SVCESOS DE LAS
ISLAS FILIPINAS
dirigido
A DON CRISTOVAL GÓMEZ DE
Sandoval y Rojas, Dnque de Cea.
POR EL DOCTOR ANTONIO MORGA,
Alcalde del Crimen de la real Audiencia de la Nueva España,
Consultor del Santo Oficio de la Inquisicion
EN MEXICO
En casa de Geronymo Balli, Año 1609
Por Cornelio Adriano Cefar
ISLAS FILIPINAS
dirigido
A DON CRISTOVAL GÓMEZ DE
Sandoval y Rojas, Dnque de Cea.
POR EL DOCTOR ANTONIO MORGA,
Alcalde del Crimen de la real Audiencia de la Nueva España,
Consultor del Santo Oficio de la Inquisicion
EN MEXICO
En casa de Geronymo Balli, Año 1609
Por Cornelio Adriano Cefar
POR mandado del Excelentisimo Señor, don Luis de Velasco, Virrey desta Nueva España, y del ilustrisimo y reverendisimo señor don fr. Garfia Guerra, Arçobispo de Mexioo, del consejo de su Magestad; é visto este Libro de los sucesos de las islas Filipinas, que á escrito el Doctor Antonio de MORGA, Alcalde de Corte, de la real Audiencia de México, y me parece gustoso y de prouecho, y digno de ser impreso, en que el Autor a guardado con precisión, las leyes de la Historia, por la buena disposición de la obra, en que manifiesta claridad de ingenio, estilo Lacónico, que pocos lo alcançan, y con verdad de la materia, como quien tan entera noticia della tuuo, por los años que gouernó aquellas islas; y lo firme de mi nombre, en esta casa Profesa de la Compañía de JESVS de México, en primero de Abril, de 1609.
Juán Sánchez.
DON Luys de Velasco, cauallero de la orden de Sanctíago, Virrey lugar teniente, del Rey nuestro señor gouernador y capitán general de la Nueua España y presidente de la real audiencia y chancilleria que en ella reside &'c. Por quanto el Doctor Antonio de Morga, Alcalde del crimen en esta dicha real audiencia, me hizo relación, que avia escrito vn libro y tratado, de los sucesos de las islas Filipinas, desde, sus primeros descubrimientos y conquista hasta fin del año pasado, de seys cientos y siete; pidiéndome, le mandase dar licencia y preuilegio, para que lo pudiese imprimir, y no otra persona por algún tiempo, y por mi visto, cometí al padre luán Sánchez, de la Compañía de JESVS, la vista del dicho libro. Por tanto, por la preséntela doy, al dicho Doctor Antonio de Morga y para que libremente, el, ó la persona que tuuiere permiso suyo, pueda por tiempo de diez años, primeros siguientes, imprimir el dicho libro, por el impresor que le pareciere: y prohiba, que ninguna persona, lo pueda hazer en el dicho tiempo, sin la dicha permisión, sa pena de perder, y que aya perdido los moldes, y adérenles con que hizieren la dicha impresión; que aplico, para la Cámara de su Magestad, y el dicho Doctor Antonio de Morga, por mitad. Fecho en México a, siete dias del mes de Abril de mil y seiscientos y nueue años.
Don Luys de Velasco.
Por mandado del Virrey,
Martin López Gauna.
DON Fray Garda Guerra, por la Diuina gracia, y de la santa Sede Apostólica, Arçobispo de México, del consejo de su Magestad, ¿ye. Auiendo visto el parecer del padre luán Sánchez, de la Compañía de lESVS, que dio, de auer visto el Libro que ante nos presentó el Doctor Antonio de MORGA, Alcalde en esta Corte y cJtancilleria, intitulado: Sucesos de las islas Filipinas, su conquista y conuersion; para lo qual, dimos nuestra comisión y por el dicho parecer, consta no auer cosa contra nuestra santa Fe Católica o buenas costumbres: antes, ser vtil y prouechosa para todas las personas que le leyeren; Por la presente damos licencia al dicho Doctor Antonio de MORGA, para que en qualquiera de las emprentas desta Ciudad, piieda hazer imprimir el dicho Libro, de la dicha con quista y conuersion, de las dichas islas Filipinas. Dada en México d siete de Abril de mil y seiscientos y nueue años.
