manera estuuo rrendida la dicha nao del enemigo, luego que se abordo, que llegando el dicho capitán Juan de Alcega con su almiranta por el otro bordo del enemigo dándole una rociada de artillería y arcabuzeria y llegando á querer meter gente, los spañoles que estañan dentro en la popa del enemigo, y entre ellos el ayudante de sargento mayor, dixeron que no tirasen, que matarían á los spañoles y que pasassen adelante tras el almirante enemigo que se yba huyendo, que ya aquella estaua por de Vuestra Mages tad y no tenia que hazer alli, y assi el dicho almirante fue tras ella, y alcan zándola tres ó quatro leguas de alli, la rindió y truxo los enemigos que que daron vinos á esta ciudad adonde se hizo justicia dellos y queda la nao con muy buena artillería en este puerto. <br />
A hecho [MORGA] muchísimas ymformaciones por verse con la autoridad y poder de su oficio; puede escurecer esta verdad y dar algún color á este casso prometiéndose el auerlo dado y hecho lo mesmo en otras que á usado desde que entro en esta tierra bien atreuidos y demasiados, y en esto llego á tanto, que pidió por justicia que él como general auia de repartir la pressa que huuo en el nauio enemigo que se tomo y que á el le tocaua mucha parte, y después por otra petición dice que como vassallo y criado de V. Magd. perdona la parte que le caue y le da á V. Magestad, con que se le de vna pieza de las que se cogieron, de que se ymbia traslado de las peticiones, por donde consta. También se ymbia vn traslado del titulo de General que lleuo el dicho doctor MORGA y vn auto que él hizo y ordeno, por donde el gouernador le mando que íuesse por general, y no queremos esplicar á V. Magd. nada de lo que contienen, pues dellos mesmos se vee lo que es y su atrebimiento en querer dar á entender que es hombre de guerra y que otras vezes por orden de V. Magd. á tenido semejantes cossas á su cargo, y para que dellos <br />
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mesmos se conosca el que abra tenido en otras muchas en esta tierra contra muchas personas sin tener ninguna consideración de las que deuia. Toda esta ciudad á estado por la mayor parte de la gente dende que entro •en esta tierra sentida é ynjuriada de la manera de proceder que el dicho Doctor MORGA á tenido con obras y palabras contra ellos, y cartas que á escrito contra todos estados de gentes, poniendo nombre fingido en ellas y disimulando su letra, y luego mostrando los traslados dellas á otras personas por dar á entender que él no i sido el autor; aora con este subceso á crecido este sentimiento en todos los ánimos, mucho mas porque los mas auentureros • que lleuo fueron todos con amenagas y contra su voluntad; y como murie ron, sus deudos, por esta ocassion y por auerles sucedido la muerte conoci damente por culpa y mal gouierno del dicho doctor, no pueden dexar de hacer sentimiento dello y el dicho doctor contra ellos, la mesma á sido contra toda la gente que yba en la nao almiranta, embidiosso de que ellos huuiessen vencido y él no: de manera que por sentimiento del dicho doctor contra algunos otros contra él, ay muy poca gente en estas islas á quien no toque, y asi esta odiosso y sospechoso en su oíficio con todos y no sucederá caussa en que no le recusen, como lo van haziendo algunos. Y no es menos el sentimiento general que ay de que auiendo aqui tantos soldados que con sola esta pretensión pasaron á estas partes á seruir á V. Magd. y lo an hecho después que están en ellas con muy buenos suces sos, el dicho doctor MORGA procurasse esto con nombre y color de que no auia en estas islas a quien se encomendase semejante cossa, y que por esto ayan perdido ellos de ganar vna victoria tan conocida, que sin duda lo fuera aunque se encomendara al soldado de menos üombre que aqui ay.—A V. Ma gostad humildemente suplicamos que consideradas todas estas cossas tocan tes al dicho doctor, se ponga en ellas el rremedio que V. Magestad con su santo zelo y recta justicia acostumbra poner: guarde nuestro señor i V. Ma gestad como los vasallos de V. Magestad deseamos. De Manila á 20 de Julio de 1601 años. DON GONZALO RONQUILLO DE BALLESTEROS.—FRANCISCO DE LAS MISSAS.— FRANCISCO MERCADO DANDRADE.—HERNANDO DAUALOS.—BERNARDINO DE AUI LA.—DIEGO MELENDEZ FLOREZ.—Par mandado de la Ciudad de Manila: Luis DE CONTRERAS, Secretario de Cauildo. <br />
Anexo sexto del número 12. [Archivo de Indias: cst. 67, caj. 6, leg. 19; documento núm. 23 del índice 7.°] <br />
Apuntamiento sobre el subcesso del cossario Holandés que bino d estas yslas Philipitias el año pasado de 1600. <br />
Abiendo entrado al mar del Sur por el estrecho de Magallanes en principio •del año pasado de 1600 con tres navios de armada Oliver del Nort, general •de holanda y Gelanda de los Paises Vajos de Flandes, y hecho algunas presas •de navios en la costa del Perú á que salió en su seguimiento y busca hasta la California en la costa de Nueva España vna armada gruessa del Piru, general don Joan de Velasco, que se perdió con su capitana y gente que en ella lie vava en la dicha costa y bolbieron los otros nabios al Callao de Lima sin su •capitana ni haver hecho eíeto alguno; el dicho cossario, temiendossc y rege landose desta armada del Pirú, se enmaro desde la costa del Piru y hizo viage <br />
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4 las yslas Philipinas para hacer en ellas pressas de importancia, asi en las naos de la plata que avian de benir aqueste año de Nueva España, como en Ips,navios de chinos de mercaderias que venian á Manila, y de allí pasar i Terrenate en el Maluco á la contratación del clavo que tienen asentada los. olagdeses de poco tienpo acá con el Rey de Terrenate, y descubrir la nave gación por esta parte para bolber por ella con mas navios y fuerza. Llego el cossario á la ysla de los Ladrones con dos naos, porque la otra se le avia desaparecido luego que salió á la mar del Sur, La capitana, quera pavio de 300 toneladas de dos costados y una de las que se hallaron en la toma de Calis nombrada Mauricio con ¿70? piesas de artillería de bronge,. de cuchara, gruessas, y quatro trabucos de fierro colado sobre la cubierta y jaret a con casi gien hombres de todo servicio, muchas armas y muni;iones y rescates, en que benia el dicho Oiiver de Nort, general, con banderas y estandartes del dicho conde Mauri;io y patentes suyas en flamenco y caste llano- mandándole hijiesse guerra á Portuguesses y Castellanos á fuego y sangre, donde quiera que los enconti-asse, como de las patentes pare-je; la almiranta hera navio fuerte, pero mucho menor, de hasta 80 toneladas, con doge piegas de artilleria y 26 hombres, muchas armas y municiones, nombra Ja Concordia, de que venia por cabega y almirante con títulos del dicho Conde Mauricio Lanberto Viesman, natural de Utrech, en la dicha provincia de Olanda. En los Ladrones aderegaron sus navios y chalupas y de allí salie ron la buelta de las Philipinas, donde llegaron á surgir en la baya de Albay, fuera del Enbocadero, por no aver agertado con él; á i6 de otubre del dicho año de 1600, con mucha nesgessidad de agua y refrescos: los yndios y otras perssonas se los dieron por sus rrescates en cantidad; con que se lebo al cabo de quatro dias el cossario desta baya, y tomando guias de yndios entro por el Enbocadero la buelta de la giudad de Manila, fingiendo entre los yndios que era amigo, hasta que avicndole conogido y recatadose del, comengo á manifestarse y quemar las poblagiones donde llegaba, y tomar los navios que encontrava, y hager otros daños, dándose priesa para llegará la baya de Manila; porque estaba ymformado que no abia armada que le pudiese resistir; y con determinagion de entrar en el puerto de Cavite y quemar los navios que hallase y con esto asegurar mas sus yntentos. Antes que el cossario pudiese entrar en la baya de Manila llego al gobernador el avisso de su, llegada á Albay y disignios, asi de lo que alli le oyeron y entendieron del los yndios, como por la declaragion de vn yngles que fue presso en tierra y de un negro que se huyo de sus navios, que lo abian tomado en la costa del Piru, y otros, dixeron todo lo que avia subcedido en su nabegagion y deter minagion del enemigo; y aun que luego questa nueba llego á Manila el ^bernador despacho á Albay, ques So leguas de Mah'úa, por tierra, dos capitanes con 70 soldados para que le defendiessen la enbarcagion y proveerse de bastimentos, esto no fue de heíecto, porque ya el enemigo venia nave gando por entre las yslas; pero juntamente con esto se trato de poner en. defenssa el puerto de Cavite y de hager armada para rresistir el enemigo; y. para ello se acordó en el Audiengia Real por el Gobernador y presidente don Francisco Tello y los oydores, que un oydor fuese luego al dicho puerto dp, Cavite y lo pusiese y tubiese en defensa con la gente y artilleria nescesa— rias> y con toda brevedad hiziesse y aparejasse armada para el dicho heíecto; lo qualse cometió en último dia de otubre á el dotor Antonio de MORGA, oydqr gue era mas antiguo de la audiengia, que primero abia sido Theniente. <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA. 3 0 7 <br />
de Gobernador y Capitán general en las yslas, antes qiiel audiencia se fundasse; el qual, dia siguiente primero de nobiembre fue á el puerto de Cavite en compañia del Gobernador y Prcssidente y aviendo alli tratado lo que convenia hacer, se bolvio el Pressidente á Manila y qued o en el puerto el oydor con una compañía de arcabuceros y algunas piei;as de artillería, con que fortifico el puerto con sus festones y trinchas, estando siempr e alerta y atentos para su defensa; lo qual fue vastante prevención para que aunque el enemigo se puso en la boca de la baya, no se atrebiesse á entrar en el puerto, como lo avia deseado. En el mismo tiempo el oydor puso mucha diligencia por su perssona en hager y aderejar el armada, y para ello acudió y botó al agua vna galizabra questava en el astillero del dicho puert o y otra nao que en él avia de particulares que seria de 200 toneladas, que no estaba acabada, y una galera vieja questaba barada en tierra para se aderezar ; y aviendo acavado y aderezado estos navios para poder navegar, por no aver otros algunos en todo el mes de noviembre, los apresto y puso á punt o de lo necesario para la jornada, ecepto la galera, que por aver muchas mares y la chusma no ser á proposito, se vbo de quedar sin armarla. <br />
En este tiempo, el cosario se estaba muy de atjiento en la boca de la baya de Manila con sus dos navios y chalupas armadas, atravesando de una banda á otra, no dejando navio alguno de los que bcnian con bastimentos á la (jiudad que no lo tomasse y robase y quemase, y aguardando el galeón Santo Thomas que abia de benir con la plata de dos años de la Nueva España y se esperab a bernia temprano por aver faltado el año antes por temor de los navios Ingle ses, y también los dichos navios de chinos de mercaderías que abian de benir de alli á poco ; y aviendo descubierto un navio Xapon que benia con basti mentos y mercaderías á Manila, salió el cossario tras del a l a m a r, y lo rindió y le tomo arina y otras cossas que le pareció, y le dejo muy maltratado del artillería. Esto todo y lo que los naturales podian sentir de lo que bian y los mas daños que se temían si el enemigo se detenia en estas yslas, afligía al Governador y á toda la ciudad, y les ha(;¡a dar priesa al oydor para que concluyese con Jo que tenía á cargo, como quiera que se pudie.sse, aun que conocían ques e trabajaba en ello con sus personas de noche y de dia, y tenia la cossa en estad o que no piíciiera tener si vbiera encargadosse á otra person a de menos diligencia y consideración ; per o aprestados los navios, abia faena de sobrad o con que guarnecerlos, por ser pocos y repartidos por entre las yslas en otras ocasiones forgossas; y la caxa Real estava tan necessi tada y pobre, que no abia sustancia con que poder hacer della los gastos que suelen ser menester en tales jornadas, y los veginos y gente de la tierra no se ofrecían ni tratavan de yr á ella como se pudiera desear para satisfacer á la nescesidad presente, porque temían como algunos les davan á entender que la jornada seria de muchos días, costossa y peligrossa ; porque si el e n e migo se fuese, le abian de yr á seguir y buscar muy lejos, hasta versse con ell, y que assi perderían, fuera del gasto que cada uno había de hager y riesgos de sus perssonas, su empleo y contratagion deste año, ques á lo que princi palment e asisten; aunque por otra parte, biendo á el dicho oydor ocupado en el despacho y prometiéndos e que él en persona haría la jornada, muchos de secreto se comengaron á apercevir de lo necessarío para yr en su com pañía, y se fueron declarando que yrian á servir en aquella jornada y gasta rían sus hagiendas si la vbiese de hacer el oydor, y no de otra manera ; y como esta gente her a la que bastava para la ocagion y la mas lugida y de mas <br />
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3o8 ESCRITOS INÉDITos <br />
posible para dichos gastos, y la cossa pedia tanta l>revedad y por otro camino no la podía tener, el gobernador y pressidente se rresolbio, aunque del gusto de algunos que quisieran hacer ia jornada y que se les encarganí después de hecho y trabajado el despacho, y apercevida y aprestada la gente, en ordenar al oydor que el la hi^iesse y saliessc luego la vuelta del enemigo; y aunque el oydor se hallava no rico y con muchos hijos y familia que quedarían perdidos con qualquiera mal subcesso de la jornada, y nunca trato de que á el se encomendase sino de bolversse á descanssar á su cassa, biendo la nescessidad del negocio, y que si él no yba se desharía la gente, y por lo menos para bolverlo á enquadernar pasarla tanto tiempo que no se haria el efecto que hera menester en el enemigo, obedegio lo que el Presidente le hordenaba, y luego se apresto de matalotaje armas y lo demás nescessario conforme á su calidad y caussa que llevava á su costa, sin que. pidiesse ni se le diesse á el dicho oydor ni á la demás gente abenturera que iue á la jornada cosa alguna de sueldo ni ayuda de costa ni vastimentos ni en Otra manera; y asi, abreviando la salida del puerto de Cavite lo mas que pudo, hizo la enbargacion en la nao San Diego, de particular, que llevo por sucapitane con 14 piezas de artillería gruessa y pequciías y 100 hombres de guerra los 40 de sueldo y los aventureros, buena gente, y algimos aventure ros, capitanes y cavalleros, descosos de mostrarsse en servicio de Dios y de su magestad en aquella empressa, con las armas nescessarias y municiones y bastimentos y jente de mar y officiales de la nao; y en la galizabra, nom brada San Bartolomé, que era de menos porte, por almiranta, á cargo del Capitán Joan de Alcega, almirante, con otra tanta gente del sueldo y aventu reros y 12 pie;as de artillería, armas, municiones y bastimentos, y en cinco enbarca(;iones menores, una chanpan de Chinos y dos caracoas que iban par.i el servicio del armada y con ella hizo el oydor vela del puerto de Cavite martes 12 del mes de diziembre de 1600 la buclta de la en;enada de Ma ríhuma, donde por las centinelas que tenia puestas tenia aviso que estava surto el enemigo, que seria 12 leguas del puerto, fuera de la boca de la baya á la banda del norte. Este día llego ¡a armada ai paraje de la ysla de Maribeles y á una hora de la noche surgió con mucho viento de nor3este en una punta de la tierra firme de Batan, donde tenia algún abrigo y luego que fue de día binieron á larmada las centinelas y dieron aviso como la tarde antes salió el cosario de Marihuma con ambas naos y las chalupas metidas dentro atrabeso á la otra banda de la boca de la baya la parte del sur y que aboca de noche abia surgido en vna punta que sale á la mar que se nombra de Baleytigui. Con este abisso abrió luego el oydor la yntrugion que el gobernador le abia embiado cerrada y sellada de lo que habia de hacer y guardar en la jornada con bor den de que no le abriesse hasta salir de Mariveles, y biendo se le mandaba buscar á el enemigo con brebedad, ante que se fuesse ó alejase, y hallado biniese con él á las manos, bai-loandole y lo demás, en esta inten;ion dio parte al almirante del avisso que tenia de que el enemigo estava surto en la dicha punta de Baleytigui, que era ginco leguas de alli y que aprestase luego su nab y gente para pelear con ¿1 el día siguiente, y le ynbio por escripto su ynstruccion y borden de lo que avia de guardar en conformidad de la que él tenia del governador y pressidente; y con esto ambas naos, capitana y almiranta, se pusieron á la borden gafando los navios, alistando las armas, repai-tiendo los puestos y guarneciendo las pavesadas y previniendo lo que mas <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 3O9 <br />
convenía para averse de ber con tanta brevedad con el enemigo, tan platico y bien apercevido, en lo qual se gasto este dia de Santa Lu(;ia 13 de d i ciembre. El dia siguiente, 14 de diciembre, quatro oras antes de amanecer se le varon anglas; las naos capitana y almiranta, con mucha mar y viento, de don de estavan, hizieron viaje la vuelta del cosario, teniéndos e á la barlovento de la punt a de Baleytegui, donde teni a nueva que estaba, por caerle quand o amaneciesse en buen parage, y abicndo medido bien el tiempo y navegación, luego que lúe de dia se descubrió el enemigo surto en ambas naos en la di cha punt a y luego que rreconocio el armada se levo c hizo vela la buelta de la mar y dándole caga con anbas naos, e ! cosario hecho su almiranta á la mar y con su capitana se tuvo á la trinca con el armada y á tiro largo de cañón disparo una piega á la capitana y le llevo con una vala de cadena las vitagas de la vela mayor y vna astilla del arljol mayor, y por yr en boca de la verga no vino á vajo. Bieudo el oydor la piijaní;a del artillería del cossario, se de termino sin perder mas tiempo á barloar á el enemigo y asi lo mando tí se hizo con toda brevedad y determinación, aferráronse ambas capitanas y co menQosse la pelea con artilleria y mosquetería y el enemigo se metió debajo de su jareta y desanpar o el castillo y cámara de popa ; abiendo saltado y apo dcradose della un golpe de gente de hasta 30 hombres con una bander a y desaparejadole el árbol mayor y mesana, cortándole toda la jarc;ia y hechan dole las vergas y velas á la mar y tomándole el estandarte, bandera de qua di-a y de garcía que traya, que el oydor tomo en su poder. A este mesmo tienpo, nuestra almiranta, que benia no lexos de nuestr a capitana, llego por la otra banda á la capitan a del enemigo, y aviendole tirado una ó dos piezas y alguna arcabucería, parecíendole que ya devia estar rendida, deseando tan bien hacer presa de por si en la almiranta del cossario, que iba con todas v e las, dio el timón á la vnnda y fue en su seguimiento, y aviendolo alcangado y peleado con ella, que aunque era navio pequeño y con poca gente hizo la defensa que pudo, la rrendio y tomo con la gente y lo que llcvava de muni ciones y rescates. L a capitana del cosario hallándose solo con nuestra capita na por averse aprestado la almiranta, se animo á pelear y no rendirse, como avia comentad o á hacerlo, y pedido partid o y sin mas tratar desto, bolbio á jugar su artilleria y mosquetería con tanta luna, que se bolbio de nuevo á la pelea por anbas partes ; que fue tan reñida, que duro seis oras sin desafe rrarse, aviendo muchos fuegos en ambas naos, que se mataban no sin mucho travajo, á todo lo qual asistió siempre el oydor sobre la cubierta de su capita na animando la gent e y acudiendo á todas las partes á proveer lo nescessario. Anbas naos recibieron much o daño de la artilleria, y especialmente la nues tra, que como nao feble y no fabricada para de armada, se abría y hacia mu cha agua con el disparar de su mesma artilleria ; que algunas heran piezas gruesas y jugaban á menudo : conque tanbien tenían hechas grandes vaterias en la nao del cosario; aun que era mucho mayor y mas fuerte en esta pelea siempre llevo nuestr a gent e lo mejor, porque nunca desmanparo la pop a y cámara que avia gan.ido y aunque el enemigo hacia todas sus diligencias de bajo de su jareta que era doblada y muy fuerte, con que mat o hasta 12 españoles él recibió tant o daño, que murió casi toda la gent e que tenia; que no le quedaron bivos mas que doce ó catorce hombres. Estando en este punt o la pelea, el cosario, biendose asi acabado determi no de poner fuego á su nao por la part e donde los españoles estaban, y asy <br />
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lo hizo, tan de hecho, que ya las llamas yban muy altas por aquella parte y corrían en aquella nao rriesgo de abrasarse: por io qual y por que el agua que hacia nuestra capitana yba creciendo en tanta manera que no se podia vencer ni abia ya bonbas, porque con una piega del enemigo las había hecho pedamos, el oydor, por concejo y parecer del Piloto mayor y demás officiales de naos, mando desbiar y desabracar la nao de la del cosario que se estaba abrasando para poder mejor poner cobro en la suya y agua que ha^ia, y aviando retirado la vandera y Españoles que el enemigo tenia dentro, y quitadoles su chalupa porque no tubiese de que ayudarse, se desvio del cosario Vn tiro de arcabas, y tratando del remedio de la nao y tomarle el agua, no fue posible, porque eslava avierta por la rroda y crecía ya tanto, que entrava por las portañuelas del artilleria. La tierra que mas cerca estava era 2 leguas vna ysleta pequeña de muchos arresifes llamada Fortun, despoblada y sin agua; algunos soldados y gente de la nao biendola perder, se apoderaron de ambas chalupas que estaban abordo y concUas se fueron á la dicha ysla de Fortun, dejando al general y toda la gente anegandose, el qual, aunque en una dellas pudo salvar su persona, no lo quiso hazer, sino hacer presencia en su nao hasta acabar con ella. La nao se fue en un momento á pique y alguna gente della pereció allí con ella en cantidad de sesenta personas entre ellos algunos capitanes y jente de quenta. El oydor hallándose en el agua con ayuda de un pequeño liachuelo de un colchón de baro que encontró, se entretubo nadan do, y aunque hacia muchas mares y tienpo, salió á la playuela de la ysla de Fortun y de la misma manera otros soldados españoles, con esclavos e yndios de servicio, de los que iban en la nao, que todos los que asi se salvaron con el dicho oydor serían 200 personas, los quales, aunque salvaron las vidas, no se vieron en poco travajo para salir de aquella ysla, en que el oydor puso toda diligencia y los saco el día siguiente con eiivarcaciones pequeñas que procuro della. El cosario que vio;tan sin pensar nuestra capitana aberse ydo á pique, con Ja poca gente que le quedaba hizo luego mucha diligencia en ma tar el fuego, y habiéndolo muerto, con el triquete solo que le avia quedado se puso en huyda con mucha dificultad por estar tan desaparejado y hecho pedagos, sin gente ni chalupa. Paso á vista de nuestra almiranta y de la suya, que estaba rendida, y aquella noche llego á Ja ysla de Ambre que era cerca, y procuro tomar el puerto della, que no pudo por irse anegando, como lo vieron los yndios en la playa todos juntos, y nunca mas pareció sino son ver gas y velas, caxas y vestidos flamencos, y cuerpos que la mar hecho luego á la playa; entre tantas yslas y vajos, que en todas avia avisos y centinelas, vbiera de aver sido vista, aunque se hicieron muchas diligencias en su busca. Con esto se trajo la almiranta del cosario á Manila y se dio garrote al almirante y demás gente que en ella benian: aseguraron estas yslas del dicho cosario y entraron los navios de chinos con seguridad y sin ofensa de nadie en Manila, y lo mismo llego el galeón San Thomas á estas yslas con mas de millón y medio de plata de la Nueva España; que si el cosario le hallara, le tomara con mucha fagilidad por no poder él hacer resistencia; y aunque la lastima de los que perecieron con nuestra capitana en la mar se ha sentido, por aver muerto entre ellos algunas perssonas particulares, pero con averse conseguido el yntento de destruir este enemigo, se ha tenido y estimado por buena suerte, dando á Dios gracias por el subcesso y suplicándole tenga en su rreyno á los difuntos.—[Por el DR. ANTONIO DE MORGA?] <br />
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NÚM. 13. <br />
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Carta d S. M.: Quéjase de que con motivo de la llegada del Ldo. Antonio Rivera Maldonado^ se le haya quitado la plaza de oidor más antiguo, y aun pretende el dicho Rivera que le dé la casa en donde vive, etc.—Manila, 2 de Julio de 1601.—Archivo (le Indias: documento núm. 13 del índice 7.°: est. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
Quando V. Magd. fue seruido de mandar fundar el Audiencia Real que reside en esta giadad, se entendió que la voluntad de V. Magd. auia sido que los oydores tubiesen declarado el lugar y antigüedad que cada uno auia de tener en la fundación; y que el li cenciado don Antoni o de Ribera Maldonado fuese el primero é y o el segundo ; pero com o el dicho licenciado don Antoni o no vino en íonges, se m e dio á mi el antigüedad, y se dubd o que quando vi niese don Antoni o ubiese de entrar en ella por lo que V. Magd. en •semejante caso tiene declarado quand o se tundo la primera vez el audiencia en estas yslas, sobre que agora tres años di quent a á V. Magd. suplicando se proueyese en esto lo que fuese seruido, ha ziendome la merce d que ubiese lugar de que hasta agora no h e vis to ni entendido ay a auido declaragion. Agora, después de fundada el Audiencia y trabajado yo lo que en esta part e ha auido que ha zer, ha venido á su plaga el licenciado don Antoni o y trato se le diese la antigüedad, y la tomo, no auiendo yo hech o mas resisten cia de la que m e pareció conuenia para que se entendiese mi pre tensión y que de ella no resultase publicidad ni escándalo por esta diferencia. , <br />
Semejantemente me, pide una casa para su aposento que quand o yo vin e á esta tierra m e hizo de ella V. Magd. merged, que es fuera de las Casas Reales donde antiguamente los oficiales reales tenían la caxa y en que estaua el licenciado Pedro de Rojas, mi antecessor, la qual y o fabrique de nuevo con mucho trabajo y gasto de hazienda, y trata de esto tan calientemente, que tras auer dicho la razón que teng o para conseruarme en esta casa hasta que otra fuese la uoluntad de V. Magd. me abre de dejar sacar de ella sin hazer más ruyd o ni diferencia con la misma consideración, y aunque hazien dome V. Magd. la merced que h e suplicado de mandarm e sacar con breueda d de esta tierra quedarla mejor remediado todo esto y la sin razón que en ello pienso acá se me haze muy fuerga suplicar á V. Magd., como lo hago muy humildemente, se sirua de m a n d a r acerca de estos dos puntos lo que fuese seruido porque conuiniendo que y o no consiga mi pretensión tan luego en mi salida de aqui, m e <br />
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3.12 ESCRITOS INÉDITos <br />
quiere ^r satisfaga con lo que fuere la voluntad de V. Magd., cuy a Catholica y Real persona nuestro Señor guarde por muy largos <br />
años.—De Manila 2 de Jullio 1601.—D. ANTONIO DE MORGA. <br />
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NÚM. 14. <br />
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Carta á S. M. (fechada en Manila, z de Julio de lóoi), con la que remite todo lo relacionado con la visita que hizo al factor I'raticisco de las Misas^ cargos que contra éste resultaron y ordenanzas que dio'.—Archivo úe Indias; docu mento núm. 14 del índice 7.°: est. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
s E Ñ O R. — La visita de el fator y Veedor de la Real hacienda de V. Magestad de estas yslas Francisc o de las Misas ynbié en los navios de el año passado por tres Vias y con ella Juntaínen te Un a ynstruccion que provey guardasen los Officiales reales para la buena administración de la hazienda que tienen á su cargo, de que bueluo á ynbiar á V. Magestad en estos navios treslado para que si fuese servido se vea y se mand e lo que acerc a de ello c o n venga. <br />
Después de aver buelto dicho factor al exercicio de su oficio, aca bada la visita por man o del presidente don Francisc o Tello y con yntercession de los licenciados Tellez Alma^an y Sal azar, oydor y fiscal de esta Audiengia que favorecen las causas de el F"ator, él h a hecho poca ó ninguna enmienda en su proceder y aunque entiend o camina á mayor daño que con dar cuenta de esto á V. Magestad he. cumplido con lo que 6 enesta part e m e dita mi conciencia, y o qui siera en este negocio en que trabaje quinze meses continuos y gran gee por émulos y enemigos declarados al fator y a sus (roto) don Juan Ronquillo y don Juan de Andrad a y una parcialidad questos aqui tienen declaradas aver acertado mejor á servar á V. Magestad, mi deseo ha sido buen o y por él espero que en su gratificación m e hará V. Magestad ha merced que por otras suplico y á nuestr o Señor que guarde por muy largos años á V. Magestad.—D e Manila <br />
2 de jullio 1601.—DON ANTONIO DE MORGA. <br />
{Acompañan d esta carta los documentos que siguen'?¡^ <br />
Ordenanzas que se dieron á los jueces Ojüciales de Manila.—Enla ciudad de Manila primero de Junio de mili é quinientos e noven ta é nuev e años, el señor dotor Antoni o de MORGA, oydor del A u diencia e Chancilleria rreal de estas yslas Filipinas y Juez bisitador de la rreal caxa y contr a el fator y veedor Francisco de las Missas,, dixo: que por quanto por el rrey nuestro señor le ffue sometida la <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MOEGA 3 I 3. <br />
dicha visita é qu é juntament e diese la horden que mas parecier e convenir para la buena administración y rrecaudo de su rreal ha cienda, como parec e de su rreal comisión cuyo tenor es este que se sigue : <br />
«El Rey. Doctor Antonio de MORGA, mi oydor de mi Audiencia rreal de las yslas Fillipinas, é sido ynfformado que Francisco de las Missas, ffator de mi rreal hacienda de essas Yslas, no procede con la satisffaccion qiies obligado en el usso y exerjiíjio de su officcio, de que rresultan á mi hazienda los fraudes é daños contenidos en la rrelacion que se os enviara con esta, é porque conviene á mi servicio que se entienda si es verdad lo que en ella se reffierc é lo que á passado y passa ^erca de ello y que se castiguen semejantes deshordenes, para que cesen y se escusen adelante, os mando que luego que rreci— bais esta mi carta visitéis al dicho Francisco de las Missas, haciendo todas las averiguaciones y diligencias neccessarias cerca de lo susodicho con la destrej a é cuidado que conviene para entender y aberiguar la verdad, y abiendoJe echo los cargos que rresultaren dcUas y rregcbido sus descargos c proveydo lo que combiniese para rrestitu^ion de mi hacienda, y que sea enterado de lo que deJla se vbiere usurpado é tomado para cossas que no sean de mi servicio, é dado la horden que mas conbenga para que se guarde precissamente la que por mi esta dada para el buen rrecaudo dcUa, procederéis contra el dicho Francisco de las Myssas conforme a justigia llevando las sentencias que dieredes é pronun^iaredes á pura y devida execui;ion en quanto á lugar de derecho, otorgando las apelaciones que dellas se ynterpu sieren para mi Consejo rreal de las Indias, c no para otro tribunal ny Juez alguno, é mando á qualesquier personas i quien para la averiguación de lo susodicho Uamaredes, que parezcan ante bos y digan y declaren lo que supieren en lo que les preguntaredes, so las penas que de mi parte les pussieredes que para todo lo susodicho y cada cossa é parte dello por la pressenteos doy y concedo tan bastante y cumplido poder é comission como se rre quiere con sus ynciden;ias y dependencias. Fecha en San Lorengo á trege de Junio de mili y quinientos é noventa y siete años.—Yo EL REY.—ií)/' mandado del Rey nuestro señor: JOA.N DE IBARRA..» <br />
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S I 4 ESCRITOS INÉDITos <br />
bitrariamente, según su parecer, de lo qual como dicho es se siguen muchos é muy grandes ynconvenientes en deservigio de su Magestad y daño de su rreal hazienda, y es justo y negessario que se les de á entender lo que acerca desto an de tener y guardar de aquí ade lante para que gesen los dichos fraudes; por tanto, abiendo visto las •cédulas y hordenangas rreales y los demás autos é ynstruciones que agerca desto tratan y lo que según la dispugigion desta tierra y adininistracion de la rreal hazienda que enella ay á parecido que con viene guarden y hagan los dichos jueces officiaies en el vsso y exer gigio de sus officios entretanto que por el rrey nuestro señor y •señores presidente e oidores de su rreal Consejo de Yndias otra •cossa no se mandasse y proveyere, dixo que mandaba é mando á los-dichos juezes Officiaies de su Magestad que de presente son y de aqui adelante fueren en estas yslas Filipinas y á qualesquier otros officiaies é mynistros de la rreal caxa 6 hazienda destas dichas Yslas cada uno en lo que le toca en el usso y exergigio de los dichos sus officios se rixan y gobiernen é tengan y guarden los •capítulos siguientes: I. Primeramente se manda á los dichos juezes officiaies rreales •que en el vsso y exergigio de sus officios guarden las hordenangas dellas é ynstrugciones de su Magestad dadas para la contratagion de las Yndias é para la administragion de sus officios 6 como se les esta mandado por los títulos dcHos é por auto de la rreal au•diengia destas yslas so las penas dellos, que ansi mesmo guarden esta ynstrugion y acuerdos proveydos enesta visita y las que por los governadores passados les an sido dadas, entre tanto que el rrey nuestro señor no mandase otra cossa, so las penas dellos, y que de lo uno y de lo otro .tomen y pongan luego treslados en el libro de las cédulas, y ansi mesmo en una tabla en la sala de la •rreal caxa pongan un treslado desta ynstruccion en parte que todos 4o lean é puedan entender lo en ella contenido. 2. Yten que para el buen borden y expidiente de las causas y negocios de la rreal hazienda, cobranga y administragion della, los •dichos juezes Officiaies rreales rrepartan los dias de las semanas enesta manera: los lunes, miércoles é jueves hagan caxa forçosamente, ora aya que meter 6 sacar della, ó no, y no aviendo que me ter ni que pagar della, todabia asistan, oyendo los pleytos é caussas de la rreal hazienda de que pueden y deven conocer como jueges officiaies rreales conforme á la juridigion que tienen de su mages tad y a lo que se dirá en los capítulos siguientes; y en los dichos «dias de caxa quenten, diezmen é quilaten la plata y oro que vvie<br />
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DEL DE. ANTONIO DE MORGA. ,315 <br />
re, sin que se haga en otros dias, para que los negociantes sepan cierto el dia en que an de acudir á sus negocios y despachos. 3. Los martes sobre tarde sean para hacer los acuerdos de la rreal hazienda con los señores presidente é oydor é fí'iscal de su magestad confibrme á su rreal hordenanga, y la mañana gastaraa los dichos jueces Officiales en hacer memoria de todos los negogios ]ue se ofregieren tocantes á rreal hazienda, buena administración, cobro y despacho delia, paralo qual an de tener dos libros rrubri cados del dicho señor presidente y officiales rrcales, y el uno dellos á de tener en su poder el escribano de governacion y el otro el de la rreal hazienda, y anbos an de asistir á los acuerdos dellas los dichos dias, escribiendo en ellos cada uno lo que se acordare y decretare por un tenor y ffirmarlo del dicho Señor presidente, oydor y ffiscal de su magestad y officiales rreales. 4. Los jueves sean para hacer almonedas, sí oviere hazienda rreal de que se hagan, asistiendo á ella todos tres officiales con el ffiscal de su magestad y escrivano de la rreal hazienda, para lo qual tengan un libro encuadernado yntitulado de almonedas iTcales é rrubricado del dicho fiscal y officiales, en el cual el dicho escriba no á de asentar el dia mes y año que se hace almoneda y de qué cossas, y los precios y puxas que á ellos se hizieren, poniendo en•los rremates espagificadamente lo que se rremata y en que perso nas y precio, fñrmandolo las partes en quien se rremataren, y lo que se hiciere cada dia, el dicho ffiscal de su magestad y officiales rreales y escrivano de rreal hazienda, y en esta ocagion se advierte y manda á los dichos Juezes Officiales rreales que no an de bender ni bendan cossa alguna de los almacenes de su magestad ni de su rreal hazienda sino fuere en almoneda, y habiéndose acordado antes y, ansí mesmo que en materia de hazienda rreal vendida en al'r moneda con la solemnidad dicha, goga su magestad después de rrematada la cossa, ora sean especies, o officios de poder admitir puxas de tergio y quinto, de lo en que ffueren rematados, y abrir el almoneda para ello, y el quinto á de ser dentro de nueve dias y el tercio dentro de noventa de como la tal cossa se rrematare y puedan antes al tiempo de los rremates admitir nuevas puxas comprometidos conforme á la caHdad de la cossa que se rremata. <br />
5. Yten, los sábados, sin entremeter otro nengun negocio, se dedican mañana é tarde para passar las partidas de los borradores al libro general de la rreal caxa, el qual dia se ponga, que se hace cargo al tesorero de las dichas partidas que se ovieren cobrado aquella semana, y si Afuere de fiesta el tal dia se haga el lunes si<br />
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3i6 ESCRITOS INÉDITos <br />
guíente, o el primer dia de travaxo, sin dexarlo para otro dia, aun que ffalten en otras cossas. 6. Yten, los dias que se señalan para hacer caxa y oyr pleitos, tomen un pedago de qualquiera dellos, aviando siempre que hacer, ó quando no lo aya, é para passar los dichos officíales rreales las partidas del libro general de la rreal caxa á cada uno de los suyos que an de tener, ó se haga esto en los de jueves, no aviendo almoneda. 7. Yten, qualquiera destos dias de la semana que ffueren ffiesta de guardar, gese lo que en aquel dia se oviere de hacer y no se haga en otro dia siguiente, ecepto en dos cossas que se an de ser fforgossas: la una el sábado, de passar partidas al libro general, que como dicho es siendo de fiesta á de ser sugesivamente el primero que vbiere de travaxo, y los jueves de almonedas, que abiendo de que hacellas se hagan otro dia siguiente, y si la materia rrequiere mas dias, que uno cada semana para las dichas almonedas, tomen el rñartes por la mañana, dexando las tardes para los acuerdos de hazienda rreal, como esta dicho. 8. Yten, los officiales menores de la contaduría, demás de acu dir á todo lo que les toca de lo que dicho es, se an de ocupar en lo que los dichos jueces ofñciales rreales pidieren al tiempo y cuando por esta rreal audiengia se le señalaren sus salarios, conforme á los autos que sobrello se hicieren. 9. Yten, se manda á los dichos jueces officiales que tengan en la rreal caxa quatro libros de estos hordinarios enquadernados é rrubricados de todos tres officiales y del escribano de la rreal ha zienda, los quales an de ser el uno del fator, el otro del tesorero y el otro del contador y el otro del escrivano de la rreal hagienda, para que sienten en ellos lo que entrare en la caxa rreal, y las partidas que en el uno se encontrare se an de asentar en los demás todas en un tenor, los quales no an de salir de la rreal caxa y sala donde estubiere para parte nenguna, y estos se llaman borradores, paradellos passar las partidas al libro general de la caxa rreal, lo qual se ha de hacer de esta manera, para que todos quatro libros concuerden en vna mesma cossa. 10. Yten, an de tener los dichos officiales rreales, fator, tessorero y contador en la rreal caxa vn libro enquadernado de marca mayor yntitulado libro general de la rreal caxa, el qual tenga rrubricadas todas fojas del governador destas yslas y dichos officiales rreales, y al fin del se ponga una declaragion de las fojas que tiene,. la qual á de ffirmar el dicho governador, y en este libro se á de <br />
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hacer cargo de todo quanto en la rreal caxa entrare y de lo que saliere por rreoaudos bastantes con mucha quenta y rragon, y á de estar en la rreal caxa de hordinario, sin salir della para parte nen guna, sino fuere en la mesma sala del tessorero y en presengia de todos tres officiales rreales y escrivano de la rreal hazienda para asentar en el los cargos y datas que obiere sacando de los quatro borradores los cargos y las datas de los rrecaudos que tubieren metidos en la rreal caxa donde se á de volver á meter libro y rre caudos acabadas las oras de su asistencia. 11. Yten, el dia que hicieren caxa, alcen una ora antes que se hayan de yr, ó el tiempo que bastare, y en general á la alta voz corrixan lo echo en los quatro libros para ber si esta todo de un te nor, e con las mesmas rragones en una parte que en las demás, y meter los dichos libros en la rreal caxa, para que siempre queden dentro della, de donde como dicho es se á de passar al general de la caxa y decir el dia que se pasa en el de esta manera : en tantos de tal mes y en tal año se hage cargo al dicho tesorero fulano de tal cossa que en tantos de tal mes metió en la rreal caxa, fl'ulano; la ragon de la partida en forma. 12. Yten, que ansimesmo tengan los dichos tres officiales rreales tres libros, cada uno el suyo, de marca mayor, como el general de la caxa rreal, en los quales pasen y asienten todas las partidas, de cargos y datas á la letra como estuviere en el libro general de la rreal caxa. 13. Yten, que ansimesmo los dichos officiales rreales sean obligados á tener los libros de los géneros siguientes: Vn libro de librangas hordinarias. Otro libro de comisiones. Otro libro de librangas estrahordinarias. Otro de gastos de factoría. Otro de librangas de la gente de mar y socorros. Otro de librangas de doctrinas. Otro de arroz y géneros de ffatoria. Otro de situado y nuevo acresentamiento de los dos rreales en cada trebuto para la guerra y diezmos eclesiásticos. Otro de librangas y pagamentos de la gente de guerra. Otro libro de sueldo de la gente de guerra con quentas harmadas con todos. Vn libro de rresultas de hazienda rreal de dinero y quentas que tubieren que dar las partes, á quien se les deve tomar y lo que rreBultare de las que se tomaren. <br />
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3i 8 ESCRITOS INKDITOS <br />
Otro de resultas de ffatoria de géneros y especies. Otro libro de pliegos agujereados de los tributos y encomiendas de su magestad, dándose la ragon y quenta de todas las encomien-, das é tributarios que están en la rreal corona de lo que cada año se cobra de cada vna dellas. Otro libro de ffiangas donde se asienten todas las que se tomaren e dieren qualesquier personas y en qualquier manera tocantesá la hazienda rreal y buena administragion della, para que ansi se puedan ber y hallar con facilidad los deudores y fiadores de las co brangas de la rreal hazienda y no se puedan ocultar dando en pa peles sueltos las dichas ffiangas y obligaciones, y ansimesmo para que al despacho de las ligencias de los que ban á España se bea con facilidad lo que deben ó an fiado tocante á la rreal hazienda. Yten, un libro donde se asienten los mandamientos, cédulas rreales y hordenangas é ynstrucciones que se ovicren dado ó die ren para la dicha contaduría, quenta y administración de la hazien da rreal. Son todos estos, quince libros, los quaies á de tener el contador y á de ser obligado á ello forçosamente y el fator ansi mesmo de lo que tocan ú. su cargo, otro tanto como son los de gastos de ffatoria y librangas de la gente de mar y dotrinas y de géneros y de resultas y de cédulas y los demás que coniforme á la obligación de su officio le tocan tener. 14. El contador de la dicha rreal hazienda á de tener libros de pliegos aguxereados donde asentar todas las librangas 6 rrecaudos dellas á la letra y firmar luego la tal libranga y hecho esto á de yr al fator que la á de asentar, libranga y recaudo della, á la letra en otros libros de pliegos aguxereados como y de la mesma manera que el contador y por el mesmo estilo, y firmalla, y de ay á de yr la dicha libranga á el escrivano de la rreal hazienda y á de hager lo mesmo que el contador y fator 6 poner avaxo della como la asento en el libro de su cargo y ffimallo, y que ante el, ó otro escrivano rreal ó publico, otorgue la parte su carta de pago dando ífee de la paga, y de ay se á de llevar la dicha libranga al tessorero, que tome la rrazon tan solamente de la libranga en que dia se libra y que cantidad, y á quien, é por que rragon, y bissite la dicha li-: branga 6 todos los rrecaudos que gita, y si faltare en la tal libranga rrecaudo é no estubieren bastantes los dichos recaudos, á de ser este daño á cargo solo del dicho tessorero y la dicha libranga la intitule y pagada quede dentro de la rreal caxa sin salir della sino fuere para asentar en el libro general la data. IS- El contador y el tessorero y el escrivano de la rreal hazien-<br />
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da tengan libros de pliegos aguxereados de lo que se librare de gé neros de especies en el fator y almagenes y se alie y sienten en ellos á la letra recaudos y libranga, y el fator, en birtud dello, á de to mar solo la ragon en suma y ber libranga y rrecaudos que cita, si son bastantes, y guardallo para su descargo, por questo á de ser & su cargo solo. 16. Yten, que todos tres officiales rreales forgossamente, ó los dos dellos abiendo justo ynpcdimento del uno, y no menos ni de otra manera, puedan librar, oyr y juzgar, despachar y dar manda miento, comysiones y los demás despachos ante el escrivano que fuere de la rreal hazienda, ó no ante otro alguno, sino {fuere por el dicho ynpedimento para que en su poder y a su cargo este el Archivo de todas las caussas é negocios que ante ellos pasasen, ha ciéndole cargo dellos por ynbentario para que ansi no se oculten ny diviertan entre otros. 17. Yten, que la rreal caxa no se abra, ni se haga caxa publica, ni secreta, ni almoneda, donde primero no se halle presente con los jueges ofñcialcs rreales el escrivano de la rreal hazienda para que de fee de ello que se hiziere el qual tome la ragon dello en su libro, según queda dicho en los capítulos precedentes. 18. Yten, que el dicho tessorero tenga á su cargo la solicitud é particular cuidado que se metan en la rreal caxa todas las rrentas y tributos rreales, de manera que no falte nada, y ansi mesmo de que se cobren las deudas que á la rreal caxa se deven, y que se averi güe las rresultas para que todo se meta en la rreal caxa, porque a de estar á su cargo el daño, descuydo ó negligengia que en esto oviere, por quanto no tiene otras cossas que hacer, y los demás sus compañeros, contador y fator, tienen otras ocupagiones fforgossasy como esta dicho. 19. El contador ha de tomar él solo las quentas todas y resu men de la rreal hazienda, y adiglonar y passar recaudos como le pareciere que conviene y ffirmar él solo las quentas con la. parte que las diere, y el escrivano de la rreal hagienda, y si de las adicio nes que le pusiere la parte se agraviere en algo, lo pida ante todos tres officiales rreales, como jueces que son de la hagienda rreal, y si dellos se sintiere la parte agrabiada, le otorguen apelagion para la rreal Audiencia, ó otro juez competente que dello pueda y deva co nocer, con lo que alü dicho contador queda encargado de tomar las dichas quentas y obligado á pagar el descuydo y daño que dello se rrecreciere á la rreal hazienda, y que se cobre luego que dello conste de su persona y bienes. <br />
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3 2 0 ESCRITOS ¡NEDITos <br />
20. Yten, en la rreal caxa no entre ny de ella salga cossa alguna sin recaudos bastantes que para ello traigan las partes, de manera quel que tuviere que cobrar y sacar della a de prestar rrecaudos bastantes para ello, en birtud de los qualcs se le haga libranga, la qual, con los dichos recaudos y cartas de pago, ante el escrivano, lo sean para pagar, y de otra manera no se saque de la rreal caxa hacienda nenguna; y para meter en ella proceda primero acudir á la rreal contaduría y sacar certifficagiones de lo que se a de meter, y quien y que cantidad, y por que rragon, abvirtiendo que á las partes negociantes no se les lleve dinero destas certifficaciones, ni por tomalles las quentas que ubieren de dar para meter los alcan aes que deben ala rreal hazienda, nyd e otra cossa alguna, que para -esso se da socorro á todos los ol'figiales y sus menores, sino ffuere quando los tales rrecaudos y despachos ffueren para cobrallos de la rreal caxa lo que se les debiere, y en este casso guarden los aran celes rreales, so las penas dellos. <br />
21. Yten, que ífuera de la rreal caxa no se libre ni pague cossa alguna á nenguna persona de qualquier condigion que sea, sino que entren enteramente en ella todas las rrentas 6 tributos rreales, y della se pague lo que su magostad debiere, sino ffuere en algún casso grave que la necesidad obligue á ello, y esto debe de ser con es pressa horden del gobernador destas yslas, no la abiendo de su ma gestad, ó por acuerdo de la hagienda. 22. Y consiguientemente se manda á los dichos jueces ofñgia les rreales que en las cobrangas 6 pagas de la rreal hazienda no ha gan compensagioncs algunas con los deudores, rrecibiendoles libran gas y papeles ny otros especies algunos en lugar de lo que deben á su magestad, sino que aya berdadero pago y entrego de lo que cada uno deve, con ffee del escrivano, y quando á la tal persona su magestad debiere algún sueldo, se le pague enteramente haciéndole su libranga para ello en el genero de hazienda que se le ha de pagar, y si por mandato espreso del governador destas yslas se mandare hager algunas compensaciones destas, contradiciendolo los dichos officiales, tomen rrecaudos dello y en el libro mayor se escriba lo que se rrecive y compensa, para que aya en todo clari dad dello. 2^. Yten, que en la paga de la gente de guerra aya lista y re seña en forma de todos é por ella se pague, y no de otra manera, para que asi consten lo que suben en este camppo, é no se pague sino á los que sirven actualmente sus plagas, y qualquiera paga ó socorro que se le hiziere, sea estando presentes los officiales de su <br />
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magestad y escri\-ano de la rreal hazicnda, que de fíee 6 tomen cartas de pago ante él, é no sean simples como hasta aquí se á ffecho, y si de otra manera se hizieren, no se pasen. 24. Yten, que no paguen ni truequen los géneros de hazienda rreal unos con otros, como el pagar del situado ó de penas de cá mara librangas de rreal hazienda, ni por el contrario, sino que cum plan lo que su magostad manda, en que se libre en cada genero lo que se debiere y obiere de pagar del, sin yr ny benir contra ello ni suplir de un genero A otro, y para ello tengan el rreal situado aparte, conforme á la hordenan(;a que para ello se les dio por el goberna dor don Luis Dasmariñas. 2¿. "íi'ten, que no se despachen á nadie licencias para salir dcs tas Yslas sin que primero se vea si debe algo á la rreal hazienda 6 á sido ffiador della, ó pareciendo deber algo lo satisfaga primero que se le despache, so pena de pagar los dichos officiales rreales el daño que desto se siguiere á la rreal hazienda, y para tomar la di cha ragon, tengan un libro donde se asienten en suma las licencias que se despachan, é por el consiguiente, siempre que se librare algo se advierta aver lo mesmo, y si debiere ,1 la rreal caxa la tal perso na á quien se libra pongan en la libranza abaxo de las fñrmas un ojo y la rragon de lo que á la caxa se debe, y si tiene quenta que dar ó no la á dado, para que satisfaga primero que le paguen, sino fuese en casso que la tal perssona este dando quentas y por la diffi cultad dellas se alargue y no se pueda concluyr que con testimonio del contador de como las esta dando en la contaduría, se le pueda despachar la libranga. <br />
26. Yten, en las comisiones que dieren para la libranga de los tributos, derechos y rentas rreales, diezmos de oro y penas de cá mara y otras cossas de la rreal hazienda, digan espegificadamente las cossas para que se la dan y los géneros en que an de cobrar y en materia de tributos rreales baya ynserto el auto del audiencia rreal sobre la (borrado) de los naturales que an de pagar tributo, y los que no lo deven pagar, y lo que an de cobrar de cada tributo y de situado, y en que especie, confforme á la tassagion, y declaren ansí mesmo las obligagiones que an de tener los tales cobradores le nombrar escrivano, ante quien se hagan, sino lo hubiere rreal 6 publico, y el salario ó tanto por ciento que se á de dar por la tal cobranga, y ansi mesmo les proyban en las dichas comissiones que no hagan almoneda de cossas que toque á sus cobrangas, porque en nenguna manera se an de hacer por ella, sino fuere en esta ciudad, por el ffiscal de su magestad y sus officiales rreales y escrivano de <br />
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332 ESCRITOS INÉDITos <br />
la rreal hazienda, como esta mandado.—Yten, c[uc hagan la dicha cobranga por el padrón que se le entregare en la contaduría, ha ciendo otro de nuevo donde no estubiere sentado por las cabegas. de barangay él ó principales con los que se acrecentaren y claridad de los que obiere muertos, ynpedidos que faltaren del padrón que se le diere, ó el que hiciere de nuevo, y que para que esto se le pasen en quenta, sea obligado á traer ynformacion ante el escrivano de la cobranga y declaragion del ministro de la dotrina como es berdad que son muertos y huydos, y que no se les cobro el tributo por esta ragon, y fi los que ubicren de cobrar almoxarifasgos y anclaxes, se les diga á quanto por ciento y de que géneros no les deven cobrar, é para las penas de cámara, diezmos de oro y gastos de Justigia, se les de libro enquadernado y rubricado de todos tres offigiales dpnde asienten las partidas con día, mes y año, y claridad de que son los condenados, y por que caussa, y lo ffírmesu escrivano, de manera que bcnga con toda claridad. <br />
37. Antes que se den.las dichas comissiones, an de tomar ffiangas de los dichos cobradores abonadas para que agan las dichas cobrangas bien y fielmente y sin fraude alguno, y que darán quenta con pago en ia contaduría de su magestíid, dentro del termino y para el día que alli se señalare, so pena de que no lo cumplienda los dichos ffiadores lo pagaran de sus haziendas, passado el dicho^ termino, y sean cxecutados por ello confforme á la cantidad de tri butos y rrentas que el año antes vbiere salido la tal encomienda 6 rrenta que obieren de cobrar, para lo qual trayga aparexada execugion la quenta y rragon que del año antes ubiere abido por los co bradores antecessores, sin otra diligengia alguna, rrescrvando el derecho á su mageatad para cobrar lo que más pareciere aver cobrado y montado aquel año, y al tessorero de su magestad encarga el cuidado y solicitud de estas cobrangas y cxecuciones, <br />
28. Yten, que si algún cobrador ó encomendero se obligare de meter en la rreal caxa el situado de su encomienda dentro de un mes de como cumpliere é del tiempo que pareciere competente confforme á la distancia de camino, corriendo por el riesgo de mar é no de su magestad, se le pueda hager esta comodidad y remitille á el la cobranga della; con que si el tal encomendero no ffuere ve zino de Manila sino de las provincias de affuera, aya de dexar fñan ga que al dicho tienpo cumplirá, so pena de lo pagar los ffiadores por el borden que se da en el capitulo precedente. 29. Yten, que en la rreal caxa desta giudad de Manila tengan los dichos officiales los cuños y sellos rreales con que se marca y <br />
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diezma el oro y joyas, sin que della salga en manera alguna, sino fuere quando se ubiere de diezmar algún oro, lo qual sera dentro de la mesma sala del tessorero donde tubiere la rreal caxa, y en presengia de los officiales de su magestad y del ensayador y valan gario y cscrivano de la rreal hacienda, é no de otra manera, y en acabando de señalar el oro y joyas de que se pagare el diezmo á su magestad, se vuelvan á meter en la rreal caxa los cuños rreales, y para que estos estén en toda ffiel guardia y custudia, se haga una caxilla o coffregito pequeño y fuerte con tres llaves, dentro de la qual estén metidos los diciios reales cuños, y esta este siempre en la dicha rreal caxa, para que no pueda aver ffraude ni ffalta alguna. 30. Yten, para la buena quenta y cobranga de los derechos del diezmo, asi en esta giudad como en las provincias de aíTucra, se manda á los dichos jueges offigiales guarden el borden y auto pro veydo por la rreal audiencia passada, sin exceder del, so pena de pagar de sus bienes el daño que dello binierc á la rreal hazienda, esto en el entretanto que por el rrey nuestro señor y señores desta rreal audiengia, otra cossa no se prouee y manda. 31. Yten, que á las ffundigiones y quilataxe del oro, quando las ubiere, asistan dos officiales con el cscrivano de la rreal hazienda y ensayador á todo quanto se hiciere, hasta ponello en su punto, y en caso que no se acabe, el dia en que se empegare, que el sea á rrecaudo devaxo de tres llaves hasta otro dia que se acabe de ha ger, de manera que en todo aya la buena quenta y rragon que con viniere. 32. Yten, para que aya buena quenta y rragon en la cobranza de ios tributos de almoxarifasgo de las mercaderías que se despachán á Nueva España, los dichos offigiales rreales tengan un libro enquadernado, numerado y rrubricado y al cabo del declaración de las ojas que tiene ffirmado de todos tres y del escrivano de la rreal hagienda, en el qual se assienten las abaluagiones que cada año se higieren de las dichas mercaderías, las quales hagan en virtud de una memoria que primero se á de hacer por seis personas mercaderes que la juren y ffirmen, y esta se presente en el acuerdo de hazienda, para que se vea en él y se aprueven, y ffirmen lo que se acordare sobrello, y que en el dicho libro se siente é tome la rragon de lo que se avaluara aquel año, y al rregistrar cotexen los rregistros con las avaluaciones, y si se mudare en sustangia de nombres 6 de otra cossa, la glossen al margen del libro y lo rrubriquen, y las dichas avaluaciones se hagan por memoria, juradas y ffirmadas de las partes, en que declaren debaxo del dicho juramento géneros, <br />
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cantidad y baras, para que aya en todo claridad y puntualidad, y el escrivano de la rreal hazienda á de tener otro libro como este, donde tome la dicha rragon. 33. Yten, que los registros de las naos que ffueren á la Nueva España, se haga ante los dichos officiales rreales dentro de la rreal contaduría, é no en otra parte, para que ansi se entienda y vea mexor lo que se rrejistra, y el oro que en ellos se rregistrare se manifieste ante los dichos offigiales rreales, para que se vea si esta diezmado, y se cobre el diezmo no lo estando, y de otra manera los maestros de las naos y escrivano de rrcjistro no lo rreciban ny hagan, so pena del ynteres y daño que ubiere contra la rreal caxa. 34. Yten, que al tiempo de la carga y despacho de las naos que en cada un año ban á la Nueva España, se halle pressente uno de los dichos juezes officiales en el puerto de Cabite, por su tanda, para que tenga particular cuidado y cuenta que no se envarque mercadurías nengunas sin que conste ynscriptas avcr pagado los rreales derechos de almoxariffasgo á su magestad en su rreal caxa de Manila, so pena del daño c yntcresc que á la rreal hazienda bi niere de haíjer lo contrario, y lleve comission del dicho official rreal para cobrar los derechos de almoxariffasgo de las mergadurias que se enbarcan alli por menudo de marineros y otras personas que no tienen lugar de benillos á pagar á Manila. 35. Yten, ansi mesmo tengan obligación de visitar por sus perssonas acudiendo cada uno por su turno todos los navios que de esta giudad que despacharen y salieren para Malaca, (^ian. China, Canboxa y otras partes, y hagan rrelagion de la gente y demás pertrechos necessarios y de la cantidad de oro ó rreales que llevaren, coniforme á lo que su magestad tiene mandado en sus rreales instrucciones, de manera que no salga de aqui nengun oro sin que dexe pagados los derechos rreales del quinto ó diezmo. 36. Yten, que cada y quando que binieren á esta giudad é puerto navios de China ó de otras de quienes devan cobrar derechos algunos de almoxariffasgo pueda qualquicra de los dichos officiales rreales, con el escrivano de rregistros ó el de la rreal hazienda, ó otro publico, ó rreal, visitar los dichos navios y hager rregistro y abaliacion de las mercadurías que traen, para que luego se cobren los derechos rreales de almoxariffasgo rrepartiendo esto entre si, por dias ó por semanas, abiendo solo un navio que rre gistrar; y quando concurren muchos á un tiempo, acudan todos tres officiales rreales rregistrando cada vno el suyo, y el que primero llegare á vn navio é se le rregistre sin dexallo ny passar á otro <br />
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hasta que sea acabado aquel, para que ansí se abiten discordias y differencias entrellos, y sea obligado el que visitare un navio de sumar el rregistro y abaliagion y hacer la quenta de los derechos, y ffirmalla al pie del iTegistro, para que el contador, en virtud dello, de certiíñcagion para que se motan en la rrcal caxa los dichos derechos rreales, y si la dicha quenta se herrare, o obiere en ella fraude, sea á cargo del official rreal que visito el navio y higo la quenta del. 37. Yten, que las guardas officiales que se pusieren en los navios sean de conffianga, para que no hagan ffraude ny dexen sacar mer cadurías hasta que estén rregistradas, y si lo contrario higieren, les castiguen confforme á derecho. 38. Yten, los géneros y cossas que se ovieren de comprar para los almagenes de su magestad en los dichos nabios, 6 en otra parte, aya de ser ó sea por acuerdo de todos, y de otra manera no se rreciva ny pague. 39. Yten, que los dichos juezes officiales no puedan tomar ni tomen de los dichos nabios cossa alguna de fiado ni contado, ny á titulo de que es para la rreal hagienda ó almacenes rreales, por sy ni por interpositas personas, ny menos los dichos offigiales ni escri vano, ni otra persona, tomen ny compren nada á quenta de la aba liacion de las mercadurías ni de los derechos del rregistro. 40. Yten, los caxones y petacas que se rregistraren y señalaren les eche la señal y rrubrica el mesmo official que la rregistrare ó el ó el escribano de rregistros. 41. Yten, que no lleven consigo ni consientan yr á los dichos navios nengunos parientes, deudos ni allegados suyos, ny otras per sonas más de las nescessarias y fforgossas para el dicho rregistro, por ebitar que las tales no compren ni trabiesen las mercadurías qup en ellos bienen, como su magestad lo manda. 42. Yten, que rregistren y asienten en el rregistro todo lo que se truxere en los dichos navios, aunque sean cosas de que no se paguen derechos, para que se sepa que cantidad traen de los dichos géneros. 43. Yten, que quando se denungiare 6 ffallare alguna cossa descaminada fFuera de rregistro, no la condenen de palabra, é tengan obligación de hager averiguagion 6 processo, depositándolo, lo que se hallare 6 denunciare, en los almacenes rreales, ó en persona abonada, y luego den quenta á los officiales sus compañeros para que todos juntos conozcan de la causa y la determinagion, conforme á derecho, y esto sea ante el escrivano de la rreal hagienda, 6 <br />
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el de rregisíro, el que primero prcbiniere Ja causa, la qual ffenegida, baya originalmente al harchibo en poder del escrivano de la rreal hacienda, so pena de pagar los daños é ynteresses que se siguieren á la rreal hagienda 6 partes yntercsadas, el official que hiciere lo contrario. 44. El ffator, como veedor de la rreal hagicnda, á de tener car go y obligación de visitar las obras rreales, flabricas de nabios, fortalezas, cassas de pólvora y herrerías y otras maestranzas y ha ger que se travaje y haga lo que convenga, 6 poner cobro á los nabios echos y aderemos de ellos y de la demás hagienda rreal. 45. Iten, ansi mesmo á detener el dicho fattor á su cargo to dos los géneros y especies que su magestad tiene, asy de sus rrentas rreales como las que se compran para el proveymiento de los alma cenes rreales, en los quales se an de guardar todas las dichas esp'c cies, teniéndolos á cargo todos los dichos tres officiales rreales con tres llaves que tengan en su poder ó de personas conffidentes á su costa y rriesgo, y tengan mucho cuydado de visitallos por sus per sonas á menudo con el escrivano de la rreal hagienda, é por lo me nos sea una vez cada semana, para que se vean las cossas que van en diminugion y las que no son necessarias, 6 tomen rragon dello y den notigi.'i en el acuerdo de hagienda, para que alli se provea lo que conbenga al aprobechamiento della. <br />
46. Itcn, la persona é personas á cuyo cargo estubicren los alma cenes rreales y el escrivano dellos, tengan libros, cada uno el suy^o, rrubricados de los ofíicialcs rreales, los quales se llamen borradores de lo que entra y sale en los dichos almacenes rreales, y en ellos sienten todas las cosas que rreciven y entraren en su poder, con dia mes y año, peso c medida, en presengia de la parte que los entregare, y en el libro del escrivano lo ffirmcn todos con la dicha partte y de allí passaran los tenedores íí los suyos las dichas partidas para que estén coníTormes y sin discrepar uno de otro, y cada uno fformc en su libro las dichas partidas. 47. Iten quando de los dichos almacenes se hubiere de sacar é distribuir algunas cosas y géneros dollos, ora sea para probigion de las naos y harmadas y otras cossas del servicio de su magestad, ó para prestar y socorrer algunas perssonas, sin que primero proceda acuerdo libranga y rrecaudos bastantes en forma de todo y carta de pago de la parte, tomando rragon en los dichos libros borradores de los almacenes para que aya buena quenta rragon y claridad. 48. Iten, al dicho fator se le hade dar cada semana ó cada mes de la rreal hazienda y caxa el dinero que paregiere haber menester <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 3 2 7 <br />
para que pro\ca los almacenes rreales de lo que tubiere necessidad -de conprarse, lo qual á de ser lo que ser pudiere, conprado en al moneda rreal, sacándolo quien lo diere al mas bajo precio, y lo que no pudiere ser de esta suerte, sienpre se conpre por mano del dicho fator lo que fuere pusible 6 por rrecaudo ante el escrirano de la rreal hazienda de su magestad, con declaración del genero y canti dad, y el quanto, y quedando sienpre flee del escribano del conoci miento de la parte en lorma. 49. Iten, porque muchas de las cosas que son necessarias para •! dicho proveimiento de almacenes, es necessario conprallas á sus cosechas 6 tienpos acomodados, porque de otra manera, demás de que estaran muy subidos los precios se hagc muchos daiios y agra vios á los naturales; para ebitar todo esto, el dicho fator tendrá cuy dado y cargo de hacer memoria de las cossas que son necessarias proverse para el año, y en que provingiás se coxcn, y á que tiempo la cosecha, y quando están los yndios mas desocupados para el corte •de las maderas y otros servi;ios para la fabrica de las naos y haxe les de su magestad y otros servicios, haciendo un tanteo de todo ello, la qual presente en aqucrdo de haíienda para que se acuerde lo (]ue mas convenga la cxecucion y cunplimiento, de lo qual á de ser íí cargo del dicho flator, como lo sera el castigo y pena del descuydo que en enello tubiere, demás de pagar los daños 6 yntereses que •dello se siguiere A su magestad y á otras personas. <br />
50. Iten, que los acuerdos de hazienda que se hicieren, se trate de la rreal caxa y de las cossas que tocaren á hagienda rreal, y si •ay necessidad de poner remedio en alguna cossa que á ello toque, y la cantidad de dinero que cada semana se á de dar al ffator para provission de los almacenes rreales y las cossas de quenta 6 mantenimientos que se an de conprar, que no son cossas que se puedan sacar en almoneda, 1 quien hiciere mas baxa y los géneros y cantidad que á de ser, y si se supieren los pregios, también se comaniquen á el para que quede asentado y acordado lo que se ha de hager en todas materias, qucsto se haga y emplea. 51. Iten, que el tessorero de su magestad, que no tiene en su officio tanto que hacer, tome quenta cada mes á los dichos ffatores de lo que á rrecebido y ios géneros que á comprado, para que dello se le haga cargo, y de las dichas quentas se saquen las ressultas que oviere para los meses como se fforma la quenta, y quede á cargo del dicho tessorero el averiguallas y acavallas después de tomadas las dichas quentas, y hasta que estas estén tomadas no se le libre mas al dicho ffator en la caxa para los dichos gastos. <br />
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3,28 ESCRITOS INÉDITOS <br />
, 52. Iten, que los géneros y especies que se ovieren de llevar y llevaren de los almagenes rreales al puerto de Cabite para el serví gio y gasto que su magestad tiene en sus naos y gente dellas y en las demás obras que están á cargo del patrón de rrivera, se lleven y den y entreguen con cuenta y rragon y pesso y medida lo que eneila consistiere, y ífeé del escribano, y la mesma tenga el dicho ffator en la distribugion y gasto para la dar cada y quando que se pida, y la que alli, ó enesta ciudad entregare á los officiales de naos, calaffa tes, carpinteros, ó á los demás que lo an de gastar y consumir por menudo en dichas obras, se les entregue con mandato, y el rrecivo sea ante escrivano, para que la tal persona de quenta de quien los. rrecibio y en que consumió y gasto aquel genero, lo qual sea por su memoria ffirmada é jurada, y con dos testigos que sumariamente 4ígan ante el escrivano como se consumió aquel genero y quanta cantidad, é no pudiendo dar la dicha ynformagion con la dicha me moria jurada y firmada, paresca perssona que lo entienda, y conju ramento declare lo que se puede aver gastado en la dicha obra,'para que conesto se le pase en quenta y descargo. •53. Iten, conforme á las ordenangas rreales, el ffator de su ma gestad á de tener a su cargo solóla buena quenta y guarda del har tilleria, harmas é municiones rreales que su magestad tiene é tuviere en este canpo, y ansi se encarga de nuevo al dicho fator las tenga y que guardé é cumpla las dichas hordenangas, sin envargo de que hasta agora no la haya tenido ni guardado y que ayan estado la& dichas armas en poder de perssonas nonbradas por los gobernado dores, que casso que esto aya sido asi y paresca conviniente pro seguir ésta horden, la tal perssona á quien se encargaren las dichas armas las hade rrecebir del dicho ffator y ante el y los demás offigiales rreales de ffiangas, de que dará buena quenta con pago de las que se le entregaren, la qual quenta se le á de tomar en ffin de cada un año por el dicho ffator, el qual tendrá cuydado de bisitar á menudo las dichas armas, como cossa que á de estar por su quenta y rriesgo, el bueno ó mal rrecaudo que oviere en las dichas armas^ hartilleria é munigiones rreales, y dello se le ha de tomar quenta y hacérsele cargo. 54- Iten, quando se ovieren de dar algunas armas, hartilleria ó' -munigiones rreales, se den y entreguen por horden y acuerdo de todos tres officiales, y esto sea en virtud de mandato espresso del governador y capitán general destas yslas, é no de otra manera, sopéna.de que no se le rrecebiran en data, y las que dieren á soldados en virtud del dicho mandato ó á otras perssonas, sea cobrando' <br />
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DEL DR. ANTONIO DE M O R G i 3 2 9. <br />
luego el balor dellas y habiendo cargo en el libro común dello, so pena de lo pagar de sus bienes, y desde luego se condena en ellos, y si dieren á soldados ó perssonas que tiran sueldo de la rreal caxa, se bea primero su quenta, hagiéndole en ella cargo y deudor de su valor, y por rragon de haberse hecho el dicho cargo se le hagan luego asi los dichos officiales rreales, y si las dichas armas ffueren prestadas de manera que se ayan de volver en especie, sea de cargo de ñangas, de que á su tienpo se bolveran ó lo pagaran los ffiadores, so la dicha pena. 55. Iten, que los dichos juezes officiales rreales tengan obligagion en cada un año, por el mes de JuUio, quando ya han benido á esta giudad las naos de la Nueva España y se han despachado las que de aqui salen para ello, de hager en presengia del señor governador destas yslas, cabo de obra, patrón de rribera, capitán del hartilleria, vna lista y rreseña general de toda la gente de mar que queda en la tierra y de la que vino en las dichas naos en servicio de su magestad, si marineros, calaffates, toneleros, grumetes é paxes de naos y de los demás officios de pilotos, aconpañados, maestresy guardianes, despenseros, hartillcros, contramaestres y otros offi ciales, para que en la dicha lista y rreseña se bea 6 examine y entienda que gente queda para el dicho ministerio y la que conviene que sirva ó se despida por no ser necesarias ny de provecho, y sobre todo se acuerde lo que convenga, lo qual se escriva y quede por acuerdo para que lo que se acordare se cunpla y execute so pena del interés y daño que dello se siguiere á la rreal hagienda contra los dichos officiales. <br />
56. Iten, que los marineros que se acordare queden en Sueldo de su magestad, se pongan por memoria, de la qual se de copia al patrón de rribera para que sepa los que son y los ocupe en servicio de su magestad, no permitiendo el fator, á cuyo cargo están, ny el dicho patrón, que se ocupen en otras cossas diferentes, y si lo hicieren se les apunte é ponga por fallas, para descontallos de la rragion y salario. 57. Iten, que se ocupen en los almacenes rreales y íTragatas de su magestad marineros de los nescessarios, lo qual salga por acuerdo de la hagienda. 58. Iten, que ningún marinero ny hartillero ny de otros officios gane sueldo sin servir su plaga ni estén en cassa y servicio de nengun official rreal, ny de otras perssonas algunas, y si lo estubieren, no se le libre ni pague el dicho salario ni se le de certifficagion para ello. <br />
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3 J 0 ESCRITOS INÉDITOS <br />
59. A la gente de mar y demás officialcs que quedaren en ser vicio de su magestad, después del dicho acuerdo y coníTorme á el, se les de cada mes la rracion que oviere de aver coníTorme á su asiento y á la costumbre que dello á abido, para lo que se haga una memoria cada mes, poniendo en ella nombres y officios para que se les de la dicha rra;ion de los almagenes de su magestad, y si algunos dellos estuvieren en Cabite, ó todos, se haga otra memo ria para los de Cabite y al pie de las dichas memorias pondrá cer tificación el capitán de rribera para los que están en Cavite 6 para los que residen en Manila, las perssonas que residieren en los alma cenes rreales, en que declaren como todos los alli contenidos están en salario de su magestad y an scr\'id3 el dicho mes, y si algunos obieren echo ffallas, se les apuntara al margen, para que se les de menos aquello, lo qual serbira también para que quando se les die re certifficagion para la cobranza de sus salarios, se les descuenten las dichas ffallas, y estas memorias cotexaran los offigialcs de su magestad con la lista general que se hage cada año, y estando con forme á ella, harán la libranga al pie della, para que luego se les de la rragion, la qual se les dará ante el cscrivano de la rreal hacienda, ó otro rreal 6 publico, 6 nombrado para este efecto por el govcrna flor destas yslas, que de ffee de como se dan y entregan las dichas rragiones y que conosgc á los que las reciben, lo qual se á de hacer ansí en las que se dieren en los almacenes como las que se dieren en el dicho puerto de Cavite. <br />
60. Iten, en principio de cada un año, los dichos Jueges offigiales rreales sean obligados ,1 dar quentas, y el contador delias á tomárselas en íforma, de la rreal hazicnda y géneros della que á sido a su cargo el año antes, hagicndolo íí todos, asi de rreales como de los dichos géneros, y bca si cunplen estas hordenangas 6 ynstrudon en lo tocante al buen cobro de la rreal hazicnda y administragion de sus ofñcios, y en tomándolas dichas quentas, saque luego las resultas delias y las entregue A los officiales rreales para que las averigüen y cobren, haciéndoles cargo delias para que dentro del año siguiente las den cobradas c metidas en la rreal caxa 6 echas díligengias bastantes sobrcllo para su descargo, donde no lo paguen de sus bienes por el descuydo que tubieron, y el dicho contador se lo cargue, so pena de que el daño que en esto obiere sea á su cargo y culpa y lo pague de los suyos. <br />
61. Iten, porque uno de los mayores gastos y distribuciones que el rrey nuestro señor tiene de su rreal hagienda en estas yslas es la que se hage en el puerto de Cavite en el aderego y despacho <br />
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DEL DR. AKTONIO DE MORGA 3 3 1 <br />
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332 ESCRITOS INÉDITOS <br />
crivano de la necessidad que ubo y la cantidad que se gasto, se le rreciba en data. [V.] Quando se le mandare dar prestada alguna cossa para naos de particulares, vea primero si es menester la tal cossa para el ser vigio de su magestad, é no aviendo de aquel genero lo que basta para todo, de avisso dello antes que se le entregue para lo que se le hordene, lo que conbenga. [VI.] Iten, tenga obligación cada año de dar memoria de las cossas negessarias para el aderego de las naos y íTragatas de su ma gestad al governador destas yslas y officialcs de su magestad, para que se vea en acuerdo de hagienda y se provean» con tienpo, y de manera qu no hagan falta al rreal servigio. jVIL ] Iten, tenga cuydado de bisitar cada semana con el escri vano los dichos almacenes, para que se vean las cossas que ban á menos o se pierden, y dello de aviso á los offigiales de su magestad, para que se hordene lo que dello á de hacer, de manera que no se pierda. [VIII.] Iten, que tenga memoria de los marineros y offigiales que se acordare queden en servigio de su magestad en la dicha punta é puerto de Cabite y de las fallas que higieren sin borden del gobernador ó de los offigiales rreales, los quales apunte en las cer tifficagiones que diere cada rñcs para el dar de las rragiones para que alli se bcan y haycn con fagilidad para descontalles rragion y salarios. [IX.] (Juando llegaren naos de la Nueva España ó de otras par tes al dicho jnicrto, no permita se saque dellas A tierra nenguna plata, mercaderias ni gente hasta que los offigiales de su magestad bayan A bisitallas y den borden de lo que se ha de hacer, para que no se oculten los derechos rreales, so pena de los pagar de su hacienda. [X.] Iten, para las demás cossas que aqui no se declaran guardara la borden que el gobernador destas yslas y los dichos offigiales rreales le dieren para ello. eW Los quales, todos, según dicho es, sin exceder de lo por ellos proveído y hordenado en todo ny en parte alguna, guarden y cunplan desde luego, entre tanto que por el rrey nuestro señor y su rreal Conssejo de Indias otra cossa no se proveyere 6 mandare, so las penas puestas por leyes y hordenangas rreales contra los transgresores y mas de perdi mentó de sus officios y de cada dos mili pessos para la cámara del rrey nuestro señor, y se les apercibe se procederá contra quien no lo guardare y cumpliere con todo rri<br />
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DEI. DR. ANTONIO DE MORGA 3 3 3 <br />
g o r. As i lo p r o v e y ó é m a n d o y ffirmo de su no m b r e y ques e de <br />
t r as l a d o a u t o r i g a d o dest a y ns l r u c g i o i i al ^•eedo^, jue(,"es offigiales <br />
rreales p a r a que la t e n g a n en la c o n t a d u r í a y c a x a rrea l y libr o <br />
d c l l a. - - - D R. AxToxi o DF. M O R C A. — .Inte mí: ÜSTEIÍAX DE M A R Q U I N A. <br />
En Manila doce lc Junio de mili y ([uinientos nobenta o nueve aiios, en la contatluvia ('.e su magcstad, estand o juntos el cappitan é tessorero Fernand o Dabüa y el capitán Juan de Bustamante, contador, y don Lorenzo de Figueroa, que vissa, ofírecio de fator y beedor Juez official tic la rrcal hazienda de su niagestad dcstas ysla.s, yo c ! escrivano ynlVacscrito notiflique á los suso dichos y cada uno dcllos la ynstruccion y hordcnantjas rr(;tro escritas, y lo mcsmo á Gerónimo de Gamarra, escrivano dél a rreal hazit'nda que con ellos estava, que abiendolo entendido todos dixeron cjue lo oyen y cumplirán lo que por ella se le manda, por estar todo proveído con nuicha justiftica^ion cccptto que el dicho tessorcro y capitán Fernando Dabila dixo que en algunas cossas que se le cargan en ellas mas de las que á su offic^io tocan y per tcnegon es agrabiado, y que ablando con el acatamiento que debe, apela de llas para ante el rrey nuestro señor y ante quien y con derecho devc y pue de dond e protesta pedir lo que !e cimvenga; y el dicho don Lorengo de Figueroa dixo que el no i-s fator pro¡)ielario y el que lo fl'uere pedirá lo que le conbenga, y esto (.lieron por su respuesta, siendo testigos Pclayo Hernández y Diego de Ribera y Basco Diaz y Bartolomé Reso, vc;inos de Manila.— <br />
F^STEBAN DE M A R Q U I N A. <br />
En la ciudad de Manila diez, y seis de Junio de mi! ! c quinientos é no venta é nueve años, el señor dotor Antonio de MORGA, oydor desta rreal audiengia y bissitador de la rreal caxa y contra el ffator Francisco de las Missas, abiendo bisto la rrespuesta de los offigiales rreales y la apelagion yntcrpuesta por el capitán é tcssorero Fernando Dabila, dixo que sin embargo della mandaba c mand o que guarden y cumplan las dichas hordenanijas como en ellas se contien e entretant o que por el rrey nuestro señor y señores de su rreal Consejo de Yndias otra cossa no se mandare 6 proveyere, dond e polian ocurrir á pedir lo que les conbenga, y ansi lo mand o y í'firmo de su nom<br />
bre.—DOTO R ANTONIO DE MORGA.—Ante mi; ESTEBAN DE MARQUINA. <br />
Notificoseles est e auto y dio treslado dcstas hordenangas á los offiqiales de su magestad.—MARQUINA. En la ciudad de Manila, tres de Jullio de mil y seiscientos y un años, Yo Estovan de Marquina, escrivano del Rey nuestro señor y de la vissita que por su rreal comission se tom o al íator Francisco de las Missas, hice sacar est e tras lado de las ordenanzas originales que quedan en mi poder por mandamient o •del señor doctor Antonio de MORGA, oydor de la rreal audiencia dcstas yslas Philipinas, el qual va jiert o y verdader o y corregido y concertado, siendo testigos Bartolomé de Villalobos y Alonso de Escobar Salcedo y Joan Navarro, vecinos de Manila.—Y en testimonio de verdad fue mi signo : ESTEBAN DE MARQUINA.—Derechos, á 36 mar.s por foja.—Tassado todo en veynte. <br />
En Manila primer o de Junio de mili y seiscientos y un años, el doctor A n tonio de MORGA, oidor de la audieni;ia y chancilleria Real destas yslas Phili pinas y Juez visitador por especial comisión del Rey nuestro señor contra el <br />
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3 3 4 ESCRITos INKDITos <br />
fator y veedor Francisco do las Missas, dixf): que por quant o ol año passado de quinientos y noventa y nueve, se aeauo la vissita del dichf) factor y en las naos que luego el año siguiente salieron dcstas yslas para la Nueva Espaiía se enviaron al Rey nuestr o seiior y señores de su rreal consejo de Yndias treslados por tres vias de la dicha vissita y demás pro(;esos y autos que acer ca della se avian terminado, y agora como es notorio se tien e nueva gierta que las naos capitana y almiranta Santa Morgarita y San Ilieronim o se per dieron en el viaje antes de llegar á Nueva España, en cada una de las quales yva un treslado de los que se enviaran de olfujio con los apuntamientos y re lación della para que con fa;ilidad pudier a verse y solo escapo el tercer o treslado en otra nao que iba sacado á pediment o del dicho factor, y porque COnbiene enbiar al Rey nuestr o señor y señores de su Real consscjo de Yn dias razón de lo hecho y sucedido en la dicha vissita, y como fue sentencia da, y.que los alcan;es que se hicieron se metieron en su rreal (jaxa; por tan to que devia de mandar y mando á mi el escrivano infrascrito que luego saque testimonio en relación de la dicha visita, y como se acabo la comysion della ys e sentencio y se metieron los alcan(;es (jue ubo en la rreal caxa y se cmbio treslado della por tres vias, para que todo conste al rrey nuestro se ñor, atento que por la breveda d del tiempo no se puede sacar treslado á la letra della por ser de mucho volumen y estar el tiempo mui adelante'. Asi lo proveyó y mando y firmo de su nombre.—DOCTOR ANTONIO DE MORGA.—Ante <br />
mi : ESTEBAN BE MARQUINA. <br />
En cumplimiento de lo mandado por el dicho Señor oydor, yo Estevan de Marquina, Escrivano del Rey nuestro señor y de la vissita cpic se tomó al licho fatf>r Francisco de las IVÍissas, certifico y hago fee: que en veinte de mayo del año passado de mili y quinientos y noventa y ocho, el dicho señor oidor, recivio una real cédula y comyqion de su Magestad que esta por ca bega de la dicha visita, á la (¡ual á la letra es este que se sigue. [Có/iiase la Keal cédula^ ya reproducida^ de / ? de Junio de /S97 comisionando al DR. MORGA fiara i¡ue visitase á J'rancisco de las Misas.] Y asi rccebida la dicha Real Comission y cédula, el dicho señor oydor la a;eto obelecio y pusso sobre su cávela, y dixo que cstava prest o de ha;er lo que por ella .se le mandava, y cumpliéndolo, comeni;o á proceder y fue pro cediendo en la dicha vissita hazicndo de officio todas las diligcngias y averi guaciones, pesquisas é ynformaciones que parescicren convenir para sustan ciar y concluyr la dicha visita ; en la qual el dicho fator fue recussado el d i cho señor oydor y su merced se acomiwño en forma con el licenciado Luií Ortiz de Padilla, Relator de la Real audicmjia destas yslas y ambos prosi guieron en la dicha visita, de la qual resulto culpa contra el dicho fator Fran cisco de las Missas poreccessos y delitos cometidos en el tiemp o que vsso el dicho oíficiq contra buen usso y administración del y de la rreal hacienda de su cargo, y por ella fue presso y tomada su conffesion; y le fueron puestos por el señor Vissitador y su aconpañado ochenta y un cargos y dellos se le dio treslado para que respondiesse y alegase en su deffensa lo que le convi niese para su descargo, y con lo que dixesse ó no fue rrecibida la caussa á prueua, en forma y concierto, todo lo qual se notifico al dicho fator en diez de marco de mili y quinientos y noventa y nuev e años. El qual respondió y satisfizo á los dichos cargos, y en el dicho termin o de pruev a y otros ques e le prorrogaron hiijo gierta provanca con numer o de ss.° y present o giertos papeles, testimonios y escripturas que dixo hacian en su favor y descargo ; <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MOROA 3 3 5 <br />
tod o lo qiial se. le admitió y ubo por prosentado y en el dicho termino ; asi mismo se i-atiífuaroii en sus dichos los ss.° examinados de ofticio contra el dicho fíator; contra algunos de los quales \HIV el suso dicho fueron puestas (¡ierlas tachas y sobr e ellas y la caussa prinijipal hii;o (jicrtas provani;ns con numer o de testigos ; y parece (jue el cargo n," treinta que se higo al dicho factor es de aver estad o de mucho tiemp o sin dar qucntas á la obligación de su officio, porque parec e no avcllas dado desde que entr o ú usarlo, que fue desde primero de Julio del año de noventa y quatro hasta diez de mayo de noventa y seis, quando el gobernador Don Luis estubo de officio para que diesse las dichas quentas, las quales aun estaban por acabar y meter los alcances en la Real caxa al tiempo dcsta visita, en la qual fue apremiado por el dicho visitador á acavarlas y meter en la real caxa los restos dellos, asi de lo que su Rea ! hacienda como de géneros de los almac;encs reales que eran á cargo del dicho factor, y asi fue enterala la dicha real Caxa de todos ellos, como consta de las certificaciones originales que dello dio el contador de la rreal hazieuda que están en la dicha visita a que m e refiero y passados los dichos términos y conclussa la caussa en definitiva vista ¡lor el dicho señor visitador y su acompañado proveyeron en ella scntcn(;ia definitiva el tenor de la qual es esta que se sigue. <br />
SENTENCIA <br />
En el pleito de vissitn que se á tomad o Francisco de las Missas, factor y veedor de la real hazicnda destas yslas Philipinas por comysion del Rey Nuestr o Señor del tiemp o que á ussado el dicho offigio; vistos los cargos que al susodicho se le hizieron y los descargos que en rafon dellos y cada uno dellos á dado y lo demás que ver convino, Fallamos, atento los autos y méritos deste processo, que dcvemos pronun ciar y pronunciamos en los dichos cargos y cada uno dellos en la maner a si guiente : En quanto al primer o cargo, le deI)emos poner y ponemos culpa, y la pena del remitimos al Capitán general. En quanto al segundo, tercero y quart o cargos, se le pon e asi mismo culpa, y remitimos la pen a al F'iscal. En quanto al quinto cargo, se le pon e culpa, y la pena se remite al Fiscal, y se le manda al dicho fator que de aqui adelante guard e en lo tocante á este cargo las hordenangas reales y la ynstrucjion que se á dad o en esta visita poiel dicho Señor visitador. Y en quanto al sesto, séptimo y octavo y noveno cargos, le ponemos cul pa, y la pena se remit e al Fiscal. Y en quanto al décim o y onceno cargos, absolvemos dellos al dicho factor. Y en quanto al doccno, tregeno, catorge y quince cargos, assi mismo debe mos absolver dellos al dicho factor; y en quanto a! cargo diez y seis, ponemos culpa al dicho factor y la pena se remit e al Fiscal. En quanto á los diez y siete, diez y ocho y diez y nuev e cargos, dcvemos de absolver y absolvemos dellos al dicho factor; y en quanto al cargo veinte, le ponemos culpa y condenamos al dicho factor á que pague y vuelva i la Real Caxa todo lo que por los libros y papeles reales paresciere aver pagado fuera de lo hordenad o y mandado por el Rey nuestro señor, sin ser compulso y apremiado ; y en quant o á la pena, la remitimos al fiscal; y en quanto á les <br />
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3 3 6 ESCRITOS INÉDITos <br />
Tcynte y uno, veinte y dos y veinte y tres cargos, devcmos absolver y absolvemos dellos al dicho tactor. Y en quanto al cargo veinte y cuatro, declarando el contador de quentas que esta partida entro, en la que Qita y alega el dicho factor averse metido •en la Real Caxa, de partidas adicionadas, absolvemos al dicho factor, y no aviando entrado, le condenamos á que luego la pague y meta en la Caxa la parte que le toca como uno de tres officiales iTeales. Y en quanto al cargo veinte y finco, absolvemos úúl al dicho factor. Y en quanto al cargo veynte y seis, le ponemos culpa por la mala administración y por estar la Real Caxa satisfecha, no se le ha9e mas condenación, y se remite la pena al Fiscal, Y en quanto al cargo veynte y siete y veynte y ocho, le ponemos culpa y mandamos al dicho factor que de aquí adelante guarde y cumpla las ordenangas que desto tratan y se an dado en esta visita. Y en quanto al cargo veintinueve, le ponemos culpa; y en quanto al cargo treinta, devemos de remitir y remitimos la determinación deste cargo al Rey nuestro señor y señores de su rreal consejo de Yndias. Y en quanto al cargo treinta y uno y treinta y tres, le ponemos culpa y •mandamos al dicho factor de aqui adelante no se sirva ni ocupe á perssona alguna que estubiere en sueldo y salario, so pena que sea por ello castigado. Y en quanto al cargo treinta y dos, devemos de i-emitir y remitimos la de terminación deste cargo por las ragones contenidas en sus descargos al Rey nuestro señor y Señores de su rreal Consejo de Yndias. Y en quanto al cargo treinta y quatro, le ponemos culpa; y por estar la Real Caxa de su Magestad enterada conforme á las quentas dadas y recaudos pressentados, remitimos la pena al Fiscal. Y en quanto á los cargos treinta y cinco, treinta y seis y treinta y siete y treinta y ocho, le ponemos culpa y remitimos la pena al Fiscal. Y en quanto al cargo treinta y nueve, le ponemos culpa y le mandamos que de aqui adelante guarde las ordcnangas que desto trata. Y en quanto al cargo quarenta, atento á sus descargos, le absolvemos de ! y le mandamos que de aqui adelante cobre los derechos rreales puntualmen te y no suspenda la cobranga dellos ni la entrega. Y en quanto al cargo quarenta y uno, le ponemos culpa y se remite al Fiscal. Y en quanto al cargo quarenta y dos, devemos de remitir y remitimos la determinación del al Rey nuestro Señor y Señores de su rreal consejo de Yndias, y entretanto mandamos al dicho factor guarde y cumpla la ynstruccion y ordenanzas que se an dado en esta visita. Y en quanto al cargo quarenta y tres, le ponemos culpa y le remitimos al Fiscal. Y en quanto al cargo quarenta y quatro, le ponemos culpa y le condenamos á que pague á la caxa del Rey nuestro señor la tercera parte, como uno de tres officiales de su Magestad, de los derechos del oro que en un año de •quatro que a sido fator á tenido de daño la real caxa en la cobranza de los derechos del oro; el qual se declara aver sido ginco mili pessos de oro co mund cada un año, conforme las alegagiones fechas por el dicho factor, que el año de noventa y seis embio al rrey nuestro señor y están en esta vissitaj y por la dicha mala administración que en esto á tenido, se remita al Fiscal. <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORÜA 337 <br />
Y en quanto al cargo quarenta y giaco, le debemos absolver y absolvemos del. Y en quanto al cargo quarenta y seis, le ponemos culpa y se remite al Fiscal. Y e.n quanto al cargo quarenta y siete, le absolvemos del y le mandamos que de aqui adelante guarde la ynstruccion desta visita durante que por el Rey nuestro señor y señores de su consejo otra cossa no se mandare. Y en quanto á los cargos quarenta y ocho, quarentaiuueve y cinquenta, •cinquenta y uno y ciuquenta y dos, le ponemos culpa al dicho factor, y le mandamos que de aqui adelante guarde y cumpla en el administración de la rreal hacienda la ynstruccion y ordenanzas que se an dado en esta visita. Yen quanto al cargo cinquenta y tres, lo absolvemos del por no probado el daño que en esto pudo aver y le mandamos guarde la ynstruccion dicha. Y en quanto al cargo (¡inquenta y cinco, le absolvemos en quanto á lo del cobre, y en quanto á lo del vino, le condenamos á que pague á la rreal caxa «1 valor de las diez y siete arrobas de vino contenidas en el dicho cargo. Y en quanto al cargo cinquenta y seis, le ponemos culpa de mala administración por no aver sido hecho el asiento con los requisitos necessarios y con sus compañeros y en materia de hazicnda suya propia. Y en quanto al cargo cinquenta y siete, le ponemos culpa y le remitimos al Fiscal. Y en quanto al cargo cinquenta y ocho, le absolvemos del y le mandamos ¡ue de aqui adelante guarde la instrucción, y en quanto al cargo cinquenta y nueve, le ponemos culpa y remitimos al Fiscal. Y en quanto al cargoTsesenta, le absolvemos del y le mandamos que de íiqui adelante guarde la dicha ynstruccion en lo que á esto toca. Y en quanto al sesenta y uno y sesenta y dos cargos, le absolvemos dellos. Y en quanto al cargo sesenta y tres, le ponemos culpa. Y en quanto á los cargos sesenta y quatro y sesenta y ijinco, le ponemos •culpa y le mandamos guarde la dicha instrucción.en lo que á esto toca. Y en quanto á los cargos sesenta y seis y sesenta y siete, le absolvemos dellos y le mandamos guarde la dicha instrucción en lo que á esto toca. Y en quanto á los cargos sesenta y ocho y sesenta y nueve, le ponemos •culpa y le remitimos al Fiscal. Y en quanto al cargo setenta, le ponemos culpa y condenamos al dicho factor á que luego meta en la caxa rreal de estas yslas los derechos devidos á su Magestad de los dichos seis mil pessos que vinieron por rregistrar á ra zon de dos por ciento y la pena remitimos al Fiscal. Y ea quanto al cargo setenta y uno, le ponemos culpa y le mandamos á que meta asi mismo en la rreal caxa de estas yslas los derechos Reales de las partidas que parece por los autos aver traido por registrar. Y en quanto al cargo setenta y dos, le ponemos culpa, y atento á estar •abstenido de su offiíjio en aquel tiempo, le condenamos solamente á que pague y meta en la real caxa destas yslas los derechos de dos por ciento de los mili pesos queá él vinieron registrados en la escriptura que cita el cargo. Y en quanto al cargo setenta y tres y setenta y quatro, le ponemos culpa, y al Fiscal. Y en quanto al cargo setenta y ginco, le ponemos culpa y le condenamos á que pague á su Magestad los derechos del tres por ^iento de la dicha pimienta que se cargo en el dicho navio San Diego, y la pena al Fiscal. <br />
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33 8 ESCRITOS INÉDITOS <br />
Y en quanto al cargo setenta y seis, le ponemos culpa; y ea quanto á les cargos setenta y siete setenta y ocho setenta y nueve y ochenta, declaramos tener culpa y remitimos la pena al Fiscal. y en quanto al ultimo cargo, le declaramos tener culpa, y por la que del y de los demás cargos resulta para el dicho fator y veedor Francisco de las. Missas, le debemos condenar y condenamos en tres aiios de suspensión de offi;io de fator y veedor juez oíficial de la rreal hacienda de su Magestad des tas yslas, los quaies sirba sin sueldo alguno á su costa fuera destas yslas, en la parte y lugar que por el rey nuestro señor le fuere mandado, mas le con denamos en seis mili pessos de oro comund, los cuales aplicamos, la mitad para la cámara y fiscos del Rey nuestro señor y )a otra mitad para gastos de justicia, salarios y 'derechos de escrivano y alguacil y assesoria de acompa ñado desta visita y. de las sacas del processo della y testimonios que se an de embiar al rey nuestro señor; en los quaies entran y se quentan los pesos de oro que por esta rra(;on á pagado el dicho factor y se han cobrado á quenta de sus bienes de lo que tenia en la rreal caxa. Reservando como reservamos al rrey nuestro señor y señores de su rreal consejo de Yndias la condena gion que mas fuere servido de hacer al dicho fator por los dichos sus cargos y en las costas desta visita y salarios que se ayan de cobrar de donde y como dicho es. Y por esta nuestra sentencia definitiva juzgando asi, lo pronuncia mos y mandamos.— DOCTOR ANTONIO DE MORGA.—EL LICENCIADO ORTIZ DE. PADILLA. <br />
La qual dicha sentencia fue pronunciada por ei dicho señor visitador y su acompañado en veinte y uno de Julio de mili y quinientos y noventa y nueve años y fue notificada al dicho fatoi-, de la quaj por el susodicho fue apelado para ante el Rey nuestro señor y Señores de su rreal consejo de las Yndias, donde protesto en forma expressar sus agravios, y pidió se le otorgase libre mente su apelación y se le diesse testimonio della, y que iuesse suelto de la prission en que estava para acudir é vssar su oficio, á lo qual se proveyó que dando fianzas de que si la dicha sentencia fuesse conffirmada ó alterada en lodo ó en parte por el Rey nuestro Señor y Señores de su Real Consejo de Yndias, pagaría los que ffuese juzgado y sentenciado llanamente, y pagando las costas y salarios hechos en la visita y sacas del processo que se avian de enviar, se le diesse al dicho factor testimonio de su apelación para que ocu rriesse con el en seguimiento de su justicia ante el Rey nuestro señor y se ñores de su Real Consejo de Yndias, lo qual cumplido se proveería acerca de su soltura lo que conviniese; y el dicho factor dio las dichas fianzas en for ma como se le mando, y por otro auto que el dicho señor vissitador y su acompañado proveyeron, declararon que no avia lugar la soltura que pedia y que' sobre ella siguiesse y pidiesse su justicia donde pendía su apelación; y en quanto al usso de su officio, lo remitieron al governador destas yslas para que acerca dello pusiesse el remedio y cobro que conviniesse; del qual auto apelo de nuevo el dicho factor y se remitió su apelación con lo demás al rrey nuestro señor, y fue citado el dicho fator para yr en seguimiento delia y para las sacas de los processos de la dicha visita en forma.—Después de lo qual en cinco de Octubre del dicho año de noventa y nueve presento una peti ción ante el dicho señor vissitador por la qual di.xo que el avia mucho tiem po que estaba presso de que se le seguía mucho daño por tener muchas cos sas y pleitos á que acudir, y que pues de la sentencia que contra el se avia dado tenia dadas ñangas y asegurado el juicio, pidió le mandasen soltar de la <br />
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DEL DE. ANTONIO DE MORGA 33 9 <br />
dicha prisión para que pudiesse acudir á los dichos negocios y pidió justigía, y vista por el dicho señor vissitador y su acompañado, dixeron que atento que contava estar satisfecha Ja caxa de su Magestad de los alcanges de quen tas que se avian hecho al dicho fator y aver asi mismo hecho pago de las cos tas y salarios de los officiales de la vissita y derechos de la saca del processo della por las cartas de pago que presentava, mandavan y mandaron al dicho factor ratificarse las flan(;as ó las diesse de nuevo, que se obligassen que tendría esta giudad y cinco leguas á la redonda por carijeleria y no la quebran taría sin licengia y mandamiento de ! Rey nuestro señor y del señor vissitador en su nombre, so pena de dos mili pesos de oro comund y de pagar lo juzga do y ss.'''', y dada la dicha fianza lo alearon la carcelería de sus cassas don de al presente las tenia y que la tubiesse en esta giudad y cinco leguas á la re donda, como dicho es, para que acudiesse á los negocios de su justicia contenidos en su petición, declarando no aver lugar de le soltar llanamente como por otros autos lo tenían proveído y declarado sobre que ocurriesse á pedir su justicia donde y como le conviniesse, y que sí tuvicsse nescesidad ó quí siesse yr personalmente á presentarse ante el Rey nuestro señor y señores de su rreal consejo de las Yudías y seguir alU su caussa, le darian lugar á ello con ñangas quando lo pidiesse.—En cumplimiento de lo qual el dicho factor dio las dichas fianzas.—Y con esto fue suelto.—Y por el Gobernador y Cappitan general destas yslas fue bueho al usso y exer^igio de su offlcio de factor y veedor de la Real Hacienda destas yslas, como paresce de los autos que sobrello passaron ques tan al fin de la dicha vissita, á que me re mitió.—De los quales y de toda la dicha vissita, autos y processos dallas, se sacaron dos treslados de officio con sus memoriales y apuntamientos para la vista della, y el año passado de mili y seiscientos se despacharon á su Magestad y Señores de su rreal Consejo de Yndias en las naos capitana y almiranta nombradas Santa Morgarita y San Gerónimo, que partieron destas yslas para la Nueva España.—Y al dicho factor (que lo pidió) se le dio otro traslado autorizado según que todo mas claro parege por la dicha vissita que queda en mi poder. Y para que dello conste, del dicho mandamiento de la presente en Manila á veynte y ocho de Junio de mili y seiscientos y un año.—En tes timonio de verdad, fice mí signo:—ESTEBAN DE MARQUINA.—Derechos á 36 mars. por ffoja. <br />
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NÚM. 15. <br />
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Caría á S. M.: Da cuenta de lo sucedido con la armada del holandés Olwier Van Noort-, em el año de ztíoo.—Manila, 30 de Junio de 1602.—Archivo de Indias: documento núm. 33 del índice 7.°: est. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
SEÑOR:—Por estar dudoso que el año pasado llegase á Vuestr a magestad lo que se escriuio sobre la materia de esta carta, bueluo en esta á dar quenta de lo mismo. El añor anterior, que fue de 1600, en fin de él entro en estas ys las por la via de el estrecho de Magallanes Oliuer de Noort, hollan des, con dos nauios de armada de el conde Mauricio, haziendo pre sas y daños hasta poners e de asiento sobre la boc a de la baya de esta <br />
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340 ESCRITOS INÉDITos <br />
ciudad con yntento de esperar los nauios de mercaderías de China y el galeón Santo Thomas de Nueua España con la plata de dos años de los hombres de negocio de este reyno. Estando en aquella sazón en estas yslas las cosas tocantes á la guerra descuidadas y sin genero de preuengion, ubo de tomar la mano la audiencia real de Vuestra magestad á pedimiento de el presidente don Francisco Tello, para proueer el remedio á tan urgente necessidad con la breuedad y esfucrgo posible. Y para ello se me cometió fuese luego al puerto de Cabite y lo pusiese y tubiese en defensa y armase algunos nauios con que hazer rostro al cossario y diuertirle de su yntento : hizelo asi lo mejor que pude y puse á punto dos nauios medianos, por no aucr otros, en pocos días. Hordenome de nueuo de parte de Vuestra magestad por escrito el presidente, por entender que por otra mano, según el estado de las cosas, no se podia hazer la jornada, que saliese con esta armada á mi cargo tras de el enemigo y pelease con 61 hasta destruyrlo; y en su cumplimiento le busque y me vi con el fuera de la baya de esta ciudad y vinimos á las manos en una larga y reñida batalla que de ambas partes ubo en 14 de diziembre en que tube el sucges so que se contiene en la certificación de el presidente y gouernador que es con esta (*), por la cual sera Vuestra Magestad informado de el castigo que tubo este enemigo, y como se consiguió el fin que de nuestra parte se pretendió, y juntamente de los riesgos y trabajos que pase y tube en esta ocasión en que solo me contentada por premio si ubiese acertado á servir á Vuestra Magestad, pues este solo blanco me saco de mi casa con tanto riesgo de mi honra, vida y hijos. Suplico muy humildemente á Vuestra Magestad se sirua de perdonar la falta que ubiere hecho, supuesta mi buena yntencion y deseo de obedeger y agertar en lo que se me mando.—-Dios guarde la Catholica persona de Vuestra Magestad.—De Manila á 30 de junio de 1602 años.—D. ANTONIO DE MORGA. <br />
(*) Certificación que reproduce MORGA en los SUCESOS (págs. 117-119).<br />
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NÚM. 16. <br />
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Caria d S. M.: Da cuenta de la falsedad con que ififorman J'rancisco de las Misas y Juan de Alcega, ayudados por el fiscal Salazar.—Manila, 8 de Julio de 1602.—Archivo de Indias: documento núm. 38 del índice 7.°: est. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
SEÑOR".—Desde el año pasado de 60 1 se ha dado quenta á V. Magd. de la jornada que hize en fin de el año anterior de 1600 por borden de el gouernador y presidente don Francisco Tello con Oliuer de Nort, cosario hollandes, que entro en estas yslas ha ziendo presas con dos nauios de armada y de el successo que en ella tube, con que quedo castigado y acabado dicho cosario. Francisco de las Missas, factor y veedor de la Flacienda de V. Magd. en estas yslas, á quien poco ha visite por especial comis sion de V. Magd. y le hize las condenaciones de penas y restitucio nes que parecerán por la visita que tengo ynbiada á V. Magd. (por tres vías) ha quedado tan encontrado conmigo que en todas cosas me haze la emulación que puede, y asi por esto como por deshazer la culpa que tubo al tiempo de el despacho de el armada que lleue, en ynbiarme desauiado de marineros y otras cosas negessarias que heran á su cargo, entre otras diligencias que ha hecho desde el año pasado, una ha sido con calor y sonbra de el licenciado Salazar de Salzedo, fiscal de esta audiencia, á cjuien por razones particulares tiene muy de su mano y lo tubo en los negocios de su visita, hazer una ynformacion oculta y con testigos ynduzidos, gente de mar y otros que tiene á su borden, por la qual se da á entender me dio buen auio y que la nao capitana se perdió por mi culpa, ynputan dome á bueltas de esto, para desdorar mí buen seruicio, otras cosas ynducidas por las quales se echara de uer la malicia y pasión de los que en esto han entendido, y esta se ynbio á V. Magd. y a los ministros por do esta materia pasa. <br />
Juntamente con ello, el capitán Juan de Alcega, su yntimo amigo, y parcial tanbien de dichos fiscal y factor, á quien lleue por almirante, para deshazer su propia culpa, por la qual ha estado preso por el presidente y gouernador, y se progede contra el de oficio por que al principio de la pelea dejo y desmanparo la capitana contra la borden que de mi tenia por escrito, y por otros excessos, y por hazerse parte en lo bueno de el successo que la cosa tubo, ha hecho con el mismo calor y espaldas ocultamente diligencias y papeles con que ynformar siniestramente en mi perjuizio á V. Magd., <br />
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342 ESCRITOS INÉDITOS <br />
y por que es justo que en todo sea V. Magd. ynformado de la uer dad, enbio algunos papeles que no se hizieron en secret o ni con cau tela ni malicia por do paregera especialmente la ynformacion que hizo el alcalde mayor de la prouincia de Valayan en cuya costa y distrito se perdió la na o luego el dia siguiente con la. gente que de ella se saluo por la qual se entenderá lo que paso en esta parte y la culpa de dicho factor y la de el almirante en lo que se ha apun tado (*).<br />
De mas de esto, con los nauios de este año sale de aqui un religiosso de la horden de San Agustín llamado fray Francisco de Val des, al qual, en conpañia de fray Dieg o de Qerrabi, ynbi a su horden á la cort e de V. Magd. á negocios de su horden : est e podra ynformar á V. Magd. de tod o lo que ubo en la dicha jornada, por que su horden le ynbio en ella por confessor y administrador de los sacra mentos y se hallo en la pelea en la capitana y se saluo á nado, y como persona de crédito y desynteressado, dirá la uerda d sin res peto de nadie.. Suplico á V. Magd. muy humildemente que, entendida, sea V, Magd. seruido de mandar no se de lugar á que por semejantes caminos sea torcida por émulos y personas tan sospechosas que solo les mueue su enojo y pasión por vengarse y satisfazerse de los ministros que por el seruicio de Vuestr a Magestad hemos hecho y hazcmos justicia en sus causas mandand o castigar el excesso que esto pareciere auer hecho como más al seruicio de Vuestr a Mages tad conuenga. Dios guard e la catholica persona de Vuestr a Mages tad. de manila, á 8 de jullio de i6o2.—D. ANTONIO DE MORGA. <br />
Anexo del número 16. [Carta del capitán Juan de AIccga á S. M., dándole cuenta de la batalla contra Van Noort: Manila, 30 de Junio de 1602. —Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 35 (núm. 3).<br />
] <br />
Señor:—Aunque me hallo en tierras tan rremotas y no conocido mi nombre en esas, como necesitado del rreal amparo de V. Md. seguramente po dre atreuerme como basallo y criado que desde que nascio se á ocupado en seruicio de V. Md. continuar el escreuir y dar quenta á V. Md. como á mi natural rrey y señor, no tanto para manifestar mis seruicios de tantos años á estas partes, quanto para salir de trauajos, molestias y vejaciones en que al presente me beo por estar tan apartado de V. IVtd. y por lo que ya en otras del año passado tengo dado quenta á V. M. muy larga, y agora la daré aun que sumariamente, por si no hubieren llegado mis cartas del año passado (**).<br />
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(*).<br />
No hemos logrado dar con este documento. (**) Estas á que alude, no las hemos logrado: se perderían en el naufragio de las naos Sania Morgarita y San Jerónimo. <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 343 <br />
El ano de 1600 passado vinieron á estas yslas dos naos capitana y almiranta •olandesas de vna esquadra que por el estrecho de Magallanes enhocaron por orden del conde Mauricio, Principe de Orange, las quales después de auer hecho algunas presas de poca consideración entre estas yslas, se uinieron á poner doce leguas desta ciudad, á la boca de la baya della, con disignio de estar aguardando alü con segui'idad, como les avian ynformado algunos natu rales que aiiian tomado, á las naos que auian de uenir aquel año de la Nue va Spaña cargadas de plata para tomarlas, como lo hizieran coa fasilidad, y luego las de China, que en el mismo tiempo avian de uenir cargadas de rri juezas; que todo le fuera fasil. A lo qual don Francisco Tello, que entonzes gouernaua estas yslas, mando aprestar tres naos de alto bordo que auia en el puerto, vna galera y otros nauios ligeros de esta tierra, y auiendo comentado á poner en orden esto el general que V. M. tiene en estas yslas de Galeras y mar [D. Juan Ronquillo], que es persona de satisfacion y de mucha esperien cia, se quiso entremeter en ello el doctor Antonio de MORGA, que entonzes -era oydor mas antiguo desta rreal audiencia, la qual quedo con un solo oy dor: concedióselo don Francisco Tello y prendió al general de V. Md. que •entendía en el aderego de esta armada, dio prouission de general al oydor y á mi de almirante, la qual aceté de mala gana, por uer que se le quitaua la armada á hombi'e de esperiencia y satisíacion para darla a quien ninguna te nia y era letrado, cossa que me prometía mal suceso, y teniendo V. Md. mu chas personas que tiran sueldo de su x-real hacienda para estas ocasiones, los •dejo y hecho mauo de mi, que nunca tal he tirado ni tenido aprovechamien to de la rreal caja de V. M. ni de otra cossa de la tierra, por estar de ordina rio con pusible para seruir á V. Md. y dexaua á rriesgo mi muger con quatro hijos de quedar guerfanos y perdidos; pero con todo, por uer que tanto ym portaua este negocio al seruicio de V. M. y bien desta tierra, y que el hechar mano de mi sin tener obligación hera por mas satisfacion y especialmente • por ser tan bisoño el general, vbe de azeptar el oficio. El nuebo general, contra mi voluntad, salió del puerto luego que se publi có lo hera con solo su capitana y almiranta, sin estar marineras ni para salir; dejo la otra nao y la galera, que era armada suficiente para tomar el enemi go, solo por temer que el general que quedaua preso, no pidiera satisfacción del agrabio que se le hazia en la audiencia, y dentro de quareuta oras dimos •con el enemigo vna mañana, y hallándose con su capitana mas cerca que yo, sin aguardarme envistió con la capitana del enemigo y la aferró y rreato, asi que vista por el enemigo vna nao tan grande y tan llena de gente, se rrindio y metió deuajo de cubierta pidiendo misericordia del temor del primer im pita de la gente española, que entró y le quitó las banderas del tope y qua•dra y el estandarte y lo pasaron á nuestra capitana, de la qual metieron la uandera del capitán de infantería y la arbolaron en la popa del enemigo. A •este tiempo llegue yo con mi almiranta, bien pesaroso de no ser el pi-imero, y prolongado por la quadra de popa comencé á jugar mi artillería, arcabuzeria y mosquetería, á que me dieron bozes los nuestros desde la nao enemiga •que no disparase, porque matarla los nuestros que estauan dentro, y que ya la nao estaua rrendida y por de vuestra magestad, como hera verdad, porque nunca me tiro arcavus, mosquete ni piega, bia entrar y salir los nuestros con mucha seguridad, dándome orden fuese tras la almiranta enemiga, que yua huyendo á todas belas del temor de lo que beya, la qual orden rae dio el ayudante de sargento mayor oficial de la capitana y otros; lo qual por mi oydo y <br />
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ESCRITOS INIÍDITos 344 <br />
visto y sauer la poca fuerza del enemigo, que no tenia sino sesenta y dos hombres entre chicos y- grandes, por ynformacion que el mismo doctor y oe neral abyan hecho con un flamenco de la misma capitana, que lo tomaron saltando en tierra los naturales de aqui en una ysla y con un negro que se les huyo en ella que lo trayan cautiuo de la costa de Chile donde le cautiuaron, y asimesmo sauer la pujanza de gente de nuestra capitana, que passauan en tre españoles, naturales, japoneses y negros que iban dentro, de quinientas personas; tire tras la almiranta como se me ordenaua, dejando rendida la ca pitana enemiga y la de vuestra magestad señora de si y dalla, y la alcance dentro de quatro oras y le derriue yo mismo los arboles maior y trinquete, que por ser yo diestro en la artilleria, la apuntaua y gouernaua y no rae fie de mis artilleros, porque eran flamencos, y la aborde y entre yo el primero con mi espada y rrodela por mas animar la gente dejando en mi almiranta á mi capitán de infantería con gente y orden de lo que aula de hazer, y después de auer peleado como vna ora con solo perdida de un hombre tome á partido de las vidas al almirante enemigo y veinte personas, abicndole muerto otras veinte y tantas. Viniendo con esta bictoria en busca de mi capitana, supe otro dia como se auia ydo á fondo por sus portañuelas y por no auer echado el general gente dentro de la enemiga, en seis oras y mas que estubo aborda do y tubo rrendido el enemigo, dexo de conseguir victoria del; el qual, quan• do se uido safo y libre, dio la uela y se fue y mato algunos de los nuestros que andauan nadando en el agua. El General se echo al agua antes de irse á fondo la nao en vna balsa que para este efeto le tenían preucnida, y la causa de no auer metido gente con que acauar de tomar la nao enemiga, ni orde nar sobre esto cossa ninguna, fue por auer estado desfallesido y acobardado detras de un cabestrante entre un rimero de colchones y lo mismo su capitán de infantería, y luego que en la balsa se escapo el General y llego á una isle ta que llaman Fortun, que estaua cerca y á'sotauento de donde se le fue la nao á fondo, no quiso despacharme aviso de su mal sugeso en una de tres enbarcaciones que tubo, pudiéndolo hazer fasilmente por estar yo á sotauen to y auer biento fresco, que si lo hiziera yo siguiera la capitana enemiga y la alcanzara y rrindiera sin duda como la almiranta, dejólo de hazer avnque bia lo que inportaua al seruicio de vuestra magestad por solo que yo no me lle uara la gloria de todo; antes se fue al pueblo de Anagebu á hazer ynforma ciones contra mi, diciendo que no le ayude; que si hize aunque no tenia ne cesidad de la fuerga y gente de mi nao, porque la de la suya hera suficiente para sesenta y dos hombres que tenia el enemigo, que todo lo lleuaua sobra do, gente, municiones y armas, que como quiso por la mano que tenia tomo en el puerto, que dello no se aprovechó por auer estado desmayado y des alentado todo el tiempo que auia estado abordado hasta que se le fue la nao á fondo. Y como uen él y el Gouernador don Francisco Tello vna perdida tan grande por culpa de los dos, dan en quererse descargar conmigo, y, sobre ésto, con la mano que tienen, an hecho quantos papeles quieren sin dejarme hazer ningunos; y asi suplico á vuestra magestad humildemente como sol dado apartado de vuestra magestad y de su rreal amparo, se sirua de no dar crédito á papel de ninguno de los dos de la uerdad de este casso; aunque de mi parte no se puede informar por agora sino por carta, fio en nuestro Señor ynformaran á vuestra magestad muchas personas desapasionadas, á quienes se puede: dar crédito que esto y estar la uerdad y justicia de mi parte, me <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 3 4 5 <br />
asegura no an de prebalecer contra ella en mi daño las ynformaciones que se hizieren á vuestra magestad y á su rreal consejo. Por parte'de anbos á dos anme tenido presso, y lo quedo todauia por no auer querido hazer esta co yuntura de cargo ninguno ante juez tan apasionado y parte que á sido don Francisco, y porque de tres oydores que tiene vuestra magestad en esta au diencia, los dos me tienen mortal enemistad: el doctor MORGA por lo dicho y el licenciado don Antonio de Riuera Maldonado mas antiguo,que a dos años que uino en la nao santo Thomas de vuestra magestad que perdió en esta costa, por ser hermano de don Bernaldino del Castillo, alcayde de un fuerte de los que vuestra magestad tiene en esta ciudad que mato la otra bez que fue su hermano oydor en esta audiencia á Melchor de Torres, marido que fue de mi muger, y auiendole seguido en tan justo pleito y hechole desterrar deste rreino, á tornado á boluer á el por boluer su hermano por oydor; que como vuestra magestad esta tan lejos, aqui hazen lo que quieren y son abso lutos pai"a todo; y asi por esta causa tienen preso y molestado á vn soldado y criado de vuestra magestad desseoso de emplearse con vida y hazienda siem pre, como lo á hecho desde que nació, en su rrcal seruicio; anme hecho mili agrauios sacándome para pagar las guardias que me hizieron hasta los cauallos á uender, sin dejarme cossa de balor en mi cassa; torno humildemente á supli car á vuestra magestad sea seruido de ampararme y mandar se me guarde justicia, y vista mi ynocencia mandarme salir desta tierra, donde vastan 23 años de seruicios, y mandarme sima en otras partes mas cerca de la rreal persona de vuestra magestad, á quien guarde nuestro Señor muchos años con aumento de maiores rreynos y señoríos, como la christíandad á menes ter y sus basallos y criados deseamos.^—En Manila, yslas Philipinas, á 30 de Junio de ¡602 años.—^JOAN DE ALCEGA. <br />
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NÚM. 17. <br />
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Cafia á S. M.: Da cuenta de la petición que hizo el general Andrés Hurtado de 'Mendoza, de auxilios para sti. empresa en Terrenaie; de lo que sucedió con la nao de D. Lope de Ulloa, «Í?Í:.—Manila, t.° de Diciembre de 1602.— Archivo de Indias: documento núm. 52 del índice 7.°: esf;. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
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3 4 6 ESCRITOS INÉDITos <br />
mente ynbio de Arias de Saldaña Virrey de la Yndia para el presidente, pidió se le ynbiasc socorro de bastimentos y alguna gente de que venia falto, con que se aseguraría la yntcncion de la enpresa, y viendo la ynportancia de el negocio y que tomada aquella fortaleza demás de el grande ynteresse de el clabo se asegurarían estas partes de tanto genero de enemigos como por aquellas las persiguen y corren y que particularmente estas yslas acabañan de rayz con estos mindanaos y jolocs, pareció conuenientc y nccessario que parte de lo que estaua preuenido en Pintados se ynbiase á la dicha armada, para cuyo buen despacho el presidente quiso yr personalmente a la ysla de Zibu. Ruégase con ynstancia a nuestro Señor les de el buen successo que es menester por que con el parece se haria su servicio y se consiguiria cumplidamente el de Vuestra Magestad. De los nauios que este año salieron de estas yslas para Nueua España la capitana y otro arribaron á estas yslas a cabo de quatro meses de navegación con tormentas, auiendo alijado cantidad de raercaderias y hecho luego aucrias con harto sentimiento y daño de los residentes en este reyno la capitana en que yua por general don Lope de Ulloa, deudo de el conde de Monterrey, cauallero platico y alentado entendiendo remediarse en el Xapon, y desde alli auien dose aderezado proseguir su viaje fue a hres...(roto).<br />
.. puerto en aquel reyno en la prouincia de Togao junto a do el año pasado de 96 entro el galeón san Felipe, aseguraronsele los naturales y todo tubo despacho, y auiendo entrado en un puerto ocurrió un gouer nador de Dayfusama con cantidad de gente de guerra, arcabuzeros y mosqueteros y flecheros, y auiendoles dado a los de la nao la misma seguridad y hecho despachar seys españoles al Miaco con un presente a Dayfusama conforme a la costumbre de la tierra y tomadoles en tierra unos religiosos y otros españoles que porfiaron a salir de la nao, luego pusieron extrahordinaria diligencia en cegar la boca de el puerto y tomar la nao con toda la hazienda, y visto el engaño y violencia que se hazia les fue íorgosso a los españoles de fenderse y salir de el puerto peleando con daño de ambas partes y con mucha dificultad y asi se vinieron a estas yslas á la misericordia de Dios. No sabemos, viéndose los japones sin la presa de la nao que ya tenían por suya, la resolución que abran tomado con los que quedaron en tierra ni lo que Dayfusama hará sobre todo, solo parece que toda amistad con estos infieles es sospechossa y que por lo menos los religiossos que en esto ynteruienen y la aseguran muchas vezes se dejan engañar ligeramente con el mucho deseo que su zelo de la conuersíon les causa para efeto de entrar en estos <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 3 4 7 <br />
reynos, y asi facilitan algunas cosas y las aseguran mas de lo que convernia. Parecióme necessario, supuesta la ausencia de el presidente de esta giudad y la arribada de las dos naos de esta carrera, auer dado quenta a V Mag''. de lo que se ofrece en estas materias por la vía de la Yndia en un nauio de Portugueses que de aqui sale para Goa, y esto solo me ha mouido a ello, por lo que es el scruicio de V. Mag''. y que sea informado de estas partes tan remotas de lo que se haze por todas vias, suplicando a V. Mag.'' perdone mi atrcui miento y, a Nuestro señor que guarde a V. Mag.'' por muy largos años.—De Manila, primero de diziembre de iC02.—1).<br />
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NÚM. 18. <br />
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Carta d S. M:. Con la que envía copia del Discurso y Relación que hizo para el Principe de Squilache sobre las materias de la guerra.—La carta fechada en Quito, 20 de Abril de 1616; el discurso en el propio Quito, 20 de No viembre de 1615.—Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 3 (niim. 5).<br />
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as SEÑOR.—Quando el Principe de Esquilache entro en el gouierno de el Piru, hallando las cosas de la guerra necesitadas de reparo por la entrada que hizo el cossario hollandes en esta mar de el Sur el año pasado de 615, por carta de otubre del mismo me mando le dijese lo que me parecía, según el estado de las cossas: obedeciendo mas que presumiendo de mi poca suficiencia en materia de tanta ynportancia, le ynbie vn discurso de lo que se me ofrecía, cuya copia es con esta. Entrado el Virrey en Lima á los 18 de diziembre, comengo por la fortificación de el puerto de el Callao á proueer a esta necessidad. Tres dias después de auerme encontrado con el enemigo sobre la punta de Santa Elena á los 27 de agosto, entre en la puna y puerto de Guayaquil, hallando aquellos puestos en defensa bastante por diligencia de esta Real Audiencia, donde me detube algunos dias por dar calor á esta obra, hasta que el enemigo se desapareció de la costa: al mismo tienpo subía por ella de Panamá el Virrey Principe en las naos que traya de Tierra firme mas ocupadas de pasajeros cortesanos y cumplimiento que preuenidas para pelear con enemigo tan armado, el qual perdió la ocasión de encontrarle por auerse embaragado conmigo y en boluerme á buscar tres dias. Y por los auisos que se dieron desde Guayaquil y por Manta al <br />
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cipe Virrey de el cossario, y para adonde me aparte de él, que le obligo por asegurarse de él á hazer su desenbarcacion en Marta y hazer sus jornadas por tierra á Lima. Por esta parte desde aqui se acudió al seruicio de Vuestra magestad, como se ha de continuar siempre con las fuergas que vbiese. Guarde Dios la cathoüca persona de Vuestra magestad muy largos y felices años.—De Quito, 20 de Abril de 1616.—DON ANTONIO DE MQRGA. <br />
Discurso y Relación del Doctor Antonio de MORGA, Presidente de la Real Audiencia de Quito, al Principe Desquilache, Virrey del Piru, sobre las materias de la guerra. Por mandado suyo. <br />
En el quaderno de los subcessos de las yslas Philipinas halla rá V. E. relación de las cossas de aquellas yslas hasta la conquista d.e las del Maluco y sus sugetos hecha por,el governador D. Pedro de Acuña, y aunque hasta aora las yslas Philipinas no an sido de interés de hacienda para la corona de P)spaña, sino de gasto, ya en lo tocante á las Philipinas este á gessado, y se pudiera escussar con lo progedido de las encomiendas que están en la Real corona, dere chos de mercadería y otras cossas que particularmente en el tiempo del govierno presente de don Joan de Silva biene á ygualarse con los dichos gastos que Su Magestad tiene y hace en ellas. Hanse re crecido nuevos gastos y muy quantiosos por rrazon de la conserva gión y guerra que ay en las yslas de Maluco con los naturales dellas, y particularmente con navios y armadas holandessas que an entrado en dichas yslas y apoderadose de lo mas y mejor dellas, en tal manera, que solo tenemos y poseemos la fortaleza principal de la ysla de Terrenate, cavega de las demás, y en la misma ysla el enemigo tiene otras dos que llaman Talangame y el Malayo; en la ysla de Tidore tenemos al Rey della en nuestra amistad y devo gion y tan apretado de holandesses y terrenates, que se oviera hecho á su parte sino le ovieramos entretenido con socorro, que cada dia se le hagen, y promessas, de que muy de proposito invia S'U Magestad armadas sufigientes para hechar al enemigo de las yslas y recuperar lo perdido. Estos socorros, hasta agora no se an .hecho como es menester : los enemigos son muchos y cada dia fortifican mas sus puestos y les vienen navios de Plolanda y Gelanda con gente, municiones y lo demás necesario. Las Philipinas tienen poco de suyo con que socorrer al campo y fortalega de Terrenate. <br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 34 9 <br />
De la Nueva España nos ynvia lo que se pide para estos socorros, especialmente de soldadesca, que ay poca y se hace con dificultad. Si la Nueva España pudiesse ynviar á las Philipinas la dicha soldadesca, marineros y artilleros en numero de 1.500 hombres juntos, como este año passado de 1614 los ynuio á pedir al señor Virrey el governador don Juan de Silua; el se prometió que con la gente que alia tenia y navios que havia fabricado asi de alto bordo como galeras, haria jornada al Maluco y desaloxaria á los enemigos de las fortalegas que tienen y los hecharia de las yslas y las reduciría á la corona Real. Esta gente no se le ynvio, porque apenas se pudieron hacer quatrocientos hombres de todo genero. Apretó tanto el governador don Joan de Silva la necesidad del socorro, que vino á concluir que si no se le ynviava le faltavan fuergas para socorrer en la fortalega del Maluco, con que se perdería, y el enemigo, no contentándose con esto, vernia á las Philipinas, como se lo tenia propuesto hacer. Este enemigo holandés, á mas de lo que cada año le viene de Olanda y Gelanda, á asentado trato y navegación desde el Maluco con el Japón, á donde ya ban sus navios, y se les da puerto y rescate de muchas municiones y vastimentos de que aquel Reyno avunda, por precios varatos, no envargante que el emperador save las llevan para hacernos la guerra en el Maluco. De la Yndia de Portugal, á cuyo govierno el Maluco estava subordinado por la corona de Portugal antes de ia conquista que hizo el governador Don Pedro de Acuña, como agora lo esta por la corona de Castilla al govierno de las Philipinas, no se hage socorro al Maluco por estar muy distantes, mas de mili leguas, y por que en la Yndia respecto de las ocasiones que alia se ofrecen en otras jor nadas sescusa el Virrey quando se lo piden. En las Philipinas tiene el governador fundición de artillería gruesa y menuda; pero respecto de que los metales que se traen de China y Japón, son crudios y agrios, mezclados con fierro y escorias; hasta agora no sfe les á dado con la rreñnagion el punto negesario para que la fundigion salga cierta y segura, y lo mas hordinario es en piegas gruessas; reventan quando se pruevan. Por esto no ay la cantidad necesaria y que se dessea de dicha artillería; y sí de la Nueva España se le pudiesse hager socorro de artillería, ó á lo menos de buenos meta les, sería de muy grande importancia. <br />
En la Nueva España, quando sali della por agosto del año de 1615, no aula artillería alguna, y aunque de las naves de flota que se pudieron se compraron treynta piegas en la Vera Cruz para <br />
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que fuessen armadas con ellas, las que últimamente por marzo cieste año se despacharon á las Philipinas no llegaron al puerto de Acapulco, y asi se quedaron en él. Guando me enuarque por el dicho mes de Agosto, vi las dichas piegas desencavalgadas en la playa, las diezinueve de fierro colado, las onze de bronce, todas de cuchara; parecióme artilleria menuda, porque la que mas vala tiraba era de siete á ocho libras y que quando fuese á proposito para navios pequeños no lo heran para navios de armada gruesos, y mucho menos para la fortificación del dicho puerto, que es muy grande y avierto para entrada y salida de qualquier enemigo. De todo ello di aviso al señor Virrey. E quedado temeroso de las Yslas Philipinas en este año y mucho mas de los del Maluco, porque como el governador dige, tenia hechos galeones y galeras y yba fundiendo apriesa artilleria gruessa haciendo poluora, juntando municiones y vastimcntos, con intención de hacer jornada con el enemigo hasta lerrenate en confianija de la soldadesca que pidió, y esperava de la Nueva España como este año se le pudo ynviar, y las dos naos que fueron con el socorro licuaron tanto menos y fueron desarmadas, entiendo que sea asi; el governador no á podido armar ni hacer la jornada y que lo del Ma luco no podrá ser socorrido y que havia acabado de perderse y que las Philipinas andavan en vuelta con los mismos enemigos, que señoreados de la mar, fácilmente tomaran las naos que fueron de la Nueva España, y ternan bien que hazcr los españoles en defender á Manila sin poder remediar las costas y poblaciones de las yslas, si Dios por su misericordia no lo provee de otra manera. <br />
Los comercios y tratos de España con las Yndias, particularmente con la Nueva España, se an acortado de ganancias, por la grosedad de las mercancías que de Philipinas se traen, con que los consulados y mercaderes de Sevilla en diversos tiempos y ocasiones, aprovechándose también de que las Philipinas, como al principio se dixo, para la Real corona an sido coto de gastos y muchos cuidados, y volvería á engrosarse el trato de España con las Yndias y crecerían los Reales derechos á que su magestad no ha dado lugar ni tal á admitido, habiendo hecho las conquistas de las yslas con intento de propagar el santo Evangelio en tan gran numero de almas conao hay oy en ella convertidas y tener puerta por aqui para la conversión y conquista de las grandes gentilidades y Reynos de la tierra firme, que con este fin las ha mandado sustentar, aunque el gasto fuera mucho mayor. Hultimamente, el dicho consulado y mercaderes volvieron á la <br />
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DEL DE. ANTONIO DE MOKGA 3 5 1 <br />
misma caussa diciendo que se prohiviese y quitase la navegación y socorros de las Philipinas por la Nueva líspaña y se hiciesen por el cabo de Buena Esperanza, y que por allí viniesen á España las mercadurías de Philipinas, que seria mas conveniente, menos costossoy de ningún perjuicio: dieron memorial de muchas razones offreciendosse á que á su costa alli arian los navios desta navegación por donde mexor y mas brev'emente también se socorrería el Maluco. Su Magestad fue servido, por hacer prueva y esperiencia dello, mandar aprestar seis carabelas con quinientos hombres, á cargo de Rui González de Sequcira, que havia sido Capitán mayor de la fortaleza de la ysla de Tidore en el Maluco, para que los llevase de socorro í Terrenate por la dicha navegación del cavo de Buena Esperanga. A este tiempo hi^e un papel largo discurriendo por esta materia, queynvie desde México á Su Magestad en sus Consejos de Estado é Yndias (*), j3or el qual seria informado menudamente, que lo que se le havia propuesto por el Consulado y comercio de Sevilla no hera fatible y dello resultavan grandisimos daños é ynconvenientes, y c[uc poniéndolo en exccucion, las Philipinas y el Maluco no se podian socorrer ni sustentar, y todo ello se perdería con mucha brevedad; y que deseando esso sucediese asi como desde el principio lo havian propuesto, haviendosele denegado mañosamente, havian ofregido el dicho medio con cjue venian á conseguir su principal yntento. Este discurso se vio en los Conssejos de Su Magestad, y moviendo algunas rrazones y particularmente que dichas caravelas no eran navios convenientes para aquella navegación ni se despachavan en el tiempo que ella pedia, su magestad se sirvió de mandar no se despachasscn ni saliessen del puerto de sant Lucar; quando el correo llego ya havian hecho vela y salido de el puerto. Su biaje fue tan yngierto y desgraciado que unos navios se apartaron de otros y se perdieron en las costas de la Guinea y en otros parajes, con que se hizo brevemente la experiencia contraria de lo que el dicho consulado y comercio de Sevilla habia propuesto y certificado, con lo qual hasta agora la causa principal no ha tenido novedad. Mirándola desde España, se persuaden algunos á la convenengia, que ternia el algar la mano de las yslas y dexarlas perder, que es proposigion gravísima, pues quando uvicra sido agertado no haver dado principio á la conversión y conquista de las Philipinas, ya questa hecha con tantos gastos, vidas españolas y metidas tantas <br />
(*) No se ha podido dar con este papel, seguramente de interés. <br />
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352 ESCRITOS INÉDITOS <br />
prendas en ello, como son tan grandes poblagiones de españoles, mucho numero de naturales hechos Christianos y otros tantos que esperan serlo dándoles doctrina, no se pueden entender del Christianismo y piadoso pecho de el Rey nuestro señor, que terna por bien todo esto percsca, quando costará mucho de su Real aver en sustentallo, quanto mas que, como esta dicho, las Philipinas de por si, para lo que an menester, tienen ya lo que les basta para su conseruacion y prouision; lo del Maluco, ques lo que agora hage gastos por sola la reputación y ser patrimonio Real en la corona de Portugal, tampoco parece se podria desmanparar, mayormente que el ynte res del clavo y especias que ally se coxen es tan grande y provechoso á la corona de Su Magestad, que si lo tuviera pacifico importaría algunos millones en cada un año, y con lo procedido de esto se sustentava la mayor parte del estado de la Yndia y sus fortale zas, sin lo que pasava á Portugal; estas ganangias son tan ciertas y conocidas, que por si solas ellas estos enemigos setemptrionales an ydo tan de proposito con grandes armadas á apoderarsse del Malu co y de estas drogas, y aunque el gasto y perdidas que hacen en la mar no pueden ser pequeñas, la ganancia de este trato es tan gran de, que quitándolo de las manos á la corona de Castilla hacen todas sus costas y gastos y les queda tanto caudal y hacienda, que con ella no solo se hacen rricos, pero también mantienen los gastos de las guerras 6 inquietudes que traen en Europa. También se dexa fácilmente entender que este enemigo señorea do del Maluco desmamparado de las Philipinas, también se apode rará dcllas sin hallar resistencia; lo mismo hará de todas las fortale zas del Oriente sin que tengan remedio y hallándose tan poderoso se puede entender lo que mas pretenderá en Europa, no solo en las provincias de sus naturales, sino también contra España y otros Reynos; y si esto pesa mas que de lo que de contrario se pretende y que sea forzoso antes que el rremediallo sea de mayor dificultad y gasto, no parece que se pueda degir aya razón para impedillo. Por el mes de Agosto pasado deste año, que salí de la Nueva Es paña, quedaron las cossas tocantes a la guerra por la nueva que se hauia tenido el año antes de entrada de navios de cosarios por el es trecho de Magallanes en la mar del Sur, en el estado que se sigue. La nueva se tuvo por el mes de diciembre de 614, por la via de Guathemala, del señor Virrey Marques de Montes Claros, por la que su excelencia havia tenido de Chile, que los yndios de aquella pro vincia dieron de haver visto quatro navio de enemigos en el puer to de Valdivia. <br />
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DEL 0R. ANTONIO DE MORGA 35 3 <br />
Quando esta nue\"a llegó á la Nueva España, ya havian entrado en el puerto de Acapulco dos naves de las Philipinas, la primera á cargo del almirante don Antonio de ¡MORGA [mi hijo], y la segunda á cargo del general don Alonso Enriquez, con las mercadurías y otras cossas de las dichas yslas, y á este mismo tiempo el señor Virrey Marques de Guadalcagar para el socorro que en estas naos ynvio á pedir el govcrnador don Juan de Silua, tenia nombrados quatro ca pitanes que levantavan soldadesca por las poblaciones de Nueva España; esta se hagia con dificultad, de manera que aunque se ponia el quidado posible en hacer soldados, no se pudieron juntar ni alistar en todas las compañías mas que dos cientos hombres. El señor Marques de Guadalcagar, deseando prevenir al daño que si el enemigo llegase al puerto de Acapulco podía hacer en las naos de Philipinas y en las mercadurías y haciendas que truxeron, y en la población del dicho puerto y en las demás de la costa, hizo las diligencias que le parecieron necesarias, lo primero despachando el auiso de la dicha nueva á los alcaldes mayores, á los puertos de Teguantepeque, Guatulco, la Navidad, Colima y provincia de Cha nietla con personas particulares en toda diligencia, para que los al caldes mayores y capitanes í guerra, con la gente y velocidad da llos y sus comarcas los pusiesen lo mejor que pudiessen en de fenssa, de manera que si el enemigo llegase le estorvase entrar en los puertos y tomar tierra en la costa, y principalmente invío al di cho puerto de Acapulco con nombramiento de su theniente de Capitán general á don Melchior de Cordova, de su cassa, y otros muchos caballeros y gentiles hombres della, con otros capitanes y soldados entretenidos y soldadesca que estava leuantada y hecha «n las compañías; que todos con la brevedad que pudieron se pu sieron en el puerto con orden de defender al enemigo la entrada y estada en el. <br />
En todo esto se hizo gasto considerable, por los salarios, ayudas de costas y entretenimientos que se dieron á esta gente, que serian en todas quatrocientas personas, y en las municiones, bastimentos que se ymbiaron para su sustento y provisión. Asistieron en el dicho puerto hasta el mes de Abrill, que las naos de Philipinas volvieron á ellas con el socorro que llevaron en que se envarco la soldadesca y lo demás que se previno para dichas yslas. Por no haver secundado la nueva en tanto tiempo desde el Piru ni de otra parte alguna y haver llegado al dicho puerto una barca con algunas personas particulares de Lima, que salió del Callao á principios de Henero deste año de 6i 5, que dixeron la nueva no ha<br />
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uer sido verdadera, el señor Marques mando venir del puerto á sii theniente de capitán general y aventureros y entretenidos que con el estavan, y assi se cumplió. Por lo que se vio en todas partes de dichos puertos y socorros que se hicieron y prevenciones de Acapulco, para su defensa, se negogio, que si el enemigo llegara á ellos hiciera lo que pretendiera, por estar desarmados y sin defensa vastante, y lo mismo en el •puerto de Acapulco, que es grande y avierto para entrada y salida. Las naos de Philipinas que en el havia no tenían una sola pieza de artillería; la tierra tampoco : de manera que seguramente pudiera el enemigo quemar las naos, y á la sombra de su artillería hechar su gente en tierra y destruir la población sin que la que se havia juntado lo impidiese, que les havia de ser forzoso retirarse al Arcabuco,, donde aun no se tenían por seguros. Todos estos puertos de Nueva España están sin defensa alguna considerable, y quando el enemigo, si llevase alguna y quisiere en trar en ellos 6 surgir en otra parte que le convenga para proveerse de agua, leña y carne de las estancias, lo podra hacer sin dificultad. Por Agosto, que sali de el dicho puerto de Acapulco, por haverse resfriado la nueva del enemigo, como dicho es, no se trata va de poner en defensa el puerto, y aunque se havian traído de la Vera Cruz por Teguantepeque treinta piezas de artillería de cuchara para que las llevaran las naos de Philipinas, quedavan allí desen caualgadas once de bronce y las clemas de fierro colado, todas^ menudas y de poco provecho. En los puertos de la governacion de Nueva España de la mar del Sur no se fabrican navios, ni los hay : son once los que vienen de Philipinas y los que van destas provincias de el Perú : de manera que qualquíer enemigo es señor de la mar, y consiguientemente lo será de la costa y sus surgideros para todo lo que oviere menester; agora no quedava en ella navio ninguno mayor ni menor, aun para poder dar un navio de unos puertos á otros. Supuesto lo dicho y que el enemigo holandés, después de los su gésos que á tenido en las costas y puertos de estas provincias del Perú últimamente, se dessaparecio á los 29 de Agosto en la punta de Santa Elena, con seis bocas que Uevava, donde yo lo enconté á los 2^ del mismo, es de entender que, pues no baxo á Manta, Cavo de San Francisco y de Passao en vusca de la armada que venía de Panamá con Vuestra señoría y su cassa, que á el sirve, tíenpo se hallavan en aquel paraje que atravesó á la Nueva España por Nicaragua y los puertos de la governacion de Guathemala, donde <br />
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en muchas partes puede aderegar sus navios y proveerse de agua, leña y carne, hagiendo tiempo esto para pasar al puerto de Acapulco, donde save puede entrar seguramente y sin defensa, y que por Diciembre se esperan en él las naos de Philipinas, donde puede hacer prcssa considerable, ó que sin entrar en el puerto ir á esperarlos para el mismo efecto al cabo de San Lucas, en la California, donde de ordinario dichas naos reconocen y desde ally, con lo que les sugediere, pasará á las Philipinas y al Maluco á juntarse con las escuadras de su nación que andan en dichas yslas: este enemigo en este viaje sobre los daños por acá recibidos puede hacer otros mu chos, con que asi para el castigo suyo como para remediar esto, se deve desear que el armada que Vuesencia ynvio en su vusca desde Manta, si ba proveída de fuerza conveniente para oponerse á la mucha que savemos lleva el enemigo de navios, gente y artillería, le halle y castigue y deshaga, y que para este fin no debria con tentarse con buscarle en el viaje de Panamá, donde lo mas uerisi mill es que no á de estar, sino pasar en su seguimiento á toda ]a costa de Nueva España, en que no le puede herrar, hasta la Cali fornia, y de otra manera el enemigo passara victoriosso y sin daño alguno, haciendo nuevas presas y destrogos liasta las Philipinas y el Maluco. <br />
Esta seguida deste enemigo con dicha armada tiene al parecer dos inconvenientes considerables, el uno que dan las costas de el Piru despreciadas y desarmadas este tiempo para qualquiera oca sión que se pueda ofrecer, pues lleva toda la fuerza de navios y artillería que el Piru tiene, el segundo que también hará falta para el Thesoro y hacienda que de su magestad y particulares este año se Quieren de yniciar á Panamá con que parege necesario que la di cha Armada vuelva con tiempo á Lima para dichos efectos. Acerca de la prevención de las cossas de la guerra en estas pro vincias del Perú. Hasta aqui principalmente se a tratado de la pacificagion y defensa de las provincias del Perú en lo tocante á tierra. Por razón de las conquistas, algamientos y movimientos de los naturales y españoles que a havido en diversos tiempos y ocasiones para lo qual su ma gestad y los que an governado la tierra la an defendido y armado en las partes y lugares que á convenido con compañías y gente de a pie y de a caballo, unas lebantadas por el tiempo de la guerra y otras estantes y permanentes en los presidios y cerca de las personas de los señores Virreyes que esto en este tiempoco tampo puede faltar para todas consideraciones. <br />
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En la mar hasta agora ha havido menos que hager, porque nun ca para la del Sur se havia visto navio de enemigos que la inquie tase hasta que Francisco Draque y después Thomas Scandes y Richarte, ynglesses, y después de estos Oliver del Nort y ultiman mente don Jorge Esporuet, olandeses, se an visto en ella con navios que todos an entrado por el estrecho de Magallanes costeado el Piru, atrauesado á la Nueva España, navegando por las Philipinas al Maluco y vueto de tornaviage á Inglaterra y á Flandes por la navegación del cavo de Buena Esperanza, los primeros destos ene migos y cossarios pasaron por el dicho estrecho de Magallanes con tan grandes averias y perdidas de sus navios y gente, que quando con la menor parte de ellos entraran a la mar del Sur venían tan desechos, que les convino pasar por estas costas muy de priesa por ' los daños c^ue esperavan recibir de qualquiera armada que saliesse en su busca haciendo las presas que de camino se les ofrecían: esto obligo a hai;er armada en el Piru contra los enemigos que huviesse deste genero con que salir en vusca suya y parecía esta prevención haber sido bastante para remediar este daño que de enemigos que de tan lexos venían y pasavan el dicho estrecho con tantos peligros y perdidas. Con la venida ultima del dicho don Jorge Esperuet este año de 615 y noticia que antes se tenia de, la navegación del estrecho, se ha hecho mas cierta experiencia que en realidad de verdad aun que á la parte de la tierra firme del Perú se hacen y demoran muchas yslas que hacen estrechos largos ibrtrenosos hasta desem bocar por ellos, pero que á la otra vanda es mar ancho y avierto sin estos estrechos y dificultades por donde estos enemigos hallan navegación cierta y segura para entrar en esta mar. Esto los anima á sus malas ganancias, y la venganga de las per didas que an tenido estos años pasados en Pllipinas y Maluco an hecho estas naciones septentrionales como lo hacen por la navega ción del cavo de Buena Esperanza a las yslas del Maluco venir tam bién con sus navios de armada por el dicho estrecho de Magalla nes á estas costas lo mejor prevenidos y aparejados que pueden para la ocasión que se les ofreciese con las armadas del Perú y con el suceso que hultimamente este año han tenido han tan gallardos, que se puede entender que cada año estos y otros de la mesma na ción bolveran y an de infestar esta mar tan de proposito que tam ,bien la paz della y den que hager y gastar á todo el reyno y se im pida el trato y comercio y el invio del real aver a España y ya viene esta causa á ser tan principal y necesaria de prevenir y rre<br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 35 7 <br />
mediar con continuo cuydado y asistencia, como la primera de la de fensa y paciñcagion de las provincias en la tierra; tanto mas que haviendo poca seguridad en las cossas de la mar la havra consi guientemente en las de tierra. Para remedio de esto, conviene los puertos principales de la costa estén fortificados y en defensa con fuertes, bastante artillería de provecho y presidio de soldadesca su ficiente, particularmente el de Arica, donde se recoje el thesoro de Potossi y sus provincias del Callao de Lima, Paita y otros semejantes donde el enemigo se podría arrimar con daño, por hallarlo sin defensa bastante. El modo y orden con que se harán las fortalezas en estos lugares se remiten á ingenieros y personas platicas deste menester que han elegir según la disposición del puerto, el lugar y forma en que con venga hacérsela soldadesca que para estos presidios, vastara y se podrá sustentar en ellos también, á de ser la que capitanes y sol dados platicos juzgasen convenir a cada presidio y lo mismo arti llería, que sino la hay hecha es fuerga fundir y lavrarla con vreve dad, assi para las fortificaciones de tierra como para las armadas en la mar. El gasto que en esto se ha de hacer no puede en estos prin cipios ser poco ni desde aqui decir el modo y aun sitios de donde se sacara, porque Vuecencia que tiene las cossas presentes, aconsejad o de los ministros que su Magestad tiene en estas provincias ar-r vitrará mejor lo que á esto toca, y si de lo que se gasta en lanzas y arcabuces y otras prevenciones se podría espender todo ó alguna parte para esta nueva necesidad sin que haga falta á las ocasiones que en las provincias de tierra se pueden ofrecer. <br />
El tener armada para seguridad de la mar y sus puertos y lo que por estos se ha de condugir de la hacienda real, embios á Tierra fir me y del comercio de las mercaderías no viene á ser lo menor principal desta materia, y que la dicha armada agora mas que nun ca será de buenos navios bien marinados y pertrechados de todo lo necesario, en particular de buena artillería que es la que con estos enemigos á de asigurar los buenos sucesos, y por por cuya falta á querido Dios no darnos los tales. La fabrica de los navios no es tan fácil ni varata donde hasta aqui se ha hecho, en Guaj'aquil, como al principio se entendió, por que con los que se han fabricado se han gastado las maderas de aquellos montes y ya se ban á vuscar muy lexos, la tierra adentro ; los naturales con este trabaxo se consumen y trabaxan con que sale la obra prolixa y en grande manera costosa, y lo que peor es que por ser navios gruesos y los maestros no muy peritos en la fa<br />
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358 ESCRITOS INÉDITOS <br />
bricas dellos, vienen á no ser tan útiles, ligeros y de buenas mañas como la intengion y necesidad pide, y algunas veces las personas á quien se encomiendan estas íabricas tratan mas que del acertó dellas, enrriquecerse en esta ocasión. No hay en otra parte deste Reyno donde hacer y fabricar los dichos galeones á menor costa é inconvenientes, si no se vusca fuera del de donde traer ellos. - En la costa de Nicaragua hay maderas para aderezos de navios, y artilleros también "-los hay en la vaya de San Mateo junto á los mulatos y en la poblagion nueva y puerto que va .haciendo en las Esmeraldas de el governador Pablo Durango DelgadiUo, que en angosta leguas desta giudad de Quito y desde el dicho puerto de Morites Claros, dicen son quatro dias de navegación á Panamá ofrécese que pues el dicho estrecho de Magallanes ya está mas andado y. conocido de poderse pasar sin tanto peligro como estos enemigos lo. hacen, que su Magestad podría ser servido, embiando en segui'miento de las esquádras que estos enemigos truxesen a pasar por el estrecho algunos galeones de armada que antes de llegar al estrecho ó en él, los castiguen é impidan el paso, y que estos tales galeones pasados a la mar del Sur lleguen á Lima y queden con la artillería que truxeran para armada de Piru: con que por esta via podría haver buenos navios bien marinados y artillados. También se ofrece se podrían ymviar á fabricar á las yslas Phili pinas con buena cuenta de galinor y medidas quales para la nave gagion de esta mar convienen, y que de alia se traigan todas las veces que fueren menester; que alli se fabrican naves gruessas de buenas maderas y fuertes á mucho menos costo que en parte alguna, en tal manera, que un galeón de mili toneladas bien acavado y empernado puesto á la vela no llegará á veinte mili patacones de toda costa: pueden venir con las mercadurías de las yslas al puerto de Acapulco de la Nueva España, y ally hecha la descarga pasar á estas provingias. Lo mismo seria si el governador quisiese dar algunos de los navios de armada que de presente tiene fabricados ynviandole el costo dellos en algún socorro de gente pagada, artillería fundida y buenos metales para ello, que le seria buen socorro para sus necesidades y le obligaría á dar buen recaudo de dichos navios y asistir á la breve y buena fabrica de los que se ouieren de hacer de nuevo. : Para todo esto se facilitarían las cosas con mandarlas su niagestad executar con la brevedad que conviene haviendosele de consultar. Esta consulta parege necesaria, porque está prohividala navega<br />
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DEL DR. ANTONIO DE MORGA 35 9 <br />