Fr. Garcia Arçobispo de México,
Por mandado de su Señoría ilustriss. el Arçob. de México.
D. Juán de Portilla, secretario.
A DON CRISTOVAL GÓMEZ
de Sandoual y Rojas, Duque de Cea.
OFREZCO A V. Excelencia este pequeño trabajo, tan digno de buena acojida, por la fiel relación que contiene, quanto desnudo de artificio y ornato; conociendo, mi pobre caudal, lo començe con temor, animóme a pasar adelante, entender, que si lo que se dá, vuiese de tener igual proporción, con quien lo recibe, no auria quien mereciese poner en manos de V. Excelencia, sus obras, y quedarían en oluido, las que en estos tiempos an hecho nuestros Españoles, en el descubrimiento, conquista y conuersion de las islas Filipinas, y varios sucesos que a bueltas an tenido, en los grandes reynos y gentilidades que las rodean; que, como de partes tan remotas, ninguna relación á salido en publico, que lo trate de proposito, desde sus principios, hasta el estado que agora tienen. Suplico a V, Excelencia, reciba mi voluntad, postrada a sus pies; y quando esta breue escritura, no diere el gusto que me representa, el amor propio (enfermedad del ingenio humano) vse V. Excellencia comigo, como suele con todos; leyéndola y disimulando sus inperíeciones, de su prudencia y mansedumbre, como tan rico destas y otras virtudes, que hazen con fuerga diuina, que las cosas altas no estrañen á las humildes, y an puesto a V. Excelencia sobre su propia y natural grandeza, en el lugar que tiene, para bien destos reynos, premiando y fauoreciendo lo bueno, corrigiendo y refrenando lo contrario, en que consiste el buen estado de la república, que dio motiuo a Democrito. Filosofo antiguo, para llamar al premio y al castigo verdaderos dioses. Para gozar desta felicidad, no ay que desear ningún tiempo pasado, sino contentos con el presente, rogar a Dios nos guarde a V. Excelencia por largos años.
D. Antonio de MORGA.
* AL LETOR *
ENGRANDecese la Monarchia de los Reyes de España, por el zelo y cuydado con que an defendido en sus naturales y proprios reynos, la santa Fe Católica, que enseiía la iglesia Romana, de tantos contrarios que la persiguen y pretenden escurecer su verdad, con diuersos errores, que por todo el mundo an sembrado, con que, por la misericordia de Dios, conseruan sus señorios y subditos en la pureza de la religión Cristiana, mereciendo por ello el, glorioso titulo y renombre, de defensores de la Fé, que tienen. Y también, por el valor de sus inuencibles coragones; con que, á costa de sus rentas y aueres, con armadas y gentes Españolas (l), an surcado los mares, descubierto y conquistado grandes reinos, en lo mas remoto é incógnito del mundo, trayendo sus gentes, al conocimiento de Dios verdadero, y rebaño de la yglesia Cristiana, en que oy viuen (2), gouernados en paz é justicia, ciuil o politicamente, al abrigo y amparo de su Real brago y poder, de que carecían; cubiertos de ceguedades tiránicas, y crueldades barbaras, con que el enemigo del genero humano, los labrd y cultiuó para si mucho tiempo.
De aqui, á venido a estenderse, el cetro y corona de España, por todo lo que mira el Sol, desde que nace, hasta que se pone, con gloria y resplandor de su poder y magestad; mas que otra de los Principes de la tierra, con ganancia de innumerables almas para el cielo, que ha sido su principal intento y caudal (3).
Y á bueltas de muchas riquezas, y tesoros que goza, junto con las memorables hazañas y Vitorias, que á alcanzado, con que, por todo el vniuerso se ensalga y celebra su alto nombre, y el esfuergo y valor de sus vasallos, que en esto an entendido y derramado su sangre.
Ganada la America, quarta parte de la tierra, que los antiguos no conocieron, nauegaron tras el Sol, descubriendo en el mar Océano Oriental, vn archipiélago de muchas islas, adjacentes á la Asia vlterior, pobladas de varias naciones, abundantes de ricos metales, piedras y perlas, y todo genero de frutos; en que, arbolando el estandarte de la Fé, las sacaron del yugo y poder del demonio, y las pusieron en su obediencia y gouierno; con que, justamente pueden leuantar en ellas las colunas y trofeos de, Non plus vltra, que dexó á la orilla del mar de Cádiz, Hercules famoso, y después, abatió por el Suelo el fuerte brago de Carlos V. nuestro señor, que le auentajo en grandiosas hazañas y empresas.