cion y comercio de las yslas Philipinas y otra qualquier corresponpondencia con estas provincias del Perú, aunque sea por medio y rodeo de la Nueva España, y qualquier navio ó persona que para esto se inviase á las yslas Philipinas sin borden de su magestad seria exceso considerable y siempre se havia de degir era con conocidos ynconvenientes de las caussas de la prohivicion y que les movió razón de interés particular á los señores Virreyes ó otros ministros por cuyas manos esto passasse, y no la necesidad de la materia de que se trata; y emos visto alguna vez esto por esperiengia en navio que fue despachado de estas provincias á las de la China, que allá recivio grandes vejagiones y molestias; con que acavaron la vida los mas que en el fueron en el govierno del señor don Garcia de Mendoza, marques de Cañete, y tuvo por ello reprehensión de su Magestad y gedulas de prohivicion mas apretadas y precisas año de 1591- Y los que quedaron con ella volvieron muy desechos y al cavo de mucho tiempo, que fueron el Padre Leandro Phelipe y el hermano Velmonte de la Compañía de Jesús de Lima. También por que el ymviar soldadesca, metales y munigiones esta á cargo de solo el señor Virrey de la Nueva España, y parege fineza escusada el ynviarlo de acá sin orden de su magestad, sin la qual tampoco pienso que el governador de Manila no se resolverá á hacer lo que se le pidiera ni á dar de los galeones que tuviere fabricados para sus necesidades ninguno dellos. <br />
Y porque todo este discurso tiene las dificultades que están referidas, no me atrevería á confirmarme en su exposición con el memorial que dio á Vuecencia don Francisco Maldonado de Mendoga, correxidor de Quito, remitiéndome á la mayor prudencia de Vuestra escelencia, que de tal manera teniendo las cossas presentes tomara de lo aqui referido lo que fuere aproposito, que con lo que tiene y se halla de las puertas adentro de su govierno, proveerá á la ne cesidad como mas huviere lugar, entre tanto que siendo su magestad consultado de todo lo que se á ofrecido, mande y provee lo que fuere de su servicio.—De Quito, 20 de Noviembre, 1615.—D, ANTONIO DE MORGA. <br />
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FIN DEL APÉNDICE<br />
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Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-34842392223793864242011-06-11T23:34:00.000+08:002011-08-29T17:16:41.993+08:00Sucesos de las Islas Filipinas - Estudio Preliminar<div style="text-align: center;">
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* <i>Para la redacción de esta Introducción se han tenido á la vista los siguientes documentos, cuyos originales radican en el Archivo general de Indias de Sevilla: A) Ordenanzas dadas por el Gobernador de las Filipinas, Dr. Sande, á los oficiales reales; Manila, 14 Mayo 1576. i, i, 2/24. Documento número 60 del índice 4.°; que se reproduce íntegramente en la nota 37 de las que siguen al texto de los escritos de MORGA.—B) Testimonio de las encomiendas de indios que aparecen asentadas en los libros de Gobernación de Filipinas: Manila, 2 Junio 1576. 1,1, 2/24. Documento núm. 39 del índice 4.°; reprodúcese íntegramente la lista de los encomenderos en la nota núm. 37 de las mencionadas.—C) Carta-relación de Filipinas, por el Dr. Francisco de Sande; Manila, 7 de Julio de 1576. Publicada en el Archivo de Retana, tomo 11. —D) Relación de lo que contiene el asiento que se tomó con D. Gonzalo Ronquillo de Peñalosa : Madrid, 16 Julio 1578. i, 1, 2/24. Documento núm. 70 del índice 4.°—E) Relación de las cosas de las Filipinas hecha por el obispo Fr. Domingo de Salazar en 1583. Publicada en el Archivo de Retana, tomo iii. —F) Probanza hecha en Manila á petición del Presidente y Oidores sobre el valor de las cosas y bastimentos : Manila, 15 y 22 de Junio de 1584. 1, i, 3/25. Documento núm. 36 del índice 9.° Declararon en esta probanza: Antonio Jofre, tesorero de Hacienda, de 27 años de edad y 4 de residencia en el país; Juan de Armendares, canónigo, de 34 de edad y 4 de residencia; Cristóbal de Azcueta, alférez, de 26 de edad y 10 de residencia; Pedro Carballo, capitán, de 35 de edad y 10 de residencia; Juan de Arce de Sardonil, capitán, de 31 de edad y 13 de residencia; Juan de Vivero, tesorero de la Catedral, de 50 de edad y 18 de residencia; Juan Pacheco Maldonado, capitán, de 40 de edad y 19 de residencia, y Andrés Caúchela, contador de Hacienda, de 60 de edad y 19 de residencia. (Los dos últimos declarantes fueron al país al tiempo que Miguel López de Legazpi.) </i><br />
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• VÍCTOR M. CONGAS Y PALAU: La Sultanía de Jola: «Boletín de la Sociedad Geográfica», tomo xvi (Madrid, 1884), págs. 153 y siguientes.-Véase en nuestra nota núm. 25, las págs. 378-380. <br />
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El establecimiento de los castellanos en Filipinas determinó en el país una honda crisis político-social, y económica además, como no podía menos de suceder, dado que los nuevos dominadores eran gentes de otra raza, y por lo tanto de costumbres y necesidades muy distintas de las propias de las gentes de la tierra. Hemos dicho nuevos dominadores porque, como observa muy atinadamente un escritor ilustre, á la llegada de los españoles «el Archipiélago estaba todo sujeto al Sultán de Borneo, al de Joló, ó á multitud de jefes mahometanos; y donde no, pagaban los indígenas horrible tributo de esclavos, que iban por miles á pescar las perlas ó á labrar los campos de los pueblos ya mahometanos del mar de Célebes»'. Y el mismo autor se extiende luego en certeras consideraciones para venir á obtener la consecuencia de que España en Filipinas fué, más que conquistadora, libertadora y libertadora sin lucha casi, por lo mismo que los naturales del país —los verdaderos naturales del pais— se pusieron resueltamente del lado de los castellanos, que les llamaban hermanos, á diferencia de los «moros», que les llamaban cautivos. Mas aunque la empresa de los españoles se había inspirado en un fin altruista, el de cristianizar el Archipiélago, los conquistadores castellanos, al constituir colonia, tuvieron que atender en primer término á su conservación personal y política, y en esta doble necesidad hállase la causa de la crisis enunciada. Legazpi, así que consideró firme, en lo que cabía, la empresa que le llevara al Extremo Oriente, procedió á encomendar la tierra, para recompensar los afanes de los que, sin sueldo de ningún género, habían tomado parte en la jornada, con riesgo de la vida y á cambio de mil vicisitudes; y en 1576, el Dr. Sande, segundo de los gobernadores propietarios, formó el catálogo de los encomenderos, en quienes debe verse el primer plantel de colonizadores que allí hubo. Las encomiendas sumaban 143 y se hallaban repartidas por todo Filipinas. <br />
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Anualmente, con los navios que zarpaban de Acapulco llegaban á las Islas Filipinas nuevos españoles que engrosaban la colonia) Estos españoles fueron los primeros importadores de moneda, y estas primeras monedas las que regularon el valor de las cosas del país. En un principio la moneda no era necesaria: el tributo se hacía efectivo en especie (arroz, gallinas, mantas, etc.), y lo que se cobraba para su Majestad (la Hacienda del Estado), bastaba por sí sólo para sostener á los españoles, que á su vez cobraban en especie. Al tributo siguieron dos nuevas contribuciones: el quinto sobre el oro (incluyendo las alhajas de los naturales) y un pequeño derecho de aduanas sobre las mercaderías procedentes del exterior (almojarifazgo). Pero al tiem po que la colonia española aumentaba, creábase otra, que acrecía en mayor progresión aún, compuesta de chinos comerciantes, y éstos hicieron que la moneda fuese de todo punto indispensable, por lo menos desde el año de 1575. <br />
A los diez años de regularizada la vida colonial, el cambio operado en Filipinas era ya notabilísimo. <br />
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Legazpi (1565- 1572) asentó la dominación de España en Filipinas; Lavezares (1572-1575) la afirmó, y el Doctor San de (1575-1580) la consagró dictando las primeras disposiciones legislativas que regularon la Administración.— Sande fué el primer Doctor que hubo en Filipinas; pero no el primer togado: antes que él llegó el Licenciado Cabello, que figura en el catálogo aludido. La vida comercial propiamente dicha iniciase al comenzar el mando del Doctor Sande. En 1575 llegó de China una expedición compuesta de diez embarcaciones que, según el propio Doctor, «truxeron alguna mercadería que vender, aunque poca, y vendían muy caro». Y añade en otro pasaje del mismo documento: «La contratacion con los de China es muy dañosa para los españoles y para los [naturales] destas yslas, porque solamente traen hierro, ques útil, y otra eosa no, porque sus sedas son falsas, y sacan de acá plata y oro, y quanto mas durare la comunicación con nosotros sin guerra, tanto mas platicos se yran haziendo y tanto menos temerán á los ijue ayan tratado.» Con esta expedición vino el primer caballo que hubo en el país, para el Doctor Sande precisamente, que filé el primer gobernador que cabalgó en Manila. Al siguiente año de 1576, llegó otra expedición comercial sínica; y al siguiente, otra, y así ya por buen golpe de años. Los expedicionarios quedábanse en la tierra algunos meses, hasta ver vendidas sus mercaderías; pero á la hora del regreso, no todos regresaban: cada año era mayor el número de chinos que se quedaban en el país. Y fué preciso señalarles un lugar, en Binondo, que desde luego se convirtió en alcaicería; pero quemada en tiempo de D. Gonzalo Ronquillo, este gobernador dispuso que la barriada comercial sinense se estableciera en punto próxi mo á Manila, donde subsistió mucho tiempo con el nombre de Parían. Los chinos llevaban hierro —de mala calidad ciertamente— para los filipinos, que lo estimaban mucho para la fabricación de armas, y lo cobraban, parte en especie (que servía de alimento á los vendedores) y parte en oro de minas (es decir, sin labrar). El oro labrado (en alhajas principalmente) lo estimaban demasiado los filipinos, y muy raras veces debieron de dailo. Para los españoles y para los isleños, los chinos llevaban sedería inferior (que cobraban de aquéllos en plata amonedada ó en oro del país), y para los españoles exclusivamente llevaban harina de trigo, pero de tan mala calidad, que sólo quien tuviera mucha hambre y careciese de arroz podía adquirirla de buen grado. La inmigración sínica comercial no produjo apenas beneficio; en cambio produjo serio perjuicio, por que, como llegaron á ser tantos los inmigrantes, su consumo influyó en la subida de los precios de los comestibles de la tierra. Todo sin contar con que moneda que el chino había á las manos, moneda que no volvía jamás á circular en Filipinas: el chino se la llevaba á su país. El personal de Hacienda se reducía á tres funcionarios, que genéiicamente se dominaban oficíales reales^ y parti cularmente Factor, Contador y Tesorero. Hasta que llegó él Dr. Sande, la Administración marchó de cualquier modo; los oficiales reales no tenían instrucciones precisas: Sande fué el primero que se las dio por escrito, y ese documento constituye el primer monumento de la historia de la Le gislación genuinamente filipina. Lo fachó en Manila, á 14 de Mayo de 1576, y algunos días después, el 26, el propio Dr. Sande libraba un mandamiento prohibiendo á los oficiales reales que tuvieran encomiendas. Fundábase para ello en una carta de S. M., de 25 de Abril de 1574, en que Felipe II, contestando á la exposición que de Manila le habían dirigido algunos españoles que se consideraban acreedores á encomiendas, decía: «Lo que toca al repartimiento de yndios que pedis se os haga merced, por lo que aveis servido como á personas descubridoras de esas yslas, a parecido ser de yncombeniente.»—Sande nombró algunos alcaldes mayores (tres ó cuatro), fundó un hospital é hizo otras muchas cosas que le acreditan como el primer hombre de Administración que en Filipinas hubo. <br />
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Los bastimentos propios de la tierra, únicos, puede decirse, con que se sustentaron todos los españoles, sin excepción, hasta 1575, eran : Aceite de ajonjoli. Iba al principio muy barato; en 1584 había encarecido extraordinariamente y apenas se hallaba á la venta pública. Arroz. Era éste el renglón más importante de todos; constituía el alimento general, así de naturales como de extraños. Casi todo procedía de la Pam[)anga. El Dr. Sande, refiriéndose á dicha provincia, escribía: «provéese esta ciudad y toda la tierra de arroz, ques acá el pan, de toda esta provincia [de la PampangaJ: de manera que si en ella faltase, no avria de donde aver.»—Esto prueba, entre otras cosas, que el cultivo del arroz era muy escaso en la región tagala.—Hasta el año de 1580, el precio medio del arroz, según los que declararon en la Probanza que se hizo en 1584 (documento F), declaraciones que coinciden con la del obispo Salazar de un año antes, seis fanegas de arroz (300 gantas), valían un tostón (dos cahates, ó sean cuatro reales fuertes); pero á partir de ese año de 1580, subió el precio de tal modo, que cuando se hizo la Fí'obanza la fanega de arroz valía más de un tostón, y no siempre se hallaba á comprar». El tesorero de la Catedral, Juan de Vivero, logró una fanega por seis reales; pero al canónigo Armen dares la misma cantidad de arroz le costó diez reales. <br />
Carne de búfano (sic) ó de carabao. El capitán Carballo declara: «se a pocas veces á comprar, y vale muy cara respecto de lo que solía valer.» <br />
Carne de venado. El capitán Juan Arce dice que ha.encar-ecido muchísimo. <br />
Cocos. Los declarantes aseguran que el precio de los cocos había subido mucho de 1580 á 1584. <br />
Gallinas.—Otro renglón importante.—Hasta 1580, el precio era : cuatro reales por 12, 16 y hasta 20 gallinas. En 1584, cada gallina valía dos reales, y no siempre «se halla á comprar», dicen varios, entre ellos el Obispo. <br />
Huevos. Hasta 1580, solían valer 20 huevos un tomín (unos seis céntimos de peso fuerte); después fueron subiendo de precio, y en 1584 por un tomín daban tan sólo seis huevos; es decir, valía cada huevo un céntimo de peso. <br />
Manteca (de puerco). El canónigo Armendares, dice : «Antes, una tinaja valía dos pesos; agora ocho y diez cada tinaja. Todos convienen en que la manteca tenía más precio que el aceite de Castilla, lo que demuestra cuánto llegaron á encarecerse los puercos. <br />
Puercos. Hasta 1580, el puerco que más, llegó á valer seis reales, y si era sumamente grande, valía hasta ocho. En 1584, un puerco insignificante valía cuatro pesos; uno mediano, cinco; y los de mucho cuerpo valían hasta seis pesos. Pero acontecía que ni aun á tales precios se halla ban siempre «á comprar»: tanta era su escasez. <br />
Vino {Tuba). Como todo lo demás, encareció. En un principio, bebían el vino de la tierra todos los castilas; después, la üiba quedó relegada para los pobretones. En lo antiguo el precio del vino era, según Salazar, cien gantas, un tostón; en 1584 valía más del doble. <br />
Había además pescado, fríjoles, plátanos, algunas otras frutas y miel. La miel la traían los tingues (habitantes de las sierras), que la contrataban directamente con los habi tantes del llano, los cuales la vendían á los españoles. En cuanto á la carne, Sande escribía el año de 1576: que había «puercos, venados, búfanos en cantidad; pero el que lo quisiere lo a de yr á matar, porque no hay [del país] quien lo quiera yr á matar, ni lo venda.» Y á seguida: «Dañase la carne en breve, como es tierra caliente.»—Los filipinos eran muy poco carnívoros. En general, según las declaraciones de Antonio Jofre, Juan Arce y otros españoles, prestadas en 1584, «lo que agora quatro años se compraba con un tostón, agora no se compra con tres pesos». De suerte que en ese período de 1580 á 1584 casi todos los productos de la tierra sextuplicaron su antiguo valor. <br />
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Si en un principio los españoles se avinieron todos á vivir, á comer y á vestir de cualquier manera, no pasó otro tanto luego que las relaciones con la Nueva España sé regularizaron: con el aumento de la colonia vino el aumento del numerario circulante, y tuviéronse por necesarias muchas cosas que antes no lo habían sido, en especial las impoitadas de México, pues que lo que procedía de China apenas era utilizado por los castellanos. 1 le aquí la lista de los principales artículos de importación (y, mientras no se advierta otra cosa, entiéndase que los artículos eran importados en las naos procedentes de Acapulco): <br />
Alcaparras.—Aceite de Castilla.—Aceitunas.—Almendras.—Calzado.—Conservas (varias).—Cordobanes. (Pieles curtidas, de cabra ó de macho cabrío^ para diferentes usos.) —Damascos.—Gorras de terciopelol—-Harina.—Harina de sangley (es decir, de China; tan mala, que no se podía comer, «por que se entiende (dice el presbítero Juan de Vivero) que es revuelta con otras semillas»).—Hierro (también de China, de mala calidad, pero muy estimado por los filipinos).—Holanda (lienzo fino de hilo para ropa inte rior).—Jabón,—Jamones.—Medias de punto. — Medicinas.— Paños (de varios colores).—Papel de Castilla.—Papel de China.—Pasas.—Rajas (piezas de un paño especial que ya no se fabrica).—Rasos.—Ruán (tela de buena calidad, blan ca, para diversos usos).—Sedas (de China; que sólo adqui rían los muy pobres, á causa de lo malas que eran).—Sombreros. — Tafetanes.— Terciopelos!— Vinagre.— Vino. <br />
El año en que por cualquier circunstancia faltaba na vio, todo encarecía extraordinariamente. En la Probanza hecha en 1584 hay declaraciones por demás interesantes. El aceite solía valer á peso la libra, y cuando escaseaba va lía más. Sin embargo, la manteca de puerco del país llegó á valer, según queda consignado, más aún que el aceite de Castilla. La botija de aceitunas (un tercio de arroba, próximamente), de 10 á 14 pesos. Del papel de Castilla dijo el capitán Juan Arce que á veces lo había visto vender «una mano (25 pliegos), quatro é cinco pesos* (!!); ¡próxima ttiente á peseta cada pliego!; de ahí que casi todo se escribiera entonces en papel de China. Acerca del ruán^ declaró el tesorero de la Catedral, Juan de Vivero: «lo he visto vender el de fardo algunas veces á dos pesos la vara». Pero nada tan caro como el vino. Vendíase por botijas de poco más de una arroba; antes de 1580, algunas se vendieron á 40 pesos; después fué encareciendo, y en cuanto escaseaba se vendía la botija á cien pesos de oro común por lo menos. Si se tiene en cuenta el valor del dinero en aquel entonces, comprenderáse la enormidad de lo que se pagaba por el vino; una fortuna. Todo lo que venía de España se cotizaba en Filipinas mucho más caro que en México, por lo mismo que el viaje era más largo y penoso. Mas si el encarecimiento de los artícu'os de importación estaba justificado, ¿cómo justificar la extraordinaria subida de los del país, cuyo consumo debió de ir disminuyendo á medida que aumentaban los que venían de fuera? <br />
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Óiganse algunas declaraciones, que dan la clave de lo que á primera vista parece una anomalía. El obispo Salazar, en 1583, apunta tres razones, á saber : i.^ La expedición desastrosa que mandó á llocos Don Gonzalo Ronquillo: fueron á ella muchos pampangos, gran parte de los cuales perecieron, y los restantes quedaron tan fatigados, que «tenían mas nesgesidad de descansar que de trabajar, de lo qual se siguió aver aquel año muy gran falta de arroz, y por no tenerlo murieron de hambre en la dicha Pampanga mucho numero de yndios, porque solo en Lubao, encomienda de Guido de Lavezares, passaron de mili los muertos». 2." «Las muchas ocupaciones en que ocupan á los yndios, como es echarlos á los remos de galeras y fregatas que envían el gobernador y ofticiales á cossas que nuncan faltan, y á las vezes van tan lexos, que están alia quatro y seis meses, y muchos de los que van se mueren por alia y otros se uyen y se esconden por los montes... á otros ocupan en aviar maderas de los montes y traerla arrastrastando á esta ciudad, y á otros en otras cossas: de manera que no los dexan descansar ni entender en sus sementeras, y ansí siembran poco y coxen menos.» 3 / Antes de que viniera Ronquillo, había tres ó cuatro alcaldes mayores solamente; ahora (1583) hay hasta diez y seis, los más de ellos nombrados por Ronquillo; gente ne cesitada, les toman á los naturales los frutos de la tierra y lo revenden á precios altos. A los naturales se les ha pro hibido que traten y contraten. Antes, vendían ellos á do micilio; ahora, no; y vendían á bajos precios, «porque ellos se contentan con poca ganancia, lo que no hazen los españoles».—Hasta aquí Salazar. <br />
El capitán Juan de Arce dice al respecto, al año si guiente de 1584: «aver venido mucha gente á estas yslas, y los naturales dellas averse muerto mucha cantidad dellos con jornadas que se an hecho al Maluco y á Cagay an y Bur ney y otras partes, y aver ávido mucha langosta en la tierra.» El tesorero Antonio Jofre, en el mismo año de 1584 y sobre el mismo asunto, declara: «la mucha gente española que a venido á ella (á la tierra), y averse muerto muchos de los naturales destas yslas y aver poca gente que cultiva la tierra y haga cria de aves y puercos. ¿^ El contador de Hacienda Andrés Caúchela, dice: *la mucha gente española que a venido á estas yslas y las muchas jornadas que se an hecho al Maluco y Cagay an y otras partes, donde an muerto muchos naturales, y asimismo an muerto en estas yslas mucha cantidad dellos, que no ay quien cultive la tierra ni h ^ a cria de gallinas ni puercos.» El capitán Juan Pacheco Maldonado, dice : «De tres años á esta parte se an encarecido los dichos bastimentos de la tierra mas que tres vezes doblado de lo que solían valer [los artículos], y este testigo entiende que por averse muerto muchos de los naturales destas yslas ansí de enfermedades como en jornadas, y averse dado al trato de las mercaderías y dexado el cultivo de la tierra é criar de gallinas y puercos.» El capitán Pedro Carballo, dice: que por haber venido muchos españoles y haber muerto muchos naturales, «asi de enfermedad como de jornadas que an hecho, y porque no solian venir á esta ciudad sino quatro ó cinco navios de sangleyes, y agora de tres años á esta parte an venido y vienen mas de veinte y treinta navios cada un año adon de vienen mas de tres mili personas que comen y gastan como españoles». El alférez Cristóbal de Azcueta, dice: «De tres años á esta parte viene cada año mas de tres mili sangleyes ques gente que como español come.» El tesorero de la Catedral, Juan de Vivero, dice: «aver muerto muchos naturales de enfermedades que a ávido en esta tierra entre ellos y aver venido mucha gente española de la Nueva España, y estos años aver venido mucha cantidad de sangleyes, que es gente comedora, que no solian venir tantos; que á lo que entiende an sido mas de tres mili los que este año an venido á tratar y contratar á esta ciudad.» Finalmente, el canónigo Juan de Armendares atribuye la carestía de los bastimentos del país á haber venido muchos españoles, haberse muerto muchos naturales de hambre «por aver ávido mucha langosta, y asimismo se an perdido las sementeras por muchas aguas; y en este tiempo de quatro años á esta parte an venido mucha cantidad de sangleyes de la tierra firme á tratar y contratar á estas yslas; que no solian venir tantos; que es,gente que come mucho, porque de poco tiempo á esta parte le parece á este testigo que an venido de tres mili sangleyes arriba». Ello es que entre langosta, exceso de inmigración, pero sobre todo por el quebranto que causó á la agricultura el que á los naturales más civilizados se les utilizase para las muchas y penosas expediciones que se hacían, la crisis de 1580 á 1585 fué terrible para todos, pero señaladamente para los pampangos, los cuales, sin embargo, fueron tan abnegados, que apenas tuvieron paiticipación en el ICcUi punan á que dio lugar esta serie de desdichas(2). <br />
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2 Véase La Primera Conjuración separatista (1587-1588), por W. E. Retana: Madrid, 1908. <br />
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Los soldados y los encomenderos no fueron tan malvados como muchos creen. El Dr. Sande, en su mencionada carta-relación de 1576, dice : «Como los soldados padescen tantos trabaxos, caen enfermos, y aunque mueren muchos, son todos tan pobres que no dexan nada ni tienen con que curar, siempre atentos á pedir que les den, como no tienen otro recurso, y assi luego que yo vine, hize edificar un espital que avia quemado el cosario [LiI Ma-Hong] que servia de alojamiento de gente pobre. * Y añade que después de las expediciones á que se les manda, «vienen rectos y enfermos y se les a de dar para que puedan pasar... con gran facilidad vienen á pedir vestidos, armas y dinero». Y óigase en seguida al obispo Salazar, nada sospechoso, que en su relación citada de 1583, es cribe: «Solían los governadores passados repartir entre los soldados pobres algún arroz de lo que á V. Magestad tributan, con que passavan su miseria; pero agora aun esto no se lo dan, y lo que mas les aflige es que no les quieren dar que coman, ni le dan licencia para irlo á buscar, ni para salir desta ysla.» ¿Qué había de suceder? El propio Salazar, en otro pasaje del mismo documento, lo explica: «Passan (dice) muy pobre y lacerada vida (los soldados), pues á ellos no les dan cossa alguna de abaste cimiento, ni tienen donde lo aver para comer y vestir, y con todo esto les mandan con tanto rigor acudir á las cen tinelas y á los demás trabaxos de la guerra, como si fue sen muy bien pagados: de aqiii vienen las vexacioms y malos tratamientos de los yndios; porque acontece tener guisado el yndio que comer para si, y entrar el soldado y tomárselo, y aun sobre ello los maltratan y apalean; é yendoles yo á la mano y reprehendiéndoles dello, me dicen: ¡que an de haser; si se an de dexar mor ir U El Obispo añade que todo esto le produce un «tormento intolerable». El castigo á los soldados constituía, por lo demás, un grave problema: San de había escrito á Su Majestad en 1576: «Como en esta tierra ay tan poca gente, no se puede hazer justicia de ma tar al que mata ni agotar al vellaco, porque en un dia nos acabaremos todos, y es menester apartar los enemigos y dispensar, porquel agotado no puede ser mas soldado. Todo es menester que V. M. lo sepa.»—La relajación de la disciplina era una consecuencia lógica de la anormalidad con que la vida se desarrollaba. En cuanto á los encomenderos, certifica el obispo Sa lazar (1583): «Los encomenderos destas yú-a& son todos muy pobres, y casados algunos; muy pocos los que tienen razo nables encomiendas, y que con dificultad se sustentan^ cuan to menos podrán sustentar los soldados». ¿Quién, pues, se comía lo poco que se podía comer del país? En primer término, los chinos, que á cambio de los artículos averiados que llevaban, arramblaban con todo lo que podían. En 1584 la colonia sinense era diez veces ma yor que la colonia española. En segundo término, el GrO bemador general, que, como negociante, era el mayor de los negociantes. Y en tercero y último término, los alcaldes mayores, los cuales eran, sin excepción, abusivos y con cusionarios. La raíz del mal hay que buscarla en la Relación de lo que contiene el asiento que se tomó con Don Gonzalo Ronquillo de Peñalosa sobre llevar á las yslas Philipinas seiscientos hombres en 16 d£ 'julio de rj/S\ li e aquí ;líi.s cossíis á que se avia de obligar» el citado Don Clonzalo: «I. Que juntava en estos Rcynos [de España] los dichos seis cientos hombres... los 200 dcllos casados y mas si mas pudiesse, y los demás solteros, y entre ellos officiales de todos ios officios, especialmente de hazer navios, y los tema en Sevilla y Sanlucar á su costa para los embarcar en la flota que aquel año abrá de yr á Tierra firme (América).—2. Que en la dicha flota los llevarla á su costa y sin llevarles cosa alguna hasta ponerlos en la ciudad de Panamá... y alli los tornaría á embarcar en los navios que se le diesen y los llevaría á las dichas yslas.—3. Que cada uno de ellos yrian armados y á punto de guerra, especialmente con un arcabuz, una cota, una espada y una daga.—4. Que llevarla doce religiosos.—5. Que llegado á las dichas yslas [Filipinas] daria orden en descubrir y beneficiar minas de oro y plata y meterla en ello la gente que fuese necesaria.—6. Que para cumplimiento dello se obligaría y daria 6. o. (seis mil) ducados en fianzas.<br />
Á quien á tanto se le obligaba, había que ofrecerle compensación; esto cae por su peso : y he aquí «lo que se le ofreció»: <br />
«7. Que se le darian 6 mili ducados en Tiena firme (América) luego como llegase á aquella tierra, para ayuda al gasto.—8. Que para llevar la dicha gente desde Panamá á las dichas yslas Philipinas se le darian á costa de su Magestad los navios, matalotaje y provisiones negesarios. — 9. Que se escribiria al Virrey de la Nueva España procurare enbiar ally pilotos y marineros diestros en la navegación de aquellas yslas y uno ó dos navios ó mas si los oyiere de su Magestad en que pudiese yr la dicha gente.-— 10. Que se le daria titulo de Govemador y Capitán general de dichas yslas por toda su vida con 4.0, (cuatro mil) pesos de salario.—11. Y de Alguacil mayor de aquella Governacion por toda su vida no estando proveído por su Magestad.—12. Que si poblase de nuevo algunos pueblos en aquellas yslas, pudiese escoger y tomar para si por su vida y la del subcesor un repartimiento de yndios en moderada cantidad en el distinto de cada pueblo hasta en cantidad de tres repartimientos.—13. Que haziendo nue vas poblaciones se le hazia merced perpetuamente de dos pesquerías, una de perlas y otra de pescado, en lo que de nuevo poblase.—14. Que de lo que llevasen cada uno de los 600 hombres para su provisión, los casados hasta en cantidad de 300 pesos y los solteros de 150, no pagasen almoxarifazgo.—15. Que los pobladores de las dichas ys las no pagasen por diez años mas del diezmo de oro, plata, perlas y piedras y otros aprovechamientos que ally oviese. —16. Que por tiempo de diez años no pagasen almoxari fazgo los dichos pobladores de lo que llevasen destos Rey nos para proveymiento de sus personas y casas.—17. Que pudiese encomendar á los pobladores de las dichas yslas los yndios de ellas.—18. Que los pudiese repartir tierras y solares, estancias y caballerias.—19. Que les pudiese re partir las dichas tierras y solares, caballerias y estancias y repartimiento de yndios á sus hijos legítimos y naturales.— 20. Que pudiese repartir á los dichos pobladores aguas y exidos para molinos é yngenios de azúcar é otras cosas con que llevasen confirmación dentro de tres años.—21. Que pudiese llevar yndios de unas partes á otras para len guas y lo que mas conviniese.—22. Que pudiese hazer ordenanzas para la buena governacion de las dichas yslas y beneficio de las minas.—2-^. Que pudiese nombrar re gidores y otros officiales de República.—24. Que á las ciudades pudiese señalar términos, llevando aprovacion, dentro de tres años, y enviase razón de los propios que se le podrían dar para que se proveyese lo que conviniese.» El comentario á que se presta este documento ocupa ría un volumen. Dos palabras tan sólo consignaremos. Por virtud de este contrato, la concepción de la Conquista que dó total y absolutamente desnaturalizada. Ahora se ve que se va á colonizar las Filipinas, las cuales se entregan á un solo hombre investido de omnímodas facultades, á cambio de los sacrificios de varias clases que se le imponían por las seis primeras cláusulas. ¿Qué había de hacer Ronquillo? ¿Qué sus alcaldes mayores, que tendrían que indemnizarle del gran favor que les había hecho otorgándoles tan señalada merced?* Ronquillo llegó al país en 1580, y de este año arranca precisamente la crisis económico-social, según se ha visto. ¿Qué mucho que Salazar, que llegó al siguiente año de 1581, se pusiera inmediatamente frente al Gobernador y sus paniaguados? Los azares de la política exterior de una partQ, y de otra el deseo de explorar nuevas regiones luzonianas, motivaron no pocas expediciones en las cuales los soldados españoles sucumbieron por docenas y los filipinos por centenares. El soldado apenas cobraba, si cobraba: y juzgúese de lo que cobraría, con sólo apuntar que los prohombres de la Catedral, de los mejor pagados, tenían de sueldo al año : el deán, 500 pesos; el chantre, 400, y cada uno de los dos canónigos, 300. Es decir, que un canónigo ganaba al año exactamente lo justo para comprar ¡tres botijas de vino!... Los soldados, hasta 1580, con 20 pesos se sustentaban un año entero; en 1584, con veinte pesos sólo podían vivir un mes; y no había soldado que viera esa cantidad en muchos meses. De ahí sus abusos, que al Obispo le llegaban al alma, pero que se explicaba sin embargo, como debe de explicárselos el crítico de la historia. Fuera de unos pocos, muy pocos, que tenían algún dinero, los españoles en general pasaban grandes apuros y apenas contaban con lo estrictamente indispensable para cubrir sus más perentorias necesidades. Y para colmo de desdichas, el incendio del 28 de Febrero de 1583 arrasó Manila entera. Casi todos los castilas quedaron completa mente arruinados. En 18 de Junio de 1585, Salazar escribía á su Majestad pintándole la pobreza del país, y luego añadía: «anda tanta langosta en esta tierra, que no nos podemos defender, y ha destruido mucha parte de lo sem brado y tememos que este año a de hazer mucho mal, y los naturales andan muy atemorizados, porque nunca, ó á lo menos grandes tiempos a, que no se an visto semejante pestilencia.» Y como los indígenas eran los que con mayor rigor tocaban las consecuencias, nada de extraño tiene que, germinando el descontento entre ellos, se fraguase la conjuración que hubo que ahogar en sangre antes de que es tallara... Tal era el estado de las Filipinas por el tiempo en que el DR. ANTONIO DE MORGA fué nombrado Teniente general y Asesor de tan remotas islas. <br />
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VIDA Y ESCRITOS DEL DR. MORGA <br />
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El descubrimiento de América hizo de Sevilla, como es sabido, la metrópoli comercial de España. Establecida allí la Casa de Contratación de Indias, ésta llevó á la gran capital andaluza no pocos elementos de casi todos los ámbitos de Iberia. Y al olor de los negocios, á los que desde luego se consagró 3, fué á establecerse en la ciudad del Guadalquivir un vizcaíno calificado, D. Pedro de MORGA y Garay, hijo de Pedro y de Sancha, naturales de MORGA todos ellos, limpios de sangre, de «Casa infanzonada», que en la villa de Garnica poseían «capilla y entierro» en la iglesia de Sant a María; el cual D. Pedro de MORGA y Garay, á poco de hallarse en Sevilla, <br />
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3 En el legajo rotulado: «Contratación de Sevilla:—Libros de asiento de Pasageros á Yndias: -Años de 1553 á 1561», libro 3.", fol. 474 v.°, se lee bajo la fecha 17 de Mayo de 1565: «Ihoan López de Sande natural de la ciudad de la.Coruña... se despacho ala prouincia déla Nueva España por maestre y por factor de Pedro de MORGA y Juan de Arregui é Gimeno de Uretendona, mercaderes, no embargante que es casado, por tiempo de tres años...»—Archivo de Indias: est. 45, caj. i, leg. 2/18.—El hecho de mandar factor á Nue va España, denota que D. Pedro de MORGA, en la fecha á que nos referimos, era ya un mercader importante. <br />
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contrajo nupcias con D.'' Agustina Sánchez, y López de Garfias, hija de Antonio y de Constanza, cristianos viejos, sin sangre de moros ni de judíos, los tres sevillanos, aun([ue tal vez oriundos de Jerez de Extremadura ; y de este matrimonio de D. Pedro de Mor ga con D,* Agustina Sánchez nacieron cuatro liijos, á saber : Domingo, Constanza, ANTONIO y Marina, sin otros que murieron t e niendo muy pocos años. ANTONIO DE MOROA, SÁNCHEZ, GARAY V LÓPEZ DE (ÍARRIAS, nació, como sus demás hermanos, en la ciudad de Sevilla, á 29 de No viembre de 1559 4. Cuidadoso el padre de la educación de sus hijos, primero mandó á Domingo y después á ANTONIO á Salamanca, en cuya renombrada Universidad estudiaron ambos. ANTONIO empren dió el viaje el año de 1569, cuando estaba para cumplir los diez de edad* Domingo debió de hacerse luego sacerdote, pues que consta que, joven aún, llegó á tener «mucha renta en la Iglesia de Sevilla»; D." Constanza casóse con D. Pedro de Viüela, caballero santia guista de Monguía (merindad de Urive, en el señorío de Vizcaya); D.* Marina profesó en el convento de la Concepción, de Sevilla, y en cuanto á ANTONIO, sábese que se graduó de bachiller en Sala manca en lS74i y que antes y después de graduado estuvo en el citado Monguía, donde le conoció su cuñado el caballero Villela, el cual, hablando de ANTONIO, decía (en 1578) que en su seso jf discre ción parece viejo; teníale por estudioso, «porque el tiempo que estuvo aquí (en Monguía, adonde fué á visitar á su hermana D.* Constan za) siempre le via andar con vn libro en la mano»; juzgábale «buen letrado», y dijo además que el tal ANTONIO era chambre sano, recio y bien complexionado». Lo de parecer viejo cuando no era sino un adolescente, nos da una idea del gesto de ANTONIO, grave, adusto <br />
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4 Fué bautizado en la parroquia del Sagrario; en el libro 5.° consta la partida, que dice así:—«En miércoles á be^rte y miebe de nobiembre de mili y qui." y cinq.** y nuebe a.os baptiza yo el bllr. Xobal. Nuñez á Antonio hijo de p." de MORGA y de su muger Agustina Sánchez / fueron padrinos el señor ar.no de Nyebla, y de Ribadegil, y el s.or canónigo Vrbina y Thomas Miler, y ju.° de rey, vnos. de Seu.'"»—Copia de la que obra en la Información de lim pieza de sangre del Dr. Antonio de MORGA, existente en el Archivo del Cole gio Mayor de Osuna; que coincide con el extracto tomado sobre la partida ori^nal por D. Pedro Torres Lanzas, dignísimo Jefe del Archivo de Indias. Por lo que toca á la Información, documento precioso, de ella poseemos el extracto que nos fué remitido por el eminente historiador de la Literatura Española D, Francisco Rodríguez Marín, natural de Osuna, de donde fué ve cino muchos años. De esta Información y otros papeles que iremos citando dedúcense los datos de familia que en el presente estudio se consignan. <br />
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Quizás: ANTONIO DE MORGA fué un caso típico de mestizaje vasco-an daluz: heredó del padre el carácter severo y de la madre la vehe mencia del corazón. Después de graduado de bachiller (en 1574, como queda dicho), ANTONIO volvió al hogar de sus padres, á Sevilla. D. Pedro había hecho buenos negocios; consta que llegó á vivir con opulencia. Pero la suerte no le fué constante, y quebró; quebró por entonces, siquie ra este revés de la fortuna no mermase su fama de hombre hon rado : lo prueba el que una personalidad de tanto relieve social como el Excmo. Sr. D. Pedro Girón, Duque de Osuna, patrocinase á A N TONIO, á quien, el 29 de Agosto de 1578, presentó al Rector y Ca pilla del Colegio-Universidad de Osuna para una de las prebendas vacantes de Cánones que á la sazón había en aquel centro de ense ñanza. Mas el ingreso no podría verificarlo nadie si antes no acre ditaba la nobleza de sus ascendientes, y así, en el mismo día, en virtud de la provisión del Duque, el Colegio diputó al Dr. D. Mel chor Calderón de Sotomayor, rector, y al Dr. D. Pedro Salazar de Mendoza, colegial, para que el primero en Sevilla y el segundo en Vizcaya hiciesen las informaciones que el Reglamento exigía; de las que resultó que el BR. ANTONIO DE MORGA era, en efecto, limpio de sangre, de noble é ilustre ascendencia. No hubo, entre los muchos que declararon en Sevilla, en Garnica, en MORGA y en Monguía, ni uno solo que expusiese nada en contra, salvo Marcos Diez, sevilla no, quien, refiriéndose á Cristóbal Sánchez, bisabuelo del BACHI LLER, dijo que había oído «dezir en Xerez de Badaxoz, habrá mas de cinquenta años que estuvo preso en la Inquisición desta ciu dad [de Sevilla], porque dixo que en este mundo no me veas mal pasar, que en el otro no me veras mal penar-», por lo que le conde naron á que oyese una misa en San Juan de la Palma «con una bela en las manos sin san benito y que pagasse ciertos mrs. para la di cha yglesia»; pero otros muchos testigos, sobre negar que ningún ascendiente de D.^ Agustina Sánchez, madre del BACHILLER, hubiese sido nunca procesado, aseveraron que el tal Marcos Diez era un sujeto con fama de mala lengua. En resolución, tanto de parte de • madre como de padre, el BR. ANTONIO DE MORGA merecía ser admi tido como colegial en el de la Limpia Concepción de Osuna, y ad mitido quedó, previo dictamen del Dr. Salazar de Mendoza (fecha do en Toledo, 12 de Noviembre de 1578), el día 27 de Noviembre de aquel mismo año, es decir, cuando ANTONIO DE MORGA contaba diez y nueve' de edad. Véase ahora la copia del expediente universitario del que en el transcurso de un mes supo transformarse con verdadero lucimien to de Bachiller en Doctor 5. <br />
El Licenciado Antonio de MORGA<br />
En la muy insigne uniuersidad de Ossuna diez y nueue días del mes de Diziembre de muí y qu.tos y setenta y ocho años, antel Ille. señor doctor Melchior Calderón de Sotomayor, Rector, y en presencia de mi el secret.o de la dha. Vniuersidad y testigos infraescritos, pareció A n tonio de MORGA, natural de Seuilla, graduado baller. en Cañones por Salamanca á beinte y seis de Abril del año de setenta y quatro aos. por ante Bart.""^ Sánchez notario que dello en el titulo del dbo. .grado dio fe; y auiendo Repetido para licen.''" en la dha. facultad, como parece por el Registro de los actos deste año á que me re mito, se presento para el dho. grado de licen.'''' en cañones por •el dho. señor rector y la facultad; fue auido por presentado y íe recibieron conforme á las constituciones y el dho. señor rector mando hazer la publicación con el término de los tres dias, y el bedel Al.° Barahona se constituyo depositario de las propinas; tes«•tlgos, los ss. doctor Bern.° de Figueroa y doctor fr.*^" Ximenez y yo el dho. secret.o <br />
Publi.on<br />
Este dho. dia por la mañana por ser vacaciones- se hizo por cédula publicación del dho .licénciamiento la q.' yo fixe en el coll.o <br />
Puntos<br />
En veinte dias del dho. mes de diz.'' y año de se tenta y ocho, después de dicha la misa del spu. santo, el dho. ba'ller Ant.° de MORGA pidió puntos para lición de examen, y el s.°'' Rector los mando assignar, y conforme á las cons tituciones, fue abierto por estas tres partes 2.^ q. 7. | 23.* q. 8 y 24." q. I.^ I 15.* q- 5- 6.; y el dho. baller. eligió 2." q. 7, y señalán dosele el capitulo placuit, y assi mismo fueron abiertas las decreta les por estas tres partes de prebendis | de cognatione legaii j de procuratoribUS, y el dho. baller. eligió el tt.° de procuratoribus y señálesele el capit." segundo y fueron testigos el licenciado Andrés Plorindo y el bedel Al.° Barahona. <br />
Examen<br />
É después de lo suso dho., á veinte v vn dias del dho. mes de diziembre del dho. año de setenta y ocho en la noche entraron en el examen del dho. baller. Antonio de MORGA, en presencia del s."'. Chanciller doctor Fr."° Gil, los se ñores: doctor Melchior Calderón de Soto mayor. Rector, y doctor <br />
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5 Copia que debemos á la bizarría del mencionado Sr. Rodríguez Marín, quien la tomó del libro i.° de grados mayores y menores conferidos en la Universidad de Osuna <br />
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Pedro de la Parra, deán de la facultad de cañones, y doctores Fr."" Ximenez, Bar/' de Lencas, F.'^" Feraz. Montero, Fr.'° de Aguilar, Alonso Ferez. Gallego, Ber."° de Lieuana, Pedro Romero, García Robles da Aguilar, Xoval de la Cámara, Pedro Salazar de Mendoza, Miguel Min. Hurtado, Marcos Nauarro, Don Di.° de Uillauicencio, Ber."° de Figueroa y Miguel de Saldaña; y todos diez y siete le examinaron; y auiendo jurado de uotar en conciencia, les di á cada vno a y erre con que le aprobassen ó reprobassen, y votaron secre tamente, y el s.°'' chanciller regulo los votos en mi presencia, y de los diez y siete ss. votantes hallo diez y siete letras como estas : A. A. A. A. A. A... con las qles., sin discrepar alguno, fue aprobado para He/ " en cañones el dho. baller. MORGA. „, <br />
Grado.<br />
É después de lo suso dho., á veinte y dos dias del dho. mes y año, ante el dho. señor chanciller el dho. baller. Antonio de MORGA pidió el grado de l!c.do y hizo el juramento de las const."'^ y el s.""" chanciller recibió el dho. juramento y le dio el grado de lic.''° en cañones, según por todos fue aproba do para que quando quisiere pueda recebir el grado de doctor en la dha. facultad, y recibió este grado de licen.''" el dho. baller.; y en señal de posession dio las gracias, y todo lo pidió por testimo nio, siendo presentes por t.°^ los dhos. ss. xaminadores y otros mu. chos doctores y maestros de la Vniuersidad y el bedel Al.° Baraho na y yo, que de todo lo suso dho, doy fe y fírmelo.—(Un signo.)— MiN. DE MORALES notr.° (Rubricado.) <br />
El D.tor Ant.o MORGA<br />
En la Vniuersidad de Ossuna veinte y dos dias del mes de Diz.'' de mil y qui.tos y setenta y ocho años, ante los Illes, señores doctor Melchior Cal derón de Sotomayor, Rector, y el claustro pleno, en presencia de mi el secret." infraescrito, pareció el licen.^° Antonio de MORGA, nal. de Seuilla, collegial en este collegio y lic.''° en cañones, como parece deste registro, y se presento para doctor, y por los dhos. ss. Rector y claustro pleno fue admitido al grado de doctor, y se le señalo dia miércoles veinte y quatro deste mes á las nueue, y el señor rector m.'^" hazer la publicación con el termino de los tres dias, y el bedel Alonso Barahona recibió las propinas. <br />
Public.on<br />
Este dicho dia luego por la mañana se hizo la publicacion por cédula que se nxo en el patio del colL", de que doy fe. ^, <br />
Grado<br />
É después de lo suso dho., á veinte é quatro del dho. mes y año, el dho. s.or R.tor propuso la question doctoral al dho. lic.d° Ant.o de MORGA; el qual respondió á la question, y le argiiyeron Lorengo de Figneroa y Xoval. Ramircz; y auiendo hecho el juramento coníbrnie á las const."", pidió el grado de doctor al s. " D.'"'' Fr.™ Gil, chanciller dcsta Vniuersidad, el qual recibió el dicho juramento y le dio el grado de doctor en cañones y juntament e con su nid. el s."'' doctor P." de la Parra, deán de caño nes, le dieron las insignias doctorales, y el dho. nueuo doctor recibió este grado y lo pidió por testimonio, siendo presentes por tes tigos los señores doctores G."'" Gudiel, F r / " Ximcncz y Bcrnardino de Figueroa y todo el claustro, Jon. Mufioz y Al. " Raraona y yo el dho. infraescrito secret.", que de todo lo susodho. doy fe y fírmelo.» (Signo, firma y rúbrica del Secretario.) Pero á D. ANTONIO DE MORGA no le bastaba el título de Doctor en Cánones ; aspiró á más, y trasladándose de nuevo á Salamanca graduóse allí «en Derechos, y después de auer sido colegial y cate drático en el coUegio y Vniuersidad de Ossuna» *. Con tan rico caudal de conocimientos, en la alborada de la juventud, «salió (dice) á servir al rrey don Felipe 2.°, de gloriosa memoria, el año de S8o», y continuó sirviéndole (añade) «en diversos oíTicios de justicia en España, hasta que el año de 1593 fue seruido ynbiarme al Gouierno de las ysJas Filipinas» ^, Cuáles fuesen sus destinos, y en qué pun tos, no hemos logrado saberlo; sólo sabemos que al casarse, en 1582, á poco de cumplir veintidós años, poseía la «alcaydia de Baracal do», que S. M. le había dado en el señorío de Vizcaya. Ni cómo ni dónde conoció á la que fué su mujer, natural de Uceda, hija del Ldo. Gonzalo Fernández de Morales y de D.* Ana de Briviesca Muñatones, vecinos ambos de Uceda (Guadalajara), pero que en 1582 se hallaba en Écija (Sevilla), porque el citado Fernández de Morales desempeñaba en dicha población el importante cargo de corregidor. Baste decir que á I.° de Febrero de 1582, en la menta da ciudad de Écija, el DR. ANTONIO DE MORGA se casó con D.'' Juana de Briviesca Muñatones, de la misma edad, próximamente, que el DOCTOR, hija de los nombrados D. Gonzalo y D." An a *. Éstos ofre cieron á D. ANTONIO DE MORGA «diez mili ducados en docte y casamiento, <br />
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6 Carta del Dr. Antonio de MORGA á S. M. exponiéndole sus servicios: Quito, i.° de Mayo de 1623.—Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 3 (8.°). 7 Carta citada en la nota precedente.s «El Dr. Antonio de MORGA, hijo de los ss. P.° de MORGA y D.^ Agustina de Garfia, vecino de Sevilla en la Iglesia Mayor, y D.^ J." Briviesca Muñato nes, hija del Ldo. G.° Fernandez de Morales, Corregidor desta Ciudad {Écija) y D.* Ana de Birviesca (stc) Muñatones, en 1.° de Febrero de 1582. Casóles el Sor. Dean.í—Extracto de la partida matrimonial existente en el libro 1.°, ío lio 78 v.", de la parroquia de Santa Bárbara, de Écija. <br />
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por escritura ante Cristoual Sánchez de Truxillo, escrivano público,... y realmente mi marido—dice D. * Juana al otorgar testament o ' — no ov o ni cobro de la dicha dote mas de quatro mili ducados en x o y as y preseas y censsos y tributos, y estos entr o en su poder mis bienes dótales, y en aquella sazón [1582] el dich o mi marid o teni a y lleuó al dicho matrimonio por bienes suyos, demás de la merce d de langas, mareantes y alcaydia de Baracaldo que tien e de su Magestad en el señorío de Vizcaya, algunos bienes muebles de ajoar, cauallos, plat a labrada, vestidos y otras cossas que podrían valer mili ducados». La posición de la novi a era superior á la del novio, no obstant e que los padres de ella no llegaron á dar nunc a lo que habían prometido. Per o de su rumbo, á lo menos cuand os e celebró el matrimonio, tenemos, entr e otros, el dat o positiv o de que ella aportas e un a cam a verdaderamente regia : era «una c a m a rica de damasc o carmes í con su m a de r a labrada, dorad a á lo romano, con sus goteras de dentr o y fuera de terciopel o carmes í de dos pelos de Granada, con su cobertor y sobremesa y sus alamares y flocadura de oro y seda y con un a caxa de madera en que esta lo do rado de* la cama ; se tasso en quatrocientos ducados, aunque costo cinquenta mas» '°... <br />
¡Hermoso lecho, éste en que celebraron sus desposorios el DOCTOR ANTONIO DE MORGA, joven, «recio y bien complexionado», y su mujer y señor a D.''Juan a de Briviesca Muñatones!...<br />
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9 Testamento de D." Juaua de Briviesca Muñatones, esposa del de. ANTONIO DE MORGA, hecho en México, á 18 de Abril de 1606, del que existe transcrij)ción en los Autos formados en Quilo por D. Alonso Castillo de Herrera... sob?-e los bienes del Dr. MORGA (años 1636-1637).—Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 5 (n.° 4). 1° Carta de dote: extendida en la villa de Uceda, á 4 de Septiembre de 1583.—Comienza: «En la villa de Uzedaá quatro dias del mes de septiembre de mili y quinientos y ochenta y tres años, ante mi el escriuano y testigo el señor doctor Antonio de MORGA, vezino de Sevilla estante en Uzeda, otorgo y dixo que por cuanto el fue cassado y velado según orden de la sancta madre yglesia con la señora doña Juana de Briviesca»... viene la tasación de los bienes muebles que recibió en dote, en su mayor parte ropa de cama y mesa; descríbese la cama, etc.) «y por aver receñido el dicho señor doctor MORGA los dichos mili ducados en los dichos bienes y dineros, según va declarado que le fueron mandados entre otras cosas con la dicha señora doña Juana su muger, otorgo de ellos carta de pago y reciuio de ellos conforme á las escrituras que del dicho matrimonio se hizieron, que pasaron ante Cristóbal Sánchez de Truxillo, escribano publico del numero de la ciudad de Ecija y por bienes que se le entregan para la dicha dote y cumplimiento.»—Transcripta en los Autos mencionados en la nota precedente. <br />
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El período colonial de Filipinas puede decirse que no comienza en rigor hasta el año de 15/1, en que el inolvidable Adelantado Miguel López de Legazpi fundó la ciudad de Manila, llamada des pués La Perla de Oriente. Los desórdenes administrativos que sobrevinieron á la muerte de Legazpi indujeron 5 Felipe II íí establecer en su nuevo reino de Nueva Castilla una Audiencia, y de fundarla se encargó el Dr. Vera (en 1584), que á la ve?, estaba investido con el cargo de Capitán general. Pero la Audiencia no podía ser del agrado de las corporaciones religiosas, porcjue les cercenaba las falcultades omnímodas de que gustaban usar, ni aun de los nailitares, á quien les iba á la mano, y pronto lograron los dichos elementos, por las gestiones del jesuíta Alonso Sánchez, en Madrid, que aquel importante organismo desapareciera. El sucesor de Vera, Gómez Pérez Dasmariñas, que llegó á Manila en 1590, y a no llevaba poderes de magistrado. Las altas funciones de la Magistratura quedaron reducidas á la buena voluntad de un asesor, cargo que desempeñó el Ldo. Pedro de Rojas, único oidor de tos de la primitiva Audiencia que continuó sirviendo en Filipinas. No debía sin embargo proseguir indefinidamente en Manila este magisirado : sus desvelos y trabajos demandaban una recompensa, y el Rey le recompensó trasladándole á México, á una plaza de Alcalde del cri inen, el año de 1593, y, para reemplazarle en el Archipiélago, nombró en lugar de Rojas á D. ANTONIO DE MORGA; nombramiento que S. M. fechó en El Escorial, á 18 de Agosto del citado año de 93. Pero por designio personal del Rey, quiso éste que MORGA no fuese de simple asesor : «es mi voluntad, léese en el Título del nombramiento", que juntamente seays theniente general del dicho gouernador y capitán general, para las cossas de gouiern o y guerra, y quier o que como tal y por el tiemp o que se a mi volunta d vseys los dichos oíficios en los cassos y cossas que oviere... según y com o lo ha n hech o los thenientes generales que han y lo haze el que al <br />
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11 He aquí el texto íntegro del Título eíípedido á favor del DR. MORGA: «Don Phelipe &.^—Tiniendo consideración á lo que uos c ! doctor Antonio de MORGA me haueys seruido y á vuestrns buenas partes, letras y suficencia, es mi voluntad de os elegir y nombrar, como por la presente os elixo y nom"bro, por asesor lugar theniente de mi gouernador y capitán general de las yslas Philippinas en lugar del licenciado Pedro de Rojas que al presente siraeel dicho officio y le he promouido á vna pla^a de alcalde del crimen de mi Audiencia real de la ciudad de México, y es mi voluntad que juntamente seays theniente general del dicho gouernador y capitán general, para las cossaS 4 e gouierno y guerra, y quiero que como tal y por el tiempo que fuere mi voluntad useys los dichos oñicios en los cassos y cossas que ouiere y se oírecieren en las dichas yslas a ellos anexos y concernientes, según y como lo han hecho los thenientes generales que han y lo haze el cjue al presente lo es en las prouincias de Chile en las cossas de gouierno y guerra, sin que para ellas nombre ni tenga el dicho gouernador otro theniente, y que en el sustanciar sentenciar y acauar los pleitos que en las dichas yslas ouiere y se mobieren y á uos acudieren procedáis en la íorma y por la orden que se contiene y declara en vna mi prouission firmada de mi mano en diez y siete días del mes de enero deste presente año de mili y quinientos y nouenta y tres; y para lo que toca á los pleytos y demandas sobre yndios que se mouieren en essas yslas, procedereys conforme á la prouision de Malinas y declaraciones de ella de que se os dará copia firmada de Joan de Ledesma, mi escriuano de cámara, de la que tenga dada para las dichas prouincias de Chile; y por esta mi carta mando al dicho mi gouernador y capitán general de las dichas yslas que luego como se la mostraredes tome y reciua de uos el diclio Doc tor Antonio de MORGA el juramento y con la solenidad que en tal caso se re quiere y deueis hazer, y liauiendole hecho os aya y reciua y tenga por su lu gar thiniente para las dichas cossas de gouierno y guerra y acesor para las de justici a y vsen con uos los dichos officios en todos los cassos y cossas á ellos tocantes y pertenecientes, según dicho es; y que luego como fueredes receuido á los dichos officios os de y entregue la uara de mi justicia sin que otro ninguno theniente la trayga, so las penas en que caen e yncurren las personas que vsan de officios públicos y reales para que no tienen poder y facultad y que hauiendo tomado la dicha uara de mi justicia el y todos los vezinos y moradores y capitanes y ofticiales y gente de guerra de las ciudades, villas y lugares de las dichas yslas os hayan y tengan por tal thiniente general, agesor del dichor gouernador en las cossas de gouierno guerra y justizia y vsen con uos los dichos officios según dicho es y os guarden y agan guardar todas las onras, gracias, mercedes, franquezas, liuertades, preheminencias, prerrogativas e ynmunidades y todas las otras cossas y cada vna dellas que por razón de los dichos officios deueis hauer y gozar, que yo por la presente os reciuo y he por receuido al vso y exercicio dellos y os doy poder y facultad, para los vsar y exercer caso que por el dicho gouernador o alguno de los sobredichos a el no seays receuido, y es mi merced que hayáis y llenéis de salario en cada vn año con los dichos ofhcios dos mili pesos de quatrocientos y cinquenta marauedis cada año (sic), los quales mando á los ofticiales de mi hacienda de las dichas yslas que della os den y paguen desde el dia que os hizieredes á la uela en vno de los puertos de Sanlucar de Barrameda ó Cádiz para yr á seruir el dicho officio en adelante todo el tiempo que lo siruiere des, según y á los tiempos y plagos que pagaron su salario al dicho licenciado Pedro de Rojas, que con vuestras cartas de pago y testimonio del dia, que como dicho es os hubieredes hecho á la uela, y traslado signado desta mi car ta, la qual les mando que asienten en mis libros que tienen, mando que les sean receuidos y pasados en quenta los marauedis que por esta razón os die ren y pagaren sin otro recaudo alguno.—Dada en San Lorenzo a diez y ocho de agosto de mili y quinientos y nouenta y tres años.—YO EL REY.—Refrendada de JOAN DE YBARRA y firmada del Consejo.»—Archivo de Indias : es tante 105, cajón 2, leg. ii ; lib. 2, fol. 42 vto. <br />
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presente lo es en las prouincias de Chile en ías cossas de gouicrno y guerra»... De suerte que el DR. MORGA, .1 los treinta y cuatro años de edad y por virtud de sus buenos servicios y priendas personales, vióse designado para ocupar el segundo de los puestos de carácter oficial que á la sazón había en las islas Filipinas. <br />
Por entonces el viaje de una persona de calidad .1 tan remotas tierras constituía, no sólo un problema econñniico, como se dice ahora, sino una temeridad. Había que llevar servidumbre numerosa, y por lo tanto hacer un fuerte desembolso, amén de exponerse á penalidades mil, fáciles de comprender si se tiene en cuenta que se hacía preciso atravesar el Atlántico ; después, el continente americano (en caballería, por caminos de cabras), y, por último, la inmensidad del Pacífico... iVerdaderamente, el que á Manila llegaba sano y salvo, bien podía decir que había realizado un portentoso milagro ! Al tiempo que Felipe II firmaba el nombramiento, firmaba la Real cédula siguiente : <br />
«liL REY.—Mis juezes, oficiales de la Casa de la Contratación de Seuilia, y o os mando que ai doctor Antonio de MORGA, á quien he proueido por lugarteniente y assesor de mi gouernador de las yslas Philipinas, le dejéis pasar á servir los dichos oficios licuando con sigo á su muger, y que pueda Ueuar sus hijos; ocho criados y seis mugeres de servicio, á el y á la dicha su muger y hijos, sin les pedir ynformacion alguna, y los dichos criados mugeres de scruicio, pre sentándolas ante vos hechas en sus tierras ante la justicia de ellas y con aprouación de las mismas justicias de como no son casados ni de los prohibidos á pasar á aquellas partes y de las señas de sus personas», etc. ' \ Y en el mismo día, otra cédula más, por la que S. M. autorizaba al DR. MORGA para que pudiese lle\-ar de España á Filipinas «tres esclavos negros» para su servicio, «libres de dere chos, asi de los dos ducados de la licencia de cada vno de ellos, como de otros qualesquier que de los dichos esclauos se me deuan en las Indias» ''... De todo ello hizo merced el Rey al DR. MORGA. Pero además de las mencionadas, S. M. firmó asimismo las siguientes cédulas, con igual fecha: <br />
— «Otra para que el dicho Dotor pueda llenar los libros de su estudio y facultad.» —«Otr a de almoxariíazgo de mili pesos para el dicho.» —«Otra para que el dicho pueda llevar hasta en quantidad de <br />
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12 Archivo de Indias: est. 43, caj. 3, leg. 31/14, núni. i, ramo 78: «Licencias de pasajeros: Año de 1594.» <br />
13 Archivo de Indias: la misma signatura que el documento anterior. <br />
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quinientos ducados de joyas de oro y plata labrada para su servicio.» •—Y «otra para que pueda Ueuar dos espadas, dos dagas, dos arcabuzes, vn coselete, vna adarga, vna ballesta, vn peto, vn espaldar, vn montante, vna langa, vna partesana, vn morrión, vn casco, vna rodela» '''. Y otras, de que se hará mención más adelante. El DOCTOR fué á dar personalmente las gracias á S. M., por la confianza que le dispensaba, y recibió de paso sus instrucciones verbales. Los meses de Enero y Febrero del siguiente año fueron para el Dr. MORGA de gran agitación. Hallábase en Sevilla, con su fami lia y criados, y gestionaba que todo lo referente al viaje saliese como una seda ! No eran pocos los cabos que necesitaba atar. Por fortu na, y en lo tocante á la parte económica, S. M. proveyó que los gastos de flete, desde España á América, los pagase en América el DOCTOR, á cuenta de su salario, que le empezaba á correr desde el día del embarco ''. El DOCTOR y los suyos eran los siguientes, y el pasaje de cada uno quedó ajustado en la forma que se dirá al pro pio tiempo (entiéndase desde Cádiz hasta Tierra Firme) : <br />
1. DR. ANTONIO DE MORGA; 20 ducados, que montan 7.500 mrs. <br />
2. Doña Juana de Briviesca Muñatones, su mujer, otros 20 ducados, que montan los mismos maravedís. <br />
3. Doña Juliana de MORGA, menor de quince años, 12 ducados, que montan 4.500 mrs. <br />
4. Don Antonio de MORGA, niño pequeño; no se le cobró pasaje. <br />
5. Don Pedro de MORGA, niño pequeño ; no se le cobró pasaje. <br />
6. Domingo de Azpeitia, criado, natural de Sevilla, soltero, de 30 años; 20 ducados. (Era primo carnal del DOCTOR.) <br />
7. Pedro Cotelo, criado, natural de Uceda, soltero, «de buen cuerpo, defectuoso del ojo derecho» ; 20 ducados. (Era primo de Doña Juana.) <br />
8. Bartolomé Rodríguez, criado, natural de Uceda, soltero, de 24 años, «mediano de cuerpo y de pocas barbas»; 20 ducados. <br />
9. Francisco Rodríguez, criado, natural de Uceda, soltero, de 18 años, «moreno de rostro»; 20 ducados. <br />
10. Alonso de Ávila, criado, natural de Torrelaguna, soltero, de 24 años, «de buen cuerpo, con una señal de herida en la frente, á la parte izquierda»; 20 ducados. <br />
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14 Asientos de Reales cédulas: Archivo de Indias: est. 105, caj. 2, leg. 11; libro 2, fol. 43 vio. <br />
15 Como veremos más adelante, á MORGA no se le abonó un solo maravedí á su llegada á Nueva España, ni durante los meses que permaneció en aquel virreinato en espera de embarcación para Filipinas. <br />
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11. Domingo de Zallonis, criado, natural de Ociíandiano, solte ro, de 20 años, «bajo de cuerpo, con un lunar en el rostro al lado izquierdo»; 20 ducados. <br />
12. Domingo de Saraspe, criado, natural de Zumárraga, casado, de 32 años, «con un lunar entre las cejas»; 20 ducados. <br />
13. Catalina de Villegas, su mujer, criada, de 27 años, natural dé Zumárraga, «con un diente á la parte de arriba menos»; 20 id. <br />
14. An a María, hija de Domingo de Saraspe y Catalina de Ville gas, menor de quince años ; 12 ducados. <br />
15. Magdalena, niña pequeña, hermana de An \a María; no se le cobró pasaje. <br />
16. Isabel de Cisneros, criada, natural de Torrelaguna, soltera, dfe 20 años, «mediana de cuerpo, con un diente menos en la parte de arriba»; 20 ducados. <br />
17. Domingo, negro, esclavo; 5-000 maravedís. <br />
18. María de Solís, mulata, esclava; 5.000 maravedís. (Había sido la nodriza de Juliana, hija mayor de MORGA.) <br />
19. María, negra, esclava; 5-000 maravedís. <br />
Merece notarse que el criado pagaba el mismo pasaje que el se ñor. En junto, MORGA tenía que abonar en América 106.500 mara vedís; «los quales dará y pagara llanamente... y luego que haya llegado á la dicha prouíncía de la Nueua España en la ciudad de México ó en la Vera Cruz en la forma y manera y á las personas que de suso declarado» "^. Pero otra cosa hay también que me rece notarse : las naturalezas de los criados de la familia MORGA. Salvo Domingo de Azpeitia, que aunque nacido en Sevilla ya se ve por el apellido que era vasco de origen, amén de que consta que era «primo carnal» del DOCTOR, ninguno de los demás era andaluz; de lo que puede deducirse que el DR. MORGA, desde que salió á servir á S. M., debió de vivir siempre fuera de Andalucía, cuyo medio influyó poco, casi nada, en su manera de ser. Á medida que le vayamos conociendo, veremos cómo era un temperamento vasco • acentuado, por la austeridad de su carácter y otros rasgos psicoló gicos. V mientras queda el DOCTOR arreglando sus cosas para embarcar con las diez y ocho personas que llevaba á su cargo, bien estará que se diga algo de la armada que le condujo á América .<br />
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16 Traslado de una escritura por donde consta la cantidad que debe abonar D. ANTONIO DE MORGA por el flete de su persona y de los que le acom pañan en su viaje de España á Vera Cruz:'Sevilla, 3 de Febrero de 1594: Archivo de Indias: est. 30, caj. 4, leg. 33/10 (Niim. i). <br />
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A 6 de Enero de aquel año de 1594 y con buen tiempo salió de Sanlúcar de Barrameda para Cádiz una escuadra compuesta de va rios galeones, fragatas, etc., nombrados San Felipe, embarcación capitana, de 1.259 toneladas; San Andrés, almiranta, de 929; Santo Tomás, de 752; Concepción de Ayala, de 789; San Juan de Revi llaga de 526, y San Juan de Laranga, de 754. Tales eran los prin cipales bajeles. En aquella época todas las embarcaciones de altura tomaban nombres de santos, para prevenirse contra los naufragios, ¡tan frecuentes á pesar de tales nombres!... En Cádiz, la flota se repostó y artilló, y allí esperó órdenes superiores para partirse con rumbo á Vera Cruz. Iba por jefe ó general de esta armada D. Fran cisco de Coloma, el cual, desde mediados de dicho mes de Enero, estaba ávido de hacerse á la vela. El mal tiempo le contuvo. Lo cierto es que si su armada hubiese zarpado todo lo pronto que se deseaba '^, MORGA, que el 7 de Febrero seguía en Sevilla despa chando los asuntos de su largo viaje, habría tenido que aplazarlo por algunos meses más. Por. fortuna sus asuntos quedaron resueltos prontamente, y el DOCTOR con su batallón llegó á Cádiz días antes de que zarpasen los barcos. A MORGA y á los suyos les acomodaron en el San Juan de Laranga, uno de los galeones menores, que llevaba á su servicio : I I oficiales, 16 artilleros, 14 marineros, 14 gru metes y 10 pajes; esto es, 65 hombres de mar '*, amén de los que fuesen en calidad de pasajeros. No hay que decir que la persona más caracterizada á bordo del San Juan de Laranga era nuestro DOCTOR, quien por primera vez en su vida emprendía un viaje tras atlántico; acaso fuese también la primera en que se meciese sobre las olas del mar. <br />
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17 «SEÑOR:—Esta mañana a llegado correo de Sebilla con cartas del Doctor Pero Gutiérrez que está en San Lucar, y de la Casa, en que dan quenta de las diligencias hechas y que se van haziendo en el apresto y despacho de la flota de Tierra Firme, y dize el Presidente que si el tiempo no hiziese falta saldría á los 24 ó 25, que fueron lunes y martes pasado»... «mediante lo qual parece que pues la flota esta en tan buen estado que se puede creer que no le abiendo faltado tiempo abrá salido ó saldrá en breue, sera bien boluer á escriuir al general don Francisco Coloma que parta con toda la breuedad que pudiere»... «En Madrid á 27 de Enero de 1594».—Archivo deludías: Consultas del Consejo de Indias sobre la armada de que era general D. Francisco Coloma: est. 140, caj. 7, !eg. 36. <br />
18 Datos tomados de Relaciones existentes en el Archivo de Indias: 143, 4, I (núm. I) y 143, 4, 3 (núm. i). ... 3 ... <br />
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Por fin, el 23 de Febrero de 1594 hacíase á la vela la escuadra que comandaba el general Coloma; he aquí en qué términos daba éste cuenta de su salida al Rey : «SEÑOR:—Resgeui la vltima carta de Vuestra Magostad en que me manda que parta luego, y si el tiempo no lo huuiera estoruado no me huuiera alcangado esta orden; y assi dentro de seys horas me hize á la bela ayer martes, y por no hauer dado lugar el tiempo no pude acauar de salir de la baya; hoy he salido con toda el armada y spero ha de durar el buen tiempo con que vamos, de manera que muy breuemente pueda cumplirse todo quanto V. M. me tiene mandado. V a el armada muy bien en borden de todo, y todos con gran desseo de topar vna grande occassion en que podamos mos trar lo que desseamos servirá V.Magestad.—Del galeón San F h e lipe sobre la baya de Cádiz, 23 de Febrero de 1594» ''• MORGA y su mujer iban con una pena : dejaban en España, á car go de un sacerdote, el Ldo. Lorenzo Flores, sus dos hijos más peque ños ^°, que por ser demasiado pequeños, no debieron los padres atreverse á exponerlos á los riesgos de tan largo y penoso viaje. Digamos con el poeta : ¡A¿¿d va la navel... <br />
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La flota constaba de ocho galeones, seis fragatas y seis pataches y se dio á la vela (como queda escrito) en la bahía de Cádiz, el 23 de Febrero de I594, era miércoles de Ceniza, primer día de cua resma. Una cuaresma á bordo en aquellos tiempos era pasarse re zando casi todas las horas, lo que no dejaba de atenuar un tanto las zozobras de la navegación... La misma noche del primer día del viaje, y á causa de «un desgarrón de tiempo que hizo al desem bocar del estrecho de Gibraltar» ", apartáronse los galeones San Andrés y Santo Tomás y la fragata Santiago; aquéllos sin embargo se incorporaron á las cuarenta y ocho horas; en cambio la fragata «no pareció ni se a sauido mas della:^. El 3 de Marzo descubrieron la isla de Gran Canaria, y el General despachó una carabela, <br />
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19 Carta de D. Francisco Coloma á S. M. dando cuenta de su salida de la bahía de Cádiz: Archivo de Indias: est. 143, caj. 4, leg. 2 (núm. i). <br />
20 MORGA, hablando de sus hijos, escribía al Rey desde Manila, á 1.° de Julio de 1598: «sin otros dos [hijos] que deje quando vine en esos reynos».— Archivo de Indias: doc. núm. 122 del índice 5.°: 67, 6,18. <br />
21 Tenemos á la vista la Relación del viaje de la Armada de la gttardia de las Indias, de la que era general D. Francisco Coloma, desde su salida de Cádiz el 23 de Febrero, hasta su llegada d Santa Marta el 13 de Abril de 1594. Archivo de Indias: est, 2, caj. 5, leg. 1/9 (núm. 3 C). <br />
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en busca de la fragata perdida, y además el barco luengo con despachos para S. M. y para D. Luis de la Cueva, Gobernador de Canarias. Cuando volvió el barco luengo, trajo la noticia de que «quédauan en aquellas yslas [Canarias] cinco nauios yngleses... y que el vno dellos era vn galeón grande, y que pocos dias antes auian passado otros doze nauios de enemigos para las Indias». Los expedicionarios españoles no pudieron menos de preocuparse al recibir tales nuevas. El general Coloma hizo la señal convenida, y llamó á Consejo á los capitanes y demás personas calificadas de la tripulación de su armada. Hubo el intento de ir en busca de los cinco navios ingleses que por las Canarias merodeaban ; pero «por ser el viento muy rezio y prospero para seguir la nauegacion de las Indias y contrario para boluer atrás», la armada española prosiguió su viaje el día 6, siempre con buen tiempo y viento favorable, hasta el 25, en que vino la calma, la cual persistió hasta el 27. Este día 27 nuestro DOCTOR debió de llevarse un susto, y es de suponer que se lo llevarían cuantos iban á bordo del San Juan de Laranga: faltóle al barco una hembra del timón, y se quei ó sin gobierno, atravesándose en el mar. Disparó el Laranga un cañonazo; acudieron en su auxilio prontamente las demás naves, «y luego se le embiaron las chalupas, con personas de recaudo, que lo remediaron con vnas cadenas lo que mejor que se pudo». Suerte fué que esto ocurriera de día y con mar bella. La avería, sin embargo, no había sido reparada convenientemente : el día 29, otra vez el Laranga volvió á avisar, por medio de un nuevo cañonazo, que algo extraordinario le ocurría: era que el timón había vuelto á romperse. Esta vez la mar era gruesa; la reparación costó mucho trabajo; pero se hizo, y la flota prosiguió su viaje. <br />
«Á 2 de Abril (dice la Relación oficial que tenemos al a vista) se ymbió delante la charrúa Spiritu Santo, la galigabra Coloma y la carauela Esmeralda, á ueer si descubrían tierra de la Dominica, la qual reconoscieron lunes sancto, á 4 de Abril por la mañana, y la capitana disparo vna pieza, en señal dello; este proprio dia por la tarde dio fondo la armada y hizo aguada en aquella ysla; y se bol uió á reparar bien el timón del Laranga-». El 5 por la mañana todos los barcos hiciéronse á la vela, en seguimiento de su viaje, «auiendo despachado al mismo tiempo la galigabra Coloma y la carauela Sme ralda para las yslas de la Margarita, Rio de la Acha, Cumana y puerto de Coro en busca de las perlas y de 2 mili arrobas de carne (de la que estaban asaz necesitados) y mili de pescado Á 9 de Abril se ymbio la charrúa y la boladora adelante á ueer si descubrian el cauo de Coquibacora; á lO, que fue día de Pasqua de Re surrección, después de medio dia passo la armada por el cauo de la Vela, y siempre con bueno y prospero viento fue naucgando asta II y 12, que hizo calma, á vista del cauo de Santa Marta ó del Aguja, y á 13 por la mañana entro la armada en el puerto de dicha Santa Marta»... ¡Ya estaba en Tierra Firme ! Viaje feliz, en medio de todo, sin grandes zozobras ni encuentro desagradable con pira tas. En la tarde del 13 de Abril, MORGA y los suyos, dcsput'-s do cuarenta y nueve días de navegación, se hallaban en el continente americano. Pero no habían realizado aún la primera parte del viaje á Filipinas; porque allí tuvo que volver á embarcar para San Juan de Ulúa, en navio que fletó por su cuenta, y desde allí se traslada á Vera Cruz, punto de partida para la ciudad de Méjico. Véase con qué concisión refiere el propio MORGA esta primera parte de su viaje; se dirige al Rey ^': «SEÑOR:—Á los 23 de febrero me hize á la uela desde Cádiz en el armada de el cargo de don Francisco Coloma para venir á seruir á Vuestra Magestad en el ministerio de Philipinas que me mando. Y auiendo surgido en Tierra firme hize segunda nauegacion á estas prouincias de la Nueua España todo con hartas yncomodidades y trabajos. Llegando aqui he entendido que los nauios de Philipinas no han venido este año, que por no auer faltado otro alguno ha dado motiuo á muchos para malas sospechas de el estado que tie nen las cosas de aquellas prouincias, aunque lo mas cierto sera auerseles ofrecido á los nauios algún ynconveniente de menos cui dado de los que suele auer en tan largos viajes, como de todo se ha dado quenta á Vuestra Magestad en los auisos que de aqui han salido. Serame forgoso aguardar los primeros nauios que vinieren de Philipinas para pasar en aquellas partes sino ubiere nouedad que lo ynpida, como espero en Dios no la abra, y desde México auisare siempre á Vuestra Magestad de lo que se ofreciere, donde entiendo abra tiempo para que me alcance la borden que Vuestra Magestad fuere seruido de mandarme ynbiar, asi de lo que para aquellas partes se ubiese de aduertir de nuebo, como tan bien si ubiese auido otro acontecimiento de lo que Vuestra Magestad m e manda haga de mi persona. Nuestro Señor guarde por muy largos años á Vuestra Magestad como hemos menester. »De la Vera Cruz á 30 de Mayo de 1594 años.—-D. ANTONIO DE MORGA.» <br />
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22 Archivo de Indias: est. 58, caj. 6, leg. 28 (núm. 2). <br />
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De la Vera Cruz, con todo su batallón, MORGA se trasladó á la capital de iMueva España; viaje penoso en verdad, por el estado de los caminos y por la falta de vehículos. Pero al cabo todos llegaron. Allí pudo MORGA confirmar que en 1593 habían faltado los galeo nes que anualmente venían de Filipinas, si bien la llegada del San Felipe, y poco después la del Santiago, por Noviembre del 94, cal mó en cierto modo las inquietudes á que aquella falta había dado moti\'0. Y se dice en cierto modo, porque los galeones manilenses traían la mala nueva de que el Japón se aprestaba para ir contra Manila. El DOCTOR, siempre en su papel de fiel servidor de S. M., informóse minuciosamente de cuanto tocaba á la tierra á donde iba á servir, y con el relato de las noticias traídas por el San Felipe, que debió de darle principalmente el capitán Cristóbal de Azcuta, que fué por general de la citada nao, envió al Rey la siguiente intere sante carta, con la que comienza á revelar cómo vendría á ser un prudente gobernante ^': <br />
«SEÑOR:—Luego que llegue á esta Nueva España por el mes pas sado, di quenta á V. Magestad de mi biaje y de la suspensión con que este reyno ha estado por auer faltado el año pasado [de IS93] los naos de las Philipinas y no auer tenido nueua alguna de aquellas yslas; y porque ha sido Dios servido de sacarnos de este cuidado, por si no ubiera llegado á V. Magd. por el camino de la Yndia este mismo auiso, que se escriue de las yslas, se ynbio luego á V. Magd. por Malaca, rae he determinado darle á V. Magd. de lo que se ofrege sin aguardar al segundo nauio que aquí se ha despachar de la llega da de la flota. »For la relación que es con esta (véase el número i del APÉNDICE), que viene á ser la sustancia de muchas que se han ynbiado de Manila, entenderá V. Magd. la buena llegada de el galeón Sant Phelipe al puerto de Acapulco en ocho dias de este mes de noviembre, y como esperamos con brevedad otros dos galeones que de las mismas yslas vienen atrás, y que el auer arribado con tormentas el año pasado en este mismo viage, ques la causa de auer faltado eii el, y que las yslas quedan pacificas aunque con muchas fatigas y tra bajos con la desgraciada muerte de el gobernador Gómez Pérez de las Marinas que fue á veinte y seis de otubre de noventa y tres. »Don Luis de las Marinas, su hijo, queda gobernando las yslas, porque su padre le .dejo nombrado en virtud de la cédula que trujo •de V. Magd. en esta intención, y la ciudad, auiendo primero nombrado al licenciado Rojas mi antecesor en ol dicho ministerio, <br />
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23 Corre esta carta con la Relación que va bajo el núra. i del APÉNDICE. • Tiene, por consiguiente, la misma signatura: 58, 6, 28 (núm. i). <br />
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viendo los dichos recaudos, recibió después á dicho Don l.uis, aunque con muchas dificultades é yncombeniontes que se les ofrecieron por su poca hedad, de que darán quenta ;í vuestra Mngdestad, y acá se lamentan.» (Y MORGA, sin decirlo, lamentábase á su vez; porcjue no le agradaba la idea de verse en Manila sometido á la autoridad de un jovencito, como lo era Don Luis, por añadidura inexperto en achaques de gobernación y, desde luego, limpio de toda ciencia jurídica.) «Hasta agora no se sabe que el licenciado Rojas se venga á su plaga á esta Audiencia y deje solo al nuevo goucrnador, por no auer llegado las otras dos naos que se esperan de Manila: yo creo no lo hará asi por lo mucho que es necessaria su persona en este tiempo en Manila para que V. Magestad sea mejor seruido hasta que y o aya llegado. »Y aunque en esta Nueva España, con deseo del sosiego de las yslas, vista su aclamación y saluar los yncombenientes que se han ofrecido con la muerte del gouernador y succession de su hijo, h a parecido á muchos que pues yo fui proveído en mi niia'sterio por V. Magd. con yntencion y presupuesto de que faltando el gouerna dor yo quedasse en el entretanto en su lugar y que los recaudos que truje lo comprehenden, que convendría • que llegado yo á las yslas con el fauor de los de ellas lo pusiesse en execucion, he toma do resolución comunicándola con el virrey Don Luis de Velasco y otros ministros de V. Magd. de sano consejo, que pues el gouernador [Don Gómez Pérez Dasmariñas] ya uso de la cédula que V, Magd. le hizo merced y nombro á su hijo y posee yrle á ayudar y acompañar en el seruicio de V. Magd. de la manera que con su padre se me mando lo hiziese y serele á la parte de el trabajo, pro curando su conservación, y quiero perder de mi derecho quando le tubiera mucho mayor por no dar genero de ocasión de diferencia y discordia á trueco de que se haga por este camino mejor el seruicio de V. Magd., y assi no abra mudanga en esta determinación y procurare lleuar la carga con todas mis íuergas y que se haga á todas manos lo que se deuiere en el seruicio de V. Magestad. 3>Suplico á V. Magd. muy humildemente que pues aquella repú blica y mundo nueuo padecerán tantos daños con la dilación que podría auer en la resolución que se ubiere de tomar para su. gouierno y enmienda de los trabajos y calamidades en que se halla, se sirva V. Magd. de mandar y proueer el remedio con la brevedad que ubiere lugar.» (MORGA, como se ve, discute su mejor derecho á ocupar el puesto de Gobernador interino de Filipinas; sin embargo, su criterio razonable, su temperamento conciliador, llévale á, por de pronto, reconocer la autoridad de Don Luis Dasmariñas, ínterin provee S. M.) «Por lo que se ha visto con la experiencia, no creo que en el tiempo que tubo V. Magd. Audiencia en aquellas yslas fue menos seruido que antes, y después sin ella lo ha sido; y aqui he entendido despacio de muchos de los que escriuieron á V. Magd. con su ynformacion quando se quito [la Audiencia] de que asi conuenia, con algunas razones que principalmente les mouieron sus particulares respetos Presidente y oidores por uenirse de las yslas con los caudales que tenían, ciertos de que V. Magd. los auia de mejorar por acá, como se hizo. La gente de guerra vino en lo mismo, porque comunmente aborrece ser gouernada por letras. Y lo que fue Ciudad y pueblo dijeron lo mismo por condecender con la negociación que se hazia por los otros y porque de hordinario se ama por su parte todo lo que es nouedad. Las religiones con este mismo respeto y con deseo de desechar el yugo y freno que tienen con el Audiencia de sus demasías, que en estas partes suele auer muchas en gente de este genero de color de la doctrina, hizieron la misma instancia. Y el perlado y jueces eclesiásticos hizieron lo propio con el mismo designo y por quedar libres sin quien les alge sus fuergas. Y asi con todo esto junto fue V. Magd. informado [por el P. Alonso Sánchez] y se consiguió entonces su fin particular.» <br />
(Acaba de darnos MORGA, en un solo párrafo, la génesis de la supresión de la Audiencia de Filipinas. ¡A todos estorbaba!, pero señaladamente á los regulares, que querían sacudirse «el yugo y freno» que la Audiencia significaba para ellos. Intérprete de estos sentimientos contra la existencia de la Audiencia lo fué en Madrid, muy hábilmente, el nombrado jesuíta Alonso Sánchez. Gran defen sor MORGA de la buena administración, no sólo censura la supresión llevada á efecto, sino que hace las reflexiones que hallará el lector en los párrafos que siguen.) «Pero los que desynteresadamente lo miran conocen y confiessan que han resultado los dichos daños, y que por este camino V. Magd. no ahorro nada de su hazienda y que las yslas y moradores de ellas no han ydo en aumento, y que quando gouernaua vuestra Real audiencia se acudía á todo esto, y lo que era guerra y soldadesca se platicaua maduramente y con mas luzidos frutos, ganando •y conseruando con buen tratamiento y premio de los militares y suauidad de moradores y naturales y aumento de la hazienda de V. Magd. y que con estotro ay perdidas y no es pequeña la de la reputación perdida en la casquetada pasada por arriscamiento de una sola cabega, cuyo parecer el de los subditos que hera en contrario no pudo sujetar. sSolo se dijo que es tierra corta para Audiencia porque ay pocos pleytos : y o asi lo entiendo ; pero también veo que ay menos en el Audiencia de Guatemala y Guadalajara y tierra mas corta, y con serua V. Magd. á tanta costa alli sus Audiencias, aunque están tan cercanas á esta de México, porque el útil que se sigue de ellas no consiste solo en la determinación de las causas de justicia, sino en los muchos é importantes efetos que en partes remotas de la real persona de V. M. con la representación de su real nombre y poder, puesto en manos de ministros congregados de buen seso y partes se siguen, que con ser mas cosas miran mejor en la ocasión lo que conuiéne que uno solo, que por su parecer puede ser muy contingible el hierro de su resolución y arriscamiento, como se ha visto. ^Imagino que mandando V. Magd. se le informe de por acá de este negocio, aunque no se haga con tanta llaneza, porque cada uno desea aumentar y no limitar su jurisdicción y ministerio, al cabo vernan á dezirlo mismo, pero yo no he querido disimularme en dar quenta á V. Magd. de lo que he visto por los ojos y alcangado de este negocio tan largamente por ser de tanta ymportancia y ver que esta presente la ocasión en que es fuerga poner V. Magd. los ojos con brebedad en lo que mas conuenga y mouerme soio á ello el zelo de vuestro Real seruicio á que estoy tan obligado, y la obligación de mi officio de que doy por prueua en esta parte, pues es criuo todo lo de arriba en daño de mi ministerio, pues es muy conocida cosa que teniendo á solas todo lo que la Real Audiencia te nia, es de mas cantidad mi plaga que ninguna otra de que V. Magd. pudiera pretender por acá y de sin comparación mayor aprouechamiento; solo satisfago desynteresadamente á lo que á V. Magd. devo y á mí conciencia y V. Magd. haga de ello y de mi lo que fuere seruido. s> (En efecto, si la Audiencia se restablecía, MORGA descendía en categoría, y por lo tanto en «aprovechamiento»; pero antes que nada estaba su conciencia, rectísima ciertamente ; y estas consideraciones del DOCTOR bastan por sí solas para acreditarle de hombre desinteresado y amante del mejor servicio de su Majestad.) «Mucho daño reciben las yslas con el ausencia de su perlado y con la de los encomendados conquistadores que se están aqui por fiados en no cuniplir lo que V. Magd. ha mandado tan justamente sobre su vuelta ó vacación de las encomiendas : de la catedral de Manila estaua acá de asiento hecho cura de Acapulco el chantre, y en este nauio viene el deán. V. Magd. prouea en ello lo que fuere seruido, pues las yslas tienen tanta necessidad de personas y de ta les y con yntencion que residiessen en ellas los premio y hizo mer ced V. Magd. »Suplico asimismo á V. Magd., ymbiando gouernador á Philipinas, se sirua de tener consideración al daño que agora se teme en ellas por auer traydo Gómez Pérez [Dasmariñas] cédula particular para nombrar en su lugar caso que faltare gouernador. Y pues V, Magd. prouee y enbia en su compañía ministro conocido y de capacidad para esto á satisfacion de V. Magd., justo parece que de esta confie V. Magd. su tierra y gouicrno y no de persona yncierta, que la experiencia muestra el riesgo que esto podría tener ; sobre que á mi partida me dio V. Magd. su yntencion de que se acudiría á esto y honrar y í'auorecer mi persona en todo acontecimiento y resolución, pues la he puesto con tan buen animo en tantos riesgos y gastos de viages de cinco mili leguas porque fue asi la voluntad de V. Magd. y me lo mando. »Tambien suplico á V. Magd. tenga memoria de que me mando tomasse residencia y visita por una especial comission que truje luego que ilegasse á las islas al licenciado Rojas y sus officiales y otros muchos ministros y que luego que llegue me abre también de ocupar en esto. Auiendo V. Magd. de ynbiar nuevo gouernador es necessario residenciar los pasados, y podría ser tubiese ynconveniente que fuese por otras manos, pues lo uno corresponde á lo otro y es de la misma calidad y lo podra criar y fenecer y enbiar junto á V. Magd. un mismo juez. »La real hacienda de V. Magd. ha tenido en aquellas yslas muy grandes gastos, y por auerse administrado hasta aqui por officiales no propietarios, que estos principalmente atendían á su conseruacion con el gusto de los gouernadores que los nombrauan, he en tendido ha tenido mucho dispendio, V. M. mandara ver si conuiniere que esto se visite y corrija y lo que acerca de ello fuere seruido. »Quedo dando priesa en el aderego de este galeón que ha llegado algo maltratado y en que se prouea lo necessario para los otros dos que se esperan por que la partida á las yslas se dilate lo menos que fuere possible, á que se acude por el Virrey con cuidado, como le tubo en el socorro que ynbio el año pasado que llegaría á tan buen tiempo y sazón; avisare antes de ella á V. Magd. lo que se ofreciere por cumplir con lo que debo y me manda, y ruego á Dios guarde la real persona de Vuestra Mageslad por muy lar gos y felices años, como sus criados y la uniucrsal C.'risüandad ha menester.—De México á quinze de Nob!eml)re de mil y quinicnlos nouenta y quatro años.—D. ANTONIO DR MORGA.S» No puede ser más interesante el documento : aquí vemos á MORGA, aun antes de embarcar para Filipinas, no sólo afanoso de servir con el mayor celo, sino impuesto, con una videncia admirable, ilel estado del país adonde iba. La tierra, en efecto, era corta, y esto explica el que algunos encomenderos, si podían lograr algún al\orro, quisiesen disfrutarlo en México, metrópoli de la Nueva lispaña y aun puede añadirse que de todas las Indias. La vida en Filipinas en aquella sazón era para los españoles muy penosa : todo había en carecido extraordinariamente ; las pagas eran mezquinas, y los re cursos para la subsistencia muy escasos : apenas se comía otra cosa que arroz, aves de corral y cerdo. Por consiguiente, no es temeri dad decir que el pasar á vivir en el Archipiélago filipino por aque lla época, constituía un verdadero sacrificio. Pero MORGA lo hacía gustoso; porque para él el mayor de los ho nores era servir á S. M. Si volvió á escribirle desde México, no se ha logrado la carta. Sólo se sabe que por virtud de una cédula de Felipe II á D. Luis de Velasco, su Virrey en Nueva España, el DOCTOR llevó á su cargo la flota en que pasó al Archipiélago, y que, por expresa voluntad de aquél, no pagó flete '^. Pero se sabe además que desde Mayo hasta Noviembre, MORGA, á requerimiento del Virrey de Nueva España, y sin retribución de ninguna clase, inter vino en dos procesos de importancia como juez, el uno contra Se bastián Vizcaíno y los sujetos que le acompañaron en cierta jornada á California, y el otro contra el capitán Sebastián Pérez del Castillo, que había usado del pecado nefando: ambas causas las instruyó el DR. MORGA, <br />
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M He aquí la cédula:—«EL REY.—Don Luis de Uelasco. mi virrey go uernador y capitán general de la Nueva España ó á la persona ó personas á cuyo cargo fuere el gouierno della: el Doctor Antonio de MORGA á quien he proueydo por theniente de mi gouernador y capitán general de las yslasPhi lipinas me ha suplicado mandare que los nauios en que hiziessc su viaje des de essa tierra á las dichas yslas íuessen á su cargo y en ellos no se le licuase flete como se haze con los soldados que se enbian á las dichas yslas; y por que tengo voluntad quel dicho doctor reciua merced, os mando que en los nauios que fueren de esa tierra á las dichas yslas le acomodeys como se hizo con el presidente y oydores de mi Audiencia real que auia alli quando pa saron á seruir en ella, y con el gouernador que vltimamente fue á las dichas yslas.—Fecha en San Lorenzo á diez y ocho de agosto de mil y quinientos y nouenta y tres años.—YO EL REY.»—Archivo de Indias: est. 105, caj. 2, leg. I I; libro 2, fol. 43 vto. <br />
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dejándolas concluidas antes de salir de México *'. Sábese también que así que llegó el San Felipe, MORGA, como Teniente general de Filipinas, no sólo corrió con el aderezo de los galeones, sino que tomó á su cargo el reclutamiento de doscientos hombres de guerra, que habían de ir á Filipinas á reforzar aquel campo ; y todo esto le dio no poco que hacer, sin proporcionarle provecho material alguno. Aderezados los galeones, MORGA, al frente de su tropa, doméstica y miliciana, se trasladó desde la ciudad de México al puerto de Acapulco, donde con el mayor orden embarcaron todos. Esta nueva peregrinación á través del continente americano debió de ser no menos penosa que la verificada desde Vera Cruz á México; y con ella AÍORGA dio por terminada la segunda parte de su viaje, con un éxodo bélico en que todos iban apercibidos á todo, y en especial nuestro DOCTOR, que sin desceñirse la toga habíase ce ñido los arreos militares. ¡No en vano ostentaba el título de Teniente de Capitán general ! <br />
La tercera y última parte del viaje, ó sea la nueva navegación, que hizo á través del Pacífico, dio comienzo el 22 de Marzo de I595> en que las naos San Felipe (capitana) y Santiago (almiranta) zarparon del puerto mencionado de Acapulco. Iba el DOCTOR más animoso que nunca, viéndose jefe supremo de la expedición, por virtud del mandamiento real de que ya se ha hablado; y el personal de las embarcaciones lo constituían, además de los doscientos hombres de guerra levantados por D. ANTONIO DE MORGA en Nueva España, con sus oficiales correspondientes, doscientos cincuenta y seis hombres de mar, cuarenta y cinco pasajeros particulares y sesenta y dos religiosos de las órdenes de San Agustín, Santo Domingo y San Ignacio. Huelga consignar que MORGA y su familia y criados viajaban en la nao capitana. De Almirante, ó Segundo jefe, en la Santiago, iba el citado Azcueta.—En lo que toca al dinero de particulares—advierte el Virrey D. Luis de Velasco á S. M. **, refiriéndose al que llevábanlas naos—«se apretó quanto fue posible para que no fuese mas de los dozientos y cinquenta mili pesos que Vuestra Magestad a permitido se lleuen, y aunque denegué las lizencias y limite otras, entendiendo que van mas de trecientos mili ducados, que aunque excede á la permisión es muy pequeña <br />
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25 Consta así en la información mandada por MORGA á S. M. con carta fechada en Manila, i." Julio 1598; documento ya citado: núm. 122 del índice 5.** <br />
26 Carta del Virrey de Nueva España, D. Luis de Velasco, dando cuenta á S. M. de la salida del DR. MORGA para Filipinas: México, 4 de Abril de 1595. Archivo de Indias: est. 58, caj. 3, leg. 12 (núm. i). <br />
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suma respecto á la que solía yi\ y de las hazicndas úc los de las yslas que tienen por cossa dura como lo es releiuTselas acá para que sus agentes se aproucchen de ellas y no con mucha seguri dad; para el primer despacho que se liizicse vo}' con yntento de que sabido lo que monta la hacienda que viene de las yslas, ratar á cade vno su partida y al respecto limitalle lo que se le ouiere de boluer á embiar, de manera que todo no exceda de los 250 U, ó hasta 300 U, como Vuestra Magestad lo ha mandado ; pero sigúese de esto un gran ynconueniente, y es que estos 300 U pesos que vendrán empleados valdrán mas de 600 U, y no boluer mas de la mitad, anlo de sentir demasiadamente los vezinos de las yslas»... En efecto; no había entonces en Filipinas otra aspiración, por parte de los principales elementos de la Colonia, que la de poseer dinero, el cual sólo podía ir de Nueva España. Y si bien se mira, todo era poco para subvenir á las muchas necesidades que la vida imponía en tan remoto confín. La navegación fué, por fortuna, feliz; no hubo que lamentar nin gún incidente grave. Y como muchos de los hombres di guerra re clutados no sabían apenas nada de esta profesión, JNÍORGA dispuso que en los días de bonanza todos ellos hicieran diferentes ejer cicios militares para que se adiestrasen en el manejo de las armas. Y así, al cabo de cerca de un trimestre de continuo navegar, llega ron las naos á Cavite, y con ellas MORGA, sano y salvo, el día 10 de Junio de aquel año, ¡á los quince meses y medio de haber salido de Cádiz! ¡Y pensar que había hecho un gran viaje!... Con todo, tuv o la pesadumbre de llegar á Manila con dos hijos menos, Pedro, el más pequeño de los que sacó de la Península, y otro que debió de nacer en Nueva España, y allí morirse, si es que no falleció en la travesía del Pacífico ^'. Todo ello sin contar con los trece mil pesos que le había costado el viaje **. <br />
Ya tenemos al D R. ANTONIO DE MORGA en Manila. Gobernaba las Islas interinament e el jove n D. Luis Pérez Dasmariñas, á quiens e present ó y present ó al propio tiemp o la Real cédula por la que su Majestad le había nombrado Asesor y Teniente general ; y el 13 de Junio se posesion ó de su importante doble cargo ^, previo juramento : vino, pues, á sus manos la vara de ¿a Justicia. Pocos días después, el DOCTOR escribía á Su Majestad :<br />
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27 En carta de 6 de Julio de 1596 (núm. 2 del APÉNDICE), se lee: .Yo quedo con tan largos viajes muy falto de salud y con no mucha esperanza de cobrarla... con hijos menos de Jos que alia truje, que se me han muerto por esos caminos».—Cuando D.* Juana de Briviesca testó en México, en 1606, declaraba que eran sus hijos legítimos: D. Antonio, D.Juan, D. Pedro, etc. El que D. Juan vaya antes que D. Pedro, nos induce á creer que Pedro murió, y volvió á poner este mismo nombre á uno de los varios hijos que en Manila tuvo. Ahora bien; como MORGA habla de hijos (sic), parece lógico que le naciera alguno en México, durante los meses que allí permaneciera. Como se verá más adelante. Doña Juana de Briviesca fué una mujer fecundísima. <br />
28 En la carta que con fecha 1.° de Julio de 1598 dirigió desde Manila el DE. MORGA á S. M., acompañando uña información de sus servicios desde que salió de España, se lee:—«llegue por Junio de 95. con los riesgos, trauajos é incomodidades que de tan largos viages se pueden entender, en que gaste mas de trece milipessos sin haver rescivido cosa alguna por vía de ayuda de costa ni salario hasta que entre cobrando el de mi officio.»—Archivo de In dias: est. 67, caj. 6, leg. 18; documento núm. 122 del índice 5.° <br />
29 Á continuación del Título de Asesor y Teniente de capitán general, figura la diligencia de asiento en la Casa de Contratación de las Indias de Se villa, el 11 de Enero de 1594; y á continuación de esta diligencia, la de la po sesión en Manila, en estos términos : «En Manilla, treze días del mes de junio de mili y quinientos y nouenta y cinco años ante don Luis Pérez Dasmariñas, Gouernador y Capitán general destas yslas Filipinas por el Rey nuestro señor y en presencia de mi el es criuano ynfrascripto. El doctor Antonio de MORGA presento esta prouision real y pidió cumplimiento della y auiendola el dicho gouernador oydo, la tomo y beso y puso sobre su cabera como carta de su Rey y señor natural á quien nuestro Señor guarde con acrecentamiento de mayores Reynos y señó nos, y en quanto á su cumplimiento esta presto de mandar lo que su Magest'ad por ella le manda, y luego el dicho Gouernador tomo é rrecibio juramento por Dios nuestro señor y por vna señal de cruz de su mano derecha del dicho doctor Antonio de MORGA que ussara bien y fielmente el cargo y officio de Teniente general y agessor del dicho Gouernador, según y como en esta prouision se declara y contiene conforme á las ordenangas y cédulas y pro uissiones que en qualquier manera toquen ó atañen al dicho su officio y cargo, y auiendolo assi jurado, el dicho Gouernador le entrego la bara de la rreal justici a para que vsse y exerga el dicho cargo, á lo qual fueron testigos el licenciado Pedro de Rojas y el escribano Esteuan de Marquina.—Luis PERBZ DASMARI55AS.—Ante mi: Gaspar de.Azeuo.ir—Archivo de Indias: 67, 6, 18. <br />
30 Sic. Equivocación de MORGA. F u é en Junio cuand o llegó, y así lo con firma en los SUCESOS (véase la pág. 35), del propi o mod o que en est a misma carta á S. M., fechada en Manila á 25 de Junio de 1595; la cuals e conserv a en el Archivo de Indias, est. 67, caj. 6, leg. 18: núm. 8 1 del índice 5.°—Por lo demás, nótese también que en tanto que en la carta dice : «A JO de este mes... tome el puerto en estas yslas», en el texto de los SUCESOS escribe que surgió en el puerto de Caí/í (Cavite) «en once de Junio». Probablemente en Manila no debió de hallarse hasta el 12, ya que la posesión la tomó el 13, como se ha visto por el documento que se transcribe en la nota precedente, que es el testimonio que MORGA dice que envía con la presente carta. <br />
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«s E Ñ O R : — A 10 de este mes de Julio(30) tome el puerto en estas yslas Philipinas con la armada de Vuestra Mageslad y socorro [de hombres, pertrechos y dinero] que para este campo ynhio el virrey Don Luis de Velasco á mi cargo, y halle la tierra en paz y mas quietada de sospechas de enemigos que hasta aqui y con muchas esperanzas de que con mediana diligencia ha de ser nuestro Señor seruído de abrir la puerta á la predicación de su euang(>lio entre los ynfieles vecinos, como se va mostrando el fruto que hazen los qua tro fray les descalgos de la borden de san Francisco (¡ue el año pa sado fueron desde aqui á Xapon. Halle gouernando esta tierra Á Don Luis Dasmariñas por la muerte de su padre, de que ya Vues tra Magestad terna larga noticia, cerca del qual [Don Luis] scruire á Vuestra Magestad en los officios que Vuestra Magestad me mando de teniente general de estas yslas con el cuydado que mis fuer gas alcanzaren hasta que Vuestra Magestad de otra cosa se sirua. Á quien suplico muy humildemente mande ynbiar íí este Reyno con la breuedad posible el gouierno que ubiere de tener y de favo recer á los que en él viuen, porque han seruido á Vuestra Mages tad con mucha fidelidad y cuidado; y si no es la tierra oprimida con cargas, se pueden esperar con la conseruacion y aumento de ella grandes medros, aun de reynos comarcanos, en seruicio de Dios y de Vuestra Magestad. <br />
»La residencia que V. Magd. me mando tomase al licenciado Pe dro de Rojas, mi antecesor, y otros ministros, la comengare luego que salgan estas naos que van á Nueva España, que por no ympe dir el despacho de ellas, ha parecido diferirla, y con los primeros nauios haré lo que acerca de ello V. Magestad manda. »Fui regebido en mi officio luego que llegue á esta Ciudad, sobre que saque el testimonio que ynbio á V. Magd. con esta; y por ser tan nuevo en él no doy quenta á V. Madg. de las particularidades de esta tierra, de que se deuiera hazer; solo me ha parecido forgoso, por lo que he uisto, hazer memoria á V. Magd. de lo que desde Mé xico escreui á V. Magd. : que la Caxa que V. Magd. tiene en estas yslas ha sido administrada con mucho daño de la hazlenda de Vues tra Magestad, y que es muy necessario que V. Magd. ynbie quien la visite y ponga las cossas en razón paral o de adelante, porque con ello terna V. Magd. con que hazer los gastos que se offrecen sin prouerlos de la Nueva España, como agora se haze, y anda t o davía todo muy atrasado. La real persona de V. M. nuestro Señor guarde... Manila, á 25 de Junio de I595-—D. ANTONIO DE MORGA.» Cuánto pesaba en el ánimo del Rey y de su Consejo lo que decía MORGA, tiénese en el hecho de que al margen de la carta que se acaba de copiar decretóse : «Que se de cédula para que el gouerna dor de las Philipinas haga tomar estas quentas y se tomen por mano del doctor Antonio de MORGA y se enuie lo que resultare á este Consejo, con relación de todo lo que huuiere hecho y parescer de lo que conuendrá se haga para que haya buena quenta de la hazienda real de aquella caxa.» Pero es más; á este respecto, si bien es cierto que para restable cer la Audiencia en Filipinas no fué poco lo que influyó la presen cia del obispo Salazar en la Corte, tenemos por seguro que acaso sin la carta que MORGA escribió á S. M. desde México (la cual deja mos transcrita), Felipe II no se habría decidido lo pronto que se decidió en este tan importante negocio, en el que salió al fin derro tado el P. Alonso Sánchez y al propio tiempo el agustino Fr. Francisco de Ortega, que vino á España á la vez que el obispo Salazar sin otro objeto que el de llevarle la contra. Ya tenemos, decíamos, al DR. MORGA en Manila. Una vez posesionado del cargo, exhibió una nueva Real cédula, por la cual pa saba á ocupar la casa —que debiera de ser buena, por ser de su Majestad— que hasta entonces había venido ocupando el Ldo. Rojas, su antecesor ' ' ; y le tenemos por lo tanto instalado con el decoro propio de su alta jerarquía. Ciertamente, si MORGA era el segundo en el escalafón, resultaba ser el primero por su autoridad personal. El Gobernador, Don Luis, á su lado resultaba muy poquita cosa: joven, inexperto, aunque honrado, valiente y lleno de buenas inten ciones, distaba mucho de reunir las prendas necesarias para regir todo un reino en cuyos elementos principales—los españoles—^^la característica de mayor resalto era la indisciplina. No pudo, pues, Don Luis Pérez Dasmariñas, desde que por capricho de su padre se vio de Gobernador, andar solo, como se suele decir, y como era de suyo piadosísimo, <br />
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31 «El REY.—Gómez Pérez de las Marinas, cauallero de la orden de San tiago, mi gouernador y capitán general de las yslas Philipinas, yo he proueido al doctor Antonio de MORGA por asesor y teniente general vuestro de essaS yslas como alia entenderéis, y porque me a suplicado mandase proueher que se le desembarace y de para su biuienda la cassa que yo tengo en la ciudad de Manilla de essas yslas en que a posado el licenciado Rojas su antecesor en el dicho cargo, y yo tengo por bien que en esto se haga con él lo que se ha hecho con el dicho antecesor y que tenga la posada según y de la manera que el ha tenido, os mando que hagáis que asi se cumpla luego que el dicho doctor MORGA llegare á seruirme en el dicho cargo todo el tiempo que le siruiere sin que en ello se le ponga estorbo alguno.—Fecha en el Pardo á diez y siete de nouiembre de mili y quinientos y nouenta y tres años.—YO EL REY,—Por mandado del Rey nuestro señor, JOAN DE IBARRA.»—Archivo de Indias: est. 105, caj, 2, leg. 11; libro 2, fol. 45 vto. <br />
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gobernaba «en todo por frailes y particularmentc por la [orden] de Sancto Domingo, que gozan de su coyuntura y acomodan con esto sus negocios y los de sus nmigoss», según escribía MORGA á S. M.(32) De aquí que el DOCTOR, con hábil diplomacia, procurase, en cuanto le fué posible, y se lo fué muy pronto, intervenir en los negocios graves de gobierno, encauzándolos mejor que el bueno de Don Luis los encauzara por sí, como se desprende de lo que dijo aquél á S. M. en la carta que le dirigió á 6 de julio del siguiente año de 1S96. (Véase el mhn. 2 del APÉNOICE)(33). Antes, á fines de 1595, le había escrito otra que no conocemos, pero es de suponer que sus principales conceptos se hallen contenidos en la mencionada de 6 de Julio del 96, en la que el DOCTOR, después de congratularse de que las cosas del Japón marcharan por buen camino en lo tocante A la predicación (aunque sin ocultar la sospecha de que el antagonismo de frailes y jesuítas lo echase todo á perder), entra de lleno á tratar de las cosas propias de la tierra, y refiere cómo murió en Míndanao el famoso Rodríguez de Figueroa; cómo su sucesor, Juan de la Jara, adoptó una actitud de incorrecta autonomía; cómo salió para Camboja el capitán Gallinato, y cómo se frustró cierta expedición á China. MORGA, con un gran sentido, desaprueba tantas jornadas al exterior, que desamparaban el campo de Manila, donde apenas había hombres de armas que pudieran defenderlo en un caso de apuro. Y pensaba en el grave pro blema que constituía aquella cada vez más numerosa inmigración sinense anual. Anualmente llegaban á Manila infinidad de sangleyes con sus productos comerciales, que vendían, y en vez de retornar todos á su país, los más se quedaban en Luzón, y cuántos no serían, <br />
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32 Véase el número 2 de los documentos que forman el APÉNDICE: carta de MORGA á S. M. fechada en Manila, 6 de Julio de 1596. <br />
33 Es digno de notarse que los historiadores de Filipinas, con rara unanimidad, hacen al DR. MORGA Gobernador inierino, siendo así que ni siquiera un día desempeñó el cargo. Desde Colín hasta Barrows, ni uno solo deja de considerar á MORGA como Capitán general en ínterin. EJ que esto escribe participó también de esa equivocación; y le ha sido preciso estudiar minuciosa y documentalmente la vida de MORGA para deshacer error tan generalizado, pero sobre todo á partir de la publicación de la Historia general del P. Concepción, el cual pone este epígrafe al capítulo i de la tercera parte de su famosa obra: ^Llegan las naos de Acapulco: viene en ellas el Doctor Don Antonio de MORGA y hócese cargo del supremo Gobierno^. Y en el texto se lee: «y dando el Gobierno por vacante, no obstante que lo poseya D. Luis [Dasmariñas] con legitimo titulo, sin contradicción se le colocó {ií MORGA] en el y fué reconocido por Governador.^—MaTavilhu, verdaderamente, las enormidades (porque esta lo es) de que está salpicada la Historia de Filipinas. <br />
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que el año de 1596 hubo una época en que los que se hallaban en Manila y sus arrabales pasaban de veinte mil. Tal abuso había venido tolerándose, porque cada chino que se quedaba de asiento representaba un provecho para alguien, en especial para los dominicos, sus mayores protectores. MORGA, ante sí y por sí, decidió poner remedio á tan peligrosa inmigración, y de lo que hizo da cuenta al Rey en estas pocas palabras : «Yo tome la mano de hecharlos de aqui y hasta agora he embarcado mas de doce mill, y deven de quedar otros tantos, y se va continuando la diligencia...» <br />
Pero nada tan notable como la pintura que el DOCTOR hace del desbarajuste administrativo que en el país imperaba. Cobraban sueldo en concepto de oficiales militares no pocos individuos que no tenían soldados á quien mandar. Y había más aún : que no pocos de los antiguos guerreros, olvidando en absoluto su verdadero oficio, se habían transformado en mercaderes. Quién más, quién menos, apenas había español que no fuera negociante. Eso de comprar á los chinos por poca cosa, mandarlo á México para que allí se vendiera á triple precio, y recibir el producto en plata acuñada, llegó á ser el ideal de todo castila que contase con unos pesos de sobra, sin descartar á los eclesiásticos, que eran los primeros mercaderes. Para remediar abusos, MORGA no vaciló en irles un tanto á la mano á los que más abusaban, sobre todo á los oficiales reales ó empleados de Hacienda, y, naturalmente, no tardó en enajenarse simpatías. Para aquella colonia de vividores, un hombre recto y con sentido jurídico era un perturbador. Así que MORGA, aun yendo contra sus propios intereses, por más que se congratulaba de saber que no tardaría en llegar el nuevo Gobernador propietario, Don Francisco Tello, á quien debía de conocer por ser éste sevillano, continuaba suspirando por el restablecimiento de la Audiencia; sin sospechar que por entonces, á mediados de 1596, hacía y a algunos meses que Felipe II había decretado el restablecimiento tan apetecido del DOCTOR. ¡Y cómo no apetecerlo, pensando honradamente, si la jurisdicción Real Se hallaba punto menos que anulada ! «La jurisdicion de vuestra Magestad —decíale MORGA al Rey en la carta que extractamos— en este Reyno, esta tan acortada con la eclesiástica, que en todas ocassiones no podemos salir con ella, y como no hay quien alce las fuergas, se padesce mucho, y nos vemos en grandes penalidades y trabajos, atados de pies y manos, porque se entrometen los eclesiásticos y religiosos en todo»... Por eso convenía que se volviera á poner Audiencia, así como convenía que viniera el Obispo cuanto antes. <br />
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El final de la carta es desconsolador; después de lamentar la pérdida de hijos muertos en el camino, y de aludir á los quebrantos que experimentaba su salud, «deseo en extremo—concluye—me haga vuestra Magestad merced, si hubiere lugar, de darme licencia para irme á España-». ¡MORGA suspiraba por volverse á «¿ rincón! ¡Qué pronto se había hastiado de vivir en Filipinas!... Á los ocho días justos (el 14 de Julio de 1596) llegó á Manila el nuevo Gobernador, D. Francisco Tello de Guzmán, sevillano, caba llero santiaguista y Tesorero que había sido de la Casa de la Con tratación de las Indias en Sevilla. Tello venía á disgusto; había pre tendido un Virreinato en América, y se encontró con que S. M. le daba únicamente el Gobierno de las Islas Filipinas. Tomó, pues, el cargo á beneficio de inventario, y no es aventurado afirmar que, viendo en MORGA un hombre pundonoroso, amante del bien común y celosísimo del cumplimiento del deber, descargase en su lugar teniente algunos de los asuntos que al Gobernador le estaban en • persona confiados. Tello por su cuenta no oculta que «comenzó á gobernar con blandura»(34) como si al decir esto reconociera im plícitamente que los primeros meses de mando se los pasó enco giéndose de hombros, aunque en lo tocante á seducir mujeres diese muestras diarias de que era activísimo y afortunado Tenorio : para él no hubo soltera, casada ni viuda que le atrajese hasta el punto de que por ella dejase de variar á cada paso, y esto, como no po día menos de suceder, quebrantó muy pronto su prestigio, con lo que el de MORGA siguió aumentando, única figura al fin que en la colonia española descollaba, no solamente por ser el único DOCTOR entre los seglares, sino por su actividad y rectitud de miras. Sin olvidar nunca sus deberes para con el Rey, teníale al tanto de todo y escribíale largo en cuantas ocasiones le era dable. En la carta del 28 de Abril de 1597(35) después de confirmar la muerte de Esteban Rodríguez de Figueroa, amplía las noticias que tenía ya dadas acerca de la jornada á Mindanao. El alocado proceder de Juan de la Jara, detenido en Manila por consejo de MORGA; el refiíerzo que, también por su consejo, se mandó á aque lla isla para reducir á los buhayenes, hechos son que refiere con su sobriedad de siempre, así como los sucesos, tan complicados y dra máticos, de las aventuras de Gallinato y consortes en los reinos de Camboja, Siam y otros de Asia. Advierte cómo se opuso á tales aventuras, <br />
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34 Carta de Tello á S. M. Manila, 29 de Abril de 1597.—(Archivo de Indias, documento tuim. 9 1 del índice 5.°) <br />
35 Véase el número 3 del APÉNDICE. <br />
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y de nuevo señala cuan peligroso era para la seguridad de Filipinas restar sus escasos elementos de defensa, precisamente para que se fuesen adonde nadie los llamaba. Todo esto contribuía á acentuar el desbarajuste administrativo, y el Gobernador, sin saberse qué hacer... se casó con su prima Tomasina Tello, sin licencia del Rey, para continuar seduciendo á todas aquellas que se le antojaban. MORG.V no acentúa ciertas quejas; pero en lo concernien te á la anarquía burocrática no palia su disgusto, insistiendo nue vamente en que la Audiencia era indispensable, porque sin ella el país 110 tema ynejoria. Los eclesiásticos y religiosos «lo toman todo», añade el DOCTOR, y esto exigía remedio urgente. Y al terminar es cribe estos sentidos renglones: <br />
«Suplico humildemente á vuestra Magcstad tenga memoria, si conviniere á vuestro Real servicio, de mandarme sacar desta tierra, por las razones que en otras he referido». <br />
MORGA se sentía descentrado: el medio social de Manila, com puesto de aventureros, mercaderes y frailes que todo lo querían para sí; donde el principio de autoridad era un mito y las órdenes del Rey papel mojado, ese medio social no era el más propio para que en él viviera de buena gana un hombre del talento y las virtudes cívicas de DON ANTONIO DE MORGA. <br />
Muy poco después, á 30 de Junio del mismo año de 1597, volvía el DOCTOR á escribir al Rey(36), carta breve, contraída principalmente á dos noticias: el martirio de seis frailes franciscanos y algunos de sus adeptos en el Japón (martirio en el cual, según el comunicante, influyó la política de los jesuítas, que querían monopolizar la conversión), y el desastre de la nao San Felipe (en la que MORGA había venido desde Acapulco á Cavite), desbalijada por los japoneses en uno de sus puertos. MORGA, naturalmente, censura con crudeza estos hechos y califica de «bárbaro» al célebre Taikosama. y casi al final de la carta, como ya había intervenido en los asuntos administrativos del país con el rigor que debe suponerse, escribe : «No me faltan émulos, porque se acude por mi parte, como soy obligado, al servicio de Vuestra Magestad: no me da esto pena, pues la verdad ha de prevalecer.» Y concluye reiterando su deseo de salir del país, pero esta vez sin las ansias de que daba señales en las anteriores; dice tan sólo: «Yo quedo aqui muy presto paraser vir á Vuestra Magestad... y si conviniere mi salida de aqui, y Vuestra Magestad se sirviese de ello, lo tendría á muy gran merced...» <br />
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36 Véase el número 4 del APÓNOICE. <br />
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Nótese que ya no suplica con encarecimiento que se le saque de Filipinas; se limita á decir que si su salida conviene á S. M., lo tendría á «gran merced». ¿Es que comenzaba á tomar la tierra? Ya se verá que no, pues que en 1598 vuelve á solicitar que se le saque, pero ascendido para México ó para el Perú. <br />
Por lo demás, y en lo que atañe á los émulos, Tello lo confirma oficialmente en carta á S. M. fechada unos días antes que la de MORGA; entre otras cosas, el Gobernador le escribía al Rey(37): <br />
«El Dr. Don Antonio de MORGA, Theniente general en este Rey no, sirve á vuestra Magestad en él con mucho quidado y deligencia; y por hacer justicia ha tenido y tiene émulos, que como por otras tengo escripto á V. M.; aunque aqui ay gente onrrada y que acuden al servicio de Vuestra Magestad, ay otros indómitos y mal intencionados que son muy perniciosos en la república y algunos de llos boy castigando y otros les boy haciendo averiguaciones de su mal vivir, y en todo se hará» [¿justicia?].<br />
¡Quién sabe! Pero hasta es muy probable que la corta prisión que sufrieron D. Luis Pérez Dasmariñas y el general D. Matías de Lan decho, decretadas por el Gobernador, la inspirase MORGA, así como el procesamiento de los mismos, por cuanto fueron ambos los en cargados de aprestar y aderezar el navio San Felipe, que á causa de ciertas averías que experimentó navegando vióse obligado á arribar al Japón, y ya queda escrito lo que le ocurriera al San Felipe, que fué desbalijado por los japoneses del millón y medio de pesos que en mercaderías llevaba á Nueva España. Ea perdida de dicho barco produjo verdadera consternación en la Colonia, cuyos ahorros consagraba al comercio. Pero nada se pudo probar en contra de los procesados, y éstos fueron absueltos y puestos en libertad. Ellos seguramente serían los primeros en lamentar lo acaecido. Por otra parte, y para que vaya obteniéndose la razón de los émulos, ya en otro lugar se ha consignado(38) que Tello, el día I° de aquel año de 1597, tuvo preso á todo el Ayuntamiento de Manila, cuyos miembros verían en MORGA al instigador, como tal vez lo vies sen asimismo los dominicos y los religiosos en general cuando Tello, para poner un correctivo á los excesos palabreros de fray Diego de Soria, decretó la prisión y destierro de este fraile. Al fin MORGA era la única representación técnica de la Justicia, y esto daba <br />
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37 Carta del Gobernador de Filipinas D. Francisco Tello á S. M.: Mani la, 15 de Junio de 1597: Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 18; documento número 97 del índice 5.° <br />
38 Véase la nota número 94 de las que siguen al APÉNDICE ; pág. 443. <br />
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motivo más que sobrado para que los díscolos y los avezados á hacer cuanto les venía en gana no le mirasen con buenos ojos. Tello y MORGA marchaban de acuerdo en muchas cosas, pero no en todas, y entre éstas merece citarse lo relativo á ciertas andanzas por el exterior, de las que el Gobernador, influido por los militares y frailes aventureros, se mostraba partidario, y así le vemos mani festar al Rey, en 30 de Abril de 1597, que si se le daban 30.OOO pesos y 500 hombres se comprometía á hacer la conquista de la Cochinchina ó de Sian:. MORGA veía con gusto, á fuer de buen ca tólico, que la F e se difundiera por el Extremo Oriente; pero no veía con agrado que teniendo dentro de casa mucho que hacer todavía, y que atender al Maluco, se distrajesen los pocos hombres útiles de guerra en expediciones de conquista sumamente inciertas. A buena verdad, no dejaba de ser un sueño que con un puñado de hombres y una base de operaciones (Manila) algo endeble, se intentara la anexión por las armas de una ó más naciones del continente asiá tico. La mejor prueba de que dentro de la propia casa aún quedaba bastante por hacer, tenérnosla en la tercera carta que aquel año de 1597 dirigió MORGA á S. M., el día 3 de Julio ^', dándole cuenta de un feliz suceso de nuestras armas en Mindanao; pero no sin deja r de notar la complicidad que con los buhayenes tenían los terrenates. MORGA creía de buena fe que, después de tal victoria, todo quedaba arreglado. Desgraciadamente, el problema de la rebeldía de Mindanao duró siglos enteros. <br />
Por entonces sabíase ya en Manila el restablecimiento de la Audiencia. Es extraño que MORGA no aluda á esto en ninguna de sus tres cartas mencionadas, únicas que, según nuestra cuenta, escribió á S. M. durante el año de 1597; y es extraño, porque ai ñn se realizaba ésta por él tan deseada mejora. Que se sabía en Manila, lo acredita un fragmento de la carta de Tello de 15 de Junio citada (núm. 97 del índice 5-°), que dice así:—«Beso los pies á vuestra Magestad por la merced que a hecho á este Reyno y á mi en particular (que sería Presidente) de que venga Audiencia. Real, aqui cossa muy necesaria para este Gobierno, y aunque hasta ahora no he visto cédula ni carta de V. M., tengo la del oydor don Antonio [de Rivera] Maldonado, que me lo escrive, y de otras personas.»— La Audiencia estaba, en efecto, restablecida desde Noviembre de 1595; y con fecha 28 del citado mes y año, el Rey había expedido la siguiente cédula : <br />
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39 Véase el número 5 del APÉNDICE. <br />
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«EL REY.—Por quanto yo he acordado y provcydo (jiio se buclba á poner audiencia en la ciudad de I\Ianiia de las ysins l'hilipinas y nombrado por oydores della álos licenciados don Antonio de Kiuera Maldonado, doctor Antonio de MORGA, licenciado Cristouai Thellez de Almagao *" y licenciado Albaro Rodrigucz (Jambrano, y podía ser que entre ellos hubiese duda y que se ofreciese diferencia sobre los lugares y Presidencia, y por que .se cscuse y cada yno sepa el que le toca, por la presente declaro : quiero y es mi voluntad que tengan y gozen de sus antigüedades en la forma que aqui ban nonbrados. Fecha en el Pardo á veinte y seys de nouiembre de mili y quinientos y nouenta y cinco años.—Yo EL RF.V» *'. <br />
Y por lo que toca al nombramiento de MORGA, la Real cédula fué extendida en estos términos *^ «DON PHELIPE, etc.—Por quanto entendiendo que ansí cumple á mi seruicio y á la execucion de mi justicia, e acordado de mandar boluer á formar y poner audiencia y chancilleria en la ciudad de Manila de la ysla de Luzon, cabeza y la mas principal de las yslas Philipinas en el archipiélago de la China, como ya otra vez la hubo, y por algunas caussas y razones que entonces se consideraron la mande quitar; y acatando á lo que vos el dotor Antonio de MORGA theniente general de las dichas yslas, me abeys seruido, y á vues tra suficiencia y buenas letKis, y esperando que la continuareys, e tenido por bien de elegiros, como por la presente os elijo y nom bro por vno de los oydores de la dicha audiencia, y quiero que como tal por el tiempo que mi voluntad fuere esteys y rresidays en ella con mi Presidente y los demás oydores, y vseys el dicho cargo en los cassos y cossas á él anexos y concernientes, según y de la manera que lo vsan y deuen vsar los otros mis oydores de mis audiencias y chancillerias destos Reynos 3^ de las Indias, guar dando-las ordenanzas que para la dicha audiencia he mandado ha zer, y por esta mi carta mando á los dichos mi Presidente y demás oydores de la dicha audiencia que luego como se la mostraredes tomen y resciuan de vos el dicho doctor Antonio de MORGA el jura mento y con la solemnidad que en tal caso se acostumbra y debeys hazer, y hauiendole hecho os ayan y rescivan y tengan por tal mi oydor... Dada en el Pardo á 26 de nouiembre de 1595.—Yo EL REY.» <br />
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40 En las historias de Filipinas se le llama Téllez de Almansa; en los mu chos documentos oficiales que hemos registrado, en todos ellos (menos uno) este oidor se llama de apellido Téllez de Almazdn, y no de Almansa. <br />
41 Archivo de Indias: est. 105, caj. 2, leg. 11; lib. 2, fol. 107. <br />
42 Archivo de Indias: est. 105, caj. 2, leg. 11; lib. 2, fol. 103. <br />
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Como no tardaremos en ver, á MORGA le contrarió sobremanera el que se le designase el segundo en antigüedad, en vez del pri mero, que era la categoría que él creía que le correspondía en rigor. Por Abril del año siguiente de 1598, esto es, poco antes de que á Manila llegasen las provisiones reales relativas al negocio de la Audiencia, MORGA solicitó, y obtuvo, hacer una información sobre los servicios que llevaba prestados desde que salió de España. Fili pinas se le venía encima; considerábase postergado, y ansiaba á toda costa mejorar de posición; bien es cierto que tal ansia justifi cábala su situación económica, agravada por las obligaciones de familia. Aquella D.'' Juana de Briviesca Muñatones era áe. una fecun didad de coneja: tras de un chico, otro, y luego otro; uno por año. Á mediados de IS95 llegó con tres á Manila, y á mediados de 1598 ya tenía la buena señora seis, amén de los dos que había dejado en •el viaje, y otros dos en España... y los que, sin duda, se le habían muerto en la Península, Del estado de ánimo de MORGA, de sus apuros y de sus anhelos, dábale al Rey una idea en la breve carta que á I.° de Julio de 1598 le escribió, al tiempo que le remitía la información aludida'*'. Después de recordarle la fecha en que salió •de Cádiz y la estada que tuvo que hacer en México, donde prestó algunos servicios á requerimiento del Virrey, MORGA escribe : <br />
«Llegue [á Filipinas] por Junio de 95 con los riesgos, trabajos é incomodidades que de tan largos viages se pueden entender, en que ^aste mas de trece mili pessos sin haver rescivido cosa alguna por via de ayuda de costa ni salario hasta que entre cobrando el de mi -officio, en el qual después acá he procedido con la limpieza, qui•dado y rectitud que e podido, deseando lo que mis fuergas an alean gado el servicio de vuestra Magestad; hallóme tan pobre que no tengo genero de caudal ni hazíenda con que remediar seis hijos que aqui tengo sin otros dos que deje quando vine en esos reynos [de España], y el salario que V. M. me da con la plaza de Oydor de -esta Audiencia de dos mili pessos de minas por año, no es bastante para sustentarse en esta Ciudad, según el estado y precio que las cosas hoy dia en ella tienen, quanto mas para poder ahorrar de él alguna parte, siquiera para el gasto del camino quando vuestra Magestad se sirviere de mandarme salir destas yslas, como todo constara en la ynformacion sobre ello hecha ante el Governador de estas yslas que envió á vuestra Magestad.»—Y remacha el clavo con esta añadidura: <br />
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43 Carta é información hállanse en el Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 18; documento núm. 122 del índice 5.° <br />
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«Á vuestra Magestad suplico muy humildemente sea servido (ie hacerme merced de mandar promover mi persona d ¿a Real AucUmcia de México, en la Nticva España, o d la de los Reya, en el Firu, donde serviré á vuesta Magestad con el animo que siempre y con alguna mas comodidad de mi casa y hijos y del remedio dellos, que aqui no pueden tener alguno por la cortedad de la tierra, y que en el entretanto se me acrescente el dicho salario ó se me haga algún buen socorro por via de alivio de costa, pues no tengo otro remedio ni amparo que el de vuestra Magestad, y le espero cumplida merced, como de mi Rey y señor que porná los ojos piadosamente en esta causa de un mínimo y humilde criado que esta sirviendo á V. Magestad cinco mili leguas de vuestra Real persona.» Para colmo de males, aquel mismo año de 1598 murió Felipe II, el cual, seguramente, por lo mismo que conocía á MORGA, no hu biera tardado en recompensarle. ¡Bien lo merecía el ilustre DOCTOR ! <br />
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Porque los servicios desde su salida<br />
los siguientes puntos<br />
despaho de toda el Armada y se hizo á la bela con ella y con muchos pasageros y religiosos en dos galeones, San Phelipe y Sanctiago, en el puerto de Acapulco á veynte y dos de margo de nouenta y cin co, y á once de junio del mismo año metió el armada y gente en el puerto de Cavite destas yslas en salvamento y buen viage»... 5.° Si saben que desde la salida de Cádiz hasta la llegada á Filipinas, el DOCTOR no recibió salario ni ayuda... y si «saven y vie ron los testigos que se gasto de su patrimonio y hazienda doce mil pessos, antes mas que menos, hasta entrar en estas yslas y no fue gasto excesivo para los muchos gastos, rodeos y ocupaciones que tuvo hasta llegar á ellas». <br />
6.° Si saben... «que después que entró en estas yslas ha usado su officio y lo exerge rectamente, y como buen juez y como es obli gado... procurando se excussen delitos, y que se castigue los que a ávido á satisffacion destas yslas, y sin nota y escándalo que le aya ávido ni aya en ellas de su vida y costumbres y proceder». <br />
7-° Si saben... «que en los negocios de govierno y guerra que se an ofrecido en estas ylsas... siempre a acgedido á todo lo de sus offigios, advirtiendo y procurando... el buen acertamiento de las cossas, y a tratado dellas con todo quidado y buen celo... sin remuneración alguna, como buen soldado y regente ministro de la guerra, con entera satisfagion desta república». <br />
8.° Si saben... «que por los dichos officios de justicia y govierno y guerra que exerce... lleva y tira dos mili pessos de oro de minas [2000 ducados] de salario en cada un año, los cuales llevava el licenciado Pedro de Rojas..., en solos los casos de justicia, sin que tenga otro salario, ayuda de costa ni aprovechamiento alguno, ni haya tenido ni tenga el dicho doctor MORGA en estas yslas ningunas grangerias, contrataciones ni inteligencias con que se entretener mas que el dicho su salario». <br />
9.° Si saben... que teniendo en cuenta la calidad de la persona de MORGA, SU mucha familia y el alto precio que han alcanzado los víveres, el salario de 2.000 pesos es muy moderado... «lo qual es causa de que el dicho Doctor MORGA este, como publico esta, muy pobre y necesitado». <br />
10. «Ytem. De publica voz y fama, Doctor Antonio de MORGA.» Tales fueron los puntos de la información; veamos ahora quiénes fueron los testigos, todos ellos de calidad, ciertamente. <br />
<br />
I. Bartolomé Rodríguez, residente en Manila, de 30 años; vino de España al servicio personal de MORGA, á quien conocía de tiempo atrás.—2. Domingo de Zaraspe, escribano de Hacienda por S. M. en Filipinas, de 36 aíios; desde Madrid hizo el viaje en compañía de MORGA.—3. Pedro de Solís, alférez, residente en Manila, de 28 años; vino desde Castilla con el DR. MORGA.—4. Francisco Mercado de Andrade, capitán de infantería, antiguo vecino de Manila, de 4 6 años.—5. Diego Muñoz, vecino de Manila, de más de 40 años; había pasado al país con D. Gonzalo Ronquillo, y desempeñado el cargo de Defensor.—6. Juan Ruiz de Oialde, de 25 años, estante en Manila desde la llegada del DR. MORGA, con quien vino desde Nueva España, donde le conoció.—7. Juan de Bustamante, capitán y alguacil mayor de Manila, de 50 años; antiguo residente en el país.—8. Tomé de la Isla Farfán, capitán y alcalde ordinario de Manila, de donde era antiguo vecino, de 46 años.—9. Melchor de Baeza, antiguo vecino de Manila, de 48 años.—lo. Juan Juárez de Gallinato, capitán y sargento mayor del Real campo de Manila, con años de país y más de 40 de edad. (Uno de los militares más bizarros y osados de que dan noticias las historias.)—II. Diego del Cas tillo, capitán y vecino de Manila, de 45 años; llevaba no pocos en el país.—12. Cristóbal de Azcueta, capitán, que fué á Nueva Espa ña de general de la armada que de retorno á Manila llevó á su cargo el DR. MORGA, yendo entonces Azcueta de segundo 6 almirante; de 40 años de edad y algunos en Filipinas.—13. Juan Páez de So tomayor, residente eñ Manila, adonde llegó poco antes que el DOC TOR; de 28 años.—14. Antonio de Cañedo, capitán y antiguo vecino de Manila; de más de 40 años. <br />
Todos catorce respondieron en los términos más favorables para MORGA. Pero no basta que así se diga; bien será trasuntar algunos fragmentos de lo que dijeron, entre otras razones, porque no deja de haber datos curiosos. <br />
I. Por lo que toca á la primera pregunta, los que no conocían á MORGA desde antes que embarcara para Filipinas, conocíanle de Manila. ^Cómo no, si todos los declarantes vivían de asiento en dicha ciudad, y en ésta era MORGA la persona de mayor relieve después •del Gobernador.? <br />
II. Por lo que toca á la segunda, son testigos de calidad los que le acompañaron desde España y los que en México le conocieron. Descartado Bartolomé Rodríguez, que por haber ido al servicio del DOCTOR nada podía decir que no fuese favorable, óigase á otros : Domingo de Zaraspe dice que llegado MORGA á Santa Marta, «ally le fue forgoso buscar y fletar navio para San Jhoan de Olua, donde este testigo save que gasto mucha suma de dineros, asi en pagar los fletes del galeón en que vino hasta Santa Marta, como en el otro que fletó»... todo lo cual lo sabe el testigo «por haber venido en su compañía desde la villa de Madrid». Y en términos análogos se ex presó Pedro Solís, que desde Castilla hasta Filipinas estuvo siempre al lado del DR. ANTONIO DE MORGA. <br />
III. Por lo que toca á la tercera, el escribano Domingo de Za raspe asegura que MORGA, por comisión especial del Virrey de Nueva España, entendió en México en varias causas, entre ellas las instruidas contra Sebastián Vizcaíno y consortes y contra el capi tán Sebastián Pérez del Castillo; y «trabajo con mucho cuidado, solicitud y rectitud ; de manera que feneció las dichas causas», sin recibir remuneración de ninguna clase; y el testigo lo sabe «por haver sido su Escribano en parte de las causas». Pedro de Solís, que «todos los dias acudia [en México], como alférez que era de una compañía d*; las que se leuantavan para estas yslas, á casa del doctor», confirma que éste no recibió recompensa por sus trabajos. <br />
IV. Por lo que toca á la cuarta, el citado escribano dijo que «sabe y vido como en la ciudad de México, por el mes de noviembre... de noventa y quatro se empezó á levantar la gente de gue rra de la armada que el Virrey don Luis de Velasco despacho de socorro para estas yslas, y vido como el dicho Doctor Antonio de MORGA usso el officio de Capitán general de dicha armada por su Magestad desde el día que se enarbolaron vanderas y assistio y se ocupo en el despacho della, levanto la infantería y la tuvo á su cargo, corrigiéndola y castigándola sus delitos, y vino en persona desde dicha ciudad de México hasta el puerto de Acapulco con la dicha infantería, teniendo cuidado y vigilancia para que no hiziesen los soldados ausencia, ni á los naturales y españoles agravios y vejaciones, y los trujo con buen govierno y disciplina como cuidadoso General, acudiendo á las necesidades de los que las tenian y remediándolas; y en el dicho puerto se hizo á la vela con la dicha gente y muchos pasageros... En la navegación hizo que se instruyesen y habilitasen la gente de guerra, para que estuviesen aviles en las armas y milicia quando llegasen á estas yslas».,. Por el estilo, expresáronse el alférez Solís y el capitán Azcueta. Éste explica la razón de que su reuniera la tropa consabida, diciendo : que habiendo él llegado de Filipinas á Nueva España, en 1594, por general de las naos, «acudió luego á pedir en nombre desta Ciudad [de Manila] y con poder que de ella llevaba la socorriese dé gente de guerra y pertrechos de guerra contra el enemigo xapon», de lo que provino la orden del Virrey para levantar fuerzas, y que MORGA corriese, como corrió, con todo este negocio desinteresadamente. <br />
V. Por lo que toca á la quinta, la declaración más interesante es la de Diego Muñoz, el cual, al tratar de los gastos del viaje de España á Filipinas, asegura que «son de mucha costa, por valer las cosas á muy excesivos precios, y no se hallan; y un hombre solo gasta mucha cantidad de pessos de oro en el dicho viage, porque vale una gallina dos ducados y todo lo demás á este tono, y las embarcaciones con muy excesivos fletes; y trayendo como truxo el Doctor su casa, muger é hijos por las dichas partes y lugares, sin duda ninguna gastaría mucho mas de lo que la pregunta refiere». <br />
VI. Por lo que toca á la sexta, las declaraciones son á cuál m^s interesantes. El ya nombrado Diego Muñoz, viejo en el país, que por su posición independiente no estaba muy obligado, dice de MORGA que «a ussado y ejercitado el dicho su officio como muy buen juez, con mucha rectitud y experiencia y cristiandad, como debe y es obligado, haziendo justicia á las partes con mucha asistencia y hordinarias audiencias, y tan cuotidiano trabaxo, que otro ninguno antes del lo ha tenido, tratando á todos los negociantes con mucha afabilidad y suavidad, sin les hazer agravio ni injusticia, ni tener odios, rencores ni parcialidades, ni admitir ruegos, dadivas ni cohechos, ni amistades para dejar de hazer justicia á las partes ; viviendo en todo limpia y honestamente, sin hacer injuria á nadie, procu rando con todo quidado evitar los escándalos y delitos y el castigo de los que an sucedido con mucha satisfacion de la tierra, sin aver dado de su parte en ella ninguna nota ni escándalo, antes toda ella esta satisfecha de su buen proceder y costumbres, y del gelo bueno que en todas las cossas tiene; y esto es tan publico, que nadie pue de ignorarlo»... Abundando en las mismas ideas, el capitán Gallinato hace esta observación : «tiene este testigo por espiriencia visto que al que es mas su amigo [de MORGA], quando ante 61 se trata pleyto, lo juzga con mucho rigor y rectitud, quitando toda sospecha que pueda aver de lo contrario.» El capitán Azcueta añade : «a procedido en los tales negocios con toda rectitud y prudencia, ha ciéndoles justicia [á las partes], sin moverse á hacerles pesadumbre, pudiendo hacérsela como Theniente general sin que nadie le fuese á la mano, por lo qual esta en muy buena reputación, y a convencido á los que le deseaban mal, dándoles á entender su buen pecho y cristiandad; y este testigo es uno de ellos con quien esto a sucedido; y save y a visto que es tan rrecatado en el llevar cohe chos, ni presentes ni dadivas, que nunca las a llevado á nadie, por que este testigo le hizo en México algunos presentes, y no los quiso recibir en manera alguna, aunque ally pudiera recibillos.» <br />
VIL Por lo que toca á la séptima, óigase á los hombres de ar mas; ni uno solo deja de expresarse con el mayor entusiasmo. El bravo Gallinato dice al respecto «que siempre a acudido el dicho Doctor MORGA á los negocios de govierno y guerra que le an tocado con mucho quidado y diligencia y buen gelo del servicio de Dios y de su Magestad y bien de la tierra, sin moverle otros res petos ni yntereses particulares, y con este testigo, como capitán de de ynfanteria y sargento mayor deste Real campo, en publico y en secreto ha tratado y conferido muchas cossas ymportantes y convenientes al bien y conservación destas yslas, y lo mesmo le a visto tratar é proponer ante el Governador destas yslas, ansi en los consejos de guerra como en otras ocasiones que se an ofrecido; y que quando las a ofrecido de revatos y armas, listas y reseñas y alardes, que es muy ordinario, le a visto acudir á ellas con mucha presteza y diligencia, con las armas á cuestas, mostrando con todo aver sido y ser muy quidadoso soldado y diligente ministro de la guerra, de que toda la república a tenido y tiene entera satisfagion». El capitán Azcueta, observa que cuando MORGA llegó á Manila estaba la tierra «con mucha necesidad de una persona tal como la del dicho Doctor MORGA para el buen acertamiento de las cossas, y á falta dellas se pudieron perder muchas de ymportancia, y con su llegada se concertaron y asentaron todas». El capitán Francisco Mercado de Andrade, antiguo en el país, declara á su vez que «en los consejos de guerra que se an hecho, en que este testigo se a hallado como capitán de ynfanteria, le ha visto [á MORGA] hagér proposiciones muy buenas y acertadas, á satisfacion de todos, sin tener en ellas ynteres ni respeto alguno mas del bien y aumento de la tierra, y cuando se han offrecido armas y rrebatos... le a visto este testigo acudir el primero de todos... con sus armas á cuestas». El capitán y alguacil mayor Juan de Bustamante confiesa que «fue muy acertada la provisión que el Rey nuestro señor hizo en la per sona del dicho Doctor para las cossas de govierno y guerra de estas yslas, porque al tiempo que llegó á estas yslas estaba governando Don Luis Pérez Dasmariñas, que por ser mogo pudiera errar en muchas cossas ymportantes de las que se oífrecieren, y, con la compañía y assistencia del dicho Doctor MORGA, se acertaron y compusieron muy bien y á mucha satisfacion de todos, acudiendo el susodicho personalmente á todas ellas con mucho quidado y dili gencia y buen zelo del servicio»... <br />
VIH. Por lo que toca á la octava, todos reconocen que el suel do de dos mil ducados es insuficiente, dando á entender de paso que no es equitativo. Ese mismo sueldo, en efecto, ganaba el licenciado Rojas, que sólo entendía en las cosas de justicia: siendo así que MORGA tenía doble cargo, por cuanto entendía en las de guerra además, parecía lógico que se le aumentase la i)aga, mayormente teniendo en consideración su numerosa familia, los grandes gastos que había hecho y lo muy caro que estaba ya todo. <br />
IX. Por lo que toca á la novena, relacionada cotí la anterior, los declarantes no ocultan que MORGA es hombre modesto, sin vicios, trabajador y virtuoso; no obstante lo cual, no puede vivir, dadas sus grandes necesidades y la calidad de su persona, con el menguado salario de dos mil pesos de minas. El antiguo vecino Diego MuiTioz afirma que MORGA «esta el dia de hoy muy pobre y necesitado, aunque es en sus gastos muy moderado y templado y no es jugador ni desperdiciado, ni lo puede ser con las muchas ocupaciones que con su officio tiene, que no le dan lugar en todo el dia tener una ora desocupada para ello, según los muchos negocios y caussas que aquí ocurren».<br />
X. Y por lo que toca á la décima, es confirmación de todo lo declarado en las nueve antecedentes. <br />
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Pero MORGA no se contentaba con servir al Rey y al país en los términos que tan detalladamente quedan expuestos ; aunque con enorme trabajo sobre sí, todavía hallaba tiempo para estudiar á lo hondo las cosas de la tierra, sus necesidades y medios de remediar las, de lo que dio señal en la Relación que, fechada en Manila á 8 de Junio de aquel año de 1598, envió á Su Majestad**; trabajo con cienzudo, sin rival en la documentación oficial de aquellos tiempos. Se diría que esos l6 o capítulos son l6 o versículos de obra sagrada : no puede pedirse una concisión mayor. Esos l6 o capítulos van re partidos bajo los epígrafes: [i] Doctrina, y los que la administran d losyndios.— [a] Jueces eclesiásticos y perlados.— [m] Goviemo secu lar.—[iv] Lo qtie toca á la guerra.— [v] Lo que es la justicia.— [VI] Encomenderos. — [vii] Hacienda Real. —\ym\ La navegación de España,—No se sabe qué parte de estas es la mejor; porque en to das MORGA pone á contribución las dotes de su nada común talento y de su nada vulgar cultura, sin contar la voluntad, que se ve constantemente á la devoción del Rey y de los naturales del país. ¡Lás tima que Felipe II no hubiera podido leer esta admirable Relación de MORGA ! Probablemente habría hecho todo lo posible por acudir á remediar tantos males, á lo que no acertó siempre su hijo Felípe III, <br />
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44 Véase el número 6 del APÉNDICE. <br />
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el cual miró por lo común lo de Filipinas con cierto desvío, y aun en ocasiones con repulsión. Mas viniendo al escrito de MORGA, de análisis de los problemas del país, así en lo religioso como en lo económico, lo militar, lo so cial, etc., ¿qué decir de lo que escribe de los misioneros? Jugadores, negociantes, deshonestos, inhumanos... La pintura es de tanto ma yor valor, cuanto que el que la hace, sobre ser un hombre de sin gulares prendas morales, era la primera capacidad del país, y sin disputa el de ilustración más variada. Ahí se ve, leyendo esta Memoria (que diríamos hoy) de MORGA, cómo las corporaciones religiosas habían desnaturalizado su misión sacrosanta, cosa que después de todo no constituye una novedad para el historiógrafo, por que está plenamente confirmada aun en papeles escritos por hombres que vestían hábitos. Los agustinos, sobre todo, habían llegado á un grado de desmoralización verdaderamente triste, sin que esto sea decir que entre ellos, como en las demás corporaciones, no hubiera sujetos virtuosos : ahí está fray Alonso de Vico, con su carta al obispo Benavides, dándole cuenta de lo relajada que está la Orden de San Agustín ''^, es decir, ¡su propia orden ! Todo este trabajo de MORGA resulta abrumador para la gestión de Tello y la de Don Luis Pérez Dasmariñas, durante cuyo mando, por haberse entregado en absoluto á los frailes, decayó considerablemente la Administración pública filipina. Es dicha Memoria, repetimos, un documento de excepcional importancia, pero sobre todo porque da una idea muy cabal del desbarajuste á la sazón imperante. Preciso es reconocer que debieron los españoles caerles en gracia á los filipinos, porque, á la verdad, de otro modo no se explica cómo ellos no intentaron una nueva sublevación. Y nótese, finalmente, cuánto se interesa por los naturales del país el DR. ANTONIO DE MORGA, no sólo á impulsos de su rectitud de conciencia, sino por interpretar con fidelidad los deseos del Monarca. <br />
Sobre la alocada conducta de D. Juan Ronquillo en Mindanao, que desamparando la isla cuando tan bien marchaban las cosas causó con ello un daño incalculable, tanto á la dominación española como á la tranquilidad de los filipinos, pues que á partir de entonces, crecidos los moros., reanudaron sus antiguas piraterías por las costas de Luzón y de Bisayas, MORGA escribió una muy razonable<br />
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45 Archivo de Indias: documento núm. 3 del índice 6.°; corre unido á la carta que con fecha 26 de Junio de 1598 escribió Benavides á S. M.; y ambas se hallan en el estante 68, cajón i.°, legajo 34 de dicho Archivo.—La carta del P. Vico queda reproducida en las NOTAS; págs. 436-437. <br />
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carta á S. M., á l° de Julio de 1598(46) que dice bien claramente cómo aquel capitán faltó á sus deberes. Y otra carta más aún, sobre el mismo sujeto, á 3 1 del mismo mes *\ por la que se ve que Ronquillo había venido cobrando un sueldo al que en justi cia no tenía el menor derecho. MORGA era inexorable ; no le arre draba crearse enemigos, y no fueron pocos los que se creó al fin, precisamente por cumplir estrictamente con su deber. Casi casi puede decirse que por entonces era el único elemento calificado de la Colonia que atendía con todo género de escrúpulos al servicio de su Majestad. Ronquillo, en libertad á pesar de su fuga de Minda nao, sobre que seguía cobrando el sueldo de General de unas gale ras que no existían, cobró, á despecho, de MORGA, el de Alguacil mayor de la Audiencia, recién restablecida, y de la que MORGA vino á ser el oidor más antiguo por no haber llegado aún al país el licen ciado Antonio de Rivera Maldonado, que poco más tarde le des hancó y proporcionó algunas desazones. Y para aumento de males, MORGA no tardó en crearse un nuevo enemigo de consideración : el factor Francisco de las Misas. Pero, iqué remedio!, MORGA se había quejado al Rey del desbarajuste burocrático, y nada más natural que diera cumplimiento á la Real cédula por la cual se le comisionaba para visitar,al mencionado factor *^; después de todo, este nuevo enemigo, aunque por tabla, se lo había proporcionado á sí mismo el propio MORGA. <br />
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El 8 de Junio de aquel año de 1598 quedó fundada la nueva Audiencia, tan deseada por MORGA. Quedó constituida así: Presidente, D. Francisco Tello, Gobernador de las Islas; Oidores : el DOCTOR A N TONIO DE MORGA y los licenciados Cristóbal Téllez de Almazán y Alvaro Rodríguez Zambrano, y Fiscal, el licenciado Jerónimo de Salazar. El cuarto oidor, licenciado Antonio de Rivera Maldonado, á quien el Rey había designado como el más antiguo, no vino con sus compañeros, llegados todos al país en Mayo anterior, y, por consiguiente, MORGA quedó posesionado como el más antiguo de entre los de su clase. Con el restablecimiento de la Audiencia des apareció el cargo de Teniente general. MORGA, que hasta entonces había mantenido un diplomático ten con ten con el Gobernador, temió un rompimiento con éste así que la Chancillería comenzó á funcionar, no obstante que él ponía de su parte lo posible para «no venir en rompimiento»; pero es que Tello, tan desaprensivo como autoritario y caprichoso, no parece sino que desde los primeros días buscó el choque con los oidores. Por de pronto, al Fiscal le puso un billete desabrido diciéndole que había ordenado que no se diese ningún papel de gobierno sin mandato expreso del Goberna dor, y advirtiéndole de paso que «aunque tiene trazas de muy blando, no lo es» *', con otras genialidades parecidas, aunque ningu na mayor que la que cometía presentándose medio desnudo en estrados, de lo que la Audiencia no tardó en quejarse á su Majesta d '°. MORGA previo que las cosas no podían ir por buen ca mino, y así se lo expresaba al Virrey de Nueva España en carta fechada á I." de Julio de dicho año, diciéndole : <br />
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46 Véase el número 7 del APÉNDICE. <br />
47 Véase el número 8 de l APÉNDICE. <br />
48 «El Rey.—Dr. Antonio de MORGA, mi oydor de mi Audiencia Real de las Yslas Philipinas, he sido informado, que Frascisco de las Missas, factor de mi Real hacienda de essas Yslas, no procede con la satisfacion que es obligado en el vso y exercicio de su oñicio, de que resultan á mi hazienda los fraudes y daños contenidos en la relación que se os embiara con esta; y por que conuiene á mi seruicio que se entienda si es verdad lo que en ella se re fiere ó lo que a passado y passa cerca dello, y que se castiguen semejantes desordenes para que cesen y se escusen adelante, os mando que luego que resciuais esta mi cédula visitéis al dicho Francisco de las Misas, haziendo todas las aueriguaciones y diligencias nescesarias cerca de 1" suso dicho con la destreza y cuydado que conuiene para entender y aueriguar la uerdad; y hauiendole hecho los cargos que resultaren dellas y resciuido sus descargos y prouydo lo que conuiniere para restitución de mi hazienda, y que sea enterada de lo que della se ouiere vsupado y tomada para cosas que no sean de íni seruicio y dado la orden que mas conuenga para que se guarde precisamente la que por mi esta dada para el buen recaudo della, procederéis con tra el dicho Francisco de las Missas conforme á justicia, llebando las sentencias que dieredes y pronunciaredes á pura y deuida execucion en quanto a lugar de derecho, otorgando las apelaciones que de ellas se interpusieren para mi Consejo Real dé las Indias y no para otro tribunal ni juez alguno; y mando á cualesquier persona á quien para la aberiguacion de lo susso dicho Uamaredes, que parezcan ante vos y digan y declaren lo que supieren en lo que les preguntaredes, so las penas que de mi parte les pusieredes, que para todo lo suso dicho y cada cossa y parte de ello por la presente, os doy y concedo tan bastante y cumplido poder y comisión como se requiere con sus incidencias y dependencias.—Fecho en San Lorenzo á trece de Junio de mili y quinientos y nouenta y siete años.—YO EL REY.»—Archivo de Indias: est. 105, caj. 2, leg. i; lib. i, fol. 7. <br />
49 Archivo de Indias : doc. núm. 127 del índice 5.°: 67, 6, 18. <br />
50 El 15 de Julio de 1598.—Véase el documento núm. 126 del índice S."» del Archivo de Indias : 67, 6, 18. <br />
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«... y porque la tierra estaba tan fatigada con muchos trabajos, que tenia harta necessidad de remedio tan eficaz como el de la Audiencia, comenzasse á trabajar por lo mas necessario, aunque se an de ofrescer muchas dificultades con el Presidente, que es amigo de su voluntad j> gustos, y en todos los que tiene no está tan compuesto ni ajustado como seria razón y a menester tierra tan nueva. Ya dije á V. S." el año passado lo que se me ofrescia sobre este punto, que lo mismo corre agora, y solo se confia en el remedio que Dios a de ynbiar. Y o he trabajado hasta aqui mas de lo que mis fuergas pro metían para cumplir con mi obligación y no venir en rompimiento con el Gobernador', no se, como e dicho, si toda la Audiencia podrá continuar esto, que aunque se procure mucho por nuestra parte, entendemos a de ser imposible. V. S." por amor de Dios de quenta á su Magestad desta verdad, pues es tan de su servizio» ''. Esto, como se ve, á los veintidós días de fundada la Audiencia. Pocos después, el 15, MORGA volvía á escribir al mismo Virrey : «Las cossas destas yslas están en el estado que en las passadas se dio quenta á V. S.*; trabajos no faltan ni faltaran durando la ocas sion de ellos, que es la misma que hasta aqui, en que no hay me jor a ni enmienda, sino mayor soltura y ynconsideracion, hasta que Dios lo remedie» '*. Pero no fué lo peor que Tello pusiera de su parte lo posible para vivir ladeado con la Audiencia : chocó con el arzobispo Santibáñez, inmediatamente de llegar éste al país (al tiempo que los oidores, en Mayo de 1598), en tales términos, que bien considerado constituyó un bien para el sosiego de la Colonia el que el Arzobispo muriese tan pronto como murió (en Agosto del año de su llegada); porque de haber vivido el Prelado, la guerra ya declarada entrambas auto ridades habría producido el más formidable escándalo. La causa de esta guerra no deja de ser curiosa; véase cómo el propio Arzobispo la refiere, en carta de 26 de Junio de 1598, dirigida al Rey " : «Yo truxe (escribe) conmigo de España un hijo de un sobrino mió, mogo de grande virtud y bondad, sin genero de vicio; y de seando que tomase compañía que fuese de su semejante en lo que es bondad, viniendo en el navio puse los ojos en una hija del Ldo. Tellez de Almanga (sic), oydor que venia para esta R. Audiencia de y. Md., que es muger de mucha honra y bondad, y aviendome parecido que aquello era lo que al mogo convenia mas que otra h^mosur a ni hazienda, descubrí mi deseo á un doctor Theologo <br />
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51 Archivo de Indias: est. 141, caj. i, leg. i. <br />
52 Archivo de Iridias : est. 141, caj. i, leg. i. <br />
53 Carta de Fr. Ignacio de Santibáñez, Arzobispo de Manila, á S. M.: Archivo de Indias: documento núra. 25 del índice 2.°: 68, t, 32. <br />
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que venia en el navio y en compañía del dicho oydór, para que supiese si sus padres gustarían de lo que yo pretendía, y como me dixo gustavan dello, pero que el padre reparava en que no tenia licencia de V. Md. para casar sus hijas, me pareció que como ella se casase sin sabiduria de su padre, quedaría libre de la pena de la ley; escriví á la dicha dongella un billete en que pretendía saber su vo luntad sin auer en él cosa que pudiesse ofender á nadie, dándole quenta de las buenas prendas y qualidades del mogo... Me respondió por escrito que ella estímaua la elección que hazia de su persona, pero que se tratase con su padre; yo le respondí con segundo billete que le agradecía la buena voluntad y que lo trataría.» El Arzobispo conferenció con el padre, y éste dijo que sin licencia del Rey no se atrevía á casar á sus hijas '*. Pero aquél no !e habló una palabra de los billetes, de los cuales supo luego Téllez por su hija. Enterado del negocio el Gobernador, tan pronto como los oidores y el Arzobispo llegaron á Manila, reputando incorrecto el proceder del Prelado, citó á una Junta á los superiores de las corporaciones religiosas, la cual se celebró en el convento de Jesús del Monte, y en ella el Gobernador, sobre pronunciarse contra el Arzobispo casamentero (casamentero, conste, burlando lo que sobre matrimonios de personas calificadas tenía prescrito S. M.), no ocultó que él por su parte escribiría al Rey, dándole cuenta de todo. Los religiosos convocados pusiéronse, naturalmente, de parte del Arzobispo. Y éste, sabedor de la actitud de Tello, ardiendo en ira, dio en desatarse contra el Gobernador en los términos más crudos. «V. Md. (le dice al Rey) no ande inquiriendo en singular vicios de D. Francisco Tello, sino imagínese V. Md. todos los vicios puestos en el ultimo grado que quisiere, y con un letrero que diga : TELLO; que este es su Gobernador de V. Md. en las Philipínas». El Arzobispo concluye : «6¿ á V. Md. conviene que Tello continué, quíteseme d mi». Y esto era nada en relación con lo que en otra carta de dos días antes había dicho el Prelado á S. M.; las mayores injurias contra el Gobernador, acusándole de que «era fama publica que no se le avia escapado muger honrrada» ; le llama «elíogavalo», «tirano», y cien cosas más, y por vía de apotegma escribía: «y esto que digo es cifra para lo que callo». ¿Pero es que cabía decir más.'... <br />
La muerte de Santibáñez puso sordina al antagonismo que á partir de entonces se estableció entre los poderes eclesiástico y civil; <br />
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54 Sia duda pensando en la conveniencia de esta boda, el Ldo. Téllez de Almazán, á poco de hallarse en Manila (el 14 de Julio de 1598), solicitó permiso de S. M. para casar á dos hijas.—Documento núm. 74 del índice 8." <br />
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pero no fué tanta que hasta la Corte no llegase el rumor de aque llastan poco edificantes luchas; porque el Obispo de Nueva Segovia, Fr. Miguel de Benavides, que en Manila estaba, la emprendió también con Tallo, y resultó que en Manila no era posible vivir. ¡No se sabía quién tenía menos bilis!... MORGA, naturalmente, tocaba lías consecuencias : un espíritu tan bien ponderado como lo era el Suyo, sofría lo indecible al considerar que las fuerzas morales de los «lementos directores de la Administración pública, en vez de con sagrarse al mejoramiento de los intereses do las Islas, se malgastabian en mezquindades ruines. Tello, harto de gobierno, pedía aquel año al Rey que le sacase de Filipinas ", y se defendía en otra :arta del año siguiente como podía, dando por supuesto que contra él irían á S. M. quejas de los oidores, especialmente de MOR CA '*, acaso porque tenía el pleno convencimiento de que MORGA no podía ocultar á su soberano la verdad de cuanto en el país acon tecía; nada agradable por cierto : ¡como que por entonces se escri bieron los primeros libelos que en la tierra circularon ! ", cosa de frailes tal vez, dado que los libelos injuriaban á Tello y á otras personas civiles de calidad, entre ellas los oidores de la Audiencia. <br />
La muerte (acaecida el 12 de Marzo de 1599) del Ldo. Zambrano, recargó el trabajo de los magistrados, y por lo tanto el de MORGA. Pero esto era lo de menos. Más importaba aún la mala disposición de las cosas del Maluco, y el anuncio de la probabilidad de que co metiese alguna fechoría cierto corsario «inglés»: lo que obligó á Tello á ordenar que se retirase la poca fuerza que guarnecía ei puerto de La Caldera (Mindanao), con lo que dio motivo para que la piratería malayo-mahometana tuviese más expansión. Y para colmo de colmos, por lo que á MORGA personalmente interesaba, la noticia de que estaba para venir el Ldo. Antonio de Rivera Maldonado, con la categoría de oidor «más antiguo», que le produjo una gran contrariedad. Á su juicio, el más antiguo era él, pues que con tal título se había posesionado '*; y la idea de que le quitasen de ese puesto, sin recordar por lo visto la Real cédula de 26 de No viembre de 1595) qus copiada queda, le inquietó hasta el extremo de que no pudo ocultarlo al Secretario de Indias, D. Juan de Ibarra, á quien escribió el 30 de Julio de 1599 la carta que en otro lugar se reproduce ^^. MORGA insiste en dicha carta, una vez más, en que se Je saque de Manila. De suerte que el restablecimiento de la Audiencia, que tanto había deseado, contribuyó no poco á acentuar sus ansias de marcharse de las Islas. <br />
Pero es que hay que ver la pintura social que en la dicha carta al secretario Ibarra hace MORGA. ¡Toda una confabulación contra él, capitaneada por D. Juan Ronquillo, de la que formaban parte el oidor Téllez de Almazán y el fiscal Salazarl... Es notable el párra fo que consagra á los rodeados, aquella chusma introducida en Filipinas por D. Gonzalo Ronquillo : «Luego que yo entre en esta tierra (dice MORGA) me procuraron reducir á ella (d ¡a chusma aludida), á que no di lugar por parecerme cosa yndecente para un juez, y por esto, y porque _puse la mano en castigar algunos delitos que el dicho Don Juan [Ronquillo] y los suyos cometían, de alguna consideración, me an sido y son poco aficionados, y últimamente por auerse emparentado el fator Francisco de las Missas con el [dicho] Don Juan, acudieron á fauorecerle en la visita que se me cometió, y yo Je he tomado como por otras.» Esta alianza de Juan Ronquillo, Francisco de las Misas y otros sujetos descalificados, fué reforzada con dos hombres de toga, Téllez de Almazán y Salazar, aunque parezca increíble. MORGA añade, con el dolor que es de suponer en un hombre recto y pundonoroso : «Pero lo que mas e sentido es auer visto que el licenciado Tellez Almazán, oidor de esta Audiencia, y el licenciado Salazar, fiscal de ella, se an hecho publicamente tan parciales de estas personas (los citados Misas y Ronquilh),<br />
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chas yslas, asistió á la formación desta dicha Real Audiencia, la qual se fundó en ocho de Junio del año próximo pasado de quinientos y noventa y ocho y enella fué rrecibido por titulo del Rey nuestro señor, en plaza de oydor de la dicha audiencia -^ por mas antiguo della, y como tal, después acá a presidido en la sala acuerdos y demás autos y negocios de la dicha Audiencia, que lo que se há ofrecido, acudiendo continuamente á las audiencias, acuerdos; visitas de cárcel y semanaria en todo el dicho tiempo hasta agora, sin aver fecho falta ni ausencia alguna. Y para que de ello conste, de pedimento del dicho señor doctor Antonio de MORGA, di el presente testimonio en veynte y dos de Junio de mil y quinientos é noventa y nueve años.—En fee dél o qual fize mi signo en testimonio de verdad.—P.° HURTADO DE ESQUIVEL.»— Archivo de Indias: documento núm. S3 del índice 7.°: est. 67, caj. 6, leg. 19. • <br />
59 Véase el número 10 del APÉNDICE. <br />
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que con mucho escándalo y murmuración cié los demás del pueblo asisten y comen y aun duermen en sus casas, particularmente el don Juan Ronquillo, que publica auerse liallado pariente de las hijas del licenciado Almazan» (1)... Y hacia el final de esta interesantísima carta, el prudente MORGA añade : «Yo me voy con todos (los de la Audiencia) á mí paso llano, y disimulo siempre lo que se ofrece, por no romper con la conformidad, á lo menos en lo publico y del sertücio de su Magostad, y asi ¿o procurare siempre.-» ¡Qué cuadro ! El Gobernador contra los prelados y los oidores; la Audiencia contra el Gobernador; eclesiásticos en masa, contra la Audiencia; dentro de la Audiencia, odios profundos de unos á otros ; el cuasi desertor Juan Ronquillo, capitaneando una patulea aventurera que pretende imponerse de cualquier modo á los poderes públicos; el defraudador Francisco de las Misas, protegido por esa patulea y pasando algunas noches en casa del oidor Almazán... \ el Gobernador seduciendo mujeres, y los eclesiásticos abrogándose la jurisdicción Real, y los encomenderos haciendo lo que les viene en talante, y lo mismo los alcaldes; y el que no pensaba en nego cios ó en aventuras por los países vecinos, pidiéndole á Dios que l e sacase cuanto antes de aquella guarida de la desmoralización y del desbarajuste. Cuadros como éste, hacen creer en los milagros: ¿e& que no era milagroso que, en las cii-cunstancias dichas, no sucum biese la soberanía de España en FiHpinas? El secreto del milagro consistía en que el pueblo filipino, en me dio de todo, mejoró de condición social después que los españoles entraron en la tierra. Antes de la llegada de los españoles, casi to dos los hijos del país eran simplemente esclavos: y España abolió la esclavitud. De suerte que la clase popular, por mal que lo pasase con el nuevo régimen, no lo pasaba tan mal como con el antiguo lo había venido pasando. Sin contar con que esa clase, connaturalizada con la servidumbre y el sufrimiento, no era la más apta para sublevarse. Los principales de la tierra no tardaron en asimilarse los vicios de los españoles, y dejaron correr el curso de las co sas, con tanta mayor razón, cuanto que habían perdido la ilimitada autoridad de que hasta entonces habían gozado sobre los plebeyos. La masa común de los filipinos quedó, pues, fácilmente sometida eú, cuerpo y alma á un puñado de españoles. Por \o que á éstos atañe, ¿qué se les podía exigir? «Esta ciudad (decía MORGA en su carta al secretario Ibarra) es pueblo corto y fun dado de personas lo más de pocas prendas, venidos por necesida des y otros trabajos de la Nueva España y otras provincias ; y asi son trabajosos de condición y proceder»,.. ¿Quién había de ir á Filipinas entonces, que no fuese un verdadero desesperado.? Y con gente de esa condición, ¿cuál podía ser el medio social de la Colonia? La inmoralidad y el desbarajuste eran consecuencias legítimas de la lucha por la existencia. El soldado que más, tenía de paga un puñadillo de pesos al año. ¿Qué mucho que á lo mejor asaltasen las casas de los naturales y les quitasen la comida? Hombres jóvenes y solteros casi todos aquellos aventureros, bajo la influencia de un sol abrasador, ¿qué mucho que apeteciesen á las mujeres, y las sedujesen, pero no ya los soldados, sino los propios frailes, hombres al fin, para quienes la responsabilidad moral era un mito ante la irresponsabilidad social con que solían obrar?... Males hubo, en efecto, ¿quién lo duda? Pero los hubo por leyes naturales inexorables. Que pretender que cada español de entonces hubiera sido un bendito, valdría tanto como pretender volver del revés los fundamentos eternos de la Biología y de la Historia. <br />
La visita de MORGA á Francisco de las Misas, el truhán de la época de D. Gonzalo Ronquillo que, aprovechando la debilidad é inexperiencia de D. Luis Pérez Dasmariñas, se transformó, de factor de la Real Hacienda, en un concusionario de los más rapaces, tuvo en Manila extraordinaria resonancia. Comenzó á hacerla nuestro OIDOR á mediados de Mayo de 1598 : Misas le recusó; pero MORGA, asistido del relator Luis Ortiz de Padilla, la llevó adelante. Era Misas amigo y compinche de D. Juan Ronquillo (no mal soldado, pero haragán y vividor); Ronquillo gozaba de gran predicamento entre no pocos de los radicados, y así, la oleada de pasiones que se levantó contra MORGA, fué verdaderamente formidable; y tanto más de temer, cuanto que, como queda ya indicado, Téllez y Salazar se pusieron resueltamente de parte de la chusma, ó lo que es lo mismo, del prevaricador Francisco de las Misas. No se arredró, sin embargo, el DR. MORGA: cumplió su oficio, con grandes trabajos, pero lo cumplió tan á conciencia, que sobre condenar á Francisco de las Misas y reducirle á prisión, dictó unas Ordenanzas que constituyen un documento precioso para la historia de la Legislación de Filipinas. Esas Ordenanzas, fechadas en Manila á I.° de Junio de 1899, hasta ahora por nadie publicadas ^', dadas á los jueces-oficiales de Manila, son el Derecho Administrativo del país codificado. El AUTOR hizo un verdadero esfuerzo de previsión á fin de evitar abusos, fraudes y chanchullos. Los jueces-oficiales eran tres : Factor, Contador y Tesorero; <br />
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60 Véase el número 14 del APÉNDICE. <br />
61 Véase el número 14 del APÉNDICE; págs. 314-333. <br />
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y asombra la complejidad de sus funciones: fuera déla administración de justicia, y ¡a eclesiástica, en todo lo demás entendían esos tres funcionarios, inclusive en la administración de las cosas de Guerra y de Marina. Tenían, pues, ancho campo donde clavar las uñas; y es de ver la serie de meticulosidades que discurrió MORGA para impedir que las clavasen. La fuente de inspiración de tales Ordenanzas hay que buscarla en el proceso instruido contra el mencionado Francisco de las Misas, que duró un año largo, dado que hasta 21 de Julio de 1599 MORGA no pronunció la sentencia; sentencia notable, de la que resultan nada menos que ochenta y un cargos contra el prevaricador, de los cuales cargos sólo fué absuelto de muy pocos. ¡Y pensar que Francisco de las Misas volvió á su oficio, y que fué luego Regidor de la ciudad de Manila y que, en su despecho, puso de su parte cuanto le fué dable para Conseguir el descrédito de MORGA!... Con todo, las Ordenanzas de MORGA refrenaron la inmoralidad administrativa, y así, cuantos elogios se tributen á MORGA y su obra legislativa, nos parecerán escasos. Creemos, no obstante, que á esas Ordenanzas debió seguir un proyecto de reorganización del mecanismo burocrático : apenas se concibe cómo tres hombres podían entender en tantas y tan dife rentes cosas, certificando de todo y teniendo para todo la interven ción de un escribano. El que cumpliera puntualmente su deber, te nía que matarse á trabajar; y el no matarse á trabajar presuponía descuidar más ó menos los servicios. Y pedir en aquellos tiempos un armónico consorcio de virtud y de trabajo era, en verdad, pedir casi gollerías, en tierra coría, insalubre y situada á cinco mil leguas de España... <br />
Vil <br />
El año de 1600 hizo época en la vida de MORGA: estuvo á punto de perecer. Nos referimos á la batalla que libró con el holandés Oliverio Van Noort, tan célebre entre los más célebres piratas de su siglo, por su pericia, por su denuedo y sobre todo por su osadía. El AUTOR relata con mucha exactitud, en el texto de los SUCESOS (capítulo VI), los antecedentes relativos á la presencia de Van Noort en Filipinas (y acerca de los cuales hallará el lector nuevos por menores en los documentos que en otro lugar se insertan ^'), así como lo que hizo el corsario mencionado hasta que se situó en la boca de la bahía de Manila, al olor del dinero y de las mercaderías <br />
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62 Véase el núm. 12 del APÉNDICE, y señaladamente su anexo cuarto. <br />
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que para los españoles no tardarían en llegar de Nueva España y de China. El fundado temor de que el corsario realizara sus inten tos, movió á Tello á adoptar algunas disposiciones, la primera de ellas aprestar una escuadra para irle á la mano al holandés. Para este efecto, desde luego se puso en movimiento el capitán Juan Ronquillo, titulado «General de la mar por S. M.», que se apresuró á ir á Cavite á fin de procurar lo necesario; pero es lo cierto que habiendo vuelto á Manila á los pocos días «á pedir algunas cossas para el dicho despacho [de las embarcaciones], le prendieron» ^', y el Gobernador, de acuerdo con la Audiencia, dictó el 31 de Oc tubre el auto siguiente: «En la ciudad de Manila en treynta y uno de octubre de mil y seisgiéntos años, los señores Presidente y oydores déla Real audiencia y chanciüei'ia de las yslas Philipinas, auiendose juntado, el señor Presidente propuso é hizo sauer á los dichos señores oydores como auiendo tenido nueua de que dos naos estrangeras auian surgido en la baya de Albay fuera del enbocadero destas yslas á diez y seys deste pressente mes y año, luego despacho á los capitanes Pedro de Ar;eo Cobarrubia y Cristóbal de Azqueta con setenta soldados arcabuzeros y mosqueteros por tierra, á donde los dichos nauios estañan, para que hiziesen la defensa y resistengia que la ocasión y tiempo les diese lugar, y mando aprestar y aderegar algunos nauios en el puerto de Cauite con que poder salir á los dichos nauios, y que estando la cossa en este estado, agora á tenido nueua y auiso de que los dichos nauios se auian leuado y salido de la dicha baya de Albay y entrado en el embocadero de Capul y surgido en la ysla de Capul á donde quedauan á veyte y quatro deste presente mes y año y el dicho enemigo según el dijo traya yntento de pasar á esta giudad; y como quiera que sea, asi para rresistirle como para que entre estas yslas no haga los efetos que podría en ellas y en las naos que an de benir en Castilla, conuiene y es necessario salir con breuedad en busca del dicho enemigo y poner cobro á las naos y puerto de Cauite, y según se a entendido por la platica que aora se a tenido con algunos capitanes y personas platicas en presengia de los dichos señores Pressidente y oydores, es necessario armar con breuedad los nauios de alto bordo y otros ligeros que se pudiesen aprestar con que salir á el enemigo, y para que esto se haga y execute por todas las manos con toda diligencia y presigion, ymporta que los dichos señores Pressidente y oydores acudan por <br />
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63 Véase el anexo quinto del número 12 del APÉNDICE. <br />
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SUS personas á este negocio por la ymportancia del juntamente con el dicho señor Pressidente, porque asi se abrcuiara el despacho con el recaudo nescessario, pidió atento á io susodicho se haga y acuerde lo que acerca desto conuiene; y vista la dicha dispusigion, los dichos señores Presidente y oydores acordaron c¡ue el señor Doctor Antonio de MORGA, oydor desta Audiencia, salga luego al puerto de Cauite y assista al despacho y adorei,-o de los navios que ouieren de salir á el dicho enemigo y á poner en defensa el dicho puerto, para lo qual pida lo que fuere nescessario y se le de en la manera que lo proueyere y ordenare, y que el señor ligenciado Tellez Almazan, oidor asi mismo desta audiencia, quede en esta ciudad á lo que fuere nescessario para la defensa della y prouision al dicho puerto de Cauite; y el señor Presidente dize que, como Capitán general, en una parte y en otra asistirá y entenderá asimismo en lo que fuere necesario y el tiempo pidiere, para que con esto se haga toda diligencia possible con la brevedad que conviene.—DON FRAN CISCO TELLO.—DR. ANTONIO DE ÍMORGA.—EL LDO. TKtxEz ALMA ZAN.—Ante mi: PEDRO HURTADO DE ESQUÍVEL» ^. <br />
MORGA se apresuró á trasladarse á Cavite; y no hay que encare cer el calor con que tomó este negocio : en un periquete, como se suele decir, aprestó las embarcaciones necesarias para afrontar á las holandesas que con tan malos designios habían venido á Filipi nas ^'. Las nuestras fueron: el navio San Diego, hecho en Cebú, <br />
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64 Archivo de Indias: doc. núm. 35 de! índice 7.°; est. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
65 A bordo de la Concordia, almiranta del enemigo, se halló después de librada la batalla la siguiente patente, por cierto á nombre de otro que no era quien mandaba dicho barco cuando se libró el combate; pues que al tiempo de librarse mandaba la Concordia Lamberto Viezman. La patente de referencia fué reproducida en Manila en los terminos que siguen: «Este es un treslado bien y fielmente sacado de una carta y prouision es crita en pergamino blanco á lo largo y ancho, luminado y con letras de oro el primero renglón, sellada con un sello pendiente de gera colorada del ta maño de una ostia que parege aver librado Mauriijio de Nashau, Principe que se intitula de Orange, para titulo de capitán ó almirante de gierta arma da y refrendada de J. Melander; su tenor de la qual es el que se sigue: tMaurlgio, Principe de Orange, Conde de Nasau, Catzenel Leboghen, Bretz, Marques de la Oem y Flissinge, Gouernador, Capitán General y Almirante de los Estados confederados en Flandes, &.* á todos quautos estas presentes vieren ú oyeren, salud y diiection, &.* »Por quanto para contraher amistades entre algunas naciones y reynos es trangeros, y por otras muchas consideraciones; hemos tenido por bien de erabiar buen numero de nauios con buena orden et recaudo hasta las costas de Asia, África y America y las yslas de la India Oriental á hager sus contra tos y comercio con los subditos y moradores dellas, y porque ha venido á de propiedad particular, que serviría de capitana ; una galizabra de S. M., llamada San Bartolomé, que iría de almiranta ; un patache portugués que á la sazón se hallaba reparándos e en Cavite, y algunos champanes chinos para los servicios auxiliares. Á últimos de no nuestra notitia que los espagnoles et portuguesses se opponen á los subditos de estas prouincias y los estoruan la navigation y commerQÍo en aquellas partes contra todo derecho natural y todos los pueblos y naciones, hemos hallado nescessario de cometer algunos capitanes de valor y experiencia para meter en efteto essa nuestra intention, y siendo muy bien ynformado de la fidelidad y platica de Esaras de Lende, le hemos constituydo capitán de la nao llamada la Concordia de el tamaño de ^inquenta toneles con mandado y cargo muy particular y expresso de yr á buscar las dichas Islas y de resistir, hazer la guerra, offender y dañar quanto pudiere á todos los dichos espagno les y portuguesses y qualesquier otros que le querrán estoruar en su cargo, y de hazer todo lo que demás le sera encargado por el Almirante y Capitán general Olivier van Noordt, y para poder executar essa su comission y car go con tanta mayor facilidad y promptitud, hemosle mandado daceptar tant;t gente que estimara ser necessaria y que por el dicho almirante para ello le sera encargado. A los quales ordenamos y mandamos muy estrictamente de obedecer y respetar al dicho cappitan y de hacer todo lo que por parte del dicho Almirante les encargare y en todo lo demás hará todo quanto un fiel y buen cappitan deue y es obliguado de hazer; excepto todavía que ni el ni alguno de los suyos no se atreuera de hazer mal ó daño á los subditos de la magestad Imperial ni de los Reyes de Francia, Anglatierra, Escocia, Denemarqua, Suecia y Polonia, ni de los Principes del Ihiperio ni á otros quales quiera, siendo amigos de essas prouincias y afigionados á la verdadera Religión Cristiana; supplicamos y requerimos por tanto á todos los dichos Reyesy Principes y qualesquier otras Repúblicas y personas con quien el dicho Esaras de Lende se topare; mandamos también muy espressamente á todosIos almirantes visalmirantes, coronóles, capitanes y otra gente de guerra por mar y por tierra y otras estando debaxo del Gouierno y obediencia dessas prouincias, de conogerle por capitán del dicho nauio y dexarle con lo dichev nauio y gente, no solamente passar, andar y negociar por do quissiere y adonde le fuere nescessario, mas en ello íaborecerle y mostrarle todo fauor y ayuda y asistentia en que rejeuiremos merijed y plazer muy singular, y lo seruiremos en semejantes ocassiones y los nuestros nos harán el seruigio que son obliguados. Fecha á la Haya á doze de mayo año de mili y quinientos y Boucnta y ocho.—MAURICIO DE NASHAU.—Por mandato de su excelencia : J. MELANDER.» <br />
El qual dicho traslado fue sacado según dicho es del dicho título y prouision original que me fue entregado para este efteto por el señor Doctor Antonio de MORGA, oydor de la Real audiencia y chancilleria destas yslas, de cuyo pedimiento se saco y va cierto y verdadero, corregido y concertado en la ciudad de Manila, seis dias del mes de hebrero de mili y seiscientos y un, años, siendo testigo á lo ver, sacar y corregir Hernando Agensio y el alférez Joseph de Naueda y Avarado, Jusepe de Riaño, vezinos desta dicha ciudad. —En testimonio de verdad fize mi signo : JOAN PAEZ DE SOTOMAYOE, escrivano de su Magestad.<br />
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Archivo de Indias : est. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
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viembre, MORGA lo tenía todo listo, sin contar con que había puesto en defensa, lo mejor posible, el puerto mencionado : en la San Diego 5 capitana montó hasta catorce piezas de artülerfa y en Ja San Bartolomé 6 almiranta, doce ; y ambas quedaron suficientemente dota das de hombres y municiones. Por lo que toca á los liombres, los papeles discrepan; pero no se aventura nada asegurando que su número era unas cuatro veces mayor que el del enemigo : éste no traía arriba de ciento en junto; los españoles pasaban de cuatro cientos ^, sin contar los filipinos y los negros que con los nuestros iban. Los de paga, constituían minoría: MORGA se dio buena traza para alistar á no pocos que se prestaron íí ir voluntariamente. Próximo el momento de quedar dispuesto todo, llegó el de proveer el cargo de General ó Jefe de la expedición; y Tello, cediendo induiablemente á los deseos de MORGA, pero en contra de la opinión del oidor Almazán y de la del fiscal Salazar, proveyólo en D. A N TONIO DE MORGA *': ello es que en el auto correspondiente, exten dido el 1° de Diciembre, no figuran las firmas de los señores de la Audiencia, como lo acredita dicho documento, que el AUTOR repro duce en su obra histórica (pág. Io8) ; y al día siguiente le expidió Título en regla, que decía así: <br />
«Don Felipe, por la gracia de Dios, &.—A vos el Doctor Anto nio de MORGA, oydor de mi Real Audiencia y Chanchilleria que re side en la ciudad de Manila de las mis Islas Filipinas, saved : que aviendo venido y estado de presente en ellas dos navios de alto bordo de yngleses (entonces se los creia ingleses) á rrobar y hazer daño en las dichas Islas, he mandado juntar algunos navios de armada con que salir al dicho enemigo á le resestir y castigar, y aviendo de embiar para esto persona qual combiene para que lleve á su cargo la dicha armada, considerando lo que me aveis servido especialmente en otras ocasiones de la guerra por mar y tierra, y la buena quenta que de todo aveis dado, y questa dicha armada la <br />
*'^ «teniendo la nuesti-a [nao capitana] para cada enemigo quatro españoles, sin yndios y negros, que también ayudauan».—Así en el anexo tercero del núm. 12 del APÉNDICE. «7 ...«el dicho doctor Antonio de MORGA fue por principio de noviembre [á Cavite], y deseando él después yr por Cappitan general d esta jornada, lo pro•curo con el Presidente, el que lo propuso íil licenciado Xpoual Tellez de Almajan deseando fuera por acuerdo de audiencia, y él lo contradijo, y yo después... y secretamente dio el dicho Presidente titulo de Capitán general de la armada al dicho doctor Antonio de MORGA.*—Caita del fiscal Salazar á S. M.: Manila, 16 de Julio de 1601: Archivo de Indias: documento núm. 17 del índice 7.°; est. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
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aveis aprestado por vuestra persona, y mucha gente de calidad é consideración están aperzebidos para me yr á serbir en ella sin costa de mi Real Hazienda, por vuestra contemplación y solicitud; visto por Don Francisco Tello, cavallero de la borden de Santiago, mi Gobernador y Capitán general de las dichas mis Islas Filipinas y Presidente de la mi Audiencia y Chancilleria que en ella reside, e acordado de os elegir y nombrar, como por la presente os elijo y nombro, por Capitán general de la dicha hazienda y todo genero de navios, gente de mar y guerra y otra qualquiera que en ella fuere en esta dicha jornada para que todo ello este é vaya á vuestro car go é obediencia, y hagáis la dicha jornada en mi servicio, guardando las ordenes é ynstrucion que sobre ello os diere el dicho mi Go vernador y Capitán general que para todo ello os doy poder y fa cultad y comission cumplido, y para conocer de todas las causas y negocios asi civiles como criminales, que en la dicha hazienda se ofrezieren, progediendo en todos ellos jurídicamente, según lo al estilo de la guerra, otorgando las apelaciones que de vuestra sen tencia se ynterpusieran en quanto con derecho devais, para ante quien fueredes hordenado conforme á mis ordenanzas Reales. Y por la presente mando al almirante, capitanes, oficiales, entretenidos, aventureros, soldados, maestres de naos, officiales dellas y toda la demás gente de mar y de guerra os ayan y tengan y regiban por mi Capitán general de la dicha mi hazienda y os sigan mi estan darte y banderas que en ella llevaredes, y os guarden y agan guar dar las honrras y preeminencias al dicho cargo pertenegientes, que y o por la presente desde luego os e por recibido al uso y ejercicio del, y que no bayan en manera ninguna en contrario dello, so las penas en que caen é yncurren los que niegan la obediencia á su Rey y señor...—Fecho en la ciudad de Manila en dos dias del mes de Diziembre de mili y seis cientos años.—D. FRANCISCO TELLO.» <br />
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yarse recíprocamente, por instinto de conservación. Y 'I>llo, débil por sí, cedió, como es dicho, á los deseos de MOROA. Ikiscaba éste, en la aventura contra Van Noort, tanto como servir á S. M., un nuevo motivo que alegar para obtener el tan ansiado traslado á México ó al Perú. Filipinas le abrumaba ; había pedido reiteradamente que le sacasen del país, y, no lográndolo, halló en esta em presa una ocasión en que poder añadir un nuevo ser\ic¡o al Rey, el cual, al fin, le recompensaría si en su real ánimo quedaba para MORGA un destello de equidad. Habrá que reconocer que este medio de ganarse el ascenso era sobremanera laudable. Porque MORGA, sobre ^ue no pidió remuneración ninguna (antes se impuso el sacrificio de restar cuatro mil pesos á su desmedrada hacienda particular), iba á jugarse la vida, y esto merece alabanza, mayormente cuando el que á tan supremo lance se resuelve tiene, como ÍNÍORGA tenía á ia sazón, nueve hijos y la mujer preñada *. Pero es que de no haber sido MORGA el elegido, acaso la fuerza que se alistó para ir á la pelea no habría sido tan lucida y desinte resada; pues que, como se lee en el Apuntamiento que tenemos á la vista ^, «hiendo á el drcho oydor ocupado en el despacho [de los barcos] y prometiéndose que él en persona haria la jornada, muchos de secreto se comengaron á apersevir de lo necessario para yr en su compañía, y se fueron declarando que yrian á servir en aquella jornada y gastarían sus haziendas si la uvicse de hazer el oydor, y no de otra manera-». Según este Apuntavtiento, el DOCTOR MORGA «nunca trató de que á él se encomendare, sino de volverse [de Cavite] á descansar á su casa»; mas, considerado atentamente el asunto, tenemos por indudable que MORGA solicitó el ir á darle la batalla al holandés, para contraer un nuevo mérito que fuera parte á sacarle cuanto antes de las Islas Filipinas. <br />
ó8 Els de Enero de 1601, declaraba MORGA: «dexando mi casa y quie tud, muger é nueve hijos» (Véase el núm. ii del APÉNDICE).—Y en su carta al Rey, fechada en Manila á 30 de Junio del mismo año de 1601, dice: «puseá riesgo mi persona, honrra y hacienda, y el remedio de diez hijos que Dios me lia dado y una muger de bien» (Véase el núm. 12 del AP'NDICE.)—De aquí resulta que doña Juana de Briviesca Muftatones parió entre Enero y Junio de i6oi. No tardó en parir de nuevo, porque á mediados de 1602, como ya ve remos, consta que tenía «una niña de teta» esta fecundísima señora. «9 «Apuntamiento sobre el subceso del cosario holandés que bino á estas yslas Philipinas el año pasado de 1600». Sin fecha ni firma. [Manila, 1601.]— Archivo de Indias, documento núm. 23 del índice T.": 67, 6, 19.—Debe de ser este Apuntamiento la relación á que alude MORGA en su carta al Rey de 30 de Junio de i6oi.—Es el anexo sexto del número 12 del APÉNDICE. <br />
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Fácil es imaginarse á Doña Juana de Brivíesca Muñatones, en cinta y con un montón de hijos, el martes 12 de Diciembre de aquel año de 1600, día en que el DOCTOR se daba á la vela en el puerto de Cavite... Cierto que todos los expedicionarios iban lle nos de entusiasmo, hasta los religiosos. Uno de ellos, el agustino Fr. Juan Gutiérrez, que en su mocedad se había visto «en todas las jornadas que el señor don Jhoan de Austria hizo en Levante contra moros y turcos», refiere en la carta que escribió al obispo Benavi des que vio «tanta gallardía, que la vista no distinguía qual era mas, las galas y dííTerencias que avía de aderegos, ó la prevengion de las armas que tenían : porque avia muchos petos, fuertes cotas, rodelas aceradas, celadas con varias plumas, con muchas cueras de ante, mucha mosquetería y arcabucería; y todo tan á punto, que parecía aquel pequeño esquadron escogido entre los tercios viejos de Flandes, Ñapóles y Milán. Y todo esto se esmaltava con el fer vorosso deseo de verse con el enemigo á las manos, para lo qual se proveyeron todos de las verdaderas armas spañolas, confessando y comulgando con tanta devoción, quanto contento nuestro»... Sí; iban todos animosos, confesados y fortalecidos con el pan de la Eucaristía. ¡Esto, sobre todo ! Sin embargo, ir á la pelea, é ir á librarla en el mar... Fácil es imaginarse cuan preocupada quedaría Doña Juana de Brivíesca Muñatones, preñada y con nueve hijos... <br />
Martes, día 12, se dio á la vela la escuadra, con rumbo á la isla del Corregidor, llamada entonces de Maríveles; y al llegar allí, súpose por los centinelas de la isla que el enemigo se había levado y marchádose hacia el Sur. Esto contrarió á los expedicionarios. MORGA abrió entonces las instrucciones que, cerradas y selladas, le había dado Tello la antevíspera de la partida; instrucciones que reproduce en los SUCESOS (pág. lio) : eran terminantes : el DOCTOR tenía que pelear con el corsario «hasta tomarle ó echarle á fondo», y pelear «barloando», esto es, atracadas las naves, en la inteligencia de que sí el enemigo huía, había de perseguirle «hasta que se haga el efecto que se desea», que no era otro que aniquilarle''°. ^Y si el pirata aniquilaba á MORGA?... LOS barcos que éste llevaba no eran más que medíanos, no construidos ex profeso para la lucha; la artillería no vaha gran cosa; pero es que los artilleros valían menos. MORGA, por su parte, dio á su almirante, el capitán Alcega, que mandaba la San Bartolomé, una instrucción que reprodujo asimismo en los SUCESOS (pág. 112), digna de ser releída, especialmente en el <br />
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70 La instrucción de Tello á MORGA hállase también en el Archivo de Indias, fielmente testimoniada: constituye el doc. núm. 55 del índice 7.° <br />
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capítulo que reza: «.Cuando esta armada fuese sobre el enemigo, y le baleare, se procurará que AMBAS NAOS capitana y almiranta BARLOEN AMRASpor una banda, y no pudiendo esto hazerse, terna en cuenta que la artillería y arcabucería no nos ofenda á nuestros navios y gente, y que en esto se tenga la cuenta y tiento que se pudiere» ^'; porque el no haber cumplido Alcega estrictamente este capítulo produjo fatales consecuencias. El día 13 se pasó todo afinando los preparativos, y el jueves, 14, en las primeras horas de la madrugada, MORGA se levó, sin avi sar ásu almirante. La noche era profundamente oscura; con todo, la almiranta se percató del movimiento de su capitana, y siguióla ^^. La galeota de los portugueses no se había incorporado aún á la es cuadra, pues que quedó en Cavite completando su aderezo; y en cuanto á los champanes, quedaron muy rezagados. Capitana por de lante y almiranta por popa, como á una legua de distancia, navega ban ambas naos con rumbo al Sur, hacia Punta de Fuego, porque, según las confidencias recibidas, el enemigo debía de hallarse entre la minúscula isla Fortún y la costa de Nasugbú, de la provincia de Balayan (hoy Batangas). Amanecía: teñíase de dorado carmín el ho rizonte, cuando la capitana San Diego descubrió las naves holande sas. Los corazones de los españoles se dilataron: á ello también convidaba aquella brillante aurora. Corría fuerte brisa; el mar agi taba Su oleaje... Los holandeses, á su vez, se percataron de la pro ximidad del enemigo. Y sin pérdida de momento, Van Noort orde nó á su almirante que se destacase y fuese á ver qué nao era aque lla que parecía venir sobre las naos aventureras. La Concordia des plegó su velamen y se fué flechada hacia Ja San Diego; descubrió de paso la San Bartolomé; y persuadido el almirante corsario de que eran embarcaciones dispuestas para la lucha, viró y se fué á decír selo á Van Noort. Éste entonces ordenó á su lugarteniente «que se estuviese á la mira y á la trinca, y si viese que las dos naos que ve jtiían le acometían, que bolviese á ayudarle; pero si no, su yntento hera huyese» ". Y ambas embarcaciones se hicieron á Ja mar, y pusiéronse á la trinca. Pero la San Diego, nuestra capitana, se dio <br />
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71 La instrucción de MORGA al capitán Alcega hállase, como la anterior, en,el Archivo de Indias, fielmente testimoniada: constituye el documento número 56 del índice 7.° <br />
72 Casi todas las relaciones convienen en que MORGA partió sin avisar. iCómo se explica esta conducta de MORGA? Ta] vez porque pensara que, llevando una gran delantera, aumentaría en el combate su éxito personal. <br />
73 Véase la Relacio'n que va de anexo cuarto al núm. 12 del APÉNDICE. <br />
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buena traza para seguir á la Mauricio., la capitana enemiga, y llegó á situarse á distancia de tiro de cañón. La Mauricio disparó entonces una pieza á la Sc^n Diego, tan certeramente, que le causó grave daño: la San Diego contestó con una de las suyas, pero la bala no causó el menor efecto; y entonces la nao enemiga disparó por segunda vez, y este nuevo disparo se «llevó una bomba y dos 6 tres yndios» de la nao del OIDOR. Mal empezaba el combate. La San Diego, lejos de arredrarse, cargó de vela y embistió tan resueltamente, que á los pocos momentos vino á quedar aferrada á su rival la Mauricio. Eran las ocho de la mañana. Amarrados por los nuestros ambos barcos, doce ó catorce españoles trasbordaron á la capitana enemiga. De una y otra parte se hacían disparos. Los holandeses, considerando su escaso número, retiráronse prudentemente á su castillo de proa, desde cuyas trone ras disparaban con mosquetes y arcabuces. Los nuestros se apode raron de la popa y parte central de la Mauricio', tomáronle las ban deras, picáronle la jarcia, destruyéronle parte del velamen... Y así estaba la lucha cuando llegó la San Bartolomé, nuestra almiranfa, dispuesta á barloar y, con su fuego, contribuir á la derrota com pleta de la nao holandesa. Hizo algunos disparos. Pero de parte de los nuestros salieron voces diciendo: «¡No disparen y nos ma ten, que ésta ya está rendida ! ¡Victoria, victoria por el Rey de España ! ¡Pasen adelante!»...'*. Y entendiendo Alcega que nada tenía que hacer allí, fuese, sin tomar órdenes del DR. MORGA, en persecución de la Concordia, la cual iba ya de huida, á todo trapo. Quedaron, pues, solas de nuevo las dos naves capitanas. En la nuestra, justo es confesar que no había concierto; cada cual hacía lo que más le venía en voluntad: los capitanes y demás oficiales, que no veían en MORGA una autoridad profesional que se impusiese, obra ban á su arbitrio. Y así se deslizaron las horas. Los holandeses, cre yéndose perdidos, simularon un incendio en su nave, cosa que no dejó de preocupar á los pocos españoles que en ella estaban. Pero más todavía que esto preocupóles á todos el que la San Diego co menzase á hacer agua en una proporción aterradora. ¿Qué resolu ción tomar?... «Todos comenzaron á turbarse (dice la Relación mencionada), y en lugar de saltar en el navio enemigo, con consi deración que si navio perdían navio ganaban, comenzaron á inten tar medios por donde salvarse, y asi algunos saltaron en el batel del enemigo sin orden del General.» <br />
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74 Consta así en algunos de los anexos del número 12 del APÉNDICE. <br />
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Fueron aquéllos, momentos angustiosos, de pavorosa incertidumbre. Á MORGA le invitaron á que se pusiera á salvo; pero MOUGA no quiso abandonar su embarcación. Entonces el jesuíta P. Santiago, con un crucifijo en las manos, dirigiéndose á todos, les exhortó, gritándoles: «¡Cristianos, españoles!, ¿dónde está ese brío? ¡Mirad que esta causa es de Dios ! ¡Morid, morid como buenos soldados de Jesucristo, y no queráis ser manjar de pescados ! ¡Mirad que de dos males que nos amenazan, el menor es entrar en esa nao del enemigo, que si navio perdemos, navio ganamos!» Algunos, muy pocos, se pasaron á la Mauricio; pero los más no quisieron: primero, porque creían que la Mauricio iba á arder; y segundo, porque el piloto de la San Diego ofreció que, ya que no se pudiera salvar la nave, se salvaría la gente, pues que daba tiempo á llegar hasta la isleta de Fortún, situada á dos leguas cortas de distancia. Y MORGA optó por esto último. Y se picaron las amarras, y la nao San Diego quedó separada de su rival la Mauricio. No pudo MORGA estar más torpe de lo que estuvo. Prescindiendo de laa insinuaciones de cobardía que sus enemigos lanzaron contra él, es innegable que le faltó serenidad; y si la tuvo, peor que peor, pues que no discurrió que*lo que decía el jesuíta era lo verdaderamente razonable. Si se perdía la San Diego, se ganaba la Mauricio, en la que había tan sólo un puñado de holandeses refugiados en el castillo de proa. Es cierto que en la Mauricio había fuego; pero es caso y fácil de dominar; en cambio la San Diego se hundía por mo mentos, ya que el agua llegaba á la segunda cubierta. El DR. MORGA tenía más de doscientos hombres á sus órdenes: ¿para qué los quería? Pero es que aun perdonada esta torpeza imperdonable, no se concibe cómo, durante las seis horas que las capitanas permanecieron aferradas, no se les ocurrió á los nuestros acabar de destruir la arboladura de la nave enemiga, que sólo tenía el trinquete sano : y así sucedió que, apartada la San Diego y sobrevenida la espantosa catástrofe que sobrevino en el acto, Van Noort apagó el fuego de su embarcación, y, con el trinquete, se dio á la vela... ¡Consecuencia legítima de mandar á dirigir una batalla naval á un magistrado ! La San Diego se hundía. «Ya nuestra nao—léese en la relación enviada por el Fiscal''—yba de suerte que vian andar los cuerpos muertos aogados entre cubiertas. El General que vio esto se comenzó á desnudar, por persuasión de un criado privado suyo llam e o Josepe de Naveda, el qual le dio vn colchón, en que los dos desnudos se hecharon á la mar, y lo mismo hizieron otros muchos, <br />
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75. Ya catada: Anexo cuarto del número a del APÉNDICE. <br />
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aunque los menos salieron á tierra. Nuestra nao dio vn balanze y fuese á pique, llevando consigo á todos aquellos que el temor de no saver nadar les avia detenido que no se hechasen al agua, algunos de los quales estavan armados; de suerte que la mayor parte de la gente se la llevo tras si, y á muchos que savian muy bien nadar la fuerza del rremolino los llevava á fondo. Los nuestros sobre las aguas, cada vno procuraua, por el modo que podia, salvar la vida, y algunos dellos, por ser su ynfelice suerte tal, se llegavan á la misma nao del enemigo á que les amparasen: aquellos herejes les salían á recibir con picas y los alangeavan con mucha crueldad, entre los quales dieron una lanzada al capitán Gómez de Molina, y con ella fue nadando hasta llegar á tierra, donde desangrado murió á la orilla del agua. Desta manera murieron algunos. Y los que escaparon se rccoxieron en la Isla de Fortuna, 18 leguas desta ciudad [de Manila], hasta que tuvieron embarcaciones para venir.» <br />
Alcega dio caza íí la Concordia^ peleó bizarramente con ella, la rindió, y se la trajo por popa prisionera, con la gente. MoRGA hace mucho hincapié, al defenderse, en el argumento macho de que su almirante le desamparó; de que Alcega no cumplió estrictamente el capítulo de la instrucción en que se le ordenaba luchar, al lado de su capitana, barloando. Es cierto. Pero no es menos •cierto que habiendo venido en ayuda de ella, encontróse con que los españoles cantaban victoria y le invitaban á que no tirase y á que pasase adelante^ es decir, á que fuese en persecución de la alnitranta enemiga, como en efecto lo hizo con el más brillante éxito. Pero volviendo á las torpezas de MORGA, insistamos en que no se •comprende cómo no se le ocurrió disponer que los suyos acabasen de destruir la jarcia y el velamen de la Mauricio: porque asi, conA'ertida esta embarcación en una boya, le habría sido imposible navegar, y, tarde 6 temprano, los tripulantes habrían caído en poder de sus perseguidores. Alcega fué encausado; pero la opinión se pronunció en su favor. Era innegable que habla obtenido una serialadísima victoria. Sus prisioneros de guerra fueron agarrotados en Manila, y la Concordia no volvió á piratear. En tanto que MORGA sufrió terrible y aun, si se quiere, vergonzosa derrota: los holandeses de la Mauricio eran en junto 53 hombres, de los que sólo perecieron cinco; mientras que los nuestros, cuántos no serían, que sólo cadáveres se contaron 137 de españoles, amén de muchos de hombres de servicio, entre filipi nos, japoneses y negros. No hay que decir que las viudas y toda suerte de deudos de los que, por la mala dirección de MORGA, sucumbieron en aquella empresa, cobraron al OIKOK un odio inextin guible; y la gran oleada de pasiones ([uc ya por entonces se alzaba contra él, acentuóse considerablemente; tanto, (¡uc esto de la bata lla contra Van Noort dio que hablar y que escribir años enteros. Véase, si no, la carta que Alcega, encausado y preso aún, dirigía á S. M. el 30 de Junio de 1602 '*, en que no se contenta con defenderse de las imputaciones de MORGA, sino que ataa'indole de frente, acaba por acusarle de cobarde'^''. Con todo, el efecto que se perse guía, librar á Filipinas del corsario, consiguióse: de ahí que la crí tica, apreciando los hechos en conjunto, no puede menos de consi derar que resultó de utilidad aquella jornada trágica, en la que á Tello, por haber nombrado á MORGA, le alcanza no poca responsabilidad; jornada que al propio MORGA le costó infinitas pesadumbresy caer enfermo de cuidado. Él mismo refiere cómo, una vez vuelto á Manila, «de los grandes trabajos y trances que avia pasado, luego adolecí de cámaras de sangre, de que e estado en la cama á punt o de muerte, sin estar aun libre de la dicha enfermedad, como es publico» '*... ¡Caro le salió su afán de guerrear ! <br />
El 5 de Enero de 1601, MORGA presentó á Tello la relación ofi cial de lo ocurrido'", con peticiones que motivaron la causa crimi hal que tanto exacerbó los ánimos; causa que á Alcega, victoriosa al fin, trájole larga prisión y fuertes sinsabores. Tello estuvo de par te del OIDOR—¿cómo no, si le había nombrado indebidamente?—, y cuando libró certificación de la conducta de MORGA, documento que éste reproduce en los SUCESOS (pág. 117), buen cuidado tuvo de de ja r á salvo el honor del OIDOR-GENERAL, cuya intención fué buena, claro está, pero no así la pericia ni la suerte, diga lo que quiera en la carta que dirigió á S. M. el 30 de Junio de 160 1 *", con la que mandó el Apuntamiento de que ya se ha hecho mención, escrito por él sin duda, y en el cual, aunque e! AUTOR no miente, no resplandece toda la verdad ; <br />
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76 Constituye dicha carta el anexo del número 16 del APÉNDICE. <br />
77 Lées e en dicha carta, que hay que coger en reservas, dad a la profund a enemiga que existía entonces entr e MORGA y su e x almirant e Juan de Alcega : «El genera l se echo al agua antes de irse á fondo la na o en vna balsa q u r ¡para est e efecto le tenían preuenida, y la causa de no auer metid o gent e con que acauar de tomar la na o enemiga, ni ordenar sobr e est o cossa ninguna, ifite por auer estado desfallecido y acobardado detras de «« cabrestante entre uir rimero de colchones*... <br />
78 Est o declaraba MORGA oficialmente en Manila, á 30 de Abril de 1601.— Véase el aqex o segund o del núm. 12 del APÉNDICE. <br />
79 Véase el núm. 11 de l APÉNDICE. <br />
80 Véase el núm. 12 de l APÉNDICE. <br />
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^-Í.Srfí!í.i->=- ^. / ^ •*^'* * * " ^ * * ^ ' <br />
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Autógrafo del DR. MORGA.—Manila, i6oi. <br />
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se omiten pormenores de importancia, sin los cuales no puede formarse cabal juicio de lodo lo (¡ue ocurrió en la memorable empresa del 14 de Diciembre del año lc 1600. La carta aludida termina con este párrafo : «Yo no he querido valerme de mas cjue la \-erdad desnudamente, que es la que tiene lugar delante los ojos de V. Magd., suplicando muy humildemente á V. Magd. sea servido de mirar mis buenos deseos y trabajos con la clemencia y benignidad que merecieren, haziendome la merced que ubiere lugar, de manera que no (]ueden sin ía gratificación que los criados de V. Magd. tienen en semejantes ocasiones, y que lo principal de ella sea mandarme sacar destc destierro á donde pueda gastar lo que me resta de uida con mas quietud en servicio de V. Magd. y encaminar mis hijos en lo mismo.» Tan cierto es que MORGA acabó por comprender que había estado desacertado é infortunado en su empresa contra Van Noorl, qué un año justo después, el 30 de Junio de 1602, escribiéndole al Rey sobre el mismo asunto, decía al concluir (nótese el diferente modo que tiene de expresarse) : «Suplico muy humildemente á Vuestra Magestad se sirua de per donar la falta que ubiere lucho, supuesta mi buena y n tención y de seo de obedecer y agertar en lo que se me mandó.» Ya no pide recompensa, sino que se le perdone la jaita que hubiere hecho en gracia á la buena intención que le guiara. Que la intención fué buena, parece indudable; pero que la catástrofe fué enorme, tampoco puede dudarse. <br />
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VIII <br />
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bre de capacidad y reflexivo; previa los conflictos y trataba de evi tarlos; pero á la vez tenía mucho hígado con gran cantidad de bilis: en sus enojos debió de ser implacable. Mas ¿cómo sustraerse á la influencia del medio? Y algo habrá que conceder también á la con trariedad que le producía ver que pasaban los años, y no se lé trasladaba, que era su sueño dorado. MORGA no tenía motivos para vivir contento, y los tenía en cambio para vivir melancólico, á causa del tedio que le consumía. La llegada del nuevo oidor D. Antonio de Rivera Maldonado le contrarió en extremo, porque viniendo este por el «más antiguo» déla Audiencia, MORGA quedaba postergado en su categoría; no con formándose con tal postergación, escribió sobre ello á S. M. el 2 de Julio de 16o I *'. Mas no era lo peor que su colega Rivera le obligase á cederle el primer puesto, sino que le obligó además á que des alojara la casa que venía ocupando desde que llegó al país, y á la cual había ido por encargo expreso de S. M. *^. MORGA tuvo también que agachar la cabeza y transigir. Por cierto que con tal motivo se cometió una verdadera polacada, que debe referirse por lo mis mo que fué hecha en obsequio del DOCTOR y con su complicidad, que es lo más grave. En efecto, el día 30 de Junio de 1601, á los pocos de haber llegado al país el licenciado Rivera Maldonado, Gonzalo Ronquillo de Ballesteros, Alcalde ordinario de Manila, decía en un auto : «que por quanto el señor Doctor Antonio de MORGA, oydor desta rreal Audiencia, dexa las casas de su morada para la vivienda de el señor Don Antonio [de Ribera Maldonado], oydor de la dicha rreal Audiencia, y tiene necesidad de casas en que estar y vivir, y aunque se an procurado, no se an hallado de comodidad otras sino las del secretario Antonio de Espinosa, vecino de esta ciudad, que estan en la plaga publica de esta ciudad, y se le a cometido el hazerla desembarazar : por tanto, que mandaba é mando que el dicho Antonio Despinosa, dentro de cuatro días primeros siguientes, desenvaraze y dexe libres el quarto de la dicha cassa que esta sobre la dicha plaga y alinda con las cassas de Cavildo, para que el dicho Doctor Antonio de MORGA acomode su vivienda en ellas, porque conviene assi al servicio de su Magestad, y en conformidad de lo que sobre esto ordena acerca de la comodidad de cassas de las dichas rreales audiencias, que lo es; el alquile dellas se le pagara luego adelantado, y ara toda comodidad, y lo cumpla assi, con aperce<br />
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81 Véase el número 13 de] APÉNDICE. ^ <br />
82 Véase la Real cédula que dejamos reproducida en la pág 47 *. <br />
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vimiento que passado el dicho termino del oficio, sr; descnvazara, y assi lo mando, proveyó y firmo» ". Espinosa puso el grito en el cielo : la casa era suya ; él la había edificado; él la ocupaba desde hacía muchos años; y regía una or denanza de la primitiva Audiencia en la que se disponía que «no se tomen las cassas á sus dueños contra su voluntad» : ¿con qué dere cho se le obligaba á desalojarla, sólo porque ai DOCTOR le viniera en talante vivir en ella porque estaba próxima á las Casas Reales? Protestó, pues, Espinosa, y adujo de pasada que el capricho de MORGA era tanto más arbitrario, cuanto que «en esta ciudad, de pre sente, ay tres pares de casas muy bastantes donde el dicho señor Doctor puede vivir con mas anchura y gusto». Pero MORGA, sin duda, lo que deseaba era no apartarse mucho de donde se celebraban las audiencias. Entonces no había coches; los trayectos se re corrían á pie, y desde la muerte del licenciado Zambrano, que sus colegas los oidores achacaron al calor que tomó yendo y viniendo de su casa á las Reales, que le pillaban un tanto lejos, los oidores le temían al sol, |y cuidado que el DR. MORGA tenía ya motivos para considerarse aclimatado!... La vivienda que tanto apetecía MORGA constaba solamente, según su propietario, de «una sala, cámara y recamara, demás de no aber en las dichas cassas mas de una cocina y muy poco corral y una sola escalera por donde se sirve». ¿Cómo, pues, deseaba MORGA tan pequeña casa, él que tenía un montón de hijos y otro de criados? Aunque entonces era lo ordinario dormir m república., casi confundidos padres, hijos y esclavos, si había otras viviendas más espaciosas vacías, ¿por qué el DOCTOR no op taba por una de éstas? Ya es dicha la razón: por no alejarse de las Casas Reales. Con todo, era una iniquidad arrojar á un vecino de su propia casa. Y al buen Espinosa se le arrojó, sin embargo, de la suya. Llevada á la Audiencia la protesta, los oidores Rivera Mal donado y MORGA dispusieron solemnemente que se diese «exe cucion» al auto del Alcalde, quien decretó de nuevo (el 7 de Julio) : <br />
«Alguacil mayor desta Ciudad, en qualquiera de vuestros thenien tes: Yo os mando que visto este mandamiento, bais á las cassas de Antonio de Espinosa... y ver si está desenvaragado e! quarto alto della, que linda con las cassas del Cavildo que sale á la plaga, y:no lo estando, lo desenvaragais luego, sacando del la rropa y lo demás que estuvie dentro...» Y como el cuarto no estaba desembarazado, se le instó de nuevo al dueño, <br />
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83 Información hecha á instancias de Antonio de Espinosa, vecino de Manila, sobre haberle echado el Dr, MORGA de unas casas de su propiedad. (1601,)—Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 35 (núm. 2). <br />
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. el cual persistió en mante ner su negativa, y entonces le pusieron los muebles en la calle. Espinosa acudió á la Audiencin con otra protesta enérgica; pero la Audiencia se limitó á ordenar : «Que se cumpla lo mandado». Y el 9 de Julio de 16o I MORGA con los suyos se trasladó á las casas del secretario Espinosa, que eran de piedra, construidas por Espi nosa hacía más de veinte años, y por Espinosa ocupadas desde que las construyó. MORGA tenía la enemiga de su compañero Téllez de Almazán y otra enemiga mayor, la del fiscal Salazar; con Tello sólo contaba á medias: de suerte que optó por marchar bien con Rivera Maldona do, no obstante que ocultamente se lamentaba al Rey de que su nuevo colega le hubiese suplantado en la plaza de Primer oidor ó «más antiguo». En esta alianza demostró MORGA una vez más su ta lento; porque Tello no era de fiar: tan pronto daba señales de ser verdadero amigo, como las daba de verdadero enemigo. Abrumado por el tedio, el Gobernador á veces concebía enormidades; por for tuna Tello no tenía mucha bilis, y así, sólo por casualidad dejábase arrastrar por la pasión. Su característica era la acometividad á ra tos y la indiferencia siempre. De recién llegado, á 30 de Junio de 1601, Rivera Maldonado escribía, entre otras cosas, al Rey **: «Aviendo el Governador mandado dar ciertos tratos de cuenta á un bezino desta ciudad, apelo para la Audiencia, y se mando en ella que se íuese á hazer relación, y, en el entretanto, no se execu táse : deste mandato de la Audiencia no se hizo caso, y se executó lo que el Governador mandó; aviendose puesto soldados con sus ar cabuzes contra los ministros de la Audiencia, y hecho resistencia para que ninguno llegase á notificar los autos; y después desto mando el Gouernador reforgar el cuerpo de guardia, y trato con el maese de campo y el sargento mayor y otros, que prendiesen al Doctor An tonio de Marga, que presidia en la Audiencia, para hechallo destas yslas *', y que él tomarla el sello Real en si y mandaría que otro oydor que quedaua [Téllez de Almazán] se estuvicsse en su cassa hasta que V. Magd. embiasse otros oydorcs».<br />
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84 Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 19; doc. núm. 11 del índice 7.". <br />
85 Algún tiempo después, el 22 de Marzo de 1604, insistiendo Rivera Mal donado en la conveniencia de que se le fuese á la mano al Gobernador (Acuña), escribió á S. M., entre otras cosas, lo que sigue:—«En otra ocasión que de la pasada se siguió, dio orden el governador D. Francisco Tello para que el maese de campo Pedro de Chaves y el sargento mayor Gallinato prendiessen al Dor. Antonio de MORGA, oydor de la Real Audiencia destas yslas, y lo embarcasen y enviasen por la via de Portugal á España en una Iragata que era imposible hazer el viaje y se avia de perder; y visto el caso tan grave, los dichos muese de campo y sargento mayor avisaron del caso á los oydores, y con medios que se tomaron cesso el yntento de el Governadór, que aunque pudo ser para poner temor al oydor, fue desautorizar mu cho su persona, y deste caso y otros a resultado el poco respeto que se les tiene á los qoe en esta Real Audiencia sirven, como muchas veces se á experimentado.»—Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
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.. Rivera Alaldonado añade, al comunicar tan estupenda noticia, que «toda la tierra se escandalizó notablemente». «Y entiendo (concluye) se a dado aviso al Consejo, y agora lo doy por el mucho temor con que lialle á los oydores, que es tanto, que aun no tienen por seguras sus personas : V. Magd. se sirva de mandar dar orden í los (ioucrnadores para adelante, y que sepan que pues la Audiencia re¡>rcscnta la persona de V. Magd., es justo se respeten y obedezcan sus mandatos, y para ello se envié cédula apretada, porque de leyes ni ordenangas no parece que hagen caso (si se puede dezir), quando intentan ha zer algo de hecho; y mandándolo V. Magd. proueer asi, los Gouer nadores se templaran y los oydores tendrán libertad para que V. Magd. sea mejor seruido.» <br />
¡Cómo estaba el país!... Una racha de desgracias llovía sobre él. Amén del naufragio de la San Diego, que llevó MORGA al combate, había que registrar el de las naos Santa. Margarita y San Jerónimo, que habían salido juntas á mediados de 1600 para Nueva España, «después de auer nauegado mas de siete meses, la una de arrivada en la ysla de los Ladrones y la otra en estas, sin que dellas escapasse cossa alguna, sino algunos pasageros; que a causado mucho sentimiento en esta tierra» **; de suerte que'en el transcur so de un año perdiéronse tres navios, muchísimos miles de duros y centenares de hombres... Y por si todo esto era poco, el galeón San to Tomás, en que vino Rivera Maldonado á Filipinas, se perdió tam bién en las Catanduanes á últimos de Abril de 1601, aunque pudo salvarse el pasaje y casi toda la carga. Rivera Maldonado, en su ci tada comunicación de 30 de Junio, escribía al Rey : «Lo que mas puede acrecentar esta tierra y enriquecer los vezinos y pobladores della, es el repartimiento de la carga de las naos que se despachan para la Nueva España, dándoseles parte, como V. Magd. lo manda, conforme á sus méritos y servicios y á la antigüedad que en ella tienen, y como esto no se cumple... todo se re mediará si la Audiencia conoce dello y va la mano al Gouernadór <br />
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86 Carta de la Audiencia de Filipinas á S. M.: Manila, 13 de Julio de 1601. Archivo de Indias, est. 67, caj. 6, leg. 19; documento núm. 16 del índice 7.°. <br />
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para que se guarden con puntualidad las cédulas, ordenes y ystru ciones de V. Magd., y asi en esto como en que á los chinos no les tomen las haziendas que traen cuando les van á visitar los nauios, se tendrá mucho cuydado, porque hasta agora no se las an dexado^ de tomar, en que se a excedido mucho, y algunos chinos han que dado sin paga y con notables perdidas y daños.» Y á renglón seguido : «Algunas encomiendas se an proueido en personas que an causado admiración, por auerse dado sin mirarse servicios y antigüedad y lo demás que V. Magd. manda... Hanse dado tantas conductas de capitanes y á personas tan particulares,, que conviene se remedie, porque los mas, si asi se puede encare cer, son capitanes.» En lo tocante al despacho de los navios, se convino en que, por turno, cada año fuese un oidor á Cavite á inspeccionar la carga para evitar abusos. .El DOCTOR MORGA fué quien primero comenzó este servicio, y aunque se le acusó de haber hecho negocio, como sus acusadores fueron sus más enconados enemigos personales, habrá que rebajar no poco en la censura. En cuanto á limitar el número de sangleyes, la Audiencia, en su carta ya citada al Rey (de 13 de Julio de 1601), decía textualmente : «... por cédula de I.° de jullio de 9 8 se nos manda que con ynterbencion del argobispo y otras personas se trate de que en estas yslas no aya tanto numero de sangleyes, en cuya conformidad se trato y comunico con ellos, y después de auer dado su parecer... se cometió por esta Audiencia la éxecucion dello al doctor Antonio de MORGA, oydor della, el quaí con mucho cuidado y diligencia y con suaves medios lo a proueido y ordenado de manera que la tierra quede con los forgossos y negesarios solamente y cada año se yra continuando esta orden». Todo esto á MORGA le proporcionó mucho trabajo y frecuentesdesazones, porque sus émulos y enemigos aprovechaban todas las coyunturas para desacreditarle, si bien inútilmente. Aunque en algunas cosas la crítica tenía razón; habrá que oiría, siquiera, no perdamos de vista la calidad de las personas que la hacían. Así> por ejemplo, los Regidores manilenses escribían al Rey el 2 1 de Julio de aquel año de 160 1 *'': <br />
«... teniendo V. Madg. en este campo quatro capitanes de yn fanteria con los quatrocientos soldados que asimismo V. Magd. a mandado que aya de presidio, y siendo los dichos capitanes personas de satisfacion, y estar mandado que no haya mas numero de los <br />
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87 Carta de la ciudad de Manila á S. M.—Archivo de Indias, est. 67, caj. 6, legajo 35 (núm. i).—Véase el anexo quinto del núm. 12 del APÉNDICE. <br />
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dichos quatro capitanes por ser superfluo qualquiera otro que uuie fa con tan poco numero de soldados, el doctor Antonio de MORGA, oydor desta Real Audiencia, auiendo venido en tanta altivez 6 yn quietud de animo caussado de que con la mano y poder que tiene a hecho tantos agrauios á esta tan afligida república en general y particularmente á los mas vczinos de ella con su acostumbrada fa cilidad que tiene en el hablar mal y perjudiciosamente, que salien éose con ello sin auer quien osare hablar en ello,^ hallándose rico y faculiosso en el poco tiempo que á que esta en esta tierra con sus tratos y mercadurías, a comentado á inspirar en quitar á los solda dos y gente de guerra que V. Magd. tiene aqui sus cargos y officios, ji apropiárselos á si y á sus deudos, y assi contra el dicho numero y contra lo que V. Magd. manda por sus ordenanzas y cédulas, que no se den officios ni aprouechamentos á los oidores ni deudos ni criados, auiendo el gouernador don Francisco Tello proueido por alcalde maior de la ysla de Mindoro á un Pedro Cotelo de Morales, primo hermano de la muger del dicho doctor MORGA, que bino con él á estas yslas, y dexado á muchos conquistadores y p o bladores pobres de dársela, el dicho Doctor MORGA no quiso que la aceptasse diziendo que no quería que le proueyesen sino en vna capi tanía de paga, siendo hombre mogo y que en toda su vida tiro arca buz, ni supo ni se hallo en guerra, antes tenido tan mala manera de bibir, que por no ser desensia referirlo á vuestra Magestad se dexa de dezir.» <br />
Lo que no debe dejarse de decir es que en esta carta van las fir mas de Francisco de las Misas y de otros que, á la verdad, no le debían favores al DOCTOR MORGA, que los había perseguido ó per seguía con más 6 menos fundamento, pero sobre todo á Misas, de quien consta que era un defraudador desaprensivo. En todo esto se reflejaba el rastro cruento que dejó la célebre batalla contra el pi rata holandés : los ánimos no se habían encalmado ni llevaban tra za de encalmarse. Todavía á mediados de l6o2, en que ya Tello había cesado y se hallaba al frente del gobierno de las Islas el biza rro é inteligentísimo D. Pedro Bravo de Acuña, recién llegado por «ntonces, el asunto de la trágica jornada seguía, como se suele de cir, coleando, en parte por culpa de MORGA, que obstipado en hacer responsable á Juan de Alcega del desastre, le tenía preso aún. Al cega era íntimo de Francisco de las Misas y del fiscal Salazar, y, consiguientemente, esta trinca se desataba contra MORGA en la for ma que podía, sin dejar de aprovechar cuantas ocasiones hallaba oportunas para perjudicarle. MORGA estaba al tanto de todo, y en <br />
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prueba de ello, véase su carta al Rey de 8 de Julio de l6o2 ^^ en la que se cura en salud, alegando en favor suyo el testimonio de Fr. Francisco Valdés, que iba á España, y, como testigo que había sido de la batalla naval (á la que fué por capellán de la San Diego), podía informar verbalmente acerca de la verdad de lo ocurrido. Por lo demás, el dato dq que MORGA propusiera á un pariente suyo para un cargo, aunque no lo juzguemos pecaminoso, dice ya algo en contra del DOCTOR, que pensaba de otro modo á mediados de 1598, pues que entonces escribía en el capítulo 85 de la Relación que mandó al Rey *^: .Los que goviernan no an de proveer las compamas ni otras plazas en deudos ni allegados y criados suyos, mayormente siendo mozos y. poco platicas, que esto es de notable incombeniente habiendo como hay tantos beneméritos quepadegen y mueren de hambre.» Aquí del manoseado símil de la manzana sana que se pone entre las podridas : la acción del tiempo y la acción del me dio no obraban en vano, y no es aventurado suponer que MORGA se dañase más ó menos, que después de todo tenía motivos, no ya para dañarse, sino para pudrirse. Mas sea lo que fuere, lo que sí resulta indiscutible es que llevaba un período de tres años en que los disgustos debieron de amargarle constantemente el espíritu. <br />
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IX <br />
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Por si eran pocos los disgustos que á MORGA le proporcionaba el cargo de oidor, su hija Juliana le ocasionó uno más, pero tan grave,, que su padre no se lo perdonó en los días de su vida. Juliana de MORGA estaba para cumplir los veinte años; era el mayor de los hijos del DOCTOR. En varias ocasiones había sido re querida para esposa, una de ellas por D. Gonzalo Manuel. Pero los padres nunca la consintieron que tuviese novio, fundándose en que carecían de licencia de S. M. para casarla. ¿Cómo MORGA no había pedido ya esta licencia, en previsión de que á su hija se le ofreciese un buen partido? ¿Sería porque MORGA no quisiera en modo alguno que sus hijos se casaran en una colonia donde tanto escaseaban los hombres de calidad.? MORGA tenía empacho de blasones,. y como por otra parte el oficio le daba un rango verdaderamente distinguido, no debió de tomar en consideración las ansias de Juliana, á quien había dotado la naturaleza de un temperamento ardiente, que la tenía ávida'de matrimonio desde hacía algunos años. <br />
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88 Véase el núm. 16 del APÉNDICE. 89 Véase el núm. 6 del APÉNDICE. <br />
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Se abrasaba, se consumía, «se impacientaba»—según su madre '''';— y, sin embargo, los padres no la consentían, no ya que cambiase •de estado, pero ni siquiera que tuviese novio. VHvía muy retraída; salía apenas de casa; ¡y á saber lo que discurriría su imaginación, -excitada por los fenómenos que en los temperamentos ardientes produce un clima como el filipino!... Vino, pues, íí tener en se creto relaciones amorosas con un joven llamado Juan Alonso de Moxica, que hacía poco tiempo que, procedente de Nueva España, había llegado al Archipiélago, con título de capitán de aquel cam po ; el cual Moxica vivía en compañía de un su tío, Luis Barrasa, •comerciante establecido en Manila. Juan y Juliana se veían de tarde en tarde y de lejos: sólo cuando ella podía ponerse un rato al bal cón, que caía á la plaza, donde MORGA tenía su vivienda. Enten iíanse por billetes, y éstos los llevaba y los traía una mujer que entraba frecuente y familiarmente en casa del OIDOR, amiga de la •señora; una mujer que hizo la tercería tan á maravilla, que Doña Juana, la esposa de MORGA, no tuvo de ella la menor sospecha. <br />
Pero el amor no puede permanecer oculto indefinidamente; al guien se percató de estas relaciones, y sin más ni más previno á Doña Juana, la cual, como primera medida, despidió de su casa á la persona que hacía la tercería; trató luego el asunto con el confesor; reforzó la vigilancia; clavó la ventana de la recámara donde su hija dormía, y pareciéndole poco todo esto, y porque abrigaba la sos pecha de que Juliana y el capitán continuaban entendiéndose, de cidióse á hablar de este negocio con su señor marido, el jueves 13 de Junio de mil y seiscientos dos, como á las diez de la noche, á solas y á poco de haber acabado de cenar toda la familia MORGA El DOCTOR, á medida que su mujer le iba refiriendo sus temores, íbase encolerizando; y llegado el momento de abordar «lo que se avia de hazer»... Dejemos que la misma Doña Juana de Briviesca Muñatones nos lo diga '' : «Luego por principio de la cossa llama ron á la dicha su hija en la recamara de su aposento, y dándole á -entender lo que avian savido en la deshonrra que dello se seguía para ella y para sus padres y parientes, maiormente siendo el dicho casamiento con tanta desigualdad suya, la rriñeron, y paresciendo les que era necesario, y convenia poner miedo y temor, alli luego <br />
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90 Para la redacción de este capítulo hemos tenido á la vista la Informa ción sobre el casamiento de D." Juliana de MORGA, hija del Dr. D. Antonio de MORGA, contra la voluntad de su padre. Manila, Junio de /Í502.—Archivo de indias; 67, 6, 7: documento núm. 7 del índice i." <br />
91 Declaración de Doña Juana, prestada el 19 de Junio de 1602. <br />
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[en la antecámara] la castigaron, dándoles ambos d dos una vuelta de bofetones y muchos agotes con una disciplina, y con unas tixeras le cortaron todo el cavello que tenia, y assi, desnuda, la volvieron á meter en la recamara, mas adentro de donde dormia, que tenia la ventana clavada, para tenella allí detenida y guardada.» Y aún hicieron más ambos esposos : mientras la abofeteaban y azotaban, «la arrastraron por los cabellos por el suelo» '*. La infeliz Juliana se retiró «llorando y desnuda»... Las once y media serían de aquella noche cuando los esposos dieron las órdenes para que se acostasen todos, y ellos también lo hicieron á su vez. La esclava Magdalena, de Coromandel, preparó y encendió, como de costumbre, la lamparilla que alumbraba la antecámara donde dormían los cónyuges. Cerca de ellos se acostó, en el suelo, Juana, otra esclava de casta bengala, «con una niña de teta, hija del Sr. Oydor». Todas las puertas habían sido cerradas. Y minutos después, el más profundo silencio reinaba en aquella casa : todos, al parecer, dormían á pierna suelta... Una hora más tarde to caron á maitines en San Francisco. Doña Juana se despertó entonces, y extrañándole que la lamparilla no luciese, experimentó cierto sobresalto. Llamó á su marido; pidieron luz : una de las esclavas la trajo luego. Y yéndose en seguida MORGA y su mujer á la recámara donde Juliana debía de estar durmiendo, ¡cuál no sería la sorpresa de ambos al ver que Juliana no estaba en su dormitorio!... Las puertas de la casa permanecían tan cerradas como antes. Si Juliana -se había escapado, no pudo ser, según declaró la madre, por otra parte que «por la ventana balcón de la antecámara que cae á la plaza y es muy alta del suelo, la qual paresció tener abierta una porteguela de la puerta ventanaje unas vendas de lienzo amarradas en las varandas del balcón». ¡Imposible una fuga más audaz!... Diríase que los esposos soñaban; pues que la joven se había ido por uno de los balcones de la propia habitación en que dormían sus padres. Si fué así, y no debió de ser de otra manera, Juliana de MORGA probó en esta ocasión que tuvo una resolución y una osadía verdaderamente varoniles. <br />
MORGA creyó enloquecer. Mandó aviso inmediatamente á su escudero, Juan Bautista Manfredo, que dormía en el cuartito que había en el descanso de la escalera, para que se vistiese á toda prisa; y á toda prisa se vistió él, MORGA, á quien la indignación le había puesto frenético. En esto, su mujer se asomó al balcón por donde <br />
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92 Declaración de Juana, esclava bengala al servicio de MORGA; de 26 años. Declaró el 19 del mismo mes de Junio. <br />
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la fuga debió de verificarse, y asomada estaba cuantío vi6 venir á un hombre en camisa y descalzo, cubierto con un capotillo, que se dirigía á casa del DOCTOR. Era el antiguo vecino de Manila Francis co Pérez de Riveros, que venía á dar cuenta al OIDOR de lo que con su hija doña Juliana acontecía. MORGA salió. En la escalera se le incorporó el escudero Juan. Al llegar á la puerta de la calle, topóse con Pérez, quien, en echando á andar, tuvo que llevar de la mano al OIDOR, porque iba éste tambaleándose, ciego, «sin juicio», sin saber por dónde le llevaban, y siempre preguntando únicamente : ^^Dónde está mi MjaH ". ¡Su hija!... Después del bárbaro palizón que había recibido, y de los ultrajes que sus padres le infirieran, «en faldellín y mangas de camisa, con un pañuelo atado á la cabeza» '•*, se descolgó por un balcón á la calle, valiéndose de unas tiras que arrancó á su sábana. Verdaderamente, asombra la audacia de la joven : apenas se concibe cómo en unos minutos, á oscuras (pues que comenzó por apa gar la luz) y sin despertar á nadie, pudo correr el lienzo del balcón ventana, amarrar las tiras, montar el repecho, y descolgarse desde una altura de tres metros por lo menos. Ya en la plaza, dueña de sí misma, en completa libertad, Juliana se dirigió corriendo á casa de Barrasa, donde vivía Juan Alonso de Moxica, su novio, su pro metido, el causante de aquella tan singular aventura. Y tomando una piedra, con ella comenzó á dar golpes suaves, pero muy fre cuentes, en la puerta de Barrasa. Barrasa despertó. —¿Quién va.?—preguntó, al tiempo que se asomaba á la ventana. La joven, por toda respuesta, siguió dando golpecitos con la piedra. De nuevo volvió á preguntar Barrasa. Y entonces la joven dijo quedamente : —Soy yo : ¡ábrame ! —¡Pero quién es su merced, y qué es lo que quiere á estas horas? Á lo que ella repuso con tono de súplica: —¡Écheme acá á Moxica, que es mí marido!... •*'. Pared por medio de Luis Barrasa vivía el viejo Francisco Pérez de Riveros, que á los golpes de Juliana se había despertado. Y frente por frente de Barrasa y Pérez vivía el relator de la Audiencia <br />
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93 Declaración de Francisco Pérez de Riveros, prestada en 20 de Junio. <br />
94 Así la halló el citado Francisco Pérez de Riveros. <br />
95 Declaración del escudero Manfredo, según lo que le contó Barrasa, que está coníorme con la de Francisco Pérez, el cual oyó el diálogo desde su ventana, á cortísima distancia de los que la habían mantenido. <br />
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Luis Ortiz de Padilla, que también se despertó, aunque no tan pronto como Pérez. Percatado Barrasa de que la persona que con él hablaba era Doña Juliana de MORGA, dio algunas voces llamando á Pérez y al Relator. Este último no contestó inmediatamente, porque dor«lía aún.. Pero el viejo Francisco Pérez contestó en el acto, y en el acto, tal como se hallaba, sin más prenda que la camisa, se echó á la calle; y encarándose desde luego con Doña Juliana, invitóla á •que le siguiese, y juntos ¡rían á casa del OIDOR. Mas ella le respondió con la mayor energía que allí se hallaba en busca de su marido, «¡y se lo avian de dar!»... <br />
— Aquí no está Moxica—dijo Barrasa, sin moverse de la ventana. <br />
— Y yo (añadió Pérez) juro por lo más sagrado que á las nueve •de esta noche lo deje jugando en una casa. <br />
—¡Mentira!—exclamó Juliana.—Yo sé que está aquí; y si por miedo á mi padre yo dejara de casarme con Moxica, como dejé de casarme con D. Gonzalo Manuel, ¡me he de casar con un negro !(96). <br />
Pérez, viéndola tan resuelta, permitióse exponer algunas reflexiones, aconsejándola como podía hacerlo un hombre honrado de más de sesenta años. Y todo esto en la calle, al pie de la ventana de Barrasa. Pero ella repuso como argumento definitivo: <br />
—¡Vea su merced esta sortija!... <br />
Y le mostró la que llevaba puesta, que se la había mandado Moxica con la persona de los billetes; Juliana la había recibido «en señal de matrimonio», y en justa correspondencia le había enviado otra sortija á él, también «en señal de matrimonio» : ¡Moxica era su marido, y Juliana de MORGA su mujer ! Persuadido Pérez de que no había medio de reducir á Juliana por razones, intentó llevársela por la fuerza; pero en la breve lucha que.sostuvieron, la doncella probó que tenía mejores puños que Pérez. Todavía éste intentó un último «sfuerzo, ayudado por un esclavo suyo, que acudió; pero la joven volvió á salir triunfadora. Entonces Francisco Pérez, atento á los consejos de Barrasa, que continuaba de bruces en su ventana, decidió irse á dar noticia al DOCTOR. Y pidió, al efecto, á un esclavo un capotillo, que en seguida le trajo y le echó por los hombros; mas en el momento de partirse, Juliana le arrebató el capotillo, con el fin de retenerle. Pérez se lo dejó en las manos y escapó. Y andando iba, cuando recibió el capotillo, que con el esclavo le mandó Julia na... Así que Pérez llegó á casa del DOCTOR, todo en ella andaba manga por hombro, como queda referido. Y en el instante en que llegaba á la puerta, MORGA se topó con é1.<br />
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96 Declaración del repetidamente citado Francisco Pérez. <br />
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MORGA, Pérez y el escudero Manfredo, echaron á andar, ya es dicho cónio : llevando Pérez de la mano á MORGA, porque MORGA iba «sin juicio», ciego, preguntando sin cesar: ¿Dónde está mi hija?, ¿Dónde está mi hija?-»... <br />
Á las voces que había dado Barrasa (á las que siguieron las del vivo diálogo sostenido entre Juliana y PVancisco Pérez), despertó el Relator, poniéndose en seguida á su ventana. Entendió que debía intervenir, y bajó á la calle, en el momento próximamente en que Pérez se partía á dar cuenta al OIDOR. Y entonces se reanudó el diálogo entre Barrasa, el Relator y Juliana. Barrasa no hacía secreto de lo indignado que estaba con su sobrino Moxica, a quien prometía «matar, por aquel caso». Ni el Relator dejaba de dar razonables consejos á la joven. Y así, hablando los tres, Juliana vio venir un grupo de hombres, en uno de los cuales reconoció á su padre. Ate rrada ante aquella visión, metióse apresuradamente en la vivienda del "Relator, y subió de tres entres los escalones.—No la estorbaba el vestido : seguía en faldellín, naturalmente. <br />
¡Es admirable el respeto que MORGA probó tener al domicilio ajeno! Otro hombre, loco, como él iba, no se hubiera andado con paños calientes, sino que desde luego se habría colado de rondón en busca de lo que tanto apetecía rescatar. Pero MORGA, caballero y magistrado antes que padre iracundo, procedió de otra suerte : limitóse á repetir la muletilla que pendía de sus labios : ¿Dónde está mi hija?', y como el Relator le correspondiera:—«En mi casa»,— MORGA le preguntó que por qué la había recogido. <br />
-^La he recogido, porque la hallé en la calle; y por ser cosa de vuestra merced, y por dolerme de un caso tan acelerado como éste... (murmuró Ortiz de Padilla). <br />
MORGA entonces manifestó que era preciso que bajasen á su hija. Y oyendo tales palabras, Manfredo el escudero se echó escalera arriba. En cuanto Manfredo se halló con Doña Juliana, expresóle los deseos del DOCTOR; pero ella respondió diciendo que se negaba resueltamente á bajar, «porque temía que la matase su padre»(97), y el escudero bajó con la noticia. Entonces el Relator y Pérez subieron. MORGA quedó esperando á la puerta de la calle. Pérez y el Relator hallaron á Juliana nerviosa y jadeante, sentada en un sillón de la sala. Hiciéronle ambos las reflexiones propias de la situación. Pero inútilmente : ¡No!, ¡no! y ¡nol... «No saldré de aquí sino es hecha pedazos. ¡Quiero casarme con Moxica!» Y á cada momento, un nuevo rotundo ¡no!, pero á voces; tan á voces, que el padre oía á su hija desde la calle. <br />
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97 Declaración de Juan Bautista Manfredo, prestada el 19 de Junio. <br />
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Pérez y el Relator bajaron. Pero antes de que explicasen al por menor lo que habían tratado con Juliana, MORGA les atajó para pedirles que se constituyesen en custodios de la muchacha, mientras él iba á cierta diligencia urgente. Y MORGA se separó de los sujetos citados, yéndose á las Casas Reales, donde moraba Don Pedro Bravo de Acuña, Presidente de la Audiencia y Gobernador, insigne soldado que estaba entonces recién venido al país. <br />
Pérez y Padilla subieron á acompañar á Juliana. <br />
MORGA llamó á las puertas del Presidente-Gobernador. Le abrieron. Dijo que para negocio grave llamasen inmediatamente á su Señoría; y así lo hizo el ayuda de cámara de Acuña, Juan Guerra de Cervantes, el cual en el acto «dio de vestir á su amo». Salió éste á la calle; habló un momento con MORGA, y ambos, seguidos de Manfredo y de Cervantes, fuéronse derechos á casa del Relator. Serían las dos de la madrugada. Mientras marchaban, MORGA iba silencioso, reflejando en su semblante la más profunda tristeza(98). Atravesaban la plaza cuando Acuña se detuvo : llamó á su criado y le ordenó que se fuese á casa del capitán Gómez de Machuca y le dijese que, sin pérdida de momento, se presentase en la de I uis Ortiz de Padilla. Partió el criado; y Acuña y MORGA prosiguieron su camino. Un minuto después llegaban á la puerta de Padilla. <br />
Acuña penetró en la casa y ganó en seguida la escalera. (MORGA se quedó en la calle, á pie firme.) Al verle entrar en la sala, Juliana, Pérez y el Relator se pusieron en pie. Estos dos bajaron á acompañar á MORGA. Acuña y Juliana quedaron solos. El Presidente la examinó: ella respondió con viveza á todas las preguntas; y á los deseos que Acuña manifestara de que convenía por muchas razones que ella se restituyese al hogar paterno, ella replicó siempre con la más terminante negativa. Mientras departían, llegaron el capitán Machuca y el criado Cervantes. Habían traído una silla de manos. Machuca subió, y llegó á la sala en el momento en que Juliana exhibía á Acuña la sortija que había recibido de Moxica. Tras breves palabras cambiadas entre el Gobernador y el Capitán, éste bajó y se incorporó al grupo de MORGA, Pérez y Padilla, que se habían metido en el portal de la casa. Y al cabo de un rato bajó Acuña. Su llegada era esperada con ansia. El gran militar no pudo ser más sobrio:—¡He acabado con Doña Juliana!—dijo. É inmediatamente ordenó que Doña Juliana fuese depositada en casa de Gómez de Machuca. <br />
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98 Declaración de Juan Guerra de Cervantes: Cavite, 26 de Junio de 1602. <br />
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Y tomando del brazo al DR. MORGA, llcvóselo á su casa, á cuya puerta permanecieron un rato; MORGA, silencioso, imponente en su dolor; Acuña, aconsejándole prudencia. Al cabo del cual rato, Padilla, Machuca y Pérez vinieron á decir al Go bernador que ya Doña Juliana estaba depositada en la morada del Capitán; y entonces Acuña ordenó & todos que se retirasen. Saludó á MORGA; éste subió más triste que nunca su escalera, y Acuña se guido de Cervantes se fué á las Casas Reales. Por el camino, como no hay grande hombre para su ayuda de cámara, Acuña le dijo al suyo que había rogado á MORGA blandura para su hija; y reflexionando sobre lo acaecido, censuró la dureza con que el OIDOR y su mujer habían tratado á la infeliz doncella(99). <br />
Á todo esto, ¿qué era del novio?; ¿qué se hacía el capitán Juan Alonso de Moxica? No se sabe dónde pasó la noche; pero sí el día siguiente, viernes catorce de Junio, que lo pasó retraído «en algunos monasterios desta ciudad», desde donde «avia hecho secretamente diligencia con el Provisor deste Arzobispado para que los casase á él y á Doña Juliana»(100). Con el Provisor, D. Santiago de Castro, había tenido MORGA «muchas quexas, dares y tomares»... Se odiaban cordialmente, OIDOR y Provisor. Que Moxica deseaba casarse con Juliana, dícelo el hecho de que en la tarde en que recibió de ella la sortija, trató con el general D. Lope de Ulloa el negocio de la boda; y el General fuese á ver al OIDOR; pero no le halló en su casa. Y así quedó el asunto, pendiente, hasta el mencionado vier nes, catorce de Junio, que, prevenido el Provisor, éste se fué á casa del capitán Machuca, y en ella, donde ya se hallaba el novio, desposó, á primera hora de la noche, al capitán Juan Alonso de Moxica con Doña Juliana de MORGA... <br />
Al siguiente día, por la tarde, lo supo el DOCTOR. Y en cuanto lo supo se encolerizó tanto, que no pudo coordinar ideas, ni hacer nada en algunas horas. Pero ya el l6, por la mañana, dirigióse al Provisor por escrito en los términos siguientes: «Ayer tarde me dixeron aqui que V. md. avia desposado á mi hija en casa del capitán Gómez de Machuca, donde estava por orden del señor Presidente después que salió de mi casa, y no lo he aun acabado de creer, pues siendo la causa de la calidad que es, aunque yo avia de hazer la contradigion, y rresistencia que mas pudiesse á tal matrimonio, parege puesto en rragon que por ser mi hija é yo de calidad en persona y oíTicio, que V. md. supiera de mi boca mi voluntad, <br />
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99 Así consta en la declaración del mencionado Guerra de Cervantes. <br />
100 Declaración, citada, de Doñ a J u a n a de BrLviesca M u ñ a t o n e s. <br />
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ó á lo menos tomara luz de los ympedimentos canónicos que podia aver para tan acelerado y lastimoso casamiento, pues los devia yo saver antes que otra persona, y estaba la causa y personas de los contrayentes asegurados de toda violencia y mal tratamiento, y assi no puedo dexar absueltos de el dolor y sentimiento que tengo de quexarme á V. md. como de Provisor, Juez y Cura, á si propio como al señor Chantre de Manila de la rragon de quexa justa que me queda; pues no puedo resolver sobre el negocio, si fuere hecho y no aver llegado á mi notigia, antes que esto seria lo que se pretendió en su ageleracion, pues era tan cierta y sin duda la rresistencia y coníradigion que yo avia de hazer; y si no lo estuviere hecho, no puedo escusar de hazer con la mayor eficacia y fuergas que yo pudiese hazer; y con esto suplico á V. md. me haga merced de avisarme de su mano al pie de este mismo papel, lo que en esto se ha hecho, para que con saberlo de V. md., que es la via mas cierta, yo trate de lo que, según el estado que la cosa tiene, mas convenga.—Nuestro señor guarde á V. md. &. De casa á catorce(101) de Junio de 1602 años.—D. ANTONIO DE MORGA.» <br />
El Provisor escribió de su puño y letra al pie de la misma, en el acto de recibir la precedente carta : <br />
«Yo casé á la señora Doña Juliana, hija de V. md., anteanoche ; y fue el casamiento tan acelerado, por muchas causas que uvo; que si yo cumpliera con la obligación que á V. md. tengo, no hiziera bien mi oficio, porque el matrimonio se estorvaria, y fuera muy mayor la causa que yo diera en toda la ciudad. Suplico á V. md. quan encarecidamente puedo, que haga merced de juzgar que no podia un Provisor hazer otra cosa; que á mi me a dado grandissima pena ver la mucha que V. md. tendrá, y por esto no e ydo á besar á V. md. las manos.—^Dios consuele á V. md. y le de su gracia para estos trabaxos.—Capellán de V. md.,—SANTIAGO DE CASTRO.» <br />
Si MORGA, en su frenesí, abrigaba alguna duda sobre la certeza de la boda de su hija, esta respuesta tan breve como expresiva del Provisor debió de disiparla. Y sin pérdida de momento dirigióse de oficio al Presidente de la Audiencia, proponiéndole abriese una información. MORGA remitía el billete que copiado queda. El Presidente accedió á lo solicitado, y en el expediente instruido declararon en Manila: Doña Juana de Brlviesca Muñatones, esposa del OIDOR, de más de 40 años; sus esclavas María, Magdalena y juana, jóvenes todas ellas; <br />
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101 Sic! Con todas sus letras: era diez y seis. MORGA teaía la obsesión del caiorce: ea 14 de Diciembre de 1600 fué la célebre batalla con Van Noort; en 14. de Junio de 1602 la boda de su hija. ¡Qué dos fechas para MORGA!... <br />
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el escudero de MORGA Juan Bautista ManlVedo, de 33 años; Francisco Pérez de Riveros, de más de 60; el capitán Gómez de Machuca, de 43 ; Luis Ortiz de Padilla, relator, de 35; y, en Cavite, Juan Guerra de Ccrx'antes, ayuda de cámara de D. Pedro Bravo de Acuña, de quien no consta la edad.—Comenzó la información el 19 de Junio, y terminó el 26.—^Por qué y para que se hizo, si la cosa no tenía ya remedio? Para que el Rey lo supiera, y para que supiera además cómo el inflexible DR. MORGA rechazaba á su hija de por vida. En vano Acuña, con su gran ascendiente sobre el OIDOR, trató de disuadirle, pidiéndole un día y otro que depusiese su actitud y se reconciliase con su hija: MORGA se mantuvo firme. La carta en que éste dio cuenta del suceso al Rey, explica como pocas el carácter austero, rígido, del DOCTOR, que decía textualmente á su Majestad: «SEÑOR:—Abra veinte días que Doña Juliana de MORGA, mi hija mayor, hallándose con edad para mudar estado, y cada dia mas desconfiada de que por mi mano le ubiese de tener en estas yslas, y tan yncierta mi salida de ellas al cabo de diez años, muy sin razón y con menos consideración se determino á salirse de casa, como lo hizo secretamente una noche, para casarse, como luego se caso, ñiera de ella, por mano de el Prouisor de este Argobispado, con un Joan Alonso de Moxica que de pocos años á esta parte auia venido de la Nueua España á esta ciudad, engañada y persuadida á ello por vias y modos para mi muy secretos y desimaginados; y sin que lo pudiese estorbar, como lo hiziera con todas mis fuergas, asi por cumplir con lo que acerca de estas materias tiene V. Magd dispuesto y mandado, como también por la desigualdad de los contrayentes y mal modo que han tenido, tan en ynjuria y deshonor mió. Con lo qual ha quedado mí hija para siempre fuera de la casa y gracia de sus padres, dejándonos con la pena y sentimiento que no sabré significar. Por cumplir con mí obligación, me ha sido forgosso dar quenta con toda uerdad á V Magd. de mi desgracia. No me dando el dolor de ella lugar á mas que ofrecerlo á Dios, de cuya mano viene; el qual guarde la Catholica persona de V. Magd.—De Manila, 30 de junio de 1602.—D. ANTONIO DE MORGA».(102)<br />
No faltará quien de lo escrito deduzca que MORGA era un padr e feroz, desentrañado. Duro era, en efecto, su carácter, pero lo agra vaba la inflexibilidad con que tomaba las cosas del oficio: sin duda entendía que transigiendo con su hija y con su yerno defraudaba en algo á su Majestad,<br />
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102 Archivo de Indias: doc. núm. 31 delíndice 7.°: est. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
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y MORGA no pasaba por tal cosa, aun que lo aspasen. La prueb a de que no fué un mal padre, la tenemos en que Moxica recibió, á poc o de casado, á cuent a de la legítima de su es pos a Doñ a Juliana de MORGA, cuatro mil pesos, de los que libr ó recibo ' ° ^ MORGA pudo habers e excusad o de est e sacrificio, y rio se •excusó, sin embargo, en consideración á que Moxica no aportaba al matrimonio un maravedí de sobra. Per o es que si este rasg o del OIDOR no bastas e á demostrar que no er a un padr e sin entrañas, Véase en qu é términos se explica D. Pedro Brav o de Acuña, tratando de este negocio, un año después, en carta dirigida al C o n de de Monterrey, Virrey de Nueva España : <br />
...«La diligencia que vuestr a Señoría m e mand o hag a con el -doctor MORGA para componerl e con su y e r no y hija, la e hech o muchas veges antes de aora, y en esta ocassion se lo e tornad o á acordar muy apretadamente ; y aunque cre o que el amor de padr e le deu e inclinar á oluidar el enojo, es tan mirado y cuerdo, que haze mas casso de la obligación de su officio que de lo otro: y ansí no e podid o concluir cossa con él. E l tiemp o a de hacer esto y el man •darselo V. S. alia, que por acá no se a podido mas. Es el Doctor persona de muchas y muy buenas partes, y po r esto, y por el cono cimiento que teníamos mu y de atrás, y la buen a correspondencia y buen termino que halle en él el tiemp o que aquí nos tratamos, le soy muy aficionado;s e que con su proceder sabr á obligar á V. S, á que le haga mercedes, y eche mano de su persona para negocios de importancia; per o po r la obligación que le teng o no e podid o dexar de hazer recuerd o de €í\o y asegurar á V. S. que se empleara bien, y que él sabrá merecerla y estimar la-» '°*. <br />
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103 He aquí una de las cláusulas del testamento de Dona Juana de Brivies ca Muñatones, otorgado en la ciudad de México, á i8 de Abril de 1606: «Iten, digo y declaro que después que la dicha doña Juliana de MORGA, mi hija, se caso con el dicho capitán Joan Alonso de Moxica, el dicho doctor Antonio de MORGA, mi marido [y yo] le dimos y entregamos al dicho capitán Joan Alonso de Moxica, por mano del capitán Gómez de Machuca, vezino de la ciudad de Manila, quatro millfessos en dineros y haziendaá. quenta de la le gitima que la dicha nuestra hija avia de aver de bienes de nos los dichos sus padres, de cuyo rrecibo el dicho su marido otorgo recaudo y carta de dote en forma ante Joan Fernandez de Sotomayor...: asi lo declaro, y ruego y pido por merced al dicho doctor Antonio de MORGA, mi marido, perdone á la dicha doña Juliana, nuestra hija, el disgusto que le hizo (nótese que no dice nos hizo, sino le hizo) en aver se cassado, como se caso, contra su voluntad y sin su licencia, y pido Javoresca y ampare á los dichos sus. hijos, pues tienen dello negessidad.it <br />
104 Carta de D. Pedro Bravo de Acuña, Gobernador de Filipinas, al Virrey •de Nueva España: Manila, 3 de Julio de 1603: Archivo de Indias: 58, 3, 14. <br />
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MORGA, en cuanto hombre, no era malo; pero en cuanto oidor, preciso es reconocer que era terrible. Allá veremos cómo se porta en México, pues que ya el lector habrá inferido, lc la lectura de la carta de Acuña al Conde de Monterrey, que ?»torga, ¡al fin!, estaba trasladado á la capital de Nueva líspañia. Tampoco allí, ni en ninguna otra parte, perdonó á su hija el haberse casado en la forma inusitada que lo hizo. <br />
Sí; estaba el DR. ANTONIO DE MORGA trasladado á México. Precisamente el mismo 30 de Junio de 1602, en que escribía á S. M. dándole cuenta de la boda de Doña Juliana, escribíale además en otr a carta:—«SEÑOR: Diez años ha que vine de esos reynos '°' á servir á V. Magd. en estas partes, y helo hecho en las ocasiones que se an ofrecido á todas manos, lo mejor que yo e sabido. Hallóme po bre.y con muchos hijos, ymposibilitado de encaminarlos y reme diarlos en esta tierra, y que ya me ponen en penalidades y cuida dos por esta parte, y que si yo les faltase, quedarían aqui sin re medio.—Suplico á V. Magd. muy humildemente sea seruido de hazerme merced de mandarme sacar con breuedad de estas yslas con la promoción que mi antigüedad y seruicios tubieren merecida, donde podre mas consolado continuar y acabar la uida en seruicio de V. Magd.»... '. Sin sospechar sin duda que, cuando esto pedía, ya la Majestad de Felipe ÍII le había favorecido con el ansiado tras lado á Nueva España. En efecto, en una consulta de la Cámara de Indias proponiendo personas para una plaza vacante de Alcalde del crimen de la Audiencia de México, fecha en Valladolid, á 25 de Octubre de 160 1 (no se sabía aún el suceso de la batalla de MORGA con Van Noort), se lee : «SEÑOR;—Por la promoción del licenciado Diego Nuñez Morque cho, Alcalde de la Audiencia de México, á la Plaza de Oidor della^ esta vaca la de Alcalde que tenia, y por conuenir que se prouea,s e propone á V. M. las personas que se ofTresgen para ella. »EI Doctor Antonio de MORGA, oydor de la Audiencia de las Phillpinas, que primero auia sido Theniente general dellas, proueydo por V. M. antes que se pusiesse la Audiencia y ha once años (sic) qtfe sirve alli con buena opinión, y de su persona y letras se tiene <br />
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105 Exagera un poco el DOCTOR: recuérdese que salió de Cádiz el 23 de Febrero de 1594: de modo que eran ocAo años, cuatro meses y unos días. <br />
106 Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 19; doc. núm. 32 del índice 7." <br />
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buena relación.»—Decretado al margen:—«De conformidad» '°', MORGA estuvo á pique de quedarse sin la plaza, pretendida con gran ahinco por otro sujeto. También en aquellos tiempos se po nían enjuego influencias, ni más ni menos que se ponen ahora para la provisión de los destinos. ¡Y también había entonces j/ernocractafLéese en otro párrafo de la consulta á que nos venimos refiriendo : «En vnos memoriales que a dado el licenciado Vergara, gurujano de V. Md., en que pide esta plaga de Alcalde ó otra que esta vaca en la Audiencia de Lima, a scripto el Duque de Lerma al Presidente que V. Md. manda que se informe de las partes del licenciado Madrid de Luna, su yerno (de Vergara), y conforme á ellas se consulte, y por ser esta plaga de las mayores de las Indias, se proponen á V. Md. personas que siruen en otras Audiencias, y de mucha antigüedad, y que con áperiengia de lo que an seruido en otros ministerios se tiene satisfacion, y por esto, _j/ ser todavía mogo el yerno del licenciado Vergara, se dexa de proponer, y en otras ocasiones se acordara á V^, M. su pretensión, conforme á lo que resultare de la diligencia que se hará para saber las partes que concurren en su persona.—En Valladohd, á 25 de Octubre de 1601.» Pero entonces I3. yernocracia no medraba en la medida que me dra ahora, gracias al buen sentido de los Consejeros de S. M., que para sí quisieran los Consejeros del día: el Rey escribió al dorso, rubricándolo al pie : «Nomdro al Doctor Antonio de MORGA, y para su plaga de oydor de la Audiencia de las Filipinas, al licenciado Madrid de Luna, yerno del licenciado Vergara.» Hubo, pues—¿cómo no.?,—favor para el yerno del cirujano de S. M.; pero un favor relativo : hoy, las cosas se habrían resuelto del revés : dígalo, si no, toda esa patulea de parientes ineptos que en plena juventud han venido á ocupar Direcciones y Subsecretarías. Pero si en esto obró justamente Felipe III, ya no obró en la misma proporción al conceder al DOCTOR una «ayuda de costa», á pe sar del dictamen de la Cámara de Indias. La Cámara había expuesto á S. M. la razón de la «ayuda» en estos términos:—«SEÑOR : Por parte del Doctor Antonio de MORGA, oydor del Audiencia Real, de las yslas Philipinas, que ha sido promovido.á una plaga de Alcalde del crimen de la de México, se a representado que quando paso á las dichas yslas por teniente de Gouernador y Capitán General de ltas, le ocupo el Virrey de la Nueua Spaña en haueriguar ciertos delitos, y en otras cossas del seruicio de V. M., y lleuo á su cargo <br />
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107 Archivo de Indias: est. 58, caj. 2, leg. 18. <br />
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la Armada que embio para socorrer á las dichas yslas, con mucho cuydádo y trauajo, y el año de 598 formo el presidio en ellas y asento el Audiencia, sin que por lo sobre dicho se le aya dado ninguna ayuda de costa, y que tiene nueue hijos y esta muy pobre, y suplica á V. M., atento á ello y á la satisfacion con que a seruído, le haga merced de alguna buena ayuda de costa para ayuda á ve nir á la dicha ciudad de México, y por información hecha ante el Gouernador de las dichas yslas a constado de los dichos seruicios '°*, y auiendose visto en la Cámara, a parescido que, por las causas referidas, siendo V. M. seruido, le podría hazer merced de setecientos ducados por una vez, librados en lo procedido de olficios vendidos en la Nueva Spaña. En Valladolid, á 20 de junio de 1602.» —Y el Rey se limitó á decretar al dorso : ^Dénsele 500 por una vez, donde parece.-» es decir, S. M. rebajó en 200 ducados la «ayuda» propuesta '°'. Téngase presente que era la primera con que se favorecía al DR. MORGA, que entonces tenía, no los nueve hijos de que se habla en la propuesta; sino once, el último de ellos la «niña de teta» que dormía con la esclava María, bengala, en Junio de 1602. <br />
Es de suponer el contento que experimentaría MORGA al recibir la noticia de su traslado á México. Y es de suponer.también lo que sus enemigos celebrarían que se fuese con sus rectitudes y aduste ces á otra parte : en cuanto le vieron irse, los regidores acabaron de desfogar las iras que contra él tenían, dándose el triste caso de que algunos que en 1598 se habían deshecho en elogios del DOCTOR (en la información que se hizo para acreditar sus servicios y honora bilidad), se revuelvan ahora contra él, poniéndole cual digan due ñas en Ja carta que ^ g áa Diciembre de 1603 dirigieron á S. M.; carta que vamos á reproducir en todo lo que á MORGA le toca personalmente, no sólo porque así lo exige la imparcialidad, sino para que se vea lo que podía el despecho en Francisco de las Misas y otros sus congéneres, no menos corrompidos que ei tal Misas. Tratando de la comisión que se daba á los oidores de la Audiencia para desalojar de sangíeyes á Manila, léese en dicha carta : «Y assi este primero año de 60 1 comengo á usar desta comisión como mas antiguo el doctor Antonio de MORGA, y él y los demás que le fueron subcediendo solo dieron nombre á la cossa de que lo hazia vn oydor, que es el que ellos publicaron cuando la quitaron al Gobernador, diziendo que mejor lo haria que vn particular que <br />
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108 Alúdese á la que dejamos extractada en las páginas 56*-62*. <br />
109 Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. i (núm. i). <br />
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el [Gobernador] nombraba, y después que la tuuieron en si, solo apropiaron della para sus personas lo que hera la cudicia que les auia mobido á entrar en ella, porque por sus personas no hizieron diligencia alguna en tantas como la materia demandaba, y lo primero que hizo el dicho doctor MORGA este año que le toco, nombrar dos hombres que acudiesen á esto grandes amigos suyos y familiares de su casa, de 24 á 26 años cada vno, en quien concurrían defectos que no es decencia el ponerlos en cossas que an de yr á los oydos de vuestra Magestad; solo se dirá lo que ay y consta por scripturas : el uno se llama Jusepe de Nabeda, casado en México con una negra captiva, de donde por delitos feos bino condenado por seis años, tres con sueldo y tres sin él, á estas yslas, los quales por el amistad del dicho doctor no cumplió; el otro se llama Juan Paez; fue nombrado por escriuano y bino desterrado por delitos de México; y dentro de tres ó quatro dias de como esto, se quitó al dicho Jerónimo de Orozco, cuñado del dicho don Francisco. Salieron estos dos nombrados á comenzar á vsar desta comisión, de donde siendo pobrissimos, que no se les conoscia tener mas de sus bastidos, salieron tan ricos, que aqueste mismo año cargaron ambos á dos mucha cantidad de mercaderías para Nueva España, y después acá mucho mas, y el Nabeda tiene dos caballos en su casa, que no ay tres hombres en todas las yslas los tengan; y de lo que sirvió en la comisión el dicho doctor MORGA, no fue mas de firmar las licencias y coger los derechos dellas sin hazer diligencia ni echar de la tierra sangley ninguno de los que quedaban en ella, ni tal se bio echar este año, ni los demás hasta que era el punto mas substancial desta materia; antes el dicho oydor y los que le subcedieron, de acuerdo, los dejaban estar; y con publicar autos que se fuesen todos, les parecía quedaba justificada la materia, no siendo su yntencion que se fuesen, sino para cobi-ar dellos después las penas que les proponían... <br />
»E1 modo que todos estos tres años se tubo en húsar destas co misiones fue que todo quanto se hazla en ellas, el oydor á quien tocaba firmaba las licencias, y en su casa se daban, y todos los demás autos y diligencias que se hacían, y él cobraba y resciuia los dos rreales que en publico se llevaban; lo que an pagado á estos que ellos nombraban, ellos se lo saben, y también se sabe que a sobrado mucha cantidad de dineros, y que á el doctor MORGA se le dieron trecientos pesos dellos para alquiler de vna cassa en que vibia, y los otros se an consumido en otros arbitrios en su utiÜdad, sin que se aya metido en la Real caxa vn solo real, siendo este el nombre que ellos dieron siempre de que pagados A ios ministros que ellos nombraban, lo que sobrase se auia de meter en la Real Caxa. <br />
»Ya se dexo atrás reservado el dar quenta A vuestra Magostad de otras cossas que los dichos oydores se auian apropiado para si, no siendo de su jurisdicción, ni profeccion, ni tocándoles sino por ser materias en que se podía meter la mano, como la pasada, como fue en tiempo de don Francisco Tello yr cada año al puerto de Ca uite vn oydor por su turno á la carga de las mercaderías con vn gran salario, que se benia á convertir en toneladas de carga, y por diferentes bias y caminos que ellos cargaban, y asi le dio principio 'el primero año quien lo dio á estotra materia, que fue el doctor MORGA el principal; que la vna y la otra mobio y procuro, y lo que trabajaban él y los demás que le subcedieron, no í'ue de otra esen cia ni seruian de otra cosa en el dicho puerto de Cauite de cargar sus toneladas en que se convertían los salarios y acomodar otras cossas suyas en la dicha carga, porque desde el dia que llegaban al puerto hasta que se benian no ponian pie en la nao que se carga ba ni sallan de unas cassas de vuestra Magestad que allí ay en que possan los ofticiales reales quando ban á despachar las dichas naos. <br />
«Asi mismo el dicho doctor MORGA que fue el que como dicho es y a sido el ynbentor de aber los dichos oydores metidose en estas cossas y el que dio principio á ellas, siendo tan ageno de su profe sión y oñcio las cossas de la guerra, con la autoridad del y altibeza y designios que a tenido en lo demás, se apropio en si con sus tra bas y mañas el yr por general contra los olandeses que el año pa sado de seiscientos binieron á estas yslas con dos nauios, qui tándolo á tantos soldados como aqui ay y á las personas á quien vuestra Magestad tiene puestas para cassos semejantes, y aun no contento con esto, dixo algunas palabras contra ellos de mucho sentimiento, y el subceso que tubo, notorio sera de vuestra Mages tad ya, por otra relación é ynformacion que del abemos enuiado á vuestra magestad "°, y agora se averiguara en su residencia que fue subgeso que á solo el dicho doctor MORGA le subgediera, porque conoscidamente se dexaron de tomar anbos nauios, y se perdió lo <br />
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110 Véase en el APÉNDICE el anexo quinto del número iz: págs. 303-305. <br />
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que se perdió por falta de yspiriencia y animo, y estos dias se a renoba o bien el sentimiento, por que por la artillería que allis e perdio y armas, que era tod o lo mejor que auia en esta tierra, apenas auia dest e genero con que acudir á las ocasiones que a auido, que con tanta gente principal y vezinos que murieron en la jorn a da del dicho doctor y agora en esta con don Luis Dasmariñas, a quedado esta ciudad tan afligida... <br />
»... de Manila, á 9 de Diciembr e de 1603.—CHRISTOBAL GUIRAL. <br />
—FRANCISC O DE LAS MISAS.—PEDR O DE BRITO. —AGUSTÍN DE A R Q E O. <br />
— J U A N XUAREZ GALLINATO.— ANTONI O DE CAÑEDO.—FRANCISC O DE <br />
MERCADO. — DIEG O MELENDEZ F L O R E S. — B E R N A R D I no DE A U I L A. — <br />
CRISTÓBAL DE AZQUETA MENCHACA.—Í\LUAR O P É R E Z. — por m a n d a d o <br />
de la Ciudad de Manila : Luis DE CONTRERAS, secretario de Cabildo» ' ". <br />
Como se ve, aquí sólo se acusa de pequeneces á MORGA. Aun concediendo que se lucrara en alguna cosa el año que le tocó el despacho de los chinos, ¿qué era esto, después de todo, en un país colonial en formación? La mejor prueba de la honradez de MORGA la tenemos en lo que acerca de él escribió Acuña ; mas por si esto no bastase, ahí está el dato positivo de cómo salió del juicio de residencia, que tomó D. Antonio de Rivera Maldonado, con quien MORGA, por la cuestión de la antigüedad, había vivido un tanto de través. Rivera envió el proceso con una carta que decía así : <br />
«s E Ñ O R : — Mandóme V. M. que tomase residencia al Dr. Ant.° de MORGA, alcalde de la Chancilleria de México, del tiempo que fue teniente de Don Luys Dasmariñas y de Don Francisco Tello, governadores que fueron destas yslas, la qual tome con el mayor cuydado y diligencia que pude, y le puse los cargos que de la residencia secreta contr a él resultaron, como constar a del proceso de la dicha residencia que con esta embio "^, y V. M. sera seruido mandar ver, al qual sentencie, habiéndole algunas condenaciones, y le halle auer sido BUEN JUEZ. Pusosele en la residencia publica cierta demanda por el fator Francisc o de las Misas, y della le absolví; no se ofrece otra cosa de que V. M. deua ser avisado.—Dios guarde, e t c. — En Manila, i l de Jullio de 1604» " '. <br />
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111 Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 27 (núm. i). <br />
112 No ha podido encontrarse en el Archivo de Indias el proceso á que D. Antonio Rivera Maldonado se refiere en esta su carta. <br />
113 Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 19. <br />
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En Julio de 1603, MORGA —-¡al fin!— salió con todo su regimiento de Manila, menos Doña Juliana, que en Manila quedaba con su marido y un pequeñuelo, fruto del dramático matrimonio narrado. AI DOCTOR debió de parecería milagroso salir con vida de una tierra donde el noventa por ciento de los españoles quedaban enterrados. No hacía mucho que había visto morir á D. Francisco Tello, pobre y con deudas por añadidura. ¡Qué raro era entonces el que escapaba con vida!... MORGA salió, y probablemente sin sospechar que aún le quedaban por delante muchos años de existencia, si no enteramente feliz, á lo menos no tan amarga como la que tuvo en Filipinas, sin un día de tranquilidad, siempre abrumado por el trabajo y casi siempre objeto de las dentelladas de sus émulos. Los cuales no le perdonaron ni aun mucho después de ido; aparte lo ya copia do de 9 de Diciembre de 1603, á l.° de Julio de 1604 escribían de aíSadidura á su Magestad: . <br />
«SENÍOR: La fidelísima ciudad de Manila délas yslas Philipinas, dezimos: que desde el año de mil y seiscientos que acaeció el desdichado suceso de la nao capitana en que fue el Doctor MORGA por general contra los Olandeses que á estas partes vinieron, siempre auemos scripto & V. M.'' el sentimiento, que en general y particular, esta República tiene assi de la perdida de tantos ciudadanos y tan principales como por culpa [roto: ¿del poco?j animo y mala traza del dicho Doctor se perdieron, como de que él con la autoridad de su oficio, quitasse aquel cargo á quien V. M.** lo tiene dado y era su profession, y á otros muchos soldados á quien si él se podía encargar y nunca esta ciudad a visto, aunque de todo embio á V. M.** ynformaciones, otro remedio ni castigo alguno, sino mejorarle la plaza que aqui tenia en la ciudad de México, lugar donde podra continuar su natural ynclinacion de hazer mal y daño á esta ciudad y vezinos della. Y porque sospechamos que los dichos nuestros recaudos se hayan ocultado y no visto con trazas y mañas del dicho Doctor, y assi mesmo auemos sauido que con las mes mas al principio él y Don Francisco Tello, que tuno tanta y mas culpa que e1 en embiarle, procuraron dar color, con dezir que con uino que fuesse el dicho Doctor á la jornada, porque avia dissen gioncs entre los hombres de guerra, qual auia de yr, y que con ninguno dellos fueran los que con el dicho Doctor, y que por esto se tomo esta resolución por el dicho Don Francisco Tello y el Audiencia, certificamos á V. M."* que todo esto no es assi, ni tal se hallara con verdad, sino todo lo contrario. Porque ni se pusso en platica ni disputa de quien auia de yr, ni la razón lo (s¿c) lleuasse, pusiesse, teniendo V. M."* nombrada persona con salario para semejantes casaos. Y que en todos los que se a hallado demás de su buena yndustria conozidamente a sido bien afortunado, com o en Don Jhoan Ronquillo, de quien se cree nadie, que fuera soldado, rrchusara de yr con él, auiendo yd o otras muchas vezes, y pues fueron con el dicho Doctor, que en su vida echo mano á spada, mejor fueran con el dicho Jhoan Ronquillo ó otr o soldado dessa pro fession, ni tal se le dio licencia por el Audiencia, y pues si él a dicho verdad, ó nosotros, se vera aora, por los cargos quen la residencia que por mandad o de V. M.' se le tom o de su ofñcio, á quien humiimente suplicamos que como el casso rrequiere se vea por juezes, tales como V. M.'' los tiene en su Supremo Consejo de Indias, y para que en todas ellas se contenten los de la proffesion del dicho Doctor con la merced que V. M.'' conforme á ella, les a hecho, y no procuren ni acepten cossas fuera dcUa, de que tanto daños a auido en las Indias por este respecto, y vuestra Magostad mand e sea castigado con todo rigor. <br />
»Assi mcsmo por otros recaudos y auisos que de todos los esta dos destas yslas van á V. M.'', se abra entendiendo otro caso mas miserable y peligroso que el passado, que fue el alcamiento de los sangleyes; y porque este tubo assimesmo el principio por culpa del dicho Doctor MORGA, por auerse metido en cossa que ni V. M. ' lo mandaua ni era de su jurisdicion ni profiession, como es el echar los dichos sangleyes de la tierra para que no viniera á lo que vino, á que él dio principio, como parecer á por las dichas rrelaciones de que esta ciudad se querella y pide á V. M. juez que conozca la causa, porque entre los demás cargos que el licenciado Almazan á dado al dicho Doctor a sido vn o de lo tocante á este alzamiento, en que por tener culpa el dicho licenciado Almazan, y ser complice en el casso, los testigos que en el digeron, no fue lo que en el passaua y sauian, porque si lo dijeran era fuerza culpar al dicho licenciado Almazan, y assi muchos, no quisieron declarar sobre esto. Suplicamos á V. M.'' sea seruido, pues entendemos que es justo, que de lo tocante á este cargo no se trate ni determine hasta que por el juez que V. M. fuere seruido de nombrar se averigüe la realidad del casso. —Guarde nuestro señor á V. M.'', etc.—D e Manila á primero de jullio de mili y seiscientos y quatro años. —PEDRO DE ORTEGA. —FRANCISCO DE LAS MISSAS. —JOAN DE BUSTAMANTE. —AGUSTÍN DE ARCEO. —JUAN XUAREZ GALLINATO. —FRANCISCO DE MERCADO. —BERNARDINO DE AUILA. — EL Ldo. BUSTAMANTE.—Por la Ciudad de Manila: MIGUEL MARTÍNEZ, escriuano de Cauildo» (114). <br />
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114 Archivo de Indias: est. 67, caj. 6, leg. 27 (núm. 2). <br />
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El suceso de los chinos á que se alude en esta carta acaeció meses después de haberse ido MORGA, el cual no tuvo en ello la menor responsabilidad; si se puso limitación al número de chinos residentes, fué porque así entendieron que debía hacerse, no sólo los elementos más calificados de la Colonia, sino el Rey mismo, á cuya cédula de i° de Julio de 1598 se ha hech o ya referencia(115). Cargar, pues, esto en la cuenta de MORGA, no deja de ser una nueva manifestación del odio que le tenían los defraudadores y sus aliados. Las causas, desarrollo y término de la sublevación quedan tratados en el texto de los SUCESOS y en las NOTAS, y por eso no se insiste aquí en descargar al DOCTOR de tan injusto sambenito. Por lo demás, si la sublevación tenía que venir, es evidente que habría sido más grave aún si en Manila hubiera habido mayor númer o de sangleyes de los que hubo entonces. ¡Harta más culpa tendría Francisco de las Misas, que como factor debió de explotar á los chinos años enteros, que el DR. MORGA, el cual sólo se entendió con los sangleyes una corta temporada, en el año de l601 ! de lo que nada dicen los papeles de la época —cosa que no es de extrañar— es que MORGA, al salir del país, salía sin haber devuelto á un agustino la suma de quinientos pesos que el agustino le había entregado en calidad de depósito ; suma que MORGA murió sin restituir(116). <br />
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115 Véase la pág. 91*.—Aquí añadiremos que en virtud de lo mandado por S. M., la Audiencia pidió parecer á una comisión de personas beneméritas, que informaron en los siguientes términos en los primeros meses de tóoi : lApuntamünios de lo que conuiene acerca de hechar los sangleyes destas yslas. »Lo que nos parece á los que aquí firmamos, por razones y caussas gravissímas en orden al scruicio de nuesto Señor y de Su Magestad, bien general y común destas yslas, es lo siguiente, las quales causas se darán por extenso siempre que sea menester; <br />
»1. Primeramente, que con mucha puntualidad se haga lista y memoria de la cantidad de sangleyes que sera nesgesaria para el seruicio de la república, y hecha, que se haga y mande que los sangleyes xpianos usen y siruan los oficios que sauian antes que lo fuesen para que con este sean menester menos ynfieles en los oficios públicos y que los xpianos, siruiendo en ellos, se aprouechen de lo que a de ganar el ynficl, pues ya es fuerza que por ser christianos se queden entre nosotros, y por que algunos dizen que los xpia nos harán los oficios mas caros que lo ha^en los ynfieles, se dize á esto que á los unos y á los otros se tase justamente lo que deuan llevar en los trauajos y hechuras que hizieren, y hecha esta tasación se obligue con grande rigor á el christiano y al ynfiel que trauajen y cumplan la dicha tasación, <br />
»2. Yten, que como se fueren convirtiendo, cada año los sangleyes vayan usando sus officios y hechandose otros tantos ynfieles de los que los tenían, para que andando c! tiempo, con esta buena orden y cuydado, se vengan á quedar los xpianos con los oífi^ios y á escusar los ynfieles para ellos, y uno de ios grandes ynconuinientes que ay para preuenir esto, es dalles baras [de autoridad] luego como se hazen xpianos, por negociárselas sus padrinos con tanta facilidad, daño y escandalosos medios, en particular de dadiuas; y ay tanta desorden, que sin que su señoría lo entienda qualquicr justicia las da y se dan para personas que no se dcucn dar contra lo que esta ordenado por su señoría, y se puede echar de uer lo que en esto pasa, pues el dia de «y ay tantas baras que llegan casi á ciento, y estas las traen de la gente mas ruin y de menos satísfa^ion y algunos priuados y castigados por delictos co metidos con ellas, y esta desorden es dañosísima á la conversión y xpiandad desta nailon, como se echa de ucr y lo experimentan los que la tienen á car go, para cuyo remedio se podran escoger de las personas de mas satisfacion, los que convenga para ellas y que tengan quatro años de xpiandad y sean de buena fama, y parece que vastara hasta veynte ó vejfnte y quatro baras re partidas entre las personas que las an de tener; y para que se haga como con uiene esto de los uilangos, ynporta su señoría vaque todas las baras y se es coja el numero dicho de las personas que mas convengan, y que su señoría las prouea, y no otro alguno, y lo propio se dice de los naguatatos de nauios. <br />
»3. Yten, que los nauios de trato que cada año bienen á estas yslas no se les consienta traer mas de los marineros y gente necessaria para su nauegacion, conforme á el porte de ! nauio; y los mercaderes que biiiieren en ellos con hazienda, hecha la venta della, se buelban; y para que la hagan se les tase y limite tiempo suficiente conforme á el tiempo en que biniere cada nauio, de manera que la demasía de la estada no sea dañosa al bien común y venta de hazienda que traen, la qual guardan para vender más cara quando no tienen tiempo determinado para bolberse, y quando se bolbieren lleuen la gente que trnxeron y mas la que cupiere de la que acá esta y se a de hechar; y esta orden se guarde hasta cumplir el numero de los sangleyes que an de quedar y son nes(;.csarios para esta rrepubüca, y taiuiien se le mande traygan muni(;ioncs y vastimcutos nesgesarios, lo qual dizen ellos que traerán como se le pague á un preijio moderado y no regiuan vejaciones. <br />
»4. Yten, que por ningún casso se den licencias ni consienta que sangleyes ynfielcs anden á tratos y contratos en estas yslas derramados entre los naturales y que se den las tales licencias y aprouechamicntos A los xpianos, como los ofif ios para su comodidad y mayor seguridad y euitai^ion de daños, pecados é ynconuinientes gravísimos que ay del trato y comunicación destos ynfielcs en estas yslas, y asi mismo que ningún sangley ynfiel pueda entrar la tierra adentro más de dos leguas al rrcdedor desta (¡iudad, fuera de los pescadores en toda la baya y rios, ni entrar en poblaciones de naturales, so graucs penas si lo hizieren, y mayor á la justicia si lo consintiere. <br />
»5. Yten, conuiene grandemente que los ministros no tengan ni anparen á sangieyes ynfielcs en sus partidos por algunas comodidades y ocacion de obras, pues se pueden hazer sin tenellos consigo entre los naturales por testigo de todo quanto ay y pasa en la tierra con grandíssimos yncorvvinientes y escándalos de lo que uen y presumen i)or su maligia, y llega á tanto, que no se sufre especificar lo que á en esto y saucmos por experiencia y noticia clara que tenemos desto, y pedimos por amor de nuestro Señor y honrra de su ley, que se rremedic esto, que escossa grauissima y «ligna de rremedío. <br />
»6. Yten, que á ningún sangley se le de licengia para hager vino de arroz por lo mucho que en esto gastan y consumen, y si alguna se ubiere de dar, sea á xpiano pobre ynpedido para otros ofigios, para que con eso se socorra á su nesccssidad; pero lo mas acertado sera que á nadie se de. <br />
»7, Yten, que ninguno tenga tiendas ni duerma dentro de la giudad de Manila ni en casa de sangley xpiano ni natural por los grandes ynconuinien tes que de lo contrario se siguen, y lo mcsmose dize de los hornos que ay eo la ciudad de Manila. <br />
»8. Yten, que se rremedic la demasía y exceso grande y ocasión de grauis simos pecados de juegos, amanceuamientos y de otros mayores y de tener escondidas las haziendas para rreuenderlás, que ay en el Parían, principal mente en las cassas grandes de los mercaderes y otras que son dañossisimas, y que los primeros que se enbarquen sean estos sangleyes ociosos que andan en hauito honrrado con bonetes y son recatones, jugadores, revolbedores y grandemente perjudiciales al bien publico, espiritual y temporal, yadbierta se que estos tienen grandes padrinos y baledores y tracas estraordinarias para quedarse en esta tierra, como se saue de experíenijia larga, y no se he chando estos, no se puede conseguir el bien que se pretende. <br />
»9. El modo que se nos ofreje para hechar los sangleyes de la tierra, es que en los nauios que an quedado del año pasado y en los que binieren de China, conforme á la gente que pudiere Ueuar cada nauio, se enbarque en ellos toda la gente que pudiere cauer, y podra yr mucha, pues el año que despacho los nauios el capitán Rios se hecharon mas de 12.000 sangleyes de los que estauan acá, sin los que trayan los mismos nauios, y no ay aora tantos millares como aquel año, y los que podran quedar para el uso de los oficios nescesarios á esta república nos parece que con los xpianos que ay vastan; de los demás infieles, tres mil á lo mas largo; y para que con puntua lidad usen todos sus oficios y no los dejen luego, como lo hazen, seria ynpor tantissimo medio escojer personas xpianas de toda satisfacion y encargar les las personas de un oficio, para que tengan quenta con ellos y la de quan do se le pida ó mandare hazer alguna cossa que se ofresca; y para que no pretendan ygnorani;ia los que quedaren ni parezca que se les haze fuerza en mandarles usar los dichos oficios, antes que se les de licencia para quedarse, se les yntime que los oficios los an de usar conforme rezare ia medula, y al precio que se les pusiere, conforme se hizo en tiempos pasados y gustauan mucho dello. <br />
»10. Lo dicho es lo que nos a parecido, y para execucion dello dezimos que conuiene grandemente se escoja la persona de mayor satisfacion y ex periencia, pues ay en esta ciudad quien lo hará con toda satisfacion, y en esto esta la Uauc é ynportancia deste negocio, por que de lo contrario se siguiran muchos ynconvinientes y ofensas de nuestro señor y no se hará nada, antes sera mayor nota como la tienen ya estos sangleyes con^euida de nosotros, pues dizen que no es mas de hablar al ayrc los vandos y mandatos que se les ponen, y asi los menosprecian y no hazen caso dellos, siendo en su tierra tan puntuales y obedientes en cunplir lo que se les manda, porque se executan con puntualidad las penas y castigos que se les ponen, como á todos es noto rio, y asi conuiene que se mire muy bien lo que se les manda, y los vandos que se hecharen se cumplan sin remisión alguna, porque este es el modo de gouernar esta gente. <br />
»11. Yten, acerca de echarlos sangleyes, la mejor orden que se puede tener es que la persona que los tuviere á cargo, en llegando el navio de China le uaya á uisitar antes que nadie se desenbarque, y los quente y le mande al capitán que para el dia que se le señalare a de tener su navio de vergas en alto aparejado, y todos los sangleyes que truxo dentro, para yrse huyendo de flaneas antes que entre en el Rio desta ciudad, de que lo cunplira y por que se prenden muchos para ynviar á China, que son pobrisimos, es nesgesario que á los que quedaren se les lleue dos rreales para conprar arroz, lo qual se de á los que se enbarcaren que no tubieren que comer, como se hagia en tiempo de don Luis Pérez Dasmariñas. <br />
»12. Yten, que en lo que conuiene grandemente poner cuydado es en remediar tres géneros de sangleyes que ay en esta tierra, de los quales ay muchos en demasía, como son: recatones del Parían, ortelanos, que ay mucha cantidad de cassas y muchos en una cassa á do se hazen graues pecados por estar apartados de la justicia y ministros, y tanuien la demasía que ay de sangleyes ynfieles que salen á contratar por esta tierra y sauen los puertos de todas estas yslas.—EL LICENCIADO DON GABRIEL DE LA CRUZ, Dean.—EL ARCEDIANO DE MANILA.—FR. DOMINGO DE NIEUA.—FE. PEDRO DE SAN VIZENTE.— PEDRO DE CHAUES.—FERNANDO DE LOS RÍOS CoROMEL.^Concuerda con el original: PEDRO HURTADO DE ESQUIVEL.»—Archivo de Indias: corre unido este papel con la carta de la Audiencia á S. M., ya citada, de 13 de Julio de 1601. <br />
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116 En el testamento del DR. MORGA, que por poder otorgó Fr. Pedro Dorado, á raíz de la muerte de aquél, léese:—«Iten, declaró su Paternidad del dicho Padre guardián fray Pedro Dorado que ansi mismo su señoría señor Presidente doctor Antonio de MORGA le comunico cómo estando su señoría en las Filipinas, ciudad de Manila, por oydor de aquella Real Audiencia, vn religioso de la orden de San Agustín que estaua y residía en el combento d^e dicha orden en la dicha ciudad, le avia dado á guardar quinientos patacones de á ocho reales (J sean quinieuios pesos fuertes), y teniéndolos en su poder su señoría se vino á la ciudad de México siendo promobido á la Real Audiencia de ella y asi mismo el dicho religioso, el qual nunca en la dicha ciudad de México le pidió la dicha cantidad de quinientos patacones, y al cabo de algún tiempo avia hecho ausencia della, y su señoría se vino á esta ciudad de Quito por Presidente de la Real Audiencia y no obo efecto de que al dicho religioso se le diesen los dichos quinientos patacones, por lo /¡¡tal le era deudor de la dicha cantidad.<br />
Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 5 (nüra. 4). <br />
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XI <br />
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Ya en América, la vida de MORGA no nos interesa tanto, con ser en América más interesante aún, como vida, que en las Islas Filipinas. Porque en sus últimos años. MORGA se trasforma en un personaje novelesco, verdaderamente representativo; representativo del fenómeno de la evolución por efecto de la influencia del medio percibida á lo largo de más de cuarent a años en países coloniales. Como es dicho, MORGA llegó en Diciembre á Acapulco, donde con tod a su gent e desembarcó, y se trasladó en seguida á la ciudad de México. El 12 de Ener o de 1604 tomó posesiórv de su importan te cargo. Y del concept o que mereció desde luego á los personajes de la Audiencia en que entraba á servir, nos dan buena idea estas palabras de esos señores: «Tomo su posesión abra quatro días, y queda sirviendo su plaga con muy buen nombre y opinión de letrado,, por lo qual, y la buena suerte de su persona, nos parege muy bien empleada en él la merged que V. M. le a hechos! "''. Y por lo que' toca á sus colegas los Alcaldes del crimen, véase el párrafo que le dedicaron: «Fue regeuido á el usso y exercicio de su oficio en 12 de Henero deste año y queda siruiendo á V. M., y con su compa ñía estamos contentos: besamos á V. M. las manos por la merced que nos higo en darnos tan buen compañero, que con su asistencia, con mucha brevedad se despacharan los negocios criíninales que de presente ay y adelante subcedieron-» "*. MORGA por su parte—parece ocioso decirlo—estaba satisfecho; y á los tres días de haberse po sesionado de la Alcaldía ó Juzgado, escribía al Rey: «SEÑOR:—Beso humildemente los pies de V. Magd. por la mer ced que me a hecho en promouerme de oydor de las Philipinas á plaga de Alcalde en el crimen de esta Audiencia de México, y asi mesmo por la merged de los quinientos ducados de ayuda de costa para los gastos de el viaje y por las ocupaciones de negocios parti culares en que V. Magd. hasta agora auia sido seruido de ocupar• me; y por ser vna y otra tan grandes mercedes, luego que me lle garon los despachos vine á gozarlas, venciendo las dificultades que para tan largas y peligrosas nauegaciones se me ofrecieron, de que Dios a sido seruido de sacarme trayendome á este reyno y Au diencia, donde quedo exerciendo el ministerio en que V. M. me a puesto con los deseos que es justo de tener fuergas para acertar á hazer en él lo que soy obligado, lo qual procurare siempre con las que tuviere, suplicando á Dios me las de muy cumplidas, y que guarde á V. M. por largos años, como la cristiandad ha menester. De México, á 1$ de Henero de 1604.— D. ANTONIO DE MORGA» " '. A primeros del año siguiente, sin duda recordando MORGA el su ceso de Doña Juliana, dirigió un memorial á S. M. pidiéndole permiso para poder casar á sus hijos; declara en este documento "° que se hallaba «pobre y con nueve hijos» (aparte Juliana)—-lo que prueba que se le había muerto uno recientemente, pues que á mediados de ~%6o2 tenía once (incluyendo á Juliana)—,<br />
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117 Carta de la Real Audiencia de México á S. M., fechada á 15 de Enero de 1604.—Archivo de Indias: est. 58, caj. 5, leg. 12. <br />
118 Carta de los Alcaldes del crimen de la Audiencia de México á S. M.,, fechada á. 24 de Mayo de 1604.—Archivo de Indias: 58, s, 12. <br />
119 Archivo de Indias: est. 57, caj. 6, leg. 37. <br />
120 Archivo de Indias: est. 60, caj. 2, leg. 6 (núm. i). <br />
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y el Consejo le contestó •que se oía. Y pocos meses después volvió á insistir sobre el asun to, declarando otra vez que se hallaba con nueve hijos, «y algunos dellos en edad dé ponerlos en estado»; lo que motivó que el Con sejo decretase : «Ynforme el Virrey», y el Virrey, Marqués de Mon tes Claros, informó al año siguiente en esta forma: «SEÑOR:—Por la de vuestra Magestad de 5 de hebrero dcste año, e visto que el Doctor Antonio de MORGA, alcalde del crimen desta Real Audiencia, a hecho instancia suplicando á vuestra Magestad le haga merced de ÜQencia para que case en el distrito desta Au diencia sus hijos, ó por lo menos dos ó tres dellos, sin embargo de la prohibigion que en esto ay, como se a hecho con el Doctor Rie go y otros, para que alega los servicios que hizo á vuestra Mages tad en ese Reyno desde el año de 580 en offigios y comisiones de consideración, y desde 94 en Filipinas, y estas Yndias, en plagas de asiento; y sobre todo manda vuestra Magestad que le informe con mi parezer. La prohibición general que en esta materia ay en las Yndias tuuo tanta justificación y fue tan importante, que no presumo quiera vuestra Magestad cayga sobre ella mi parezer, y cuan do me hallara obligado á darle, siempre suplicara á vuestra Magos tad su conserbacion y observancia. ^Tratando de lo particular desta cédula, el Doctor Antonio de MORGA es hombre de estado [casado?], de quien en otras ocasiones he hablado á vuestra Magestad bien; ha gastado muchos años fuera de su casa en las ocupaciones referidas; tiene diez hijos [incluyendo á Z?," juliana], y de ellos seis barones, desde 22 hasta 6 años de edad, y sola una hija casada en Filipinas; no le conozco mas hazien da en las Yndias que su plaga, y tengole por hombre de condición en quien causara menos perjuizio los deudos y dependencias, aun• que se han en su distrito: Vuestra Magestad se a seruido de dar á otros la licencia que pide, y si esta se suple por seruicios, tiene ' los que bastan para merecerlo el riesgo que corren oydores y al caldes en las Yndias de que, casándose sus hijos sin su licencia, re, sulte en su descomodidad y daño, perdiendo sus plagas, es grande: •por ello todo me parege podra vuestra Magestad dar licencia al Doctor Antonio de MORGA case vn hijo y vna hija en este distrito, haziendo primero consulta de las personas al Virrey deste Reyno, y con su consentimiento y permisión.—Guarde Dios, etc.—México 16 Nouiembre 1606.—EL MARQUES DE MONTES CLAROS» " '. <br />
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121 Archivo de Indias: est. 58, caj. 3, leg. is (núm. I). <br />
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. Mostró éste, durante todo el tiempo que duró su mando, una decidida inclinación á MORGA, dando de ello, entre otras pruebas, la de haberle nombrado Auditor de guerra, con 400 pesos de salario,, que percibía sobre el sueldo de oidor ' ". Podría achacars e tal predilección á que al servicio de la Virreina se hallaba Doñ a Juana de Mendoza, sobrina de D. Juan Hurtad o de Mendoza, cuñad o de Doñ a Juana de Briviesca Muñatones, esposa del DOCTOR; pero es lo cierto que los Virreyes que vinieron después que el Marqués de Montes Claros siguieron dispensando á MORGA, si no favor, cuando menos una gran consideración, lo que demuestra que MORGA la merecía. Los oficios los desempeñab a con inteligencia y celo; y aunque le daban no poco que hacer, en las horas de vagar se consagraba á terminar su libro sobr e Filipinas " '. No ; no er a todo favor lo que el Marqués de Montes Claros dispensaba á MORGA : era justicia. Tanto, que ape nas llegada á México la triste nueva de la muerte del insigne Acuñ a en Filipinas, el Virrey quiso que MORGA volviera al Archipiélago con la misión de investigar la verda d acerca de la muerte del conquistador de las Molucaa; y á fe que si se hubieran cumplido los deseos del Virrey, MORGA no se lo habría agradecido mucho, pues que no era tal empresa una empres a baladí. para el D R. M O R CA fué, sí bien se mira, una gran suert e que S. M. no aceptase l a proposición del Marqués de Montes Claros ""^. Al propio tiemp a que el Virrey la hacía, hacía otra más en favor de MORGA ; esta sí que era merced : acababa de saberse, á mediados de Enero de 1607, que Rivera Maldonado, que venía de Filipinas á Nueva Españ a pro movido a u n a plaza de oidor, había muerto á punt o de llegar á Aca pulco ; y el Virrey proponía al Rey que esa vacant e pasara á ocu parla MORGA en primer lugar '^K Pero S. M. se hizo el sordo ; y MORGA continuó en su Alcaldía del crimen. Por entonces vestía el luto de la viudez. (¡Qué habría sido de tantos hijos, casi todos pequeños, si de pronto el padre se hubiera visto enviado á las Filipinas, como quería el Virrey?... Doña Juana de Briviesca Muñatones, la fiel y fecunda compañera de D. ANTONIO DE MORGA, se puso enferma de algún cuidado en Abril de 1606 ; y considerando que se le acercaba la hora de la partida definitiva, llamó á un escribano y otorgó testamento(126). <br />
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122 En una carta del Virrey.de Nueva España á S. M., fechada en México á 30 de Mayo de 1606, se lee el párrafo que sigue:—«En carta de 9 de Junio de 1604 me manda vuestra Magestad le informe si tendría inconueniente que el Auditor de la guerra, que el Virrey nombra en este Reyno, fuese al calde 5 oydor; parescíendome que no le ay considerable, como tengo escrita á vuestra Magestad, elegí al Doctor Antonio de MORGA, Alcalde del crimen desta Real Audiencia; dansele quatrocientos pesos de salario, que es menos que lo que se daua á los Auditores, que hasta aqui an sido, y asi se continuará mientras vuestra Magestad no mande otra cosa.»—Archivo de Indias: estante 58, caj. 3, leg. 15 (2.°). <br />
123 Véase, al final de este estudio, el capítulo que dedicamos á la obra histórica de D. ANTONIO DE MORGA. <br />
124 Como decimos en otro lugar (véase la NOTA IOI), la voz pública, sin contar la de los médicos, dijo en Filipinas que D. Pedro Bravo de Acuña ha bía muerto de ponzoña, y muchos vieron en el oidor D. Antonio de Rivera Maldonado al autor de tan execrable crimen. El Marqués-Virrey escribió á S. M. en cuanto supo la triste nueva: «SEÑOR: Si vistas las relaciones que dan sospecha en la violenta muerte de Don Pedro de Acuña, paresciere á V. M. conviniente vaya persona á su aueriguacion, juzgo seria preciso fuere de esta Audiencia, por escusar las costas y gastos del que vbiere de venir de Espa ña, propongo á V. M. al Doctor Antonio de MORGA, y al licenciado Antonio Rodríguez, que cada vno de ellos dará buena quenta de la causa, y se les podría obligar que hiziesen viaje tan penoso, si V. M. se siruiere de darles el ynterin hasta que llegue el gouernador.—Dios, etc.—México XII de Enero de 1607 años.—EL MARQUES DE MONTES CLAROS.»—A. de L: 58, 3, 16. <br />
125 «SEÑOR:—Hauiendo llegado el licenciado Don Antonio de Rivera al puerto de Acapulco, para venir á servir su plaja de oydor desta Real Audiencia, se le lleuo Dios repentinamente; los que della podran entrar en su lu gar, se siguen: «El Dr. Antonio de MORGA, Alcalde del crimen. «El licenciado Alvar Gómez de Abaunca... «México 12 de Enero de 1607.—EL MARQUES DE MONTES CLAROS.»—Archi vo de Indias: est. 58, caj. 3, leg. 16 (2.°). Según otras versiones, Rivera Maldonado murió en el mar, poco antes de llegar al puerto de Acapulco la nao que le conducía de Filipinas á América. <br />
126 «En el nombre de Dios todopoderoso, amen. Sepan quantos esta carta de testamento y vltima voluntad vieren, como yo doña Jvana de Briviesca Muñatones, hija legítima del licenciado Gonzalo Fernandez de Morales y de doña Ana de Briviesca Muñatones su muger, ya difuntos, vecinos que fueron de la villa de Uceda en los Reynos de Castilla, arzobispado de Toledo, mu ger que soy del doctor Antonio de MORGA, del Consejo de su Magestad, alcal de de corthe en su Real Audiencia desta Nueva España; estando enferma en cama de enfermedad natural, que Dios nuestro señor a sido serbido de me -dar; con mi entero juizio y entendimiento, temiéndome de la muerte, que es cosa natural,... hago y ordeno mi testamento en la forma y manera siguiente: ...»quiero y es mi voluntad que mi cuerpo sea depositado en el monasterio de San Francisco de esta dicha ciudad de México, y que de alli, quando á mis albázeas pareciere, sea trasladado á los Reynos de Castilla, á la dicha villa de Uceda, á la capilla y entierro que tengo en la yglesia parroquial de la dicha Villa en la capilla mayor á la mano del Evangelio, donde están enterrados mi padre y agüelos, v si la voluntad del dicho doctor Antonio de MORGA, mi marido, fuere trasladar mis guesos á la capilla que él tiene en la villa de Garnica en el señorío de Vizcaya, en la yglessia mayor de la dicha villa de la Concepción de nuestra señora ó de otra parte del, se vbiere de enterrar desde luego; lo que el dicho mi marido quisiere y fuere su voluntad, elijo por sepultura. <br />
»Yten, mando que mi cuerpo sea enterrado en la forma, y como de suso se contiene, con la pompa y solemnidad combiniente conforme á la calidad de mi persona.—(Siguen disposiciones sobre sufragios.) <br />
»Yten, digo que al tiempo y quando yo me casse con el dicho doctor Antonio de MORGA, mi marido, que fue en la ciudad de Exija, donde mi pa dre era corregidor, por el año passado de mili y quinientos y ochenta y dos, mando y promedió el dicho mi padre, juntamente con la dicha doña Ana de Briviesca, mi madre, al dicho mi marido, dies mili ducados en docte... (a). <br />
»Yten, digo que después que vine con el dicho mi marido de los Reynos de Castilla á estás partes, falleció en la dicha villa de Uzeda el dicho licen ciado Gongalo Fernandez de Morales, mi padre, y por su muerte sucedí en el vinculo y maiorasgo que fundó en la dicha villa y su tierra el dicho reue rendo Pedro Nogal, como á hija maior llamada á dicho vinculo... y en el di cho vinculo y bienes de él, declaro por susesor á don Antonio de MORGA mi hijo mayor legitimo, varón, y del dicho mi marido... <br />
»Yten, digo y declaro que por muerte de los dichos Gonzalo Fernandez de Morales y doña Ana de Briviesca su muger, mis padres, herede juntamen te con doña Agustina de Briviesca Muñatones, mi hermana, mujer de don Juan Hurtado de Mendoza, vezinos de dicha villa de Uzeda, los bienes y ha zienda que los dichos mis padres dexaron, que hasta agora están entre nos otras pro yndivisos y sin partir: encargo al dicho doctor Antonio de MORGA, mi marido, y en falta suya á mis hijos y herederos, hagan y concluyan la par tición de los dichos bienes, y se cobren los que á mi parte pertenecieren. <br />
»Yten, digo y declaro que todos ios bienes que yo y el dicho mi marido tenemos en las Yndias en nuestra ca'nsa. y fuera de ella los hemos adquirido y ganado entrambos de compañía durante nuestro matrimonio, viviendo xun tos, ydo y estado en todas las partes que mí marido a servido á su Magestad. <br />
»Yten, digo y declaro que yo tengo por mis hijos legítimos y de dicho mi marido á Don Antonio, y á Don Juan, y á Don Pedro, y á Don Agustin, y á Don Francisco y á Don Diego de MORGA, y á Doña Juliana, y á Doña Ana Ma ría, y á Doña Constanza, y á Doña María de MORGA (b); que [de] los dichos, Don Agustin esta en los Reynos de Castilla, en poder del señor licenciado LoreuQO Flores, capellán del Rey nuestro Señor, canónigo de la sancta ygle sia de Burgos, ynquisídor mas antiguo apostólico del Reyno de Murcia y en los Reynos de Castilla, y la dicha Doña Juliana esta en las yslas Filipinas, por aberse cassado en ellas con el capitán Juan Alonso de Moxica. <br />
»Yten, digo y declaro que después que la dicha Doña Juliana de MORGA, mi hija, se caso... le dimos y entregamos... quatro mili pessos... (c). (a) Lo que sigue queda reproducido en la página 27 *. (b) Total, diez. Pero según nuestros cálculos, los hijos de este matrimonio no debie ron de bajar de diez y seis. (c) Párrafo que dejamos copiado en la nota 103 de las de este estudio. <br />
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¿Cuándo murió la pobre Doña Juana? A punto fijo no lo sabemos. De la carta del Virrey de 6 de Noviembre del mismo año, copiada, en la que informa á S. M. sobre si podían ó no casarse los hijos de MORGA, parece deducirse que éste no era viudo todavía ; poro de otro documento se desprende que Doña Juana murió en yulio del año citado de 1606. Ni sabemos tampoco si fué muy grande el dolor por MORGA experimentado ai verse sin la compañera de más de veinticuatro años, que como ella misma confiesa le siguió á todas partes... Pero conocemos el documento que sigue, suscrito por «1 Virrey de Nueva España, que no deja de ser elocuente; «SEÑOR:—El Doctor Antonio de MORGA, Alcalde del crimen desta Real Audiencia, sirue en ella á V. Magd. con la aprouacion <br />
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»Yten, suplico al dicho señor licenciado Lorenzo Flores... ea cuyo poder •esta el dicho Don Agustín de MORGA, mi hijo, le haga merced todo el tiempo .que fuere sex-uido de crialie y amparalle como á cosa suya... <br />
»Yten, mando á Doña Juana de Mendoza, sobrina del dicho Don Juan Hur tado de Mendoza, mi cuñado, que al presente esta en esta ciudad de México en servicio de la señora Marquessa de Montes Claros.., <br />
»Yten, mando á Doña Marina de MORGA, monxa proffessa en el monasterio de la Concepción de nuestra señora junto á San Juan de la Palma en la ciu dad de .SeuiUa, hermana del Doctor Antonio de MORGA, mi marido... <br />
»Yten, digo y declaro que yo tengo en mi servicio dos mogas blancas de casta Coria, vna llamada Maria y otra japona llamada Ysauel, que vbe en Ma nila, abiendo comprado su serbicio, y quando me vbe de bcnir de las yslas Filipinas á esta Nueua España... quisieron benirse en mi compañía y seruicio á esta ciudad de México, donde al presente las tengo : declaro ser personas libres, no sugetas á cautiberio... <br />
»Yten, por el amor y voluntad que tengo á las dicha» Doña Ana Maria, y Doña Constanza y Doña Marina (sic) de MORGA, mis hijas y del dicho mi ma rido, y por la nesesidad que tienen por ser niñas y de poca hedad mas que los otros sus hermanos, es mi voluntad de las mexorar...s Yten, digo y declaro que yo dexo vn papel con cierta declaración secreta en poder del padre fray Eliíjeo de los Mártires, de la horden de descalzos de nuestra señora del Carmen, mi confesor: pido que si yo falleciere, que el dicho padre fray Elíseo lo execute y manifieste, y mis albaceas lo cumplan. (Por otra cláusula, recomienda á su marido á muchos de sus esclavos, que va enumerando, y «particularmente encargo al dicho mi marido al dicho Luis, sian (siamés), por lo bien que nos á seruido y á las dichas Joana y Espe ranza, negras, que an sido chichiguanaes de nuestros hijos...») <br />
»Y cumplido y pagado este mi testamento y las mandas y legados en él .conthenidas, en el rematamiento de todos mis bienes nombro y ynstituyo por mis herederos vnibersales de todos los dichos mis bienes á los dichos Don Antonio, Don Joan, Don Pedro, Don Agustín, Don Francisco, Don Die go, Doña JuHana, Doña Ana Maria, Doña Costanga, Doña Mariana (sic) de MORGA... Y para cumplir y pagar este mi testamento y las mandas y legados y obras pias en el contenidas, nombro por mis albaceas al dicho Doctor Anto nio de MORGA, mi marido, y al dicho padre Fray Eliseo de los Mártires, mi confesor... Y lo otorgue en la dicha ciudad de México á dies y ocho días del mes de abril de mili y seiscientos y seis años» (Hállase copia de este testamento en los -íAutos formados en Quito por D. Alvaro del Castillo de Herreras, etc.— Archivo de Indias, est. 76, caj. 6, leg. 5 (núm. 4)<br />
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que en otras cartas he significado, y por sus buenas partes y sugá-» to (sic), es capaz para ocupar mayores puestos; hame pedido ligen" da para tratar de tomar estado en este Rey no con Doña Catalina de Allega, biuda del Contador Carlos de Ibarguen, que lo fue de la Real Hazienda en esta ciudad de México, hija de don Juan de Algega y hermana de don Diego de Algega, generales que fueron de algunas flotas desta Nueva España y Tierra Firme; y si bien de mi parte quisiera facilitar la conclusión del negogio, dándole la ligencia que pedia lo hiziera, porque la prohibición que V. Magd. manda poner cerca desto á sus ministros en sus districtos, mirando á la mente é yntento della no comprehendia al casso preesente, respecto de no ser ninguno de los dos emparentado en esta tierra, ni hasta aora tener pleitos ni otra dependencia que cause sospecha; con todo esto, no me e atreuido á arbitrar en el casso sin expresa licencia de vuestra Magestad. Pero certifico con verdad que ninguno de los que de España vienen cassados tiene menos ynconuenientes de todas partes, y por esta no dudara de permitirlo, si no me obligara el respecto y obediencia de la Real cédula; doy quenta della á vuestra Magestad para que acudiendo las partes, ordene y mande lo que mas convenga.—Dios, etc.—En México, ly de diziembre de 1608 años.—DON LUIS DE VELASCO» '*'. <br />
Por el mismo barco que fué esta carta del Virrey, debió de ir esta otra del DOCTOR; por ella se verá cómo MORGA tenía edad, sa^ lud y NECESIDAD (1) de volver á casarse: «SEÑOR:—El Doctor Antonio de MORGA, Alcalde del crimen..* dice: que de los trabajos que hizo en servicio de su Magestad quando passo al gouierno de las Filipinas y boluio á México, se le murió abra tres años (sic) Doña Juana de Briuiesca Muñatones su muger, quedando con edad, salud y necesidad para boluerse á cassar: desea hazerlo con Doña Catalina de Algega, hija legitima de el general Juan de Algega, del abito de Sanctiago, natural y vezino de la uilla de Fuenterrabia, en la prouincia de Guipúzcoa, que paso á la Nueua España casada con Carlos de Ibarguen, contador de vuestra Real Hazienda de México, por ser persona de conocida calidad, suerte y virtud para su compañía, con que se remediara la soledad 6 ynconbenientes que ambos padegen; y pues la causa tiene toda conueniencia, sin fundamento de contrario para la yntenclon de la prohibición de no casarse los juezes de las Audiencias en el districto de ellas, por lo referido y no tener como no tiene dependencias en aquella tierra, <br />
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127 Archivo de Indias; est. 58, caj. i, leg. 16 (núm. 4). <br />
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por la reuerencia y respeto que deu e tener á vuestr a Aíagestad, y para mayor acierto de el negocio,— Suplica humildement e á vuestra Magestad se sirua de hazerle m e r ced de darle permiso y licencia para tratar y efetuar el dicho casa miento, que sera el reparo de sus personas y cassas, en Ja que reci birá mu y grande, y por ella se tern a por remunerad o de sus serui cios, y mas ocasión de seruir á Dios y á V. Magd. lo que le restare de vida.—D. ANTONIO DE MORGA» "*. <br />