Sujetadas las islas, con la soberana luz del santo Euangelio, que en ellas entro, se baptizaron los infieles, desterrando las tinieblas de la gentilidad, y mudaron sus nombres en el de Cristianos (4).
Y dexando también las islas el que tenian, tomaron (con la mudança de ley y baptismo de sus naturales) el nombre de Islas Filipinas; en reconocimiento, de las grandes mercedes que recibieron, de la Magestaa de Filipo segundo nuestro señor; en cuyo felice tiempo y gouierno, fueron conquistadas (5), fauorecidas y regaladas, como obra y hechura de sus Reales manos.
Su descubrimiento, conquista y conuersion, no á sido sin mucha costa, trabajo y sangre Española (6), con varios sucesos y trances, que hazen mas ilustre la obra con espacioso campo, en que se estiendan los historiadores, que lo tienen por oficio, pues la materia no es corta; y tiene de graue y gustosa, lo que basta para merecerlo, sin que le sea deperjuyzio, tratar sucesos y guerras de Indios, que los que no las an esperimentado, las tienen en menos de lo que son; pues, los destas partes, son naciones valientes y guerreras de la Asia, criados en continua milicia, por mar y tierra, vsando artillería y otros instrumentos bélicos, industriados en este exercicio, de la necesidad de su propia defensa, contra los grandes y poderosos reinos sus vezinos, Y (si con algunas imperfeciones) adestrados y acabados de enseñar, en la escuela Española, que vltimamente les metió la guerra en su casa, como lo an sido por esta vía, otras prouincias de Europa, que del vso de las armas, estauan con ignorancia y descuydo.
Algunos curiosos, an tratado de escríuir esta historia, á quienes (por faltarme su caudal y tiempo) he dado y repartido muchos papeles, y relaciones que tenia, y espero la sacarán á luz mas de proposito, de lo que hasta agora tenemos á pedagos, por algunos historiadores de nuestros tiempos. En las islas Filipinas, gasté ocho años, lo mejor de mi vida, siruiendo á todas manos, en oficios de teniente de gouernador, y de capitán general; y desde que se fundó la Audiencia real de Manila en plaga de Oydor, el primero que en ella fue recebido. Y deseando, se supiesen las cosas destas islas; particularmente, las acaecidas en el tiempo que yo las traté, tomándolas de sus principios lo que bastase, lo é hecho en vn libro de ocho capítulos, que los siete primeros, contienen, por el tiempo de los gouernadores proprietarios,, que á auido, hasta la muerte de don Pedro de Acuña, los descubrimientos conquistas, y demás acaecido, en las islas y en los reinos y prouincias de su comarca. Y el otauo y final, vna breue suma y relación, de sus calidades, gentes, y modo de su gouierno y conuersion, y otras particularidades, y del conocimiento, trato y comunicación, que con las otras islas y gentilidades sus vezinas tiene, tan temeroso, de los defetos que en esto se hallaran; como persuadido, merecen perdón, por auer pretendido acertar, siendo mi principal intento, dar á cada vno lo que se le deue, y boluer por la verdad, sin odio ni lisonja, que á sido agrauiada en algunas relaciones, que corren por el mundo (7), vicio muy reprobado, en los que refieren hazañas ajenas, quanto prohibido por ley penal, que establecieron Catón y Marcio, Tribunos del pueblo Romano, á los que contandolas proprias excedían, que parecía menos punible, por interuenir en esto el amor propio.
No faltara, quien saque a plaga mis descuydos, que desde agora le abre respondido con confesarlos; y si esto no bastare, para po nerle silencio, tapando los oydos, como otro Vlixes, pasare (con la priesa que é escrito) por este inconuiniente y dificultad, con. solo el deseo de agradar, y seruir á quien lo leyere, que bastara á sacarme de mayores peligros.
* A SE DE ADVERTIR *
En la lecion desta historia que se podra reparar en algunos vocablos, y nombres de prouincias, lugares, magistrados, armas y embarcaciones, que por mas propiedad, se an escrito como comunmente se nombran, y corren en aquellas partes, que por el capitulo final, que contiene la relación de las islas, y sus particularidades, quedaran entendidos y declarados (8).
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