La instancia no está fechada. E n cuanto á lo de llevar tres años de viudo, fué un decir del DOCTOR ; llevaría poco más de dos, y así lo> prueb a además el papel que sigue, que por otra parte prueb a tam bién la impaciencia del viudo por casarse con la viuda : «SEÑOR:—El Doctor Antoni o de MORGA... dice : que hauiend o suplicado á vuestr a Magestad le concediese licencia para contraer matrimonio con Doñ a Catalina de Algega, y hauiendosele consulta do por los del vuestr o Consejo Real de las Indias, a sido seruido de concedelle la dicha licencia, y porque el despacho de la flota esta muy adelantado, de maner a que sera ymposible poder alcan zar el despacho que se ubicre de hacer,—Suplica á vuestr a Ma gestad que en el entretant o que se le despacha dello cédula, se sirua vuestra Magestad de mandar se le de testimonio de hauelle concedido vuestr a Magestad la dicha licencia, que recibirá m e r ced.» Sin fecha. Per o al dorso se lee:—«Désele el testimonio quepide. {Madrid} 21 de Mayo de 1609» " '. <br />
En este año de 1609, doblement e inolvidable porque fué el añ o <br />
en que imprimió los SUCESOS DE LAS ISLAS FILIPINAS, MORGA debió de <br />
quedar casado en segundas nupcias ; y hemos dicho que con nueve hijos, porque D. Agustín, á quien había dejado en España á cargo del Ldo. Flores, se hallaba ya en México, al lado de su padre ''° ; <br />
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128 Archivo de Indias: est. 58, caj. 3, leg. 16 (núm. 5). <br />
129 Archivo de Indias : est. 60, caj. 2, leg. 7 (núm. 2). <br />
130 «SEÑOR:—Don Agustín de MORGA, hijo ligitimo del Doctor Antonio de MORGA, Alcalde del crimen de la Audiencia que vuestr a Magestad tien e e a la ciudad de México, digo : que por ser muy pequeñ o m e dejo mi p a d r e en España quando fue á serbir á vuestra Magestad á las Yndias, y querrí a yr á México donde esta mi padre.—Á Vuestr a Magestad pido y suplico m e mand e dar lizencia para poder pasar con un criado, que en ello rrecibire gran bien y merced ; y present o ant e vuestra Magestad,esta ynformacion de como soy hijo ligitimo del Doctor Antonio de MORGA y de Doña Juana de Briviesca y Munatones, mis padres.—DON AGUSTÍN DE MORGA».—Al dorso se lee : « Vaycí con vn criado.—En la Cámara, á 20 de Dizienibre de lóoj.t —Archivo de Indias: est. 60, caj. 3, leg. 7 (núm. 1). <br />
Es de suponer que D. Agustín de MORGA llegase á México en 1608. <br />
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<br />
MORGA tenía cincuenta años, y todo induce á creer que seguiría siendo el hombre fuerte y bien complexionado de siempre. <br />
Y ella, ¿quién era ella? Y a por los documentos copiados se sabe -que era hija del general Juan de Alcega, vascongado, paisano y homónimo del capitán Juan de Alcega, á quien MORGA llevó por almirante en la jornada contra Van Noort, y el cual paró en el más encarnizado de los enemigos que MORGA tuvo en Filipinas.—¡También fué casualidad I—Es muy probable que estos dos Juanes de Alcega fuesen deudos. Sábese además que Doña Catalina pasó á Nueva "España casada con el contador Carlos de Ibargüen. Ahor a añadiremos que éste murió á poco de llegar, en 1596, dejando á su viuda con un niño pequeño y en el mayor desamparo ' ' ', Pero Doña Catalina no debió de permanecer viuda mucho tiempo, y es extraño que á su segundo marido, apellidado Bermeo, no le nombrasen ni MORGA ni el Virrey, cuando éstos acudieron á S. M. sobre el asunto del pretendido matrimonio del DOCTOR con la dicha Doña Catalina. En efecto, luego de muerto el DOCTOR, siendo Presidente de la Audiencia de Quito, én el pleito que se promovió por los herederos, se lee esta petición (Doña Catalina era ya muerta) : «El licenciado Don Fernando de Saavedra, alcalde de esta cor Ihe, por la persona que tiene mi poder y por mi, y com o padr e y legitimo administrador que soy de los menores mis hijos y de Doñ a 'Cathalina [Bermeo] de Algega, mi mujer difunta, nietos y herederos <br />
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131 De una carta del Conde de Monterrey, Virrey de Nueva España, fe•chada en México á 17 de Noviembre de 1696 y dirigida á S. M., tomamos este párrafo:—«Murió el contador Carlos de Ybarguen, que fue perdida conside rable por las muchas esperanzas que se tenían del cuydado y fidelidad con •que seruiria su oficio, como lo raostraua en los principios. Dexo á doña Ca talina de Alzega, su mujer, y vn hijo chiquito muy pobres y con deudas, y tan desamparados de todo, que a hecho mas lastimoso el subceso de su jornada: y pues esta es de las ocasiones en que V. M. acostumbra á vsar de su gran•deza y natural clemencia y piedad, suplico á V. M. la tenga desta pobre mu -ger en tierra agena y tan lejos de la suya.»—Archivo de Indias: 140, 7, 38. Á II de Enero de 1598, S. M. expedía esta Real cédula.—«EL REY.—Oficiales de mi Real Hazienda de México, de la Nueva España, teniendo conside ración á lo que me sirvió Carlos de Ybarguen, mi contador que fue de mi "Real Hazienda en esa ciudad y á la necesidad con que dexo á Doña Catali na de Alcega, su muger, y un hijo feqmño^ he tenido por bien de hazer mer•:ed, como por la presente se la hago, á la dicha Doña Catalina de Alcega, de mili ducados por una vez, que valen tregientog y setenta y cinco mili mara •vedis, para ayuda á sustentarse y criar el dicho su hijo; y asi os mando que •de qualésquier dinero que haya, si entrare en esa mi Caxa, procedido de •officios vendidos en esa tierra, deys y pagueys á la dicha Doña Catalina de -Algega,'ó á quien tuviere en su poder, los dichos mili ducados...» <br />
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<br />
que son por esta caueza de la señora Doña Cathalina de Algega, muger que fue del señor Doctor Antonio de MORGA... y asimismoi. por Don Diego y Don Joan de Bermeo, mis cuñados, hijos de la di cha señor a D o ñ a Cathalina»... '^\ <br />
de donde resulta que Doña Catalina de Alcega, viuda de Ibar güen, tuvo después tres hijos : Catalina, Diego y Juan de Bermeo», herederos de los gananciales de aquélla en su matrimonio con el DR. ANTONI O de MORGA. El Bermeo, segundo marido de Doña Catalina, debió de vivir poco ; pues concediendo que se casara en 1599^. tenemos el dato positivo de que Doña Catalina de Alcega era libre en 1608, año en que MORGA pedía permiso para casarse con ella. Y resulta asimismo que en el nuevo hogar del DOCTOR se reunieron. trece hijos: n u e v e que tenía él y cuatro (un Ibargüen y tres Bermeos) que le llevó la nueva esposa. La cual, calculando razonablemente, acaso tuviera entonces unos treinta y cinco años; que no eran demasiados para los cincuenta del DOCTOR. <br />
No son pocos los documentos que acreditan el buen concepto de que gozó MORGA mientras fué Alcalde del crimen en Nueva España : pasan los años, se suceden los Virreyes, y MORGA es siempre tenido po r funcionario capaz, recto y celoso. Á 23 de Junio de 16084 de nuevo era propuesto para el ascenso ' ", y en el mismo años e le confiaba vma misión delicada, precisament e por las buenas partes, que en el DOCTO R concurrían "*. Bien pued e asegurarse que el¡ virrey D. Luis de Velasco le tuvo en no menos estima que le habíatv. tenido el C o n de de Monterrey y el Marqués de Montes Claros ; e í Marqués de Salinas, en la primer a oportunidad que se le ofrece^, propon e á S. M. que premie los largos servicios del DOCTOR(135). <br />
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132 Consta esta petición en los Autos ya citados: 76, 6, 5. <br />
133 En una carta del Virrey D. Luis de Velasco, fechada en México á 23. de Junio de 1608, léese este capítulo:—«6.° Por la memoria de los ministros, de esta Audiencia que ua con esta, mandará V. M. uer las plagas que están» vacas. La de oidor que seruia el doctor Santiago del Riego, de que se ha dado auiso á V. M., podría ocupar bien el doctor Antonio de MORGA, que sirueuna de Alcalde del crimen muchos años ha»...—A. de Indias: 58, 3, 16 (n." 6).. <br />
134 «SEÑOR:—Hauiendo cometido al doctor Antonio de MORGA, Alcalde de corte en esta Real Audiencia la aueriguacion que V, Magd. me manda haga por su Real cédula despachada en quatro de hebrero de 608, en el negociodel Comissario de la Cruzada don Luis de Rofeles, y comengandose á examinar testigos con el secreto que el caso pedía...—México 16 de diziembre, 1608.. —DON Luis DE VELASCO.»—Archivo de Indias; est. 58, caj. 3, leg. 16 (núm, 3). <br />
135 El capítulo 17 dél a carta del Virrey de Nueva España Marqués de Salinas á S. M., fechada en México, á 21 de Octubre de 1610, dice así:—«El Doctor Antonio de MORGA á piucho que sirue á V. M. en diferentes partes y en particular en Philipinas y en plaga de Alcalde de corte de esta Audiencia, •donde es el mas antiguo, y á lo que hasta aora se a entendido, con toda apro •uacion; y si de la vissita no rresulta cossa que lo ympida, como lo promete «1 discurso de sus seruicios, digno es de qualquier agengion á que V. M. se sírua promouerle.» <br />
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Pero el tiempo transcurría, y no obstante que de la visita que se le hizo salió bien, el ansiado y merecido ascenso no llegaba. Fué suert e para MORGA, se nos figura, que su nueva mujer, que había acreditado fecundidad con los dos primeros maridos, no la confirmase con el tercero. Doña Catalina de Alcega no aumentó la prole del DOCTOR, á lo menos que se sepa. Éste, con los años, inclinábase á la religión cada vez más, con haber sido siempre religioso, y obtuvo de Roma un buleto para poder disfrutar en su propia casa de un oratorio privado, «y hazer y dezir misa en él»(136). A partir de entonces, ó sea del año l6l2, MORGA encabeza todas sus cartas, oficiales ó no, con una cruz : no había duda que había acentuado sus sentimientos de religiosidad. ¿Influiría en ello Doña Catalina de Alcega? Lo cierto es que tuvo oratorio en su casa y que no dejó nunca de encabezar con una cruz las cartas que escribía. Y estrechó sus relaciones con los frailes, señaladamente con los franciscanos. Y como todo llega en la vida, llegó, por fin, el ansiado ascenso. H e aquí en qué términos daba MORGA las gracias á S. M. por la merced ; de agradecer ciertamente, porque no era que se le ascen •diese á oidor ; se le ascendía nada menos que á Presidente de la Real Audiencia de Quito ; óigase á MORGA : <br />
* | SEÑOR:—Beso muy humildemente los pies de V. Magestad por la merced que ha sido seruido hazerme promouiendome á la Presidencia de el Audiencia de Quito, muy auentajada y superior á mis seruicios y méritos. Dispongome para hazer mi viaje en pri mera ocasión de nauios de Piru, suplicando á Dios m e de salud y íuergas con que acierte á seruirá V. Magestad, y que guarde V. Real persona, como la cristiandad á menester. —De México, 15 de Marzo de 1614.—D. ANTONIO DE MORGA»(137). <br />
Tenemos, pues, al DOCTOR esperando navio para el Perú ; que no lo había todos los días. Por entonces precisamente, el Virrey, Marqués de Guadalcázar, <br />
<br />
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136 «SEÑOR:—El Doctor Don Antonio de MORGA, Alcalde de corte de México, dize que haze presentación de vn buleto de Su Santidad para poder tetier en su cassa oratorio y hazer y dezir misa en él.—Suplica á V. Magd. sea seruido de mandar se le de testimonio de la presentación del dicho buleto en que regiuira merced.»—(Al dorso:) «Dése testimonio en la forma ordinaria. En Madrid, 28 de Mayo de 1612.»—Archivo de Indias: 60, 2, 7 (núm. 3), <br />
137 Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 3 (núm. i). <br />
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<br />
venía utilizando los servicios de MORGA en dos distintos negocios : el primero, sobre la intención que había llevado á Nueva España una expedición de japoneses, y el segundo, sobre tenerle de asesor en cierta causa grave contra D. Juan de Oñat e "*. Estos servicios especiales prueban una vez más el buen concepto de que MORGA gozaba. Hasta mediados del añ o si guiente de I61 5 no se le ofreció á MORGA ocasión, por falta de navio, de trasladarse al Perú : así lo dice el Marqués de Guadalcázar, en uno de los capítulos de su carta al Rey, fechada en México á 21 de Marzo de 1615 : <br />
«El Doctor Antoni o de MORGA, Presidente de la Real Audienci a de Quito, se a detenid o aqui por íalta de embarcación, y ofrecién dose vn nauio de cien toneladas que vino de Guatemala, pidió se le diera en el con registro para el Piru, y auiendolo remitido al fiscal de V. M., lo tuuo por bien : con que liara su viaje por junio deste año, y entiendo dará mucha satisfación en aquel oficio-» ' ". Y a veremos la satisfacción que da. Por ahor a limitémonos á de cir que en este viaje temerario salvó MORGA la piel milagrosamen te ; no sólo porque lo hizo en un barco pequeñísimo, sino porque se topó con un pirata holandés que estuvo á dos dedos de apre sarle. Mejor será que el propio MORGA nos lo refiera; bastará que reproduzcamos la carta que sobr e est e asunto dirigió al Rey : <br />
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138 De una carta rotulada Guerra: Filipinas y Japón, del Virrey de México Marqués de Guadalcázar, fechada á 22 de Mayo de 1614, copiamos lo que sigue:—«3. En las materias de aquel Reyno (Japón), tengo escrito largo á vuestra Magd., de que envío duplicado; y por lo que se va conociendo de la gente del, parece cada dia mas necesaria la consideración y recato en la co rrespondencia que desean con este [de Ntieoa España], como mas particular mente se á experimentado en la ocasión que dieron en el puerto de Acapul co, donde sucedió lo que V. Magd. se seruira de mandar ver por el traslado de la aueriguacion que se hizo del caso, que será con esta, y lo proueido en ello.—Y por evitar otras desgracias, mande que se les hiziese buen trata miento y les quitasen las armas, dando el orden que se aula de guardar en vender las que traen, y nombre al Doctor Antonio de MORGA por juez para sus causas, como todo consta por la copia del auto que remito.» (Acompaña copia de la orden que el Virrey dio á MORGA sobre quitarle las armas á los japoneses, fechada á 4 de Marzo de 1614, y el bando que con este objeto proveyó aquél.) En la misma carta se lee:—«7. Para las causas de Don Juan de Oñate auise á vuestra Magestad auia nombrado por asesor al Doctor Antonio de Blorga, con cuyo parecer se an sentenciado, como V. Magestad se seruira demandar uer por el testimonio que enuio.» (Acompaña el testimonio de las sentencias dadas por el Marqués de Guadalcázar con parecer del DR. ANTONIO DB MORGA en la causa contra Oñate. 1614).—Archivo de Indias: 58, 3, 17. <br />
139 Archivo de Indias : est. 58, caj. 3, leg. 17. <br />
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* | SEÑOR:—Por falta de embarcación de la Nueua España para estas prouincias de Piru, me detube hasta fin de Junio(140 en ellas, que en vn patache pequeño e hecho la nauegacion con peligro é yncomodidad, y auiendo reconocido la costa sobre Manta á 23 de agosto, á los 27, sobre la punta de Santa Elena me halle con seys nauios de el enemigo holandés, tan cerca, que auiendolos reconocido me tube por perdido. Milagrosamente me libro Dios de él por mejores alas, y me a traydo á este puerto de Guayaquil, de donde teniendo las cosas de aquí todo buen cobro, subiré con brevedad á Quito; que quiera Dios tras esta buena fortuna darme fuerzas para mejor seruirle y á V. Magestad en lo que se a seruido poner á mi cargo. De los sucesos de este enemigo no doy quenta particular á V. Magestad, pues los terna entendidos por tantas relaciones. Ellos an sido hasta agora de tan poco gusto nuestro como son las perdidas que se a de seruir nuestro Señor por su misericordia de remediarlo, como puede. Tampoco la pue do dar de causas de estas provincias, por ser tan rezien llegado á ellas, hasta otra ocasión.—Guarde Dios, etc.—De Guayaquil, 8 de Setiembre de 1615.—D. ANTONIO DE MORGA»(141). <br />
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140 En otra carta posterior escribe Jullio; y en el Discurso que va en el APÍNDICE, dice que fué en Agosto cuando salió del puerto de Acapulco. <br />
141 Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 3. <br />
142 Véase, más adelante, la sentencia del Consejo contra MORGA. <br />
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Algún tiempo después, MORGA llegó á Quito con todo su regimiento; tomó posesión de su alto cargo, y... <br />
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XII <br />
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MORGA, de Presidente de Audiencia, se transforma. La transformación arranca en rigor de México, del último año que pasó allí, cuando, viéndose trasladado al Perú, entendió que era llegada la hora —!al cabo de tantos años de vida ultramarina!— de hacer negocio. Ello es que de México llevó a Quito «mucha cantidad de ropa de China, prohibida, de contrabando», la cual se vendió públicamente en las Casas Reales «por Don Antonio de MORGA, su hijo, y Pedro Sánchez Pericón, su criado, y en la tienda que puso en la de Francisco Ponce, mercader»; y que valiendo esta ropa unos «qua renta mil pessos», «se hizieron mas de cien mili» '*\ ,Se nos antoja que en esto y otras cosas que iremos refiriendo, influyó decisiva mente la señora Doña Catalina de Alcega. Pero también debieronr de influir las circunstancias de localidad: en Quito no tenía MORGA á nadie por encima de él; MORGA era el amo: allí no había Virrey. El Virrey, Príncipe de Squilache, que por entonces acabab a de llegar, encontró el país un tanto comprometido, á causa de la mucha piratería que infestaba aquellos mares y de lo indefensos que se hallaban los puertos del Nuevo Mundo ; y porque debía de traer de Españ a noticia cabal de quien era el D R. MORGA y de los servicios por éste prestados, al Príncipe le faltó tiempo para dirigirse á MORGA, en Octubr e de aquel añ o de lóIS, para que el antiguo oidor de I'ilipinas le diese su opinión sobre lo que pudiera convenir hacer. Y así vemos á MORGA, de recién llegado á Quito, ocupííndose, al tiemp o que en vender la «ropas» llevada de contrabando, en redactar el curioso Discurso que en otro lugar se reproduce ""*'. Muy complacido debió de quedar Squilache de la actividad y del buen celo que en esta ocasión, como en tantas otras, demostró el inteligente PRESIDENTE. El cual mandó al Rey una copia de ! Discurso, en el que se trata de las cosas de la guerr a con verdader a desenvoltura, así com o de las relaciones comerciales entre P'ilipinas, la Península y el continente americano. Est e Discurso constituy e el último trabajo que sobre las Islas escribió el DOCTOR. Lo fechó en Quito, á 20 de Noviembre de 1615, y lo remitió á S. M. con carta de 2 0 de Abril siguiente. Antes había remitido al Rey, desd e Mé xico, otro trabajo sobre P'ilipinas, que no ha sido descubierto aún en el Archivo de Indias. En lo que toca al Discurso, hay en él dos pun tos del más subido interés : refiérese uno de ellos á la conveniencia de conservar á tod o tranc e el Archipiélago para España, com o base militar para tener sujeto el Maluco y como punto de irradiación para difundir el cristianismo en el Extrem o Oriente ; y el otr o sé contrae á la necesidad de irle ¡í la mano, de una maner a deci siva, á los holandeses que pirateaban por los mares de Occidettte. La piratería holandesa continuaba siendo su obsesión : á los quince años de librada la pelea con Van Noort, MORGA no se olvidaba del corsario: ¡ni cómo, en último término, si el 37 de Agosto de 1615, yend o de Acapulco á Guayaquil, estuvo á punt o de que le copase el holandés? También el Príncipe de Squilache corrió cierto riesgo. <br />
Y MORGA le decía en su Discurso: <br />
...«para remediar esto, se dev e desear que el armada que vue sencia ynvio en su vusca (en busca de ¡a del corsario) desde Manta, si ba proveída de la fuerza convenient e para oponerse á la mucha que savemos lleva el enemigo de navios, gente y artilleria, le halle <br />
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143 Véase el documento número 18 del APÉNDICE. •<br />
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y castigue y deshaga, y que para este fin no debria contentarse coa buscasle en el viaje de Panamá, donde lo mas uerisimill es que no a de estar, sino pasar en su seguimento á toda la costa de Nueva España, en que no le puede herrar, hasta la California, y de otra manera el enemigo passará victorioso y sin daño alguno, haciendo nuevas presas hasta las Philipinas y el Moluco.» <br />
¡Cómo se acordaría MORGA de su 14. de Diciembre de 1600!... <br />
MORGA no debió de caer bien en la ciudad de San Francisco del Quito, adonde había ido tan contento y tan cargado de «ropa» de contrabando. Todo induce á sospechar que muy luego hízose blanco de la censura pública, porque de otro modo no tiene explicación que á los cuatro meses próximamente de llegado le pidiera ya al Rey que le sacase de allí; no lo pide apretadamente, pero lo pide al decir: «y de mis yncomodidades y quiebras de salud en esta tierra, que lo llevo con buen animo, esperando de la clemencia y benignidad de V. Magestad se seruira sacarme de ella(144). De lo de las «quiebras de salud» no hay que hacer caso: MORGA tenía más salud que un toro, y ya se verá cómo de su fortaleza y buena complexión va á darnos pruebas concluyentes en seguida: por este hombre se diría que no pasaban los años... ni las hembras. <br />
Hasta el de 1620, esto es, cuando MORGA contaba sesenta y uno de edad, no volvemos á toparnos con ninguna carta suya, fuera de la que escribió á 20 de Abril de IÓ16, por el estilo de la de 20 de Febrero, consagradas ambas á repetir que escapó milagrosamente del enemigo holandés el 27 de Agosto, como dicho queda; pero en la segunda, en la del 20 de Abril, ya no pide el traslado. En cambio en la de 10 de Mayo de 1620, aunque no lo pide, declara que no gozaba de paz, que había maquinaciones «contra su honor»... Será preferible reproducir la carta, encabezada con su cruz correspondiente, porque MORGA se sentía cada día más devoto de la cruz; va dirigida á un miembro del Consejo de Indias, y dice así: <br />
* | En carta de 15 de abril, en el pliego de el Consejo, di quenta á V. S. de lo que por razón de mi oficio me tocaua, especialmente en causas de el Licenciado Diego Zorrilla "*^ oidor de esta Au diencia de Quito.—Después por otra carta particular la di de la noticia que tenia de que procuraba fuese á manos de V. S. alguna relación contra mi honor y proceder^ y que no pareciese tener parte en ella ni fuese firmada de su nombre ni de persona conocida, y solo sirviese de poner duda en mi buen nombre, <br />
<br />
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144 Carta fechada en Quito, á 20 de Febrero de i6i6.—Archivo de Indias: tst, 7b, caj. 6, leg. 3 (núm. 3). <br />
145 En otros documentos, á este oidor se le llama Zorita. <br />
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<br />
y con esto des acreditar lo que tengo escrito á V. S. y al Consejo. Agora me es fuerga dar por esta mas particular quenta á V. S. por la noticia que me a dado persona religiosa y de todo crédito, como es el Maes tro fray Pedro Bedon, prouincial de la orden de Sancto Domingo, cuya es la carta y recaudo que es con esta y me lo entrego cerra do y por duplicado para V. S.; que mi recelo y sospecha fue cier ta, porque el licenciado Diego Zorrilla, juntándose para esto con un Licenciado Francisco Rodríguez Plaga, ordenaron una carta por duplicado para V. S. de muchas cosas ynuentadas por su pasión contra mi persona y proceder, y la ynbiaron en el despacho de este año á manos de V. S., auiendo en esto puesto quidado, y quellos no la quisieron escriuir ni firmar, auiendola dado á sacar de letra no conocida y con firma de persona que no ay en estas repúblicas, porque nadie se atrevería á hacer tran grande exceso si no fueran estos dos por dicho fin.» <br />
(En el párrafo que sigue explica MORGA la causa de haberse escrito la carta mencionada: por haber dado 61 cuenta al Virrey de que Zo rrilla estaba revuelto con la mujer de Plaza. Y termina MORGA:) «Suplico muy humildemente á V. S. se sirua mandarme de hazer justici a de esta sinrazón y agrauio, causado por ser fiel executor de los mandatos y ordenes que tengo del Consejo, pues si á semejan tes excesos se ubiese de dar lugar, no abria seguridad en el honor y personas de los que tenemos estos cargos, ni su Magestad podra ser de nosotros bien seruido.—Guarde Dios á V. S., etc.—De Qui to, l o de Mayo de 1620.—D. ANTONIO DE MORGA» "*^ Eso de que el Ldo. Zorrilla, ó Zorita (pues de ambos modos se le llama), estuviera «revuelto» con la mujer del Ldo. Plaza, [era una inmoralidad que MORGA no podía dignamente, sabiéndola, dejar de denunciar al Virrey!; ¡MORGA, tan puro, tan limpio de pecado!... Oigamos á Doña Francisca de Tapia y Calderón, mujer de Sebastián de Bobadilla; la cual dijo á últimos del año de 1625 '*^: ...«que estando en casa del Marques de Siete Yglesias [en España], donde se crio, se le ofreció venir á estas partes (tenia entonces diez y nueve años, y era doncella) por oydor al dicho Don Manuel Tello de Velasco, y por auer llamado á esta testigo un tio suyo que <br />
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146 Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 3 (núm. 6). <br />
147 Interrogatorio presentado por el oidor D. Manuel Tello de Velasco, y de l^s respuestas de algunos testigos, referentes al Dr. Antonio de MORGA. Quito, 1625.—Doña Francisca declaró el 22 de Noviembre de dicho año.— Archivo de Indias: legajo 919; pieza 2.* <br />
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se dize el capitán Gómez Suarez de Figueroa, vezino encomendero de la ciudad de Santa Foe en el Xuevo Reyno de Granada; Don Francisco de Bobadilla, clérigo, thesorero del dicho Marques [de Siete Iglesias], la acomodo en la compañia y seruicio del dicho oy(ior y su muger, con quienes bino á esta ciudad [de Quito] abra ocho años, poco mas ó menos, y dentro de quatro meses que á ella llegaron, el Doctor Antonio de Marga, Presidente desta Real Aiidiencia^y Doña Cathalina de Alcega, su muger, convidaroti unas vacacio 'ttes\ de Pasquas á una chácara "*^ que era fuera desta ciudad como un quarto de legua, en Añaquito, á los dichos Don Manuel y su iñupr, los quales fueron alia á holgarse con toda su casa, donde estarían algunos doce ó quince dias, y con ellos este testigo; y como quiera que desde luego que llegaron á esta ciudad el dicho Presidente f roturo solicitar á esta testigo con recaudos y billetes, en la dicha gfíerta tuvo ocasión de liablarle algunas palabras, y esta testigo, como persona noble, hija de padres principales y donzella que venia á. buscar su rremcdio á la sombra del dicho su tto y del dicho Don Manuel y su mujer, rrechazo siempre la pretensión del dicho Presi dente^ el cual persevero siempre en su pensamiento, hasta que se trato sasamiento por el dicho Presidente de esta testigo con el dicho Sebas tian de Bobadilla; y primero estubieron dadas las amonestaciones que esta testigo saliese de casa del dicho Don Manuel, el cual y su muger,: auiendo entendido dias auia la ynquietud que daua el diclio Presidente á esta testigo, particularmente por medio de un negro lla mado Gerónimo, estuvieron sentidos grandemente, porque deseauan que esta testigo no saliera de su casa, y quando saliera, fuera según que merecia, y no por aquellos modos; y después que vieron he chas las amonestaciones, manifestaron mas su sentimiento, y no queriendo que el dicho casamiento se celebrase en su casa enviaron A esta testigo i la del dicho Presidente, EN CUYO SERUICIO ESTAUA EL BICHO SEBASTIAN DE BoiíAniu.A... y estarla con su marido como año y medio en casa del dicho Presidente, el qual, tornando ocasión de que esta testigo sauia de cierto casamiento que dezian se trataua entre un cauallero, hijo de D. Cristoual Vela, corregidor desta ciudad, y Doña Cathalina de Alcega y Bermeo, entenada del dicho Presidente, eclió á esta testigo y á su marido de casa, sin haber cumplido con ellos ninguna de las promesas que les hizo...'» <br />
Estos amores, porque indudablemente los hubo, de MORGA con Doña Francisca de Tapia y Calderón, á la cual casó con un criado para tenerla en casa, <br />
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148 Casa de campo. MORGA adquirió.esta finca á poco de llegar<br />
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constituyen la primera caída del DOCTOR, que ya era talludo, y el primer eslabón de una serie de disgustos. Doña Catalina, su mujer, debió de ser de amplio criterio; ella, con tal de holgarse frecuentemente en la chácara, y sobre todo, con tal de cobrar buenos patacones en el negocio del juego, se daba por ínuy contenta; hasta pasaba por que su marido se entendiese con la hijas tra, como parece deducirse de la declaración que acabamos de co piar. En este respecto, hay que creerlo todo; porque, como ya ve remos, MORGA se desató tanto más, cuanto más viejo se hacía. <br />
Don Manuel Tello de Velasco le cobró una enemiga invencible: el odio fué mortal, y MORGA, ni tonto ni perezoso, la emprendió con Tello oficialmente, informando contra él, hasta encausarle. En la causa instruida, hay un escrito de Tcllo en que se lee(149): <br />
«Lo primero, porque la dicha ynformacion remitida al Real Con sejo y del á V. Mag., de donde se origina esta causa, se hizo por el doctor Antonio de MORGA, Presidente de la dicha Real Audiencia, enemigo capital mió, porque luego como llegue á esta ciudad á seruir la plaga de oydor en que S. M. se sirvió de ocuparme, auiendo traído en mi seruicio vna donzella honrada y virtuosa y teniéndola con toda honestidad y recogimiento en mi casa y doña Raphaela Forquiñon, mi muger, el dicho Presidente, con poco te mor de Dios y menosprescio de la Real justicia, que 61 debiera administrar por la authoridad de su oficio y exemplo que deuiéra •dar en esta República, que su Magestad le encargo para que la tuuiera en paz y en justicia, y sin el respeto debido á mi oficio y calidad, la solicito con mensajes y vilktes deshonestos, procurando sacarla del dicho recogimiento y llenarla á su cassa, y con las pro mesas grandes que le hizo, dio orden que la dicíta donzella se salie se de mi cassa y se fuese á la suya, donde luego la hizo cassaf con un criado suyo (Sebastián de Bobadilla), y los íuuo en ella mucho tiempo; y porque yo mostré sentimiento de un tan grande agrauio y atreuimiento, me cobró grande y capital enemistad... <br />
»Y á esto se junto que, como el dicho Presidente íutio siempre .en su casa tctblage publico de juego de náypes donde acudían á jugar los dichos oydor es y otros ministros de la dicha Audiencia y gran parte de los vecinos desta ciudad, con grandes perdidas de sus ha ciendas por los grandes y crescidos baratos, que se repartían entre el dicho Presidente y D.^ Catalina de Alcega, su muger, que ambos hordinariamente de dia y de noche jugaron con los dichos vezinos llamándolos y solicitándolos para ello, <br />
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149 Quito, i62S-—Archivo de Indias: legajo 919; pieza i.", fol. 225. <br />
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y ansi mesmo gozauaa de los dichos baratos D.^ Catalina de Bermeo, su hija, y otras sus criadas, y todos los de las sacas de naipes, á cuatro patacones cada baraja, que hazen treyntay dos rreales, no eos tanda le mas que á quatro^... Por lo que toca al juego, que MORGA montó en la chácara y en su propia casa de Quito, fué tan público y produjo tal escándalo, que según D. Diego López de Zúñiga (al declarar en el interrogatori o de que qued a hecha mención), el padr e jesuíta Gonzalo de Lira se vio en el caso de protestar enérgicament e desde el pulpito, en tér minos que los fieles—entre los cuales se hallaba MORGA—compren dieron de sobra que el sermón le iba flechado al Presidente de la Real Audiencia ; porque no era lo peor que éste jugase, sino que, so bre cobrar puerta, cobrab a cuatro patacones ó pesos por baraja; y valiéndose de su alta posición, atraía á las Casas Reales á las g e n tes de dinero, para que se lo fuesen jugand o poco á poco ''°... «Y que la cax a del dicho juego (añade López de Zúñiga) era puilicoy notorio la tenia Doñ a Cathalina de Alcega, muger del dicho Presi dente, y que de ordinario auia una y dos mesas de juego por los muchos que acudían á jugar : en la una jugaba el dicho President e y en la otra la dicha su mugcr»... Sí, MORGA, iquién lo diría), se convirtió en tenorio y en tahúr ; en tenorio, primero ; en tenorio y tahúr, después. El juego comen zó en la chácara ó casa de campo que adquirió el DOCTOR cerca de Quito, y parece ser que en las francachelas allí corridas tuvo no poca responsabilidad su cónyuge, <br />
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150 Don Diego López de Zúñiga Figueroii declaró el 26 de Noviembre de lÓJS: «que vio y oyó este testigo al padre Gonzalo de Lira, de la Compañía de Jesús, prouincial que fue dcsta prouincia, que en un sermón que hizo en la iglesia de la Concepción dcsta ciudad, estando el dicho Presidente presente, dixo rreprehcndiendo el juego de naipes y maldiciendo al que lo auia traído, y que e) nabio en que auia venido se auia de auer hundido, por tan grande mal y daño como auia hecho en esta rrepublíca, y que la disculpa que dauan en dezir que era entretenimiento, no se auia de admitir, puesto que algunas personas que llaraauan no eran dignas de dalles gorra, y que les dauan gorras y asientos, y que siendo el vale de diez y seis pesos y la porta de treinta, no era entretenimiento, sino RROBO MANIFIESTO, y que todos entendieron por el modo de rreprehender, que lo deziapor el juego que avia EN LAS CASAS REALES, y porque el Presidente enbiaua á llamar personas muy particulares dtí pueblo, como eran confiteros y otros; y que también acudían á jugar personas eclesiásticas, como fue el chantre Don Jorge Ramírez de Arellano, el qualdizea que murió ocasionado del dicho juego, y que en ¿1 perdió gran cantidad de hazienda, por donde vino á quedar pobre, siendo hombre que estaba en posesión de rico.»—Interrogatorio citado: legajo 919, pieza 2.^, folio lao.-^MORGAse vengó de este y de otros jesuítas, echándolos de Quito. <br />
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hembra de escasa aprensión, bien diferente por cierto de Doña Juana de Briviesca Muñatones. En el interrogatorio antecitado, hay unas palabras del capitán Cristóbal de Troya que deben recogerse: él estuvo alguna vez en la chácara, y allí vio que «se entretenían con los dichos juegos el dicho Presidente y el doctor D. Matias de Peralta, y el licenciado Don Alonso del Castillo de Herrera (oidores), y el licenciado Melchor Suarez de Poago, fiscal, con sus mugeres, y otros vezinos desta ciudad, y el doctor D. Luis de Quiñones, difunto; en la qual casa y huerta se holgauan, saliendo algunas vezes las mugeres de los dichos Presidente y oydores al exido y huertas que por alli auia,^ traían toros y terneros, donde se holgaban con ellos^... Y añade: «Y que los juegos que auia en la dicha chácara heran de primera y capadillo, y que un criado de la dicha Presidenta metia los naypes y sacaua cuatro pesos de cada baraja»... ¡Todo esto vio el capitán Troyal <br />
Por el año de 1623, ya las cosas debían de ir mal para MORGA: los escándalos habían sido tantos, y tan resonantes algunos, que de bió de comprender que podría sobrevenirle algo muy serio; y así, á l.° de Mayo, dirigióse á S. M., que lo era á la sazón Felipe IV, pidiéndole que le trasladase al Consejo de las Indias. Esta carta es de sumo interés; redactóla en los términos siguientes: <br />
* | SEÑOR: Mis padres fueron personas nobles y onrradas en el señorio de Vizcaya. Tubieronme en los estudios de Salamanca desde el año de 1569; graduado alli en Derecho, después de auer sido colegial y catedrático en el Colegio y Uniuersidad de Ossuna. Salí á seruir al rey Don Felipe 2.°, de gloriosa memoria, el año de 580, y lo continué en diuersos oficios de justicia en España, asta que el año de S93 fue seruido ynbiarme al gouierno de las yslas Filipi nas, donde el de 598 funde la Real Audiencia que en ellas esta, y por oydor el primero de ella la presidí, ocupándome juntamente en los ministerios de gouierno y guerra; en muchas ocasiones de ella auenturé mi persona con los enemigos. El de 600 (sic) me hizo mer ced la Magestad del rey Don Felipe 3." de promouerme á la Audiencia de México, de la Nueva España, donde serui asta el año de 613, que me mandó la viniese á seruir en la Presidencia y gouierno de la Real Audiencia de Quito y sus prouincias en el Perú. >En todos estos ministerios e seruido á vuestra Magestad y á vuestro padre y abuelo, que están en el cielo, con cuidado y satis facion, en que e gastado la vida sin pretender yntereses de hazienda ni comodidad mia. »Dos hijos míos, Don Juan y Don Agustín de MORGA, crie para el seruicio de V. Magestad, siendo buenos soldados ; y ya capitanes de. infantería, vno en el reyno de Chile en el gouierno de Alonso García Ramón, otro en las Filipinas en el de don Juan de Silua; am bos perdieron las vidas en el seruicío de V. Magestad. ^Últimamente me mandó V. Magestad el año pasado pidiese y recogiese de,los yasallos de estas prouincias de Quito el seruicío d o natibo para parte de reparo á las necesidades de vuestr a Real H a zienda, y aunque esta tierra es sin minas y los caudales de los que la abitan limitados, tanto que en la ocasión ultima que aquí se pidió semejante seruicío nos e pudieron juntar mas que l 6 U. 8oo pesos, 6: trabajado agora en esta causa con tanto cuidado y desvelo, que la e auentajado á numero, y montó de cient mili pesos, sin molestia y con suauidad, todos graciossos y dados, á quenta de los quales, en el despacho de este año, e ynbiad o á V. Magestad á la Casa de la Contratación de Sevilla ochenta mili pesos registrados; que los restantes, por no se auer acabado de cobrar, yran en primera ocasión. <br />
»Suplico á vuestra Magestad muy humilmente que en remune ración de este y de otros seruicios de quarenta y tres años, los tfeynta en todas las Indias, donde pued o auer adquirido noticia y experiencia de las cosas de ellas y de su gouierno, se sirua vuestra Magestad mandarme sacar de tan larga peregrinación para yr á ser uir á vuestra Magestad á vuestros Reales pies en plaga de el Consejo de Indias lo que me restare de vida, onrrando juntamente mi persona y canas con un abito de la orden de Sanctiago, en que recibiré la grande merce d que espero de la benignidad y clemencia de vuestra Magestad, cuy a catholíca Real persona guarde Dios largos y felices años, como lá cristiandad á menester.—De Quito, á I.° de Mayo de 1623.—D. ANTONIO DE MORGA» ' ". <br />
Pero al tiempo que iba esta solicitud de MORGA, en la que por cpntera pedía la merced de un hábito de Santiago, como se habrá visto, iban tantas y tan formidables quejas contra él, que al fin decídió, S. M. mandarle un visitador, el cual debió de llegar á Quito en los últimos meses del año 1624, cuando el DR. MORGA contaba sesenta y cinco de edad y unos siete ú ocho de bohemio encanecido. Mas ¿cómo se explica que viniendo esos escándalos de mujeres y de juego de tanto tiempo atrás, no le hubiera venido antes el visitador? Acaso porque mientras reinó Felipe III, que murió, como es sabido, en 1621, contó primero con la protección del Duque de Cea, á quien dedicó los SUCESOS, y después con la del Duque de Uceda,<br />
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151 Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 3 (núm. 8). <br />
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privados ambos del tercer Felipe. No se eche en saco roto que Doña Juana de Briviesca era de Uceda, y que allí había dejado parientes é intereses. Pero sea de ello lo que fuere, lo cierto es que hasta 1624 no le llegó á MORGA la visita, ¡y con qué visitador!... ¡El licenciado D.Juan de Mañozca, Inquisidor apostólico de los reinos del Perú! De nada le sirvió á MORGA tener en su casa, amén de tablaje casi público, un oratorio privado, poner cruces en las cartas y sostener con los frailes las mejores relaciones : el Mañozca «inquisidor apostólico» le apretó los tornillos sin consideración ninguna. ¡Á fe que el tal Mañozca era digno de llamarse inquisidor! Como primera medida dispuso que MORGA, los oidores y el fiscal saliesen de Quito, encargándose de los pleitos el Dr. Gilberto Pineda de Zurita, abogado ; pero éste fué reducido á prisión poco después, por cierta cuchillada que dio á un clérigo, y Mañozca dispuso entonces que MORGA y sus colegas se restituyesen á la dicha capital(152), donde acabó por encarcelar á todos ellos. <br />
Cuando Mañozca se determinó á tomar medidas tan radicales, sus razones tendría. Según MORGA", ninguna ; y como todo se derivaba del odio de D. Manuel Tello de Velasco, por haberle arrancado aquél á Doña Francisca de Tapi a y Calderón, habrá que reconocer que á MORGA le costó bien caro el caprichito... Pero óigasele ; es de justicia ; reproduzcamos la carta que á 15 de Octubre de 1626 dirigió el DOCTOR á su Magostad : <br />
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152 He aquí el auto del inquisidor Mañozca:—«En la ciudad de San Fran cisco del Quito, á treza de otubre de mili é seiscientos y veynte y ciáco años, el Señor Licenciado Joan de Mañozca, ynquisidor apostólico de los rreynos del Piru, visitador general de la Real Audiencia que rreside en la dicha ciudad, dixo: que por causas y motiuos bastantes que para ello tuuo, por auto que proueyo en veynte y uno de Junio de este presente año, mando que el doctor Antonio de MORGA y el doctor don Matías de Peralta, el licenciado don Manuel Tello de Velasco, el licenciado Melchor Suarez de Poago, Presidente, oydores y fiscal de la dicha Real Audiencia, saliesen de esta ciudad y fuesen á las partes y lugares que les fueron señalados, y en su cumplimiento salieron y dejaron su pleitos encomendados al doctor Gilberto Pineda de Qurita, abogado de la dicha Real Audiencia, el qual en once días del mes de setiembre próximo pasado de este presente año dio una cuchillada por la cara á Joan Serrano del Valle, clérigo de menores ordenes... por lo qual mando su merced prender al dicho doctor Pineda y á estado y esta preso, y por su-prisión se suspendieron las causas que estaban pendientes contra los dichos presidente, oydores y fiscal en esta visita; y en este estado mando que el dicho Presidente y el doctor don Matías de Peralta y el dicho fiscal boluiesejí á esta ciudad para hazer con ellos algunas diligencias tocantes á la dicha visita, las quales'con su venida y asistencia se han hecho»...—Archivo ele Indias: legajo gtg, pieza i.'', folio 184.. <br />
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* | SEÑOR:—En la causa que V. Magd. fue seruido remitir al licenciado Juan de Mañozca, visitador de esta Audiencia de Quito, por cédula de 29 de Marzo de 625, sobre el proceder del oidor licenciado don Manuel Tello de Velasco, que pareció al Visitador hazerla juizio ordinario publico de oficio, pronunciando sentencia definitiva en onze de Febrero de este año, no solo absoluiendole y dándole por libre de sus culpas, sino juntamente reseruandole el derecho para que contra mi, que auia informado á vuestra Magestad, y contra las personas que auian declarado lo siguiese y prosiguiese como le conuiniese, en virtud de este juizio hecho sin parte y de dicha sentencia y reservación, el dicho oydor, con pasión y en venganga, se querello de todos ante el Visitador, y por ello fuimos encarcelados con guardas y salarios indecentemente, y teniéndonos abstenidos el Visitador de nuestros oficios, se a seguido la causa hasta áuerla concluido definitivamente, con ocupación de mas de vn año, en que se an escrito mas de quatro mili hojas, con muchas alegaciones y descargos por nuestra parte hechos, con que el Visi tador tomo resolución por auto de 9 dias de este presente mes de remitir la causa y su determinación á vuestro Real Consejo, cono ciendo las dificultades, nullidades y yerros que la dicha causa po día tener, dándonos libremente soltura y que por agora, hasta que otra cosa prouea, no entremos á vsar dichos nuestros oficios en el Audiencia, que se halla con solo vn oydor, el mas nueuo, sin poder dar recaudo bastante al ministerio, padeciendo en esto la justicia, el autoridad de la Audiencia y nuestra presunción.» <br />
(Trata en el párrafo siguiente de la sentencia que dio en la cau: sa del oidor Velasco el visitador Mañozca, y termina así:)... «con que mucho se deuiera escusar lo que poco después el Visitador juz gó en fabor de dicho oydor, y no menos los muchos agrauios y molestias que e recibido, de que muy particularmente sera vues tra Magestad informado, por el processo de esta causa, cuya en mienda y satisfacion espero de la poderosa mano de V. Magestad... De Quito, 15 de Octubre de 1626.—D. ANTONIO DE MORGA.» <br />
Con esta carta está el testimonio de la sentencia pronunciada por el visitador Mañozca, que comienza: <br />
«En la ciudad de San Francisco del Quito, en nueve dias del mes de Octubre de 1626, el señor Licenciado Joan de Mañozca.., hauiendo visto el pleito y causa fulminada en esta visita por que rella criminal del licenciado don Manuel Tello de Velasco, oidor de la dicha Real Audiencia contra el doctor Antonio de MORGA.., sobre decir hauer hecho información con dolo á su Magestad... <br />
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Dixo: que debía remitir y remitió el dicho pleyto y causa y su de terminación que para ello esta conclusa á su Magestad y señores de su Real Consejo de las Indias, y en el entretanto sean sueltos de la prisión en que están los dichos Presidente y oydores y fiscal, aunque por agora, por causas que á su merced mueben, no entren en la Real Audiencia á la administración de sus oficios»(153). <br />
<br />
XIII <br />
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Que la cosa no acabó aquí, lo prueba el que Mañozca continuase actuando contra MORGA hasta Septiembre de 1627. Y lo que resultó contra el DOCTOR, no es para dicho; después de todo, resúmese en la sentencia del Consejo de Indias, que más adelante se reproduce íntegramente. Sin embargo, y por lo que tiene de pintoresco, no debemos dejar de transcribir á continuación el auto de Mañozca fechado en Quito á 19 de Diciembre de 1626; este auto nos dice cómo á los 67 años corridos el tenorio bien complexionado se hallaba en la plenitud de sus arrestos eróticos. Véase el auto; no tiene des perdicio (ni MORGA remedio en su mal de amores) : «En la ciudad de San Francisco del Quito á diez y nueue de di ziembre de mili y seiscientos y veinte y seis años, el señor Licen ciado Juan de Mañozca, ynquisidor apostólico de los Reynos del Piru y visitador general de la Real Audiencia que reside en la dicha ciudad, dixo: Que por quanto de las aberiguaciones secretas de la visita consta y parece el trato desonesto que el doctor Antonio de MORGA, Presidente de la dicha Real Audiencia a tenido y tiene con Doña Geronima de Arteaga, que llaman la Pallasca, muger de Cristoual Mexia, mercader, y que la vuo antes que se casara y tuu» hijos en ella y después de casada a continuado el dicho Presidente en el dicho mal trato, y tanto que para mas libremente aber á la suso dicha a ocupado al dicho su marido en comissiones que le a dado, todo con gran nota y escándalo desta ciudad, y faltando el dicho Presidente de las obligaciones que tiene por la autoridad de su oficio a enbiado á la dicha Doña Geronima papeles de amores de su misma mano y letra, y de noche a ydo á uerse con ella á su casa y á una chácara que tiene vna legua desta ciudad, camino del repartimiento de Cotocollao, junto á la del licenciado Plaga, de manera que a sido conocido, y algunos de los dichos papeles que el dicho Presidente le a escrito en la dicha forma están en esta visita <br />
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153 Archivo, de Indias: est. 76, caj, 6, leg. 3 (núm. 7). <br />
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en el quaderno de comprouaciones tocantes á President e y oydores, y porque todauia continua el dicho ¡'residente en el dicho Tual trato v escreuirle papeles por donde rxuisa e¡ua,ndo le a de ber y adonde, como píii eee por los que aora de nuevo le ce escrito, que an llegado i ¡nano^ de vi merced, que son seis, el uno de la letra ordinaria jUf' 1 dicho I'trsidente escriue y los cinco, algo disfrazada, pero fie suelt e qu se echa de ver que son suyos y muy semejantes á ios dichos papeles que están en esta vdsita, y para que se vea que los vniisy otios son del dicho Presidente: —Mandaua é mando que los dichos S( is papeles referidos en este auto se pongan con él en el dicho quaderno de comprouaciones donde están los dcnias, y asi lo proveyo, mando y firmo. —Ei, LICENCÍADO JUAN DE MANOZCA.— <br />
Ante mi: LOPE DE BERMEO.» <br />
<br />
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Autógrafo del DR. MORGA.—[Quito, 1626.] <br />
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He aquí ahora los seis billetes aludidos : <br />
[l.| « Vida mia: Duélente mucho tu yda, porque te quiero mas que a mis ojos, y los mios estaran en pena hasta tu huella, y entonces te gozaran muy de asiento; y si oy puedo pasar por ay, lo haré por gozar de este regalo: acuérdate de mi y mándame como á esclauo.—Tuyo.» <br />
[II.] « Ocho dias á que padezco de una ynflamacion en vn braco y por esto y hazer las iioches tan claras no te suplico nos veamos aquí; que también agora anda en casa tanta gente, que harán estoruo á esto todavía: auisame lo que te parece. Entretanto, ten secreto con todos, que después te diré con quien mas es menester tenerlo.» <br />
[III.] « Señora mia: Vete enorabucna antes de venir á acá, que puede tener ynconviniente el verte entrar aqui: yo daré orden para que nos veamos en la chácara vn dia de estos, y te lo anisare y me lo dirás todo; y entretanto, me escriues lo que mandares. — Tuyo.-» <br />
[IV.] «Mi alma: Seas bien venida, que ya te echaua tanto menos que me afligía tu ausencia; auisamc de tu salud y de la de la compa ñia, cuyas manos beso. Acá esta todo á tu seruicio y se obedecerá con mucho gusto lo que mandares.—-Tuyo.-» <br />
[V.] « Mi señora: No he respondido al papel vltivio, por parecerme fuera mejor buscar ocasión para hazer lo á boca donde mejor ¡,e diera todo á entender; entretanto, basta saber lo que por alia se hazey la seguridad que por todas partes se puede tener de las cosas: haré lo que se me manda, sin que esto pueda tener duda. —Tuyo.-» <br />
[VI.] «Mi alma: Mucho me holgtce con tu vista, aunque es con la disimulación que conviene, y no sera menos quando te vaya á tier, que sera el viernes d la noche, que 7ne abre desocupado y hará algo mas oscuro; y para entonces te preuengo que procurare sea sin falta: no ha de venir acá nadie, sino aguardar á la puerta el que suele.— Tuyo.-»(154). <br />
Estos no son billetes de un viejo verde; más bien son los de u» hombre enamorado con cierta sinceridad; que sólo un amor sincero puede escribir la frase; «te quiero más que á mis ojos, y los míos estarán en pena hasta tu vuelta». Doña Catalina, su mujer, ó no debió de ser celosa, ó debió de ser imbécil, por más que en las artes de ganar dinero, acreditó que tenía inteligencia. ¿Cómo no se percató de las infidelidades de su marido, algunas de ellas realiza das en el propio domicilio conyugal? Convienen todos cuantos in tervinieron en el proceso instruido contra MORGA en que sus devaneos eran, por lo escandalosos, del dominio público. ¿Cómo Doña Catalina no le fué á la mano? Lejos de esto, entrambos hubo la mejor armonía, y entrambos sacaban muy lindamente los patacones á sus contertulios. Las partidas se prolongaban con frecuencia toda la noche y parte de la mañana, y á lo mejor los jugadores recibían aviso de que era llegada la hora de celebrar audiencia; y los oidores mandaban á sus casas por los cuellos, <br />
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154 Archivo de Indias: Legajo 291; pieza 10; folios 376 á 382.—La carta primera la reproducimos también facsimilarmente, en la página anterior. ; <br />
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y de la mesa de juego se trasladaban, bostezando, á las que tenían en los estrados... <br />
Pero Mañozca debió de cebarse más de lo justo en MORGA y sus compañeros; así se desprende de la siguiente carta del DOCTOR á su Majestad, fechada en Quito á 30 de Abril de 1629: <br />
* | SEÑOR: Desde que el licenciado Juan de Mañozca, Inquisidor de el Perú, vino por comission de V. Magestad á visitar los minis tros de esta Audiencia de Quito, año de 624, en que se ocupo hasta setiembre de 627, fue con conocida pasión y otros yntentos, haziendome con demostración agrauios y malos tratamientos no deuidos á mi persona y á la autoridad de mi cargo y oficio, hasta sacarme sin causa por muchos dias á larga jornada de esta ciudad; después que bolui á ella me encar(jelo con guardas y salarios y me tubo abstenido de el ministerio de presidente y juez de el Audiencia diez y ocho meses, trujóme arrastrado por estas calles á su casa en muchas ocasiones, con grande indecencia, sin causa ni fundamento, permitiendo que delinqucntes y personas de poca suerte y qualidad que se introdujeron en la visita por entender le complazian, me mo lestasen y costeasen con injustas demandas y querellas de mal juz gado, y que de palabra y en sus escritos me denostasen o injuriasen, no respetando mi persona, canas y antigüedad de ministro y el oficio de Presidente de esta vuestra Real Audiencia. Todo esto lleue con paciencia, obeciendole y respetándole por no alterar los ánimos de [los] demás visitados y de las personas de esta república, que se escandalizaron, y que á mi imitación y exemplo se quietasen y sufriesen, pareciendome que en esto consistía el agierto en el seruicio de vuestra Magestad. Estas y otras muchas cosas y excessos que el Visitador hazia, mouieron á vuestra Magestad á mandarle con muy grande acuerdo que no teniendo acabada la visita no la prosiguisse y entregase los papeles que ubiese hecho al Virrey, Marques de Guadalcagar, el qual luego ynbiase vno de tres oydores de la Audiencia de los Reyes [Lima] que fuesen señalados, que luego la acabase con termino de vn año, reseruandonos á mi y á demás quejosos sobre los agravios regibidos, el derecho á saluo. <br />
»Pudiera con justo sentimiento en mas de quarenta dias que se detubo el licenciado Mañozca en esta ciudad, sin los que fue caminando á Lima por poblazones de este districto, no hazerle las cortesías y buen tratamiento que mis compañeros y yo le hizimos con mucho cuidado, visitandoTe en su casa de ordinario y repectandole mucho mas que cuando era visitador, y que tuviese buen auio en todas partes, y que saliese con mucho acompañamiento de algunos oydores y oficiales de el Audiencia, y lo bueno de el pueblo de que justamente se tubo por obligado, como lo dize por las cartas que de el camino me yua escribiendo, que son originalmen te con esta, con que tube consideración y respeto á su sacerdocio y ministerio en la Inquisición, y principalmente á que no pareciese pasión ni deseo de venganga por las sinrazones de el recibidas. <br />
»Sin poder tener cosa de nuevo que decir ni mostrar después que fue amovido de la visita, pues no tubo mas conocimiento de los negocios de ella y auer entregado todo lo que actuó y escriuio al Virrey, ni tener razón de queja ni agrauio, se a entendido que con nueuas diligencias hechas con cautelas á su modo procura dar á entender de su oficio á vuestra Magestad que fue agrauiado en la justa resolución que con 61 se tomo, y que cuando de aqui salió no tubo buen tratamiento, no solo con color y disimulación de disculpar sus acgiones y proceder, sino tras esto abrir camino para que se le buelua á cometer lo restante de esta visita, en que podrá de nueuo y á mayor daño executar sus pasiones y deseo de ven ganza y gerrar á los quejosos el que vuestra Magestad fue seruido tubiesen para poder tratar de la enmienda y satisfagion de los agrauios y daños regibidos, que asta oy no la tienen, sin otros nuebos que causa á muchos en esta república con la mucha mano que tiene con la plaza y oficio de inquisidor en que se continua. <br />
»Suplico muy humildemente á V. M., mediante ser muy cierto lo que he referido, mande no se permita ni de lugar á nueuas y mayores molestias procuradas por el licenciado Mañozca y los agentes que para ello tiene embiados desde Lima, que se fudan en dictar su pasión y odio que a congebido contra los que de él se quejaron, cuyo remedio justamente lo preuino vuestra Magestad con cédula para el virrey Marqués de Guadalcagar, de f de maxqo de 627, que en esto ni en otras cosas hasta agora no a tenido cumplimiento con efeto, en que espero recibir de la benignidad y clemencia de vuestra Magestad esta y otras mercedes, cuya católica Real persona guarde Dios, etc.—De Quito, 30 de Abril de 1629.—D. ANTONIO DE MORGA»(155). <br />
Pero aceptado que Mañozca se cebase, hay que reconocer que el autor de esta carta no tenía muy limpia la conciencia. El MORGA de este papel, no es el MORGA de otros. Hay en éste demasiada sumisión; vésele humillado á Mañozca, por miedo, naturalmente; y no descuella una sola frase donde palpite la airada indignación que siente todo aquel que se cree atropellado. <br />
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155 Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 4 (núm. 2). <br />
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El asunto fué á Madrid ; en Madrid se examinó por los Señores del Consejo, hombres graves, doctos, de edad, y por de contado amantes de la justicia (com o que aquel Consejo era lo que es actualmente el Tribunal Supremo), y el Consejo sentenció en contra de MORGA. Per o no es llegado aún el moment o de conocer la sentencia. Antes de conocerla, di gamos que en 1630, ó sea á los setent a y un años de edad, MORGA se quedó viudo ; ningún hijo le estorbaba, y seguía disfrutando de la más cabal salud, á pesar de los pesares. La carta que sigue no pued e ser más breve, ni más expresiva tampoco ; y a no demanda «suplicando humildemente»;, pide con cierta indiferencia, y en ello está la fuerza de expresión del documento ; que denuncia en MORGA •un vencido, no en cuanto tenorio, sino en cuanto magistrado : <br />
* | SEÑOR : La Presidencia de la Real Audiencia de la rtata ha vacado por muert e de el licenciado don Martin Degues Veaumont á los 2 9 de Junio pasado en la misma ciudad. »Si mi persona pued e ser conuiniente para seruir á V. Magd. en •aquella Presidencia, y mis seruicios merecieren ser promouido á ella de esta Presidencia de Quito, en que á diez y siete años que siruo á V. M., ¡a ofrezco para ello, hallándome sin estorbo de mugef ni hijos que poder lleuar Y CON BASTANTE SALUD.—Guarde Dios, etc.— De Quito, á I." de Octubre, 1630.—D. ANTONIO DE MORGA.» <br />
Esta es la carta de un vencido, repitámoslo. Pero si el magistrado se consideraba derrotado., ¡el tenorio continuaba considerándose invencible] En 1631, ó sea á los 72 años de edad, MORGA contrajo terceras nupcias con una joven limeña, es de suponer que sin permiso del Rey ; porque MORGA, aun sintiéndose fuerte y viéndose bien complexionado, ^con qué cara, en plena senectud, le decía al Rey que quería casarse con una criolla jovencita?... ¡Criolla y jovencita!... Esto era meterse en un volcán, y á los 72 años no está y a el hombre, por fuerte que sea, para lanzarse á tales aventuras, mayormente si durante su vejez ha cometid o los excesos que MORGA cometió; que había «tratado... desonestamente con muchas mugeres cassadas, viudas y solteras en reputación de doncellas, amancebandose con ellas», y tenido disgustos como el que debió de producirle el ver que una de sus queridas, casada, estando su marido ausente se hizo preñada, y hubo que darla «vebedizos para echar la criatura, que se le murió en el cuerpo, y con remedios que hizieron la hecho á pedacos»(156), <br />
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156 Véase, más adelante, la sentencia del Consejo de las Indias, capítulos (ó cargos) II y 53, respectivamente. <br />
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De su tercera mujer tenemos muy escasas noticias. Hemos dicho que era joven, sin que nos conste positivamente; pero es que apenas se sabe de ningún anciano —y mucho menos cuando el anciano es lo erótico que MORGA — que se case con mujer entrada en años: nada por consiguiente se aventura diciendo que ella era jovencita, y doncella por supuesto, y linda y animosa; porque de no haber reunido tales circunstancias, el DOCTOR no la habría preferido. Llamábase Doña Ana María de Rivera Verdugo, y era limeña. MORGA lebió de conocerla en algún viaje que hiciese á la ciudad de los Reyes, como se llamaba entonces á la antigua capital de los reinos del Perú. Y la boda debió de celebrarse en 1631 lo más pronto (acaso en 1632); Diego de Subiaurre, antiguo criado de MORGA, fué el encargado de traer á Quito, desde Lima, á la nueva esposa de su señor PRESIDENTE(157). <br />
En Lima vivía por entonces el general D. Antonio de MORGA, hijo del DOCTOR, á quien éste comisionó para que entregara á su prometida, en vísperas de la boda, el golpe de regalos con que la obsequiaba. Así lo declara aquél en un documento en que se lee: «La memoria ajustada de las joyas que yo entregue [en Lima] á mi señora doña Ana Maria [de Rivera Verdugo], halle oy buscando papeles, que es vn tatito de la que me remitió mi padre, firmada de •sn nombre, que es como sigue: «Memoria de las joyas que ban en este caxoncillo en seis caxitas y una bolssa: Primeramente, vna cruz de Jerusalen con ciento y onza diamantes grandes y el de enmedio jaquelado, en una caxita •de cuero argentada. Vna caxita de terciopelo carmesí, vna Maria con ciento y sessenta y dos diamantes menores, y á las espaldas vna titela de la Concepción de nuestra Señora con sus atributos y su bidriera de christal de roca. Otra caxuela de Xapon, de betún ne gro, paseada de conchuelas de nácar, con cinco sortixas, vna de vn rubí carbunco grande de sumo valor, engastada en oro y esmal tada de negro; otra de vna esmeralda muy rica engastada estraordi nariamente y esmaltada de rroxo y blanco.» <br />
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157 En una diligencia practicada en Quito á 10 de Junio de 1637, en casa •de Diego de Subiaurre, tenedor de los bienes de MORGA, se lee: «Se vieron... -doze cartas misibas del señor doctor Antonio de MORGA, del afio de [mil seis •cientos] treyiay uno, y una quenta que da Diego de Subiaurre al señor Pre sidente de lo que ha fugado y gastado en traer, como traxo, á la señora doña Ana Maria, muger del señor Presidente y sus criados y recamara, pagada por •el dicho señor Presidente por mano del tesorero Pedro de Vera, y vna ins trucción del dicho señor Presidente para el viage de la dicha señora Doña Ana VÍAÚ&t.—Autos, citados: Archivo de Indias: 76, 6, 5 (núm. 4). <br />
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(Siguen otras muchas joyas, y termina el documento, en que ha bla el hijo de MORGA:) «Todo lo qual le entregue yo á mi señora Doña AnaMaria delante de muchos testigos...»(168). No hay que decir que buena parte de lo regalado por el DOCTOR á su prometida había pertenecido á las esposas difuntas. Tenemos, pues, al Presidente de la Audiencia de San Francisco de Quito, DR. ANTONIO DE MORGA, casado por tercera vez; y hemos de hacerle la justicia de que ahora no incurre en adulterio con nadie, ni juega, limitándose á cobrar su paga de seis mil y seiscientos pesos anuales, que entrega religiosamente á su mujer. Pero le tenemos con la pesadumbre de que, continuada la visita, no por el terrible Mañoz ca, sino por el Dr. Galdós de Valencia, oidor de Liríia, la causa for mada por este último iba á ser remitida á Madrid, ó estaba ya en camino; y porque debía Je entender que para él no había ya reme dio, tomó la pluma y solicitó ser jubilado: así lo pidió el 30 de Abril de 1634, en la siguiente sentida carta á su Majestad: <br />
* | SEÑOR:—He entendido que en el armada deste año cambia desde Lima el doctor Caldos de Valencia á vuestro Real Consejo la visita de los ministros desta Audiencia, que continuó y acauó el año de 632, en que al pringipio della fui maltratado por la pasión y malicia, de una gauilla de delinquentes y personas de humillde estado y pocas obligaciones, á quienes el Visitador favoreció y sus tentó pretendiendo y procurando ynjuriar mi persona y desacredi tar mis seruicios de tantos años, con descomedidas querellas y de mandas, y falsos testimonios; hauiendo serbido bien á vuestra Magestad en las Audiencias de las Indias mas de quarenta años, y los veinte últimos en la Presidencia desta de Quito, con tantas jornadas y peregrinaciones, y en este tiempo perdido mis dos compañeras que tube, y dos hijos que murieron siruiendo á vuestra Magestad ahogados, Joan, el mayor, oficial en el campo y exercitO' en el Reyno de Chile, siendo gouernador Alonso de Riuera, hauiendo peleado un dia con los enemigos retirándose á su alojamiento y presidio, pasando en una barca el Rio de Bio-bio, con otros oficiales, se trastorno y perdió la barca, y todos perecieron; y Agustín, su hermano, siendo capitán de ynfanteria del campo y presidio de las yslas Philipinas, le ynbio el gouernador don Joan de Silua en compañía del maese de campo Christoual de Axqueta Menchaca á Goa, por los galeones quel Virrey de la Yndia hauia ofrecido para el socorro del Maluco, y á la ida el nauio en que fueron envarcados se perdió en la mar, <br />
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158 Autos, citados, fol. 72 vuelto. <br />
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y perecieron los que en él yban. «Hauiendome visto también, en otras ocasiones y tranzes, con peligro de la vida siruiendo A V. Magestad, demás de otros seruicios considerables que tengo hechos á vuestra Magesta d en otras matherias de justicia, gouierno y aumento de vuestra Real Hacienda, de que ha constado á vuestra Magestad, y es publico en vnas y otras partes. <br />
^Postrado á los Reales pies de vuestra Magestad, con toda re berencia y humildad, suplico á vuestra Magestad sea seruido hon rrar mi person a y seruicios en esta ocasión, quando no merezcan otro premio y remuneragion, mandándome jubilar con el salario de que m e sustente, los pocos años que pued o biuir en gracia de vuestra Magestad para que trat e del remedio de mi salud, y de lo que combiene á mi saluacion, en que recluiré muy grande merced, por la benignidad y clemencia de vuestra Magestad, cuya catho lica y Real person a guard e Dios, etc.—D e Quito, 30 de abril de <br />
1634.—D. ANTONIO DE MORGA.» <br />
(Al dorso se lee:) «En 7 de Noviembre de 1635.—Consultar pon derando la edad y lo que pide, pues quando no lo pidiera, el Consejo, por buen gouierno, lo haria.» (Haj una rúbrica) " '. «¡El Consejo, por buen gobierno, lo haria!»... ¡DON ANTONIO DE MORGA estaba desahuciado!... U n año just o después, á 30 de Abril de 1635, MORGA insiste de nuevo én solicitar su jubilación. es esta segund a carta idéntica á la transcrita, sin más variante que, al hablar de la muerte de su hijo Juan, dice : «siendo gobernador Alonso Garcia Ramón» '^. Pero no er a y a necesaria la solicitud : el Consejo de Indias, después de maduro examen de todo cuant o sobre MORGA había recibido, dictó este memorable fallo, el 22 de Octubre de 1636 : <br />
<br />
XIV <br />
<br />
«Don Felipe, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de León,...—Mis Virreyes, Presidentes...—Saued que aviándose visto por los del mi Consejo Real de las Yndias la Visita que con comisión mia hizo el Doctor Galdos de Valencia, oydor de mi Audiencia de la ciudad de los Reyes al Presidente y oydores y demás ministros y oficiales de mi Audiencia de la ciudad de San Francisco del Quito, y vistos los cargos que de la dicha visita resultaron contra el doctor Antonio de MORGA, Presidente della, dieron y pronunciaron en Madrid, en veynte y dos de Otubre de este presente año de mili y seiscientos y treynta y seis <br />
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159 Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 5 (núm. l). <br />
160 Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 5 (núm. l). <br />
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<br />
las sentencias del tenor siguiente: Visto por nos los del Consejo Real de las Yndias la Vissita que con comisión de su Magestad tomo el doctor Galdos de Valencia, oydor de la audiencia de Lima, al Presidente y óydores y demás ministros de la Audiencia de la ciudad de san Francisco del Quito,—Y vistos los cargos que de la dicha Visita resultaron contra el doctor Antonio de MORGA, Presidente de la dicha audiencia,—Fallamos que debemos de pronunciar y pronunciamos en la forma siguiente: <br />
I. En quanto al primer cargo, hecho al dicho doctor Antonio de MORGA por aber tenido juego publico en su cassa y tablage de noche y de dia desde que fue resíuido al vso de Presidente con grande exceso gastando entre no che y dia quarenta varajas de naypes sacando de cada vna quatro pessos, de que le a balido mas de doscientos mili pessos, acudiendo á jugar eclesiásti cos y seglares, pleiteantes y pretendientes, llamándolos que fuessen á jugar, aunque fuesse contra su voluntad, y por los demás conthenidos en el cargo. <br />
II. Y al segundo, por aber jugado los licenciados Zorrilla, Don Matias de Peralta y Pedro de Vergara en casa del dicho Presidente, en la chácara que tenia ea Añaquito, toda la noche, y á la mañana embiaban por los cuellos á sus casas, y en el quarto del dicho Presidente se ponían las garnachas, y abiendo asistido media ora en la Audiencia se volbian á poner de corto y se bolbiaa á comer y cenar y jugar á la chacra, con gran nota y escándalo de aquella ciudad,—Condenamos al dicho Presidente por la culpa de estos dos cargos ea seis mili ducados, y la demás pena remitimos al final. <br />
III. Y al tergero, por no aber asistido al despacho ordinario en su cassa para oyr los negociantes por ocuparse en la dicha ora y juego, le ponem>s culpa al ñnal. <br />
IV. Y al quarto, por no aver auido relox ni asistido en la Audiencia las tres oras y auer salido antes de los estrados y lo demás contenido en el car go, mandamos guarde las leyes y ordenanzas. <br />
V. Y al quinto, por las nuebas fingidas que embio en un pliego á la Audiencia de promociones de oydores por donayre y burla, estando don Ma tias de Peralta y don Alonso del Castillo en la dicha Audiencia, de que vbo gran murmuración, le condenamos en seis cientos ducados. <br />
VI. Y al sexto, por aber traydo mucha cantidad de ropa de China, prohiuida, de contrabando, quando vino de México á ser Presidente, disiendo que eran libros y bendidose publicamente en las casas Reales por don Antonio de MORGA, su hijo, y Pedro Sánchez Pericón, su criado, y en la tienda que puso en la de Francisco Ponije, mercader. VU. Y al séptimo, que la dicha ropa valia quarenta mili pessos, de que se hizieron mas de cien mili.—Por la culpa de estos dos cargos, condenamos al dicho Presidente en doze mili ducados, y las demás penas remitimos al final. <br />
VII. Y al octano, por aber traydo mucha ropa labrada y beneficiada en México sin registro,—Remitimos la condenación de este cargo á la que queda puesta en los cargos sexto y séptimo precedentes. <br />
IX. Y al nono, por aber traydo Diego de Zubiabiri, su criado, vn empleo de México en empleo de ropa de China y metidose en las Casas Reales y vendidose publicamente,—Le condenamos en mili ducados, y la demás pena al ñnal. <br />
X. Y al décimo, por aber tratado y contratado en paños de la tierra por mano del dicho don Antonio de MORGA, su hijo, y Francisco de Segura, Pedro Sánchez Pericón y Miguel Ximenez de Armenteros, sacando los dichos paños de las almonedas á menos precio, como se contiene en los casos contenidos en el cargo, le ponemos culpa al final. <br />
11. Y al onze, por aber tratado con mucha publicidad, después que es Presidente, desonestamente con muchas mugeres, cassadas, viudas, y solteras en reputación le doncellas, amansebandose con ellas con escándalo y mal exemplo, de que se Ic dio memoria secretamente, le condenamos en dos mili ducados, y la demás pena remitimos al final. <br />
12. Y al doze, por aber mandado á Joan de Rueda, platero, que le hicies se vnos platillos de vna pina por quintar y no abelle querido pagar el quinto y prendidole, como se contiene en el cargo. | <br />
13. Y al treze, por aber guarnesido vnas piedras vezares y dado el oro por quintar. <br />
14. Y al catorze, por aber doña Catalina de Alccga, su muger, mandado hazer vna cadena de unas aorcas de oro por quintar. <br />
15. Y al quinze, por aver la dicha doña Catalina hecho la labrasen tre zientos votones de oro y dado el oro sin quintar. <br />
16. Y al diez y seis, por aber dado íray Hernando de Abila una totuma de oro y vna cadena de quinientos pesos al dicho Presidente, por tenerle grato por no aber manifestado vn tesoro y guaca que hallo en la probincia de las Esmeraldas y que no hiziese diligencia, como no se a hecho sobre lo dicho. <br />
17. Y al diez y siete, por tener en su poder mucha plata labrada sin quintar, sirbiendose della. <br />
18. Y a! diez y ocho, porque quando casso á doña Catalina Bermeo, hija de la dicha doña Catalina de Alcega, le dio mucha cantidad de plata y joyas de oro en dote.—Por estos siete cargos le condenamos en mili y quinientos ducados. <br />
19. Y al diez y nueue, por aberle Ueuado Juan Serrano del Valle á vna chácara, y regaladole. <br />
20. Y al veynte, por aber reseuido del Br. Diego de Londoño, cura, aves, huebos y otros regalos, le absolbemos por no probado de estos dos cargos. <br />
21. Y al veynte y vno, por no aber dia señalado en la Audiencia para verse pleytos fiscales. <br />
22. Y al veynte y dos, por no aber un dia en la semana señalado para acuerdo de hazienda.—Mandamos guarde las ordenanzas. <br />
23. Y al veynte y tres, por aber sacado vn hijo de pila á Pedro Pon^e Castillejo estandole prohibido, le condenamos en cien ducados. <br />
24. Y al veynte y cuatro, por aber sido padrinos el dicho Presidente y su muger de las velaciones de don Nicolás de la Raspur, que caso con doña María de Vera. <br />
25. Y al veynte y cinco, por aber dicho á Joan de Vera de Mendoza que abiase y aussentase al dicho don Nicolás quando mato al capitán Pedro Sayago, debiendo hazer diligencia para prenderle.—Por estos dos cargos le condenamos en mili ducados. 26. Y al veynte y seis, por aber mandado traer á aquella ciudad á Pablo Delgadillo, corregidor de San Miguel de Ibarra, con que fué causa de que se aleasen vnos yndios que estaban de paz. <br />
27. Y en el veynte y siete, por aber nombrado en lugar del dicho Delgadillo á Francisco Pérez Menacho, criado del dicho don Antonio de MORGA, su hijo, no siendo aproposito.—Le absolbemos por no probado. <br />
28. y al veynt e y ocho, por no aber nombrad o miiltador en la Audiencia. <br />
29. Y al veynt e y nueve, por no aber libro en que se escriban los dias que se reciben Presidentes y oydores y demás ministros. <br />
30. Y el treynta, por aber consentido que Diego de Valencia León vsase el oficio de escriuano de cámara después de tene r cumplidos veynt e y cinco años García de Valencia Leen, su hijo, que lo era en propiedad. <br />
31. Y al treynta y vno, por no aber tenid o el libro del acuerdo cerradi con llaue y embiado por él á su ca.ssa al dicho Diego de Valencia León.— Mandamos guard e las ordcnagas. <br />
32. Y al treynta y dos, por aber tenido press o al licenciado Plaga, abogado de aquella Audiencia, porque escriuio al Consejo lo que le pareció com biniente al serbicio de S. M.—Remitimos la determinación de est e cargo á la demanda publica puesta por el dicho licenciado Plaga al dicho Presidente. <br />
33. Y al treynta y tres, por aber coxido vn pliego que el licenciado Zo rilla escriuio á Su Magostad y al Consejo, ponemos culpa al final. <br />
34. Y al treynta y quatro, por aber hech o que hachasen de la ciudad á Pedro de Lir a y otros predicadores de la Compañía, porque reprehendían el juego. <br />
35. Y al treynta y cinco, por aber permitid o que los fraylcs agustinos re coletos fundasen cómbenlo en la hcrmita de Sancta Cruz sin liscngia de su Magostad.—Le absolbemos por no probado de estos dos cargos. <br />
36. Y al treynta y seis, por aber tratado con mucha familiaridad á G e r ó nimo de Castro y á Francisco de Vega. <br />
37. Y al treynta y siete, por aber disimulado la cobranza que se cometió á don Matías de Peralta de los bienes del Obisp o don Fray Salbador de Riuera. ~ Le absolbemos de estos cargos. <br />
38. Y al treynta y ocho, por aber nombrad o por capellán del obspital á Carlos, su criado, tocando el nombramiento á tod a la Audiencia.—Le pone mos culpa y al final. <br />
39. Y al treynta y nucuc, por aber cobrad o de los bienes de! canónigo Francisco Ortiz de Porrcs ciertas cantidades en virtud de poderes, estandole prohiuido. <br />
40. Y al quarenta, por aber nombrado po r escriuano á P e d r o de Salazar en la residencia de Pedro Lago de la Gueira, debiendo nombrar receptor. <br />
41. Y al quarenta y vno, por no aber corregido á don Manuel Tello de Velasco por declarar su bot o en los estrados. <br />
42. Y al quarent a y dos, por no aber apremiad o á don Francisco de Bo horques y don Francisco de Herrer a á que biniesen á estos Reynos á hazer vida con sus mugeres.—Mandamos guarde las leyes de lo contenid o en estos quatro cargos. <br />
43. Y al quarent a y tres, por aber faboregido á Eugenio de Abila, corre gidor de Chimbo, en su residencia, le condenamos en dos cientos ducados. <br />
44. Y al quarent a y quatro, por no dexar que los abogados aleguen sus derechos en los estrados.—Mandamos guard e las leyes. <br />
45. Y al quarent a y cinco, porque oye mal á los pleyteantes pobres y les dize malas palabras, le ahsolhcmos, for genera!. <br />
46. Y al quarenta y seis, por aberle dado Hernand o de (|^euallos vna cha cara en Añaquito de valde por tenerle grato para sus pleytos, le absolbemos por no probado. <br />
47. Y al quarenta y siete, por aber dado licencia á don Mathias Rodríguez de la Vega para venir á estos reynos, siendo prebendado de la Yglesia cate dral de aquella ciudad, le pouemos culpa, y guarde las leyes. <br />
48. Y al quarenta y ocho, por no aber prohibido que Fray Leonardo de Araujo, augustino, biniese á estos Reynos, antes pcrmitidole y aconsejándole por viüetes que biniesse, dándole cartas de fabores para estos Reynos y otras partes, le condenamos en quinientos ducados, y la demás pena al final. <br />
49. Y al quarenta y nueue, por aber nombrado para las doctrinas los na cidos en España sin sauer la lengua, debiendo preferir los españoles nacidos en aquella tierra.—Mandamos guarde las leyes, cédulas y ordenanzas. <br />
50. Y al cinquenta, por aber dicho [á] Pedro de Vergara, corregidor de Otábalo, que estaua absuelto de su residencia, antes de salir la sentencia. Le absoluemos. <br />
51. Y al cinquenta y vno, por no aber hecho diligencia contra Joan Ber nal, alcaydc de la cárcel, siendo vno de los comprehcndidos en el alzamiento de Potosi. <br />
52. Y al cinquenta y dos, por no aber castigado ;í Aug." de Logroño, abien do desamparado la milicia, por intei-cesion de vna mugcr, le absolbemos de ia culpa de estos dos cargos, por no probados. <br />
54. (Sic.) Y al cinquenta y quatro, que quando se iba á entretener con alguna muger casada dexal)a al marido jugando en su casa, diziendo: «Juegue Umd. por mi», le absolbemos de este CATgo^for general. <br />
55. Y al cinquenta y cinco, por aber puesto vn pulpito en la pla^a y en él vna escalera, para entrar por una bentana en casa de vna muger, cuyo nom bre se le declaro. <br />
56. Y a! cinquenta y seis, por aber tenido trato y comunicación con vna muger viuda que seguía á la muerte de su marido en aquella ciudad, cuyos nombres del muerto y de la dicha muger se le declararon, le ponemos culpa y al final. <br />
57. Y al cinquenta y siete, por aber declarado no aber lugar el tanto intentado por Andrés de Orozco en la venta del ccnsso que lundó Esteban Martin sobre sus haziendas. <br />
58. Y al cinquenta y ocho, del mal juzgado en la caussa de Joana Rico Saltos con doña Beatriz y doña Maria, muger & hija de Diego Suarez de Figueroa, sobre las caballerías de tierras contenidas en el cargo, le absolbemos. <br />
59. Y al cinquenta y nueve, por aber arrendado á Pedro Pongc Ca.stillejo la estancia que tenia en Aflaquito Hernando de Ceballos para el dicho Presidente. <br />
60. Y al sessenta, por no aber pagado el alquiler de ocho años y medio de la dicha estancia. <br />
61. Y al sessenta y vno, por no aber pagado los reparos que el dicho Pedro Ponge Castillejo hizo en la dicha estancia, le absolbemos y resorbamos su derecho á la parte para que pida lo que constare debérsele. <br />
62. Y al sessenta y dos, por aber echo prender á Joan Serrano del Valle, porque le queria capitular. <br />
63. Y al sessenta y tres, por aber mandado que sacassen al dicho Joan Serrano á la vissita de cárcel estando muy malo y tullido.—Remitimos la determinación de estos cargos á la demanda publica puesta al dicho Presidente por el dicho Joan Serrano. <br />
64. Y al sessenta y quatro, por aber procedido contra el bachiller Pla?a por que se juntaba con otros para capitulalle. <br />
65. Y al sesserita y cinco, por aber hecho caussa contra el dicho bachiller Pla^a, por aber Uebado dos peticiones firmadas de Joan Serrano del Valle para que se leyesen en la Audiencia por ser amigo del dicho Joan Serrano. <br />
66. Y al sessenta y seis, por aber hecho nuebe caussas al dicho Bachiller Plaga por aber entendido que escribía contra el dicho Presidente y que ayu daba á Joan de Ybarra y al dicho Joan Serrano del Valle, y lo demás conte nido en el cargo, lo remitimos á la demanda publica puesta por el dicho ba chiller Plaga al dicho Presidente. <br />
67. Y al sessenta y siete, por aber consentido que el sello Real estubiesse fuera de la Audiencia y del apossento señalado para él.—Mandamos guardar las leyes. <br />
68. Y al sessenta y ocho, por no aber tenido en la cárcel las mugeres pres sas en aposentos aparte sin que se comunicasen con los presos.—Mandamos guardar las leyes. <br />
69. Y al sessenta y nueue, por aberse serbido de yndios é yndias mucho tiempo del que a asistido en la plaga de Presidente, estando prohibido poder hazerlo, le condenamos en quatro cientos ducados. <br />
70. Y al setenta, por aber nombrado para comissiones á Francisco de He rrera, criado de don Manuel Tello de Velasco. <br />
71. Y al setenta y vno, por aber nombrado á Joan de Morales, su criado,, por interprete en la vissita que hizo el dicho don Manuel.—Mandamos guarde las leyes. <br />
72. Y en quanto al setenta y dos y fina!, por aber cmbiado vnas cartas finxidas al correo mayor de aquella ciudad para que las diese á don Sancho de Miranda, corregidor de Cuenca, diziendo se las embiaba Joan de Ybarra para sauer si se trataua con el suso dicho y le queria capitular, y lo demás, contenido en el cargo, le ponemos culpa, y por ella y por la de los demás cargos á este final remitidos. —Condenamos al dicho Presidente doctor Antonio de MORGA: en seis años de suspensión de oficio; y mandamos que si vbiere llegado la jubilación que por el Consejo le está concedida al dicho Presidente, le cesse el salario y los demás emolumentos y or\oves;y mas le condenamos en seis mili ducados, los quales, ylasdera.ns condenaciones pecuniarias de esta sentencia, aplicamos la mitad para la cámara de su Magestad y la otra mitad para gastos de estrados del Consejo y obras pias, por iguales partes. Y por esta nuestra sentencia definitiva juzgando asi, lo pronunciamos y man damos.—LICENCIADO JOAN PARDO.—LICENCIADO DON BARTOLOMÉ MOEQÜECHO.— LICENCIADO DON JOAN DE PALAFOX Y MENDOZA.—Visto por nos los del Consexo Real de las Yndias la Visita que con comisión de su Magestad tomo el doctor Galdos de Valencia, oydor de la Audiencia de Lima al presidente y oydo res y demás ministros de la Audiencia de la ciudad de San Francisco del Quito, y visto el cargo cinquenta y tres, de los que se hizieron al doctor An tonio de MORGA, Presidente de la dicha Audiencia,—Fallamos que debemos pronunciar y pronunciamos en la forma siguiente: <br />
73. Y en quanto al dicho cargo cinquenta y tres, que se hizo al dicho Presidente por aber tratado con vna muger casada estando su marido ausen té de la dicha ciudad de Quito y aberse hecho preñada del dicho trato y aber hecho que vn medico le diese vebedizos para echar la criatura, que se le murió en el cuerpo, y con remedios que hizieron la hecho á pedagos, le ab solbemos por no probado.—Y por esta nuestra sentencia difinitiva juzgando asi lo prenunciamos y mandamos.—EL LICENCIADO FERNANDO DE VILLASEÑOR. <br />
<br />
— EL LICENCIADO JOAN PARDO. —EL LICENCIADO DON BARTHOLOME MORQUECHO. —Y agora el licenciado Joan de Mena, mi fiscal en el dicho mi Consejo, me pidió y suplico le mandase dar mi carta executoria de las dichas sentencias para que lo en ellas conthenido fuesse guardado, conplido y executado, y se traxesen á poder del receptor del dicho mi Consejo los marauedis en que los suso dichos abian sido condenados, ó como la mi merced fuesse, en lo qual, visto por los del dicho mi Consejo, fue acordado se diese esta mi carta executoria para vos en la dicha razón, é yo lo é tenido por bien: por la qual os mando que siendo ante vos presentada ó rrequerido, ó con ella, ó con el dicho su traslado signado qualquier de vos, según dicho es, veays las dichas sentencias dadas y pronunciadas por los del dicho mi Consejo de las Yndias, que de susso van yncorporadas, y las guardéis, cumplays y executeis, y ha gáis guardar, cumplir y executar en todo y por todo, según y como en ella se contiene; y en su cxecucion y cumplimiento probeereis y daréis orden que luego se ayan y cobren de los susodichos y de sus bienes y fiadores los marabedis en que por las dichas sentencias fueron condenados, y cobrado que lo ayais, registrado por quenta aparte y rrelacion de donde proseden, los remitiréis á la Cassa de la Contratación de las Yndias de la ciudad de Se uilla, dirigido á mi Presidente y juezes y oficiales de ella, con orden para que luego lo den y entreguen al receptor del dicho mi Consejo; y no hagáis cossa en contrario de lo contenido en esta mi carta, de la qual mando tomen la ra zón mis contadores de quentas que residen en el dicho mi Consejo, y del dia en que esta dicha mi carta se le entregare al dicho mi receptor.—Dada en Madrid, á veynte de nobiembre de mili y seis cientos y treynta y seis años. —YO EL REY.» (Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 5 [núm. 6].) <br />
Cuando se firmaba esta sentencia, hacía ya algunos meses que el DOCTOR ANTONIO DE MORGA había muerto. Fué, después de todo, una suerte para él haberse ido al otro mundo sin conocer el fallo del Consejo de Indias, que seguramente le habría causado hondo disgusto. MORGA murió en Quito el 21 de Julio de 1636, á los setenta y siete años de edad. Los que á la sazón eran sus compañeros de oficio, D. Alonso del Castillo de Herrera, D. Alonso de Herrera y Ayala, D. Juan de Valdés Illanes y D. Francisco de Prada, tuvieron piedad de su Presidente, y al dar cuenta del fallecimiento á vS. M., llamáronle «Ministro de toda satisfacción y experiencia» '*'. Después de todo, al DR. MORGA, como letrado, no podía negársele estos títulos: supo acreditar talento y gran conocimiento de las leyes. Pero aun aceptando que hubiera habido exageración en las acusaciones que contra él se acumularon, es indudable que su proceder dejó no poco que desear desde que entró en Quito á desempeñar el cargo dei Presidente de la Real Audiencia. <br />
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161 En la carta de la Audiencia de Quito á S. M., fechada á 26 de Abril de 1637, se lee este párrafo:—«En 21 de Jullio de 1636 fué nuestro Señor seruido llenar para si al Doctor Antonio de MORGA, Presidente de dicha Audiencia, Ministro de toda satisfacción y exj!eriencia.i>—A.tch.ivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg.s (núm. 3). <br />
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Prescindamos de sus calavera das amorosas, que en último término pertenecen á la vida privada: sus negocios de «ropa» y Añ juego, amén de ciertos chanchullos é ilegalidades, probados quedaron, como probado quedó que en mu chas ocasiones no sentía el menor deseo de cumplir dignamente en el delicado oficio que desempeñaba: y el que por tantos años se había distinguido como juez recto y celoso, acabó por empañar su historia del modo tan lamentable que se ha visto. <br />
MORGA es un verdadero representativo del español de larga resi dencia en Ultramar. No cabe duda que el medio social colonial aca baba por corromper á los europeos más incorruptibles: acaso por esto los ingleses sostienen que es de gran conveniencia á los que viven en las colonias darse de vez en cuando una vuelta por la Metrópoli. Pongamos á MORGA viejo en un medio social de España, "y es casi seguro que no habría cometido los excesos que en Quito cometió. Él se veía allí de amo, con la agravante de lo que signifi caba entonces ser español en América: ¡¡qué mucho que se le antojas e que todo el monte era orégano? Y puesto ya en la pendiente, enviciado y hasta un tanto envilecido, siéndole fáciles las conquis tas por la mucha mano que le daba el cargo, á nadie extrañará que fuese de mal en peor, ayudado por su complexión, verdaderamente excepcional, pues que de no haber contado con la fuerza de una naturaleza prodigiosa, es evidente que no se habría metido en mu chos de los belenes en que se metió, ni habría realizado la heroici dad, por llamarla de algún modo, de casarse setentón. <br />
MORGA en Filipinas fué un magistrado memorable, celoso del bien común, ávido á todas horas de servir dignamente á S. M.; en México, ni uno solo de los Virreyes dejó de recomendarle, ponderando en las recomendaciones las excelentes prendas del Alcalde. Pero pasa á la Presidencia de Quito en el Perú, y se transforma de ma nera radical. Su segunda mujer, Doña Catalina de Alcega, pertenece al tipo de las españolas alegres que en Ultramar tomaban el país. Joven, vese viuda y sin recursos á poco de llegada á México. Vuelve á casarse con un hombre modesto, y de nuevo se ve viuda, con hijos, y tan pobre como antes. Requerida por MORGA, MORGA la eleva considerablemente en posición; pero ella le coge gusto al dinero y á las joyas, y se siente cada vez más codiciosa. Se ajamona; su marido no siente ya por ella ilusión de ningún género. Y como él se veía fuerte y contaba con facilidades para conquistar mujeres (que por algo ocupaba la más alta posición oficial en San Francisco del Quito), entrégas e á sus empresas amatorias sin que su esposa le pida otras cuentas que las matemáticas de ingresos y gastos de la casa. Er a además Dona Catalina amiga de diversiones. Hasta que fué al Perú, ¿cuándo se había divertido MORGA? En Filipinas no se le vio jugar nunca. En México no es probable que lo hiciese. Pero es que tampoc o gustaba nuestro DOCTOR de francachelas de ningu na especie. Parece, pues, verosímil que Doñ a Catalina, de carácter tan opuesto al de su tercer marido, le incitase al negocio de la «ropa», al trasladarse de Nuev a España al Perú, como parec e muy verosímil también que aquellos holgorios en la chácara los iniciase la esposa, y no el esposo ; quien comienza á perder la gravedad cuando, por sus años, debiera tenerla acrisolada. De una part e el medio y de otr a la mujer, MORGA, el hombr e de carácter acerado, el que por no descontentar á S. M. derrengó de una paliza á su hija y luego de verl a casada no volvió á dirigirle la palabra ; el que fué tan severo y tan mirado en todo, después de haberse corrompido comete la cadetad a de casarse anciano con una crioUita. Un cambio más absoluto no pued e pedirse. Pero es que cuarenta años y pico, sin el menor paréntesis, de vida ultramarina, tenían que obrar nece sariamente ese cambio psicológico. En las antiguas colonias, no era lo peor el hombre, sino el medio : el hombre más sano acababa por pudrirse(162). <br />
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162 En la notabih'sima obra Geogfa/úiy descripción Universal de las Indias, de Juan López de Velasco, escrita en los años de 1572-1574, y publicada por primera vez por D. Justo Zaragoza en 1894, se lee en las págs. 37-38: «Los españoles que pasan á aquellas partes y están en ellas mucho tiempo, con la mutación del cielo y del temperamento de las regiones, aun no dejan de re cibir alguna diferencia en la color y calidad de sus personas... Y no solamente en las calidades corporales se mudan líos criollos], pero en las del ánimo suelen seguir las del cuerpo, y mudando él se alteran también, ó porque por haber pasado á aquellas provincias tantos espíritus inquietos y perdidos, el trato y conversación ordinaria se ha depravado, y toca más presto á los que menos fuerza de virtud tienen; y así en aquellas partes ha habido siempre y hay muchas calumnias y desasosiegos entre unos hombres con otros.»—El Consejo de Indias, al censurar la obra, tachó este párrafo, del que salen tan mal librados los criollos y los españoles de larga residencia en Ultramar. <br />
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XV <br />
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La última enfermedad le duró á MORGA muchos días(163). El guardián del convento de San PVancisco del Quito, Fr. Pedro Dorado, apenas se separó del enfermo, y en más de una ocasión hubo de exhortarle, «como persona que le tenia voluntad, hiziese testamento»: MORGA «le dio á entender que le tenia hecho»... Pero «el mismo dia de su muerte dijo [el DOCTOR] que el testamento que abia hecho los años paseados le abia rrompido, y queriendo hazcr nuevo testamento y que le escribiese [Fr. Dorado], no dio lugar su enfermedad»; lo hubo tan sólo para otorgarle poder para que testase en nombre del señor Presidente, declarándole «dos ó tres cossas de importancia», que el fraile puso en el testamento. En el poder — otorgado el 2 1 de Julio de 1636—se lee : «Y mandó que quandp Dios nuestro Señor fuere serbido de llebarle de esta presente vida, su cuerpo sea sepultado y enterrado y puesto en deposito en la Yglesia del combento del Señor San Francisco de esta ciudad en la parte y lugar de ella que á sus alba ceas pareciere, para que de allí á su tiempo sean trasladados sus guesos y llevados á la villa de Bilbao, al combento de San Agustín della, donde tiene su capilla y entierro»... «Deja, señala y nombra é ynstituye por sus herederos vnibersales á sus hijos legitimes, que son el general Don Antonio de MORGA y Don Diego de MORGA Mu ñatones, que están y rresiden en la ciudad de los Reyes (Lima), y demás sus hijos legítimos, y con esto su señoría»... <br />
En cuanto MORGA expiró, dictóse el auto que sigue: <br />
^Auto.—^En la ciudad de San Francisco del Quito, en veynte y un dias del mes de Jullío del año de mili y seis cientos y treyta y seis, los señores licenciados Don Joan de Valdes y Llano y Don Francisco de Prada, oydores de la Real Audiencia de esta ciudad, en orden á lo proveydo por los señores Presidente y oydores de la dicha Real Audiencia en la sala del acuerdo de la Real Justicia para que haya cobro y guarda en los bienes y haziendo de su señoría el señor Doctor Antonio de MORGA, del Consejo de Su Magestad, Presidente que fue de la dicha Real Audiencia, por aber muerto y passado de esta presente vida aora poco á en las casas de su morada, que lo son las Reales "^* de esta dicha Real Audiencia, mandaron que se notifique á los oficiales Reales de esta ciudad, que son el contador Don Fernando Laynez y tesorero Pedro de Chabarria, se hallen presentes al ynbentarío de los dichos bienes con quenta y razón, y para ello se pidan las Uaues de las puertas de los aposentos de dichas casas, como son. oratorio, estudios y caxas á la seño ra doña Ana María Berdugo, muger del dicho señor Presidente, y abiendoselas pedido por los dichos señores, la suso dicha dio y en trego al dicho tesorero Pedro de Chabarria doze llabes, que dixo ser de las puertas de los aposentos y baúles y caxa y vna de cloba de vna puerta que sale á vn corredor de las dichas cassas, entrando por la recamara de la dicha cassa, con que estaua serrada, y que daron en su poder; y lo rubricaron ante mi, Diego Hernández Marcilla, escriuano de Su Magestad. <br />
»Y luego incontinenti, en cumplimiento de lo conthenido en el auto de esta otra parte, en presencia de mi el presente escriuano, estando en las dichas casas Reales, donde está el cuerpo de su señoría Presidente, hize ynbentario de los bienes siguientes: <br />
(Cópianse tan sólo algunos)<br />
»Primeramente, se pusso por ynbentario siete paños de figuras grandes de historia. <br />
»Vn sitial de terciopelo carmesí, donde están esculpidas vnas arañas en campo amarillo y ensima de las dichas arañas esta vna ymagen de nuestra Señora, bordada. <br />
»Vn liengo de la China de unas piegas que se llaman biango. <br />
»Vn quadro de nuestra Señora de la Concepción, grande, con vn niño Jesús en bragos, con su moldura dorada, con su velo de belillo, viejo, encarnado. »Dos quadros grandes de dos hombres armados, con sus molduras doradas. <br />
»Otros dos quadros de dos retratos pequeños de dos hijos de doña Catalina de Algega. <br />
»Otros dos quadros, el yno de el general don Diego de Algea y el general don Joan de Algea, pequeños, de medio cuerpo. <br />
»Vn bufete grande de madera, redondo, para poner belas de noche, que esta colgado de vna biga. <br />
»Todos los qüales dichos bienes de suso ynbentariados estaban colgados y puestos en la sala principal de las dichas casas. <br />
»Y en la segunda sala y quadra, se hallo lo siguiente: <br />
»Vn quadro grande del desendimiento de nuestro Señor Jesuchristo, con su moldura dorada, con vn belo de tafetán morado, con su vara de hierro por do corre. <br />
»Dos retablos de los retratos de sus Magestades del Rey y Reyna nuestra señora. <br />
»Vn quadro de nuestra Señora de la Concepción, con su moldura dorada y atributos, con su velo de belillo de resplandor. <br />
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163 Todo lo comprendido en este capítulo, mientras no se advierta otra cosa, tómase de la pieza rotulada: «Autos formados en Quito por D. Alonso Castillo de Herrera, oydor de aquella Audiencia, en cumplimiento déla executoria despachada por S. M. sobre los bienes del Dr. Antonio de MORGA.— 1636 y 1637.»—Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 5 (núm. 4). <br />
164 Lo que prueba que no le había llegado aún la jubilación, decretada antes de que le condenasen á suspensión de empleo y sueldo. <br />
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»Tres quadros de los retratos, vno del hijo de don Diego de MORGA, y otro de don Antonio de MORGA, y otro de vna niña con su letrero que dize: Doña Cathaiina. <br />
»Vna ante puerta de paño de corte de figuras. »Y con esto no vbo mas que ynbentariar en la dicha segunda sala; y pasando á la tercera, se hallo en ella lo siguiente: <br />
»Vn quadro de nuestro Señor Jesucristo, con su moldura dorada, con su belo de belillos. <br />
»Vn quadro mediano de nuestro Señor Jesuchristo con la caña en las manos, con su belo de tafetán carmesi y moldura dorada. <br />
»Vna ymagen de nuestra Señora del Populo, con guarnición clorada. »Otro quadro de la hechura de .San Joan deSahagun, con su mol dura dorada medio. <br />
»Otro quadro de San Gerónimo, con su moldura dorada. <br />
»Otro quadro de San Joseph, con su moldura dorada. <br />
»Vn tabernáculo á manera de caxon, y dentro del, vna ymagen de nuestra señora. <br />
»Vna ante puerta de paño de corthe de figuras que serbia de antepuerta. <br />
»Dos alfombras medianas de la tierra. »Vn quadro mediano de la pintura de San Marcos Ebangelista. <br />
»Y en este estado quedó este ynbentario para le proseguir ade lante...(Prosigue) <br />
«En la Ciudad de Quito, en veynte y seys dias del mes de jullio del año de mili y seiscientos y treynta y seis, ios señores... [prosigue el inventario] esta vez de la librería del DOCTOR:) <br />
»Onze cuerpos de libros bártulos. <br />
»Albcncos, en seis cuerpos. <br />
»Mascardos, en tres cuerpos. »Xosones, en nucbe cuerpos. »Obras de Ripa, en tres cuerpos. »Alexandro, en dies cuerpos. <br />
»Joan Botero, en vn cuerpo grande. <br />
»Los Calisetos, en tres cuerpos. »Angelo, en cinco cuerpos. »Hístoria Pontificia!, en quatro cuerpos. »Historía de Benito, en cinco cuerpos. <br />
»Croníca de Joan Botero, en un cuerpo. <br />
»Ex Purgatorio de libros, en vn cuerpo. <br />
»Fílosophia moral, en un cuerpo. <br />
»Lara, De alimentos, en un cuerpo. <br />
»Noticia de Guido Pansiron, en vn cuerpo. <br />
»Cronica de los moros de España, en otro cuerpo. <br />
»Historia de las Malucas [de Argensola], en vn cuerpo. <br />
»Historia oriental de Fernán Méndez Pinto, en vn cuerpo. <br />
»Historia del Rey Filipo segundo, en xn cuerpo. <br />
»Discursos de la fee, en vn cuerpo. <br />
»Alfonso Paleoto, en vn cuerpo. <br />
»Obras de fray Luis de Granada, en dos cuerpos. <br />
»Flos Santorum de Villegas, en vn cuerpo, digo, en dos. <br />
»Republicas del mundo, de Román, en tres cuerpos en tablas. <br />
»La orden de la regla de Santiago, en vn cuerpo. <br />
»Historia del mundo, en tres cuerpos. <br />
«Historia de Salamanca, en vn cuerpo. <br />
«Antigüedad de España, de Alderete, en vn cuerpo. <br />
«Origen de la lengua castellana, en un cuerpo. <br />
«Antonio Sebastian, De poeta, en vn cuerpo. <br />
«HISTORIA Y SUCESOS DE LAS FILIPINAS, en quatro cuerpos. <br />
«Viage del mundo, vn cuerpo. <br />
«Cathecismo, en vn cuerpo. <br />
«El duelo de Joan Baptista, ytaliano, vn cuerpo. <br />
«Otro libro escrito de mano de las aues de bolateria. <br />
«Historia de la China. <br />
«Estrecho de San Vicente, por los Nodales, vn cuerpo. <br />
«Obras de Santo Thomas, en tres tomos chicos.<br />
(Los más de los libros inventariados eran de Derecho, como su pondrá el lector; todos los cuales quedan omitidos.) <br />
«Los quales dichos libros estaban en dos estantes, vno grande y otro pequeño, que estaban en el estudio.» (Prosigue:) <br />
«En la ciudad de Quito, en veinte y siete días del mes de Julio del año de mili y seiscientos y treynta y seis, los dichos señores... prosiguieron el dicho ynbentario de bienes... <br />
Á más de los bienes ya mencionados, al apuntar el cargo que se hizo á Diego de Subiaurre, albacea tenedor, se imbentariaron, entre otros, los siguientes:) : <br />
»Dos tabaqueras de picos de paxaro guarnesidos de plata. <br />
«Otras dos laminas de Christo y de su Madre, de escarchado. <br />
«Vn sello de plata, <br />
«Vna caxa de plata con vn relicario de diferentes reliquias, y enmedio una lamina de nuestra Señora y san Joseph y el Niño. <br />
«Vna lamina de Santa Escolástica, de cera.» <br />
(Los dichos objetos se hallaban en los cajones de los escritorios.) <br />
»Dos laminas, vna de nuestra Señora y San Juan, y otra del nascimíento, en sus caxas de madera de Japón, con sus puertas. <br />
»Vna tabla de ajedrez de marfil y por otra parte juego de tablas con sus piegas de tablas. <br />
»Vn tablero de tablas sin piegas.» <br />
(En el inventario que se hizo este día y los siguientes, se catalogan numerosos cuadros, casi todos de santos, muchos objetos de plata, y ropa y armas que usaba el Presidente, así como otros muchos que había en el oratorio, propios para el culto, tales como casullas, cálices, etc.—Véanse algunos otros objetos:) <br />
«Vna silla de manos mediana, forrada por de fuera de encerado. »Vn orinal de plata. »Dos fuentes grandes con las armas del señor Presidente, de plata dorada. <br />
»Vna cama de madera dorada entera, con todo lo que pertenece á ella, de barillas. <br />
»Vna alfombra grande de Persia. »Diez reporteros de terciopelo azul de la China, muy biejos, con las armas del señor Presidente bordadas. <br />
»Vna silla de manos de baqueta negra con tres bidrieras, claue teada de clauos dorados, con sus correas de baqueta y palos. <br />
»Otra silla de manos de fieltro azul, con una bidriera chica en la puerta; nueba, con sus correones de baqueta y sus palos. <br />
»Vna litera forrada en jergueta, tinta en cochinilla, con su cu bierta de encerado berde, forradas las antepuertas.» <br />
(Siguen los remates que se hicieron en las almonedas verificadas durante el año de I637.) <br />
Veamos ahora el «Cargo que se haze Diego de Subiaurre de los reales que entran en su poder, procedidos de los bienes que están á su cargo y de lo cobrado en la Real caxa del salario del señor Doctor Antonio de MORGA, que dios aya; es como sigue '^': <br />
«Yten, rematé en Antonio de Salinas vn candil de bronce y vn torillo de lo mismo, ambas cossas en veynte y seis patacones. <br />
»Yten, se remató en Joseph Serrano vn Sansón desquixarando vn león, de bronze basiado, con su salbadera y peana de lo mismo, €n diez patacones. <br />
»Yten, se remató en el alférez Pedro de Monrroy vna escrluania pequeña de ébano y marfil, en veynte y dos patacones. <br />
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165 Sdlo se copian algtmos cargos. <br />
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»Yten, se remató en Gabriel Billan de Valdes vn escritorio gran le de ébano y marfil, en doscientos y cinquenta patacones. <br />
»Yten, se remató en Sebastian Rodríguez vna fuente grande, dos % saleros mendozinos y vn xarro grabado, todo dorado, que pesso Veynte y dos marcos y quatro ongas, á diez patacones el marco, montan doscientos y veynte y cinco patacones. <br />
»Rematose en el dicho dos cestillos de plata blanca, que pesaron diez y seis marcos y quatro ongas, en ciento y quarcnta y ocho pa tacones y quatro reales. <br />
»Rematose en el dicho Sebastian Rodríguez dos casuelas de pla ta blanca que pesaron diez marcos, (\ ocho pesos maixo, montan \ ochenta patacones. <br />
»Yten, se remató en Pedro de Mendive vna fuente blanca de pla ta vieja y ocho platillos y un platón, y vn jarro liso y dos cucharas chicas y una grande, que todo peso treynta y quatro marcos y quatro ongas, á ocho patacones el marco, montan doscientos y se tenta y seis patacones y quatro reales. sRematose en Pedro López vna vacia y escalfador de plata, que pessaron treze marcos, cinco ongas y vna ochaua, á ocho patacones y quatro reales marco, montan ciento y dies y seis pessos. <br />
»Rematose en el dicho vna campanilla de plata que pesso nuebe ongas y dos ochauas, en nuebe pesos y dos reales. , <br />
»Yten, en el mismo (Juan Martín de la Peña) la hechura de bulto de San Antonio, mártir de Japón, en treynta patacones.» (Siguen los remates de varios objetos de plata. Y luego estos -otros:) <br />
«Yten, en el dicho (D. Gaspar Verdpgo), tres coxines de terciopelo de dos hazes, á treynta y cinco patacones cada vno, jnonta n ciento y cinco patacones. <br />
»Rematose en el licenciado Serrano quatro agnus de escarchado, •chiquitos, los dos con laminas en nuebe patacones. ' sRematose en el maese escuela Miguel Sánchez las dos imaxenes le tabla con puertas de madera del Japón, en cinquenta pesos. <br />
»Yten, en el dicho, la hechura de la Verónica, con su tabernacu Jo, en treynta y cinco patacones. <br />
»Rematose en Diego de Valberdc dos laminas de pluma de San Joan y San Antonio, chicas, en cinco pesos.» <br />
(Se remataron asimismo en varias personas los siguientes obje tos, á mas de otros que omitimos:) <br />
«Vn contador de ébano y marfil, con sus pies y estante. <br />
»Vn escritorio con puertas de ébano y marfil, con su estante. <br />
»Doze payses viejos, á dos patacones. <br />
sQuatro quadros de los tiempos. <br />
»Vn quadro de Nuestro Señor en la Cruz, con su velillo. <br />
»Vn quadro viejo de las tres R'Iarias. <br />
»Vna prensilla de bronze, chica, para hazer pliegos de costas. <br />
»Dos quadros, chicos, vno de San Miguel y otro de San Joan de Sahagun. <br />
»Vna fuente grabada y dorada. <br />
»Yten, se lleuó para el seruicio de la Real sala vn relox rico á modo de torre, y se mando pagar por el en el Real Acuerdo cien ducados. <br />
»Vn relox de pesas. »Catorze laminas de plata de vn apostolado. <br />
»Vn Heneo llamado biobo.»... <br />
Y ahora veamos la Data que tiene Diego Subiaurre: <br />
«Primeramente, da en data los gastos fechos en el entierro, fu neral, lutos... (Copiamos algunas partidas;) s>Trecientas y sessenta y ocho baras de bayeta negra de la tierra excogida, á quatro reales y tres quartillos la bara, para dar lutos á todos los negros y negras y otras personas del seruicio, y para col gar toda la quadra y estrado de la señora Presidenta. <br />
»Vna pieza de bayeta con ciento y onze varas. <br />
»Ciento y quarenta varas de bayeta. <br />
»Bayeta y otras cosas dadas al sacristán mayor para el entierro y túmulo del señor Presidente. <br />
»Ciento diez y siete varas de bayeta. <br />
»Yten, cinquenta y cinco baras de bayeta de Castilla de cien filos, á quatro pesos y cinco reales la bara, para dar luto á sus espa ñoles criados y á don Antoñillo y á la criada española de la seño ra Presidenta, á quienes mandaron dar luto de Castilla... <br />
»S¡ete baras de raso negro, á dies rreales bara, para cargar el cuerpo y el ataúd del señor Presidente... <br />
»Yten, pagué á Rodrigo Sánchez, raerchancerero, toda la cera que se a gastado en el entierro del señor presidente, missa de cuer po presente y en todo el nobenario, con túmulo grande con treyn ta hachas y cinquenta belas de á libra, y en dar por tres veces cera á todas las religiones y clérigos y señor Obispo y cabildo de la ca tedral, quinientas y nueue libras y treze ongas de cera que el dicho a. dado á doze reales ¡a libra... <br />
»Yten, pagué á los clérigos que dixeron misa por el señor Pre sidente en San Francisco el dia del nobenario, que fueron ochenta y un clérigos... ochenta y un patacones. <br />
»A1 Padre F r. Andrés Izquierdo, diez patacones de la limosna de una botija de bino y colación, por la ocupación que tub o de predi car en el nobenario del señor Presidente. <br />
»Iten, dos patacones á vn carpintero que hizo el ataúd, de cinco tablas y hechura.» (¡Modesto ataúd llevó! Vayase por lo de los ochen ta clérigos y^ sobre todo, por las ¡og libras de cera.) (Siguen varias partidas pagadas en los conventos, por misas.— y allá va la factura del boticario:) «Yten, sessenta y quatro pessos pagados á Pedro Sánchez Ángel, boticario, por las medicinas que dio.» El testament o no fué otorgado por Fr. Pedr o Dorado hasta el 4 de Noviembre, ó sea tres meses y medio después de la muert e del DOCTOR. He aquí lo más substancial : <br />
«Primeramente, su Paternidad del dicho Padre Guardian [Fr. Pedro Dora do] encomendó el anima del dicho señor Presidente á Dios nuestro Señor, que la redimió por su preciossa sangre; y manda, como su Señoria dejó ordenado y mandado, que su cuerpo liiesse enterrado, como lo esta, en la yglesia del dicho cómbente de señor San Francisco de esta ciudad de Quito, en la parte y lugar donde su Paternidad del dicho Padre Guardian señalase, que fué en la voueda y entierro dó los religiosos del dicho combento se entierran, que es en la capilla mayor de la dicha yglesia, donde esta el cuerpo puesto en deposito para que de alli se trasladen los guessos á su tiempo y sean Uebados á la capilla y entierro que su Señoria dicho señor Presidente dixo tenia en la villa de Bilbao, en el combento de San Augustin de ella; y por la abertura de dicha voueda y sepoltura, acompañamiento de cruz alta, cura y sacristán y demás Religiosos que acompañaron el cuerpo, mando.se pague de sus bienes la limosna acostumbrada, como se pagó. <br />
»Yten, declara su Paternidad del dicho Padre Guardian que el día del enterramiento del cuerpo de su Señoria el señor Presidente se dixeron por su alma missas-cantadas por Jos religiossos de las ordenes y combentos de Sancto Domingo, San Augustin y nuestra Señora de las Mercedes de esta giudad, y misas resadas, y asimismo, en los dias del nobenario se dixeron por cada combento á tres missas cantadas y á beynte resadas, y fue concierto que se les abia de dar y pagar de limosna por ellas á cada combento cinquenta patacones de á ocho rreales; y asi manda se les pague, como se pago á cada combento la dicha cantidad de cinquenta patacones de los bienes de su Señoria el señor Presidente difunto, y la cera y ofrenda de pan, vino y carneros que se gasto' en el dicho entierro, misas y nobenario, en la forma que es costumbre. <br />
»Yten, declaro su Paternidad del dicho Padre Guardian que en el dicho su combento de San Francisco, donde esta enterrado el cuerpo de su Señoría y religiosos del, dijeron cinco misas cantadas por su alma en los dias del nobenario, y otras sessenta misas ressadas en ellos, y de cuerpo presente; manda que la limosna de ellas se pague de los bienes de su Señoría el señor Presidente en la cantidad que montare, con mas la limosna del abito de la dicha orden, como se pago. <br />
»Yten, su paternidad del dicho Padre Guardian manda que de los bienes de su Señoría señor Presidente, se paguen á las mandas forzosas acostumbradas, á todas ellas dos patacones de á ocho rreales, porque asi se lo comunico su Señoría, con que las aparta de sus bienes. >Yten, declaro su paternidad del dicho Padre Guardian que su Señoría señor Presidente le comunicó de como era su voluntad, y lo abia deseado dar, libertad á María de Solis su esclaua, que la compró en la ciudad de Zafra, Reynos de España, y i sus hijos y desendientes,/ÍJ?- haberla criado vna hija de su señoría, llamada doña Juliana '66, y en orden á lo dicho y en la via y forma que de derecho mas lugar aya, y les aprobeche cumphendo con la voluntad de su Señoría señor Presidente, que fue, como dicho es, de que la dicha María de Solis y sus hijos y desendíentes quedasen libres de la dicha esclauitud, y en conformidad de ello, y que puedan disponer de sus personas como tales personas libres, les da y concede la dicha libertad á la dicha María de Solis y sus hijos y desendientes; y para que la gosen manda se les rremíta y embie un tanto de esta clausula autorísada y en publica forma. »Y asimismo su Paternidad del dicho Padre Guardian dixo que su Señoría señor Presidente Doctor Antonio de MORGA le trato y comunicó aber tenido ett su poder alguna cantidad de hazienda perteneciente al tesorero Domingo de Azpeitia iSi, su primo hermano, y de sus hijos y herederos, que abia muerto en la Puebla de los Angeles, siendo tesorero en la Vera Cruz, reyno de la Nueba España y alser quedado por hija y heredera del dicho tesorero Domingo de Azpeitia Ana María de San Antonio, monja proffessa en el cóm bente de monjas de nuestra señora de la Concepción de esta ciudad de Quito, y que de la dicha hazienda abia gastado en el dote y ajoar de la suso dicha y en el sustento de su madre, que se llama y nombra Doña Francisca Coco Calderón, que esta en la ciudad de México, cantidad de pesos, y lo que restaña de ella benian á ser hasta tres mili quinientos pesos de á ocho rrea les, poco mas ó menos, los quales quería y era su voluntad se pagasen á quien tubiese acción á la dicha hacienda y le pertenesiesse, lo qual se pagasse de sus bienes; y asi, conformándose con la voluntad de su Señoría señor Presidente, manda se paguen los dichos pessos, á quien de derecho los obiere de aber: y porque podía ser que la dicha doña Francisca Coco Calderón, estando viuda, pueda tener derecho y acción á la dicha cantidad de pessos por bienes dótales ó gananciales, su Señoría señor Presidente comunicó á su paternidad del dicho Padre Guardian que de ellos se diesen de presente quinientos patacones de á ocho rreales á la dicha doña María de San Anto nio, monja, para que con licencia de sus superiores los gastasse en sus nece sidades, y los tres mili pesos restantes se ympusiesen á rrenta sobre buenas y seguras jiosesiones para que con los leditos de ellas ansimesmo se acudiesse á la dicha doña Ana María de San Antonio, monja, para sus necesidades, quedando siempre el principal en píe, y que se diese aviso de ello á la dicha Doña Francisca Coco Calderón, para que si tubiesse alguna acción ó derecho á la dicha hazienda la pidicsse, y en casso que fuese muerta ó que no tubiesse Ja sobredicha acción á dichos pessos, quedassen todos, como dicho es, paía renta y necesidades de la dicha Ana María de San Antonio, monja, <br />
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166 !A buena hora! Recuérdese que esta María Solis embarcó en Cádiz con MORGA. Debia de tener, á la hora de la manumisión, cerca de ochenta años. 167 El que, en calidad de criado, salió de España al tiempo que el DR. MORGA. <br />
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<br />
mientras viuiesse y después de sus dias subcediese en ella el dicho cómbente •de monjas de nuestra señora de la Congepgion de esta ciudad; y asi, en ordea á lo dicho, mando se guarde y cumpla la voluntad de su Señoria dicho señor Presidente en darse á la dicha Ana Maria de San Antonio los dichos qui nientos patacones de á ocho rreales y en que lo demás restante, que son los 3ichos tres mili patacones de á ocho rreales, se ympongan á censo para la dicha renta que se acuda á la dicha Ana Maria de San Antonio, monja, y en •el Ínter se de auisso á !a dicha Doria Francisca Coco Calderón, su madre, >Yten, declaro su paternidad del dicho Padre Guardian fray Pedro Dora do, que ansi mismo su Señoria señor Presidente Dotor Antonio de MORGA le •comunico como estando su señoria en las Filipinas, ciudad de Manila, por oydor en aquella Real Audiencia, vn Religioso de la orden de San Angustia que estaua y residía en el cómbenlo de dicha orden en la dicha ciudad, le abia dado á guardar quinientos patacones de á ocho reales, y teniéndolos en su poder su señoria se vino á la ciudad de México, siendo promobido á la Real Audiencia de ella, y asimismo el dicho religioso, el qual nunca en la dicha ciudad de México le pidió la dicha cantidad de quinientos patacones, y al cauo de algún tiempo abia hecho ausencia della, y su señoría se vino á •esta ciudad de Quito por presidente de la Real Audiencia de ella, y no obo efecto de que al dicho religioso se le diesen los dichos quinientos patacones, por lo qual le hera deudor de la dicha cantidad de pessos al dicho Religio sso, y le dejo ordenado á su Paternidad se pagasen de sus bienes á quien con •derecho combiniesse pagarse, y ansi, cumpliendo con su voluntad, su Pater nidad manda que la dicha cantidad de pe-ssos se den y paguen de los bienes •de su Señoria señor Presidente á quien como dicho es los ubiere de aber por el dicho religioso. >Yten, mando su Paternidad del dicho Padre Guardian que de los bienes de su Señoria señor Presidente se paguen como se pagaron dies patacones al Padre predicador que predicó en sus onrras. »Yten, declara su Paternidad del dicho Padre Guardian que por quanto le •consta aber sorbido Joan de Morales á su Señoria señor Presidente y pareserJe que en conciencia se le debe hazer alguna satisíacion de su serbicio, manda que de los bienes de su Señoria señor Presidente se le den al dicho Joan de Morales doscientos y cinquenta patacones de á ocho rreales, con declaración que hazc que su Señoria no le comunico á su Paternidad lo dicho, y lo haze y lo ordena ansi por descargo de su conciencia, y ruega y encarga á los señores hijos y herederos de su señoria señor Presidente tengan por bien de á que al dicho Joan de Morales se le de y pague la dicha cantidad de pessos por el serbicio que le hizo asistiendo en su casa mucho tiempo y con cargo de quel dicho Joan Morales ayude en la almoneda y adrainistra cion y cobranza de lo que prosediere della á Diego de Subiaurre, persona que tiene á su cargo los bienes de su Señoria precissamente, y sin escusarse, por que con este cargo, como dicho es, manda se le pague la dicha cantidad de doscientos y cinquenta patacones de á ocho reales, »Yten, declaro su Paternidad del dicho Padre Guardian que todos los bienes que vbieren quedado por fin y muerte de su Señoría señor Pi'esidente y se hallaron en las Casas Reales de su morada, se pongan por inbentario, •como se pusieron, como bienes suyos, >Yten, declaro su Paternidad del dicho Padre Guardian que todos los bienes que vbieren quedado por fin y muerte de su Señoría señor Presidente y se hallaron en las casas Reales de su morada, se pongan por inbcntario, como se pusieron, como bienes suyos. »Yten, su Paternidad del dicho Padre Guardian mando en el descargo de la conciencia de su Señoría señor Presidente que, si paresiere deber algunas cantidades de pessos á algunas personas mostrando recaudos auténticos, se les pague de sus bienes, sin embargo de que no se lo comunico su Señoría por la grabedad de su enfermedad. íYten, ordenó su paternidad del dicho Padre Guardian, que para el caba de año que se vbiere de hazer por su Señoría se saque de sus bienes y retenga la cantidad de pessos en reales que fueren ncsesarios para el gasto de bino, cera y ofrenda y misas, por ser forzosso. »Y para cumplir y pagar este testamento y las mandas y legados en el contenidos, no embargante que su Señoría el dicho señor Presidente doctor Antonio de MORGA nombro á su Paternidad el dicho Padre Guardian Fray Pedro Dorado por albasea en el poder que le dio y que pudiese testar por su Señoría y hazer su testamento como se lo comunico y que por entonses lo a^eto, aora, en quanto puede y á lugar, por ser tal religioso y no ser de su proffesion el serlo para que aya quien acuda á la execucion y cumplimiento dello en orden al nombramiento que hizo en los señores doctor Don Antonia Rodríguez de San Ysidro Manrique y !i;en(;iado Don Alonso de Mesa y Aya te, oydores de esta Real Audiencia, de albaceas de su Señoría señor Presi dente, aora de nueuo lo buclue í hazer, y nombra por tales; y porque el dicho señor doctor Don Antonio Rodríguez de San Ysidro Manrique esta ausente de esta ciudad, por aber ydo á la visita genera!, podría ser que el dicho señor licenciado Don Alonso de Messa y Ayala se escusase por sus ocupaciones, nombró asímesmo por albasea y tenedor de los bienes de su señoría á Diego de Subiaurre, vezino de esta ciudad, y les dio poder y facultad en virtud del que tiene para que, como tales, ynsolidum puedan húsar del dicho albaceasgo y entrar en dichos bienes, derechos y acciones, y bendellos y rematallos en almoneda publica ó fuera de ella, como mejor les pareciere conbenir á la utilidad de ellos; que para ello y cobranza de ellos les da el dicho poder en vastante forma yjara que lo cumplan dentro del año del albaceazgo, ó en el mas tiempo que fuere menester. »Y cumplido y pagado este dicho testamento y las mandas y legados del en el remaniente que quedare de los bienes de su Señoría señor Presidente» derechos y acciones que en qualquiera manera pertenezcan, su Paternidad del dicho Padre Guardian, en virtud de lo contenido en el dicho poder, en que nombro por sus herederos al general Don Antonio de MORGA y Don Diego de MORGA y demás sus hijos ligilimos los nombra por tales herederos vnibersales ligitimos en todos los que paresiere aber quedado por de su Señoria señor Presidente su Padre, para que como tales los ayan y hereden »Y por quanta su Señoria señor Presidente Doctor Antonio de MORGA, por el dicho poder que de suso va yncorporado dado á su Paternidad del dicho Padre Guardian para aber hecho y otorgado su testamento como lo a hecho» reboco y anulo otros qualesquier testamentos, poderes y cobdicilos que vbíesie fecho y dado por escrito ó de palabra antes del dicho poder para que no valiesen ni hiciesen fee ni prueba en juizio ni fuera del, vsando dello aora en virtud del dicho poder los reboca y anula y da por ningunos y de ningún valor ni efeto, para que no balgan ni hagan ffee ni prueba en juizio ni fuera del como si nunca se vbierau otorgado, saluo este testamento que al presente haze y otorga en virtud del dicho poder que quiere que valga por tal ó por cobdicilio de escritura publica ó en la via y forma que de derecho mas lugar aya; y en testimonio dello, ansi lo otorgo su Paternidad del dicho Padre Guardian fray Pedro Dorado en nombre de su Scñoria señor Presiden te, ante mi el dicho escrivano en el dicho dia, mes y año dichos á quien doy fe conosco y de que lo firmo de su nombre, siendo testigos Pedro de Molina y Gaspar de Mendia y el alférez Francisco de la Mata y Joan de Arebalo y Sebastian Diaz, vezinos y moradores que lo firmaron.—FRAY PEDRO DORADO, etc.—Ante tni: DIEGO HERNÁNDEZ MARCII-I.A, escriuaiio de su Magostad y de Probincia.5 <br />
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Como el inventario de los bienes tardó mucho tiempo en hacerse, no fueron pocas las cosas que se ocultaron, acerca de las cuales existe una larga lista, que lleva este epígrafe : Memoria de los bienes que no están ymbentariados de los qualcs tenia el señor Presidente Doctor Antonio de MORGA, que Dios aya; y merecen ser citados ; <br />
«Vna cama de damasco con su sobrecama y rodapiés con alama res de peynecillos de oro. »Dos fuentes doradas y esmaltadas de un tamaiio, en su caxa. »Vn aguamanil grande dorad o con esmaltes, en su caxa. »Vn salero grande, vn jarro, vn bernegal con su salbilla, todo •dorado, que compro de Sebastian de Bobadilla. <br />
»La sortija rica de rubí. <br />
»Otra sortija rica de esmeralda. sDos sortijas de zafiros. <br />
»Las joyas de diamantes y cadena que eran de Don Diego de MORGA, apreciadas en quatro mili pessos, poco mas ó menos. *Y otras que consta de la carta del general D. Antonio de MORGA. »Vn rosario de piedras finas engastado en oro con su cruz de o r o y esmalte. »Las perlas que se compraron de la almoneda del Doctor Qui ros, que costaron doscientos cinquenta pessos», etcétera. Probablemente, todo esto se lo llevaría la viuda, Doña A n a Ma ría de Rivera Verdud o 6 Verdug o de Rivera (pues que de ambos modos se la llama en los documentos oficiales), la cual, á las tres y media de la madrugad a del lunes diez de noviembre de aquel año -de 1636, se partió para Lima «con toda su gent e y casa y cargas», según testimonio del escribano Juan Martínez Gaseo, diciendo pro bablemente : ¡Ahí queda eso!; nada ; porque lo bueno se lo llevó ella. <br />
A mediados de 1637, los herederos de MORGA habíanse y a enzar zado en pleitos sobre la herencia(168). <br />
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168 Vease esta peticion: El Licenciado Don Fernando Saavedra, alcalde de esta Corthe, por la persona que tiene mi poder y como padre y legitimo administrador que soy de los menores mis hijos y de Doña Cathalina [Bermeo] de Alcega, mi mujer difunta, nietos y herederos que son por esta caueza de la señora Doña Cathalina de Alcega, mujer que fué del señor Doc tor Antonio de MORGA... y asimismo por Don Diego y Don Joan de Bermeo, mis cuñados, hijos de la dicha señora Doña Catalina, por quienes presto voz y canción... al qual embargo y exccucion y cobranza yo me opongo como achreedor hipotecario por los derechos y recaudos siguientes: »Lo primero, por veynte y cinco mili reales que resiuió en dote con la di cha señora Doña Cathalina de Alcega, para los qualcs por la escritura de dote que presento... »Lo segundo, tengo el mismo derecho por seis mili y seiscientos y cin quenta y dos pessos y quatro reales que restan de entregarme del docte que constituyó y me prometió con la dicha Doña Cathalina [Bermeo] de Alcega, mi muger, cuya promessa y lo receñido consta de estas dos escrituras de que hago presentación para berificacion de ser deuido el dicho resto. »Lo tercero, esta obligado á dar quenta el dicho señor Pressidentc por lo que de ella puede resultar en fabor de los dichos mis hijos, y por lo que toca á los dichos mis cuñados de todos los bienes que quedaron por muerte de la dicha señora doña Cathalina de Alcega, está obligado á dar quenta como su tutor que fue, según que constara de los recaudos que protesto presentar de la dicha tutela»... Y ahora esta otra: «El general Don Antonio de MORGA, por mi y en nombre del Licenciado Don Diego de MORGA Muñatones, como hijos ligilimos y herederos que somos con beneficio de ynbentario de doña Joana dr liribiesca y Muñatones, nuestra madre, difunta, y asimismo a de ser preferido y primeramente psigado de los dichos bienes de la mitad de los gananciales que vbo durante el dicho matrimonio entre el dicho Doctor Antonio de MORGA, mi padre y la dicha mi madre, que la dicha mitad monta mas te veynte mili patacones, porque al tienpo y quando murió la dicha mi madre y se disolbio y separó el dichomatrimonio, que fue en la ciudad de México en el año pasado de mili y seis cientos y dies (sic; errata de seis), por el mes de Julio, quedaron por bienes y hacienda de los dichos mis padres mas de sesseta mili patacones en dineroplata labrada, joyas, esclavos, ajoar y menage de casa, carrocha y caballos..,. »Otro si, á vuestra merced pido y suplico mande que se me de carta de justicia para que en la dicha ciudad de Exija las justicias de ella manden que del oficio de Cristóbal Sánchez de Truxillo, escriuano publico ante quiens e otorgó la dicha carta de dote ó de otra qualquier parte donde estubieren,. los rcsciuos de la dicha dote y arras, que todo se otorgó por el año de mili y quÍDÍentos y ochenta y dos y ochenta y tres en la dicha ciudad de Exija y TxUa de Uceda, me den testimonio»... <br />
169 Archivo de Indias: est. 76, caj. 6, leg. 5 (núm. 5J. <br />
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Cuando los pleitos se hallaban en su período álgido, llegó á Quito la ejecutoria de la sentencia ; y á este propósito escribió el Fiscal á su Majestad, á 12 de Abril de 1638 '^'>: ...«Demás desto, vino una Real executoria librada y despachad a por vuestr o Real Consejo, ynsert a en ella la sentencia y condenacion que se le hizo, y rresulto de la vissita, contra vuestro Pressi dente pasado el Doctor Antonio de MORGA, que ya hera difunto quando llego, para cobrar de sus bienes treinta y vii mili y tantos ducados de Castilla, en que paresce fue condenado en diuersos car gos, fuera de la condenación criminal, que se le hizo. Cometida su execucion y cobranga al oydor mas antiguo desta Real Audiencia, que agertó ha serlo y á estar ya en ella de buelta de esa corte y de essos rreynos á seruir su plaga de oydor, en que fue rrestituydo por vuestra Magestad y Real Consejo, el ligengiado Don Alonso del Castillo de Herrera, que empego á executar la dicha Real exe cutoria, y á hender los bienes que pudo hallar del dicho Pressiden te, que no fueron de mucha consideración^ para los que se enttcndio que tenia y dejaua; y de ellos su muger del Pressidcnte, Doña Ana Maria Verdugo y Riuera, natural de la ciudad de Lima, que se voluio á ella, lleuo la mayor parte de los bienes, preseas, joyas, y plata labrada, que quedaron por fin y muerte del dicho Pressi dcnte, su marido. Y el dicho don Alonso del Castillo de Herrera despacho rrcquissitoria, ynserta la Real executoria, dirigida al oy dor mas antiguo de la Real Audiencia de la dicha ciudad, que lo es el doctor Galdos de Valencia, el que acauo y tomo la vltima vissita á esta Real Audiencia, para que en la dicha ciudad hiziese diligencias en rrecogcr y cobrar los bienes que lleuo la dicha Doña Ana Maria, viuda, que de rrazon dará quenta de lo que vuiere rresultado en este despacho á Vuestra magestad el dicho doctor Galdos de Valencia, y si se an cobrado algunos. Pero de los bienes que se hallaron y vendieron en esta ciudad, no podra ymbiar, ni es posible, el dicho don Alonso del Castillo de Herrera, vuestro oydor pues fue Dios seruido de llenársele para si, como lo auiso en otras cartas en esta ocassion, de enfermedad aguda, breue y acelerada, víspera de la Espectacion de Nuestra Señora del año pasado, que fue á 17 del mes de Diziembre á cossa de diez meses de tiempo después que llego de buelta de España á esta ciudad, y voluio á tomar posesión de su oficio de oydor mas antiguo. Y en su lugar entro y subcedio eT ligengiado don Alonso de Messa y Ayala, por estar ausente, y en vissita general de la tierra, en la gouernacion de Popayan, el Doctor Don Antonio Rodríguez de San Ysidro Manrrique, que es el mas antiguo, avnque en plaga supernumeraria, y también lo es, la que trajo de oydor el licenciado don Gerónimo Hortiz Qapata, que agora es el mas moderno de todos. Y el dicho don Alonso de Messa y Ayala, a ydo continuando en la cobranga de los bienes que dejo hendidos y rrematados el dicho don Alonso del Castillo de Herrera, que no se que se vendie sen ni rrematasen en sus justos prescios, de que se a hablado mal sobre ello., ni á m¡ me llamó, ni quiso llamar, para que me hallase á la venta y rremate dellos, como vuestro Fiscal, que fuera justo, y avn forgoso. Y asi me a parescido dar quenta de todo lo que sobre esto a passado á vuestra Magestad; y también tengo por cierto que la dará el dicho don Alonso de Messa y Ayala de lo que á el le a tocado y a hecho en la cobranga de los dichos bienes, y en la continuación de algunos pleytos de terceros opossitores, que como acrehedores an salido á pedir contra los dichos bienes y sobre las doctes de los matrimonios que tubo el dicho Pressidente difunto, (|ue yo saH alegando lo que me paresgio combenir, en defenssa de la Real executoria, contra los vnos y los otros terceros, opossitores y acrehedores, y me remito al aviso y quenta que dieren los vnos y otros oydores mas antiguos á vuestra magestad, que guarde nuestro Señor como puede.-—Quito y Abril 12, de IÓ38 años.— Et, <br />
LICENCIADO SUAREZ DE POAGO. » <br />
En una palabra; los frailes, los conventos y Doña Ana María Ver dugo (y algo también Subiaurre) arramblaron con lo que MORGA dejó: porque condenado éste en más de 31.000 ducados, á los he rederos, á los hijos legítimos del DOCTOR, no les llegó ni un mara vedí siquiera. Y de esta suerte quedó aventada la fortuna amasada por MORGA durante más de cuarenta años de vida ultramarina... <br />
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Como quiera que se le juzgue, cabe decir de MOROA que fué un vidente del ideal de Zola en la famosa novela Fecundidad: la estirpe del andaluz-vizcaíno esparcióse por el mundo, pues que dejó sucesores en Filipinas, en México, en los reinos del Perú, y acaso en otras naciones, ya que algunos de sus hijos llevaron vida errante en el continente americano. .Si el apellido no subsiste en las antiguas Indias, Orientales y Occidentales, ^quién duda que debe subsistir la descendencia? DON ANTONIO DE MORGA fué algo más que un magistrado: fué un poblador; una de tantas afirmaciones de la poderosa fecundidad de la raza que modificó la etnografía de todo un imperio colonial. Bien mirado, hay que perdonarle sus pecados; porque no pudo hacer más que lo que hizo: dejar en las colonias su sangre, su fortuna y su cadáver. <br />
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XVI <br />
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Y ahora, para terminar, algo habrá que decir acerca de la historia del libro que ha motivado el presente estudio. MORGA debió de escribir antes que nada y con entera independencia —sin pensar en los SUCESOS— la Relación ó Descripción que va al final de la obra ; la cual Relación más que capítulo vui y último, constituye una á mod o de introducción del libro, ya que en este tratad o la mayor parte de su contenido se refiere al estado en que se hallaban los natura les de Filipinas á la llegada de los espaiioles. A propósito del dere cho consuetudinario de los tagalos, que, como es sabido, lo codificó en cierto modo y por primera vez el benemérit o Fr. Juan de Pla sencia ''", léese en las Crónicas del P. San Antonio : «y se le dio en esto tanto crédit o [al P. Plasencia], que admitida por la Real Audiencia la Relación, que hizo, de las costumbres de los Indios [en 1589], se repartió á los Alcaldes mayores de las Prouincias, para su govierno. Después en el año de 15^8^ con poca diferencia de tiempo, hizo su Desciipdon el Doctor Don Antonio de MORGA... y en ella se halla tratad o el mismo Assumpto, tomado del otro» '''. Es verdad que en la Descriúción de MORGA hííllanse algunas noticias que tuvieron que ser escritas después del mencionado año de ISPSí per o esto no dice más sino que MORGA las adicionó en México, á fin de que su trabajo resultara todo lo complet o y bien informado que cabía en lo posible. En cuant o á la historia propiament e dicha, 6 sean los capítulos que preceden á la Relación 6 Descripción, ya dejamos indicado que es muy probable que la batalla naval contra Van Noort (14 de Diciembre de 1600), que tanto apasionó los ánimos en Manila, moviese á MORGA á escribir toda una obra, princi palmente para vindicarse, amén de cierto deseo de dejar un testimonio de lo ejecutado oficialmente por el AUTO R mientras vivió en Filipinas. Dos son las razones que apoyan esta hipótesis : primera, la que llamaremos de cronología ; segunda, la que pudiéramos llamar de intensidad ; como ahora veremos. El P. Pedr o Chirino, que salió de Manila para Europa á mediados de 1602, y que imprimió en Rom a el año de 1604 una Relación de lo que sus compañeros de instituto habían trabajado en Filipinas, dice así en la primer a página de su libro, al excusarse de tratar de lo profano : «Porque la Istoria copiosa, i cumplida de aquellas Islas tiene escrita con gran cuidado., verdad, i eloquencia, el DOCTOR ANTONIO DE MORGA»(172). <br />
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170 Véase la NOTA 115, págs. 471-475. <br />
171 FR. JUAN FRANCISCO DE SAN ANTONIO: Chronicas apostólicas... Parte primera. Sarapáloc, 1738.—Página 149. <br />
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Lo que demuestra que Chirino la vio antes de mediados de 1602, en que, como dicho es, embarcó en Manila para Europa. Y si se advierte que en ciertos cietallcs coinciden el religioso y el OIDOR, no se aventura mucho afirmando que aquél leyó lo que MORGA llevaba escrito hasta entonces. Las fechas apun tadas nos demuestran que MORGA trabajó en Manila, entre 159 8 y 1602, casi toda su obra. Y por lo que concierne á lo que hemos llamado razón de intensidad, digno es de notarse que los cinco primeros capítulos de los SUCESOS sean merament e episódicos, itiientras que se historia con mucha puntualidad lo comprendid o en el sexto y part e del séptimo, ó sea lo acaecido durant e la época en que el A U T O R permaneci ó en las Islas, documentándos e todo aque llo que le afecta á 61 personalmente. ¿No se ve, por tanto, en est e libro (excluida la Descripción), si no un alegato en defensa propia, un medio de exponer ciertos hechos de la vida político-administra tiva del AUTOR ? Con todo, nadie negará que los SUCESOS DE LAS ISLAS FILIPINAs constituyen la historia príncipe de dicho país y que, en ultimo término, el capítulo viii ó Descripción basta por sí solo para hacer de esta obr a una de las más interesantes de cuantas registra la Bibliografía colonial. Sin temeridad pued e afirmarse que ningún libro existe publicado, anterior á 1609, que trate exclusiva mente de la historia del Archipiélago Filipino : hechos aislados de esa misma historia, hállanse descritos en varios impresos de más ó menos volumen (entr e los cuales descuella la Relación mencio nada de Chirino) ; pero obr a que trate sola y exclusivamente de historia político-militar de Filipinas, nad a se publicó con anterio ridad á los SUCESOS de MORGA ' ". <br />
MORGA dio por terminados los SUCESOS el año de 1607, hallándose en México ; y mand ó sacar algunas copias manuscritas, que distri buyó desd e luego. es por demás curiosa la noticia que se contiene en la pág. 329 de la Nueva demonstracion del derecho de Vergara, etcétera, por A. de Bazterrica y J. M. Ozaeta, impres a en Madrid en 1/45 ; refiriéndose al libro de MORGA, dicen los Autores : «Impri mióse en México año de 1609, Nosotros tenemos present e un m a nuscrito de esta misma Obra, y es del año 1607, tiene por titulo : Descubrimiento, conquista, pacificación, y población de las Islas Philipinas. <br />
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172 Relación de las Islas filipinas... por el P. Pedro Chirino: Roma, MDCIV. <br />
173 Véase nuestro Aparato bibliográfico dí la Historia general de filipinas, en tres tomos en folio: Madrid, 1906. <br />
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Por el D R. ANTONIO DE MORGA, éfc. La dedicatoria es á la Magestad Catholica del Rey Don Phelipe III. nuestro Señor. A l im primir su Obr a mud ó el titulo y la dedicatoria.» Pocos años antes, el y a citado P. San Antonio, en la parte primera de sus Crónicas, también citadas, escribió (pág. 23 de la primer a parte) ; «Y a hizo memoria el Doctor Antonio de MORGA en el cap. 8. de su descrip ción manuscrita de estas Islas»... De manera que no ofrece duda que del trabajo de MORGA corrieron copias de mano antes y des pués de 1607 ; y á mayor abundamiento, ahí está la Conquista de las Islas Malucas, de Bartolomé Leonardo de Argensola, que lo comprueba igualmente. Sabido es que esta famosa Conquista se pu blicó en Madrid el año de 1609, al tiemp o que los SUCESOS se imprimían en México ; y siendo así que existen coincidencias en trambas obras, resulta incuestionable que Argensola disfrutó, an tes de 1609, de la lectura del libro del OIDOR ; probablemente dispondría de la copia que MORGA enviarla á P'elipe III, á quien el insigne escritor aragonés dedicó la Conquista mencionada. Por lo que toca á las coincidencias, pondremos tan sólo dos ejemplos ; véa se el primero : <br />
MORGA, pigs. 126-127. Da e?i portugiiés la caria que le dirigió el Rey de Tidorc dirigió a Tidore, y a continuación escribe: «Boluio a Tidore (en la mondón primera, principio del año seiscientos y dos) Marcos dias, con respuesta de su embajada, y el socorro que pedia de bastimentos y municiones, y algunos soldados...><br />
ARGENSOLA, página 263. Traduce la carta que el Rey de MORGA, y dice d continuación: «Boluio a Tyclore el Embaxador [Marcos Díaz] con la primera moción al prin cipio del año de 662, contento con la respuesta de su Embaxador, y el so corro que pedia de bastimentos y ...» municiones y... soldados<br />
Y ahora véase el segundo ejemplo, ó segunda coincidencia: <br />
MORGA, página 128: «era materia graue, e imposible de poner en ejecución, por ser muy dañosa, y de perjuicio para las Filipinas, por que la mayor seguridad, que siempre an tenido con el lapon, es no tener nauios los lapones...»<br />
ARGENSOLA, 271: «Esta era materia grave, y por muchos respetos, dañossisima para las Filipinas. En las qua les, la mayor seguridad que contra aquellas Provincias han tenido, en tantos tiempos, ha sido el carezer los Japones de nauios...» <br />
Estas y otras analogías que podrían citarse, demuestran de una manera que no deja lugar á duda que Argensola leyó el manuscrit o de MORGA. Por cierto que no habla muy en favor de Argensola el que no citase los SUCESOS, que fueron para él fuente útilísima. <br />
<br />
El hecho de que las obras de MORGA y Argensola se publicasen en el mismo año, no nos parece enteramente casual. Si MORGA, al dar por terminados los SUCESOS, en 1607, pretendía que saliesen á luz, ¿por qué no procedió á imprimirlos desde luego, y en cambio hizo sacar y repartió algunas copias manuscritas? ¿Por qué esperó al mes de Abril de 1609, época en que estaba para volver á casarse y lo menos á propósito por lo tanto para echar sobre sí una nueva ocupación, él que necesitaría el poco tiempo que le dejaban libre los quehaceres oficiales para enamorar á la Doña Catalina que le traía de cabeza por entonces?... Así que en Madrid se supo el buen éxito de la jornada de Don Pedro de Acuña á las Molucas, Barto lomé Leonardo de Argensola, capellán de la Reina, concibió el pen samiento de rememorarla en un libro; y por ser él quien era, no hay que decir que contó con todo el caudal de documentos que existía en el Consejo de las Indias, y que contaría también con el manuscrito enviado por MORGA á S. M.; y con tales elementos de infor mación, se dio á escribir su Conquista, tan celebrada como trabajo histórico-literario. MORGA debió de saberlo: no faltaría en el Consejo alguien que se lo comunicase, si no es que se enteró de la Real cédula por la cual la Majestad de I'elipe III autorizaba á Argensola para publicar la precitada Conquista '"*. Y fué entonces cuando MORGA se decidió á sacar á luz los SLXESÜS, llevado por el amor propio del autor, ávido de que ningún otro le ganase por la mano. Ahora bien; ¿cómo se explica el cambio de dedicatoria? ¿No pa rece irrespetuoso que en un trabajo cuyo original iba encabezado con el nombre del Rey se mude el nombre del Rey para poner el de otra persona, siquiera ésta fuese allegadísima á la del monarca? En MORGA, tan devoto de los reyes, casi no se concibe ese cambio; y sin embargo, las palabras de ]3aztcrrica y Ozaeta, que copiadas quedan, no dejan lugar á vacilación; son terminantes: MORGA «mudó ia dedicatoria». É hizo una mudanza más, la del título, que volvió á retocar cuando ya el original estaba censurado; según Bazterrica y Ozaeta, la obra se intitulaba: Descubrimiento, conquista, pacificación y población de las Islas Philipinas; según la licencia del Arzobispo de México, el título era: Sucesos de las Islas Filipinas: su conquista y conversión; y la obra salió al cabo con estas solas palabras en el frontis: -SUCESOS DE LAS ISLAS FILIPINAS.<br />
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174 A 34 de Enero de 1609, en virtud de un informe del Dr. Cetina, fechado en Madrid á 30 de Diciembre de 1608, libróse una Real cédula autorizando al Ldo. Bartolomé Leonardo de Argensola para publicar su Conquista: de estos documentos pudo tener noticia MORGA en Abril de 1609, que es cuando á él le autorizaron para la publicación de los SUCESOS. <br />
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Claro es que este cambio no tiene la importancia que el de la dedicación, que tal vez MORGA consideró de mayor eficacia dirigida al favorito del Rey, que no al Rey mismo, sobre todo si entre ese favorito y MORGA existía alguna relación. Don Cristóbal Gómez de .Sandoval y Rojas debió de tener posesiones en Uceda (Guadalajara), patria de Doña Juana de Briviesca Muñatones, primera mujer de MORGA: ello es que fué Duque de Uceda un hijo del de Cea. En Uceda estuvo MORGA de recién casado con la dicha Doña Juana; si él no conoció enton ces al Duque padre, debieron de conocerá éste algunos de los deu dos de la mentada señora. En la dedicación á que se alude, bien puede verse un memorial para obtener el ascenso, que por cierto no logró inmediatamente ni de quien lo pretendiera, pues que cuan do lo consiguió para el Perú, años más tarde, el privado de S. M. no era ya el Duque de Cea, sino su hijo el de Uceda. <br />
MORGA debió de hacer una tirada muy corta de su libro: no se explica de otro modo el grado de rareza que ha alcanzado, hasta el extremo de que sólo se conozcan—según nuestras noticias—doce ejemplares en el mundo: cinco en Madrid, uno en Barcelona, otro en Berlín, otro en Londres, otro en Chicago, otro en no recuerdo qué Biblioteca Nacional hispano-americana y otro en poder de un librero de Leipzig que lo ha anunciado recientemente en unos quince mil francos; el duodécimo ejemplar, deteriorado y falto de algunas hojas, es el que ha servido de original para la presente reimpresión. De estos doce MORGAS príncipes he tenido la suerte de ver ocho; de ellos, sólo dos con la portada grabada: el que íué de Gayangos y después del Museo-Biblioteca de Ultramar (hoy en la Biblioteca Nacional) y uno de los dos magníficos que posee el afortunado y recalcitrante bibliófilo D. Antonio Graíño, el cual ejemplar tiene además (y en esto es único) la portada tipográfica; es decir, lleva ese ejemplar las dos portadas, y huelga encarecer por consiguiente su extraordinario valor. <br />
Míster H. E. J. Stanley fué el primero que, al cabo de los años, comprendió toda la importancia que el libro de MORGA tiene : lo tradujo al inglés, y con notas y algunas otras ilustraciones sacólo de nuevo á luz en 1868, en Londres, con el título: The Philippine Islands, Moluccas, Siam, Cambodia, Japan and China... Valióse del ejemplar existente en el Museo Británico. Muy poco después, el afamadísimo bibliófilo D. Pascual de Gayangos debió de acariciar el proyecto de reimprimir el MORGA: así se deduce de que poseyendo un ejemplar impreso (que es el que fué á dar al Museo-Biblioteca de Ultramar, descrito por mí en el Esíadismo, en 1893), lo copiara íntegramente de su puño y letra, la cual copia se halla incluida en el Catálogo del Museo-Biblioteca mencionado '^*. La copia la hizo en folio, y ios folios van todos escritospor una sola cara; copia, en suma, para la imprenta, hecha con la más exquisita minuciosidad, propia de hombre tan competente como Gayangos lo era. Anduvo el tiempo, y allá por el año de 1888, el prestigioso americanista D. Justo Zaragoza—que con otros publicistas de su cuerda editaba la «Biblioteca Ultramarina»,—conocedor del mérito y de la rareza de los SUCESOS de MORGA, se decidió á reimprimirlos, y así lo verificó desde luego, en la imprenta de D. Manuel Ginés Hernández, de Madrid; y la reimpresión se hizo íntegramente, menos una hoja, la última, que quedó pendiente de tirada. Pero quiso D. Justo que la nueva edición de los SUCESOS llevase un prólogo de D. José Cabezas de Herrera, filipinista muy aventajado, y, por enfermedad primero y fallecimiento después de dicho señor Cabezas, la edición de D. Justo Zaragoza quedóse paralizada. Entonces éste se deci dió á terminarla por sí mismo; pero nombrado Secretario general del Congreso de Americanistas que debía celebrarse en Huelva en 1892, las ocupaciones de tan penoso cargo impidiéronle por enton ces ultimar el nuevo volumen de la «Biblioteca Ultramarina», cuyas capillas no eran un misterio para ciertos eruditos ''*. La edición de Rizal (París, 1890) le avivó el deseo á Zaragoza; mas cuando ya se disponía, allá por el año de 1894 ó 1895, á prologar la suya de los SUCESOS, la muerte se lo llevó. Quedóse, pues, el impresor con un rimero de papel que desde hacía años le estorbaba; y no sabiendo qué hacerse con el crecido bloque de las capillas, separó dos ejemplares é inutilizó ab trato los demás. Estos dos ejemplares vinieron á poder de un librero de Madrid, el cual mandó añadirles, en otra tipografía, la hoja que les faltaba para que el texto de MORGA resultase completo, y así dispuestos, los vendió, uno á la Tabaca lera de Filipinas y otro á un bibliófilo yanqui. Tal fué la suerte que corrió la edición non nata de D. Justo Zaragoza. <br />
==========================================<br />
175 Pág. 139. Por cierto que, por incomprensible descuido, no se inventarió el MORGA impreso, de cuya existencia puedo certificar por cuanto, como dejo dicho, describí esta obra en el Estadismo, tomo 11, página 277*. <br />
176 En la Espaha Modtma, revista de Madrid, número de Diciembre de 1890, pag 210, haliérá el lector que desee comprobarlo una alusión terminante a la impresiión de D. Justo Zaragoza. <br />
==========================================<br />
<br />
D. José Rizal, el célebre filipino, llegó á Londres á mediados de 1888. Decidido á no perder el tiempo, ávido de estudiar hondamente la historia de su país, se enfrascó en el Museo Británico y allí se topó con los SUCESOS de MORGA, así como con la traducción de Stanley. Y concibió en el acto el mismo propósito que por entonces realizaba en Madrid D. Justo Zaragoza. Parece ocioso advertir que Zaragoza y Rizal no se conocían, ni remotamente sospecharon que ambos á un tiempo tenían la misma aspiración. Rizal copió el ejemplar del British Miiseiitn, tomó numerosos apuntes de varias obras de consulta, y próximamente un año después, ó sea á mediados de 1889, se trasladaba á París dispuesto á sacar de nuevo á luz los cuasi desconocidos SUCESOS del I ) R. MORGA, que reimprimió efectivamente en Casa de Garnier Hermanos ''^. Pero perseguido este libro en Filipinas, como todos los que llevaban la firma de J. Rizal, sobre quien pesaba el sambenito de filibustero, muchos ejemplares fueron inutilizados, y pronto esta nueva edición de los SUCESOS vino á ser la de un libro no vulgar ; como que á los pocos años de publicada—y descartado D. Justo Zaragoza—^no faltó quien pensase en hacer otra edición. Pensó en ello, en Manila, D. José Martos O'Neale, principalmente con el propósito de refutar algunas de las notas del Dr. José Rizal " ' ; pero el Sr. Martos desistió muy pronto de su intento. Y pensó también en lo mismo el distinguido bibliófilo y entusias ta filipinista D. Manuel Clemente, chantre, jubilado, de la Catedral de Manila, que al volver á España para quedars e en Madrid de asiento, proyect ó mil planes editoriales, uno de ellos el de reimprimir escrupulosamente los SUCESOS, precedidos de un amplísimo es tudio biográfico. Y á este fin, m e encomend ó que corriera con la investigación de los datos necesarios. Puesto y o de acuerdo con el Jefe del Archivo de Indias, mi sapiente y mu y querido amigo Don Pedro Torres Lanzas, á los pocos meses logré formar un abultado legajo de copias de documentos que costaron al Sr. Clemente algunos centenares de pesetas. A estos papeles de Indias incorporé otros sacados de otras partes, entre ellos los que me facilitó con <br />
==========================================<br />
177 Sucesos de las Jslas IHUpinas por el Doctor Antonio de MORGA. Obra publicada en Méjico el año de 1609, nuevamente sacada á luz y anotada por José Rizal, y precedida de un prólogo del Prof. Fernando Blumentritt. París, Garnier Hermanos, 1890,—Un vol. en 4.° menor de xxxvin -)- 374 págs. <br />
178 Martos escribió á Rizal sobre el asunto, y Rizal le contestó, en Noviembre de 1893, hallándose deportado en Dapitan, autorizándole para que reimprimiese las notas que quisiera refutar.—«Véase Vida y escritos del Dr. José Rizal, por W. E. Retana, páginas 318-319. <br />
==========================================<br />
<br />
singular bizarría el eximio literato D. Francisco Rodríguez Marín. Y D. Manuel Clemente viose poseedor de una suma riquísima de datos sobre MORGA; que fué estudiando uno á uno, los extractó y metodizó, y aun llegó á trazar el esquema de la biografía del célebre DOCTOR MORGA. Mas ¡ay! se diría que algún mal hado proyectaba su funesta sombra sobre la reimpresión española de los SUCESOS DE LAS ISLAS FILIPINAS; porque la afección á la vista que ele antiguo padecía D. Manuel Clemente comenzó á agravarse, y tuvo éste por fuerza que suspender el trabajo. Y el tiempo pasaba, y el enfermo de la vista iba cada vez peor... Hasta que llegó un día en que, rendido á la tiranía de traidoras cataratas, vino á verme y dijo: —Pongo á su disposición cuanto he logrado de MORGA. Haga usted con ello lo que quiera. ¡Y todo sea por la prosperidad de núes tras amadas Filipinas ! Débese, pues, este estudio al Sr. Clemente; y cuanto aquí se apuntara para expresar gratitud, sería poco. El Sr. Clemente no consintió que le indemnizase de los fuertes gastos que llevaba hechos. Pero ¿no habrá sido providencial que con la nueva edición de los SUCESOS de MORGA no haya corrido un eclesiástico.'' Don Manuel Clemente, no obstante su gran talento, no habría tenido, de seguro, la amplitud de criterio que puede tener un seglar que, como el que esto escribe, blasona de independencia. El Sr. Clemente, por con sideración á su estado, y aun por otras, no habría expuesto la vida de MORGA tal como aquí se ha expuesto, sin tapujos; pero es que aun aceptando que, por virtud de sus extraordinarias facultades de retórico—que no en vano ha sido brillantísimo orador,—hubiera acertado á dorar todo lo feo que hubo en la vida de MORGA, no se hubiera atrevido á reproducir ciertos documentos, señaladamente los que empañan el prestigio de las corporaciones religiosas, por aquello de que, aunque 61 no ha pertenecido al «clero regular», sacerdote es ai fin, y por lo mismo mira por la buena fama de todos los «ministros del Señor», sean ó no regulares. Don Manuel Clemente habría hecho, sin duda alguna, una nueva edición del MORGA superior á la presente; pero acaso la suya no habría tenido toda la independencia de criterio que ésta tiene. Sólo así, procediendo libre de preocupaciones de escuela, se puede servir enteramente á la Historia; que es una matrona que oye á todos, que debe oir á todos; de lo contrario, no puede ser imparcial. Y yo que hago votos por que el Sr. Clemente pueda leer por sus propios ojos este libro, los hago también por que no los desvíe con disgusto, pensando al menos que no ha sido otro mi deseo que servir á la Verdad. <br />
<br />
El Maestro de maestros, D. Marcelino Menéndez y Pelayo, que como es sabido dirige la Nueva Biblioteca de Escritores Españoles, quería que est a nueva edición de los SUCESOS hubiese constituido un o de los volúmenes de tan acreditada serie. Pero al saberlo Don Antoni o Graíño, inteligentísimo lugarteniente del conocido edi tor-librero D. Victoriano Suárez, rogóme que prefiriese su Casa á ninguna otra, y a ello accedí gustoso, emprendiend o inmediata ment e la tarea, á la que di comienzo á fines del año de 1908. <br />
El texto de los SUCESOS va reproducido con cuidadosa fidelidad, llevada al extrem o de buscar la mayor analogía tipográfica. He des hecho, sin embargo, las abreviaturas del original, porque motivadas éstas por exigencias del ajuste, no ora cosa de reproducirlas en un nuevo ajuste sin apuros. A l text o siguen, por vía de APÉNDICE, aque llos escritos inéditos de MORGA que en más ó menos grado tocan á la historia de Filipinas, reservándom e para la Vida aquellos otros que le tocan á él con preferencia. Y al APÉNDICE siguen unas NOTAs que amplían lo por MORGA publicado. Por lo mismo cjue MORGA en los primeros capítulos trat ó los asuntos demasiado á la ligera, es en estos primeros capítulos flondc se ha cargad o la man o de las ampliaciones, valiéndome casi siempre de las fuentes originales de la época, casi todas inéditas, y, por lo tanto, de un positivo valor histórico. Cierran el volumen dos tablas alfabéticas, que no sólo facilitan la consulta, sino que enriquecen la edición con nuevos datos, no pocos de ellos de singular curiosidad. <br />
Accediendo á mi ruego, y con una galantería que no sé cóm o pagar, un sabio profesor do la Escuela de Lenguas Orientales de París, Mr. Antoin e Cabaton, m e ha remitido varias notas valiosísimas, que de segur o agradecerán los lectores. Para la mejor inteligencia de las mismas, el Autor ha empleado una transcripción convencional, y a que, según le advertí, no podía disponer de ciertas letras usuales en las transcripciones de algunas palabras de ciertas lenguas del Extrem o Oriente ; estas letras son las que llevan un punt o encima ó debajo, amén de la c con urta virgulilla en la part e superior semejante al acento de las vocales castellanas. para distinguir estas letras, se ha convenid o ponerlas de distinta caja : de manera que una palabra en letra cursiva, en la cual palabra se vea una 6 más letras de las llamadas redondas, deb e entenderse que esa letra, 6 esas letras son de las puntuadas, y a encima, y a debajo ; y vice-versa : palabra en redondo que lleve alguna letra en cursiva, entiéndase que ést a es de las puntuadas. Para los efectos de la pro nunciación, Mr. Cabaton nos ofrece el siguiente cuadro : <br />
<br />
a = á peu pres ea pronocés tres brévement, et lies. <br />
c, ch = ch espagnol un peu mouillé. <br />
ch, chh = ch espagnol suivi d'une légére aspiration. <br />
•i(d) = d dental anglais. <br />
dj, j {= a peu pres di dans dia, Dugo, Dios. <br />
n (n) = ng tagal. <br />
n (n) = n cérébrale du sanscrit, c'est a diré á peu prés Xn dentale anglaise. <br />
ñ = ñ espagnol. <br />
m (m) = donne un son nasal á la voyele precedente. <br />
r (r) = voyele sanscrit (á peu prés r). <br />
t (t) = t dental anglais. <br />
La traducción de las notas de Mr. Cabaton se ha hecho lo más literal posible, como conviene á trabajos de esta índole. <br />
El cultísimo filipino D. Epifanio de los Santos Cristóbal, también á ruego del que esto escribe, favorece la presente edición de los SUCESOS con cinco importantes notas. Reciba el Sr. Santos el testimo nio de mi gratitud, y crea que al mío va unido el de los lectores. <br />
Finalmente, teniendo, como tiene, la edición de Rizal ilustracio nes notables, estimé oportuno reproducir algunas, y en especial aquellas que á mi juicio merecían ser ampliadas ó rectificadas; como, por ejemplo, las relativas á la industria metalúrgica con apli cación á la artillería, la que trata de la esclavitud, etc. <br />
Por lo demás, no ha de ser el autor de estos renglones quien juzgu e esta nueva edición de los SUCESOS. Aunque no ocultará que le ha movido á hacerla su probada afición á dilatar el campo de la cultura histórica de las Islas Filipinas. <br />
<br />
W. E. Retana<br />
Madrid, Agosto de 1909.<br />
<br />
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<br />
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Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-88374287433422791142011-06-07T19:43:00.000+08:002013-10-25T22:58:35.836+08:00Manipulación de las cifras estadísticas sobre el uso del español en Filipinas<div style="text-align: right;">
Por <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Guillermo_G%C3%B3mez_Rivera"><b>Guillermo Gómez Rivera</b></a></div>
<div style="text-align: right;">
De la <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Academia_Filipina" title="Academia Filipina">Academia Filipina</a>, correspondiente de la <a href="http://www.rae.es/" title="RAE">RAE</a></div>
<br />
<br />
<b>1. LA PRIMERA ESTRATEGIA: NEGAR QUE EL IDIOMA ESPAÑOL SE HABLÓ, Y SE HABLA, EN FILIPINAS</b><br />
<br />
Es verdad que nunca fueron todos los habitantes de las Islas Filipinas los que tuvieron al idioma español como su lengua materna. Pero tampoco es justo decir que este idioma nunca se habló en Filipinas en escala nacional o "que nunca tomó tierra".<br />
<br />
El mero hecho de que el español empezó a ser el idioma oficial de las Islas Filipinas desde el 24 de junio de 1571, día de la fundación de Manila como la ciudad cabecera del Estado Filipino bajo la Corona de España, hasta en 1987, año en que se promulgó la cuestionable constitución de la presidente Corazón 'Cory' C. Aquino, bien puede poner en solfa a todos aquellos que digan que este idioma nunca se habló en, o que nunca llegó a, Filipinas.<br />
<br />
Siendo idioma oficial durante tantos siglos debe muy bien entenderse que fue el idioma de la judicatura, de la legislatura y de las escrituras y las publicaciones oficiales, como judiciales, de este Archipiélago.<br />
<br />
También es innegable que existe un gran cuerpo de obras literarias, en fin una tradición literaria, por autores filipinos desde 1593, año en que se fundó la primera imprenta en estas islas, hasta el presente.<br />
<br />
Todo esto es evidencia de que el idioma español bien se habló en Filipinas, y no en la extensión regateada en que los cuestionables documentos usenses o norteamericanos nos quieren decir.<br />
<br />
Y decimos ‘cuestionables documentos’ porque ya es un hecho que los colonialistas usenses han tenido, ---¡y tienen!---, una "language agenda" a favor del inglés desde 1898 y en contra del idioma español en Filipinas al que miran como un obstáculo latente a sus objetivos "lingüísticos" y de imperio económico.<br />
<br />
En cuanto a la irresponsable aseveración de que el idioma español "nunca tomó tierra en Filipinas" reproducimos las palabras de un prohombre filipino, Rafael Palma, socio fundador, en 1924, de la Academia Filipina y, más tarde, Presidente de la "University of the Philippines" fundada en 1908 por el colonialismo WASP usense. Escribe el antiguo, y arrepentido, revolucionario filipino, señor Rafael Palma:<br />
<br />
"¡Aun vive la vieja alma de España aquí! En todas partes veo su sombra, proyectándose como desde una inmensa altura y ocupándolo todo. Rastrea su influencia en todas nuestras poblaciones, en los monumentos, en los templos, en las calles, en los cuadros de las casas, en los libros del que aprendimos, en nuestras maneras, en el lenguaje, hasta en lo último, en nuestros vicios y defectos. Se nos ha trasvasado en las venas la sangre de aquella España decadente que nosotros despojamos aquí…<br />
<br />
"La sombra de España peregrinará por nuestra tierra años y años. Aun hablaremos su lenguaje los que crecimos odiándola por sus instituciones y sus hombres, los que con la pasión de la libertad masónica deshicimos su cabeza con el hacha de la revolución. Por eso, me empequeñece el hablar mal de España y los españoles.<br />
<br />
Siento rubor y vergüenza cuando injurian a esa vieja nación los hijos de esta tierra… España no es ya más que una sombra en tierra filipina é injuriar a una sombra es propio de pequeños y cobardes." (Fragmento de su artículo: "¡Saludo a esa vieja España!" (Palma, 1914, 127-129, en el periódico de Cebú, ‘El Nuevo Día’, editado por Sergio Osmeña, luego presidente de Filipinas.)<br />
<br />
Otro escritor filipino de gran renombre, Tirso de Irrureta Goyena, en un artículo que publicó en la segunda década de los 1900, no solamente corrobora lo que el rebelde katipunero Rafael Palma escribió en 1914, sino que define al idioma castellano, o español, como el verdadero idioma nacional de los filipinos. Dice:<br />
<br />
“El idioma castellano no tiene ni puede tener en Filipinas la misma consideración que el inglés, con merecerla, y mucho, este idioma. El castellano en algo más. Es, en la actualidad, un idioma tan filipino como lo son el tagalo y el bisaya. Y lo es, porque en ese idioma se ha moldeado la nacionalidad filipina.<br />
<br />
“Antes del descubrimiento de las islas había en el archipiélago un sistema de gobierno primitivo en relación con el de los países occidentales. Sí, pero gobierno al fin, que integraba un principio de autoridad, un derecho y una persona que era el símbolo de la soberanía. Pero esta soberanía no era única, porque existían varias, tan independientes unas de otras, como lo son en la actualidad los distintos estados sud-americanos. No existía entonces una verdadera nacionalidad filipina, sino que existían una nación cebuana, una tagala, una mora ó mahometana, etcétera. Y aun dentro de estas agrupaciones, la división política se fraccionaba de una manera múltiple. Tres cientos años de dominación hispana, hicieron desaparecer esas soberanías independientes y borraron el fraccionamiento político del archipiélago. Las distintas nacionalidades, como la tagala, la bisaya, la ilocana dejaron de ser tales nacionalidades y dejaron de ser tales soberanías políticas independientes, y separadas entre sí, para convertirse en meras regiones de una nacionalidad superior que es la actual filipina.<br />
<br />
“El descubrimiento y la conquista obraron en Filipinas el mismo fenómeno que en América . En México, por ejemplo, no existía la nación mexicana. Existían los mexicanos, los tlaxcaltecas, los cempoales. La invasión hispana borró esas diferencias y la entidad México surgió por primera vez como un sólo cuerpo ante la Historia. Así también surgió aquí, en estas islas, por obra de la conquista, la nacionalidad mayor, la nacionalidad filipina.<br />
<br />
“Quizás se arguya que lo que se creó fue, no una nacionalidad nueva, sino una especie de estado nuevo. Pero no es así. Un estado no representa más que la unidad política, como la que existe en la India, donde los ingleses han creado un virreinato colonial a explotar, pero han tenido buen cuidado de conservar las diversas religiones, costumbres y aún gran parte de las soberanías políticas limitadas que había antes de la ocupación, llegando al extremo de poner unos sultanatos frente á otros, para dominar sobre las bases de la división interna y de las luchas intestinas.<br />
<br />
“La unidad establecida por el dominio hispano en Filipinas fué una unidad más alta, más noble y más desinteresada. Fué una unidad de religión, de costumbres y de tradiciones. Esa religión no era ninguna de las anteriormente existentes en el país antes del descubrimiento. Algunas de esas costumbres fueron importadas directamente de España y los Virreynatos de América, y, sí, el resto lo constituyeron las mismas costumbres autóctonas, fueron profundamente modificadas en el troquel de la civilización hispana. Las tradiciones son también un producto resultante de las leyendas nativas y las españolas, y durante el transcurso de tres centurias se creó un acervo tradicional netamente hispano-filipino. . Se creó, en realidad, la verdadera nacionalidad é historia de Filipinas.<br />
<br />
“Ninguno de los lenguajes del archipiélago habia hecho sentir su predominio sobre los otros. Pues vino este último, el castellano, á estas islas, y constituyó el nexo de unión entre todos los miembros de la naciente nacionalidad filipina. Fué el medio de que pudieron servirse para entenderse entre sí el tagalo con el bisaya, el ilocano con el bicolano.<br />
<br />
“Si asi no hubiese ocurrido, la literatura revolucionaria del país hubiera sido tan solamente tagala ó pampanga, pero no fué asi. Los patriotas de la época revolucionaria, para inflamar á su pueblo, emplearon el idioma castellano. Este fué el vehículo espiritual de la guerra libertadora. Esto no puede dudarse. No puede suponerse que lo hicieron los insurgentes tan solo para hacerce oir y entender del gobierno de la metrópoli contra la cual luchaban, porque los patriotas de la revolución redactaban en ese mismo idioma sus proclamas, sus órdenes, sus arengas, sus decretos, sus resoluciones y sus leyes. Gobernaban y dirigían al pueblo filipino en castellano.<br />
<br />
“Y al cristalizar aquel movimiento en un gobierno formal, ese gobierno redactó su constitución política y deliberó, resolvió y dió fé de vida de todos sus actos oficiales en el idioma de Castilla. Las relaciones contractuales y demás documentos representativos de las diversas transacciones de la sociedad filipina durante la época revolucionaria y hasta mucho después, se realizaron, en su mayor parte, en castellano.<br />
<br />
“¿Y por qué lo hicieron así? Porque, sencillamente, consideraban al castellano como el idioma nacional de todos los filipinos. Si hubiesen tenido al castellano como extrangero, no hubieran redactado en castellano los filipinos su código fundamental, sus leyes, sus decretos, su prensa, sus documentos; todos los actos de su vida. En fin, no habrían hablado ni escrito en ese idioma.<br />
<br />
“Pretender ahora que ese idioma desaparezca de aquí y sea suplantado por otro, sea el inglés ó sea cualquier otro, sería pretender borrar la verdadera historia, la verdadera nacionalidad filipina y la verdadera vida del país. Hay que conservar el castellano, porque es uno de nuestros idiomas, y como lazo de unión, como factor común, es nuestro idioma superior, nuestro idioma filipino, nuestro idioma genuino y verdaderamente nacional.” (Fragmento de su artículo de prensa que luego fue recogido como parte de su libro “Por el Idima y Cultura Hispanos en Filipinas”, página 40, Imprenta UST. Manila , 1917.)<br />
<br />
<br />
<b>2. LA RAZÓN DE SER DEL IDIOMA ESPAÑOL EN FILIPINAS</b><br />
<br />
Por cierto que esa razón de ser, como queda muy bien señalado, es mucho más de lo que el idioma inglés pueda tener ya que los habitantes de Filipinas se convirtieron, además, en plenos ciudadanos españoles mientras que los mismos, bajo la férula de EE.UU., jamás fueron aceptados por los neocolonialistas WASP usenses como plenos ciudadanos de ningún Estado de Norte-América, durante todo el tiempo que duró el directo régimen colonial norteamericano, (de 42 años), sobre este archipiélago.<br />
<br />
Esta misma verdad sobre la razón de ser del idioma español en Filipinas con relación al estatus de ciudadanos españoles otorgado a todos los filipinos es un hecho que se ve citada, aunque renuentemente, por un historiador WASP usense, John Leddy Phelan, en su libro "<i>The Hispanization of the Philippines</i>" (La Hispanización de Filipinas, -- Imprenta de la Universidad de Wisconsin,1953, EE.UU.).<br />
<br />
En medio de su visceral hispanofobia, Mr. Phelan, no pudo ocultar del todo el hecho de la ciudadanía española de los habitantes de estas islas cuando sus mismos reyezuelos indígenas libremente aceptaron al Rey de España como su "natural soberano" ("natural sovereign" Op.cit. pp. 23-25) a cambio de los servicios que la corona española les iba de dar y que, de hecho, les dio, tales como la fundación y la organización del Estado Filipino desde los tiempos del Adelantado Miguel López de Legazpi que, para empezar, fundó Manila como la Capital y asiento del gobierno del Estado Filipino.<br />
<br />
Al aceptar al Rey de España como su natural soberano, los habitantes aborígenes de estas islas se convirtieron en plenos sujetos españoles, es decir ciudadanos españoles.<br />
<br />
Y, al hacerse ciudadanos de España, (específicamente entre 1810 y 1830 con la Constitución Democrática de Cádiz), tenían de hecho la necesidad de aprender el idioma español, idioma de sus leyes, y utilizarlo como el idioma oficial de su Estado Filipino cuyo nombre es Filipinas. Ésa, en breve, es la razón de ser del idioma español en Filipinas puesto que tras casi cuatro siglos, los tagalos, los visayos, los ilocanos, los chinos del Mayí, etcétera, se desarrollaron y se convirtieron en filipinos por precisamente hablar en español hasta que la ya existente nacionalidad filipina pensó en su independencia política con la fundación de la Primera República de Filipinas en 1896. Y la razón de ser del idioma español en estas islas no pudo negarse ni por la República revolucionaria de 1898 porque tuvo este mismo idioma como su lengua oficial.<br />
<br />
Cuando los Estados Unidos se anexionaron las Islas Filipinas en 1900, tras despiadadamente destruir en una guerra injusta a la mencionada República de Filipinas, forzó el idioma inglés sobre los habitantes de estas islas, mediante un sistema de educación pagado por dichos habitantes, sin hacerles, a los mismos, ciudadanos de Estados Unidos.<br />
<br />
<br />
<b>3. DE AGUSTÍN DE CAVADA A MALOLOS</b><br />
<br />
Pasemos ahora al campo de las estadísticas. Es verdad que cuando Filipinas tan solamente tenía una población de un poco más de cuatro millones y medio (4,500,000), Agustín de la Cavada y Méndez de Vigo, señaló que los indios, o indígenas, que hablaban español en estas islas no rebasaban el 2.8 por ciento del número de la población citada.<br />
<br />
Pero este libro de tal estadística salió a la luz en 1870 o tan solamente siete años después de que, por decreto de la Reina Isabel II en el año 1863, se establecía el sistema de instrucción pública en todas las islas cuyo medio de instrucción era predominantemente el español, ----con los idiomas principales del archipiélago sirviendo de medios auxiliares de educación.<br />
<br />
Al llegar el año de 1898, en que se separó Filipinas de España, el porcentaje de los filipinos de habla española tendría que haber aumentado considerablemente. Y si, de hecho, el aumento del número de hispanohablantes no hubiese crecido en proporciones más altas y de extensiones más profundas en todas estas islas a partir del dado 2.8 por ciento en 1870, los delegados filipinos a la primera convención constituyente celebrada en Malolos, Bulacán, en 1898, no hubiesen declarado al idioma español como la optada lengua oficial de la República de Filipinas, ---- tal como nos lo tiene provisto la Constitución de Malolos.<br />
<br />
Tampoco hubiesen utilizado, los gobernantes filipinos bajo el Presidente Emilio Aguinaldo, al idioma español en todas sus proclamas y sus publicaciones oficiales, ----entre las cuales se encuentra el diario-vocero denominado "La Independencia".<br />
<br />
Y José Rizal, un políglota que bien sabía siete lenguas Incluyendo la tagala y la inglesa, no hubiese escrito sus obras fundamentales en español. Las hubiese escrito en inglés y en tagalo. ¡Pero no! Todo lo escribió José Rizal en español para sus compatriotas que naturalmente podían leerle en esta misma lengua.<br />
<br />
<br />
<b>4. MANUEL ARELLANO REMONDO</b><br />
<br />
En un libro publicado en 1908 por la Tipografía del Colegio de Santo Tomás de Manila, titulado Geografía General de Las Islas Filipinas, cuyo autor es el Muy Reverendo Padre Fray Manuel Arellano Remondo, se encuentra el siguiente dato en la página 15.<br />
<br />
"La población disminuyó por razón de las guerras, en el quinquenio de 1895 a 1900, pues al empezar la primera insurrección se calculaba en 9,000,000 y actualmente (1908) no llegarán a 8,000,000 los habitantes del Archipiélago".<br />
<br />
La referida "primera insurrección" fue la que ocurrió el 29 de agosto de 1896 en contra del gobierno español. En ese caso, la población de Filipinas en ese año llegaba a los citados nueve millones (9,000,000) de habitantes, según esta fuente, aunque hay otras fuentes que dicen diez millones (10,000,000).<br />
<br />
<br />
<b>5. LAS ESTADÍSTICAS DE 1903-05 SE HICIERON A BASE DE UNA </b><b>EQUIVOCACIÓN </b><b>ADREDE </b><br />
<br />
Los censos norteamericanos de 1903 y 1905, calculan de soslayo que los hispanohablantes de este archipiélago nunca han rebasado, en su número, a más del diez por ciento (10%) de la población durante la última década de los mil ochocientos (1800s).<br />
<br />
Esto quiere decir que 900,000 filipinos, el diez por ciento de los dados nueve millones citados por el Fray Manuel Arellano Remondo, tenían al idioma español como su primera y única lengua.<br />
<br />
No es verdad que ese 10% de aludidos filipinos tenía al idioma español tan solamente como una segunda, o una tercera, lengua. Subrayamos, a riesgo de repetirnos, que lo tenían como su única lengua. Su primera lengua. Su lengua materna.<br />
<br />
Además de esos nuevecientos mil (900,000), Don Luciano de la Rosa, katipunero y el abogado defensor de los demandados por libelo a raíz del editorial "Aves de Rapiña" del diario manileño, ‘EL RENACIMIENTO FILIPINO’ de 1907, concluye, en un estudio que citamos en el libro: Filipino: Origen y Connotación, Manila, 1960, "que es el 60% de los filipinos" de su tiempo "los que tenían al idioma español como su segunda lengua".<br />
<br />
Si añadimos a los 60% los anteriores 10%, tenemos al 70% de la población filipina como usuaria cotidiana del idioma español entre 1890 y 1940.<br />
<br />
<b>6. DEAN C. WORCESTER, VERDUGO DE LA PRENSA LIBRE EN FILIPINAS</b><br />
<br />
El dato dado por el abogado Luciano de la Rosa queda corroborado por la declaración jurada del Secretario del Interior y el demandante en aquel escandaloso caso contra el diario "El Renacimiento" , Dean C. Worcester, cuando éste reveló bajo juramento judicial que:<br />
<br />
"El español se habla y se lee a un grado más o menos alto en todos los pueblos; en prácticamente todos los barrios importantes, y, a un grado limitado, en el territorio habitado por las tribus no-cristianas". (Vide: página 86 de "<i>TRIAL TECHNIQUE AND PRACTICE IN COURT</i>" Vol. IV, 3ra Edición, Por el abogado Vicente J. Francisco (fundador del famoso "Francisco Law School"), que contiene el archivo del célebre caso de libelo contra el diario El Renacimiento sobre su editorial "Aves de Rapiña" en 1908.)<br />
<br />
Por otro lado, unos recientes estudios por el Dr. Rafael Rodríguez Ponga señalan, sin embargo, que los filipinos de habla española, al liquidarse la presencia peninsular en este archipiélago, llegaban al catorce (14%) por ciento de la población de la década 1891-1900. Es decir, el 14% de una población de nueve millones (9,000,000), que serían un millón (1,260,000) y dos cientos sesenta mil de filipinos que eran primordialmente de habla hispana. (Vea Cuadernos Hispanoamericanos, enero de 2003).<br />
<br />
<br />
<b>7. EL PRIMER GENOCIDIO FUE VERDADERAMENTE SANGRIENTO</b><br />
<br />
El Padre Fray Manuel Arellano Remondo, al informarnos que "la población disminuyó por razón de las guerras", se refiere indudablemente a las víctimas de la Guerra entre la primera República de Filipinas de 1898 y el invasor Estados Unidos de Norteamérica. Esa disminución de la población filipina nos lo señala luego otra fuente, esta vez usense norteamericana, como constituyendo "la sexta parte de la población filipina".<br />
<br />
La fuente norteamericana a la que nos referimos es la del historiador James B. Goodno autor del libro <i>The Philippines: Land of Broken Promises</i>, Nueva York, 1998, cuya página 31 nos suministra esa importante cifra y dato. Si hemos de creer que fue LA SEXTA PARTE de la población filipina la que pereció como víctima de las sangrientas masacres perpetradas por la soldadesca invasora de Estados Unidos entre 1898 y 1902, las bajas de una población total de nueve millones sumarían, de hecho, a un millón y medio (1,500,000). Y, diga lo que se diga, este hecho histórico es evidencia de nada menos que de un genocidio cometido en contra del pueblo filipino que precisamente es de habla española. Si ahora se puede inclusive decir que el español "nunca se habló en Filipinas", ese resultado es la evidencia misma del genocidio perpetrado durante la guerra filipino-usense que se prolongó hasta 1907, ----incluyendo la masiva resistencia armada puesta frente a la invasión militar de Estados Unidos, por parte del segundo presidente y general de la República Filipina de 1898, Macario Sacay y de León.<br />
<br />
El Presidente Macario Sacay asumió el poder tras la captura y arresto domiciliar del Presidente Emilio Aguinaldo. Pero en 1906 Sacay fue engañado, mediante políticos filipinos (que empezaron a creer en la "benevolencia" norteamericana), con una falsa oferta de amnistía y un posible puesto en la proyectada Asamblea Nacional de 1907.<br />
<br />
Tras ser capturado durante un baile dado en su honor, el Presidente Macario Sacay fue calladamente ahorcado en 1907 de una forma injusta y totalmente criminal en comparación con el caso de José Rizal. ¡Ahorcaron criminalmente al segundo presidente de la República de Filipinas! Pero ningún libro de texto para la enseñanza de la historia filipina denuncia este crimen de la misma forma en que se denuncia el fusilamiento de José Rizal.<br />
<br />
El citado Don Luciano de la Rosa también nos informa que "es de esperar que una enorme proporción de esas bajas sean filipinos de habla hispana ya que eran los de este habla los que mejor entendían los conceptos de independencia y libertad y los que escribieron obras en idioma español sobre dichas ideas"<br />
<br />
<br />
<b>8. EL MANIPULADO CENSO DE 1903-05</b><br />
<br />
Es por eso que es el mismo libro del P. Arellano Remondo el que nos da la siguiente información estadística, para la primera década de los mil nueve cientos (1900s), en los siguientes términos:<br />
<br />
"6o. Población. ---El censo oficial de 1903 obtuvo el siguiente resultado en su conjunto: 7,635,426. Y, de éstos eran civilizados o cristianos unos 7,000,000, y salvajes, o no-cristianos, 647,000". (Página 15, Op. Cit.). Ese mismo censo de 1903 informa que los criollos, luego mestizos de español eran 75,000 o apenas un por ciento (1%) de la población. Se quiso dar a entender que éstos eran los que primordialmente hablaban español. Al decir ‘mestizos de español’ se entiende que el padre es peninsular y la madre es indígena.<br />
<br />
No se contaron como también de habla española a los que eran hijos de matrimonios entre mestizos de español é indígenas que, por cierto, eran más numerosos que los dados 75,000 de mestizos a razón del 50 al 50.<br />
<br />
Tampoco se contaron a los descendientes de los chinos cristianos, muchos de ellos siendo mestizos terciados por ser mezcla de español, indígena y chino, que constituían el grupo más numeroso que tenía al idioma español como su primera lengua.<br />
<br />
Tampoco se clasificaron como de habla española a los indígenas que componían las comunidades de habla criollo, o chabacano, de Cavite y los de Extramuros de Manila, (Ermita, Pacô, Binondo, San Miguel y Quiapo), amén de los de Zamboanga, Cotabato, Davao, Joló y Basilan en Mindanao que muy fácilmente sumaban a otros 500,000.<br />
<br />
<br />
<b>9. FILIPINOS DE ASCENDENCIA ESPAÑOLA</b><br />
<br />
En 1916, el ya mencionado escritor, miembro de la Academia Filipina de la Lengua Española y abogado, Don Tirso de Irrureta Goyena hace esta otra observación en su citado libro “Por el Idioma y Cultura Hispanos" (Pp.38 y 39).<br />
<br />
“Hay una minoría de filipinos, descendientes de individuos de raza española que tiene el castellano naturalmente como idioma propio y casi por decir único”.<br />
<br />
“Hay algunas localidades donde filipinos indígenas, de pura raza nativa, como Cavite, San Roque, Caridad, Zamboanga, y aun muchos de los que en Manila y en otras capitales importantes viven, que no poseen asimismo otro idioma que el castellano más ó menos adulterado”.<br />
<br />
“Y, los mestizos de americanos son una minoría microscópica, en muchos de cuyos descendientes, se ve el curioso fenómeno de adoptar el castellano ó alguno de los idiomas nativos, dejando por completo el idioma inglés”.<br />
<br />
Y en otro capítulo de su mismo libro, Don Tirso concluye como sigue:<br />
<br />
"No necesitó del inglés el pueblo filipino para dar el grito de Caloocan y luchar con Bonifacio en Balintawak; ni conocía el idioma de Shakespeare aquella hueste heróica que en los llanos del centro de Luzón hizo frente, con tanta grandeza de corazón como escasez de balas y fusiles, a los ejércitos de Norteamérica dotados de todos los medios de combate y provistos de numerosa artillería.<br />
<br />
"Y el Congreso de Malolos, que promulgó una Constitución para el pueblo entre el silbido de los proyectiles y el estruendo de las bocas de fuego, deliberó en castellano y lo declaró idioma oficial de la República Filipina.<br />
<br />
<br />
<b>10. DAVID P. BARROWS O LOS INFORMES WASP USENSES SOBRE EL ESPAÑOL FRENTE AL INGLÉS.</b><br />
<br />
En el Octavo Informe Anual (<i>Eight Annual Report</i>) del Sr. Director de Educación, David P. Barrows, fechado 1 de agosto, 1908, (publicado por el Bureau of Printing, 1957, Manila) se encuentran las siguientes observaciones sobre el idioma español:<br />
<br />
"Of the adult population, including persons of mature years and social influence, the number speaking English is relatively small. This class speaks Spanish, and as it is the most prominent and important class of people in the Islands, Spanish continues to be the most important language spoken in political, journalistic and commercial circles." (P.94. Op.Cit.).<br />
<br />
Esta observación señala que la población adulta del país, que incluye a personas de años maduros y de influencia social, "tenía al idioma español como su lengua por lo que el mismo idioma español continuaba siendo la lengua más importante hablada en todos los círculos comerciales, políticos y de prensa".<br />
<br />
Esta observación confirma el dato dado por el abogado Don Luciano de la Rosa sobre el español siendo el segundo idioma del sesenta (60%) por cien de la población total de Filipinas durante las primeras cuatro (4) décadas de 1900.<br />
<br />
<br />
<b>11. AUMENTAN, EN CAMBIO, LOS HISPANO-PARLANTES CON EL INGLÉS</b><br />
<br />
Lo más curiosamente significativo es que la supuesta alfabetización o escolarización en inglés, dada en las escuelas públicas establecidas por los norteamericanos desde 1900, "tendía a producir a un número mayor de filipinos de habla española y no de habla inglesa". Es por eso que es el mismo Director de Instrucción, Mr. David P. Barrows, el que, alarmado y casi indignadamente, escribe lo que sigue:<br />
<br />
"It is to be noted that with the increased study and use of English, there has been an increased study of Spanish. I think it is a fact that many more people in these islands have a knowledge of Spanish now than they did when the American occupation occurred." (Los subrayados son nuestros.)(p. 96. Op.Cit.).<br />
<br />
Tras pedir más fondos con miras de presupuestar "<i>night schools</i>", o escuelas que también tengan clases nocturnas, por las que se tenía que redoblar la enseñanza é imposición del inglés sobre los niños y adultos filipinos con el objetivo de no dejarles dentro de la influencia del predominante idioma español, dicho Mr. Barrows se pone a asegurar al mundo, y muy a la manera de un autoconsuelo para si mismo y para sus superiores en Washington D.C., que el idioma español, con ciertas medidas tomadas en su contra, tendría que desaparecer a la larga porque los filipinos están lejos de los países de habla española por lo que no podrían tener ningún apoyo por parte de aquellos.<br />
<br />
Afirma Mr. Barrows:<br />
<br />
"Pero, a pesar de estos hechos, a favor suyo, el idioma español va a desaparecer porque carece del apoyo de los países de habla española adyacentes a nosotros…" (p.96, Op. Cit.).<br />
<br />
En esta observación bien puede espigarse la política de los WASP usenses de adrede aislar a Filipinas del mundo hispánico al que pertenece.<br />
<br />
<br />
<b>12. UN VERDADERO CASO POR EL QUE ABIERTAMENTE SE PROHIBE LA ENSEÑANZA DEL ESPAÑOL, OCURRIDO EN SILAY, NEGROS OCCIDENTAL, EN 1914.</b><br />
<br />
Reproducimos la crónica del caso que habla por si sólo. SILAY, Y EL ESPAÑOL. Página 142, del libro CRÓNICAS VISAYAS Por Iturriaga de Panay, Ciudad de Iloilo, Filipinas, julio de 1914. Escribe el Señor de Panay.<br />
<br />
"Recordarán ustedes que el pueblo de Silay, Negros Occidental, sintiéndose filipino por derecho propio, acordó cultivar y defender el idioma español que modela y define la personalidad nacional de estas Islas, aunque el boceto se dibuje siempre con sus dialectos propios. Y para tan noble empresa, fundó el pueblo de Silay la primera Escuela de la Lengua Española que registra el amor nacional filipino.<br />
<br />
"Pues bien. Esa Escuela que hace muy poco tiempo empezó a trabajar con un altruismo incomprensible para los científicos modernos de a tanto el kilo de meollo, y que ha sido, y está, siendo objeto de alabanzas, donativos y estímulos generales, resulta ahora, nada menos que amenazada de muerte por el elemento que asi mismo se llama director de la educación escolar filipina, ---bien que ese elemento, por ser oficial, niega la intención del crimen, aunque no puede ocultar sus deseos.<br />
"El diario de Bacolod, El Atalaya de Negros, (dirigido por D. Aurelio Locsin y Lacson) ha publicado el primer acto de ese drama pasional, que nosotros, sin ser los autores, dedicamos especialmente al Honorable (Rafael) Palma, el mismo que, discurriendo en español, (porque de otro modo discurriría menos que un colchón), aconsejó a los maestros de las Escuelas Públicas (puestas por los WASP usenses con dinero filipino, ggr) que velasen por la enseñanza del idioma inglés, para hacer méritos y obtener medro personal. El argumento es el siguiente:<br />
<br />
"En Silay se ha dicho, hasta en los más apartados bahais (cabañas de bambú y palma de nipa, ggr), que los alumnos de las Escuelas Públicas que asistan en horas libres a la Escuela de Lengua Española, serán expulsados de dichas Escuelas Públicas… Y, naturalmente, la enormidad del dicho provocó de las partes interesadas reclamos y explicaciones".<br />
<br />
“Porque, si por medios indirectos y ventajosos se tira a inutilizar la acción legal, cultísima y patriótica de la Escuela de la Lengua Española de Silay, es evidente la indigestión de español que padecen los que, prometiendo dejar libre a Filipinas antes de nada, le impiden el libérrimo derecho de estudiar el romance castellano, que es, aunque el Honorable (Sr. Secretario de Instrucción) lo disimule, el único en que Palma puede ser útil a su patria.<br />
<br />
<br />
<b>13. EN 1913, UN SECRETARIO DE INSTRUCCIÓN WASP USENSE DESAUTORIZA AL “CENTRO ESCOLAR DE SEÑORITAS DE MANILA” POR SEGUIR UTILIZANDO EL IDIOMA ESPAÑOL COMO MEDIO DE INSTRUCCIÓN</b><br />
<br />
Anterior al caso, en 1914, de la Escuela Española de Silay, Negros Occidental, por el que el Secretario norteramericano de Instrucción Pública, amenazó expulsar de las escuelas públicas a los alumnos que por voluntad propia se apuntaran en unas clases privadas de idioma español, ocurrió el escandaloso caso ”de opresión lingüística” (en 1913) por el que Gilbert Newton, el aludido Secretario WASP usense del “Bureau of Education”, canceló el permiso de “escuela pública” otorgado al Centro Escolar de Señoritas de Manila, por seguir utilizando el castellano como medio de instrucción. La carta oficial de Newton W. Gilbert, fechada 16 de junio de 1913, dirigida a la Srta. Librada Avelino, Directora del mencionado Centro Escolar, principia de la siguiente manera: “Asistí la noche del sábado último, durante una hora aproximadamente, a la apertura del curso de su colegio, celebrada en el Grand Opera House, y sufrí una gran decepción al ver que el colegio del que se me había hecho pensar que daba a sus alumnas una enseñanza en inglés principalmente, celebraba en castellano los números de la velada de apertura. Voy a hacer una minuciosa investigación de la clase de trabajo que se cumple en su colegio y a averiguar si los profesores pueden o no explicar bien sus asignaturas en inglés… Si la enseñanza en inglés que se da en su colegio fuese suficiente, como no parecen indicar los resultados de su curso, se habría usted visto precisada a celebrar en inglés los números de su velada inauguaral.. Si ese colegio fuese pequeño y de escasa reputación, el caso no sería tan grave; pero teniendo una escuela de gran importancia y reputación como la que usted regenta, el caso queda muy infortunado..”<br />
<br />
La Srta. Librada Avelino en vez de contestar de inmediato la carta que se le dirigió, convocó una asamblea general de su plantilla de administradoras y profesoras, y mostró la carta de Mr. Gilbert. Además de avisar a su inmediato personal y colegas, informó también a la prensa de Manila y convocó a los padres de sus miles de estudiantas que, a su vez, la apoyaron unánimemente en su uso del castellano como medio de instrucción principal. Doña Librada Avelino, se llegó a decir después, inadvertidamente organizó un plebiscito por la retención del idioma español en Filipinas. Sus colegas, casi todas maestras filipinas formadas en español como ella, indignadas escribieron y firmaron la siguiente resolución dirigida a Mr. Gilbert con copia a todos los periódicos de Manila que, en aquel entonces, estaban todos redactados en español. La referida resolución lee en parte:<br />
<br />
“Por cuanto, los cargos que en la presinserta carta se formulan son completamente infundados, puesto que el colegio, ademas de las clases de enseñanza puramente inglesa, enseña en inglés, pero se ven obligados sus maestros a usar el castellano, después de haber explicado en inglés las lecciones, para beneficio de aquellas alumnas que no comprenden bien este lenguaje norteamericano;<br />
<br />
“Por cuanto, los números del programa inaugural se tuvieron que ejecutar en castellano, menos uno que estuvo en inglés, por la sencilla razón de que el público, que en masa acudió a tal acto, no conoce el inglés, pues es un hecho que muchos de los colegios particulares de Filipinas se ven igualmente precisados a celebrar sus veladas escolares en castellano porque saben que la concurrencia, formada principalmente por los padres de las alumnas, conoce el castellano y no el citado idioma inglés.<br />
<br />
El resultado final de este conflicto es la separación del Centro Escolar de Señoritas de Manila del Departamento Americano de Instrucción Pública. El colegió se incorporó como una fundación privada y de esa manera se vió libre en muchos aspectos de los dictados del mencionado “<i>Bureau of Public Schools</i>”. Pero el encuentro entre la Directora Librada Avelino de este colegio y el mencionado Secretario norteamericano, fue un auténtico escándalo que tuvo un considerable eco en la prensa filipina de aquel tiempo. Entre los más señalados comentarios, presentamos el siguiente.<br />
<br />
“Y aquí, en este país, que unos hombres de habla castellana descubrieron y evangelizaron; en este país que se abrió á la luz de la civilización en el idioma de Castilla; que ha vivido oyendo durante tres cientos años, (que es el doble de la vida de independencia de los Estados Unidos), por diez generaciones enteras, el idioma español; donde sus pensadores, sus revolucionarios, sus guerreros, sus políticos y sus mártires, han hablado, han escrito y han luchado en español; donde un Rizal, tagalo, escribió sus obras inmortales y despidióse, en el trance supremo de su holocausto, en el idioma de Castilla; donde sus médicos, sus abogados, sus jueces, sus periodistas, sus literatos, sus hombres de ciencia y de cultura, hablan español; donde la Cámara Baja, la representación popular, habla castellano y redacta sus leyes en dicho idioma; en este país, cuyo estado de sumisión y coloniaje dícese que no es indefinido; donde se pregonan á los cuatro vientos las palabras libertad, igualdad, tolerancia, “<i>equal opportunity for al</i>,” (idéntica oportunidad para todos); donde no se hace más que abominarse, á cada paso, de la supuesta tiranía y del supuesto despotismo del antiguo régimen, y se le ha hecho una guerra indigna en periódicos, folletos y libros de texto; en este país, que la nación norte-americana no considera como de su propiedad absoluta, sino como un sagrado fideicomiso, se trata de arrancar por la fuerza, y en el perentorio plazo de veinticinco años, de una generación escasa, el idioma español; de borrar en los corazones filipinos el habla castellana.<br />
<br />
“Porque el español es, según algunos funcionarios coloniales, un idioma latino, inferior, un idioma que incapacita á los que lo hablan para el “<i>self-government</i>”, y el que solo posea el español dentro de diez años, por ese solo y único hecho, por ese horrible delito de no hablar el inglés, se le amenaza con satiarlo por hambre, con aislarlo como un apestado. Y, sin embargo, en los Estados Unidos, en la propia Norte-América, hay miles y decenas de miles de chinos y japoneses, de polacos y de bohemios, de rusos, de alemanes y de italianos que hasta ahora no conocen el inglés.<br />
<br />
“Ya que en Filipinas ha habido un modesto colegio particular que se resiste valientemente á esa imposición del idioma inglés; que no quiere sajonizarse bajo la presión oficial, negándose de un modo gallardo á doblar la rodilla ante la gradas del trono, debemos rendirle, todos los Filipinos amantes de la libertad, ( y creo que lo somos los millones de habitantes de este archipiélago, salvo la denigrante excepción de unos cuantos lacayos), nuestro más respetuoso homenaje; debemos enviar á esas ilustres maestras filipinas el testimonio de nuestra adhesión más ardiente, y prometernos seguir su gallardísimo ejemplo cuanto de meternos el inglés en el cuerpo á viva fuerza se trate.<br />
<br />
“Los idiomas no se imponen con leyes ni con cañones; y á la sajonización avasallante hay que responder con aquella firme serenidad que oponen los alsacianos á Germania y los polacos á Rusia. El imperio de las armas domina los cuerpos, pero no llega á los espíritus, no hay poder en la tierra que pueda forzar á un hombre á hablar contra su voluntad un idioma determinado.<br />
<br />
Como un tremendo recuerdo de tan injusta y violenta persecución, un educador filipino de origen chino cristiano, Don Mariano Jócson, fundador de la Universidad de Manila, compuso el conocido “Himno Filipino al Idioma Español” cuyas letras, escritas por su sobrino, el poeta Remigio Jócson, son las que siguen:<br />
<br />
“Vibre la lengua divina de Cervantes inmortal<br />
<br />
En la nación filipina, de Burgos y de Rizal.<br />
<br />
Cantemos filipinos, un himno de homenaje<br />
<br />
Al idioma glorioso de nuestra libertad.<br />
<br />
Que retumbó en nuestros valles<br />
<br />
Y en las selvas ignotas,<br />
<br />
Triunfe su ritmo sonoro con rumor de tempestad,<br />
<br />
Noble lengua del decoro del amor y la verdad."<br />
<br />
<br />
<b>14. LOS FILIPINOS DE ORIGEN CHINO ADOPTAN EL ESPAÑOL COMO SU LENGUA MATERNA</b><br />
<br />
Por otro lado, el memorándum-informe sometido por Don Carlos Palanca a la "Schurmann Commission" de 1906 señala que:<br />
<br />
"…fuera de las ocho (8) provincias tagalas a quienes describe como de habla-española, todavía viven otras ocho (8) provincias más, fuera de aquéllas, que son igualmente de habla española." (Tomado de Tulay (Puente), semanario de la comunidad china de Manila, en su edición del 19 de abril de 1997, en un artículo escrito por el investigador é historiador Pío Andrade.).<br />
<br />
"Además de estas dieciséis provincias de habla-española, añade el mencionado artículo de Tulay, Don Carlos Palanca nos señala a cinco (5) otras provincias más donde "se habla poco el español".<br />
<br />
Los datos dados por Don Carlos Palanca fueron altamente considerados como de "mucho peso" por la Comisión Investigadora y Legislativa de Schurmann porque venían del chino cristiano más rico de las islas y que encabezaba el poderoso Gremio de Comerciantes Chinos Cristianos que, a su vez, tenía al día todos los datos pertinentes al mercado local que servía. De hecho, las actas de ese Gremio hasta 1930 están escritas en español.<br />
<br />
El mismo autor, Pío Andrade, hijo, en otro artículo suyo, más reciente, y en la misma revista que sirve de vocero de la comunidad china de Filipinas, demuestra que el idioma español fue la lengua materna de muchos chinos que tras bautizarse católicos y hacerse súbditos españoles por su residencia en Filipinas, se hicieron, a la larga, tan filipinos como los indígenas de origen malayo. Escribe el Sr. Andrade:<br />
<br />
“Otro dato importante es el papel desempeñado por el idioma español en la asimilación de los emigrantes chinos a la sociedad filipina. Los emigrantes chinos, a la vuelta del siglo pasado, llegaban a cien mil (100,000) en todas las Islas Filipinas y todos hablaban español en varios grados de proficiencia. Hoy diá, por más extraño que parezca, el último bastión de lo que queda de lengua española en Filipinas la constituyen los filipinos de origen chino cristiano, teniendo como curiosa excepción a los que son descendientes de españoles como los Padilla Zóbel de Ayala que mantenían hasta hace poco el Premio Zóbel de Hispanidad fundado por su abuelo, Don Enrique Zóbel de Ayala.”<br />
<br />
<br />
<b>15. ‘ASIMILACIÓN BENEVOLENTE" Y UN TAL JOHN EARLY STEVENS</b><br />
<br />
Un misionero Protestante de Estados Unidos, John Early Stevens en su libro titulado "<i>Yesterdays in the Philippines</i>”, (Días de ayer en Filipinas) 1899, escribe con derición, si no con envidia sobre el idioma español en Filipinas "estando en todas partes" ("<i>being everywhere</i>"). En la página 11 de su mencionado libro, nos dice con cierto aire de desdén:<br />
<br />
"Spanish, of course, is the court and commercial language and, except among the uneducated native who have a lingo of their own or among the few members of the Anglo-Saxon colony, it (Spanish) has a monopoly everywhere. No one can really get on without it, and even the Chinese come in with their peculiar pidgin variety. (Page 11, Op. sit.).<br />
<br />
"El español, desde luego, es el idioma de la corte y del comercio y, salvo entre los de ninguna educación entre los nativos que tiene su propio "lingo" o entre los pocos miembros de la colonia anglosajona, este idioma tiene el monopolio en todas partes. Nadie puede verdaderamente vivir sin él; y, hasta los chinos vienen con su peculiar variedad vernacular ".<br />
<br />
John Early Stevens se encuentra desde luego en una Manila derrotada y como miembro de la casta victoriosa de los WASP usenses que destruyó, tras robarla sus reservas en oro y plata valoradas en más de cien billones de dólares usenses, a la República de Filipinas de 1896-98, el mencionado Mr. Early Stevens se permite demostrar su racismo y su "<i>bigotry</i>" o intolerancia y muy petulante y muy arrogantemente escribir la siguiente ofensa a las razas existentes dentro del marco filipino con las siguientes palabras:<br />
<br />
"As to population, Manila , in the larger sense, may hold 350,000 souls, besides a few dogs. Of the lot, call 50,000 Chinese, 5,000 Spaniards, 150 Germans, 90 English and 4 Americans. The rest are natives or half-castes of the Malay type whose blood runs in all mixtures of Chinese, Spanish and what not proportions, and, whose Chinese eyes, flat noses and high cheek-bones are queer accompaniments to their Spanish accents. Thus, the majority of the souls in Manila, ---like the dogs---, are mongrels, or mestizos, as the word is, and the saying goes that happy is the man who knows his own father."<br />
<br />
"En cuanto a población, Manila , en el sentido más grande, tendría como unas 350,000 almas , ---además de unos cuantos perros. De este lote, llamemos 50,000 chinos, 5,000 españoles, 150 alemanes, 90 ingleses y cuatro estadounidenses.<br />
<br />
"El resto son nativos o de media casta del tipo malayo cuya sangre corre en todas las mezclas del chino, del español y en lo que no se sabe qué proporciones, y que, cuyos ojos chinos, narices aplastadas y altos pómulos son estrafalarios acompañamientos a sus acentos españoles. Así, la mayoría de las almas de Manila --- como los perros--- son "mongrel" o mestizos, tal como es la palabra, y como el decir nos recuerda que cuan feliz es el hombre que conozca a su padre…"<br />
<br />
Ninguno de los cronistas españoles que han escrito sobre los habitantes de estas islas, entre 1521 y 1898, han escrito de Manila tan "graciosa", como irresponsablemente sobre los filipinos en general. Esta imagen racista, dada por este sectario WASP usense, de los filipinos bien pudiera ser la razón por el que los invasores WASP usenses no vacilaron en cometer una serie de genocidios, además de cometer toda clase de atrocidades, en contra de los mismos filipinos, sea a nivel individual o a nivel colectivo.<br />
<br />
Lo que es odioso es que todavía tenemos a unos "historiadores" en inglés que muy fácilmente atribuyen a los misioneros y bienhechores españoles las atrocidades y el genocidio que precisamente cometieron los WASP usenses.<br />
<br />
Y éstos hasta nos hablan de una supuesta, por inexistente, "asimilación benevolente". Bien pudiera haber habido una "asimilación benevolente" por parte de los WASP usenses si Filipinas hubiese sido admitida como un Estado más de la U.S.A. y si todos los filipinos hubiesen sido convertidos en ciudadanos estadounidenses (<i>American citizens</i>) en la misma manera y forma en que fueron, dichos filipinos, convertidos en ciudadanos, o súbditos, españoles en 1599 cuando sus reyes indígenas aceptaron al Rey de España como su soberano natural".<br />
<br />
<br />
<b>16. EL INFORME FORD DE 1916 DESMIENTE LA CIFRA DEL 10% DEL CENSO DE 1903-05</b><br />
<br />
Otra fuente reveladora de la extensión nacional en que se utilizaba el idioma español en Filipinas es el Informe de Henry Ford de 1916 al Presidente Woodrow Wilson de Estados Unidos.<br />
<br />
Aunque el Censo de 1903, preparado por el gobierno de ocupación usense, dio a entender que el idioma español "lo hablaría tan solamente el diez (10) por ciento de los filipinos", el citado Informe de Ford nos lo desmiente con sus observaciones. Dice:<br />
<br />
"Hay, sin embargo, otro aspecto en este caso que se debe considerar. Este aspecto se me presentó a mi mismo cuando yo iba viajando por las islas, usando el transporte ordinario y mezclándome con toda clase de gente de todas las condiciones"<br />
<br />
"Aunque a base de estadísticas escolares se hace la declaración de que son más (numerosos) los filipinos que hablan inglés frente a cualquier otro lenguaje, nadie ha de estar de acuerdo con esta declaración si ha de depender del testimonio de lo que le llega al oído."<br />
<br />
"En todas partes el español es el idioma del negocio y del intercambio social. Para que cualquiera pueda conseguir una pronta atención de quienes sea, el español resulta ser más útil que el inglés".<br />
<br />
"Y fuera de Manila , es casi indispensable. Los Americanos que viajan por todas las islas lo usan de costumbre". (<i>The Ford Report of 1916. #3. The Use of English. Pages 365-366.Op.cit.</i> )<br />
<br />
<br />
<b>17. EL ESPAÑOL ES LA LENGUA DE LA POLÍTICA, EL COMERCIO Y LA SOCIEDAD EN FILIPINAS</b><br />
<br />
Como ya lo hemos señalado con las observaciones, en 1908, del Director de Educación, Mr. Barrows, la preponderancia del español en Filipinas seguía<br />
<br />
alarmando a los WASP usenses puesto que su agenda, de tiránicamente imponer el idioma inglés sobre el pueblo filipino, corría el peligro de fracasar.<br />
<br />
Bien seguros estaban de imponer el inglés en sólo diez años más a partir de 1916, año en que también se aprobó la supuesta ley Jones de independencia para Filipinas. Pero, es el mismo Henry Ford, el que, en 1916, dio la segunda voz de alarma. Y la dio en los siguientes términos.<br />
<br />
"Mientras tanto, el uso del español, en vez de disminuir ante la propagación del Inglés, parece expandirse por su propia cuenta. Este hecho ha merecido la atención oficial. El informe del Director de Educación para el año 1908 dice en su página 9 lo que sigue:<br />
<br />
"El español continúa siendo la lengua más prominente e importante hablada en los círculos políticos, periodísticos y comerciales. El inglés tiene rivales activos como el lenguaje de intercambio y de instrucción. Es igualmente probable que ha ocurrido una disminución de interés por parte de la población adulta de aprender el idioma inglés."<br />
<br />
Ese prurito de forzar el idioma inglés sobre los filipinos, so pretexto de un progreso rodeado de vaguedades, es nada más que una de tantas síntomas del racismo que afligen a los anglosajones protestantes que también quieren explotar económicamente a los que miran como gentes excluidas del favor de Dios.<br />
<br />
<br />
<b>18. LA PRENSA FILIPINA ESTÁ EN ESPAÑOL Y NO EN INGLÉS</b><br />
<br />
Las quejas en contra de la popularidad del idioma español en Filipinas venían una tras otra por parte de la citada autoridad "educativa" empeñada en nada más que en la imposición del inglés para fines de explotación económica.<br />
<br />
"Creo que es un hecho el que mucha más gente ahora conoce más el idioma español que cuando nosotros, los norteamericanos zarpamos a estas islas y consumamos su ocupación…".<br />
<br />
"La demanda general de los despachadores es que sepan el inglés y el español."<br />
<br />
"A través del gran aumento en número y circulación de diarios y periódicos, hay mucha más lectura ahora en español que antes…".<br />
<br />
"Hay un significado inconfundible en el hecho de que en todas estas islas no exista un periódico filipino publicado en inglés. Todos los periódicos indígenas se publican en español y en el vernáculo. La Vanguardia, el diario de Manila de mayor circulación, tiene su sección en español y su sección en el vernáculo y la mayoría de los periódicos isleños siguen esta práctica. La <i>Philippine Free Press</i>, el periódico de más circulación bajo control norteamericano se publica en inglés y en español y todo el resto de los periódicos norteamericanos usan el español en conjunción con el inglés. El único periódico puramente bajo control filipino que también usa el inglés es el órgano revolucionario <i>The Philippine Republic</i> que se publica en Hong Kong . Está en inglés y en español siendo su meta llegar a lectores norteamericanos en su interés de fomentar la independencia filipina".<br />
<br />
<br />
<b>19. EL GENOCIDIO COMO POLÍTICA</b><br />
<br />
El informe del Director de Educación en 1908 atribuye la rémora, en la propagación del inglés, a la acción del gobierno de extender el tiempo durante el cual se siga permitiendo el uso del español en los documentos oficiales. Continúa diciendo el Ford Report :<br />
<br />
"….la fecha fijada para que el inglés sea la lengua de los tribunales fue aplazada hasta el 1 de enero de 1911. Esta acción, aunque recomendada por el hecho de que un mayor número de jueces y abogados quedan insuficientemente entrenados en inglés, ha tenido un efecto desventurado sobre la confianza pública en la adopción final del inglés como la lengua oficial del gobierno".<br />
<br />
Sin embargo, el Director de Educación expresa la creencia de que la ascendencia del español era tan solamente temporaria. Dijo:<br />
<br />
"La nueva generación, que se impondrá en los asuntos de estas islas dentro de diez años más, no va a usar el español para sus propósitos de ordinario y su influencia será decisiva. El español cesará de ser la lengua de los tribunales el 1 de enero de 1911. Está rápidamente cesando como medio de la correspondencia administrativa. Es probable que tardará más aun su uso oficial como la lengua de los legisladores".<br />
<br />
Pero el vaticinio sobre la desaparición proyectada del idioma español en Filipinas no se cumplía a pesar de tantos años de trabajo y dinero invertidos en su contra. Es por eso que Mr. Ford nos lo señala en los siguientes términos:<br />
<br />
"Esto (la desaparición del idioma español) se dijo hace cinco años, pero los sucesos desde aquella fecha no se han cumplido con estos vaticinios. El uso del español como lengua oficial se ha extendido hasta el 1 de enero de 1920. Su uso general parece expandirse más aun".<br />
<br />
La persistencia del español como lengua filipina no podía desaparecer mientras la paz permitía la normal sucesión de las generaciones filipinas. Se tenía que tomar una medida violenta. Y esa medida violenta se tomó mediante los sangrientos masacres llevados a cabo con disimulo so pretexto de una guerra o una revolución creada por la misma potencia WASP usense.<br />
<br />
<br />
<b>20. ADQUISICIÓN MÁS FÁCIL DEL ESPAÑOL POR PARTE DEL INDÍGENA FILIPINO</b><br />
<br />
Henry Ford muy claramente observó que los indígenas filipinos estaban predispuestos a fácil y rápidamente adquirir el español por encima del inglés que es más difícil para ellos por ser un idioma anti-fonético. Dice Mr. Ford:<br />
<br />
"Los indígenas lo adquieren como una lengua viva. Lo oyen de gente que acaudilla a la comunidad y su oído está acostumbrado a su pronunciación.<br />
<br />
"Por otro lado, este pueblo está prácticamente sin la menor base fonética de adquirir el inglés y el resultado es que lo aprenden como un lenguaje de los libros en vez de aprenderlo como un idioma vivo. El inglés queda valorado como una cualificación importante para ganarse un empleo, particularmente en el servició del gobierno, pero es cierto que hasta la fecha no demuestra la menor tendencia de haberse impuesto por encima del español o del vernáculo de uso común". (OP. Cit.).<br />
<br />
Uno de los importantes aspectos del Ford Report, es la obvia desesperación por parte de los WASP usenses ante el continuado uso oficial del idioma español en Filipinas amén de su influencia de raíz en las lenguas indígenas de Filipinas, en el idioma tagalo sobretodo.<br />
<br />
Esa desesperación es la razón tras los siguientes pasos "legales" que tomaron en contra del idioma español en estas islas. a costa del progreso de las futuras generaciones de filipinos que después de forzárseles el inglés, a costa del mismo dinero que contribuyen a su República Filipina, ni lo hablan bien ni lo escriben con corrección. Y cuando esos pasos "legales" fracasan, no vacilan, dichos WASP usenses y sus lacayos ‘pinoyes’, en recurrir al genocidio como se va viendo en otros casos, y sucesos, donde la intervención WASP usense cobra un papel de asesino principal.<br />
<br />
<br />
<b>21. VICENTE BLASCO IBÁÑEZ EN 1924</b><br />
<br />
El novelista más leído de aquel tiempo era el español Don Vicente Blasco Ibáñez. La mayoría de sus novelas fueron traducidas al inglés y producidas en forma de exitosas películas de Holliwood como "Los Cuatro Ginetes del Apocalipsis" cuyo primer protagonista fue el ídolo del público norteamericano, Rodolfo Valentino.<br />
<br />
En 1924 Don Vicente pasó por Filipinas mientras hacía un viaje alrededor del mundo. Al llegar a Manila fue muy calurosamente recibido por ambos el gobierno usense aquí y el subyugado pueblo filipino.<br />
<br />
Hasta la Legislatura Filipina encabezada por Quézon y Osmeña, le recibieron con honores a Don Vicente durante una sesión plenaria de dicha legislatura a la que el novelista dirigió unas palabras.<br />
<br />
Don Vicente dió dos o tres conferencias, una en la Universidad Estatal de Filipinas (UP) y otra en la Escuela Normal de Filipinas fundada durante el tiempo español (PNC). En una de sus conferencias, Don Vicente Blasco Ibáñez dijo: "y os encuentro especialmente a todos vosotros, hijos de las Islas Filipinas, que verdaderamente me habéis sorprendido, porque yo, al llegar a este país me imaginé que únicamente me encontraría con algunos intelectuales que hablarían el español, que conservarían el recuerdo del idioma español, Y ME HE ENCONTRADO CON UN PUEBLO CULTO, con un pueblo vigoroso, con un pueblo que tiene derecho a una vida amplia, inmensa, Y COMO SÍMBOLO ESPIRITUAL DE SU PERSONALIDAD, EMPLEA EL IDIOMA DE ESPAÑA, IDIOMA DE SUS PADRES, EL IDIOMA DE LA CIVILIZACIÓN EUROPEA QUE VINO AQUÍ POR PRIMERA VEZ."<br />
<br />
(Vide el libro "Vicente Blasco Ibáñez en Manila" por José Hernández Gavira, Imprenta The Times Press, 1924, Manila.)<br />
<br />
<br />
<b>22. FORZANDO EL INGLÉS CON UNA SERIE DE LEYES</b><br />
<br />
NEO-COLONIALES<br />
<br />
Sigue diciendo el Ford Report.: "El archivo sobre la acción oficial en cuanto al idioma demuestra una serie de pasos de rendición frente al continuado uso del español ante el estres, o el apuro, de la necesidad. La intención original fue imponer la rápida substitución del inglés.<br />
<br />
"La ley No. 190 de la Comisión tenía provisto que el inglés debe imponerse como la lengua oficial de todos los tribunales y todos sus archivos después del 1 de enero de 1906. La ley No. 1427 extendió ese tiempo al 1 de enero de 1911.<br />
<br />
"La Ley No. 1946 extendió otra vez ese tiempo a enero 1 de 1913.<br />
<br />
Por Orden Ejecutiva No. 44, fechada 8 de agosto de 1912, el requisito legal fue enmendado y terminó siendo nada más que una expresión de preferencia por el inglés. Este documento instructivo se incluye aquí como el Anejo B. "La imposibilidad de sustituir el español con el inglés en el proceso judicial y en los gobiernos provincial y municipal es de tal índole que aun queda la probabilidad de que aunque se declare oficial el idioma inglés el 1 de enero de 1913, el español ha de continuar usándose por connivencia oficial".<br />
<br />
"Esta situación anormal tampoco fue terminada por una ley pasada el 11 de febrero de 1913. Esta ley tiene provisto que mientras el inglés es la lengua oficial, el español también será una lengua oficial hasta el 1 de enero de 1920. (Vea el Anejo C)".<br />
<br />
"No existe ninguna perspectiva en el tiempo actual que nos indique que el español pueda ser descartado en 1920 o en otro año futuro ya que, por lo visto, su puesto como lengua oficial queda aseguradamente establecido. " (<i>Ford Report of 1916, #4. Increasing the use of Spanish, páginas 366 y 368; #5. Legislation as to Language. Páginas 368-369, Op. Cit.</i>).<br />
<br />
<br />
<b>23. EL GOBIERNO COLONIAL WASP USENSE SE ENTREGA A "UNA CASTELLANOFOBIA OFICIAL"</b><br />
<br />
No pudiendo suprimir el uso oficial y nacional del idioma español en Filipinas, tal como lo tenían proyectado los invasores WASP usenses, su gobierno colonial y de ocupación, persiguió directamente el uso filipino de este idioma de forma indecorosa, irracional, arbitraria, tiránica é injusta.<br />
<br />
Ante esa escandalosa persecución genocida, la prensa filipina en español reaccionó debidamente. El escritor Ímprogo Salcedo, en un editorial del diario manileño LA OPINIÓN escribió lo que sigue el 2 de septiembre de 1916:<br />
<br />
“No sabemos qué grado de sinceridad o buena fe tienen esos profetas castellanófobos, ni nos compete averiguar qué alcance y penetración tiene su visión escrutadora. Lo que sí sabemos y debe saber todo el mundo a ciencia cierta, (porque a voz de cuello lo vienen pregonando los hechos), es que cada día arraiga más hondo el castellano entre nosotros y acrecen más en proporción las multitudes que lo hablan y cultivan con rendido amor”.<br />
<br />
"Parece que a cada tentativa de ahogarlo respondiera una reacción correspondiente en sentido de vigorizarlo aún más”.<br />
<br />
"Ello podrá ser plausible o no: es cuestión puramente de prisma personal de la que no queremos hoy ocuparnos; ---pero ya es un hecho evidente que hay que reconocer. Cada día es mayor el número de alumnos que se gradúan en centros docentes en que el castellano es la lengua predominante. Las anuales convocatorias para exámenes de abogados, viene demostrando que cada año aumenta abrumadoramente el número de examinandos que no hablan más que castellano: en la convocatoria de este año, de los 400 y tantos que se examinaron, solamente unos 30 lo hicieron en inglés”.<br />
<br />
"¿No demuestra todo esto que el castellano, a pesar de los grandes y poderosos estímulos que de continuo y sin tasa brinda el gobierno en favor del inglés, se abre paso entre nosotros más expeditivamente que este idioma?”.<br />
<br />
"Y sin embargo, no queriendo plegarse a la realidad de los hechos, el gobierno arrecia más cada día su campaña en contra del castellano. La última manifestación morbosa de esta castellanofobia ---llamémoslo así--- es la reciente medida decretada por la oficina de Instrucción Pública haciendo obligatorio en los colegios de Derecho el uso de textos en inglés de tratadistas americanos".<br />
<br />
En otro editorial del mismo periódico fechada 2 de diciembre de 1916, el mismo escritor filipino escribe:<br />
<br />
"La castellanofobia oficial va en auge constante. Es ya cosa sin remedio, desgraciadamente, la guerra a muerte declarada por la actual administración ---que en este particular parece sobrepujar a cuantas le precedieron --- contra el odiado, desvalido idioma castellano”.<br />
<br />
"No, no es verdad que el castellano sea el idioma de la generación que se va y el inglés de la que viene. No son tan solo nuestros viejos los que por rutina o egoísmo se aferran al castellano, como hiedra que al derruido muro se abraza. Gran parte de nuestra juventud, una inmensa mayoría de ella insiste gallardamente en cultivar el castellano con preferencia sobre el inglés”.<br />
<br />
“Jóvenes son la mayoría de los miembros de la Cámara de representantes, y ninguno de ellos se expresa en inglés. Jóvenes son, están en la flor de la juventud, casi todos los que de año en año vienen habilitándose ante la Corte Suprema para el ejercicio de la abogacía en las Islas, y de ellos el noventa por ciento no habla más que el castellano. ¿Donde está aquí el divorcio entre el castellano y la juventud?”<br />
<br />
"Si porque una parte de la juventud intelectual filipina habla y piensa en inglés, se ha de seguir de ahí que el porvenir es para ese idioma, es porque se cree que la otra parte que piensa y habla en lengua española no merece el calificativo de intelectual o es su intelectualismo inferior en calidad. Y esta espantosa patraña es, cabalmente, lo que todavía no se ha podido demostrar”.<br />
<br />
<br />
<b>24. DISCRIMINACIÓN OFICIAL CONTRA LOS FILIPINOS</b><br />
<br />
DE HABLA-HISPANA<br />
<br />
El gobierno de ocupación WASP usense no solamente hizo una mentirosa propaganda denigrante en contra del valor práctico y uso lícito del idioma español por parte de los filipinos de las primeras dos décadas de 1900, sino que puso en marcha una discriminación oficial en contra de éstos en el terreno del trabajo y de la oportunidad económica dentro del mismo territorio de los filipinos.<br />
<br />
En otro editorial titulado "Favoritismos Injustos" de LA OPINIÓN de Manila con fecha 16 de septiembre de 1916, el mismo escritor Don Ímprogo Salcedo dijo:<br />
<br />
"…queremos ser explícitos de una vez (por todas) y hemos de decir sin tapujos, cual cumple a una convicción sincera x x x x x que nosotros creemos sinceramente que el Gobierno (de ocupación colonial WASP usense en Filipinas) obra mal-aconsejadamente y con bien poca equidad al presuponer que los jóvenes procedentes de las escuelas oficiales (las "<i>public school</i>") tuviesen el monopolio del saber y la capacidad”.<br />
<br />
"Sale un graduado de la Universidad oficial (la <i>University of the Philippines</i> fundada en 1908) … y todo es aliciente y protección para el tal graduando, aunque sus títulos de mérito no fuesen cosa del otro jueves”.<br />
<br />
"Mas fijaos en el contraste: un poseedor de título académico en castellano, así se consuma en afanar sin tregua, y no importa que sus méritos sean sostenibles é indiscutibles, gracias si podrá conseguir, tal vez que otra, alguna breve atención oficial”.<br />
<br />
"La injusticia es notoria, sin que la suavice su carácter involuntario. Y es brutal, deprimente el contraste a que da margen. Las más nimias perogrulladas, los decires de segunda mano, exhibiéndose en arreo sajón, pasan por brillantes flores de cerebración intensa”.<br />
<br />
"Mas haced en castellano, ---sobretodo en castellano "verdad"--- las más originales sutilezas del pensamiento, los más soberbios alardes de la virilidad cerebral ….. y veréis formarse un vacío gubernamental en vuestro derredor”.<br />
<br />
"Y es que ya sólo se tolera el castellano en los hombres de nuestra política. Y aun éstos mismos tienen que prestar vasallaje al imperio omnímodo del inglés, farfullando, bien o mal, frases hechas al uso corriente…”<br />
<br />
"Téngase bien presente que todo cuanto América haga en reconocimiento de nuestra capacidad, es un homenaje que indirectamente hace a España por cuanto es España la que nos ha dado esa capacidad". (Vide el libro: "Por el Idioma y La Cultura Hispanos", PP.102, 103 Tip. Linotype de Santo Tomás (UST), Manila, 1917.)<br />
<br />
Es casi prolijo añadir más comentarios a lo que el escritor Ímprogo Salcedo escribe en 1916 como testigo ocular y objeto de tan tiránica y sectaria persecución gubernamental en contra del originario filipino haciendo uso de su lengua originaria en su propio país.<br />
<br />
Lo que sí podemos añadir es que aquella persecución gubernamental en contra del castellano en Filipinas se está ahora haciendo en contra del idioma nacional filipino, el tagalo, y en contra de los otros idiomas nativos como el cebuano, el ylongo, el ilocano, el bicolano, etcétera, para que tan solamente en inglés se expresen los que nacen hablando estos otros idiomas nativos que, en el pasado, han convivido por casi cuatro siglos en armonía con el idioma español.<br />
<br />
Las circunstancias que se desprenden en torno del empeño WASP usense de borrar por completo el idioma español en Filipinas no se ha limitado, por cierto, a las persecuciones y discriminaciones oficiales que testimonian los Ímprogo Salcedo. Han llegado al extremo de asesinar y matar, de forma indirecta desde luego, a comunidades filipinas por el mero hecho de ser de habla hispana, como lo ocurrido en 1944 a los residentes de Intramuros de Manila , del arrabal de La Ermita y otras partes de Filipinas. En fin, lo que es sencillamente un genocidio.<br />
<br />
<br />
<b>25. LOS DES-EDUCADOS EN INGLÉS FUERON DENOMINADOS COMO "EX-FILIPINOS" POR SUS MAYORES</b><br />
<br />
Un editorial de ‘El Comercio" de 1924 califica de "ex-filipinos" a ciertos individuos de una minoría que subsirvientes demandaban la imposición forzosa del idioma inglés como el único oficial del país.<br />
<br />
El aludido periódico, representante como era de los filipinos que, como Rizal, Del Pilar y Mabini, hablaban y escribían en español, rotundamente condenaron, a los referidos individuos como "ex-filipinos" en la misma manera, más o menos, en que los activistas de nuestros días los condenarían como una manada de "perros del WASP usense" (mga tutâ ng Kanô) puesto que, a pesar de lo que les recomendó Blasco Ibáñez, en aquel momento, prefirieron la degradación y la miseria por encima del honor y de la prosperidad y de la libertad de su propia Patria. Dice aquel editorial:<br />
<br />
"Y ahora que Blasco Ibáñez se ha ido, ahora que la duda que abrigábamos sobre su españolismo se ha desvanecido para siempre, ahora que tenemos la solemne promesa de que su pluma está al servicio de Filipinas, algunos ex-filipinos, renegando de su pasado y de su historia, en estos precisos momentos históricos, y atacados de rinderpest mental, vuelven a pedir, -----y en estos momentos, repetimos, de gloria para España y Filipinas,-- -- la implantación del inglés, entiéndase bien, como único lenguaje oficial de Filipinas que habla, y habló, el castellano durante tres centurias, y cuya constitución como pueblo también se halla escrita en castellano”.<br />
<br />
"La historia de nuestra indignidad como pueblo está escrita. No. De nosotros no protestamos. Protestamos en contra de esa generación insuficiente que pretende ser superior a la civilización hispana. Y, ¿por qué méritos? Por su audacia y su ignorancia amen de su cobardía!".<br />
<br />
"Hablad en inglés ---dijo Blasco Ibáñez ---. Es un idioma mundial. Pero hablad también en español que es otro idioma mundial".<br />
<br />
"Si el filipino olvidase el español, sería semejante al soldado que dispusiera de un magnífico fusil de repetición, de tiro larguísimo, y lo arrojase al suelo prefiriendo mejor un arcabuz más corto”.<br />
<br />
(ESCRIPTUM EST, editorial de "El Comercio" de Manila, 18 de enero de 1924)<br />
<br />
Pero la agenda de borrar el español no conoce límites. Y esa misma agenda se ha vuelto ahora en contra del idioma tagalo como la base que es del idioma nacional, el Filipino.<br />
<br />
El inglés demuestra ser un idioma tan pobre y tan débil, por anti-fonético é inconsistente, que no puede convivir con ninguna otra lengua por mucho tiempo. Y más cuando esa otra lengua es fonética y más fácil como lo es el español o el tagalo. Es tan débil y tan pobre el idioma inglés que para sobrevivir se tienen antes que matar adrede a las otras lenguas con las cuales no puede convivir ni competir. Es por eso que la agenda por el inglés se reduce a un implacable genocidio dentro de Filipinas.<br />
<br />
<br />
<b>26. LEYES FILIPINAS POR EL ESPAÑOL</b><br />
<br />
La supuesta ocupación WASP usense de Filipinas terminó en 4 de julio de 1946. La independencia filipina de los Estados Unidos se dio como una realidad. Pero cuando los legisladores filipinos de los años cincuenta pensaron que eran verdaderamente libres, como para pasar leyes a favor de la pervivencia en estas islas del idioma español, empezaron a percatarse que el “amo colonizador” aun no se ha marchado del todo de Filipinas. De todos modos, la legislatura filipina, creyéndose independiente de EE.UU., pasó en 1957 la “ley Magalona de Doce unidades” incluyendo, como asignatura regular, al idioma español en el programa general de estudios universitarios. Después de todo, el existente sistema educativo está pagado por los impuestos filipinos, y no por los colonialistas WASP usenses. Sin embargo, éstos, con sus lacayos locales, objetaron enérgicamente. Arguyeron, de forma poco convincente, que el español en Filipinas “no debe ser una lengua legislada" porque, según ellos, “vulneraba los derechos del estudiante que paga por su educación”.<br />
<br />
Se les replicó, desde luego, que “es precisamente la lengua inglesa la que es la lengua legislada en Filipinas” y no el idioma español. Y está bien demostrado que es el inglés el que vulnera los derechos del estudiante en su propia cultura, en su propia historia y en su propia lengua nacional. Pues es un hecho innegable además que es el invasor WASP usense el que a la fuerza impuso el inglés como una estrategia militar de dominio sobre las incautas nuevas generaciones de filipinos. Además de las “armas bélicas” para forzar en Filipinas el idioma inglés, vinieron luego una serie de leyes unilaterales para conseguir ese mismo fin sin el verdadero consentimiento del pueblo filipino. Por lo tanto, los favorecedores del idioma inglés no tienen el menor derecho de reclamar, ni protestar en lo mínimo, si la ahora independiente Legislatura Filipina aprueba por voluntad propia unas leyes del Senador Enrique Magalona (1957) y del Diputado Miguel Cuenco (1960), incluyendo al idioma español como una mera asignatura regular en el programa general de estudios universitarios a costa del erario filipino. Se les recordó además en dicha réplica que las leyes filipinas a favor del idioma español fueron aprobadas unánimemente por la Legislatura y libremente refrendadas por el Presidente Elpidio Quirino y el Presidente Carlos P. García de aquellos tiempos. Pero estas razones, arrancadas de la sinceridad, no las quisieron considerar como válidas los intervencionistas WASP usenses que se agitaron. Y, como las leyes en favor del idioma español ya estaban aprobadas, los intervencionistas decidieron trabajar en contra de dichas medidas pro-lengua española, desde la sombra con la colaboración de sus muchos lacayos que se encontraban infiltrados en las esferas de la educación. Se formularon desde aquel día, un programa de campaña con el fin de abolir dichas leyes de español. Para empezar, prepararon el terreno camino al sabotaje, en el terreno de la implementación, o de la ejecución, de la actual enseñanza regular del español en las designadas aulas.<br />
<br />
Como no podían bloquear el suministro de fondos oficiales para la implementación de dichas leyes, montaron una propaganda antiespañola enderezada a desanimar a los estudiantes y desmoralizar a los maestros y profesores filipinos de español, tildándoles indignamente “como agentes de “un oscuro colonialismo”. Una brigada de hispanófobos se formó para escribir cartas a la prena denunciando como indeseable dicha enseñanza a cada apertura de cada semestre escolar. En una concentración estudiantil encabezada por el diputado protestante, Vincenzo Sagún, se pusieron en alto pancartas que decían<br />
<br />
“to hell with Spanish!” (¡al infierno con el idioma español!)<br />
<br />
Ante esas medidas indignas, los denominados “hispanistas filipinos” se fueron enterando de la existencia de “los sectarios WASP usenses” infiltrados en el Departamento de Educación de una Filipinas supuestamente soberana e independiente a legislar, o no, por un idioma que es la de los fundadores del Estado Filipino, de la Primera República de Filipinas, de su primera ley orgánica, de sus primeros libros y de sus héroes nacionales como José Rizal, Andres Bonifacio y Apolinario Mabini. Desde luego que muchos católicos filipinos empezaron a entender que son los Protestantes usense, como locales, que, por anticatólicos y antifilipinos, no querían que el español permaneciera ni siquiera como una mera asignatura regular en el programa general de estudios del sistema educativo pagado por contribuyentes filipinos, la mayoría de los cuales son católicos.<br />
<br />
La prensa local en inglés que daba paso a dichos ataques también publicaba artículos sobre los excesos españoles durante un régimen pasado de casi cuatro siglos. Los “hispanistas filipinos”, amén de los que no se proclamaban como tales por ser meros nacionalistas, no tardaron en igualmente darse cuenta que la prensa filipina en inglés es, nada más que otra instrumentalidad colonial controlada por los anuncios de compañías transnacionales, y locales, que dependían de empréstitos y de capital norteamericanos. En dichos ataques, todo lo que se repetía era la obvia mentira de que el idioma español en Filipinas es indeseable “porque todos los españoles e hispanos del mundo son malos” y que el idioma español “es, de por sí, inútil para todos los filipinos modernos”.<br />
<br />
Desde luego que la mayoría de los estudiantes filipinos de aquellos años ya eran unos pobres despistados por su <i>mis-education</i>, o “des-educación”, en inglés. Pues no sabían, según las encuestas organizadas por los maestros filipinos de español (que se asociaron en una confederación nacional), nada de la verdadera historia de Filipinas, ni nada de su cultura autóctona, ni nada de su literatura nacional, ni nada de sus ciencias ni derechos indígenas. El mismo Departamento de Educación del gobierno, para asegurarse de su dañina americanización, les empujaba a dedicarse más a los deportes norteamericanos como el baloncesto (<i>basketball</i>), la lectura de revistas “modernas” y al patrocinio del cine americano, para su adelanto “intelectual” en inglés. Mimados por estos “programas educativos” buen número de los aludidos estudiantes fácilmente se convencían de lo indeseable que debieran ser las cuatro asignaturas de español para los que querían más tiempo para el deporte y el recreo.<br />
<br />
Además de este grupo de despistados, también se formaron en la hispanofobia otro grupo de estudiantes orientados mediante seminarios, y una serie de “teach-in” (orientaciones ideológicas), a desdeñar las asignaturas de español y de literatura filipina en esta misma lengua como pasos encaminados a reimponer en Filipinas “el feudalismo español”. Estas destructoras orientaciones fil-hispanófobas venían complementándose con las clases regulares de “historia filipina” y de “cívica” en donde se les envenenaba la mente a los estudiantes, desde la primaria hasta a la universidad, con cuentos fabricados sobre las supuestas atrocidades, abusos y crueldades de los frailes y gobernantes españoles en Filipinas “por casi cuatro siglos”.<br />
<br />
En resumidas cuentas, la leyenda negra anti-española, empezada en Inglaterra, Holanda y Estados Unidos desde los tiempos del Rey Enrique Octavo y su hija Elizabeth, se recicló en Filipinas desde el mismo Departamento de Instrucción pública y desde las aulas de la “<i>University of the Philippines</i>”, fundada en 1908 por colonialistas WASP usenses, consolidándose con la calumnia local en contra de “las doctrinas fabricadas de la Iglesia Católica de los frailes y administradores españoles”. Cuando dichas falsedades quedaban desvirtuadas por las atinadas réplicas de los “hispanistas filipinos”, los redactores de ciertos periódicos sostenidos por WASP usenses y sus seguidores, adrede omitían las verdades históricas que se presentaban, particularmente la que se trata sobre la obra española que inició el desarrollo hacia un solo Estado filipino la incorporación de las diferentes tribus indígenas y sus reinos dispersos mediante el establecimiento, dese 1571, de un gobierno central por el adelantado Miguel López de Legazpi, que es el fundador de Manila como cabecera de este Estado, amén del enriquecimiento del suelo isleño por la introducción de nuevas plantas agrícolas como el maíz, la patata, el cacao, el café, el maní, la casava y el camote, que ha solucionado el problema del hambre que antes había en este archipiélago de más de siete mil islas e islotes.<br />
<br />
Se inventaron condiciones negativas en estas islas bajo el dominio hispano, como la existencia de más de “cien revoluciones” para convencer a los jóvenes filipinos que los WASP usenses son sus verdaderos benefactores y los españoles sus enemigos. Y cuando se trataba de la revolución de 1896 y la casi pacífica capitulación española a los mismos filipinos, se escondían desde luego las atrocidades de la soldadesca WASP usense durante los años que duró la guerra que EE.UU. declaró en contra de la Primera República de Filipinas, bajo los Presidentes Emilio Aguinaldo y Macario Sacay, que costó la vida de casi dos millones de filipinos y la pérdida, por parte de dicha República, de su reserva en oro y plata valorada en más de mil millones de dólares usenses, confiscada por los invasores norteamericanos. Se ocultaba también el hecho de que bajo España, los filipinos han sido ciudadanos españoles mientras que bajo los norteamericanos WASP usenses, nunca se les aceptó como plenos ciudadanos norteamericanos.<br />
<br />
Sin embargo, a pesar del masivo “lavado de cerebro”, llevado a cabo de forma sistemática y persistente en todas las escuelas del país, una minoría filipina ha logrado salvar la verdad. Y es esta minoría filipina, mayoritariamente de habla hispana, la que se convence que el adversario WASP usense teme la pervivencia del idioma español en Filipinas porque sabe que este idioma es la clave de la verdadera libertad de los filipinos ante la injusta propaganda que se les perpetró tan indignamente desde 1900.<br />
<br />
Pero, la preponderancia de esta propaganda antihispana en los libros de historia, escritos en inglés, ha logrado, por oro lado, que los estudiantes de “cerebros lavados”, se dejasen utlizar, osada y astutamente, por los que apoyan el actual colonialismo “en inglés”, para que protesten en contra de las leyes a favor del idioma español. A base de esa repetida protesta, no solamente se consiguió que dichas leyes queden anuladas ab initio en el terreno de la ejecución sino abrogadas a la larga.<br />
<br />
Se han dado casos sobre estudiantes filipinos que fueron sobornados con dinero y fletados (hakot, en tagalo) para que salgan a la calle y se reúnan en alguna plaza a fin de formar “un parlamento de la calle” para fustigar mediante altavoces la enseñanza de un idioma que calificaban de “muerto” en todo el mundo. Los incautos estudiantes repetían como meros papagayos lo que se les dictaba de desde las juntas secretas que sus “patronos usenses” se organizaban. Y, como ya se ha demostrado repetidas veces por algunas denuncias publicadas en la prensa local, el espionaje WASP usense en Filipinas tanto se ha descubierto a si mismo en esta cuestión sobre la enseñanza de cuatro asignaturas de español que, ahora, los nacionalistas filipinos ya saben de lo extenso que es en realidad, en todos los ámbitos del actual gobierno filipino.<br />
<br />
Y el pueblo en general, también se ha enterado que el espionaje WASP usense tiene a numerosos secuaces filipinos, muchos de ellos políticos, que ya quedan identificados “como esbirros del actual colonialismo”, (mga tuta ng Kanó en tagalo) y como espías que han infiltrado casi todos los estamentos de la burocracia local, particularmente el Departamento de Educación, Cultura y Deportes (DECS).<br />
<br />
Es por eso que hasta unos doctores en filosofía, que declaraban al idioma español como un “idioma muerto” en el mundo, (cuando bien debieran saber que es la quinta parte de la tierra sobre el mar la que alberga a casi una veintena de repúblicas que hablan este idioma), han quedado desautorizados “como educadores de probidad” hasta nuestros días.<br />
<br />
Esta lucha WASP usense en contra de la mera enseñanza de cuatro o más asignaturas de español en Filipinas, duró desde 1950 hasta 1987. Y, sólo se obtuvo una tregua cuando subió al poder el Presidente Marcos y se quitaron las doce unidades de literatura y poesía filipinas en español. Las asignaturas de español siguieron intactas en el programa de estudios hasta que sobrevino la supuesta revolución EDSA contra el Presidente Ferdinand E. Marcos en 1986.<br />
<br />
El acróstico EDSA representa las iniciales del nombre de un académico filipino de la lengua española. Epifanio de los Santos , puesto como nombre de la avenida que circumvala lo que ahora es la Manila Metropolitana o, sencillamente, Metro-Manila, quedó vinculada a una revolución apócrifa de la que luego fue la “presienta Cory Aquino”. La Manila Metropolitana se compone de casi diez ciudades y varios municipios incorporados en lo que es la “National Capital Region” o la región cabecera de la República de Filipinas, y todo movimiento rebelde enderezado a deponer a un presidente filipino, como lo fue también el caso del Presidente Joseph Estrada Ejército, las masas sobornadas por el colonialismo WASP usense se concentra en una porción de esta referida avenida que ahora se llama EDSA.<br />
<br />
(EDSA significa “Epifanio De los Santos Avenue ”. La supuesta “revolución EDSA Uno”, ideada por el intervencionismo WASP usense, arranca del asesinato del Senador Benigno “Ninoy” Aquino en 1983; ----(ahora se dice que la cabeza pensante de dicho asesinato en pleno medio día y en pleno aeropuerto internacional de Manila, es la misma CIA, espionaje central usense)---Para callarle a su viuda, Corazón “Cory” Cojuangco Aquino, se la declaró “presidenta de Filipinas” a la par que se efectuaba la actual deposición del elegido Presidente Ferdinand Marcos mediante “su secuestro por militares WASP usenses en grandes helicópteros militares que lo llevaron a Hawaii donde luego falleció.)<br />
<br />
Además de mantener el status quo de las cuatro asignaturas de español en el programa universitario de estudios, el Presidente Marcos, para adelantar al país en el terreno de las economías, había tomado pasos decisivos para dar a las industrias del país una electricidad mucho más barata con una planta nuclear. Su objetivo era verdaderamente independizar a los filipinos de la férula monetaria y gasolinera de los Estados Unidos. Quedó de todos sabido que los “bancos internacionales” que controlan el crudo, la electricidad, el mercado de consumidores y el valor de la moneda filipina frente al dólar usense, representan el verdadero poder sobre Filipinas. El Presidente de Filipinas terminaba siendo, por lo general, un mero títere de los mandamases que representan los intereses económicos del aludido país colonizador so pretexto de “la globalización”.<br />
<br />
Por su relación a la pervivencia del idioma español en Filipinas, bien se puede decir que la cacareada “Revolución EDSA de 1983, 1986 y 1987” en contra del Presidente Ferdinand E. Marcos, no era nada más que un pretexto para consolidar “las bases” del colonialismo WASP usense sobre las economías y los recursos naturales del pueblo filipino.<br />
<br />
La supuesta “Revolución EDSA” se organizó para anular, nada más, los adelantos económicos y morales que el mencionado Marcos había logrado establecer durante su más bien benévola dictadura de veinte años. Acontece que esos adelantos económicos y morales chocaron inevitablemente en contra del costoso monopolio WASP usense sobre el crudo, la gasolina, el alimento, la industria del cine y la televisión, y el suministro de la electricidad y el agua potable. So pretexto de ese “choque” los tradicionales enemigos de la hispanidad filipina se valieron de las circunstancias para, de soslayo, dar al traste con lo poco de idioma español que les quedaba a los filipinos.<br />
<br />
Para asegurarse su “victoria en contra de Marcos y en contra del idioma español en Filipinas”, el espionaje WASP usense luego convenció, con posibles amenazas de destitución, a la inelecta é incauta Presidente Corazón “Cory” Aquino que nombre una comisión constituyente, en vez de permitir una convención constituyente elegida por el pueblo en general, para que se escribiera una nueva ley orgánica, o constitución, con miras de reemplazar a la que Marcos mandó escribir en 1971-73. Entre las cláusulas de esta nueva ley orgánica, la docencia como el status oficial del idioma español en Filipinas, quedaron suprimidos unilateralmente.<br />
<br />
Desde luego que otras provisiones y cláusulas de esta propuesta “Constitución Cory” vulneraban el derecho filipino a la autosuficiencia económica camino a la insdustrialización. Por inspiración WASP usense, esta misma “Constitución Cory” asegura que Filipinas siga siendo una economía del “<i>free trade</i>” (libre intercambio) a base de exportaciones de materias primas a Estados Unidos a cambio de siempre ser un mercado más para los productos completos de la industria WASP usense. Los conocedores de los defectos de esta ley orgánica de la inelecta Presidente Cory Aquino, se organizaron para frustrar su aprobación mediante un plebiscito nacional. Y resultaron numerosos sus opositores.<br />
<br />
Pero al ver que la aprobación de dicha “ley orgánica” corría el peligro de fracasar, tanto la inelecta Presidente Cory Cojuangco de Aquino, como los espías WASP usenses, utilizaron a ciertos miembros muy “americanizados” de la Jerarquía Católica del país, para formular una estrategia de campaña.<br />
<br />
Entre esos miembros de las órdenes religiosas “modernas” se escogió a un hermano FSC, presidente de la “<i>DE LA SALLE University</i>” de Manila, a fin de que trabaje para la aprobación de dicha “Constitución Cory” en el plebiscito por celebrar. Lo sorprendente es que aquel escogido FSC, poniendo aparte toda probidad religiosa, anunció a los estudiantes de la universidad que él dirigía, “que si votasen, “en el plebiscito venidero” por la propuesta ley orgánica de Cory Aquino, se librarían a la larga de la obligación de cursar cuatro asignaturas de español”.<br />
<br />
Desde luego que la propuesta, ley orgánica además de supuestamente librarles a los estudiantes de “la carga” que significaba las cuatro asignaturas de idioma español en el nivel universitario, contenía otra cláusa, o provisión escondida, por la que la citada Sra. Cory Aquino se vería “instalada ilegalmente como presidente de Filipinas por otros seis años más” en caso de verse aprobada su propuesta constitución en el citado plebisicto nacional. Desde luego que mediante actuales fraudes electorales, usuales en la cuenta de votos puestos por el electorado, la propuesta ley orgánica fue aprobada por encima de la propuesta de los más sensatos sectores del pueblo filipino.<br />
<br />
Así que mientras Cory Aquino permanecía por seis años más en el palacio presidencial de Malacañáng, la docencia como la oficialidad del idioma español en Filipinas quedaban totalmente suprimidas.<br />
<br />
Con la imposición de la hoy denominada “nefasta Cory Constitution”, al fin se consiguió el viejo sueño WASP usense de eliminar el idioma español de los colegios y tribunales de Filipinas. Con esa supresión se pensó que la posición del idioma inglés en estas islas ya quedaba asegurada permanentemente.<br />
<br />
Pero esa victoria sobre el idioma español no resultó, ni resulta, completa puesto que tras su colonial supresión como asignatura regular en 1987, lo que luego se vino identificando como una verdadera carga económica sobre los incautos estudiantes es la imposición de muchas más asignaturas de inglés, en todos los niveles de la educación "filipina", para luego tener a los graduados en un estado de analfabetismo funcional, ----pues la inmensa mayoría de los mismos, nunca llegan a dominar el inglés pasablemente bien como para usarlo utilitariamente. El inglés resulta ser un instrumento limitado para el desarrollo de la generalidad del pueblo filipino. Es un idioma elitista de unos pocos explotadores y modernos caciques con trazas de “gangster neoyorkino” . Para colmo de males, las nuevas generaciones de filipinos ni llegan a dominar, lo suficientemente bien, su propia lengua nacional como para usarlo oficialmente o literariamente como una alternativa al inglés obligatorio que se les impone a raja tabla.<br />
<br />
A raíz de esta dislocasión y confusión lenguísticas, los supuestamente escolarizados filipinos quedan usualmente desempleados a la postre y económicamente empobrecidos dentro de su propio país. No encuentran, en su inmensísima mayoría, el puesto de trabajo que se les promete aunque se diga que sepan el inglés. Por eso se les tiene ahora que exportar como ganado en el Medio Oriente, o en los vecinos países orientales, para servir de domésticos o de elementos de prostitución.<br />
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<b>27. TRAS SUPRIMIR LA OFICIALIDAD COMO LA DOCENCIA DEL IDIOMA ESPAÑOL, SE QUIERE AHORA IGUALMENTE SUPRIMIR AL IDIOMA TAGALO COMO AL IDIOMA CEBUANO.</b><br />
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La agenda lingüística, o “<i>the language agenda</i>”, de los invasores WASP usenses sobre Filipinas no se conforma, al parecer, con eliminar tan solamente el uso oficial del español. Para asegurarse la supuesta estabilidad del idioma inglés, se quiere ahora eliminar también al idioma tagalo juntamente con todas las lenguas principales de las islas, como el cebuano, porque de una forma u otra, representan una competencia, una alternativa segura, un desafío y hasta una amenaza y un peligro, a la forzada pervivencia del inglés en Filipinas.<br />
<br />
Está, desde luego, la “irritante realidad” de los hispanismos activos en el tagalo como en todas las nativas lenguas principales de estas islas que a su vez sirven de base para la enseñanza y el posible renovado uso del ya suprimido idioma español. Entre las lenguas autóctonas del país, la más española es, desde luego, el chabacano o el criollo de Zamboanga, Basilan y Cavite. Este trasfondo lingüístico, en el caso del uso oficial del tagalo, ahora denominado “Filipino”, como único medio de instrucción en el sistema educativo pagado por filipinos, bien puede servir de fácil alternativa al ya dificultuoso uso del inglés por parte de la generalidad de niños y adolescentes filipinos que no lo hablan como su primera lengua.<br />
<br />
Es de admirar que esta realidad lingüística no se ha escapado de la atención de los colonialistas WASP usenses desde la primera década de los 1900. El Secretario del Interior y Director de Instrucción Pública del gobierno colonial norteamericano sobre Filipinas a principios de los 1900, Dean C. Worcester, ya había tomado un paso decisivo en contra del futuro progreso del idioma tagalo cuando apoyó el movimiento de purificar a este idioma filipino de sus hispanismos con miras de devolverlo a su estado primitivo antes de 1521, o sea, antes de la creación del Estado filipino por la conquista española.<br />
<br />
Aunque España y Filipinas partieron como amigos con el rendimiento del destacamento militar español en Baler, (tras verse sitiados dentro de la Iglesia de este pueblo por poco más de un año), el régimen militar norteamericano no se sentía seguro mientras el idioma español también viviese activamente como una influencia consubstancial en los vernáculos filipinos. Para deshispanizar a los filipinos, se buscó una manera de depurar al idioma tagalo de sus hispanismos y, como consecuencia, a todas las lenguas principales del país de sus respectivos hispanismos con excepción, desde luego, del idioma criollo o el chabacano de Zamboanga y Cavite.<br />
<br />
Y se decidió quitarle al tagalo el alfabeto de 32 letras que tenía como consecuencia de su desarrollo natural como efecto y resultado de su tricentenaria convivencia con el idioma español. Debemos recordar que el idioma tagalo tenía su propio sistema de escribir y un silabario, el alíbata, que le servía de alfabeto. La propaganda WASP usense en Filipinas tenía por meta primordial denigrar todo lo que sea influencia española y es claro que pensaron de una manera genocida de poner en ejecución esa meta. Como fruto de esa agenda genocida, decidieron los WASP usenses que la mejor manera de destruirle al idioma tagalo era quitarle su alfabeto español-indígena de 32 letras y “restaurarle” su alfabeto original prehispánico. Pero, como no se pudo retroceder tan fácilmente a los tiempos prehispánicos y de nuevo imponer la escritura prehispánica del alibata, los Worcester se conformaron con crear a un grupo de filipinos puristas que, a su vez, se limitaron a traducir el citado alíbata a la letra romana española y proclamarlo como el “original alfabeto tagalo” luego denominado como el abakada de solamente veinte letras. Con el citado abakada, los Worcester , como los despistados puristas del tagalo, lacayos que son, después de todo, del colonialismo lingüístico norteamericano, se quisieron convencer a sí mismos que han encontrado un supuestamente “mejor sustituto” del alfabeto de 32 letras.<br />
<br />
Pero tanto los Worcester como sus lacayos puristas, se han olvidado que el alfabeto de 32 letras del idioma tagalo además de seguir siendo verdaderamente superior al inventado alíbata, es también el abecedario original idioma bisaya como del idioma ilocano amén del bicolano y de tantas otras lenguas isleñas. Ese alfabeto filipino de 32 letras se lee como en español. Se dice: a, be, ce, ceache, de, e, efe, ge, hache, i, jota, ka, ele, elle, eme, ene, nang, eñe, ñga, o, pe, qu, erre, doble erre, ese, te, u, uve, doble uve, equis, y griega, o ye, y zeta. Por este alfabeto filipino de 32 letras, las palabras tagalas, como las de las otras lenguas isleñas, se deletrean y se silabizan todas en español.<br />
<br />
El abakada que se inventaron los Worcester y los puristas tagalos que le obedecían en su prehispánico “language agenda” es el siguiente: a, ba, ka, da, e, ga, ha, i, la, ma, na, ng, o, pa, ra, sa, ta, u,. wa, ya. Y al idioma tagalo se le dio el nombre de “Pilipino” porque el citado abakada no tiene la F (efe). Pero, como el deletreo de la palabras tagalas con el abakada resultó malsonante, provocando la frecuente carcajada entre los niños y adolescentes filipinos, se ordenó luego que dichas palabras tagalas no se silabizen pronunciando las letras con la “a” de cada letra del pre-hispánico “a-ba-ka-da” (en vez de “a-be-ce-de”) sino que se vayan leyendo en inglés (“ey-bi-si”) en vez de volverlas a silabizar en español como antes era la práctica. Queda claro que siempre se quiso evitar, desde entonces, el carácter fonético del idioma tagalo cuyo reglamento es “decir y escribir las palabras tal como se pronuncian fonéticamente y vice-versa.” El choque con el alfabeto inglés consiste en “no escribir las palabras inglesas tal como se pronuncian fonéticamente en tagalo y en español”. Y esta es la raíz de la molesta confusión que ahora padecen los estudiantes filipinos cuando pasan a estudiar el anti-fonético idioma inglés.<br />
<br />
Sin embargo, en la Constitución filipina de 1973, denominada la de Marcos, se sustituyó el nombre de “<i>Pilipino</i>” con el de “Filipino” por el que se decretaba la restauración del alfabeto español tagalo de 32 letras. Pero, como es de esperar, los supuestos puristas, lacayos de los WASP usenses en el Departamento de Educación de Filipinas como en el entonces “Instituto de lengua nacional”, se cuidaron de precisamente no adoptar el uso del original abecedario filipino de 32 letras por ser de influencia española. Como para desafiar y destruirlo todo, ordenaron que el alfabeto inglés se imponga como el alfabeto tagalo en las clases de lengua tagala permitiendo, a regañadientes, el uso de la Ñ española ya que muchos nombres filipinos llevan esta letra.<br />
<br />
El gobierno filipino, bajo dictados WASP usenses, no se atreve a abiertamente suprimir la enseñanza del Tagalo-Filipino, en todos los niveles de la educación en las Islas porque sabe que las masas filipinas se van a rebelar, tarde o temprano. en contra de la imposición del inglés. Pero, el plan de destruir al idioma tagalo, aunque venga a guisa de idioma “Filipino”, está en pie. Están solamente esperando, los neocolonialistas antifilipinos, el día en que la generalidad del pueblo se olvide o viva indiferente a la suerte de sus idiomas nativos y que tenga dormida la idea de tener un idioma nacional indígena, para dar el consabido golpe de gracia al idioma tagalo juntamente con los idiomas bisayo cebuano, bisayo ilongo, bicolano e ilocano..<br />
<br />
La gramática del idioma tagalo se desarrolla a base de afijos sobre sus más de ocho mil “palabras raíces” como base. Acontece que cinco mil de esas palabras raíces son españolas. Lo mismo ocurre en la gramática de las otras lenguas isleñas como la bisaya, la ilocana, la bicolana, etcétera. Se está tratando, pero en vano, de sustituir esas cinco mil palabras castellanas del tagalo con sus equivalentes en inglés. De allí se inspira la meta final y genocida de “matar por completo al idioma tagalo con todas las diez otras lenguas principales de estas islas.”<br />
<br />
Recientemente, y en enero del año 2003, otra presidente de este país, ordenó muy unilateralmente la forzada imposición del inglés como el único medio de instrucción desde las clases elementales suprimiendo de esta forma hasta el uso oficial del idioma Tagalo-Filipino.<br />
<br />
La supresión de la enseñanza del Tagalo- Filipino, por constitución, se va haciendo de forma más desvergonzada cada día, aunque sea un hecho el que esta actual juventud bien aprende, y con muchísima más rapidez, sus lecciones escolares cuando se le enseña en su propia lengua en vez del antifonético é inconsistente idioma inglés. Por otro lado, ya nos han recordado algunos tagalistas, amigos del idioma castellano, que “no se le quiere al tagalo porque los hispanismos en su seno pueden servir de base y puente para el retorno del idioma español en estas islas.” Y esa realidad les preocupa mucho a los neocolonialistas que insisten en obligar a todos los niños filipinos el idioma inglés. Total, de cada cien niños que se matriculan en el primer grado de la primaria, solamente veinte llegan al cuarto grado sin saber inglés. De esos veinte, diez terminan la secundaria, sin igualmente saber inglés. Y de estos diez, tan solamente dos terminan un curso universitario con un inglés muy imperfecto. Estas estadísticas demuestran que el inglés es la causa primordial del analfabetismo actual en Filipinas, tanto funcional como real.<br />
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<b>28. UNA AGENDA GENOCIDA EN CONTRA DEL PUEBLO FILIPINO</b><br />
<br />
En resumidas cuentas la agenda genocida en contra del pueblo filipino sigue en pie aunque su ejecución sufra contradicciones y decisivas oposiciones. Los funcionarios del actual gobierno filipino ya no son WASP usenses pero, como ya lo hemos señalado, muchos de ellos están a la orden de los colonizadores usenses allende el Oceáno Pacífico.<br />
<br />
Al leer las mismas quejas de los antiguos administradores usenses en contra del uso preponderante del idioma español por parte del pueblo filipino, lo que siempre se hubo señalado como una clara intervención dañina o como una existente agenda genocida. contra los filipinos, salta de nuevo a la vista.<br />
<br />
Y esa agenda consiste hasta ahora, como antes consistía, en disipar, disimuladamente, a la población filipina de habla-hispana, como a la actual de habla-tagala, de habla-visaya y de habla-zambonagueña, so pretexto de guerras o disturbios aislados. Como actual ejemplo, está el perpetuo conflicto armado en derredor de la Ciudad de Zamboanga, en la Isla de Mindanao. Se quiere, al parecer, dislocar a los zamboangueños para que su idioma criollo desaparezca mientras se les reemplaza con grupos filipinos de habla bisaya en sus tierras ancestrales.<br />
<br />
La existencia de esta agenda genocida por parte de los que quieren dominar, desde la sombra por medio de su antifonético idioma, a todo el gobierno y pueblo de Filipinas, ya se ha visto confirmado de forma patente cuando se asesinaron por millares a los residentes de habla-hispana de Manila y cercanías, so pretexto de la "guerra de liberación" de Filipinas en 1945 contra los ocupantes japoneses.<br />
<br />
El cañoneo WASP usense, estilo alfombra, que en 1944-45, adrede se ordenó sobre un Intramuros de Manila de habla española (juntamente con los cercanos distritos de Ermita y Binondo, donde también se hablaba el idioma criollo, o chabacano del español), queda ahora desenmascarado como una taimada medida genocida tomada, no tan solamente en contra de las existentes iglesias católicas, de gran antigüedad, sino igualmente en contra de la población filipina que rezaba en español en esas mismas iglesias. La resistencia , por parte del piloto usense, Major John Cox, de desobedecer la orden "de arriba" de bombardear a la iglesia de San Agustín de Intramuros, puesto que en la misma ya no había japoneses sino gente de habla hispana, ya es una prueba suficiente del genocidio que se hizo mediante la violencia de las armas bélicas. (Vea la página 34 del libro "San Agustin, Art & History, 1571-200," publicado por "Solutions" en Hong-Kong, ISBN 971-91571-8- 6, escrito por Pedro E Galende, OSA, y Regalado Trota José.).<br />
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<b>29. OTRAS PRUEBAS MÁS DEL REFERIDO GENOCIDIO</b><br />
<br />
Tras suprimir el uso del idioma español, sus enemigos han pasado a una segunda fase de esa campaña supresión. Por eso queda como otra prueba contundente del referido genocidio linguístico y cultural, el conocido proyecto WASP usense de precisamente aterrizar sus tropas en Filipinas, en vez de Okinawa o Formosa, durante la conclusión de la última gran guerra del Pacífico con el Japón.<br />
<br />
Este objetivo de destruir el componente hispánico de la identidad nacional filipina, con la destrucción del idioma español en estas islas (además del otro objetivo de recolonizar en inglés a los incautos filipinos después de 1946) azuzó al alto mando WASP usense en Manila que se ordene su aterrizaje en Filipinas con el fin de enloquecer más aun a las ya desesperadas restantes tropas japonesas, aisladas en Manila, y empujarles hacia la orgía de matanza y de incendios que ahora registra la historia. Es obvio que los WASP usense de hecho proyectaron efectuar, después de las matanzas y los incendios destructivos, una "nueva reocupación neo-colonial sobre Filipinas" con el objetivo de socavar, cuando no anular, la supuesta dación de independencia filipina tal como nos lo aseguraban las leyes Hare-Haus-Cutting o Tydings-MacDuffie y Jones de los añs treinta. (Vea el documentado ensayo en tres partes del Dr. y Ex-Diputado Jesús B. Lava titulado: "Liberation or Reoccupation? ", (1.a) "<i>Was the destruction of Manila during WW II necessary?</i>" (¿Era necesaria la destrucción de Manila durante la Segunda Guerra Mundial?), (2.a) "<i>MacArthur's main mission: Install a US puppet gov't.</i>", (La Misión principal de MacArthur fue instalar un gobierno títere de los EE.UU.") (3.a) "<i>Lack of nationalism did us in</i>" (La Falta de Nacionalismo nos Perdió) . Philippine Daily Inquirer, Feb. 2,3, y 4, 1995.).<br />
<br />
Se cometieron, por lo visto, dos verdaderos genocidios: uno entre los años 1899-1907 y otro en 1945, cuyos resultados posteriores todavía los podemos ver en la circular #59, serie de 1996, expedida por la actual "Comission on Higher Education", o la "Comisión de Educación Superior", (CHED) por la que no se le quiere dar el menor espació a unas asignaturas regulares de español, a escoger frente el árabe, en el programa universitario de la "educación" de Filipinas. El truco consiste en no darle créditos en unidades oficiales a las asignaturas de español, o de árabe, en colegios y universidades de Manila y provincias.<br />
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<b>30. OTRA EVIDENCIA MÁS DEL MISMO GENOCIDIO</b><br />
<br />
A propósito fue la destrucción adrede de Intramuros, la originaria ciudad de Manila , donde vivía toda una comunidad de filipinos de habla española. Y esta destrucción fue adredemente llevada a cabo para dispersar a los elementos de esta comunidad hispana.<br />
<br />
Reiteramos que es verdad que los enloquecidos soldados japoneses quemaron muchas casas y edificios antiguos de Intramuros, pero cuando ya se terminó la guerra y los originarios residentes de Intramuros quisieron volver a sus hogares, para reconstruirlos y volver a vivir en ellos, los militares WASP usenses prohibieron dicha reconstrucción porque no querían que la comunidad de habla española de Intramuros continuase en su originario lugar. De haberse asentado de nuevo en Intramuros la comunidad filipina de habla española, no cabe duda que el idioma español irradiaría de nuevo, desde la Manila murada hacia el resto de las Islas Filipinas.<br />
<br />
(Testimonio de Francisco González, residente originario de Intramuros, presentado al Foro Cervantes, Manila, 27 de agosto, 2003.).<br />
<br />
Y para que dicha comunidad de hecho no se forme de nuevo, los militares WASP usenses bajo órdenes, incomprensibles para los afectados de aquellos tiempos, entraron en Intramuros con tanques de guerra, pisones y grúas para derribar todo lo que quedaba en pie.<br />
<br />
Como otro testimonio denunciador, esta vez pictórico, existe un retrato de un tanque de guerra WASP usense forzando su entrada en el estrecho portal del Fuerte de Santiago, destruyéndolo en el acto. Desde luego que este vandalismo innecesario en contra de los símbolos de una cultura ajena por parte del ejército norteamericano no es nada nuevo. Peores actos de vandalismo cultural en contra de simbolismos católicos se registran en Europa, en Italia sobretodo, durante la segunda guerra mundial contra la alianza italo-germana.<br />
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<b>31. DESTRUCCIÓN DE LA LITERATURA Y DE LA INTELECTUALIDAD FILIPINAS: NICOMEDES ‘NICK’ JOAQUÍN</b><br />
<br />
El mejor escritor filipino en inglés es Nick Joaquín. Y así lo es porque conoce el idioma español y lo utilizó toda su vida (falleció en 2004) como su instrumento de investigación para mejor entender la historia, la identidad nacional y la cultura filipinas a fin de informar, en inglés, a las perdidas generaciones de filipinos, ya desnacionalizadas por la forzosa imposición del inglés como el único y obligatorio medio de supuesta instrucción.<br />
<br />
Ante el trasfondo de esta tiranía colonial, Nicomedes “Nick” Joaquín escribe lo que sigue:<br />
<br />
"El cambio del español al inglés fue un golpe fatal a nuestro crecimiento cultural; sufrió nuestro desarrollo literario –y todavía sufre–, porque la literatura es la verdadera alma del lenguaje y nos hicieron abandonar la lengua en que se había desarrollado nuestra literatura y tuvimos que empezar desde cero en inglés. Las primeras víctimas del cambio de lengua fueron, naturalmente, los escritores en español de los 1900 que, despojados de público, cayeron en el olvido, o, como Recto, que pudo haber sido una de las grandes figuras literarias, abandonaron del todo la literatura.<br />
<br />
“Todos estos autores escribían en español con tal maestría que es razonable postular que la generación que viniera detrás de ellos elevaría esta maestría a mayores alturas produciendo una literatura de más calibre. Pero, lo que la generación siguiente produjo fueron los tentativos esfuerzos pioneros en inglés de los años veinte, una labor valiosa y heroica, pero que, sin duda, es una desviación radical del desarrollo esbozado por nuestra historia y que por lo tanto no pudo, como así sucedió, producir la gran literatura que la tremenda vitalidad intelectual de los 1890 y 1900 dejaba vislumbrar. Porque el escritor filipino en inglés ha sufrido muchísimo también por la incoherencia de nuestra cultura. Y su mejor ejemplo es José García Villa. Lógica y cronológicamente, Villa – como los escritores pioneros en inglés de los años veinte– debió haber sido la continuación del desarrollo de Rizal y Recto. Incluso pudo haber sido, tan innegable es la calidad suprema de su genio, la culminación de los 400 años de español en Filipinas. Si Rizal fue nuestro Marlowe, Villa debió haber sido nuestro Shakespeare, ----de no haber intervenido una interrupción en el desarrollo de nuestra cultura. Desafortunadamente la hubo y Villa tuvo que empezar a fabricar de la nada en vez de continuar una tradición literaria ya establecida. Villa debió haber sido el florecimiento pero tuvo, en vez, que hacerse simiente. Rizal y Recto debieron ser sus padres pero Villa tuvo que empezar de cero ----y tuvo que llenar su paternidad literaria con Sherwood Anderson y E. E. Cummings. El resultado fue una poesía "pura" y muy bella, pero no deja de ser un poesía sin raíces, ya que carece de la más mínima relación con lo que es Filipinas. Es una poesía que pudiera haber sido escrito por nadie más que un esquimal.<br />
<br />
“Pero esto, tampoco es culpa de Villa. Es culpa de lo que ahora tenemos por "historia". Esa "historia" que le separó a Villa de sus raíces propias y verdaderas. Y él, Villa, y todos los otros escritores filipinos en inglés, no pueden dejar de sufrir por esta pérdida de tradición, esta enajenación de los autores "clásicos" de su propia historia.<br />
<br />
"Tanto ha crecido esta enajenación que los antepasados de la vieja cultura nos parecen casi extranjeros ----o mestizos---- y ha nacido en nuestros tiempos la necesidad ridícula de explicar que la cultura que produjo a Rizal y a Aguinaldo, a los Lunas y Guerreros, a Apóstol, a Bernabé y a Recto fue una cultura tan verdadera y tan auténticamente filipina como lo puedan ser las culturas ifugao, moro, yanqui colonial, o el sajonismo ilustrado de hoy.<br />
<br />
“La incógnita de si esa cultura ----si sólo Dewey no hubiera zarpado por aquí de inmediato--- - hubiera resultado en cultura filipina, como lo es la cultura hispana en América que se hizo específicamente mejicana, guatemalteca, argentina , etc., nunca la podremos ahora saber”.<br />
<br />
"De todos modos, esta obra de Recto pudiera servir para indicarnos las posibilidades de la literatura que perdimos. (Vea: Una nota sobre el drama de Recto, Phiippines Free Press, 1959). (Traducción y edición web de José R. Perdigón , Abril del 2002 )”.<br />
<br />
<br />
<b>32. UN MAL QUE SE HIZO Y QUE SE SIGUE HACIENDO HASTA AHORA</b><br />
<br />
`Queda, por cierto, bien claro el hecho de que fueron los "endemoniados" WASP usenses los que decidieron la innecesaria supresión del español como una condición, para imponer unilateralmente, so pretexto de una ley, el idioma inglés sobre el entero pueblo isleño a través de su propio sistema de educación. Desde luego que ante esa unilateralidad abusadora, se ha levantado una opinión general en contra que claramente denuncia lo que descaradamente han venido haciendo hasta ahora los referidos sectarios usenses y sus lacayos ‘pinoyes’. Esa opinión filipina a favor del idioma español se ha articulado como sigue:<br />
<br />
"Pues, en nuestro humilde juicio, Filipinas tenía un lenguaje nacional cuando formaba parte de la nación española, y es el mismo lenguaje nacional de España, el castellano; porque Filipinas formaba parte integrante de España y nosotros éramos tan españoles como los que nacieron en la península; pero, vinieron los Estados Unidos y sin hacernos parte de su territorio, ni hacernos tan ciudadanos americanos como ellos, nos han impuesto, sin embargo, su lenguaje nacional o sea el inglés." (Página 24 de ISAGANI, revista mensual de asuntos generales, Año 1, Núm. 5, Junio de 1925, con oficinas en Calle Nuevam 466, Binondo, Manila, I.F. Tel. 2-55-37, por Modesto Reyes Lim.)<br />
<br />
<br />
<b>33. INSISTENCIA EN IMPONER EL INGLÉS FRENTE AL DERECHO FILIPINO A SU CULTURA Y A SU SOBERANÍA NACIONAL</b><br />
<br />
En otra, y subsiguiente, edición de ISAGANI, quincenario rizalista, fechada en septiembre de 1925, y en la página 22 de la misma, el mismo Modesto Reyes Lim otra vez escribe y hace el siguiente comentario.<br />
<br />
"Un cuarto de siglo y una Comisión (Monroe) de sabios escogidos de ciento y tantos millones de ciudadanos de la nación (Estados Unidos) que encabeza y dirige ahora el mundo, se han necesitado para venir en conocimiento de que a un pueblo, como el filipino, no se le puede imponer el lenguaje (inglés) de otro pueblo por más dinero y poder que éste tuviera".<br />
<br />
"No otra cosa se deduce de la importante revelación que la Comisión Monroe hace en el capítulo primero de su report, después de haber examinado y observado de visu y detenidamente los resultados obtenidos del sistema de educación implantado en el país por su actual soberano, hace la friolera de un cuarto de siglo".<br />
<br />
He aquí las muy elocuentes palabras de esa mismísima Comisión:<br />
<br />
"Al salir de la escuela, más del 99 por ciento de los filipinos no hablarán el inglés en sus hogares. Probablemente, no más del 10 o 15 por ciento de la próxima generación usará ese lenguaje en sus ocupaciones. De hecho, solamente los empleados, los profesionales, é individuos que se hallan al servicio del gobierno, harán uso de ese modo, tal lenguaje".<br />
<br />
"Según pues esta predicción, el inglés en Filipinas no será el lenguaje del pueblo, y a lo sumo será tan solamente el lenguaje oficial, o el del gobierno, pero sólo para consigo mismo, por lo que necesitará siempre de la interpretación y la traducción al idioma nativo (y al español) correspondiente del país, cuando ese gobierno quiera comunicarse directamente con este pueblo."<br />
<br />
"Si se hubiera reflexionado debidamente cuando se implantó aquí la actual soberanía (de EE.UU.) y procedido con más ecuanimidad y respeto a lo que aquí había encontrado, cual es la obra de la civilización occidental por espacio de más de tres cientos años, sobre la más grande y más firme base como es el cristianismo, no se hubiera tenido por malo y despreciable todo lo que aquí existía, visto tras los cristales del egoísmo y su hermana la ignorancia, y se hubieran venerado tantas otras instituciones tan sagradas como nuestra legislación que ya quisieran tenerla otros pueblos mucho más grandes que el filipino. Entre aquellas respetables instituciones estaba la lengua de Alfonso el Sabio y del Manco de Lepanto."<br />
<br />
<br />
<b>34. LOS FILIPINOS CUESTIONARON EL DERECHO USENSE DE FORZAR EL IDIOMA INGLÉS SOBRE SUS ESCUELAS COMO MEDIO DE INSTRUCCIÓN Y COMO LENGUA OFICIAL EN LUGAR DEL ESPAÑOL.</b><br />
<br />
Continúa el comentario popular del Director de la citada revista rizalina, Isagani. "Fuera del derecho (si lo hay) del soberano de imponer su lenguaje al pueblo a él sometido, por designios de la Providencia, según él, y por el tratado de París y los veinte millones de dollars, según la historia, ¿qué razón ni motivo ha habido para proscribir de este país el castellano y sustituirlo con el inglés?. ¿No es acaso de sentido común, que hubiera sido muy fácil propagar más el castellano, que ya se usaba como lengua oficial y se hablaba ya por muchísimas familias filipinas dentro y fuera de sus hogares, y del cual contaba entonces el país con muchos literatos, poetas y escritores distinguidos?. Indudablemente, como dice un ilustre filipino miembro actual prominente de la administración de justicia, que con el mismo tiempo y dinero gastado, sistema y otros medios modernos de instrucción empleados en la enseñanza del inglés, si en lugar de éste se hubiera continuado la enseñanza del castellano, éste se hubiera propagado en mucha mayor proporción que se haya hoy propagado el inglés. Ahora, con ese fracaso del inglés, no es nada más que natural y justo que se piense en adoptar uno de los dialectos del país como lengua oficial primero y nacional después."<br />
<br />
En breve, los neocolonizadores WASP forzaron de forma muy brutal y muy caprichosa el idioma inglés sobre el pueblo filipino sin el menor respeto por el deseo a favor del idioma español y su propia cultura.<br />
<br />
<br />
<b>35. DEMANDA POR EL CINE EN ESPAÑOL: SE REITERA LA POPULARIDAD DEL IDIOMA ESPAÑOL EN FILIPINAS</b><br />
<br />
La preponderancia del idioma español no solamente nos lo atestigua su uso cotidiano y oficial por la inmensa mayoría de los filipinos de los años 10 y 20 sino que hasta en los años 30 y 40 cuando la industria holiwoodense del cine norteamericano encontraba un potente mercado filipino para sus películas habladas en español.<br />
<br />
La revista Excélsior de Manila, en su número para Julio de 1930, censura la práctica adoptada por las oficinas de la Metro-Goldwyn- Mayer en Manila de devolver a Estados Unidos las películas holiwoodenses que se producían en español. La devolución se hacía para ayudar a las autoridades WASP usenses de Manila en su campaña genocida de suprimir el uso de este idioma en Filipinas. Dice el artículo titulado "Talkies en Castellano" de la mencionada revista mensual publicada en la Calle Potenciana de Intramuros de Manila .<br />
<br />
"Con respecto del cultivo y difusión del idioma castellano en Filipinas, una vigorosa protesta del Círculo Cervantino, del Círculo Escénico, la Asociación Talía, la Cultura Hispánica, la Peña Ibérica y otras instituciones y centros docentes cuyos nombres no se mencionan, contra el proceder de la "Metro-Goldwyn- Mayer" de no exhibir películas habladas en español, devolviéndolas "inéditas" (es decir, sin antes estrenarlas en Filipinas como era el objetivo de su envío a estas islas) devolviéndolas a los Estados Unidos. De injusto califican (dichas entidades y pueblo en protesta) semejante proceder, pues hablando y poseyendo un cuarenta por ciento de la antigua y de la actual generaciones, el idioma de Cervantes mucho mejor que el de Shakespeare, no hay razón alguna para imponerles sólo el inglés, contra todos los cánones de la equidad".<br />
<br />
Por otro lado, el cine español y el cine mexicano se proyectaban con regularidad en los cinemas de Manila y las principales ciudades de provincia. Hasta la década de los 1960 y poco después llegaban películas de Jorge Negrete, Tito Guizar, Ninón Sevilla, Rosita Quintana, Miguel Aceves Mejía, Libertad Lamarque, Pedro Armendáriz, María Félix y Cantinflas. Exitosos taquilleros fueron películas como "Tres melodías de amor", "Historia de un amor". "El derecho de nacer", "Palabras de mujer", "Aventurera”, "La escondida", "María Bonita", "Abajo el telón", etcétera. Entre las películas españolas: "Locura de Amor" y "El Sueño de Andalucía", "El último cuplé" y tantas otras. Se vendían discos de Lola Beltrán, Ana María González, Pedro Infante, el Trío los Panchos, Los tres calaveras, Cuco Sánchez, y tantos otros artistas de España como de México.<br />
<br />
<br />
<b>36. HONDAS RAÍCES DE LA LENGUA, CULTURA Y CIVILIZACIÓN HISPANAS EN FILIPINAS</b><br />
<br />
La prensa filipina en español de aquel tiempo se puso de acuerdo con el siguiente escrito tal como lo reproducimos a continuación. “Y menos aun cuando, olvidándose la mencionada empresa de que "la cultura y la civilización hispanas en este país han echado hondas raíces en el alma filipina" y de que puede facilmente, y sin prejuicio para ella, satisfacer a esa respetable porción del público insular, al menos que se siga llevada de un mal entendido egoísmo o de una economía peor comprendida. "Se debe considerar, además, que las películas habladas en castellano hallan franca acogida en el público de Filipinas", como lo demostró, según los protestantes manifiestan, la última cinta de la "Metro Goldwyn Mayer', titulada "In Gay Madrid", rodada en el Cine Ideal, que se proyectó durante varias semanas con llenos constantes y sin precedentes".<br />
<br />
El artículo, después de comentar sobre el atropello que la "Metro Goldwyn Mayer" hacía a la "tan cacareada Democracia" y la libertad de expresión, termina con el siguiente párrafo. (Los subrayados son nuestros).<br />
<br />
"Confiamos en que volverá de su acuerdo y tornaremos a ver en el Cine Ideal películas totalmente hechas y habladas en castellano, como sucede en otros cines que no son tan exclusivistas, sino que atienden, como puede apreciarse en su programa, al público gustoso en ver películas habladas en español." (página 11, Op. Cit.).<br />
<br />
<br />
<b>37. PRIVÁNDOLE AL CINE FILIPINO DE LO QUE EMPEZÓ A SER SU MERCADO INTERNACIONAL</b><br />
<br />
Lo que no añade este artículo es el hecho de la existencia de un cine filipino en lengua española. En las historias que se escribieron del cine filipino siempre se omitió ese capítulo de películas filipinas en español siendo la primera de ellas, producida en 1936, "Secreto de Confesión". Esta película, además de exhibirse con éxito en Filipinas, fue exportada a España, a Estados Unidos y a casi todos los países sudamericanos donde fue aplaudida. Es la película que abrió un mercado internacional para el cine filipino. Pero los WASP usenses, que también producían películas habladas en español desde Holliwood, posiblemente vieron en estas películas filipinas habladas en español, una inminente competencia a sus referidas películas en el Mundo Hispánico.<br />
<br />
Sería por eso que intensificaron la campaña de suprimir al idioma español en Filipinas para que los filipinos no compitan con ellos en el mercado internacional hispánico. La economía filipina de hoy, como su industria peliculera, pudieran haberse beneficiado grandemente de las divisas, o dólares, que dichas películas traerían devuelta a Manila .<br />
<br />
Tras suprimir genocidamente el español y entorpecer a los filipinos sobre su historia enseñada en inglés, el cine filipino tan solamente se hace ahora en tagalo. Y si se es que se está muriendo como industria y como arte popular, es porque perdió con el idioma español el acceso que un tiempo logró tener en el mercado internacional de habla hispana.<br />
<br />
Además de “Secreto de Confesión” la empresa peliculera Hispano Parlatone de Manila siguió produciendo películas locales en castellano. Se recuerdan películas como “Las dulces mestizas”, “Muñecas de Manila”, “El Milagro del Jesús Nazareno de Quiapo” (debe decirse que la imagen de este Jesús Nazareno fue traído de México dos siglos ha), y tantas otras que tan solamente se conocen por algunos viejos carteles que han dejado.<br />
<br />
Durante los años 30, años de apogeo del cine filipino en español, llegó un empresario mexicano a Manila, José Tálan, con el objetivo de agenciar la distribución de estás películas filipinas en México y en Estados Unidos. También Tálan se encargaría de traer regularmente películas de México y de la Argentina . Pero el gobierno colonial norteamericano en Manila , impidió este intercambio.<br />
<br />
<br />
<b>C. EL RETORNO DEL IDIOMA ESPAÑOL</b><br />
<br />
<br />
<b>1. LA POSIBLE RESTAURACIÓN DEL IDIOMA ESPAÑOL EN FILIPINAS</b><br />
<br />
La plena restauración del castellano como otra lengua filipina no será trabajo fácil. Pero, el statu del idioma español como lengua mundial tendrá por barómetro el grado de restauración que ha de lograr entre los filipinos de nuestros días como del futuro. No cabe duda que si el idioma español se logra restaurar como una de las lenguas oficiales de Filipinas y como una asignatura regular en todos los niveles de la educación isleña, su título como una lengua completamente mundial quedará como un hecho indiscutible. Pues el idioma español restaurado en Filipinas ha de irradiar como un idioma importante dentro del extenso ámbito asiático amén de oceánico. He allí el desafío. Desde luego que su restauración se intentó hacer en la década de los cincuenta puesto que tras la devastadora reocupación WASP usense de Filipinas al concluir, en su escenario asiático, la segunda guerra mundial contra el Japón en 1945, caracterizada por el bombardeo WASP usense de Manila y de cabeceras provinciales de estas Islas, el censo de 1950 todavía decía que los filipinos de habla-española constituían un seis (6%) por ciento de la población total. En vista de aquella realidad, la Legislatura Nacional Filipina de aquellos años aprobó unánimemente una ley que incluía al idioma español como una posible asignatura en la secundaria (La Ley de Vicente Soto y Yap), y dos leyes por las que se incluyeron ocho asignaturas (24 unidades) de idioma español y literatura filipina en el nivel universitario de forma regular. Después de todo el idioma español, arguyeron los legisladores Vicente Soto, Enrique Magalona y Miguel Cuenco, seguía siendo oficial a la par del inglés y del tagalo en estas islas. Y así se aprobó hasta que en 1964, el Presidente Marcos se vio obligado por la presión WASP usense, a descartar del programa universitario de asignaturas las cuatro de literatura filipina que se daban en español puesto que su contenido temático trataba de la invasión usense y la guerra que se le hizo a la República de Filipinas de 1898.<br />
<br />
De hecho, desde 1964 la enseñanza regular de cuatro asignaturas de español con un crédito de 12 unidades escolares, en el nivel universitario, siguió vigente hasta que sobrevino la nefasta constitución Cory de 1987 por la que, unilateralmente, se suprimió tanto su oficialidad constituyente como su mencionada docencia regular.<br />
<br />
Queda en pié, sin embargo, el curioso decreto del depuesto Presidente Ferdinand E. Marcos que hasta ahora reconoce al idioma español como idioma oficial “mientras no se traduzcan al idioma filipino y al inglés todos los documentos oficiales de Filipinas originalmente redactadas en esta lengua.”<br />
<br />
No son pocos los observadores filipinos que han tildado, y tildan, de “medida draconiana” la supresión unilateral del idioma español por la fraudulenta “<i>Cory constitution</i>” , porque ni se llamó a discusión pública la razón de este paso tomado, en contra este idioma, tal como disponen las otras leyes y los otros reglamentos legislativos. Desde luego que también son varios los observadores filipinos que señalan esta supresión “constituyente” del idioma español como “otra fase más de la agenda genocida en contra de los filipinos de habla-hispana, estén vivos o muertos”. Dicha agenda persigue, como objetivo final, la completa desnaturalización cultural del entero pueblo filipino y la completa destrucción de su memoria como nación libre, para luego mejor explotarlo política y económicamente.<br />
<br />
Lo sorprendente es que a pesar de esas medidas hispanófobas, todavía queden casi un millón de filipinos que todavía son de habla hispana juntamente con los de habla criolla. De hecho, antes de la innecesaria supresión de la enseñanza del español en 1987, todavía se podían encontrar en el archipiélago casi tres mil maestros filipinos de español entre los activos y los retirados. Una generación después, entre 1987 y 2008, aquél número de maestros filipinos condenados al paro, se ve, como es de esperar, drásticamente reducido. Por lo tanto, si se ha de hablar de una verdadera restauración de la enseñanza del idioma español en Filipinas, lo más importante tendría que ser la formación inmediata de nuevos y jóvenes maestros filipinos de este idioma.<br />
<br />
Por otro lado, la actual crisis, en pleno nuevo milenio, de alimentos básicos (el arroz) y el alto costo de la electricidad como del crudo, ya está empezando a condenar al paro y a la miseria a millones de incautos filipinos y no son pocos los que creen que esta situación desventajosa es parte de un “castigo vaticinado”, desde 1840, donde la desaparición del idioma español queda considerada como una señal del comienzo de ese largo período de decadencia y pobreza para Filipinas.<br />
<br />
Mas, la esperanza evocada por el poeta nacional, Manuel Bernabé, sobre la restauración final del idioma español aun pervive entre los que todavía se dicen “supervivientes del Holocausto”, pues bien podría potenciarse aun este remanente núcleo hispánico que aun existe en estas islas, como un elemento que luego bien podría encauzar la anhelada restauración de este idioma, mediante un atinado programa recastellanizador, que ha de venir por parte del gobierno filipino con la colaboración, desde luego, de los gobiernos de España é Hispano-América.<br />
<br />
Como una respuesta a esa vieja esperanza, la Presidente Gloria Macapagal de Arroyo anunció en Madrid, el 29 de diciembre de 2007, que ordenaría la restauración de la enseñanza del idioma español en todos los niveles de la educación filipina. Y ha añadido que para la realización de este menester, esperaba una estrecha colaboración por parte de España.<br />
<br />
Como queda señalado, en Manila funciona con bastante éxito un Instituto Cervantes que abrió sus puertas desde ya una década. Pero la idea de unos elementos de responsabilizarlo para la formación de nuevos y jóvenes maestros de español a destinar a casi tres mil escuelas de intermedia, a casi dos mil escuelas secundarias y a más de mil colegios y universidades del país, no parece obviamente factible. El Instituto Cervantes, por cierto colaborará en esta cruzada, pero tiene a priori sus propios programas ya delineados que no pondrán de lado para servir como el agente responsable para la ejecución de la enseñanza del idioma español en miles de centros docentes para un país de noventa o más millones de habitantes.<br />
<br />
En resumidas cuentas, el gobierno de la Presidente Gloria M. Arroyo, no solamente debe contentarse con ordenar la restauración de la enseñanza del español sino crear un propio Programa de Becas para la Lengua y Cultura Hispanas, dotado con un presupuesto adecuado. La oferta de casi un centenar de becas a jóvenes filipinos, de ambos sexos, a fin de interesarles en aprender el idioma español con miras de luego hacerse maestros del mismo y así llenar la vacante existente en tantos centros docentes desperdigados por todas las siete mil islas, se debería de haber empezado desde el primer trimestre del año 2008.<br />
<br />
El presidente de la Corporación Nacional de Profesores Filipinos de Español, Inc. (CONAPE, INC.) se acercó al entonces recién nombrado Director del Instituto Cervantes de Manila, Sr. José Rodríguez Rodríguez, para posiblemente crear un centenar de becas de español para los más brillantes estudiantes filipinos que se otorgarían a manera de un “Seminario de Hispanidad” cuyo examen final se daría a manera de un “concurso de conocimientos sobre España y el Mundo Hispánico”, o a manera “de una reválida de oposición”, pero éste lo denegó de plano diciendo que el Instituto Cervantes no apoya “concursos”.<br />
<br />
El mismo presidente de la CONAPE, INC., se acercó luego al Senador Edgardo Angara, autor de la ley que establece el 30 de junio de cada año como el “Día de la Amistad Filipino-Española”, para ver si se pudiera organizar este “Seminario de Hispanidad” bajo el patrocinio de la Agencia implementadora de dicha ley, ya que ésta tiene un presupuesto de quince millones de pesos al año. La agencia implementadora está compuesta por el Secretario de Educación, Cultura y Deportes (DECS), el Secretario del Departamento de Turismo (DOT) y el Secretario del Departamento de Asuntos Exteriores (DFA) el Alcalde de Baler. Como Secretario Ejecutivo de esta Agencia Implementadora de dicha ley de “amistad”, queda nombrado el Oficial Ejecutivo. Sr. Ludovico D. Badoy, de la “<i>National Historical Institute</i>” que, por ahora, lo encabeza el Dr. Ambeth R. Ocampo.<br />
<br />
El Senador Edgardo T. Angara, escribió al Departamento de Turismo, encabezado en esa fecha por el Sr. Joseph Durano, pero los técnicos que estudiaron la posibilidad de Organizar dicho “Seminario de Hispanidad” llegaron a la conclusión que tan solamente se podría organizar dicho seminario con relación a la anual celebración del Día de la Amistad Filipino-Española, si la agencia implementadora de dicha ley lo dota de fondos necesarios. Queda la posibilidad de que dicha agencia adopte el plan como parte de la obligada celebración anual del 30 de junio, fecha en que “los últimos de Filipinas” fueron declarados amigos por el gobierno del Presidente Emilio Aguinaldo.<br />
<br />
En el curso de la organización de dicho “Seminario de Hispanidad” se propuso la adopción de un periódico en español que todavía existe en Filipinas. Se trata del semanario NUEVA ERA , de cuatro hojas, de muy poca circulación que, dotado de fondos para remunerar debidamente a los que escriban en español, anime el cultivo literario de este idioma entre los jóvenes filipinos que ahora lo aprenden. Es un hecho que no hay ni un programa de televisión en Filipinas por el que los jóvenes filipinos puedan hablar, cantar y bailar en español. Tampoco existen programas serios de investigación cultural, histórica, social y científica que animen a la juventud a escribir sus trabajos en español. Por desgracia, el Premio Zóbel de Hispanidad y Cultura, ha sido suspendido tras casi un siglo de existencia por un mal-entendido sobre “protocolos” entre los organizadores y el que antes era representante de la EFE en Metro-Manila.<br />
<br />
Por otro lado, la Academia Filipina, correspondiente de la Real Academia Española y miembro de la Asociación de Academias de la Lengua, sólo se confina a trabajos sobre los filipinismos a incluir en el Diccionario Español. No son todos los académicos filipinos los que activamente participan en la lucha cotidiana por el uso y la enseñanza de este idioma en estas islas al menos que sigan siendo maestros o profesores de profesión.<br />
<br />
<br />
<b>2. SE DEBE PONER EN PRONTA EJECUCIÓN EL RECIENTE DECRETO DE LA PRESIDENTE GLORIA M. ARROYO RESTAURANDO LA ENSEÑANZA DEL IDIOMA ESPAÑOL</b><br />
<br />
No cabe duda que celebramos el paso decisivo tomado por la Presidente Gloria M. Arroyo a favor de la enseñanza regular del idioma español tal como nos lo anunció en España en diciembre de 2007. A raíz de ese anuncio, se informó a la prensa local que ya se expidió la debida orden ejecutiva al Departamento de Educación, Cultura y Deportes de la República para que éste, a su vez, ponga en debida ejecución la enseñanza del español en todas las escuelas secundarias, tanto públicas como privadas, del país.<br />
<br />
El que este ensayo escribe, concertó por propia cuenta, una reunión con la Subsecretaria de Educación, la Dra. Vilma Labrador, del mencionado Departamento de Educación, Cultura y Deportes (DECS) el 3 de junio de 2008 con miras de confirmar si de hecho se abrirán clases de español en el nivel secundario de la educación filipina en cumplimiento de la mencionada orden ejecutiva expedida. La Señora Subsecretaria, tras recibirnos en su despacho muy amablemente, nos informó que de hecho ella ya había expedido una circular departamental por la que la enseñanza facultativa, u opcional, del idioma castellano quedaba reconocida y que todas las escuelas secundarias del país, tanto públicas como privadas, estaban autorizadas a enseñar este idioma.<br />
<br />
A nosotros nos sorprendió la frase “facultativa u opcional”. Pues, sabemos que una asignatura facultativa, u opcional, no es regular como las otras asignaturas corrientes que se encuentran explícitamente mencionadas en el programa general de estudios de este nivel educativo. Resulta que las escuelas secundarias tan solamente abrirán clases de español a voluntad de sus respectivas autoridades y si cuentan con adecuados fondos para costear tal enseñanza con maestros de español que han de conducir dichas clases debidamente.<br />
<br />
Sin embargo, a pesar de la desventaja de ser una asignatura opcional, la oficina de la subsecretaria informó que “ hubo unos estudiantes que pidieron a las escuelas secundarias, públicas y privadas, que se les diese asignaturas de español; pero que se les tuvo que decir que no se podían organizar dichas clases para ellos por falta de maestros que sepan enseñar español.”<br />
<br />
En otras palabras, existe una carencia bien grave de maestros de castellano que se encarguen de la asignatura española, puesto que un maestro, o una maestra, regular de la Secundaria (<i>High School</i>) de Filipinas, ya está casi sobrecargada porque es la que ya enseña varias otras asignaturas regulares o compulsorias como lo son el inglés, el filipino, la historia, la cívica, las ciencias naturales, la educación física, etcétera… Y, no están, por lo tanto, preparados para también enseñar español.<br />
<br />
El Instituto Cervantes de Manila ofreció a dichos maestros del nivel secundario (o de la ‘<i>High School</i>’ como aquí se les califica) el curso DELE al que casi nadie de los referidos maestros se matriculó “por falta de tiempo y por falta de dinero con que invertir para tal curso”.<br />
<br />
Como bien lo indicó la oficina encargada de programas de estudios del Departamento de Educación, Cultura y Deportes (DECS) de Filipinas, se tienen que organizar cursos pilotos de idioma español para los maestros activos. Además de aprender el idioma mismo, dichos maestros de la Secundaría también deben adquirir el método adecuado para eficazmente enseñar español a los alumnos filipinos con conciencia de su mentalidad y sus condiciones ambientales.<br />
<br />
Y como la oficina de programas educativos de la mencionada Dra. Vilma Labrador entiende que la enseñanza del idioma español ha de venir acompañada con una actividad cultural durante la cual se ha de usar como medio el idioma español a manera de aplicación, la sugerencia de también enseñarles bailes españoles, entre ellos el flamenco, les ha parecido bien por lo que también sugirieron que se les organice un curso piloto de tales bailes españoles. Pero, estos cursos pilotos necesitan de “<i>funding</i>’ (capital activo) que, dada la crisis económica y la supuesta corrupción burocrática en Filipinas, no están disponibles de momento, a menos que la misma Presidenta Gloria M. Arroyo, nos lo proporcione de sus fondos discrecionales.<br />
<br />
En resumidas cuentas, casi nada hay de momento camino a la dirección deseada.<br />
<br />
Se tendría que buscar otra vía docente por la que se pueda encajar la enseñanza del idioma español con reconocidos créditos oficiales otorgados por el DECS del gobierno.<br />
<br />
<br />
<b>3. LA RESTAURACIÓN DEL IDIOMA ESPAÑOL: CÓMO LOGRARLO INICIALMENTE DENTRO DE LAS ACTUALES CIRCUNSTANCIAS.</b><br />
<br />
Incumbe por lo tanto a la Presidente Gloria M. Arroyo crear un Fondo para Becas, como aquí se sugiere, para que su orden por la enseñanza del español en Filipinas obtenga una fiel traducción, siquiera inicial, en el terreno de la realidad.<br />
<br />
La enseñanza del español en su fase implementativa no es ciertamente regular por el mero hecho de ser “opcional” o facultativa, tal como nos lo ha revelado la subsecretaria del Departamento de Educación de este gobierno. Se tiene, por lo tanto, que organizar un programa ameno y atractivo para animar a la juventud filipina a aprender español. No basta la promesa de obtener una colocación en los denominados “<i>call center</i>” de Metro-Manila para que una considerable porción de la juventud tome clases de español. Al parecer, los interesados en un trabajo en los “<i>call center</i>” (centros de llamadas telefónicas), pueden matricularse en el Instituto Cervantes de Manila que a su vez también se queja de falta de maestros y aulas. Y como ya hemos dicho, el Instituto Cervantes tiene sus limitaciones. Pues también tiene que funcionar como un escaparate cultural para la propaganda española en el exterior.<br />
<br />
Y ese programa fácil y atractivo al que aludimos ya se ha formulado en forma de un programa de ochenta a cien becas anuales para capaces, cuando no sobresalientes, jóvenes estudiantes filipinos de las Escuelas Secundarias del país. La oficina de la Presidente Gloria M. Arroyo, por Orden Ejecutiva, bien podría dotar a este sugerido programa de Becas escolares con un fondo anual de 20 o más millones de pesos. Los becados se matricularían en un Seminario de 20 a 30 días que podría denominarse “Seminario de Hispanidad”, tal como ya se menciona en páginas anteriores. Durante esos 20 o 30 días los estudiantes becados por selección tomarían tres asignaturas: (1) 30 o más horas de español básico, utilizando los existentes hispanismos en el tagalo como base; (2) 30 o más horas de baile español (flamenco) donde el medio de instrucción sería el castellano, y (3), 30 o más horas de conocimientos sobre el Mundo Hispánico, su geografía, sus economías, su gente, su cultura, entre las cuales se incluiría la misma cultura filipina de raíz española o hispana en sus manifestaciones literarias y musicales.<br />
<br />
Este Seminario de Hispanidad contaría con el apoyo, en cuanto a facilidades, del Departamento de Turismo, del Departamento de Educación en cuanto a créditos en unidades oficiales, del Departamento de Asuntos exteriores en cuanto a relaciones con los países de habla hispana y de aquellos otros países que tienen el idioma español como un segundo idioma preferido.<br />
<br />
Como examen oral de culminación en cuanto al idioma español y a sus conocimientos de Hispanidad, los participantes tendrán luego, a manera de un concurso de talento y personalidad, sesiones de preguntas y respuestas, conducidas totalmente en español donde además de responder correctamente, han de demostrar algún talento en la declamación de poesías, la narración y hasta la dramatización de obras de teatro, o literarias, de autores filipinos en español.<br />
<br />
Como otro examen de culminación sobre los conocimientos que han aprendido sobre el mundo de habla-hispana, los participantes han de organizar luego un “Desfile de las Naciones que hablan Español”. Se organizarán parejas que lleven los respectivos trajes nacionales de los mencionados países y cada una de estas parejas, así vestidas, hablarán brevemente sobre los países que representan en sus aspectos geográficos, culturales y turísticos.<br />
<br />
Como otro examen de culminación del curso de bailes españoles, se organizaría un programa coreográfico donde los participantes han de interpretar los bailes peninsulares que se aprendieron.<br />
<br />
Un programa de esta índole puesto en un gran salón de un hotel de cinco estrellas de Manila y puesta además por varios días o semanas en la televisión filipina, iniciaría a la postre la formación de jóvenes filipinos de habla-española de los cuales buen número de futuros maestros de este idioma podrían formarse. Y éstos serán los que han de luego poner en feliz ejecución acelerada la anunciada restauración de la enseñanza popular del idioma español en Filipinas.<br />
<br />
Si a los participantes más sobresalientes se les otorgara además unos buenos premios en metálico, la crème de la crème de la juventud filipina de nuestros días, con gusto se matricularía, como becados, a este propuesto Seminario de Hispanidad para que se dé un empuje, de una vez por todas, a la restauración del idioma español en estas islas.<br />
<br />
Y cuantos más Seminarios de Hispanidad se organicen en todas las Islas Filipinas, mucho mejor. Pues, la mencionada restauración como fin principal se conseguiría sin duda, conociendo cómo es la mentalidad de la juventud filipina de nuestros días.Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-68254066601814641462011-01-23T00:26:00.000+08:002011-01-23T00:26:42.381+08:00Historia de los dominios españoles en Oceanía - Filipinas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7GM2wCgDpr_RpXn-xA4Z7-N5Xg6D004q1kDPv_Ayub0uPji4bjoZaluSe9WezoVyLV4syIzGYGZU04y0jC-YIQ7p5kJiTkpTK6as9-S1OqcwZdcz3z4ovyL66QdZGWtM4F2bedCvCHEI/s1600/cover.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7GM2wCgDpr_RpXn-xA4Z7-N5Xg6D004q1kDPv_Ayub0uPji4bjoZaluSe9WezoVyLV4syIzGYGZU04y0jC-YIQ7p5kJiTkpTK6as9-S1OqcwZdcz3z4ovyL66QdZGWtM4F2bedCvCHEI/s400/cover.jpg" width="255" /></a></div><br />
HISTORIA DE LOS DOMINIOS ESPAÑOLES EN OCEANÍA - FILIPINAS <br />
<br />
por José de Alcázar<br />
<br />
Designado por el Excmo. Sr. Director para emitir informe acerca del libro Historia de los dominios españoles en Oceanía, Filipinas, cuyo autor, D. José de Alcázar, ha solicitado del Ministro de Fomento los auxilios á que se refiere el Real Decreto de 29 de Agosto de 1895, lo he examinado con la atención que merece una obra que sirve de texto en los establecimientos filipinos de enseñanza, según documento oficial inserto en su primera página.<br />
<br />
El plan del autor no se aparta del comúnmente seguido por los que tratan del mismo asunto, si bien después de trazado el cuadro histórico de los hechos de cada gobernador general, hace, un breve resumen de ellos en diálogos para facilitar su enseñanza; por lo cual divide su obra en lecciones en vez de capítulos. Tampoco es nuevo este sistema, pues lo usó en 1866 D. Felipe Govantes en su Historia y Geografía de Filipinas; pero ciertamente no es posible aspirar por ahora á una originalidad siquiera relativa en los escritos históricos que tratan del Archipiélago, por estar sus sucesos vaciados por decirlo así en un molde invariable que impone á los autores forzada y sistemática monotonía.<br />
<br />
Aun así, el compendio de la parte antigua desde el descubrimiento y conquista de las islas hasta el mando del general Gándara, ó sea hasta la revolución de 1868, está hecho por el señor Alcázar con discreción, sobriedad y sencillez, y con no menor acierto las preguntas y respuestas que comprenden las lecciones respectivas, sin perder nunca de vista que se trata de un libro destinado á la enseñanza de una raza muy inferior, bajo el punto de vista intelectual. Acaso es éste su mayor mérito, pues el autor nada omite en su rápida excursión histórica de cuanto conviene enseñar al niño filipino, principalmente en estos momentos en que España paga y llora la debilidad de algunos gobernantes consentidores en aquel país de funestas propagandas que han debilitádo el patriotismo tradicional de los indios juntamente con nuestro prestigio entre ellos y el de las instituciones seculares, que han sido allí nuestro más firme sostén.<br />
<br />
Con razón el prologuista de la obra hace notar este aspecto que constituye un verdadero y patriótico servicio del Sr. Alcázar, cuya oportunidad acrecienta para nosotros el año desde su publicación transcurrido.<br />
<br />
Quizás por exceso de presunción en este orden de ideas, tan digno de aplauso, sus cuatro últimos capítulos apenas enseñan otra cosa que fechas, nombres propios, aun inmediatamente inferiores al gobierno del general Gándara, que como hemos dicho cierra el cuadro, que se propuso el autor bosquejar. Quizás también por el apresuramiento en dar de mano á los sucesos contemporáneos, se va por este último excelente Gobernador de uno de los mayores méritos que contrajo, impulsando la instrucción primaria por modo tal, que después no ha sido aventajado. Y este mérito, que podría regatearse por los que juzgan más utópico todavía que peligroso elevar el nivel de aquella raza, creyéndola uno de los grandes errores de nuestra colonización cristiana y civilizadora, se atribuye aquí al general D. Juan de Lara, desdichado gobernante, que pasó por el Archipiélago como una sombra sin dejar rastro.<br />
<br />
En resumen, la Historia de los dominios españoles en Oceanía, á pesar de su título excesivo y de algunos defectos, inevitables en su carácter, que ni es pedagógico exclusivamente ni histórico, llena el objeto que el Sr. Alcázar se propuso, por su claridad, sencillez y buena disposición, sin contar otras cualidades que la hacen opomunísima, como el patriotismo á toda prueba y las sanas ideas religiosas y sociales que el autor inculca á los indios. La declaración de texto que ha merecido á la, Comisión superior de Instrucción primaria de Filipinas, que preside el venerable y sabio Arzobispo de Manila, hace también digna de la protección oficial en los términos que el Ministerio de Fomento tenga por conveniente.<br />
<br />
<br />
Madrid 13 de Noviembre de 1896.<br />
<br />
<br />
VICENTE BARRANTES.Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-29378675590037301972011-01-17T13:04:00.001+08:002011-01-17T15:22:10.517+08:00Historia General de Filipinas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.archive.org/stream/historiageneral01vidagoog#page/n4/mode/2up" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiL7Q8Fw6n7KktoStU-vad7ZtPQgzfUdDhSlzsesu8bpK8O8P74iVj4tk8FOksZrh_OHg9r6o64NdRJm16uG36ROjamJ_lLsSxQvm4tCACeLPiwR7kf7LLPR_yRV_CK0rOsKcyAT4ZrxLA/s1600/cover.jpg" /> </a></div><br />
HISTORIA GENERAL DE FILIPINAS<br />
DESDE EL DBSCUDRIMIENTO DE DICHAS ISLAS<br />
HASTA NUESTROS DÍAS<br />
<br />
Por D. <i>José Montero y Vidal</i><br />
C. de la Real Academia de la Historia.<br />
<br />
<br />
Tomo III<br />
<br />
<br />
MADRID<br />
EST. TIP. DE LA VIUDA É HIJOS DE TELLO<br />
IMPRESOR DR CAMARA DE S. M.<br />
C. de San Francisco, 4<br />
1895<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
I<br />
<br />
CAPITULO PRIMERO.<br />
<br />
<br />
Gobierno de Camba. — Antecedentes de este General.— Batalla de Ayacucho. — Embarca para Filipinas en buques de guerra españoles. —Se sublevan los tripulantes de éstos en las Marianas, izando el pabellón insurgente americano. — Es desembarcado Camba en Guajan con los oficiales de marina y se trasladan á Manila en buques ingleses balleneros. — Nómbrale Ricafort Mayor general del ejército. — Lo confirma Enrile en este cargo. — Trabajos militares. — Es nombrado Director de la Sociedad Económica.— Elegido diputado por Manila, regresa á España. — Es dos veces más reelegido para aquel cargo. —Ejerce interinamente el Ministerio de la Guerra.— Su participación en las Cortes en asuntos militares. — Nómbrasele Gobernador de Filipinas.— Notable recibimiento á su desembarco. — Exaltación de los ánimos por cuestiones políticas. — Reales órdenes de censura contra Salaz ar por sus tolerancias con los frailes carlistas. — Exposición anónima contra éstos y otros partidarios del Pretendiente.— Reuniones de los desterradas carlistas en los conventos. — Sus trabajos de infidencia cerca de las tropas.— Procura Camba conciliar los ánimos. — Se quejan los franciscanos de que lea hablan cantado coplas ofensivas unos soldados, y los castiga. — Resuelve un expediente en contra delos deseos del Arzobispo y se indispone éste con él. — Desavenencias con el Regente y el Fiscal de la Audiencia por la conducta ilegal de éstos en una Junta sobre arreglo de sueldos.— Le hacen insidiosa guerra los Magistrados.— Brindis de un fraile en favor de D. Carlos. V — Acuerdos de la Junta de Aranceles. — Es interceptada una carta del P. Sucias.— Prisión de éste y del Sargento mayor Aznar. — Complicidad de 1os dominicos.— Rebeldía de algunos individuos de esta Corporación, — Connivencia con éstos del Provisor. — Imprudencia de un predicador regular. — Acrecientan su apasionamiento los enemigos de Camba.— Censurable conducta de los carlistas.- Conatos de insubordinación de las tropas. — Causa contra el Subinspector de Artillería. — Ilegal pretensión de este Cuerpo con motivo de los honores fúnebres á la esposa de Camba.— Excelentes condiciones y trabajos de este Gobernador en pro de la administración del país. — Alarman sus enemigos al Gobierno presentándole con aspiraciones traidoras para España. — Ansiedad en Madrid entre las familias de los funcionarios residentes en Filipinas.— Acusaciones injustas contra Camba.— Su opinión respecto de los moro-malayos.— Flora de Filipinas, — Reforma en Correos. — Junta consultiva para Ultramar.— Llegada de periódicos de Europa. — Inserta El Times la noticia del relevo de Camba.— Calumniosa especie que dio lugar á esta medida.— Llega el sucesor de Camba. — Entrégale éste el mando sin protesta ni alteración del orden público. — Sorpresa de la nueva autoridad por la creencia en contrario dominante en Madrid.— Género de guerra que se había hecho á Camba. — Demuestran los hechos la falsedad de tales imputaciones.— Muestras de consideración de la sociedad de Manila, incluso el clero, desde que dejó el mando hasta su embarque para España. —Mando de Lardizábal. — Capítulos provinciales. — Granaderos de marina.— Orden sobre gastos é ingresos en Ultramar. — Empadronamiento y clasificación de chinos. — Nuevo periódico. — Circulares dela Dirección de Rentas de España sobre los tabacos filipinos. — Creación de la provincia de Nueva Vizcaya. — Muerte de Galvey.— Persecución de los cristianos del Tonkín.— Reglas para la introducción y circulación de libros en Filipinas. — Escuela de Comercio. — Bando respecto á tributo. — Renuncia de María Cristina. — Bando sobre extranjeros.— Organización de las oficinas de Hacienda. — Cuentas de propios.— Medidas militares. — Proyecto de un monumento á Magallanes en Mactan. — Renuncia el Gobierno, sale para España y muere en el viaje.<br />
<br />
<br />
Para sustituir al general Torres fué nombrado el mariscal de campo D. Andrés García Camba, Caballero de Santiago.<br />
Este sujeto era muy conocido de la sociedad de Manila por haber residido en la capital de Filipinas durante diez años (Abril de 1825 á Marzo de 1835). Su designación y su breve y accidentado mando merece, por circunstancias especiales, ser tratado con alguna amplitud.<br />
<br />
Sabido es que el general Camba fué vencido y hecho prisionero con todo el ejército Real del Perú en la triste batalla de Ayacucho, que dio por resultado la pérdida para España de la América del Sur (9 de Diciembre de 1824).<br />
El I de Enero de 1825 embarcó en la escuadra española de guerra, compuesta del navío Asia y de los bergantines Aquiles y Constante, con rumbo á Filipinas. «Por escasez, particularmente de agua (refiere el general Camba), fondeamos en la rada de Umatac, en las islas Marianas, y al levar el ancla en la noche del 10 al 11 de Marzo, se perdieron estos buques á causa de la más inesperada rebelión (0. Corrí la suerte de los oficiales de marina, después de haber contribuido efícacisimamente á contener las atroces demasías que algunos de los amotinados se proponían, y con ellos fui desembarcado en la isla de Guajan, y en buques ingleses balleneros llegamos todos el 4 de Abril á Manila, donde hallamos favorable acogida y la mayor hospitalidad en los habitantes de todas clases (2).<br />
El general Ricafort, que á la sazón gobernaba las Islas, conocía á Camba por haberlo tenido á sus órdenes y lo nombró Mayor general del ejército, cuyo nombramiento fué aprobado por Real orden de 22 de Mayode 1826. En 1828 se posesionó Enrile del empleo deSegundo cabo, y por su indicación continuó Camba en el despacho de la Subinspección de las tropas; dirigió personalmente varios años las asambleas doctrinales del ejército, é hizo un plan para mejorar la organización del mismo.<br />
<br />
<hr />(1) Los sublevados izaron el pabellón de las Repúblicas insurgentes de América á cuyas costas volvieron.<br />
(2) Exposición dirigida á S. M. la augusta Reina Regente Gobernadora del reino, inserta en la obra Lds din y seis mises de mmmdé superior de Filipinas, por el Mariscal de campo D. Andrés Garda Camba: Cádiz, 1839.<br />
<br />
<br />
La Sociedad Económica de Amigos del País le nombró su Director, y recibidos en 1834 el Estatuto Real y convocatoria á Cortes, fué elegido procurador, según en su lugar hemos dicho, para representar á Filipinas,mereciendo igual distinción en las elecciones que por disolución de las Cortes respectivas hubo en Manila en 1836 y 1837.<br />
Ya hemos consignado en su lugar oportuno cómo desempeñó su puesto de diputado.<br />
El 15 de Agosto de 1836 se hizo cargo interinamente del despacho de la Secretaría de la Guerra, siendo nombrado Gobernador y Capitán general de Filipinas (O, y mientras llegaba la época de su embarque,volvió á interinar el Ministerio de la Guerra durante la ausencia del propietario, general Rodil, que había salido á campaña. Al ser destituido Rodil, renunció su in»tenuidad. Durante ésta tomó parte en las Cortes en varias discusiones sobre asuntos militares y de la guerra civil. El 2 de Octubre fué elegido diputado por Lugo,su país, para las Constituyentes de 1836 á 1837, nollegando á ocupar su asiento, porque las Cortes invalidaron dicha elección en razón á haber sido Secretario del Despacho de la Guerra.<br />
<br />
<hr />(1) Formó en España, con los amigos que habían militado con él en la América del Sur, el partido llamado de los Ayaeuches^ Alcanzaron el poder en la Península, y Camba, abusando de la confianza de ellos, se nombró Capitán General de Filipinas i.— (iStf/^mi^/ los Bulra do'<br />
Innecesario nos parece rebatir esta última, á nuestro juicio, inexacta aseveración.<br />
<br />
<br />
<br />
El 17 de Abril de 1837 embarcó en Cádiz en la fragata Nueva San Femando, con su señora y una hija de poca edad. En este mismo buque, y por expresa Real orden, iban tres individuos de la Junta carlista de Córdoba, desterrados á Marianas. El 24 de Agosto llegaron á Manila; el 25 efectuóse el desembarco, y el 27 se hizo cargo Camba de su alto empleo.<br />
Toda la población, y en especial el elemento insular,tributó al nuevo Jefe de las Islas el más entusiasta recibimiento (1).<br />
Los elementos avanzados del país se hallaban bajo la impresión desagradable de la derogación del Estatuto Real, que privaba á las Islas de la representación en Cortes.<br />
<br />
<hr />(1) Este Jefe superior de las Islas Filipinas fué recibido en Manila con extraordinario entusiasmo, y muy particularmente por los españoles del país; mas no tardó, por desgracia, en inspirar desconfianza átodos los amantes de su patria. Tenía la nota fatal de haber sido traidor á la bandera española en la emancipación americana, y uno de losque depusieron al último Virrey de Lima y perdieron para siempre aquellas ricas posesiones del Monarca de Castilla. £1 tiempo que, finalmente, había pasado e n estas Islas, antes de ser promovido á este Gobierno, le había servido en gran manera para adquirirse popularidad en elpaís; popularidad que le valió el ser elegido diputado á Cortes por el distrito de Manila».— (.£Atf/«rf0 de hs Padres donumcos^ tomo V, páginas 596-97.)<br />
<br />
Más adelante se verá el por qué del excesivo apasionamiento de los dominicos contra el general Camba.<br />
En el relato de las causas que motivaron la deposición del Virrey de Lima en Enero de 1821, y la derrota de Ayacucho en Diciembre de1824, sucesos independientes uno de otro, ha predominado más la pasión política ó el desconocimiento de los hechos que la veracidad histórica.<br />
Ofrece gran interés para apreciar debidamente lo ocurrido en el ocaso de la dominación española en América, la siguiente obra: Exposi'eUtt que dirige mi Rey D. femando V II el Mariscal de campo D, JerMma Valdis^ sobre leu causas que motivaron la pérdida del Perú, Desdi Vitoria, dí%de Julio de 1827. La publica su hijo el Conde de Tonta, coronel retirado de artillería. — Tomo I: Madrid, 1894.<br />
<br />
<br />
<br />
El tacto y las simpatías de Camba hicieron olvidar este suceso, y los amantes del régimen liberal le apellidaban El Deseado.<br />
Ardía vivamente en España la guerra civil, promovida por los carlistas, y quizá por primera vez en Filipinas las pasiones políticas tenían soliviantados los ánimos. El clero regular, en su totalidad, era partidario del Pretendiente, al que no sólo acompañaban sus simpatías, sino que le auxiliaban, así como á las publicaciones carlistas, con su dinero.<br />
La corte, sabedora de esta actitud de los frailes, y disgustada de la censurable tolerancia del antecesor de Camba, que estimó prudente usar de disimulo, habíaexpedido las Reales órdenes de 22 de Octubre de i836y 24 de Abril de 1837, en que reprendía aquel proceder,diciendo en la primera al general Salazar que de serlas opiniones políticas á que se refería favorables á los supuestos derechos del Príncipe rebelde, f se habría hecho altamente culpable de haberse desentendido de reprender y castigar severamente, conforme á las leyes,un crimen de tanta traición •; y en la segunda, después de reiterar lo mandado, se disponía la mayor vigilancia sobre las personas de semejantes opiniones, c cualquiera que sea su estado y condición ••<br />
<br />
<hr />(1) En la exposición ae manifestaba la necesidad y uiigenda del envió de un Gobernador y Capitán general de los mis adictos á la Reioa,<br />
<br />
<br />
Existía también otra Real orden, remitida con fecha 20 de Abril de 1836 por el Ministerio de Gracia y Justicia al Gobernador de Filipinas, insertando una exposición anónima (O dirigida á la Reina Gobernadora por uno que se ñrmaba El crístino por esencia, á ñn de queadoptara Ids medidas oportunas» con vista de su contenido, ó propusiera lo conveniente.<br />
En confirmación de lo que en las citadas disposicion atención á que: 1.° E1 Gobierno interino de las Islas, á la sazón,«si no es de la fracción carlista, que por desgracia es aquí monstruosa,es al menos indolente, tolerante de la fracción y poco afecto al Gobierno liberal». 2.° £1 omnipotente Tribunal de la Real Audiencia se compone de sujetos que sirvieron en las filas realistas persiguiendo de muerte á los liberales, menos el magistrado Lamimbide: urge se releve alcitado Tribunal. 3.° £3cige la política y tranquilidad de las Islas que seprive á los obispos el ordenar in sacris á los indios y mestizos de sangley; debiendo ser españoles peninsulares todos los curas, incluso los frailes allí existentes, pero exclaustrados y secularizados y sujetos al ordinario, crpues que en' comunidad y en corporaciones, teniendo como tienen inmensos tesoros de que disponer, son aquí más perjudiciales quelo fueron en la Península, porque éstos son carlistas declarados y capitales enemigos del Gobierno de S. M. Los inmensos é inagotables tesoros que tienen enclaustrados estas comunidades religiosas, provienen de la multitud de fincas y dilatadas, feraces y ricas haciendas que poseen, pues tanto en esta capital como fuera de ella, lo mejar que se vees suyo. ¡Cuánto podía prometerse la Real Hacienda de rentas fecundantemente ricas eo manos tan desafectas é ingratas como están en eldía!» 4.° Los eclesiásticos naturales y mestizos, por más que reciban estudios y órdenes, siempre son indios, y de aquí no pasan, y sin interrupción desafectos y declarados enemigos del Gobierno Real Supremo, sea de la naturaleza que se fuese, porque no tienen más que su in-dependencia: encargar á estos ministros tan ineptos y desleales la administración espiritual, y aun también se puede decir que la temporalde los pueblos, es el sistema más perjudicial y antipolítico que se ha visto. 5.° t£n el ejército son muchos los carlistas: de aquí es que los crístinos estamos temerosos, y los carlistas blasfeman y truenan contra todo lo que huele á cristino».<br />
»Tomos enteros se necesitaban para enterar medianamente á V. M.de lo que aquí pasa en pro del carlismo, y es tan potente y desmesurado su espíritu, que llegaron los desterrados, el ex-general Pedro Grimarest, el ex-fiscal Ramón Pedrosa, el ex-canónigo Matías Jara y el ex-intendente Manuel Tellería, por infieles y nada adictos al liberal Gobierno de V. M., y en el mismo instante de su llegada se vieron visitados y rodeados de los primeros personajes de esta capital, ofreciéndoles sus personas y bi enes, y tan obsequiosos y tan bien reputados,que no se puede concebir una idea; de modo que los tales han mejorado infinitamente con su venida i Filipinas, haciendo el más brillante papel, cuándo debían ser el escarnio y ludibrio de las gentes.....<br />
•Dígnese V. M. no remitir más carlistas, desterrados ni confinados,porque esto es engrosar el monstruoso partido en favor del Infante rebelde, y llegará á ser de un perjuicio sin término», etc.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
nes soberanas se indicaba, encontróse Camba con que residían en Manila varios personajes carlistas que debían hallarse en Marianas, á donde fueran desterrados,y según relata en su exposición á la Reina, f había reuniones carlistas en el convento de San Juan de Dios,donde se hallaba hospedado el confinado Pedrosa, y enel colegio de Santo Tomás; que el Deán y ProvisorD. Pedro Relaes sacaba casi diariamente á pasear en su coche al expresado D. Ramón Pedrosa, ex-Alcaldede casa y corte; que el Canónigo Jara, otro confinado, intentaba introducir el extravío en la disciplina delos sargentos, con algunos de los cuales se decía haberle visto de mucha confianza; que las autoridades estaban de acuerdo para no cumplimentar las órdenes dela corte que previniesen la publicación y jura de la Constitución, habiendo tenido mí interino antecesor queofrecerse á abrir la primera correspondencia que se recibiera en presencia de testigos; que en la concurrida tertulia diaria del Arzobispo se ponderaban el poder ylos triunfos del Pretendiente, que se comunicaba luego por cordillera (extraordinario 6 expreso de pueblo en pueblo), y, finalmente, que se veían en plena libertad,obsequiados y visitados hasta de las autoridades, á losconfinados carlistas; hecho positivo del cual se trata en la causa instruida contra el párroco de Calasiao y el sargento mayor de la pla^a de Manila, de que tiene conocimiento el gobierno de V. M. (O».<br />
<br />
No obstante esto, procuró Camba conciliar los ánimos, y habiéndosele quejado los padres franciscanos de que algunos soldados peninsulares cantaban ante elconvento coplas ofensivas, corrigió en el acto el desorden, volviendo los padres á darle las gracias. Al mismo tiempo hizo cambiar de residencia á los deportados carlistas para contrarrestar las reuniones peligrosas que celebraban.<br />
Pero en esto tuvo que resolver un expediente sobre extra limitación de atribuciones del Arzobispo, que se había incautado de los fondos del convento de San Juande Dios, de Cavite, y los había depositado en Santo Domingo, obligándole á depositarlos en Cajas Reales.Esto añadió en el Arzobispo, á los motivos políticos,uno personal de antipatía hacia el General.<br />
Otro nuevo incidente vino á aumentar la tirantez dela situación: se mandó por el Gobierno de España que se redujeran los sueldos, excepto d los militares en activo servicio. Nombró Camba una Junta de autoridades para que le informasen sobre la manera de ejecutar la orden, nombrando Presidente al Segundo cabo, lo que disgustó al Regente de la Audiencia, resolviendo Camba, para evitar rozamientos, que actuara sin presidencia; la Junta incluyó en la rebaja á los militares y excluyó al clero, y propuso que concurriera Camba á las sesiones á tomar parte en los debates y acuerdos; negóse éste y ordenó la disolución de la Junta, lo cual ofendió al Regente de la Audiencia, D. Manuel Pérez<br />
<br />
<hr />(1) Los diez y seis meses de mando superior en Filipinas,<br />
<br />
<br />
<br />
Seoane, y al Fiscal de S. M., D. Manuel García Gallardo, y el primero comenzó á comunicarse con el Ministerio de Gracia y Justicia, prescindiendo de Camba,que era el Presidente del Tribunal, pidiendo y obteniendo el Fiscal, que vivía con el deán Reales en elPalacio arzobispal, su regreso á España so pretexto de incapacidad física y moral, pero con la idea de trabajar contra el General. La Audiencia, además, nombró sin contar con el Presidente, un teniente de Canciller interino; dio facultad al alcalde mayor de llocos Norte para sumariar al de llocos Sur y resumir su autoridad contra lo que mandan las leyes, también sin contar con el Gobernador superior Camba, y realizó,en una palabra, una serie de actos, ya de independencia, como la consulta al Ministerio de Gracia Justicia sobre el cura de Magalán, convicto de delitos atroces; ya de resistencia á la autoridad superior, como oponerse el Regente á que lá Audiencia evacuara la consulta pedida por Camba sobre inteligencia del art. 53 de la Instrucción de Regentes; ya de tentativa de imposición, como pretender dicho Regente que el Gobernador superior civil lo visitase los días de besamanos.<br />
De esta suerte la Audiencia vino, por la cuestión dela rebaja de sueldos, á hacer causa común con el cleroen su oposición á Camba, y á resultar más pacífico eltildado de progresista que los absolutistas y moderados.<br />
Nuevos sucesos exacerbaron más las pasiones: en un banquete un fraile había brindado por Carlos V y solicitó que secundasen el brindis los concurrentes: uno de ellos se opuso y hubo un escándalo formidable, y Camba ordenó á los Prelados de los regulares que recomendasen á los religiosos mayor respeto al Gobierno constituido.<br />
<br />
La Junta de Aranceles, por acuerdo de 9 de Septiembre de 1837, mandado cumplir por decreto del mismo día, dispuso que desde i.^ de Enero de i838 pagasen el 8 por 100 de derechos los efectos extranjeros de Europa que se introdujeran á consumo en bandera española, desde los puertos de Singapore, Batavia y cualquiera otro de su inmediata demarcación, y el 9 por100 los que de igual origen y en la propia bandera se importasen de China. El 14 de Diciembre publicó laJunta otro Arancel por el cual las producciones en bandera de la misma clase pagaban un 14 por 100 del avalúo y 7 en pabellón nacional, y las producciones españolas 8 y 2 respectivamente. El de exportación fijaba elI por 100 de derechos á los efectos conducidos en bandera nacional para la Península, y i Y, por 100 para el extranjero (O».<br />
En el estado de tirante^ en que se hallaba Camba con el clero y el Arzobispo, ocurrió otro suceso que fuéobjeto de variados comentarios y apasionadas criticasentre los vecinos de Manila, especialmente entre los religiosos: la prisión del párroco de Calasiao en Pangasinán, Fr. Manuel Sucias, dominico, con motivo de haber sido interceptada una carta de este padre, dirigidaal sargento mayor de la plaza D. Matías Aznar, en quedemostraba su desafección á la Reina Doña Isabel IIy abogaba por la causa de D. Carlos, encargándoleconferenciara con el P. Nadal, y demostrándose que elObispo de Nueva Segovia, D. Fr. Francisco Albán, era el mediador con el Pretendiente.<br />
<br />
<hr />(1) Este Arancel fué reformado en 10 de Mayo de 186/ por otro en que*M saprimian todos los derechos de exportación.— fv. Diccionario dt la Administración^ etc.) '<br />
<br />
<br />
<br />
Decretó el Gobernador general la prisión del P. Sucias, y á prenderlo fueron á su convento el alcalde mayor de la provincia, D. Juan Manuel Terán, con el jefemilitar Galvey y el mayor de las milicias Valero, siendo portador de la orden para dicho objeto el oficial decaballería D. Carlos Roca, quien debía conducir á Manila al religioso; pero algo debieron sospechar los dominicos de Manila al ver el arresto y reclusión en lafuerza de Santiago de Aznar y salir á Roca de Manila,lo cual indica su conociipiento del asunto, y en el actodespacharon sin permiso, noticia ni pasaporte de Camba, á un individuo de la Orden, joven y activo, que llegó á Calasiao horas antes de que prendieran al P. Su«cias, pudiendo éste ocultar sus papeles.<br />
Llevado á Manila por Roca, fué recluido el P. Sucias en las Casas Consistoriales, á pesar de las influencias puestas en juego para que se le levantara la prisión; incomunicado y con centinelas de vista: formósele causa, de la que resultó su separación del curato deCalasiao y orden de embarque para España bajo partida de registro. Esto no tuvo lugar, porque cuatro médicos certificaron 'que peligraba su vida si embarcaba,y se le confinó al pueblo de Naic. Después le nombraron Vicario de San Juan del Monte (0.<br />
Aznar fué separado de su destino y remitido á España bajo partida de registro W.<br />
<br />
<hr />(1) Durante el Gobierno de Lardizábal se le permitió residir en elconvento de su Orden en Manila, y en la época del sucesor de aquél,Sr. Alcalá, fué nombrado párroco de Malasiqui, en Pangasinán.<br />
(2) E1 Gobierno aprobó la separación de Aznar de su destino y sutraslado á la Península, y ordenó que quedase en clase de detenido en Cádiz bajo la vigilancia de las autoridades militares de la plaza, ó de cualquier otro punto que tuviera á bien sefial arle el Capitán General<br />
<br />
<br />
El mencionado dominico que fué á prevenir de su prisión al P. Sucias, recorrió todos los curatos de Pangasinán, y desaparecieron de los que desempeñaban el párroco de Dagupan, Fr. Vicente Rodríguez, y el de Manaoag, Fr. Ramón Fernández. Preguntó la autoridad por el paradero de los expresados curas al Vicarioforáneo Fr. Vicente Castro, y primero respondió quelo ignoraba, y más tarde que los había autorizado parair á Manila. Ordenó Camba que se le presentaran, y lohicieron así el de Dagupan y el fraile mensajero; peroel de Manaoag se volvió á su curato. Al reiterar al Vicario la orden para que se presentase el párroco al General, pidió el Vicario al Alcalde mayor de Pangasinánla orden de aquél. Negóse el Alcalde á exhibirla, y elGeneral dio conocimiento del hecho al Provisor gobernador del Arzobispado, el que, al mismo tiempo quecontestaba al General que le había desagradado y reprobaba la conducta del Vicario, le decía á éste que había obrado bien, alentándolo así en la rebeldía. Al mismo tiempo indicaba al General la pretensión de que sólo por su conducto obrase cuando de religiosos se tratara. ¡No hay duda que con tal conducta había de obtener la confianza del General en tales circunstancias!.... Aquel mismo Provisor, sin embargo, llamadoD. Pedro Reales, sospecha que puedan llegar libros perniciosos en un buque, y se dirige directamente al Administrador de la Aduana recordándole prevenciones legales.<br />
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<br />
de Andalucía, pasando al Tribunal especial de Guerra y Marina todoslos antecedentes relativos á la sumaria formada á Aznar y al párroco de CalaMao.<br />
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Con todo, como el Vicario, requerido por el Alcalde mayor, le había entregado la comunicación reservadadel Provisor, en castigo le quitaron el Vicariato las autoridades eclesiásticas por su obediencia á la civil en aquel extremo, y nombraron Vicario al P. Pellicer,cuyo mérito principal consistía en haber cantado unamisa de Réquiem el día de la Reina Isabel, en vez de celebrar, según costumbre, aquella fiesta con una misa de gracias y Te Deum. La audacia de los religiosos afectos á D. Carlos llegó hasta el extremo de que por imprudencias de un predicador tuvo el General que hacerle bajar del pulpito en otra fiesta cívico-religiosa,sustituyéndolo en el acto un sacerdote filipino, magistral del Cabildo de la Catedral, D. Manuel García, yaquélla fué la primera vez (8 de Diciembre de 1837)que se oyó el nombre de Isabel II en actos semejantes,pues en tales términos se excusaban de acatar á la Reina, que en la reimpresión de la Bula hizo el clero poner las palabras de «el Rey nuestro Señor» en vez de«la Reina nuestra Señora». Sería interminable la narración de los actos políticos y de rebeldía llevados á cabopor el clero carlista en la época de Camba, y puede asegurarse que no hay opiniones políticas ni clases sociales que hayan disfrutado de tal impunidad, á pesar deconocer Camba que entraba por mucho el molestarle á él con aquellos actos.<br />
De nada le sirvieron sus contemporizaciones con loscarlistas frailes, pues fué acusado en la opinión pública de la Península de traidor á España, y cuatro magistrados elevaron una exposición contra el hermano delAsesor del Gobierno, D. José Ramos, nacido en Filipinas, oriundo de la Península, insinuando que era filibustero, y que Camba, á pesar de eso, había hecho interinamente Auditor de Guerra á su hermano. De tal manera excitó las pasiones aquel escrito imprudente delos magistrados, que Camba tuvo que dar una alocución á las tropas diciendo que tenia confianza en lafidelidad de los filipinos, asi como S. M. la Reina.También en la tropa lograron los carlistas introducirsus pasiones, y los europeos del batallón de Asia dieronmueras al General; pero la actitud de los jefes evitó que tomase más proporciones aquel descontento, manifestado á la vuelta de una gran parada en solemnidad de los días de la Reina.<br />
Con tan malas artes se combatía á la autoridad superior de las Islas, que existiendo una causa contra el Subinspector de artillería D. Jacobo Gil de Avalle, cuando llegó Camba se quiso que no la diera el trámite preciso, so pretexto de una supuesta autonomía del Cuerpo; y cuando falleció la esposa del General, el 12 deNoviembre de 1837, á pesar de ser de ceremonial enIndias que se las tribute los mismos honores en vida yen muerte que á sus esposos, el Cuerpo de artilleríaquiso que pagase el General la pólvora de las salvas (O.<br />
Jamás se vio una oposición más manifiesta de todoslos carlistas y de todas las clases oficiales á una autoridad isabelina, siendo sensible que recayera en un General que reunía, á su fino trato y no escaso tacto, granprobidad é inteligencia, merced á la que, á pesar detantos disgustos, pudo dictar acertadísimas medidas degobierno, mereciendo especial mención unas notablesOrdenanzas de buen gobierno y las mejoras que introdujo en el ramo de comunicaciones.<br />
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<hr />(1) Por el Ministro de la Guerra, en 21 de Mayo de 1838, se comunicó al Director goieral de artillería una Real orden aprobando elconsumo de pólvora y demás gastos ocasionados al material de artillerfa con motivo de los honores fánebres verificados en Manila á conse*«uencia de la muerte de la sefiora del Capitán general de Filipinas.<br />
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También hizo visitar las rancherías de infieles y adelantar su reducción (1).<br />
De tal manera trabajaron los carlistas el ánimo delGobierno y la sociedad de Madrid, que creyeron , sinexamen, las absurdas y calumniosas especies contra éldifundidas; asi es que, rompiendo con todo género deconsideraciones, fué relevado, y su sucesor iba con grantemor de encontrar resistencia y al país en efervescencia, y quedó sorprendido al hallar todo lo contrario (2)»<br />
La gran acusación contra Camba era que daba preferencia á los hijos del país sobre los de la Península, aunpara los mandos de tropa. En el ejército nada había innovado Camba: la acusación se referia á las milicias.Sólo uno de los seis cuerpos que las componían, estaba mandado por un filipino, el de milicias de Batangas,.á cargo de D. Manuel Cacho, y éste había votado contra Camba en sus elecciones para Procuradora Cortes:era, pues, hasta un rasgo de delicadeza en el Generalno quitarle el mando. De los otros cinco cuerpos vaca»ron dos jefaturas, y el General nombró para una a! peninsular D. Manuel Romero y para otra al filipinoD. Matías Sáenz de Vizmanos; pero trasladado éstepoco después á la Secretaría de Gobierno, lo sustituyóCamba en el mando del cuerpo con el peninsular DonJosé Félix Grastelu. Hay más: el mismo Camba habíapropuesto que aquellos cuerpos fuesen mandados porjefes del ejército y no por vecinos de Manila, cosa que<br />
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<hr />(1) Débense á este distinguido Gobernador y Gipitán general deFilipinas considerables mejoras que durante su ilustrado mando ha recibido el país». — (PP. Buceta y Bravo, Dieciot$ario^ etc., pág. 266.)<br />
(2) Las cartas que llegaban á Filipinas acusaban una gran ansiedaden las familias que allá tenían allegados: de tal suerte se engafió á la opibíón pública en España.<br />
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<br />
•disgustó mucho á éstos, patentizando lo injusto de laacusación que se le hacía de afecto á los hijos delpaís en un grado sospechoso; tuvo, sí, grandes consideraciones con los filipinos que lo merecían por su conducta, y natural era también que, rodeado y combatidopor los carlistas, tuviese amistad con aquéllos que semanifestaban adictos á Isabel II.<br />
Respecto de los piratas moro-malayos, decía el General Camba al Gobierno en 1 6 de Noviembre de 1837:4 Yo no puedo persuadirme que el temperamento adoptado de liacer paz y alianza con el Sultán de Joló hayade proporcionar á nuestra navegación y comercio ninguna ventaja sólida y permanente».<br />
Y así es^ en efecto, como la experiencia ha demostrado, con tristísima elocuencia, desde el principio denuestras relaciones con los falaces Sultanes de Joló y Mindanao.<br />
En 1837 vio la luz pública en Manila la Flora de FilipinaSy obra importantísima, que ha hecho inmortal elnombre del sabio cuanto modesto religioso agustino calzado Fr. Manuel Blanco (0.<br />
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<hr />(1) FUra de Filipinas sigún el sistema sexual de Litmea. Por el Padre Fr. Manuel Blanco, agustino calzado, con las licencias necesarias»Manila. Afio de 1837. En la imprenta de Santo Tomás, por D. CándidoLópez.<br />
£n 21 de Marzo de IS40 acordó la Sociedad Económica de Amigosdel País conceder 500 pesos al P. Blanco para los gastos de impresión ypublicación de la FUra que lleva su nombre.<br />
En 1845 publicóse la segunda edición corregida y aumentada por elmismo autor, y posteriormente la Orden de San Agustín, honrando lamemoria de! preclaro hijo de su proyinda, costeó una magnifica reimpresión editada con gran lujo é ilustrada con preciosos grabados de hiobra del P. Blanco, adicionándola con el manuscrito inédito del P. FrayIgnacio Mercado, las obras del P. Fr. Antonio Llanos y un Apéndice<br />
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En 5 de Diciembre de 1837 decretada la reforma del ramo de Correos en Filipinas, y, en su consecuencia se nombraron Administrador é Interventor á sueldo fijo, cuyos funcionarios entraron á desempeñar su cometidoen Octubre de 1838, estableciéndose desde dicha época el fianqueo y certificados y apartado de la correspondencia; impúsose el porte á la que llegaba del extranjero, y se concentró toda la correspondencia en dicha oficina (0.<br />
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<br />
con todas ]as nuevas investigaciones botánicas referentes al Archipiélago filipino, bajo la dirección científica del P. Fr. Andrés Naves^siendo su editor el ilustrado ingeniero de Montes D. Sebastián Vidal ySoler, competentísimo botánico y escritor muy notable. Los cuatro tomos de que consta la tercera edición de la Flora del P. Blanco publicáronse sucesivamente en los afios de i877t 78, 79 y 80.<br />
£1 virtuoso y docto P. Blanco nació en Navianos, provincia de Zamora, el 24 de Noviembre de 1778. Tomó el hábito en el Colegio deValladolid en 1794» y profesó en el mismo en 1795. Llegó á Filipinasen 1805. Aprendió el tagalo en el pueblo de Angat (Bulacán). Fué cura párroco de los pueblos de San José y Bauan, en la provincia de Batangas, y en los de Pásig y Parafiaque, en la provincia de Tondo. FuéPrior del Convento de Manila y del de Guadalupe, dos veces Procurador general de su provincia. Definidor y Provincial de la misma. Tradujo al tagalo el arte de medicina casera de M. Tissot, y publicó en elmismo dialecto un tratado sobre la preparación y acción de gracias parala confesión y comunión, y otro en igual dialecto para ayudar á bieivmorir. Falleció en \.^ de Abril de 1845.<br />
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<hr />(1) La renta de Correos se estableció en Filipinas en 1767 bajo ladependencia de la general de Méjico, rigiéndose por la Ordenanza éInstrucción de 1762. Las cartas que condujeran los capitanes, tripula-clones 6 pasajeros de los buques del exterior, debían entregarse al Administrador del ramo bajo las penas reglamentarias en caso de que asino lo hicieran. £1 Administrador percibía el 25 por 100 del productode portes de la correspondencia de la Península. En esta forma se llevóel servicio hasta 1 783, en que, á excepción de la correspondencia de Ja Penfnsula y Nueva España, toda la demás iba á la Secretarla del Gobierno general, donde era distribuida sin pago de coste. Rcgularíxadas por Real decreto de 24 de Octubre de 1838 fué creada en España una Junta consultiva para los negociosde Gobernación de Ultramar, nombrando individuos dela misma, entre otros, á los ex-gobernadores superioresde Filipinas, Ricafort y Enrile,<br />
<br />
El 18 de Diciembre se recibieron en Manila, por lavía de China, periódicos extranjeros, en algunos de loscuales publicábanse noticias que, aun suponiéndolas inciertas, causaron profunda sensación.<br />
<br />
El Times, en un suelto de 10 de Julio de i83S, decía tque fué asunto de conversación en Madrid, según parece, el que habiendo perdido Camba á su mujer en Manila, quiso fuese enterrada con los honores casi de la dignidad real, y que habiéndose negado las principales autoridades á consentir en ello, él las trató con la mayor indignidad. El Gobierno, al oir hablar de estaextravagancia, nombró al Sr. Lardizábal para que lo reemplazara en el mando».<br />
Semejante calumniosa y á todas luces falsa y ridicula acusación no mereció á Camba crédito alguno. Era, en realidad, increíble que por un motivo tan evidentemente destituido de fundamento y seriedad pudiese el Gobierno tomar la grave resolución de su relevo, pues, como dejamos apuntado, los honores fúnebres hechos á la señora de Camba se ajustaron estrictamenteal ceremonial establecido de antiguo para tales casos. Pero á los ocho días, ó sea el 26 de Diciembre, fondeó en Manila la fragata Nueva Victoria conduciendo al nombrado para relevar á Camba, quien le remitió el traslado de su nombramiento. <br />
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<hr />(1) expediciones postales en Luzón por el General Enríle, se recibía y distribuía en la Secretaria del Gobierno la correspondencia del interior, entendiendo de la del extranjero la Comisión de policía y seguridad pública.<br />
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Inmediatamente cumplimentó Camba la orden del Gobierno, dando aviso á las autoridades de la llegada del Sr. Lardizábal, á quien leenvió á bordo el ceremonial de su recepción, á la parque le hacía los corteses ofrecimientos de rigor, desembarcando la nueva autoridad el 27 y haciéndole entrega del mando el zg, sin que se alterase el orden público ni se notara el menor síntoma de la efervescenciaen que se creía en Madrid que estaba ardiendo Manila,y así se lo confesó noblemente Lardizábal á Camba deoficio y lo comunicó con igual fecha al Gobierno de España.<br />
Por la correspondencia particular de la Península, repartida á la llegada de la Nueva Victoria, súpose, conextrañeza y disgusto de las personas rectas é imparciales, el género de guerra que habían hecho sus enemigos al General Camba y la atmósfera que contra él se formara en Madrid, que dio por resultado su inmediata separación del mando que ejercía.<br />
Las especies contra él propaladas, falsas y calumniosas y desde luego exageradas, si alguna había que revistiese visos de verdad, fueron las siguientes:<br />
» Haber ocultado al Gobierno las ocurrencias de Febrero de 1837. (Estaba aún en Madrid.)<br />
» Que mandó hacer honores fúnebres á su difunta esposa como de dignidad real, y que maltrató á las autoridades que manifestaron oposición.<br />
» Haber separado jefes de cuerpo para colocar otrosdel país.<br />
» Que entorpecía la marcha de la Audiencia y desconocía la autoridad del Regente y Ministros del Tribunal.<br />
» Que había atropellado y hasta amenazado de fusilar á alguno de los Ministros de la Audiencia porquehabía protestado de actos de su gobierno como abusivos y fuera de la esfera de sus atribuciones.<br />
» Que por un exceso de celo en favor de los naturalesde Filipinas maltrataba á los europeos^ y que teníaaquella provincia en la mayor inquietud.<br />
» Finalmente, que tenia miras siniestras respecto de las Islas Filipinas (O».<br />
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<hr />(1) Como muestra de lo que en países como Filipinas alcanzan el apasionamiento, la ociosidad y la obsesión, puede verse la terrible carta escrita en 25 de Enero de 1839 desde Manila por el agustino Fr. Antonio Jiménez á un conocido suyo residente en España; carta que Camba copia en su folleto <i>Los diez y seis meses de mando superior en Filipinas</i>. E1 citado religioso consigna como articulo de fe y dándolo por verdad las mayores atrocidades, explicando á su manera los sucesos y calificando á Camba del modo más despiadado. No sin razón dice éste ensu exposición á la Reina, al hacerse cargo de esa carta:<br />
"Pero abruma, Señora, que tan desapoderadamente escriba un misionero de Filipinas, un ministro del Dios de paz y de verdad, encargado, no sólo de predicar la sublime moral del Evangelio, sino de enseñarla á practicar con su ejemplo á subditos sin duda ñeles á V. M. y afectos á los españoles, pero ignorantes y sencillos... Si todos los frailes en Filipinas profesaran los abominables principios del desalmado P. Jiménez, era absoluta é indispensablemente necesario á la conservación de la paz de esas Islas, fíeles á la Reina y á la España, no cesar de pedir á V. M. su pronta reforma; pero, afortunadamente, tal vez no se halle allí otro que profese tan perversa moral, aunque participealguno de su errónea opinión politica.<br />
Las notas que pone Camba á la carta son terrible cáustico á la intemperancia del P. Jiménez.<br />
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Durante el tiempo que permaneció Camba en Manila después de entregar el mando y hasta su embarque para Europa el 8 de Marzo, recibió señaladas muestras de consideración y respeto por parte de todas las Corporacíones incluso las de regulares {I), y de los españoles, extranjeros é indigenas. Únicamente el Arzobispo D. Fr. José Seguí se abstuvo en absoluto de verlo ni de manifestarle la menor atención (2).<br />
En 29 de Diciembre de i838 entró á gobernar en Filipinas el Mariscal de Campo D. Luis Lardizábal y Montoya, natural de Vizcaya.<br />
Por Real orden de 16 de Noviembre de 1836 habíase prohibido la celebración de Capítulos provinciales en Filipinas.<br />
El P. Fr. Pedro Machado, Comisario de los recoletos en Madrid, suplicó á S. M. que derogara aquelladisposición, y se decretó el envío de su escrito á Filipinas para que el Gobernador de las Islas, de acuerdo conel Arzobispo, determinase lo que conforme á las circunstancias del país conviniera hacer.<br />
Lardizábal, á quien le tocó resolver este asunto, determinó que se celebrasen los Capítulos, debiendo concurrir á ellos, en representación del Vice-Real Patrono,el Oidor más antiguo de la Audiencia, lo que se ha venido practicando hasta que, creado el Consejo de Administración, se encomendó aquel encargo á uno de los Consejeros.<br />
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<hr />(1) Camba, en su folleto citado, dice que no era enemigo de los frailes como algunos lo presentaban.<br />
"Conozco y he sostenido, escribe, la utilidad de los frailes buenos en Filipinas, no precisamente por frailes, sino por su calidad de sacerdotes españoles; y estoy persuadido que los más ilustrados y juiciosos contaban firmemente con mi apoyo en razón y justicia, y que me tenían por tau apreciador de sus buenos servicios, como por el más decidido aplicador de la severidad de las leyes si las contravenían".<br />
(2) Algún tiempo después de su regreso á Espafla fué elegido Camba senador por Valencia, y el Regente del Reino, Espartero, por decreto de 21 de Mayo de 1841, lo nombró Ministro de Marina, Comercio yGobernación de Ultramar, cuyo cargo desempeñó hasta el 25 de Mayode 1842, en que se le admitió su dimbión.<br />
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En 29 de Marzo de 1839 se dispuso por la Capitaníageneral de las Islas el aumento de una sección de granaderos de marina sobré las dos en la actualidad existentes (0.<br />
Por Real decreto de 26 de Abril de 1839 se mandóque por las oficinas superiores de Hacienda de la Península se llevase cuenta y razón délo recaudado y gastado en las provincias de Ultramar (2).<br />
La Intendencia general de Ejército y Superintendencia subdelegada de Hacienda por decreto de 14 de Junioy dio á conocer la forma en que debía hacerse el empadronamiento de chinos y las bases para la recaudación de las contribuciones de estos extranjeros, conforme á los preceptos de la Real orden de 10 de Agosto de 1834, en ía que prevenía S. M. que se verificase de lamanera que á la Intendencia le pareciese más conciliadora, «para que sin gravamen de los intereses del Estado se alivie en lo posible la suerte de aquellos desgraciados que tengan poca posibilidad de pagar su tributo».<br />
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<hr />(1) Fué aprobada esta detenninatíón por Real orden de 7 de Febrero de 1842.<br />
(2) £1 art. 1.^ de esta disposición dice: fA contar desde l.^deEnero del presente afio 1839, se llevará en las Contadurías generales devalores y de distribución de la Hacienda pública cuenta y razón exactade loa ingresos y de los gastos que tengan lugar en las islas de Cuba,Paerlo Rico y Filipinas.<br />
f Art. 2.® Las oficinas de las mismas islas remitirán en derechura ála Contaduría general de valores extractos ó resúmenes generales de lascuentas de recaudación é inversión de los productos de sus rentas, redactándolos por trimestres, conforme á Real orden de 6 de Juliode 1838».<br />
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El Gobierno Superior, por decreto de 31 de Agosto, puso en vigor el de la Intendencia del 14 de Junio. Poresta disposición se clasiñca á los chinos en transeúntes,de invernada y radicados; se les permite elegir el oficioque más les acomode, sin limitación alguna; se condena á trabajos públicos á los chinos radicados que fueren aprehendidos sin cédula ó sin pasaporte, y se ordena la deportación á Zamboanga, Misamis, Paragua y Calamianes de todos los que estuviesen cumpliendocárcel por delito de su capitación, tanto en Manila como en Cavite, á tín de conseguir por este medio quefuesen poblando dichos puntos.<br />
El 6 de Julio de 1839 comenzó á publicarse en Manila un periódico semanal titulado Precios corrientes deManila, impreso á dos columnas, en castellano é inglés,consagrado á las noticias que su titulo indica.<br />
Por circular de la Dirección de Rentas estancadasde España de 7 de Junio de 1839, se pidió informe álos Intendentes de las provincias de la Península acerca del concepto que á los consumidores del tabaco filipino les mereciera éste .<br />
«La opinión unánime de estas personáis (las que habian examinado tabacos filipinos) ha sido que el tabaco filipino reunia condiciones que le recomendaban ydaban la preferencia sobre el Virginia y Kentuky, calificándole de mejor calidad, y añadiendo que sí se conseguía mejorar su beneficio en los puntos de la producción introduciendo ciertas prácticas que se observan porlos cultivadores de otros países, sería probablementepreferible á los demás tabacos, excepto el superior habano», etc.<br />
En 23 de Agosto del mismo año decía la expresadaDirección en otra circular, que reconocida la superioridad del tabaco filipino sobre el del extranjero, se cuidase del esmero en su elaboración para evitar fraudes quepudieran desacreditarlo; y con fecha del 26 del propiomes y año dirigió observaciones á los citados Intendentes para que se cumplieran los deseos de la Direcciónde acreditar el tabaco de aquel Archipiélago, ordenandoel envío de estados justificativos de la buena 6 malaacogida que los consumidores le dispensaran.<br />
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En 1839 creó Lardizábal la provincia de Nueva Vizcaya, nombre que le puso en recuerdo de su patria, segregando al efecto algunos pueblos de la parte Sur dela provincia de Cagayán.<br />
En el mismo año murió el infatigable D. GuillermoGalvey, uno de los jefes del ejército más beneméritos,cuyo nombre recuerdan aún con terror los igorrotes delAbra, batidos por él en multitud de encuentros.<br />
En el expresado año de 1839 estuvo en JoIó Dumontd'Urbille (1).<br />
Por los años de i838 y 39 sufrieron cruel persecución de las autoridades del Tonkin los cristianos de estereino, siendo decapitados dos Obispos y tres misioneros españoles del Orden de Predicadores, y varios catequistas y sacerdotes indígenas (2).<br />
En 21 de Mayo de 1840 comunicó Lardizábal á laAudiencia la Real orden de 4 de Octubre de 1839, relativa á los requisitos que debían observarse para la introducción y circulación de libros en las Islas, previa<br />
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<hr />(1) Véase Yoyage au PbU Sud ti dans tOcéanit sur les eorvetUtÍAstroUbe ei ia Zélée: París, 1844.<br />
(2) Los detalles de estos sucesos pueden verse en las Cartas delR. P. Fr. Domingo Martí, impresas en Manila en 1840, y en la Cartaípnsúiatúrsa (Roma 4 de Agosto de 1839)» y AUcudón de 27 de Abrilde 1S40 del Papa Gregorio XVI, referente á los mártires del Tonkíi^en dichos afios.<br />
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designación de las que merezcan censura, hecha por el fiscal de S. M., nombrándose después un censor por el Gobierno y otro por el Arzobispo, volviéndose á dar ,vista al Fiscal una vez hecha la calificación y censura;y si a resultase haber fundamento bastante para prohibir la circulación de cualquiera obra, porque contenga principios, máximas ó doctrinas contrarías á los derechos del trono legitimo ó á la religión del Estado, seano sólo recogida, sino reembarcada acto continuo (O».<br />
El i5 de Julio se inauguró la Escuela de Comercio,establecida á solicitud de la Junta de este nombre, laque en i.° de Octubre del año anterior presentó el correspondiente acuerdo al Gobernador de las Islas, sirviéndose prestarle su superior aprobación en i5 de Enero siguiente.<br />
La expresada autoridad publicó en 1 6 de Septiembreun importante bando respecto al tributo de los indígenas y mestizos de sangley.<br />
Por Real decreto expedido en Valencia á 12 de Octubre (1840), hizo renuncia de la Regencia del ReinoS. M. Doña María Cristina, confiando sus hijas á lasCortes, y dejó nombrado ayo instructor de aquéllas aleximio poeta D. Manuel José Quintana.<br />
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<hr />(1) Por Real orden de 19 de Noviembre de 1840, comunicada porel Ministerio de la Gobernación de Ultramar al de Gracia y Justicia ypor éste al Gobernador de Filipinas en 19 de Enero siguiente, se adiciona la de 4 de Octubre de 1839, mandando que, eii caso de discordancia entre los dos censores, decida la cuestión el Fiscal, y que loscapitanes de buque acrediten el reembarco de las obras prohibidas, (cmassin retener la propiedad ajena, como parece pretende el M. R. Arzobispo», quien había pedido que los libros decomisados se le entregasenpara evitar que fueran introducidos furtivamente.<br />
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Una Regencia provisional presidida por Espartero se constituyó inmediatamente» y en 14 de Octubre convocó Cortes para el 19 de Marzo de 1841.<br />
En II de Noviembre reprodujo Lardizábal el bandode Ricafort de 1828» prohibiendo á los extranjeros vender al por menor é internarse en las provincias para comerciar.<br />
En 21 de Diciembre decretó la Superintendenciasubdelegada de Hacienda la reforma de las oñcinas delramo y. la plantilla general de sus empleados.<br />
En su consecuencia, se separó de la Dirección delTabaco el conocimiento de las fábricas y colecciones,y se creó una Dirección de Fábricas, entrando la delTabaco á formar parte de la Administración general deRentas estancadas unidas; conociendoi además, estadependencia de todos los ramos que corrían á cargo dela suprimida Administración general de vinos, y del papel sellade, pólvora y naipes, como efectos estancados.<br />
Creóse asimismo una Administración general de tributos y demás ramos anejos, que entendía en lo concerniente á galleras, diezmos y demás que dependíande la Contaduría general de Ejército y Hacienda, haciendo extensivo á las oficinas generales de Intervención el sistema de contabilidad por partida doble, quedesde Enero de 1889 estaba en práctica en la Contaduría.<br />
Lardizábal dictó instrucciones para que las cuentasde propios y arbitrios se rindieran con la debida justificación, con el deseo de evitar abusos y filtraciones.<br />
Entre sus medidas militares fué la principal el ordenar la concentración en Manila de algunas compañíasde artillería destacadas en provincias, por estimar másútil su acción en la capital.<br />
Lardizábal sometió al Grobierno Supremo el proyecto de un monumento á Magallanes en la islita de Mactan (Cebú) y donde fué muerto por los indígenas el célebre descubridor de Filipinas.<br />
Desde que Lardizábal llegó al país, sintióse en él á disgusto, y solicitó con reiterado empeño su relevo (O. Obtúvolo al cabo y embarcó para España, teniendo la desgracia de morir á los pocos días de su salida, siendo sepultado en una islita próxima á Anger (isla de Java).<br />
<hr />(1) Mas ha dicho de Lardizábal:<br />
La fisonomia sobresaliente de su carácter era la paz y la conciliación<br />
«Tenía una aversión especial á los negocios, y á poco de haber llegado á las Islas empezó á suplicar se le relevase; nombróse por fín susucesor, y le estaba esperando con una impaciencia que tocaba en extravagancia. No creo que haya jamás habido un hombre que deseasetanto ser Gobernador como deseaba Lardizábal dejar de serlo».<br />
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CAPITULO II.<br />
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Gobierno de Oráa.— Su actividad. — Regencia de Espartero. — Créase un Gobierno- Intendencia de Visayas.^Se encarga Matta de la Intendencia y Saperintendencia. — Junta de Ultramar.— Cofradía deSan José, fundada por el donado indio Apolinario de la Cruz.—Reúne multitud de adeptos. — Juntas clandestinas en Lucban. — Perseguidos por el párroco, se trasladan á Majayjay. — Pretende Apolinario legalizar su cofradía. — Las autoridades eclesiásticas le nieganla autorización. — Aconsejado por un clérigo, por varios abogados ypor un rico mestizo del país, apela á la Audiencia.— Manda Oráaque se le presente, y se oculta. — Ordena la prisión del clérigo y deApolinario y sus secuaces. — £s sorprendida su correspondencia enMajayjay. — Marcha á Manila el gobernador de Tayabas, y deja el mando al pedáneo indio.— >Sitúanse Apolinario y sobre 3.000 cofrades de ambos sexos cerca de Tayabas, y entablan negociaciones con el pedáneo para ocupar la cabecera. — Estórbalo el párroco y la llegada del Gobernador. — Les intima se disuelvan, y lo rehusan. —Reúne precipitadamente algunas fuerzas, y marcha al encuentro de los sediciosos. — Resisten éstos, le abandonan sus acompaftantes y es muerto el Gobernador. — Retiranse á Manila los párrocos de Tayabas y Lucban, y queda la provincia á merced de los indios. — Pretenden los sediciosos entrar en Tayabas, y lo dilatan por acuerdo delos principales. — Acampan en Alitao.— Harem de Apolinario. —Manda Oráa una columna de tropas para batirlos,— Reúnense las fuerzas leales de La Laguna y Tayabas, y marchan contra los rebeldes. — Desprecian éstos el indulto con que les brindan. — Son batidos, muertos muchos, y caen prisioneras centenares de mujeres. — Sumaria contra Apolinario. — Es fusilado.— Carácter político de esta sedición. — Prisiones con tal motivo. — Residencias en Ultramar.— Enajenación forzosa.^-Reglamento para la bahía de Manila. — Minas decarbón. — Libertad en la construcción de buques. — Reforma de cepos. — Periódico Sentanario filipino, — Subdelegación de medicina. —Cazadores de Luzón. — Sublevación de un regimiento compuesto dehijos de Tayabas.'— Es sofocada y mueren fusilados sus promovedores. — Prisiones de sospechosos. — Son absueltos. — Únese al Gobiernode nuevo la Superintendencia. — Disposiciones administrativas. —Marcha de Oráa á España. — Mando de Alcalá. — Impulsa el desarollo natural del país.— Cuadro de reemplazos. — Cesa Espartero en laRegencia. — Gobierno provisional. — Decretan las Cortes la mayorfade Isabel II. — Ordena su jura y proclamación. — Dispone elegir sitioen Basilan para un fuerte, y ocupa defínitivamente la isla. — Sus opiniones sobre Joló. — El régulo de Sibuguey cede el territorio de Biasungán. — Apostadero y Comandancia de fuerzas sutiles de Visa^yasen Cebú. — Sepárase la Comandancia del apostadero del Gobiernogeneral. — Es nombrado Comandante general Ruiz de Apodaca. —Bando sobre champanes chinos. — ídem sobre estanco del aniión —Sociedad de Danzas. — Real orden respecto á extranjeros. — Compañías de Zamboanga. — Bando sobre armas. — Reforma de las oficinasde Hacienda. — Sepárase de nuevo la Superintendencia del Gobierno.^Nuevos bandos de buen gobierno. — Excelentes condiciones deAlcalá.<br />
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En Febrero de 1841 tomó posesión del Gobierno de Filipinas el Teniente general D. Marcelino de OráaLecumberri, natural de Navarra.<br />
«Su actividad y afición á los negocios contrastaban singularmente con el carácter tan distinto de su antecesor. El despacho, la mesa, el paseo, la tertulia, el baile, todo era para él oficina, y en todas partes se ocupaba en hablar ó preguntar sobre materias concernientesal Gobierno que desempeñaba». — (Mas.)<br />
Las Cortes españolas, reunidas en el Palacio del Senado, por acuerdo de 8 de Mayo de 1841, decidieronque la Regencia del Reino fuese unitaria, nombrandoRegente á D. Baldomcro Espartero, Duque de la Victoria.<br />
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Por Real orden de 27 de igual mes y año fué creado un Gobierno-Intendencia de Visayas, al que se asignaban las provincias de dichas Islas, y las de Misamis,Caraga y Zamboanga en Mindanao, y Calamíanes, estableciéndose la capitalidad en Cebú.<br />
Para el desarrollo y ejecución del soberano mandatoredactó Oráa las instrucciones correspondientes, queconstan de 68 artículos: por el art. 5.^, con objeto detener exacto conocimiento material del territorio delnuevo Gobierno y para plantear las reformas administrativas y económicas que conviniese, se ordena la formación de • Cartas topográficas de cada provincia, enque se señalen y distingan sus respectivos términos, yse marquen sus pueblos, montañas, bosques, ríos y lagunas; la calidad de sus costas y exacta situación de suspuertos, radas, cabos y ensenadas, valiéndose para ellode las personas facultativas é inteligentes que haya enel distrito, con presencia de los trabajos ya hechos,mientras se le destina el competente número de ingenierost, etc. Por el art. 12 se recuerda lo repetidamente recomendado por las leyes vigentes respecto á quese enseñe el idioma castellano á los indios, debiendo elGobernador velar por que los jefes de las provinciascumplan en esta parte las Ordenanzas de buen gobierno, con orden de separar al maestro que no enseñe elcastellano á sus discípulos; presenciar una vez al añoen cada pueblo el examen de ¡os niños, y ver si el párroco y el gobernadorcillo cumplen con el deber de pro<>curar que los padres ó tutores obliguen á sus hijos y pupilos á concurrir á la escuela. Por el art. i3 se previeneel buen trato á los indios, atendiendo al fomento de laagricultura y cría de ganados útiles, y á la libertad queles corresponde «de vender sus frutos y manufacturas y comprar los que necesiten^ cuándo, cómo y á guienles conveogat . Por el art. 3i se manda al Gobernadorde Visayas que procure por todos los medios la construcción de caminos, y que remueva los obstáculos queimpidan la navegación de los rios y esteros* Por el 33se le encarga constante vigilancia para el exterminio délos malhechores y persecución de los vagos y mal en*tretenidos. Por el 41 se le prescribe que no sufran menoscabo los derechos del Real patronato en el tenito*rio de su mando. Por el 44 se le prohibe que se cumplaninguna bula, breve ni rescripto pontiñcio que carezca,del previo requisito del execuator regio; y por el 46 sele encomienda que vele por que los párrocos y doctrineros desempeñen las obligaciones de su ministerio conarreglo á sus sagrados deberes (1).<br />
En 2 de Junio de 1841 se posesionó D. Juan Manuel de la Matta de la Intendencia general de Ejercitay Real Hacienda, con la Superintendencia.<br />
Por decreto de la Regencia del Reino de 3 de Juliosiguiente, precedido de exposición del Ministro de Marina, Comercio y Gobernación de Ultramar, D. AndrésGarcía Camba, se estableció en Madrid una Junta deUltramar encargada de revisar las leyes de Indias, «áfin de designar las que debían quedar vigentes; las quehubieren de omitirse por haber caído en desuso, porhaber sido derogadas ó por no conducentes ya, y lasque debían sustituir á éstas, con el objeto de cumplirel art. 2.^ de los adicionales á la Constitución de 1837».<br />
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<hr />(1) Instntedofus "^dxz el Gobierno-Intendencia de Visayas. En la parte de gobierno, administración de justicia, vicepatronato Real y secretaria, extendidas con presencia de la Real orden de 27 de Mayo de1841. — Manila, imprenta de D. M. Sánchez, 1 843.<br />
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Entre los individuos de esta Junta figuraba D. Francisco Entrambasaguas, Ministro que habia sido de laAudiencia de Manila.<br />
El hecho culminante del gobierno de Oráa fué lagrave sedición ocurrida en la provincia de Tayabas.<br />
Un donado del Hospital de San Juan de Dios de^aniia^ indio, llamado Apolinarío de la Cruz, naturalde Luchan (Tayabas), ideó fundar una Cofradía de SanJosé, con la única mira, en un principio, de vivir á expensas de los crédulos que le secundaran; y en efecto,como los indios son tan aficionados á este género de sociedades, y más si se las reviste de cierto carácter misterioso y de religión, en breve contó Apolinarío grannúmero de prosélitos en las provincias de La Laguna,Batangas y Tayabas.<br />
Á mediados de 1840 comenzaron á tener conciliábulos y juntas en el pueblo de Luchan numerosas personas de ambos sexos, en cuyas reuniones se leían cartasde Apolinarío referentes á la Cofradía por él instituida:cada asociado contribuía con la cuota mensual de un realfuerte, y después de tener gran comilona y jolgorío seretiraban los cofirades á sus respectivos pueblos. Súpolo«1 Vicario foráneo y cura párroco de Tayabas, capital dela provincia de este nombre, y le llamó la atención sobre ello al párroco de Luchan. Cuenta éste (O que supuso desde luego que procedía de semejantes reunionesuna misa cantada en obsequio de San José que mensualmente le pagaban personas incógnitas, y que decidió<br />
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<hr />(1) Raiaciám expreswa di Us prmeipmUs accnUcimUntos di la /¿A»iada CofrñdU dtl siñar San Josi. Formada por el M. R. P. Fr. ManuelSancho, cora del pueblo de Luchan.^ (Véate La PaUtieade EipoMatnJnU^maM^ números 21 y siguientes.)<br />
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negarse en lo sucesivo á aceptarla y concluir con la Hermandad. Asi lo hizo al presentársele el 18 de Octubreun indio con el importe de la misa, y por su mandatofué el gobernadorcillo con algunos principales á sorprender la reunión de los cofrades al día siguiente, prendiendo á 243 personas de las 500 o 600 que ordinariamente solían asistir á dichas Juntas, dando parte el pedáneo de todo ello al gobernador de la provincia, é indicándole que dejaba de formar sumaria en razón á que el asuntocorrespondía al fuero eclesiástico. El gobernador le ordenó el mismo día la libertad de los detenidos, supuesto que esa incumbencia no era suya y sí del Juzgado eclesiástico, y con esta determinación se crecieron grandemente los cofrades. El párroco, en vista de ello, oñció algobernador llamando su atención acerca de la gravedadque el asunto revestía, y lo conveniente que era coadjruvase con su autoridad á reprimir el mal en sus comienzos, y, aunque no le contestó, dio orden al gobernadorcillo de Luchan para que cooperase á este fin contoda su fuerza, auxiliando á aquél en cuanto necesitara.<br />
Los asociados se abstuvieron por entonces de verificar sus clandestinas reuniones en Luchan, trasladándolas al pueblo de Majayjay, de la inmediata provincia deLa Laguna, en cuyo punto llevaba la dirección de lasjuntas un titulado secretario de Apolinarío, quien recibía de éste cartas que leía en las juntas, recaudandolos donativos de los asociados.<br />
Apolinarío, mientras tanto, aconsejado por el clérigoindio D. Ciríaco de los Santos, que hacía oficios de tesorero de la Cofradía y le auxiliaba en su organización,solicitó la competente licencia de las autoridades eclesiásticas para legalizar la existencia de aquélla; y ha' biéndosela negado, apeló á la Audienda, interviniendo directamente en el curso de este negocio el comerciante de la capital, también nacido en el país, D. Domingo de Rojas, de quien era capellán el D. Ciríaco, y varios abogados asimismo indígenas. Enterado el GeneralOráa de los propósitos de Apolinario, y comprendiendotoda la gravedad de la trama urdida, lo mandó comparecer á su presencia; mas sin duda temió que le prendieran y se ocultó, siendo reducido á prisión el clérigo DonCiríaco de los Santos; ordenóse entonces la captura deApolinario y de sus secuaces á los jefes de las provinciascorrespondientes, y en su consecuencia fué sorprendidael 19 de Septiembre de 1841 la junta de Majayjay conel auxilio é intervención del párroco del pueblo, Fr. Antonio Román, si bien por haber tenido aviso previo dela proyectada captura fugáronse casi todos los asiduosconcurrentes de Majayjay y pueblos limítrofes; mas ocupada la extensa correspondencia de Apolinario y su secretarío Octavio Ignacio de San Jorge y los más significados cofrades de La Laguna y Tayabas, redujese áprisión al titulado secretario y algunos más de los principales cabecillas^ circulando el jefe de la provincia deLa Laguna oficios al Alcalde mayor de Tondo (Manila) para la captura de Apolinario, indicándole el domicilio en que se ocultaba, según se desprendía de una desus cartas cogidas en Majayjay, y al gobernador de Tayabas para la captura y remisión á su juzgado de determinados sujetos.<br />
En estas difíciles circunstancias ocurriósele al gobernador de Tayabas trasladarse á Manila, y obtenido elnecesario permiso, salió para la capital de las Islas el28 de Septiembre, dejando encargado del mando de laprovincia al gobernadorcillo de la Cabecera, indio indiferente ó afecto, si no cómplice, de los fanáticos cofrades de San José, á cuya Sociedad pertenecía su mujer, ymerced á esta inexplicable duplicada torpeza del gobernador de Tayabas de abandonar la provincia en tan críticos momentos y de fíar el gobierno de ella á un indio,pudieron los cabecillas de la Cofradía eludir las órdenesde su captura, congregándose armados en el pueblo deBay, de La Laguna, donde, reunidos con los de estaprovincia, recibieron al ex-donado Apolinario, que sehabía fugado de Manila en una banca, y todos juntos,pasando por los pueblos de San Pablo (entonces de Batangas y hoy de La Laguna), Tiaon y Sariaya, ambosde Tayabas, estableciéronse en el sitio de Igsaban, punto ventajosamente situado entre la capital de Tayabasy el pueblo de Sariaya, y propagándose la noticia conceleridad pasmosa, en breve se vio rodeado de multitud grandísima de personas de todas clases, sexos yedades.<br />
Aprovechando la feliz coincidencia de ejercer el mando de Tayabas, como hemos, dicho, un indio cuya mujer pertenecía á la Asociación, entablaron negociacionescon él para ocupar la Cabecera, y el indigno munícipe,correspondiendo necia ó traidoramente á la insigne honra y á la indebida confianza que en él depositara sujefe, intentó complacer al ex-donado y secundar sus planes; pero les faltó valor, tanto á él como á los principales con quienes trató del asunto, y no atreviéndose áobrar por sí, temerosos seguramente de las consecuencias, vieron de conseguir su propósito de un modo indirecto, y acudieron al Vicario y párroco de Tayabas,Fr. Antonio Mateo, diciéndole que los cofrades de SanJosé querían celebrar un novenario en la iglesia á sucargo; mas el párroco no sólo se negó á ello, sino queexhortó á los reunidos en Igsaban por medio de comisaríos á que se disolvieran y abandonaran á aquel embaucador.<br />
En esto, el 22 de Octubre regresó á Tayabas su gobernador D. Joaquín Ortega; celebró en el acto una junta, á la que, según parece, únicamente convocó á losmunicipes indígenas, cosa incomprensible habiendo enesta capital vanos peninsulares, y de acuerdo con aquéllos dirigió una intimación á los sediciosos para que sedisolvieran inmediatamente; pero fué rechazada conmenosprecio esta advertencia, y entonces, reuniendo átoda prisa las fuerzas que pudo, compuestas en total deunos 3oo hombres de la llamada tropa de dotación,cuadrilleros é individuos del resguardo, algunos cabezas de barangay, los padres franciscanos curas de Luchan y Tayabas, y el administrador de rentas D. Salvador de Roda, marchó el 23 al encuentro de los rebeldes, cuyo número no bajaba de 3 á 4.000 personas.<br />
Al avistar á los secuaces de Apolinarío, á eso de lastres de la tarde, el gobernador, poseído de imprudentearrojo, se adelantó contra ellos, haciendo disparar trespedreros que llevaba. Los sediciosos contestaron con susfusiles y con una nube de flechas diestramente arrojadas por los salvajes aetas, que habían atraído á su campo los revoltosos, introduciendo esa inesperada resistencia el más espantoso desorden en la heterogénea hueste de Ortega, que huyó despavorida, arrastrando en sufuga al Vicario foráneo y su hermano de hábito y aladministrador de rentas.<br />
. Envalentonados los cofrades del ex-donado ante ladeserción de sus contrarios, y dóciles á la voz de su cabecilla en jefe, apodado Purgatorio^ acometieron conmayor empuje hasta lograr apoderarse de los pedreros;y encontrando solo y desmontado al desgraciado gobernador Ortega, que no quiso seguir á los suyos en su cobarde huida, diéronle muerte con multitud de heridas (O, «llegando aún el encono i su barbarie hasta elpunto que despojando el cadáver de sus armas é insignias, dejáronlo custodiado por numerosas bandas deaetas, al parecer con la misión de impedir fuera retirado y recibiera sepultura eclesiástica: asi finaron tristemente las esperanzas de una madre que en este jovende 26 años estaban cifradas, y asi terminó sus dias unoficial vizarro á quien respetaron mayores riesgos, asesinando con el Jefe de la provincia el poco prestigioque al Govierno de S. M. restara, y en virtud del quepudieron sostenerse sus delegados (2)». Obtenido taninesperado triunfo, entablaron nuevas negociaciones lossublevados con los principales para ocupar la Cabecerade Tayabas; mas por etiquetas entre algunos de éstosque no lo estimaban oportuno, sin que entre los que seoponían figurase el gobernadorcillo, jefe accidental diasantes de la provincia, retiráronse al sitio de Alitao paracelebrar un novenario, á cuyo término se prometían tener allanadas las dificultades del momento y hacer suentrada triunfal en Tayabas, visto lo cual marcharoná Manila el cura de Luchan y el Vicario párroco deaquella Cabecera, con ánimo de dar cuenta al Gobiernoy á sus superiores del mal sesgo que presentaban los<br />
<hr />(1) Según posterior decía 1 ación de Apolinario. los asesinos delgobernador Ortega fueron Apolonio (a) Purgatorio y los indígenas dela Cabecera de Tayabas, Rafael de los Santos y Eleuterío de San Juan,habiéndose ejecutado la muerte por orden del citado Purgatorio,<br />
(2) Relación citada del P. Sancho.<br />
£1 propósito que indica e 1 autor respecto del cadáver de Ortega, nopudieron realizarlo, poique de noche fuéles robado por algunos piadosos indios y sepultado en Tayabas.<br />
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asuntos en la localidad, quedando la provincia á merced de los indios, en vez de seguir en ella dichos religiosos para alentar con su presencia y enardecer consus exhortaciones á los leales.<br />
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Situado Alitao en una llanura próxima á la Cabecerade Taya has; resguardados sus flancos por los rios lyamé Ipilam, y fortificado el frente por el monte San Cristóbal; abundante en ag^as, é inmediatos los medios naturales para atender en cierto modo á su defensa, fortificaron este campamento con una empalizada y lostres pedreros cogidos el 23 á Ortega, construyendo en el centro un camarín de caña y ñipa, adornado en suinterior por colgaduras vistosas, estampas y cuadros deimágenes, en cuya especie de templo iniciaban á los afiliados en la Cofradía por medio de misteriosos rezos, presididos por el ex-donado. Á la derecha del camarínlevantaron una casita de iguales materiales para morada de Apolinario, «en la que retiradamente vivia custudiado de algunos hombres de su confianza, con todala comodidad y regalo imaginable, acompañado sólo demujeres jóvenes, solteras y no mal parecidas que se relevaban por turno, y atendían con esmero sus necesidades y placeres de los afiliados, cuyos alojamientos óalb ergues se extendían á derecha de ambos flancos delcam pamento: sólo era visitado á ciertas horas, y presidido de una ridicula majestad, oponiéndose embarazosy exigiendo su previa licencia aun á las visitas que alguna vez le hicieran los cabecillas de la gente armada,no con otro fin que el de conferenciar sobre su causa yelementos que para la defensa contaran (O».<br />
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<hr />(1) RdacUn citada.<br />
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£1 gobemadorcillo de LucbaUi D. Miguel de San Buenaventura, cumpliendo con su deber, dio parte delas ocurrencias relatadas por propio extraordinario al Alcalde mayor de La Laguna, D. Francisco Gutiérrezde los Ríos, para que lo hiciese llegar á la Superioridad; y recibido el parte á las ocho de la noche del 24, lomandó á su vez por extraordinario urgente al Gobernador de las Islas, disponiendo desde luego la salida de 25 cuadrilleros y seis soldados de dotación á las órdenes de su capitán, D. Clemente González, con orden de que desde Luchan pasaran sin pérdida de momento á Tayabas; verificándolo asi, puesto que el 25 de madrugada entraron en Luchan y el 26 en Tayahas, no obstante el mal estado de los caminos por ser la estación de las lluvias y hallarse casi intransitables, aumentando esta fuerza con otros 30 cuadrilleros que el día 25 hizo salir el citado alcalde de La Laguna para unirse al capitán González, cuyas pequeñas columnas vieron pasarlos rebeldes desde su campo de Alitao sin cuidarse deatacarlas, quizá por considerar despreciables tan escasas fuerzas en comparación de sus numerosos y engreídos grupos, no obstante lo cual bastó en la Cabecera de Tayabas la presencia de esta tropa para que los no afiliados al bando de Apolinario, y los pocos principales que se habían opuesto á su inmediata entrada en aquélla, se agruparan al lado del expresado capitán González.<br />
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Tan luego supo Oráa este triste suceso, nombró jefe de la provincia de Tayabas al comandante del resguardo D. Isidro Vital, que gozaba de prestigio en la provincia, de la que se encargó el 29, y además mandó contra Apolinario y su gente una columna con 400 soldados, entre ellos 60 de caballería, al mando del teniente coronel del arma D. Joaquín Huet, cuya fuerza fué engrosada en Tayabas por un número igual de cuadrilleros é individuos del resguardo, entrando en Luchan en la noche del 29. También hizo embarcar 3o artilleros para que fuesen por mar á reunirse con la columna en Alitao.<br />
Las lluvias torrenciales de aquellos días dificultaban el movimiento de las tropas, y cumpliendo Huet con las instrucciones recibidas del Gobernador de las Islas, publicó con fecha 30 un edicto, que fué vertido al dialecto tagalo, concediendo perdón, en nombre de aquél, á todos los que, suponiéndoles engañados, se sometieran en el acto, excepción hecha de algunos cabecillas y del ex-donado; pero éste, á cuyo campo llegaron copias del edicto, lo leyó á los suyos en son de mofa, quemándolo despreciativamente y desafiando á los españoles á que fueran á someterlos (1).<br />
Lo mismo hizo con los ejemplares impresos de una pastoral del Arzobispo encaminada á hacerles desistirde su nefando error.<br />
Puesto de acuerdo Huet con Vital para que preparara su gente, en unión del Alcalde mayor de La Laguna, que había llegado á Luchan seguido de cuadrilleros y gente de mar, salieron en la mañana del 3i para Tayabas, y una vez acordado el plan de ataque entre los jefes mencionados, fuéronse en la madrugada del 1 de Noviembre en busca de los rebeldes, y llegados á vista de su campo á las dos horas de marcha, enarbolaron aquellos ilusos una bandera encarnada adelantándose á<br />
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<hr />(1) Apolonarío habfa pronosticado á sa gente que tan luego sepresentaran las tropas en contra de ellos, se abriría la tierra y se tragaría á los que tratasen de orénderles, y de abf la unanimidad y arrogancia de sus secuaces en rechazar el indulto que les ofrecía el Gobernador de las Islas.<br />
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agredirlos, con más imprudentes ilusiones que conocimientos del arte de la guerra, logrando en los primeros momentos, y merced al acertado disparo de los pedreros, poner en confusión á una de las tres compañias desplegadas en guerrilla; mas su valeroso capitán, D. Ignacio Bueno, se impuso á los que amenazaban desertar,y entusiasmándolos con su ejemplo, recuperaron la posición que momentáneamente abandonaran.<br />
Generalizóse el combate con ardor extraordinario de ambas partes, siendo de admirar el tesón de los rebeldes, á pesar de las muchas bajas que sufrian, y la impavidez de los aetas, que en su incesante disparar de flechas estorbaban el avance de los leales; y visto esto, hizo Huet desplegar en batalla los 60 caballos, mientras Bueno con su gente logró tomar el pedrero del centro, penetrando las tropas en el campamento, siendo arrollados los secuaces de Apolinario y batidos en distintos sitios, tomada su bandera, desmontados los otros dos pedreros, y puestos en desorden, y al cabo en precipitada fuga. Únicamente los guardianes del ex-donadoprolongaron aún por breve tiempo la lucha hasta perderla vida, dando tiempo á su jefe para escapar y ponerse en salvo.. Muertos, prisioneros ó huidos los tenaces ilusos que seguían al falaz embaucador, dio fín con el díael jefe de las fuerzas leales á la acción, acampando aquella noche en el centro del lugar tomado á los rebeldes.<br />
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Murieron en la acción 240 indios, entre éstos alguna mujer y algún niño que entre ellos estaban, cosa que fué después objeto de criticas contra Oráa y sus delegados (0. <br />
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<hr />(1) Razonando sobre este hecho, dice el P. Sancho: «Concluyamos que los que murieron, por su propia culpa murieron.<br />
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Después, en la batida que se dio por los bosques donde se refugiaron, fueron muertos unos 260 más y quedaron prisioneras 3oo mujeres (O.<br />
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En la mañana del 2 practicóse un detenido reconocimiento en todos aquellos lugares, recogiendo las armas y las abundantes provisiones abandonadas; y después de incendiar el camarín y las casas antes dichas, regresó Huet con sus fuerzas á Tayabas, habiéndoleprecedido las mujeres y los prisioneros, cuya vida generosamente perdonaran después del triunfo.<br />
Apolinario, que lejos de ponerse al frente de los suyos y si alguna mujer, algún nifio pereció, sería casual y muy contado, de biéndolo á lo critico y apurado de tales momentos, mas nunca, cual selia maliciosamente propalado, á la crueldad de los vencedores; y tengamos en cuenta que su fanatismo y su obcecación fueron tan grandes,que, haciéndoles capaces de todo, no les permitía empero retroceder un punto de su propósito. Asi puedo citar una mujer de esta feligresía (Luchan) que, encerrada en el campamento con dos hijos de menoredad, fué buscada por su propio marido, exhortándole en la noche del 31 a que, abandonando al ex-donado, le acompañase al pueblo; mas nada menos que eso consintió, y el desgraciado padre tuvo que darse por satisfecho con sacar sólo del poder de los ilusos los niftos, que en otro caso quizas con la madre hubieran perecido.<br />
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»Y aunque sabido era en aquellos momentos que las mujeres, en razón de su educación y de su sexo, habían sido las más fanáticas y perjudiciales; aunque sabido era que su seducción y sus halagos habían afiliado no pocos hombres, y que, unidas á éstos, proferían expresiones las más subversivas y amenazas las más terribles contra los españoles, de cuya crucificación y marlirío estaban en su caso encargadas, cuando aquéllos penetraron en el campo, y arrodilladas y sumisas impetraron perdón, ¿no les fué generosamente concedido? Centenares de ellas viven hoy en sus pueblos acreditando esta bondad, sin tan siquiera haber sido molestadas ni vigiladas por su anterior escandalosa conducta».--^(Rtlaciún citada.)<br />
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<hr />(1) D. Felipe Govantes, en su Compendw de la Historia de Ftlipinas pág. 379, dice que pagaron con la vida su ceguedad más de mil personas entre hombres, mujeres y niños.<br />
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yos para dirigirles ó alentarles, ya que no para deshacer milagrosamente las huestes enemigas, como les tenia predicho, había permanecido en su casa esperando el resultado del combate, muy confiado en obtener eltriunfo por el valor ciego de la multitud extraordinariaque le seguia, estuvo á punto de morir á manos de suspropios cabecillas, algunos de los que, aterrados por elexcesivo número de victimas que á su alrededor veían,acudieron al embaucador exigiéndole que realizara elprometido milagro; y al enterarse Purgatorio, que erael más arrojado de todos, de sus evasivas, acudió á lacasa de Apolinario para darle muerte si en el acto nocumplía su engañosa promesa, librándose de su furor porque, dueños ya en absoluto los leales del campo, había escapado Apolinario, viéndose Purgatorio también en la imperiosa necesidad de huir precipitadamente para librar su propia vida.<br />
Escondido Apolinario la noche del i.^ de Noviembre en las orillas del río lyam, contemplando cómo de sugran poder del día anterior no le quedaba más probabilidad de salvación que la caridad de algún alma piadosa, encaminóse en la madrugada del día 2 á Sariaya,donde contaba numerosos adeptos. Fatigado y hambriento llegó al barrio de Ibanga, acogiéndose á unacasa situada en la sementera, cuya dueña se dispuso áconfeccionarle la comida; mas su esposo, irritado porconsiderarle causante de las desgracias que sobre susfanatizados partidarios había atraído, salió en busca devarios compañeros, y, juntos, corrieron á arrojarse sobre el taimado embaucador, y lo amarraron (O, dando<br />
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<hr />(1) Llamábanse los aprehensores Pedro de la Concepción, Francisco de San Agustin, Leonardo de San Juan, Atanasio Bautista Reinoso,<br />
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parte del hecho á la justicia local, que en el acto hizoconducir el preso al pueblo, y di6 aviso de esta capturaimportante al Sr. Huet, que envió la fuerza necesariapara trasladarlo á Tayabas, como asi se efectuó en lamañana del 3, comenzando á seguida la sumaria correspondiente (O.<br />
Ventura de la Cruz, Matías Bonifacio y Juan de la Cruz, antiguos cofrades suyos los más de ellos.<br />
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<hr />(1) M. Edmond Plauchut, en un articulo titulado l*Archipel des Ftdlippints. — Recit de maurs et di voy age, inserto en la Revui de DeuxMendes^ correspondiente al 5 de Mayo de 1877, hace una reseña sumamente divertida de este suceso. Cuenta el veridico narradcr que Apolinario fué á Manila con el deseo de entrar en una Orden monástica; pero que estando prohibido esto á los indios, tuvo que limitar su ambidón á hacerse admitir en la cofradía de San Juan de Dios, ccmpuesta enteramente de hijos del país. Pasado algún tiempo con los compafieros de su Orden, regresó á Tayabas con el fin de establecer un culto especial en honor de San José y la Virgen. «Por sus lecturas, sus estudios y suasiduidad á los sermones en la época en que estaba en Manila, había llegado á ser un gran predicador, y la muchedumbre, ávida de su elocuencia, acudía á todos los lugares en que anunciaba la celebración deuna novena en favor de su santo favorito. Los frailes franciscanos sintiéronse celosos del ascendiente que el nuevo apóstol ejercía sobre susoyentes; y habiendo sabido que Apolinario solicitaba en Manila autorización para formar una cofradía, acudieron al Arzobispo y al Gobernador de las Islas para que se negaran á ello. No sólo negóse á esto el Gobernador de las Islas, sino que ordenó la prisión de los devotos que asistieran á las predicaciones de Apolinario. Entonces éste se retiró á una montaüa, en ella levantó una capilla, le siguió la multitud, y millares de adeptos acudieron ávidos de oirle. Propuso á sus discípulos la elección de un Arzobispo y cinco Obispos; fué elegido para aquel cargo, y no contento, á poco se hizo proclamar Pontífice Supiemo por los cinco Obispos. La nueva de que un Papa indígena acababa de ser elegido se esparció por todo el Archipiélago: tanto por curiosidad como por añción, cada fiel quiso ir á visitar la sagrada montafia y al nuevo Soberano espiritual. Los frailes, escandalizados del sacrilegio, acusaron á Apolinario de sobrepujar á Lutero en herejía y suplicaron al<br />
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De la declaración prestada por Apolinario consta quetenia á la sazon veintisiete años de edad, de estado soltero, nacido en Luchan, y su religión católico apostólico romano.<br />
Que su objeto al constituir la Cofradía fué el de celebrar el santo San José, aconsejándole entonces el clérigo indio D. Ciriaco de los Santos; que, en vista del grandísimo incremento de la Sociedad, pidió autorización al Diocesano, el que remitió su petición al Obispo de Camarines, quien se la negó, y que entonces acudió enqueja á la Audiencia, en unión del P. Ciriaco y porconsejo de D. Domingo Rojas. Refiere las prácticas seguidas para la iniciación de los asociados, rezos que hacían y votos de los cabecillas, conforme al número depersonas que presentaban de cofrades; individuos é individuas que corrían con este cometido en los diferentes pueblos, no bajando de cuatro á cinco mil personaslas afiliadas á la Cofradía. Añade que, en vista de haber desestimado su queja la Audiencia, le dijo el P. Ciríaco que D. Domingo Rojas le había manifestado queel Gobierno no tenía facultad para negar su solicitud.<br />
Capitán General que disolviera por la fuerza la turba de fanáticos. El Alcalde de Tayabas, Vital, recibió orden de desalojar del santuario losque en él se encontraran: eran muchos, se resistieron y Vüaífué muerto.£1 bri^^adier Huet recibió orden de trasladarse con la caballería á Tayabas á destruir á los revoltosos; éstos se fortifícaion, pero su resistencia.fué corta: todo ser viviente encontrado sobre el terreno fué acuchillado.Apolinario, de rodillas, con un Cristo, cayó el primero. Los anctaDos»las mujeres y los niños, refugiados en la iglesia, fueron igualmente pasados á cuchillo. Se enterraron un millar de cadáveres», etc.<br />
Más adelante tendremos lugar de hacernos cargo de otros asuntos queen dicho artículo trata M. Plauchut, en que no se limita á mostrar sufecunda inventiva^ sino que falsea y desuaturaliza del modo másceosurrabie los sucesos de que se ocupa.<br />
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y que se vieran con los abogados D. José Florentino»D. Felipe Vidal Marífosque y D. Toribio Pantoja (O, los que confirmaron en efecto el dicho de D. Domingo.Que Aniceto Flores, de Majayjay, acompañado de Eu*genia Gatdula y de Jacinta Cruz, de Malabon, pasaroná Camarines con una exposición para el Arzobispo, qneÍes entregó á la mano el P. Ciríaco, quien facilitó más de 150 pesos para el viaje, redactando el escrito Marífosque, y que no tuvo resultado favorable. Que ios referidos abogados, con quienes consultaba á menudo acer-ca de lá Cofradía, insistieron en que el Gobierno no estaba facultado para negar el permiso por él solicitado^y á fin de que se cerciorase ser ésta la opinión de DonDomingo Rojas, lo llevó á su casa el P. Ciríaco un doniingo, y, después de oírle la misa á solas los tres, dijoel P. Ciríaco á Rojas que el declarante era el fundadorde la Cofradía de quien le tenían hablado los abogadosMarífosque, Pan toja y Florentino, manifestando muchasatisfacción en conocerle. Le confirmó que el Gobiernocometía una injusticia en no conceder la autorizaciónsolicitada, por lo que, siendo justo y piadoso su intento y deseando proteger á la Cofradía y á su mayordomo. Ciríaco, de acuerdo con los abogados dichos, consideraba necesario que continuara aumentando sus prosélitos «para con esta. fuerza obligar al Gobierno á queconcediera la autorización pedida, ó de no cortar cabC"zas, en cuyo caso él y sus amigos, cuidador. Que, en vista de este consejo, procuró el aumento de cofrades en Tayabas, La Laguna y Batangas, porque, contandose con las tres cabeceras^ había dicho D. Domingo queharían lo que quisieran. <br />
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<hr />(1) En la Gmia di forasterot de Filipinas de 1839 y siguiente, figuran inscritos estos sujetos en la matrícula de abogados, si bien dprimer apellido de Florentino es Ramirez, y el nombre de Pantqja esTeodorico.<br />
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Que habiendo puesto tno hálugar el Arzobispo á su solicitud y declarado el Gobierno superior que castigaría á los que entrasen enella, «el mayordomo D. Ciríaco le dijo que Rojas habíamanifestado que nada podía conseguirse por bien, y queera preciso aumentar la gente para poder hacer algot ,lo que continuó ejecutando con el trabajo de ocultarsedel Gobierno, que le perseguía. Que al ocurrir la ocupación de su correspondencia con Octavio Ignacio deSan Jorge en Majayjay, recibió un aviso de éste diciéndole: «Es preciso que tú salgas, porque si no sepierde todo; -nosotros aquí cuidado»; y que con i5 pesos que le facilitó D. Ciríaco se fué en una banca dePateros á Bay, citando las casas en que se alojó y quiénes le guardaban, y que una vez en Igsaban, «aprovechando la ausencia del gobernador, reunió con prontitud toda su gente y se puso en comunicación por medio de la capitana (la esposa del gobernadorcillo), conel gobernadorcillo D. Joaquín Marcelino de los Santos, gobernador accidental, que le ofreció dejarlo entrar enla Cabecera de Tayabas si los principales lo aprobabanen junta que iba á reunir al efecto; que verificada éstasupo que habían resuelto dejar pasar unos días, y quesi con su gente se aprontaba pai;a todo caso, ellos ledejarían la entrada»; que estorbado este proyecto porla llegada del gobernador Ortega, ocurrida la accióndel 23 y muerto éste, determinaron todos los cofradestrasladarse á Ipilang, hacer un novenario y ocupar después la Cabecera de Tayabas, así como toda la provincia y las de La Laguna y Batangas, yendo luego á Manila para exigir del Gobierno la libertad de los cofrades presos, y que si no accedía á esto y á autorizar la Cofradía, cortar cabezas, como le aconsejara D. Domingo Rojas, quien con sus amigos les ayudaría; que lascuotas de los cofrades iban á parar á manos del D. Ciríaco; que de común acuerdo rechazaron la intimaciónen la que el gobernador Ortega, en nombre de S. M., lesexhortaba á la obediencia, etc.<br />
Terminada la declaración de Apolinarío, dejó pasartres horas el comandante Huet, y leída que le fué denuevo á presencia de varios testigos y funcionarios, yhabiéndose ratificado el reo en todo lo dicho, firmán•dola con los testigos y fiscal, etc., fué fusilado en lamañana del 4 de Noviembre (1).<br />
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<hr />(1) El Intendente general de Ejército y Hacienda de Filipinas, DonJuan Manuel de la Matta, al dar cuenta de esta sublevación al Secretario de Estado y del Despacho de H adenda de Indias, en oomunicacióolecha en Manila á 16 de Noviembre de 184I, proponía la inmediata or^ganización del Cuerpo del Resguardo militar, y que se restableciera enManila la policía ó combión de vigilancia pública, como mis convenientes para prevenir análogos hechos; y respecto de los que tomaranparte en la acción decía:<br />
"Digno de todo elogio ha sido en estas circunstancias el comportamiento de los Alcaldes mayores de La Laguna, D. José Ríos (se llamaba D. Francisco Gutiérrez de los Ríos), que se halló en la acción<le 30="" administrador="" alitao,="" batangas,="" cargo.="" casa-administración="" con="" cuadrilleros="" d.="" dcsgraoado="" de30="" de="" decidido="" defender="" del="" después="" el="" ella;="" en-cuentro="" en="" enla="" estancadas="" firme="" fuego="" gente="" hizo="" i="" igsaban="" impidió="" individuos="" intereses="" larebelión="" los="" o="" prendiese="" provincia="" que="" resguardo,="" resguardo="" reuniend="" roda,="" salvador="" santos,="" se="" su="" tayabas.="" todo="" trance="" unos="" valeriano="" y="" á="">". Lo es igualmente el del joven pensionista de Hacienda D. Francisco Oteiía, que voluntariamente acompaftó á la columna expedicionaria, y se portó con denuedo en la acción de Alitao, y el del gobernador interino de Tayabas, D. Isidro Vital. Los individuos del resguardo han prestado también importantes servicios».<br />
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El no admitir en esta Cofradía españoles ni mestizos de sangley, y si sólo indios puros, demuestra evidentemente que el objeto de Apolinarío y de sus consejerosera político, aunque aparentaran que únicamente perseguían un fin religioso (i}; y en vista de las revelación<br />
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<hr />(1) ¿Fué este movimiento el resultado de una conspiración?.... Parece indudable que el primer objeto de los fundadores de la Cofradía fué una socaliAa. Apolinarío era un mozo de unos veinte afios, enteramenteobscuro y sin prestigio cuando principió su obra; y si algunos maquinadores hubieran forjado un plan de insurrección, jamás se hubieran valido de un sujeto tan insignificante. Sin embargo, no hay duda de quehabia en la cosa por lo menos un instinto de rebelión. En la Cofradíano se admitían á mestizos sangleyes, que son, no obstante, más devotosy ricos que los filipinos. En el mismo pueblo de Lucban hay muchosde esta clase y ninguno de ellos pertenecía á la Cofradía; antes bien,mientras los levantados se hallaban en Igsaban, tenían gran temor deque fuesen allá y los asesinasen y robasen. Es bien sabido que par»cualquiera sociedad de esta clase el mejor apoyo es el contar españoles en sn seno, y á pesar de esto los cofrades de San José no los buscaban ni querían. Y no se diga que consistía en que carecían de relajones ó valimiento entre ellos. Yo he vivido cinco meses en el concento de San Juan de Dios, á causa de las desgraciadas circunstanciasen que llegué á Manila, y allí conocí á Apolinarío. Era éste un jovendelgado con fisonomía de mestizo, modesto, callado y sin la menor apariencia de talento ni travesura; varías veces habia entrado en mi cuarto á traerme medicinas y me hallaba solo escribiendo ó leyendo. Yo le mandaba las dejase sobre la mesa y él se retiraba sin hablar palabra.£n aquel mismo tiempo se alojaban en el convento cuatro españoleseuropeos: estábamos Intimamente unidos con los frailes del conventoynos vela cumplir muy exactamente con los deberes de la religión..^Por qué, pues, no trató de hacemos entrar en la Cofradía, puesto quevivíamos juntos, mientras que hacía ocultamente tantos esfuerzos par»alistar en ella á centenares y miles de indígenas? Tal conducta no puede menos de parecer sospechosa al más candido, y á decir la verdad^este hecho de que formó parte me ha inducido á hablar de la insurrección de Tayabas, que de otro modo no hubiera nombrado por ser demasiado reciente; y lo he verificado á fin de que las cosas en tiemposfuturos no se presenten ó interpreten erróneamente por quien esté mah«Blerado ó tengia interés en desfigurarlas». — (Mas.)<br />
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nes del ex*donado, en que con toda claridad se demuestra la participación principalísima que en el negocio tomaron D. Domingo Rojas y los abogados susodichos,fueron presos en Manila en la noche del 5 de Noviembre, incoándose contra ellos la correspondiente causapara deducir su responsabilidad en el asunto (0.<br />
Los secuaces de Apolinario lo habían bautizado conel pomposo título de Rey de los tagalos (2). «¿Y cuál eravuestro objeto? preguntaban después los oficiales españoles á los hermanos indultados de la Cofradía. — Rezar.— ¿Y si hubierais triunfado, qué hubierais hecho? —Atar á todos los españoles y frailes á los árboles paraque las mujeres los matasen á flechazos. — ¿Y después,qué hubierais hecho? — Ir los de las tres provincias (Laguna, Batangas y Tayabas) á las murallas de Manila,y enviar memorias al Capitán general. — ¿Qué quieredecir enviar memorias? — Que hubiéramos enviado á decir que allí estábamos y que viniesen los que se atreviesen». — (Mas.)<br />
Aún tendremos ocasión de hacer notar, por sucesosanálogos, los extravíos y absurdos inexplicables á que<br />
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<hr />(1) Rojas, que era de bastante edad y estaba achacoso, murió enla cárcel. Govantes, en su Compendio antes citado, dice que nunca debió ocuparla, indicando que era inocente y que asi lo confírmó el fallode los tribunales. No conocemos el proceso que se le formara: quizá nopudieran serle probadas las acusaciones de Apolinario; pero si éstaseran ciertas, su delito es evidente, aunque fuese absuelto por falta depruebas.<br />
(2) Apolinario de la Cruz «hizo creer á sus adeptos que la Virgen María iba á bajar del cielo para tener de ¿1 un hijo que serfa Efti ptrüéor de loe tagotosn, — (D. Vicente Barrantes, articulo titulado Diego SiUmg, publicado en La PoliHea de Espaüa en Filipinas afio I, núme10 22 del 8 de Diciembre de 1891.)<br />
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conducen á los indios la ignorancia, el fanatismo y susarraigadas supersticiones gentílicas.<br />
Por decreto de la Regencia del Reino de 20 de Noviembre de 1841 se dispuso la manera de efectuarse enlo sucesivo los juicios de residencia de los funcionaiiospúblicos de Ultramar.<br />
El art. 2.® de este decreto dice: "De las residenciasde los tres Gobernadores Presidentes de las islas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, únicamente se conocerá por el Tribunal Supremo de Justicia en Sala de Indias,en los términos prevenidos en el art. 2.^ de la Real cédula de 24 de Agosto de 1799, y en estas residenciasserán igualmente comprendidos los Asesores de aquellos Gobernadores y los Secretarios de gobierno comotales por los abusos ó culpas que puedan haber cometido en el ejercicio de sus empleos».<br />
Art. 4.°: «Las residencias de los demás Gobernadorespolíticos y militares que no sean Presidentes, así comolas de los Tenientes letrados, Alcaldes mayores y Corregidores letrados 6 no letrados que haya en dichas islas,corresponden á las respectivas Audiencias en el modo yforma prevenido en el art. 5.^ de la Real cédula citada».<br />
Por otro decreto de 1 5 de Diciembre del mismo año, precedido de exposición del ministro Camba, se dictanreglas para extender á las provincias de Ultramar las disposiciones vigentes en la Península sobre enajenación forzosa por causa de utilidad pública.<br />
En 15 de Julio de 1842 dictóse un Reglamento parael régimen y policía de la bahía y puerto de Manila y sus dependencias (O.<br />
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<hr />(1) En 1842 exístian matriculadas en el comercio de Manila 39 casas, sin contar las extranjeras. De éstas había siete ú ocho inglesas, dos americanas, una francesa y otra danesa, residiendq además Cónsules de Francia, América, Dinamarca, Suecia y Bélgica». — (PP. Bucctay Bravo.)<br />
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En 17 de Octubre siguiente mandó Oráa una circular á los jefes de provincias recomendando el descubrimiento y la explotación de minas de carbón (0.<br />
Por bando de i3 de Diciembre hizo pública la orden del Regente del reino de 19 de Enero de dicho año, autorizando la construcción de buques mercantes á todo él que lo tuviera por conveniente» y dejando á los navieros y dueños de buques en la libertad de elegir los operarios que quisieren para las construcciones, carenasy composiciones» con arreglo á lo dispuesto por Real orden de 5 de Diciembre de i83o.<br />
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Con motivo de haber muerto en Binmaley (Pangasinán) un cabeza de barangay en un cepo, en que había sido puesto por orden de su gobernadorcillo, dispuso Oráa en i5 de Diciembre, cumpliendo un acuerdode la Audiencia, que se destruyeran en todos los tribunales los cepos con anillo para la cabeza, poniendo ensu lugar otros que sólo lo tuvieran para los pies, debiendo ser cómodos y no usarlos sino en delitos graves,en caso de recelo por inseguridad de las cárceles.<br />
En 1842 salió á luz el Semanario filipino impreso á tres columnas, conteniendo noticias de Europa y Asia,sueltos locales, folletín y anuncios. Se ocupaba mucho de asuntos mercantiles. Fué su fundador D. Gregorio<br />
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(1) Por consecuencia de este mandato se descubrió un criadero enJa isla de Batán (Albay), que comenzó en seguida á explotarse. Los ensayos practicados con este carbón fueron satisfactorios» Por falta deconsumo cesó dicha explotación. ~(D. José Centeno.)<br />
Posteriormente se han hecho otros varios descubrimientos de minasde carbón, especialmente en Cebú y Aibay.<br />
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de Borjas y Tarrius, Interventor de la Administraciónde Correos. Vivió dicho Semanario hasta 1845.<br />
Á propuesta de la Junta suprema de^Sanidad delReino, y por consecuencia de Real orden de 12 de Octubre de 1842, se estableció en Manila, á principios de1843, una Subdelegación de Medicina y Cirugía con elñn de velar por la observancia de las disposiciones re*ferentes al ejercicio de aquella profesión.<br />
£1 antiguo regimiento llamado Caballería veteranadragones de Luzón, uno de cuyos cuatro escuadronesque lo componían era de lanceros españoles, fué modificado por Real orden de 12 de Enero de 1843, cambiando su denominación por la de Caballería cazadoresde Luzón, asignándole cuatro escuadrones y una compañía de tiradores. Su fuerza en tiempo de paz se fijóen 632 hombres y 546 caballos, y en tiempo de guerraen 902 hombres y 761 caballos.<br />
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La hecatombe de Tayabas, exagerada con aviesa intención, disgustó grandemente á los soldados naturales de aquella provincia, que componían el regimiento de infantería núm. 3, acuartelado en Malate; y para vengar las muertes de sus parientes resolvieron sublevarse, de acuerdo con la guarnición de la fuerza de Santiago, parte de la que se componía de paisanos suyos. Saliéronse del cuartel en la noche del 20 de Enero de 1843; corriéronse por la plaza hasta la puerta de Santa Lucia; escalaron la fortaleza; asesinaron á los oficiales deguardia, y se hicieron fuertes en ella hasta la madrugada del día siguiente.<br />
Oráa, que se hallaba en la quinta de Malacañang, extramuros de la plaza, acudió en el acto que tuvo conocimiento del suceso, y al frente de las tropas leales logró sofocar rápidamente la rebelión, y el sargento que mandaba á los sublevados, llamado Samaniego, conalgunos otros de los principales culpables» fueron fusDados al dia siguiente en el campo de Bagumbayang (0.<br />
Consecuencia de este hecho, y por indicios de que hubiesen incitado á los soldados á realizarlo determinados individuos tildados de desafectos á España,fué el acordar su prisión, formándoseles un proceso. No resultó contra ellos cargo concreto, y recobraron su libertad, reintegrándoles en su buena fama una resolución del Tribunal Supremo de Guerra y Ma<br />
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<hr />(1) Gobernaba las Islas el stfior General Oráa cuando parte de unb«|f llón se sublevó al mando de dos bermanos mestizos, que eran oficiales del mismo; y apoderándose á media noche de la fortaleza de Santiago, comenzaron á hacer disparos de cafión contra la plaza, en ocasión que el Capitán General se hallaba en su posesión de Malacafiang.Enterado éste de lo que ocunia, entró en Manila, donde ya estaban tO'das las tropas sobre las armas. Seguidamente dispuso el ataque de lafortakta, que se tomó prontamente, gracias al arrojo de las autoridades y á la valentía de los regimientos de infanteria indígena, haciendoprisioneros i los que no habían sido mueitos ó heridos. Se cuenta queun destacamento de artilleiía indígena que se hallaba en la fortalezacQstodiando las piezas, trató él solo diferentes veces de desalojar de lasmurallas i los insurrectos, haciéndolo ¿ la bayoneta; y después de tenermuchas bajas y quedar reducido á un corto número, se parapetaronlos soldados en un puesto conveniente, desde el cual siguieron hacien-^do fuego mientras tuvieron cartuchos, permaneciendo después ñeles,aun sin fXíww.'-^( Noticias históricñs^ geográficas, esíadisHcas^ adminis'iratioas y müitarts de las Islas Filipinas y de un via/e á las mismas porei CaSo de Buena Esperantay y regreso á España por la Ckina^ la Jndia^la Arabia^ Egipto^ Malta y Gibraltar^ por M. Cánovas: Madrid, 1859.)<br />
D. lf¿ximo Cánovas del Castillo, autor de este folleto, fué Ayudante4el Marqués de Novaliches durante su mando de Filipinas. El Sr. Cánovas describe en él con mucha exactitud las vicisitudes de los antiguos viajes por el Cabo de Buena Esperauca«<br />
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riña, al que recurrieron en queja los interesados (1).<br />
Por decreto de la Regencia de 26 de Septiembre de1842 se dispuso que la Superintendencia subdelegadavolviera á unirse al Gobierno y Capitanía general delas Islas, y en 17 de Junio de 1843 cesó Matta en dicho cargo, continuando con el de Intendente de Ejército y Real Hacienda.<br />
Oráa hizo un Reglamento para el Resguardo, otrode Correos y dictó un bando sobre malhechores.<br />
Relevado del mando de las Islas, embarcó para España, dejando entre los peninsulares buena memoria porsu celo por el servicio y su honradez. Las medidas queel mantenimiento del orden público le obligaron á adoptar por consecuencia de los sucesos de Tayabas y dp la<br />
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<hr />(1) tAfínisteric de la Gutrra, — Excmo. Sr.: He dado cuenta A laReina (q. D. g.) de una exposición que promovieron D. José y DonMariano Rojas, hijos de D. Domingo, ya difunto; D. Antonio de Aya*la, D. ífiigo González Azaola, Miguel Escamilla, Mamerto Luis, Leo nardo Pérez, Diego Teodoro y José Rafael, vecinos todos de esa plazade Manila, quejándose de ]os procedimientos instruidos contra los mismos, y particularmente contra el padre de los dos primeros, con motivo de la sedición ocunida en la Real fuerza de Santiago de la mbmaplaza el 21 de Enero de 1843, y solicitando que el Tribunal Supremode Guerra y Marina informase sobre lo que han expuesto, con presencia del resultado de la expresada causa. Enterada S. M., como igualmente de lo manifestado acerca de este recurso por el mismo TribunalSupremo, conforme con su dictamen, se ha servido declarar que, atendido lo que resulta de la misma causa, su formación y la prisión y padecimientos que han sufrido por consecuencia de aquélla, no sirvan denota ni perjuicio á la opinión y fama del difunto D. Domingo Rojas,SU5 hijos D. Mariano y D. José, ni á los demás recurrentes.<br />
De Real orden lo digo á V. E. para su conocimiento, noticia de losinteresados y efectos convenientes.<br />
Dios guarde á V. E. muchos afios. Madrid 8 de £neit> de 1846. —Valencia^. — Sefior Capitán General de las Islas Filipinas».<br />
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sublevación del regimiento núm. 3^ y la necesidad de perseguir á los que más 6 menos abiertamente alentaban ciertas aspiraciones de revuelta, le eliminaron lassimpatías de muchos filipinos. Su conducta, sin embargo, se inspiró siempre enTnóviles rectos y en el cumplímiento del deber.<br />
Nombrado Gobernador, Capitán general y Superintendente de Filipinas el Teniente general D. Francisco de Paula Alcalá de la Torre, natural de Extremadura, se posesionó del mando el 17 de Junio de 1843.<br />
Acentuábase en el país el desarrollo de sus interesesmateriales, y esta naciente prosperidad recibió eficazimpulso del nuevo Gobernador, que era entendido, activo y trabajador, reuniendo á su capacidad militar lacualidad de letrado.<br />
Por Real orden de i.® de Abril de 1841 se mandócrear en Manila un cuadro de oficiales de reemplazo conel objeto de proveer las vacantes que ocuiTÍesen en loscuerpos de infantería y caballería del ejército de Filipinas. Las bases de su organización se fijaron por otraReal orden de 25 de Octubre de 1842, quedando establecido con arreglo á ellas en 20 de Julio de 1843.<br />
El Duque de la Victoria, combatido fieramente porsus enemigos políticos, fué vencido al cabo y tuvo quedejar la Regencia y abandonar á España á fines de Julio de 1843. Instalóse entonces un Gobierno provisional, ocupando la presidencia del Ministerio D. JoaquínMaría López, y se convocaron Cortes para el 1 5 de Octubre. Le sustituyó en la presidencia, al poco tiempo,D. Salustiano Olózaga, y á éste D. Luis González Bra«bo. Las Cortes decretaron la mayoría de edad de DoñaIsabel II, y S. M. señaló el i.^ de Diciembre de 1843 para su proclamación y jura en todos los pueblos de<br />
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la Monarquía^ como Reina constitucional de España.<br />
En 1843 dispuso Alcalá que se eligiese un punto en la parte Norte de Basiian para levantar un fuerte provisional» posesionándose de dicha isla al año siguiente.La opinión de este Gobernador era que después de castigar á Balanguingui y Basiian, se debía caer sobre Jol6^conducir al Sultán y dattos á la capital (si no mudabande conducta) y establecer en ella guarnición.<br />
«Operación, decía, tanto más urgente» cuanto la época y circunstancias que concurren en Joló la señalancomo el punto avanzado de nuestra dominación en Asiay el limite de nuestras posesiones con las de Inglaterraty Holanda».<br />
Dacula, régulo de Sibuguey, cedió al gobernador deZamboanga, por un convenio suscripto el 21 de Octubre de dicho año de 1843, el territorio de Biasungan, 6sea el conocido después por puerto de Santa María.<br />
También en 1843 se trasladó á Cebú un apostaderoestablecido pocos años antes en Masbate, creándose endicho punto la Comandancia de fuerzas sutiles de Visayasy á cargo de un capitán de fragata, dependiendo dedicha Comandancia las divisiones de Iloilo y Zamboanga.<br />
En este mismo año, por Real orden de i3 de Noviembre, quedó separada la Comandancia del Apostadero de la Capitanía general, nombrándose para aquelpuesto al brigadier de la armada D. José Ruiz deApodaca.<br />
En i3 de Diciembre publicó Alcalá un bando eximiendo á los capitanes de los champanes chinos de laobligación en que estaban de depositar sucesivamentesus mercaderías en la Alcaicería de San Femando, y deotras restricciones relativas á sus personas y propiedades, disponiendo, de conformidad con el espíritu y textode las Reales órdenes de ii de Abril de 1832 y 20 delmismo mes de 1837, Q^^ ^ considerase á los referidoschampanes chinos su cargamento, almacenaje y todolo concerniente al pago de derechos de Aduanas, conentera igualdad que á los buques de las otras nacionesextranjeras. Prevenía, en su consecuencia, que los capitanes de dichos champanes observasen las prescripciones del Reglamento de bahía de i5 de Julio de 1842;que el consignatario de cada champán se presentaracon los pasajeros que condujera y relación de ellos» firmada por el Capitán del puerto, al Alcalde mayor deTondo, al objeto de que los inscribiese en un libro deentrada de chinos que debería llevar, expidiendo á éstosuna carta de seguridad, con coste de 50 céntimos depeso; que hecho esto y prestada por el consignatarioñanza de responder de los chinos, podían alojarse libremente en la Alcaicería de San Fernando ó en casasparticulares en los pueblos de extramuros; que los queno pudieran ó no quisieran regresar en el mismo champán, tenían que solicitar licencia de radicación ó de invernada, pagando por ésta dos pesos, siendo valederapor seis meses, á cuyo término se les exigía pedir pasaporte para fuera de las Islas ó su radicación en ellas.En cuanto al cargamento, se les sujetaba á las mismasreglas que á los buques de las demás naciones extranjeras, y prohibía las gabelas y socaliñas que solían imponérseles ilegalmente.<br />
Con la misma fecha dictó otro bando por el que autorizaba y reglamentaba el uso del anfión por los chinos, declarándolo ramo estancado. Prohibía en él, bajolas severas penas del bando de 1/ de Diciembre de 1814,que los indios ó mestizos fumasen opio; señalaba los sitios en que debían establecerse los fumaderos y lasreglas para su introducción por los asentistas, etc. (0.<br />
En I.® de Enero de 1844 comenzó á regir el Reglamento redactado por el .Contador general de Ejército yHacienda, D. Manuel Carcer, para la Sociedad de fianzas mutuas de empleados» instituida con el útil objetode afianzar á los que para el desempeño de los destinosde cargo necesitaban prestarla. Dicho Reglamento había sido aprobado por la Superintendencia en 19 de Octubre de 1843.<br />
Por Real orden de 2 de Enero de 1844 se dispusoque los extranjeros que con sus buques ó efectos comerciales se presentaran en el país, deberían impetrardel Gobernador el competente permiso de residencia, elcual únicamente habría de concedérseles por el términoindispensable para vender sus efectos ó practicar susdiligencias; que los permisos para residir en las Islasse darían en lo sucesivo por el Ministerio de Marina,Comercio y Gobernación de Ultramar, debiendo presentar los interesados, no sólo los documentos justificativos de su origen, y la industria, oficio ó capitales<br />
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<hr />(1) Véase Autos acordados^ tomo I, pág. 392.<br />
Permitida la introducción del anfión en Filipinas, aunque sólo sea álos contratistas de esta droga, y siendo hoy una renta del Estado, muypingfle por cierto, insistimos en que se ordene y estimule el cultivo dela amapola blanca, que se desarrollará con facilidad y abundancia extraordinaria en aquel fértil país; en la seguridad de que la exportacióná China de dicho articulo, preparado su producto narcótico, produciría considerabilíámos rendimientos, como acontece en la India inglesa,dejándonos de quijotismos como el que resulta de un expediente instruido en 1858 por el General Norzagaray, en que, informando deacuerdo con todas las Corporaciones consultadas, dijo que no convenía el cultivo de la amapola blanca en el pais por razones de moral y de salud pública.<br />
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con que pensaran establecerse^ sino también un certificado de buena conducta y costumbres, quedando sujetos á las leyes del país; que los profesores de medici^na, cirugía ó farmacia extranjeros, para ejercer su pro«fesión^ tenían que presentar los documentos que acreditaran su carrera, sujetándose al examen de la Subdelegación de la Facultad respectiva, y, por último, se ve*daba á los extranjeros pasar al interior de las provincias, mandando, sin embargo, dispensarles toda la protección y auxilio que necesitasen en sus negocios.<br />
Con motivo de la defectuosa organización de las antiguas compañías españolas, fueron éstas disueltas juntamente con la compañía pampanga de la dotación deZamboanga, creando en su lugar, en i.° de Febrero de1844, dos compañías fijas de Zamboanga» compuestascada una de un capitán, un teniente, dos subtenientes y125 individuos de tropa (O.<br />
En 21 de Mayo prescribió Alcalá, por medio de unbando, la necesidad de licencia para el uso de armas,modo de expedirla, penas á los infractores, forma derecoger aquéllas y renovación de las leyes sobre el usode armas prohibidas W.<br />
Alcalá, en concepto de Superintendente de Hacienda, suprimió las oficinas de Rentas Unidas, ó Administración de Estancadas; Dirección de Fábricas de Tabacos y Colecciones, y Administración general de Tributos y Rentas terrestres no estancadas, y restableció laDirección general de Tabacos y Administración general de Vinos y Licores, agregando la Administración<br />
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<hr />(1) Por Real orden de 5 de Mayo de 1848 se las declaró Miliciasdisciplinadas.<br />
(2] Véase Autos acordados^ tomo I, pAg. 398.<br />
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de Tributos á la Contaduría Mayor. También, por decreto de 1 de Julio de 1844, modificó la plantilla de la Secretaría de la Intendencia, aumentando su personal,cuya medida fué aprobada por Real orden de 30 deMayo de 1845.<br />
Por cuarta vez volvió á separarse del Gobierno de las Islas la Superintendencia subdelegada de Hacienda yá unirse á la Intendencia, siendo nombrado para dichoscargos D. Félix d'Olhaberríague y Blanco, que tomó posesión de ellos en 8 de Junio de 1844 (^)*<br />
Alcalá, además de los ya referidos, dictó bandos muy acertados sobre incendios, pasaportes, carruajes, pesas y medidas, etc., etc., y prohibió que los pequeños barcos de cabotaje utilizasen velas de estera para evitarlos siniestros que habían ocurrido.<br />
Fué un Gobernador celoso, que supo cumplir fielmente con los deberes de su alto empleo, dejando en elpaís grata memoria de su administración.<br />
<br />
<hr />(1) Este señor había sido Secretario de Estado y Ministro de Hacienda en 1836.Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-49931198932858545462011-01-16T00:10:00.000+08:002011-01-16T00:10:16.752+08:00"Un recuerdo (costumbres filipinas)", de José Rizal<h4>I</h4><a href="" name="ID100"></a> <b>Hay</b> ciertos puntos en los inmensos espacios desde donde se contemplan el sol, vistosas nubes, mares, continente, islas, rocas, grutas, aves, fuentes y flores; en una palabra: todo un mundo riente, colosal, animado o sublime. El águila atraviesa tan bellas regiones desafiando los furores del mar que, semejante a una gigantesca tumba o a un monstruo de mil fauces, ruge esperando devorar su presa. Los humildes pajarillos renuncian a magníficos panoramas y se contentan con sus umbrosos bosques y saltan de rama en rama, de flor en flor, en torno de sus rústicos nidos.<a href="" name="ID106"></a> <br />
Vaya pues el ave de poderoso vuelo a elevarse a las altas esferas del fuego de la luz; nosostros nos contentaremos en pasearnos por los campos de la infancia y de la juventud evocando las queridas sombras de lo pasado: los recuerdos. Sí, evocaremos los recuerdos, evocaremos esos seres que dormitan allá en el melancólico horizonte de la memoria, envueltos en la misteriosa gasa del tiempo, que aumenta las bellezas y atenúa los defectos, y semejante a una divinidad egoísta y celosa hace odiemos lo presente para no suspirar sino por lo pasado; evocaremos esos seres de naturaleza aérea, personificación de lo vago, lo dulce y sentimental, como las ondinas del lago y las sílfides del aire, que nacen y aumentan con nuestros años, transformaciones tal vez de las muertas ilusiones, esos seres, en fin, que cuando ya todo nos falte: amor, energía, confianza y entusiasmo, piadosos amigos vendrán a consolarnos en las soledades de la vida.<a href="" name="ID109"></a> <br />
¡Ah!, pero nosotros buscamos objetos sencillos y nos encontramos con un mundo colosal en continuo crecimiento que gira allá en ese otro espacio infinito de la memoria. ¡Qué mundo que asimila a sí todas las ruinas del presente y las concepciones del porvenir! Allí está el mundo exterior pero más ideal o más bajo, más triste o más sublime, según a través de qué prisma se vea o se conozca. ¿Y seremos capaces de abarcarlo todo y, débil atlas, no nos aniquilaremos bajo su grandioso peso?<a href="" name="ID112"></a> <br />
Concretémonos pues a ciertos recuerdos o a uno solo. Y ahora que los tiempos y el espacio nos alejan de sitio y de los personajes, deleitémonos en pintarlos, y para que, dándoles vida, nos sirvan como compatriotas en lejanos países.Son esos dulces reflejos de la mañana de un día: bien puede uno recrearse con su recuerdo, si a la caída de la tarde el cielo se oscurece y la tormenta se anuncia a lo lejos.<a href="" name="ID115"></a> <br />
<br />
<h4>II</h4><a href="" name="ID118"></a> Era el mes de abril de 187... Hacía pocos días que había salido del colegio. Como la tierra y como los prados estaba yo entonces en la primavera de la vida: tenía cerca de diez y seis años y soñaba en las más ideales ilusiones. Todo me parecía bueno, bello y angelical, como las brisas matinales, como las sonrisas del niño o como el misterioso coloquio de las flores. Los recuerdos del colegio, mis profesores, amigos y compañeros, los estudios, las recreaciones y los paseos no se habían borrado aún en mi memoria y ocupaban casi todos mis pensamientos. ¡Qué sueños y qué proyectos me formaba yo entonces! Yo veía el mundo a través de un cristal que lo embellecía y poetizaba; lo veía a través de mi imaginación, no herida aún por el más leve desengaño, y me parecía que sus escenas y sus personajes todos eran dignos de amor, veneración y sacrificio. Niño, confiaba no hallar en mi camino dramas ni tragedias sino églogas e idilios, creía en el bien, y si era tímido, si tenía cierto instintivo miedo, si pensaba en el mal que sólo creía forjado para hacer contraste con el bien, era que en mí había dos hombres: uno natural, confiado, alegre y presto a entregarse y dejarse seducir por la impresión, y otro, artificial por decirlo así, receloso, preocupado, efecto sin duda de coeducación y de las teorías. De aquí nacían combates, después dudas y vacilaciones y, si alguna vez vencía la naturaleza, sólo conseguía una falsa victoria, sacando de la lucha, como señales indelebles, una irritación, una melancolía hija de los vagos deseos no satisfechos. De seguro que si en aquella época hubiéraseme aparecido una hada que adivinando mis aspiraciones (que yo mismo no conocía bien) me hubiera prometido satisfacerlas, de seguro que me hubiera dejado guiar pese a todas mis teorías y prevenciones.<a href="" name="ID121"></a> <br />
En este estado moral que en vano uno analiza cuando se tiene delante, y que sólo se conoce cuando ha pasado ya, semejante a las diosas de Virgilio, por la luz y el aroma que dejan, pasaba yo las vacaciones al lado de mi familia en mi pintoresco pueblo. Mis diversiones eran las más simples y primitivas: bañarme en las fuentes y arroyos, pescar en el río o en el lago, o recorrer las campiñas montando en mi brioso corcel.<a href="" name="ID124"></a> <br />
Uno pues de los primeros días de este abril se me ocurrió bañarme en un famoso riachuelo de un vecino pueblo, playero también como el mío. En un ligero y fresco carromato tirado por un caballo iba yo recorriendo la ancha carretera que hacia él conducía. Los campos sembrados de la caña dulce que a la sazón se beneficiaban con las ligeras y flexibles cuanto hojosas cañas, el verde y alto <i>Maquiling,</i> el <i>cupang</i> elegante y ramoso, las chozas, las fuentes, todo sumía no en meditación ni en reflexiones, sino en una especie de sueño, de regocijo inexplicable que se siente y se goza y desaparece tan pronto como se quiera analizar. El sol, que entonces se levantaba derramando doquier luz y colores, prometía un día brillante y caluroso. Hubiera querido detenerle en su mañana no con su grandioso fin de vencer a cinco reyes, sino con el sencillo deseo de gozar del placer y de la luz. Pero ni el sol ni los años se pueden detener ya como en las edades bíblicas, y nosotros tenemos que seguir, mal que le sepa a nuestro sibaritismo, el invariable curso del destino.<a href="" name="ID135"></a> <br />
Pasada la peligrosa garganta que divide y limita mi pueblo del de M..., preséntase a la vista un delicioso paisaje. La iglesia del pueblo con su casa parroquial a lo lejos, entre árboles, cocoteros y cañas, a la derecha la falda del monte y a la izquierda la ancha laguna tranquila y apacible, enviando a la playa sus ligeras olas que morían murmurando en la fina arena. Una brisa fresca agitaba las brillantes hojas de los árboles y arbustos que había cerca del camino solitario y desierto. Algunas cabras y ovejas pacían la abundante hierba cerca de la playa.<a href="" name="ID138"></a> <br />
Después de recorrer bastante trecho detúveme en una casita que hay a la orilla del camino: limpia fresca, como la india de las orillas del Pasig, rodeada de árboles de nanca y guayaba, entre altas y elevadas palmeras, parecía aguardar al bañista deseoso de sumergirse en las frescas ondas del vecino arroyo. Respirábase en aquellos contornos una paz y una tranquilidad que el susurro de las cañas, esa música de los bosques filipinos, hacía más agradables aún ofreciendo por decirlo así un concierto silencioso.<a href="" name="ID141"></a> <br />
Bajé y me dispuse a tomar el baño.<a href="" name="ID144"></a> <br />
Hay un sendero que partiendo del camino frente a la casita sigue bordeando el <i>Dampalit,</i> dando de distancia en distancia pequeñas ramificaciones que servían para descender al agua. A ambas orillas del arroyo, que no son muy altas, crecen y se elevan todos los hijos de la vegetación exuberante y tropical. Las cañas, los plátanos, el papayo entrelazados bien por sus mismas ramas, bien por todo un mundo de enredaderas, parásitos y trepadoras, forma una verde bóveda sumisa al arroyo en dulce sombra defendiendo del sol y del viento. Al pie de estos árboles y besando inclinados el cristal líquido se balanceaban una multitud de plantas y arbustillos matizados de pequeñas florecillas amarillas, rojas o azules. Bajo aquella umbrosa enramada deslizábase tortuosa entre piedras sembradas y fina arena la exigua pero fresca y cristalina corriente.<a href="" name="ID151"></a> <br />
Tres mujeres agrupadas y sentadas sobre enormes piedras lavaban ropas, turbando el silencio con el acompasado batir de sus palos. Alejéme de aquel estruendo y remontando la corriente fui en busca de mejores parajes. A medida que iba subiendo la corriente notaba yo que se volvía más sombrío, más fresco el arroyo, que las plantas y las flores se iban haciendo más hermosas y variadas, y que volaban ya en parejas, ya persiguiéndose, enamoradas mariposas de variados matices, libélulas ya azules, rojas, moradas, etc., y varios insectos, felices en medio de aquel florido edén. Al verlos alzar sobre las flores silvestres, esas flores de aire, al oír su monótono y mórbido canto de placer o himno de gozo tal vez si se considera la brevedad de su existencia, bien podría el hombre envidiarles si éste no tuviese otros fines.<a href="" name="ID154"></a> <br />
Bañábame así subiendo al curso del río y me sentía ya fatigado cuando perciben mis oídos una fresca vocecita tarareando una alegre canción. El riachuelo daba en aquel paraje un violento recodo, lo que hacía suponer que la que cantaba estaba muy cerca. Deseoso de conocerla seguí mi paseo fluvial y ¡qué agradable sorpresa se presentó entonces a mis ojos!<a href="" name="ID157"></a> <br />
Era una joven que tendría sus catorce a diez y seis abriles, blanca, esbelta para su edad, con la negra cabellera suelta que le llegaba cerca de sus talones. Vestía una saya encarnada ceñida... debajo de los hombros.<a href="" name="ID160"></a> <br />
Un tapis negro encima contorneando sus virginales formas: sobre los hombros una blanca toalla de pelusa ocultaba la redondez de éstos. La juventud, esa hada amiga de la mujer y del amor, la llenaba de indefinible encanto. Iba ella al parecer persiguiendo una mariposa.<a href="" name="ID163"></a> <br />
A pocos pasos de ella había una anciana como de sesenta años espumando en una palangana el <i>gogo.</i> Una cesta de frutas, ropas, etc,. estaban en su alrededor.<a href="" name="ID170"></a> <br />
Al ruido que yo hice ambas volvieron hacia mí los ojos: la anciana como preguntando y extrañando, la joven sorprendida y ruborizada. Aquélla prosiguió su trabajo y ésta cesó de cantar. Yo les hice el saludo más torpe y más mudo, que la anciana me devolvió con frialdad y la joven con gracia. Ésta, viendo que yo no decía nada, siguió cazando mariposas.<a href="" name="ID173"></a> <br />
Quedéme yo parado y confuso delante de aquella joven, que sin su compañera la hubiera yo tomado por la náyade del arroyo.<a href="" name="ID176"></a> <br />
Yo quería retirarme pero cierto reparo me lo impadía, quería seguir pero yo no sé por qué no me atrevía. Estaba muy embarzado en aquella falsa posición. Al fin, decidiéndome y haciendo un esfuerzo, traté de caminar.<a href="" name="ID179"></a> <br />
Apenas había dado dos pasos cuando dirigiéndose a la anciana:<a href="" name="ID182"></a> <br />
—¿Habrán dado las diez, abuela? —preguntó la joven.<a href="" name="ID185"></a> <br />
—Probablemente, Minang —contestó la abuela después de mirar a través de la espesa bóveda de ramas para distingir al sol—. Ven pues a lavarte la cabeza con el <i>gogo</i> para que nos podamos retirar.<a href="" name="ID192"></a> <br />
—Un momento no más, abuelita. Cogeré esta mariposa y después nos podemos retirar.<a href="" name="ID195"></a> <br />
Y se alejó siguiendo su presa. Tuve tiempo de contemplarla y examinarla. Su rostro era muy gracioso y expresivo. En su cara de un óvalo perfecto se destacaban a simple vista dos grandes ojos negros de largas pestañas, su frente era tersa y pura, su boca graciosa y parecía exhalar siempre una súplica o un deseo.<a href="" name="ID198"></a> <br />
Por lo demás, la mariposa parecía jugar con su ansia y sus cuidados. Posábase en una flor como esperándola, luego volaba de pronto alejándose a toda prisa, después como para citarla se acercaba y pasaba casi rozando sus hermosos labios; elevábase a veces, otras trazaba círculos en rededor suyo, ya tocando ligeramente el agua, ya parándose un momento en la rama, para trasladarse al instante a otra, siempre juguetona y caprichosa como la Galeta de Virgilio. Todas estas evoluciones arrancaban del pecho a Minang varias exclamaciones.<a href="" name="ID201"></a> <br />
Yo, por mi parte, quise seguir también a esta otra mariposa, y caminando con tiento iba recorriendo el río.<a href="" name="ID204"></a> <br />
Paróse la flor de los aires sobre una pequeña flor que se balanceba a orillas del arroyo. Ella, inclinada hacia adelante, acercábase con tiento, con la derecha presta a apoderarse del voluble insecto, con la izquierda con ademán de decir: espera. Años han pasado ya y aún me parece verla en aquella deliciosa actitud en medio de tantas flores. Ella casi tocaba ya las brillantes alas y tal cuidado ponía y tal emoción la embargaba, que veía temblar sus afiliados dedos como si pudiesen ajar aquellos aterciopelados colores.<a href="" name="ID207"></a> <br />
Pero yo no sé por qué torpeza mía di un resbalón, metiendo tanto ruido que espantó a la mariposa, emprendiendo ésta, acto continuo, un precipitado vuelo.<a href="" name="ID210"></a> <br />
¡Ah!, exclamó ella y se dibujo en sus ojos el pesar y la lástima. Y me lanzó una mirada llena de reproche y reconvención. Después, parada y con los brazos colgantes, contempló cómo se perdía en el laberinto de ramas el objeto de sus persecuciones, asomándose una triste sonrisa en sus hermosos labios.<a href="" name="ID213"></a> <br />
Yo estaba confuso y abochornado y miraba también a la mariposa. Quería dar excusas, satisfacciones, pero nada se me ocurría en el momento. Volvióse ella y suspirando se acercó lentamente a la abuela.<a href="" name="ID216"></a> <br />
Tomé entonces un partido y me alejé. A algunos pasos vi dos mariposas que iban volando trémulas de placer y de amor. Al verlas tan bellas, tan enamoradas, tan alegres de vagar y de encontarse juntas a sus anchas, me dió lastima sacrificarles sus días de amor y de felicidad a mi amor propio. ¡Íbanse ellas, tal vez, declarándose sus amores!<a href="" name="ID219"></a> <br />
Egoísta, dediqueme a perseguirlas y en pocos momentos cogí una. Mi corazón batió de placer y, no obstante, seguí aún persiguiendo a la otra, que muy pronto cayó en mis manos.<a href="" name="ID222"></a> <br />
El que ha ganado en los juegos olímpicos laurel inmortal y en rechinante carro vuelve a su patria que le espera en la abierta brecha no iba más alegre que yo con mis dos inocentes víctimas. Iba yo formulando lo que diría y preparaba los más galantes discursos. Yo la divisé afanándose en partir un coco tierno. Notóme sin duda porque volvióme la cara. Al ver las dos mariposas que tenía cuidadosamente en ambas manos soltó un pequeño grito y, dirigiéndome una sonrisa llena de agradecimiento, se levantó.<a href="" name="ID225"></a> <br />
Todo lo que yo había pensado para decirlo se me olvidó; no pude articular más que lo siguiente:<a href="" name="ID228"></a> <br />
—Señorita —le dije en talago—, íbais a apoderaros de una mariposa que hacía tiempo perseguíais; una torpeza mía los ha privado de ese placer. Si os dignais aceptar las que yo os ofrezco, me haríais un gran favor. Tenedlas, que aunque no son tan bellas, en cambio son dos.<a href="" name="ID231"></a> <br />
—¡Oh!, son más bellas aún —contestó tomando las mariposas y examinándolas—. Os doy muchas gracias por la molestia que habéis tenido... Siento que hayáis tomado en serio un capricho de niña y casi estaba por agradeceros el que hayáis impedido de cometer una crueldad. Pero —continuó, cambiando de tono y medio sonriendo—, advierto que sois muy diestro cazador.<a href="" name="ID234"></a> <br />
—Señorita —repliqué con un poquito más de aplomo—, mi destreza consiste en mi ardiente deseo de complaceros.<a href="" name="ID237"></a> <br />
—Yo también tenía ardientísimos deseos y, no obstante, bien visteis que fueron inútiles. Ah, pero yo soy muy aturdida. Hace mucho tiempo que tengo las mariposas y aún no os he dado gracias por ellas. ¿Sabéis que son éstas muy lindas?<a href="" name="ID240"></a> <br />
—No podéis imaginaros mi satisfacción al ver que os agradan.<a href="" name="ID243"></a> <br />
Ella me dió las gracias con la mirada y se dispuso a seguir su interrumpida ocupación después de envolver cuidadosamente las dos mariposas en un pedazo de papel.<a href="" name="ID246"></a> <br />
—Podéis heriros — dije tomando el cuchillo y el coco, que conservaba en su corteza las señales de una dentación inútil.<a href="" name="ID249"></a> <br />
—Muchas gracias. ¿Pero dejándoos no abuso yo de vuestra bondad?<a href="" name="ID252"></a> <br />
—De ningún modo —contesté.<a href="" name="ID255"></a> <br />
—Ten cuidado, Minang —exclamó la abuela—, al jugar con las mariposas.<a href="" name="ID258"></a> <br />
—Las he envuelto, abuela. —Y dirigiéndose a mí: —¿Es verdad que estas hermosísimas alas ciegan con sus polvos?<a href="" name="ID261"></a> <br />
—Pudiera muy bien ser; pero la naturaleza nos ha dotado de pestañas que ahuyentan las moléculas nocivas. Y sobre todo, cuando se tienen las pestañas muy largas, puede una estar segura contra todo daño.<a href="" name="ID264"></a> <br />
Y le ofrecí el coco o, mejor dicho, el agua virgen fresca contenida en aquel vaso obra de la naturaleza.<a href="" name="ID267"></a> <br />
Ella lo ofreció a su abuela, quien le dio las gracias. Me suplicó que tomara, a lo que no accedí, ni lo hice sino después de ella.<a href="" name="ID270"></a> <br />
Íbamos hablando, si no familiarmente al menos con soltura y con franqueza; tan es así que la abuela nos miraba de rato en rato con aire que quería decir: "¡Qué pronto se hacen amigos estos jóvenes!"<a href="" name="ID273"></a> <br />
¡Y tenía razón! No hay como la niñez o la juventud para trabar amistades, Cualquiera diría que en esa edad los corazones están tan llenos de confianza y afectuosos sentimientos que al instante se derraman al menor contacto. Embarcaos si no en esos grandes vapores que hacen largos viajes tocando por diferentes puntos. Allí veréis hombres y mujeres de todas las razas y naciones, oiréis hablar por todas partes francés, inglés, español, alemán, italiano, etc. Desde el primer día, los niños que no creen pertenecer a ninguna bandera y se creen ciudadanos del mundo, se reúnen, juegan juntos, corren, gritan y alborotan, y si se extraña que no se entiendan en su idioma emplean otro medio universal cual es el de la alegría y del corazón. Los jóvenes ¡ay! imitadores ya de los hombres dejan pasar algunos días y sus amistades son más o menos estrechas según se entiendan más o menos o se vean más o menos simpáticas. En cambio, para que los hombres se cominiquen, se necesita un azar u otro hombre que les ponga en contacto, constituyéndose para uno el fiador del otro, que responde de la honradez del presentado. ¡Son hombres y tienen derecho de recelarse mutuamente!<a href="" name="ID276"></a> <br />
Volviendo pues a la inquieta mirada de la abuela, digo que me sentí un poquito cortado, mucho más cuando, consultando al parecer el sol que dejaba pasar algunos de sus rayos por entre las hojas, exclamó:<a href="" name="ID279"></a> <br />
—Van a dar las doce, Minang; es ya tarde y es menester que nos retiremos. Recoge tus ropas que allí nos mudaremos en la casita de enfrente.<a href="" name="ID282"></a> <br />
Ella púsose a recoger sus alhajas y demás prendas y poniéndose unos elegantes zuecos de Biñán y envolviéndose además de su ropa de baño en una manta de Ilocos dispúsose a partir.<a href="" name="ID285"></a> <br />
—Nosotras vivimos en el pueblo, aunque hace dos días que llegamos a éste; no obstante lo desarreglado de esta casa os la ofrecemos a V.<a href="" name="ID288"></a> <br />
—Igualmente, señorita. En el vecino pueblo y donde yo me encuentro tienen, tendréis el más humilde servidor.<a href="" name="ID291"></a> <br />
—¿Ah, sois de C...? Desde aquí se divisan su iglesia y varios edificios.<a href="" name="ID294"></a> <br />
Y desplegando una elegante sombrilla me tendió la mano para despedirse.<a href="" name="ID297"></a> <br />
—Yo también voy a retirarme ya —respondí saludando—, y si me permitís que os acompañe tendré el honor de sosteneros el quitasol.<a href="" name="ID300"></a> <br />
La vieja recogió la palangana y las ropas, lo que ella no se le permitió; ella se llevó la cesta de frutas y a mis instancias me cedió lo demás.<a href="" name="ID303"></a> <br />
Por el sendero que decía costeaba el arroyo, nos retiramos y salimos a la calle hasta la casita del frente. La dueña, que debía conocerles, las recibió alegremente.<a href="" name="ID306"></a> <br />
Yo hice enganchar el carromato para conducirlas a su casa, pues el sol hacía gala de una brillantez y un calor insoportable.<a href="" name="ID309"></a> <br />
Al poco rato apareció ella vestida sencillamente. Una saya de percal encarnada, un tapis de seda, una camisa blanca de beatilla y un pañuelo pintado constituían todo su traje. De sus pequeñas orejas colgaban dos perlas grandes como un grano de maíz. Su cabellera suelta y anudada en la punta cubría sus espaldas.<a href="" name="ID312"></a> <br />
Yo les ofrecí el carromato para conducirlas hasta su casa. Ella rehusó dando las gracias.<a href="" name="ID315"></a> <br />
—No creáis causarme la menor molestía a mí —añadí—. Por precisión tengo que ir al pueblo y puedo dejaros donde queráis. Además, os hago observar que no es muy bueno tomar el sol...<a href="" name="ID318"></a> <br />
—El señor tiene razón —contestó la abuela—. Aprovecharemos esta ocasión para ofrecerle la casa.<a href="" name="ID321"></a> <br />
Subieron en el carromato y yo me senté junto al cochero.<a href="" name="ID324"></a> <br />
Y entramos en el pueblo.<a href="" name="ID327"></a> <br />
<br />
<h4>III</h4><a href="" name="ID330"></a> Cerca de la playa y en medio de altos y elegantes cocoteros, plátanos, bongas y cañas, se hallaba una modesta casa de nipa de sencillísima construcción. Un jardín la aparta del camino, si jardín puede llamarse, en donde vegetan, gracias no a los asiduos cuidados, sino a la fertilidad del clima, dos o tres rosales de Alejandría, azucenas, margaritas y girasoles plantados en ollas de barro y sostenidos por pedacitos de caña coronados con cáscaras de huevos de gallina. Crecía la yerba por todas partes, si bien que se notaba que por un extremo comenzaban los trabajos o los cuidados. Un viejo y carcomido cerco de caña sostenido por los arbolillos de gumamela, adelfa y sampaguita ocultaba a los ojos del caminante los habitantes de aquel jardín.<a href="" name="ID333"></a> <br />
Un sendero estrecho y pedregoso conducía a la casita, a la que se subía por una escalera mitad piedra, y mitad madera, compuesta de unos diez peldaños.<a href="" name="ID336"></a> <br />
Una criada y un perro nos recibieron saliéndonos al encuentro.<a href="" name="ID339"></a> <br />
Invitáronme a subir, a lo que accedí con gusto.<a href="" name="ID342"></a> <br />
El aspecto interior de la casa era muy curioso.<a href="" name="ID345"></a> <br />
Respirábase el aseo y el buen gusto en todas partes; parecía que una mano cuidadosa había ido arreglando los heterogénicos objetos del mueblaje. Componíase éste de bancos de caña fijos en los <i>dindines,</i> brillantes mesitas de maque con elegantes centros llenos de flores, ligeras sillas de bejuco, una viejísima cómoda que servía de altar para una multitad de imágenes de la Virgen, de santos y un Crucificado de la primitiva escultura de Paete. En un rincón de la sala estaban cuidadosamente colocadas cuatro maletas de cuero y un elegante neceser con incrustaciones de níquel.<a href="" name="ID352"></a> <br />
—Hace dos días solamente que hemos llegado a este pueblo —me dijo la anciana—. Veis todo esto desarreglado; casi casi está la casa tal y como la hemos encontrado el primer día. Pero no obstante os la ofrecemos con la más buena voluntad.<a href="" name="ID355"></a> <br />
Di las gracias y enseñándome ellas el comedor, me advirtieron que había tres cubiertos. Efectivamente, estaba la mesa convenientemente dispuesta. Cubríala un blanco y fino mantel de hilo: la vajilla o el servicio era de porcelana dorada con una cifra dorada también en cada pieza. Los cubiertos eran de plata marcados con la misma cifra que tenían los platos.<a href="" name="ID358"></a> <br />
—La criada ha puesto tres cubiertos —me dijo la anciana— esperando que honréis nuestra humilde mesa.<a href="" name="ID361"></a> <br />
—Miles de gracias —respondí—, pero me esperan en mi casa y no puedo aceptar tan honrosa invitación.<a href="" name="ID364"></a> <br />
—Lo sentimos mucho. Si en esta ocasión no podéis aceptar, no será así en otra.<a href="" name="ID367"></a> <br />
Despedíme de ellas grabando en mi imaginación los pormenores de la casa. Minang me saludaba con la mano desde la ventana.<a href="" name="ID370"></a> <br />
Retiréme pensando en quiénes podían ser aquellas dos mujeres, de qué pueblo vendrían y a qué familia pertenecían.<a href="" name="ID373"></a> <br />
Aquella anciana tan poco amiga de hablar, y aquella joven tan pensativa y franca, ¿qué hacían allí? ¿Por qué estaban solas?<a href="" name="ID376"></a> <br />
Que debían ser de una familia distinguida, no hay que dudarlo: sus maneras lo dicen.<a href="" name="ID379"></a> <br />
Lleno de curiosidad y deseando penetrar el problema que encerraban aquellas dos mujeres, llegué a mi casa, prometiendo visitarlas lo más pronto posible.Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-25226670950408610692011-01-15T23:19:00.000+08:002011-01-15T23:19:58.960+08:00"Por telefono ", de José RizalEl año de 1900 se unían por primera vez las Filipinas a la Metrópoli por medio del hilo telefónico tendido por una sociedad anglo-catalana, llamada The Trans-Oceanic Telephone Company, tan conocida en su tiempo por sus ideas verdaderamente atrevidas.<br />
<br />
Gracias a la perfección de los aparatos se podían oir desde Madrid los suspiros místicos de los frailes, orando delante de las imágenes sagradas, sus rezos llenos de piedad, sus frases humildes, sus palabras de conformidad y resignación y hasta las acciones de gracias con que recibían las limosnas de arroz y sardinas que el pueblo les daba compadecido de sus ayunos y abstinencias. Tal era la perfección del teléfono, que se oía hasta el silencio que reinaba en los refectorios, y por el ruido de la masticación se sabía a ciencia cierta que el más glotón de los frailes no comía arriba de cinco bocados diarios.<br />
<br />
—¡Qué pobres y qué virtuosos son estos sacerdotes! exclamaban en Madrid los demócratas conmovidos.<br />
<br />
—¡Qué pobres y qué virtuosos son estos sacerdotes? repetía el teléfono en Filipinas y lo publicaba en todas partes, en los conventos, iglesias, etcétera.<br />
<br />
Y los frailes, al oir esto, disminuían más el número de sus bocados por temor de que hubiese un indio que tuviese hambre; enseñaban a leer y escribir a los muchachos, y los instruían por fuerza en la lengua castellana, sufriendo no pocas veces insultos y bofetadas de los padres de los muchachos por atreverse a abrirles los ojos. (2)<br />
<br />
—¡Bendito sea Dios!—respondían los frailes y presentaban la otra mejilla:—¡sea todo por Dios y la madre España!<br />
<br />
Y continuaban enseñando tan pronto como el despótico indio se alejaba, si el gobierno a instigación de los padres, no les formaba causa por enseñar, delito que constituía un gran crimen, peligrando la integridad de la patria.<br />
<br />
—El Ministro de Ultramar,—telefoneaba un día el procurador de agustinos desde Madrid a Manila,—solicitado por los indios, ofrece a nuestra corporación una hacienda para que los padres no se mueran de hambre y vivan con alguna comodidad. ¿Qué le respondo?<br />
<br />
(El teléfono lo transmite al convento de agustinos.)<br />
<br />
—¡Jesús! ¡Jesús! ¡Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal! ¡Dios nos libre de toda tentación!—exclaman todos los frailes al oír la noticia, se caen de rodillas y se tapan los oídos.<br />
<br />
—¡Señor! ¡Señor!—gime el provincial dándose golpes de pecho de veras' y no así como quien quiere embaucar a los fíeles para hacer cuartos.—¡Yo he perdido el alma de Salvadorcito (=Salvador Font) enviándole de procurador a Madrid. ¡El tan bueno, tan humilde, tan sencillo, tan ingenuo, tan poco charlatán, tan casto, tan candido cuando estaba aquí! ¡Ahora se ha perdido! ¡Hacernos ésas proposiciones . . -tan pecaminosas! ¡Ay! ¡ay! ¡ay! Domine, quare dereliquisti eum? Señor, ¿por qué le has abandonado?<br />
<br />
Y todo S. Agustín gimiendo y todos los frailes dándose golpes de pecho y azotándose unos a otros para hacer penitencia y traer al buen camino el alma de Salvadorcito Tont.<br />
<br />
Y en Madrid se oye (por teléfono) toda la consternación del convento de S. Agustín. Y Salvadorcito Tont, en su aire candido de buen muchacho, exclama:<br />
<br />
—¡Si habrán encarcelado a todos mis hermanos por no leer los libritos que contra.ellos publican los indios, insultándoles con la aprobación eclesiástica! (3) Después de todo, ¡está bien hecho! ¿Quién les manda contestar y replicar?<br />
<br />
—A nosotros los imitadores y ministros de Cristo, si nos insultan en los libritos, nos deben obligar que los leamos, sobre todo si tienen indulgencias, y nos deben prohibir que contestemos o nos defendamos. Para eso tenemos voto de soberbia . . . Inmediatamente me voy al Ministro para pedirle mande azotar a cualquier sacerdote de mi religión que por orgullo no diga a todo amén y acate la verdad. Así verá que aunque soy un simple, no me falta amor a la Justicia . . .<br />
<br />
Y busca sus zapatos agujereados, porque los que lleva puestos no tienen suelas. El buen agustino tiene que andar a pie hasta el Ministro y no cuenta siquiera con que pagar el tranvía. ¡Y eso que había hecho voto de riqueza!<br />
<br />
—¡Salvadorcito, Salvadorcito!—le grita el teléfono. Salvadorcito reconoce la voz del provincial y se pone a temblar. Salvadorcito era muy obediente.<br />
<br />
—¡Mande su paternidad!—contesta y se pone de rodillas al lado del teléfono para que así esté más respetuoso, y eso que lo prohibía el voto de soberbia.<br />
<br />
—¿Cómo te has dejado tú tentar por el enemigo del mal, aceptando por un momento la proposición de darnos una hacienda?<br />
<br />
—¿Cómo, hijo mío? ¿No has visto en eso un lazo que nos está tendiendo el enemigo, inspirado sin duda por el condenado Rizal para que así nos enriquezcamos y seamos soberbios, poderosos y libertinos, porque el desgraciado Calambaino (=people of Calamba) no quiere otra cosa sino que cumplamos con los votos de riqueza, soberbia y lujuria, que los sacrílegos fundadores se han impuesto? Nada, no vuelvas a escuchar semejantes ofertas ¡nada! Nosotros aquí, no sólo trabajamos y construimos nuestras iglesias con nuestras manos, no sólo sembramos, y ayudamos a los pobres, sino también damos lo poco que nos dan, a los ricos y soberbios para que más nos tiranicen, para que su avaricia se aumente y nos exploten y arruinen más, para que nos pongan en las cárceles, nos destierren, etc. . . Así propagamos la ley de Cristo en todas partes, la predicamos en las islas a donde nos deportan, vienen más imitadores . . . Así no hay un solo igorrote, no hay un solo infiel en las montañas; todos se han bautizado, y todos nos explotan a fuer de cristianos. Lo que has de proponer al Ministro, para que nuestra doctrina triunfe, es que imite a los pretores romanos, que nos envíe gobernantes crueles, sanguinarios, que atropellen las leyes y nos persigan: así se despertarán los dormidos, se fortalecerán los tibios, se despertará la atención de los indiferentes que hay muchos, muchísimos . . . Acuérdate que para hacer triunfar una causa hay que perseguirla . . . ¡Anda y que nos persigan! Entretanto te impongo por penitencia, a ti que no eres jambuguero ni comediante, que te dejes retratar en diferentes posiciones pero siempre en actitud de meditar, de escribir un sermón, con una pluma en la mano y al lado de una lámpara, con gafas aunque no las necesitas, ¿entiendes? Expondrás las fotografías en público para hue todo el mundo diga aunque no se lo crea: "¡qué pensador es! ¡qué gran orador debe ser Salvadorcito Tont! Siempre está escribiendo sermones. ¡Ni tiempo tiene para que le retraten!" Esto te hará sufrir, porque aunque tienes votos de riqueza, soberbia y lujuria, no haces caso de ellos. (4) . . . ¡No te olvides de retratarte en actitud pensativa y de comediante! ¡Con Dios!<br />
<br />
—¡Hágase tu voluntad!—gime Salvadorcito resignado, y toda su casa se llena de lamentos.<br />
<br />
Salvadorcito era tan humilde que le martirizaba la idea de presentarse en público, aunque no fuese más que en fotografía; por eso cuando tenía que predicar, sacaba una voz hueca y cavernosa para amedrentar a sus oyentes y ver si le dejaban solo.<br />
<br />
—¡Salvadorcito, Salvadorcito!—grita otra vez el teléfono.<br />
<br />
—¡Mande su paternidad!—contesta el buen procurador y esta vez se pone de gatas para escuchar más reverentemente a su provincial.<br />
<br />
—Pídele al Ministro que no haga obispo al P. Rodríguez; (5) dile que está muy ocupado buscando y. componiendo palabras derivadas de Calamba, ya Calambano, Calambaino, Calaino, Calaínos. ¡Si vieras el trabajo que le cuesta!, suda que es un gusto. No tiene tiempo para ser obispo, aunque serviría mucho, pues está condenado por N. P. S. Agustín a ser estúpido en toda su vida. ¡Que no le hagan obispo por Dios!<br />
<br />
—¡No es el Ministro el que quiere hacerle obispo, son los dominicos que así tratan de rehuir el cargo, por espíritu de soberbia!—contesta Salvadorcito.<br />
<br />
—Pues dile al Ministro que para obispos no hay como los dominicos. Aquí conozco yo uno tan amigo de los indios y enemigo de nuestra santa fe, que no permite que los chinos tomen parte en las ceremonias, y eso que se sabe que tan pronto como dejan el país, dejan el cristianismo; se hacen cristianos por interés. Los cristianos cuanto peores mejores son. Los dominicos lo saben, y aunque los chinos les dan y ofrecen dinero, ellos no lo aceptan. ¡Ca! no ¡señor! Ellos procuran que los indios no riñan con los mestizos, ni éstos con los chinos, contra el mandato expreso de dividir para reinar que dijo Jesucristo. Por esta desobediencia hay que hacerles obispos, hay que plantarles encima de la cabeza una mitra en señal de soberbia, como a los sacerdotes asirios y persas que la llevaban puesta; esta gente sigue a Machiavelo, el maldito Machiavelo que decía que hay que predicar la paz y la concordia. Hablando de la concordia, sabes, Salvadorcito, que el P. Baldomero y otro han ido a visitar el colegio de este nombre, que es un colegio de educandas si mal no te acuerdas . . . Naturalmente, ni visitaron los dormitorios, mientras las niñas se vestían y se mudaban, ni hablaron con las más hermosas, y las pocas veces que cambiaron palabras no era en la oscuridad, ni detrás de las puertas, ni lejos de los demás . . . ¡Ah! el martirio que sufrieron, ¡ah! ellos tan púdicos, tan virtuosos, tan candorosos! ¡Y las Madres tan ariscas, tan poco complacientes, tan poco tolerantes! ¡Todo el tiempo que estuvieron allá sólo hablaron de Dios permaneciendo llorosos y compungidos!<br />
<br />
—¡Ay! ¡ay! ¡ay!<br />
<br />
—¿Qué te pasa, Salvadorcito?<br />
<br />
—Quitarme ya de procurador, porque aquí estoy sufriendo lo mismo que debieron sufrir Baldomero y el otro en el colegio de niñas . . . ¡Cuantas chulas y mujeres boni . . . ¡ay! ¡Quiero volver a Manila! ¡Madrid está perdido!<br />
<br />
—¡Aquí te van a poner preso los indios y te desterrarán sin formación de causa! Con escribir un informe secreto ...<br />
<br />
—¡No importa!<br />
<br />
—¡Morirás de hambre y no irás en coche!<br />
<br />
—Aquí ando a pie.<br />
<br />
—Mira que tendrás tú que saludar a los indios o, si no, te forman expediente gubernativo y te destierran.<br />
<br />
—¡No importa! Prefiero todo eso a vivir entre mujeres . . . bonitas.<br />
<br />
—Mira que si no le das gusto en todo al gobernadorcillo te va a acusar de antiespañol . . .<br />
<br />
—Protestaré, diré que amo a España.<br />
<br />
—No te creerán, porque los indios son muy ricos y publican libritos con Superior permiso contra los frailes ...<br />
<br />
—Pues ¿qué he de hacer? ¿qué he de hacer? <br />
<br />
—¡Quedarte allí de procurador!<br />
<br />
-¡Ay!<br />
<br />
—Regalar objetos de la China y del Japón a los Ministros, Diputados y Senadores para conseguir nuestros fines.<br />
<br />
—¡Sí, eso es, a los chinos! ¿Y qué más?<br />
<br />
—Esperar a que te hagan obispo.<br />
<br />
—¡Ay! ¡ay!<br />
<br />
—¡Y después, cardenal!<br />
<br />
—¡Ay! ¡ay! ¡ay!<br />
<br />
—Pero, por de pronto, hay que trabajar para que el gobierno dé cruces, haciendas, cargos a nuestros enemigos . . .<br />
<br />
—¿Y si arman una sublevación y dicen que somos nosotros los que lo hacemos porque somos bistirufelos?<br />
Silencio.<br />
—¿Qué digo del bistirufelismo?—pregunta Salvadorcito. Silencio.<br />
<br />
—¿Padre provincial? ¿Qué hay del bistirufelismo?<br />
<br />
—¿El bistirufelismo?—contesta una voz al fin. Dile al Ministro que no existe, pero que si quiere que exista, que crea en su existencia, y existirá. Dile que nosotros hemos sufrido ya mucho, sufrimos y sufriremos aún pero como en esta vida nada es eterno, nuestros sufrimientos tendrán un día su límite, el día en que nos convenzamos de que el gobierno está con nuestros enemigos. (6)<br />
<br />
<br />
<br />
<b>Notas a pie de página:</b><br />
<br />
(1) Esta copia fue reproducida del folletín del mismo título que existe en la Biblioteca Nacional.<br />
<br />
(2) El lector sabe muy bien que Rizal quiere decir lo contrario. W. E. Retana, en sus notas a El Filibusterismo, hace la siguiente observación: "En vano el Gobierno de la Metrópoli tenía dispuesto, reiteradamente, que a los filipinos se les enseñase el castellano; aquí (en España) la aspiración oficial consistía en hacer que nuestro idioma fuese el general en Filipinas: los frailes se opusieron siempre, y hasta existen informes en toda regla en los cuales los frailes sustentan el criterio de que la propagación del idioma castellano en el Archipiélago era eminentemente funesta . . . Todo filipino que supiese castellano, era sólo por esto, mirado de reojo por los frailes," (El Filibusterismo anotado por W. E. Retana, 3.a edición, Imprenta de Henrich y Cía, Barcelona, 1908.)<br />
<br />
(3) Esto, desde luego, debe entenderse al revés. Oigamos a Retana: "Contra el Noli Me Tángere y contra el Autor (Rizal) se habían desencadenado los frailes de Filipinas, pero singularmente el agustino Fr. José Rodríguez, . . . excelente sujeto sin más defecto que el de padecer cierta atrofia mental . . . que recogiendo, o creyendo recoger, los conceptos fundamentales del Noli se propuso pulverizarlos en una serie de opuscu-lillos . . . todos los cuales se difundieron profusamente por el país, en castellano y en idioma indígena, con la nota de que él Prelado diocesano concedía indulgencia a los lectores . . . Esto, y la oratoria sagrada con que se despotricaba contra Rizal, agigantó extraordinariamente la fama de Rizal en su país."<br />
<br />
(4) Todo lo que en este párrafo se proclama como que se execra, constituía precisamente la práctica que se observaba entonces.<br />
<br />
(5) El mismo Fr. Rodríguez en “La Visión.”<br />
<br />
(6) Esta es una advertencia que Rizal hace. Si no se daba fin a los abusos, las prisiones, los destierros, etc., entonces sí que habría filibusteros.Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-221476867479988582010-04-13T10:57:00.000+08:002011-01-16T10:30:00.389+08:00Compendio de la historia de Filipinas<span style="font-size: large;">Compendio de la historia de Filipinas<br />
por el Padre Francisco Xavier Baranera (1884)</span><br />
<br />
<b>Establecimiento tipo-litográfica de M. Perez , hijo<br />
University of Michigan</b><br />
<br />
<br />
El Excmo. Sr. Gobernador General de estas Islas con fecha 11 del actual se ha servido decretar lo siguiente:<br />
<br />
— Vista la instancia presentada por Procurador general de la Compañía de Jesús solicitando autorización para imprimir y publicar los compendios titulados, Historia de Filipinas, en preguntas y respuestas para los niños de las escuelas. Historia de Filipinas para los niños más adelantados y Geografía de las Islas Filipinas, Marianas y Carolinas: <br />
— Visto el informe emitido por 1aComisión permanente de Censura;<br />
— Resultando que las tres obras indicadas no se oponen á la sana moral y buenas costumbres: <br />
— Este Gobierno General de conformidad con la Comision permanente de Censura y lo propuesta por la Dirección General de Administracion Civil, viene en autorizar al Procurador general de la Misión de la Compañía de Jesús, para que pueda impri inir y publicar los tres compendi s citados, sujetándose á lo que previene ei artículo 4. del Reglamento de imprenta, previo pago de los derechos de firma correspondientes. <br />
<br />
<br />
Lo que traslado á V. R. para su conocimienlo y satisfacción.<br />
<br />
Dios guarde á V. R. muchos años Manila 24 de Agosto de 1877.<br />
<br />
<br />
M. R. P. Procurador (general de la Compañia de Jesús).<br />
<br />
<br />
<br />
PROLOGO.<br />
<br />
Después de tanto como se ha escrito sobre el Archipiélago filipino, echábase de menos siquiera no fuese más que un resumen de su historia, á fin de iniciar en el conocimiento de ella á la juventud numerosa que frecuenta sus escuelas. En el presente Compendio se hallan consignados, con la concisión exigida por obras de esta índole, los hechos más señalados, y los más notables acontecimientos, que uno tras otro se han sucedido desde la época del descubrimiento de estas islas hasta nuestros dias. Desde el capítulo 1 hasta el ano 1700 hemos seguido cuasi en un todo el plan histórico desarrollado por el R. P, Cuevas de la Compañía de Jesús en la concienzuda é interesante historia de Filipinas, que hasta aquella fecha deja escrita. En lo demás nos hemos atenido á lo que han narrado autores dignos de toda fé. Quiera Dios que este corto trabajo sea útil á la juventud filipina, á quien se lo dedicamos; sujetándolo de antemano, como lo hacemos, al juicio infalible de nuestra Madre la Iglesia Católica. <br />
<br />
<br />
1<br />
<br />
Estado del Archipiélago Filipino antes de su descubrimiento por los españoles.<br />
<br />
Siguiendo la común costumbre de los que han escrito historia de Filipinas, vamos á dar por vía de Introducción una sucinta noticia del estado del Archipiélago, antes que á él llegasen los españoles. La carencia absoluta de monumentos de todo género hace difícil el poder averiguar de un modo satisfactorio, cuáles hayan sido los primeros pobladores de estas islas. Con todo, el atento estudio de las razas diversas que en ellas se encuentran: la comparación de los idiomas en que hablan; la situación topográfica que cada una de ellas ocupa; los usos, costumbres y rasgos característicos que las distinguen entre sí; han arrojado yá sobre esta cuestión cierto grado de luz, que, si no produce una evidencia completa, dá una probabilidad tal á la opinión hoy dia predominante, que apenas se hallará quien pretenda seriamente contradecirla. <br />
Esta opinión casi común es, que los primeros habitantes del país han debido de ser los llamados Negritos por los españoles, y Actas, Etas ó lías por los naturales. Estos pudieron haber venido de Nueva Guinea ó de Australia. Semejante raza, salvaje y bárbara en sumo grado, y por consiguiente débil, vencida más tarde por invasores de complexión más robusta, y dotados de un más alto grado de cultura, hubo de refugiarse en la fragosidad de las montañas; que es donde se la encuentra aún ahora en diversos puntos del Archipiélago, si bien que de cada dia más reducida y próxima á desaparecer por completo. La causa de esto es, además de su ingénita barbarie y vida nómada, el que, considerando como enemigos suyos á todos los demás hombres, consume su existencia en medio del más lamentable aislamiento, viviendo de una manera más propia de fieras, que de seres racionales.<br />
<br />
Remontados los Negritos; los nuevos invasores se enseñorearon de las playas y llanuras fértiles, dónde se fueron estableciendo y formando poblaciones y cierto género de estados, gobernados por jefes ó régulos que llevaban el título de Rajáh, bajo cuyo amparo se defendían contra sus enemigos. De ahí la muchedumbre de provincias, en las que les hallaron distribuidos los españoles á su llegada, las más de las cuales, lo mismo que sus poblaciones, conservan aun al presente nombres, que están en perfecta consonancia con el lenguaje de los nuevos colonos.<br />
<br />
Por lo que toca al origen de estos, cierto conjunto de relaciones y afinidades en el lenguaje, usos y costumbres, y en la fisonomía misma les haría originarios de la raza Malaya, que es la de los indios naturales de las islas, que se hallan situadas entre Ceilan y nuestro Ardiipiélago. Porque Malayo significa aún ahora entre nuestros indios lejano^ distante^ y con la denominación de malayos eran designados los habitantes de las mencionadas islas con respecto á los que pueblan el continente índico. Esto por lo que mira á los Luzones principalmente. En cuanto á los indígenas llamados hoy Visayas^ y Pintados en los escritores antiguos, que son los que habitan en las islas situadas al Sur de la grande isla de Luzon, por diferir en varios puntos de los Luzones, han pretendido algunos asignarles origen distinto, el cual sería el Macasar ó Borney.<br />
<br />
Pero, si bien se coi/sidera, éste en último resultado no es otro que el mismo Malayo. Además de que no son suficientes ciertas diferencias, por notables i que ellas parezcan, para atribuir á una raza una<br />
<br />
procedencia distinta de la otra, por cuanto esto nos conduciría á tener que buscar origen diverso á cada una de la casi infinidad de razas que se encuentran en nuestro Archipiélago, y con especialidad en las grandes islas de Luzon y de Mindanao. El género de vida que cada una observa, la región que ocupa y otras circunstancias, son más que suficientes para imprimirlas un carácter particular que las separe de las demás, si no en un todo, por lo menos en rasgos muy notables; como vemos que sucede en varias naciones de Europa, como son España, Francia, Italia, etc., donde, á pesar de las estrechas relaciones que les unen entre sL, han conservado sus provincias al través de tantos siglos su idioma, sus usos y hábitos peculiares, sin que por esto se les considere originarios de raza distinta. Uhimamente debió de invadir estas fértiles islas, no muchos siglos antes de venir á ellas los cristianos, esa secta funesta de los mahometanos ó moros, que cual plaga mortífera se vá infiltrando y propagando por todas las naciones, donde no ha llegado, ó de donde por desgracia ha desaparecido la civilización católica. Plaga que mata todo cuanto toca con su hálito impuro; que hace refractarios á toda cultura á cuantos están emponzoñados con el veneno de su doctrina pestilencial. Esa raza déspota, cruel y egoísta, al paso que indolente y bárbara, tenía sujetas en la sazón indicada á las razas sencillas de infieles que habitaban la isla de Mindanao y gran parte de las Visayas, cual sujeta y estruja entre sus anillos la culebra á la desgraciada presa que ha caído en su poder. Su horrible cabe2a había alcanzado á asomar hasta May-Níía, cuando llegando á ella el animoso Salcedo logró cortársela de un tajo con el filo de su espada siempre victoriosa, desterrándola para siempre de Luzon, cual la fueron desalojando sus sucesoies de todas las Visayas,^ y cual debería arrojársela de Mindanao, si de veras se quiere la prosperidad y cultura de tan fértil como importante isla.<br />
<br />
Tales son en resumen las naciones diversas, que fueron invadiendo * sucesivamente y poblando el Archipiélago filipino en los tiempos antiguos; población que sin embargo no llegaba á la tercera parte de lo que es al presente, cuando á él aportaron las primeras naves españolas. Ni se debe olvidar tampoco, que este país fué visitado por naves de China y del Japón, como lo comprueban varios objetos de estos reinos que se encontraron entre los indios, como son, sederías, díges y otros artefactos; y que de consiguiente varios de sus mercaderes se debieron de estabk cer aquí, resultando de esa mezcla ciertos rasgos y costumbres, que asemejan á los indios é infieles de algunas provincias con los nacionales de los citados imperios, separándoles algún tanto de su verdadero tipo malayo.<br />
<br />
En cuanto á la religión de los indios, si bien parece que habían tenido alguna idea de un ser supremo, había últimamente degenerado en verdadera idolatría, por la que prestaban cierto culto á uu dios casero llamado Anito entre los Luzones, y Dinata entre los Visayas; no tenían templos, nialtares; y su culto era un conjunto de supersticiones ridiculas y absurdas, que más bien les servían de diversión que de otra cosa.<br />
<br />
Su comercio era de simple cabotaje, no permitiendo más la imperfección y pequenez de las embarcaciones de que se servían; hacían í.lgunos cambios con los chinos y japoneses, á quienes entregaban oro, sibucao y otros productos del país, por las telas, utensilios y otros objetos que de ellos recibían.<br />
<br />
Su civilización era la propia de pueblos bárbaros; imponiéndose á los demás los más poderosos; motivo por el que su estado normal puede decirse que era el de la guerra, con la que se destiozaban unos á otros. Era sin embargo conocida entre ellos la escritura. De tan abyecto y lastimoso estado vino por fin á sacarles la religión Católicn, que los reyes de España trajeron á este Archipiélago, enviándole á su costa gran número de misioneros apostólicos, que insiruyesen y civilizasen á sus naturales.<br />
<br />
<br />
<br />
^<br />
<br />
<br />
<br />
LIBRO PRIMERO<br />
<br />
<br />
<br />
EPOCA DE LA CONQülSTA<br />
<br />
(DESDE 1519 A ISsls)<br />
<br />
<br />
Expedición de Magallanes y descubrimiento del Archipiélago Filipino.<br />
<br />
(15 19 á 1542,)<br />
<br />
Ueinando en España el invicto Emperador Carlos V.; con el deseo grande de ensanchar el reino de Dios, que distinguió siempre á nuestros católicos monarcas, fué para empresa tan gloriosa enviado á estos mares de Oriente, no surcados aún hasta entonces, D, Hernando de Magall;mes; quien zarpando el 20 de Setiembre de 1519 de l.i barra de Sanlúcar^ y pasando por el estrecho, al que dio su nombre, llegó al rio de Butúan en la isla de Mindanao, dia 31 de Marzo df 1 año d521 . Recibido cortésmente por e\ régulo de aquella comarca, determinó Magallanes desembarcar allí. Y como fuese aquel dia Pascua de Resurrección, hizo levantar una enramada, donde<br />
<br />
<br />
<br />
— 2 —<br />
<br />
se celebró por la vez primera en Filipinas el Santo Sacrificio de la Misa, dejando luego allí enarbolado el civilizador estandarte de la cruz.<br />
<br />
El dia 7 de Abril del mismo año llegó á Cebú, cuyo rey Hamabar celebró con Magallanes alianza solemne. Atraidos aquellos naturales por la mageslad de nuestro culto, y por la generosidad del general español, pidieron el bautismo el Rey la Reina, €l Principe y demás del pueblo en número de 800 iilmas, prestando luego juramento de obediencia y vasallaje al Emperador. Habiendo salido Magallanes con 60 de los suvos al castigo de los enemigos de Cebú, que cvi\u los insulares de Máctan, cayó muerto á los tiros de aquellos bárbaros, dia 26 de Abril del mismo ano de 4521. Muerto el ilustre caudillo, rebelóse con períidia propia de bárbaros el Rey de Cebú conlra los pocos españoles que allí quedaban; teniendo que retirarse la escuadra, ^'e la cual, después de varios desastres sólo llegó* ;t España la nave Victoria al mando de D, Juan Sebastian de Elcano, dia 6 de Setiembre de 4522, con la gloria envidiable de ser la primera que ha dado la vuelta al rededor del mundo.<br />
<br />
<br />
<br />
Expediciones de Villalobos y de Legaspi. (1542 (i 1571.)<br />
<br />
En (íuniplimiento de una orden expresa de Carlos V. salió, año de 1542, una nueva armada del puerto de Juan Gallego en la Nueva España, al jnando *del Capitán Ruy López de Villalobos. Esta<br />
<br />
<br />
<br />
-3 —<br />
<br />
contrariada por los vientos y corrientes, llegó á la vista del Archipiélago, sin serle posible aportar en ninguna de sus islas. Mermados por el hambre y las enfeimedades, dirigiéronse los restos de ella á 1a^ Molucas, sin más gloria que la de haber dado su capitán el nombre de Filipinas, en honor de Felipe, príncipe de Asturias, á las numerosas islas que forman este Archipiélago.<br />
<br />
Siguiendo los católicos deseos de su padre, Felipe H, mandó se aprestase una nueva expedición para la conquista y civilización de estas islas. Esta zarpó del puerto Natividad en la Nueva España, el 20 de Noviembre de 1564, siendo su capitán Miguel López de Legaspi, Iba en su compañía el sabio y religioso Agustino padre Urdaneta con otros dos compañeros de la misma orden. Esta expedición, después de tocar en las islas de los Ladrones, hoy Marianas, fué á surgir en las islas de Camignin "^ BohoL Llegaron por este tiempo los. españoles hasta Dajntan en el Norte de Mi ndanao, "donde fueron bien acogidos por los naturales.<br />
<br />
El dia 27 de Abril de 1565 presentóse Legaspi en el puerto de Cebú. Mal acogido por aquellos isleños, á pesar de las buencs ofertas que les hacía, hubo de hacer USO' de la fuerza, dirigiendo contra ellos sus armas, y teniendo estos que huir á los montes vecinos. En esta jornada fué cuando un marino de la armada, acompañado de un artillero de la misma, encontraron en una casa principal la imagen del Niño Jesús hoy tan célebre con el nombre de Santo Niño de Cebú. Posesionado Legaspi de aquella población, levantó un fuerte y señaló lugar donde edificasen los españoles, que se intituló San Miguel; mandando erigir uiía Iglesia, para honrar en ella al Santo. Niño,<br />
<br />
<br />
<br />
_ 4 —<br />
<br />
en el mismo solar, donde había sido hallada aquella imagen milagrosa. Perdido ya el miedo á los españoles, bajáronse de los montes los indios, y reconociéndose su Rey, llamado Tupaas las negociaciones en Madrid, salió el P. Sánchez para Roma, donde llegó á fines de 1588. Dispensáronle allí igual acogida á la que había tenido en Madrid, Sixto V, y los Papas que le sucedieron hasta Clemente VIH. Fueron reconocidos los derechos que tenían los reyes de España no solo á Filipinas, sino también á las Indias Occidentales, comprendidas bajo el nombre de América. Obtuvo además el P. Sánchez muchedumbre de privilegios y gracias espirituales en pro de las Iglesias del Archipiélago. Llamado á España por sus superiores, falleció en Alcalá de Henares á 27 de Mayo de 1593.<br />
<br />
<br />
<br />
Da el ultimo asiento Dasmariñas a lab coías del Archipiélago<br />
<br />
(Í590 á i 5 93). Gobierno de Oomez Dasmariñas.<br />
<br />
Para la cumplida ejecución de las resoluciones alcanzadas de Su Majestad se necesitaba un Go<br />
<br />
<br />
<br />
— 15 —<br />
<br />
bernador que juntase en uno, carácter enérgica y activo, y extremada prudencia y madurez, por haber de quitarse la Real Audiencia, que era el único freno para la autoridad superior. Estas cualidades las reunía D. Gómez Dasmariñas, quien lleg6 á Manila en Mayo de 4590. Lo primero que hizo fué aprestar las naves que halló en el astillero de Cavite. Relevó á los vecinos del servicio de guardias y rondas. Cumpliendo la voluntad soberana deshizo la Real Audiencia, recogiendo el Real sello.<br />
<br />
Dedicóse á cercar dé murallas á Maniln, edifica la fuerza de Santiago^ la Catedral y el colegio deSanta Potenciana. Entabló igualmente los propios de la ciudad. Puso en orden los hospitales. Era tanta su vigilancia, que él por sí mismo, inspeccionaba las obras públicas, premiando á los que cumplían con su deber. Mayor atención ponia aú» en lo tocante al orden moral y religioso, yendo delante con su ejemplo: pacificó también las provincias de Zambales y Camarines,<br />
<br />
La naciones del Oriente, como ^ son el Japón» Camboja y Siam, enviaron embajailas á la Capital del Archipiélago. Salió en persona el Gobernador con una gruesa armada á socorrer al rey de Siam, que le habia pedido su auxiho. Más al salir de bahía la asaltó una fuerte brisa, que dispersó las naves. La galera que montaba Dasmariñas llegó á fuerza de remos el 2o de Octubre de .1593 á la punta llamada Azufre^ donde los sangleyes bogadores en número de 250 se rebelaron contra lo» españoles, de los cuales solos 18 de los 80 que llevaban no fueron asesinados. Dasmariñas, despertando al ruido de la catástrofe, al acudir á poner orden, le fué partida la cabeza por los fieros sangleyes, muriendo bañado de su sangre, y abrazada<br />
<br />
<br />
<br />
— 16 —<br />
<br />
€on una imagen de la Virgen, que consigo llevaba. Cerrada la escotilla navegaron los chinos hacia llocos; echaron alli en tierra á dos españoles Juan de Cuellar y al P. Montilla, religioso Franciscano, con algunos indios, que se hablan estado quedos debajo de cubierta. Ellos, arribando á las costas de Conchinchina, fueron despojados por el xey y sus mandarines de cuanto hablan robado.<br />
<br />
<br />
<br />
1<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
LIBRO SEGUNDO<br />
<br />
<br />
<br />
ÉPOCA DEL ENGEANDECIMJENTO. (1593 HASTA 1694.)<br />
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<br />
SeGIKF.A COKQIISTA DE CaGAYAN Y PRIMERA BATALLA NAVAL<br />
<br />
CONTRA EL HOLANDÉS.<br />
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(i593 á i602). Gobiernos de D. Pedro de Rojas, de Don Luis Pérez Da amarinas, de B, Antonio Morga y de Don<br />
<br />
Francisco 2'ello,<br />
<br />
Sabida en Manila la muerte trágica de Gómez Dasmariñas, asumió el mando D. Pedro de Rojas, el que solo conservó durante 39 dias, entregándoselo á Luis P. Dasmariñas, que era el designado por su padre. A las grandes cualidades de éste unía además una blandura y apacibilidad tal de carácter, que le bacía bien quisto con todos, concillando los ánimos y rindiendo los corazones.<br />
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— 18 —<br />
<br />
Los naturales de Nueva Segovia, en Cagayan» mal reducidos y sin ninguna predicación, andaban en continuas guerras contra los españoles. Pidió Dasmariñas, para catequizarles, religiosos de Santo Domingo, haciendo él mismo jornada para pacificar aquella provincia, atravesando por los montes de los Igorrotes. Erigió en Manila, á instancias de un clérigo venido de Méjico, que se llamaba Juan F. de León, la caritativa Hermandad de la Misericordia, la cual, además de otras obras pías, ampara y educa un gran número de doncellas pobres. Fomentó mucho la conversión de los indios á la religión católica.<br />
<br />
Llegó á Cavite á 11 de Junio de 1795 el Doctor D. Antonio Morga proveído por S. M. con el cargo de Asesor del Gobierno y de Teniente de Gobernador. Pero fué tal la abnegación de Dasmariñas, que, reconociendo por auténticos los despachos de Morga, hizo en él resignación de su mando. Salió por este tiempo una armada destinada á dar auxilio al rey de Camboja, la cual, después de muchos contratiempos, logró su objeto, restituyéndole ai trono, del que le habia desposeído un usurpador.<br />
<br />
D. Esteban Rodríguez de Figueroa, que habia pasado á Filipinas con Legospi, tenía solicitada de S. M. la conquista de Mindanao por su cuenta. Logrados sus deseos, salió de Otón en Abril de 1596 con una numerosa escuadra, que subió por el rio grande de dicha isla. Saltados en tierra, mientras cuerpo á cuerpo pelea Figueroa con los moros, recibe una herida mortal, con cuya desgracia y la de otros capitanes hubo de retirarse por entonces la armada.<br />
<br />
Mientras tanto habia llegado á Manila, en Julio de 1596, D. Francisco Tello de Guzman, nombrado sucesor de Dasmariñas. Sabida por él la desgracia<br />
<br />
<br />
<br />
— 19 —<br />
<br />
de Figueroa, tomó la expedición á cargo de S. Uf. el cabo de ella que era D. Juan Ronquillo, quien destruyó una poderosa armada de moros, que venía del Moluco en socorro de los de Mindanao, teniendo que salvarse á nado Buhisan padre del Sultán Corralat, á quien los ternateses habian confiado el mando de su gente. Abatidos los moros de Mindanao con este golpe, se resolvieron al rendimiento, y aceptaron la dominación y amistad de los españoles.<br />
<br />
Abandonó en mal hora Ronquillo su comenzada conquista, con lo cual se envalentonaron los moros para cometer nuevas tropelías en las Visayas. Fué enviado á perseguirles el capitán J. Juárez de Gallinato, año de 1602, quien fué á ponerle sobre el cerro de Joló; pero malogróse la empresa por no haber habido constancia suficiente para llevarla á cabo. En Mayo de 1597 súpose en Manila la captura en las costas del Japón del galeón San Felipe, que venía ricamente cargado de Nueva España, y con esta nueva, la de haber sido allí martirizados cinco religiosos misioneros franciscanos, y tres de la Compañía de Jesús con varios seglares. Arrojaron también los temporales á las islas Marianas las naos San Gerónimo y Santa Margarita j que, cayendo en poder de aquellos bárbaros, fueron robados y asesinados ó tomados por esclavos los que en ellas venían.<br />
<br />
Estos y otros reveses durante el gobierno de Tello fueron al fin coronados con la gloriosa victoria reportada del holandés, en la bahía misma de Manila, donde fué completamente destrozado y apresada su nave almirante. En su tiempo la Sede de Manila fué elevada á Metropolitana por Breve de Clemente VIH, (1595), ocupando su solio como primer Arzobispo D. Fr. Ignacio Santibañez, eri<br />
<br />
<br />
<br />
— 20 —<br />
<br />
giéronse para sufragáneos los Obispados de Cebú» de Nueva Cáceres y de Nueva Segovia. La Audiencia, suprimida en tiempo de Dasmariñas, se restituyó» dia 8 de Mayo de 1598. Se erigió asimismo el colegio de San José, para la educación de los hijos de los vecinos, bajo la dirección de los Padres de la Compañía de Jesús, á 25 de Agosto de 1601, siendo el primero de Filipinas. Reinando Felipe IV obtuvo de la Santidad de Gregorio XV, la facultad de conceder grados solemnes en Filosofía y Teología, celebrando Manila con públicos regocijos, año 1623, la alta honra de tener una Universidad. Hubo durante este Gobierno dos fuertes temblores de tierra; uno á fines de Junio de 1599, y el otro el dia último de 1600, tan largo, que duró cerca de medio cuarto de hora, causando daños gravísimos en los edificios.<br />
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<br />
<br />
Primer alzamiento de los sangleyes, y conquista de las<br />
<br />
MOLUCAS.<br />
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{i602 á i€09). Gchiernos de D. Pedro Bravo deAcvña^ de la Real Audiencia y de D. Rodrigo de Vivero,<br />
<br />
Por el mes de Mayo llegaba á Cavite D, Pedro Bravo de Acuña promovido al mando superior del Archipiélago. Entabló con Daifusama, emperador del Japón mutuo comercio, despachando para esto los vecinos de Manila el navio Santiago, Mientras los Mindanaos ó Moros, siempre pérfidos, á pesar de los tratados de paz y amistad hechos con los españoles, no dejaban pasar ocasión para asolar<br />
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<br />
¦s.<br />
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<br />
<br />
— alias cristiandades al Sur de Manila, veía ésta convertida en cenizas enla tercera parte de sus edificios por efecto del voraz incendio ocurrido á 1.* de Mayo de 1603. Presagio eran estas llamas de otro incendio mayor, que amenazaba abrasar á toda la república ' con el fuego de la rebelión de los sangleyes ó chinos avecindados en los arrabales de la Capital en número de más de treinta mil, mientras que los españoles no pasaban de 800.<br />
<br />
Dio ocasión á tragedia tan sangrienta la venida de tres mandarines, y la noticia que corrió entre €llos, de que se oslaba disponiendo en China una armada de cien mil hombres para venir sobre las islas. Noticioso de estos rumores siniestros el Gobernador, comenzó por solicitar las voluntades de los japoneses, que vivían cerca de Manila, para que se uniesen con los españoles é indígenas. Víspera de San Francisco de Asis se declararon por alzados, principiando por poner fuego á las casas de los arrabales y matar á la gente, que encontraban por las calles. Acometieron de noche los barrios é iglesias de Binondo y de Tondo, en las que se habían refugiado las mugeres y niños, pero fueron rechazados. Trataron el dia siguiente de asaltar la ciudad murada; pero hubieron de desistir á causa de los estragos, que sobre sus masas causaba la Artillería de nuestros baluartes, donde habían acudido todos los vecinos y los mismos clérigos y religiosos. Distinguióse entre los combatientes D* María de Albarado, que se presentó en el muro armada de alabarda, demostrando que no se había extinguido la raza de aquellas heroínas españolas, que se vieron pelear en el nuevo mundo al lado de sus esposos.<br />
<br />
Viendo frustrados sus planes los sangleyes, se hicieron fuertes en la Iglesia de Dilao. Salió á com<br />
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3<br />
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— 22 —<br />
<br />
l)atirles erviejo capitán J. Juárez de Gallinato, biei* conocido por sus antiguas proezas militares. Pera huho de retirarse Oj rimido por la fuerza de más de ^torce mil chinos, que cargaron sobre sus escasas tropas. Mal seguros á pesar de todo esto, determinaron los sangleyes retirarse tierra adentro; pero, perseguidos sin tregua por los españoles, japoneses é indios, que iban cobrando de cada vez mayores bríos,, los acorralaron hacia los montes, donde fueron pasados al filo de las espadas. Con esto cesó, el dia 20 da Octubie, la resistencia de los sangleyes en todas partes.<br />
<br />
Sosegado el movimiento intestino, dispúsose Acuña á salir contra los holandeses, que en las Molucas, unidos con los moros, no cesaban de oprimir aquellas cristiandades. Embarcóse á fines de i605. Reunido el grueso de la armada en Otón,, hízose á la vela el 15 de Enero dé 1606, yendo á juntarse con el resto de ella en Tidor, que al instante quedó por el Rey de España, lo mismo que la factoría, que allí tenían los^ holandeses. El dia último de Mayo dio fondo la armada castellana junta á la fortaleza de Ternate. Sallar en tierra los nuestros, arremeter contra los moros que deff ndían un fuerte, arrollarles, entrar tras ellos dentro de las murallas de Ternate, enarbolando en ellas la bandera 'española, fijé obra de un momento. El rey tuvo que encomendar su salvación á la fuga.<br />
<br />
Recuparada Ternate, envió Acuña una expedición de mil hombres á la Ratachina, donde se había refijgiado el rey Sedan Areph ó Zaide. Este, presentándose al Gobernador, juró vasallaje al monarca de España. Dejado por Gobernador de Ternate Don Juan ¿squivel, dio la vuelta para Manila, Rravo de Acuf.a, donde entró victorioso el 9 de Junio. Después<br />
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í»<br />
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— 23 —<br />
<br />
de tanta gloria en la tierra, salió de ella para ir á gozar de la deí cielo, el dia de San Juan Bautista.<br />
<br />
Entró á gobernar en su lugai' la Real Audiencia en lo político. Particulares diferencias entre un español y un japonés, de los que vivían en Dilao, dio origen á un levantamiento de éstos, que hubiera sido funesto á no haberse interpuesto entre los dos bandos el P. Pedro de Montes, Rector del colegio de S.José, porparte délos españoles, y elP. J.Bautista, Franciscano, ministro de Dilao, por parte de los japoneses. Esto no impidió que al año siguiente volviesen á alzarse; pero vencidos por el sargento mayor Azcueta, fué desecho su parián, y obligóseÍes á vivir desparramados entre las demás naciones que poblaban las islas.<br />
<br />
Los holandeses al mando de Blan-Kerden infestaban el Archipiélago de las Molucas. Envió Esquivel una galera para apresarle; embistiéronse con ardor, quedando cautiva con su capitán la nave holandesa, A 15 de Julio de 1608 llegó á Manila D. Rodrigo de Vivero, quien en menos de un ano que duró su gobierno, dio muy buenas ordenanzas para la administración de estas islas.<br />
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Combate maval de MAurvELES» y jornam de D. 1. de Silva á<br />
<br />
LA India.<br />
<br />
(1609 á 1618), Gobiernos de D, Juan de Silva y de la<br />
<br />
Real Audiencia<br />
<br />
El 15 de Abril de 1609, tomaba posesión del Gobierno de Manila D. Juan de Silva. Presentóse á poco tiempo delante de Otón el almirante holandés<br />
<br />
<br />
<br />
— 24 —<br />
<br />
Witter con una escuadra de cinco naves con el designio de hacerse dueño de Iloilo y Gavite. D. Fernando de Ayala, que se hallaba 'en Panay con tres compañías de españoles, hízole tan buena recepción al desembarcar, que tuvo por más conveniente el holandés dirigirse hacia Gavite. Acercóse á esta playa á tiro de cañón. En ella había sólo un navio inútil de puro viejo, y cuatro tan pequeñas embarcaciones, que apenas sufrían artillería. Dueño Witter de la entrada de la bahía, apresaba cuantos bajeles venían del Japón, Ghina, Macao y la India.<br />
<br />
En tanto creaba Silva una armada de seis naves gruesas y otras menores y con las campanas de las Iglesias fundíanse cañones de gran calibre. Aprestada ya una armada respetable, á la que se juntó el galeón San Juan Bautista, que había logrado burlar la vigilancia del enemigo, embarcóse en ella D. Juan de Silva con el maestre de campo Juárez de Gallinato y otros capitanes. Saliendo del puerto de Gavite divisó el 24 de Mayo á la capitana holandesa. Llevaban los españoles en el Estandarte Real la imagen de María con este lema: Monstra te esse Matrem. Llegando á encontrarse, acometieron sobre cubierta los españoles, mientras que el holandés peleaba debajo sus jaretas y entrecubiertas. Ansiosos los nuestros por ir al abordaje, echaron el ferro y, entrando la capitana y demás naves enemigas, pelearon con tanto denuedo con los que con iguales bríos resistían, que al fin se hicieron dueños de ellas, muerto su almirante. Llegó á la mañana siguiente la nueva de la victoria á Manila, donde se celebró con extraordinario regocijo, dando por ella gracias al Todopoderoso.<br />
<br />
No contento Silva con mantenerse á la defensiva, determinó, salir, á principios de 4611, con una<br />
<br />
<br />
<br />
— 2S —<br />
<br />
buena escuadra para limpiar de piratas los mares de la Oceania. Redujo con efecto á la obediencia del rey de España las islas de Gilolo y Sabugo, que estaban por el holandés. Habiendo regresada á Manila y teniendo noticia de la gran pujanza que iban adquiriendo los holandeses, por los continuos socorros que de Europa recibían, nuestro gobernador con una actividad asombrosa, recabando auxilios de cuantas partes podía esperarlos, reunió en Cavite la mas poderosa escuadra, que jamás aquí se haya visto. Constaba de 10 galeones, 4 galeras, 1 patache y otras embarcaciones menores, con 5000 hombres y 300 piezas de artillería, de las cuales montaba la capitana 46 del calibre de 18 á 30, todas de bronce. Eran las municiones de boca y guerra 4800 arrobas de pólvora, 8000 de bizcocho y 13000 fanegas de arroz limpio.<br />
<br />
Con una escuadra tan formidable^ hízose á la vela el Gobernador el 4 de Febrero, con el fin de perseguir á los corsarios holandeses, y desalojarlos de todos los puertos de la India. Llegó hasta Malaca, donde le recibieron los portugueses con los mismos honores, con que eran allí recibidos los vireyes; por cuanto le consideraban como á su libertador. Más, ¡oh designios inescrutables de la Providencia divina! al corto tiempo de su llegada adoleció de tabardillo, que acabó en once dias con la existencia de. ese varón verdaderamente magnánimo y esforzado. Su muerte fué á 19 de Abril de 1616, Desalentados los capitanes, viendo que les faltaba el que era el alma de tan vasta empresa, dieron la vuelta para Manila, fondeando entera la escuadra en Cavite cuatro meses después que había salido. Por muerte de D. Juan de Silva, tomó el mando de estas Islas la Real Audiencia, te<br />
<br />
<br />
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— 26 —<br />
<br />
niendo que desnudar la toga para ceñir la espada el Licenciado D. Andrés de Alcaráz, y los Oidores, que gobernaban, para hacer frente á una escuadra de holandeses, que vino á surgir junto al Corregidor. Pero, vista la actitud decisiva del Gobierno de Manila, tendió velas á los quince dias de estar en Mariveles, dejando en paz y sosiego á la capital.<br />
<br />
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<br />
dii^if iüL® ^:<br />
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<br />
<br />
Defensa de Ilo-ilo. Batalla naval de Playa-honda. Socorro DE Macao. Levantamiento rE Bohol y de Leytb.<br />
<br />
• (1616 á 1624.) Gobiernos de la Real Audiencia de B, Gerónimo de Silva y de D. Alonso Fajardt de Tema,<br />
<br />
La escuadra holandesa, que había desaparecido de las bocas del Corregidor, volvió pronto del Moluco rehecha de gente y de bajeles, haciendo rumbo hacia Ilo-ilo, el 28 de Setiembre de 1616. Defendió este pueblo el bravo capitán Diego de Quiñones, por medio de una trinchera, que con su poca gente pudo abrir, la cual fué sepultura de 87 cadáveres «enemigos; quienes, viendo tan obstinada resistencia, se recogieron á las naves, dirigiéndose á Manila. Fueron también deshechas á la sazón por el valiente capitán Lázaro de Torres un gran número de caracoas moras, que al abrigo del holandés, recorrían Jas costas de Panay, Negros y Cebú.<br />
<br />
Cada dia mas osado el pirata protestante, á pesar ^e sus múltiples descalabros, presentóse el 30 de Octubre en la bocana de Corregidor con una escuadra la más poderosa que hasta entonces habia<br />
<br />
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-27, f:<br />
<br />
parecido; pues constaba de 10 galeones al mando ÍLel experimeata lo general Rodrwik. Manila sola podia presentarle 7 galeones, 2 galeras y un patache, restos de la escuadra de D. J. de Silva» que maltratados con la larga navegación, hubieron de ser aderezadas á tod i prisa. Daspues de estar á la vista una de otra armada, levó anclas por fin la enemiga siguiendo su derrota hacia el Norte. Sin tardanza salió en su seguimiento la española, zarpando de Gavite á 7 de Abril de 1617, bajo el mando de Don Juan Ronquillo del Castillo. Descubierto d holandés en Playa honda, costa de Zambal^s, á 13 del mismo mes, nuestra capitana, que se habia adelantado á las demás naves, se halló sola en un principio frente las del enemigo. En esta situación llegáronse contra ella seis de las enemigas, pasando una iras otra por su costado de babor, disparáronla una andanada con la artillería.<br />
<br />
Respondió el Salvador, que así se llamaba nuestra capitana, con primorosas maniobras, devolviendo á cada galeón holandés su descarga tan certera, que les metía en los costados todas las balas. Que•daron tan escarmentados los enemigos con este encuentro, que no se atrevieron á revolver sobre nuestra capitana, antes procuraron tomar viento para alejarse de nuestra escuadra. Pero ésta les fué siguiendo. Encontráronse juntas el dia 15, y rompiendo -el fuego pelearon con tal denuedo nuestros marinos, ^ue la capitana Sol de Holanda fué echada á pique la primera; siguióse el incendio de otras dos, cuyos náufragos fueron humanamente recibidos por nuestros soldados. Las restantes, harto maltratadas, á favor de las tinieblas de la noche hiciéronse mar á fuera, para evitar una completa derrota.<br />
<br />
La armada española victoriosa entró en Gavii&<br />
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<br />
tí 8 de Mayo, sin más pérdida que el S. Marcos, seguida de muchas naves de diferentes naciones, parte de las apresadas antes por el enemigo, y parte de las que detenidas esperaban ver el mar libre de correrías.<br />
<br />
Desgraciado fué el Gobierno interino de D. Gerónimo de Silva, el cual vuelto á esta sazón del Moluco y habiendo tomado el mando de las armas, empeñó en una empresa arriesgada los restos de la armada, que tan victoriosamente habia combatido, concluyendo con ellos un temporal furioso: año de 1647,<br />
<br />
El dia 3 de Julio de 1618 tomaba posesión del mando de Filipinas D. Alonso Fajardo de Tenza, nombrado por S. M. Menos belicoso que sus antecesores, contentóse con asegurar las plazas fuertes, procurando con astucia sustraer á la rapacidad holandesa las naos, que cargadas de plata venían da Nueva España. Y así iba recobrándose el Archipié-* lago de sus pasados desastres, poniéndose en estado de poder socorrer á Macao acometido con mucha fuerza por el holandés. Mientras por los montes de Igorrotes extendían su dominio las armas españolas en Bohol y Leyte se enrpleaban en domar la rebelión de aquellos naturales, que, miserablemente alucinados, querían sacudir el yugo de la nueva ley y de la dominación de España. Consumido de melancolía á causa de una desgracia doméstica, después de haber gozado dias felices, moría edificantemente arrepentido D. Alonso Fajardo á 11 de Julia de 1624.<br />
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— 29 —<br />
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iai^^füLi<br />
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Encuentro de las armadas española y holandesa en Playahonda. Conquista en la isla Formosa. Jornadas de Joló.<br />
<br />
(1624 á 1632), Gobiernos de ¡a Real Audiencia, de Don Fernando de Silva y de Juan Niño de Tavora,<br />
<br />
Apenas había tomado el mando político la Audien'cia y el militar D. Gerónimo de Silva, cuando volvie^ ron á dejarse ver de nuevo siete naos holandesas. Salió contra ellas la armada española, compuesta de 5 galeones, 2 galeras y un patache, mandada por Gerónimo de Silva. Hacia Playa-honda dieron vista á las naves neerlandesas, que no se atrevieron á aceptar el combate. En vista de lo cual regresá^ á Manila nuestra escuadra, por cuya retirada, mientras que todos sus soldados ardían en deseos áe pelear, fué encerrado en la Fuerza el general, hasta la llegada de D. Fernando de Silva siendo multado en su residencia en 3742 pesos. Tomó D. Fer* nando posesión del mando interino de las islas e»^ Junio de 1625 con gran aceptación de los manileños, que conocían ya bien su prudencia y acierto.<br />
<br />
Habían los holandeses hecho asiento en la isla Formosa en 4624, apoderándose del puerto de Taiguan. El dia 8 de Febrero de 4626 una tuerte armada^ al mando del sargento mayor D. Antonio Carreña de Valdés salía de Cavite, descubriendo á 7 de Mayo las playas de la Formosa. Tres dias después echada el ancla en el puerto de la^ Santísima Trini<br />
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<br />
dad, ocupando también el puerto de Tanchuy, catorce leguas del anterior. Al abrigo de las arnaas católicas comenzaron los religiosos de Sto. Domingo á predicar el Evangelio á aquellas gentes, viéndose luego producir en aquella breña inculta, frutos copiosos en tanto grado, que se fundó allí la Hermandad de la Misericordia, y se enviaron de Manila oficiales, que ejerciesen y enseñasen las artes mecánicas á aquellos nuevos cristianos. Para consolidar los establecimientos españoles, se hacía necesaria desalojar al holandés, nuestro constante enemigo, del puerto de Taiguan.<br />
<br />
Don Juan Niño de Tavora, nobilísimo capitán español en las guerras de Flándes, que, nombrado Gobernador por S, M. entraba en Manila á 29 de Junio de 1626, tomó á pechos el llevar á cabo empresa tan importante. En el espacio de diez meses logró tener prestas en el puerto de Cavite S naos de alto bordo, dos galeones para capitana y almiranta en la carrera de Nueva-España, dos galeras y dos naves más pequeñas para los socorros de Ternate. El 17 de Agosto de 1627 salía una buena escuadra mandada por el mismo Gobernador. Pero, tiempos contrarios, contra los que forcejó por espacio de dos meses, la obligaron á volver á Manila, logrando solamente la pequeña nave Rosario llegar á la Formosa. Con este socorro pudo su Gobernador D. Juan de Alcaráz rechazar una acometida que intentaron los holandeses contra Tanchuy, en la que batidos éstos hubieron de retirarse con muerte de su general y de muchos soldados.<br />
<br />
Los horrores causados por los moros en las cristiandades de Visayas no podian menos de conmover el corazón bondadoso de Tavora. Asi que<br />
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I<br />
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mandó salir al Alcalde de Cebú D. Cristóbal de Lugo con una armada, la cual se presentó el 22 de Abril de 1628 en el puerto de Joló, eterna guarida de aquellos sectarios. Desembarcar los nuestros, arremeter contra los jólo anos, no parando hasta penetrar en el alci'izar real, fué obra de un momento. Entregado éste, y toda la población, desamparada por sus habitantes, al saco y á las llamas, retiráronse los españoles, después de haberse apoderado del Real Estandarte, de todas las armas, de 60 joangas y de más de 100 embarcaciones grandes y pequeñas. Oe allí hicieron rumbo á Basilan, conocida entonces con el nombre de Taguina, donde ejecutaron otro tanto, con el fin de castigar á su reyezuelo Sapay^ por haber salido á corso con los joloanos.<br />
<br />
No escarmentados los moros con tamaños casr tigos, continuaron muy pronto sus correrías devastadoras, viéndose precisado Tavora á enviar contra Joló otra armada, " cuyo mando se confió al maestre de campo don Lorenzo Olaso. Esta vez mostróse la fortuna favor.^ble á los sectarios, quienes, bien fortificados, resistieron el combate de los españoles. Contentándose éstos con talar las sementeras y apresar las embarcaciones, que encontraron en la playa, retiráronse después de 15 dias de bloqueo. No quedó satisfecho Tavora con la retirada poco airosa de Olaso. Así que volvió á mandar otra tercera escuadra, encomendando el buen suceso al sargento mayor Pedro Taufiño, que gobernaba el presidio de Dapítan. Esta, más afortunada, sorprendió la armada enemiga compuesta de más de 40 embarcaciones, parte de las cuales fueron presa de las llamas, y parte conservadas, dándose con esto por concluida la<br />
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<br />
— 32 —<br />
<br />
facción. También fueron sometidos los caragas, en la costa Oriental de Mindanao, quienes, incitados por el sultán Corralat, se habían sublevado . contra los españoles. Recibió por este tiempo Tavora embajadores de todas las potencias, vecinas, en especial del Japón, á las que con su extremada prudencia satisfizo del modo más completo.<br />
<br />
Estos y otros graves negocios no embargaban tanto la atención del Gobernador, que no aplicase sus cuidados á la fortificación de las plazas de guerra. Labró el puente de piedra, que une á Manila con los arrabales. En su tiempo se levantó el magnífico templo de la Compañía de Jesús. Tavora trajo de Acapulco la sagrada imagen de Nuestra Señora de la Paz, que se venera en Jos montes de Antipolo. Lleno de dias y de merecimientos por lo mucho bueno que hizo, murió por fin con cristiana resignación el dia 22 de Julio 1632,<br />
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ta^ífil.®<br />
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) o<br />
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Fundación de la plaza de Zamboanga. Estado de los presidios DE Terna TE. Encuentros entre la potestad eclesiástica Y civil.<br />
<br />
(163 2 á 1637) Oobiemos de la Real Audiencia^ de Don Juan Cerezo y de D. Sebastian Hurtado de Cor cuera.<br />
<br />
La Real Audiencia tomó el Gobierno político, vacante por la muerte de Tavora, y el de las armas D. Lorenzo Olaso. Un año después vino D. Juan Cerezo nombrado Gobernador interino ^<br />
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<br />
quien, para atajar la osadía cada dia creciente de los moros, hizo levantar en tierra de ellos la plaza de Zamboanga, idea concebida ya por Tavora. Púsose su primera piedra el 23 de Junio de 1635, dirigiendo la obra el P. Melchor de Vera ingeniero insigne, que había trazado los planos, e\ cual abasteció asimismo la plaza de muy buenas aguas, por medio de una acequia tomada del rio Tumaga; beneficio; que aun hoy dia le agradecen los Zamboangueños.<br />
<br />
Deplorable era el estado de los presidios de Ternate, á causa de la gran distancia que los separaba de Manila, de donde les iban los socorros. Presas los soldados de tedio, y lo que peores, de vicios abominables, habían más de una vez intentado sublevarse contra su jefe D. Pedro de Heredia, que les iba conteniendo con castigos ejemplares. Estado semejante movió al Gobernador Gerezo á enviar dos galeones de socorro, los cuales, después de una encarnizada lucha, que duró por espacio de ocho dias, contra un galeón holandés, lograron introducir dicho socorro, destrozando el buque enemigo con gran pérdida de su gente.<br />
<br />
A 25 de Junio de 1635 aportaba á Manila don Sebastian Hurtado de Gorcuera, recibiendo de manos del Señor ' Gerezo el bastón del mando. Muy á los principios de su Gobierno tuvo la desgracia de malquistarse con algunas de las órdenes religiosas de Filipinas, manifestando cierta austeridad y rigidez, que para algunos frisoba con la injusticia. El dia mismo, en que tomaba posesión del mando, entraba el limo. D. Fr. Hernando Guerrero en el gobierno del Arzobispado de Manila, no sin haber precedido antes dificultades de tal calidad, que hacían ya augurar si<br />
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— 34 —<br />
<br />
niestramente de la buena armonía que debería haber reinado entre ambas potestades. Con efecto, competencias las más ruidosas y encuentros desagradables hicieron su admininistracion la más triste que registra la historia de la Iglesia de Filipinas.<br />
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<br />
©a^if iii ^,<br />
<br />
<br />
<br />
Ck)MBATE NAVAL DE PüNTA DE FLECHAS, JORNADAS DEL Ría GRANDE JOLO, BOHAYEN, Y LaGUNA DE MaLANAO.<br />
<br />
(1637 á 1644,) Gobierno de D, Hurtado de Corcuera^<br />
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Sosegadas ya las turbulencias de Manila, volvióse el ánimo de Corcuera hacia las islas meridionales, donde humeaban aún las ruinas de los templos y estaba reciente la sangre vertida por el alfange musulmán. El dia 2 de Febrero de 1637 salía de Manila Corcuera, cuando en la punta de Naso recibió nueva de la victoria, en que la armada de Zamboanga había desbaratado y vencida á la del Sultán Corralat en el sitio llamado Punta de Flechas. En los dias 3 y 4 de Marzo siguiente zarpaba la escuadra del puerto de Zamboanga, donde se habían reunido las fuerzas españolas» para volar á la conquista del Rio Grande. Habíanse antes preparado cristianamente, bajo la dirección del V. Mártir P. Marcelo Mastrilli, coma lo hacían entonces los soldados de nuestros ejércitos, siempre que marchaban al combate contra los moros. Llegados al Rio Grande, desembarcait)n, dirigiéndose inmediatamente á Lamitang por<br />
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una vereda, que por no ser muy transitable, estaba menos defendida. Corcuera y los demás ca-^ pitanes espada en mano guiaban las pequeñas huestes cristianas, poiñendo en huida á los moros, que se les oponían al paso. Desalentados éstos con la muerte de Boiongon, que los acaudillaba fueron presa de tal turbación y desorden, que abandonaron la fuerza, en la que entraron sin dificultad los nuestros, sin costarles una gota desangre.<br />
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Quedó el campo acuartelado en Lamitang esperando á que llegase el resto de la armada. Reunidas ya todas bs fuerzas, se tomó la resolución de embestir al Sultán en el cerro, hoy llamada de Cottabato, yunto reputado entonces por el baluarte de Mindanro. Emprendióse la marcha el i7 de Marzo, dividida la tropa en dos columnas; la una á las órdeijes del sargento mayor Nicolás González, la otra mandada por el General. Llegado que hubo ésta al cerro, viéndole defendido por fuertes estacadas, arrojóse al asalto á pesar de ser muy angosto el lugar por donde acometía. Empeñada en la lucha toda la columna del Gobernador, viendo éste lo desventajoso del sitio, que ésta ocupaba, expuesta como se hallaba á los tiros del enemigo, mandóla retirarse en buen orden á los reales. Mientras tanto iba caiíiinando González hacia el punto, que se le había señalado, con su^ columna. Mas, por ser venida la noche, tuvo que hacer alto, para asaltar al dia siguiente. Regocijábanse entre tanto los moros, creyéndose ya victoriosos. Aun no se habían disipado del todo las tinieblas de la noche, cuando como leones arremetieron por la retaguardia los soldados de González. No pudiendo los<br />
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moros resistir su ímpetu en las estacadas, corrieron á parapetarse en la casa del Sultán. Pero rechazados también de allí, soltando las armas, apelaron á la fuga, tan ciegos, que se despeñaban por [los derrumbaderos del cerro. Celebró el 25 de Marzo el ejército su victoria con una función religiosa. Al mismo tiempo envió el Gobernador al •sargento mayor Pedro Palomino con cartas para Moncay, Sultán de Bohayen, requiriéndole con la paz, fundada en el vasallaje á la corona de Gastilla; lo cual fué aceptado. También los principales de Basílan, sujetos entonces á Joló, vinieron á dar obediencia, presentándose asimismo doscientas familias joloanas. El dia 24 de Mayo hizo el Gobernador su entrada triunfal en Manila, en medio de las salvas de artillería, y de los vítores del pueblo.<br />
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Poco tiempo gozó Corcuera de los aplausos de la Capital: pues por Setiembre del mismo año de i637 ya estaba de vuelta á Zamboanga, resuelto á castigar ejemplarmente á los moros de Joló, que con insolencia habían desechado sus proposiciones de paz. El 4 de Enero 1638 hallábase ya delante de Joló. Determinóse allí atacar el cerro por varios puntos; pero estaba tan bien fortificado, que todos nuestros esfuerzos fueron vanos para rendirle, si no es por el hambre. Para lo cual ordenó Corcuera cercarle con un estrecho bloqueo. No pudo resistir por mucho tiempo el sitio bajando el Sultán y su esposa á recibir las condiciones de paz que les imponía el General. Entró éste luego en la fortaleza, más con la confusión de tanta gente y con un fuerte aguacero que sobrevino, tuvieron ocasión de dispersarse, escapándosele de las manos los sultanes y datos allí reunidos. En vista de lo cual<br />
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se dio á saco el cerro, y guarneciéndole luego cod presidio de españoles, con otro que se puso á la barra, filé nombrado Gobernador de Joló D. Ginés de Ros. Concluido lo cuat se embarcó el campo para Manila, donde entró á 31 de Mayo.<br />
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A 15 de Marzo de 1649 salía de Zamboanga su Gobernador D. Pedro de Almonte, guerrero famoso, para castigar la insolencia de Moncay, sultán de Boháyen, como en efecto lo hizo, apoderándose de su fortaleza, guarnecida no solo de fuertes estacadas, más también protegida por grandes estanques de agua, producidos por la presa con la que durante seis meses hizo rebosar el agua de la Laguna de Liguasan. Por el mismo tiempo el sar* gento mayor, D. Pedro Fernandez del Rio, sometía y hacía tributarios á los moros, que habitaban en las orillas de la grande Laguna de Malanao y ríos afluentes. En prueba de su fidelidad se empadronaron dos mil de ellos; dieron rehenes para llevarlos á Manila, y prometieron admitir Misioneros que les instruyesen en la Religión católica.<br />
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s^i^QiirKii® i:<br />
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Pérdida »r ^a isla Formosa. Tbxores de invasión ho<br />
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JLAÍfDBSA. LrVANTAMIEMTO, GUERRA Y RENDICIÓN DK LOS'<br />
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SAMGLEYES.<br />
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GobUrno de 2. Sebastian Hurtado de Corcuem,<br />
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En tanto que las armas españolas se empleaban» m domar la fiei*eza de los moros de Joló y Mindanst^, los holandeses, pujantes por las victorias<br />
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obtenidas contra los portugueses en las Indias, intentaban de nuevo conquistar el Archipiélago ' Filipino. Para esto creyeron deber apoderarse de nuestra fuerza de Tanchuy, única que conservábamos en la isla Formosa. Presentáronse pues delante de ella con u^na fuerte escuadra. Aún cuando prevenidos los españolas opusi^ou una vigorosa ' resistencia, faltándoles ya el necesario socorro, su ' 'Gobernador Gonzalo Portillo opinó por la rendición de la plaza, con 4.al de que fueran honrosas las condiciones. Estipuladas éstas, se ppncedieron á la<br />
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* guarnición todos los honores de la guerra, como ' son: salir de la fuerza al son de las cajas, con<br />
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•sarnas, banderas desplegadas, bala en boca y cuerda calada. ' •<br />
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•• Con la caida de Tanchuy creían. los vecinos de ' Manila ver ya asomar por las boca§ del Corregidor las naves holandesas; y . si era grande el peligro, no"' fué menor el ánimo de los habitan<br />
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• tes dc' la caipital, empleándose todos, desde los más elevados hasta los más humildes, en las rudas faenas de atrincheramiento y fortificación. Las órdenes religiosas aprestaron por su cuenta embarcaciones, y para fundir cañones franquearon las campanas ,de sus , Iglesias : ^ero la más eficaz defensa de Maniíá fué ' Ta lentitud, con que el holandés dispuso sus operaciones militares.<br />
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El ' éJisódio mé^ sí^ngriento, que rej^istran los anales de Filipinas, es sin duda aíguna el segundo levantamiento de' los sangleyes, ocurrido á fiíiefe de% 4639 y principio^, del 40; el cual duró<br />
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«)r espacio de cuatro meses. Su principio tuvo gar 'en-'Csrfámba/ donde les cJwos, que labo^^W^bat ^unkífcaeienda del Estado, ^np pudiei^flo $u' frir'el áuro trato que se les daba, alzaron el<br />
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estandarte de la rebelión, entregándose á toda suerte de excesos. Incendiaron la Iglesia de aquel pueblo, acometieron al cura y al alcalde que allí residía, y dieron muerte á varios dé los naturales. Reunidos en número de 6,000 se desparramaron primero por las provincias de la Laguna, y de Batangas. Pero, deseando se acrecentase su ejército, se acercaron á Manila, donde residían más de 40 000. ^Instigados éstos por stis paisanos» y por los malos tratos de que hace tiempo venían siendo víctimas por parte del pueblo y de la soldadesca; no menos que por la mano oculta de ciertos hombres codiciosos, que, según es fama, ansiaban por grangear en rio revuelto, no tuvieron más medio que unirse k los alzados, á excep5Íon de alguBOS, que, abominando el alzamiento, se refugiaron dentro de Manila en los conventos y casas de ciudadanos honrados, Organizá-ronse á su modo, se proveyeron de armas, qlje ellos mismos tabricaban, v. presentaron un ejército de SO. 000 hombres, iíá'{)oneríte cuándo Trtéñm por el número. ^ . . •<br />
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En vista de la inminencia' y graíidor del peligro, se deja entender que el árfifiló (esforzado de Corcuera, proc'ui*aría hacerte fícenle, valiéndose de todos los medios dé que podía disponer. Formó 5uerpos con los españoles; indígenas, japonese:^ v aím irac"'/ '^'' "'• ^^le psfcibati'á gos rtHi'-n^*v^fóles capitanes valerosos y entendidos, tíi'móles io mejoí que pudo, y con ello salió' en p¡pi*seoucion de los rebeldes, dejando encomendada la defensa de la ciudad alclero, a los religiosos', de toadas ' ias órdenes, á los estudiantes y demás"pfersonas A qui( nes rio íe^ permitííiíi las clrcftíngfáiiéía^ ^«lir íV cámiJaña. ' Ifubó varios eiicüentrtííf'^ eA tJS pít<br />
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— 40 — Ttncias limítrofes, en los que no dejaron alguna que oti-a vez de llevar la ventaja los sangleyes^ Pero acosados sin tregua ni descanso por toda»^ parles, acrecentándose cada dia nuestro ejército con los socorros de pampangos, pangasinanes, zambaleños, y otros, con que acudían de otras provincias, iueron al fin derrotados los sangleyes entregándose anos 6,000, que de tantos millares sola quedaban, desnudos, hambrientos y enfermos, á causa del continuo suírir. Calcúlase en 50,000 el número de víctimas, que ocasionó tan malhadado alzamiento.<br />
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Heformas i»b Corchera. Fundación de la capilla Reak.<br />
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Y DEL COLEGIO DE SaN FeLIPE.<br />
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Fué Corcuera de esos hombres de genio reformador, extremoso á las veces, como la mayor parte de los de su carácter, en sus planes y designios; algo precipitado para plantearlos y demasiado riguroso en los me'lios de ponerlos en ejecución. Sus innovaciones no se limitaron sólo ei^ )o político y militar, sino que se introdujeron también en las cosas eclesiásticas. Fué la primera ^cttlarizar la capellanía y administración económica del hospital Real pasándolas de las manos de los PP. de S. Francisco, á las de un capellán, majordomo y empleados seglares. Poco satisfecho de «o reforma Corcuera, confiaba en 1640 dicho hospital á los religiosos de S. Juan de Dios. Varió asi* jtoism» el m«N¡lo de nombrar gobernadores eclesiás<br />
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ticos de los Obispados vacantes; innovacioa qae motivó la Real cédula de 8 de Julio de 1639, que mandaba al presidente y oidores de la Real Audiencia guardar la costumbre que había habido en esta materia. Suprimió por su propia autoridad nueve beneficios llamados sacrisHas, por haber observado que los que á titulo de ellas se ordenaban no cumplía» €on la obligación de residir. Llegó también la reforma á los Párrocos y Doctrineros, bien que 1« iniciativa de esta reforma no fué de Corcuera.<br />
<br />
El acontecimiento más notable en materia de negocios eclesiásticos fué la fundación de la capilla Real del tercio de Manila, con objeto de proporcionar á los militares un templo, donde se les administrasen los Sacramentos y tuviesen enterramiento decente. En honor de Felipe IV fundó el colegio de S. Felipe con 20 becas, para premiar con ellas á los hijos de los vecinos más beneméritos. Pero una Real cédula vino á derribar una obra, que no sontaba con rentas suficientes para su sostenimiento.<br />
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En la esfera política pocas son las mudanzas que introdujo, por cuanto carecía de la autoridad necesaria para llevarlas á cabo, y por habéreele respondido por el Rey, que hiciese observar las ordenanzas existentes, y no innovase nada Ideó el arbitrio de estancar el tabaco, año de 1 639 para acudir á los apuros de las cajas reales, exhaustas casi por los gastos cuantiosos, que ocasionaban las expediciones de Joló, Mindanao y otras semejantes. Introdujo el papel sellado en 1643, que rindió aquel año al Erario la cantidad de 9335 pesos. Pero el mérito principal de Corcuera consiste, no sólo en haber levantado las cargas del. Estado en tiempos tan calamitosos, sino en haber desempeñado la Real caja en más de medio mi<br />
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llon de pesos, y haber podido prestar á pobres^ particulares 70,775 pesos.<br />
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Coreuera fué el primero que tuvo la gloria de completar el ejército filipino, institución por este tiempo la más floreciente en Filipinas, anadien* dolé el arma de caballería de que hasta entonces había carecido, confiando el mando de ella á su sobrino D. Pedro de Corcuera,<br />
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LIBRO TERCERO<br />
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ÉPOCA DE LA DECADENCIA.<br />
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1644 A 1S44.<br />
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-^-«}»{o.—<br />
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^l^^^^^^^^m<br />
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RESIDENCIA Y PRISIO» DE CORCüERA, PRIVANZA Y DESAFUEROS DE D. ESTASIO VbNEGAS, SU CAÍDA, PRISIÓN Y MUERTE. MüERTE<br />
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DEL Sr. Arzobispo Montero. Reventazón de tres volcanes,<br />
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TEMBLOR DEL DÍA DE S. ANDRÉS,<br />
<br />
(1644 á i646).^ Gobierno de B, Diego Fajardo y Chacón.<br />
<br />
Al paso que la gigantesca monarquía, que heredó Felipe rV, iba rindiéndose á la pesadumbre de su propia grandeza, se dejaban sentir á su vez en Filipinas los efectos de tan funesto cataclismo^ Iba desapareciendo en el Archipiélago aquella ge-; neraóíon varonil, religiosa y guerrera que había paseado en triunfo las banderas españolas por los mares y tierras d« orienté. No íiié empero aquella<br />
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época del todo estéril en virtudes: hubo nobles ejemplos de valor, abnegación y heroísmo, (pie al cabo éstos son frutos que no pueden menos de brotar en el seno de un pueblo católico como el español.<br />
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El más ruidoso de los tristes sucesos de aquel tiempo fué la residencia de Corcuera. Había éste 0btenido de S^ M. la ansiada licencia de retirarse de los negocios públicos, á condición de que antes enterase del estado del Gobierno á su sucesor. Era éste D. Diego Fajardo, el cual tomó posesión del mando el H de Agosto de 1644. Violento é injusto con su antecesor, no haciendo caso de la Real licencia que tenía para volver á España, le encerró incomunicado en una estrecha cárcel; teniendo que vdvir de limosna, sin un abogado que le defendiese. No parecían merecer tanto rigor los cargos que se le hacían; pues se reducían éstos á la demolición de la Iglesia y Convento de Bagumbayan, á la formación de la compañía de caballos, y á la erección del colegio de San Felipe. Llegadas á oidos del Rey las extrañas violencias de que era víctima Corcuera, y desaprobándolas, mandó que se le pusiese en libertad. Vuelto á España le honró con el Gobierno de Canarias, dónde falleció.<br />
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La mayor parte de los excesos de Fajardo se la atribuyeron los historiadores al válido D. Manuel Estasio Venégas, quien aprdveclxando la aversión de Fajardo á los negocios, se apoderó del Qobierno de la república, abusando de su posición para cometer toda suerte de desafueros. El remedio á tamaños males se cifraba en la llegada del nuevo At^obispo D. Fernando Montero, á quien todos esperaban como á iris de paz. Habíanle salido á recibir hasta la Laguna de Bay numerosas<br />
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embarcaciones; cuando en la barra de la misma les fué entregado un cadáver. Era el del Señor Arzobispo, el cual después de ocho dias de áspero camino desde Lampón á Santa Cruz, había enfermado de un tabardillo, viniendo á morir en el pueblo de Pila. Entró el féretro en Manila por la puerta de Almacenes el mismo día y hora en que nueve años antes híibía salido extrañado por la misma el Arzobispo Guerrero.<br />
<br />
Reconoció Fajardo, aunque demasiado tarde, la desmedida confianza, que había dispensado á Venégas; y resultando contra él cargos gravísimos, le aprisionó y puso á cuestión de tormento para que confesase sus delitos. Pero él resistió los dolores de la tortura, y mantuvo su inocencia. Quitóle el bastón de mando y entregóselo á D. Pedro de Almonte. Murió Venégas en la cárcel, mientras se le estaba siguiendo la causa, siendo enterrado de limosna en San Francisco el 7 de Marzo de 1660.<br />
<br />
El dia 4 de Enero de 1641 reventaban tres volcanes con fragor tan espantoso; que al mismo tiempo se oyó en Zamboanga, Manila, Ternate, Conchinchina y Camboja: eran los volcanes de San<br />
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fuil en Mindanao, el de la isleta enfrente del rio e Joló y el de Aringay en Pangasinan. El primero cubrió de cenizas á Mindanao, convirtiendo el dia en noche oscura. El de Aringay vino tras un fuiíoso huracán, y con sus vaivenes precipitó en profunda sima tres montes con otros tantos pueblos colocados en sus laderas. Era tanta su fuerza, que arrojaba á más de cuarenta pies por el aire árboles y peñascos: deprimidas las cumbres de los tres montes, formóse en su lugar una laguna. Manila, que se había visto libre por entonces de tamaños males, vino á experimentar en 1645 uno<br />
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de los cataclismos más horrorosos. Eran las ocho de la noche del dia 30 de Noviembre, fiesta de San Andrés Apóstol, cuando, estando sereno el cielo é iluminado por la luna, empezó á moverse la tierra con tal violencia, que alborotó el mismo mar. Mientras el suelo arrojaba globos de fuego y un confuso fragor atronaba los aires, veníanse abajo todos los más grandiosos edificios, que encerraba entonces en su recinto la ciudad, que por su magnificencia había merecido el dictado de Perla del Oriente, quedando sólo en pié los templos de San Agustín y de la Compañía. Llegó á eclipsar la claridad de la luna la inimensa polvareda, que levantaba la ruina de tantos edificios, que á un tiempo se desplomaban. El número de víctimas fiíé de 600, y la ciudad quedó desierta por algunos meses, pues los temblores se iban repitiendo dos ó tres veces el dia, aunque con menos intensidad, si no es el quinto dia, que se sintió uno más fuerte que eí primero, y consumó las ruinas que éste había comenzado.<br />
<br />
El Colegio de Santo Tomás, fundado en 1619» íté erigido en universidad este mismo año, á instancia del monarca Felipe IV, por Bula de Inocencio X de 20 Noviembre de 1645.<br />
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Paces con £^1. Sultán de Mindanao, Defensa de Joló contra.<br />
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EL HOLANDÉS Y TRATADO CON EL SULTAN RaYA BOGSÓ. COMBARES NAVALES CONTRA LOS HOLANDESES EN BOLINAO, MaRINDUQUE, MlN<br />
<br />
DORO Y Corregidor. Cavite defendido por Azaldegui. Muerte del Príncipe de JoLÓ Paquián Cachile. Hazañas del P. Capitán. Alzamiento de Visayas y bxpkdicion' de palapag.)<br />
<br />
{1646 á 1653.)<br />
<br />
Conocidos por D. Diego Fajardo los intentos del holandés de caer sobre el Archipiélago, su primer empeño fué hacer las paces con los sultanes de Mindíínao y Joló. Para lo cual comisionó al gobernador de Zamboanga D. Francisco Atienza y afF. Alejandro López, para que moviesen pláticas de paz con , Corralat y demás reyezuelos de Mindanao. Firmóse ésta en la barra del rio de Limoay á 24 de Junio de 1645, delante de varios representantes por ambas partes. En estas negociaciones supo Atienza como estaban sobre las escasas fuerzas españolas de Joló las naves holandesas al mando de Solicala enemigo mortal del nombre español. Estas intimaron la rendición á los nuestros dentro del término de cuatro horas. Rompieron el fuego el 27 del mismo mes; pero resistióles ügalde tan bizarramente, que después de tres dias de cañoneo y con pérdida de no poca de su gente, tomó el holandés el partido de levantar el campo. Tratóse<br />
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de persuadir entonces al sultán de Joló que lo más conveniente para él era ajustar las paces con el Gobierno de Manila. Este acto tuvo lugar en la barra del puerto de Lipir á 14 de Abril de 1646. Fueron llevados á tan feliz térmii)0 estas negociaciones por la hábil diplomacia del R. P. Alejandro López, qíie logró atraer al sultán Bogsó á firmar un tratado el más hono»ífico para nuestra bandera. Con éste se lograba el poder retirar sin mengua de nuestras armas el presidio de Joló, tan difloiii de sostener en las circunstancias presentes.<br />
<br />
Una armada holandesa de siete galeones, viendo desaparecidos los españoles de Joló, dirigióse á Zamboanea. Arrimó á su fuerza las naves, con muestras de querer echar gente á tierra; más no lo consintió nuestra artillería. Esta pequeña armada formaba parte de otra formidable, compuesta de quince galeones, la cual había salido de Batavia con el objeto de conquistar el Archipiélago Filipino. Sin comparación menor era la que podia oponerle Manila; aunque grande y sin rival el valor de sus capitanes y soldados, y mayor la protección de Nuestra Señora del Rosario]^ bajo cuya tutela se encomendaron. Zarpó ésta de Cavile el 3 de Marzo de 1646 al mando de D. Lorenzo de Ugalde, y el 15 se encontró con la escuadra neerlandesa cerca de cabo Bolinao. Trabóse el combate, que duró hasta que la noche lo hizo imposible. Al favor de sus tinieblas huyeron las naves de los Países Bajos con los faroles apagados. Quedaba pues dignamente inaugurada la campaña naval contra Holanda.<br />
<br />
No apareciendo el dia siguiente nave alguna enemiga, fué en busca nuestra escuadrilla de otra' división holandesa, que se habia apostado en el estrecho de S. Bernardino para apresar el galeón San<br />
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Luis, que venia de Acapulco. Este se perdió en el cabo del EngañOy salvándose la gente.<br />
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Cansados de esperar los holandeses, se dirigieron hacia Manila. Más nuestra escuadrilla, que se habia refugiado en el puerto de San Jacinto de la isla de Ticao, fuéles siguiendo hasta encontrarlos dia 29 de Junio entre las islas de Banton y Ma. rinduque. Pronto se vieron envueltas las naos Encamación y Rosario, á las que por burla llamaban gallinas, por siete galeones holandeses; más dieron tan buena cuenta de sí, sus disparos fueron tan á tiempo y tan certeros; que los holandeses horrotosamente destrozados, y muertos dos tercios de su gente« hubieron de abandonar aquí también el combate. Dia 3 1 de Julio volviéronse á encontrar las dos armadas entre las islas del Maestre de Campo y de Mindero donde trabaron combate, que duró desde las dos de la tarde hasta el oscurecer. Maltratada por la Encarnación la capitana holandesa, tuvo que retirarse, ni valieron á los enemigos los brulotes, con los que intentaron incendiar nuestras naves, pues fué echado á pique uno que con 30 cañones se dirigía á nuestra capitana. A vista de lo cual huyeron los holandeses al cerrar la noche, llevando apagados los faroles. Nuestra armada dio fondo en Cavite el 31 de Agosto, después de haber rodeado victoriosa toda la isla de Luzon. No fueron más afortunados otros tres galeones holandeses, que junto al Corregidor,, esperaban las demás divisiones navales, que debían caer sobre Manila. Porque otra vez la Enrarna€ion y Rosario fueron á acometerlos hasta ponerles en fuga con tanta prisa, que abandonaron una ñlúa llena de chusma y pertechos de guerra. Celebráronse en la capital con solemnes acciones de<br />
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gracias tantas tinunfos, debidos á la visible protección de la Virgen del Rosario, el 20 de Enero de 1647.<br />
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Obstinado en su propósito el holandés, el 10 de Junio dé 1647 entraba de nuevo por el Corregidor con trece galeones de Batavia. Dirigió sus fuegos contra Cavite, cuyo Gobernador D. Andrés de Azaldegui, le correspondió con tanta felicidad, que, herido mortalmente el almiranle enemigo y malparados sus galeones, se retiraron hacia la costa de Bataan. Allí, para vengarse de tanto desastre^ saltaron en tierra y acometieron los pueblos indefensos de Abucay y Samal, cometiendo desafueros propios de herejes rabiosos* Estuvieron en bahía hasta fines de Octubre, donde, habiéndoles acometido un contagio pestilente, volvieron á Batavia, con la gloria que se deja ver.<br />
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Ocupadas nuestras escuadras con el holandés, salían á corso por las A^isayas los. moros de Joló; pero fué en su persecución nuestra armadilla de Zamboanga al mando de D. Juan de Isastegui, y habiéndose encontrado con la escuadra Jolpana, que acaudillaba Paquian Cachile príncipe moro, éste derribado por una estocada por Isastegui, cayó prisionero con su capitana, rescatándose diez y ocho cautivos cristianos. Varias hazañas de este jaez llevó á cabo contra la bárbara morisma el religioso recolólo Fr. Pedro Je S. Vgustir? llamado el P. Capitán, ministro del pueblo de Rombion, an compañía de unos centenares de indios, en quienes, supo infundir el valor, que en su pecho . ardía.<br />
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Mal. reducidos aún algunos pueblos de Víssfyas, . no se hncían al nuevo orden de cosas iiitroducido • por la civilización cristiana. Intentaron pué's re<br />
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helarse; y el pretexto fué, el quererles traer á algunos de ellos al arsenal de Cavite para relevar á los tagalos, que hasta aquí habían llevado esta carga, si bien es verdad, que se les daba el salario correspondiente. El incendio, que prendió en Palapag de la Isla de Samar con muerte del Misionero, P. Miguel Ponce, se propagó pronto por los pueblos de Catúbig, Barugo, Bobon, Gaterman y otros, costando no poco el extinguirle; hasta que, habiéndose hecho fuertes los alzados en un cerro cerca de Palapag, fueron acometidos y vencidos.<br />
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Sosegados apenas tantos alborotos, tuvo que entregar "^D. Diego Fajardo el bastón de mando, á su sucesor D. Sabiniano Manrique de Lara. Fué residenciado con el rigor con que el residenciara á Corcuera: abandonado de sus favorecidos, buscó un asilo en el colegio de la Compañía, hasta que, embarcado en un galeón de Acapulco, falleció durante la travesía á lá edad de más de setenta años.<br />
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a\\[Síl^íllll'[lLÍ«í, -g^^<br />
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Actos tí providrncus del Gqbernador D. Manrique de Lara , V DBL Señor Arzobispo Poblete, Guerra y treguas con los<br />
<br />
Mm DAÑAOS,<br />
<br />
{Í653'á i 66S), Gobierno de D. Sabiniano Manriquede<br />
<br />
Lara.<br />
<br />
, EL dia. 25 de .Julio tomó póí^esion del mando<br />
<br />
de Filipinas b. Sabiniano Manrique de Lara, de<br />
<br />
,. singujaf nobljeza, desinterés, prudencia y celo de<br />
<br />
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<br />
— sala religión, Con él llegó también el Señor Araohispo D. Miguel de Poblete. Conforme al voto hecho en el viaje por su Ilustrísima y el Gobernador, mandóse restituir la Sagrada Imagen de María á su templo de Antipolo el 9 de Setiembre de i653 con una solemnidad inaudita, conforme á la devoción que le profesan los hijos de este Archipiélago. No fué menos notable el acto de dar el Señor Arzobispo en nombre de S. S. el Papa Inocencio X la bendición papal á Manila y á sus habitantes. Espantados éstos de la esterilidad, que veian en sus campos de algunos años á esta parte, temieron fundadamente no fuese esto efecto de alguna excomunión, que pesaba sobre ellos. Movido pues de sus ruegos el Padre común de los fieles, envió junto con su apostólica bendición la absolución de las censuras eclesiásticas, en las que por sí ó por sus antepasados hubieran incurrido. A' estas fiestas siguióse otra no menos solemne, cual es el voto hecho por el Gobernador, la milicia y el Ayuntamiento de Manila de defender el singular privilegio de la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima.<br />
<br />
El Señor Arzobispo por su parte aplicóse también á la reedificación de la Catedral, habiéndose puesto la primera piedra el dia 20 de Abril de 1654. Promovió á su vez el bien de las almas, templos vivos de la divinidad, por medio de las misiones. Prohibió á los cristianos la venta de los esclavos, fíieran ó no infieles; dando otras muchas providencias á cual más útiles, que pensaba coronar con un acto de la mayor trascendencia, cual es la celebración de un concilio provincial.<br />
<br />
En medio de todo esto hallábanse en un lamentable estado las cosas públicas» i causa de<br />
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<br />
— 83 —<br />
<br />
las enormes deudas que agravaban el Estado, y la escasez de funcionarios públicos, facultativos y militares en que se veía Manila. Y aun cuando estaba libre de las armas holandesas, por las paces que se hablan hecho, todavía necesitaba conservarse en las mismas con los moros de Mindanao y Joló, para reponerse de sus quebrantos. Poco dispuesto parecía para la paz Corralaíy á pesar de sus protestas, cuando hacía dar muerte alevosa al P. Alejandro López, enviado por el Gobernador para ajustaría. Pero hubo de conocer que no impunemente se burlaba del poder español. Fué enviada contra él una armada, que sin lograr prenderle, taló sin embargo lo mejor de sus pueblos y campiñas. Este desgraciado sultán, murió por fin en el año de 1671, desengañado de que le fuese posible desechar nuestra amistad; la cual encargó conservase siempre su sobrino y sucesor Batatamay. También el sultán de Joló, aliado de Corralat, vino á los mismos sentimientos en vista de lo mal que le salían sus traidoras protestas. El año de 1656 se vieron talados nuestros campos por una horrible pla^a de langostas. Tras ella vino el hambre y las viruelas, que diezmaban á los naturales. Coronó todas estas desgracias el temblor del dia 20 de Agosto de 1658, el cual con ser más violento, que el del dia de S. Andrés, fué sin embargó de menor duración, y por consiguiente menores las desgracias personales, aunque no así los estragos causados en los edificios.<br />
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<br />
LEVAm-AinENTOS DE PAMPANGA^PANGASroANÉlLOCOS. AMENAZAS* DE KOSEKG, TIBANO DI LA ISLA FORMOSA. ALZAMIENTO DE LOS SAKGLEYE8, APRESTOS DE GUERRA EN MANILA. ReTÍRANSE LOS PRESIDIOS DE TeRNATE Y ZaMROANGA.<br />
<br />
(i658 á 1663), Gobierno de Manrique de Lara.<br />
<br />
Con un temperamento discreto de energía y prudencia logró D. Sabiniano poner feliz término á la rebelión, que á principios de Octubre de 1660 había tenido lugar en la provincia de Pampanga» Contaminadas las provincias vecinas con el contagio, trataron también de rebelarse, como lo efectuó la de Pangasinan el dia 1 5 de Diciembre del mismo año en Lingayen^ matando los amotinados en su propia casa al alguacil mayor D. Nicolás de Campos con toda su familia y poniendo fuego al edificio. Igual suerte le cupo al Alcalde mayor, á su esposa y familiares que acababan de embarcarse, siendo cruelmente asesinados á flechazos y lanzadas. £1 alzamiento se mancilló con horrendos sacrilegios y crueldades, lo que no habia sucedido en el de la Pampanga. Pero acabaron con él los generales Ugalde y Esteibar con la muerte de sus principales caudillos, y la captura de cierta MáUmg^ que se habia proclamado rey. La provincia de llocos fué teatro de estragos aún mayores.<br />
<br />
Partió á sublevarla el Conde Gumápos, gran amiga de Málong, que le habia hecho gracia de tal tí<br />
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<br />
tule. Llevaba en su compañía más de 5000 zambaleños, que también hacían causa común con los alzados de Pangasinan. Estos, después de haber cometido toda clase de excesos en robos, muertes é incendios, fueron al fin derrotados por Jas tropas de Ugalde y Esteibar en una batalla en la que filé cogido A mismo Ck)nde Gumápos, con el báculo del Señor Obispo en la mano; según se lo profetizó éste, al tiempo de arrancárselo descaradamente de la suya en su propia Iglesia de Vigan. En llocos Norte donde habia sido alzado rey cierto Pedro Almazan^ acabó con la facción D. Lorenzo Arqueros, el cual había acudido allí para impedir el paso de los rebeldes á la provincia de Cagayan. Estando á caballo para huir el rey Almazan, cayó muerto de repente, teniendo también sus hijos, un fin desgraciado.<br />
<br />
Koseng famoso pirata chino, que acababa de arrojar á los holandeses de la isla Formosa, ufano con sus victorias, intimó al Gobernador de Filipinas la sujeción de estas islas á su obediencia y vasallaje, en 21 de Abril de 1662. En vista de lo cual nuestro Gobernador reunió junta de autolídades para consultar lo que debería resolver ante provocación tan altiva. Entre las resoluciones que adoptaron fué una el que después de contestarle menospreciando todas sus amenazas, se mandase salir del Archipiélago á los sangleyes que no fuesen cristianos. Vinieron estos á sospechar que se intentaba algo contra ellos, alarmándose unos á otros con la idea de que se trataba nada menos que de degollarles, se declararon en rebelión los del Parían; empezando por dar la muerte al alguacil mayor Juan de Frias y al capitán Francisco de Espinosa. Más, presentándose el Gober^<br />
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<br />
<br />
— senador con una fuerza respetable de soldados, á sus amenazas, parte se rindieron, parte se refugiaron eu las naves áe la Formosa, y como dos mil de ellos se dirigieron á los montes de Antipolo donde se fortificaron. Pero, habiendo salido contra ellos el maestre de campo Laxamana con 400 pampan<br />
<br />
fos, acabaron muy pronto con los amotinados; siendo ichos pampangos recompensados de una manera, que daba bien á entender el alto aprecio que de ellos se hacía, pues se confió por espacio de 24 horas á su sola lealtad la defensa de la capital.<br />
<br />
Tomáronse entre tanto las precauciones necesarias á fin de estar preparados para cualquier evento de guerra, que se temía por parte de Koseng, atendidas las fuerzas inmensas de mar y tierra de que disponía. Formáronse regimientos de pampangos, cagayanes, boholanos, dapitanos y mardicas, hasta componer un ejército de 8,000 infantes y 400 caballos. Aprestóse una escuadra de 50 caracoas. Demoliéronse todos los edificios de piedra de extramuros, que pudiesen servir de reparo á los enemigos. Otro tanto y con el mismo fin se estaba practicando en Cavite; hasta que se mandaron suspender tales derribos por la vuelta y buenas nuevas que trajo nuestro embajador. Koaeng, en medio de los aprestos enormes que hacía para venir sobre el Archipiélago, murió el 23 de Julio de 1662. Lo más lastimoso de todo esto fué el que por idéntico motivo se mandasen retirar los presidios de Zamboanga y de Ternate, que con tantos sacrificios habíamos conservado hasta entonces; sin que para nada valiesen las suplicas y reclamaciones de los PP. Ministros, que tanto se interesaban por aquellas cristiandades. El abandono de Zamboanga fué en 1663.<br />
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(sai^iíf I9I.Í i;<br />
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Residencia de D. Sabiniano Manrique de Lara. Construcción DE galeones. Desaires al Sr. Arzobispo y su muerte. Empresa contra los igorrotes. Conjuración contra el Gobernador, su prisión.<br />
<br />
(Í66S á 1668,) Gobierno de D. Diego de Salcedo.<br />
<br />
Con grandes aclamaciones y regocijos entró en la capital D. Diego de Salcedo, tomando posesión del Gobierno el dia 8 de Setiembre de 1663. Era de nación flamenco, y con su carácter altivo se enagenó las voluntades, y las irritó del todo con la codicia, que era su pasión dominante. El primer suceso de su gobierno fué la residencia de D. Sabiniano Manrique de Lara, tomada por el oidor D. Francisco de Coloma. Pero salió tan bien de ella que, habiéndosele ordenado depositar en fianza 60.000 pesos, el Consejo de Indias mandóselos restituir, absolviéndole de todos los carg:os. Vuelto á España ordenóse de sacerdote, muriendo en santa ancianidad.<br />
<br />
No puede negarse á Salcedo después de todo una actividad digna de los mayores elogios. Regularizó las salidas de las naos para Acapulco; lo cual contribuyó no poco á que se hicieran muy prósperos viajes. Puso astilleros en las provincias, donde los acarreos de madera eran más fáciles, menos onerosos para ellas, y por lo tanto menos dispendiosos que en Cavite. Para entablar<br />
<br />
<br />
<br />
— 58 —<br />
<br />
comercio envió embajadas á Camboja, al reino de Bantá, á Siam y á Batavia. Todas estas providencias tuvieron lugar en 1664.<br />
<br />
Por motivos harto fútiles indispúsose Salcedo con el Ayuntamiento de Manila, llegando á poner preso al alcalde ordinario general D. Sebastian Rayo Doria, sujeto de mucha influencia en la ciudad; con el mismo Arzobispo, á quien mandó intimar orden de extrañamiento á Mariveles; con el cabildo eclesiástico, reteniendo sus estipendios: motivo por el cual abandonó éste la residencia en el coro. Mortal tristeza y desconsuelo por los graves desaires, que. del Gobernador recibió el limo. Sr. Poblete, acarrearon su muerte, que acaeció en la casa del Rio el 7 de Diciembre de 1667.<br />
<br />
Viendo la paz de que gozaban las islas, mandó Salcedo las armas al corazón de los montes de llocos, para sujetar y reducir los Igorrotes. Los pueblos que dieron obediencia fueron unos 50 y los que llegaron á pagar reconocimíeato y vasallaje, como ciento. La reducción se continuó hasta 1668, en que se retiró el presidio por muy difícil de conservar.<br />
<br />
Por este tiempo había llegado á su colmo la exasperación contra el Gobernador. Publicóse un libelo clandestino, en el que con más pasión que justicia se le hacían cargos gravísimos. El alma de este complot era el ya mencionado Rayo Doria. No queriendo ninguno de los dos oidores Mansilla y Coloma, poner la firma el uno antes que el otro, por temor de que puesta por uno, se retrajera el otro, acudieron al Comisario del Santo oficio, que era el P. Paternina; éste resolvió proceder á la prisión del general. La noche del 8 de Octubre del 1668, presentóse en Palacio el Co<br />
<br />
<br />
<br />
— 59 —<br />
<br />
misario con muchos familiares del Santo oficio^ estando ya recogido el Gobernador. Llegados á su aposento, dijole el Comisario que se diese preso; á lo cual contestó, que de buena gana. Pusiéronle grillos allí mismo, y sacáronle en una hamaca, y fué depositado en San Agustin. Golpe tan sensible lo llevó Salcedo con tanta resignación cristiana y con tanto valor, que causaba admiración. Prueba inequívoca de que era inocente en los más de los cargos, que le hicieron, como se probó más tarde. Embarcáronle en fin para Nueva-España, ano 1670, cuando gobernaba ya don Manuel de León, pero murió en el viaje con muy cristiano ñn Los inquisidores de Méjico fallaron con más rectitud, que la prisión de Salcedo había sido nula, injusta y atentada; y nulos los embargos; y que nada podia obstar á su honra y buena fama. Los mismos expidieron órdenes para que al P. Patemina, depuesto de su oficio, le enviasen preso á Méjico; pero durante la travesía murió en el mismo paralelo cabalmente donde había muerto Salcedo.<br />
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@^^^f iii %<br />
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o<br />
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<br />
Alzase Bónifáz con el mando. Llegada del nuevo Gobernador. Embajada de Magda. Bbstierro rEL Dean y arresto del Obispo de Heliópolis. Muerte del Gobernador. Reducgioei<br />
<br />
DE LAS Marianas.<br />
<br />
(1668 á 1677). Gobiernos de Bonifaz y de León.<br />
<br />
Ejecutada la prisión de Salcedo, asumió sin dilación la Real Audiencia él gobierno político;<br />
<br />
<br />
<br />
— 60 —<br />
<br />
en cuanto al de las armas se lo disputaron calurosamente los dos oidores más antiguos, que eran Coloma y Mansilla. En vista de lo cual el oidor Bonifaz se ofreció á tomarlo, ínterin se resolviese á cual de los dos le tocaba. Más, reconocido ya por Gobernador, 45 de Octubre de 1668, le pareció bien quedarse con el bastón de mando y envió desterrados á los dos oidores contendientes, y al fiscal de S, M., por más que por fuerza le hubiesen ya también reconocido. Portóse en el gobierno con notable cordura, ganándose la devoción de los soldados.<br />
<br />
Poco tiempo gozó Bonifaz de las dulzuras del mando, pues á 8 de Diciembre del año siguiente tomaba de él posesión el Gobernador propietario D, Manuel de León y Laravia. Inmediatamente de tomar posesión de su empleo, acogióse Bonifaz á sagrado; primero en San Agustin y más tarde en Recoletos donde falleció. Aplicóse el nuevo Gobernador á mejorar el orden y disciplina militar. Para dar impulso al comercio envió á Macao al general D. Enriquez de Losada y al P. Francisco Mesina de la Compañía de Jesús; y al año siguiente vinieron ya barcos de Macao y Cantón. Abrií senos el puerto de Ningpo en China; igual se obtuvo en la corte de Coromandel y Siam. Los socorros de Méjico fueron también abundantes, pues el año 4671 trajo la capitana Buen Socorro 150,000. en 1672 vino la almirante San Diego con otros 100.000; y en 1676 los galeones San Telmo y San Antonio trajeron 196.099 pesos, además 503,512 pesos registrados como pertenecientes á particulares; Por ingerirse más de lo que convenía en los negocios eclesiásticos hubo de experimentar el Señor Xeoa algunos encuentros desagradables; cuales fue<br />
<br />
<br />
<br />
— Girón el mandar desterrado en una banca á Cavile^ al Sr. Dean Cartagena, que era al mismo tiempo Gobernador eclesiástico, para poner en su lugar á don Gerónimo de Herrera, persona muy querida suya. Quiso reducir á los PP. de S. Agustín á que eligiesen un Provincial á su gusto. Al Señor Palú Obispo de Hierápolis y á sus familiares de la Congregación de la Propaganda, destinados á Siam, les mandó detener, hasta que hubo embarcación para remitirlos á Europa, por la errada opinión en que estaban los de aquí, de que aquellos reinos pertenecían aún á la demarcación de Castilla* Después de una larga y penosa enfermedad, fallecía León en la noche del 10 de Abril de 1667, siendo enterrado eíi la Capilla Real de la Encarnación.<br />
<br />
, En 23 de Marzo salía de Acapulco el P. Luis de Sanvítores de la Compañía de Jesús con otros cinco' compañeros, para la reducción de las islas Marianas, á donde llegaban el 15 de junio de este mismo año de 1667. Sin auxilio' de armas, en los ocho primeros meses de su apostolado se contaban ya 13.000 cristianos y 20.000 catecúmenos, Pero la sangre de los mártires había de sazonar los frutos de aquella mies evangélica; como. así aconteció, siendo la mayor parte de los primeros misioneros, entre ellos el P. Sanvítores, víctimas de la crueldad de aquellos infieles. El pueblo de San Ignacio de Agaña fué escogido por cabecera de la misión. Junto á su Iglesia levantaron los PP. un colegio para educar en él á los niños marianos, mediante decreto de S. M. de 16 de Abril de 1673.<br />
<br />
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— 62 —<br />
<br />
<br />
<br />
Los OIDORES GOLOMÁ Y MaNSILLA. FiESTAS REALES. El GOBERNADOR Vargas. El Gobernador Gurucelaegui. Varias plagas EN el Archipiélago. Piratas Ingleses. Nueva Audiencia.<br />
<br />
Muerte del Gobernador.<br />
<br />
(1677 á Í689). Gobierno de la Real Audieneia, de Vargas<br />
<br />
y de Curucelaegui,<br />
<br />
Dirimida la cuestión de antigüedad, entró á gobernar, por muerte de D. Manuel de León, el oidor Coloma. El 4 de Agosto llegaba á Manila la noticia del ensalzamiento de D. Carlos H al trono de España. Mientras sé disponía la celebración de las fiestas reales falleció D. Francisco Coloma, 14 de Setiembre. Sucedióle en el mando su antiguo competidor D, F. Mansilla, que se mostró digno de tan alta honra por su bondad y rectitud.<br />
<br />
El 4 de Diciembre comenzaron temblores con tanta frecuencia, que el dia 6 desde las dos de la mañana hasta las nueve del dia se contaron 17, pero sin que ocurriese apenas desgracia alguna.<br />
<br />
El dia 8 de Setiembre de 1678 entraba en Manila el Gobernador en propiedad D. Juan Vargas, el cual comenzó á gobernar con mucho tino y aplicación á los negocios, y como buen soldado se esmeró en mantener en gran lucimiento el campo de Manila. Fomentó el comercio, acudiendo á este puerto naves de China, Bengala, Coromandel y de los portugueses de Macao, Castigó á los Zambaleños de Playa-honda, que infestaban con sus correrías<br />
<br />
<br />
<br />
— estos caminos de Pangasinan é llocos. Durante su gobierno recibió embajada del rey principal de Borneo, quien cedió á la corona de Castilla toda su isla Paragua.<br />
<br />
En 1779 llegaba á estas islas confinado D. Fernando de Valenzuela primer ministro de Carlos 11, Castigó el Gobernador, de orden de S. M.,álos que habian tenido parte en la prisión de D. Diego de Salcedo. Su gobierno hubiera sido de los más felices á no haber ocurrido tempestuosas competencias entre el Sr. Arzobispo, Cabildo metropolitano, Real Audiencia y otras corporaciones; competencias que trató de cortar en un principio, y en las que se vio después envuelto á pesar suyo.<br />
<br />
El dia 24 de Agosto hizo su entrada en Manila D. Gabriel de Curucelaegui nombrado sucesor de Vargas, Un temblor, que acaeció al tiempo de entrar pareció ser presagio funesto dé varias calamidades, que se sucedieron durante su Gobierno. Una epidemia de viruelas en 1685 causó gran mortandad en párvulos y adultos. Tras éstas en 1686 viniei'on tan continuas lluvias que causaron la pérdida de las sementeras: á las lluvias siguió la falta de galeones, porque en 1687 no vino nao de Acapulco El 28 de Marzo del mismo año el fuego destruyó más de mil casas en los arrabales de Baybay y Tondo. Vino luego la langosta talando no solo los sembrados sino hasta los mismos árboles. A esto se siguió un hambre espantosa, temblores con frecuencia y una epidemia de catarro, en 1688, que dejó desiertas las calles por el gran númsro de enfermos. Quedó destruida la Audiencia, con prisión de los oidores y juez de residencia, á causa de los disturbios ocasionados con la restitución del Sr. Arzobispo extrañado en Lingayen.<br />
<br />
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— 64 —<br />
<br />
Unos piratas ingleses aparecieron en las islas Babuyanes quemando el pueblo, robando y maltratando á los religiosos de Santo Domingo. El año 1688 llegó D. F. de Campos Valdivia, nombrado juez pesquisidor en la causa de extrañamiento de S. I. Restituyó la Real Audiencia, puso en libertad á Valenzuela, el cual fué trasladado á Nueva España donde murió. También acababa sus dias en Manila, el 27 de Abril de 1689, el General Curucelaegui, á la edad de 60 años, después recibidos los SS. Sacramentos: y á la edad de 79, el Sr. Arzobispo Pardo bajaba al sepulcro el 31 de Diciembre de este mismo año.<br />
<br />
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<br />
Reyertas del Obispo de Troya con el cabildo. Llegada del<br />
<br />
Señor Cruzat.<br />
<br />
(1689 á 170 i). Gobiernos de la Audiencia, y de D. Fausto<br />
<br />
Cruzat y Góngora,<br />
<br />
Por muerte de Curucelaegui empuñó interinamente el bastón de General el Sr. Abella Fuentes, el cual supo mantener el sosiego público, refrenando los espíritus inquietos. El Señor Obispo de Troya, que gobernaba la Sede vacante, quiso portarse como superior al cabildo. Resistiendo éste, hubo de refugiarse su deán en S. Agustín, de donde permitió Fuentes le extrajera el Obispo, como pretendía; éste vióse al fin obligado á hacer cesión del gobierno al cabildo.<br />
<br />
El galeón Santo iVmo trajo á estas islas á don Fausto Cruzat, nombrado Gobernador, el cual hizo<br />
<br />
<br />
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— 65 —<br />
<br />
su entrada á 25 de julio de 1790. El rasgo distintivo de su gobierno fué el aumento de las rentas públicas, con el cual empezó á salir este Archipiélago de la continua dependencia de las cajas de Méjico, y á pagar á la madre Patria los cuantiosos sacrificios, que le habian costado la reducción y civilización de estas remotas regiones. Pero la pasión por las economías le hizo injusto con algunas clases rebajando su sueldo de manera, que las redujo á la miseria. Construyó galeones magníficos, fundió artillería y estableció en Manila una fábrica de armas. Ocurrió por este tiempo una conjuración de los forzados en Marianas, que descubierta, costó la vida á 20 de ellos; también se sublevaron los naturales, asesinando á varios Padres de la Compañía rindiólos empero el valor heroico de nuestros soldados. A consecuencia de esto mandó el Gobierno se concentrasen los habitantes del Archipiélago en las dos islas de Guájan y Rota.<br />
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Llegada del Señor Zabalburu; sus prosperidades y sus pesadumbres.<br />
<br />
(179 i d 1709), Oóbiemo de don Domingo Zabalburu.<br />
<br />
Año de 1701 á 8 de Setiembre se encargaba del gobierno de Manila D. Domingo Zabalburu. Su inauguración fué muy feliz, pues reparó Cavite, auxiliándole el comercio en esta obra importantísima. Prosiguió la fábrica de almacenes y reedificó el polvorín más abajo de Malate con un buen fuerte. Atendió á la fábrica de galeones, y el co<br />
<br />
<br />
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<br />
merció estaba pujante. Los dos reyezuelos de Joló y de Mindanao, en una entrevista amistosa, no acabando de fiar el uno del otro, viniendo por fin á^ las manos, recíprocamente se mataron. El sobrino de Curay^ que así se llamaba el de Mindanao» pidió auxilio al Gobernador de Manila contra el de Joló; más, como estábamos en paz con ambos, excu;5Óse Zabalburu, de manera que ninguno de los dos enemigos quedase ofendido.<br />
<br />
El galeón Rosario al mando de Salaverría (1704)» acometido por dos navios ingleses, hizo retirar al enemigo del combate con pémida de uno de ellos, que se fué á pique junto á Marianas; en cambio el galeón San Javier, que salió prósperamente de Cavite, pereció, sin que hasta ahora se haya podido averiguar el cómo ni dónde. La pesadumbre mayor para Zabalburu fué el haber merecido ser depuesto por S. M, á causa de la honorífica recepción que hizo en Manila al nuncio apostólico el Señor de Tournon, que pasaba á la China en calidad de legado de S, Santidad. Muy mal correspondió dicho Señor á los agasajos que se le hicieron, pues llevó sus exigencias hasta el punto de privar á nuestro Arzobispo Señor Camacho del uso de la cruz arzobispal, despojándole en público de la muceta: habiéndose él negado por su parte á manifestar á ninguna de nuestras autoridades los títulos que le acreditaban, y no devolviendo ninguna de cuantas visitas se le hicieron. Nuestro Señor Arzobispo,, por su demasiada condescendencia con el Señor de Tournon, incurrió en el Real desagrado, sienda trasladado al obispado de Guadalajara en la N. España. Fué pastor vigilante, habiendo ido en persona á predicar á los mismos setas. En su tiempo se erigió frente á su palacio el semin'ario triden<br />
<br />
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<br />
tino del que habia carecido hasta entonces esta diócesis. Ignorado del Rey, el Señor Zabalburu se retiró á España, año 4710. Por este tiempa se despachó una expedición de soldados y misioneros de la Compañía de Jesús á las islas Palaos. Descubriólas el barco en que iban los religiosos, los cuales tomaron tierra y fueron bien recibidos^ más por haberse tenido que alejar el buque á causa de los temporales, no se ha sabido más de su suerte.<br />
<br />
Año de 4707 tomaba posesión déla silla arzobispal, en 12 de Agosto, D. Fr. Francisco de la Cuesta. Su celosa administración no fué desabrida; y eran veneradas sus determinaciones.<br />
<br />
El año anterior habia muerto en Ilog, isla de Negros, el P. Juan Dávila de la Compañía de Jesús, á los 91 años de edad y 63 de Misiones. Hizo que se trajesen de Nueva España los primeros pies de cacao á fin de que los indios con su cultivo se fijaran más en sus misiones respectivas.<br />
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Besuccion del número de chinos. Combate natal contra lo&<br />
<br />
ingleses.<br />
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(1709 á Í7í7). Gobierno de Orsúay déla Real Audiencia.<br />
<br />
Don Martin de Orsúa y Arismendi, conde de Lizárraga, tomaba posesión del Gobierno de estas islas en 4709. Su justicia é imparcialidad le captaron el aprecio de todos. Conociendo lo excesivo del número de chinos para poder convenientemente sujetarlos, mandó á sus tierras á los que consideró superfinos; resolución á todas luces im<br />
<br />
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<br />
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<br />
portantísima y que sin embargo no se vio libre de toda critica. Año de 4710 devolvían los Padres Dominicos la provincia de Zambales á los Padres Recoletos, de que se les habia desposeido, cuando les fueron confiadas las misiones de Mindoro.<br />
<br />
Hablan salido de Manila este mismo año dos navios para Acapulco; esperábanles otros tres ingleses, que montaban 82 piezas, en la costa de California. Mandaba nuestra almiranta un francés; y sin probar defensa alguna arrió bandera y se entregó al enemigo. Acometieron después á la capitana Nuestra Señora de Begoña, cuyo general era D. Fernando Ángulo, el cual resistió con tanto valor, que hizo ceder al inglés en sus tres ataques, teniendo que retirarse muy mal tratado. Sintió el Rey esta pérdida y ordenó no se confiasen semejantes jnandos á extranjeros.<br />
<br />
Después de un gobierno pacífico de seis años bajaba á la tumba el Conde de Lizárraga, á 5 de Febrero de 1715. Entró á gobernar interinamente la Real Audiencia, tomando el bastón militar el Oidor D. José Torralba, el cual prosiguió las obras empezadas por su antecesor. Deslustró luego su Gobierno con violencias y arbitrariedades tales, que le enajenaron el común aprecio del que en un principio gozara.<br />
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69 —<br />
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Edifícanse los presidios de Labo en la'Paragua y be Zam BOANGA. Cargos al Sr. Torralba. Embajada al reino de SiAm<br />
<br />
Muerte del Gobernador;<br />
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(17 i 7 á i72i). Gobiemo de D, Femando Manuel de Buslámante y del Sr. Arzobispo Cuesta.<br />
<br />
El 9 de Agosto de 1717 entraba á gobernar el Mariscal de Campo D. Fernando Manuel de Bustamante; hombre de mérito en i a milicia. Empezó con resolución protegiendo el comercio y hacienda respetables estos dominios. Era tan eficaz en sus proyectos, que se reputaban violencias, á las que se sujetaba poco la libertad intioducida; lo cual concitaba los ánimos inclinados á tumultos. Puso un trabajo inmenso en los cobros de los que adeudaban á las cajas reales y en las economías que introdujo en todos los ramos.<br />
<br />
La isla de la Paragua expuesta á continuas invasiones de joloanos y borneyes, necesitaba de un presidio para la defensa de sus moradores. Edificóse éste en el sitio de Labo, punta meridional de la Paragua, á instancias especialmente de los PP. Recoletos ministros de Calamianes, También, á instancias repetidas de los PP. de la Compañía de J(sus, volvióse á levantar la importante fortaleza de Zamboanga. Envió una embajada al rey de Siam, la cual fué muy bien recibida, logrando que se concediera terreno para una factoría española en aquel país.<br />
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6<br />
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Varios y gravísimos cargos resuitaban contra la administración del Sr. Torralba, sujeto, según se dice, de i:onducta poco ejemplar y acusado de un destalco de 700,000 pesos. Eu su consecuencia dispuso el Gobernador fuese arrestado en la fuerza de Santiago; lo cual fué tachado de crueldad por los que tenían interés en que no cesasen los abusos. Grande fué el odio que le atrajo la rectitud severa con que procedía. Organizóse contra él una conjuración de la que formaban parte los individuos del Ayuntamiento. La situación en que se hallaba Bustamante necesitaba del apoyo de la Audiencia. No sabiendo qué partido tomar, escribe á Torralb^ en su cárcel: éste, que deseaba á todo trance salir de ella, se prestó á cuanto quiso el Gobernador. Por motivo de ciertas comunicaciones, en las que el Oidor trataba al Señor Arzobispo Cuesta con poco miramiento, hasta amenazarle, éste excomulgó á Torralba, que repi'esentaba la Audiencia. A consecuencia de lo cual Bastamente decretó la prisión de S. lima., del Cabi'do y de los principales religiosos de la Capital. Alarmóse contra esto la ciudad en la que se propalaron rumores los más siniestros, halándose abocada de cada vez más á una conflagración.<br />
<br />
El dia 19 de Octubre de 1719, á las once de la mañana, empezaron á circular por la ciudad gentes de todos estados y condiciones armadas de sables, palos y pistolas. Llenando los aires con gritos de vivas y mueras se dirigian hacia palacio. La guardia que allí estaba nada hizo para impedir que los amotinados subieran las esca'eras; sólo el Gobernador se presentó con sable ceñido y un fusil en la mano. Habiéndole faltstdo éste, echó mano del sable y acometió á la turba. Pero en tan<br />
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desigual pelea es derribado de una cuchillada, cayendo sin sentido. Confesóse allí muy devotaineute y luego tal como estaba llev ironle á la cárcel de corte. Viendo su hijo, que era Gobernador de la fuerza de Santiago que el motin se hab'a apoderado de palacio, monta á caballo y vuela en socorro de su padre. Pero al entrar espada en mano y derribando á cuantos se le oponen, cae él mismo cubierto de heridas y de sangre. Llévanle junto á su padre ^y ambos á dos, sin recibir auxilio alguno de medicamentos y cirujanos, espiraron hacia la misma hora, á las cinco y media de la tarde.<br />
<br />
Así concluyó este Gobernador de genio duro, sí; pero íntegro y celoso por el servicio de su soberano. Pensóse desde luego en dar á alguien el mando, que nadie quería admitir por no aparecer ante la Corte como complicado en el atentado cometido. Por fin el Arzobispo, para evitar consecuencias funestas, aceptó el bastón. Dispuso' se enterrase solemnemente al difunto; señaló 4,000 pesos mensuales para el mantenimiento de los seis hijos que dejó, á los cuales envió más tarde por cuenta del Gobierno á reunirse con sus parientes que se hallaban en N. España; restableció la Real Audiencia, y dispuso que se instruyese una sumaria para averiguar los perpetradores de la muerte de los Bustamantes, la cual fué remitida á Madrid,<br />
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isai^{?ii.i í<br />
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Cesa en el gobierno el I. S. Cuesta; su nueva promoción y su MUERTE. Id. de Torralbá. Expediciones y treguas ejecutadas con los moros.<br />
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<br />
(i72í á i 7 29). Gobierno del [Marqués de Torre-Campo^<br />
<br />
Mientras se encaminaba hacia la Corte la malhadada causa de la muerte del Gobernador, llegaba á estas playas el nombrado para sucederle en el mando, del cual tomó posesión á 6 de Agosto de 1721, Llamábase D. Toribio José de Casio marquésdé Torre-Campo, cesando kego el señor Cuesta» cuya administración no parece fué del todo aceptable á S. M , por cuanto le promovió al Obispado de Mechoacan en Méjico, donde, después de 43 dias de su toma de posesión, talleció á 30 de Mayo de 1724, á la edad de 63 años, llorado de todos cuantos tuvieron el consuelo de tratarle. No así moría en Manila algunos años después el funesto Torralbá; quien, habiendo pasado los últimos dias de su vida entre preso y libre, y reducido á tal miseria, que le obligóla necesidad 4 pedir limosna, fué llevado en una hamaca por dos negros á San Juan de Dios, donde como pobre, sin solemnidad le dieron sepultura.<br />
<br />
Principió y seguía gobernando el Sr. Marqués de Torre-Campo con prudencia sagaz, acomodándose á tiempos y genios, para conservar los ánimos tranquilos. Atendió á la persecución de los moros, que con sus correrías no cesaban de infestar las<br />
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— 73 —<br />
<br />
provincias meridionales, también siete champanes sangleyes arribaron á Calamian el Grande apoderándose del pueblo y robando cuanto pudieron. Formaron^ allí su establecimiento, como en país conquistado, de que informado el Gobernador, despa^chó una armada, que los derrotó de modo, que no ha quedado de ellos memoria. No fué tan afbr-^ tunada otra, que al mando de Carranza se envió contra los moros, pues se le escaparon éstos jde las manos por falta de inteligencia entre los capitanes, teniendo que volver á Manila, después de una expedición tan costosa como inútil.<br />
<br />
El sultán de Joló, sea temor, sea astucia, que es lo más natural en raza tan perversa, entabló negociaciones de paz con nuestro Gobernador, con condiciones tan ventajosas, que se cieyó prudente «1 aceptarlas. Pero duraron ío que duiar puede la fé de un moro, pues poco tardaron las provincias Visayas en verse de nuevo vejadas por esos enemigos del género humano. Lo cual obligó á nuevas prevenciones militares y á tener que enviar nueva escuadra, de cuya expedición no se sabe sino que fué feliz; que ganó la fuerza de la Sabanilla de Tuboc; que se mató mucha canalla, entre ell^'S algunos príncipes y datos y que se formó un tratado de tregua, solicitado por los moros bien castigados.<br />
<br />
Ocho años gobernó este Archipiélago el Señor Marqués de Torre Campo, entregando á su sucesor el mando de una república, que gozaba de un sosiego y de una paz, cual nunca la hubiesct logrado semejante.<br />
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Providercias del nuevo Gobernador. Expediciones contra. MOROS. Incendio. El comercio de Cádiz y el de Manila. Bloqueo. Nuevo Arzobispo.<br />
<br />
(i729 á 1739), Gobierno de D. Femado Valdés y Tamon"<br />
<br />
D. Fernando Valdés y Tamon encargábase del Superior Gobierno de Filipinas en 14 de Agosto de 1729. Era sujeto muy instruido en la milicia, de que dio pruebí^s convincentes en el curso de su gobierno el más dil'itado de todos después del d« D, Sabiniano Manrique de Lara. Aplicóse en reformar el estado de la plaza, proveyéndola de armas» de que estaba muy desprovista. Mandó una fuerte escuadra contra el sultán de Joló, eterno enemigo de los cristianos, á quienes no daba descanso coft sus continuas piraterías. Llegó felizmente la armada y desembarcando su gente, fueron abrasados muchos pueblos, taladas sus sementeras, perdiendo la vida muchos moros en las refriegas, entre ellos dos datos principales. Otro tanto se hizo con los de la isla de Capual, y con los subditos del sultán de Masílog, en el rio grande de Mindanao, aliado de los holandeses, contra quien pidió el socorro de nuestras armas Maulana Diafar, sultán de Tamojitaca^ nuestro aliado.<br />
<br />
Un voraz incendio destruyó por completo los reales almacenes en 17 de Julio de 1733. Hallábanse éstos abastecidos con los acopios que debían conducir dentro de poco dos naos á Acapulco. El<br />
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<br />
— /5 —<br />
<br />
comercio de Manila con esta Ciudad daba justos celos al comercio de Cádiz y de Sevilla, por cuanto el rio de plata, que salia de Nueva España, sólo servía para fecundar la India, la ChiüM y el Japon, teniendo casi paralizadas las graneles manufacturas de seda de Toledo, Sevilla y Granada. Una Real Cédula, de fecha 1734, fijó que el galeón llevase anualmente efectos asiáticos por valor de 500,000 pesos, retornase en plata 1.000,000.<br />
<br />
Los moros, continua pesadilla de nuestro gobierno, no le dejaban en paz un solo instante. Vino á turbar además el sosiego de la Capital un bloqueo en su puerto por una escuadra holandesa, la cual se retiró luego que le fué devuelto un paquebot mercante, apresado por llevar armas á los moros.<br />
<br />
Como ángel de paz llegó á Manila D. Fr. Juan Ángel Rodríguez, consagrado Arzobispo de esla Metrópoli, tomando posesión de su silla á 24 de Enero de 1737. Formalizó la asistencia al coro: impuso el canto gregoriano, haciendo que se instruyesen en él sochantres y tiples, y hasta los capellanes de coro; insistiendo sin cesar en la paz y armo»ia que tanto importa* en estas islas. Murió, puede decirse, víctima de su acendrado amor á la paz y á la concordia, y llorado de todos sin distinción de personas.<br />
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— 76 —<br />
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lai^if ii® M<br />
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<br />
Apresamiento de la Covadonga. Muere rl Gobernador. Er.<br />
<br />
Ilmo. Sr. Arrechedera le sucede. Lkvantamiento en Bai^<br />
<br />
yan. Expedición de Hita. Bautismo del sultán de Joló.<br />
<br />
<br />
<br />
(1739 (i 1750), Gobiernos del Sr. don Gaspar de la Torrey del limo. Señor Arrechedera.<br />
<br />
Año de 1739 I). Gaspar de la Torre se encargaba del Supremo Gobierno de Filipinas. Recorría por este tiempo los mares vecinos una escuadra inglesa al mando del almirante Anson, con objeto de apoderarse de las naos, que venían de Acapulco. Mientras nuCvStra armada enviada en su perserucion la buscaba en las aguas de Mae^o, donde creía encontrarla, la enenaiga acometía á la nao Covadonga junto al cabo de Santo Espíritu^ Resistió ésta é hizo frente á los enemigos con un valor digno de todo elogio, pues no arrió bandera, sino hasta que tuvo á bordo 60 muertos y más de 70 h(M'idos, entre ellos el primero y segundo Comandante; confesando el mismo enemifi:o haber ido los nuestros más allá de lo que exigía el pundonor militar.<br />
<br />
Los reveses experimentados durante su Gobierno postraron de tal modo al Sr. L^torre, que consumido de tétrica melancolía entregaba con resignación cristiana su alma al Criador en 21 de Setiembre de 1745, entrando á gobernar interinamente el limo. Sr. Arrechedera, como Obispo electo deN. Segovia*<br />
<br />
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<br />
— 11 —<br />
<br />
Al tiempo de morir el Señor iLatorre, tenía luga"^ «n alzamiento de Balayan, que á fuerza de armas sujetó el nuevo Gobernador, siendo capturados y pasados por las arníiDS los cabecil! s de la rebelión.<br />
<br />
D. Gerónimo de Hita con otros particulares piden licencia al Gobierno para armar en corso nn navio á cuenta de varios ciudadanos, á fin de molestar al inglés, declarado ya enemigo de España Salen en demanda de los Estrechos donde se encuentran ron un navio británico, con el cual combaten durante nueve horas. Iba ya á rendirse, cuando dejándoje ir los nuestros, so arrojan sobre una balandra, que se descubre allí, mismo; ríndenla y trícenla con su tripulación á Manila, hallándose en el avalúo de su carga por valor de 45.000 pesos.<br />
<br />
Desplegó en su Gobierno el Sr. Arrechedera una actividad tal en promover las obras de defensa de nuestras plazas, cual hubiera podido mostrarla el militar más entendido y resuelto. Y cierto que se hacía bien necesaria, rodeados como estábamos por todas partes de enemigos ingleses y holandeses; y pudiendo fiar tan poco de nuestros aliados de entonces los moros. El 7 de Agosto de 1747 tomaba posesión de la silla Arzobispal D. Fr Pedrp Martínez piadosísimo Franciscano, quien dejó continuar en el mando al Sr, Arrechedera.<br />
<br />
Por este tiempo llegaba á Manila el sultán de Joló Alin-Mudin, como huyendo do su herniano Batilan que decía le tenía usurpado el -trono. Muy agasajado estuvo aquí, y al parecer tan satisfecho, que pidió hacerse rristiano, como efectivamente lo hizo después de instruido suficientemente en nuestra santa religión. Si esto era con la mira de que nuestro gobierno le restituyese en su reino ó si<br />
<br />
<br />
<br />
78 — persuadidos en la capital de que convenía que fuese cristiano el sultán de Joló, á fin de asegurar más esta alianza para lo porvenir, lo cierto es que oran vnrios los pareceres de las personas principales de Manila, no creyendo muchas hubiese sinceridad en las protestas del príncipe Joíoano.<br />
<br />
<br />
<br />
ta^if iL@ f<br />
<br />
<br />
<br />
Nuevo sistema de gobierno, sus frutos. Piraterías de los MOROS. Nuevo Gobernador. Explosión horrible del volcan DE TAal. Armada contra los moros al mando del P. Dugos. Muerte del Gobernador. Su sucesor interino el Sr. Ezpe<br />
<br />
leta, Obispo de Cebú.<br />
<br />
(17 50 á 1761), Gobiernos de D. Francisco José de Obando de D. Pedro Manuel de Arandia y dei limo, Sr. Ehpeleta^<br />
<br />
Aprovechando las buenas disposiciones de ánimo» á las que ?e luibía procurado traer á Ali-Mudin y á ios que le acompnfiaban, en los dos años que permanecieron en M; nila. no parecía inverosímil que hubiesen adelantado algo en pro de la paz nuestras relaciones con el jefe de la morisma. Más la marcha opuesta adoptada por el nuevo Gobernador» no cabe duda que fué parte muy principal, para que fríicasasen tales esperanzas. Era éste D, Francisco J. de Obando y Solis, Jefe de escuadra de las armadas reales, quien tomó posesión del mar do en Julio de 1750. Conforme á lo que es muy co<br />
<br />
<br />
<br />
— 79 —<br />
<br />
mun y tentación cuasi irresistible, halló mucho que reformar é innovar.<br />
<br />
Expediciones infructuosas contra Joló fueron todo el fruto del sistema iniciado por Obando. Gozoso Batilan con sus triunfos, sin que ningún compromiso le ligara con nosotros, echó á la mar sus pancos; é instando á los demás moros á que hiciesen lo mismo, viéronse todas las playas del Archipiélago inundadas de escuadrillas, que llevaban el terror y la miseria á todas partes: siendo la irrupción que tuvo lugar en 1754 la más numerosa que hasta entonces se había visto. Previno el Gobernador una escuadra á fin de imponer respeto á los moros, y apenas había salido, cuando llegaba á estas islss D. Pedro í^lanuel de Arandía, quien tomí^ba sobre sí el cargo de gobernarlas, en Julio del mismo año. Tuvo el Señor Obando una residencia muy penoso; al año siguiente se embarcó para Acapulco, pero muri6 en la travesía sin poder llegar á España.<br />
<br />
En Diciembre de este año de 54 acaeció una erupción del volcan de Táal la más terrible de cuantas se han conocido. Los torrentes de lava» fuego, piedras y ceniza que vomitaba, ensancharon su cráter de tal modo, que mide ahora dos mil as de diámetro. Pero, no siendo aún suficiente esto, reventó por otros varios puntos y hnsta del fondo de la Laguna que lo circunda, se levantaban columnas de fuego, que pusieron en ebullición sus aguas, saliendo medio cocidos á la playa, peces, caimanes y tiburones, Tuatro pueblos inmediatos, entre ellos Táal y Tanáuan, fueron arrasados completamente. Las arenas llovían como agua en nn fuerte aguacero. Manila, distante unas 4o leguas, se vio cubierta de ceniza; los terre<br />
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— 80 —<br />
<br />
molos fueron sin número, y uno de ellos se dice que duró por espnci» de media hora. Quedaroa agostadas á mucha distancia no sólo las yerbas y plantas, más también los árboles. Lo más fuerte de esta explosión duró ocho dias consecutivos, que más bien pueden llamarse noches, á causa de las densas tinieblas, que tenían oscurecido el aire.<br />
<br />
La armada, que el Sr O bando había enviado contra los moros, lo hacía tan mal' que fué preciso quitaile el mando á su Gomaudante Valdes y dárselo al P. Ducós de la « ompañía de Jesús, el cual se condujo tan bizarrameule, que cogió á los enemigos 150 embarcaciones, les destruyó tres pueblos, y cautivando gran número de gente, contuvo el ímpetu de aquellos bárbaros, Celebróse en Manila por Enero de 1755 con un Te-Deum tan fausto aooiitecimienlo, y fué confirmado en el mando ^1 P. Ducós. Trató Arandia con mucha benignidad ^1 rey de Joló, al que había -puesto preso su antecesor; pues habiéndose ya casado, vivía como cristiano.<br />
<br />
Algunas competencias con el Gobernador, junto con sus achaques, í.carrearon en 29 de Mayo de 1755 la muerte del Sr. Arzobispo. Una de las buenas cosas que hizo Arandia fué la expulsión de los chinos infieles, que dejando el cultivo de las tierras se rntregaban el comercio: matando de esta manera el de los filipinos lndispús(»se empero con la Audie:cia y con las órdenes religiosas; y los mismos cuidadanos miraban con malos ojos las reformas á que era tal' vez demasiado inclinado; bien que de todo eslo se echaba la culpa á su privado D. Sanliaffo de Orendain. Causóle tanta pena el verse aborrecido, que en 31 de Mayo de 1759 conoció que se moría, y el dia<br />
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— 81 —<br />
<br />
siguiente recibidos los SS. Sacramentos espiró. Entró á gohernnr interinamente ei Sr. Espelela, Obispo después de Cebú, hasta el 22 de Julia de 1761.<br />
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<br />
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ta^itiü m.<br />
<br />
<br />
<br />
Sitio, entrada y evacuación de Manila por el inglés. Muerta DEL Sr. Rojo. Anda cede el bastón de maoo al nuevo Gobernador Sr. de la Torre.<br />
<br />
(i 761 d 1765) Gobierno de los Sres. Ezpeleta, Rojo y<br />
<br />
Árida y Francisco de la Torre.<br />
<br />
No muchos dias después que Espeleta se había hecho cargo del mando Supremo de Filipinas llegaba de España el limo. Sr. D. Manuel Rojo, quien tomó posesión de su silla á 22 de Julio de 1759. Pretendía también el bastón de mando, que ta» dignamente empuñara el Sr. Espeleta, más' éste no se lo cedió sino en virtud de una Real cédula en que se nombraba á Rojo Gobernador interino; de cuyo cargo se posesionó en 4761. Una de las primeras providencias del Sr. Rojo fué dar libertad á su paisano, el funesto Orendain. Fuera de ésto gobernó por entonces las. islas con muoha paz, hasta la venida de los ingleses, contra quienes no mostró todo el tesen y patriotismo que era de esperar.<br />
<br />
Declarada la guerra entre España é Inglaterra, una escuadra de esta nación se presentó en la bahía de Manila á 28 de Setiembre de 1762, pidienda nada menos sino que le fuesen entregadas todas las islas. Hasta este momento puede decirst que nada<br />
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<br />
tiabia hecho el Gobernador para estar prevenido para un lance que todos era previsto. Contestóse al inglés con la negativa que era de esperar. En vista de lo cual desembarcó éste un numeroso ejército al mando del general l^raper, para íitacar la ciudad. Los pocos indios que á toda prisa se pudieron reunir al mando de a'gunos jefes improvisados,, manifestnron al ejército británico, que no era empresa fácil el apoderarse de una plaza á la que ampara el pabellón español. Óiganlo sino las batidas que les dieron en los campos de Bagumbayan, hasta que encerrándose el enemigo en el fuerte convento de San Juan, puso allí contra la ciudad, sembrada aún de casas de caña y ñipa tan terrible batería que arrojó contra ella 6,000 bombas y 30.000 balas. Abierta una gran brecha en la murallr, donde está al presente la puerta Real, no habiendo en ella quien hiciese resistencia, entró á su salvo el inglés, pues los que con él estaban en inteligencias, mandaron á sus pueblos á los indios, que tan valerosamente peleaban, por más que los prelados de las órdenes religiosas y los buenos españoles aconsejaban al Gobernador resistencia hasta morir.<br />
<br />
Dueños de Manila Draper y %\ almirante Cornik, á fin de atraerse la voluntad de los indios, diéronles á entender que conservaban á Rojo la dignidad de Gobernador. Más, no saliéndoles á su placer semejante treta, hubieron de aliarse con los chinos, moros y toda clase de canalla, hasta dar libertad á los forajidos que se hallaban en las cárceles. Pero esto no sirvió sino para hacer más odioso á los naturales el yugo inglés, á causa de las trocidades, robos y violencias, que á su sombra se permitía semejante chusma. En esto<br />
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<br />
D. Simón de Anda, magistrado de la Audienciar había logrado un nombramiento de Gobernado, Juez visitador de FilipiQfis. Salióse con él y embarcado en una bafica, en compañía de un criado suyo, se dirigió á Bulacan, en cuya cabecf^ra dio el primer grito de independencia, que salvo á Filipinas del pesado yugo británico, y de la pérdida de su amada religión.<br />
<br />
No tuvo poco que hacer Anda en sosegar primero las p^-ovincias, que instigadas por el inglés se iban una tras otra sublevando contra el Gobierno español. Pero con el eficaz auxilio, que le prestaron los PP. Religiosos, logró también á su vez sosegarlas una tras oira. Eíi p^z ya el país, toda su atención y la de su segundo, Bustos, se dirigió á molestar al inglés, á quien, después de alguna salida sin éxito favorable intentada, tenían poco -menos que sitiado por hambre dentro de los muros de Manila. En tan apurada situación se hallaba el enemigo, que fué para él una fortuna el poder entrefar á sus verdaderos dueños las llaves de una ciuad, cuyo dominio les era tan costoso, tomando pretexto de las treguas que se habían firmado entre España é Inglaterra.<br />
<br />
Lleno de pena moría, á 30 de Enero de 1764, el limo. Sr. Rojo, y el 17 de Marzo próximo recibía de mano de Anda en la Pampanga el bastón del mando Supremo de Filipinas el Gobernador interino recien llegado D. Francisco de la Torre, el cual se trasladó á Santa Cruz á la casa de los PP. de la Compañía de Jesús, para recibir allí las llaves de Manila, enviando al Sr. D. Simón de Anda para que en ella hiciera su entrada triunfal. Empezó desde luego el Sr. Gobernador á restaurar el orden y arreglar las cosas que habían<br />
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quedado arruinadas con la guerra. Gobernó con bastante acierto hasta la lleori«da de su sucesor, el Mariscal de Campo D, José Ráon,<br />
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igatif iüL® íf.<br />
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"lídevo gobsftnador y nuevo arzobispo. segundo gobierno de<br />
<br />
Anda. Su muerte edificante.<br />
<br />
(1765 á 1778), Gobieimos de los Sres. Raon, Anda^<br />
<br />
y Sarrio,<br />
<br />
En Julio de 1765 tomaba posesión de su cargo el Gobernador propietario Sr. Ráon, de quien^apéñas se oirece que decir, pues no sólo no coadyuvó al reparo de los quebrantos que sufrió la capital en la pasada guerra, más ni siquiera trató de castigar á los piratas moros, conforme se le encargaba en una Real orden de 34 de Julio de 1766. También en 22 de Julio de 1769 entraba á gobernar la diócesis el limo Sr. D. Basilio Sancho, presentado por Carlos 111, y tenido por los de su corte como hombre muy idóneo para llevar á cabo los planes que meditaban. Como prelado promovió sus derechos, fomentó la clerecía, adornó la catedral y presidió el Concilio Provincial, que aun no ha obtenido su total aprobación.<br />
<br />
Llegó, para relevar en 1770 á D. José Ráon, D. Simón de Anda y Salazar, el cual, según refiere un historiador, lo halló todo en el mismo estado, en que lo habían dejado los ingleses. Hizo sufrir á su antecesor una residencia severa, concluyendo por meterle en una prisión donde murió, tal vez de pesadumbre, como muy bien puede<br />
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— 85 —<br />
<br />
creerse. Con la actividad que le era propia, puso Anda en buen estado de defensa la capital, restauró la marina; envió una escuadra con el fin de desalojar al inglés de la isla de Balambágan, cedida por el sultán de Joló á la Compañía de la india, empresa que malogró la imprudencia del jefe Juan Camelli, que mandaba la armada. Este, en vez de ser castigado por Anda cual merecía, tomó posesión del empleo, que le vino durante su ausencia. Basco le envió más tarde á N. España bajo partida de registro.<br />
<br />
Los laureles alcanzados por Anda en su primer gobierno, quedaron no poco deslustrados con la apasionada antipatía, que mostró contra los religiosos, en especial contra los PP. Agustinos; sin cuya eficaz cooperación, hubiera intentado en vano oponerse á la dominación inglesa. Desplegó también, secundado por el Sr. Sancho, un celo digno de mejor empresa en la expulsión de Filipinas de losPP. de la Compañía; aunque en esto obró conforme á las órdenes apremiantes, que tenía del Gobierno de Madrid. A consecuencia de éstas tuvieron los PP» que abandonar á sus amados indios, sin que les fuese permitido llevar consigo cosa ninguna. Fomentó la agricultura y el comercio, entablando en Batavia relaciones comerciales, y estableciendo el consulado y junta, ó sea, tribunal de comercio. No todas sus medidas sin embargo merecieron el Real aprecio. Murió por fin, cristianamente en el hospital de Cavite, el 30 de Octubre de 1766, La posteridad agradecida le ha erigido el glorioso monumento que se vé en el llamado makcon del mr de Manila, además de otro que tenía ya en la cabecera de la Pampanga desde 1851. Lleva tambiem su nombre una de las calles principales.<br />
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7<br />
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— 86<br />
<br />
de la capital. El teniente de Rey, D. Pedro de Sarrio, gobernó interinamente hasta Julio de 1778.<br />
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<br />
Categoría del nuevo Gobernador, sus cualidades. Obeas<br />
<br />
QUE EMiniENDIÓ. El TABACO. REPARACIONES. PROYECTO<br />
<br />
DE MaRQUINA.<br />
<br />
(1778 á 1793). Gobiernos de Basco ^ Sarrio (interino) y<br />
<br />
de Barenguer.<br />
<br />
D, José Basco y Vargas entró á gobernar el Archipiélago en Julio de 1778, no siendo más que simple capitán de fragata, lo que fué motivo de no pequeño disgusto para la Real Audiencia, teniendo que ser presidida por un sugeto» á quien aquellos Sres. consideraban como de categoría inferior á la suya. Sus solas cualidades á cual más revelantes, le merecieron el alto puesto que vino á ocupar en este Archipiélago. Dedicóse ahincadamente desde un principio á regenerar las islas, fomentando en ellas la agricultura, notante con teorías y lecciones, cuanto con la práctica; proporcionando medios de toda clase, como son instrumentos de labranza, semillas y plantas; ofreciendo recomf-ensas á los que se aventajasen; lo mismo que á los que levantasen fUbricas de seda, linos, algodones, porcelanas y de todo cuanto r;os viene de los países vecinos; á los que se dedicasen á la explotación de las minas; á los que presentasen inventos útiles, y á los que sobresaliesen en las ciencias y en las artes. Mejoró las escuelas y reanimó el comercio nacional. Llevó<br />
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— 87 —<br />
<br />
á cabo la reducción formal de las islas Bata^ nesy fundándose en memoria suya la población de Santo Domingo de Basco, cabecera de todas ellas.<br />
<br />
Temiéndose fundadamente un nuevo ataque por parte del inglés, puso la plaza de Manila en el mejor estado de defensa que pudiera desearse. Esto fué sin duda la causa que hizo desistir al «nemigo de intentar la empresa. Fundó, no sin tener que vencer grandes dificultades, la Sociedad Económica, á fin de secundar el desarrollo del comercio, agricultura é industria. Habiéndose aconsejado varias veces á nuestrosj monarcas el desamparar estas regiones por lo muy gravosas que se hacían al Real erario, éstos jamas la consintieron, prefiriendo la salvación de tantas almas á toda granjeria, que del país reportarse pudiera. Basca trató de hacer más llevaderos dispendios semejantes, fomentando la plantación del tabaco y estancándolo en la Isla de Luzon, lo cual ha venido hacer como la base de la riqueza de la Hacienda pública.<br />
<br />
Hizo que se crease la Compañía de Filipinas para dar mayor impulso al comercio, y esto precisamente le acarreó la aversión de los comer. eiantes de Manila, que en sus miras mezquinas no veían otro comercio posible más que el de las Naos. Limpió el país de ladrones y forajidos por medio de su famosa institución, llamada Acordada, que sin ser menos eficaz y segura, era tal vez más económica que la de los gendarmes. Empezó á restablecer en sus curatos á los religiosos, que habían sido separados de ellos por los reformadores pasados. Recibió de los hombres en pago de todo esto indiferencia, envidias<br />
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— 88 —<br />
<br />
y calumnias. Disgustado y desabrido regresó tila Península á fines de 1787, habiendo antes entregado el mando interino al mencionado ya Don Pedro de Sarrio, que duró hasta 4788, dejanda una grata memoria en los interregnos de su administracion.<br />
<br />
Vino á gobernar en propiedad D. Félix Berenguer y Marquina en Julio 1788. Reconocen todos en él gran capacidad administrativa y conocimiento del país. Propuso al Gobierno de la Metrópoli el reformar el sistema de los alcaldes mayores en las provincias, asignándoles sueldos correspondientes, y con escala de unas á otras. Otros muchos proyectos presentó, á cual mejores, para la prosperidad del país, sin que llegasen los más de ellos á verse realizados: achaque añejo, por lo visto, en Filipinas. Marquina fué acusado de vender empleos; sufrió una dura residencia, saliendo multado en Madid en 40,000 pesos, Pero, rehabilitada más tarde, se le nombró Virey de Méjico. Repartid muchas limosnas entre pobres y enfermos.<br />
<br />
<br />
<br />
89 —<br />
<br />
<br />
<br />
©aipiiTDií^ li.<br />
<br />
<br />
<br />
^^*^»t»0»**t»<br />
<br />
<br />
<br />
l^l]£VO EXPRDIENT£ PARA CONCILIAR LA AMISTAD DÉ LOS MOROS SU INEFICACIA. El BaRGKLÓ FILIPINO. PERFIDIA DEL MlNDANAO.<br />
<br />
Tratado de paz con éstr. Sublevaciones en el Norte<br />
<br />
DE LUZON.<br />
<br />
/Í793 á Í8Í3). Gobiernos de D, Rafael if.« de Agui-^ iar^ de D, Mariano de Fulgueras y de D, Manuel G. de<br />
<br />
Aguilar.<br />
<br />
D. Rafael María de Aguilar, caballero sumamente generoso y espléndido, según las tradiciones de Manila, comenzó su gobierno en Agosto de 1793, y Sil primera atención fué concluir con los piratas moros. Empezó por probar á estar con ellos en buena armonía. En los consejos que tenía sobre ^«ste asunto, suplicaba á cada uno dijese con franqueza lo que sentía, dispuesto siempre á seguir el dictamen que se aprobase, cualquiera que fuese su ^utor. Calculábase que entrarían anualmente en Joló le 400 á 500 cautivos de ambos sexos y de toda edad; víctimas desgraciadas que después de haber servido á la codicia de los moros, eran vendidos • cuando viejos á bárbaros infieles de Sandaca, quienes los sacrificaban según su impía costumbre á los manes de los que morían entre sus familias.<br />
<br />
El sistema de conciliación empleado por Aguilar €on los moros no tuvo por desgracia más lisonjero éxito que el de rigor, que habían usado sus antejesores. Antes pareció servir para dar mayor audacia al mahometano siempre fementido, llegaada<br />
<br />
<br />
<br />
— 90 — su fiudacia hasta introducirse en nuestra bahía de Manila, donde hacía nocturnas sorpresas en los pueblos playeros; como sucedió por este tiempo en el de'Malate, donde fueron arrebatadas y llevadas cautivas mas de veinte personas de Pasay que venían de un mortuorio. Por estos mismos piratas sabían los sultanes y datos de Joló los aprestos V salidas de nuestras armadillas y dando avisa i sus vintas se escondían éstas á tiempo, dando lugar Á que nuestros bajeles encontrasen limpio el paso, sin parico ninguno de moros,<br />
<br />
Habia en aquel tiempo un oficial de marina sutil llamado Gómez, quien derrotó á los moros en cuantos encuentros tuvo con ellos. Teníanle ya extremada temor, con lo que sólo conseguía que huyesen de él, Al' morir Gómez dijo el Rey al general Aguilar que ésta era una pérdida que no tenía reemplazo, y era comunmente llamado el Barceló de Filipinas. El sentir de ese valiente patricio era que si hubiese fuerzas suficientes para exterminar á los moros, éste era el recurso que debía adoptarse al punto, por no poder sacarse de ellos otro partido. Ni siquiera el canje se pudo obtener de los moros, que en Manila había, con los cristianos cautivos de Joló, aun cuando se llegó hasta el punto de ofrecer cuatro moros por un' cristiano, viéndose Aguilar en el extremo de tener que darles libertad, por hacerse demasiado costosa su manutención.<br />
<br />
No se portaba con mayor humanidad el sultán de Mindanao. En 1797 fuéle enviado á guisa de embajador un teniente llamado Arcillas, el cual filé horriblemente alanceado, después de hacerle padecer martirios los más atroces. Lejos de dar satisfacción por atentado semejante, en 1798 apre« saron por traición los mindanaos una goleta. Ha<br />
<br />
<br />
<br />
— 91 —<br />
<br />
mada San José, qpe se hallaba fondeada en Tavitavi. Una escuadra inglesa quiso, este mismo año, apoderarse de la plaza de Zamboanga, donde habiendo desembarcado fué rechazada con tal bizarría por nuestro presidio, que hubo de reembarcarse á despecho suyo, contentáníJose con arrojar desde sus buques sendas andanadas contra la fortaleza que no había podido conquistar. La filantropía inglesa llegaba por entonces hasta el punto de instigar á los moros, á que nos saqueasen; y en efecto, el 10 de Julio, 24 pancos entraron en Baler, y al retirarse llevaron 450 cautivos, entre ellos dos religiosos, teniendo ya á bordo 800 que habian cautivado en otros pueblos.<br />
<br />
De orden de S. M. fué suprimido en 1802 el arsenal llamado de la Barraca, á causa de las sumas exorbitantes que en él se consumían. Habiendo abandonado el inglés en 1805 la isla de Balambángaii, de la que se posesionaron pocos anos antes celebróse inmediatamente un tratado de paz entre el Gobierno de Manila y el sultán de Mindanao, por el cual éste se comprometía A no permitir que ningún extranjero se estableciese en sus dominios, sin el consentimiento del Gobierno español.<br />
<br />
En Agosto de i 806, D. ?TÍariano Fernandez Folgueras reemplazaba en calidad de interino al Sr. Aguijar. Dunínte su gobierno tuvo lugar una sublevación de indios descontentos, año de 1807, en el norte de Luzon, la cual fué felizmente apaciguada por la paternal intervención de los PP, Ministros de aquellas misiones. Vino á gobernar el Archipiélago, en Marzo de 1810, D. Manuel González de Aguilar. Al año siguiente intentaron unos, indios mal aconsejados apostatar de la religión crisr<br />
<br />
<br />
<br />
— 9í —<br />
<br />
liana haeiendo causa común con los infieles de los montes de Cagayan, más no lograron seducir ú los indios fieles.<br />
<br />
<br />
<br />
Promulgación de la Constitución de Cádiz; su abolición. Tumulto POPüLAtl contra los EXTRANJEROS. SUBLEVACIÓN NOVA<br />
<br />
i.ES. Expedición contra los moros. Reducción de tribus rb<br />
<br />
BELDES D£ BOHOL.<br />
<br />
<br />
<br />
(18í3á 1830). Gobiernos de los Sres, Gardoqui, Folgut' ras (interino.) Martínez y Ricafort,<br />
<br />
<br />
<br />
En Setiembre de 1813 tomaba las riendas del Gobierno Superior de Filipinas D. José Gardoqui de Jaraveitia. A principios del año siguiente publicóse también en este país la infausta constitución de Cádiz, que, como en España, fiíé la verdadera manzana de la discordia; por cuanto su primer efecto fué alborotar la imaginación de estos sencillos naturales, quienes, al oir lo dé; igualdad de todos los españoles; se creyeron dispensados de pagar tributo. En vano se esforzó Gardoqui en explicarles el decreto constitucional; los motines y alborotos cundieron en varias provincias, pero sobre todo en llocos, donde corrió mucha sangre; se cometieron saqueos y atropellos de personas las más respetables, y en este aprieto, como en casi todos los de su origen, no se recobró la paz sino por medio del ascendiente benéfico, que ejercen los RR. PP. Curas sobre sus feligreses.<br />
<br />
Vino al poco tiempo el nuevo decreto expedido<br />
<br />
<br />
<br />
— 93 —<br />
<br />
^n Valencia, aboliendo la Constitución del año 12; más esto, en lugar de tranquilizar los ánimos, RO sirvió sino para exaltarlos más; llamándose los indios á engaño, y creyéndolo una superchería, para persuadirlos á que siguieran como ántesi. No podían ellos concebir como en tan poco tiempo hubiese el Gobierno de Madrid expedido dos decretos tan opuestos entre sí.<br />
<br />
En Diciembre de 1816 volvía á encargarse del «iando interino el Sr. Folgueras, que lo conservó hasta la venida de D, Juan Antonio Martínez, en 1822. Con ocasión del cólera que apareció en 1819, ^l^unos mal intencionados, como sucedió en Ma* dnd quince años más tarde contra los religiosos» persuadieron al populacho que los extranjeros y los chinos envenenaban las aguas. El recuerdo de lo sucedido en 1762, cuando la invasión inglesa» dio ocasión á que los naturales tratasen de vengarse de lo que entonces padecieron. Kbrios pues de furor sacrificaron á 28 extranjeros y gran número de chinos, saqueando sus casas, hasta que Folgueras se determinó á poner fin á tan bárbaro desahogo popular. Este infeliz, Teniente de Rey, murió vilmente asesinado en la escalera de su propia casa en la sublevación militar, llamada de Novales, que tuvo lugar en 3 de Junio de 1823. El. motivo de ésta parece haber sido entre otros, el descontento de los oficiales del ejército, que servían en Filipinas, por ver paralizados sus ascensos á causa del gran número de aquellos, que consigo trajo el Gobernador Martínez. La asonada fué amenazadora, y hubiera tenido consecuencias gravísimas, á no haberse do' minado el motin con la brevedad con que se hizo; pues el dia 5 estaba ya apaciguada la Capital, publicando ün bando de amnistía.<br />
<br />
<br />
<br />
— 94 —<br />
<br />
El Gobernador Martínez era reemplazado e» el mando superior, en Octubre de 1824, por el Excmo. Sr, D. Mariano Ricafort. Envió á Joló una escuadra, la que no habiendo podido desembarcar, dirigióse á Mindanao, donde entregó á las llamas gran númeix) de poblaciones mpras. El dia 26 deOctubre de este mismo año sintióse uno de los más fuertes temblores, que aquí se hayan experimentado. Derribó varias iglesias, casas particulares y los cuarteles. Lá guarnición acampó debaja de tiendas fuera de la ciudad. Un huracán, qiW sobrevino el 1.** de Noviembre, barrió el campamento, se llevó los techos de las casas que habían quedado, y dio al través con seis buques surtos^ en bahía. El 9 de Noviembre de 1828 repitióse otro temb'or, que sin embargo de ser recio, causó menos estragos que el pasado. El 7 de Mavo de 1827, D. José Lázaro Cano, Alcalde mayor de {kbú, se embarcó con 1,100 hombres por orden de Ricafort, para sujetar las tribus rebeldes, que vagueaban por los montes de Pohol. Logró por fin reducirlas con la cooperación del P. Miguel de Jesús recoleto y del P. Julián Bermejo agustino. Con motivo de una nueva conspiración, llamada de los Palmeros,, se instaló la guardia de policía, v, á petición del jefe sub-inspector Camba, se mandó de España el regimiento expedicionario de Asia, el cual llegó á Manila en 1830,<br />
<br />
<br />
<br />
— 95 —<br />
<br />
<br />
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í^i^ifüLi 11<br />
<br />
<br />
<br />
Establécese óyiden én el sekvicio de correos. Expediciones. Sublevación de Apolinario. Meioras materiales. Ocupación de la Isabela de Basílan.<br />
<br />
•<br />
<br />
(i830 á 1844), Gobiernos de los Excmos: Sres. Enrile, de Torres^ de Crame^ de Salazar, de Lardizabal^<br />
<br />
de Oráa y de Alcalá.<br />
<br />
El Excmo. Sr. D. Pascual Enrile se encargaba del Gobierno del Archipiélago en Diciembre de. 4830. Desplegó actividad suma en abrir vías de comunicación, tan necesarias en el país; estableció . el orden en el servicio de correos; sirviéndose para el objeto de su inteligente y laborioso ayudante D, José María Peñaranda, nuevo Salcedo de los tiempos modernos, que á la edad de 24 años recorrió todo Luzon é islas Batanes, dejando trabajos y recuerdos, que harán siempre grata su memoria en Filipinas. Hízose en su tiempo la carta geográfica de Filipinas; y promovió la venta del tabaco.<br />
<br />
«Ha sido por algunos tachado de violento, pero nadie podrá decir qne estuvo ocioso» dice el Sr. don Sinibaldo Mas,<br />
<br />
Sucedióle en el gobierno el Sr. D. Gabriel de Torres, en Marzo, en Abril D. Joaquín Crame, interino, y á éste, en Setiembre del mismo año de 1835, el Excmo, Sr. D, Pedro A. Salazar, interino también. Poco conocedor éste de la índole perversa de los moros, envió para atajar sus piraterías, al capitán de fragata Sr. Halcón, el cual celebró con su majestad joloana un tratado de comercio, tan irrisoria<br />
<br />
<br />
<br />
— 96 —<br />
<br />
como los celebrados antes, y como cuantos se celebren en adelante con gente semejante. Poco más feliz fué la expedición para reducir á los infieles, que viven en los montes, encomendada por el mismo Sr. Salazar al comandante Galvey. Habiéndose escogido una estación, en concepto de éste, poco favorable, sucedió lo que era de temer, que las lluvias á la sazón continuas, ocasionaron tantas enfermedades en la tropa, que hubo de desistirse de la empresa.<br />
<br />
Relevó al Sr. Salazar en Agosto de 1837 el Mariscal de Campo Sr, D, Andrés María Camba, quien á los 16 meses de mando fué llamado á España. En su tiempo se redactó la Guia de Forasteros. El Excelentísimo Sr. D. Luis Lardizábal le reemplazaba en 30 de Diciembre de 1838. Sujeto sumamente pacifico y de tan extremada modestia, que no tenia taparo en confesarse á sí propio como inadecuado para A puesto que ocupaba. No así su sucesor el Excmo. Sr. D, Marcelino Oráa, quien tomó á su cargo el superior gobierno de Filipinas en Febrero de 1841. Su actividad y afición á los negocios contrastaban singularmente con el carácter tan distinto de su antecesor, pues para él la mesa, el paseo, la tertulia, toda era oficina, ocupado siempre en preguntar y enterarse de todo lo concerniente al gobierno que desempeñaba.<br />
<br />
En 1841 un tal Apolinario, ex-donado de S. Juan de Dios, tenía organizada en las provincias de lavabos y la Laguna una afiliación de indios que bajo el pretexto de la devoción á San José, premeditaba una insurrección, en la qiíe debia proclamarse al dicho Apolinario emperador de los tagalos. Habiéndose levantado el grito de rebelión en ígsáuan, salió el alcalde de la^provincia. Ortega, acompañado de dos religiosos Franciscos y algunos guardas y cua<br />
<br />
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<br />
— 97 —<br />
<br />
drilleros, con ánimo de reducir á razón á los alzados^ Mas éstos les hicieron resistencia, quedando en la refriega herido y prisionero Ortega, á quien después acabaron. Envióse contra ellos una columna al mando del coronel Huet, quien, llegado al punto, donde se habían parapetado, les ofreció tres dias de tiempo para que se rindieran. Alucinados con los prodigios que Apolinario les vaticinaba habían de verificarse en su favor, salieron á batirse alegres y bailando, conforme al uso de los pueblos asiáticos. Pero, apenas vieron caer algunos muertos, volvieron las espaldas y echaron á huir. Saltó luego. la tropa los parapetos, donde acuchilló desapiadadamente á más de 240 de aquellos infelices ilusos, y con esto quedó terminada la facción. Pocos dias después fué cogido el mismo Apolinario y pasado por las. armas con otros muchos que iban cayendo en manos de la justicia.<br />
<br />
Irritados los soldados del Regimiento del Piey acuartelado en Malate, el cual se componía de soldados Tayabas, al ver tantas ejecuciones contra sus paisanos, sublevóse en 1843, y dando muerte al capitán de guardia, dirigióse á la fuerza de Santiago, atacando por la parte *del rio. Pero defendiéronla valerosamente dos medias brigadas acuai teladas allí, una de Pampangos . y otra de Camarines^ los cuales derrotaron completamente á los rebeldes.<br />
<br />
En 12 de Junio de 1843 relevaba al Sr. Oraá el. Teniente general D. Francisco de P. Alcalá. Tan activo como su antecesor, excedíale en rigidez de principios. Presentábase en las oficinas de gobierno á exigir cuenta de lo que los diversos negociados hubiesen despachado. Vez hubo en que bailando, que éstos no habían cumplido con su deber, detuvo en ellas á los oficiales hasta tanto qua<br />
<br />
<br />
<br />
— 98 —<br />
<br />
hubiesen terminado los expedientes que tenían encomendados. Promovió en grande escala los intereses materiales del país. A él se deben, entre otras mejoras, las calzadas que unen la Pampanga ^on Pangasinan, é llocos con Cagayan, cuya ejecución cometió á sujetos dignos de su coiífianza: ocupó la isla de la Isabela de Bastían, sujeta hasta entonces á los moros.<br />
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<br />
.4<br />
<br />
<br />
<br />
LIBRO CUARTO<br />
<br />
<br />
<br />
ÉPOCA DE ADELANTAMIENTO,<br />
<br />
(1844 A 1876.)<br />
<br />
<br />
<br />
ia^if ii® L'<br />
<br />
<br />
<br />
I\efoumas útiles. Conquista de B.vlangüingüí. Piuheros<br />
<br />
VAPORES DE GUERRA EN FlLIPáNAS. MONUMBNTO DE MaGALL\NKí.<br />
<br />
1 1844 á 1849) Gobierno del Conde de Manila, Vizconde<br />
<br />
de Clavería.<br />
<br />
La isla de Basüan, ocupada por Alcalá, fué puesta en esfado de defensa por su sucesor el Excmo. Sr. D. Narciso Clavería, que entraba á gobernar en 16 de Julio de 1844. Hombre de grandes dotes de gobierno y uno de los más célebres y entendidos generales que han regido los destinos de estas islas. Ordenó, en decreto de 21 de Noviembre de 1844, que la cuenta de los años fuera uniforme con la de» Europa y América; pues aquí desde el tiempo de la conquista se contaba uu<br />
<br />
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— 100 —<br />
<br />
dia mas adelantado: y asi al mes de Diciembre de 4844 se le suprimió el dia 31, para que resultase la cuenta que en el dia se lleva. En 30 de Enero de 1845 salió á visitar las provincias del Sur de Luzon, verificando lo mismo más tarde á todas las demás provincias. Un voraz incendio en 17 de Enero de 1847 reducia á pavesas los arrabales de Sta, Cruz, Quiapo y Sibacon.<br />
<br />
La isla de Balavgidngui era dé mucho tiempo madriguera de moros piratas y depósito de sus rapiñas, desde donde salían á robar y cautivar no sólo en las Visayas mas también en la misma Luzon. Resolvióse Clavería ir en persona á conquistarla y hacer un escarmiento con aquellos bárbaros. Hízose á la vela á 5 de Febrero de 1848 con 650 hombres, en una escuadra compuesta de 3 vapores de guerra, 2 goletas, 6 falúas y 8 lanchas cañoneras. Encontró en la morisma una feroz y obstinada resistencia; para animar á sus soldados se avalanzó él mismo á arrimar las escaleras al fuerte para el asalto. Estimulados éstos con tal ejemplo de intrepidez, se lanzaron como leones denti'o de los fuertes enemigos, apoderándose de todos ellos, apesar, de lo perfectamente artillados que se hallaban. Dieron muerte á 450 piratas, por no haber querido rendirse, por más instancias que les hizo el e^enerah<br />
<br />
En el fuerte llamado Sipac empezaron los moros á matar á sus mugeres é hijos para que no cayesen en manos del vencedor; á lo que se interpuso el General salvando la vida á más de 300 raugeres y niños que iban á perecer al filo del cris. Fueron libertados más de 200 cautivos; entre ellos muchos holandeses de Java, á quienes ofreció Clavería trasladarlos á su país; pero ellos<br />
<br />
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101 —<br />
<br />
prefirieron seguir á su generoso libertador á Manila. Arrasáronse 7 pueblecillos y las cuatro fortalezas de BalanguigiiU Sipac, Sungap y Bocotingol, donde se encontraron 124 cañones ele calibres diversos; fueron destruidas 150 embarcaciones moras, talándose el país, con objeto de hacerlo inhabilitable á aquell^^s hordas crueles.<br />
<br />
Por esta conquista tan importnnte para la seguridad de las cristiíindades de Visayas y Mindaiiao, mereció Clavería Título de Castilla con la denominación de Conde de Manila v Vizconde de Cíavería, del cual le hizo merced S. M. la Reina Isabel II en dos de Mayo de 1848 para sí y sus sucesores legítimos. El Ayuntamiento de Manila le hizo el presente de una espíala y bastón de mando: y Su Excelencia á su vez entregó á dicha corporación para que los conservase la espada y bastón que usó en dicha campaña.<br />
<br />
Para servir el correo del Sur por medio de vapores, mandó construir en Inglaterra los tres primeros vapores de guerra, que surcaron estos mares, cuyos nombres eran: Reina de Castillo, Magallanes, y Elcano. Creó el cuerpo de Seguridad pública y dispuso el Reglamento de servidumire doméstica. Promovió la suscrícion para erigir el esbelto y clásico monumento de Magallanes; el que inauguró en 848 frente á la puerta que lleva también este nombre. En decreto de 21 de Noviembre de 1849 ordenó el cambio de apellidos de la mayor parte de los indígenas, pues por ser muy poco variados introducían gran confusión para poder distinguir unas familias de otras. Teniendo por fin que regresar á la Península á causa del mal estado de su salud, hizo entrega del mando tan dignamente ejercido, al General S."" Cabo D. Antonio Blanco en 26 de Diciembre de 1849.<br />
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8<br />
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— 102 —<br />
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<br />
pai. ÍPlilí^l^lHlíll ftSY, m o<br />
<br />
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<br />
^/ék^l IJI ^4U'^ (ga<br />
<br />
<br />
<br />
INMIGRACIÓN CfíINA. El BaNCO EsPASOL FILIPINO. SUSPBN* SiON DEL TiniilNAL DE COMERCIO. CONQUISTA DE JOLÓ*<br />
<br />
Mejoras.<br />
<br />
(1849 á i854). Gobíeymo de los Sres. Blanco, interino. Marqués de la Solana y Montero, interino.<br />
<br />
Después de un interregno de seis meses, en el que legó recuerdos muy gratos para el país el Gobernador interino D. Antonio Blanco, llegaba á Manila, dia 26 de Junio de 1850, D. Antonio de Urbiztondo, marqués de la Solana, nombrado por Real decreto de 28 de Enero del mismo año Gobernador Capitán General y Presidente de la Audiencia de las islas Filipinas, tomando posesión de su cargo el 29 de Junio. Venía precedido da una gran fama como militar valiente y distinguido, y le dio nuevas creces y lustre mayor como hombre de gobierno, tanto en la administración civil, como en la económica, atendió mucho á castigar abusos, para depurar á ambas de funcionarios y prácticas inconvenientes.<br />
<br />
La agricultura, que en sentir de las personas más prácticas y mejor intencionadas con respecto ' al adelantamiento y prosperidad del Archipiélago, es y ha de ser en todos tiempos el manantial perenne de su riqueza, fué atendida por esta celosa autoridad, accediendo á los deseos manifestados por los hacendados principales, á fin de que se introdujeran colonias de chinos labradores, ya que<br />
<br />
<br />
<br />
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<br />
loa naturales son insuficientes por sí solos para darla todo el impulso que se merece. Si tan prudente medida no ha llegado á dar los resultados» que era de esperar, atribuyase no á otra cosa sino á la inobservancia del sencillo reglamento, que para el objeto fué publicado con fecha 5 de Agosto de 4850. Si bifen es verdad que pudo también contribuir á ello el haberse permitido pocos meses después la inmigración de sangleyes, cualquiera que fuese la profesión que quisieran abrazar. Y bien sabido es que éstos, no menos que los naturales, huyen de las penosas faenas del campo» para dedicarse á lo que es su ocupación favorita» «1 tráfico y la tienda.<br />
<br />
Otra de las acertadas disposiciones, que por -este tiempo se dieron, y que debía contribuir no poco para el fomento de los intereses materiales, fué sin duda alguna el establecimiento del Banco Español Filipino de Isabel II, el cual, dirigido hasta nuestros dias por personas entendidas y de toda probidad, goza de un crédito tal, que le pone al nivel de los más afamados. Bien necesaria era semejante institución, cuando las obras pías, que hasta aquí suplieran la falta de aquél, habían venido muy á menos, debido esto en graa parte á la falta de buena administración, que en ellas se observaba. No tan acertada ha parecido á personas competentes la suspensión del tribunal de Comercio, decretada en 22 de Diciembre de 4851 **en atención", como se dice en el preámbulo de dicho decreto, "á ser insuficiente el número de personas que reúnen la aptitud legal necesaria.*' cuya aptitud se reconoció en el alcalde de Tondo, hoy Manila, por el mero hecho de ser letrado.<br />
<br />
<br />
<br />
— 104 —<br />
<br />
No fué el archipiélago Filipino estéril en laureles para el caudillo, que tan gloriosos los conquistara en la Península. Joló, ese Cartago de ¡VíaDíla, (si es que á tal categoría merece ser elevada), había provocado por la milésima vez la justa indignación de los Filipinos, perseverando tenaz en sus violencias y perjurios. Creyó Urbiztondo que era llegado el caso de castigar cual convenía sus atentados y piraterías, demoliendo y devastando el alcázar de tantos latrocinios.<br />
<br />
Salió pues en 11 de Diciembre de 1850, para el Sur del Archipiélago con un ejército y escuadra imponenle. El 28 de Febrero siguiente hallábase en las aguas de Joló; y habiendo distribuido su gente, conforme á los grandes conocimientos estratégicos que le distinguían, dióse con felicidad el asalto este mismo dia; cayendo en su poder ocho fuertes con 130 piezas de artillería, municiones y otros efectos de defensa. Fueron reducidas á cenizas las fortalezas y parte de la población que lasrodeaba, entregándose el Sultán Mahomat á la má& vergonzosa fuga. En este asalto cayó mortalmente herido víctima de su celo el P. Pascual Ibañez, agustino recoleto, que se distinguió entre los demás por su arrojo, á fin de inspirar valor á los Visayas, que formaban parte del ejército conquistador.<br />
<br />
En 21 de Marzo siguiente el ejército expedicionario entraba victorioso en Manila, cuyo Ayuntamiento entregaba á su digno caudillo, como presente y memoria de este hecho glorioso de armas,, una espada y bastón de mando.<br />
<br />
Un recio temblor afligía á los habitantes de Manila en 16 de Setiembre del año 1882 á las siete de la tarde. Vínose abajo el techo del magnífico templo de la Compañía, y parte del cuartel anexo^<br />
<br />
<br />
<br />
— 105 —<br />
<br />
dejando mal parados otros edificios. Desde esta noche, mandó el Capitán General que no se cerrasen las puertas de la plaza, como se hacía antes al toque de las oraciones, si no es la del Parían, que cerraban á las once de la noche. Desde el dia 4 de Enero de este mismo año quedaba abierto al público el magnífico puente colgante sobre el Pásig, enlazando la ciudad de Manila con los arrabales; bien necesario por cierto, cuando sólo uno existia hasta el presente, á pesar del sin número de personas y de vehículos, que diariamente cruzan por aquella via. Para el mejor aseo de las calles se abrieron alcantarillas en la ciudad murada; y mandóse colocar en el monumento de Magallanes el primer para rayos como prueba. Por fin, en decreto de 7 de Diciembre de 1833, establecióse el porte y previo franqueo de la correspondencia interior de las islas. Habiendo el Sr. Urbiztondo presentado dimisión de su cargo le fué aceptada, entrando á gobernar interinamente el segundo Cabo Excmo. Señor D. Ramón Montero, dia 20 de Diciembre de 1853, después de haber prósperamente ejercido el supremo mando por espacio de 3 años y 6 mesesl<br />
<br />
<br />
<br />
— 106 —<br />
<br />
<br />
<br />
@ai^itiii<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
l^ROYECTO DEL AYUNTAMIENTO DE MANILA PARA LEVANTAR. UNA ESTATUA Á ISABEL II. VAPORES CORREOS. INCENDIO DE<br />
<br />
ToNDO Una sublevación felizmente sofocada. Calamidades<br />
<br />
PÚBLICAS en la provincia DE MaNILA, MeJORAS. Un HURACÁN.<br />
<br />
(Í854 á 1857), Oobiemos de los Sres. Marqués de NovalicheSf Crespo y Montero^ interino*<br />
<br />
Con el cargo de Gobernador Capitán General y Superintendente subdelegado de Hacienda tomaba posesión del Superior Gobierno de Filipinas en 2 de Febrero de 1854 el Teniente General D. Manuel Pavía, Marqués de Novaliches. Animado el Excelentísimo Ayuntamiento de los más gratos sentimientos para con su amada Reina Isabel \l ia bondadosa por los favores que de su generosa mano recibiera, propuso al General el pensamiento,, por toda la corporación concebido, de erigirle una estatua, que perpetuara entre los Filipinos la memoria de su Augusta Soberana. Accedió de buen grado el Sr. Marqués, disponiendo se abriera suscricion para llevar á cabo el proyecto. Al darle de él noticia, S. M. contestó: Estoy sumamente satisfecha del afecto de mis leales Filipinos, y deseo que inmediatamente se realice la obra,<br />
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ísta fué encomendada al hábil escultor español D, Ponciano Ponzano, quien, á petición de la Reina, la modeló en el magestuoso traje oficial, qu&<br />
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llevaba en aquel dia, en el que una mano sacrilega clavó en su pecho un puñal regicida. Fundida en bronce salió tan perfecta y parecida, que mereció los más lisonjeros elogios de propios y extraños. El entusiasmo que causó su llegada i Manila fué tan grande, que se disputaban los buenos indios d honor de llevarla en hombros al lugar donde debía erigirse. Celebró la capital el dia de la inauguración con regocijos tales, cuales nunca los hubiese visto más gratos y expansivos. Esta tHvo lugar en 14 de Julio de 4800. en el centro de la avenida que da frente al teatro de Alfonso XII, asistiendo á ella el Excmo. Sr. Capitán General, como Presidentíí del Excmo. Ayuntamiento, hallándose presentes también las Autoridades Religiosas, Civiles y Militares.<br />
<br />
Acortada ya por decirlo así la distancia entre Filipinas y la Península á causa de la apertura del Istmo de Suez, para la más rápida comunicación entre ambas y mayor comodidad de los viajeros, establecióse por decreto de 43 de Febrero de este año, el que uno de los vapores de guerra saliese con el correo una vez al mes para Hong-kong, donde hacen escala las mensajerías francesas, admitiendo carga fina y pasajeros de todas clases. Mejora semejante fué recibida de todos con el agradecimiento que es de suponer.<br />
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Mientras con tan felices auspicios empezaba su corto gobierno el marqués de Novaliches, dos acón-tecimientos desagradables vinieron á turbar el común alegría. Fué uno el incendio que en 44 de Marzo destruyó el populoso barrio de Tondo, y el otro, el atentado ^e un tal teniente Cuesta^ en 4 de Abril. Este, habiendo en España hecho aprendizaje de pronunciamientos, quiso introdu.<br />
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cirios aquí; pero con tan mala suerte, que, después de haber robado los cau4ales públicos on Nueva Ecija, y asesinado á varias personas, acá? bándosele el dinero, fué perdiendo en pocos dias los compañeros, hasta venir á caer en manos ie la Justicia, que le condenó á la pena que sus crímenes merecían. Recomendó sobremanera la prudencia del General, el que dando á este hechíla sola importancia que merecía, procuró desvanecer prevenciones, y consiguió en pocos meses hacvr olvidar tan desagradabe suceso. Así es coni'» se captó la bienquerencia de todas las clases, en especial de los indios, entre quienes es, aún hoy dia, grata su memoria.<br />
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Dia 20 de Noviembre sucedíale en el mando el Excmo. Sr. D, Manuel Crespo, únicamente con el cargo de Gobernador y Capitán General. A tres grandes calamidades tuvo desde luego que hacer frente; la crisis monetaria, la carestía de si: Insistencias y el bandolerismo, para cuyo remedio proyectó y presentó al Gobierno de Madrid varias disposiciones. El tribunal de Comercio fué resiable!Ído en 5 de Febrero en el pleno ejercicio do sus funciones. Esta provincia que hísta el presente se liabía llamado de Tonda recibió, por decreto de :20 de Mayo de 18oG, la denominación de provincia de Manila; y de la Isabela, lacreada con parte do la (le Cagayan de Nueva-Ecija. Embellecióse la Capital con el derribo de cortijos y edificios que la afeaban. Un huracán acaecido en 27 de Octubre de 1856 vino á causar grandes dcitiozos en los pueblos inmediatos. En iV de Noviembre de este mismo año tubo una tan considerable erupción en el Macaturmg, volcan de Mindanao, que sus cenizas ocultaron la luz del dia en Pollok, teniéndola<br />
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que encender artificial, y llegaron abundantes hasta Zamboanga, salvando una distancia que no baja de 43 leguas. A las cenizas sucedió la lluvia de piedras incandescentes, que de Pollok se veían rodar por las laderas. Hasta Marzo del siguiente año duró el fenómeno, que se había anunciado con vioíentos terremotos en toda la comarca de Cottabato.<br />
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El noble desterrado y novilísimo Gobernador. Calamidades I conjuradas. Mií^oras en la Capital. £l Eiército Filipino<br />
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1 1' admirado por el FrANCÉíí en COCHINCHINA. GOBIERNOS EN LAS<br />
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Y provincias. La Compañía de Jesús restituida á Filipinas. La<br />
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llj instrucción de la .tuví:ntud. Despedida, muürte y exequias<br />
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DEL Gi^NERÁL NORZAGARAY.<br />
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(1857 á 1860), GMcrno del Excmo, S7\ D. Fernando de<br />
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Norzagaray .<br />
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La lealtad á su soberana trajo desterrado á estas islas en 1842, en aquel ominoso trienio, que tan amargo duelo causó á la Iglesia de España, al liel soldado, al militar pundonoroso, que arrostró el ostracismo, antes que faltar á sus deberes y á la té jurada. Empero, esa misma lealtad jamás desmentida hizo, que pasados ya aquellos dias de funesto recuerdo, viniese otra vez á Filipinas investido de la Superior Autoridad el noble caballero, el esclarecidísimo General D. Fernando de Norzagaray. La fama de las dotes inapreciables<br />
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que como hombre de Gobierno había desplegado poco antes en Puerto-Rico, había llegado á oidos de los habitantes del Archipiélago: así que todos á una ansiaban amaneciese el dia venturoso en cfue le viesen tomar puerto en la anchurosa bahía de Manila. Amaneció éste por fin, y fué el 6 de Marzo de 1857, dia de júbilo, según refieren los que se hallaron presentes, dia de verdadero entusiasmo para los Filipinos, por cuanto veían en el antiguo conocido de grato recuerdo, al hombre providencial enviado para remedio de hondos males» que afligían á todas las clases.<br />
<br />
Inmediatamente luego de su toma de posesión» que fué el 9 del mismo mes, se dedicó con desvelo inaudito á conjurar las calamidades, de las que se ha hecho mérito en el Gobierno anterior, Y por lo que respecta á la crisis monetaria, originada de la depreciación del oro americano, que llegó á perder por entonces una tercera parte de su valor cíe cuño, causando esto indecible trastorno en los Intereses, resolvió por decreto en 18 de Junio, se establecieran puestos públicos de cambio de monedas en la Capital y arrabales, no permitiéndolos sin expresa licencia de la autoridad. Consultó luego al Gobierno de Madrid, para la pronta creación en Manila de una Casa ds Moneda, que !an excelentes resultados ha dado en todo tiempo. La cuestión de subsistencias resolvióla permitiendo el libre tráfico de cereales; la del bandolerismo fué todavía más fácil para un hombre de guerra, dictando medidas tan enérgicas, y ejecutándolas con tan severa justicia, que bien pronto hubieron de tíonvencerse Jos malhechores, cuanto les con veniaabandonar la mala senda que habían emprendido. Además d« esto fué perseguidor terrible de loa<br />
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que con sus abusos perturbaban las provincias. Así es que nunca estuvo más alto que en su tiempa el principio de autoridad.<br />
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Las mejoras locales fueron un objete de especial predilección del Señor Norzagaray, y gracias á ella, la Capital del Archipiélago se vio en poco tiempo de tal manera transformada; que si dicha& mejoras hubieran continuado con igual empeño, Manila hubiera podido aspirar á reconquistar á la vuelta de algunos años, el antiguo y gloriosa dictado de Perla de Oriente. Pero, para ello era precisa una actividad y una constancia, que difícilmente se encuentra en el grado en que las. poseía el General. Aquello de vérsele antes de amanecer recorrer las calles y plazas de Manila, visitar cuarteles, inspeccionar pcseos, puentes y calzadas, examinar por sí mismo el estado de las obras públicas, estimulando el celo de los operarios, dispensando elogios al ingenio y aplicación de los directores, y descendiendo á pormenores lo» más insignificantes, y esto un dia y otro .dia, no es cosa fácil de hallar en todos. De este modo es como se pudieron ver los inmundos cenegales, que rodeaban la Ciudad, convertidos en deliciosos jardines, en paseos amenos y en calzadas espaciosas. Entonces se inició el Jardin Botánico, se levantaron las graciosas «guadas de los Regimientos^ que pronto la incuria acabó por volver á hacer desaparecer.<br />
<br />
En medio de tan halagüeñas empresas, un incendio horroroso, desgracia harto común en e\ país, vino á asolar, en la madrugada del 8 de Abril de 1859, la mayor parte del arrabal de S. Mi-^ gueU á cuya restauración pronta, acudió S. E. coa su celo acostumbrado; siendo al presente el máa<br />
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Vistoso de cuantos rodean la Capital. El dia 5 tle este mismo mes á las cinco de la tarde en pueblo de México en la Pampanga caía coii estruendo como de un cañonazo un aerolito, que traía la dirección de E. á 0. tenía un pié de largo y ocho pulgadas en su parte más ancha. Al Caer abrió en tierra un hoyo de tres palmos de profundidad. Dispuso el Sr. Norzagaray fuese remitido al Museo de Historia natural de Madrid.<br />
<br />
No se crea que por atender el General á tales cuidados y mejoras, quedase desatendido el ejército, garantía de la paz y de la justicia. Mejoróse en gran manera la suerte del soldado; perfeccionóse el armamento, y con vigor constante de la disciplina logróse que el ejército Filipino fuese sino el más numeroso, al menos el más brillante del Asia; capaz de llamar altamente la íitencion, en aquellos dias, de los so'dados mismos que ceñían los lauros de Magenta y Solferino, cuando en compañía de estos partió á Gochinchina, á pelear contra la barbarie annamita, y á hacerla respetar los derechos de la justicia. Aumentóle con la creación del Rec^imiento número 10 llamado (le Castilla.<br />
<br />
Tomando por modelos á sus dos ilustres predecesores en el Gobierno los generales Enrile y Clavería, atendió como ellos al bienestar v buena administración de las provincias. A este fin dispuso, en 6 de Mayo de 1857, la separación de las^ de Camarines Norte y Camarines Sur, creó las Comandancias Político-Militares de Escalante, en la isla de Negros; de Saltan en \íx Isabela, para contener los desmanes de los igorrotes y gaddanes; lade la Concepción en la isla de Panay. Fué ocupada también durante este gobierno la isla de Bala-,<br />
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bae al S. O. de la Paragua; donde se puso el establecimiento militar llamado del Principe Alfonso.<br />
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A mediados del año 1859 llegaban de nuevo á estas isbs, llamados por el Gobierno de S. M.,' los religiosos de la Compañía de Jesús, que con tanto fruto habían en ellas trabajado en los pasados siglos. Fueron benigna y cariñosamente recibidos tanto por las Autoridades y Corporaciones, como por el pueblo, que aun conservalm de ellos grata memoria. No permitiendo algunas dificultades, que se atravesaron, el que pasasen desde luego al Mindanao, y deseando ellos por otra parte ser provechosos á la ciudad durante su permanencia en ella, se encargaron desde luego de la única escuela de instrucción primaria que en ella había, la cual á instancias de Excmo. Ayuntamiento. Municipal, les confió S. E. Fué tal el entusiasma con que acogió el vecindario disposición semejante, que el número de alumnos, que era de solos 36 el dia 10 de Diciembre de 1859 en que dichos Pa^ dres se hicieron cargo de la mencionada escuela, el 2 del próximo Enero ascendían á 124. Quedó apro-^ bado por el decreto de 15 de Diciembre de 1859 •el Reglamento propuesto por el Cabildo Municipal, de acuerdo con el R, P. Superior de la Compañía, para dicha Escuela, la cual tomó el nombre de Ateneo Municipal de Manila, por ser sostenida con los fondos de dicha corporación. En ella se dio muy pronto no solo la instrucción primaria elemental y superior, sino que se explicaron las matemáticas, la agrimensura y la física, con tanta amplitud, como en cualquier instituto, de 2.** Enseñanza.<br />
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Aceptada la dimisión, que de su cargo hizo don Fernando de Norzagaray, entregó el mando del<br />
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Archipiélago á su Segundo Cabo D. Ramón M. Solano, en 12 de Enero de 1860, para volver á su amada patria. No ha conocido Manila, dice un testigo de vista, ovación semejante á la de la des« pedida de este General. Créese que su muerte á los pocos meses de llegado á España, debe atribuirse en gran parte al conocimiento que tuvo de una calumnia grosera, algo ligeramente acogida en Madrid, contra la probidad y nobleza de su carácter y también á consecuencia de ciertos actos oficiales. Manila agradecida á sus bondades celebró por el descanso de su alma unas exequias magníficas, en las que pronunció un notable elogio fúnebre del finado el R, P. José Fernandez Cuevas, Superior de la Misión de la Compañía de Jesús, su amigo íntimo.<br />
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pROYiciü DE Escuela Normal. Muerte del Sr. Solano.<br />
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NUEVO Gobernador. Gobiernos de Visáyas t de Mindanao.<br />
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Conquista de Págalúngan. nuevo Arzobispo.<br />
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(1860 á Í862) Gobierno de los Sres. Solano y Herrera Dávila^ interino, y de Lemery,<br />
<br />
Dado ya el primer impulso á la , instrucción primaria de la juventud con la creación del Ateneo Municipal para hijos de españoles y mestizos, liacíase preciso extender también este beneficio á los indios. El general Solano, que en 12 de Enero de 1860 recibía el Gobierno del Archipiélago, si bien que en calidad de interino, movido de las razones que le hizo presentes el R. P. Superior<br />
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--lisde la Compañía de Jesús, las cuales se fundaban en las Reales ordenanzas y sínodos diocesanos de entrambas Indias, acogió con placer la idea de una Escuela Normal, donde se formasen primero, los que luego como maestros en los pueblos habían de difundir la instrucción primaria entre los naturales*<br />
<br />
Una muerte prematura, acaecida en 30 de Agosto del mismo año, vino á desvanecer las lisonjeras esperanzas, que todas las clases de la sociedad Filipina tenían fundadas en las altas dotes que adornaban al Sr. Solano. Cúpole la honra de inaugurar la estatua de Isabel II, y dio disposiciones que manifestaban bien á las claras, cuánto se podía esperar de su rectitud y prudencia; tal fué entre otras la de prohibir las batidas anuales, que hacía el Resguardo en los montes, pai*a destruir las plantaciones de tabaco de los infieles.<br />
<br />
Fué ciertamente notable á la vez que triste la coincidencia de fallecer con muy pocos días de intervalo el General saliente, el interino y el nombrado, que lo era el General D. José MaoCrohon, el cual munió á 21 de Agosto, en la travesía del mar Rojo, dirigiéndose á Filipinas.<br />
<br />
Por fallecimiento del Sr. Solano encargóse interinamente del Gobierno de las islas el Sr. Brigadier de Artillería D. Juan de Herrera Dávila» liasta el dia 2 de Febrero de 1861, en que tomó posesión del Superior Gobierno en propiedad el Excmo. Sr. D. José de Lemery persona muy digna y entendida. Falto de auxiliares fué algo estéril su adminiátracion. Celoso sin embargo por la instrucción primaria como sus predecesores, encargó al R. P. Cuevas Superior de la Compañía de Jesús un proyecto de organización de las escuelas<br />
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que poco después con escasas variaciones fué aprobado por el Gobierno de S. M. Autorizó la fun~ dación de un Colegio, que algunos generosos vecinos de la Pampanga desearon establecer en Bacolor. Inaugurábase también en 12 de Marzo de 1861 en Manila una casa de moneda, y eran creados por Reales Decretos el Gobierno de la plaza de Manüa, un Gobierno Político para las islas Visayas, y otro para toda la isla de Jlindan^o y adyacentes. Suprimida la denominación antigua de aquella grande isla fué dividida en seis Comandancias de Distrito en este orden: Distrito 1.** Zamhoanga, 2/ Misamis, 3.^ Surigao, 4." Dávao, 5.^ Cottabato y 6.° la isla de Basilan.<br />
<br />
En Noviembre de 1861 se sublevaron en el Distrito de Cottabato los moros de Tumhao, de donde se había retirado una estación militar allí establecida. Para defender el paso del Rio-grande reunieron lo más escogido de su gente en la cotta de Pagalmgan, Formóse una expedición que, al mando dd entonces Teniente de Navio D. Casta Méndez Núñez, y más tarde el vencedor y el héroe del Callao en el Perú, fuese á desalojarles de aquella fortak-zn. Lo que se ejecutó no sin mucho trabajo; pues defendiéndose los moros con buena artillería, contra la que eran impotentes las descargas, que se les hacían desde nuestros cañoneros, fué preciso que la goleta Constancia, se situase junto á la cotta enemiga, para que desde sus cofas y vergas hiciese fuego al enemigo; en tanto que desde su mismo bauprés y por otro lado se operaba el asalto, el cual costó mucha y muy noble sangre. En él fué gravemente herido el capitán de fragata D. José Malcampo, más tarde C^obernador General de Filipinas. Victoriosos los<br />
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nuestros destruyeron aquel fuerte é impusieron condiciones de paz á los Datos del Rio-grande; entre ellas era la de que no molestarían á los Misioneros de la .Compañía de Jesús, recientemente establecidos en Tamontaca, para que pudiesen visitar las rancherías de tirurayes y demás infieles, á fin de convertirles á nuestra Santa Religión.<br />
<br />
El dia 27 de iMayo de 1862 el limo. Sr. D, Gregorio Meliton Martínez, Arzobispo consagrado de Manila, tomaba posesión de la Administración y Gobierno de esta Diócesis metropolitana. Asistió más tarde, desde la apertura hasta sü suspensión, al Concilio ecoménico del Vaticano, convocado por Pío IX. En 7 de Julio de 1862 el Sr. Lemery cesó en el mando superior de estas islas, entregándoselo al stgundo Cabo, el Excmo. Sr. D. Salvador Valdés.<br />
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Época de infortunios. El terremoto de 1863. Creación del Consejo de Administración y de varios gobiernos. Inauguración DE LA Escuela Normal.<br />
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(i862 á 1865), Oohierno del Teniente General D, Rafael<br />
<br />
Echagúe y Btrmingham.<br />
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Calamidades las más tristes y funestas de cuantas afligir suelen al humano linaje parece se concertaron entre sí para llover juntas durante el mando en estas islas del Excmo, Sr, D. Rafael de Echagúe, el cual tomaba de él posesión en 9 de Julio de 1862,<br />
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Dos años de epidemia colérica, que haciendo cada día nuevas y dolorosas víctimas, vino por fin á ensañarse en la virtuosa y nobilísima Señora Doña María de las Mercedes de Méndez Vigo, esposa del Sr. Echagüe, arrebatándosela á su cariño en la flor de sus años; un incendio espantoso, que en la noche de 30 de Enero de 1863, asoló y destruyó el extenso barrio de San Nicolás; el más horroroso terremoto, que se haya experimentado en estas islas, acaecido el 3 de Junio del mismo año; otro incendio que consumió en pocas horas dos grandes cuarteles acabados de levantar en la sabana de Barjumbayan, con una gran parte del pueblo de la Ermita; y para colmo de tantas desdichas y aumento de la miseria pública, el haberse incendiado en Manila y en Lal-lo, de Cagayan por efecto de una centella, tabaco en rama por valor de unos tres millones de pesos; desde cuya fecha data el déficit de la Hacienda de Filipinas; tal es el cúmulo de males y desgracias, que no pudieron menos de oprimir y de desgarrar el corazón naturalmente sensible y bondadoso del Sr, Gobernador.<br />
<br />
Por su magnitud y efectos desastrosos merece una particular mención en la historia el terremoto df^ 1863. Fué víspera del Corpus á las 7 y 25 minutos del anochecer con tres movimientos asaz definidos: el trepidatorio, el oscilatorio de S. E. á N. E., describiendo un arco de unos 40'': y el vertiginoso ó giratorio, que es de todos el más destructor, siendo víctimas de su furia 500 personas entre muertos y heridos. Habia sido aquella tarde una de las más bochornosas por el calor y cúmulo excesivo de electricidad de que se hallaba cargada la atmósfera bañada de cierto color fatídico. Atri<br />
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búyese á ella la asfixia, de la que quedó repentíñámente acometido un hombre en la plaza de Santa Cruz; las chispas que se desprendían al simple roce de algunos cuerpos, y las llamas de fuego con dirección de S. E. á N, 0. observadas desde la fragata Cañbbean por los marinos ingleses Winchester y Cobb. Un ruido sordo y subterráneo vino como á decidir el casi simultáneo desplome de los mayores y mejores edificios, que en el corto espacia de 35 segundos no eran ya más que montones informes de ruinas, las cuales tenían obstruidas la mayor parte de las calles.<br />
<br />
La lobreguez de la noche; los alaridos de la gente; la espesa nube del polvo, que por do quier se leyantaba; la falta de luces artiíiciales, que ^alumbrasen las viviendas y las vias públicas; convirtieron la ciudad de Manila en el más espantoso caos que imaginarse pueda. Agregúese á esto la incertidumbre de las familias por la suerte de los ausentes; el tener que buscarse un asilo seguro en medio de tanta confusión; el fundado temor de que se repitiese, como tantas veces ha sucedido» aquella catástrofe funesta; el clamor de las víctimas, que en vano pedían auxilio desde el fondo de los escombros; el extraño espectáculo, que ofirecían las personas que divagaban por las calles cubieitíis de polvo blanquizco sus rostros y vestidos á manera de espectros ó fantasmas escapados de los sepulcros, y se tendrá una idia aproximada de lo horrible y pavoroso de aquel u noche aciaga y para siempre memorable.<br />
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Los principales edificios arruinados fueron: la Catedral, que desplomándose sepultó en su ruina 47 víctimas entre dignidades, Canónigos, Preveniados y demás personas, que parecieron sin re<br />
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medio, pudiéndose sólo algunas escapar á duía» penas; pues era en el acto mismo de empegar los maitines para la festividad del dia siguiente. Derrumbáronse los templos de Santo Domingo, de San Juan de Letran de PP. Dominicos^ S. Juan de Dios, con una gran parte de Hospital anejo, Santa Isabel, quedando muy mal parados los de San Fran(isco y Recoletos, Vinieron abajo el Palacio del General, los edificios soberbios de las casas consistoriales, de la Aduana, de la Audiencia; en una palabra: excepción hecha del monumento templo y convento de S. Agustín, fabricado, bien puede decirse, á prueba de temblores, no quedó en pié construcción alguna grandiosa de cuantas encerraba Manila. Esto sólo dentro de la Ciudad murada; \ por ahí podrán inferirse los estragos de igual {género causados en los arrabales extensos, queforman la más numerosa parte de la población. Cuéntanse hasta 249 los edificios públicos y privados completamente derruidos, y 272 los que hacía inhabitables una ruina inminente. No fueron menores los estragos causados en las provincias, particularmente en la de Bulacan, donde no quedó» en pié templo alguno.<br />
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Si á lo menos en presencia de tamaños desastres, sobreponiéndose á las circunstancias presentéis y á vanos temores, se hubiese animado el General á hacer uso de las facultades extraordinarias, de que le había revestido el Gobierno de Madrid, hubiérase podido remediar algún tanto su situación difícil y embarazosa que ha seguido arrastrando por mtichos años consecutivos el estado económico del Archipiélago, Pero compréndese la presión inmensa que había de ejercer en el corazón del hombre máft magnánimo tal cúmulo de infortunios.<br />
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No dejaron sin embargo de llevarse á cabo ea €Ste gobierno mejoras y resoluciones de la más alta importancia. El Consejo de Administración» 5reado por Real Decreto de 4 de Julio de 1861, quedó establecido y empezó á funcionar desde 1 '* de Enero de 1863; lo mismo que la Administración Militar de Filipinas; aprobóse el nuevo ceremoi ial para la entrada de los Capitanes Generales; \i\ creación de la Comandancia Político Militar de Porac en la Pampanga, á fin de tener á raya el bandolerismo siempre amenazante en aquellos montes; y la Comandancia militar de Dapítaii, depertdiente de Misamis, para defender aquella costa de las invasiones de piratas moros.<br />
<br />
Pero lo que afortunadamente vino á comunicar cierta expansión en el ánimo abatido de Señor Echagüe fué, el poder dar cumplimiento por sí mismo á los Reales decretos de 20 de Diciembre de d863, por los cuales se creaba en Manila y se reglamentaba una Escuela Normal de jóvenes indígenas bajo la dirección de los PP. de la Compañía de Jesús, la cual, á modo de seminario^ fuese suministrando maestros idóneos para propagar la instrucción primaria en todos los pueblos del Archipiélago. Con solemnidad extraordinaria era inaugurada por S. E., en nombre de S. M. la Reina, dicho establecimiento, en 23 de Enero da 1865, dias del entonces Serenísimo Señor Príncipe de Asturias, D. Alfonso de Borbon, empe^ zando desde el dia inmediato el orden de las clases con asistencia numerosa de alumnos. Admitida que fué por el Gobierno de S. M. su tan deseada dimisión al Sr. Echagüe, entregó el bastón de mando al Segundo Cabo Sr. D. Joaquín del Solar, día 29 de Marzo de 1865.<br />
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Conclusión, (Í865 á 1876).<br />
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Los hechos y acontecimientos de los años que quedan por reseñar son demasiado recientes para que la historia pueda dar su fallo sobre ellos con toda la imparcialidad que le atañe. Esto no obstante no impide el anotar un gran número de mejoras, que se han ido llevando á cabo hasta nuestros dias y que á toda luz justifican el titulo de^ Época de adelantamientos, con el que hemos encabezado el último libro de la presente Historia.<br />
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Empezando puf s por las que merecen la preferencia ora sea por su Índole misma, ora por su importancia; una nueva Sede Episcopal, con el titulo de Sta babel, ha sido erigida en la Ciudad de Jaro provincia de Uoilo, formándose con una parte de la de Cebú, que era sobradamente extpnsa: los Seminarios tridentinos de las diócesis áe\ Archipiélago han sido confiados á la dirección de los virtuosos Sacerdotes de la Misión de San Vicente de Paul, para formar en ellos ministros piadosos é ilustrados: se han dividido algunas de las muchas parroquias, que por su grande extensión y muchedumbre de feligreses, no podian ser suficientemente atendidos en lo espiritual: se activa la reducción de las razas infieles al conocimiento de nuestra Santa Religión y ley del Evangelio por medio de las misiones.<br />
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Las ciencias y artes van también adquiriendo nuevo auge con la institución de las Cátedras de Medicina, Cirujía y Farmacia, que ha tenido lugar en la Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás; con la apertura de dos Colegios de segunda enseñanza completa, uno en la Universidad, y otro en el Ateneo Municipal, fundado y sostenido por la munificencia del Excrno* Ayuntamiento de Manila, el cual tiene un Observatorio meteorológico en el que funciona el Meteorógrafo del P. Sechi; hay además clases especiales de música y dibujo con escuela de gimnástica para los alumnos internos. La academia de dibujo de Manila va dando artistas, que han tenido ya el honor de hacer admirar algunas de sus producciones. También posee, como se ha dicho, una Escuela Náutica; y los pueblos todos van adquiriendo maestros, y algunos también escuelas públicas para niños de ambos sexos. La prensa además de la Gaceta Oficial y del Boletín Eclesiástico del Arzobispado de Manila, cuenta con tres órganos diarios y dorevistas una semanal y quincenal la otra. El tes légrafo eléctrico va cogiendo una tras otra dentro de su red las provincias de la grande isla de Luzon: y sus costas se van poblando de semáforos, que mucho han de contribuir para la seguridad de los navegantes y para las operaciones del comercio. Un cable submarino une á Filipinas con Hong-kong,<br />
<br />
La Beneficencia y educación pública no es decible cuanto ha medrado con la venida á Filipinas de las excelentes Hijas de la Caridad, De desear fuera para fomento de la moralidad que tuviese cada cabecera de provincia por lo menos un establecimiento á cargo de tan virtuosas<br />
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Señoras. Por fortuna cuenta ya la Capital siete Establecimientos entre colegios, hospitales. Casa de Beneficencia y Escuela Municipal dirigidos por las hijas de San Vicente de Paul; hay además uno en la ciudad de Jaro v otro en la Nuevaáceres, para el cual el limo. Sr. Gainza dignísimo Obispo de aquela diócesis obtuvo merced de que fuese elevado á la categoría de Escuela Normal de maestras de instrucción primaria.<br />
<br />
Los ramos diversos de industria introducidos en el Archipiélago en los últimos años formarían un catálogo demasiadamente prolijo para poderlos enumerar en un simple Compendio, como es el presente. El Comercio va á adquirir un notable desarrollo con el aumento diario de nuevos buque ^ de vapor, que recorren ya todas las provincias, y con los que van y vienen no sólo de los reinos vecinos, mas también de las regiones de ultramar. Sólo la agricultura, que es manantial de verdadera riqueza para el país, és la que menos adelanta, por falta de empresas y de brazos que la hagan prosperar; sino es en algunas provincias como la Pampanga, Batangas, Albay é Isla de Negros, donde, merced á mejoras introducidas y á máquinas de vapor para la elaboración del azúcar va haciendo este ramo progresos visibles. Van levantándose también de sus ruinas, si bien con harta lentitud, los edificios derruidos por el temblor de 1863. Está ya concluido y abierto ai tránsito público el suntuoso puente de España construido parte con buena piedra, parte con hierro. La Catedral que reconstruida ya, es un templo digno de la metrópoU del Archipiélago. , Está ya concluida y habitada una espaciosa Casa de Beneficencia para hospicio de pobres huérfanos* El<br />
<br />
<br />
<br />
— 125 —<br />
<br />
hospital civil de San Juan de Dios será la á vuelta de algunos años un establecimiento que hará honor á Manila, También se está terminando la restauración de la hermosa casa de Ayuntamiento y de algunos otros templos y edificios, que fueron arruinados por la ya citada catástrofe y se ha felizmente ejecutado la traida de aguas potables á la ciudad y sus arrabales.<br />
<br />
Hay además proyectadas muchas, muchísimas mejoras á cual má3 útiles é importantes; quiera •el Cielo qu^ lleguen á realizarse cuanto antes, si así conviene: y que ceda todo á la mayor gloria de Dios y bien de las almas^ que son los intereses que deben estar siempre sobre todos los intereses.<br />
<br />
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1<br />
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<br />
índice<br />
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<br />
papas.<br />
<br />
Prólogo i<br />
<br />
Introducción. Estado del Archipiélago Filipino<br />
<br />
antes de su descubrimiento por los Españoles. ni Libro primero. Época de la Conquista. . . I Capitulo 1.** Expedición de Magallanes y descubrimiento del Archipiélago Filipino. . id. Capitulo 2.® Expediciones de Villalobos y de<br />
<br />
Legaspi 2<br />
<br />
Capitulo 3.° Conquista de Manila .... 4 Capitulo 4.** Guerra de Lima-hong. ... 6<br />
<br />
Capitulo 5.** Jornada de Borneo 9<br />
<br />
Capitulo 6.** Union de las armas Castellanas<br />
<br />
y Portuguesas en Oriente \í<br />
<br />
Capiuulo 7."* Primer Obispo y primera Audiencia de Manila 12<br />
<br />
Capitulo 8.** Embajada del P, Sánchez á las<br />
<br />
cortes de Madrid y Roma 13<br />
<br />
Capitulo 9." Da él último asiento Dasmariñas<br />
<br />
á las cosas del Archipiélago 14<br />
<br />
Libro segundo. Época del Engrandecimiento. 17 Capitulo 1.° Segunda Conquista de Cagayan y primera batalla naval contra el<br />
<br />
holandés id.<br />
<br />
Capitulo 2 ® Primer alzamiento de los san<br />
<br />
gleyes y conquista de las Molucas . . .20 Capitulo 3.^ Combate naval de Mari veles, y<br />
<br />
jornada de D. Juan de Silva á la India . • 23 Capitulo 4.** Defensa de Iloilo. Batalla na<br />
<br />
<br />
<br />
— 128— PágínM.<br />
<br />
val de Playa-honda. Socorro de Macao. Levantamiento de Bohol y de Leyte ... 26<br />
<br />
Capitulo o.*" Encuentro de las armadas española y holandesa en Playa-honda. Conquistas en la isla Formosa. Jornadas de Joló, 29 ^<br />
<br />
Capitulo 6.*^ Fundación de la plaza de Zamboanga. Estado de los presidios de Xernate. Encuentro entre la potestad Eclesiástica y Civil 32<br />
<br />
Capitulo I."" Combate naval de Flechas. Jornadas del Rio-Grande, Joló, Bohayen, y Laguna de Malanao . 34<br />
<br />
Capitulo 8.** Pérdida de la isla. Formosa, Temores de invasión holandesa. Levantamiento, guerra y rendición de los sangleyes. 37<br />
<br />
Capitulo 9.*" Reformas de Corcuera. Fundación de la Capilla Real y del Colegio de S, Felipe. 40<br />
<br />
Libro terceuo. Época de la decadencia. . . 43<br />
<br />
Capitulo 1.** Residencia y prisión de Corcuera. ^<br />
<br />
Privanza y desafueros de r, Estacio Venégas, su caida, prisión y muerte. Muerte del Sr. Arzobispo Montero. Reventazón de tres volcanes. Temblor del dia de S. Andrés. . id.<br />
<br />
Capitulo 2.° Paces con Mindanao. Defensa de Joló contra el holandés; y tratado con el Sultán Raya Bogsó. Combates navales contra los holandeses en Bolinao, Marinduque, Mindoro y Corregidor. Gavite defendido por Azaldegui. Muerte del Príncipe de Joló Paquian Cachile. Hazañas del P. Capitán. Alza-^<br />
<br />
mientos de Visayas y espedicion de Palapag. 47<br />
<br />
Capitulo 3.^ Actos y providencias del Gobernador D. Manrique de Lara v del Sr. Arzobispo Poblete. Guerra y treguas con los Mindanaos 51<br />
<br />
<br />
<br />
— 129 — pagina<br />
<br />
Capitulo 4."* Levantamientos de la Pampanga, Pangasinan é llocos. Amenazas de Koseng tirano de la isla Formosa'. Alzamiento de los sangleyes. Aprestos de guerra en Manila. Retíranse los presidios de Ternate y Zamboanga 84<br />
<br />
Capitulo 5*" Residencia de D. Sabiniano Manrique de Lara. Embajadas. Construcción de galeones. Desaires al Señor Arzobispo y su muerte. Empresa contra los Igorrotes. Conjuración contra el Gobernador; su prisión. 57<br />
<br />
Capitulo 6.** Alzase Boniñíz con el mando. Llegada del nuevo Gobernador. Embajada á Macao. Destierro del Dean y arresto del Obispo de Heliópolis. Muerte del Gobernador. Reducción de las Marianas. ... 89<br />
<br />
Capitulo 7.** Los oidores Coloma y Mansilla. Fiestas Reales. El Gobernador Vargas. El Gobernador Curucelaegui. Varias plagas en el Archipiélago. Piratas ingleses. Nueva Audiencia. Muerte del Gobernador .... 62<br />
<br />
Capitulo 8.° Reyertas del Obispo de Troya con el Cabildo. Llegada del Sr. Cruzat .. . 64<br />
<br />
Capitulo 9.** Llegada del Sr. Zabalburu; sus prosperidades y sus pesadumbres , . , 65<br />
<br />
Capitulo 10. Reducci n del número de chinos. Combate naval contra los ingleses ... 67<br />
<br />
Capitulo 11. Ediflcanse los presidios de Cabo en la Paragua y de Zamboanga. Cargos al Señor Torralba. Embajada al reino de Siam. Muerte del Gobernador. 69<br />
<br />
Capitulo 12. Cesa en el gobierno elL S. Cuesta. Su nueva promoción y su muerte; id. de Torralba. Expediciones y treguas ejecutadas con los moros ........ 72<br />
<br />
<br />
<br />
430 — Pgpi<br />
<br />
Capitulo 13. Providencias del nuevo Gobernador. Expediciones contra los moros. Incendio. El comercio de Cádiz y el de Manila. Bloqueo. Nuevo Arzobispo ..... 74<br />
<br />
Capitulo 14. Apresamiento de Ja Covadonga. ^<br />
<br />
Muerte del Gobernador. El iJmo. Sr. Arvecbedera le sucede. Levantamiento en Balayan. Expedición de Hita. Bautismo del Sultán de Joló . , 76<br />
<br />
Capitulo 15. Nuevo sistema de gobierno, sus frutos. Piraterías délos moros. NuevoGobernador. Explosión horrible del volcando Taal. Armada contra los moros al mando del P. Pucos. Muerte del Gobernador. Su sucesor interino el Sr. Expeleta Obispo de Cebú. • 78<br />
<br />
Capítulo 16. Sitio, entrada y evacuación de Manila por el inglés. Muerte del Sr. Rojo. Anda cede el bastón de mando al nuevo Go^<br />
<br />
bernador Sr. de la Torre ...... 84 \<br />
<br />
Capitulo 17. Nuevo Gobernador y nuevo Arzobispo. Segundo Gobierno de Anda. Su muerte edificante 84<br />
<br />
Capitulo 18. Categoría del nuevo Gobernador, sus cualidades. Obras que emprendió. El tabaco. Reparaciones. Proyectos de Marquina. 86<br />
<br />
Capitulo 19. Nuevo expediente para conciliar la amistad de los moros; su ineficacia. El Barceló Filipino. Perfidia delMindanao. Tratado de paz con éste. Sublevaciones en el Norte de Luzon . . , 89 ^<br />
<br />
Capitulo 20 Promulgación de la constitución de Cádiz, su abolición. Tumulto popular contra los extranjeros. Sublevación Novales. Expedición contra los moros. Reducción de tribus rebeldes en Bohol 92<br />
<br />
<br />
<br />
^J<br />
<br />
<br />
<br />
— 131 —<br />
<br />
Capitulo 21. Establécese orden en el servicio de correos. Expediciones. Sublevación de Apolinario. Mejoras materiales. Ocupación de la Isabela de Basilan ...... 95<br />
<br />
Libro cuarto. Época del adelantamiento . . 99<br />
<br />
Capitulo 1.^ Reformas útiles. Conquista de Balanguingui. Primeros vapores de guerra en Filipinas. Monumento de Magallanes, . id.<br />
<br />
Capitulo 2/ Inmigración China. El Banco Español Filipino. Suspensión del Tribunal de Comercio. Conquista de Joló. Mejoras . . 102<br />
<br />
Capitulo 3.** Proyecto del Ayuntamiento de Manila para levantar una estatua á Isabel II Vapores correos. Incendios de Tondo. Una sublevación felizmente sofocada. Calamidades públicas. Provincia de Manila Mejoras. Un huracán . . . ' 109<br />
<br />
Capitulo 4.° El noble desterrado y nobilísimo Gobernador. Calamidades conjuradas. Mejoras en la Capital. El ejército Filipim» en Conchinchina . Gobiernos de las provincias. La Compañía de Jesús restituida á Filipinas. Despedida, muerte y exequias del General Norzagaray 106<br />
<br />
Capitulo 5.° Proyecto de Escuela Normal. Muerte del Sr. Solano. Nuevo Gobernador. Gobiernos de Visayas y de Mindanao. Conquista de Pagalúngan. Nuevo Arzobispo . . 114<br />
<br />
Capitulo 6.** Época de infortunio. El terremoto de 1863. Creación del Consejo de Administración y Jde varios Gobiernos. Inau guracion de la Escuela Normal . . . 117<br />
<br />
Capitulo 7.^ Conclusión 122Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-47762844778090528612010-04-13T10:36:00.000+08:002011-01-16T10:42:48.330+08:00La americanización de Filipinas<b>La americanización de Filipinas. La imposición del idioma inglés en el periodo 1898-1901<br />
</b><br />
<i>por Alfonso L. García Martínez</i><br />
<i>Profesor de Derecho, Ex-Magistrado<br />
REVISTA DEL COLEGIO DE ABOGADOS DE PUERTO RICO<br />
(Volúmen 43, Mayo 1982, número 2, páginas 273 a 270)</i><i> </i><br />
<br />
El autor, tras una introducción al asunto describe la situación después de la Guerra Hispano-Americana, nos muestra el proceso de deshispanización que sigue, propugnada por los Estados Unidos, hace algunas consideraciones sobre la Guerra del 98 y la cultura histórica hispana, narra las operaciones militares y decisiones lingüísticas, se centra en la situación en Manila, analiza la política lingüística del Presidente McKinley y denuncia la imposición del idioma inglés en todos los aspectos de la vida official<br />
<br />
1. INTRODUCCION<br />
<br />
En vísperas de la mal llamada guerra hispano-americana de 1898, el imperio español era todavía un imperio universal. No estamos de acuerdo con la designación de la mencionada contienda bélica porque las operaciones militares se desarrollaron en los dos grandes océanos, Atlántico y Pacífico, o sea, en América y en Asia y en ella se vieron envueltos cubanos y filipinos en forma indirecta, además de los españoles y norteamericanos.<br />
<br />
La guerra entre españoles y norteamericanos comenzó, de acuerdo con la declaración del Congreso de Estados Unidos, el 25 de abril de 1898, pero manifestando al mismo tiempo que había existido un estado de guerra desde el 21 de abril. Esto se hizo para justificar el apresamiento ilegal de barcos españoles realizado antes del 25 de abril. Las hostilidades propiamente hispano-americanas terminaron el 12 de agosto de 1898 con la firma del Protocolo de Paz. El tratado de paz entre España y Estados Unidos se firmó en Paris el 10 de diciembre de 1898 y las ratificaciones finales ocurrieron el 11 de abril de 1899.<br />
<br />
Los cubanos y filipinos trataron infructuosamente de participar en la negociación del tratado. Justificadamente se sentían postergados ya que desde 1895, en Cuba, y desde 1896 en Filipinas se habían desatado guerras de independencia contra España, de las cuales se aprovechó Estados Unidos para adelantar sus propósitos expansionistas. Cuando la guerra hispano-americana estalló en Cuba, existía, desde 1895, un gobierno independiente, en armas contra España; en 1897 España había decretado la autonomía para Cuba y Puerto Rico. En Filipinas se había establecido la república independiente el 12 de junio de 1898 cuando todavía las tropas norteamericanas permanecían embotelladas en los alrededores de Cavite. En el resto del archipiélago las tropas filipinas avanzaron y ocuparon territorio. La firma del protocolo de paz del 12 de agosto de 1898 no llegó a conocimiento de las autoridades españolas en Manila que capitularon el 13 del mismo mes ante los norteamericanos. Estos, que mantenían un doble juego ante los filipinos, no permitieron que tropas filipinas participaran en la ocupación de la capital. Firmado el tratado de paz entre España y Estados Unidos, los filipinos que dominaban mucho territorio fuera de Manila, dieron nueva forma constitucional a su gobierno independiente y proclamaron la Constitución de Malolos, población situada al norte de Manila, el 22 de enero de 1899.<br />
<br />
Los norteamericanos no reconocieron al gobierno independiente filipino y bloquearon todos sus esfuerzos por conseguir el reconocimiento internacional. A pesar de que la ratificación del tratado de paz demoraría hasta el 11 de abril de 1899, los norteamericanos, ya eliminada para todos los efectos la presencia de España como parte activa en Filipinas, procedieron a la conquista del archipiélago y a la destrucción de su gobierno independiente. La guerra filipino-americana comenzó al terminar el día, el 4 de febrero de 1899, cuando los centinelas norteamericanos en el perímetro de Manila dispararon contra los soldados filipinos que patrullaban sus líneas frente a la ciudad.<br />
<br />
Más adelante nos ocuparemos en detalle de la guerra filipino-americana y de sus consecuencias desastrosas para la lengua española en esa parte del imperio. De momento, vamos a recordar que el 30 de junio de 1899 España cedió al Imperio Alemán las Islas Marianas menos Guam que había sido cedida a Estados Unidos unos meses antes; las Islas Palaos, Carolinas y Marshall, todos territorios dependientes del gobierno general español con sede en Manila y que constituyan, como parte del Imperio Español, avanzada y baluarte de la hispanidad en el Océano Pacífico y en Asia.<br />
<br />
La avanzada y baluarte de la hispanidad en el Océano Pacífico y Asia. Esta expresión es la clave de este trabajo. En síntesis, el idioma español quedó sin la protección oficial de un estado de habla española. Como veremos, en aquellas partes donde la hispanidad lingüística estaba consolidada, como en Cuba y Puerto Rico, estas nacionalidades siguieron hablando y protegiendo el español por derecho propio; el español era tan de ellas como lo era para España. En Filipinas ocurrieron las cosas de una manera distinta porque no estaba hispanizada en el mismo grado que Cuba y Puerto Rico pero donde el idioma español pudo haber tenido mejor suerte si la independencia filipina no hubiera sido destruida por la conquista norteamericana. Sin embargo, la destrucción de la herencia lingüística hispánica en Filipinas fue resultado de un designio imperial lingüístico de Estados Unidos que llevó a un filipino prominente a declarar que en Filipinas el idioma español había sido asesinado (21). Fue un proceso inexorable donde se emplearon toda clase de recursos y presiones. En este trabajo examinaremos todos los pormenores del mismo con especial énfasis en los aspectos jurídicos pero destacando siempre los factores militares y políticos que determinaban la política pública lingüística.<br />
<br />
Situación después de la Guerra Hispano-Americana<br />
<br />
Recapitulemos los hechos relacionados con la guerra hispano-americana. El 18 de octubre de 1898, en virtud de los términos del Protocolo de Paz del 12 de agosto de 1898 el General Ricardo Ortega entrega la plaza de San Juan de Puerto Rico a las fuerzas armadas de Estados Unidos. El primero de enero de 1899 el General y Gobernador General de Cuba, Adolfo Jiménez Castellanos, hace lo mismo en La Habana. Ya hemos examinado someramente lo que había ocurrido en Filipinas hasta el 4 de febrero de 1899.<br />
<br />
En el caso de Cuba la herencia lingüística española no sufrió menoscabo porque el poder a la larga recayó en una Cuba independiente de habla española. En Puerto Rico, pueblo de habla española igual que Cuba, el idioma español ha sufrido ataques graves debido a su dependencia y supeditación a una potencia de habla inglesa oficial, pero se ha mantenido como idioma de la nación puertorriqueña gracias a la resistencia y al esfuerzo consciente de los puertorriqueños en defensa de su querido patrimonio lingüístico.<br />
<br />
En el caso de Filipinas las cosas fueron distintas. No empece el rigor y objetividad y hasta frialdad que supone la investigación histórica, como persona de habla española que es el que escribe este trabajo no puede dejar de sentir una gran emoción al ponderar si los hombres que tomaron las grandes decisiones de entonces se dieron cuenta de los valores envueltos y de que no se trataba de traspasos de meros territorios habitados como si se tratara de compraventa de simples fincas.<br />
<br />
Cuando España se retiró del Pacífico y Asia dejó unos pueblos semi-hispanizados en donde, de haber continuado su presencia, pudieron haber cuajado unas nacionalidades de rasgos y perfil parecidos a los de los pueblos y naciones hispano-americanas. Pero se interpuso un poder de habla inglesa oficial que se propuso desde un principio borrar y arrasar con todo vestigio de la lengua castellana en aquellos confines orientales. Vamos a citar extensamente de documentos oficiales norteamericanos que demuestran que desde el momento en que desembarca el primer soldado norteamericano el propósito firme e inexorable de erradicar el uso del español como lengua de uso general o lingua franca que era en Filipinas y su sustitución forzada por el inglés. Vamos también a dedicar mucha atención a los detalles de la guerra filipino-americana, que por su intensidad y ferocidad y por sus visos de genocidio anticipó los horrores de la guerra de Vietnam varias décadas más tarde.<br />
<br />
La imposición del idioma inglés en las Filipinas era parte consustancial de las operaciones militares que se manifestaba no sólo en el plano estratégico sino en las pequeñas operaciones tácticas de las aldeas, barrios y poblaciones, donde además de las operaciones puramente militares, los soldados conquistadores y aterrorizados actuaban de maestros de inglés enseñando este idioma en forma directa sin hacer uso ni del idioma español ni de los idiomas y dialectos nativos como medios de comunicación conocidos por los discípulos.<br />
<br />
Para comprender lo que se perdió en Filipinas y sus dependencias es necesario recalcar que sus clases preparadas dirigentes, los ilustrados, eran hispano-parlantes. Es necesario reiterar la proposición fundamental de este escrito de que de no haber sido por la irrupción de Estados Unidos en los territorios del Imperio Español en el Pacífico y en Asia, hubiera surgido un mundo hispano-malayo, contraparte, en esas latitudes, del mundo hispano-americano y en menor escala, del hispano-africano.<br />
<br />
En Africa existe un pequeño mundo hispano-africano, la Republica de Guinea Ecuatorial, nación donde el español es idioma oficial y de comunicación con el mundo exterior. Por razones que no viene al caso considerar, en estos momentos el Sahara Occidental Español pudo haberse convertido en otra nación de habla española en Afrecha de haber España conducido al país hacia su independencia según se esperaba, de acuerdo con las normas de descolonización de las Naciones Unidas. El resultado lingüístico ha sido que al apoderarse de este territorio Marruecos, que tiene como idioma oficial el francés, junto al árabe, ha "afrancesado" esta antigua dependencia española. Lo mismo ha ocurrido en la antigua zona o protectorado español en Marruecos que quedó incorporado al reino "afrancesado" de Marruecos. En el momento de escribir este trabajo –1981– se libra una guerra de independencia por el POLISARIO –siglas de Frente Popular de Liberación y de la Unidad de Saguia El Hamra y de Río de Oro. De establecerse la independencia de este territorio queda por ver qué idioma, además del árabe, se adopta como idioma oficial y de comunicación.<br />
<br />
En el Imperio Español en América, las naciones que emergieron en el primer tercio del siglo XIX como estados soberanos rompieron los lazos políticos con la metrópolis pero la hispanización siguió su curso. La siguiente apreciación de un eminente conocedor del tema, en cierto modo delinea con trazos claros el tema de nuestro escrito. Vamos a citar con alguna extensión el Estudio Preliminar de la obra Hispanismos en el Tagalo, escrito por D. Rodolfo Barón Castro:<br />
<br />
"Algún autor –como el mejicano Rafael Bernal, que tan excelentes estudios ha consagrado a los temas del Archipiélago– estima que el filipino fue cristianizado, pero no hispanizado, y que, por añadidura, no se constituyó en su territorio un elemento criollo suficiente, similar al que en Hispanoamérica fue motor de la independencia y de la constitución de nuevas nacionalidades que pudieran salvaguardar su raigambre hispánica.”<br />
<br />
"El problema tenga posiblemente un planteamiento bastante más complejo, ya que el referente a la hispanización es asunto que debe contemplarse con una perspectiva lo más amplia y completa posible, es decir, encuadrándolo en el 'antes' y en el ‘después' de 1898. Sin entrar en detalles, cabe preguntarse si el Paraguay, Bolivia o Guatemala estaban a raíz de su independencia, más hispanizados en su conjunto que Filipinas en las postrimerías del siglo XIX. La Asunción, Chuquisaca y Santiago de los Caballeros, con sus minorías cultivadas –criollas o peninsulares–- pero con sus masas indias hablando guaraní, quechua, aimará, quiché, cachiquel, etc., no eran por aquel entonces centros integradores menos bien provistos para un ulterior desarrollo cultural que una Manila dotada de Universidad, Seminario, escuelas de primera y segunda enseñanza, prensa abundante, etc. No todos los territorios españoles del Nuevo Mundo tenían una compacta población de origen peninsular –base en algunos de un creciente mestizaje– o la fuerza centrífuga de grandes capitales como Méjico y Lima, verdaderas metrópolis que influían sobre distantes ciudades provincianas, no mal equipadas, igualmente, de los elementos esenciales para propiciar un desarrollo socio-cultural armónico del conjunto."<br />
<br />
"En estos países, la hispanización siguió después de la independencia su ciclo evolutivo como tarea nacional, pues, en efecto, representaba el elemento integrador de las nuevas nacionalidades. (Esta continuidad es la que pinta Alejo Carpentier en su impresionante y simbólica novela Los Pasos Perdidos). Ciertamente no hubo, a raíz de aquella, una obra deshispanizadora real y efectiva. de El antiespañolismo la América hispana separada de la metrópoli tuvo principalmente un valor político, del que aún no se ha desprendido del todo, pero sus efectos no alcanzaron a romper –por propio instinto de conservación-– unos vínculos que no la ligaban sólo a la antigua metrópoli, sino a toda una constelación de nuevas entidades políticas, conscientes de su unidad esencial."<br />
<br />
"Pero el caso de Filipinas fue diferente. La labor de deshispanización, 'después' de 1898, se llevó a término de manera sistemática, concienzuda y perseverante, aprovechándose en ella con habilidad e inteligencia no solo los amplios medios del siglo XX, sino todos los resquicios favorables. Así se cortaron a cercén cuantas posibilidades tenía el castellano de constituirse en lingua franca de las islas y en vehículo de comunicación exterior, aunque los idiomas autóctonos conservaran su carácter mayoritario (15, XXIII y XXIV)."<br />
<br />
Seguiremos citando del mencionado Estudio Preliminar cuando sea necesario ya que el mismo acertadamente precisa los lineamientos y posibilidades de desarrollo del tema.<br />
<br />
3. LA DESHISPANIZACION (Quijano de Manila)<br />
<br />
Un tratamiento literario de la deshispanización que ocurrió ‘después' lo constituye un ensayo de un autor filipino que lo suscribe con el castizo nombre Quijano de Manila (19, 43 a 47).<br />
<br />
Nos informa el autor que en 1917 se estrenó una comedia titulada Solo entre las Sombras, en Manila, obra de Claro M. Recto. La obra constituía una protesta contra la violenta sajonización de la juventud filipina. Era una forma de señalar los excesos de la llamada "Americanización" que no era otra cosa que la deshispanización y destrucción del idioma español en Filipinas. (Lo mismo se trató de hacer en Puerto Rico pero allí fracasó el intento.) El planteamiento de Recto provocó una gran controversia, como es natural que ocurra en estos casos en países objeto cultural de colonización. Citamos, traduciendo, a Quijano de Manila:<br />
<br />
"Lo que el drama favorecía, decían los defensores de Recto, era una combinación de las corrientes culturales entonces en conflicto, la vieja y la nueva, a través de la atemperación de lo moderno con los ideales clásicos de la educación –una síntesis de las tradiciones hispánicas y anglosajonas."<br />
<br />
"Desgraciadamente, como todos sabemos ahora, eso no fue lo que sucedió. Nunca se intentó una síntesis; ni siquiera se estimuló una coexistencia. Simplemente una cultura fue totalmente des-cartada mientras que la otra fue totalmente adoptada. Y aunque entonces los defensores de Recto no lo sabían, todos los escrito-res que lo hacían en español, de hecho estaban luchando por su supervivencia. Tal como ocurrió, Recto fue el último escritor de importancia en la línea directa de sucesión de Rizal –'una verdadera rama del Gran Árbol', según expresión de Varona– porque de seguro, ni el más nacionalista entre nosotros puede sostener que los escritores actuales, bien sea en inglés o tagalo, puedan vincular con Rizal su linaje literario. De hecho, es muy probable que la única razón por la cual los libros de Rizal no han caído en el olvido como los de Guerrero y Apóstol es por el hecho de que él es nuestro héroe nacional. Tal como es, solamente lo conocemos traducido; el Rizal original es un extranjero para nosotros –de hecho un extranjero muerto."<br />
<br />
"Nada es más útil que argumentar sobre lo que pudo haber sido’ –pero supongamos que no hubiera habido una ruptura cultural; supongamos que la literatura desarrollada por Rizal y Recto hubiera continuado desarrollándose– y no hay duda de que hubiera continuado desarrollándose, si los norteamericanos no se hubieran quedado. Aquellos que repiten el dicho vulgar de que las más en 50 Filipinas progresaron años bajo Estados Unidos que en tres siglos bajo España no captan el punto de nuestra historia en lo más mínimo. Para los años 1890 las Filipinas habían llegado a un punto en su cultura en la que ésta por fuerza tenía que florecer –como floreció. Y tal era el impulso de la Revolución y el del movimiento intelectual a la vuelta del siglo que con o sin norteamericanos, las primeras décadas de este siglo por fuerza tenían que ser tiempo de grandes y portentosos avances en las Filipinas. La ocupación norteamericana aceleró nuestra modernización y nuestro desarrollo político pero iba a impedir el completo florecimiento de la tendencia cultural representada por Rizal y los otros ilustrados –una tendencia que pudo haber conducido a una más rica y autónoma cultura que la que de hecho recibimos. El cambio del español al inglés fue un golpe mortal a nuestro crecimiento cultural; nuestro desarrollo cultural sufrió –y todavía está sufriendo– puesto que la literatura es la pura alma del lenguaje y nosotros fuimos forzados a abandonar el lenguaje en que nuestra literatura se había desarrollado para comenzar desde el principio otra vez en inglés."<br />
<br />
"Las víctimas, principales de este cambio de idioma fueron, por supuesto, los escritores en español de los años 1900, quienes privados de una audiencia, decayeron o, como Recto, que pudo haberse convertido en una de nuestras grandes figuras literarias, y que sin embargo abandonó la literatura, totalmente. Todos estos escritores habían adquirido dominio tal del español que es evidente a la razón que la generación subsiguiente hubiera llevado esta perfección a mayores logros y hubiera producido una gran literatura. Lo que la siguiente generación realmente produjo fueron unos tanteos exploratorios y esfuerzos en inglés de los años 1920 –una labor valiosa y heroica pero que se desviaba radicalmente del desarrollo indicado por nuestra historia, y que, por consiguiente, no podía y no produjo la gran literatura que la tremenda vitalidad de los 1890 y 1900 parecía presagiar. Esto es así porque el escritor filipino en inglés ha sufrido enormemente también por la incoherencia de nuestra cultura, y aquí el mejor ejemplo es José García Villa.”<br />
<br />
"Lógica y cronológicamente, Villa –junto a los escritores en inglés de los años 1920– debió ser el desarrollo ulterior de Rizal y Recto; él pudo haber sido, tan indudablemente es su genio, la culminación de 300 años de español en las Filipinas. Si Rizal fue el Marlowe, Villa pudo ser el Shakespeare –si no hubiera habido una interrupción en el desarrollo de nuestra cultura. Desgraciadamente la hubo; y cuando Villa llegó, tuvo que construir, en vez de continuar y culminar una tradición literaria. El debió haber sido el florecimiento; él tuvo que convertirse en la semilla, Rizal y Recto debieron haber sido sus mentores pero Villa tuvo que empezar desde la nada –y los mentores literarios que adoptó fueron Sherwood Anderson y E.E. Cummings. Pura poesía ha sido el resultado, muy bella pero sin raíces y la cual, en lo que guarda relación con las Filipinas pudo haber sido escrita por un esquimal. Esto no ha sido culpa de Villa sino de la historia que lo cercenó de sus verdaderas raíces; y, como Villa, todo escritor filipino tiene necesariamente que sufrir como consecuencia de la pérdida de una tradición, de esta enajenación de los escritores 'clásicos de su propio país."<br />
<br />
"Tan grande ha sido la enajenación que la gente de la vieja cultura ahora nos parecen casi extranjeros –o mestizos– y en nuestros tiempos ha surgido la increíble necesidad de explicar que la cultura, que produjo a Rizal y Aguinaldo, los Lunas y Guerreros y a Apóstol, Bernabé y Recto era una cultura tan verdadera, y auténticamente filipina como la Ifugao, Moro, colonial Yanqui o el actual sajonismo ilustrado. Si esa cultura –si Dewey se hubiera alejado inmediatamente– se hubiera podido desarrollar como la cultura filipina, (tal como la cultura Hispánica en América se desarrolló en los tipos mejicano, guatemalteco, argentino, etc.) nunca lo sabremos. De cualquier modo, el drama de Recto que le mereció un premio en 1917 puede servir para indicar las potencialidades de la literatura que perdimos."<br />
<br />
Hemos hecho y seguiremos haciendo extensas citas de fuentes de diversas procedencias para demostrar que lo que estaba envuelto en la llamada guerra hispanoamericana no era meramente la cesión de territorios con unos desdibujados habitantes. La expansión imperial de Estados Unidos en 1898 cualitativamente fue distinta a las anteriores por parte de las potencias europeas porque el proceso imperial se había producido casi siempre a expensas de naciones y pueblos no europeos o claramente atrasados.<br />
<br />
4. LA GUERRA DEL 98 Y LA CULTURA HISTORICA HISPANA<br />
<br />
En la guerra del 98 los Estados Unidos se habían beneficiado atacando un imperio controlado por pueblos con una cultura histórica (22, 31 y 32). Ninguna persona que estudie desapasionadamente el estado cultural de Cuba, Filipinas y Puerto Rico en 1898 puede negar la densidad cultural y desarrollo de estas naciones. Ya señalamos en el caso de Cuba que allí el español no sufrió menoscabo. También señalamos las vicisitudes que el español ha sufrido en Puerto Rico (22, passim). Estamos examinando acuciosamente el caso de Filipinas por razones obvias y evidentes.<br />
<br />
Una de las razones que las naciones interventoras en los asuntos de otras aducen para justificar la interferencia es el “atraso” del país intervenido. Bajo esa etiqueta se enumeran deficiencias del país pupilo que tranquilizan los escrúpulos del país dominante que de este modo "salva" al país dominado aún contra su voluntad. Así William Howard Taft, quien presidió la segunda Comisión Filipina de la cual trataremos más adelante y que fue el primer Gobernador civil de Filipinas a partir del 4 de julio de 1901 estaba convencido de que los filipinos eran incapaces de disfrutar de gobierno propio. En un informe al Secretario de la Guerra de Estados Unidos en julio de 1900 califica a la población del archipiélago de masa de gente ignorante y supersticiosa pero al mismo tiempo reconoce que existe una elite de mestizos educados pero poco confiables y engañadores del pueblo.<br />
<br />
De esta forma se justifica el dominio total del país y su gente ya que, unos por ignorantes y otros por inescrupulosos, todos deben ser gobernados por los “virtuosos” norteamericanos. Hablaba de que el cielo había bendecido la causa de Estados Unidos y de que la misión era regenerar a los filipinos de sus propios vicios y de los vicios de la administración española. Entendía que el gobierno debía ser para el bien de los filipinos pero en modo a1guno debía ser de y por los nativos. Por ú1timo, estaba convencido que no era cierto que el gobierno propio era mejor en todos los casos que el gobierno por otro pueblo (24, 52 y 53).<br />
<br />
Retrocedamos al principio de la dominación norteamericana en Filipinas. Habíamos dicho anteriormente que la imposición del idioma inglés era parte consustancial de las operaciones militares que comenzaron en firme el 4 de febrero de 1899. Es necesario, por lo tanto que examinemos con bastante detalle las derivaciones lingüísticas de dichas operaciones bélicas.<br />
<br />
5. OPERACIONES MILITARES Y DECISIONES LINGÜISTICAS<br />
<br />
La magnitud y ferocidad de la conquista norteamericana queda reflejada en los siguientes datos, obtenidos todos de fuentes norteamericanas.<br />
<br />
Oficialmente las hostilidades en la parte cristiana de las Filipinas terminaron el 4 de julio de 1902. Se emplearon más de 100,00 (cien mil) efectivos militares norteamericanos que participaron en 2,811 encuentros y que perdieron en muertos un total de 4,243 y 2,818 heridos. Los filipinos tuvieron aproximadamente 16,000 muertos y más de 100,000 murieron a consecuencia del hambre y las enfermedades(11, 92 y 93). De acuerdo con otras fuentes se necesitaron 63,000 tropas norteamericanas, 4,300 muertos norteamericanos y tres años de sucia guerra para aplastar a los filipinos. De acuerdo con esta segunda fuente, un general norteamericano calculó que como consecuencia de la guerra en Luzón solamente, 600,000 habitantes perecieron en total como consecuencia de la guerra (26, 285 con fotos del US Sgnal Corps). A pesar de la proclama oficial de la cesación de hostilidades en la parte cristiana de Filipinas la guerra de guerrillas contra la ocupación norteamericana continuó en Luzon hasta 1911 (20, 19). En Mindanao la lucha contra los musulmanes (moros) continuó hasta el año 1913.<br />
<br />
Así se describe el final de la lucha:<br />
<br />
"Sin embargo, fracasaron todos los esfuerzos para convencer a las mujeres y los niños de que abandonaran el cráter de Bud Dajo. El 15 de junio de 1913, después de una lucha de tres días que requirió el uso de artillería, la posición fue asaltada. Casi todos los trescientos combatientes así como el mismo número de mujeres y niños murieron. Así terminó la resistencia de los moros a la ley y el orden.(11, 99)"<br />
<br />
Un autor norteamericano resume así la situación:<br />
<br />
"Las Filipinas se convirtieron en una posesión de Estados Unidos en 1898, como resultado de una guerra de conquista, librada primero contra España y después contra los propios filipinos, que se habían rebelado contra España para ese tiempo y quienes habían proclamado su propia república independiente. En la supresión de esa república, para someter a los filipinos a la dominación de Estados Unidos, algunas de las atrocidades de la guerra de Vietnam, que horrorizaron al mundo, fueron practicadas por el Ejército de Estados Unidos durante los años desde 1899 hasta 1914 –conduciendo a la población de las aldeas hasta pueblos vigilados donde el hambre y la enfermedad mató a miles y donde cualquiera encontrado fuera de los limites era muerto, torturado y matando prisioneros y heridos, quemando y arrasando áreas cultivadas, llamando a los patriotas y partidarios de la independencia criminales y bandidos o ejecutándolos o reduciéndolos a prisión. Se envió un ejército de 126,000 hombres a las Filipinas; mataron más de 200,000 filipinos para convencerlos de que estarían mejor bajo el dominio de Estados Unidos que bajo sus propios líderes. (11, 92 y 93)"<br />
<br />
El mismo mesianismo que señalamos en Taft –fingido o sincero, no sabemos– lo exhibió el presidente William McKinley cuando se decidió por la anexión de Filipinas. Según él, aún no estaba decidido. Recuérdese que la cesión de Filipinas no figuraba en el Protocolo de Paz de 12 de agosto de 1898. Esta cesión fue forzada sobre España cuando concluían las negociaciones del Tratado de Paz de 10 de diciembre de 1898. La siguiente declaración la hizo McKinley a una delegación del Comité Misionero de la Iglesia Metodista Episcopal el 21 de noviembre de 1899:<br />
<br />
“Recorrí los pasillos de la Casa Blanca noche tras noche hasta la media noche; y no me avergüenzo de decírselo, caballeros, que me arrodillé y recé al Dios Todopoderoso más de una vez que me diera luz y guía."<br />
<br />
"Y una noche vino de esta manera –no sé cómo pero vino: 1) que no podíamos devolvérselas a España –eso sería cobarde y deshonroso; 2) que no podríamos dárselas a Francia o Alemania –eso sería un mal negocio y vergonzoso; 3) que no podíamos dejarlos solos –no tenían capacidad de gobierno propio porque pronto tendrían allí una anarquía o desgobierno peor que el que tuvieron bajo España: y 4) que no podíamos hacer otra cosa que quedarnos con todo, y educar a los filipinos y levantarlos, civilizarlos y cristianizarlos, y, por la gracia de Dios, hacer lo mejor que pudiéramos por ellos, nuestros semejantes, por quien Cristo también murió. (16, 7)"<br />
<br />
En esta etapa del comienzo del contacto de los filipinos y los norteamericanos a través de sus fuerzas militares es necesario precisar el idioma de comunicación que usaron los filipinos en sus relaciones con el mundo exterior. Esta determinación es muy importante para el examen crítico del argumento que se adujo para justificar la imposición del inglés en forma draconiana desde el comienzo de la conquista norteamericana el 4 de febrero de 1899. El argumento era que el español era muy poco conocido y no era una lengua común en las Filipinas. Por lo tanto surgía el corolario de que la conversión de la gente filipina en angloparlantes –la anglicización si se nos permite el neologismo– empezaría desde una tabula rasa ya que no había ni una lengua europea ni un idioma nativo que se opusiera a la imposición del inglés como idioma oficial y como idioma de comunicación.<br />
<br />
Como paréntesis diremos que en el caso de Puerto Rico se esgrimió una variante de este argumento. En este caso, ante el hecho contundente de un idioma común de los puertorriqueños se atacó la calidad de ese idioma. Se calificó al mismo de dialecto (patois) sin literatura y con escaso valor como medio de cultura (22, 63 a 64). Volviendo a Filipinas veamos los hechos.<br />
<br />
En un informe del cónsul de Estados Unidos en Manila, fechado 12 de mayo de 1898, se describe una visita que hizo a Cavite, al Sur de Manila, ocupada por tropas de su país. Dice que los nativos gritaban en español Viva (sic) los Americanos (6, 327). El 20 de mayo de 1898 el cónsul de Estados Unidos en Singapur (Singapore) envía al Secretario de Estado la proclama de los líderes filipinos independistas en Hong Kong a sus seguidores. Esta proclama está redactada en perfecto español (6, 345 y 346). El 9 de junio de 1898 ese mismo cónsul informa de nuevo al Secretario de Estado que los filipinos residentes en Singapur le entregaron un memorial en español (6, 350). En ese memorial los filipinos, no empece sus expresiones pronorteamericanas, recalcaron que su aspiración irrenunciable era la independencia y daban a entender que sus simpatías hacia Estados Unidos partían de la premisa de que este país los estaba ayudando en esa dirección. El cónsul fue severamente reprendido por haberle dado acogida y por ende haber estimulado las esperanzas y expectativas independentistas filipinas.<br />
<br />
Por supuesto, la historia ha demostrado que aún antes del inicio de la guerra hispano-americana el Archipiélago filipino figuraba como objeto del expansionismo norteamericano. En la correspondencia que el general Emilio Aguinaldo y Famy, Presidente de la República Filipina proclamada desde el 12 de junio de 1898 sostenía con los comandantes norteamericanos siempre usó el idioma español que habla sido adoptado como idioma oficial de la República y como idioma de comunicación común entre los filipinos y con el exterior. Por supuesto, los idiomas del Archipiélago recibían reconocimiento en los pronunciamientos de las autoridades filipinas y ya existían planes de adoptar, junto con el español, un idioma nacional filipino. No olvidemos que las ordenes religiosas que tanta influencia ejercieron en Filipinas hasta 1898, estudiaron acuciosamente los idiomas nativos y prepararon gramáticas, diccionarios y otras obras de cultura en los idiomas del Archipiélago. De nuevo vamos a recurrir a un ilustre patriota, jurista e intelectual filipino que hemos mencionado antes. Nos referimos a Claro M. Recto. Resume así la situación en vísperas de la conquista yanqui:<br />
<br />
"Acaso, si al triunfar la revolución no hubiera interpolado el destino en el texto de la historia patria el capítulo de la conquista americana, el gobierno revolucionario y los que habrían venido a sucederle, olvidando ofensas y agravios coloniales, hubiesen hecho del español idioma oficial juntamente con el tagalo y declarado obligatoria su enseñanza. Prueba mi supuesto el hecho de que, al tiempo en que filipinos y españoles estaban empeñados en una guerra sin cuartel, la Constitución de la primera República se debatía y redactaba en español, el Congreso de Malolos llevaba sus deliberaciones en español, las proclamas de Aguinaldo se expedían en español, los peri6dicos revolucionarios se publicaban en español, y Mabini, el consejero y primer ministro de Aguinaldo, empleaba exclusivamente el español, en aquel estilo que era milagro de vigor, justeza y precisión, para trasladar al papel sus sublimes concepciones de estadista. Sus Memorias de la Revolución Filipina las escribió en español mientras estaba en Marianas a donde le habían deportado los americanos por negarse a prestar juramento de lealtad a la bandera de Estados Unidos. (3, 42)"<br />
<br />
Volvamos de nuevo al comienzo de la conquista. Habíamos dicho que la imposición del inglés en las Filipinas era parte consustancial de las operaciones militares. Igualmente lo era el rechazo total del español. Es revelador de las actitudes lingüísticas de las autoridades norteamericanas el siguiente hecho. Cuando los filipinos de Singapur presentaron el memorial en español a que aludimos antes, el cónsul lo recibe traducido al francés y les replica en este idioma. El asunto no tendría mayor trascendencia si no se mirara el conjunto de las actitudes lingüísticas. El cónsul de Estados Unidos en Manila, O.F. Williams, a quien aludimos antes, en una comunicación al Secretario de Estado, Mr. Day, de 2 de julio de 1898 se expresaba de la siguiente manera y traducimos:<br />
<br />
"Cada empresa norteamericana en cada uno de los cientos de puertos y populosos pueblos de las Filipinas será un centro comercial y escuela para nativos dóciles conducentes a un buen gobierno según el modelo, de Estados Unidos. El español o idioma nativo no es esencial. Con la expulsión de los españoles, sigue que nuestro idioma se adopte inmediatamente en los tribunales, puestos públicos, escuelas e iglesias nuevamente organizadas y que los nativos aprendan inglés. (6, 330 a 331)"<br />
<br />
De nuevo es de rigor que hagamos, un paréntesis en el tema filipino para señalar las expresiones del cónsul de Estados Unidos en Puerto Rico hasta la guerra hispano-americana, Mr. Philip C. Hanna, el 25 de noviembre de 1898:<br />
<br />
“Lo mejor para esta isla es que todo lo español sea totalmente cambiado; la forma de gobierno española, el Derecho español, .los tribunales españoles, los métodos españoles de tributación, las costumbres españolas, el sistema de educación español de ignorancia entre los pobres, Las supersticiones españolas y yo espero que también el idioma español sea cosa del pasado en esta isla. (22, 8-9)"<br />
<br />
No es necesario insistir en el mesianismo lingüístico paralelo e idéntico en las antípodas. Volvamos a las Filipinas. La política lingüística absorbente anglicizante se imponía sobre el terreno por los conquistadores norteamericanos. Citamos del Informe Anual del Gobernador Militar Arthur MacArthur de 4 de julio de 1901:<br />
<br />
"El Coronel Kennon, 34 de Infantería, informa sobre las condiciones en el subdistrito de Ilocos Norte, solicitando maestros de inglés y urgiendo que el español sea eliminado de los programas de estudios. (13, 353)"<br />
<br />
Otro ejemplo:<br />
<br />
"El Coronel Burt, que comanda el 25 de Infantería y la provincia de Zambales se ha tomado un gran interés en establecer escuelas, ayudado por el Capitán O’Niel y el. Capellán Steward. Grandes delegaciones de la provincia asistieron a la Escuela Normal de Verano de Manila [1900] y la continuación del trabajo normal de esta provincia sigue bajo el Profesor Squire. Se planea reunir maestros y aspirantes de distintos pueblos en San Felipe para instruirlos en el idioma inglés hasta septiembre, cuando se espera que ellos sean capaces de enseñar en inglés en sus escuelas. (13, 354-355)" (El subrayado es nuestro y también la traducción. Salvo que se diga otra cosa las traducciones son nuestras).<br />
<br />
Hemos subrayado la expresi6n en inglés para recalcar que no se trataba, al igual que en Puerto Rico, de enseñar el inglés como idioma sino de convertirlo en el idioma total y oficial de la enseñanza. Iguales objetivos se perseguían en todos los aspectos de la vida de los países mencionados. En Cuba, por supuesto, debido a que la ocupación militar terminó al constituirse la Republica Cubana el 20 de mayo de 1902, no ocurrió ninguna agresión lingüística de nota. Aunque hubo vacilaciones de parte de Estados Unidos en cuanto a la concesión de la independencia debido a los sueños anexionistas que impulsaron poderosos círculos estadounidenses, entre ellos la camarilla del Gobernador Militar Leonard Wood, la independencia cubana que supuestamente llevó a Estados Unidos a la guerra con España, tuvo que ser reconocida.<br />
<br />
¿Qué efecto tuvo en los filipinos que recibían el impacto aterrorizante de las operaciones militares norteamericanas de conquista en el aspecto del idioma? Afortunadamente esta pregunta puede ser contestada gracias a las investigaciones dirigidas a dilucidar estos ángulos y sinuosidades de la gran historia. La lingüista norteamericana Mary I. Bresnahan se expresa de la siguiente manera:<br />
<br />
"En cuanto a si su deseo [de los filipinos de aprender inglés] era genuino o si era un gesto sumiso de supervivencia para aplacar a los norteamericanos seguirá siendo un asunto especulativo en todo caso. Los documentos contienen historias de filipinos temblando aterrorizados en sus casas de madera sobre pilotes esperando la llegada de los crueles norteamericanos, reputados sangrientos gigantes decididos a matar a los confiados filipinos. Inseguros en cuanto a los motivos de los norteamericanos, los filipinos hicieron lo que pensaron que agradaría mas a ellos –aprender su idioma. (7, 66)"<br />
<br />
Como los aspectos políticos y militares están tan imbricados en el periodo que media entre la capitulación de Manila el 13 de agosto de 1898 y la pacificación oficial de la parte cristiana de Filipinas, anunciada el 4 de julio de 1902, examinemos los aspectos políticos del periodo.<br />
<br />
Poco después del comienzo de las hostilidades yanqui-filipinas el 4 de febrero de 1899, arribó a Manila la llamada primera Comisión Filipina, presidida por el Presidente de la Universidad de Cornell, Jacob Gould Schurman. Permaneció en el Archipiélago desde marzo de 1899 hasta enero de 1900. Sometió un informe de 4 tomos. Ante la situación anómala que surgió por la cesión española a Estados Unidos y la presencia de la República Filipina se nombró esta comisión para que obtuviera información que pudiera orientar la actuación estadounidense. También se esperaba que la comisión pudiera conciliar a los patriotas filipinos con la dura realidad de un nuevo amo.<br />
<br />
La Comisión Schurman no dejó huella permanente de índole legislativa-lingüística como dejó la segunda Comisión presidida por Taft. Sin embargo, su informe merece un capítulo aparte que en este momento no emprenderemos. La razón para este interés es que aparentemente surgieron serias discrepancias entre los miembros de la Comisión en cuanto a la política de "americanización" cuyo objetivo supremo era convertir a los filipinos en personas angloparlantes. Según el escritor filipino, Manuel V. Gallego, condenó la americanización de los filipinos. También otros norteamericanos prominentes. Así, nos informa Gallego, el Vice-gobernador Butte, Nicholas Roosevelt, el Profesor Jones Ford, de Princeton, en 1913, el Dr. Salesby, y el Profesor Cecilio López (25, 15-17).<br />
<br />
De acuerdo con Gallego era el sentir correcto el que se siguiera el método español en el cual los misioneros aprendían el idioma nativo y en ese idioma se conducía la instrucción. Es de rigor señalar que en el caso de Puerto Rico el primer Comisionado de Instrucción Pública en el primer gobierno civil norteamericano, Martin C. Brumbaugh, implantó la política lingüística de enseñar el inglés como asignatura en la instrucción primaria y utilizando el español como vehículo de enseñanza de las demás materias (28, 343). Esa política duró durante su incumbencia (1900-1903) pero fue revocada después cuando en Puerto Rico se implantó precisamente el llamado Plan Filipino donde toda la enseñanza se conducía en inglés. En Filipinas, como veremos más adelante, el plan fue más drástico que en Puerto Rico, pues mientras en el en el último siempre se conservó al español como asignatura aún en las épocas de más feroz "americanización", en Filipinas el idioma español fue totalmente erradicado del sistema de instrucción pública en julio de 1901, tanto como vehículo de instrucción como asignatura.<br />
<br />
6. LA SITUACION EN MANILA<br />
<br />
Por ser Manila la capital de Filipinas, esta ciudad era el corazón de la hispanidad en el Oriente. La capital y la isla de Luzon eran las partes más hispanizadas y por ende, merecen un examen detallado para los propósitos de este escrito. Ofrece paralelos con lo que sucedía en Puerto Rico. Sin embargo, había una diferencia fundamental y ésta era la guerra que se libraba en el Archipiélago. Como veremos más adelante, la anglicización empezó en firme en Manila después de la captura del Presidente de la República Filipina, Emilio Aguinaldo, el 22 de marzo de 1901.<br />
<br />
Recordemos que oficialmente, desde el punto de vista norteamericano, las hostilidades en la parte cristiana de Filipinas terminaron el 4 de Julio de 1902. En el informe del General Ewell S. Otis, sucesor del General Wesley Merrit en el mando de las operaciones militares, fechado 25 de julio de 1899, figura a su vez el informe de Mr. George P. Anderson, Superintendente de Instrucción Pública de Manila. El informe es iluminador por cuando demuestra entre líneas las perplejidades y hasta escrúpulos que sentía un educador en vísperas de la puesta en práctica de una política lingüística que buscaba erradicar el idioma español en Filipinas y su sustitución por el inglés. Comienza el informe diciendo que las escuelas públicas reabrieron después del 13 de agosto de 1898, cuando ocurrió la capitulación de la ciudad. A continuación traducimos del informe:<br />
<br />
"De hecho las labores se reanudaron en las reabiertas escuelas alrededor del primero de septiembre, salvo dos de las escuelas más grandes que lo hicieron más tarde. Las labores entonces fueron simplemente una continuación de la instrucción española. El capellán Mckinnon contaba con siete instructores norteamericanos de inglés, y aspiraba poder ofrecer una hora de inglés en cada escuela."<br />
<br />
"Desde el primero de junio se han conseguido diez maestros adicionales de inglés y los niños están aprendiendo con mucho entusiasmo. Pero esta base de una hora diaria de inglés por día no es suficiente; debe ser doblada en muchas de las escuelas, especialmente en aquellas dedicadas exclusivamente a la instrucción primaria..."<br />
<br />
"Bajo las condiciones actuales se presentan constantemente inte-rrogantes nuevas e inquietudes (‘novel and perplexing ques-tions') pero, sobre todo, el departamento procura establecer, a la larga, el sistema norteamericano de escuelas públicas comunes, aunque la discreción aconseja demoras en la implantación de muchos cambios necesarios que no podrían ser comprendidos ahora. Todo debe venir como una culminación. (29, 31-33)" (Traducción y subrayado nuestros).<br />
<br />
Compárese esto con expresiones relacionadas con Puerto Rico sobre el mismo asunto:<br />
<br />
"Una educación que busca el cambio del idioma nativo envolverá el cambio de la religión y un cambio de todo el cúmulo de tradiciones del pueblo." Carta del año 1900 dirigida por W. T. Harris, Comisionado de Educación de Estados Unidos al Dr. Victor S. Clark, Presidente de la Junta de Educación bajo el Gobierno Militar, absoluto y supremo en Puerto Rico durante el periodo 1898-1900. (22, 55-56)"<br />
<br />
Hemos subrayado en la anterior cita para llamar la atención a dos aspectos de la llamada "americanización". Uno era el supuesto clamor porque se enseñara inglés de parte del pueblo filipino, y el otro es que la política lingüística se concentró en primer lugar en las escuelas primarias. La- cercenación del idioma español en las Filipinas, como caracterizó el hecho D. Rodolfo Barón Castro, empezó en las raíces.<br />
<br />
7. POLITICA LINGÜISTICA DEL PRESIDENTE McKINLEY<br />
<br />
El Presidente McKinley, en relación con el idioma, dio las siguientes instrucciones a la segunda Comisión Filipina, presidida por Taft:<br />
<br />
"La comisión tendrá la obligación de promover y extender, y, cuando sea necesario, mejorar el sistema de educación ya inaugurado por las autoridades militares. Al hacer esto será primordial la expansión de un sistema de instrucción primaria libre para todos y que deberá preparar a la gente para cumplir los deberes ciudadanos y las funciones ordinarias de una comunidad civilizada. La instrucción se dará en primera instancia en todas partes en el idioma de la gente. En vista del gran número de idiomas hablado por las diferente tribus, es de suma importancia para la posteridad de las islas que se establezca un medio común de comunicación, y es obvio que este medio debe ser el idioma inglés. (30, 10)" (Subrayado y traducción nuestra).<br />
<br />
Teniendo en cuenta la fecha de las instrucciones resalta la discrepancia entre la política de utilizar el idioma de la gente filipina, según las instrucciones presidenciales, y la política furiosamente americanizante que practicaban sobre el terreno las tropas conquistadoras. Es notorio el contraste por cuanto el Comandante en jefe de esas tropas era el Presidente de Estados Unidos. En el curso normal de los acontecimientos es increíble que las tropas realizaran por su cuenta algo que chocaba con las ideas de su jefe. La única explicación era el doble juego que con los filipinos practicaba el conquistador.<br />
<br />
Otro punto de las instrucciones que resulta chocante e insólito es la manera de referirse al pueblo de las Filipinas como las diferentes tribus. Esto significaba una depreciación del pueblo en sí y además ignoraba el alto grado de desarrollo político que había tenido lugar en el Archipiélago y muy especialmente en la segunda mitad del siglo XVIII. El desarrollo no sólo fue político sino que lo fue en todos los órdenes de la cultura (18, 51-58. Para el periodo antes de 1700, ver 21).<br />
<br />
Otra observación en cuanto al uso del inglés como medio de comunicación y de unificación. Las instrucciones dan la impresión de que en Filipinas existían compartimientos estancos en relación con los diferentes grupos lingüísticos lo cual no es cierto. En Filipinas han existido elementos unificadores desde antes de la presencia española. Apolinar B. Parale se expresa sobre el particular:<br />
<br />
"En fecha tan temprana como 1618 los misioneros españoles se expresaron de la siguiente manera sobre la eficacia comunicativa del tagalo a través de todo el Archipiélago:<br />
<br />
'El tagalo se habla y entiende en todas partes, no sólo por los habitantes de la isla de Luzon, sino por todos los nativos de todas las isla. (Re: Descripción de las Islas Filipinas: (Anónimo) Manila 1618, p. 101, Vol. XXIII).’<br />
<br />
"Clifford Prator del Consejo Económico Social de las Naciones Unidas en su libro (Language Teaching in the Philippines/ Enseñanza de idiomas en las Filipinas), p. 3 dice así:<br />
<br />
'Recientemente el autor realizó una serie de excursiones por las islas, visitando nueve regiones diferentes. Lo acompañó un representante del negociado de Escuelas Públicas, un tagalista, que hablaba el idioma nacional a todo el mundo menos a los norteamericanos. Es interesante notar que este hombre se hizo entender en todas partes por los botones, taxistas, dependientes en las tiendas, etc.’ (31, 213-214)"<br />
<br />
Por supuesto, al ocurrir la guerra de 1898, existía el elemento unificador del idioma español. Si lo que se perseguía por los norteamericanos era la unificación del pueblo filipino no existía una tabula rasa en el Archipiélago. Si se empezó de nuevo, por imperativos lingüísticos de naturaleza mesiánica imperialista, es otra cosa. Hemos citado a Quijano de Manila y a Rodolfo Barón Castro sobre las consecuencias de las decisiones de política lingüística tomadas por los norteamericanos al ocupar Filipinas. Cambiar el idioma de una nación no es tan sencillo como cambiar de camisa. Las consecuencias de esas decisiones repercuten en nuestros días de descolonización en todos los sentidos.<br />
<br />
Vamos a seguir con el examen de la política lingüística en las escuelas públicas primarias. Le damos preferente atención porque la socavación de la estructura lingüística hispana, su corte a cercén, empezó por ahí. En el curso de nuestro trabajo veremos que la anglicización avanzó desigualmente pero en forma inexorable. En otras esferas de la actividad gubernamental el avance fue lento y encontró diversos grados de resistencia, tanto de parte de los hispanófilos como de los nacionalistas lingüistas filipinos. En este sentido la situación fue distinta a la de Puerto Rico, donde el español, después de 1898, junto con toda la herencia hispánica se convirtió en lo puertorriqueño.<br />
<br />
También, en relación con la cautela que expresaban los jefes norteamericanos de la instrucción pública ante el cambio de idioma que se proponían forzar, es muy necesario tener en cuenta que en el año 1900 la guerra filipino-yanqui continuaba con todo su furor. No puede ser mera coincidencia, como veremos más adelante, que la anglicización de la enseñanza empezó de lleno después de la captura del General Emilio Aguinaldo y Famy el 22 de marzo de 1901. La política de enseñanza en inglés y total erradicación del español empezó en julio de 1901. Pero retrocedamos al recuento cronológico del desarrollo de la política lingüística.<br />
<br />
En su informe de 1900 que continuaba el correspondiente al año 1899 y del cual citamos y tradujimos anteriormente, el Gobernador Militar Otis dice:<br />
<br />
"Los anteriores métodos españoles requieren modificación pero la acción orientada a tales fines debe esperar hasta que se haga una investigación cuidadosa de los intereses del gobierno y se determine en cuanto a los métodos apropiados que se seguirán a los fines de salvaguardar el bienestar de los habitantes en general. (29, 295)”<br />
<br />
Pasa entonces a citar del anterior informe a que hemos aludido. En cuanto al punto específico de la instrucción pública, cita el informe del jefe militar del Departamento de Instrucción Pública.<br />
<br />
"Esperamos que los suministros se harán cargo de las necesidades de las escuelas durante un periodo aproximado de tres meses; y en cuanto a los libros por un periodo más largo a base del sistema actual de instrucción."<br />
<br />
"Tal como se deduce del último párrafo, creo que al principio sólo debe intentarse la lectura, escritura y conversación del inglés, salvo en Manila y posiblemente en algunos otros pocos lugares. Considero que una adecuada familiarización con la lengua inglesa, leerla, escribirla y hablarla es de primaria importancia y es lo más que debemos exigir del esfuerzo de las fuerzas educativas. La geografía, la historia, la aritmética, sin mencionar sus aspectos mas avanzados, son lo mismo en todos los idiomas y no se considera conveniente o necesario que se preparen textos especiales para estas asignaturas, en español o en los diferentes dialectos nativos, o que se compren en grandes cantidades. Sin embargo, se deben proveer cuanto antes diccionarios, cartillas, cuadros y libros de lectura. Aunque en algunos casos será necesario utilizar el español como medio, se cree que, generalmente, el inglés puede enseñarse directamente desde los dialectos y con ese fin en mente deben ser escritos los libros."<br />
<br />
"A los fines de obtener copias de todas las leyes escolares, informes, etc., de los diversos estados de la Unión [Estados Unidos] y también muestras de libros de texto y otros efectos escolares, esta oficina ha actuado correspondientemente. Hay que darse cuenta, por supuesto, que todavía este gobierno está en el umbral de la educación pública en las Filipinas y entiendo que es mejor reunir opiniones expertas de modo que puedan prepararse planes factibles y bien comprendidos. Los suministros ordenados iniciarán la labor, pero el futuro exigirá grandes gastos y el trabajo de educadores diestros y competentes."<br />
<br />
A renglón seguido continúa el informe del General Otis:<br />
<br />
"En relación con la naturaleza de los textos en lo que al lenguaje especial se refiere, la voluntad del pueblo está expresada en la respuesta de un filipino representativo a quien le comentó que era dudoso el que se obtuvieran suficientes textos tanto en español como inglés: 'Dele a los niños los libros en inglés y lo aprenderán más rápidamente. Se me informa que este modo de proceder se sigue en Hong Kong y que ha tenido mucho éxito. Estos métodos elementales de instrucción, han sido implantados precipitadamente en muchas de las islas para enfrentarse a las importunidades de los padres nativos. El sistema es crudo, por supuesto, pero dará una satisfacción y resultados relativos hasta que pueda iniciarse uno mejor. (29, 296)”<br />
<br />
Es necesario destacar el pensamiento central de este informe preparado por militares. El mismo lenguaje usa expresiones de corte militar, de campaña ardorosa. El informe es de mediados del año 1900. Todavía está vigente el sistema español. Tan vigente está que se han encargado a Estados Unidos a principios de 1901 los siguientes textos:<br />
<br />
Lecciones de Lenguaje<br />
Spanish Grammar, Edgren<br />
Spanish Grammar, Knapp<br />
Spanish/English Dictionary<br />
Guías para maestros<br />
<br />
No sólo se encargaron estos textos sino que en la campaña de reclutamiento de maestros en Estados Unidos se les pedía que en los formularios de solicitud informaran si conocían el español o dialectos nativos. En una carta dirigida a autoridades escolares de instituciones públicas y privadas de Estados Unidos se les informaba que los maestros que arribaran a las Filipinas, una vez aprendieran español o dialectos nativos serían ascendidos. (13, 368, 380-381)"<br />
<br />
Sin embargo, y no empece lo señalado que implica un reconocimiento de la presencia masiva del español en la vida filipina, se deja ver el propósito último de sustituirlo totalmente por el inglés. También debe notarse la alusión a los deseos de los filipinos en relación con sus preferencias lingüísticas a través de lo que dijo "un filipino representativo".<br />
<br />
El informe del Departamento de Instrucción Pública de las Filipinas del cual hemos citado, tiene fecha de 5 de noviembre de 1900. El 27 de mayo de 1901 ese mismo departamento reanuda la narración con lujo de detalles. Destacaremos, citando y traduciendo los pasajes más importantes de este informe alegato cuyas recomendaciones culminaron con la aprobación por la Comisión Filipina de la Ley 74 de 21 de enero de 1901. Recuérdese que esta comisión, presidida por Taft, llamada también la segunda comisión para distinguirla de la primera presidida por Schurman, asumió el gobierno civil el primero de septiembre de 1900. Era por lo tanto el órgano legislativo del gobierno colonial norteamericano absoluto implantado en el Archipiélago. Las operaciones militares, por supuesto, continuaron bajo la dirección absoluta del general Arthur MacArthur.<br />
<br />
La Ley 74 preceptuaba en su articulo 10 lo siguiente:<br />
<br />
"El idioma inglés se convertirá gradualmente en la base de toda la instrucción en las escuelas públicas. A tales fines se dispondrá por ley para la instrucción en inglés ('for English instruction') en todas las escuelas sostenidas con fondos públicos." (subrayado nuestro)<br />
<br />
A su vez el articulo 11 rezaba de la siguiente manera:<br />
<br />
"En lo posible, se destacarán soldados como instructores de inglés hasta que puedan ser reemplazados por maestros regulares" (subrayado nuestro).<br />
<br />
Esta política lingüística en Filipinas -enseñanza en inglés, exclusión total no sólo de la enseñanza en español sino del español como asignatura, aseguró la extinción casi total de la lengua española en Filipinas. Ese llamado Plan Filipino llegó a imponerse casi en su totalidad en Puerto Rico. Decimos casi porque como dijimos antes, en Puerto Rico se mantuvo la enseñanza del español como asignatura afín durante la incumbencia del Comisionado de Instrucción Pública que implantó dicha política lingüística, Roland P. Falkner (22, 81; 25, 344; 32, 199; 34, 9). En Filipinas, esa exclusión de la lengua castellana en las escuelas públicas, por disposición de ley, duró hasta el año 1952, cuando, el 21 de mayo se aprobó la Ley 709, patrocinada por el senador Magalona. Entonces se empezó a enseñar, en forma muy limitada, como asignatura. Pero de esto, así como de las vicisitudes o mejor via crucis de la lengua de Cervantes en todos los aspectos de la vida filipina públicos y privados, judiciales, legislativos, ejecutivos, etc. –nos iremos ocupando en otros trabajos de acuerdo con la cronología de los sucesos y su ubicación en el desarrollo y culminación de la soberanía y nacionalidad filipinas.<br />
<br />
Mientras tanto, sigamos destacando los aspectos sobresalientes del largo informe del Departamento de Instrucción Pública de 27 de mayo de 1901. Tan pronto se decretó la enseñanza en inglés y la proscripción del español y de los idiomas nativos en las escuelas públicas, se importaron desde Estados Unidos enormes cantidades de materiales educativos, todos por supuesto en inglés. También llegaron centenares que se convirtieron en miles, de maestros norteamericanos. Los soldados licenciados también se convirtieron en maestros. Para la fecha del informe se habían recibido más de 8.000 solicitudes de aspirantes al magisterio en Estados Unidos. Para junio próximo –1901– dice el informe, habría 500 maestros listos para embarcar en Estados Unidos. Como el idioma oficial escolar era el inglés, todo aquel que lo ignorara o que no pudiera enseñar en él era excluido. Lo mismo ocurría en las otras esferas de actividad; como dijimos anteriormente, en todos los aspectos de la vida filipina que más adelante examinaremos. Citamos del informe,<br />
<br />
"Antes de la aprobación de la Ley 74 y bajo la autoridad de la Comisión Filipina y del gobernador militar se habían nombrado nueve maestros de Estados Unidos y once filipinos. Después de la aprobación de dicha ley y de acuerdo con su articulo 15 se ha nombrado permanente y provisionalmente ocho superintendentes, ocho directores y ayudantes para adiestramiento normal, agrícola y manual y setecientos ochenta y un (781) maestros en Estados Unidos y dos superintendentes y ochenta maestros de solicitantes en las Filipinas. (13, 350)”<br />
<br />
Un historiador filipino resume la situación de la siguiente manera:<br />
<br />
"Se usaba el inglés porque los maestros [norte]americanos apodados Tomasitos (Thomasites) por haber llegado a bordo del transporte Thomas, no sabían español y porque los libros venían de Estados Unidos. Muy pronto solamente serían colocados aquellos que conocieran el inglés. (18, 144)"<br />
<br />
Veamos cómo se verificó el cambio del español al inglés en Manila. El jefe del Departamento de Instrucción Pública cita del informe del superintendente escolar de Manila:<br />
<br />
"El que suscribe fue nombrado superintendente de las escuelas de la ciudad el 26 de octubre de 1900 y como éste es el primer informe requerido por esta comandancia este examen abarcará los seis meses transcurridos desde entonces".<br />
<br />
"El cambio mas significativo es el que ha tenido lugar en la actitud de los maestros filipinos. Debido a la incertidumbre que ha acompañado la ocupación [norte] americana de estas islas, hasta hace seis meses apenas se habían introducido cambios en las escuelas públicas de Manila. Pocos de los maestros habían adquirido conocimiento alguno del inglés ni se había operado cambio alguno en el carácter de los estudios. Los textos estaban en español y solamente se oía el español en los edificios escolares. El inglés se enseñaba, pero por una fuerza de maestros [norte] americanos totalmente inadecuadas, en muchos casos pudiendo el maestro dedicar solamente una cuarta parte del día a una escuela."<br />
<br />
"En diciembre se adoptó el plan que consistía en que los maestros de inglés dedicaran por lo menos la útima media hora de la tarde a la instrucción de los maestros filipinos y al mismo tiempo se hizo saber que muy pronto se abandonaría el uso del español como medio de instrucción. Los maestros filipinos que habían adquirido suficiente destreza en inglés empezaron a enseñar los primeros grados. Con muy pocas excepciones los maestros aceptaron el cambio de idioma y su actitud ahora se ha convertido en una de verdadero interés en favor de la adopción del inglés. Han progresado tanto en su conocimiento del inglés que es posible que al reanudarse el curso en junio solamente se use el inglés. (11, 356)”<br />
<br />
Sobre el aspecto religioso de la enseñanza continúa el informe:<br />
<br />
"La cuestión de la enseñanza religiosa en las escuelas también se ha arreglado sin que haya habido conflictos o pérdida de estudiantes. Tan pronto se recibió una copia oficial de la Ley 74 de la Comisión Filipina, que prohibe todo tipo de instrucción religiosa por parte del maestro, se emitió una amplia orden prohibiendo la práctica de devociones religiosas o su empleo como medidas disciplinarias, el cese de toda enseñanza de catecismo o doctrina religiosa y la remoción de la escuela de todos los libros que contuvieran tales materias y la remoción de los salones de clases de crucifijos, emblemas religiosos, imagenes sagradas, carteles, etc. Estas órdenes fueron en todos los casos acatadas y cumplidas inmediatamente y al pie de la letra. Ni los padres ni los maestros protestaron y como se dijo antes no disminuyó la asistencia a clases y por el contrario el curso teriminó con la más grande matrícula registrada en estas escuelas públicas. Para muchos de los maestros el cambio aparentemente fue bien recibido. (13, 356-357)”<br />
<br />
El Superintendente General de Instrucción Pública. de Filipinas resume de este modo la labor realizada:<br />
<br />
"Como breve resumen de la labor realizada durante el periodo abarcado por este informe se ha estructurado la base de un plan educativo y se ha aprobado legislación al efecto; se ha seleccionado y comprado una gran cantidad de textos y efectos escolares [norte] americanos y se han distribuido en los pueblos habiéndose removido los viejos textos escolares y se ha puesto cada una a cargo de un superintendente [norte] americano; se está aboliendo gradualmente toda instrucción religiosa durante el curso escolar; se ha introducido el inglés como base de toda la instrucción pública... y toda la política en relación con la inauguración de un sistema de instrucción pública completamente [norte] americanizado se ha esbozado. (13, 359-360)"<br />
<br />
8. LA IMPOSICION DEL INGLES EN TODOS LOS ASPECTOS DE LA VIDA OFICIAL FILIPINA <br />
Como hemos visto, la política que perseguía erradicar de cercén el idioma español en Filipinas, ignorando al mismo tiempo los idiomas nativos y combatiendo su uso por razones que luego examinaremos en cuanto a sus méritos, comenzó con especial virulencia en las escuelas públicas primarias. Esta política se extendió simultaneamente a otros departamentos del gobierno. Así, la Escuela Náutica se convirtió en la "Nautical School". La Academia o Escuela Náutica se estableció en 1862 a instancia del consulado de Comercio. El programa de estudios, adaptado a las necesidades del Achipiélago, incluía Aritmética, Geometría elemental, Trigonometría plana y esférica, Cosmografía, Pilotaje, Geometría prácticamente aplicada a la construcción de cartas y planos hidrografficos y modo de dibujarlos, etc (41, 381). En los informes del gobierno civil correspondientes al periodo 1900-1903 se da cuenta del cambio de idioma en la siguiente forma:<br />
<br />
"Al principio la instrucción se daba en español, pero debido a la inferior calidad de los textos españoles es conveniente sustituir tan pronto sea posible el español con el inglés. (42, 127-128)"<br />
<br />
Vamos a detenernos a examinar la "razón" esgrimida para descartar el idioma español en la Escuela Náutica. En el Informe de la Primera Comisión Filipina, de cuyas gestiones hemos hablado antes, se hace la siguiente apreciación sobre la calidad de la mencionada escuela:<br />
<br />
"Una escuela náutica existió en Manila para adiestrar a los Pilotos de la Marina Mercante. Los cursos teóricos ofrecidos duraban tres años, y estaban acompañados por instrucción práctica en la navegación. Se dice que el carácter de la labor desempeñada era muy bueno. Esta escuela, que fue clausurada por un tiempo durante la guerra, ha sido reabierta bajo un oficial naval [norte] americano. (43, 49)"<br />
<br />
La verdadera razón para cambiar los textos de la Escuela Náutica aparece en los informes del gobierno civil para el periodo 1900-1903 anteriormente citados:<br />
<br />
"No es practicable hacer de los lenguajes nativos la base de la instrucción, porque esto haría necesaria la traducción, no sólo de las cartillas sino de muchos textos de toda clase, a los principales dialectos nativos. La mayor parte de los comandantes militares en las provincias que han enviado informes, declaran que 'no es deseable que se imparta instrucción en los dialectos nativos' y también no hay necesidad de perpetuar el idioma español ya que éste es entendido por una pequeña parte de la población nativa. Los nativos desean el inglés e indudablemente debe ser la base lingüística de la labor en las escuelas públicas pero debe ser introducido gradualmente Se debe estimular a los maestros que se envían a las provincias a que aprendan los dialectos de la gente con la cual están relacionados. Los textos en existencia, comprados por las autoridades militares, han sido seleccionados en su mayor parte con la idea en mente de que lo que es adecuado para Manila lo es para las otras partes del Archipiélago. Las ediciones en español de la Aritmética de Wentworth, de la Historia de Estados Unidos de Barnes y de la Geografía de Frye se han ordenado en grandes cantidades. Estos textos en español, que fueron ordenados por el departamento militar de educación, son impropios ya que tienden a perpetuar el idioma español y a demorar la introducción del inglés como base, de la instrucción. (42, 152)”<br />
<br />
Nótese que estamos citando continuamente de fuentes oficiales norteamericanas que, por supuesto, tratan de juistificar sus "diktats" con argumentos, si es que merecen ese calificativo, que solo pueden entenderse en vista de la política lingüística de imposición del inglés a toda costa. No hay sustancia pedagógica en ellos.<br />
<br />
Continuamente los gobernantes norteamericanos de Filipinas trataban de justificar la política lingüística anglicizante a base de un supuesto reclamo, de la gente y de una casi total ignorancia del español por parte de los filipinos. Sin embargo en los mismos informes oficiales de las autoridades que esgrimían esos argumentos asoman los datos que los contradicen. Asi, la oficina a cargo de la transportación terrestre en informe de 4 de mayo de 1901 saca a relucir cuáles eran los idiomas que los obreros entendian:<br />
<br />
"Se llama la atención de todos los empleados que trabajan en este corral [en español en el original] a la siguiente reglamentación que rige el trato que deben recibir los nativos aquí empleados. Los guarda-almacenes y todos aquellos a cargo de la madera, el forraje y el trabajo general en el patio tratarán a los trabajadores nativos con la misma consideración como si se tratara de hombres que hablaran su idioma y fueren del mismo color.”<br />
<br />
"No se permite violencia personal y cada empleado [norte] americano debe ser lo más benévolo posible al tratar con los empleados nativos.”<br />
<br />
"Bajo, ninguna circunstancia se permitirá que un empleado de esta oficina golpee o abuse de los obreros nativos mientras estos trabajen aquí, y cualquier violación de esta naturaleza se me informará inmediatamente."<br />
<br />
A renglón seguido, el informe general del Jefe de Surninistros del Ejército ("Quartermaster") indica lo siguiente:<br />
<br />
"Los nativos hicieron que esto se pusiera en español y tagalo y con el sentir de que sus derechos serían protegidos parece que trabajan más contentos... (13, 153)" (Subrayado nuestro).<br />
<br />
Hemos señalado anteriormente que la imposición a todo trance del inglés empezó en las escuelas públicas primarias y que esta política que contemplaba borrar el español en todos los aspectos de la vida filipina avanzó desigualmente pero en forma inexorable en todas partes, sujeto todo al gobierno absoluto y supremo que estableció Estados Unidos en Filipinas. Veamos algunos ejemplos. El Negociado de Minas en su informe al Secretario del Gobernador Militar revela la política lingüística del negociado:<br />
<br />
"Esta fuerza [de trabajo] debe incrementarse ahora, a mi juicio, con tres ingenieros nativos e inspectores que puedan hablar inglés, dos delineantes, un dependiente nativo a cargo e la propiedad y uno a cargo de los registros. Aunque tanto el español y el inglés se hablan en el negociado, se ha establecido como regla del negociado, que todos los empleados deberán aprender inglés y se ha encontrado que esta regla funciona satisfactoriamente y ha contribuido enormemente a la eficiencia de los empleados."<br />
<br />
"Los mejores libros y autoridades sobre minería se escriben y publican en lengua inglesa y los ingenieros nativos, que eventualmente se harán cargo de los subdistritos del Archipiélago, deben entender los más recientes y mejores sistemas de minería, en lugar de los anticuados y primitivos sistemas hasta ahora en efecto... (13, 403)"<br />
<br />
Como puede apreciarse, los argumentos de toda clase nunca faltaban cuando de erradicar el idioma español se trataba. Y cuando no se esgrimían argumentos se utilizaba la coacción de todo tipo que como vimos anteriormente ocurría bajo los "maestros" soldados y como veremos más adelante en las actividades del gobierno bajo el dominio absoluto y supremo de las autoridades norteamericanas.<br />
<br />
Veamos lo que sucedía en el servicio civil de Filipinas. En su informe de 7 de junio de 1901 la Junta de Servicio Civil Filipino explica el sistema de pagos y cualificaciones en el mismo a base de criterios lingüísticos que establecen el discrimen contra los que aprueban los exámenes en español. Por supuesto, los jefes del servicio civil son norteamericanos que no solamente desconocen el idioma español sino que son hostiles al uso de este idioma por los nativos. Sin embargo, el informe reconoce que el idioma de los filipinos en ese momento es el español. Citamos del informe:<br />
<br />
"Aunque ninguno de los filipinos tomó los exámenes en inglés, se ha informado a la junta que se están organizando clases de servicio civil en varias escuelas de Manila con el propósito de prepararlos para tomar los exámenes en inglés. Se entiende que cuando se ofrezcan los próximos exámenes un número de aqueIlos que los han tomado lo tomará en inglés. En este momento, con el rápido cambio del modo de hacer negocios del método español al norteamericano, el conocimiento del inglés es prácticamente esencial para poder desempeñar eficientemente los deberes de los puestos del servicio civil en Manila, y por esta razón los filipinos en este momento están trabajando en condiciones muy desventajosas. Sin embargo, ellos están adquiriendo rápidamente conocimiento del inglés y la Junta está convencida de que tan pronto ellos adquieran más dominio del inglés y se familiaricen con las exigencias del servicio serán capaces de ocupar los puestos mayormente ocupados por norteamericanos. Es un hecho significativo que el examen regular de escribientes, que estaba destinado a norteamericanos principalmente, fue aprobado por filipinos que tomaron el examen en español. Más de la mitad de los filipinos que tomaron el examen de escribiente de primer grado lo aprobaron y es evidente que desde el punto de vista de su preparación general si ellos hubieran tenido conocimiento del inglés podrían ocupar un número de puestos en el servicio que todavía no están disponibles para ellos (13, 416-417)" (subrayado nuestro).<br />
<br />
La franqueza de estos informes oficiales nos permiten imaginar los mecanismos de coacción de índole psicológica que se utilizaron para. erradicar el español e imponer el inglés en las Filipinas además de otros métodos más crudos. Esto nos ilustra también sobre la falacia de que un idioma proscrito de la vida oficial puede sobrevivir en la intimidad del hogar. En Puerto Rico algo parecido sucedió en los primeros años de dominación norteamericana. Especialmente en el campo de la instrucción pública. Se llegó a implantar el Plan Filipino, como señaláramos anteriormente y se discriminó contra los maestros que enseñaban en español hasta. conseguir en un momento dado su casi total proscripción (39, 91-92). Por supuesto, la política. lingüística oficial afecta. directa e indirectamente el mundo privado por cuanto la vida. nacional es un todo. En Filipinas la política de cortar de cercén el idioma español en las escuelas públicas eventualmente se extendió a las escuelas privadas. La. Universidad de Santo Tomás, universidad hispánica privada. en el lejano oriente, baluarte del idioma español en Asia, fue obligada. por las autoridades norteamericanas a suprimir la enseñanza en español en la década del 1920.<br />
<br />
<br />
<b>Bilbiografía</b><br />
<br />
1. The Hispanization of the Philippines-Spanish Aims and Filipino Responses 1565-1700, por John Leddy Phelan, The University of Wisconsin Press, Madison, Milwaukee, and London, 1967.<br />
<br />
2. Nociones de Geografía, por Vicente Rubio y Díaz y Alfonso Morena Espinosa, 7a. ed., Imprentade la Revista Médica, de D. Federico Joly, Cádiz{ 1893.<br />
<br />
3. La Lengua Española enFilipinas - datos acerca de un problema, Oficina de Educación Iberoamericana, Madrid, 1945.<br />
<br />
4. A Bibliography of Pidgin andCreole Languages, compiled by John E. Reinecke in collaboration with David De Camp, Ian F. Hancock, Stanley M. Tsuzaki, Richard E. Wood, The UniversityPress, Hawaii, 1975.<br />
<br />
5. La Política Lingüístico-Escolarde Puerto Rico, segunda edición revisada, por Pedro A. Cebollero, Imprenta Baldrich, San Juan de Puerto Rico, 1945.<br />
<br />
6. A Treaty of Peace between the United Statesand Spain, United States Senate, 55thCongress, 3rd Session: Document No. 62, Part 1, Washington Government Printing Office, 1899.<br />
<br />
7. English in the Philippines, por Mary B. Breshnahan, Journal of Communication, spring 1979, Vol. 29, No. 2, pág. 64 .<br />
<br />
8. Philippine Annotated Laws, TheLawyers Cooperative Publishing Co., Manila, Philippines, 1956.<br />
<br />
9. To Serve the Devil, A Documentary Analysis of America’s Racial History and why it has been kept hidden, por PaulJacobs, Saul Landau con Eve Pell, Vol. 1: Natives and Slaves; Vol. 2: Colonials and Sojourners, Random House, New York, 1971.<br />
<br />
10. Los Libertadores USAS, porCarlos M. Ydígoras, Plaza & Janes, S.A. editores, Barcelona, España, 1979.<br />
<br />
11. The Little Wars of the United States, por el Coronel R. Ernest Dupuy y el Comandante General WilliamH. Baumer, ambos del Ejército de Estados Unidos, Hawthorn Books, Inc. Publishers, New York, 1968.<br />
<br />
12. En Asia se muere bajo las estrellas, por José Ma. Gironella, 15a ed., Plaza & Janes ed., Barcelona, España, 1975.<br />
<br />
13 Annual Report of Maj. Gen. ArthurMacArthur, United States Volunteers, Commanding Division of the Philippines{(Gobernador Militar en las Islas Filipinas), fechado el informe del gobernador el 4 de julio de 1901 .<br />
<br />
14. A Nation in the Making - ThePhilippines and the United States{ 1899-1921, por Peter W. Stanley, Harvard University Press, 1974.<br />
<br />
15. Hispanismos en el Tagalo, Oficina de Educación Iberoamericana, Madrid, 1972. Contiene EstudioPreliminar por Rodolfo Barón Castro.<br />
<br />
16. An American made Tragedy -Neo-Colonialism and Dictatorship in the Philippines, por William J. Pomeroy.International Publishers, New York, 1974.<br />
<br />
17. Origin of a Myth, por Renato Constantino, artículo publicado en Graphic, Filipinas el 17 de abril de 1968.<br />
<br />
18. An Introduction to PhilippineHistory, por José S. Arcilla, S.J., 2da. ed., Ateneo de Manila University Press, 1973.<br />
<br />
19. Language of the Street andother essays, por Quijano de Manila, National Book Store Publishers, MetroManila, Filipinas, 1980.<br />
<br />
20. Philipine Society and Revolution, por Amado Guerrero, Copyright International Association of Filipino Patriots, 1979. Impreso en Estados Unidos.<br />
<br />
21. Periódico El Mundo de San Juan de Puerto Rico, de 26 de noviembre de 1978, pág. 9, secciónD, citando declaraciones de Adrián Cristobal, delegado de Filipinas al Congreso de escritores patrocinado por el Pen Club de Cataluña y por la UNESCO. Esta información fue suministrada al periódico por Nilita Vientós Gastón, delegada de Puerto Rico.<br />
<br />
22. Idioma y Política -El papel desempeñado por los idiomas español e inglés en la relación política Puerto Rico-Estados Unidos, por Alfonso L. García Martínez, Editorial Cordillera, San Juan de PuertoRico, 1976.<br />
<br />
23. El Tribunal Federal como Factor de Transculturación en Puerto Rico, por Carmelo Delgado Cintrón. 34 Revista del Colegio de Abogados de Puerto Rico, 5, 1973.<br />
<br />
24. William Toward Taft and UnitedStates Foreign Policy, por Ralph E. Minger, University of lllinois Press, 1975.<br />
<br />
25. American Education in the Philippines, por William H. Taft, de fecha 1 de octubre de 1904, en la revista The Churchman, Nueva York.<br />
<br />
26. The American Past, por Roger Butterfield, Ed. Simon & Schuster, New York{ 1976.<br />
<br />
27. The Language Problems of the Filipinos, por Manuel V. Gallego. Discurso pronunciado en la Cámara de Representantes el 7 y 8 de septiembre de 1932. Manila Bureau of Printing, 1957.<br />
<br />
28. A History of Education in PuertoRico, por Juan José Osuna, Ed. Universidad de Puerto Rico, 1949.<br />
<br />
29. Otis Report, 2nd. Vol, 1899; id. de 1900. Se trata del informe del General Ewell S. Otis, comandantede las fuerzas de Estados Unidos en el momento en que empezó laguerra filipino-yanqui el 4 de febrero de 1899. Todos los documentos relacionados con la conquista de Filipinas por Estados Unidos se encuentran en los ArchivosNacionales de Estados Unidos en Washington, D.C. Otros documentos se encuentranen la Biblioteca del Congreso en Washington, { D.C. Otros datos fueron facilitados al autor en la Embajada Filipina en la misma capital.<br />
<br />
30. Instructions of the President to the Philippine Commission, April 7, 1900. Se trata de las instrucciones dadas por el Presidente William McKinley a la segunda Comisión Filipina que eventualmente asumió con poderes absolutos el gobierno del Achipiélago a partir de septiembre de 1900.<br />
<br />
31. Facts and Issues of the FilipinoLanguage (Hechos y controversias alrededor del idioma filipino), por Apolinar B. Parale. Royal Publishing House, Manila, 1969.<br />
<br />
32. Idioma y Dereho en Puerto Rico, por Alfonso L. García Martínez, 20 Revista del Colegio de Abogados de Puerto Rico 183, 1960.<br />
<br />
33. La Americanización en Puerto Rico y el Sistema de Instrucción Pública 1900- 1930, por Aida Negrón de Montilla. Editorial Universitaria, Universidadde Puerto Rico, 1977.<br />
<br />
34. El problema del Idioma en PuertoRico, por Luis Muñiz Souffront. Biblioteca de Autores Puertorriqueños, San Juan de Puerto Rico, 1950.<br />
<br />
35. El Idioma de Puerto Rico yel ldioma Escolar de Puerto Rico, por Epifanio Fernández Vanga, Editorial Cantero Fernandez & Co., Inc., San Juan de Puerto Rico, 1931.<br />
<br />
36. El Problema de la Americanizaciónen las Escuelas Católicas de Puerto Rico, por Charles J. Beirne, S.J. Editorial Universitaria, Universidad de Puerto Rico, 1976.<br />
<br />
37. Transculturación e interferencia lingüística en el Puerto Rico contemporáneo 1898-1968, 2da. ed., por Germán de Granda. Ateneo Puertorriqueño, 1969.<br />
<br />
38. Puerto Rico y la Estadidad, por Raúl Serrano Geyls y Carlos Gorrin Peralta, 42 Revista del Colegiode Abogados de Puerto Rico I (1981).<br />
<br />
39. Language Policy in Puerto Rico 1898-1930, por Alfonso L. Garcia Martinez, 42 Revista del Colegio de Abogadosde Puerto Rico 87, 1981.<br />
<br />
40. The United States in PuertoRico 1898-1900, por Edward J. Berbusse S.J., The University of North CarolinaPress, Chapel Hill, 1966.<br />
<br />
41. Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, Editores Montaner y Simón, Barcelona, circa 1898, Tomo IX.<br />
<br />
42. Report of the Civil Government of the Philippine Islands (Informes del gobierno civil de las Islas Filipinas), 1900-1903, Washington Government Printing Office.<br />
<br />
43. Report of the Philippine Commission, Parts 1 and 2. Se trata del Informe de la Primera Comisión Filipina.Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7457389166366901483.post-6141666696908157982010-04-13T10:34:00.000+08:002011-06-07T19:43:05.181+08:00El genocidio lingüístico filipino<div style="text-align: right;">Por <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Guillermo_G%C3%B3mez_Rivera"><b>Guillermo Gómez Rivera</b></a></div><div style="text-align: right;">De la <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Academia_Filipina" title="Academia Filipina">Academia Filipina</a>, correspondiente de la <a href="http://www.rae.es/" title="RAE">RAE</a></div><br />
<div style="text-align: right;"><b>Original:</b><br />
<a href="http://hispanismo.org/hispanoasia/5216-el-genocidio-lingueistico-filipino-asi-se-impuso-el-ingles.html">http://hispanismo.org/hispanoasia/5216-el-genocidio-lingueistico-filipino-asi-se-impuso-el-ingles.html</a></div><br />
Es verdad que cuando Filipinas tan solamente tenía una población de un poco más de cuatro millones y medio (4,500,000), Agustín de la Cavada y Méndez de Vigo, señaló que los que hablaban español en Filipinas no rebasaban el 2.8 por ciento del número de la población citada.<br />
<br />
Pero este libro de tal estadística salió a la luz en 1870 o tan solamente siete años después de que por decreto de la Reina Isabel II, en el año 1863, se establecía el sistema de instrucción pública en todas las islas cuyo medio de instrucción era predominantemente el español, ----con los idiomas principales del archipiélago sirviéndo de medios auxiliares de educación. Al llegar el año de 1898, en que se separó Filipinas de España, el porcentaje de los filipinos de habla española tendría que haber aumentado considerablemente.<br />
<br />
Y si, de hecho, el aumento del número de hispano-hablantes no hubiese crecido en proporciones más altas y de extensiones más profundas en todas estas islas a partir del dado 2.8 por ciento en 1870, los delegados filipinos a la primera convención constituyente celebrada en Malolos, Bulacán, en 1898, no hubiesen declarado al idioma español como la primera lengua oficial de la República de Filipinas, ----tal como nos lo tiene provisto la Constitución de Malolos. <br />
<br />
Tampoco hubiesen utilizado, los gobernantes filipinos bajo el Presidente Emilio Aguinaldo, al idioma español en todas sus proclamas y sus publicaciones oficiales, ----entre los cuales se encuentra el diario denominado "La Independencia".<br />
<br />
Y José Rizal, un políglota que bien sabía siete lenguas, incluyendo la tagala, no hubiese escrito sus obras fundamentales en español. Los hubiese escrito en inglés y en tagalo. Pero no. Todo lo escribió José Rizal en español para sus compatriotas que naturalmente podían leerle en esta misma lengua. <br />
<br />
3. MANUEL ARELLANO REMONDO <br />
<br />
En un libro publicado en 1908 por la Tipografía del Colegio de Santo Tomás de Manila, titulado Geografía General de Las Islas Filipinas, cuyo autor es el Muy Reverendo Padre Fray Manuel Arellano Remondo, se encuentra el siguiente dato en la página 15.<br />
<br />
"La población disminuyó por razón de las guerras, en el quinquenio de 1895 a 1900, pues al empezar la primera insurrección se calculaba en 9,000,000 y actualmente (1908) no llegarán a 8,000,000 los habitantes del Archipiélago."<br />
<br />
La referida "primera insurrección" fue la que ocurrió el 29 de agosto de 1896 en contra del gobierno español. En ese caso, la población de Filipinas en ese año llegaba a los nueve millones de habitantes. Los censos norteamericanos de 1903 y 1905, calculan de soslayo que los hispano-hablantes de este archipiélago nunca han rebasado, en su número, a más del diez porciento (10%) de la población durante la última década de los mil ochocientos (1800s).<br />
<br />
Esto quiere decir que 900,000 filipinos, el diez porciento de los dados nueve millones citados por el Fray Manuel Arellano Remondo, tenían al idioma español como su primera y única lengua. <br />
<br />
4. LUCIANO DE LA ROSA, KATIPUNERO <br />
<br />
Además de esos nueve cientos mil, Don Luciano de la Rosa, katipunero y el abogado defensor de los demandados por libelo a raiz del editorial Aves de Rapiña del diario EL RENACIMIENTO FILIPINO de 1907, concluye, en un estudio que citamos en el libro: Filipino: Origen y Connotación, Manila, 1960, "que es el 60% de los filipinos" de su tiempo "los que tenían al idioma español como su segunda lengua".<br />
<br />
Si añadimos a los 60% los anteriores 10%, tenemos al 70% de la población filipina como usuaria cotidiana del idioma español entre 1890 y 1940. Unos recientes estudios por el Dr. Rafael Rodríguez Ponga, señalan que los filipinos de habla-española, al liquidarse la presencia peninsular en este arhipiélago, llegaban al catorce (14%) porciento de la población de la década 1891-1900. Es decir, el 14% de una población de nueve millones (9,000,000). <br />
<br />
5. EL PRIMER GENOCIDIO <br />
<br />
El Padre Fray Manuel Arellano Remondo, al informarnos que "la población disminuyó por razón de las guerras", se refiere indudablemente a las víctimas de la Guerra entre la primera República de Filipinas de 1898 y Estados Unidos de Norteamérica.<br />
<br />
Esa disminución de la población filipina nos lo señala luego otra fuente, esta vez norteamericana, como constituyendo "la sexta parte de la población filipina".<br />
<br />
La fuente norteamericana a la que nos referimos es la del historiador James B. Goodno autor del libro The Philippines: Land of Broken Promises, Nueva York, 1998, cuya página 31 nos suministra esa importante cifra y dato. Si hemos de creer que fue la sexta parte de la población filipina la que pereció como víctima de las sangrientas masacres perpetradas por la soldadesca invasora de Estados Unidos entre 1898 y 1902, las bajas de una población total de nueve millones sumarían, de hecho, a un millón y medio (1,500,000).<br />
<br />
Y, diga lo que se diga, este hecho histórico es evidencia de nada menos que un genocidio cometido en contra del pueblo filipino que precisamente es de habla española. Si ahora se puede inclusive decir que el español nunca se habló en Filipinas, ese resultado es la evidencia misma del genocidio perpetrado durante la guerra filipino-usense que se prolongó hasta 1907, ----incluyendo la masiva resistencia armada puesta frente a la invasión militar de Estados Unidos, por parte del segundo presidente y general de la República Filipina de 1898, Macario Sacay y de León.<br />
<br />
(El Presidente Sacay asumió el poder tras la captura y arresto domiciliar del Presdiente Aguinaldo; pero en 1906 fue engañado, mediante políticos filipinos (que empezaron a creer en la "benevolencia" norteamericana), con una falsa oferta de amnistía y un puesto a la proyectada Asamblea Nacional. Fue calladamente ahorcado en 1907 de una forma injusta y totalmente criminal en comparación con el caso de José Rizal. ¡Ahorcaron criminalmente al segundo presidente de la República de Filipinas!)<br />
<br />
El citado Don Luciano de la Rosa nos informa que "es de esperar que una enorme proporción de esas bajas sean filipinos de habla hispana ya que eran los de este habla los que mejor entendían los conceptos de independencia y libertad y los que escribieron obras en idioma español sobre dichas ideas". <br />
<br />
6. EL CENSO DE 1903 <br />
<br />
Es por eso que es el mismo libro del P. Arellano Remondo el que nos da la siguiente información estadística, para la primera década de los mil nueve cientos (1900s), en los siguientes términos:<br />
"6o. Población. ---El censo oficial de 1903 obtuvo el siguiente resultado en su conjunto: 7,635,426: de estos eran civilizados o cristianos unos 7,000,000 y salvajes o no cristianos 647,000." (Página 15, Op. Cit.) Ese mismo censo de 1903 informa que los mestizos de español eran 75,000 o apenas un porciento de la población. Se quiso dar a entender que éstos eran los que primordialmente hablaban español. Al decir mestizos de español se entiende que el padre es penínsular y la madre es indígena. No se contaron como también de habla española a los que eran hijos de matrimonios entre mestizos de español e indígenas que, por cierto, eran más numerosos que los dados 75,000 de mestizos a razón del 50 al 50.<br />
<br />
Tampoco se contaron a los descendientes de los chinos cristianos, muchos de ellos siendo mestizos terciados por ser mezcla de español, indígena y chino, que constituían el grupo más numeroso que tenía al idioma español como su primera lengua.<br />
<br />
Tampoco se clasificaron como de habla española a los indígenas que componían las comunidades de habla criollo, o chabacano, de Cavite y los de Extramuros de Manila, (Ermita, Pacô, Binondo, San Miguel y Quiapo), amén de los de Zamboanga, Cotabato, Davao, Joló y Basilan en Mindanao que muy facilmente sumaban a otros 500,000. <br />
<br />
7. TIRSO DE IRURETA GOYENA EN 1916 <br />
<br />
En 1916, el escritor y abogado Don Tirso de Irrureta Goyena hace la siguiente observación en el capítulo titulado 'El Castellano, Único Idioma Nacional' de su libro Por el Idioma y Cultura Hispanos, Imprenta de Santo Tomás, Manila, 1917, (Pp.38y38).<br />
<br />
"Hay una minoría de filipinos, descendientes de individuos de raza española que tienen el castellano naturalmente como idioma propio y casi por decir único."<br />
<br />
"Hay algunas localidades donde filipinos indígenas, de pura raza nativa, como Cavite, San Roque, Caridad, Zamboanga, y aun muchos de los que en Manila y en otras capitales importantes viven, que no poseen asimismo otro idioma que el castellano más ó menos adulterado."<br />
<br />
"Y, los mestizos de americanos son una minoría microscópica, en muchos de cuyos descendientes, se ve el curioso fenómeno de adoptar el castellano ó alguno de los idiomas nativos, dejando por completo el idioma inglés." <br />
<br />
8. DAVID P. BARROWS DESDE 1908 <br />
<br />
En el Octavo Informe Annual (Eight Annual Report) del Director de Educación, David P. Barrows, fechado 1 de agosto, 1908, (publicado por el Bureau of Printing, 1957, Manila) se encuentran las siguientes observaciones sobre el idioma español:<br />
<br />
<i>"Of the adult population, including persons of mature years and social influence, the number speaking English is relatively small. This class speaks Spanish, and as it is the most prominent and important class of people in the Islands, Spanish continues to be the most important language spoken in political, juornalistic and commercial circles."</i> (P.94. Op.Cit.)<br />
<br />
Esta observación señala que la población adulta del país, que incluye a personas de años maduros y de influencia social,<i> "tenía al idioma español como su lengua por lo que el mismo idioma español continuaba siendo la lengua más importante hablada en todos los círculos comerciales, políticos y de prensa."</i><br />
<br />
Esta observación confirma el dato dado por el abogado Don Luciano de la Rosa sobre el español siendo el segundo idioma del 60 por cien de la población total de Filipinas durante las primeras cuatro (4) décadas de 1900. <br />
<br />
9. AUMENTAN, EN VEZ, LOS HISPANOPARLANTES <br />
<br />
Lo más curiosamente significativo es que la supuesta alfabetización o escolarización en inglés, dada en las escuelas públicas establecidas por los norteamericanos desde 1900, tendía a producir a un número mayor de filipinos de habla española y no de habla inglesa. Es por eso que es el mismo Director de Instrucción, Mr. David P. Barrows, el que, alarmado y casi indignadamente, escribe lo que sigue:<br />
<i>"It is to be noted that with the increased study and use of English, there has been an increased study of Spanish. I think it is a fact that many more people in these islands have a knowledge of Spanish now than they did when the American occupation occurred." </i>)(p.96. Op.Cit.).<br />
<br />
Tras pedir más fondos con miras de presupuestar "night schools", o escuelas que también tengan classes nocturnas, por las que se tenía que redoblar la enseñanza e imposición del inglés sobre los niños y adultos filipinos con el objetivo de no dejarles dentro de la influencia del predominante idioma español, asegura dicho Mr. Barrows, y muy a la manera de un autoconsuelo para si mismo y para sus superiores en Washington D.C., que el idioma español, con ciertas medidas tomadas en su contra, tendría que desaparecer a la larga porque los filipinos están lejos de los países de habla española por lo que no podrían tener ningun apoyo por parte de aquéllos en su afán de conservar su idioma español.<br />
<br />
"But in spite of these facts, it is believed that the use of Spanish will wane. It is unsupported by Spanish speaking countries adjacent to us." (Pero, a pesar de estos hechos, a favor suyo, el idioma español va a desaparecer porque carece del apoyo de los países de habla española adyacentes a nosotros.)(p.96, Op. Cit.)<br />
<br />
En esta observación bien puede espigarse la política de los WASP usenses de adrede aislar a Filipinas del mundo hispánico al que pertenece. <br />
<br />
10. LOS CHINOS HABLAN ESPAÑOL <br />
<br />
Por otro lado, el memorándum-informe sometido por Don Carlos Palanca a la "Schurmann Commission" de 1906 señala que:<br />
".fuera de las ocho (8) provincias tagalas a quienes describe como de habla-española, todavía viven otras ocho (8) provincias más, fuera de aquéllas, que son igualmente de habla española." (Tomado de Tulay (Puente), semanario de la comunidad china de Manila, en su edición del 19 de abril de 1997, en un artículo escrito por el historiador Pío Andrade.)<br />
<br />
Además de estas dieciseis provincias de habla-española, añade el mencionado artículo de Tulay, Don Carlos Palanca nos señala a cinco (5) otras provincias más donde "se habla poco el español".<br />
<br />
Los datos dados por Don Carlos Palanca fueron considerados como de "mucho peso" por la Comisión Investigadora y Legislativa de Schurmann porque venían del chino cristiano más rico de las islas y que encabezaba el poderoso Gremio de Comerciantes Chinos que, a su vez, tenía al día todos los datos pertinentes al mercado local que servía. <br />
<br />
11. EL INFORME FORD DE 1916 <br />
<br />
Otra fuente reveladora de la extensión nacional en que se utilizaba el idioma español en Filipinas es el Informe de Henry Ford de 1916 al Presidente de Estados Unidos.<br />
<br />
Aunque el Censo de 1903, preparado por el gobierno de ocupación usense, dió a entender que el idioma español "lo hablaría tan solamente el diez (10) porciento de los filipinos", el citado Informe de Ford nos lo desmiente con sus observaciones. Dice:<br />
"Hay, sin embargo, otro aspecto en este caso que se debe considerar. Este aspecto se me presentó a mi mismo cuando yo iba viajando por las islas, usando la trasportación ordinaria y mezclándome con toda clase de gente de todas las condiciones. Aunque a base de estadísticas escolares se hace la declaración de que son más (numerosos) los filipinos que hablan inglés frente a cualquier otro lenguaje, nadie ha de estar de acuerdo con esta declaración si ha de depender del testimonio de lo que le llega al oído. "En todas partes el español es el idioma del negocio y del intercambio social."<br />
<br />
"Para que cualquiera pueda conseguir una pronta atención de quienes sea, el español resulta ser más útil que el inglés. Y fuera de Manila, es casi indispensable. Los Americanos que viajan por todas las islas lo usan de costumbre." ." (The Ford Report of 1916. #3. The Use of English. Pages 365-366.Op.cit.) <br />
<br />
12. PRENSA EN ESPAÑOL, NO EN INGLÉS <br />
<br />
Como ya lo hemos señalado con las observaciones, en 1908, del Director de Educación, Mr. Barrows, la preponderancia del español seguía alarmando a los WASP usenses puesto que su agenda, de tiránicamente imponer el idioma inglés sobre el pueblo filipino, corría el peligro de fracasar. Bien seguros estaban de imponer el inglés en sólo diez años más a partir de 1916, año en que también se aprobó la supuesta ley Jones de independencia para Filipinas. <br />
<br />
Pero, es el mismo Henry Ford, el que, en 1916, dió la segunda voz de alarma. Y la dio en los siguientes términos. <br />
<br />
"Mientras tanto, el uso del español, en vez de disminuir ante la propagación del Inglés, parece expandirse por su propia cuenta. Este hecho ha merecido la atención oficial. El informe del Director de Educación para el año 1908 dice en su página 9 lo que sigue:<br />
"El español continúa siendo la lengua más prominente e importante hablada en los círculos políticos, periodísticos y comerciales. El inglés tiene rivales activos como el lenguaje de intercambio y de instrucción. Es igualmente probable que ha ocurrido una disminución de interés por parte de la población adulta de aprender el idioma inglés. Creo que es un hecho el que mucha más gente ahora conoce más el idioma español que cuando los norteamericanos zarparon a estas islas y ocurrió su ocupación. La demanda general de los despachadores es que sepan el inglés y el español. A través del gran aumento en número y circulación de diarios y periódicos, hay mucha más lectura ahora en español que antes. <br />
<br />
"Hay un significado inconfundible en el hecho de que en todas estas islas no exista un periódico filipino publicado en inglés. Todos los periódicos indígenas se publican en español y en el vernáculo. La Vanguardia, el diario de Manila de mayor circulación, tiene su sección en español y su sección en el vernáculo y la mayoría de los periódicos isleños siguen esta práctica. La Philippine Free Press, el periódico de más circulación bajo control norteamericano se publica en inglés y en español y todo el resto de los periódicos norteamericanos usan el español en conjunción con el inglés. <br />
<br />
El único periódico puramente bajo control filipino que también usa el inglés es el órgano revolucionario The Philippine Republic que se publica en Hong Kong. Está en inglés y en español siendo su meta llegar a lectores norteamericanos en su interés de fomentar la independencia filipina." <br />
<br />
"El informe del Director de Educación en 1908 atribuye la rémora, en la propagación del inglés, a la acción del gobierno de extender el tiempo durante el cual se siga permitiendo el uso del español en los documentos oficiales. Dice el Director en la página 30 de su informe:<br />
"..la fecha fijada para que el inglés sea la lengua de los tribunales fue aplazada hasta el 1 de enero de 1911. Esta acción, aunque recomendada por el hecho de que un mayor número de juéces y abogados quedan insuficientemente entrenados en inglés, ha tenido un efecto desventurado sobre la confianza pública en la adopción final del inglés como la lengua oficial del gobierno."<br />
<br />
"Sin embargo, el Director de Educación expresa la creencia de que la ascendencia del español era tan solamente temporaria. Dijo: La nueva generación, que se impondrá en los asuntos de estas islas dentro de diez años más, no va a usar el español para sus propósitos de ordinario y su influencia será decisiva. El español cesará de ser la lengua de los tribunales el 1 de enero de 1911. Está rápidamente cesando como medio de la correspondencia administrativa. Es probable que tardará más aun su uso oficial como la lengua de los legisladores."<br />
<br />
"Esto se dijo hace cinco años, pero los sucesos desde aquella fecha no han cumplido con estos vaticinios. El uso del español como lengua oficial se ha extendido hasta el 1 de enero de 1920. Su uso general parece expandirse más aun." <br />
<br />
13. ¿DESESPERACIÓN? <br />
<br />
"Los indígenas lo adquieren como una lengua viva. Lo oyen de gente que acaudilla a la comunidad y su oido está acostumbrado a su pronunciación. "Por otro lado este pueblo está prácticamente sin la menor base fonética de adquirir el inglés y el resultado es que lo aprenden como un lenguaje de los libros en vez de aprenderlo como un idioma vivo. El inglés queda valorado como una cualificación importante para ganarse un empleo, particularmente en el servició del gobierno, pero es cierto que hasta la fecha no demuestra la menor tendencia de haberse impuesto por encima del español o del vernáculo de uso común." (OP. Cit.)<br />
<br />
Uno de los importantes aspectos del Ford Report, es la desesperación por parte de los WASP usenses ante el continuado uso oficial del idioma español en Filipinas. Esa desesperación es la razón tras los siguientes pasos "legales" que tomaron en contra del idioma español en estas islas. <br />
<br />
14. FORZANDO EL INGLÉS POR LEY <br />
<br />
Sigue diciendo el Ford Report.<br />
"El archivo sobre la acción oficial en cuanto al idioma demuestra una serie de pasos de rendición frente al continuado uso del español ante el stress, o el apuro, de la necesidad. La intención original fue imponer la rápida substitución del inglés.<br />
<br />
"La ley No. 190 de la Comisión tenía provisto que el inglés debe imponerse como la lengua oficial de todos los tribunales y todos sus archivos después del 1 de enero de 1906. La ley No. 1427 extendió ese tiempo al 1 de enero de 1911.<br />
<br />
"La Ley No. 1946 extendió ese tiempo a enero 1 de 1913. Por Orden Ejecutiva No. 44, fechada 8 de agosto de 1912, el requisito legal fue enmendado y terminó siendo nada más que una expresión de preferencia por el inglés. Este documento instructivo se incluye aquí (Anejo B).<br />
<br />
"La imposibilidad de sustituir el español con el inglés en el proceso judicial y en los gobiernos provincial y municipal es de tal índole que aun queda la probabilidad de que aunque se declare oficial el idioma inglés el 1 de enero de 1913, el español ha de continuar usándose por conivencia oficial.<br />
<br />
"Esta situación anormal fue terminada por una ley pasada el 11 de febrero de 1913. Esta ley tiene provisto que mientras el inglés es la lengua oficial, el español también será una lengua oficial hasta el 1 de enero de 1920. (Vea el Anejo C)"<br />
<br />
"No existe ninguna perspectiva en el tiempo actual que nos indique que el español pueda ser descartado en 1920 o en otro año futuro ya que, por lo visto, su puesto como lengua oficial queda aseguradamente establecido." (Ford Report of 1916, #4. Increasing the use of Spanish, páginas 366 y 368; #5. Legislation as to Language. Páginas 368-369, Op. Cit.). <br />
<br />
15. UNA AGENDA GENOCIDA <br />
<br />
Al leer estas quejas en contra del uso preponderante del idioma español por parte del pueblo filipino, lo que siempre se hubo señalado como una existente agenda genocida por parte de los WASP usenses de asesinar disimuladamente a la población filipina de habla-hispana de Manila y cercanías, sopretexto de la "guerra de liberación" de 1945 en contra de los ocupantes japoneses, viene confirmándose.<br />
<br />
El bombardeo, estilo alfombra, que en 1945, adrede se ordenó sobre un Intramuros de habla española (juntamente con los distritos de Ermita y Binondo, donde también se hablaba el idioma criollo, o chabacano del español), queda considerado como una medida genocida tomada, no tan solamente en contra de las existentes iglesias católicas sino en contra también de la población filipina que rezaba en español en esas mismas iglesias.<br />
<br />
La resistencia, por parte del piloto usense, Major John A. Cox, de obedecer la orden "de arriba" de bombardear a la iglesia de San Agustin de Intramuros, puesto que en la misma ya no había japoneses sino gente de habla hispana, ya es prueba suficiente del genocidio que se hizo. (Vea la pógina 34 del libro "San Agustin, Art & History, 1571-200," publicado por "Solutions" en Hong-Kong, ISBN 971-91571-8-6, escrito por Pedro E Galende, OSA, y Regalado Trota José.)<br />
<br />
También queda como otra prueba contundente del referido genocidio, el proyecto WASP usense de precisamente aterrizar sus tropas en Filipinas, en vez de Okinawa o Formosa, para destruir al pueblo filipino que hablaba español y establecer una "reocupación neocolonial" de Filipinas con miras de truncar la independencia asegurada por las leyes Tydings MacDuffie y Jones. (Vea el ensayo en tres partes del Dr. y Ex-Diputado Jesús B. Lava titulado: "Liberation or Reoccupation?", (1.a) "Was the destruction of Manila during WW II necessary?", (2.a) "MacArthur's main mission: Install a US puppet gov't.", (3.a) "Lack of nationalism did us in". Philippine Daily Inquirer, Feb. 2,3, y 4, 1995.)<br />
<br />
Se cometieron, por lo visto, dos verdaderos genocidios (uno entre los años 1899-1907 y otro en 1945) cuyos resultados posteriores todavía los podemos ver en la circular #59, serie de 1996, expedida por la actual "Comission on Higher Education", o la "Comisión de alta Educación", (CHED) por la que no se le quiere dar el menor espació a unas asignaturas regulares de español, a escoger frente al árabe, en el programa universitario de la "educación" de Filipinas. El truco consiste en no darle créditos en unidades a las asignaturas de español, o de árabe. <br />
<br />
16. DEMANDA POR EL CINE EN ESPAÑOL <br />
<br />
La preponderancia del idioma español no solamente nos lo atestigua su uso cuotidiano y oficial por la inmensa mayoría de los filipinos de los años 10 y 20 sino que hasta en los años 30 y 40 cuando la industria holiwoodense del cine norteamericano encontraba un potente mercado filipino para sus películas habladas en español.<br />
<br />
La revista Excelsior de Manila, en su número para Julio de 1930, censura la práctica adoptada por las oficinas de la Metro-Goldwyn-Mayer en Manila de devolver a Estados Unidos las películas holiwoodenses que se producían en español. La devolución se hacía para ayudar a las autoridades WASP usenses de Manila en su campaña genocida de suprimir el uso de este idioma en Filipinas. Dice el artículo titulado "Talkies en Castellano" de la mencionada revista mensual publicada en la Calle Potenciana de Intramuros de Manila. <br />
<br />
".respecto al cultivo y difusión del idioma castellano en Filipinas, una vigorosa protesta del Círculo Cervantino, Círculo Escénico, Asociación Talía, Cultura Hispánica, Peña Ibérica y otras instituciones y centros docentes cuyos nombres no se mencionan, contra el proceder de la "Metro-Goldwyn-Mayer" de no exhibir películas habladas en español, devolviéndolas "inéditas" (es decir, sin antes estrenarlas en Filipinas como era el objetivo de su envío a estas islas) devolviéndolas a los Estados Unidos." <br />
<br />
"De injusto califican (dichas entidades y pueblo en protesta) semejante proceder, pues hablando y poseyendo un cuarenta por ciento de la antigua y de la actual generaciones, el idioma de Cervantes mucho mejor que el de Shakespeare, no hay razón alguna para imponerles sólo el inglés, contra todos los cánones de la equidad; y menos aun cuando, olvidándose la mencionada empresa de que "la cultura y la civilización hispanas en este país han echado hondas raíces en el alma filipina" y de que puede facilmente, sin prejuicio para ella, satisfacer a esa respetable porción del público insular, llevada de un mal entendido egoismo o de una economía peor comprendida, si se considera que las películas habladas en castellano "hallan franca acogida en el público de Filipinas", como lo demostró, según los protestantes manifiestan, la última cinta de la "Metro Goldwyn Mayer', titulada "In Gay Madrid", rodada en el Cine Ideal, que se proyectó durante varias semanas con llenos constantes y sin precedentes. <br />
<br />
El artículo, después de comentar sobre el atropello que la "Metro Goldwyn Mayer" hacía a la "tan cacareada Democracia" y la libertad de expresión, termina con el siguiente párrafo. (Los subrayados son nuestros.) "Confíamos en que volverá de su acuerdo y tornaremos a ver en el Cine Ideal películas totalmente hechas y habladas en castellano, como sucede en otros cines que no son tan exclusivistas, sino que atienden, como puede apreciarse en su programa, al público gustoso en ver películas habladas en español." (p11, Op. Cit.) <br />
<br />
17. DESPUÉS DEL SEGUNDO GENOCIDIO, ¿QUÉ HACER? <br />
<br />
Después de la terrible segunda guerra mundial, en 1945, mediante el bombardeo WASP usense de Manila y de cabeceras provinciales de Filipinas, el censo de 1950 todavía decía que los filipinos de habla-española constituían un seis (6%) porciento de la población, por la que la legislatura pasó dos leyes por las que se incluyeron 24 unidades de español y literatura filipina en el nivel universitario puesto que este idioma seguía siendo oficial a la par del inglés y del tagalo. <br />
<br />
Pero vino la nefasta constitución Cory de 1987 y unilateralmente suprimió la oficialidad como la docencia regular de este idioma en los colegios filipinos. Esta medida "legal" constituye, a sabiendas o no, otra fase más de la agenda genocida en contra de los filipinos de habla-hispana, estén vivos o muertos; porque lo que se persigue, como objetivo final, es privar al entero pueblo filipino de su memoria como pueblo para luego entorpecerlo y económicamente explotarlo de forma absoluta. <br />
<br />
A pesar de esas medidas genocidas, quedan casi medio millón de filipinos que todavía son de habla hispana fuera de los de habla criolla que suman más de un millón aparte. Éstos se reparten entre Zamboanga, Basilan, Cotabato y Cavite. Su ventaja es vivir como una comunidad separada. <br />
<br />
Estos actuales supervivientes de habla-hispana podrían potenciarse mediante un atinado programa recastellanizador por parte del gobierno español de nuestros días mediante la Agencia Española de Cooperación Internacional y el Instituto Cervantes de Manila.Rafael Minuesahttp://www.blogger.com/profile/09217900663175164602noreply@blogger.com0